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Inclusión pedagógica de los nuevos medios digitales

¿El nuevo lugar del docente?

Como pudimos ver el Pulgarcita, los discursos que acompañan la idea de que los nuevos
medios digitales transformarán (o deberían transformar) la educación escolar definen un nuevo
rol para el docente. De alguna forma y como proponía Skinner ya en 1954 (pueden ver el
video aquí​[1]), lo que se asume es que la mediación de los medios tecnológicos permitirá un
acceso directo de los chicos al saber, de modo que el trabajo del docente no estará en la
mediación didáctica sino en la organización de la enseñanza. La selección de materiales y la
secuenciación de los contenidos programados se vuelven el principal objeto del trabajo
docente. El docente es facilitador, orientador, diseñador, consejero, organizador,
administrador.

Estos discursos se construyen contraponiendo a lo nuevo un docente tradicional, a un


portavoz:

“Hasta esta misma mañana, un docente, en su aula o en un anfiteatro, entregaba un saber


que, en parte, yacía ya en los libros. Organizaba lo escrito, una página-fuente. Si
inventa, cosa rara, escribirá mañana una página-antología. Su cátedra hacía oír a ese
portavoz. Para esa emoción oral, pedía silencio. Ya no lo obtiene” (Serres, 2013:46)

Sin embargo ¿podemos decir con justicia que es este el docente que hoy habita las
aulas de la provincia de Buenos Aires? ¿Un docente vetusto, que se para y habla? ¿que sabe
todo? ¿que repite los libros? Sea cual sea la respuesta que cada uno de nosotros construya, lo
que es innegable es que hoy sabemos que para ser un buen docente se necesita mucho más
que esto. Digamos, conocemos las demandas que recaen sobre nosotros, sabemos que el
saber no se transmite sino que se construye, que sin actividad e implicancia personal nadie
aprende, que mirar a nuestros estudiantes como sujetos a ser si no queridos al menos
reconocidos es más o menos el centro de nuestra tarea. Nos salga o no, reconocemos que esto
hace a un buen docente.

¿Por qué lo sabemos? Básicamente porque la pedagogía lo dice hace muchos pero
​ el sistema
muchos años, incluso en Argentina de forma contemporánea a la organización d

educativo laico, público y gratuito en la voz de Rosario Vera Peñaloza y el escolanovismo de


1880. Las hermanas Olga y Leticia Cossettini, por ejemplo, señalaban desde Santa Fe y en los

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años ’30 que el trabajo docente era una acción creativa, un trabajo que solo puede llevar
adelante un docente que se sigue formando, que es reflexivo y que como tal transforma su
experiencia en saberes didácticos que le permiten generar situaciones significativas que
acompañen el desarrollo individual de cada niño en la búsqueda de su propia expresión. Se
trata más o menos de las mismas demandas que exigía Prince Ea en el video de la Clase 1, de
modo que asumir el nuevo rol no sería nada mas (y nada menos) que el de ser un buen
docente que organice y acompañe el proceso de aprendizaje constructivo de sus estudiantes.

No solo en el rol del docente y su función más expositiva o constructiva los discursos
integrados sobre las TIC y la transformación educativa toman elementos de las pedagogías
antiautoritarias de hoy y siempre. Como ejemplo, pueden tomarse estas palabras
pronunciadas en el Congreso Fundador de la Liga Internacional para la Educación Nueva, en
1921 en Calais, Francia:

Y siguiendo las indicaciones del diablo, se creó la escuela.


El niño ama la naturaleza: se lo hacinó en aulas cerradas.
El niño ama ver que su actividad sirve para algo: se logró que no tuviera ningún
objetivo.
Le encanta moverse: se lo obligó a permanecer inmóvil.
Es feliz manipulando objetos: se lo puso en contacto con las ideas.
Ama usar sus manos: se le pidió que sólo usara el cerebro.
Le encanta hablar: se lo obligó a hacer silencio.
Querría razonar: de le hizo memorizar.
Querría investigar la ciencia: se le sirvió todo hecho.
Querría entusiasmarse: se inventaron las sanciones (Meirieu, 2016:14-15)

​Pero para poder constituirse en un docente de este tipo, creador de sus propios
recursos significativos, el docente debe contar con un conjunto de saberes que le permitan
afrontar el desafío. Otra teoría de moda a este respecto es el TPACK (por su sigla en inglés
Technological pedagogical content knowledge), marco conceptual que busca explicar los
conocimientos que todo docente necesita para poder construir propuestas de inclusión digital
en el aula. Se trata de pensar que estos saberes no son de un único tipo, sino que confluyen
tres modos del conocimiento: los saberes pedagógicos, los saberes disciplinares y los saberes
tecnológicos. Cada docente tiene los tres conjuntos de saberes más o menos desarrollados. Por
ejemplo, las maestras (de enseñanza primaria e inicial) es probable que sean más fuertes en lo
pedagógico que en lo disciplinar, relación que se invierte entre los profesores de nivel
secundario y más aún en el superior. En relación a los saberes tecnológicos, mucho queda

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librado al vínculo y usos personales de cada docente con los nuevos medios digitales, aunque
cada vez más estos saberes se fortalecen en la formación inicial y continua.

Para profundizar en cada conjunto de saberes y sobre el modelo en general, los invito a
mirar el​ siguiente video​[2] de Judy Harris.

Otros autores dan al saber y las decisiones pedagógicas un lugar central en la


planificación del trabajo con TIC para el aula. Es el caso de César Coll y su modelo de la
situación didáctica, que resulta una teoría reconocida en el ámbito de la tecnología y
educación. En este sentido, le proponemos leer el siguiente texto:

Entendemos junto a Coll (2008) que se trata de ​instrumentos mediadores del


aprendizaje​. En la actualidad, los nuevos medios digitales se instalan
progresivamente en el vínculo entre los docentes y los contenidos (facilitando la
transposición didáctica), entre los alumnos y esos saberes (como herramientas de
apropiación significativa) y cada vez más como medios de comunicación entre
estudiantes y docentes dentro y fuera del aula (en el contrato pedagógico). En menor
medida, las TIC aparecen en las aulas integrando la situación de enseñanza como un
todo, mediando en la actividad conjunta de docentes y estudiantes o configurando
entornos de enseñanza y aprendizaje. Fortalecer el lugar de los nuevos medios
digitales en cada una de estas instancias será el objetivo de la formación continua en
el área TIC como camino orientado a que niños y jóvenes aprendan más y mejor.

Para ello es necesario, por un lado, valorizar el momento de la planificación como


instancia central del trabajo docente, donde se definen los vínculos deseados entre
los contenidos, los objetivos del aprendizaje y las actividades a través de los cuales
se producirán y evaluarán esos aprendizajes. La inclusión de las TIC vendría en esta
última instancia, al ​hacer disponibles unos modos de hacer a través del uso de
software y plataformas específicas​, que no serían posibles con las tecnologías
escolares más tradicionales.

Por otro lado y en estrecha relación con lo anterior, esos modos de hacer en esas
actividades cognitivas y prácticas, no pueden ser pensados por fuera de cada
disciplina y su didáctica específica, de modo que el trabajo con los docentes es desde
los propios saberes sobre las materias, los niveles y las modalidades de la educación
que transitan las aulas que pretenden incluir a las TIC. Es en el acompañamiento de
los estudiantes y en la co-construcción de marcos que les permitan comprender los
nuevos escenarios utilizando tecnologías, practicando nuevos modos de aprender y

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de conducirse en el aula y en los espacios digitales que se ubica nuestra tarea,
pensando ésta como un desafío como docentes para la inclusión con sentido
pedagógico.
Proponemos entonces ​la inclusión de los nuevos medios digitales en la enseñanza y el
aprendizaje como una cuestión de orden pedagógico, desde una mirada constructiva​, que
pone a la pedagogía en el centro del problema y no a los dispositivos tecnológicos. Esta
pedagogía asume un compromiso con la educabilidad de todas y todos los estudiantes, los
reconoce siempre como sujetos con capacidades y derecho de aprender y no como nativos
digitales portadores de saberes más útiles y relevantes que los de sus docentes. Es también
una pedagogía que pone en el centro del proceso al docente no solo como orientador, sino
principalmente como responsable de qué y cómo se enseña, del diseño de actividades
(prácticas y cognitivas) para el alumno y de su propia formación a través de diversos
dispositivos de capacitación y también de la propia vigilancia epistemológica. Una que pone
como protagonistas a los contenidos de los diseños curriculares, aquello que niños y jóvenes
deben aprender en la escuela, y que concibe a la evaluación como una instancia no solo
continua o procesual sino especialmente de formación.

En este contexto, el objetivo de estos trayectos de formación continua en la provincia


de Buenos Aires propone que se consoliden para cada docente como un espacio de
interrogación de la propia práctica, como un conjunto de oportunidades de reflexión y
de búsqueda pedagógica sobre nuevas estrategias y soluciones para los problemas
del aprendizaje. Desde un enfoque práctico, se pretende que los docentes piensen en
nuevos desarrollos e implementaciones de actividades y secuencias didácticas en el
aula incluyendo a las nuevas tecnología, así como en la exploración y ensayo
responsable de distintos modos de trabajo con los estudiantes. De este modo, el
conjunto de saberes que el docente genera en su tarea cotidiana es un componente
central de su propia formación, valorados y al mismo tiempo puestos en tensión
desde nuevas conceptualizaciones que le permitan revisar críticamente sus creencias
y teorías sobre la enseñanza en general y de su disciplina en particular, sobre el
aprendizaje de los estudiantes y sobre las dimensiones pedagógicas.

Vamos a ir cerrando la clase pensando el rol del docente frente a los nuevos medios
digitales, con una breve actividad.

A esta actividad reflexiva personal sobre la propia práctica, pensada como ejercicio
narrativo de contar y contarse como forma de construcción privilegiada del saber pedagógico
de cada docente, puede enriquecerse también pensando la mirada retrospectiva. Una de las

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dificultades que se nos presentan cotidianamente en la práctica (y que es también cuestión de
discusión entre quienes piensan las dificultades en la implementación de reformas educativas)
es la fuerza que ejercen en nosotros los maestros que nos enseñaron. Porque, después de
todo, llevamos adelante cotidianamente una tarea que vimos ejercer durante muchos años
desde nuestro lugar de alumnos y por eso se dice que enseñamos como aprendimos. Y
también por eso, suena tan difícil incorporar a las aulas el trabajo con nuevos medios digitales
como actividad de todos los días y herramienta imprescindible en los nuevos escenarios
educativos. Para profundizar sobre esto, los invito a mirar​ este video de Mariana Maggio​[3].

[1]​
​https://youtu.be/NJzu-RKpepc?list=UUuHv6QFcWNlP4M5bVJCH0_A

[2]​
​https://youtu.be/Jpg9gpnXX_Q

[3]​
​https://youtu.be/2DIpX4LBO5I

Actividades
En la pestaña TRABAJO INTEGRADOR encontrarán todos los detalles.

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