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Narrador omnisciente:

Se miró las manos llenas de arañazos. Se miró las piernas flacuchentas y los pies enormes en
los zapatos de tenis, (…) y se avergonzó de sí misma. Un impulso la hizo correr a casa, con el
corazón aturdiéndola por el golpeteo sordo de la emoción. Llegó a su pieza anhelante (…),
ardiendo las mejillas, deslumbrados los ojos.

"La habitación contigua, en la que K entró más despacio de lo que hubiera deseado, ofrecía, al
menos a primera vista, un aspecto muy parecido al de la noche anterior. Era la sala de estar de
la señora Grubach. Tal vez esa habitación repleta de muebles, alfombras, objetos de porcelana
y fotografías aparentaba esa mañana tener un poco más de espacio libre que de costumbre,
aunque era algo que no se advertía al principio, como el cambio principal, que consistía en la
presencia de un hombre sentado al lado de la ventana con un libro en las manos, del que, al
entrar K, apartó la mirada. "
El proceso (Franz Kafka)

“Ana ya estaba enferma cuando la sobrecogió la catástrofe. Su enfermedad era melancólica:


sentía tristezas que no se explicaba. La pérdida de su padre la asustó más que la afligió al
principio. No lloraba; pasaba el día temblando de frío en una somnolencia poblada de
pensamientos disparatados”.
La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.

La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había
pasado una noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se
asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.
Luis Landero, Juegos de la edad tardía
Narrador protagonista

Entre Antioquia y Sopetrán, en las orillas del río Cauca estaba yo fundando una hacienda. Me
acompañaba en calidad de mayordomo Simón Pérez, que era todo un hombre, pues ya tenía
treinta años, y veinte de ellos los había pasado en lucha tenaz y bravía con la naturaleza, sin
sufrir jamás grave derrota…Un sábado en la noche, después del pago de los peones, nos
quedamos Simón y yo conversando en el corredor…
Que pase el aserrador, Jesús del Corral.

"Ahora yo me sentía como un solterón de flor en el ojal que estuviera de vuelta de muchas
cosas; y era feliz viendo damas en trajes diversos; y confusiones en el instante de encenderse el
escenario y quedar en penumbra la platea. Después yo corría a contar las propinas, y por último
salía a registrar la ciudad. "
El acomodador (Felisberto Hernández)

Me niego a corresponder, a representar el papel de esposa de alto status, que esconde su


cansancio tras una sonrisa, lleva la batuta en conversaciones sin fuste, pasa bandejitas y se
siente pagada de su trabajera con la típica frase: Has estado maravillosa, querida.
Carmen Martín Gaite, Nubosidad variable

Narrador testigo

"Lo que son las cosas, Mauricio Silva, llamado el Ojo, siempre intentó escapar de la violencia
aun a riesgo de ser considerado un cobarde, pero de la violencia, de la verdadera violencia, no
se puede escapar, al menos no nosotros, los nacidos en Latinoamérica en la década del
cincuenta, los que rondábamos los veinte años cuando murió Salvador Allende.
El caso del Ojo es paradigmático y ejemplar y tal vez no sea ocioso volver a recordarlo, sobre
todo cuando ya han pasado tantos años. "
El Ojo Silva (Roberto Bolaño)

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