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El cuarto ateneo consistió en la presentación de un caso clínico de vejez, de la doctora Elena

Dorin titulado ´´Un comienzo en el final´´.

Blanca comienza a sus 68 años análisis y su motivo de consulta fue porque tenía una
enfermedad orgánica, un linfoma que padecía desde sus 65 años. Enfermedad orgánica
estabilizada y que luego de un año de tratamiento paso a ser el telón de fondo en su análisis.

Blanca había nacido en una familia de bajos recursos, compuesta por 6 hijas, la madre y el
padre que era un sastre conocido, pero que sufría de alcoholismo, con el que se identificó, ya
que ella también consumía bastante alcohol.

A los 7 años, la madre de Blanca decide entregarla a una familia vecina, a cambio de una
compensación económica. Blanca sigue visitando a su familia sanguínea, pero cada vez que los
ve no quiere volver a su casa nueva, ya que a pesar de recibir una buena educación y tener un
buen pasar económico, la señora de la casa era mala con ella, el señor la toqueteaba y la hija
de ellos la amenazaba con matarla. Con lo cual, Blanca se crio en un contexto de desamparo y
de violencia, a pesar de que ella se justificaba narcisisticamente, que había recibido una buena
educación y que había conocido gente importante. Justificación que permitía seguir
sosteniendo su yo.

Al morir la señora B, Blanca comienza a trabajar en el ministerio. A los27 años vuelve a vivir a
la casa de sus padres biológicos y a los 38 se casa con Eduardo. Luego de varios tratamientos
de fertilidad, a los 48 años, Blanca viaja sola a una provincia mesopotámica y compra una beba
con sífilis. Infertilidad que da cuenta una vez más de su dificultan de alojar vida en su vientre,
como representante que se erige en la repetición de su vacío y desamparo.

Blanca se refiere a su marido, como un buen padre pero como marido no era muy buen
amante, ya que era muy mujeriego y a ella la denigraba.

En el momento del tratamiento, Blanca vivía con su hija, quien tenía 20 años y con la que
mantenían una relación de hostilidad, ya que se peleaban mucho, pero a pesar de esto fue la
que estuvo al lado suyo hasta el momento de morir. Blanca en el transcurso del análisis fue
cambiando la relación con su hija, ya que en su interior comenzaron a modificarse cosas.

En relación a la transferencia en análisis, Blanca repitió y pudo experimentar por primera vez la
hostilidad y odio hacia su madre y su familia, transferido en la imagen de su analista, puesto
que a veces faltaba sin avisar, o llegaba tarde. Hecho que la psicóloga manejo
contratransferencialmente, a partir de sus intervenciones que apuntaban a unificar el amor y
el odio en el mismo objeto, cosa que la paciente era incapaz de hacer en ese momento. O sea,
la analista no vivencio ese vacío como propio, sino como el vacío padecido por la paciente en
su infancia.

Blanca con su frase ´´la cabra tira al monte y al monte tirara´´ repetía con su hija la sensación
de vacío y abandono, y la modalidad de vinculo. Vinculo que se mantenía por la dependencia
al otro, desde un lugar de dependencia para no perderse, tomando al otro como muleta para
no perderse. Ya que decía que, cuando estaba sola no tenía ganas de salir a la calle, ni
bañarse, ni cambiarse. Por eso vivía con su hija, quien la sostenía a pesar de la relación hostil, y
la analista quien también la sostenía.
Por eso la dirección de la cura apunto a la unificación del objeto, ya que estaba escindido.

Como por ejemplo, las intervenciones de la psicóloga que apuntaron a producir un viraje en
cuanto a esto: ´´Su marido era un buen compañero, pero no un buen amante. La familia R le
dio una buena educación, aunque la acosaban sexualmente. Sus padres, es verdad que la
dieron, pero talvez la salvaron. Nada es tan opaco ni tan brillante….´´

Por lo tanto, el tratamiento no consistió solamente en torno a su enfermedad orgánica, ya que


no era una paciente psicosomática, sino una neurótica que enfermo. En el tratamiento se
trabajaron duelos sin elaborar, como por ejemplo el de su marido, y el recuerdo, la repetición
y la elaboración del vacío y desamparo vivido durante su infancia.

En conclusión, puede apreciarse cómo lo no elaborado, lo no tramitado, lo no metabolizado


del trauma psíquico de la niñez de esta paciente, el abandono al que no pudo ponerle
palabras, se expresó con los años en el cuerpo por medio de la enfermedad orgánica. Un
linfoma que expresa lo que no se pudo metabolizar, lo que no se pudo poner en palabras. El
linfoma como el representante de la falta de palabra, de significante asociado a la falta, al
vacío de la experiencia de desamparo. Pero, experiencia que al fin, en el transcurso del
tratamiento pudo comenzarse a nombrar y a elaborar.

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