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LOS CARPINCHEROS Comenzaba a declinar el dia. En gruesa rama de Arbol gi gantesco, tumbado sobre la orilla de caudaloso arroyo, sentada estaba jov 1 bellisima mujer, cuyas formas se reproducian en la tranquila superficie de las aguas. Solo cubrian su cuerpo blanea camisa de ordinaria tela y cortas enaguas del mismo género y color, hebras de su cabello flotaban a merced del viento, acariciando los desnudos hombros y las mérbidas espaldas, Era una nifia: apenas contaba quince aos. De cuan do en cuando levantaba el diestro brazo y defendiendo con la mano, a manera de pantalla, de los rayos del sol, los rasgados ojos de largas pestafas, seguia con la vista el curso del arroyo, hasta perderse, alla a lo lejos, entre los sauces que crecen en las margenes del gran rio. Debajo de la rama en que se balanceaba, dentro de pequefisima canoa y sobre una piel de tigre, dormia un nifio. De repente, placente sonrisa ilumin6 el rostro de la joven, y alegre y ligera como un paijaro, salté de la rama a la embarcacién, y tomando al nifio en los brazos de la embareacin a la arenosa playa; desabroché luego el ini co botén que sujetaba la abertura de su camisa, descubrié el tur gente seno, y puso en los labios del nifito el sonrosado pezon Permaneciendo de pie dejé la joven hartarse de leche a su hijo; en tanto que se aproximaba la canoa del esperado com paiero, que sus adiestrados ojos vieron cuando penetraba en Ibero-Amerikanisches Institut PreuBischer Kulturbesitz intranda viewer 86 ATLANTIDA el arros >, y que a la distancia parecia grueso tronco arras trado por la corriente, Varios dias hacia, que aquella nifia, madre ya, permanecia sola en la humilde choza, — nido de sus amores — que oculta ban los Arboles de la selya que embellece las mérgenes del solitario arroyo; Sin més ansias que las que le causara la aba en medio del desierto, ausencia del hombre amado, pa: sin temor alguno, los dias y las noches aca riciando a su hijo y rodeada de sus perros, No era el deshonor la causa de la soledad de la joven, ni era ella, tampoco, excepeién entre mujeres de los carpincheros. Estos por razones de su oficio estén obligados a dejar solas, a intervals, a sus familias, en la ‘isla o en Ja costa elegida para transitoria morada si que salt6 tierra el hombre esperado por la joven, lené de caricias a la madre y al hijo. Era un hombre agil y Vigoroso, y en su ancha frente y negros ojos. brillaba con intensidad la divina luz de la inteligencia, Volvia después de una semana de ausencia con su canoa Ilena de cueros de car pincho, cazados en las desiertas islas del gran rio. Después de pasar al lado’de su amada todo el tiempo que fuera nece- sario para secar y acondicionar las pieles que conducia, vol veria a salir tantas veces mas cuantas fueran necesarias para tener une buena partida de ellas. Entonces ira a venderlas. Explotaran su orancia, — que asi siempre y en todas partes lo hace la avaricia; — le darn por las pieles que consiga con atigoso trabajo mezquina suma de dinero, que no le al canzara para adquirir lo poco que ha menester; per 1 > volvera brega sin buscar nuevo empleo a su actividad ni mayor recompensa a més de forma las s estuerzos. No cambian ja hojas de los Arboles, ni de costumbres los hombres que pasan vida siempre entre ellos. Pero es feli Nacié como su compaiiero sobre los juncos de una isla, Ambos: se criaron cortando con sus cue pos la Ibero-Amerikanisches Institut intranda viewer PreuBischer Kulturbesitz 108 ‘CARPINCHEROS ® orriente del rio, buscando a las fieras en medio de las sel: vas, comiendo miel y aspirando el aroma de las flores. Y el rio y las fieras les han dado fuerza y valor; y la miel’y las flores et la formas belleza, y duizura en el alma. Los unid la propia voluntad, y se aman, y son libres. Ella se hace adorar respetindole a él, y el respeta adordndola a ella, De Ia cos ta del arroyo los arrojara el progreso a una isla, y de Ia isla 4 otro arroyo, avanzando forzosamerite en sentido contrario al de la corriente del tio. Tendran muchos hijos, y cuando ra el otro clavara sobre la tumba una eruz, y colo: card en el sagrado signo una tira de lienzo, para que cuando le Megue Ja postrera hora de vida, no falte a sus almas un lazo con que ligarse en el cielo para siempre Muy semejante a esta es la historia de todos los carpinche- ro antan sus viviendas en Ja playa de una isla, en la boca de un arroyo o en Ia costa de una laguna, bien cerca del agua y bien oculta entre los Arboles. La canoa con sus palas listas para bogar y los numerosos perros flacos tendidos so: la arena, en torno de la choza, no faltan nunca, Pocas veces viven juntas dos o mas familias. Aunque parientes o socios el riacho o la punta del bosque separa una de otra vivienda. Generalmente entre tres 0 cuatro jefes de familia forman ana sociedad para la caza del animal que les da la piel objeto de su industria, y la carne y Ja grasa base de su alimentacién, La sociedad no tiene tiempo determinado; dura lo que dura la yoluntad de Jos contrayentes; pero nunca se disuelve sino después de terminar la caceria empezaia. Las picles consegui das se dividen por partes iguales entre los socios, contando como tal a la canoa; es decir que, si los cazadores son cuatro se dividen entre cinco, tocéndole dos quintos de la cantidad al duefio de la embarcacién. La cacerfa termina cuando la anoa tiene su ga completa y la division de- las_pieles da cuociente sin residuo Ibero-Amerikanisches Institut PreuBischer Kulturbesitz intranda viewer 8 ATLANTIDA Los carpinchos que se reunen en manadas entre los juncos que crecen en las orillas de los riachos y lagunas son ata- cados y muertos a palos. Muy pocos carpincheros tienen ar mas de fuego, pero cuando las poseen hacen uso de ellas Cuando los carpinchos escasean en las cercanias de las vi viendas, se mudan de éstas, avanzando siempre hacia el norte, tras los perseguidos animales van los perseguidores apro- ximandose a las fuentes de los grandes rios. Constituyen un .gremio, y aunque fatigoso y poco lucrativo es el oficio, heredan su amor a él, los hijos de los padres. No hay més que una causa para tal predileccién: el hombre soporta los. peligros ciones, el aislamiento, la mise: las_ priv ria, en cambio de las ventajas y los goces de la independencia y de la libertad; y en el presente los infelices carpincheros solo pueden ser libres viviendo a la sombra de sus plantas queridas. Todos son cristianos Hasta que el agua del bautismo no moja la frente del recién nacido no es feliz la madre ni esti tranquilo el padre. Hacen largas jornadas en procura de un sa cerdote que haga sobre el pecho del nifio la sa nta criz, Creen que con ese sacrame a dura to basta; y que su eficac la cuna hasta la tumba, Por eso en las uniones que el amor forma no se ocupan ni preocupan de las sagradas bendiciones Santifican todas las fiestas de la iglesia no trabajando en elle y bailando y cantando en cambio, desde que nace hasta ué se pone el sol, En el Delta del Parana, nacieron los primeros carpincher hoy ya van los mas r s cercanas a las gados por las i bocas dei Pilcomayo. Poderosa ola de civilizacién avanzando del Sud los arroja hacia el Norte, cada dia con mayor fuerza y si alguno queda aferrado al tronco del arbol a cuya sombra crecié, como planta exética, languidece y no fructifica! Manver C. Cuzco. Ibero-Amerikanisches Institut intranda viewer PreuBischer Kulturbesitz

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