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La mayoría de las religiones se mantienen en un prudente silencio con respecto al tema; sin
embargo, el tema del alma de los animales,
animales y puntualmente el alma de nuestras mascotas,
mascotas
encuentra algunas respuestas en las tradiciones orientales.
Todas las creencias tienen hipótesis más o menos detalladas de lo que le ocurre al alma tras la
muerte Incluso se han escrito libros para describir ese pasaje, por ejemplo, el Bardo Thodol,
muerte.
especie de guía de asistencia para recitar junto al óbito, de forma que su alma no se extravíe en los
confusos laberintos de la incorporeidad.
A pesar de esas similitudes genéricas, el alma de las mascotas no es del todo igual a la nuestra.
Pertenecen a un tipo de alma conocidas como "almas grupales". En otras palabras, no han pasado
por la etapa de la individualización; es decir, un alma individual que ocupa un cuerpo particular en
nuestro plano.
La filosofía oriental propone que el ciclo de desarrollo de las almas de las mascotas posee
cualidades similares a la nuestra: encarnan, desarrollan experiencias, aprenden, mueren y
reencarnan.
En parte, esta es la razón por la cual las mascotas a veces parecen asimilar algunas características
de sus amos, como gustos particulares, hábitos, que no necesariamente son positivos. De hecho, al
tener una mascota a nuestro cargo asumimos una responsabilidad muy grande con respecto a su
desarrollo espiritual.
Ahora bien, si los animales tienen alma es justo preguntarnos cómo es la vida en el más allá de Sebastián Beringheli (Aelfwine)
nuestras mascotas ya fallecidas.
Añadir a círculos
Annie Besant,
Besant gran investigadora y teósofa del siglo XX, propuso que el tránsito de la muerte en las
mascotas es muy parecida al nuestro: tras la muerte física el alma grupal abandona el cuerpo y se
funde en la primera fase del cuerpo etérico , permaneciendo durante algún tiempo en nuestro plano.
4.259 me tienen en sus círculos. Ver todo
Básicamente se trata de un proceso de desapego de los lugares y personas con las que la mascota
convivió. En cierto momento se desprenden del cuerpo etérico y regresan al cuerpo espiritual,
espiritual en
este caso, el alma grupal; de tal forma que cualquier perro o gato que fallece finalmente vuelve a su
esencia primordial.
Si tomamos como referencia las investigaciones de Allan Kardec, por ejemplo, así como la de otros
espiritistas, no es infrecuente que el alma de los humanos incluso ayuden a las de nuestras
mascotas durante su retorno al alma grupal.
Ahora bien, no todas las muertes son iguales. De hecho, muchas de ellas son traumáticas,
imprevistas, y en cada caso el alma reacciona de manera diferente.
Como decíamos anteriormente, el alma de las mascotas permanece durante un tiempo en nuestro
plano, en general ya fundida con el cuerpo astral.
astral En este período podemos llegar a sentir su
presencia en la casa, aunque esta etapa de transición puede durar muy poco, si la muerte ha sido
por vejez, o mucho tiempo, si es que nuestra mascota falleció en un accidente o debió ser
sacrificada a causa de una enfermedad.
Ya en el terreno de la parapsicología,
parapsicología el espíritu de las mascotas pueden incluso manifestarse en
nuestro plano físico.
físico Estos eventos rara vez son espectaculares. Todo lo contrario, las
manifestaciones son tan sutiles que solo el humano que los conoció y amó puede detectarlas.
No es infrecuente escucharlos y hasta olerlos cerca nuestro. Tampoco sentir su presencia en los
lugares de la casa que frecuentaba más asiduamente, por ejemplo, echados sobre la cama.
También son capaces de trasmitir una especie de tensión muscular; por ejemplo, análoga a la de los
perros que se excitan demasiado durante sus paseos y que el dueño percibe como una corriente
elécrica.
Casi todas las tradiciones aseguran que es un error estimular esos fugaces pulsos espirituales.
La responsabilidad de los amos humanos es conseguir que el adiós no sea confuso; en especial si
la muerte de la mascota fue traumática.
El proceso, de hecho, no funciona como un interruptor. Las almas tienden a apegarse al vehículo
físico que las contuvo hasta que paulatinamente consiguen acomodarse a su nueva realidad.
Las mascotas no son la excepción: buscan a sus amos, a su hogar, y en muchas ocasiones tardan
bastante tiempo en abandonarlos definitivamente. Llorarlos excesivamente prolonga esta etapa más
de lo aconsejable.
En cualquier caso, nunca está de más recordarlos con el mismo amor que sentíamos cuando
estaban con vida. La muerte es simplemente el comienzo de un largo proceso que de ninguna forma
nos aisla, sino todo lo contrario: nos une más allá de esas breves pero dolorosas separaciones.
Así como en vida nuestras mascotas aguardaban ansiosamente nuestro regreso a casa, echados
junto a la puerta, olisqueando el aire, capaces de identificar nuestros pasos a muchos metros de
distancia, el alma que los habitó llegará a desprenderse del espíritu grupal que la alberga para
volver recibirnos del otro lado del umbral.