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L. R. P a l m e r
INTRODUCCIÓN
AL LATÍN
EDITORIAL ARIEL, S. A.
BARCELONA
T ítu lo original:
The L atin language
ISBN: 84-344-8378-5
Im preso en España
Juan J o sé M orale jo
1 J o sé L u is M orale jo
PREFACIO
L. R. PALMER
PRIMERA PARTE
H is c o n s t it u t is r e b u s, n a c t u s id o n e a m a d n a v ig a n d u m t e m p e s t a
t e m I I I f e r e v ig ilia s o lv it e q u ite s q u e in u lte r io r e m p o r t u m p r o g r e d i
e t n a v is c o n s c e n d e r e e t s e se q u i iu s s it . a q u ib u s c u m p a u lo t a r d iu s
e s s e t a d m in is tr a tu m , ip s e h o r a d ie i c ir c ite r I I I I c u m p r im is n a v i
b u s B r ita n n ia m a t tig it a t q u e ib i in o m n ib u s c o llib u s e x p o s it a s h o s
tiu m c o p ia s a r m a ta s co x isp e x it. (C é sa r , D e b e llo g a llic o , 4, 23, 1-2.)
Fonética
M orfología
lares, con los que opera Devoto, e stá n dem asiado alejados de los
hechos del hab la real. Los hechos lingüísticos exigen la suposición
en una época y en u n lugar de u n a fo rm a de sociedad que abarque
a rep resen tan tes de am bos grupos itálicos m ayores, esto es, a los
antepasados lingüísticos de los h ab lan tes del latín y de los del osco-
um bro. P ero e sta necesidad no im plica u n a “unidad itálica” que
ab arque a todos los p ro to latin o s y protoitálicos. Como hipótesis m í
n im a p o d ría b a sta r con suponer que u n grupo de invasores osco-
um bros se fusionó con los protola,tinos, y que fue este in je rto de
un a población ex trañ a en el tronco latino el que p ro d u jo las se m e
janzas entre latín y o sco-um bro que h an sido punto de p a rtid a de
esta discusión. Las leyendas sobre los orígenes de Rom a — T ito
Tacio y el ra p to de las m u jeres sabinas— parecen im plicar algunos
hechos históricos com o los que hem os postulado (los elem entos sa
binos en latín se rá n discutidos en pp. 47 s.), y el testim onio de los
dialectos no rom anos del Lacio ap u n ta en la m ism a dirección (véase
capítulo II I ) . Q ueda p o r d ecir que e sta conclusión concuerda en lo
principal con la de Devoto, p o rq u e excluye u n a com unidad “itálica ”
existente antes de la invasión de la península apenina por los a n te
pasados de los dos grupos de tribus. Las sem ejanzas m ás estrechas
reunidas bajo el rótulo de “itálico”, estam os de acuerdo en q u e se
d esarrollaro n sobre suelo italiano. Todo lo que hem os sugerido es
que el concepto de convergencia exige traducción a los hechos del
h abla real y a los condicionam ien tos de la sociedad hum ana que
éstos im plican.
al m enos prim itiva, y dom esticaron algunos anim ales, como la vaca
y la oveja; ad o raro n a u n dios del cielo lum inoso y tuvieron una
sociedad organizada p atriarcalm ente. Sin em bargo, no hem os de
im aginarlos com o u n a com unidad política estrecham ente coheren
te con u n a lengua uniform e; m ás p robablem ente fueron un agre
gado indefinido de trib u s sem inóm adas, asentadas p o r algún tiem po
p a ra cultivar el suelo y puestas de nuevo en m ovim iento cuando el
suelo quedaba agotado p o r sus prim itivos m étodos de cultivo, y
que tal vez se reunían de cuando en cuando p a ra celebrar los ritos
religiosos com unes. U na “sociedad” tal m o stra ría inevitablem ente
diferencias dialectales. Además, d u ran te el largo período de m igra
ciones que con el tiem po los llevaron a los m uy disem inados asen
tam ientos en que aparecen en tiem pos históricos, algunas trib u s
p ueden h ab er establecido relaciones m ás estrechas por períodos
lim itados, o bien con m iem bros de diferentes trib u s pueden haberse
form ado b andas de nóm adas. P o r ello hem os de c o n tar con la p o
sibilidad de que en tre la época originaria ide. y la aparición de los
p ueblos separados en sus h á b ita ts históricos m ed iaran o tras “u n i
d ad es” de d uración e intensidad variables. E stas com unidades p o
d ría n haberse reflejado en la lengua, y el com etido del lingüista es
tra ta r de d etectar p o r m edio del análisis tales afinidades dialecta
les m ás estrechas d entro del grupo m ás grande. Tal análisis ha
revelado cierto núm ero de peculiaridades que “itálico” y céltico
com parten con exclusión de las o tra s lenguas em parentadas. E nu
m erarem os los hechos antes de d iscu tir su significación, p o rq u e su
in terp retació n es todavía m uy disputada.
Fonética
Morfología
3. Véase p. 226.
24 INTRODUCCIÓN AL LATIN
tipos: (1) sufijo -t°m o (lat. u ltim us, in tim u s), cuya función origina
ria fue quizá señalar el “p u n to extrem o de u n continuo espacial” 6,
y (2) el tipo en -is -to (ing. sw eetest, gr. ηδιστος), que com o los n ú
m eros ordinales (p. ej. ing. first, al. zwanzigste, gr. -πρώτος, etc.)
indicaba el m iem bro que culm ina o com pleta una totalidad. Este
segundo tipo no se en cuentra en italo-céltico, que sin em bargo tie
ne, adem ás del tipo ( 1 ), u n a fo rm a com pleja en -s°mo, que no se da
en ninguna o tra p a rte : lat. m axim us, o. nessim as (= p ro xim a e), airL
nessam , gal. nesaf.
Vocabulario
6. V éase p. 254.
26 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
airl. oeth = gót. aips (ing. oath), airl. orbe = gót. arbi (al. Erbe),
gal. rhydd = gót. freís (ing. fr e e ), airl. rü n “secreto” = gót. runa,
airl. luaide = aing. lead (ing. lead), etc. A éstos hem os de añ adir un
am plio núm ero de p réstam o s que se h an hecho estos dos grupos
d e lenguas, como gót. reiks de la p alab ra célt. ñ x .
Vocabulario occidental
A f in id a d e s ít a l o - g r e c a s
Una unidad de esta clase ha sido defendida por cierto núm ero
de estudiosos que llam an la atención sobre las sem ejanzas siguientes:
1. En am bas lenguas el acento de p alab ra no puede ir m á s allá
de la tercera sílaba a co n tar desde la final —la antepenúltim a—,
m ientras que en indoeuropeo el acento era absolutam ente libre.
32 INTRODUCCIÓN AL LATIN
F enóm enos m a r g in a l e s
10. La in flu en cia directa del griego sobre el la tin será tratad a en el p ró
xim o capítulo.
11. El galo o céltico co n tin en ta l n os es conocido solam en te por algu n as
breves inscrip cion es y por palabras citad as por au tores la tin o s y griegos. El
testim o n io m á s an tig u o para el gaélico so n las in scrip cion es ogám icas, que
d ata n del siglo v d. C. El germ án ico h a ce su prim era ap arición en las in scrip
cion es rú n icas del siglo i n d. C., y su prim er te x to im p ortan te e s la trad ucción
gótica de la B ib lia por U lfilas, obispo del siglo iv d. C. E n cu an to al báltico, los
d ocu m entos m á s an tigu os —la traducción d el catecism o de Lutero— d a ta n so
la m en te del sig lo XVI.
34 INTRODUCCIÓN AL LATIN
term edias. En o tra s p alab ras : tenem os que in tro d u cir u n a clasifi
cación nueva, la de caracteres “periférico s” com o opuesta a la de
“cen trales” . T am bién en este caso se rá lo m e jo r en u m erar los he
chos antes de pro ced er a d iscu tir su significación y las conclusiones
que legítim am ente p uedan ex traerse de ellos.
1. El latín p resen ta u n a fo rm a d e te rc e ra p erso n a del plu ral del
perfecto de indicativo, tipo dix-ëre, que carece de la característica
-n t que observam os en dicunt, dicebant, dixerunt, dixerant, etc.
P ues bien, desinencias sem ejantes con - r se en cu entran en h e tita
(-ir) y en to cario (-ar, -a re), en ta n to que en in d o-iranio el p e r
fecto y el optativo tien en su te rc e ra p erso n a de p lu ral ca ra c teri
zada tam bién p o r -r (para detalles véase p. 275). Tales desinencias
no se en cu en tran en las “lenguas cen trales” como el griego, ger
m ánico, báltico o eslavo, que, p o r consiguiente, deben haberlas
elim inado en época prehistórica.
El latín conserva o tra s dos peculiaridades del perfecto que p u e
den rem o n tarse al período m ás arcaico del indoeuropeo.
2. El tipo corriente de perfecto [N o ta 3] en -v-, como am ávit,
docuit, etc., se considera com o desarrollado a p a rtir de form as como
ηδυϊ, que tiene u n a característica -υ - que aparece tam bién en scr.
jajñau “él h a conocido”, así com o en el arm . cnaw “él h a nacido” .
Lo notable es q u e esta -v - aparecía originariam ente sólo en la p r i
m era y te rc e ra perso n as del singular: así toe. p rakw ä = *precaví,
m ien tras que el h e tita p re se n ta form as de p re té rito en -u n p a ra la
p rim e ra p erso n a del singular, donde aparece la desinencia -n unida
a la característica Tam bién en este caso se h a llegado a la con
clusión de que se tra ta de u n tipo antiguo del que sólo quedan re s
to s en lenguas “m arginales” , com o indo-iranio, tocario, h etita, a r
m enio y quizá céltico, habiendo form ado con él el la tín su tipo m ás
característico de perfecto. D ebem os advertir, sin em bargo, que en
sán scrito la desinencia -u aparece sólo en p erfectos reduplicados
com o papräu “yo he llenado” (ide. *plé “llen ar”), m ien tras que en
latín ningún p erfecto en -v - aparece caracterizado tam b ién p o r re
duplicación (véanse pp. 273 s .) .
3. La o tra peculiaridad flexional del p erfecto latino que presen
ta paralelo en o tra s lenguas es el elem ento -is- [N o ta 4] que ap a re
ce precediendo a las desinencias de segunda perso n a: dixisti, dixis
tis. T am bién en h e tita el p re té rito m u e stra a veces u n a -s- ante las
desinencias q u e com ienzan con -t- , p ero n o an te las que em piezan
p o r vocal; en to cario y védico se h an observado hechos sim ilares.
L a conclusión es que tam b ién aquí h a conservado el latín u n rasgo
arcaico del sistem a de conjugación ide. que aparece, adem ás, sola
m en te en lenguas periféricas. E ste elem ento -is-, sin em bargo, ap a
rece tam b ién en todos los dem ás tiem pos y m odos del perfecto
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 35
(1) g ó t. a h v a , e tc . aqua
(2) gót. w a to , (u n d a ) u tu r Οδωρ m a ta r u d n a íj,
w a tin s (g en .)
(1) ig n is lit. u g rñ s a g n ih
(2) jir e p ir ■πυρ
(= a ul(l)a ), levir (< *daivër, cf. δαήρ, “herm ano del m arid o ”). E sta
ú ltim a p alab ra proporciona, adem ás, o tro criterio fonético: la l- en
lugar de la d - que sería de esp erar en latín. Este fenóm eno se ob
serva tam bién en lingua p o r dingua, lacrima p o r dacruma, en oleo
fre n te a odor y solium fren te a sedëre.
Q ueda p o r a ñ ad ir que p a ra la m ayor p a rte de los casos exam ina
dos en el p á rra fo precedente no podem os alcanzar m ás que “una
presunció n de origen sabino”. Las p alab ras catalogadas pueden h a
b e r entrad o en el latín en fechas m uy d istintas; y m uchas de las
características que hem os em pleado com o criterios eran co m p arti
das p o r los dialectos ru rales del Lacio, de m odo que las palabras
exam inadas pueden igualm ente ser m uy b ien de origen latino rú s ti
co (véase in fra). Adem ás, tenem os un conocim iento lim itado de las
peculiaridades del dialecto sabino que p uedan diferenciarlo del g ru
po osco-um bro. De hecho, los pocos resto s conservados de este
dialecto m u estran que llegó a e sta r tan influido p o r el latín desde
fecha m uy tem p ran a que su m ism a clasificación con el grupo osco-
u m bro es objeto de dudas. Sin em bargo, que tal es la clasificación
correcta parece probable al exam inar nom bres sabinos como P o m
pilius (que p resen ta la p - p ro p ia del osco-um bro en lugar de la g e
latina) y Clausus (por Claudius, con asibilación no latina de -di-
ejem plificada tam bién en basus = badius “castañ o -p ard o ”). El nom
b re Sabini resum e todo el problem a. Al igual que Sabellus (*Safno-
los) y Sam n iu m (*Safniom ) contiene la raíz Saf; se supone que ellos
se llam aban a sí m ism os Safini, m ien tras que la fo rm a de su nom
b re que nos es fam iliar p o r los autores latinos incluye la variante
fonética -b - típicam ente ro m an a que ya hem os exam inado. A pesar
d e lo m enguado de los testim onios, se h an hecho intentos de ra s
tre a r en latín no sólo u n a m oda “sabinizante”, sino incluso una
“reacción an tisab in a”. Ello no p asa de ser u n a sugestiva especu
lación.
Podem os in te n ta r ahora establecer u n balance provisional. P a
rece que la lengua indoeuropea que conocem os en época histórica
como latín ,es u n a am algam a de dos lenguas ide. introducidas en el
Lacio hacia el año 1000 a. C. p o r grupos de invasores que se habrían
abierto cam ino desde la E uropa central p o r diferentes rutas. Estos
grupos hablaban, sin duda, lenguas m uy diferenciadas antes de en
tr a r separadam ente en Italia, pero se p ro d u jo u n a aproxim ación
com o consecuencia de su contigüidad y fusión en su asentam iento
en el Lacio y en Rom a en particu lar. Es esta com plicada serie de
acontecim ientos que subyacen a las afinidades lingüísticas lo que
los co m p aratistas han proyectado hacia u n p asado m ás o m enos
rem oto como período del “itálico com ún” .
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 49
Xl i r i o
VÉNETO
S íc u l o e " it á l ic o o c c id e n t a l ”
E trusco
G r ie g o
C é l t ic o
L e p ó n t ic o
Líg u r
céltico. E sta tesis de que el lígur sea una lengua indoeuropea choca
con el testim onio de la arqueología, pues im plica u n a invasión, se
gún puede presum irse, procedente de la zona de los lagos de Italia,
de la que no hay huellas en las cu ltu ras p reh istó ricas de la región.
Esto nos hace volvernos a la hipótesis de que el lígur fu era hablado
p o r los descendientes de los habitan tes neolíticos de la región. Que
de hecho los lígures fueron los ocupantes prim itivos de su h á b ita t
histórico parecen indicarlo las relaciones lingüísticas con el sículo
que ya hem os exam inado. Así las cosas, se h a afirm ado con no m enor
seguridad que el lígur es no-indoeuropeo (H. K ra h e ), y que el ca
rá c te r ide. de algunos de los topónim os h a de explicarse p o r la h i
pótesis de que u n pueblo ide. se h u b iera superpuesto en u n m om en
to dado a la población neolítica. La polém ica parece resolverse en
u na discusión de definición y cronología. Quienes defienden el c ará c
ter indoeuropeo del lígur ad m itirían seguram ente que ello im plica
una invasión y som etim iento de la población preexistente, de la que,
por o tra parte, se supone que h ab ría em igrado desde África del
n o rte a Ita lia a través de E spaña y Francia (O CD , 11 “L igurians”) .
La cuestión ah o ra es a quiénes hay que asignar el nom bre de “lí
gures”, y luego en qué fecha llegó el pueblo al que tenem os que
a trib u ir las p alab ras y topónim os indoeuropeos adm itidos p o r am
bos bandos. D ejarem os la cuestión de lado con u n as palabras de
prudencia. La in terp retació n de los^ topónim os p rehistóricos es en
gran m edida u n dom inio de la co njetura. Lo incierta que resu lta
podem os verlo p o r u n ejem plo clave. El orónim o Berigiema m encio
nado en la Sententia M inuciorum h a sido analizado, según hem os
visto, como Beri-giem a “que lleva nieve” (bher + *gheiem). Esto im
plicaría que el pueblo que hubiera puesto este nom bre h ab lara una
lengua centum , p ero quedando su pertenencia al grupo itálico ex
cluida po r su tratam ien to de la oclusiva asp irad a (bh > b). A hora
bien, to d a esta construcción cae p o r su base si, com o ha sugerido
un estudioso digno de crédito, tenem os que analizar la p alab ra como
Berig-iema.
E l SUSTRATO MEDITERRÁNEO
13. Según K r a h e (In d o g erm an isieru n g, pp. 32 ss.), se deben d istin guir dos
áreas lin gü ísticas preindoeuropeas en Italia. Ita lia cen tral y m eridional, y S ici
lia, sobre la b ase de los topónim os característicos en - s s - ( T ylessos e n el B r u t
tium , K rim issa en la Ita lia m eridional, T elm essos en S icilia ), e n -νθ- (K o k y n -
th u s en el B ru ttiu m ), etc., p erten ecen al área eg eo -a n a to lia . K rah e pone esto
en conexión con la s afirm aciones de los autores an tigu os (com o D ion isio de
H alicarnaso, I, 23) acerca de la p resencia de “p ela sg o s” en va rias p artes de la
Ita lia central y m eridional. U n pueblo preindoeuropeo del M editerráneo oc
cidental eran los “lígu res” (véase supra).
14. A sibilación de d tuvo lugar en oseo y m esapio.
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 67
P o r últim o, fue b ajo la tu tela etru sca com o los rom anos com en
zaron el aprendizaje de las “artes y disciplinas” dé la Grecia que
iba a d u ra r todo a lo largo de su h isto ria cultural.
C a p ít u l o III
Hemos exam inado h asta aquí los testim onios que se refieren a la
preh isto ria de la lengua latin a y llegado a la conclusión provisio
nal d e que los p rotolatinos eran u n a trib u indoeuropea con origen
en la Europa cen tral que penetró en Ita lia hacia el final del segundo
m ilenio antes de Cristo. Llegados al Lacio hacia el siglo x a. C., los
latinos se asentaron form ando com unidades rurales dispersas o
p opuli que se unieron en confederaciones de vinculación poco es
tricta. La p ro p ia R om a tuvo origen en u n synoecism us de pueblos
latinos incinerantes y sabinos inhum antes. En el terreno político es
to s diversos populi latinos se aliaron en térm inos de igualdad, esta
do de cosas que se prolongó, con excepción del período d e dom ina
ción etrusca, h a sta el siglo iv, en que Rom a se impuso gradualm ente
sobre sus herm anos m ás débiles, acabando p o r reducirlos en el 338
a la condición d e aliados som etidos. Fue esta suprem acía política de
R om a la que llevó gradualm ente al desplazam iento de los dialectos
del Lacio p o r o b ra del latín de Roma. Sin embargo, que el rom ano
era en u n principio sim plem ente uno m ás de los num erosos patois
latinos resu lta evidente p o r el testim onio de las p rim eras in scrip
ciones en lengua latina.
P o r ejem plo, en tre las inscripciones encontradas en el te rrito rio
de Falerii (Cività Castellana) hay una en la que se lee foied vino
pipafo era carefo — hodie vinum bibam eras carebo. Tenemos ejem
plificada aquí u n a peculiaridad fonética que distinguía al latín de
R om a de los dialectos rurales y tam bién de los dem ás dialectos itá li
cos, a saber, el paso de - bh- a -b - entre vocales, frente a la - /- rústica.
U n desarrollo paralelo afectó a la -d h - originaria, -d - en Rom a fre n
te a - /- falisca, si es que efiles está correctam ente interpretado como
aedilis. A p esar de su coincidencia en este punto con el osco-um bro,
el falisco e ra u n dialecto de tipo latino, pues en él aparece qu como
resultado de *q», que en osco-um bro se convirtió en p (véase su p ra).
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 69
3. E sto está exp resam ente atestigu ado por Polibio (3, 22, 3) al hablar del
trata d o h ech o en tre R om a y C artago al añ o sigu ien te de la expulsión de los
reyes: “M ás a d ela n te doy una traducción ta n precisa com o puedo. P ues hay
u n a d iferen cia ta n grande en tre el d ialecto h ab lado por los rom anos de h oy y la
len g u a a n tigu a, que algu n as p artes a duras p en as p u ed en elucidarse aun d e s
p u és de u n cuidadoso estudio por la s personas m ás in te lig en tes” (véase T e n n e y
P r a n k , A n econ om ic su rvey o f a n c ie n t R o m e, I, pp. 6-7. [ N o t a 8.]
72 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
te m p la te s c a q u e m (e a e ) ñ n e s ita s u n t o
q u o a d e g o e a s t e lin g u a n u n c u p a u e r o
o lla n e r a r b o s q u ir q u ir e s t q u a m m e s e n t io d ix is s e
te m p lu m t e s c u m q u e m (e a ) f ( in is ) e s t o in s in is tr u m
o lla b e r a r b o s q u ir q u ir e s t q u o d m e s e n t io d ix is s e
te m p lu m t e s c u m q u e m (e a ) f ( in is ) e s t o <in> d e x t r a m
in te r e a c o n r e g io n e c o n s p ic io n e c o r t u m io n e
u tiq u e e a s r e c t is s im e s e n s i.
riñ a sobre la víctim a”. Pero tal vez el paralelo m á s sorp ren d en te lo
p roporciona la palab ra ing. bless “co n sag rar”, “b endecir”, que p u e
de em plearse en algunos contextos p a ra tra d u c ir m aete y mactare,
bless se rem o n ta al germ. *blôdisôjan (véase OED, 7 s. v.), derivado
de *bl 6 do “sangre”. Significando en origen “ro ciar con sangre del
sacrificio”, evolucionó tan to su sentido que en la época d e la con
versión inglesa fue escogido p a ra tra d u c ir el lat. benedicere con
todas sus asociaciones de “venerar, alabar a Dios, invocar bendicio
nes, bendecir a u n a divinidad”, etc. A la v ista del u so d e m acte en
rito s dirigidos a Jano, las observaciones del OED so b re el significado
original del aing. bloedsian son de p a rtic u la r in terés :
S ig n ific a d o o r ig in a l (p r o b .) h a c e r “s a g r a d o ” o “s a n t o ” o o n sa n g r e ;
c o n sa g r a r p o r m e d io d e a lg ú n r ito sa c r ific a l q u e s e c e le b r a b a p a r a
h a c e r u n a c o s a in v io la b le p o r e l u s o p r o f a n o d e l o s h o m b r e s y la
in flu e n c ia p e r n ic io s a d e h o m b r e s o d e m o n io s (la a s p e r s ió n c o n s a n
g re d e l d in te l y la s j a m b a s d e la p u e r ta , E x o d ., X I I , 23, p a r a h a c e r
lo s s a n t o s p a r a e l S e ñ o r e in v io la b le s p a r a e l Á n g e l E x te r m in a d o r ,
e r a a l p a r e c e r e l tip o d e id e a e x p r e s a d o p o r b lo e d s ia n e n l o s t ie m
p o s p r e c r is t ia n o s ) .
t e n e r is la b e llis m o lle s m o r s iu n c u la e ,
n o s tr o r u m o r g io r u m ... — iu n c u la e ,
p a p illa r u m h o r r id u la r u m o p p r e s s iu n c u la e ...
Venus despierta, tan feas son, por C ástor, que serían capaces, creo,
de hacer escapar del tem plo a la m ism a Venus” Poen., 322 s .) . Tales
paréntesis son especialm ente frecuentes con expresiones de c o rte
sía (“sed, am abo, advortite anim um ”, Mil., 382) o m odestia (opinor,
credo, etc.). El paréntesis plenam ente explicativo parece m ás raro
en Plauto que en Terencio, de quien tom a H ofm ann la m ayoría de
sus ejem plos: “dictum hoc ín ter nos fuit (ex te adeo ortu m st) ne
tu curares m eum neve ego tu o m ?” (Ad., 796 ss.); “m inis viginti tu
illam em isti (quae res tib i v o rtat male) : argenti tan tu m d a b itu r”
(Ad., 191); “nim ium in ter vos, Demea, ac (non quia adens praesens
dico hoc) pernim ium in te re st” (Ad., 392). Tam bién es un hecho fre
cuente en el habla coloquial el que el h ablante com plete el esquem a
de u n a frase y desarrolle luego u n a serie de ideas secundarias. Te
nem os este tipo de adiciones en “ait... sese illum am are, m eum erum ,
Athenis qui fu it” (“dice que está enam o rad a de él, de mi am o, el
que estuvo en A tenas”, P lauto, Mil., 127); “dedi m ercatori quoidam
qui ad illum deferat, m eum erum , qui Athenis fuerat, qui hanc am a
v era t” (“se la di (la carta) a u n m ercader p a ra que se la entregase
a él, a m i amo, el que hab ía estado en Atenas, que se había enam o
ra d o de ésta”, Mil., 131 ss.). Los dos ejem plos propuestos p erten e
cen, desde luego, al cuasi-prólogo de la com edia en cuestión (Acto II,
Escena 1.a), pero p u eden servir com o m u e stra de u n procedim iento
típico de la exposición oral. E stas adiciones de consideraciones su b
siguientes dan lugar a u n coloquialism o sintáctico especialm ente fre
cuente: el acusativo proléptico. F rases com o “viden tu hunc quam
inim ico vultu in tu itu r? ” (Capt., 557) llevan de m odo n atural a cons
trucciones del tipo “qui noverit m e quis ego sum ” (M il, 925) ; “dic
m odo hom inem qui sit” (Bacch., 555).
La espontaneidad del hab la conversacional, al d e ja r poco tiem
po a la reflexión o corrección, lleva, como hem os visto, a las ilogici-
dades y dislocaciones sintácticas que los gram áticos llam an anaco
lutos. U na lengua puede ofrecer varias alternativas p a ra la expre
sión de un a significación dada. En el curso de la frase el hablante
puede olvidar la construcción con la que h a com enzado y p a sa r a
o tra distinta. P o r este cam ino aparece la contam inación, fenóm eno
m uy com ún en el habla cotidiana. P o r ejem plo, en “triduom non
in terest aetatis u te r m aior siet” (Bacch., 461) el hablante ha m ezcla
do dos m odos de expresión: “no hay ni u n a diferencia de tre s días
en tre sus edades” y “no se p o d ría d ecir cuál de los dos es el m ay o r”.
De m odo sim ilar “u t edorm iscam hanc crap u lam quam potavi p ra eter
anim i quam libuit sen ten tiam ” (“p a ra poder d o rm ir e sta borrachera
que cogí bebiendo co n tra m i voluntad”, Rud., 586) resulta ser una
fusión de praeter anim i sententiam y praeter quam libuit. Un tipo
especialm ente frecuente de anacoluto sin táctico es el ocasionado por
88 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
De cum atile com enta Nonio: “cum atilis a u t m arinus aut caeru
leus; a graeco tractu m , quasi fluctuum similis; fluctus enim graece
κύματα d icu n tu r”. Podem os citar tam bién los n om bres de artesanos
del lujo registrados en Aulularia, 508 ss.: phyrgio, patagiarii, m uro
batharii, diabathrarii, molocinarii, strophiarii, zonarii, thylacistae,
corcotarii. Tam bién los adornos y cosm éticos tom an sus nom bres
del griego : spinter (σφιγκτήρ “b razalete”), fucus “rouge” , cincinnus
“bucle” y schoenus, “perfum e b a ra to ” (cf. V arrón, L. L., 7, 64:
“schoenicolae ab schoeno, n u gatorio u nguento”) . P o r últim o podem os
d a r ejem plos de los adjetivos y adverbios de b u e n tono equivalentes
a nuestro s chic, soigné, etc.:
e u g a e , e u g a e ! e x o r n a tu 's b a s ilic e ,
t ia r a o r n a t u m le p id a c o n d e c o r a t s c h e m a .
t u m h a n c h o s p it a m a u te m c r e p id u la u t g r a p h ic e d e c e t! (P e r s., 462 s s .)
90 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
2. A ú n m á s re b u sc a d o r e s u lta e l “p ro d e u m p o p u la riu m o m n iu m a d u le s c e n
tiu m p o stu lo o b secro o ro p lo ro a tq u e im p lo ro fid em ” d e Cecilio, Com., 21.
94 INTRODUCCIÓN AL LATIN
3. S e ñ a la H a f f te r q u e e n la s esc e n a s in ic ia le s la le n g u a e s tá co n f re c u e n
c ia m á s e stiliz a d a q u e e n o tro s p a s a je s , sie m p re d e n tro de los se n a rio s y á m
bicos. P o r ejem p lo :
sa e p e ego re s m u lta s tib i m a n d a v i, M ilphio,
d u b ias, eg en as, in o p io sas consili,
q u a s t u s a p ie n te r d o c te e t c o rd a te e t ca te
m ih i re d d id is ti o p ip a ra s o p e ra tu a . (Poen., 123 ss.)
96 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Las com edias de Terencio, cuya vida literaria com ienza unas dos
generaciones después de Plauto, nos introducen en u n m undo lin
güístico m ás tranquilo y reposado. H an desaparecido la exuberancia,
la vis cómica y el vigor de las bulliciosas y picarescas com edias de
Plauto. Los efectos de Terencio son m ás sutiles: reserva, reticencia
y autocontrol caracterizan su estilo. A estas diferencias se les ha
dado una interpretación social. Según algunos estudiosos co rrespon
d en a diferencias de clase. Plauto refleja el habla de los estrato s m ás
b ajos de la población, m ientras que Terencio em plea el lenguaje de
la sociedad refinada: el círculo ilustrado de los Escipiones. P o r lo
que se refiere a Plauto, hem os visto ya cu án lejos de la verdad está
esta tesis. Nos queda p o r descubrir ahora el resultado de la aplica
ción de los m ism os criterios y m étodos de análisis a la lengua de
Terencio.
En pronunciación y gram ática, como era de esperar, la lengua h a
realizado ciertos progresos hacia la n orm a clásica. Se ha consum a
do el cam bio fonético ejemplificado -en votare > vetare, vortere >
vertere (véase su p ra). [N ota 14.] Terencio evita,.o em plea m ás ra
ram ente, ciertas form as gram aticales que aparecen librem ente en
P lauto: las form as m etaplásticas como fervere, olere, etc., son m ás
raras; nunca u sa dice o duce; tetuli, que es norm al en Plauto, ap a
rece sólo dos veces en Terencio. Las form as de optativo en -ssim ,
ta n frecuentes en Plauto, son empleadas p o r Terencio como recurso
deliberadam ente arcaizante en pasajes con rem iniscencias de la len
gua del derecho, faxim y faxo sobreviven, pero en frases estereoti
padas. Terencio es m ás arcaico que Plauto en un aspecto: en la
segunda p ersona del singular pasiva usa norm alm ente las form as
m ás breves en -re, en tanto que Plauto p resenta nueve ejem plos de
-ris, que Cicerón prefiere en el presente de indicativo p ara evitar la
confusión con el im perativo. E ntre las form as no clásicas de la len
gua de Terencio podem os anotar, resum iendo, ipsus (tam bién ipse),
hisce (tam bién hi), el dativo de singular femenino solae, algunas fo r
m as activas como luctare, altercare, im perfectos del tipo insanibat,
y, p o r últim o, ciertos arcaísm os confinados al final de las unidades
m étricas (verso o hem istiquio) : -ier, siem, attigo, face, duint, etc.
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 97
Que Terencio utilizó u n lenguaje m ás restringido y refinado r e
su lta evidente de la consideración de ciertas categorías de palabras
que hem os señalado antes com o típicas del h abla coloquial. Son
utilizados con m ayor econom ía y com o indicadores de c arácter los
térm inos de denuesto o invectiva. Hay m enos verbos frecuentativos,
merlos dim inutivos, m enos com puestos con ad-, con-, de- (véase
s u p ra ), y la m ayoría de los que él in tro d u jo fuero n luego in corpora
dos a la lengua literaria. T am bién en sus p asajes dialogados se e s
fuerza Terencio p o r lograr u n a m ás estrech a aproxim ación al h abla
n atural. Se ha hecho ver p o r H affter, p o r ejem plo, que Terencio p r e
fiere las interjecciones p rim arias como hem , au, vah, etc., a las se
cundarias hercle, age, etc., y que con m á s frecuencia que en P lauto
constituyen de p o r sí u n a expresión com pleta:
ecquid spei porrost? : : nescio : : ah! (Phorm., 474.)
Geta! : : hem! : : quid egisti! (Ibid., 682.)
una omnis nos aut scire aut nescire hoc volo : : ah! : : quid est?
(Ibid., 809.)
di obsecro vos, estne hic Stilpo? : : non : : negas?
concede hinc a foribus paulum istorsum, sodes, Sophrona.
ne me istoc posthac nomine appellassis : : Quid, non, obsecro, es
quem semper te esse dictitasti? :: st! (Ibid., 740 ss.)
P o r últim o:
quaeso quid narras? : : quin tu mi argentum cedo.
: : imrao vero uxorem tu cedo : : in ius ambula.
: : enim vero si porrö esse odiosi pergitis...
: : quid facies? : : egone? vos me indotatis modo
patrocinari fortasse arbitramini:
etiam dotatis soleo : : quid id nostra? : : nihil.
hic quandam noram quoius vir uxorem... :: hem :: quid est?
Lemni habuit aliam, : : nullu’ sum : : ex qua filiam
suscepit. (Ibid., 935 ss.)
Q ue tam bién algunos de sus contem poráneos le censu raron esta fal
ta de fuerza y vigor aparece claro en el prólogo del Phormio (4 s.) :
qui ita dictitat, quas antehac fecit fabulas,
tenui esse oratione et scriptura levi.
C a p ít u l o V
A. P o e s ía
(En el últim o ejem plo n ótese el lugar p rom inente dado a los verbos,
u n recurso favorito de Virgilio);
Interea loci
flucti flacciscunt, silescunt venti, mollitur mare. (Pacuvio, 82-3 W.)
cui manus materno sordet sparsa sanguine. (Accio, 12 W.)
2. Tricolon en asíndeton:
Podem os com parar con
Urit populatur vastat. (Nevio, Carm., 32 W.)
ibid quid agat secum cogitat curat putat. (Ennio, Trag., 349 W.)
constitit cognovit sensit, conlocat sese in locum
celsum; hinc manibus rapere raudus saxeum grande et grave.
(Accio, Trag., 424-5 W.)
miseret lacrimarum luctuum orbitudinis. (Ibid., 54 W.)
O tros ejem plos (“frigoraque e t fam en”, 28, 5; lib enter... lae tu s”,
31, 4; “sa tu r sup in u s” —nótese el asíndeton— , 32, 10) son probable
m ente pares de p alab ras establecidos ya de antiguo en la conversa
ción ordinaria. E ncontram os tam b ién u n recu rso de estilo digno de
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 117
pero
non flavo retinens subtilem vertice mitram,
non contecta levi velatum pectus amictu
non tereti strophio lactentis vincta papillas. (Ibid., 63 ss.),
ejem plo, no usa arcaísm os como duona, sos, endo, danunt, escit, ni
antiguas form as m etaplásticas como caelus, sanguen, flucti, lavere,
si bien algunas de ellas fueron rechazadas m ás p o r “vulgares” que
p o r arcaicas (véase capítulo VI); no em plea tam poco adverbios del
tipo rarenter, disertim y contem ptim . Q uedan tam bién elim inadas
las “glossae” dialectales como cascus, baeto, perbito, que tal vez con
sideraba com o “ex ultim is tenebris repetita” (cf. Q uintiliano, 8, 3, 27).
Es cierto que tenem os ejem plos de genitivo en -äl, de olle y quis,
d e form as verbales en -ier, faxo, fuat, de las p artícu las ast, ceu, y de
pone, Pero estos arcaísm os no están introducidos indiscrim inada
m ente como tendentes a d ar u n vago colorido poético. Algunos, n a
turalm ente, estaban im puestos p o r las exigencias (lenibat, nutribant,
m aererítum ) o conveniencias (infinitivos en -ier en el quinto pie:
aecingier artes) de orden m étrico. O tros com parecen en evocaciones
deliberadas de los predecesores, como, p o r ejem plo, en el p asaje de
tono lucreciano Aen., 6, 724 ss. con su cuidadosa notación de la es
tru c tu ra lógica por medio de las partículas principio... hinc... ergo,
el arcaísm o ollis (usado solam ente en esta fo rm a p o r Lucrecio), la
aliteración elaborada (p. ej. “m ens agitat m olem et m agno se c o r
p o re m iscet”), que es especialm ente frecuente en final de verso
(p. ej. “vitaeque volantum , m oribundaque m em bra, carcere caeco”).
Podem os n o ta r adem ás el pleonasmo revisant rursus y los n u m ero
sos ecos de la fraseología lucreciana (enniana) : globum lunae, m odis
m iris, volantum pt>r avium.
Ahora bien, im itatio aparte, los arcaísm os de Virgilio aparecen
usados con delicado y deliberado artificio. Como en el caso de L u
crecio, están dictados p o r el tem a. Es digno de n otarse, p o r ejem plo,
que la form a fu a t aparece en Virgilio solam ente en u n discurso de
Jú p ite r (A., 10, 108), pasaje que será de in terés exam inar aquí. Las
p alab ras del pater om nipotens están introducidas p o r el arcaísm o
infit. La escena está caracterizada p o r u n a aliteración de intensidad
enniana:
... eo dicente deum domus alta silescit
et tremefacta solo tellus, silet arduus aether,
tum Zephyri posuere, premit placida aequora pontus.
Finalm ente,
tum iussa Sibyllae,
haud mora, festinant flentes aramque sepulcro
congerere arboribus caeloque educere certant,
itur in antiquam silvam, stabula alta ferarum:
procumbunt piceae, sonat icta securibus ilex,
fraxineaeque trabes cuneis et fissile robur
scinditur, advolvunt ingentis montibus ornos. (176 ss.)
El κύκλος en
cessas in vota precesque
Tros, ait, Aenea, cessas? (Ibid., 51 s.)
C om párese
socer arma Latinus habeto
imperium sollemne socer. (12, 192 s.)
El “dicolon ab u ndans” en
errantisque deos agitataque numina Troiae (6, 68),
y com párese
omnia praecepi atque animo mecum ante peregi. (Ibid., 105.)
Tales estru ctu ras binarias equilibradas son p articu larm en te c ara c
terísticas de n u estro autor:
fataque fortunasque virum moresque manusque. (Ibid., 683.)
quos dulcis vitae exsortis et ab ubere raptos
abstulit atra dies et funere mersit acerbo. (Ibid., 428 s.)
Com párese
qui sibi letum
insontes peperere manu lucemque perosi
proiecere animas. (Ibid., 434-6.)
sed revocare gradum superasque evadere ad auras,
hoc opus, hic labor est. (Ibid., 128 s.)
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 123
exim Saturnus uxorem duxit Opem. Titan, qui maior natu erat,
postulat ut ipse regnaret, ibi Vesta mater eorum et sorores Ceres
atque Ops suadent Saturno, uti de regno ne concedat fratri, ibi
Titan, qui facie deterior esset quam Saturnus, idcirco et quod vide
bat matrem atque sorores suas operam dare uti Saturnus regnaret,
concessit ei ut is regnaret, itaque pactus est cum Saturno, uti si
quid liberum virile secus ei natum esset, ne quid educaret, id eius
rei causa fecit, uti ad suos gnatos regnum rediret, tum Satum o
filius qui primus natus est, eum necaverunt, deinde posterius nati
sunt gemini, Iuppiter atque luiio. tum Iunonem Saturno in con
spectum dedere atque lovem clam abscondunt dantque eum Vestae
educandum celantes Saturnum, item Neptunum clam Saturno Ops
parit eumque clanculum abscondit, ad eundem modum tertio partu
Ops parit geminos, Plutonem et Glaucam. Pluto Latine est Dis
pater, alii Orcum vocant, ibi filiam Glaucam Saturno ostendunt, at
filium Plutonem celant atque abscondunt. (Frag. III (Vahlen, p. 223)
= Warmington, R. O. L., I, 418, s.)
Podem os com parar tam bién u n pasaje del analista C alpurnio pisón
(citado por Gelio, 7, 9) :
Cn. Flavius, patre libertino natus, scriptum faciebat, isque in eo
tempore aedili curuli apparebat quo tempore aediles subrogantur,
eumque pro tribu aedilem curulem renuntiaverunt;
his annis paucis ex Asia missus est, qui per id tempus magistratum
non ceperat, homo adulescens pro legato, is in lectica ferebatur.
ei obviam bubulcus de plebe Venusina advenit...;
rium, quis hanc servitutem ferre potest? nemo hoc rex ausus est
facere: eane fleri bonis, bono genere gnatis, boni consulitis? ubi
societas, ubi fides maiorum? insignitas iniurias, plagas, verbera, vi
bices, eos dolores atque carnificinas per dedecus atque maximam
contumeliam inspectantibus popularibus suis atque multis m orta
libus te facere ausum esse! set quantum luctum, quantum gemitum,
quid lacrimarum, quantum fletum factum audivi? servi iniurias
nimis aegre ferunt, quid illos bono genere natos, magna virtute prae
ditos opinamini animi habuisse atque habituros, dum viverent?
(41 J.)
Eran, sin duda, p asajes com o éste los que Cicerón tenía en el
pensam iento cuando escribía (B ru tu s, 294) : “orationes autem eius
u t illis tem poribus valde laudo : significant enim form am quandam
ingeni, sed adm odum im politam e t plan e ru d em ”. Tal era la lengua
de la p ro sa elevada latina hacia m ediados del siglo n a. C.: una
m ezcla de la lengua coloquial con las form as arcaicas de los car
m ina religiosos y de las fórm ulas legales, em bellecida con cosm éti
cos indígenas, con los lum ina de la retó rica griega y con las flores
de la dicción poética contem poránea. Fue esta curiosa am algam a
la que en el curso del siglo siguiente se fue refinando p a ra dar lugar
a la lengua de la p ro sa clásica. El proceso fue esencialm ente de
selección y exclusión, la persecución de la latinitas b ajo la b an dera
de la urbanitas. El m odo en que esta actitu d excluyente y puntillosa
se desarrolló en tre los rom anos es difícil de ra stre a r. Sin d u d a el
rá p id o crecim iento del p ro letariad o urb an o , con la inm igración de
gentes que hablaban u n latín dialectal o m al asim ilado, estim uló el
esp íritu de superioridad y la conciencia de clase de la a risto c ra
cia dom inante. Desde luego Cicerón, al lam en tar la decadencia d e la
latinidad p u ra a p a rtir de la época de Escipión, la achaca a la in c o r
poración de elem entos nuevos a la población de la ciudad:
sed omnes tum fere, qui nec extra urbem hanc vixerant ñeque eos
aliqua barbaries domestica infuscaverat, recte loquebantur, sed hanc
certe rem deteriorem vetustas fecit et Romae en in Graecia, con
fluxerunt enim et Athenas et in hanc urbem multi inquinate lo-
quentes ex diversis locis, quo magis expurgandus est sermo...
(Brutus, 258.)
Acerca de este p asaje com enta: “los dos prim eros elem entos so n de
los que los griegos llam an κόμματα y noso tro s incisa; el tercero e s un
κώλον o, com o noso tro s decim os, m em b ru m , y finalm ente sigue un
periodo, no largo, sino consistente solam ente en «dos versos», es
decir, m em bra”. Tal estilo resu lta p articu larm en te eficaz, escribe Ci
cerón, en p asajes dedicados a p ro b a r o re fu ta r, y c ita un ejem plo
de su Pro C. Cornelio: “o callidos hom ines, o rem excogitatam , o
ingenia m etuenda” (hasta aquí p o r m em bra) ; luego con un incisum :
“dixim us”. Luego nuevam ente u n m em b ru m : “testis dare volum us” .
F inalm ente sigue la com prehensio (período) m á s breve posible, con
sistente en dos m em bra: “quem , quaeso, n o stru m fefellit ita vos esse
factu ro s?” (Or., 225).
Los oradores antiguos em plearon com plejos recursos p a ra p o
n e r de relieve las p artes de u n parlam en to construido incisim y
m em bratim . Tam bién en este pun to podem os sacar provecho de la
lectu ra del análisis del m aestro (Or., 164 ss.) acerca de su propia
p ráctica, cuando da a u n período u n a “definición” de este tipo:
et finiuntur aut compositione ipsa et quasi sua sponte aut quodam
genere verborum in quibus ipsis concinnitas inest; quae sive casus
habent in exitu similis, sive paribus paria redduntur, sive opponun
tur contraria, suapte natura numerosa sunt, etiamsi nihil est factum
de industria.
Es este estilo el que se rem eda, p o r ejem plo, en P lauto, Asín., 259 ss.
impetratum inauguratumst
quovis admittunt aves
picus et cornix ab laeva
corvos parra ab dextera
consiiadent.
diana. Tam bién César, a quien Cicerón alaba com o ejem plo p re
claro de p u ra latinidad (“illum om nium fere o ra to ru m L atine loqui
elegantissim e” , B rutus, 252), ad o p ta estilos diversos. Sus C om enta
rios están escritos en u n estilo austero, objetivo, con ciertas pecu
liaridades que recuerdan la lengua oñcial de la cancillería (“n udi
enim sunt, recti et venusti, om ni o rn a tu o rationis tam q u am veste
d etra cta ”, B rutus, 262). En cam bio, en sus discursos “ad hanc ele
gantiam verborum L atin o ru m ... adiungit illa o ra to ria orn am en ta d i
cendi” (Brutus, 261). Así h a señalado N orden los recursos retóricos
de u n fragm ento del Anticato de C ésar (p. ej. “p u tares non ab illis
Catonem sed illos a Catone deprehensos”, citado p o r Plinio,
Ep., 3, 12, 3), m ientras que L öfstedt h a detectado cláusulas rítm icas
en uno del De analogia (Cic., B rutus, 253) : “ac si, u t cogitata p ra e
clare eloqui possent ( - -------), nonnulli studio e t u su elaborave
ru n t ( --------- ), cuius te paene principem copiae ( —v, — ^ - ) atque
inventorem ( -------^ ) bene de nom ine ac d ignitate populi R om ani
m eritum esse existum are debem us (—«->— ) : hunc facilem et co
tidianum novisse serm onem ( - >->— ^) num p ro relicto est hab en
dum ?” ( - ^ — ^ - ^ ) ; tam bién en la cita “tam q u am scopulum sic
fugias inauditum atque Insolens verbum ” ( —^ -------). Nótese ta m
bién la “congeries” inauditum atque insolens.
Aun con estas lim itaciones y concesiones a la distinción de géne
ros, los ideales estilísticos (elegantia, concinnitas, n u m erus) de los
que Cicerón fue el práctico p o r excelencia no fueron universalm en
te aceptados. Estaban, por u n a p arte, los descarriados aticistas que
creían que u n tono tosco y rudo rep resen tab a de m odo exclusivo
el auténtico estilo ático (Or., 28). Todavía peores e ra n los seguido
res de Tucídides, n ovum quoddam im p erito ru m et ina uditum genus,
que se creían auténticos “Tucídides” tra s h ab er pronunciado unas
frases fragm entarias e inconexas: , “sed cum m u tila quaedam et
hiantia locuti sunt, quae vel sine m agistro facere p o tu eru n t, germ a
nos se p u ta n t esse Thucydidas” (Or., 32). La concisión y la oscu ri
dad del histo riad o r ateniense resultaban in apropiadas p a ra la o ra
toria. Si bien Cicerón no niega la excelencia de Tucídides com o
historiador, los discursos de Alcibiades tal como aparecen en Tucí
dides los considera “grandes... verbis, crebri sententiis, com pressione
rerum breves e t ob eam ipsam causam in terd u m subobscuri” (B ru
tus, 29). Un estilo de esta clase, el polo opuesto del ciceroniano, que
buscaba palabras arcaicas y poéticas, com prim ido en vez de pleno,
que cultivaba deliberadam ente la inconcinnitas y rechazaba el n u m e
rus, fue el acuñado p o r el h istoriador Salustio. Los arcaísm os que
utiliza son los que ya nos resultan fam iliares p o r las páginas p rece
dentes : parataxis, períodos torpem ente construidos con cam bio de
sujeto y uso superfluo del anafórico is, com binaciones aliterativas de
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 141
hesterno die direm istis pugnam ”, 27, 13, 5; con la frase aliterativa
“plenum sudoris ac sanguinis”, 6, 17, 4, com párese “sine sudore et
sanguine”, Ennio, Trag., 22 W. M uchos giros “virgilianos” de Livio
deben explicarse p o r la com ún dependencia de Ennio, com o por
ejem plo “vi viam faciunt”, 4, 38, 4, cf. “fit via vi”, Aen., 2, 494; “ag
m en... ra p it”, 3, 23, 3, cf. Aen., 12, 450; “iam in p a rte m praedae suae
vocatos deos”, 5, 21, 5, cf. Aen., 3, 222 “ipsum que vocam us in p arte m
p raedam qu e lovem ” .
Un origen enniano puede sospecharse tam bién en las sem ejanzas
en tre Livio y Lucrecio: “in volnus m o rib u n d a cecidit”, 1, 58, 11, cf.
“om nes plerum que cad u n t in volnus”, Lucr., 4, 1049. En general el
vocabulario de Livio abunda en p alab ras y form aciones poéticas
estereotipadas (proles, pubes, proceres, etc.; lacrim abundus, etc.).
Podem os reco rd ar cóm o los historiógrafos helenísticos adornaban
su p ro sa con p alabras poéticas com o κλαυθμός, λαιμός, άδηρίτως,
μήνις, λαΐλαψ, etc., afectación que provocó la b u rla de Luciano en
su Cómo se escribe la historia. Podem os tam b ién observar algunos
poetism os de sintaxis que ya nos son fam iliares (incerti rerum ,
aeger animi, cetera egregius).
Se ha puesto de relieve hace ya tiem po —por Stacey— que el
estilo de Livio no es u n ifo rm e a lo largo de to d a su obra. La p rim e
ra década p resen ta num erosos rasgos arcaicos y poéticos, “m ientras
que en la te rc e ra y aú n m ás en la c u a rta Livio tornó a las form as
y n o rm as m ás estrictas del clasicism o”'. Así, la p alab ra regimen, de
un tipo hab itu al en la lengua arcaica, aparece cinco veces en Livio:
cu atro en la p rim era década y la q u in ta en la tercera década y en la
expresión aliterativa regim en rerum om nium , con la que podem os
com parar el enniano “id m eis rebus regim en re s tita t” (Trag., 231 W.).
De m odo sim ilar som no revinctus (cf. Ennio, Ann., 4 W. “som no leni
placidoque revinctus”) es abandonado p o r Livio tra s dos ejem plos
en la p rim era década. El cam bio de estilo aparece n ítido en la e sta
dística de o tro s dos fenóm enos. En la tercera persona de plu ral del
perfecto de indicativo activo la term inación norm al de la prosa, p re
ferida por César y Cicerón, era -érunt, m ien tras que - ère, como ya
hem os visto, resu ltab a arcaico y poético. P ues bien, es la segunda
form a la que predom ina en la p rim era década, especialm ente en los
seis prim eros libros (con el 77 % en el III y el 73 % en el I I ) . En
los libros siguientes se p roduce u n a constante dism inución hasta
llegar al XLI, en que sólo hay dos ejem plos de -ere fren te a cincuen
ta y ocho de -érunt. Significativa es el alza de la curva en el li
bro XX I, en que el 42 % de -ére es u n índice del intenso colorido
poético de todo el libro. P o r lo que se refiere a los verbos frecuen
tativos, la ta b la estad ística que sigue habla p o r sí m ism a:
144 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
imperito 6 4 — —
C. P o e s ía y prosa p o s t c l á s ic a s
enim o rato riu s iste, im m o hercle ne virilis quidem cu ltus est, quo
plerique tem porum n o stro ru m auctores ita u tu n tu r, lascivia verb o
ru m et levitate sen ten tiaru m e t licentia com positionis histrionales
m odos exprim ant”. T am bién Q uintiliano cen su ra la m oderna lascivia:
“alios recens haec lascivia deliciaeque e t om nia ad voluptatem m u l
titu d in is im peritae com posita d electant” (10, 1, 43). E stos estilistas
continuaban, n aturalm ente, la larga trad ició n del asianism o, que iba
a verse reforzada en R om a p o r la llam ada “Segunda Sofística” . De
este estilo florido lleno de exuberancia (laetitia) y poeticus cultus,
de elaborada sim etría y efectos de asonancia, podem os elegir a Apu-
leyo como al m ás distinguido representante. G ran virtuoso de la
lengua, que, de acuerdo con la antigua doctrina, ad ap tab a su estilo
al género, Apuleyo p asa de la relativa sencillez y sobriedad de la
Apologia a la sofocante frondosidad de las M etam orphoses. En e sta
o b ra utiliza todos los recursos que la lengua le ofrece, arcaicos y
m odernos, coloquiales y solem nes. Un tono de artiflciosidad o rn a
m ental en exceso queda establecido desde el principio, en el que nos
describe su tie rra natal como “glebae felices aetern u m libris felicio
rib u s conditae, m ea vetus p ro s a p ia 6 e s t” . La n arració n de los p o r
m enores de su viaje suena a p aro d ia d e la construcción poética stra
ta viarum : “p o stq u am ard u a m o ntium et lubrica vallium et roscida
cespitum e t glebosa cam porum <em ensus) em ersi” (1, 2). Su añción
a los tip o s ab stracto s de expresión, tedioso rasgo del “gran estilo”,
e stá ejem plificada en “sim ul iugi quod insurgim us aspritudinem fa
b u laru m lepida iucunditas levigabit” (1, 2); o com binada en un tr i-
colon “abu n d an te” : “A ristom ene... ne tu fo rtu n a ru m lubricas am b a
ges et instabiles incursiones e t reciprocas vicissitudines ignoras”
(1, 6). Estos artificios resu ltan especialm ente sabrosos en la descrip
ción de escenas triviales. Así, “vi con m is propios ojos a u n m alaba
rista tragarse de p u n ta u n afiladísim o sable d e caballería” se dice
“isto gem ino o b tu tu circulatorem aspexi equestrem spatham p ra e a
cu tam m ucrone infesto devorasse” (1, 4). Sócrates empieza (1, 7)
a co ntar sus penas “im o de pecto re cruciabilem su sp iritum ducens”,
frase de co rte virgiliano con u n arcaico suspiritus com binado con
u n adjetivo cruciabilis acuñado, según parece, p o r Apuleyo. Sus p a
lab ras están introducidas p o r el arcaico-poético in fit; en la frase
“dum voluptatem gladiatorii spectaculi satis fam igerabilis consector
in has aerum nas incidi”, aerum nas es u n a p a la b ra convencional a r-
caico-poética, m ien tras que fam igerabilis, que u sa frecuentem ente
(es m uy típica su conjunción con el desenfadado y coloquial uxorcula,
9, 5), se conoce antes de Apuleyo sólo p o r u n a cita del De lingua
latina de V arrón. Sócrates da cuen ta a la anus scitula d e su d o m u i-
verba, quae n on nisi cum studio atque vigilia atque m u lta veterum
carm inum m em oria in d ag an tu r”. Tal e ra el esp íritu del tiem po, es
clavo una vez m ás de u n a m oda literaria griega introducida p o r el
em perador Adriano, quien p refería a C atón antes que a Cicerón y a
Ennio antes que a Virgilio.
En esta g uerra de las escuelas estilísticas rivales que dom inó to d a
la h isto ria de la p ro sa postclásica hubo tam b ién los inevitables h o m
bres de com prom iso como Plinio el Joven, quien se contaba e n tre
los adm iradores de los antiguos y em ulaba a Cicerón, pero no por
ello despreció a los talentos de su p ro p ia generación. Al tiem po que
confiesa su adm iración p o r los verba quaesita et exculta, es capaz de
m odelar una sententia llena d e agudeza.
Con el paso de los siglos el m undo se fue haciendo viejo y em
pezó a soñar con su pasado; la p ro sa se convirtió en o bra de epígonos
que exageraban ora las peculiaridades de u n m odelo, o ra las de otro.
El empleo de Virgilio como libro de texto y base de la enseñanza
gram atical acabó tam b ién en la p ro sa en u n a dislocación del orden
no rm al de las palabras. La m irad a que se volvía hacia el pasado con
nostalgia confundió los géneros y los estilos. Todos los arm arios y
g u ardarrop as de la lite ra tu ra ro m an a fueron saqueados para vestir
estos m anierism os literarios, y la envejecida M usa no encontraba
n ad a de incongruente en u n a cosm ética que autorizaba la aplicación
sim ultánea del lápiz de labios y el rim m el. Típico ejem plo de esta
com pleta corrupción del gusto es Sidonio Apolinar, u n hom bre fo r
m ado en la gram ática y retó rica tradicionales, que en la G alia de
godos y burgundios del siglo v pagó u n p atético trib u to de tra b a ja
da im itación al esplendor de la R om a m oribunda. Con relación al
estilo de sus cartas h a señalado W. B. A nderson “la pom posa co m
binación de rebuscam iento estilístico con verbosidad «sesquipedal»,
arcaísm os frontonianos, fantásticos neologism os y cascabeleos v er
bales que hace de su correspondencia un conglom erado irrita n te
p a ra los nervios... El resultado es u n a reductio ad absurdum de to
dos los recursos de la retó rica y u n a p arodia del latín”.
E sta m ies llena de cizaña necesitaba u n a limpieza; el ra stro jo
ardió en el fuego b á rb a ro antes de que el cam po p u diera volver a
fructificar.
E ntretan to , la lengua cotidiana, su je ta a las leyes universales del
cam bio lingüístico, ad aptándose a las m últiples exigencias de las
situaciones nuevas y las experiencias inéditas, se había ido a p a rta n
do progresivam ente de la lengua artificial de la literatu ra, distorsio
nada desde sus principios p o r la atracción de u n a cu ltu ra superior
y de una lengua d istinta. Al estudio de esta co rrien te subterrán ea
de la lengua viva vam os a dirig ir ah o ra n u e stra atención.
C a pít u l o V I
das, las sem icultas y las to talm en te incultas. Y aun aquí la fro n tera
cam bia constantem ente. Incluso d en tro de u n a clase social dada las
diferentes generaciones tienen sus p articu larid ad es idiom áticas. Los
vulgarism os de la calle recogidos p o r los chicos y adoptados p o r
abuelas joviales d an con el cam ino que los llevará a los salones
refinados. Los vulgarism os de hoy se co n v ertirán en los “fam ilia-
rism o s” de m añana. Los dem agogos Clodios se g ranjean popularidad,
y la evangelización cristian a gana adeptos utilizando p ara ello la
lengua del pueblo. Pero de la lengua no se puede decir que
“om nia fatis in peius ru e re ”. El esnobism o es u n facto r ta n co
rrie n te en el lenguaje como en las o tra s facetas del com portam ien
to social, y las p ersonas de prestigio se convierten en objeto de im i
tación p a ra sus inferiores. El progreso de la vida política, p o r su
p arte, hace cam biar la e stru c tu ra de la sociedad; u na nueva clase
dom inante surge sin e sta r lo b a sta n te asim ilada com o p a ra ad o p tar
las form as del h ablar refinado. Éstas son algunas de las m últiples
fuerzas universales que actu aro n en la gradual tran sform ación del
latín. No podem os p reten d er d o tar a u n fenóm eno tan proteico de
u n asidero term inológico rígido. M uchos han sido los intentos de
definirlo, y sin em bargo el “latín vulgar” sigue siendo u n pálido espe
jism o. Podem os fijar n u e stra atención en p u n to s particulares de fo
nética, m orfología, sintaxis y vocabulario, y d etectar en los do cu
m entos de que disponem os desviaciones respecto al uso clásico.
Luego, rem ontándonos a p a rtir de las m odernas lenguas rom ánicas,
postularem os form as prim itivas que d a rá n cuen ta de los puntos de
sem ejanza. Las coincidencias en tre las reconstrucciones y los rasgos
no clásicos de los docum entos nos cap acitará p a ra identificar a los
segundos com o reflejos del latín hablado. P or este m étodo podem os
co n stru ir u n a im agen sintética del “la tín v ulgar” . A hora bien, este
m étodo es esencialm ente atom ista, tra ta separadam ente puntos p a r
ticulares cada uno de los cuales sale a la luz en los docum entos en
m edidas diversas de accidentalidad (cf. in fra ). No tenem os ningún
texto que sea testim onio fiel ni de uno solo siquiera de los estratos
lingüísticos sim ultáneos. El cincel del cantero, la plum a de la m onja
locuaz, el trozo de yeso que g arrap atea en la pared, se ap artan de
la lengua real y p ro cu ran m overse d en tro de m odelos tradicionales.
Sólo a través de sus inadvertencias ocasionales, como sin quererlo,
los escritores nos d an indicios de que su lengua usual se desvía de
la de la escuela, que em plean a base de esfuerzo. Podríam os decir
que hay, en el p aisaje m uerto del latín literario, áreas sísm icas d o n
de erupciones ocasionales revelan la intensa actividad su b terrán ea
que un día h a rá surgir u n m undo lingüístico nuevo.
Vamos ah o ra a p asar brevem ente rev ista a algunas de estas áreas.
P a ra el período republicano citarem os en p rim e r lugar el in teresan
154 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Tam bién im po rtan tes com o reflejo de los cam bios en el latín
hablado son las num erosas inscripciones debidas a p ersonas sin cul
tu ra; entre ellas podem os señalar especialm ente: (1) las llam adas
defixiones, textos im precatorios escritos en lám inas de plom o, obje
tos punzantes de uso m ágico y sim ilares, p o r m edio de los cuales
los autores esperaban provocar la ru in a de sus enemigos; (2) los
graffiti de Pom peya, y (3) los epitafios de las tum bas de las gentes
hum ildes. Como ejem plo citarem os el grito que b ro ta del corazón
de uno que quiere “d ar el pucherazo” en las carreras:
adiuro te demon quicunque es et demando tibi ex anc ora ex anc
die ex oc momento ut equos prasini et albi crucies occidas, et agi
tatore Clarum et Felice et Primulum et Romanum ocidas collida
neque spiritum illis lerinquas. (= De 8753, DV 861.)
“Yo te conjuro, demonio, quienquiera que seas, y te pido que a par
tir de esta hora, de este día, de este momento, atormentes y mates
a los caballos del (bando) verde y del blanco, y a los conductores
Claro y Félix y Prímulo y Romano que los mates y los estrelles y
no les dejes aliento vital.”
F o n é t ic a
Acentuación
Vocales
Consonantes
M o r f o l o g ía
Género
Declinación
L . C. t. V. L. C. L. V. L. C. L. V.
Nom. “ä -a -US -o(s) -ÏS -e(s)
Ac. -am -a(m) -um -ofm) -em -e(m)
Gen. -ae -e -ï -i -Is -e(s)
Dat. -ae -e -ö -0 -Î -i
Abi. -ä -a -Ô -0 -e -e
Estos nom bres se vieron increm entados por una tendencia ge
neral hacia u n a caracterización m ás clara del género. Así, los fem e
ninos en -u s depusieron su engañoso atuendo: nura, socra. Hubo
incorporaciones sim ilares procedentes de otros tipos: coniuga,
sacerda (por sacerdos), nepta, tempesta. Los préstam os neutros
griegos en -m a fueron tam bién adscritos a esta clase, como lo fue
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 165
Segunda declinación
Tercera declinación
Adjetivos
Pronom bres
Verbos
nére, fulgére, fe n e r e , e tc .). Ahora bien, m ien tras que antes la terce ra
conjugación había experim entado pérd id as en favor de la segunda,
ahora el proceso se invierte y los cam bios ejem plificados p o r lugunt,
;p endunt, m iscère y ridère vinieron a desem bocar en la elim inación
del tipo en -ëre en algunas ram as del rom ance, si bien fue el triu n
fante en Hispania. A dviértase, sin em bargo, que la lingüística com pa
rativa rom ánica exige p ostular *sapëre (basado en el perfecto sapui)
y *cadëre. El segundo puede ser debido a la influencia de iacëre,
pero p ara este verbo las inscripciones atestiguan iacio y iacis. É stas
podrían, naturalm ente, ser variantes fonéticas debidas a la confusión
de e e i como en iubis, pero el paso a la c u a rta conjugación es evi
d ente en doliens, libiens y en florivit, florire, m ien tras que doleunt
parece ser una grafía de doliunt. La c u a rta conjugación recibe ta m
bién nuevos m iem bros procedentes de la tercera: disciunt, serpio,
*lucire, gemire.
O riginariam ente las desinencias eran suficientes p a ra indicar la
persona, y los pronom bres ego, tu, etc., se utilizaban con finalidad
enfática. En la lengua popular su empleo se hizo h ab itual y su fu e r
za se debilitó, de m odo que acabaron reducidos a la condición de
prefijos: j ’aime, tu aimes, il aime.
En las desinencias personales la evolución fonética pro d u jo la
p érdida de i en hiato (-io > -o, -iu n t > -u n t) y la elim inación de
diferencias en la pronunciación en tre -ës e -is o -et e -it en posi
ción átona. La Peregrinatio Aetheriae m u estra preferencia p o r la
grafía contiget, benedicet, colliget, prendet. Las correspondientes
form as del plural ponent, tendent, vadent, tollent, reponent no pue
den, naturalm ente, ser equivalentes fonéticos del correcto -unt. A
la vista del hecho de que la segunda conjugación e stab a m uriendo
en el latín vulgar p odría pensarse que la preferencia de E teria era
la reacción de la ignorancia solícita ante el tro n a r del m aestro de
escuela: “pendent non p en d u n t”; sin em bargo, -ent h a prevalecido
en Hispania, y hay notables indicios de que E teria procedía de G a
licia.
Pasando a los tiem pos, el im perfecto sufrió pocos cam bios y ha
sobrevivido casi intacto en rom ance, si bien -iebam > -ebam . Sin em
bargo, las form as en -ibam se m antuvieron tam bién a lo largo de toda,
la latinidad.
Los futuros de indicativo latinos fueron en su origen o bien fo r
m as de subjuntivo (legam), o bien form as com puestas con el verbo
“ser” (-bo) (véanse pp. 271 s.). A través de to d a la h isto ria del latín
este tiempo se m antuvo fiel a su origen m odal (“volitivo”) : por una
parte, el fu tu ro de indicativo se usó con valor de im perativo; p o r
otra, el subjuntivo expresaba idea de futuro. T am bién en rom ance,
en el que las antiguas form as de fu tu ro h an desaparecido, su lugar
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 169
S in t a x is
El verbo
V o c a b u l a r io
locare, en tan to que eicere5 llega a significar sim plem ente “saca r”.
Una com adrona in stru id a en el latín clásico se q uedaría sorprendida
ante el consejo q u e le d a Sorano; m as su foras eiciat significa sim
plem ente “que saque al niño” y no “que lo a rro je fuera” .
La búsqueda de fuerza expresiva se refleja tam bién en las ex p re
siones pleonásticas (véase su p ra p. 83) : par idem , om nes universi
ceteri alii, om ne to tu m , am bo duo, singulis diebus cottidie, su rsu m
ascendere, intus penetrare, ante praeparatus, am plius augmentare, e
incluso m uliebria fem inarum . La m ism a tendencia produce adver
bios, conjunciones y preposiciones dobles: tu m deinde, itaque ergo,
ergo igitur, deinde postea, paene vix, ita sic, sic taliter, u t quia, nec
non etiam et.
Ciertos rasgos característicos del latín tard ío m encionados en
el análisis que precede, algunos de los cuales sobreviven en ro m a n
ce, e stá n tam bién atestiguados en el latín arcaico, pero están au sen
tes de la lengua de los autores clásicos. E ste fenóm eno d e la “laguna
clásica” fue exam inado hace ya largo tiem po p o r F. M arx, fabulari,
p o r ejem plo, según vim os en el capítulo IV, fue usado de m odo
constante p o r los au to res de la com edia como térm ino coloquial p o r
dicere. Fue evitado p o r C ésar y Cicerón, pero que perm aneció de
m odo con stan te en la lengua coloquial parece evidente p o r el hecho
de sobrevivir actualm ente en el esp. hablar. O tra p alab ra española,
m ozo (port, m oço), deriva de m usteus, siendo m u stu s u n a p alab ra
rú stica qu e significaba “nuevo, fresco”; Catón la aplica a un joven
cordero y Nevio a u n a m uchacha (virgo). Sin em bargo, la lengua
clásica conoce sólo el m u stu m sustantivado, “m o sto ”. E n tre las p r i
m eras palab ras griegas que e n tra ro n en la lengua popular estab a
campsare, térm in o náutico que significaba “d o b lar u n cabo”, etc.
(véase p. 88). Aparece en Ennio, pero se pierd e de vista hasta re
aparecer m uchos siglos después en la Peregrinatio Aetheriae, con
u n ligero cam bio de significado, “cam biar de ru m b o ”; la evolución
sem ántica es evidentem ente “d oblar (un cabo, e tc .)” > “cam biar de
ru m b o ” (cf. CGL, IV, 227, 38: “deverticulum , ubi cam satu r”) . La
p alab ra sobrevive en el it. cansare. Löfstedt, que ha exam inado öl
tem a m ás recientem ente, hace n o ta r que el adjetivo canutus se halla
en u n fragm ento de P lauto p a ra reaparecer en el latín tard ío en los
A cta Andreae et M atthiae y sobrevive en el it. canuto, etc. Minaciae,
que es plautino, reaparece en el Liber ad G regoriam (siglo v) y es el
antepasado de fr. m enace e it. minacci. La ausencia de tales palabras
de los tex to s clásicos —excepto en la m edida en que pueda explicar
se p o r lo reducido d e la gam a objetiva cu b ierta p o r la literatu ra c lá
sica, que no h ab ría hallado ocasión d e em plear ciertas palabras—
way, aunque etim ológicam ente idéntica a al. Weg, tiene aplicaciones
que no se dan en la p alab ra alem ana: en inglés puede decirse “a Way
of life” (“u n m odo de vida” ), pero no Lebensweg en alem án. A hora
bien, en u n a lite ra tu ra de traducción la p alab ra de la lengua reci
piente puede ad q u irir p a rte del cam po sem ántico de la palabra ex
tra n je ra traducida. E jem plos a m enudo citados son los térm inos
técnicos de los gram áticos. Así, πτωσις “caída” a p a rtir del sentido
p a rtic u lar de “la caída del d ad o ” h ab ía llegado a significar en griego
u n “caso” gram atical. La p alab ra latin a casus, q u e es u n a traducción
literal, adquirió el m ism o significado técnico en la term inología gra
m atical rom ana. De m odo sem ejante p u n c tu m adquirió un nuevo
significado d e στιγμή, conquirere “d isc u tir” de συζητεΐν, idoneus
“ju sto y p ro p io ” de χρηστός, advocare “consolar” de παρακαλεΐν,
crep are “m o rir” de ψοφίζειν, en ta n to que sera “atardecer” c o rre s
ponde a όψία. En la sintaxis ciertas traducciones dem asiado lite ra
les llevan al uso de construcciones que no ten ian n ada de latinas;
p. ej. si percutim us in gladio? (22, 49) p o r εί ιτατάξομεν έν μαχαίρη;
en san Lucas. Que este uso in stru m en tal de in con dativo no es latino
está expresam ente afirm ado p o r san A gustín en su com entario a
la versión del Éxodo de la “Ita la ” (XVII, 5) : “ «in q ua percussisti»
d ix it p ro eo quod dicim us «de qua p ercussisti»”. E ste últim o giro
es u n interesan te testim onio del uso corriente en latín vulgar q u e es
continuado p o r el em pleo in stru m en tal de de en francés. R esta
añ ad ir que la p opularidad de la construcción en griego tardío debe
algo a la influencia hebrea.
La uniform idad del latín tard ío tal como aparece en las fuentes
accesibles, ya lo hem os dicho, difícilm ente p o d ría reflejar las varie
dades de la realidad lingüística actual de las diversas p artes d e la
Rom ania. Con todo, la postulación p o r los estudiosos d e un m á s o
m enos uniform e rom ance prim itivo, lengua m ad re de las m odernas
lenguas rom ánicas, p lan tea necesariam ente el interrogante d e la
fecha en que ocurrió la “q uiebra” . Antes de in ten tar una respuesta
será conveniente reflexionar sobre los m étodos utilizados en lin
güística histórica. P a ra establecer u n lím ite cronológico del tipo que
nos interesa debem os en p rim er lugar d eterm in ar las características
que im prim en a u n a form a de lengua d ad a el carácter de “francés”
y no de “latín ”. Tal clase de definición sólo puede to m ar la form a
de u n a lista de p untos concretos de fonética, m orfología, sintaxis y
vocabulario. En la p ráctica es difícil definir u n dialecto o una lengua
salvo in extenso com o la sum a de sus características. IJna vez de
term inados esos rasgos genéricos, se explora u n a serie cronológica
de textos a fin de establecer el m om ento en que p o r vez prim era
aparecen los fenóm enos en cuestión, lo cual nos prop orcionará una
serie de term ini p o st quos. De hecho n u estro m étodo es atom ista, y
182 INTRODUCCIÓN AL LATIN
5. V éase Ch. M o h r m a n n , “V igiliae C h ristian ae”, IV, 1950, pp. 193 ss.
6. Sobre este p u n to véase W. J. T e e u w e n , S p ra ch lich er B edeu tu n gsw an del
bei T ertu llia n , 1926.
196 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
t e r p o t e n t e s , q u a m i n p a r v o m a g n a m o l i e n t e s , q u i s a d e a t a n im o ,
q u is p r o m a t e lo q u io ? ”
Pero es en los serm ones m ás form ales, dedicados a las grandes o ca
siones del año cristiano, donde estos recursos d e la retó rica popular
e stá n elevados a la categoría de u n a nueva fo rm a artística. Como
ejem plo podem os c ita r u n p asaje del Serm o 199 ira epiphania dom ini:
“ ip s e e n i m n a t u s e x m a t r e ,
d e c o e lo t e r r a e n o v u m s i d u s o s t e n d i t ,
q u i n a tu s ex P a tre
c o e lu m t e r r a m q u e f o r m a v i t .
e o n a s c e n t e lu x n o v a e s t i n s t e l l a r e v e l a t a ,
q u o m o r i e n t e lu x a n t i q u a e s t i n s o l e v e la ta .
e o n a s c e n te s u p e ri n o v o h o n o r e c la r u e r u n t,
q u o m o r ie n te in f e ri n o v o tim o re tr e m u e r u n t,
q u o r e s u r g e n t e d i s c ip u l i n o v o a m o r e e x a r s e r u n t ,
q u o a s c e n d e n t e c o e li n o v o o b s e q u io p a t u e r u n t .
c e l e b r e m u s e r g o d e v o t a s o l e m n i t a t e e t h u n c d ie m ,
q u o c o g n itu m C h r is tu m M a g i e x g e n tib u s a d o r a v e r u n t,
s i c u t c e l e b r a v i m u s i l l u m d ie m ,
q u o n a tu m C h ris tu m p a s to r e s ex Iu d a e a v id e ru n t.
206 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
i p s e e n i m D o m in u s D e u s n o s t e r e le g it A p o s to lo s e x l u d a e a p a s t o r e s ,
p e r q u o s c o n g re g a re t s a lv a n d o s e tia m ex g e n tib u s p e c c a to r e s ” .
10. Cf. tam b ién el conjuro para m ales de los pies citad o por Varrón,
R . B „ 1, 2, 27:
ego tu i m em ini
m edere m eis pedibus
terra pestem ten eto
salu s h ic m aneto
in m eis pedibus.
ESBOZO DE UNA HISTORIA DE LA LENGUA LATINA 207
Gramática histórico-comparada
C a p ítu lo V III
F O N É T I C A
V ocales
Acento
V o cales
Sílabas iniciales
lat. arc. dueños. Esta tendencia debe haber persistido hasta la época
de los primeros contactos de Roma con Grecia si, como parece pro
bable, ovare deriva del grito ritual griego de las bacantes.
3. e pasa a o ante velar [1] (véase infra). Esto explica la vocal
de volo, etc., en cuanto opuesto a velim, velle: además téngase en
cuenta solvo < *se-luo, oliva < *elaiuä. E s te cambio f u e f r e n a d o por
una consonante palatal precedente: así tenemos scelus, gelu, e tc ., pero
holus < más antiguo helus.
i> i video = gr. (F)iôeîv, ing. wit, ser. vidm á “sabem os” .
*dix, dlcis, dlcare = gr. δίκ-η.
1. i > e a n te la r p ro c e d e n te d e s in te r v o c á lic a (v é a s e p. 2 3 1 ) :
*si-sö > sero; cinis, cineris < *cinises.
D iptongos
lat. are. oino, lat. clás. ünus = gr. οίνή “el as (en los d a d o s)”
gót. ains, etc.
lat. are. com oinem , lat. clás. co m m ü n is = airl. m&in, m ö in <
*moinl~.
lat. are. coiravit, pelig. coisatens = cüràvërunt.
lat. are. sudor = ser. svédas, aaa. sweiz “su d o r” < * s woid.
1. En sílabas iniciales, detrás de u, oi pasó a ei en latín arcaico
por disimilación, y ei luego se convirtió en z (véase ei) :
vidi = ( F ) οΐδα, ser. véda, etc.
vïeus — (F)οίκος, etc.; vinum = (F)οίνος, etc.
2. El mismo cambio se da después de I ante una consonante labial
en liquit, si esta forma procede de *leloiq'‘et, lo que es inseguro. l a
ï podría ser importada del compuesto reliquit, donde î es resultado
normal de oi en sílaba medial (véase infra).
3. La grafía antigua se conservó en ciertas palabras pertenecientes
a las esferas conservadoras del derecho y la religión: poena (gr. ποι
νή) pero pünio, foedus (lat. are. foidere), moenia (pero mñrus, lat. are.
moiros, moerus —emparentado con ing. mere en mere-stone, “mo
jón”—); Poeni pero Pünicus (gr. Φοίνικες).
Sílabas cerradas
a > e, y o > u; e, i y u perm anecen inalteradas.
a aptus; ineptus; castus: incestus; annus: biennis; arm a: inerm is;
parco: peperci; dam no: condem no; gr. τάλαντον: talentum .
1. Ante [η] esta e, al igual que e acentuada, pasa a i: frango:
confringo; tango: contingo.
2. Ante [1] velar (véase supra) esta *e > u: calco: inculco;
salsus: insulsus.
e sessus: obsessus.
1. Ante l velar, e > u: percello: perculsus < *per-celsos.
o onustus < *onostos; euntis < *eiontes; alum nus < *alomnos;
secundus < *seq*ondos; industrius < *endostruos; gr. άμόργη >
am urca (este p réstam o en tró a trav és del e tru s c o ).
1. Después de u, o se mantuvo hasta el siglo i d. C. Por ello las
grafías clásicas fueron fruontur, sequontur, etc.
Diptongos
Sílabas abiertas
a se ha conservado claram ente en ita, aliuta (cf. itid em ). En opi
nión de algunos estudiosos, estas form as se p ro d u jero n p o r ab re
viación yám bica de *itä, *utä (véase sin em bargo p. 281).
e se m antiene: age, domine.
0 > e: sequere < *sequeso, cf. gr. εττεο. Respecto a Ule véase “P ro
nom bres”, p. 255.
1 > e: mare, m ari-a; *anti (gr. αντί) > ante. Los ablativos pede,
etc., son en su origen locativos co rrespondientes a ποδί, etc., en
griego.
En ciertas p artícu las y form as de pronunciación rá p id a la vocal
breve se ha perdido en algún caso : quin < qui-ne, sin < sine, vidén <
vidësne, ain < ais-ne. Esto es lo que ha originadç excepciones apa
rentes a las leyes de acentuación: m dés-ne > vidén.
La i final se perdió en las desinencias p rim a ria s del verbo: tre-
m o n ti > trem unt, *sonti > sunt, * es-ti > est (pero véase p. 263 so
b re ess).
Sílabas cerradas
a > e: artifex < *-fax, rém ex < *-ags, cornicen < *-can, princeps,
auceps < *~caps.
e se m antiene: auspex, senex, nöm en (con e n < n ) , decem (con
em < m ).
1. Ante -s y -t, e > i en el siglo in a. C.: por ello agis < *ages(i),
agit < *aget(i); cf. los genitivos de lat. are., Cereres, etc., y el per
fecto dedet.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 223
i se ha m antenido en ovis, lapis < *lapid-s, salix, etc. El diferente
tratam ien to que vemos en iüdex < *iouz-diks, com es < *com it-s
se debe probablem ente a la analogía de form as com o auspicem :
auspex; artificem : artifex,
u no cam bio: m anus, m anum , etc.
o > i i e n aliud, Istud. A nte -s y -m se m antuvo en lat. are. : m a
ntos, Luciom , etc., pero > u en época clásica, excepto cuando iba
precedida de v, u: p o r ello dom inus pero parvos, exiguos, etc.
1. E l d e s a r r o llo d ife r e n te , d e hospes < *hostipots, se d e b e t a m
b ié n a a n a lo g ía d e artificem : artifex, e tc .
Diptongos
Las so n a n t e s
r r consonántica se m antiene.
ruber = gr. έ-ρυθρός, ing. red (p. 229).
fero = gr. φέρω, ing. bear (p. 229).
1. C u a n d o la v o c a l q u e le s e g u ía s e p e r d ía p o r s ín c o p a , la r s e
h a c ía silá b ic a , y e s tá r e p r e s e n ta d a e n la tín p o r -er: p . e j . ter = xρίς
(tris > ífs > ters > ter); c f. certus < *kritos, testis < *terstis <
“tristis (cf. o . tristaamentud = testamento); ager < *agros (gr.
άγρός); âcer < *âcris; agellus < *agflos < '*agrolos.
posco = ser. prcchäm i “yo p reg u n to ”, al. forschen < *porc-scö <
*prk-skö.
En un a sílaba final -o r > -Mr: iecur: ser. î/afcri < *iequr-t
(p. 228).
Z se m antiene en latin.
linquo = gr. λείπω, ing. Zeawe < *leiqv (p. 228).
lego = gr. λέγω , etc. < *leg.
in-clutu s = gr. κλυτός, ser. érutás, < *klutós.
I en latín aparece como ol:
m ollis = gr. ά-μαλδ-ύνω, ser. m rd ú s < *m olduis < *m ldu-,
m se m antiene.
m a ter = gr. ματηρ, ing. m other, etc.
nóm en = gr. ονομα, ser. ñama, ing. name,
dom us = gr. δόμος, etc.
ψ > lat. em.
decem = gr. δέκα, ser. dása < *dekm.
septem = gr. έπτά, ser. saptá < *septm.
centum (en p o r em p o r asim ilación a la í siguiente) = gr. έ-κατόν,
ser. satdm < * (d )k m to m .
La m final tenía una pronunciación relajada y era poco más que
una nasalización de la vocal precedente: de aquí las grafías oino,
aide, duonoro, etc., en latín arcaico.
n se m antiene:
novem , novus (p. 216).
genus = gr. γένος, ing. Mn, etc. < *genos.
n > lat. en:
tentus = gr. τατός, ser. tatás < *tntós.
Sobre novem p o r *noven < *neun, véase p. 260.
Ante s, n latin a desaparecida en sílabas finales con alargam ien
to de la vocal precedente: p. ej. servös, m ensas, rêgês < *servons,
*m ensäns, *reg~ns. En las sílabas m ediales la n se m antuvo
m ás tiem po (m ënsis, änser, etc.), pero la m ism a tendencia a su
pérd id a se m antuvo a lo ¡largo de la h isto ria del latín, de tal
m anera que las lenguas rom ánicas no p resen tan ejem plos de n
ante s. G rafías como cosol, cesor, etc., aparecen en fecha tem p ra
na, y esa “n m u d a” fue introducida erróneam ente con frecuen
cia, po r ejem plo en thensaurus, form onsus, etc.
Cuando se perdía por síncopa la vocal siguiente, al igual que r se
hacía silábica la n, y esa # está representada por en o in: p. ej.
Sabellus < *Safn(o)los; sigillum (< sigxßom < *signolom); cf. pugil
lus < *pugno-los, pastillus < *pastnilos (pañis deriva de *pastnis).
226 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
L as c o n so n a n tes
Sordas Sonoras
Sordas Sonoras aspiradas aspiradas
Labiales P b ph bh
Dentales t d th dh
Palatales k 9 kh gh
Velares q g qh gft
Labiovelares qu g» quh g uh
Fricativas s z — —
k Véase centum , decem, vicus, dico (lat. arc. deico = gr. δείκ-νυμι),
etcétera.
q E sta oclusiva velar ide. viene exigida p o r la necesidad de dar
cuenta de ecuaciones en las que las lenguas satem (p. 41) p re
sentan u n a gutu ral oclusiva k, no la fricativa s, etc., y que en
o tras ecuaciones corresponde a la Te no satem : p. ej. crúor = gr.
κρέας, ser. kravís < *qreu 9 s. Las lenguas no satem no d istin
guen en tre la serie p alatal (k, etc.) y la velar (q, etc.).
g (g)nösco = gr. γι-γνώσκω, ser. jü ä -, etc., < *gnö.
genus = gr. γένος, ing. kin, ser. jánas < *genos.
ago — gr. άγω , ser. d jä m i < *agö.
augeo = gr. αϋξω, gót. auka, ser. ójas- “fuerza” < *aug.
g E sta oclusiva velar viene exigida al igual que q p o r ecuaciones
como la siguiente, donde g satem se corresponde con g no
satem : tego = gr. στέγος, lit. stógas, “tech o ” < *steg.
MORFOLOGÍA
N o c io n e s p r e l im in a r e s
F o r m a c ió n de lo s n o m b r e s
El sufijo puede ser “cero” : son los llam ados “nom bres raíces”,
como du x (dúc-s), lux, p ä x (pâc-s), pës, vöx, ôs, etc. Los nom bres
raíces o radicales constituyen a m enudo el segundo elem ento de
nom bres com puestos: iüd ex < *ious-dic-s, opifex < *opi-fac-s,
auceps < *avi-cap-s, etc.
1. A bstractos verbales:
a) - ti-: m o rti-s (p ara la fo rm a del nom inativo singular,
véase in fra ).
b) -ti-ö n -: actio.
c) - tu -: cantus.
d) -tü rä : cultura, pictura.
e) -io -: im perium .
f) -ië -: species.
g) -ö r-: tim or.
2. In stru m en to s:
a) -tr o -: aratrum , feretrum .
b) -culo-: gubernaculum.
c) -e ro -; sepulcrum .
d) -b u lo -: stabulum .
e) -bro-, -b rä -: lavabrum; dolabra, latebra.
3. P roducto o resultado de la acción:
a) -m en, -m e n to -: semen, carm en; fu n d a m entum , vesti
m en tu m .
b) -n o -: donum , lignum, signum.
4. Agente: -tô r-: victor (sobre los derivados fem eninos en
-trie-, véase su p ra).
5. Lugares: -torio-: dorm itorium , conditorium .
1. A bstractos:
a) -i&: superbia, audacia.
b) - ta l- : dignitas.
c) -itiâ, -itiës: laetitia, malitia; planities.
d) -tü d in -: m agnitudo, turpitudo.
e) -m önia: acrimonia.
L as c i a s e s de d e c l in a c ió n y l a s d e s i n e n c i a s c a s u a l e s
Los tem as en -a
Singular:
N om inativo * - á : 2 gr. χώρα, etc. En latín la vocal se abrevió a
p a rtir de las p alabras yám bicas: rötä, tögä > rota, tögä (brevis
brevians), generalizándose luego a to d a e sta clase flexiva.
Acusativo *-m ; gr. χώρ«ν, ser. aevám. En latín las vocales largas
se abreviaron de m odo regular an te -m final (p. 222), de donde
réginam , etc.
Vocativo *-ä: gr. νόμφοί, probablem ente ide. a.
G enitivo *-äs: gr. χωράς, u. tutos, etc. E sta term inación se con
serva en lat. arc. ëscâs, viäs, etc., y en la form ula estereotipada
(pater) fam iliâs. Fue reem plazada, sin em bargo, p o r ~äi (pictai,
Virgilio) m odelada sobre el genitivo en -i d e los tem as en -o (véase
in fra). Es probable que el proceso se iniciara en contextos en que
u n adjetivo en -o estuviera com binado con u n n o m bre m asculino
de tem a en -ä: *boni agricolas > boni agricoläi. -aes (Aquiliaes, etc.)
es una com binación de -ae y -äs.
Dativo *-ä + -ei > *-äi: gr. χώρδι. E sta fo rm a se conserva en
lat. are. Menervai, Fortunai, etc. En itálico la -i final caía ante vocal
inicial, de donde lat. are. m atuta. La term inación u su al -ae (para el
desarrollo fonético véase p. 222) se rem o n ta a la fo rm a anteconso-
nán tica generalizada. Nótense las form as dialectales como Fortune,
etc. (véase p. 68).
Ablativo. En indoeuropeo e ra idéntico al genitivo, al igual que
en el gr. χώρας. En itálico se creó u n a desinencia -cid analógica de
-öd (véase in fra ). La -d final se p erdió en to rn o al 200 a. C., de don
de la term inación clásica -á. En latín arcaico tenem os sententiad,
praidad, etc.
Locativo. *-% añadida al tem a dio lugar al lat. are. Rom di, etc.,
que evolucionó de m anera regular a Rom ae. Nótese que las te rm i
naciones de genitivo, dativo y locativo de e sta declinación, idénticas
en la época clásica, eran distintas en origen: *-äs, *-äei, *-àï.
Los tem as en -o
Singular :
N om inativo *-s. Sobre -o s > -us véase p. 223: dom inus.
Vocativo. M uestra el tem a p u ro con el grado e de alternancia:
dom ine; cf. gr. άδελφε.
Acusativo *-m. Sobre -o m > -u m véase p. 223; dom inum ; cf.
gr. δοΟλον.
G enitivo *-o-syo: gr. ΐπιτοιο, scr. açvasya. E n céltico y en itálico
e sta term inación fue reem plazada p o r una -l de origen oscuro. Ad
viértase que ésta n o e stá u n id a a la vocal tem ática -o-, pues el latín
arcaico distingue p erfectam ente e n tre una -i originaria y el d ip
tongo -ei: Latinl (genitivo singular), pero virei (nom inativo de p lu
ra l). P or tanto, la -i no procede de -oi; es u n sufijo de derivación
244 INTRODUCCIÓN AL LATIN
que tiene la m ism a entidad que el elem ento -o form ador del tem a.
Se lo h a puesto en conexión con u n sufijo adverbial -i que tiene el
sán scrito (véase p. 292) y tam b ién con la -l em pleada p a ra form ar
fem eninos (rëg-ï-na). [ N o t a 29.] En su origen puede haber sido
un sufijo form ad o r de adjetivos dotado de u n significado general de
“perteneciente a, conectado con”. Ello co ncordaría con el uso sin
táctico del genitivo com o caso adjetival. Los denom inativos m ascu
linos del tipo rathi “conductor de c a rro ” y los fem eninos como
rájñí, lat. regl-na, rep resen tan o tra s especializaciones del m ism o
su fijo .3
Dativo *-öi < **o + ei: gr. ΐτπτωι. La o se abrevió en itálico
cuando la p alab ra siguiente em pezaba p o r consonante. Un ejem plo
latino arcaico es N um asioi = Numeriö. A nte vocal la -i se perdió, y
fue -ö la term inación que se generalizó en latín.
Ablativo *-5d: ser. açvâd. Se conserva todavía en lat. are. Gnai-
vod, poplicod, etc. P a ra la p érd id a de la -d véase p. 227.
Locativo * -o + í. Cf. gr. οϊκοι. El oseo, sin em bargo, presenta -ei:
lúvkei “en el bosque”. Lat. -ei (Delei) e -ϊ (dom i, belli) pueden
rem o n tarse tan to a -oi com o a -ei. E sta fo rm a casual sobrevive en
latín sólo d e m odo esporádico, habiendo sido suplan tada p o r la del
ablativo.
P lu ral :
N om inativo *-ös < **o + es: ser. açvâs, o. Núvlanús = “Nolani”.
E n latín esta term inación fue reem plazada p o r -o i bajo el influjo
de los dem ostrativos, desarrollo paralelo al del griego. Sobre el
desarrollo fonético oí > oe (poploe, canto de los salios) > ei (ser
vez, etc.) > e (ploirum e) > l (servi, etc.) véase p. 223. En textos
dialectales aparecen form as alargadas -eis, -es, -is, con -s tom ada
d e la tercera declinación: leibereis, m agistres, duom vires, m inistris.
Acusativo * -o -n s: cret. έλεύθερονς. S obre el desarrollo fonético
latino -ores > -os véase p. 225.
G enitivo *-öm < **o 4- óm. Se conserva en latín arcaico con
la regular abreviación de ö an te m , R om anom , etc. Este tipo de
form as eran aún frecuentes en la época arcaica (verbum , inim icum ,
P lau to ), y se m antienen en la fraseología conservadora de la reli
gión y el derecho : deum , trium virum , n u m m u m , etc. La term ina
ción norm al -ö ru m se creó analógicam ente sob re -ärum de los
tem as en -á (véase su p ra).
Dativo y ablativo. La term inación latina se rem o n ta a la del ins
tru m e n tal indoeuropeo en -öis: gr. ϊπττοις, ser. açvâis, etc. El dip
La tercera declinación
Plural :
Nominativo. La desinencia originaria *-ës, conservada todavía
en oseo (hum uns, con caída de ë p o r síncopa, = hom inés), fue reem
plazada en latín p o r -ës, que co rrespondía en propiedad a los tem as
en -i (véase in fra ): rêgès, etc.
Acusativo *-ns (gr. φύλακας con a < n) en itálico > ens, de
donde -ës de acuerdo con p. 225: vôcës, rëgês, etc.
G enitivo *-öm (gr. φυλάκων) evoluciona regularm ente a -ö m >
um : rëgum, etc.
Dativo y ablativo *-bhos se añadía en origen directam ente a la
consonante del tem a, como m u estra el ser. väg-bhyas, de väc = vöx.
Esperaríam os, p o r tan to , *rëgbus. La -i- de rëg-i-bus, etc., es un
préstam o de los tem as en -i.
El nom inativo singular de los nom bres n e u tro s era el tem a pu ro :
tac < *lact. El testim onio del gr. φέροντα y el ser. bharanti sugiere
que en el p lu ral la desinencia originaria era -9 (p. 2 17).5 El latín
presenta, com o era de esperar, -ä (nom ina), p ero este testim onio no
puede igualarse directam en te con ser. näm än-i, dado que conser
vam os resto s de u n estadio a n terio r diferente. En efecto, la p ala b ra
que significa “trein ta” , tñ g in tü “tres series de diez”, presenta una
-à, cf. u. trioper “tres veces” y o. p etiro -p ert “q u a te r”, donde -o se
rem onta a u n a *-ä itálica. D ebem os concluir, p o r tanto, que la de
sinencia indoeuropea de n e u tro p lu ral -a, que h ab ría dado -á en
latín, fue su stitu id a en u n p rim er m om ento p o r la -á de los n eu tro s
de tem a en -o, la cual se h a b ría abreviado luego según hemos vis
to ya.
Alternancias en la declinación
Los tem as consonanticos del indoeuropeo m u estran a m enudo
alternancias vocálicas en la sílaba final del tem a. Podem os d istin
guir varios tipos. Algunos tem as en oclusiva p resen tan una vocal
larga en el nom inativo singular y el grado norm al en los dem ás
casos. Ejem plos latinos son pës: pëdis, abiës: abiëtis, pariés: parie
tis. En general, sin em bargo, el latín h a igualado analógicam ente los
paradigm as: vöx: vöcis (pero nótese el verbo denom inativo vacare).
Los tem as polisilábicos en -s de nom bres m asculinos y fem eni
nos p resen tan u n a alternancia sim ilar: Cerës: Cerëris, pubës, pu b ë-
5. E sta ecuación h a sido im pugnada por T. B urrow (“T rans. Phil. S o c.”,
1949, p. 46). Los p lurales n eu tros varían con sid erablem en te y p ueden ser r e la
tiv a m en te recien tes. E n védico y en h e tita aparecen form as con vocal larga
(het. w idar “a g u a s”) y a veces alargad as con - i Ga que se ve e n het. k u ru ri,
ser. nam ani). M uy bien pudiera ser que esta - i sea su fljal y paralela al sufijo
larin gal - H que subyace en la -a de colectivo ( < *a H ). Si e s te análisis es co
rrecto, debe desaparecer de los m anu ales.
248 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Tem as en -i
Singular :
P lural :
Nominativo. *-ei-ës evolucionó regularm ente hacia -ës: pariés,
ovés, etc.
Acusativo * -i-ns > is, que es la form a regular clásica; partis,
civis, etc. La introducción de la term inación -ës, p ro p ia de los te
m as consonánticos, comenzó en época tem prana, pero el proceso no·
se com pletó h asta la época imperial.
250 INTRODUCCIÓN AL LATIN
P lural :
El nom inativo *-eues ten d ría que h ab er evolucionado a *-uis a
través de *-oues (p. 216). La form a clásica -ü s procedería, según
algunos estudiosos, de u n a form a sincopada *-ou-s, que no tiene
paralelo en o tra s clases flexionales. Es m ás verosím il que en Ios-
tem as en -u tengam os un a interacción de las term inaciones de n o
m inativo y acusativo de p lu ral basad a en la sim ilitud accidental del
nom inativo en -ês y el acusativo en -es de los tem as consonánticos
(véase s u p ra ). -ü s debe rem ontarse, pues, a la term inación del acu
sativo de plural, caso en el que e ra p roducto regular de -u-ns. El
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COM PAR ADA 251
P lu ral :
rës, nom inativo y acusativo, procede regularm ente de *rëies y
*rei-ns respectivam ente. El genitivo tiene la term inación -ru m que
252 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Tem as en -ï y en -ü
Todos los nom bres con tem a originario en -i p asaro n a tem as
en -ï en latín, con la excepción de vl-s, que tiene com o acusativo
y ablativo regulares υϊ-τη y vi, respectivam ente (en V arrón aparece
el genitivo v l-s). En el p lu ral tiene flexión de tem a en -s, vires, por
analogía con o tro s m onosílabos como m ös: môres; spës: spëres.
sus tiene u n genitivo de singular suis, q u e es el resultado regu
lar de *suues. El resto de su declinación se h a reconstruido sobre
u n tem a consonántico su v-: su -em (en lugar de * sü-m ), etc. P o r
su-ibus encontram os tam bién sü-bus. La fo rm a sü -b u s es probable
que no descienda d irectam ente del indoeuropeo *sü-bhos, sino que
se deba m ás bien a la influencia de b ü -b u s (véase in f r a ) .
Tem as en diptongo
Los ADJETIVOS
LOS PRONOMBRES
Hay que distinguir dos grupos: (1) los tem as dem ostrativos y el
relativo-interrogativo-indefinido, y (2) los p ronom bres personales.
(1) presen tan tem as en e /o y en ά p ara m asculino y femenino,
respectivam ente, m ientras que el n eu tro singular, nom inativo y acu
sativo, term in a en -od (> ud) : is-te, is-ta, is-tu d . En el genitivo y
dativo de singular tienen form as com unes a todos los géneros: -lus
e -i, respectiv am en te.8
En m uchas lenguas los dem ostrativos tienden a asum ir form as
reforzadas, sea p o r la com binación de tem as diferentes, sea p o r la
adición de p artícu las deícticas (fenómeno que podem os llam ar del
“este-de-aq u í” , “ese-d e-ah í”) . El latín p resen ta ejem plos de am bos
procedim ientos, is-tu d está com puesto del tem a anafórico i- y del
dem ostrativo *tod. ille ha sustituido a u n antiguo olle que un ía ol
hic
El tem a es *ghe/o, ghä- (p. 230), al que se añade la partícu la -ce.
El m asculino singular p resen ta -ï- en P lau to (hic), form a que se
rehízo en hice p o r analogía con el n eu tro hocc < *hod-ce. El tem a
en -i aparece tam bién en form as del p lu ral de procedencia ep ig rá-
flica: heis, heisce, hisce (Plauto). A parte de estos casos, el tem a ap a
rece como ho-, hä-, que con la adición de la p artícu la -ce (frecuen
tem ente en su fo rm a plena en latín arcaico) da lugar a la bien
conocida declinación clásica de este p ronom bre: *hom -ce, *häm-ce,
*hod-ce > hunc, hanc, hoc(c). A dviértase que el latín arcaico no
había introducido todavía la distinción artificiosa en tre hae (fem e
nino plural < h á-l) y haec (neutro p lu ral < *ha-l-ce). S obre el
genitivo y dativo de singular, véase supra. El ablativo singular es
höc, häc < *höd-ce, *häd-ce.
ille
ille resu lta de u n a alteración del lat. arc. olle (cf. ul-trä, öl-im )
b ajo la influencia de is, iste, ipse, olle es u n a com binación de ol y
g r a m á t ic a HISTÓRICO-COMPARADA 257
iste
Es o tro dem ostrativo com puesto, del que sólo se declina el segun
do m iem bro. T am bién puede llevar p artícu las deícticas : nom inativo
singular m asculino istic, fem enino istaec, n e u tro istuc, etc. El geni
tivo tiene n orm alm ente la term inación - ius (véase su p ra ), pero hay
un a form a istl (con la term inación p ro p ia de los tem as en -o) que
aparece en istim odi. El lat. are. istis (Plauto) es probablem ente no
una form a sincopada de istíus, sino isti + -s de genitivo.
is
Este tem a, que en indoeuropeo se em plea en correlación con el
p ronom bre relativo, aparece con alternancia i/ei. El grado cero a p a
rece en el nom inativo m asculino y en el n eu tro (i-s, i-d ), y el a cu
sativo que e ra de esperar, im, está atestiguado en las X II Tablas. A
una form a secundaria del nom inativo —grado pleno— se le añadió
una p artíc u la -om : *ei-om (cf. ser. ay a m ), fo rm a que el latín utilizó
como acusativo singular m asculino, *eiom > eum , y a p a rtir de la
cual se creó u n nuevo tem a *eio-, con u n ,co rrespondiente fem enino
*eiá~. En el nom inativo p lu ral m asculino, p o r u n proceso regular,
*eioi > *eiei > ei > l. El disilábico el es u n a refección analógica
sobre eum , etc. T am bién en este pro n o m b re encontram os nom ina
tivos de plu ral en -s: is, eis, eeis e ieis. Las form as de dativo y ab la
tivo de plu ral atestiguadas son los resultados esperados de *eiois,
*eiais: eis, is, con las restauraciones disilábicas eeis, ieis, etc. El
lat. are. Ibus parece el resu ltad o esperable de *ei-bhos (ser. ebhyás).
Sobre el genitivo y dativo de singular véase lo ya dicho m ás arriba.
A este tem a se añadió u n a p artícu la -em. Un falso análisis del
nom inativo singular n eu tro id -em dio lugar a una p artícula dem.
Añadióse ésta a is, eä, etc., resu ltan d o ídem , eâdem, etc. Sobre los
adverbios ibi, etc., véase infra.
so-, to-
E1 indoeuropeo poseía un pro n o m b re dem ostrativo *so, *sá, *tod,
que dio, inter alia, el gr. 6, ή, τό(δ). Ennio atestigua las form as de
acusativo som, sam, sös, sás, q u e pueden atrib u irse a este tem a, en
tan to que to - aparece en turn, topper ( < *tod-per), etc. Tam bién
si(c) pertenece a este tem a: es una fo rm a de locativo, *sei(cej.
258 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
ipse
En las form as arcaicas eum psum , eam psam tenem os u n a com bi
nación del tem a eio- con som, sam (la p es u n a consonante de tra n
sición, como en sum psi < sum -si. Es pro b ab le que este som , sam
sea d istin to del que acabam os de estu d iar y se rem o nte al reflexivo
*suos. Del acusativo se ex trajo u n tem a -pso -p sä que aparece en
el "nominativo fem enino eapsa, m asculino ipsus, etc. Este últim o
sufrió la influencia de iste e Ule, y así surgió la flexión norm al ipse,
ipsa, ipsum . Nótese que la asim ilación del n eu tro ipsud a illud, etc.,
no se produce h a sta época tard ía. S obre las form as vulgares isse,
issa, etc., véase p. 163.
ego y tu son form as heredadas del indoeuropeo (cf. gr. έγώ , τύ,
σ ύ). Una fo rm a alargada con -om aparece en gr. έγών, ser. ahám , 9
y ésta es la base del lat. egom -et, del que, p o r u n falso análisis, se
extrajo u n sufijo -m e t: m ih i-m et, etc. En el acusativo m e y té con
tin ú an form as tónicas indoeuropeas (el gr. tiene με, σε áto n o s). En
indoeuropeo las form as enclíticas *moi, *mei, *toi, *tei se em plea-
LOS NUMERALES
Cardinales
Sobre üñus < *oino- véase p. 219. La raíz *sem (gr. εις, μία, εν)
aparece en sem -el, sim -plex, sin-guli y sem -per.
dúo (dúo p o r abreviación yám bica) es u n a fo rm a heredada < ide.
*duuö(u). E ste num eral te n ía en origen las desinencias del dual,
según m u estran las form as latinas de acusativo p lural m asculino
duo (P lau to ), n e u tro dúo. Las form as con desinencias de plural-duös,
260 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Ordinales
Desinencias
Voz m edio-pasiva
Prim era persona singular. En -or (lat. are. -ör) sim plem ente se
h a añadido la - r a la desinencia p rim aria tem ática -ó. En los dem ás
casos se añade directam ente al tem a verbal: amer, regar, amabar,
etcétera.
F o r m a c ió n de l o s t e m a s v e r b a l e s
descripción del valor del tem a de “p resen te” como durativo, opuesto
al de aoristo, “m om entáneo”, no cubre todos los hechos. En el Fedón
de Platón, p o r ejem plo, los am igos de Sócrates está n esperando a
la p u e rta de la cárcel después de ser p ronunciada la sentencia de
m uerte. El guard ián les invita a e n tra r, y “encontram os a Sócrates
que acababa de ser liberado de sus grillos”. El verbo que hem os
traducido p o r “encontram os” es κα τα λα μ βά νει, que significa p ro
piam ente “coger”, “so rp ren d er”. La acción a la que se refiere es cla
ram ente m om entánea, y sin em bargo P latón em plea la form a d u ra -
tiva κατελαμβάνομεν. Éste no es sino uno de los m uchos ejem plos
que sugieren que la diferencia esencial en tre los aspectos del “p re
sen te” y el “ao risto ” no es la de continuidad-m om entaneidad, sino
m ás bien la de que el tem a durativo tiene u n sentido m ás directo y
lleno de vida: pone el acontecim iento ante los ojos, en pleno de
sarrollo, com o u n docum ental cinem atográfico. Podem os llam arlo
“aspecto del testim onio ocular” o “aspecto de la presentación”. El
aoristo, p o r su parte, supone u n a referencia m enos viva al aconte
cim iento com o a u n a unid ad de la historia,. Uno y el m ism o aconte
cim iento, aunque sea m om entáneo, puede ser presentado com o
teniendo lugar ante n uestros ojos, κατελαμβάνομεν “estábam os so r
prendiendo a, S ócrates”, o bien κατελάβομεν “encontram os a Sócra
te s”. Del m ism o m odo, θνήσκειν nos lleva a ía presencia de la agonía,
θανεΐν da cuenta del hecho de la m uerte, y τεθνάναι, del estado de
m uerte.
Ein latín los tre s aspectos del verbo indoeuropeo se red u jero n a
dos [ N o t a 3 5 ] , pues el sistem a verbal p resen ta solam ente u n a opo
sición entre el in fectu m y el perfectum , reuniendo el segundo los
valores originarios del aoristo y del perfecto. P a ra cada uno de
estos dos aspectos se desarrolló u n sistem a com pleto de tiem pos
(presente, pasado, futuro) : dico, dicam, dicebam : dixi, dixeró,
dixeram. En consecuencia, n u estra exposición del sistem a latino
de tiem pos debe co n star de dos p artes : la form ación de los tem as
(1) del in fectu m y (2) del perfectum .
11. N ó tese que la m ism a form a verbal ap arece en los com puestos arë-facio,
pu trë-facio , etc.
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 271
El perfectum [N o ta 3 7]
Esta p arte del verbo latino, con su doble valor que corresponde
a los del aoristo y perfecto indoeuropeos, com prende tem as proce
dentes de am bos campos. Los antiguos tem as de perfecto aparecen
especialm ente claros en el tipo con reduplicación (gr. Χέ-λοιπ-α,
etc.) : ce-cin-l, pe-pul-i, pe-per-l, etc. En estos ejem plos hem os vis
to que la vocal de la reduplicación es e com o en indoeuropeo. En
algunos verbos, sin embargo, la vocal se h a asim ilado a la de la raíz:
m om ordi {lat. are. m em ordl), poposci (lat. are. peposci), cucurri
(lat. are. cecurri), tu tu d i (< tundo). En los verbos com puestos en que
el acento caía sobre la sílaba inicial la reduplicación podía p e rd e r
se por síncopa: cecidi, pero occidi ( < ^ob-ce-ca idi); tetigl, pero
contigi; spopondi, pero respondi, rettu li corresponde al arcaico te-
tulï, que acabó siendo desplazado p o r tuli, sacado de las form as
com puestas. D istinto del perfecto reduplicado es el tipo latino con
vocal alargada en la raíz. El origen de estas form as es vario. Algunas
como liqui y fúgl suelen considerarse sim plem ente como perfectos
del prim er tipo que han perdido la reduplicación. O tros, como vënï,
sëdi, lëgi, ëdi, tienen correspondencia en p re té rito s germ ánicos: 12
q ëm u m “vinimos” , sëtu m “nos sentam os” . O tros descienden de
aoristos fuertes originarios: fëcl (gr. ε-θηκ-α), iëci (η κ α ), ju n to con
los que podem os poner pegi (pango), cêpï (capio) y frëgi (frango),
form ados sobre la analogía de los dos prim eros. En raíces que co
m ienzan con vocal la vocal larga puede deberse a la acción de una
sonante laringal perdida, con lo que tal clase de form as quedan
r educidas al tipo reduplicado: así, p o r ejem plo, si em < * 9 tem el
perfecto reduplicado *dte s ^ m - a i d aría en latín ëm ï. Sin em bargo,
dentro de la estru ctu ra del sistem a latino el grado largo del perfecto
en todos los casos que hem os visto se corresponde con el grado n o r
m al del presente. La relación sim ilar scäbi: scäbo, födi : födio pue
de tam bién ser heredada y haberse extendido a o tros verbos como
cävt: caveo, m övi: moveo, etc. Nótese que, si bien ödi no tiene n in
gún presente que se corresponda con él, la vocal breve aparece en
ödium; el perfecto ödi puede rem o n tarse a u n a fo rm a reduplicada
de la raíz *dsed > *od.
Por últim o, vldi constituye u n caso a p a rte con correspondencia
en gr. FoTboc, ser. véda; es u n perfecto sin reduplicación de la raíz
*weid. vidi: video puede h aber sido el m odelo de las extensiones
analógicas del tipo cävi: caveo que acabam os de señalar.
12. N ótese, sin embargo, que en germ ánico la vocal larga caracteriza sola-
m en te al plural : s a t (sg.) : së t u m Tpl.)'.‘~ ----------- ------'---........................... —....
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 273
El tipo sigm ático dlxl se corresponde con los aoristos sigm áticos
de o tra s lenguas, como gr. Ιδειξα < * e-d ëik-s-m . E stos aoristos te
nían en indoeuropeo grado largo de la raíz en el singular activo del
indicativo y el grado cero en el resto de las form as del indicativo,
pero el latín generalizó las form as con vocal larga. Así tenem os vëxl
(raíz *wegh), réxl (regó), sc ñ p sl (scrlbo), tëxï (tego), β χ ϊ (figo,
lat. arc. flvo), d ü x l (düco), etc.
Estos tem as ^pertenecían p ro p iam en te a raíces term inadas en
oclusiva o en -s: cédo: cessi, claudo·:clausi, rädo: räsl, clëpo:
clëpsi, repo: rëpsi. El tip o de form ación se extendió^ luego a otras
clases de raíces : maneo, m änsi. Nótese que la -p - de süm psl, dëm psï
es u n sonido de transición. Se p ro d u je ro n algunas extensiones ana
lógicas. Así, la raíz de vivo no term in a en oclusiva ( < *gHv), de
biéndose su perfecto vlxl al ejem plo del lat. are. flvo : / m ; flvo es
el resultado norm al de la raíz *dhlgv (véase p. 228). La fo rm a del
tem a de perfecto sufrió en ocasiones influencias del de presente;
así, iunxí lleva el infijo nasal que con propiedad sólo correspondía
al te m a 'd e p resente iungo (cf. pingo: pinxi, vincio: vinxi, etc.).
Las form as reducidas del perfecto en -s i (dixtl, dïxem , dïxe,
m isti, accestis, etc.) se deben a la p érd id a d e u n a sílab a por haplo-
ÎS Ë fe . ............... ......' ...... ......... ................................... .............. ;.............................. *
El tipo de perfecto m ás característicam ente latino es el perfecto
en -vi, que no se en cu en tra en ninguna o tra lengua. [ N o t a 3 8 .] Que,
sin em bargo, es de origen antiguo parece deducirse del hecho de
que a m enudo p resen ta u n grado de alternancia distinto del del pre
sente : sëvi fren te a sero (*si-s-p). L a m ás aceptable de las teorías
sobre su origen es la que supone que al aoristo radical atem ático
*bhü (cf. gr. ε-φϋν) se le añadió la desinencia -ai del perfecto (véa
se supra) : *bhü-ai > fu (v )-e i. E sta fo rm a h ab ría sido analizada
com o fu-vei, con lo que -vei sé extendería a otros aoristos rad ica
les como *gnô, *plë-: gnövl, plëvl. S ubsecuentem ente se habría
unido a o tros tem as ’verbales term inados en vocal larga p a ra dar
lugar al tipo regular de perfecto am ävi, finïvî, etc. E n los tem as te r
m inados en vocal breve -e-uei, -a-uei, -o -u ei > -u t (cf. denuo <
*denovo, etc.), de donde el tipo m oneó, m onui. De m odo sim ilar en
raíces dísilábicas dom a /d o m a , etc., *dom d/uei > dom ui.
O tros estudiosos buscan el origen del perfecto en -v en la -u que
aparece en perfectos sán scrito s del tipo jajñüu “gnovi”, papräu
“plevi”. E sta explicación resu lta m enos satisfactoria que la prece
dente, dado que en sán scrito la -u aparece solam ente en perfectos
reduplicados, m ien tras que en latín son tipos que se excluyen m u
tuam ente; adem ás, no consigue explicar la vocal larga de la raíz de
gnövl, plëvl. ‘ ■ .
274 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Los m odos
13. E sta form a tien e com o b ase *dou, form a alargad a de la raíz dö q u e e n
con tram os tam b ién en griego.
278 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
Escasos son los restos que el latín conserva del participio medio
en -m en o -: fém ina, de la raíz *dhé “m am ar”, alum nus de *al “n u
tr ir ”. Ya hem os visto las razones que hay p a ra p oner en d u d a la
teoría que iguala la desinencia de im perativo m edio -m ini con la
form a plu ral del p articipio medio.
I n d e c l in a b l e s
intus (gr. εντός), penitus, funditus, subtus, etc., es tam bién una
antigua term inación de ablativo. Locativos son Me, noctü, tem ere
(“en la oscuridad”), tem peri y penes. E stas form as casuales pueden
estar com binadas con afijos com o -per: parum per, sem per, topper
( *tod-per), y -em : quidem (cf. idem , p. 257). El dö- d e donec (lat.
arc. donicum, donique) es idéntico al ing. to. Hay tam b ién adverbios
que proceden de grupos de p alabras fosilizados: quârë, inter ea,
häctenus, interim , adfatim , scilicet (= scire licet), d u m ta xa t (taxat
es subjuntivo de u n aoristo en -s o de u n a fo rm a desiderativa de
la raíz *tag, ta-n-go). El extendido form an te adverbial -ter parece
ser idéntico al sufijo contrastativo -te r (p. 254). El p u nto de p a rtid a
sería aliter, y desde él se h ab ría extendido a p alabras de sentido
próxim o, como pariter, sim iliter, y luego a o tras m ás alejadas.
C a p ít u l o X
SINTAXIS
El nombre
Vocativo
Acusativo
turn; los adverbios del tipo partim , statim , etc. (véase capítulo a n
terio r); antiguas aposiciones son id genus, om ne genus: “corona-
m enta —om ne genus— facito u t se ra n tu r” (Catón) ; “aliquid id genus
solitum scribere” (Cic., Ad Att., 13, 12, 3); “in hoc genus p raediis”
(V arrón, R. R., 1, 16, 4). En este ap artad o podem os colocar tam bién
expresiones tem porales del tipo id aetatis: “ego istuc aetatis non
am ori operam dabam ” (Ter., H. T., 110). Finalm ente, tenem os los
acusativos de exclam ación, que dependen de u n verbo elíptico [ N o t a
44] : nugas! hercle rem gestam bene! artificem probum !
Genitivo
Es difícil en co n trar u n a fórm ula que abarque todos los usos del
genitivo. P o r ello com enzarem os con algunos de los grupos de em
pleo m ejo r establecidos, y cuya antigüedad parece fuera de duda.
El genitivo de rúbrica
Los gram áticos ponen esta etiq u eta a u n pequeño grupo de ge
nitivos que se encuentran en lo que podem os llam ar contextos de
“teneduría de libros” : lucri facere, p oner algo en el capítulo de “ga
nancias”, “considerar como beneficio” (cf. com pendi, dispendi,
su m p ti facere; aequi bonique facere). Hay que con sid erar tam bién en
este apartado los bien conocidos genitivos en expresiones de evalua
ción: flocci, nauci, nihili, tanti, quanti, pluris, m inoris. La m ayor p a r
te de éstos son genitivos en -i, y W ackernagel supuso que este caso
en -l era u n caso especial de carácter adverbial, conservado en usos
sim ilares tam bién en sánscrito, y que en origen n a d a tenía que ver
con el genitivo. Esta teoría ha sido im pugnada, y parece m ás verosí
m il que estos genitivos se hayan desarrollado a p a r tir de los usos
que ya hem os exam inado, dotis dare “d ar en concepto de dote”, difí
cilm ente podría separarse de expresiones p artitiv as del tipo “et dotis
quid prom iseris” (Plauto, Poen., 1279). T am bién h ab rían contribuido
los genitivos de cualidad como vir m in im i preti, que ha de conside
rarse en estrecha relación con hom o triu m litterarum , dado que el
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 293
El dativo
(Ter.), etc., así como las de aproxim arse y re tira rse (occurro, ap
propinquo, cedo). En oraciones con este tip o de verbos el dativo de
la persona tiene habitualm ente la función de expresar daño o p ro
vecho. Sin em bargo, cuando este uso se extendió a nom bres que
indicaban cosas tuvo lugar u n desarrollo u lterio r: la intervención
de la cosa en la acción vino a considerarse com o el ñ n de la acción.
Tal es el origen del dativo de finalidad. E ntre los usos m ás antiguos
de esta clase está n los de los dativos de n om bres ab stracto s en
-tu s: “receptui canere” ; “cibatui offas p o sitas”, tipo de expresión
especialm ente característico de las lenguas especiales m ilitar y
agrícola. O tros ejem plos son: “ager o p p o situ st pignori” (T er.), “a rra
boni dare”, “pecuniam doti d are”, “auxilio venire”, “su ccurrere”,
“m ittere”, etc. EI dativo de cosa puede com binarse con u n dativo
personal de provecho: de ahí la construcción castizam ente latina
“dare alicui pecuniam faenori” (Cic.) ; cf. “em it eam dono m ihi”
(Ter.); “Sabinis eunt subsidio” ; “res et fo rtu n ae tu ae m ihi m axim ae
curae su n t” (Cic.), etc. P o r u n desplazam iento relacional en frases
como satui sem en dare, receptui signum dare, el dativo de finalidad
llegó a em plearse adnom inalm ente: “p abulum ovibus, bubus m e
dicam entum ” (C atón), “trium viri agris dandis adsignandis”, etc.
EI dativo com m odi con verbos de m ovim iento dio lugar a otro
círculo: el dativo de dirección. Surgió con dativos personales del
tipo “tu n m ihi huc h ostis venis” (Plauto, Stich., 326). Tam bién en
este caso la extension de la construcción a nom bres no personales
proporcionó la base p a ra u n a nueva in terp retació n que fue el ger
m en del desarrollo ulterior. El ejem plo m ás antiguo conocido es la
vieja fórm ula Quiris leto datus, cf. “m e m o rti dabo” (Plauto, Merc.,
476). Desde dare se tendió fácilm ente una conexión sem ántica hasta
m ittere; de ahí “m o rti m ittere” (Plauto). Ennio se perm ite escribir
“conveniunt... tela trib u n o ”. Un ejem plo esclarecedor del desarrollo
lo proporciona la construcción de dativo con la expresión m anus
tendere. Los p ro sistas clásicos se lim itan a em plear dativo p erso
nal: “Rom anis de m uro m anus ten d eb an t” (César, B. G., 7, 48, 3) ;
cf. “m anus diis im m ortalibus ten d ere” (Cic.). En el lugar de dits
introduce Virgilio cáelo: “cáelo palm as teten d it”. U na vez estable
cida en latín esta posibilidad sintáctica, fue estim ulada p o r la m a
yor libertad del griego en el em pleo locativo del dativo final; de ahí
el virgiliano “it clam or caelo”; cf. “facilis descensus Averno”, “pe-
lago dona p raecip itare”, etc.
Hemos considerado h a sta aquí el dativo como expresión del in
terés o im plicación en u n a acción verbal. Los usos exam inados se
extendieron a los correspondientes adjetivos verbales, que a ctu aro n
como focos en torno a los que se fueron agrupando una gran can
tid ad de adjetivos latinos que p asaro n así a regir dativo. G rupo des
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 297
tacado lo constituyen los adjetivos que den o tan proxim idad (pro
p in q u u s, adfinis, vicinus, etc.), así com o los de sem ejanza (similis,
par, aequalis, congruens, aptus, etc.), am istad (amicus, carus, be
nevolus, fidus, etc.), y sus opuestos.
El ablativo
El verbo
El tem a durativo
El tem a de perfecto
El subjuntivo
relieve por un vis intercalado : “redde hue sis : : quid tibi vis red
d am ?” . T am bién en esta construcción se u sa el im perfecto para tr a s
po n er la acción al pasado: “quid agerem ? : : adulescenti m orem ges
tu m o p o rtu it” (Ter., Adel., 214); “an tu tetigisti has aedis? :: cur
n on tangerem ?” (Plauto, Most., 454). Es m uy raro el empleo del
pluscuam perfecto con este sentido: “egone u t beneficium accepis
sem contum eliam ” “ ¿debía yo recibir este insulto como un favor?”
(Cic., Ad Att., 15, 11, 1). El fu tu ro de indicativo con valor volitivo
aparece a m enudo en lugar del p resente de subjuntivo : “salta sic : :
ego saltab o ?” (Plauto, Men., 198). La resp u esta deliberativa a una
o rden puede ten er u n tono de indignación y protesta. Ejem plos
típicos son: “intus serva : : ego intus servem !” (id., Aul., 81); “m eum
collum circum plecte : : te n co m p lectatu r!” (id., Asin., 696). E ncon
tram o s este uso tam b ién proyectado hacia el pasado; así, con el
im perfecto: “ille d a re t illi!” (Ter., Phorm., 120); con el perfecto:
“ille aedis em e rit!” (Plauto, Most., 1026 d).
El m atiz de indignación y p ro te sta se desprende del contexto y
del tono de la voz y no es in herente al subjuntivo, que, según hem os
visto, tiene carácter volitivo. Sin em bargo, dado que este tip o de
expresión llegó a u sarse p a ra hacer frente no sólo a órdenes, sino
tam bién a afirm aciones, hay cierta justificación p ara establecer una
subcategoxía que podem os designar “subjuntivo de repudio” : “vir
ego tuos sim !” (id., Am ph., 813); “egon haec p atiar au t taceam !”
(id., Asin., 810); “tecum fui : : tu n m ecum fu eris!” (id., Amph., 818).
De este m odo este uso va derivando gradualm ente hacia el su b ju n
tivo de “cita”, el subjuntivo “oblicuo” : “quid fecit? :: quid ille fe
ce rit...” “ ¡preguntas qué h a hecho!” (Ter., Ad., 84).
Algunos de los ejem plos citados en este ap artad o resultan am
biguos. Así “egone u t haec conclusa gestem clanculum ? ut celem
p a tre m ... tu a flagitia” (Plauto, Bacch., 375) ten d ría com o traducción
m á s lógica “cóm o p o d ría yo ocultar tu s desaguisados”, es decir, con
valor potencial. Del m ism o m odo “som nium ! utine haec ignoraret
suom p a tre m ? ” (Ter., Phor., 874) p odría traducirse “ ¡sueños! ¿cómo
p o d ría ella desconocer a su propio p ad re?” (potencial), o tal vez “a
buena h o ra iba ella a desconocer a su p ad re!” (repudio).
O tra derivación del subjuntivo volitivo es el em pleo con valor
perm isivo : “ubi illum quaeram gentium ? : : dum sine m e quaeras,
quaeras m ea causa vel m edio in m ari” (“puedes buscarlo en m itad
del m a r”, P lauto, Epid., 678). El uso concesivo, estrecham ente liga
do al precedente (“a u n q u e ...”), no se desarrolla plenam ente h a sta el
latín clásico. El ejem plo m á s antiguo es “sane sint superbi: quid id
ad nos a ttin e t” (Catón, p. 25, 4; Jo rd an ). El empleo correlativo del
perfecto de subjuntivo con referencia al pasado no se encuentra h a s
ta Cicerón: “fu erin t cupidi, fu erin t ira ti” (“adm ito que se dëjaron
310 INTRODUCCIÓN AL LATIN
llevar por la avidez, p o r la ira ...”, Pro Q. Lig., 18). El subjuntivo con
cesivo lleva en su form a negativa rae, señal clara de su carácter vo
litivo.
3. D ado que en este caso el sentid o es “supongam os que algu ien p reg u n ta ”,
podría considerarse el ejem plo com o yusivo. E xactam en te igu al es “atqui a li
quis d ica t” (“y supongam os que alguno d ice”, Ter., And., 640), con el que p o
dem os com parar “v en d at aed es vir b on u s” (“supongam os que u n hom bre h o n
rado vende una ca sa ”, Cic., D e of]., 3, 54). N o deja de ser sign ificativo con vistas
a la in terp retación yusiva el que el im perativo aparezca co n valores sim ilares
(véase in fra ). E l em pleo que consideram os puede trasponerse tam b ién al p asa
do: “d iceret «quid feci»” (“supongam os que hub iera d ich o ...”, Ter., A n d. 138).
GRAMÁTICA HISTORIOO-OOMPARADA 313
El indicativo “irreal”
En ciertos giros el indicativo aparece usado con valor irreal. Te
nem os en p rim er lugar los m odos retóricos de expresión que p re te n
den dar vida a la descripción de u n acontecim iento presentándolo
como presente o como cum plido, previniendo lo aparentem ente ine
vitable po r m edio de circunstancias inesperadas: “praeclare vicera
m us, nisi spoliatum , inerm em , fugientem Lepidus recepisset A nto
n ium ” (Cic., Ad fam., 12, 10, 3); “a t ille... ferru m ... deferebat in
pectus, ni proxim i prensam dex tram vi attin u issen t” (Tác., Ann., 1,
35). Cabe considerar tam bién aquí el “solus eram , si non saevus
adesset A m or” de Ovidio (Am., 1, 6, 34).
En otros casos la aparente contradicción in herente al indicativo
irreal se explica p o r el alto grado de precisión del latín, porque
cuando existe o ha existido una posibilidad, probabilidad, obliga
ción o conveniencia, la afirm ación que a ella se refiera va, con toda
lógica, en indicativo: p o ssu m “soy capaz”, potu i “fui capaz”, “p u d e”,
etc. De ahí el empleo “irre a l” del indicativo con verbos como p o s
sum , debeo, oportet, en frases como par, satius, m elius est y con el
gerundivo y el perifrástico fu tu ru s fu it “estuvo en condiciones d e”.
P o r o tra parte, si la posibilidad depende o h a dependido de una
condición incum plida, resu lta adecuado que la expresión asum a el
colorido “irreal” del subjuntivo. No es preciso decir que esta sutil
distinción lógica no se observaba con fidelidad. En la práctica, potui,
etc., y potuissem , etc., se intercam biaban, siendo el subjuntivo m ás
frecuente en la p ro sa clásica: “quid facere potuissem nisi consul
fuissem ?... consul esse qui potui nisi eum vitae cursum tenuissem ”
(Cic.). En el latín arcaico el uso de los tiem pos es el lógico: satius
est “sería m e jo r”; satius erat, fu it “h abría sido m ejo r” . Sin e m b ar
go, en la época clásica ya se había producido el m ism o desplaza
m iento de referencia tem poral que hem os observado en el su b ju n
tivo “irreal” , satius erat pasó a significar “sería m e jo r”. P a ra el
pasado, sin em bargo, se prefirió el perfecto al pluscuam perfecto, par
fuerat, aequum fuerat aparece en Plauto, y potuerat en Terencio,
pero aun en la p ro sa ciceroniana potueram , debueram , oportuerat
continuaron siendo raros.
314 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
El imperativo
P ara la distinción entre el im perativo de presente y el de futuro
véase “Morfología” (pp. 276 s .).
El im perativo tiene u n amplio cam po significativo; se em plea para
expresar órdenes, m andatos, deseos (bene ambula, “que te vaya
bien”), ruegos, etc. P articu lar interés tiene su em pleo para expresar
una previsión o suposición: “ausculta, scies” (“escucha y sa b rá s”,
Plauto, Asín., 350); “verbum etiam adde u num : iam in cerebro co
laphos apstrudam tu o ” (“di una p alab ra m ás y te rom peré la ca
beza”, id., Rud., 388); “m odo sis veni huc: invenies infortunium ”
("ven aquí y lo pasarás m al”, id., Am ph., 286); cf. “lacesse: iam vi
debis furentem ” (Cic., Tuse., 4, 54). E ste em pleo del im perativo p a ra
expresar una suposición apoya la interp retació n de los subjuntivos
del tipo aliquis dicat (“supongam os que alguien dice”) como yusivos
en lugar de com o potenciales (véase s u p ra ).
L as fo rm a s n o m in a l e s d el v er b o
El infinitivo
El gerundio y el gerundivo
dus, etc. El uso predicativo tra s verbos de d ar y tom ar, pedir y o fre
cer, y sim ilares e stá todavía en sus com ienzos en P lauto (“quos u te n
dos dedi”, Asín., 444), en ta n to que la bien conocida construcción
clásica con curo aparece p o r vez p rim e ra en Terencio.
El acusativo del gerundio se em plea solam ente con ciertas p re
posiciones: sólo con ad en Plauto, aunque el latín clásico adm ite
tam bién in (no C ésar), en tan to que Cicerón p resen ta ejem plos con
ob en textos jurídicos, giro que aparece p o r vez p rim era en Catón.
Hay ejem plos esporádicos de otras preposiciones: ante (Virg.), inter
(Ennio), p ropter (p o r vez p rim e ra en V arrón), circa (postclásico,
p o r vez p rim era en Q uintiliano). La construcción de gerundio se da
con nom bres (“canes ad venandum ”, Ter., And., 57), con adjetivos
(“doctus... ad m ale faciendum ”, P lauto, Epid., 378), y tam bién con
verbos (“quo conductus venio : : ad fu ran d u m quidem ”, id., Pseud.,
850). En latín arcaico no hay ningún ejem plo seguro de acusativo
del gerundio rigiendo com plem ento directo. V arrón es el prim ero
en av en tu rar esta construcción (“ad discernendum vocis verbi figu
ra s”, L. L., 9, 42), que en la lite ra tu ra latin a ta rd ía de las traduccio
nes resultó m uy indicada p a ra recoger la construcción griega de εις
con infinitivo sustantivado p o r el artículo (ad sanandum eos = εις τό
ίδσθαι αύτούς, san Lucas, 5, 17). El latín clásico, como el arcaico,
empleó en este tipo de construcciones el gerundivo (“ad aquam p ra e
bendam ”, P lauto, A m ph., 669).
El genitivo del gerundio en latín arcaico es siem pre adnom inal,
y suele depender de un pequeño grupo de nom bres abstractos:
occasio, tem pus, copia, causa, gratia, etc. (“non enim nunc tibi d o r
m itandi neque cunctandi copia e s t”, plauto, Epid., 162). El latín
clásico em plea el genitivo tam bién con algunos nom bres que desig
n an agentes personales, tales como auctor, dux, artifex, etc. Tam bién
ciertos adjetivos rigen el genitivo de estas form as nom inales. Co
m ienza este uso con cupidus en Terencio —P lau to no ofrece ejem
plo alguno—; el rep erto rio se fue extendiendo gradualm ente, a u n
que no en gran m edida h a sta la época postclásica.
El genitivo del gerundio y del gerundivo puede indicar tam bién
finalidad. El ejem plo que se suele citar como m ás antiguo es “ne
id adsentandi m age quam quo habeam g ratu m facere existum es”
(Ter., Ad., 270), y a la vista de construcciones sim ilares existentes
en oseo y um bro suele atrib u irse el giro al período “itálico”. Sin
em bargo, el ejem plo de Terencio no e stá libre de la sospecha de
ser u n anacoluto, y dado que la construcción aparece usada con
am plitud sólo a p a rtir de Salustio, es m ás p robable que se tra te de
un desarrollo latino independiente. En res evertendae reipublicae,
“cosas que im plican la subversión de la república”, el genitivo tiene
la función determ in an te que es no rm al en él. Usado predicativa
320 INTRODUCCIÓN AL LATIN
Los supinos
Los participios
La o r a c ió n c o m pl e ja
S u b ju n tivo volitivo
E ste valor se percibe claram ente en frases como las que siguen:
“eveniant volo tib i quae o p tas”; “u t ille te videat volo” ; “quaeso u t
tu a sors effugerit” (P la u to ). Es tam bién éste el origen de la cons
trucción con verbos de tem or, dado que m etu o ne redeat se anali
za fácilm ente com o “tengo miedo; ¡qué no venga!” cf. “m etuo ne
techinae p e rie rin t” (P lauto). Se sigue de ahí que el equivalente la
tino de “tem o que no vuelva el m aestro ” to m a la fo rm a “tengo m ie
do; ¡que vuelva el m a e stro !” : m etu o u t erus redeat. É sta es la fo r
m a norm al en latín arcaico: “vereor u t placari p o ssit” (T e r.).; cf.
“id paves ne ducas: tu autem u t ducas” (“tú tienes m iedo de casar
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 327
te; tú, en cam bio, de no ca sa rte ”, id .). Cicerón, sin em bargo, prefiere
ne non a ut.
El subjuntivo en ciertas p ró tasis de períodos condicionales es
tam bién optativo en su origen. Ello puede verse en ejem plos p ara-
tácticos com o el siguiente: “virum m e n atam vellem: ego ostende
rem ” (“hubiera yo nacido hom bre: ya les e n se ñ a ría ...”, Ter.). Otros
casos pueden rem o n tarse al em pleo del yusivo en hipótesis (véase
p. 312) : “p ro sit obsit, nil vident nisi quod lu b et”. A estas suposicio
nes y deseos servia de p artícu la in tro d u cto ria el locativo del dem os
trativo so-, es decir, sl(c) : “sic: gladium quis apud te sana m ente
deposuerit, rep etat insaniens, reddere peccatum s it” (“tom em os este
c a so : supongam os que u n hom bre ha depositado... supongam os
que lo reclam a... sería u n e rro r...”, Cíe.); cf. “m eam rem non cures:
sic recte facias” (P lauto), y la antigua form ula citada por Livio (10,
19, 17) : “Bellona, si hodie nobis victoriam duis, a s t ego tem plum
tibi voveo”. O tras p ró tasis son derivables de subjuntivos prospec-
tivo-potenciales; así, “si sapias, eas ac decum bas do m i” (Plauto) se
resuelve sencillam ente en “así o b ra rá s con p rudencia: vete a casa
y acuéstate”.
En el latín arcaico, según hem os visto ya, el p resente de su b ju n
tivo podía referirse tan to al fu tu ro como al p resente: (futuro) si
neget, am ittat; si sciat, suscenseat; (presente) si sit domi, dicam
tibi; si habeat aurum , faciat; si nunc habeas quod des (Plauto). EI
im perfecto, p o r su parte, podía referirse al pasado: “si esset unde
fieret, facerem us” (Ter.); “ni vellent, non fieret” (“si no hubieran
querido no se h ubiera hecho”, P lau to ). Hay supervivencias d e este
estado de cosas incluso en el latín clásico. Sin em bargo, la reorga
nización p o r la que el p resente de subjuntivo queda destinado a la
referencia al fu tu ro , el im perfecto al p resen te y el pluscuam perfec
to al pasado h abía comenzado ya en la época arcaica: “si equos
esses, esses indom abilis” (Plauto); “si appellasses, respondisset” (id.).
Fue como consecuencia de esta reorganización de las referencias
tem porales de los diversos tiem pos del subjuntivo com o este modo
adquirió su nuevo valor “irreal” apto p a ra la expresión de supo
siciones “co n trarias a la realidad”. U na serie tan sutil de distincio
nes establecida en el disciplinado m arco de la lengua literaria a du
ras penas podía m antenerse viva en el habla popular. Plauto vacila
incluso en el seno de u n a m ism a frase (“com pellarem ni m etu am ”) ,
y el m ism o uso clásico no es tan co nsistente como indican las gra
m áticas escolares, pues el p resen te de subjuntivo hace a m enudo
referencia al p resente y el im perfecto al pasado: “si ego cuperem
ille vel plures [dies] fu isset” (“si yo h u b iera q u e rid o ...”, C ic.). En
latín tardío, según ya se h a señalado, el pluscuam perfecto de su b ju n
tivo suplantó paulatinam ente al im perfecto.
328 INTRODUCCIÓN AL LATIN
L as - c o n j u n c io n e s
quod, quia
Las diversas funciones asum idas por quod en la sintaxis latina
provienen de frases relativas en las que el n eu tro singular del p ro
nom bre relativo funcionaba como sujeto o com plem ento directo.
Así, en “quod m ale feci, cru cio r” (P lauto), aunque quod es clara
m ente el objeto interno de feci y u n id correlativo podía suplirse
fácilm ente con crucior, la frase se desliza sin esfuerzo hacia u n a in
terpretació n causal, “p orque he hecho m al”. Lo m ism o ocurre con
el genérico “quid sit id quod sollicitere ad hunc m odum ?” (Ter.),
“¿cuál es la razón p o r la q u e ...”. Tal fue el origen de quod, como
conjunción causal. La distinción de m odos, que h a de explicarse
com o en las dem ás oraciones de relativo (véase su p ra ), se n eu trali
zó en época tardía.
A p a rtir de otros contextos en que el valor relativo de quod está
todavía claro (“gnatus quod se assim ulat laetum , id dicis”, Plauto;
“adde huc quod caelestum p a te r prodigium m isit”, Accio; “m itte id
330 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
quod scio”, Ter.; “istuc tim es quod ille operam am ico d a t”, id.),
llegó a em plearse quod p a ra in tro d u cir oraciones com pletivas con
verbos de entendim iento, lengua, sentido, etc.: “scio iam filius quod
a m et”, Plauto, Asin., 52. En “id iam lucrum est quod vivis” la o ra
ción de relativo es equivalente a “el hecho de que estés vivo”. En
“ego quod m ala sum , m atris opera m ala su m ” (P lau to), “en cuanto
al hecho de q u e ...” pasa im perceptiblem ente a “si yo soy m a la ...”.
El sim ilar “quod dicat allatam epistulam ” “en cuanto a lo que dice...”
(id., Asin., 761) equivale en su contexto a “aunque”. P or m edio de
m últiples procesos de este tipo quod acabó p o r convertirse con el
paso del tiem po en conjunción universal, en u n signo desvaído de
subordinació n como nuestro que.
quia es en origen el p lu ral n eu tro del interrogativo: cf. quianam
“ ¿por qué?”. A dquirió valor de conjunción causal a p a rtir de su
em pleo en interrogaciones interjeccionales : “discrucior animi, quia?
ab eundum st” “m i ánim o está atorm entado. ¿Por qué? Tengo que
p a rtir” (cf. el origen del fr. car a p a rtir de u n quare in te rjeccional).
En el latín arcaico quia es m ás frecuente com o conjunción causal
que quod, que, sin em bargo, es preferido p o r los autores clásicos.
De todos m odos quia volvió a ganar p opularidad en el latín tardío.
quia es paralelo a quod tam bién en otras funciones: “at nos pudet
quia cum catenis su m u s” (P lauto), “nos da vergüenza estar con
cadenas”, cf. “istuc acerbum st quia ero caren d u m st” (id.), “id doles
quia non colu n t” (id .). El empleo de quia com o in tro d u cto r de o ra
ciones com pletivas con verbos de entendim iento, lengua y sentido
surge en época m ucho m ás ta rd ía que el co rrespondiente de quod:
no se lo en cuentra h asta la época de Petronio.
cum (quom )
E sta conjunción era en su origen el acusativo de singular m ascu
lino del tem a del relativo, según puede verse todavía en expresiones
correlativas com o turn... cum , eo tem pore cum . T am bién desarrolló
una serie de valores (causal, concesivo) al m argen del originario,
que era el tem poral; pero en P lauto lleva siem pre indicativo sea
cual sea su valor. La construcción con indicativo se m antuvo h asta
la época clásica con cum tem poral cuando éste era claram ente rela
tivo (ya con u n antecedente expreso como tum , etc., ya sin é l), in
cluidas oraciones de conexión relativa tan laxa como las llam adas
de cum inversum y las del tipo cu m interea: “plus trig in ta annis
n atu s sum quom interea loci num quam quicquam facinus feci peius”
(Plauto, Men., 446-7). El subjuntivo empezó a u sarse en contextos
causales y concesivos. El origen de su irrupción en las oraciones cir
cunstanciales del tip o “cuando” está sum ido en la oscuridad, si bien
GRAMÁTICA HISTÓRICO-COMPARADA 331
dum
A unque la etim ología de esta conjunción es oscura, su sentido ori
ginal parece h ab er sido el de “u n m om ento” (posiblem ente conecta
do con durare); así, m a nedum “espera u n m om ento”, interdum , “a
veces”, “en tre dos m om entos”, n o n d u m “a ú n no, no es el m om ento”.
A p a rtir de este valor am plió su cam po p a ra significar “m ien tras”
y “h asta q u e”. No deja de ser curioso que el ing. till (“h asta que”)
derive tam bién de una p alab ra que, en germ ánico, significaba “tiem
p o ”. El “m ien tras”, “d u ran te el tiem po q u e” puram ente tem poral
no precisa de am plio com entario. Puede suponerse que se originó
en usos correlativos com o “sic virgo, dum in tacta m anet, d u m cara
suis est” (Catulo). En expresiones del tipo “d u ran te el tiem po en
que tal acontecim iento estab a teniendo lugar ocurrió tal cosa” se
em pleaba u n p resente durativo atem poral en la oración de dum,
aunque ésta se refiriera al pasado. Sin em bargo, el im perfecto, que es
m ás lógico, aparece u n a vez en u n discurso de la p rim era época de
Cicerón (Rose. Am ., 32, 91), y se hace m ás frecuente en los autores
posteriores. La equivalencia funcional de d u m con el cum histori
cum acabó p o r llevarlo a la construcción con subjuntivo, especial
m ente en Livio y p ro sistas posteriores.
Tam bién encontram os oraciones finales introducidas p o r dum.
Este valor puede haberse originado en yuxtaposiciones como mane
d u m : scribam “espera u n m om ento, voy a escrib ir”, desde donde
era fácil el trá n sito al sentido final: “espera a (para) que ..escriba”.
332 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
A ddendum
Gerundio y gerundivo
nético, ni parece haber bases sólidas para ello. Sí cabe recordar la im
portancia que como condicionantes de los cambios fonéticos tienen, en
latín las estructuras silábicas (abierta o cerrada). Por esto nos parece en
principio arriesgado colocar voto/veto (sílaba abierta) al lado de todos
los demás casos examinados (sílaba cerrada).
Otros supuestos testim onios que se han aducido a favor de este “cam
bio fonético” (véase Leumann-Hofmann, I, p. 47) no tienen, en general,
vocalismo o a no ser en formas reconstruidas por la comparación, m ás
que sospechosas para quien sepa de las libérrimas reorganizaciones del
vocalismo indoeuropeo llevadas a cabo por muchos de los dialectos he
rederos. Valga como ejemplo ·—en el terreno de las alternancias— el de
las desinencias griegas -σο y -ος, de 2.a pers. singular media secundaria y
genitivo singular, respectivamente, frente a las latinas *-se(s) > -re /
-ris y -es > -is.
Por último, el testimonio de Quintiliano (I, 7, 25), a más de dos siglos
de distancia, acerca del supuesto cambio que habría sido reconocido en
la escritura por iniciativa de Escipión Africano el Menor (?, 185-129 a. C.),
no es de excesiva confianza para un espíritu crítico moderno dotado de
sentido histórico, y que conozca en cuántas otras ocasiones los gramá
ticos latinos han inducido a error a filólogos demasiado literalistas.
Con todo lo dicho sólo queremos dejar en claro que para postular el
paso de no- a ve- hacen falta más convincentes testimonios que los hasta
ahora aducidos. Tampoco nos atrevemos, desde luego, a negarlo de modo
tajante.
22. Acerca de la laringal 3 (H) véase la nota 28.
23. El cambio lubet > lïbet (u > i entre l y labial), es, al menos por
lo que mira a su causa y contexto, otro de los numerosos “cambios fan
tasm a” que solemos hallar en nuestros manuales de fonética histórica
latina. En realidad se trata de un caso más de medius sonus (cf. Nota 25),
es decir, de timbre vacilante, con tendencia a paso de κ a i, de vocal
breve en sílaba interior abierta ante consonante labial (optumus/opti
mus). Hemos subrayado interior porque debe recordarse que las formas
del impersonal lïbet se dan casi siempre en palabras fonéticas del tipo
quodlibet; ello llevó a que lu- no fuera en realidad una silaba inicial y
no gozara, en consecuencia, de la estabilidad de timbre’ propia de tales
sílabas en latín, produciéndose ante la labial b la norm al inseguridad de
tim bre del medius sonus, así como el casi general paso al timbre i.
lubido/libido p or su evidente relación etimológica con lïbet lo h ab ría
seguido por analogía en sus vicisitudes fonéticas. En cuanto a clupeus/
clipeus, hay que decir que es palabra altamente técnica y de oscuro ori
gen (véase Ernout-Meillet). Así las cosas, no tiene sentido hablar de la l
como contexto condicionante ni de “silaba inicial” (así, en tre otros, B as
sois, Fonética, p. 84).
24. Mucho se podría decir acerca de estas alteraciones de las vocales
breves interiores latinas y del modo en que Palmer las presenta. Nos li
mitaremos a un par de aclaraciones fundamentales. Ante todo una ver
342 INTRODUCCIÓN AL LATIN
ción de este grupo de temas en -ëi < *-eH\, al lado de los en -ë(s). Tal
contribución vendría probada por la antigüedad de formas tipo aedium,
felium, nubium, etc. Estos temas en -ëi son los mismos que, en parte,
han formado la quinta declinación.
31. Para estudiar los orígenes de la quinta declinación latina es indis
pensable el manejo de los trabajos de Pedersen y J. Gil citados en la
Nota precedente.
32. Para este punto es fundamental el trabajo de A. T o v a r , L os g e n i
-ïus y la h ip e r c a r a c te r iz a c ió n e n la m o r f o lo g ía
tiv o s en la tin a , Coimbra,
Fac. de Letras, 1947.
33. Sobre voster véase la Nota 21.
34. Al iniciar el estudio de la morfología verbal latina es absoluta
mente necesario que llamemos la atención del lector sobre una obra ca
pital, a la que se ha hecho ya referencia en estas Notas. Se trata del libro
de F. R o d r í g u e z A d r a d o s , Evolución y estructura del verbo indoeuropeo,
Madrid, CSIC, 1983; a la morfosintaxis histórica del verbo latino están
especialmente dedicadas las pp. 475-578.
35. Véase en la Nota 45 la crítica de este esquema tiempo-aspecto del
verbo latino, hoy inadmisible.
36. La diferencia entre capio (fació, etc.; infinitivo -ere < *-¿-se, tipo
integrado en la tercera conjugación) y audio (cuarta conjugación, infini
tivo audire i reside, como es evidente, en la cantidad de la -i-. Palmer
expone aquí la doctrina que, en esencia, se denomina corrientemente “ley
de Sievers”, basada en* paralelos góticos, y que hace depender la cantidad
de la -i- de la de la sílaba o sílabas precedentes. R. Adrados cree hallar
una solución al problema suponiendo que la diferencia de cantidades es
fruto simplemente de la diversidad de posibilidades de vocalización de la
laringal H \ por él postulada como radical y luego elemento derivador en
esta clase de temas, a saber “H1“ > i o bien H‘° > i. Tal variedad de so
luciones se da, según ha hecho notar el propio Adrados con anterioridad,
en la mayoría de las sonantes indoeuropeas (f > ar, ra, ara, etc.). Véase
R. Adrados, Evolución..., pp. 480 ss.
37. Sobre los orígenes del perfecto latino véase R. Adrados, Evolu
ción..., pp. 486 ss.
38. Su explicación del origen de los perfectos latinos en -v- es, sin
duda, una de las más brillantes aportaciones de la teoría laringal. La
base sobre la que descansa es mencionada por Palmer, aunque con el
escaso entusiasmo que puede verse: la comparación con perfectos sáns
critos del tipo ja jñ ü ú = g n ó v i, sin desinencia. De ahí se concluye sin
lugar a duda el origen radical àe la -v- (-U-), “arrancada” a ciertos temas
y convertida (gramaticalizada) en morfema de pretérito.
Como es sabido por los iniciados, A. Martinet postuló que la laringal
(timbre o) tenía un apéndice labial semejante al existente en el sonido
representado por el dígrafo latino QV (q’~l o k “), es decir, ff“3, que expli-
NOTAS DE LOS TRADUCTORES 347
por los morfemas, que hasta entonces eran considerados como portado
res de nociones de “tiempo”. En el “descubrimiento”, que realmente lo
íue para el verbo griego, tuvo gran importancia la comparación con las
categorías del verbo eslavo.
Por lo que mira al latín, puede decirse que la búsqueda de un sime-
trismo con el griego y con lo que se suponía “estadio primitivo común”
(en su primera parte presente ya en las equívocas disquisiciones de los
antiguos gramáticos romanos), llevó a consecuencias nefastas para la
verdad científica. A ello contribuyó no poco la tentadora simetría mor
fológica que nos presenta al verbo latino tajantemente reorganizado en
dos temas: infectum y perfectum. Se pretendió ver en esta oposición for
mal el reflejo de un paralelo sistema de significaciones: la oposición as
pectual “acción no terminada”/ “acción terminada” (Meillet), o bien “va
lor aorístico” (terminativo)/“valor continuativo” (presente) (autores ale
manes). Dentro de cada tema aspectual se habría establecido la triple
gradación temporal pasado/presente/futuro. A esquemas de este tipo
se refiere Palmer, según puede verse. El más característico es el de Mei
llet (véase Esquisse, p. 21), del que podemos presentar un espécimen
reducido según el modelo siguiente (indicativo) :
infectum perfectum
presente amo amavi
pasado amabam amaveram
futuro amabo amavero
amavero, por decirlo así, dividen en dos los campos del pasado y del futu
ro globalmente abarcados por las formas que se les oponen respectivamen
te; no son “perfectos de pasado y de futuro”. Terminaremos insistiendo en
nuestra deuda al magisterio público de R. Adrados (Evolución..., pp. 533
ss.) y al personal de S. Mariner.
46. Sobre el verdadero valor del “perfecto” latino véase la Nota 45;
en realidad es simplemente un pasado o un anterior a presente.
47. Sobre el verdadero valor del “pluscuamperfecto” latino, en rea
lidad un pretérito anterior, véase la Nota 45.
48. Como era de esperar teniendo en cuenta las fuentes que el autor
emplea, nos encontramos aquí con un tratamiento confuso y poco satis
factorio del problema de los modos latinos. Este tipo de descripciones,
según ha hecho notar L. Rubio, suelen adolecer de un desenfoque espe
cialmente patente en dos síntomas; en primer lugar, confusión de térm i
nos; luego, un confesado pesimismo respecto a la posibilidad de llegar a
una comprensión verdaderamente científica de la cuestión de los modos, y
especialmente de ese “bugbear” de los estudiosos —por emplear términos
que el propio Palmer aduce en otro lugar— que es el llamado modo sub
juntivo latino. El atomismo, la falta de sentido del sistema y la sincro
nía han venido siendo el vicio radical del enfoque puramente historicista
de este y de tantos otros problemas lingüísticos.
Entendemos que sólo el enfoque estructural —más concretamente
funcional según la vertiente martinetiana de la Escuela de Praga— ha
dado una respuesta coherente al interrogante planteado por la categoría
“modo” en latín. Y han sido tres españoles, Mariner, García Calvo y
L. Rubio, quienes, en orden cronológico, -han contribuido en mayor me
dida a la elaboración de esta respuesta. Las líneas que siguen pretenden
una apurada síntesis de su doctrina, sobre la base de los trabajos que
reseñamos al final de esta Nota, y a los que no haremos referencias con
cretas, en la medida de lo posible, a lo largo de la misma. El lector in
teresado en el tema deberá, desde luego, acudir directamente a esas
fuentes.
Como ha señalado muy acertadamente L. Rubio, los intentos realiza
dos hasta la fecha para un estudio científico de los modos latinos h an
seguido un método “que pretende describir todas las posibles bazas del
juego, desentendiéndose de las reglas del juego en sí”. Este desquicia
m iento se manifiesta, verbigracia, en la confusión de térm inos a que al
principio nos referíamos. Tomando como ejemplo la exposición del p ro
pio Palmer, vemos que “divide” el subjuntivo en “volitivo” ("yusivo”,
“deliberativo”, “de repudio” —indignantis—), “optativo”, “potencial” (“op
tativo”), etc. Una “clasificación” de este tipo —sabemos muy bien que
el autor no pretende establecer departamentos estancos— no difiere m u
cho, con todo, de una que dividiera a los hombres en altos, sanos y es
pañoles; o bien, volviendo al símil del juego, de una baraja española en
la que se hubieran mezclado naipes franceses. Es, preciso, pues, dividir lo
menos posible, en términos verdaderamente opuestos morfológica y se
mánticamente, y según los niveles de comunicación.
350 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
IRREAL / POTENCIAL
INDICATIVO
H is t o r ia de la len gua
CAPITULO PRIMERO
O SC O -U M B R O
CAPÍTULO II
L as in v a s io n e s in d o e u r o p e a s de I t a l ia
E tru sco
G r ie g o
CAPÍTULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
T r a d u c c io n e s l a t in a s de la B ib l ia
SEGUNDA PARTE
D ic c io n a r io s e t im o l ó g ic o s
M anuales
F o n é t ic a
S in t a x is
4. CIL I.* 2. E 146. Himno de los Fratres Arvales según Isis Actas del
año 218 d. C. Véanse pp. 71 s.
360 INTRODUCCIÓN AL LATÍN
8. CIL I .2 581. E 126. Placa rie bronce del 186 a. C. que contiene una copia
del Senatus Consultum, de Bacchanalibus.
[Q.] M arciu s L. f., S. Postum ius L. f. cos. sen atu m conso luerunt n.
Octob. apud eadem | D uelonai. sc. a rf. M . C laudi. M. f., L. V aleri. P. f.,
Q. M inuci. C. f.
de B acan alib u s quei fo id e ratei J esent, ita exdeicendum cen suere:
‘neiquis eorum <B>acanal habuise uelet. sei ques | esent, quei sibe,
d eiceren t necesus ese B ac an al hab ere, eeis u te i ad pr. u rb anum ||
R om am u en iren t, deque eeis rebus, ubei eorum u<e>r<b>a a u d ita esent
u tei sen atu s | n o ster decerneret, dum ne m inus senatoribus C adesent,
[quom e ]a re s cosoleretur. | B acas u ir nequis adiese u e le t ceiuis R o m a
nu s neue nom inus L a tin i neue socium | quisquam , nisei pr. u rb an u m
adiesent, isque [d ]e senatuos sen ten tiad , dum n e | m in u s senatoribus C
adesent, quom ea res cosoleretur, iousisent. c e[n ]su ere. ||
sacerdos nequis u ir eset. m ag ister neque u ir neque m u lie r quisquam,
eset. I neue pecuniam quisquam eorum com oineim h la b u ise u e [l]e t.
TEXTOS LATINOS ARCAICOS 361
15. CIL I .2 11. E 16. Posiblemente del sarcófago del hermano de Cneo
Escipión Hispano (véase n.° 16).
L. C ornelius Cn. f. Cn. n. Scipio.
m ag na sap ien tia | m ultasque u irtu tes
ae ta te quom p a ru a | posidet hoc saxsum .
quoiei u ita defecit, n o n | honos, honore,
TEXTOS LATINOS ARCAICOS 363
28. CIL V 4 8. E 3 1. T u sc u lu m .
3 1. CIL V 3 94 . E 86.
aspecto, “testim on io o cu lar”, 266 co n cin n ita s, 122, 138, 139, 140
asp ecto verbal, 303 con d icion ales m ixtas, 328
— durativo, 303 con geries, 99, 133
aspectos del verbo, 265 con jun cion es, 328
A tella n a , 154 con secu tivas, 326
atem áticos, verbos, 262 con son an te, tem as en, 246, 247
aticistas, 140 con tam in ación , 333
aum ento, 270 con tam in acion es, 87
augural, fórm ula, 73 convergencia, 20
crem ación, 46
Bernabé, E pístola de, 188 cristian ism os, 192
Bíblico, griego, 187 cuarta con jugación, 268
bilingüism o, 187, 189 c um , 330 s.
binaria, estructura, 118 — con in d icativo en P lau to, 330
bronce, uso del, 44 — in versu m , 330
— tem poral, 330
caballo, 44 — d actilicas, form as, 110
calco, 188, 190 — d actilicas, palabras, 110
— sem án tico, 190
Calpurnio P isón, 126 dativo, 283, 293
C arlom agno, 182 — ad n om in al, 294, 296
C a rm en A rva le, 71 — agen te, 295
ca rm in a , 106, 111, 138 — dirección, 296
Catón, 127 — ético, 294 s.
— P. Valerio, 116 — finalidad, 296
causal, relativo, 329 — posesivo, 294
cau sativos, verbos, 267 — de provech o o daño, 293
Celio A ntipatro, 141 ■
— sim p atético, 294
céltico, 20, 61 ss. da tivu s in dican tis, 295
— y germ ánico, 26 daunos, 50
César, 133, 140 declin acion es, 241 ss.
Cicerón, cartas, 154 deícticas, partícu las, 256
científica, prosa, 103 δ εινότη ς, 121
civilización d el N oroeste, 27 dem ocrático”, “latín , 142
claridad ( σ α φ ή ν ε ια ) , 125 d em ostrativos, 255
clasicism o, 152 denom inativos, verbos, 267
cláusula, 139 desiderativo, sufijo, 269
cola, 121 d esid erativos e n -asso, 271
colectivos, 237 d esinencia, 234
colectivos, singulares, 176 desinencias, 262
coloquial, 82 — casuales, 241 s.
coloquialism o, 112 — prim arias, 262
collo ca tio , 138 — secundarias, 262, 270
com paración, 253 — verbales, 262 ss.
•— de adjetivos, 24 d esp lazam ien to relaclon al, 241, 317
com parativo, m étod o, 14, 211 deverbativo, sufijo, 241
com parativos dobles, 75 deverbativos en -os, 240
com pleja, oración, 324 dialecto, 16
co m p o sitio , 138 d ialectales, palabras, 107
com puestas, preposiciones, 188 “dicolon ab u n d an s”, 118
com puesto, 108 dim inutivos, 85, 97, 155, 174, 237, 238
com puestos, 97, 109, 114 — en -lo, 240
com puestos, verbos, 172 d iptongo, tem as en , 252
co n cep ta verb a , 138 d isim ilación, 232
concesivas, 334 dobletes fonéticos, 110
ÍN D IC E DE M A TERIA S 373
P r im e r a parte
S egunda parte
Gramática histórico-comparada
B ib liografía.................................................................................................. 353
Indice de p a l a b r a s .................................................................................379
Im p reso e n el m es d e m a rz o d e 1988
e n T alleres G ráficos HUROPE, S. A.
R ecaredo, 2
08005 B a rcelo n a
INTRODUCCIÓN
AL LATÍN
L. R.
PALMER
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