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PROBLEMAS QUE AFECTAN

AL RENDIMIENTO EN EL EXAMEN

Esta parte final se puede considerar una especie de clase clínica para el tratamiento de
problemas. Las secciones anteriores han descrito cómo debes prepararse para los exámenes y
cómo actuar de la mejor manera una vez que se ha entrado en la sala. Sin embargo, los
examinandos tropiezan ocasionalmente con una variedad de problemas durante el propio
examen. Esta sección se refiere a diversos problemas de esos, especialmente los ataques de
pánico, los bloqueos de memoria, el «calambre del escritor» y la fatiga en general. Se da por
supuesto que has estado preparándote a fondo para tu examen. El pánico nace de la
incertidumbre, así que cuanto más sepas, menos probable será que experimentes un ataque de
pánico. El mejor tratamiento para los ataques de pánico y los otros problemas que se tratan en
esta sección es la prevención.

Ataques de pánico
Parece ser que la experiencia de un ataque de pánico no necesita descripción. La mayoría de
la gente ha experimentado por lo menos un ataque de pánico, aunque haya sido muy breve y
transitorio. Tanto si se ha experimentado un ataque en el marco de un examen como en otro
contexto, los síntomas son muy parecidos. Normalmente, existe un ritmo acelerado del
corazón, un aumento del ritmo respiratorio, sudores y tal vez algún tipo de mareo. Para los
que se presentan a examen, las manifestaciones mentales son las más importantes.

Generalmente, la mente está llena de todo tipo de pensamientos catastróficos, desde «voy a
suspender» hasta “no sé lo que estoy haciendo en este examen, tengo que marcharme”. La
presión en un examen en estas condiciones es muy dura.

Como se sugiere arriba, el mejor tratamiento para los ataques de pánico es la prevención. Si
los has experimentado en exámenes previos, es mejor trabajar con la suposición de que los
puedes experimentar de nuevo. Habiéndote enfrentado a esta posibilidad está en tu mano
prepararte tan profundamente que no quede resquicio alguno por donde pueda filtrarse la
incertidumbre que generaría un posible ataque.

Existen dos aspectos importantes para reducir las probabilidades de que se produzcan futuros
ataques de pánico. El primer aspecto concierne a la preparación de tus estudios: deberías saber
la materia lo mejor que pudieses, de manera que tuvieras una gran confianza en ti mismo/a el
día del examen. La mayoría de los candidatos experimentan el pánico por su falta de
confianza en su preparación. Normalmente, han dejado sus repasos para los últimos días del
trimestre o del año y han descubierto que no tienen tiempo para aprender bien el material y
poder aprobar. Aunque puedan armarse de valor y confianza en el día del examen, su valerosa
fachada se desplomará rápidamente ante una pregunta que ponga en evidencia su deficiencia
en los estudios. Por lo tanto, los estudiantes propensos a los ataques de pánico deberían poner
en práctica el consejo que se dio en los primeras secciones: empezar a repasar pronto y no
abandonarlo. Debes saber el material tan bien que incluso aunque te enfrentes a una pregunta
difícil, estés en disposición de pensar con calma la respuesta.

El segundo aspecto de prepararse para la eventualidad de un ataque de pánico concierne al


control mental. Las manifestaciones físicas y mentales del pánico no ocurrirán si ejerces un
rígido y deliberado control sobre lo que esté haciendo tu mente. Puedes decir: «Desde luego
que ejerzo un rígido control sobre mi mente. ¿Quién si no la iba a controlar?» A la mayoría
de nosotros nos gusta creer que tenemos ese firme nivel de control mental que excluiría la
posibilidad del pánico, pero la situación real es que muy pocos examinandos ejercitan un
control cuidadoso de lo que está ocurriendo en su mente. Ciertamente pueden centrar su
atención en las preguntas y buscar en su mente la información adecuada; pero el punto crucial
es si pueden superar los pensamientos, fugaces y cargados de inquietud, relacionados con su
éxito o su posible fracaso. Es necesario un rígido control mental para sobreponerse
eficazmente a estos pensamientos perturbadores.

Existen varias maneras de que quienes han de pasar por un examen puedan desarrollar un
control más eficaz sobre su actividad mental ——mediante el condicionamiento mental, la
parada del pensamiento y por medio de la sugestión positiva. Cada una de estas estrategias se
analiza a continuación.

El condicionamiento mental depende del establecimiento de una reacción condicionada en su


mente. La situación es, en cierto modo, emular al reflejo físico, como la respuesta de la
articulación de la rodilla. En lugar de utilizar un estimulo físico es mejor uno verbal para la
sala de examen.El objeto del condicionamiento es dotarle de capacidad para controlar su
mente; reaccionar firme y positivamente a cualquier pensamiento que pueda generar
inquietud.

¿Cómo se establece el condicionamiento mental? Existen dos prerrequisitos. Primero, debes


comenzar el proceso por lo menos varios meses antes del período de exámenes. El
condicionamiento exige tiempo y práctica —el segundo prerrequisito. La técnica en sí del
condicionamiento ha sido descrita anteriormente. Si has practicado los ejercicios de relajación
descrito anteriormente, y si puedes provocarte una profunda relajación cuando dices la
palabra-estímulo relájate, estás bien encarrilado para controlar tu mente distraída y propensa
al pánico.

Ahora bien, ¿qué hacer en la sala de exámenes cuando la mente se «desmanda» y empieza a
ser presa del pánico? Al primerísimo síntoma de un ataque de pánico (probablemente
conocerás los síntomas que se producen dentro de ti mismo/a: pesadez en la cabeza, temblor
de los dedos, mareo, «nudos» en el estómago, por mencionar unos pocos de los posibles
síntomas) fija tus ojos en un punto, o cierra los ojos y pronuncia «RE-L-Á-J-A-T-E».
Visualiza en tu mente las letras de la palabra «R-E-L-Á-J-A-TE» a medida que la
pronuncias. Repítela unas seis veces para romper la sensación de pánico. Como tu mente
estará ocupada con la palabra «relájate», tanto en el canal visual como en el auditivo de tu
cerebro, hay poco espacio para pensamientos de pánico. Repite el proceso tantas veces como
sea necesario.

Una segunda estrategia para la prevención de los ataques de pánico es la parada del
pensamiento. Con esta técnica, interrumpes los pensamientos de pánico en su principio
mediante la visualización de una señal roja y blanca de stop. Mientras estés viendo la señal de
stop en tu mente, pronuncia muy firmemente ¡alto! Puedes añadir también una acción física
como apretar el puño cada vez que dices ¡alto! Haz que la imaginaria señal luminosa de stop
se encienda y se apague seis veces mientras dices ¡alto! Al final de la serie centra tu atención
en una pregunta de examen que no sea difícil para restablecer tu confianza. Tal vez tengas que
repetir la secuencia varias veces para evitar que los pensamientos detonantes del pánico
lleguen a afincarse en tu mente. Cuanto más control tengas sobre lo que esté pasando por tu
mente, menos oportunidades habrá de que se produzca el pánico.

Un tercer enfoque para afrontar los ataques de pánico inminentes es disminuir tu ritmo
respiratorio. Muchos examinandos se dan cuenta de que cuando se enfrentan a un área difícil
del examen, su ritmo de respiración se acelera y se convierte en un jadeo. El resultado final de
una respiración rápida y jadeante es que predispone a la inquietud y al posible pánico. Tan
pronto como reconozcas los primeros síntomas de inquietud y posible pánico piensa en tu
respiración. Haz una inspiración larga, lenta y profunda y luego deja que el aire salga lenta y
suavemente. Mantén esta forma regular de respiración, asegurándote por todos los medios de
no volver al ritmo rápido otra vez.

Si tu ritmo respiratorio ha sido rápido y jadeante durante algo de tiempo podrías advertir que,
asociada a la sensación de inquietud, estás experimentando una sensación de mareo. Es
posible que hayas expulsado demasiado bióxido de carbono, provocando un desequilibrio
químico temporal en su cuerpo. Para restablecer el equilibrio, pon tus manos unidas delante
de la boca y la nariz y respira dentro de esta especie de mascarilla; otro procedimiento,
estando sentado, es respirar con una bolsa acoplada a la boca y con la cabeza agachada entre
las rodillas. Estos procedimientos te permitirán volver a respirar parte del bióxido de carbono
exhalado y asegurar un suministro de sangre adecuado al cerebro. Si te sientes violento ante la
idea de hacer estos ejercicios en la sala de exámenes, pide permiso para ir al lavabo y hazlos
allí. El objetivo que se persigue es volver a conseguir el equilibrio metabólico y psicológico
de manera que puedas volver al examen y actuar al máximo de tus posibilidades.

Una técnica final para superar el pánico en los exámenes es reemplazar los pensamientos
pesimistas, que en la mayoría de los casos provocan sentimientos de pánico, por pensamientos
optimistas. ¿Cómo puede llegar a ser una persona más optimista? Probablemente estarás
familiarizado/a con la respuesta que viene a continuación: práctica. Puede parecer estúpido,
pero diciéndote a ti mismo/a algo como: «Puedo aprobar el examen de economía», muchas
veces al día, puede ayudarle a adoptar una actitud más optimista acerca del resultado del
examen. Repetir la afirmación positiva propicia una actitud más optimista y también le impide
rumiar ideas pesimistas. Piensa una frase optimista pertinente y repítetela cada vez que pases
por una puerta o realices alguna actividad frecuente. Es verdaderamente sorprendente que una
técnica tan sencilla pueda afectar tan positivamente a tu manera de pensar.

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