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TEORIAS Y PRACTICAS DE LA COMUNICACIÓN I


Cátedra: Mangone
Teórico: 10
26/05/2008
Docente: Leonardo Varela

Hola, buenas noches, ¿cómo están? Para los que no me conocen, yo soy Leonardo
Varela, soy el profesor adjunto de la cátedra y van a estar conmigo en esta clase y en las
próximas dos.
Hoy vamos a abordar la problemática que corresponde al Módulo 5, que es “La
información”. Nos vamos a basar sobre todo (pero no sólo) en los trabajos de Patrick
Charaudeau y de Gonzalo Abril, que ustedes tienen para leer. Ya está el Módulo 5 en la
fotocopiadora del Centro de Estudiantes para que lo puedan ir retirando y leyendo, se
retrasó un poco pero, según me dijeron, ya desde el jueves pasado estaba. Hay un
trabajo de J. Kapferer que salió como Anexo porque no lo encontraban –entre el
material que les dejamos oportunamente- en la fotocopiadora. Lo añadimos como
Anexo, pero, que quede claro, forma parte de la Módulo 5.
Ahora voy a escribir en el pizarrón la estructura, el recorrido conceptual de esta clase.

I. La información.
II. Dato, información y conocimiento.
III. El problema del lenguaje.
IV. Sistemas significantes e imaginario social.
V. El problema de la verdad: a) la complejidad del mundo; b) la opacidad del
mundo.
VI. Lo que dicen los medios de los medios: una mirada ingenua en relación con
la concepción de: a) fuentes de información; b) receptor; c) transmisión.
VII. Polisemia, polidiscursividad y significación.
VIII. La construcción del sentido como un doble proceso. Transformación y
transacción.
IX. La transparencia no existe: el signo siempre es ideológico.
X. El discurso informativo según “la naturaleza del saber” y “los efectos de
verdad”. ¿”Conocimiento” versus “creencia”?
XI. Los motivos de la información y el estatus de verdad.
XII. La génesis de la información periodística y el régimen de de la información.
a) Paleoperiodismo;
b) Protoperiodismo;
c) Prensa de masas y prensa de prestigio;
d) Matrices culturales.

Las problemáticas que abordaremos hoy son las siguientes: por un lado, vamos a
examinar cuáles son las relaciones que se pueden establecer entre lo que se denomina
“comunicación” y lo que se denomina “información”. Nosotros ya hemos venido
haciendo una serie de reflexiones con respecto de la necesidad de diferenciar estos
términos. Pero, a pesar de que lo hemos venido explicando, se vuelve necesario porque,
sobre todo en la actualidad, hay una suerte de tendencia a identificar equivocadamente
“comunicación” e “información”. En rigor, no son sinónimos, no son lo mismo (aunque
para ser preciso, ninguna palabra tiene un sinónimo exacto; si es parecido el significado
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de una palabra y el de otra, es porque es diferente). Vamos a trabajar también con el


origen del discurso informativo, que es un discurso relativamente nuevo, muy
emparentado con el ascenso de la clase burguesa y consolidado más plenamente a partir
de la Revolución Industrial. Vamos a trabajar también como núcleo el tópico del poder
del discurso (no confundir con el discurso de poder). Vamos a reflexionar también sobre
las implicancias que tiene el lenguaje, que es la materia, la “sustancia” con la que se
construyen estos discursos informativos. Podemos agregar que hoy, además de la
palabra, del signo verbal (siempre imprescindible porque es el sistema que traduce los
otros sistemas de signos), pesa mucho la imagen, cada vez más: hay quienes utilizan la
noción “homo videns”, como G. Sartori, y ven en la televisión una suerte de demonio
que succiona o devora los cerebros de los televidentes. Vamos a preguntarnos también
cuáles son los mecanismos o recursos que se pueden utilizar para disimular, ocultar o
enmascarar una serie de hechos o relaciones sociales que, en función de las necesidades
de los sectores hegemónicos o dominantes, quedan representados de una manera
tendenciosa (favorable a sus intereses), o directamente ocultadas. Vamos a trabajar
también con la diferenciación entre lo que se define como “conocimiento” y lo que se
define como “creencia”, y vamos a hacer también algunas observaciones con respecto a
cuáles son los parámetros que llevan a establecer como relevante esta información. A la
vez vamos a examinar cuáles son algunos de los presupuestos sobre los que se asienta el
conocimiento que en las sociedades “occidentales y cristianas” suele vincularse con el
llamado SABER CIENTIFICO. Vamos a abordar también los Géneros informativos, y
nos vamos a centrar por un lado en la noticia, y por otro lado en lo que es el rumor
como un nuevo tipo de género, que cada vez cobra más relevancia en las sociedades
mediatizadas, en las que el miedo al otro, la angustia (por cierto desamparo existencial
por el derrumbe de macro-relatos productores y organizadores de sentido) y la soledad
son determinantes.

Ahora bien, una vez que hemos enumerado estos tópicos y problemas básicos con
respecto a cómo se va a desarrollar las clase de hoy y las posteriores, recuperamos
algunos conceptos que ya fueron trabajados en algunos de los teóricos anteriores con
Carlos Mangone, para empezar a articularlos, a sistematizarlos y a vincularlos más
fuertemente con el tema de la información.
Uno de los puntos que nos parece importante reforzar, sobre todo en el marco de una
carrera como Ciencias de la Comunicación, es la diferencia que existe entre lo que se
define como “dato”, lo que se define como “información”, y lo que se define como
“conocimiento”.
Ustedes recordaran que en uno de los primeros teóricos, Carlos Mangone señaló que el
“dato” era una unidad puntual, una micro-unidad “atomizada”, la base. Para que ese
dato se convirtiera en información era necesario llevar a cabo un proceso por el cual se
lo iba a reunir con otros datos, con otras micro-unidades (carentes de significado per
se), se lo iba a ubicar en un espacio y en un tiempo, y se lo iba a articular de manera tal
de construir, de conformar una información. La secuencia, entonces, es dato-
información. Y el conocimiento, ¿qué es? El conocimiento es una instancia superior,
superadora. Es decir, el dato es la unidad sobre la cual se construye la información.

(Interrupción de estudiantes para invitar al Congreso de la FUBA el sábado 31 de


mayo)

Varela: Bueno, estábamos diciendo que existe una secuencia: se va desde el dato, un
“átomo”, que era la unidad menor. La información, estábamos diciendo cuando entraron
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a invitarlos para el Congreso de la FUBA, era una unidad superior que fundada sobre el
dato relacionado con por lo menos otro dato y ubicado en un espacio y en un tiempo.
En otras palabras, la información presupone la articulación de diversos datos, su
contextualización. Por último, la secuencia dato-información puede completarse con un
último estado que es el del “conocimiento”. No siempre se produce conocimiento, más
allá de que se disponga de información. El conocimiento es un estado superior. Se ha
incorporado la información en el marco de un paradigma, una TEORIA SOCIAL o un
Modelo de lectura o interpretación.
Vamos a ofrecer algunos ejemplos en los que se va a poder apreciar que, sobre todo a
partir de la irrupción de los medios masivos audiovisuales esto adquiere cada vez más
importancia.
El ejemplo: si uno, por ejemplo, se fijaba con cierta atención en cómo eran televisados
los actos de ayer, uno en Rosario y el otro en Salta, era bastante sencillo, a partir de la
simple observación de cuáles eran los datos que se “entregaban” al televidente, cuál era
la construcción (de “lo real”) que se estaba haciendo en cada uno de los medios. Hubo
una confrontación de “visiones” y perspectivas previas a los actos de Rosario y de
Salta. ¿Quién resuelve qué se muestra? ¿Quién resuelve qué se deja de mostrar? ¿Cómo
se muestra lo que se muestra? ¿Con qué objetivo, con qué propósito? ¿Para producir qué
efecto en el televidente?
Veamos: si se quiere mostrar el acto del gobierno como un acto multitudinario, las
cámaras van a ofrecer un paneo que no incluya ningún espacio en el que haya pocos
asistentes o nadie. Si se quiere mostrar cierta festividad o euforia por un acto patrio, la
cámara se fijará en un sector de los que están expresando su fervor ciudadano con
cordialidad y se evitará mostrar algún sector en el que pudiera observarse escenas
agresivas entre los presentes (por ejemplo, una confrontación entre el gremio de
camioneros y el gremio de obreros de la construcción). En todo caso: las dos cosas (el
fervor de un sector por el acto y las agresiones entre los sindicatos) existen. Es decir,
existe un grupo que está alegre y festejando el discurso de Cristina Fernández de
Kirchner, como se pudo observar, y existe en la misma plaza un sindicato que se está
enfrentando con otro sindicato para ver quién se ubica más cerca del palco o quién logra
que sus banderas sean más visibles. Hay un camarógrafo, un director de cámaras, que
resuelve qué se va a enfocar y qué no se va a mostrar. O sea, los datos, en esos casos,
están, “sobran” los datos. El punto, desde una perspectiva centrada en la dimensión
ideológica, es qué datos se seleccionan, se eligen y qué datos se dejan de lado, se
excluyen, se “descalifican” (a veces, precisamente porque “califican” demasiado).
También es clave cómo se articula a un dato con los demás datos, de modo tal de
producir una información del tipo “Acto masivo en Salta con la presencia de la
Presidenta de la Nación”, o “Nuevos incidentes en actos organizados por el
oficialismo”.

Si yo observo cómo las cámaras de televisión, las empresas televisivas concretas, captan
el otro acto, el de Rosario, el organizado por “el campo”, puedo registrar que Canal 7 le
dedica por lo menos dos minutos y medio a un primer plano de “El Alberto”, como le
dicen al actual gobernador de San Luis, el hermano de “El Adolfo”, el fugaz presidente
que declaró que no iba a pagar la Deuda Externa y que fue ovacionado por la mayor
parte de los legisladores que antes apoyaron a Menem y que después iban a apoyar a
Eduardo Duhalde y ahora a…
¿Cuál es el presupuesto que está funcionando, operando, cuando el director decide
enfocar a “El Alberto”? ¿Cuál creen ustedes que es la imagen que se quiere construir de
ese acto (no tanto de “El Alberto”) para el televidente promedio? ¿Por qué se enfocará
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al presidente de la Sociedad Rural Argentina y no, por ejemplo, a algunas de las Abuelas
de Plaza de Mayo, que también estaban presentes? ¿Cuál será la razón? ¿Es neutral? ¿Es
casual o causal? ¿Hay algún interés en enfocar a unos y en no enfocar a otros?

Alumna: Puede ser mostrar quiénes están apoyando a un sector; y se quiere generar en
los televidentes un rechazo hacia esas personas.

Varela: Es posible, claro. Pero ¿cuál es el presupuesto si yo le dedico dos minutos y


medio a “El Alberto”?

Alumno: Es un dirigente que fue presidente representando a la “OLIGARQUIA”.

Varela: Bueno, “El Alberto” no fue presidente, sino su hermano, Adolfo. Si yo enfoco
en un acto opositor a R. Saa (el actual gobernador de San Luis, Alberto, no Adolfo), se
está partiendo del presupuesto de que esa imagen, de algún modo, enturbia el acto que
se está llevando a cabo porque es una imagen que se evalúa como negativa. Ahora, el
dato (su presencia) estaba para todos los medios. El asunto es si se selecciona o no
como “dato” relevante para articularlo con otros datos para conformar una información.
En otros canales de televisión, ligados a los “sectores rurales”, la imagen de R. Saa
brilló por su ausencia. Más aún, como pugnaban por alejarse de la construcción
discursiva que estaba proponiendo el oficialismo con respecto a lo que “significaba” el
acto en Rosario (una movida de los sectores privilegiados, avaros e insaciables, faltos de
solidaridad social, conservadores, “amigos” de la dictadura, etc.), la mayor parte de los
DIRIGENTES POLITICOS no aparecieron –o aparecieron muy poco- en las cámaras de
televisión de esas empresas mediáticas. En cambio, en Canal 7, se hicieron una fiesta
exhibiendo a los “impresentables” (partiendo de una serie de presupuestos sobre el
“público”).

Con esto quiero decir lo siguiente: la realidad “objetiva” es una, pero después hay
muchas maneras de construir “lo real”, sobre la base de los datos que se seleccionan, de
cómo se los articula y de cómo se los ubica en una TEORIA DEL CONOCIMIENTO o
Modelo de interpretación para que se produzca determinado sentido.

¿Qué es lo que muchas veces sucede en esta secuencia dato-información-conocimiento?


Muchas veces uno se encuentra con periodistas o comunicadores sociales que pueden
tener buenos datos, poca información y ningún conocimiento. Ustedes se preguntarán
cómo puede suceder eso. Bueno, supongamos que yo soy un periodista que logro tener
buenas fuentes de información, pero no tengo la capacidad para reunir esos datos de
modo tal que construyan una información, y mucho menos para que esa información se
inserte en un paradigma o modelo de interpretación que me permita comprender a fondo
ciertas circunstancias, hechos o relaciones.
Les doy un ejemplo: en lo que concierne a la confrontación entre el llamado “campo” y
el gobierno, ha habido un proceso, en muchos casos no deseado, de ampliación del
conocimiento que cada uno de nosotros tenía sobre la problemática del “campo”, las
retenciones, las retenciones móviles, la exportación, el derecho del Estado a recaudar,
etc. Primero hubo una decisión: la del ex ministro egresado de una universidad privada,
M. Loustau, posteriormente un discurso “justificatorio” de esa acción. Ese discurso
representa la mirada del gobierno, que se supone debe velar por los intereses generales,
con respecto a otro sector, que es considerado insaciable y avaro. Nos referimos al
campo. En ese primer discurso de Cristina Fernández de Kirchner, el campo es
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presentado como un todo homogéneo, no existen diferenciaciones entre grandes


productores (o terratenientes u oligarcas o pooles sojeros), medianos productores y
pequeños productores. En el primer discurso de Cristina Kirchner el campo es una sola
cosa. Ya en el segundo, y ya sabiendo de la reacción que produjo en distintos sectores
vinculados con el campo (y en la clase media urbana, que no votó mayoritariamente al
gobierno), aparece la diferenciación entre grandes productores, medianos productores y
pequeños productores. Inclusive cuando se sientan por primera vez a elaborar algunas
prmopuestas, van a existir ofrecimientos (las llamadas compensaciones) para los
medianos y pequeños productores que originariamente no estaban.
Entonces uno puede decir sin ninguna mala fe: ¿cuáles eran los datos del oficialismo
con respecto a lo que es el campo (en su heterogeneidad y actores que lo componen)?
¿Cómo empiezan esos datos a articularse y a construir información? ¿Y cómo, después,
eso se plasma en el marco de una TEORIA DEL CONOCIMIENTO (con la cual uno
puede estar o no de acuerdo)? ¿Cuál es el marco teórico o paradigma en el cual el
gobierno ubica la lectura de lo que está sucediendo? “Los oligarcas del campo, que han
ganado miles de dólares en estos últimos cuatro años, son insaciables. Como son
insaciables no aceptan que las retenciones suban un poco. En nuestra TEORIA DEL
CONOCIMIENTO nosotros necesitamos las retenciones para redistribuir la riqueza y
para que esa producción que hace el campo, sobre la base de la tierra (que es un
patrimonio nacional), se distribuya”. Después uno puede creerlo o no, pero ese es el
marco o paradigma en el que se inserta la perspectiva oficial. Si es o no verdad, es otro
problema.

Desde el punto de vista del “campo”, con la heterogeneidad que este término contiene,
(porque, en principio, es complicado equiparar a la Sociedad Rural con la Federación
Agraria o con los “chacareros” de Santiago del Estero, los del MOCASE, que tienen
diez hectáreas y que son amenazados y hasta atacados por matones que mandan los
“grandes” hacendados), la hipótesis que se propone es otra: “El Estado es insaciable. El
gobierno actual hace uso de la fuerza del Estado para quitarnos cada vez más de todo
lo que producimos nosotros con nuestro constante esfuerzo; las retenciones son
confiscatorias”. Esa es la lectura de la realidad que realiza el campo; se ubican los datos
y las informaciones en diferentes marcos o frames. Por eso, en el acto del gobierno se
alzaba una consigna que era, si no lo recuerdo imprecisamente, “Todos somos la
patria”. Cuando uno dice “todos somos la patria”, ¿cuál es el presupuesto con el que se
está operando? Esta posición, va a presentarse también en el discurso de la presidenta,
no dicho directamente sino mediante alusiones fácilmente comprensibles. Dicho de otra
manera, tal vez groseramente: ¿cuáles eran las banderas que predominaban en el acto de
Rosario? ¿Qué colores hegemonizaban el acto? De banderas rojas, ni hablar; rojas y
negras, menos…¿Azules o verdes? Tampoco. Todas eran (o casi) banderas de Argentina,
bandera azul y blanca, banderas de la patria. O sea: se confronta por la propiedad de los
SIMBOLOS, esto es un punto importante. Lo que de algún modo dijo Cristina Kirchner
es “más allá de que cantemos el himno y llevemos los insignias patrias, hay que ver si
somos patriotas”. En esa perspectiva, el “todos somos la patria” apunta a desarmar uno
de los argumentos con los que ha venido trabajando este sector denominado “el campo”,
en lo que concierne a autoerigirse como la auténtica expresión de la “argentinidad”. La
argentinidad, al palo. La argentinidad, al palo.
Entonces, volvemos al inicio para no perdernos: dato, información y conocimiento. Con
los mismos datos uno puede producir informaciones diferentes y con informaciones
parecidas uno puede, en un marco de TEORIAS SOCIALES diferentes, producir
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conocimientos diferentes. Desde luego esto no quiere decir que se pueda llegar a un
relativismo absoluto por el que se pueda aceptar que todo, absolutamente todo, es una
construcción, que la realidad –como tal- no existe. Es precisamente esa Realidad, que
no puede ser aprehendida en su totalidad, como dice Charles Sanders Peirce, sino
parcialmente, la que genera los signos que la re-presentan. Como la sociedad es
heterogénea, variada y hasta contradictoria, habrá muchos discursos que la refractarán…

(Interrumpen estudiantes para invitar a la presentación de un libro sobre el Che


Guevara)

Varela: Estábamos diciendo antes que muchas veces se presentaban casos en los que
alguien –en un medio gráfico, radiofónico o televisivo- puede tener buenos datos,
fuentes confiables y, sin embargo, no alcanza construir una información valiosa y,
menos aun, producir algún conocimiento. En otros casos, se posee unos pocos datos, y
escasa información, pero existe un modelo de interpretación, un marco más o menos
riguroso desde el que se articulan o se relacionan esos pocos datos de modo tal que se
produce una información más o menos relevante. Esto muchas veces deriva en lo que se
denomina “discursos ideologizados” (lo particular es que se perciben con una
extraordinaria rapidez los discursos “ideologizados” de izquierda, pero no los de
“derecha”, resulta claro que obra la “naturalización”, la doxa, siempre invasiva y
clandestina, que “detecta” la sangre, como los tiburones). ¿Por qué se los califica de
“hiperideologizados”? Porque a partir de un modelo de interpretación (que puede o no
ser compartido, ese es otro punto) se obtienen conclusiones que pueden resultar
excesivas; se realizan inferencias por abducción, en términos de Charles Sanders Peirce.

(Interrumpen estudiantes para invitar a un seminario sobre Pierre Bourdieu)

Varela: Volvamos a lo anterior (que también incluye a Pierre Bourdieu indirectamente):


cuando existen pocos datos y poca información, pero hay articulación e inserción en una
TEORIA DEL CONOCIMIENTO, un modelo de interpretación, esos datos –aunque
cuantitativamente sean reducidos- se vuelven cualitativamente fundamentales. Con muy
pocos datos se extraen conclusiones.
Se puede decir que hay un paradigma, o un sistema de ideas que organiza el
razonamiento, lo cual no es poco, aunque a veces sea insuficiente. El punto es no forzar
la realidad para que ingrese en “mi red”. En otras palabras, el asunto no es mutilar la
realidad para que se adapte al formato de mi red (que es un instrumento y una mirada)
sino que la red sea útil, sirva, para capturar y comprender una realidad que siempre es
fluctuante, móvil, dinámica, aprehensible sólo parcialmente.
Otra posibilidad es que haya buenos datos, adecuada información, pero que no haya un
marco de referencia -en términos de paradigma, de macrovisión-, por lo que no se llega
a construir ningún tipo de conocimiento. Esto puede vincularse con la falta de una
identidad ideológica, cuando decimos esto no nos referimos a una identidad partidaria
sino a una suerte de “cosmovisión” (que puede incluir, claro está, la pertenencia a un
partido, a un gremio, a una agrupación estudiantil o una religión), una manera de
percibir y de entender el mundo, un modo articulado –no caótico- de ver el mundo, que
en principio es caótico.
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Ejemplifiquemos: Marcelo Bonelli y Gustavo Silvestre suelen tener acceso a buenas


fuertes de información. El problema es que no tienen un modelo de interpretación serio,
dejando de lado otros asuntos no constatables. ¿Desde dónde hay que leer, en dónde hay
que ubicar y cómo deben “orientarse” los datos que se han obtenido? ¿Por ensayo y
error?
Existen también los casos contrarios. Es decir, hay quienes tienen un modelo de
interpretación pero no tienen la suficiente cantidad de datos o información como para
efectuar las derivaciones excesivas que se efectúan. Con frecuencia, es la falta de
estructura la que los condiciona, la que los “obliga” a cometer ese error: diferenciar
información de juicios de valor (aunque estén fundamentados). La “alternatividad” no
es nada sencilla.
En definitiva, lo que queremos decir es que los medios inevitablemente formatean los
datos. Dato viene de la lengua latina (“datum”) y significa “lo dado”. Pues bien: ¿“lo
dado” por quién? O sea, los datos no se van a ofrecer en un marco de “transparencia” y
de cándida neutralidad, porque ni la transparencia ni la neutralidad existen como
absolutos. Entonces, esos datos van a ser procesados de una determinada manera,
articulados de determinada manera, y van a intentar con esos datos y con la información
(después se podrá ponderar si lo logran o no), provocar determinados efectos en el
ciudadano-público-consumidor. Qué secuencia, ¿no es cierto?
Por ejemplo, en el acto de ayer de Rosario, Eduardo Buzzi, el referente principal de la
Federación Agraria, efectúa una referencia a las Madres de Plaza de Mayo. Y exclama:
“Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, esperando que haya una devolución
positiva de parte de esa multitud, cosa que por supuesto no sucede, era previsible. No
hubo devolución, hubo frialdad. La distancia entre lo que estaba diciendo (el “dictum”)
Eduardo Buzzi, sus valoraciones sobre el “dictum” (los modalizadores del enunciado
empleado), el efecto que deseaba provocar (el acto ilocucionario) y lo que
efectivamente provocó (el acto perlocucionario), fue abismal. Porque no eran figuras,
para muchos de los presentes en Rosario, demasiado simpáticas las Madres de Plaza de
Mayo.
En el acto de Salta, Cristina Fernández de Kirchner también cita a las Madres de Plaza
de Mayo. Es decir; hubo un deseo -desde los dos sectores en pugna-, de quedarse con
referentes autorizados, legitimados socialmente, por lo menos para algunos sectores
sociales. En el acto del gobierno, hay una mayor repercusión cuando ella las nombra
(aunque tampoco hay una euforia generalizada), que en el acto del campo. Esto es
importante porque luego será recuperado por los medios. Es decir, si yo creo que
construyo una imagen positiva a partir de quiénes son las referencias a las que nombro o
aludo, voy a procurar que esas figuras aparezcan reflejadas, celebradas, reconocidas. Lo
que sucede es que una cosa es lo que yo quiero lograr y otra cosa es lo que
efectivamente logro, porque del otro lado hay receptores concretos, masa convertida en
público (ya que acaba de llegar el profesor Rodolfo Gómez, que abordó esta
problemática la semana pasada), cuyas reacciones no se pueden prever con exactitud ni
mucho menos.
Carlos Mangone utiliza siempre dos términos, dos conceptos, que me parece que son
claros para plantear algunas de las problemáticas que se generan alrededor de los
discursos que producen los medios. “Si uno come demasiado se puede indigestar”, en
ese caso la comida está en buen estado, pero el exceso de comida nos hace mal. Lo
mismo puede suceder con los medios: pueden ofrecernos mucha información, pero ese
exceso, esa saturación, puede producir lo contrario de lo que se desea: lo veremos más
adelante con un trabajo de dos funcionalistas: P. Lazarsfeld y R. Merton. La saturación
informativa puede ser equivalente al ruido que puede ser, a su vez, equivalente a la
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nada. O sea: un exceso de información puede implicar ninguna información. Si yo ahora


hiciera una pregunta y todos ustedes respondieran simultáneamente (aunque fuera
acertada), se va a producir un ruido que va a imposibilitar que yo registre lo que me
están diciendo (salvo que organizaran un coro, no como el coro Kennedy que cada vez
desafina más, y coordinadamente la respuesta).
La otra posibilidad es que uno puede comer poca comida pero en mal estado. A partir de
ese consumo, de esa comida insalubre, uno puede intoxicarse. Pues bien: en los medios
una mala información puede producir un efecto no deseado (o deseado por el que
produjo la mala información deliberadamente), de manera tal que podamos construirnos
una realidad que se aleja de lo que verdaderamente sucede; o que nos insta a llevar a
cabo determinadas acciones que no se corresponden con los hechos. Porque
representación y acción están muy ligadas.
Recuerden ustedes que Juan Carlos Blumberg (que estaba en el acto de Rosario), llegó a
reunir miles de firmas a partir de pedidos que la mayor parte de quienes firmaron el
petitorio ignoraban por completo. ¿Cómo se puede adherir a algo que se ignora? Todo es
posible en la dimensión desconocida. Se puede lograr con un buen trabajo de los
medios; sobre todo, cuando se ha instalado el miedo en la sociedad y cuando la
fragmentación impera. Recuerden, por ejemplo, el caso Bush: antes de la invasión a Irak
(elijo deliberadamente la palabra “invasión”, la selección de las palabras no es neutral,
no hay transparencia en el lenguaje, no elijo “el ingreso del ejército de EEUU”), estaba
en su peor momento en cuanto a la imagen pública. Una vez que decide la invasión, su
imagen positiva asciende al 85%. Y el Senado de los Estados Unidos, en el que ya
estaban los dos actuales precandidatos a presidente por el partido demócrata, Hillary
Clinton y Barack Obama, votan a favor de la invasión a Irak. La invasión a Irak se
justifica con un argumento falso: el de las armas bacteriológicas en poder del dictador
Sadam. Una comisión internacional (cuya máxima autoridad será “suicidada” poco
después en un puente, si no recuerdo mal) comprobará la falsedad. Ahora bien, también
funciona esa mentira porque activa muchos elementos que están presentes en la
sociedad norteamericana: el nacionalismo, la creencia de que debe EEUU llevar una
“misión”, son los “elegidos”…son los gendarmes del mundo. Entonces, los medios
toman eso y, al reproducirlo, el presidente que resolvió invadir Irak pasa de tener una
muy mala imagen a tener una muy buena imagen: es el Jefe del Imperio, “nuestro Jefe
Supremo”, dicen. Otro ejemplo: Clinton, el marido de Hillary, tuvo el famoso problema
del cigarro…y para salir de ese problema (que pudo haberlo alejado de la presidencia)
decidió llevar a cabo una guerra. Su imagen pública subió rápidamente. Estaba en un
descenso vertiginoso. Alguien alguna vez dijo: “El nacionalismo es el último refugio de
los canallas”.
Hay un film, “Mentiras que matan” (Wag the Dog, Barry Levinson, 1997), en el que
justamente se aborda el problema del poder con la verdad. P. Charadeau precisa que el
poder necesita de no decir todo, de omitir e inclusive de engañar.

En nuestro bendita patria, hubo una “evolución” de todo lo vinculado con la


información (después veremos qué tipo de información), entre 1976 y 1982, mientras la
dictadura militar estuvo instalada en el poder. Hay tres elementos que convergen, como
señala en el anexo didáctico Carlos Mangone.
Por un lado el sistema financiero, que necesita disponer de buena información para
efectuar las operaciones financieras exitosamente. Esto es sustancial en el
funcionamiento de ese sistema, ya que cualquier buena información puede volver
extremadamente redituable una operación, y generar enormes ganancias. Como
contrapartida: una mala información o rumor puede derivar en un fracaso formidable, en
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pérdidas irreparables. Por otro lado tenemos a los servicios de inteligencia, que si bien
siempre existieron, en dictadura militar cobraron una dimensión inusitada. Esos
servicios de inteligencia utilizaban el camuflage, lo que implicaba dificultades para
reconocerlos como tales. Sin ir demasiado lejos, el señor Juan José Alvarez, que fue
funcionario de Eduardo Duhalde y de A. Ibarra, diputado nacional e intendente de un
partido del Gran Buenos Aires, fue servicio de inteligencia, recomendado por Albano
Harguindeguy, el primer primer ministro del Interior de la dictadura.
Los servicios de inteligencia eran públicamente muy parecidos a aquellos a los que
investigaban, a los que muchas veces “marcaban” para que después los secuestraran. Si
ustedes se fijan, actualmente, en las concentraciones o manifestaciones, cuando hay
algún problema y quieren detener a alguien, de pronto aparecen cuatro o cinco civiles,
que estaban a lo mejor al lado de uno, y se tiran sobre algún individuo con algún
“agente del orden” uniformado y lo capturan. Esto significa que se infiltran, se
camuflan, van vestidos como los otros (que son la potencial amenaza) a quienes se
supone que tienen que vigilar. De la misma manera, en las universidades públicas, hubo
una fuerte presencia de servicios de inteligencia, que se presentaban como alumnos
comunes y corrientes, que eran los encargados de ir registrando liderazgos, movimiento
y acciones de estudiantes y profesores: “los elementos subversivos”.
Algunos de los servicios de inteligencia fueron en la dictadura militar columnistas en
“prestigiosos” diarios como La Prensa o La Nación, etc. Por supuesto que no firmaban
como “columnista-servicio de inteligencia”. Mucho después, ya en el gobierno de la
Alianza, el radical Federico Storani asume como Ministro del Interior y dice: “En el
Servicio de Inteligencia hay cientos de integrantes que están cobrando doble salario: el
de Servicio de Inteligencia del Estado y el de algún medio”. Algunos se hicieron
públicos, como el caso de un sobrinito de un famoso filósofo, que cobraba como
servicio de inteligencia y como columnista. Ahora apoya fervorosamente al gobierno,
aunque igual le cuesta: no es tan fácil controlar el fascismo cuando otrora se lo ha
asumido con tanto ardor.
En los medios se produce una modificación estructural de la radio y la televisión, que va
derivar en la incorporación de figuras que se van a convertir en portavoces de ese
discurso dominante.
La Guerra de Malvinas fue determinante también. Lo marco porque es un punto de
inflexión en la historia de nuestra bendita patria en relación con los medios. Mientras
duró la guerra contra los ingleses, un porcentaje enorme de nuestros ciudadanos creyó
que le estábamos ganando una guerra a la OTAN. Yo les pregunto a ustedes: ¿les parece
que les podemos ganar una guerra a Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, etc.…
juntos? Parece complicado, ¿no? La pregunta, entonces, es ¿cómo se pudo creer eso?
¿Cómo se construyó esa “creencia”? Bien, por una lado hubo –latente, latiendo- una
necesidad de superar ciertos fracasos. Esto muchas veces aparece vinculado con
posicionamientos nacionalistas. Es decir: no importaba que las tierras del sur ya
estuvieran vendidas a los ingleses desde mucho tiempo, era necesario recuperar las Islas
Malvinas. Un poco antes de la “recuperación” de Malvinas, a manos del general beodo
Leopoldo Fortunato Galtieri, se llevó a cabo una represión salvaje en Plaza de Mayo, en
la que además hubo muertos. Yo estuve en esa marcha prohibida. Ese fue uno de los
primeros actos de resistencia popular masiva y clara frente a la dictadura. Poco después,
muy poco después, se produce la invasión a Malvinas. Y se vuelve a cohesionar…
Siempre lo vinculado con los territorios nacionales o con la “esencia” nacional (sin que
esto nunca se defina nunca, porque no se puede, con claridad), funciona como elemento
que tiende a atraer a las masas y a encolumnarse detrás de ciertos proyectos
“nacionalistas”. Bueno, en ese caso hubo un gran apoyo a la Guerra de Malvinas y los
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medios cumplieron un rol fundamental. En principio, porque estaban en manos del


gobierno militar, pero aun partiendo de esta realidad debemos decir que el noticiero de
ATC alcanzaba los 40 puntos de raiting. Y el noticiero de ATC era el encargado de
decirnos, diariamente, “que venga el principito, lo estamos esperando” (Gómez Fuente)
… o “estamos literalmente aniquilando al enemigo”. Esa construcción funcionó y
perduró, a tal punto que cuando se declaró la rendición argentina, miles de compatriotas
salieron a Plaza de Mayo a preguntar cómo era posible que nos rindiéramos si
estábamos ganando. O sea: fue un gran engaño generalizado, y podemos agregar que
tuvo un cierto consentimiento. Hubo ciertamente bastantes ganas de que nos engañaran:
“Pegáme y llamáme Marta”.

Ahora bien, una vez expresados estos asuntos básicos como disparadores, vamos a
trabajar con algunas de las problemáticas de la información de una manera más
organizada, menos caótica. Uno de los autores que ustedes tienen para leer, Patrick
Charaudeau, señala que el primer problema que se presenta, en lo que concierne a la
información, es que hay una estricta relación entre información y lenguaje. ¿Por qué?
Porque la información está hecha con lenguaje. Entonces, se vuelve necesario efectuar
una reflexión, una serie de observaciones sobre cómo es esta materia, el lenguaje, con la
que se construyen esas informaciones.

Patrick Charaudeau ofrece una primera definición, que el mismo califica como inocente,
que es la siguiente: “la información consiste en que alguien que posee un cierto saber
lo transmita, con la ayuda de cierto lenguaje, a alguien que se supone no posee ese
saber”. Esa es la información: alguien sabe algo y se lo transmite a otro que no lo sabe.
El proceso consiste, por lo tanto, en un pasaje de información desde uno hacia otro, con
lo que se presupone que hay alguien en estado de ignorancia, que podrá sobrellevar su
problema cognitivo a partir del momento en que incorpora la información que le ofrece
otro y que permite saber algo sobre algo.
Ahora, se acepta automáticamente esto, se dejará de lado una serie de preguntas
imprescindibles, sobre todo cuando estamos en presencia de medios masivos: ¿quién es
ese benefactor, esa alma caritativa y generosa, que frente al no saber del otro decide
transmitirle su saber para que pueda intervenir sobre la realidad? Esto lo planteamos
porque no estamos en el marco de empresas sin objetivos lucrativos, de instituciones
sociales que solamente brindan un servicio. Puede que efectivamente lleven a cabo un
servicio, pero además hay un interés económico.
Otro punto es (aun en el caso de que aceptáramos que es un servicio): ¿qué motivos
impulsan a alguien a transmitir una información? Porque si yo transmito una
información es porque supongo que esa información es necesaria para algo y para
alguien. O sea: hay algún marco teórico, paradigma, modo de ver o cosmovisión desde
el estoy evaluando que esa información que yo tengo (y tengo también otras que no
transmito, porque no las considero relevantes), es significativa y merece ser transmitida.
Por otra parte, ¿de qué naturaleza es esa información o saber que yo transmito?, ¿qué
cualidades tiene?, ¿en dónde se generó?, ¿de dónde proviene? Es decir: ¿quién está
legitimando que ese saber es significativo? ¿Yo solo, la empresa en la que trabajo, el
subsistema en el que estoy o el sistema en general? ¿Se entiende? También supone que
yo estoy transmitiendo una información a otro que por alguna razón, estimo, no la
conoce, o sea que me estoy haciendo una idea, estoy construyendo una suerte de Lector
Modelo de quién es ese otro que no sabe lo que yo sé. En este dirección, podemos decir
que existe una interacción asimétrica: alguien sabe, alguien no sabe; el que sabe
11

transmite un saber al otro y ese otro -que estaba en un estado de ignorancia, de carencia
cognitiva-, pasa a estar ahora en un estado de “conocimiento”.
Por último, otra pregunta que merece realizarse es: ¿cuál es el efecto que va a producir
eso que yo estoy transmitiendo en el otro? Yo puedo producir un discurso con una
intención determinada; ahora bien, esto no significa que el efecto de mi discurso sea
efectivamente el que yo me propuse. Lo que siempre estará claro –se efectivice o no- es
que tuve una intención concreta.
Volviendo al ejemplo que se ofreció antes, yo no sé si alguien que está viendo la
transmisión del acto de Rosario por Canal 7, sentirá rechazo cuando el primer plano del
maduro rostro del Alberto cubra la pantalla; no sé si reflexionará: “Eramos pocos y
parió la abuela”. A lo mejor es alguien de San Luis que dice: “¡Qué grande, el
gobernador, el latin lover que se voltea a todas las actrices!”. Hay que ver si los efectos
los buscados son –o no- los que efectivamente se producen.
Cuando Patrick Charadeau dice que el problema de la información es también un
problema del lenguaje, lo que quiere marcar es que en el lenguaje no hay neutralidad
posible. Nos han dicho muchas veces, sobre todo en la escuela media, que el lenguaje es
una especie de instrumento que nosotros utilizamos simplemente para vehiculizar
conceptos, como si el instrumento fuera transparente y neutral. En rigor, el lenguaje no
es ni transparente ni neutral, sino que es, por definición, signo ideológico en la medida
en que es el producto de las diferentes esferas de las actividades humanas, como dice
Valentin Voloshinov.
En otros términos, hay distintas esferas humanas en las que interactúan los sujetos, en el
marco de un trabajo, el estudio, un deporte, una actividad lúdica, lo que sea. Esos
sujetos interactúan y producen lenguaje y ese lenguaje va a reflejar y a refractar esa
esfera de la actividad humana que lo originó. Si la Biblia nos dice que primero fue la
Palabra (el verbo) y luego la acción, las ciencias del lenguaje nos dicen, en cambio, que
primero está la acción y después vienen las palabras. Las palabras son el resultado de la
búsqueda de los seres humanos de modos de transmitir sus experiencias. La especie
humana originariamente no dispone, como especie, de aparato fonador (esto lo ha
subrayado Carlos Mangone en el teórico 2, cuando hablaba del lenguaje articulado). El
aparato fonador, lo que nos permite a nosotros producir sonido, es el resultado de la
práctica y de la evolución de la especie. Si se dice que la función hace al órgano, ningún
ejemplo mejor que el del aparato fonador. Nosotros –como integrantes de la especie- lo
fuimos construyendo a lo largo de miles de años porque era una necesidad pragmática
para la supervivencia de la especie humana.
Pues bien, cuando decimos que no hay lenguaje transparente, que no hay neutralidad en
el lenguaje, que el signo es ideológico, lo que estamos diciendo es que cada vez que
cualquiera de nosotros produce lenguaje, está llevando a cabo un doble proceso. Por un
lado, estamos seleccionando signos de una suerte de diccionario que todos nosotros
hemos incorporado, en ese sentido la lengua es una institución social que se va
transmitiendo de generación en generación. Nosotros hablamos español, ¿por qué? ¿Por
qué no hablamos alemán? Digo: si alguno habla alemán tendrá una segunda lengua. En
principio: ¿por qué les parece todos los que estamos acá hablamos español? Se debe a
que nuestros padres hablaban español en nuestras casas, la lengua con la que nos fueron
educando es el español. Ahora bien, cuando producimos lenguaje llevamos a cabo un
doble proceso: a) seleccionamos términos o palabras; b) combinamos esos lexemas o
palabras. Al seleccionar palabras estamos empezando a construir una visión del mundo,
porque una selección, ¿qué es? Si yo les digo, por ejemplo, que hay una selección de
fútbol, eso implica que se eligieron unos 25 jugadores. Por lo tanto, se excluyó a otros
futbolistas que, pudiendo haber estado, no están. No se los eligió. Toda selección
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implica descarte y descalificación. Entonces, uno puede decir que al seleccionar ya hay
un componente o una dimensión ideológica.
Les voy a ofrecer algunos ejemplos para que podamos reflexionar. Un ejemplo muy
tonto (aunque si se profundiza deja de ser tonto) es que podemos decir “perro”, “can”,
“pequinés”, “ovejero alemán”, etc. Siempre estamos nombrando algo abarcado por el
conjunto perro. Pero seleccionar alguna de esas palabras implica posicionarse frente a la
realidad de determinada manera. Si ustedes están con un amigo y les dice: “Entonces
vino el can y me mordió”, ustedes le van a preguntar, “¿qué tomaste?”. Digo, porque
“can” no es una palabra que usemos en la vida ordinaria.
Examinemos otros ejemplos que van a servir para reconocer más plenamente el
componente ideológico. En las construcciones que les voy a proponer para nombrar a un
sujeto (ya les voy a decir quién es), no hay ninguna que sea mentira. Con esto quiero
decir que todas las frases o palabras que seleccioné refieren -sin mentir- a un sujeto de
la realidad. O sea: no estamos hablando de emplear un sustantivo o una frase con la que
yo diga algo que no se corresponde con la realidad fáctica en algún punto.
Vamos a hablar, entonces, de Domingo Felipe Cavallo. Yo les voy a ofrecer varias
formas de nombrarlo y ustedes me van a decir cuáles son las que ELEGIRIAN si
quisieran construir una imagen positiva, y cuáles SELECCIONARIA si quisieran
construir una imagen negativa. El propósito es demostrar que no hay neutralidad en el
lenguaje.
Veamos, entonces, los siguientes ejemplos (los pueden escribir):
“El doctor honoris causa de las universidades de Génova y Bologna”
“El ex diputado por el Partido Justicialista de Córdoba”
“El canciller de Carlos Menem”
“El que frenó la hiperinflación”
“El ministro de la Alianza”
“El confiscador del dinero de los ciudadanos”
“El ex funcionario de la dictadura militar”
“El ex presidiario”

Nada de lo que dije es mentira, no estoy diciendo que fue stripper en el Golden. Estoy
nombrándolo de manera tal que cualquiera me puede decir: “no me gusta lo que
seleccionó”, pero nadie puede decir que no refiere a una realidad (o, mejor, a una parte
de esa realidad). Resulta evidente que no es lo mismo que yo diga “el ex presidiario
Domingo Cavallo” que “el doctor honoris causa Domingo Cavallo”. Siempre estamos
construyendo “visiónes”.

Otro caso: en 1992, cuando se cumplieron los 500 años de… ¿de qué? ¿Descubrimiento
de América? ¿Conquista de América? ¿Llegada de los españoles? ¿Genocidio? Cada
una de esas denominaciones refieren a un mismo objeto de la realidad, pero no es lo
mismo usar “descubrimiento” que las otras. Hubo una serie de expresiones alrededor de
del “evento”: tanto España como algunas naciones latinoamericanas resolvieron hacer
algún tipo de conmemoración de la llegada de los españoles. España deseaba nombrar el
acontecimiento como: “descubrimiento de América”. Pero imaginen que Bolivia,
Ecuador, México, Perú... dijeron: ¿Cómo descubrimiento de América? ¿Y la civilización
Inca, la Azteca, la Maya? ¿No existieron? En definitiva, llegaron a una fórmula de
entendimiento que fue “Encuentro de dos culturas”.

Entonces, una primera observación: Hay que considerar siempre que el problema de la
información está vinculado con el problema del lenguaje. Esto es inevitable porque al
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utilizar el lenguaje, hay una construcción de la realidad. Si no hay una reflexión sobre la
función del lenguaje que nos lleve a entender que en todo proceso de construcción
discursivo -lo sepamos o no, siempre es mejor saberlo-, se conforma una perspectiva
ideológica en un sentido profundo (es decir, no en sentido partidario), vamos a
limitarnos enormemente en nuestra capacidad de comprensión de los fenómenos.
La información, entonces, se realiza en sistemas significantes que se componen de
formas que expresan o se relacionan con lo que se denomina “imaginario social”.
¿Cómo podemos definir este “imaginario social”? Hay varias definiciones, pero en
principio podemos decir que es un conjunto de representaciones que un grupo construye
sobre el mundo, y que están asociadas con percepciones y valoraciones de ese mundo.
¿Por qué existe la construcción “alma blanca”? El alma blanca es la pureza. ¿Con que
se asocia al blanco y con qué se asocia al negro en nuestra cultura? Tiene el “alma
negra”. Su alma es turbia, oscura, retorcida, maligna.

Alumno: Se relaciona con lo bueno y con lo malo.

Varela: Exacto. En un sistema vinculado con lo cromático, lo blanco aparece asociado a


lo virtuoso, a lo bueno. Lo negro, en cambio, aparece vinculado con lo malo: “Es negro
pero negro de la cabeza”, esa aclaración (que es peor) está revelando que ese sistema
de clasificación funciona. Ahora, ¿dónde se construyó? ¿Los bebés nacen diciendo
“negro, malo; blanco bueno”? No, hay una construcción cultural.

Se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre los estereotipos, cómo se


construyen, cómo circulan y cómo se relacionan con el prejuicio y con la
discriminación. En principio, el estereotipo es un esquema de representación con el cual
se estigmatiza un grupo. Es decir, yo digo “negro” y eso aparece asociado con una serie
de atributos o cualidades que son, desde esta perspectiva, negativas.
Se hicieron varias experiencias, muchas en Estados Unidos. En una se les solicitaba a
estudiantes de una universidad que asignaran un conjunto de adjetivos calificativos a los
diferentes grupos sociales que se enumeraban. Eran, si no recuerdo mal, 84 adjetivos
calificativos para asignar a diez grupos sociales (entre los cuales estaban los alemanes,
los negros, los judios, los turcos, los norteamericanos, los japoneses, y algunos otros).
Con respecto a los negros, los adjetivos que fueron seleccionados por la mayor parte de
los encuestados fueron: “perezosos, indolentes, no trabajadores, musicales (lo cual se
presentaba como un dato casi folclórico), vigorosos, mal vestidos, descuidados,
religiosos y sucios”. Claramente, un estereotipo.
Con respecto a los alemanes, los estudiantes “investigados” dijeron que eran “capaces
para la ciencia, inteligentes, perseverantes, pragmáticos, filósofos, nacionalistas en
extremo” (era lo único negativo).
Con respecto a los japoneses se hizo una experiencia en la que antes de la guerra eran
vistos como tenaces, perseverantes, disciplinados, inteligentes, etc. Después de la guerra
aparecen como crueles, astutos, traicioneros, etc.
La pregunta que se surge es: ¿el estereotipo expresa alguna realidad objetiva? ¿O es una
construcción que resulta de la convergencia de distintas fuerzas o actores sociales (el
Estado con sus leyes, las religiones dominantes y las subalternas, las lenguas, etc. etc.)?
Esta es la pregunta clave, porque si el estereotipo de algún modo refleja algo de la
realidad, está funcionando como un instrumento de conocimiento de esa realidad. Si el
estereotipo, en cambio, no refleja la realidad sino que la construye, habrá que ver cuáles
son los mecanismos que se emplean para orientar la lectura de realidad en un
determinado sentido. Y para desarmar esos estereotipos como expresiones interesadas.
14

Se hizo una experiencia en Guatemala, en donde el judaismo prácticamente no existe.


Resultó, sin embargo, que el grupo más estigmatizado por los entrevistados era el de los
JUDIOS. Los investigadores no encontraban ninguna explicación razonable. Siguieron
indagando y observaron que en una de las religiones locales –no me pregunten cuál- con
bastantes adeptos en Guatemala, hay un mito en el que una suerte de diablo asesina al
Dios de esta religión. Lo que descubrieron es que se trazaba una ANALOGIA entre los
judios que mataron a Cristo y un diablo de ellos que asesinaba a su Dios. Si fueron los
judios mataron a Cristo, entonces los eran lo mismo que el diablo. Estaba
construyéndose un estereotipo que se basaba en un mito local.
Otro ejemplo: en California se hace un relevamiento a partir de la observación de que el
grupo de los armenios era calificado como ladrones, estafadores, etc. Se efectúa,
entonces, una investigación en los estrados judiciales y no se registra ni una sola
denuncia contra algún armenio. No encuentran ni una sola denuncia a un armenio por
estafa, robo o lo que fuera. Se sigue indagando y emerge como un elemento importante
que los armenios estaban compitiendo exitosamente en el marco del comercio con los
norteamericanos; eran competidores fuertes.
Volvamos: ¿cómo se construyen los estereotipos? Se construyen con asociaciones,
encadenamientos de lenguaje, que se suman a prácticas que no son verbales.
Ahora bien, cuando el estereotipo implica desprecio, estamos ya frente al prejuicio. Es
decir, si hay una valoración marcada que implica hostilidad frente a aquel que es
estereotipado. Y el punto superior en este recorrido es el de la discriminación, en donde
a partir de la formulación de un estereotipo primero y de un prejuicio que implica una
actitud hostil (o sea: no solamente se cree que un grupo es de una manera determinada,
sino que, a partir de esa creencia, se los descalifica), se ingresa ya en el desprecio, y a
seguramente se llegará a la discriminación, que puede ser étnica, sexual, religiosa, etc.

El sabado pasado, yo estaba haciendo un relevamiento, para una materia que dicto en la
Universidad Nacional de Lujan, con respecto al estereotipo del homosexual en los
problemas televisivos. ¿Cómo les parece a ustedes que la televisión estereotipa a los
homosexuales? ¿Cuál es la imagen del homosexual en la televisión? No estamos
hablando de lo que cada uno cree, sino de lo que se ve, de lo que se observa en la
televisión.

Alumno: Hay un estereotipo positivo. Aparecen como personajes simpáticos,


particulares, interesantes.
Alumna: También superficiales.
Alumno: Como graciosos...divertidos.

Varela: Bueno… a ver. Si uno toma las figuras que están construidas sobre la base del
estereotipo del homosexual en la televisión, muchos de los adjetivos que han propuesto
aparecen como “cualidades”: graciosos, simpáticos, superficiales, compinches de las
mujeres (porque, en esa lectura, las mujeres no corren peligro), banales. Ahora bien,
podemos enumerar escritores, pintores, filósofos o actores homosexuales, que están
muy lejos de poder ser considerados como superficiales ni banales ni graciosos. Esto
sirve para desarmar el estereotipo, según el cual los homosexuales están
automáticamente en una especie de zona de escasa profundidad (emocional e
intelectual). En esta presentación aparecen como inestables emocionales, “afeminados”
–porque se los vincula con el mundo de la sensibilidad por oposición al mundo
masculino, el de la razón y la fuerza-. ¿Vieron que los homosexuales en la televisión
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siempre lloran o lloriquean? Porque se corresponde con un rasgo del estereotipo


femenino.
Estas construcciones se van repitiendo, van formando parte de sistemas y subsistemas,
hasta que llega un punto en el que desarmarlas se torna muy complicado.
Si yo les preguntara cuál es el estereotipo que se construye en los medios de los
integrantes de la comunidad boliviana, ¿qué me pueden decir? Contesten rápido, sin
control, porque el control es ejercicio de distanciamiento y necesitamos proximidad,
nada de distancia. Lo que se dice en los medios, en la calle sobre los bolivianos, ¿qué
es?

Alumno: “Mueren tres personas y un boliviano”


Varela: Claro. Crónica TV, sacándolos incluso del espacio de lo humano. También se
dirá que son sucios, narcotraficantes, mulas, ilegales, indocumentados… A ver, ¿quién
me puede decir un adjetivo con valoración positiva?

Alumno: Trabajadores.

Varela: Muy bien, perfecto…Aparecen como trabajadores, precisamente en un sistema


en donde están mal visualizados por los otros trabajadores porque, a partir de que
trabajan mucho, demasiado (ya que son ilegales e indocumentados y los sobreexplotan),
los toman como mano de obra barata, casi esclava. Otro de los estereotipos con respecto
a los bolivianos es que son “silenciosos e introvertidos”. Yo estuve trabajando con
bolivianos y bolivianas y les puedo asegurar que no son ni silenciosos ni introvertidos
en sus ámbitos. Ahora, si un alumno boliviano de siete años levanta la mano en la
escuela y le gritan: “¡Callate bolita!”, la próxima vez va a pensar cinco veces antes de
emitir una palabra. Los bolivianos hacen un culto a la palabra, el respeto por el lenguaje
es extraordinario. Lo que sucede es que, en ámbitos en los que están siendo
permanentemente reprimidos o agredidos, se cuidan de hablar.
También podemos referirnos al estereotipo del varón y al de la mujer en los medios,
estereotipos construidos sobre una base que es lenguaje, en el marco de prácticas no
discursivas. El lenguaje, lo volvemos a decir, no es ni neutral ni transparente. La mujer
va a aparecer en los medios vinculada con la emoción, la sensibilidad, la intuición, la
mutabilidad afectiva, con el ámbito de lo doméstico. El varón, en cambio, va a aparecer
vinculado con el ámbito de la razón, de la fuerza, de la acción, del poder y de lo público.
Acá hay muchas mujeres, cuando les digan: “las mujeres tienen un sexto sentido”,
sepan que es una trampa más, entre todas las que hay, para hacerles creer que es algo
que las “distingue”. Otro engaño. En realidad hay todo un proceso de descalificación de
la mujer a partir de este estereotipo: no es capaz de reflexionar para arribar a alguna
conclusión racional; sólo intuye. También hay estereotipos masculinos, que no son
tampoco necesariamente buenos o favorables para nosotros; obturan la posibilidad de
comprender y de ser...es cierto. Pero a lo que iba es a que se funciona desde esos
estereotipos. Por eso hay también muchas mujeres machistas, las que dicen, por
ejemplo: “yo soy femenina, no feminista”.

Entonces, una de las cosas que se debe marcar, me parece, es que creer que el lenguaje
es un instrumento transparente que sirve solamente para vehiculizar conceptos, es
insostenible. Los medios dicen que tienen una función, que es la de formar a los
ciudadanos en los principios de la democracia o en los principios éticos. Ese principio,
que formulan los medios con respecto a su función, es el que a la vez los autolegitima.
Es decir, si mi función como medio es formar ciudadanos, quedo legitimado. ¿Qué hay
16

más importante? O sea, un medio no va a decir: “yo voy a promover la concentración


de la riqueza en pocas manos ”. Lo puede hacer, pero por lo general no lo va a decir o
la va a decir con eufemismos.
El otro punto es que no existe una verdad a priori, sino que la verdad puede concebirse
como una construcción intersubjetiva. Es decir, en el marco de las democracias la
verdad es una construcción intersubjetiva, equivalente a un juicio colectivo que deriva
en un consenso que, como todo consenso, será provisorio, pero operativo para el
presente.
Ahora bien, aun aceptando que los medios tengan como función formar a los
ciudadanos, ¿qué dificultad se presenta? Lo que se presenta como dificultad, como
enorme dificultad, es que el mundo y la realidad no son uniformes ni simples. Por el
contrario, el mundo y la realidad son complejos, heterogéneos, opacos. O sea, nosotros
podemos ver algo que nos parezca de determinada manera, pero que parezca no quiere
decir que sea. Entonces, ¿cómo van a hacer estos medios para “descifrar” esa
complejidad y esa opacidad que son propias de esta realidad y este mundo? Quizás sea
excesivo creer que los medios pueden resolver este problema. En todo caso, pueden
formar parte del problema, porque en gran medida las representaciones que tenemos
nosotros de la realidad son construidas desde esos medios. ¿Cuál es el discurso que
produce conocimiento e intenta comprender la realidad? En principio, el DISCURSO
CIENTIFICO. Ahora bien, ese discurso también está relacionado con el poder.
Entonces, los medios no van en búsqueda de una explicación propia del mundo, sino
que procuran ubicar al alcance de los ciudadanos que están intentando formar los
hechos o las informaciones que ese ciudadano ignora. En otras palabras, lo que hacen
los medios, según esta perspectiva, es construir un campo de inteligibilidad, un campo
que sirva para comprender ese mundo que se presenta como complejo y opaco.
Y, ¿cuál es el elemento que impulsa a estos medios, según sus propias definiciones, a
contribuir en el esclarecimiento o comprensión de la realidad? ¿Qué lleva a los medios a
“confrontar” con la opacidad del mundo? Entre otras cosas, una visión respecto del
poder político según la cual este poder, por definición, nunca va a decir todo, siempre va
a ocultar cosas y siempre va a enmascarar. El poder oculta mucho más que lo que
exhibe. Forma parte de su “naturaleza”: no todo se puede decir, hay que ocultar algunas
cosas y, a veces, decir cosas que no se van a hacer e inclusive mentiras. Recordemos la
frase del riojano Carlos S. Menem apenas asumido su primer gobierno; lo entrevistan en
un medio gráfico y le preguntan: “¿por qué no dijo que usted iba a nombrar como
Ministro a un representante de la empresa Bunge y Born? Y Menem dijo: “si yo
hubiera dicho lo que iba a hacer no me votaba nadie”. Bien: eso lo dijo en el primer
gobierno y cuando se presentó en el 95 nuevamente a elecciones, obtuvo más votos que
la primera vez. Pareciera que el principio de verdad ya no funciona demasiado en el
ámbito de la real politic y en la llamada Posmodernidad, en la que las fragmentaciones
no se articulan para conformar un todo.
Si los medios, entonces, son los encargados de decir lo que el poder quiere ocultar, se
establecen como la fuerza de la verdad cuya función es contrarrestar las estrategias y las
tácticas manipulatorias del poder.
Ahora bien, una primera observación, para alejarnos un poco de Patrick Charadeau. Uno
de los problemas que se suscita es el siguiente: ¿los medios están por fuera del poder?
Es decir, si los medios descifran los mecanismos que usa el poder para engañar,
entonces los medios no son el poder. O, en todo caso, formulado de otra manera, ¿qué
relación se establece entre ese poder económico y los propios medios?

Alumno: (inaudible)
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Varela: Claro, aunque depende en qué momento. A veces dicen: “¡Que suene el cuarto
poder!” (aunque no lo suelen decir ellos), y otras veces aclaran que “sólo decimos lo
que dice la gente en la calle”, como si fueran voceros. Pero no se hizo un plebiscito
para saber si eso es cierto. O bien se instalan como representantes o bien como voceros.
En lo particular, y para ironizar un poco (ya que estamos cansados a esta altura de la
clase), no creo que me represente Marcelo Bonelli ni que González Oro sea mi vocero.

Alumno: (…) y hace poco estábamos hablando de dos visiones contrapuestas en


relación a lo que sucedió en 1492… (…)

Varela: Valentin Voloshinov, que fue un extraordinario cuentista social, no está dentro
del material bibliográfico, observa que “la palabra es la arena de la lucha de clases”.
Lo que quiere decir esto es que todo signo tiene un primer significado, un significado
denotado, que es el significado de diccionario de una palabra; y un segundo significado,
o sentido sugerido, que puede ser considerado como equivalente de lo connotado.
Veamos un ejemplo: todos los que estamos acá somos miembros de una sociedad en la
que se habla el español; compartimos esa lengua. Ahora, que compartamos esa lengua
no quiere decir que compartamos los significados de las palabras que forman parte de
ese sistema que es la lengua. Porque, según Voloshinov, al haber división en clases
sociales también hay división del lenguaje, lo cual significa que los sectores dominantes
o hegemónicos producen un lenguaje que intentan que sea asumido y naturalizado por
los sectores subalternos. Ahora bien, debido a que existe una realidad objetiva y debido
a que hay objetivamente división en clases sociales, por más que se esfuercen (y muchas
veces lo logren), la aceptación va a ser de alguna manera forzada. ¿Por qué? Porque
esos significados no se corresponden con su propia realidad; va a haber una puja
permanente por la imposición de sentidos en cualquier sociedad. Y esta lucha
imposición de sentidos forma parte de la confrontación simbólica, que es el resultado de
las diferentes condiciones de existencia material. Es definitiva, en toda sociedad hay una
puja por la distribución de los bienes materiales, por cómo se distribuye la riqueza, y
también por la imposición de los sentidos.
Por ejemplo, el enfrentamiento entre “el campo” y el gobierno se puede leer en términos
económicos (los sectores del campo no quieren retenciones, el gobierno quiere
retenciones). Resulta evidente que es una puja por dinero. Pero no se agota en la puja
por el dinero, porque también hay una lucha por la imposición de sentido. Entonces,
¿cómo nombrará el gobierno la realidad? “Lockout patronal”. No va a decir “paro
agrario”, porque los patrones no paran. En cambio, los sectores del campo van a decir
“paro del campo”, involucrando de esa manera a un conjunto de sectores que no
estaban involucrados si uno se refiere a los dueños de miles de hectáreas y no 50 o 60.
Entonces lo que dice V. Voloshinov es que hay una confrontación por los bienes
materiales, que también tiene una expresión simbólica; es la lucha por la imposición de
sentido, por el significado de las palabras. La multiacentualidad del signo estalla cuando
los sectores dominantes no pueden imponer sus significados.
Por ejemplo, a nosotros, como habitantes de esta sociedad, no se nos hubiera ocurrido,
antes del 2001, que aparecieran consignas en la calle en las que se representara a los
banqueros (no a los bancarios) como “chorros”. “Chorros, chorros, chorros, devuelvan
los ahorros”. Porque el banco era un lugar donde alguien depositaba su dinero para que
se lo cuidaran o para tener un poco más de dinero, por la tasa de interés. En el 2001:
“Chorros, devuelvan los ahorros”, o sea “banquero” = “chorro”.
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Los sectores dominantes no lograban imponer su sentido: los banqueros no son chorros
sino responsables hombres de negocios. Desde la derecha liberal, empezaron a decir que
eso que era capitalismo, no era estrictamente capitalismo. Lo empezaban a designar
como “capitalismo salvaje”, “capitalismo no humano”, “capitalismo de amigos”,
“capitalismo prebendario”, y clamaban por instalar un “capitalismo serio”, ¿quiere decir
que hay un capitalismo que cómico? Entonces, ¿por qué proliferaban todos esos
adjetivos calificativos? Porque el término “capitalismo”, en el 2001 y con los banqueros
como referentes, estaba mucho más que objetado, casi descalificado (por lo menos, en
un nivel de superficie). Después lograron disciplinar, y ahora nuevamente los banqueros
son casi, casi…seres adorables.

Para ir terminando por hoy: ¿cuáles son algunos de los problemas que se pueden
suscitar en relación con la perspectiva que los medios tienen de ellos mismos y en
relación con el modo en que se vinculen con con el Estado? Un problema es el de la
censura de las fuentes, es decir que no haya acceso a las fuentes y que no se pueda saber
algo. Si quieren un ejemplo banal, el odio que inspiraba Marcelo Bielsa, como director
técnico de la selección argentina, porque no aceptaba entrevistas individuales. O sea, él
no entraba en esa lógica del negocio en la que entraban tantos otros directores técnicos,
razón por la que comenzaron a prosperar discursos en contra del Loco Bielsa, más allá
de lo estrictamente relacionado con el fútbol. “Nos estás arruinando el negocio, nosotros
tenemos que tener antes del partido entrevistas con los jugadores y con el técnico”. Lo
contrario del Coco Basile y los sponsor en el mundial de EEUU.
Otro de los problemas que puede suscitarse es “la censura de la difusión, o de la
distribución de la información”; puede haber no censura de fuentes sino en la
distribución de la información.
También podemos mencionar como problema el hecho de que no se desnaturaliza la
información. Es decir, se conserva la creencia de que lo que nos están diciendo los
medios refleja cierta realidad objetiva. Por ejemplo, ayer hubo una puja con respecto a
la cantidad de asistentes a uno y otro de los actos: si eran 200.000 o 300.000 personas
en Rosario, si eran 80.000 o 150.000 en Salta… En realidad si lo pensamos desde el
punto de vista del conocimiento, es algo muy fácil de saber: se calcula el espacio
cubierto, los individuos por metro cuadrado y se obtiene el número, cosa que ningún
medio hizo. ¿Por qué?

En relación con el lenguaje empleado por los medios, hay que señalar también que el
lenguaje es polisémico. ¿Qué quiere decir polisémico? Que hay más de un sentido para
cada palabra, es parecido a “multiacentual”. En “El Quijote”, Sancho Panza y el Quijote
intercambian puntos de vista, exaltadamente. Sancho Panza vio a un caballero
verdadero, que viene en un imponente caballo blanco, con su armadura en condiciones,
bien comido, fuerte… y lo ve a Quijote, flacucho, exhausto, casi roto… y tiene ganas de
llorar. Entonces, Sancho Panza lo ve venir al otro caballero a lo lejos y dice al aire:
“¡Qué hijo de puta!”, y el Quijote le dice: “¿por qué lo insultas?”. “No lo insulto, lo
admiro”. Esto es la polisemia de la palabra, nosotros lo sabemos bien. La expresión
“hijo de puta” puede ser un insulto o revelar admiración. Esta es la cualidad dialéctica
del signo, todo signo dice lo uno y lo otro a la vez, todo dependerá del marco en el que
se emplee.
La palabra “farmakos”, que es griega, de la cual deriva la palabra “farmacia”, quiere
decir: “lo que cura y mata”, a la vez. O sea, en la palabra contiene los dos significados
antagónicos. En realidad cualquier término, utilizado en marcos particulares, puede
significar algo que no “está” en el diccionario.
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El otro punto es la polidiscursividad. Porque el lenguaje tiene distintos tipos de valores:


por un lado un valor referencial (refiere a algo de la realidad); tiene también un valor
enunciativo, que tiene que ver con la identidad y la intencionalidad de los
interlocutores. Con la identidad en el sentido en que nosotros somos sujetos construidos
en el lenguaje. Cuando alguien dice “yo” está diciendo que todo lo demás, que no es yo,
es lo otro. El pronombre “yo” existe en todas las lenguas, porque tiene que ver con la
construcción de la identidad. Ese proceso de adquisición del lenguaje nos lleva tres
años, porque para el bebé, que no tiene lenguaje y está en proceso de adquisición del
lenguaje, la madre es una prolongación de su propio cuerpo. Por eso cuando la madre se
aleja, aún si el bebé ya tomó la teta, y le cambiaron los pañales, eructó y no tiene
ningún problema, de todos modos llora. El bebé llora igual. Y no saben cómo llora.
Llora porque está viendo que una parte de su propio cuerpo lo está abandonando.
Cuando logra entender que la madre y él son “cosas” distintas (y eso va en paralelo a la
adquisición del lenguaje), es cuando se construye la ley. La ley es el lenguaje, la ley es
el padre. El proceso de adquisición del lenguaje tiene que ver con el reconocimiento de
las partes corporales del bebé y con entender que no es que pierde una parte del cuerpo
cuando se va la madre, sino que es otra persona distinta a él, que se aleja y que, en
general, después vuelve. Esto les lleva mucho llanto y mucho dolor, mucha
desesperación a los hijos...y a los padres también

Por último, otro punto a considerar es que la significación se configura no sólo por lo
que se dice, sino también por lo que no se dice, por lo que se sobreentiende y por lo que
se presupone. En el lenguaje hay una serie de presupuestos que son internos a la lengua.
Es decir, si yo digo: “él se levantó”, ¿cuál es el pre-supuesto que está contenido en el
lexema “levantó”? Que estaba sentado o acostado. Ahora si a la pregunta “¿cómo anda
Pablito?”, yo respondo: “bien, todavía no lo detuvieron”, yo estoy trabajando con un
sobreentendido, se supone que Pablito está en cosas extrañas. Ahora, si el otro, mi
interlocutor, no lo sabe, no funciona el sobreentendido. Falla. Entonces importa no sólo
lo que se dice sino también lo que no se dice (“abiertamente”).
Esto nos lleva a establecer una diferencia, que fue explicada por E. Benveniste, en el
sentido de diferenciar lengua y discurso. La lengua es entendida como un sistema de
signos que se relacionan por oposición y se ubica en el plano de lo semiótico. Lo que
hacemos en esa dimensión es reconocer los signos. Mientras que el discurso se ubica en
el plano de lo semántico, en el cual no sólo reconocemos los signos sino que los
comprendemos en términos de significados.

La construcción del sentido de un discurso nunca está dada de antemano; la


construcción se lleva a cabo en el lenguaje. Por eso tanto cuando uno lee un discurso
escrito como cuando uno está mirando un programa de televisión, debe entenderse que
siempre hay una construcción.
Lo otro que hay que marcar es que el sentido lo vamos a captar gracias a determinadas
formas que se nos van a presentar. Esas formas podrán ser verbales, icónicas o
Lo que resulta claro es que hay una semiotización del mundo. Es decir, comprendemos
el mundo o accedemos a él por medio de los signos.
Por último y cerramos: el sentido se construye en un doble proceso que implica un
proceso de transformación y un proceso de transacción. El proceso de transformación
tiene que ver con convertir un mundo que está “por significar”, en un mundo
“significado”. Es decir, nosotros tenemos una determinada realidad que aún no ha sido
discursivizada, o sea colocada en palabras o signos. O sea: está “esperando” que se le
asigne determinado sentido. El proceso de transformación consiste precisamente en
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construir un significado para esa realidad. Ahora, esa construcción se lleva a cabo por
medio de clasificaciones que van a servir para identificar a los seres del mundo cuando
se los nombre y para atribuirles una serie de propiedades. Es decir, nombrar es
identificar y atribuir cualidades. Por otro lado tenemos el proceso de transacción, que
tiene que ver con las relaciones que existen en el marco de la acción o interacción
con el lenguaje, y se vincula con el efecto de influencia, con el tipo de relación que se
establece con el otro, y con el tipo de regulación.
Todo esto parece muy abstracto, pero ¿qué quiere decir? ¿Qué relación existe entre
quienes participan de una interacción con el lenguaje? Hay relaciones de poder, ¿están
en igualdad? ¿ están en desigualdad jerárquica? ¿Alguien manda y otro obedece? ¿Son
iguales? Todo eso influye en la construcción del significado. El proceso de transacción
es el que rige el proceso de transformación, esto no hay que dejarlo de lado.
Finalmente, los tres condicionamientos en los que se basa la información son los
siguientes:
a) suponer la ignorancia del otro (yo lo informo de algo porque presupongo que el
otro no lo sabe);
b) transmitir un saber;
c) suponer que el otro va a hacer algo con ese saber.
En virtud de esas tres cosas Patrick Charadeau dice que resulta inútil plantearse el
problema de la información en términos de fidelidad a los hechos o a una fuente, porque
siempre, inevitablemente, va a haber una construcción de mundo a partir del uso del
lenguaje, que es representación. Al representar con el lenguaje estoy construyendo una
visión determinada del mundo y de la sociedad.

Bien, los dejo descansar. Lean por favor el material correspondiente al teórico de hoy y
al de la clase que viene. Nos vemos el lunes próximo.

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