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CO LS Ce ee ; Crerentl Free Cuenca a ee 3 vocacion? Acolarentt TR eo Cites [oeke aTacoleL— Cees (ole esol QUIS BURGOS PPccshumante iPuedo Cuadatajara (lexico}, obluvo OMRTRS TTS CO LI CUR COM CCeS OC elegir maa en gate POO St CUM MCEKe COTE ERR en Coa mu Doctorado en Filosofta por ta eo. Universidad dela Santa vocacion? ConrarolW COCA CA DUI Tn Cry diversos esludios filosoficos, Francisco Ugarte Corcuera PeenTeriecit Cea divulgacion, en el pais yen el extranjero. Ha impartido TOKO See CSa POCO ROTIR CORSO Kem Ce antropologicos, apoyado en RTC ence tecn) 1 Oren OUR On eon TUCO MCU Co ae Inve sus libros se encuentra BOM ReCon Con eRe enn TON OUCO MCC COR COaCCe (2012), publicado por Cre KN KOSe AXES we EDICIONESLogos Disenio Portada: Ricardo A. Ghiggino www.rag-work.com.ar Ugarte, Francisco 7Puedo elegir mi vocaciin?. - 1a ed. - Rosario : Edo nes Lagos Ay, 2014, 64 p.; 17x11 am, ISBN 978-987-1764-85-3 1. Cristianismo, | Titulo CDD 230 Fecha de catalogacién: 04/07/2014 ‘Adaptacién: Lic. Ricardo Cravero DERECHOS RESERVADOS © 2014 Francisco Ugarte Corcuera México, D.F. Con Licencia Eclesiastica © Ediciones Logos info@edicioneslogos.com www.edicioneslogos.com ISBN 978-987-1764-85-3 Hecho el depésito que indica la Ley 11.723 Impreso en Argentina Printed in Argentina Esta publicacién no puede ser reproduce, ni en todo ni en parte, ni registada en, o transmitida pot, un sistema de recuperacion de informacion, en ninguna forma ni por ningun medio, sea mecénico, fotoquimico, electrénico, magnétco, electodptico, pr fotocopia, 0 cualquier otto, sn el permiso previ por escrito del auto. INDICE Introduccion 5 Las preguntas 5 Inquietudes iniciales 6 La vocacion W Vocacién a la santidad W Vocacion particular y misién 13 Dos enfoques de la vocacién 15 {Dios llama o la persona elige? 15 El acento en la llamada 16 El acento en la eleccion personal 18 Complementariedad en los enfoques 2 Como Ilama Dios 2 Como «se ve» la vocacion 35 Lo que algunos entienden con «ver la vocacién» 35 «Ver» con la luz de la fe 38 Las sefiales de la vocacion 4 Resultan suficientes 45 Dos obstaculos frecuentes 49 No «sentirse» atraido inicialmente 49 El miedo 53 Conclusiones 59 El papel de la voluntad humana y la accion de Dios 59 La vocacién es para siempre 61 Virtudes, oracion y Santisima Virgen 62 INTRODUCCION Las preguntas Todos queremos ser felices y, quienes hemos recibido el don de la fe, sabemos que la felicidad no se puede alcanzar al margen de Dios. Si Dios nos ha creado para que seamos eternamente felices, uniéndonos a EI mediante su amor y el nuestro, también la felicidad en esta vida depende de nuestra relacion con Dios. Mientras mas cerca de Dios logre- mos estar y mientras mas nos identifi- quemos con lo que El espera de nosotros, més felices podremos ser. Por eso impor- ta mucho que nuestra vida esté orienta- da en la direccién querida por Dios, es decir, que descubramos nuestra voca- cién y la llevemos hasta sus Ultimas consecuencias. Pero, gen qué consiste la vocacion?; iqué papel juega Dios en ella, y como interviene la libertad humana en la Eee Francisco Ugarte Corevera determinacion de esa vocacién?; ~como. «se ve» la vocacién 0 qué es necesario «ver» para seguirla?; ghace falta «sen- tir» la vocacién para estar seguro de ella2; zcudles son las sefiales de la voca- cion y qué hace falta para interpretar- las?; cuales son los principales obstacu- los para seguir la propia vocacién y cémo se pueden resolver? Son éstas las principales preguntas que se pretenden responder en las siguientes paginas, con explicaciones tanto humanas como sobrenaturales, pues el problema de la vocacion pertenece a ambos ordenes. Para facilitar la asimilacion de los argu- mentos, se procederé gradualmente, de manera que el lector, si lo desea, pueda confrontar su propio caso con los des- arrollos que se llevaran a cabo. Inquietudes iniciales Cuando una persona joven -desde una alumna de secundaria hasta un estudiante universitario- tiene la fortu- na de recibir una formacion que le faci- lita acercarse a Dios, es légico que note 2Puedo elegir mi VOCACION? algunos cambios en su interior, que seran diferentes en unas personas u otras. Ante su encuentro con Dios, algu- nas experimentaran alegria y entusias- mo, al descubrir los horizontes que se les abren en sus vidas; otras, paz y tran- quilidad, ante la claridad y sentido que adquiere su existencia; otras mas, senti- ran la urgencia de cambiar de vida o de tomarse mas seriamente sus responsabi- lidades. De ordinario, si esa formacion se toma en serio, brotara la inquietud de ir a mas o de dar mas, tanto en la relacién con Dios -conocerlo y amarlo-, como con el prdjimo deseo de servirlo y ayudarlo en sus diversas necesidades-, que podra concretarse de distintas maneras Si la persona reflexiona sobre lo que le comienza a ocurrir al estar mas cerca de Dios, comprendera con suficiente cla- ridad que muchas de las actividades que venia realizando «no le llenaban», es decir, la dejaban «insatisfecha», a pesar de su atractivo, porque no le exigian dar todo lo que podria dar de si misma. Francisco Ugarte Corcuera Entendera también que sus metas eran pobres —divertirse con los amigos, pose- er la ropa y los instrumentos tecnoldgi- cos de moda, no tener problemas acadé- micos en la escuela, etc.-, y que carecian del valor necesario para Ilenarla. Llegara, en definitiva, a la conclusién de que el estilo de vida que habia llevado hasta ese momento no corresponde a lo que Dios espera de ella en adelante, aunque atin no sepa con precision qué sea eso que Dios le pide. Dicho en términos positivos, con la formacién y la ayuda de Dios, la perso- na va descubriendo que vale la pena proponerse ideales grandes, horizontes amplios; que lo que llena verdadera- mente el corazon humano y conduce a la felicidad es salir de si misma, darse a los demas y permanecer cerca de Dios. No es extrafio que al hacer estos descu- brimientos se pueda preguntar: gqué espera Dios de mi?, gcomo quiere que oriente mi vida?, ¢qué mision desea que lleve a cabo? E intuira que, en la res- puesta a estas preguntas, esta la clave del éxito verdadero, de esa vida feliz y plena a la que se siente llamada. Simultaneamente, dicha persona sabe que su respuesta sincera a esas pre- guntas le puede «complicar la existen- cia», en el sentido de exigirle un esfuer- zo importante, algunas renuncias y sacri- ficios, porque todo lo que vale cuesta Ante esta perspectiva, pueden prevalecer la comodidad y la cobardia, y decidir no hacer nada, evitar complicarse la vida, regresar al estado anterior en que se encontraba, aunque se trate de un esta- do de mediocridad. Pero cabe también que decida lo contrario: aceptar el reto y comprometerse a realizar lo que Dios le pida, incluso sin saber entonces lo que sera, pero confiando en que sera lo mejor para ella. Entonces vendra una nueva pre- gunta que se hard con total sinceridad: ~como puedo averiguar lo que Dios quie- re de mi, para llevarlo a cabo? A lo largo de todo este recorrido personal, y en este momento en particular, seré muy impor- tante hacer oracion, hablar con Dios con toda confianza y procurar escucharlo. Francisco Ugarte Corcuera Aunque todo este proceso ha estado apoyado en la reflexién personal sobre la propia experiencia interior, dando lugar a las sucesivas decisiones que han hecho posible llegar hasta donde la per- sona se encuentra, dificilmente se entenderia ese avance sin una particular intervencién de Dios en la persona, que la ha conducido a esas conclusiones. Intervenci6n en la inteligencia, propor- cionandole las luces que han hecho posible vislumbrar los grandes ideales; intervencién en la voluntad, en forma de mociones o impulsos, que la han inclinado a caminar en la direccion correcta; intervencién en el corazon, que ha experimentado el vacio de una vida superficial para desear Ilenarla con el amor de Dios y el servicio al prdjimo. Sto LA VOCACION Vocacion a la santidad Una vez que la persona llega a pre- guntarse por lo que Dios espera de ella, puede encontrar una primera respuesta clarificadora en aquellas palabras de san Pablo, que habra escuchado en mas de una ocasi6n, pero que ahora se le presen- tan con una luz nueva: Dios “nos ha ele- gido antes de la creacion del mundo, para que seamos santos” (Eph 1, 4). Se trata de «la llamada universal a la santi- dad», de la invitacién que Dios hace a todas las personas, en las mas variadas cir- cunstancias de la vida, para que cada una procure dar lo mejor de si misma y asi sea capaz de corresponder a la invitacion divi- na. Quizas antes, por tratarse de la voce- —- Francisco Ugarte Corcuera cién «general» 0 «comin» a la santidad, que incluye a todos, esa persona en concre- to la interpretaba superficialmente y no se lo planteaba en términos personales. Ahora, en cambio, la invitacion se convier- te en algo personal, que procede del mismo Jestis que dijo: “No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido” (Jn 15, 16). A partir de entonces ya no es posible diluir el compromiso, escu- dandose en el caracter general de la lla- mada, y se comprende, con especial clari- dad, lo que decia san Josemaria Escriva de Balaguer, que “Dios no deja a ningun alma abandonada a un destino ciego: Para todas tiene un designio, a todas las llama con una vocacién personalisima, intransferible”'. Conversaciones con Monsenor Escrivé de Balaguer, Rialp, Madrid 2003, n, 106, Ene Puede elegie mi VOCACION: Vocacién particular y mision Esa vocacion «personalisima» se llama también vocacién «particular»? y consiste en “la manifestacién de la eleccion divine enel tiempo y en la historia", es decir, que Dios elige desde toda la eternidad, pero su llamada ocurre en momentos concretos de la vida de cada quien. Se trata de una invi- tacién de Dios a una persona, para que rea- lice libremente una misidn reservada a ella. Misién que ordinariamente consiste en una tarea de servicio a los demas, por Dios’, y que en su dimension mas profunda radi- ca en acercar las almas a Cristo para que “Una teologia cristiana de la vocacién debe moverse en un ddoble plano: por una parte la radical igualdad de vocacion a Fa que todos somos llamados en Cristo por lainiciativa de Dios Padre (..). Un segundo plano es el que contempla la diversas, tealizaciones de la comin vocadion crstiana: tan diversas ‘como variadas e irrepetibles son las personas llamadas por Cristo”. Pedro Rodrigue, &l sentido de la vocacion cristiana, fen *Vocacién, trabajo, contemplacion*, EUNSA, Pamplona 1987, pp.15-35. "Las diversas vocaciones denominadas espe cificas 0 peculiares (..) (son) modalidades 0 ulteriores deter- mminaciones de la comiin vocacion crstiana". Manuel Belda, Guiados por el Espiritu de Dios Palabra, Mac 2006, p. 72 Manuel Belda, Guiados por el Espiritu de Dios... p. 67. "Dios me ha creado pare que yo realice un servicio deter rminado (..), me ha asignado una tarea que no ha encar sgado a nadie mas (..). Yo tengo mi mision (..., no me ha creado para nada (..). Por tanto, debo confiar en él" John Henry Newman, Meditations and Devotions of the late Cardinal Newman, Christian Classics Inc. Westminster, Md, 1975, p, 301 =43= Francisco Ugarte Corcuera lo conozcan y lo amen. La mision es, por tanto, el modo concreto como se Ilevara a cabo el apostolado que todo hijo de Dios esta destinado a realizar, como consecuencia de su llamada a la santi- dad. Por eso es que, del mismo modo que la santidad y el apostolado resultan inseparables, la vocacién y la misién tampoco se pueden desligar. Cuando una persona joven, con for- macion, se hace la pregunta «jtendré vocacién?», ordinariamente se esta refi- riendo a esa llamada divina que implica entregar la vida entera a Dios en el celi- bato’, para llevar a cabo la misién que Dios le tenga reservada. ¢Y como puede saber esa persona si tiene vocacion? Antes de contestar a esta pregunta, es preciso profundizar en el modo como Dios y la propia persona intervienen en la vocacion. “El celbato no es para quienes no se sientan atraidos por la vida matrimonial, ni para quienes se sienten especial: mente fuertes a la hora de vivir la castidad. No es tampo- 0 para corazones frios 0 poco capaces de querer. Tener corazén grande no s6lo no es una dificultad, sino que es esencial para quien sirve a Dios en celibato. S6lo el que sabe enamorarse de verdad es capaz de una entrega plena”. Alfonso Aguilé, La llamada de Dios, Palabra, Madrid 2008, p. 67, any Dos ENFOQUES DE LA VOCACION éDios llama o Ia persona elige? “Vocacion es, radicalmente, llamada de Dios al hombre concreto”’, que debe tomar una decisién ante esa llamada. Hay, por tanto, una doble intervencién: la de Dios que llama’ y la de la persona que decide, al punto de que ni la sola llamada de Dios ni la sola decision de la persona serian suficientes para que la vocacién se realizara. Ahora bien, Pedro Rodriguez, El sentido de la vocacién crstiana... pp.15-35. El texto de Marcos dice: «Llamé a los que quiso». Uno no puede hacerse discipulo por si mismo, sino que es el resultado de una eleccion, una decision de la voluntad del Senor”. Benedicto XVI, Jestis de Nazaret, Planeta, México 2007, pp. 208-209. =A5— Francisco Ugarte Corcuera gcémo tienen lugar esas dos interven ciones?; gcual de las dos tiene priori- dad?; cual de ellas se da primero en el tiempo? Ciertamente nos encontramos ante un misterio, en el que entran en juego la accién de la gracia sobrenatural y la libertad humana, por lo que no es posible dar una respuesta absoluta a esas preguntas. Sin embargo, del mayor hincapié que se haga en la intervencion de Dios 0 en la del hombre, dependeran dos enfoques que explican la vocacion de distinta manera y de los cuales se siguen consecuencias practicas bien dife- renciadas. Veamos ambas posibilidades. El acento en la llamada En primer lugar, si se pone todo el acento en que la vocacién es una Ilama- da concreta de Dios al hombre, que incluye un plan preciso -una mision, un proyecto pensado por Dios desde toda la eternidad, pero sin la participacion de la persona, la libertad de quien es Ila- mado se reduciria entonces a la mera aceptacion o no aceptacién de ese plan, 16 = Puedo elegir mi VOCACION sin intervenir para nada en su configu- racion. En este caso, si la persona desea resolver el problema vocacional, tendra que esperar a que Dios le comunique el plan y, en todo caso, su actividad se reducira a pedir luces para ver lo que Dios le tiene reservado. Este enfoque facilmente puede derivar en una actitud pasiva, a la espera de que Dios comuni- que la llamada, y puede también exigir, inconscientemente, que se cumplan unas condiciones subjetivas para reconocer la llamada, tan poco objetivas que acaban por no cumplirse. Existe también el peli- gro de que la persona encuentre, en este enfoque, la justificacion para no afron- tar su vocacion: «estoy dispuesto a hacer lo que Dios me pida, pero, mientras no me lo haga ver (en los términos y condi- ciones que me gustaria), no tengo por qué preocuparme». Esta manera de concebir la vocacion tiende a debilitar la intervencion de la persona y de su libertad en la propia vocacién: “al poner el acento en el ser /lamados se ensombrece un tanto el ser ys Francisco Ugarte Corcuera que decide. Parece como si todo fuera ajeno a la eleccién y responsabilidad personales, como si el hombre debiera permanecer pasivo ante ese problema, esperando una llamada que de ninguna manera dependeria de él”*. El acento en Ia eleccién personal En el otro modo de concebir la voca- cin «particular», el acento se pone mas en la libertad y en la elecci6n por parte de la persona. Ciertamente se reconoce la llamada universal o «general» a la santidad por parte de Dios, pero se con- sidera que Dios deja en las manos de cada persona la concrecién de su voca- cién «particular». En palabras de Torellé: “ZExiste una vocacién singular para cada hombre, mas alla de la gene- ral al amor? Aqui se dividen los parece- res, entre aquellos que quieren una Ila- mada particular para quienes se enrolan en una vida consagrada a Dios, y aque- Juan Bautista Torellé, Psicologia y vida espiritual, Rialp, Madrid 2008, pp. 179°180. -18- ‘Puedo elagir mi VOCACION llos que consideran suficiente la llamada general y, por tanto, dejan a la libertad humana la posibilidad de elegir estado, siempre que se posean las condiciones o aptitudes. Santo Tomas sostiene esta ulti- ma opinion y parece que esta tesis liberal se convierte cada vez mas en la sentencia comiin de los tedlogos (Landucci)”. Y afiade: “Por eso, se comprende que muchos san- tos -por ejemplo, san Ignacio de Loyola~ hayan empleado mas bien poco el térmi- no vocaci6n, prefiriendo ese otro de elec- cién de estado”. Este segundo enfoque subraya que la iniciativa y, sobre todo, la decisién sobre el plan divino y su configuracion depen- den de la persona -y no s6lo de la llama- da de Dios-, y concibe la libertad perso- nal como capacidad de determinar uno mismo la propia vocaci6n particular. En consecuencia, esto significaria que “antes de mi eleccién, no tiene mucho sentido decir «tengo» o «no tengo voca- Juan Bautista Torellé, Psicologia y vida espivitual.. p. 182-183 -19- Francisco Ugarte Corcuera cién», pues Dios me deja libre respecto al estado (...). No se trata, por tanto, de «tener» o «no tener» la vocacién, sino de elegir 0 no elegir un determinado estado de vida". Este modo de entender la vocacién particular, si se llevara al extremo, ence- rraria el peligro de obscurecer el carac- ter sobrenatural de la llamada divina, e incurrir en un cierto voluntarismo, segtin el cual el protagonismo corres- ponderia a la eleccién libre, y en cierto modo arbitraria, de la persona. Esto seria asi, si tal eleccién se concibiera al margen de la gracia de Dios. En cambio, si se tiene en cuenta que es Dios quien acta en los seres libres, respetando siempre su libertad -haciendo posible su ejercicio y secundandola cuando eligen el bien--, se evita ese peligro. Quien entiende la vocacién en este segundo sentido y pone el acento en la © Juan Bautista Torellé, Psicologia y vida espiritual... p. 198 ~20- _Puedo elegic mi VOCACION decision de la persona, no se plantea tanto «ver» la vocacién, como algo que le llega, sino «elegir» el camino a seguir, que de ninguna manera sera el mas comodo o el mas facil, sino aquél que le permita dar lo mejor de si misma y corresponder de la mejor manera posi- ble al amor de Dios". Tendra en cuenta que “la entrega a Dios es la plenitud de la libertad, la suprema madurez del hombre, que «se encuentra» en el momento en que se pierde y, consigo mismo, redescubre todas las cosas, todas las personas, constituyendo la mayor riqueza de la humanidad’”; por eso Jestis pide siempre todo lo que el alma esta en condiciones de entregar. La acti- tud en este caso sera activa e inclinard a tomar una decisién sin dilaciones y apo- yada en la confianza en Dios. “EI celibato es el ejemplo que Cristo mismo nos dejé. El quiso ser célibe. Su existencia historica es el signo mas evidente de que la castidad voluntariamente asumida por Dios es una vocacion solidamente fundada. No existe otra interpretacién y justificacion del celibato fuera de la entrega total al Sefior, en una relacion exclusiva, tambien desde el punto de vista afectivo". Alfonso Aguilé, La Hamada de Dios... pp. 212-213, Juan Bautista Torellé, Psicologia y vida espiritual.. p. 208, -21- Francisco Ugarte Corcvera Complementariedad en los enfoques En el fondo, los dos enfoques plantea- dos acerca de la vocacién no constituyen necesariamente una disyuntiva. Desde luego, no hay que perder de vista que nos encontramos ante un misterio en el que se entrecruzan la intervencién de Dios y la libertad del hombre, la volun- tad divina y la voluntad humana, la eleccién de Dios y la eleccién del hom- bre. Pero vistas las cosas con profundi- dad, se comprende que existe una com- plementariedad y armonia entre la elec- cién del Sefior —“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha ele- gido” (Jn 15, 16)~y la libre eleccién de la persona, a la que Dios le ha dado la libertad precisamente para que la utili- ce, eligiendo el mayor bien que le sea posible. Por ello, cabe decir que Dios de alguna manera subordina su eleccion y su llamada a la eleccién que la persona hace de EI. Como si dijéramos que Dios elige a quien lo elige. O como lo expre- sa Fernando Ocariz: “Dios llama, «desde antes de la constitucion del mundo», aa también mediante la libre eleccion de la persona llamada, siendo esta eleccion fruto de la libertad humana y de la gra- cia divina””. En otras palabras, Dios quiere que el hombre participe activa- mente en su propia vocacion, sin reducir- se a esperar pasivamente que Dios se la haga «ver», ya que, “en la misma confi- guracién progresiva de la vocacién per- sonal -donde, por decirlo de alguin modo, convergen la eternidad de Dios y la temporalidad del hombre— intervie- nen las libres decisiones de la persona”. » Fetnando Ocariz, La vocacién af Opus Dei como vocacién en la Iglesia, en Varios Autores, EI Opus Dei en la Iglesia, Rialp, Madrid 1993, p. 153, Fernando Ocariz, La vocacién af Opus Dei como vocacién en la Iglesia... p. 145, 3g Como LLAMA Dios Si la vocacién, hemos visto, es perso- nalisima, el modo de llamar por parte de Dios también lo es, de manera que cada persona podria decir que Dios la llamo de manera Unica e irrepetible. Sin embargo, también cabe establecer una cierta clasificacion de los modos como Dios suele comunicar la vocacién, apo- yados en diversas experiencias indivi- duales. 1) Jesucristo llam6é de manera directa y visible a los apéstoles, que fisicamente lo veian y escuchaban su voz. Por ejem- plo, “al marchar Jestis de alli, vio a un hombre sentado al telonio, que se lla- maba Mateo, y le dijo: -Sigueme. El se 25 = Francisco Ugarte Corcuera levanté y le siguio” (Mt 9, 9). Logicamente, aunque el Sefior podria hacerse visible también hoy, o enviar un emisario —un angel, pongamos por caso- que se apareciera a la persona llamada para comunicarle la voca- cién, nadie deberia esperarlo, pues no es ése el modo como Dios suele proceder. 2) Dios también puede llamar mediante sucesos extraordinarios o hechos milagrosos, como lo hizo con san Pablo, a quien “de repente le envol- vid de resplandor una luz del cielo. Cay6 al suelo y oy6 una voz que le decia: -Saulo, Saulo, por qué me per- sigues? Respondio: -{Quién eres tu, Sefior? Y él: -Yo soy Jestis, a quien tu persigues. Levantate, entra en la ciu- dad y se te dira lo que tienes que hacer” (Hechos 9, 3-6). Pero es eviden- te que tampoco es éste el modo como el Sefior suele actuar hoy en dia con las almas, sino que prefiere seguir un camino mas ordinario. Por tanto, lo mismo que en el caso anterior, nadie deberia esperar y menos exigir que 76h Puede elegir mi VOCACION? Dios le manifestara sus planes de esta manera extraordinaria. 3) Una tercera manera -y més ordinaria~ como Dios suele comunicar la vocacion a una persona, es actuando en su inte- rior, iluminando su inteligencia para que capte la llamada y moviendo su voluntad para facilitarle la decision. Santo Tomis lo explica diciendo que el Espiritu Santo sugiere interiormente (a la inteligencia) y proporciona un impul- so (a la voluntad) para que la persona se pueda entregar de inmediato". San Josemaria también habla de esa ilumi- nacién y de ese impulso que proceden de Dios, para explicar la experiencia psicolégica de la vocacién: “Si me pre- guntais como se nota la llamada divi- na, como se da uno cuenta, os diré “£1 Espiritu Santo revela no s6lo ensefando lo que el hom. bre debe proclamar, sino tambien sugiriendo interiormente lo que el hombre debe hacer, como esta indicado en Juan 44,28. Por lo tanto, cuando el hombre es movido por ins tinto del Espiritu Santo a entrar en religién, no le esta per mitido dar largas para requerir consejo, sino que ese hom: bre debe seguir de inmediato el impulso del Espiritu Santo”. Tomas de Aquino, Cantra doctrinam retrahen tium a religione, en Opusculos y cuestiones selectas, TV, BAC, Madrid 2007, Cap. 9, p. 899. ee Francisco Ugarte Corcuera que es una visibn nueva de la vida. Es como si se encendiera una luz dentro de nosotros; es un impulso misterio- 0, que empuja al hombre a dedicar sus mas nobles energias a una activi- dad que, con la practica, llega a tomar cuerpo de oficio. Esa fuerza vital, que tiene algo de alud arrollador, es lo que otros Ilaman vocacion”". Ciertamente, este modo de llamar por parte de Dios -iluminando la inteligencia con esa luz que se enciende y moviendo la voluntad con ese impulso misterioso- varia de unas personas a otras, sobre todo en cuanto a su intensidad, que en algunos casos podra ser muy fuerte y en otros menos. Por tanto, no es necesario que ocurra de una forma determinada para poder llegar a la conclusion de que se tiene vocacion. Fernando Ocariz, comentando ese texto de san Josemaria, advierte que “seria restringir indebidamente el con- cepto de vocacién divina considerar San Josemaria, Carta, 9-1-1932, n. 9 ~28- Puede elegi mi VOCACION? que solo cuando se da esa experien- cia psicolégica existe verdadera voca- cién"”, ya que Dios puede comunicar la llamada de maneras muy diversas”. 4) Otro camino que Dios suele seguir para transmitir a alguien que ha sido elegido por El, es mediante otras per- sonas, como ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia de la salvaci6n. En algunos casos se ha tra- tado de intervenciones un tanto extraordinarias, como en la llamada a David por parte de Samuel, a quien Dios encarga expresamente que vaya a comunicarle que ha sido elegido (cfr. 1S 16, 10-13). De manera mas ordina- tia, el Sefior suele contar con la media- cion de otras personas para que le acerquen las almas que, posterior mente, seran llamadas por El. Asi ocu- ” Fernando Ocariz, La vocacién al Opus Dei como vocacién en la tglesia... p. 149, "Dios habla a cada alma con un lenguaje distinto, perso- nal. Tiene una llave distinta, un password personal para el alma de cada uno”. Alfonso Aguilé, La llamada de Dios... p. 35. -29 Francisco Ugarte Corcuera rrié, por ejemplo, con cuatro de los primeros cinco discipulos que fueron lla- mados por Jestis, seguin el relato de san Juan: Andrés y el propio Juan le siguie- ron gracias a la previa intervencién del Bautista; Andrés le llevo a Pedro y Felipe a Natanael (cfr. Jn 1, 35-46). Por eso, no es de extrafiar que Jestis siga contando con la mediacién de instrumentos -el director espiritual, el amigo que hace apostolado con el amigo, etc.- que, con su orientacion y consejo, puedan acercarle a otros e incluso plantearles la posibilidad de entregarse a Dios, porque consideran que retnen las condiciones y se encuentran preparados. Asi lo decia Juan Pablo II: “No debe existir ningun temor en proponer directamente a una persona joven o menos joven la llama- da del Sefior. Es un acto de estima y confianza. Puede ser un momento de luz y de gracia’. Y él mismo lo ponia Juan Pablo Hl, Alocucién 13-V-1983. -30- Puedo legit mi VOCACION? en practica, hablando del celibato a un grupo de jévenes: “Pido a cada uno de vosotros que se interrogue seriamente sobre si Dios no lo llama hacia ese camino. Y a todos los que sospechan tener esta posible vocacién personal, les digo: rezad tenazmente para tener la claridad necesaria, pero luego decid un alegre si”®. En todos estos casos, es evi- dente que quien hace el planteamiento no ha de sustituir al interesado, quien debera resolver el problema vocacional por si mismo y ante Dios. 5) Por Ultimo, lo mas frecuente sera que Dios se sirva de las mismas circunstancias de la persona para darle a conocer su voluntad. ¢Cuales son y como se presen- tan esas circunstancias? En la vida ordina- ria nos topamos con muchas realidades que no vemos directamente, sino por sus manifestaciones, por sus signos o sefiales, Por ejemplo, si capto a distancia Juan Pablo Il, en Argentina, 8:1X-1985. eS Francisco Ugarte Corcuera una nube de humo, sé que procede de un fuego real, aunque no lo pueda ver; al constatar que una persona es capaz de reflexionar, concluyo que tiene una inteligencia y un alma inmaterial, aun- que no las vea; etc. Las circunstancias a través de las cuales Dios habla a la per- sona, para comunicarle su voluntad, son precisamente los signos 0 sefiales que le permiten descubrir la vocacion. Antes de concretar cuales son esos sig- nos 0 circunstancias, que permiten lle- gar a la conclusion de que Dios llama a una persona, es preciso tener en cuen- ta que en esos casos Dios procede con extrema delicadeza, porque no impone su voluntad, sino que la sugiere median- te una invitacion, a veces incluso sutil, porque espera una respuesta total- mente libre”. % EI hecho de que Dios -salvo casos muy excepcionales- no imponga una vocacién peculiar por via de evidencia, permite pensar que Dios quiere que la libertad de la per- Sona intervenga no solo en la respuesta, sino también en. la configuracion de la vocacién misma”. Femando Ocatiz, La vocacién al Opus Dei como vocacién en la Iglesia... p. 152. —32- Asi invito Jesus al joven rico del Evangelio: «si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto tienes, y luego ven y sigueme»; o mas ampliamente, «si algu- no quiere venir en pos de mi, tome cada dia su cruz y sigame», esperando que el interesado tome la iniciativa. Por eso, dice san Josemaria, “siempre hay que hacer el esfuerzo de levantar la mano y coger la que Dios tiende"”. O como alguien lo ha expresado de manera gra- fica: "En las peliculas antiguas, en cuan- to presentaban por separado al «chico de la pelicula» y la que claramente tenia todos los boletos para ser «su chica», estabamos acostumbrados a la «escena del pafiuelito»... La chica tiene interés por él. Provoca la coincidencia en el escenario escogido. Y cuando lo tiene a tiro... no dispara jqué horror!... deja caer su pafiuelo al suelo. Al joven galan le falta tiempo para recogerlo y. ~«Sefiorita, su pafiuelo»~ que indefect blemente era contestado por un sonido que fingia sorpresa ante su descuido ® San Josemaria, Notas de una reunién con universitarios fen Roma, Semana Santa de 1973. ass Francisco Ugarte Coreuera -jOh! Gracias...»-£l habia «picado». El resto venia solo. Ella ha echado un cebo y él ha querido picar (...). Asi de romantico es Dios. Para manifestarnos su voluntad no saca la pistola, no se dirige directa- mente manifestando de forma expresa su querer (...;qué violento!...): dencia ordinaria provoca la coincidencia, me pone a tiro, deja caer el pafiuelo, yo lo veo (si quiero; porque si no quiero... no lo veo) y... si quiero ya he picado”®. Ciertamente habra que ajiadir que, para captar y aceptar la invitacion del Sefior, la oracién resulta indispensable”. También es preciso advertir, antes de enumerar las sefiales de la vocaci6n, lo que muchas personas entienden con la expre- sin «ver la vocacién», cuando ponen el «ver» como condicién para entregarse a Dios: «si veo mi vocacién estoy dispuesto, pero hasta ahora no la veo...». J, Pedro Manglano, La llamada, Desclée de Brouwer, Bilbao 2002, pp. 28-29. “Rezad pata tener la luz necesaria en vuestra eleccion y, hecha la eleccion, rezad todavia mas para tener la forte eza de permanecer caminando siempre «de manera digna del Serior, procurando serle grato en todo» (Col 1, 10)". Juan Pablo I, en Italia, 26-1V-1981 sae COMmo «SE VE» LA VOCACION Lo que algunos enitienden con «ver la vocacién» En primer lugar, é! «ver» puede signi- ficar «conocer con evidencia», ya sea fisica -veo que este objeto es una mesa 0 veo las nubes cargadas que amenazan lluvia~ 0 racional -el todo es mayor que la parte, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo-, lo cual, en el caso de la vocacion, consistiria en captar de manera tangible e inequivoca que Dios me esta !lamando. Ya se ha analizado como esto sdlo ha ocurrido en casos excepcionales, como el de los apdstoles y el de san Pablo, y que lo normal es que Dios no se imponga por via de evi- dencia, para que la persona ejerza su ~35- Francisca Ugarte Corcuera libertad eligiéndole porque quiere”. No es dificil comprender que quien espera «ver» la vocacién con esa evidente cla- ridad, aunque esté dispuesto a seguirla, va a permanecer en un estado de inde- finicion que no le permitira decidirse™. El «ver» también se puede entender como «sentir» con la emotividad —«sien- to que tengo vocacién» o «no siento nada»-, de tal manera que si este senti- miento se presentara con fuerza, podria ser suficiente para que la persona tomara la decision de entregarse. Esto suele ocurrir, “EI Sefior nos deja en un cierto ciaroscuro, para que sea: ‘mos nosotros quienes demos el paso decisivo, conscien: tes de nuestra libertad, sabiendo que se trata de una decision de amor y de entrega, de algo que nosotros ele- gimos". Martin Rhonheimer, "Vosotros sois la luz de! mundo", Rialp, Madrid 2009, p. 253. “Una persona que exija conocer la voluntad de Dios asi, casi fisicamente, no podra hacer nada en la vida: ni ele gir carrera, ni novia, ni nada; porque esa seguridad fisica fo la tendrd nunca... EI que no comprende esto, ése hnunca se casard, porque no sabra como escoger. Pensara: {como s8 si ésta es la que a mi me conviene? Que baje e! ‘Arcangel y me lo diga. Tampoco elegira carrera, porque pensara: médico, ay si luego me gusta mas abogado? Bueno, pues abogado. ¢Y si me gusta mas ingeniero?. Ese pobrecito no hard nada en la vida. Se convertira en tuna estatua de sal, en un inati!". San Josemaria, Notas de une reunién con universitarios en Roma, Semana Santa de 1973 -36- legir mi VOCACION? por ejemplo, en la mayoria de los casos de quienes deciden contraer matrimo- nio, cuya decisién esta mas apoyada en el corazon que en la inteligencia, lo cual es explicable porque existe una atrac- cién natural a unirse con la otra perso- na. Si fuera posible aislar este factor afectivo o sentimental, para apoyar la decision exclusivamente en la inteligen- cia, probablemente lo excepcional seria que las parejas se casaran. En la vocacion al celibato, en cambio, no existe esa atraccion natural” de caracter afectivo o emocional, lo cual explica que si alguien quisiera «sentir» intensamente la voca- cién para decidirse, tampoco podria decidirse nunca. Como vivimos en un mundo en el que se valora mucho la seguridad para tomar decisiones ~desde el uso del cin- turon en el coche hasta los seguros de vida-, y se pretende eliminar el riesgo a como dé lugar; y, simultaneamente Volveré sobre este punto un poco mas adelante. ae Francisco Ugarte Corcuera —quizé habria que decir paradéjicamen- te-, se da un gran peso al sentimiento a la hora de determinar la orientacion de la vida, la condicién de «ver» -en cual- quiera de los dos sentidos expuestos- se convierte en un obstaculo para la voca- cin, que la persona puede a su vez con- vertir en excusa para no entregarse. {Significa esto que haya que decidir la vocacién sin «ver», es decir, a ciegas, y «friamente», con ausencia total del ele- mento afectivo? Evidentemente que no, porque la voluntad no puede deci- dir sin conocer, y, cuando ademas se trata de una eleccién que afecta la ente- ra existencia, la parte emocional necesa- riamente interviene. La pregunta que habra que hacerse entonces sera: gde qué manera hay que «ver» las sefiales de la vocacién para elegir entregarse a Dios y acertar en la decision? «Ver» con la luz de la fe Para captar los signos de la vocacién e interpretarlos adecuadamente, no basta con la sola inteligencia natural, Mose {Puedo elegir mi VOCACION? por tratarse de una realidad de caracter sobrenatural que encierra una parte de misterio, sino que hace falta la luz que da la fe, que ilumina la inteligencia. Esta fe procede de Dios gratuitamente y, ademas de que puede crecer mediante la oracién, requiere la colaboracién del hombre. Esto se puede entender mediante la siguiente comparacién clasica. Dios es como la luz del sol y nosotros estamos dentro de una habitaci6n; si abrimos la ventana, Dios nos inunda con su luz y tenemos claridad. La luz solar que entra en la habitacién no es efecto sélo de que la ventana esté abier- ta: el sol tiene que alumbrar. Es Dios quien actiia, pero es preciso que nosotros lo faci- litemos, que no cerremos la ventana. La fe, ademas de proporcionar luz para comprender, produce confianza en Dios, de manera que la persona se pone en Sus manos y es ahi donde encuentra su seguridad mas profunda. Por tanto, teniendo en cuenta que Dios es el autor de la fe, resulta légico pedirle que nos la aumente, para ver con esa luz y confiar en El, mas que en lo que «yo vean. Los aoe Francisco Ugarte Corcuera apostoles, que eran testigos presencia- les de los milagros que Jesus hacia, en ocasiones titubeaban en su fe, lo reco- nocian y acudian al Sefor, diciéndole “auméntanos la fe” (Le 17, 5). Con estos presupuestos podemos considerar, finalmente, las sefiales de la vocacién y el modo como cabe interpre- tarlas a la luz de la fe. —40- LAS SENALES DE LA VOCACION Hemos dicho que lo mas frecuente es que Dios Ilame a las personas a través de las circunstancias de su vida y que esas circunstancias suelen coincidir con las sefiales o signos de la vocacién. Se trata, por tanto, de puntualizar ahora esas sefiales que permiten que una persona llegue a la conclusion de que es llamada por Dios con una vocacién particular. 1) Inquietudes internas y deseo de dar mas. Se incluyen aqui la insatisfaccion y el vacio que dejan ciertas activida- des humanas y los bienes temporales; la necesidad de Ilenar la vida con un ideal grande, trascendente, y de tener horizontes amplios; el afan de servir a los demas, unido al interés por conocer y amar mas a Dios. —a- Francisco Ugarte Corcuera 2) Mi trayectoria en la vida hasta el momento actual. Por ejemplo, haber nacido en una familia catolica, haber recibido una educacién que ha favo- recido el conocimiento de Dios, haber participado o estar participando de una formacién especifica que me acerca a Dios y me mueve a servir a los demas, estar viviendo un plan de vida espiritual que me ayuda a crecer en el amor a Dios y al prdjimo, etc. La luz de la fe me permite comprender que todo esto no es casual, que la inmensa mayoria de la gente no ha tenido las mismas oportunidades que yo, y que si he tenido esa fortuna es por algo, porque Dios asi lo ha querido y porque espera de mi parte una res- puesta acorde a lo que gratuitamente me ha ofrecido. 3) Darme cuenta de la necesidad que la Iglesia y el mundo tienen de contar con personas entregadas en el celibato*, y, Para entregarse a Dios, “basta que haya un motivo, y lo, hay. El mundo esta faito de almas que le sirvan, de gente que le diga la verdad”, San Josemaria, Notas de una reu rion con jovenes en La Chaera (Argentina), junio 1974 Bag Puede elegir mi VOCACION? por tanto, dispuestas a realizar un apostolado constante a través de la vida ordinaria; y que sean a su vez soporte para muchas otras personas que, en otras circunstancias -en el matrimonio y en la familia-, puedan también proponerse seriamente la santidad y transformar el ambiente en el que les toca desenvolverse. Por eso Juan Pablo Il decia en una ocasién: “Jovenes, Cristo necesita de vosotros y os llama para ayudar a millones de hermanos vuestros a salvarse””. 4) Reunir las condiciones de idoneidad para la entrega -suficiente salud fisica, normalidad psiquica, estabilidad emo- cional, capacidad intelectual adecua- da, etc.-, lo que equivale a no tener impedimentos en esos niveles para vivir una vocacién de entrega a Dios en el celibato. No se trata, evidente- mente, de poseer unas capacidades extraordinarias, pues Dios cuenta con las limitaciones naturales que toda * Juan Pablo Il, en Espana, 6-XI-82. re Francisco Ugarte Corcuera persona tiene, pero si de reunir unas condiciones de normalidad que hagan posible adaptarse a las exi- gencias de una vida entregada en exclusiva a Dios. 5) Confirmacién del director espiritual y de quienes intervienen més directa- mente en la formacién del candidato”, ya que son las personas adecuadas para juzgar sobre las condiciones anteriores, por dos razones: de ordi- nario conocen con profundidad a esa persona, y conocen también a fondo el camino que se plantea recorrer, porque ellos también lo viven. “Para discernir una vocacién personal hay algunos signos que llevan a adquirir una certeza moral de su existencia, Estos signos pueden ser intrinsecos 0 extrinsecos al indi- viduo (..). Entre los segundos podemos mencionar la direccién espiritual, es decir, el consejo prudente de quien puede orientar espiritualmente, asi como la acep tacion por parte de Ia autoridad eclesidstica competente para admitir a un candidato en un camino particular den- tro de la vocacién cristiana, aceptacion que determina la autenticidad de la vocacion”. Manuel Belda, Guiados por el Espiritu de Dios..., p. 68. 44 Puede elegir mi VOCACION? Resultan suficientes Cuando esas diversas sefiales se dan en una misma persona y se valoran con la luz que la fe le proporciona, no es necesario «ver mas» para tomar la deci- sion de responder afirmativamente a la llamada de Dios. Le ayudara, desde luego, considerar el amor de Dios hacia ella, manifestado de tantisimas maneras y, en especial, en la entrega de Jesucristo, que ha muerto en la Cruz por amor a nosotros”. La decision de entregar la vida a Dios sera la expresién mas elevada del amor con que se desea corresponder al Amor de Jesucristo, aun cuando el senti- miento no ocupe un lugar protagénico. Entonces se entienden aquellas palabras de san Josemaria: “Te decidiste, mas por * Ninguna ejecucién mortal -por cruenta que sea~se ase meja a la Pasion de Cristo, que superé la frontera mas lejana que pueda imaginar la mente. No es cuestiOn de comparar muertes y muertes, suplicios y suplicios que se hhan verificado en la historia de los hombres. No es tanto la cuantificacién fisica de la tortura ~demostrandose tan impresionante- lo que nos da noticia del amor y det dolor de Jesucristo. Nos ayuda a atisbar las dimensiones de aquella agonia la contemplacion, desde la fe, de quién era el que sufria y la causa de su sufrimiento” Javier Echevarria, Getsemani, Planeta, Barcelona 2005, 247 ao Francisco Ugarte Corcuera reflexion que por fuego y entusiasmo. Aunque deseabas tenerlo, no hubo lugar para el sentimiento: te entregaste, al convencerte de que Dios lo queria. Y, desde aquel instante, no has vuelto a «sentir» ninguna duda seria; si, en cam- bio, una alegria tranquila, serena, que en ocasiones se desborda. Asi paga Dios las audacias del Amor”®. Sin embargo, si después de conside- rar lo anterior, la persona experimenta © sigue experimentando resistencia para tomar la decision, en vez de rechazar que se tenga vocacion, debera pedir a Dios fortaleza y generosidad: “Cuando una persona se encuentra ante la incertidum- bre de la existencia de una peculiar Ila- mada de Dios a ella, es sin duda necesa- rio pedir al Espiritu Santo «luz para ver» la propia vocacion; pero si la persona y quienes han de intervenir en el discerni- ™ Josemaria Escriva de Balaguer, Surco, Minos, México 1987, n. 98, =76— miento vocacional (direccion espiritual, etc.) no ven ningun dato objetivo con- trario y la Providencia -de ordinario a través de diversas mediaciones huma- nas- ha conducido de hecho a esa per- sona a esa experiencia, ademas de seguir pidiendo a Dios «luz para ver», es importante pienso que mas importan- te- pedirle «fuerza para querer», de modo que con esa fuerza que eleva la libertad en el tiempo se configure la misma vocacion eterna”. » Fernando Ocariz, La vocacién al Opus Dei como vocacién en la Iglesia... p. 153. eae Dos oBsTACULos FRECUENTES No «sentirse» atraido inicialmente Puede ocurrir que una persona su- pere el error de querer «ver» su voca- cién en cualquiera de los dos sentidos sefialados anteriormente, es decir, con evidencia —fisica 0 racional- 0 «sintién- dola» emotivamente, y que ademas comprenda que las sefiales de vocacién mencionadas se cumplen en su vida, pero que, a pesar de ello, se tope con la dificultad de que esa vocacién, que incluye el celibato, no le atrae. Lo primero que habra que aclararle es que no sentir la atraccién hacia el celiba- to -si esa fuera la objecién-, e incluso ~4a9— Francisco Ugarte Corcuera experimentar un rechazo instintivo ini- cial, es algo normal: “El celibato no ejer- ce una atraccién natural, sino una atrac- cién de naturaleza completamente sobrenatural... A diferencia de la inclina- cién natural al otro sexo y al deseo de hijos, la entrega exclusiva a Dios es un don sobrenatural. Sdlo lo recibimos si nos abrimos a la gracia de Dios generosamen- te, y le pedimos que nos dé esa gracia”™. Si la objecion se refiere a una falta de atraccién hacia esa vocaci6én, en térmi- nos mas generales, simplemente porque no le apetece o no se le antoja, habria que recordar a esa persona que el crite- rio de dejarse llevar por lo que gusta o no gusta no es un buen criterio. Si en la vida s6lo hiciéramos lo que el gusto nos dicta, fracasariamos rotundamente en todos los érdenes. Para alcanzar cual- quier ideal que valga la pena, es preciso ir muchas veces en contra del propio gusto y hacer aquello que es necesario * Martin Rhonheimer, “Vosotros sois fa luz del mundo”... p. 189. roe Puede elagir mi VOCACION? para alcanzar la meta, aunque no guste. La entrega total a Dios es el ideal mas grande que alguien puede proponerse y por eso no es de extrafiar que Jesucristo no invite a seguirlo presentando un panorama que satisfaga el gusto, como si se tratara de algo comodo y placente- ro, sino todo lo contrario. Pone una serie de condiciones exigentes a quien quiera seguirlo, que suponen renunciar al propio gusto en diversos terrenos, y que se sefialan a continuacion. 1) Es preciso «negarse a si mismo y llevar la Cruz» (Mt 16, 24; cfr. Mt 10, 38, Le 14, 27); \ 2) desprenderse de la propia familia (cfr. Mt 10, 37, Mc 1, 20, Le 14, 26); 3) desprenderse también de los bienes materiales, como lo exigid al joven rico (cfr. Mt 19, 16-22, Mc 6, 8 ss., Le 14, 33); y 4) estar dispuesto a renunciar a la pro- pia vida para entregarsela a Dios («quien pierda por mi su vida, la encontrara») (cfr. Mt. 16, 24-26, Mc 8, 34-38, Le 9, 23-27). -51- | { Francisco Ugarte Corcvera Como sabemos, estas renuncias y negaciones de uno mismo son, en el fondo, una afirmacion, si se sabe poner el coraz6n en lo que Dios pide. Entonces se hace «con gusto» lo que no gusta (y que muchas veces acabara gustando). Actuar asi es propio de la criatura racio- nal que, con su voluntad, da prioridad a lo que Dios le pide y procura que sus sentimientos acaben yendo en la misma direccién. Logicamente cuenta para ello con la gracia de Dios. Por tanto, el obs- taculo de la falta de atraccién por la vocacion puede ser superado con una voluntad generosa. La generosidad en este caso no es algo extraordinario si no se pierde de vista que Jestis, al mismo tiempo que establece esas condiciones de exigencia para el que quiera seguirlo, ofrece mucho mas de lo que cualquiera pudiera esperar: «el cien- ‘to por uno y la vida eterna», como lo pro- metiéd a los apdstoles cuando Pedro le pregunté qué ganarian al haberlo dejado todo por seguirlo (cfr. Mt 19, 29). Esta promesa del Sefior significa que, quien le —52- {Puede elegir mi VOCACION? entrega la vida, sera cien veces mas feliz en la tierra y alcanzaré la felicidad eterna del cielo. gQué mas se puede pedir? Por esta razon, cabe afirmar que la vocacién “es —después de la fe- el don mas grande que nos puede conceder el Sefior. Dios nos ha mirado con ternura: jtu eres para mil, nos ha dicho a cada uno. Una llamada individual, no por nuestros méritos, sino por la bondad del Seftor, que dispensa su amor como quiere y a quienes quiere”. El miedo El miedo ante la vocacién es un senti- miento que también suele aparecer en quien se esta planteando la posibilidad de entregarse a Dios. Es algo normal que los mismos santos han experimenta- do. San Josemaria decia en una ocasion: “Miedo hemos sentido todos; yo tam- bién. En la Sagrada Escritura, cuando se escucha la voz de Dios, siempre hay un sentimiento de temor y de angustia: » Alvaro del Portillo, Notas de una reunién con universita rios en Roma, el 15-1V-1979, -53- Francisco Ugarte Corcuera ne timeast, asi tiene que tranquilizar el Sefior a las almas que llama”.

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