Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Diversidad Linguistica
Diversidad Linguistica
Departamento de Lenguaje
3 medio electivo
Prof: Daniela Obreque Lemus
3 medio electivo
Nombre:___________________________________________ curso:_________
Objetivo de aprendizaje:
Decimos 'silla' pero no queremos decir 'silla', y nos entienden. o por lo menos
nos entienden aquellos a quienes está secretamente destinado el mensaje críptico,
pasando indemne, a través de las multitudes indiferentes u hostiles"
Noche payasa
Pedro Lemebel
Una hora precisa para atrapar un macho errante con quien tener un refregón en algún sitio
eriazo. Y anduvo elástica en sus zapatillas Adidas nuevitas, mientras la gente corría
tomando la última micro que, con cueva, agarraban para irse al hogar. Ella andaba fresca
en sus aladas Adidas, mientras la gente neurótica pasaba de prisa mirando la hora.
Santiago se ponía brígido cuando las calles quedaban desiertas y lo único que zumbaba en
la noche era el aullido policial alterando el pulso cardiaco de la urbe. En ese tiempo, algunas
mariquillas hambrientas de culeo express, peinaban la ciudad crispada del toque de queda
en busca de semen fresco. Y ese era el desafío, agarrar algo justo al borde del peligroso
callejeo. Entonces la loca en sus flamantes Adidas, flotaba por Alameda poniente viendo
que no pasaba nada, ni un alma se distinguía en el peludo silencio nocturno. Sólo a lo lejos,
cerca de General Velásquez, se veían brillar las guirnaldas de ampolletas que anunciaban
la presencia de los grandes circos, que siempre en esas fechas levantan sus carpas en el
baldío de esa concurrida esquina. Y hacia allá se dirigió la loca atraída por el fulgor de los
carteles. Y nada más encontró la infinita soledad cuando solo faltaban cinco minutos para
el toque. ¿Tiene un cigarro?, la sobresaltó la voz gruesa de un cuidador del circo que vigilaba
las carpas. Ufff, por fin algo, suspiró la loca con alivio. Y luego a la luz del fósforo vio el
destello lujurioso en la mirada del macho man, que sin mediar conversa, la hizo pasar a la
pequeña cabina de lona donde dormía en un catre de campaña. Allí no había nada más que
Colegio Particular San Nicolás
Departamento de Lenguaje
3 medio electivo
Prof: Daniela Obreque Lemus
esa cama plegable, y para qué más, pensó la loca desatando sus preciosas Adidas que las
dejó con delicadeza en el suelo.
Elena Poniatowska
Cuando aquel hermano espírita llegó a darnos instrucciones lo juzgué loco. Sentaba a las
muchachas en las sillas y se quedaban atoradas. Él entraba en comunicación elevada por
la luz del Omnipotente, del Padre, del Hijo, del Enviado Elías y las dormía a todas. Era un
joven de unos dieciocho años, delgado, todo borroneado él. Yo no le vi los ojos.
Las muchachas se habían sentado parejo alrededor de la sala. Él les pasó la mano sin
tocarlas y les dijo: "jA ver, levántense!". Hicieron el intento y nada. Se movían con todo y
silla pero no se les despegaban las asentaderas. Desde la puerta yo me estaba fijando en
todo: en sus gestos, en sus movimientos, sus figuretas. Yo era la juzgona. y en una de esas
que me dice él:
-Ya ve cómo no puede. Ellas ni están pegadas... Se están haciendo guajes allí. -No, si no
nos podemos despegar. i A ver, quí- tanos tú, a ver si puedes!
-No, no. Yo no tengo por qué despegarlas. Que las despegue el que las pegó
Luchó ,otra vez y no pudo aunque imploraba los poderes. Entonces se puso muy humilde:
-Préstame tu voluntad ...
Rezó, desalojó las malas corrientes, los espíritus y quién sabe qué tanto me hizo. Pero no
pudo sugestionarme.
Hasta groserías le dije. Yo era un animal muy bruto, una yegua muy arisca: Además él era
muy muchacho y yo no le creía. Podía con otras pero no conmigo, porque mi protector es
más elevado que Madero. Madero era un ser elevado pero no al grado de mi protector.
Madero fue espírita. Los seres espirituales pasaban a darle instrucciones y por eso supo
todas las cosas que iban a suceder menos lo de Hu~rta. Y el muchacho éste era la bocina
de Madero. Y por allí hablaba. Me imagino que él nomás tenía de protector a Madero y yo
tengo a tres yesos tres.son muy elevados, muy elevados, pero entonces no los conocía y me
faltaba fe. Nomás por no dejar, yo estuve mirando los movimientos que hacía él y lo que
rezaba y lo que pedía, porque yo tengo el defecto de que todo lo que oigo se me queda en el
pensamiento, todo, y a mí se me grabó aquello, pero como no creía me daba rÍsa.
-No necesito pruebas de nada, no me hace falta ninguna porque todo lo que estás diciendo
son mentiras...
-Yo te voy a dar una prueba aunque no quieras. Tengo que dominarte. Tengo que vencerte.
-No, no puedes...
Warma Kuyay
-¡Déjame, niño Ernesto! Feo, pero soy buen laceador de vaquillas y hago temblar a los
novillos de cada zurriago. Por eso Justina me quiere.
La cholita se rió, mirando al Kutu; sus ojos chispeantes como dos luceros.
-¡Ay Justinacha!
Me fui hacia el molino viejo; el blanqueo de la pared parecía moverse, como las nubes que
correteaban en las laderas de “Chawala”. Los eucaliptos de la huerta sonaban con ruido
largo e intenso: sus sombras se tendían hasta el otro lado del río. Llegué al pie del molino,
subí a la pared más alta y miré desde allí la cabeza del “Chawala”: el cerro, medio negro,
recto, amenazaba caerse sobre los alfalfares de la hacienda. Daba miedo por las noches;
los indios nunca lo miraban a esas horas y en las noches claras conversaban siempre dando
la espalda al cerro.
Los cholos se habían parado en círculo y Justina cantaba al medio. En el patio inmenso,
inmóviles sobre el empedrado, los indios se veían como estacas de tender cueros. -Ese
puntito negro que está al medio de Justina, y yo la quiero, mi corazón tiembla cuando ella
se ríe, llora cuando sus ojos miran al Kutu. ¿Por qué, pues, me muero por ese puntito
negro? Los indios volvieron a zapatear en ronda. El charanguero daba vueltas alrededor del
círculo, dando ánimo, gritando como potro enamorado. Una paca-paca empezó a silbar
desde un sauce que cabeceaba a la orilla del río; la voz del pájaro maldecido daba miedo.
El charanguero corrió hasta el cerco del patio y lanzó pedradas al sauce; todos los cholos
le siguieron. Al poco rato el pájaro voló y fue a posarse sobre los duraznales de la huerta;
los cholos iban a perseguirle, pero don Froylán apareció en la puerta del Witron.