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La herencia colonial latinoamericana

La verdadera diferencia que existe entre América Latina y Occidente no tiene tanto que ver con las
condiciones institucionales anteriores, sino que más bien tiene que ver con lo que sucedió después en
dicha región: Europa también era bastante autoritaria, jerárquica y desigual durante el siglo XVI. Sin
embargo, los países europeos se vieron inmersos en guerras y revoluciones durante los siguientes dos
siglos y ello contribuyó a que desarrollaran Estados modernos fuertes y consolidados (y más adelante,
instituciones democráticas). Dicho grado de conflictividad y violencia, para bien o para mal, no se dio en
América Latina de la misma forma. De ahí que su desarrollo institucional haya sido más lento y que la
persistencia de formas autoritarias y desigualdades sociales sea mucho más persistente.
Según Fukuyama, la colonización española tuvo como principal motivo la riqueza. De ahí que los
colonizadores se hayan establecido primero en Perú y México. Esto conllevó a la explotación de los
indios para la extracción de minerales, lo cual generó que las divisiones étnicas se superpongan a las
divisiones sociales (en el caso peruano, un análisis reciente para pensar la relación entre la etnicidad y la
desigualdad se encuentra en el trabajo de Thorp y Paredes). Esta estratificación social vinculada a la
etnicidad es algo que sigue muy presente en las sociedades latinoamericanas de hoy y para Fukuyama
constituye uno de los principales retos de la región. En el caso de las plantaciones de azúcar, lo
importante a tomar en cuenta es que su sentido original siempre fue de exportación, ya que las familias
no decidirían espontáneamente dedicarse a ello porque no contribuye a la subsistencia de la familia.
Dicha economía de escala generó la demandade grandes cantidades esclavos traídos desde África. Esto
es importante porque muestra la relevancia estructural que tuvo la esclavitud en la emergente economía
burguesa transatlantica (podríamos decir que es el “lado oscuro” de la modernización), cuyo valor en
exportaciones era superior al realizado en las sociedades libres. En los Estados unidos la esclavitud
también se vio reforzada con el cultivo del algodón. La diferencia con Brasil y el Caribe es que dicha
población pudo reproducirse de manera más exitosa, convirtiéndose luego en una fuente de capital.
Regresando a la colonización española, resulta importante preguntar cómo fue posible que Pizarro y sus
hombres pudiesen derrotar a los Incas. Jared Diamond defiende que dicho triunfo se debió
principalmente a la tecnología y a los gérmenes que trajeron (dicha posición cuestiona con buenas
razones, por lo menos para este caso, la relevancia histórica de la teología y la filosofía). Estos factores
habrían contribuido a diezmar a la población incaica. Sin embargo, Fukuyama es escéptico de esta tesis.
Recurriendo a la obra de James Mahoney, considera dos cosas: (1) que dicha diferencia tecnológica y
biológica también estuvo presente en otras empresas de conquista que no fueron exitosas tan
rápidamente; y (2) que la gran cantidad de muertes se dio a partir de la segunda mitad del siglo XVI, lo
cual no explica la victoria inicial. Fukuyama considera que la derrota se debió principalmente a la
debilidad de las instituciones de los Incas. El Estado incaico era muy débil, por ejemplo si lo
comparamos con China luego de la unificación bajo la dinastía Han. Es cierto que su delimitación
territorial era bastante amplia. Sin embargo, el control de dichos territorios era extremadamente débil. Al
morir Atahualpa (y Montezuma para el caso mexicano) a manos de los españoles, el imperio se
fragmentó en múltiples grupos tribales y étnicos y dicha unidad nunca pudo ser constituida de nuevo.
Muchos de estos grupos, en este contexto, decidieron aliarse con los conquistadores españoles. Es luego
de eso que recién empezó a darse la masiva muerte de indígenas.
Ahora bien, no solamente las instituciones políticas de los conquistados eran débiles (en paralelo es
posible decir que también la monarquía española de ese entonces podría ser categorizada con un
absolutismo débil). El gobierno español impuso severas restricciones comerciales para las transacciones
económicas (mercantilismo), con el fin de poder así extraer la máxima cantidad de riqueza de sus
colonias para sí misma. Esto impidió la competencia económica y los efectos, fuera de minar las
posibilidades de crecimiento económico, se vieron expresados en que el acceso a los mercados y a los
derechos económicos para invertir y producir estuviesen limitados a ciertos individuos o corporaciones
favorecidos por el Estado. Esto instituyó que la ruta para la riqueza personal estuviese mediada por el
acceso al Estado y a determinadas influencias políticas. El resultado fue la configuración de
una mentalidad rentista y no empresarial (los esfuerzos se dirigían a buscar el favor político y no a la
actividad económica productiva). Los terratenientes y los comerciantes que se hicieron ricos debían su
éxito a la protección política que recibían del gobierno. Para Fukuyama esta fue una severa
institucionalización de la lógica patrimonial.
El nacimiento de América Latina tiene pues, para Fukuyama, un defecto de nacimiento: los españoles y
portugueses impusieron instituciones mercantilistas y autoritarias en sus colonias, generando lógicas
patrimoniales, élites rentistas y divisiones sociales ligadas indesligadas de la etnicidad (esto sobre todo
debido a las economías extractivas y esclavistas que instauraron). Cuando dichos países se
independizaron, heredaron dichos legados institucionales. Y si bien adoptaron el sistema presidencial
norteamericano, su representatividad era puramente nominal (ya que era una misma élite la que
gobernaba). Las consecuencias de esto han sido el padecimiendo de problemas estructurales vinculados
al crecimiento económico y a la inestabilidad política con fuerte polarización, con olas de crecimiento y
crisis, así como de olas de democracia y autoritarismo. Luego de lo que Huntington llamó la “tercera
ola” de democratización, podemos ver que hoy América Latina cuenta con democracias formales. Sin
embargo, para Fukuyama el principal problema que enfrenta la región sigue siendo uno de sus
problemas originarios (la llamada “herencia colonial”): la estructura de clases donde las desigualdades
económicas y la etnicidad van juntas.

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