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La idea central de esta parte del texto es que en las ciudades en las ciudades
latinoamericanas se produjo una concentración de grupos inmigrantes provenientes de
zonas rurales o pequeñas ciudades en busca de oportunidades, se generó un profundo
cambio tanto cuantitativo como cualitativo de la sociedad. Este cambio consistió en la
sustitución de una sociedad congregada y compacta por una sociedad escindida, en la que
se contraponen dos mundos, una sociedad tradicional o normalizada y una sociedad
anómica.
Basándose en la novela de Jorge Amado, el autor señala que existían lugares fijos de
concentración de inmigrantes llamados mercados de esclavos, lugares en los que
acampaban los más pobres en espera de trabajo. Señala también otras maneras en que
llegaban los inmigrantes a las ciudades y cómo se iban ubicando o en barrios viejos y
deprimidos de la ciudad o en bordes despoblados. Allí, construían un rancho precario para
luego iniciar una ardua labor de acercarse a la estructura de la sociedad normalizada en
un intento por lograr su integración.
Para la sociedad normalizada, los inmigrantes eran reconocidos como “otra sociedad”
diferente a la clase popular normalizada. Se dio así una confrontación entre ambas que se
fue resolviendo mediante la coerción de la sociedad anómica por parte de la normalizada,
que la llevó a que debiera acatar algunas reglas dándose así un proceso de integración
recíproca. Este inicio cuando los inmigrantes adquirieron un techo y trabajo, pues de ello
derivan necesidades y obligaciones, y cobró gran importancia con su progresiva inserción
en el tejido social de la sociedad normalizada. Esto fue posible, primero, gracias a los
sectores populares que abrieron la comunicación, y segundo, gracias a algunos sectores
de clase media que se mostraron benévolos con los sectores inmigrantes.
Después de estos episodios, señala que la masa urbana fue perdiendo agresividad.
Simultáneamente, el proceso de industrialización se acentuó y con él se multiplicaron las
posibilidades ocupacionales, lo que a su vez genera más posibilidades de inserción al
tejido social. Los límites entre clase medias y populares se vieron indefinibles por el
consumo, ya que lo objetos signo de distinción quedaron al alcance de muchos. No
obstante, no se detuvieron las migraciones de población rural, con lo que se mantuvo la
inestabilidad de las clases populares, pues, aunque crecía la estructura económica no se
podía satisfacer la demanda de jóvenes desempleados, dando esto lugar a la formación de
bandas. Así, bastos sectores sociales constituyeron un mundo dos veces marginal: porque
habitaban en los bordes urbanos y porque no participaban en la sociedad normalizada ni
en sus formas de vida. De esta forma, ese mundo marginal manifestó su condición
anómica, constituyendo para la sociedad normalizada “otra sociedad”. Con todo esto, se
fijó físicamente la sociedad escindida, una sociedad barroca, y en algunas ciudades, el
espectáculo de lujo ostentoso que ofrecía la sociedad normalizada era contemplado desde
los renacerías por la sociedad anómica.
Las clases altas habían sufrido también el impacto de la masificación y estaban en plena
crisis. Habían perdido su papel de elite de toda la sociedad y se podía acceder a ella más
fácilmente. Optaron por dirigir los procesos que comprendían (económicos y políticos).
Así, hasta las clases altas se masificaban., pues en la sociedad industrializada y de
consumo masivo, las oportunidades de enriquecimiento aumentaron. Grandes fortunas se
constituyeron y sus poseedores se instalaron en la clase alta, cualquiera que fuera su
origen. Los linajes se fueron desvaneciendo para dar lugar a los clanes económicos en los
que se mezclaban fortunas de diversos orígenes. Romero, utiliza las listas de los
directorios de los bancos y las grandes empresas para dar cuenta de este fenómeno.
Era inevitable que la aparición de una masa, sometida a sucesivos cambios y operando de
diversas maneras, repercutiera sobre el resto de la sociedad urbana. La masa primigenia
se decantó y constituyó una sociedad marginal y anómica que se instaló al lado de la
sociedad normalizada. Sufrió un impacto de la industrialización, como lo sufrió la
sociedad normalizada. Pero ésta acusó también las repercusiones de la presencia de la
masa, en términos cuantitativos y cualitativos. La sociedad normalizada no adquirió los
caracteres de masa, pero se masificó cualitativamente, acaso en un proceso preparatorio
de la integración, a plazo imprevisible.