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Unidad 1

Es fundamental poder relacionar la Segunda Revolución Industrial con el Imperialismo y el


Darwinismo social.

Muy elemental sería decir: Que la segunda revolución industrial otorgó a un puñado de potencias
de Europa occidental excedentes de capital y manufacturas, y , aprovechando las ventajass
científico-tecnológicas, se lanzaron a la expansión colonial. Así que cuando se encontraron con el
“otro”, es decir los nativos de África y Asia, lo vieron como un ser inferior, frente a lo cual la
“misión” de los europeos debía ser civilizar a los “barbaros”. Este eurocentrismo se apoyaba en el
darwinismo social, un pensamiento que diferenciaba a las sociedades como más evolucionadas o
menos evolucionadas. Por lo tanto, allí donde no había ni capitalismo ni cristianismo era el deber
del “hombre blanco” difundirlos.

Las potencias ganaron colonias y con su poder organizaron el mercado mundial a través de una
división internacional del trabajo, que era una estructura donde los países industriales
comercializaban manufacturas mientras que los países periféricos comercializaban materias
primas.

Todo esto se vio facilitado a finales del siglo XIX gracias a la combinación de factores como capital,
navegación a vapor, ferrocarriles, telégrafo, y avances en refrigeración.

Las ideologías más importantes del siglo XIX

En el contexto de la segunda revolución industrial se fueron configurando en las sociedades


europeas y de Estados Unidos diversas ideologías, es decir formas de ver, explicar y transformar la
realidad social.

Los burgueses capitalistas defendían el liberalismo, para lo cual se amparaban en la constitución,


la división de poderes y la competencia a través de los partidos políticos. Para ellos, el estado
republicano debía ante todo proteger la propiedad privada y la libertad de empresa, aunque en la
práctica todas las personas no pudieran ejercer el derecho a votar.

Los sectores más tradicionales, por ejemplo las aristocracias tomaron el nacionalismo como una
ideología conservadora de las jerarquías tradicionales, como recurso para defenderse de las
transformaciones socio-económicas introducidas por el capitalismo. Más tarde, ese nacionalismo
justificó la expansión colonial dando sustento a la idea de una supuesta superioridad de los
“blancos” sobre los “no-blancos”.

Dentro de los sectores subalternos (dominados) puede diferenciarse a anarquistas y socialistas.


Los anarquistas proponían destruir la sociedad de clase burguesa, promover la máxima libertad de
los individuos, el rechazo a toda autoridad opresora, y la libre asociación de los individuos para
desarrollar las actividades productivas.

Por su parte, el socialismo de Marx y Engels criticó al capitalismo y propuso a la clase obrera su
organización para hacer la revolución proletaria, derrotar a la burguesía, y comenzar la
construcción de una sociedad sin clases a la que se llamaría comunista.

Revolución y contrarrevolución en Argentina

-El contexto: Argentina agro-exportadora 1880-1930

-La consigna por lo general apunta a identificar quiénes eran los revolucionarios y los
contrarrevolucionarios, cómo percibían la realidad, qué ideas construyeron y cuáles fueron sus
acciones.

Entonces, en un país donde gobernaba la generación del ochenta, con exclusión política de las
masas, y el control de la propiedad de la tierra en manos de una minoría, era muy probable el
surgimiento de tensiones que derivaron en protesta social de un lado y acciones
contrarrevolucionarias del otro.

Los revolucionarios eran trabajadores que recibían salarios insuficientes, teniendo que pagar
alquileres muy altos en los conventillos, al tiempo que eran despreciados por ser extranjeros y por
tener ideologías revolucionarias. Como estrategias revolucionarias apelaban a la huelga, la
violencia en los lugares de trabajo o atentados contra figuras públicas. Para muchos de ellos la
razón del malestar social estaba en el capitalismo.

Los contrarrevolucionbarios eran empresarios, laicos católicos y organizaciones para-policiales


como la Liga patriótica. Para este sector, la causa del malestar social era la inmigración, que había
causado problemas ambientales, desorden público y deterioro de las tradiciones familiares. Como
respuesta recurrían al maltrato hacia los obreros, a la persecución política y a la violación de
derechos civiles. Para este sector había que mantener el orden y las jerarquías sociales por sobre
todo, aunque tal propósito implicara la violación de la ley. Hechos como la Semana Trágica y la
Patagonia rebelada fueron ejemplos claros del choque entre revolución y contrarrevolución.
Terminó triunfando la segunda ya que se mantuvo el capitalismo y, frente a la crisis del treinta,
lograron los contrarrevolucionarios despojar del poder al presidente Irigoyen.

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