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Libros y poemas que inspiran (I)

ALBERTO SANCHO
El Día del Libro también es poesía. Hemos querido saber cuál es el poema
favorito de algunas personas que en algún momento nos hemos cruzado por
el camino y de otras que seguro que todos conocéis. ¡Disfrutad, leed y regalad
poesía!

Ana Carrillo se encarga de la gestión de información, intranet, web y redes


sociales de la Biblioteca Nacional Española. Escoge un poema de Mario
Benedetti, Quiero creer que estoy volviendo, «que trata sobre su regreso del
exilio, cuando volvió a Uruguay. Benedetti es uno de los muchos poetas que
ha puesto voz a los exiliados. Y el exilio es un tema universal, con muchas
aristas: el choque cultural, la nostalgia, la experiencia vital desgarradora…
Dramas que lamentablemente estamos viviendo ahora con el problema de los
refugiados sirios. Me gustan especialmente las dos últimas estrofas. Me
gustan por su musicalidad y porque reflejan la experiencia irreversible, sin
vuelta atrás, que supone vivir en el exilio».
Mario Benedetti.

«Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo


con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo

hay tanto siempre que no llega nunca


tanta osadía tanta paz dispersa
tanta luz que era sombra y viceversa
y tanta vida trunca

vuelvo y pido perdón por la tardanza


se debe a que hice muchos borradores
me quedan dos o tres viejos rencores
y sólo una confianza

reparto mi experiencia a domicilio


y cada abrazo es una recompensa
pero me queda / y no siento vergüenza /
nostalgia del exilio».

Walt Whitman.

La actriz Adriana Ugarte ha protagonizado recientemente películas como


Julieta de Pedro Almodóvar o Palmeras en la Nieve. Nos cuenta que entre
sus poemas favoritos están los que escribió Walt Whitman en su libro
Hojas de Hierba, en el que figuran composiciones como este Canto de mí
mismo, del que reproducimos un fragmento en traducción de Jorge Luis
Borges:

«Yo me celebro y yo me canto,


Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.

Indolente y ocioso convido a mi alma,


Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo,
Y espero no cesar hasta mi muerte.

Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás;


me sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,
Naturaleza sin freno con elemental energía.

Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti,


Y tú no te rebajarás ante él.

Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,


No son palabras, ni música, ni versos lo que preciso, ni hábitos, ni
discursos ni aun los mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave».

José Agustín Goytisolo.


Begoña Rodrigo es cocinera y propietaria del restaurante La Salita de
Valencia. Nos deja las Palabras para Julia, de José Agustín Goytisolo.

«Tú no puedes volver atrás


porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor».
Pablo Neruda.

El actor Antonio de la Torre escoge como su favorito tal vez uno de los
textos más universales de Pablo Neruda, el Poema número 20, más
conocido por su primer verso:

«Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Escribir, por ejemplo: ” La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.


La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.


Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.


Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,


mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,


y éstos sean los últimos versos que yo le escribo».

Irene G. Punto,
Marga Cabrera es codirectora del congreso Comunica2, en el que
estuvimos en febrero de 2016. Según nos dice, «por lo canalla y actual que es
y porque me encanta la tendencia de micropoesía en Twitter», se queda con
este verso de Irene G. Punto:
«Habría ganado esta guerra, si hubiera sido más perra.»

Miguel Hernández

Rebeca Díez es también codirectora del Comunica2, y «porque gracias a él


descubrí la poesía bien jovencita» nos recuerda Vientos del pueblo me llevan
de Miguel Hernández, del que dejamos aquí un fragmento:
«Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,


impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.»

Jaime Gil de Biedma.

Para el intérprete Alberto Sanjuán, uno de sus autores favoritos es Jaime


Gil de Biedma, del que nos deja este poema titulado Apología y petición:

«¿Y qué decir de nuestra madre España,


este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno,
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia


la más triste sin duda es la de España
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza


cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno,
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.

A menudo he pensado en esos hombres,


a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno


es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
puede y debe salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Quiero creer que no hay tales demonios.


Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia.
Son ellos quienes han vendido al hombre,
los que le han vertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.


Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia».

Placa en la calle Príncipe de Vergara de Madrid a la que alude Nieves


Concostrina.

Nos ha encantado conocer la historia detrás del poema favorito de la


periodista Nieves Concostrina. Aunque realmente no tiene poema favorito,
sí que tiene claro que se queda con Miguel Hernández. Nos cuenta: «Elijo
Nanas de la cebolla, no tanto por el poema en sí, como por cómo y dónde lo
escribió. En un muro de ladrillo de la calle Príncipe de Vergara de Madrid hay
una placa de mármol, instalada en 1985 y que pasa desapercibida para casi
todo el mundo. Dice en sus primeras líneas: ‘La Sociedad General de Autores
de España al poeta Miguel Hernández, que compuso en este lugar las famosas
Nanas de la cebolla en septiembre de 1939′. Ese lugar al que se refiere la
mojigata SGAE es un eufemismo para decir que esa fue la cárcel donde estuvo
encerrado el poeta y donde, casualmente, coincidió con mi abuelo. Nada
tenían que ver uno con el otro, porque mi abuelo era analfabeto, pintor de
brocha gorda, borracho y maltratador (un canalla en toda regla), pero me
hace gracia que fuera a coincidir precisamente en la cárcel donde mi poeta
favorito escribió las Nanas».

«La cebolla es escarcha


cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre


mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.»

La actriz Ana Villa nos recomienda una composición de Leonard Cohen


titulada A Thousand Kisses Deep (A mil besos de profundidad) que para ella
es «uno de los poemas de amor más hermosos». En este vídeo, Leonard
Cohen la recita en directo:
Xosé Castro, traductor y presentador, nos dijo: «Mi poema preferido, sin
lugar a dudas, es el que para mí mejor define el amor». Se refiere a
Contrarios en el amante, de Lope de Vega. Y coincide con él Fernando
Colomo, el director de cine, que lo cita igualmente como uno de sus
favoritos. Este poema lo podemos escuchar en la app de poesía española de la
mano de Mario Gas y, en nuestro canal de YouTube, tenéis la interpretación
que nos hizo otro grande, Arturo Querejeta.

«Desmayarse, atreverse, estar furioso,


áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño,
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor, quien lo probó, lo sabe.»
Javier Moya, editor de la revista para tabletas Don, nos cuenta: «Tengo un
gran amigo, gran experto en literatura y poesía, Jorge López de Luzuriaga,
que se acuerda de mí y me suministra lecturas que creen que me gustarán.
Acierta en el 100% de los casos. En este en concreto, me recuerda a porqué
hay que vivir al límite sin traspasar la línea roja, con pasión y frenesí. Me
gusta pensar que sé la respuesta al misterio, el secreto. ¡Cuando queráis os la
cuento!». Se trata de El secreto, también de José Agustín Goytisolo:

«Antes yo no sabía
por qué debemos todos
-día tras día-
seguir siempre adelante
hasta como se dice
que el cuerpo aguante.
Ahora lo sé.
Si te vienes conmigo
te lo diré».
Jorge Luis Borges.

El periodista Toño Fraguas, que colabora en espacios como el Hoy por Hoy
de Cadena SER, nos descubre un poema de Jorge Luis Borges, Los justos:

«Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.


El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo».
Blas de Otero.

Javier Lascurain, el coordinador de la Fundación del Español Urgente


Fundéu BBVA, nos cuenta cómo se lleva con la poesía:
«Mi relación con la poesía no había pasado hasta entonces de los poemas
para niños y de los versos forzosamente aprendidos en el colegio:
composiciones épicas, amorosas y religiosas que, para aquel joven lector que
era yo, resultaban ajenas; hermosas a veces, pero nunca emocionantes.
Entonces habría dicho, seguramente, que no me parecían “reales”.
Descubrir en Blas de Otero una poesía que sangra y sufre, que se emociona y
emociona, que es “fieramente humana”, me abrió las puertas de un mundo en
el que me he refugiado con frecuencia todos estos años.
Algunos de aquellos versos me impactaron especialmente -aún hoy me
impresiona leer Digo vivir o Vértigo-, pero este poema me gusta como
declaración de principios de ese tipo de poesía que descubrí entonces y que he
seguido frecuentando hasta hoy: un “verso en pie que hasta diese la mano y
escupiese”, un verso “que se siente en medio de los hombres”».
Así que ha escogido Y el verso se hizo hombre, de Blas de Otero, que cayó en
sus manos en su adolescencia:

Ando buscando un verso que supiese


parar a un hombre en medio de la calle,
un verso en pie –ahí está el detalle–
que hasta diese la mano y escupiese.
Poetas: perseguid al verso ese,
asidlo bien, blandidlo, y que restalle
a ras del hombre –arado, y hoz, y dalle–
caiga quien caiga, ¡ahé!, pese a quien pese.
Somos la escoria, el carnaval del viento,
el terraplén ridículo, y el culo
al aire y la camisa en movimiento.
Ando buscando un verso que se siente
en medio de los hombres. Y tan chulo,
que mire a Tachia descaradamente.

Alberto Closas, actor y gerente del Grupo Marquina, también se acuerda de


Miguel Hernández y su Elegía a Ramón Sijé. Así lo interpretó para nosotros
Paco Alberola, fotógrafo con alma de actor:
Felipe Garín ha sido director del Museo del Prado y, hasta este año,
responsable del Consorcio Valenciano de Museos. Cita como uno de sus libros
de poesía favoritos A la pintura de Rafael Alberti, en el que figura este soneto
dedicado Al color:

A ti, sonoro, puro, quieto, blando,


incalculable al mar de la paleta,
por quien la neta luz, la sombra neta
en su trasmutación pasan soñando.

A ti, por quien la vida combinando


color y color busca ser concreta;
metamorfosis de la forma, meta
del paisaje tranquilo o caminando.

A ti, armónica lengua, cielo abierto,


descompasado dios, orden, concierto,
raudo relieve, lisa investidura.

Los posibles en ti nunca se acaban.


Las materias sin términos te alaban.
A ti, gloria y pasión de la Pintura.
Rafael Alberti y María Teresa León.

La guionista Fani Grande no se decide… No vamos a forzar la máquina.


Dulce María Loynaz (La Habana, 1902) o Isabel García Canet. Lo que sí
parece es que… de amor va la cosa. O no.

«Si me quieres, quiéreme entera,


no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!»

Dulce María Loynaz

***

«M’agrada pensar-te i descobrir-te,


ballar el silenci,
la lava de grocs que et bull com un volcà tresor:
paraula i música.
M’agrada assaborir-te,
xuclar el suc del fruit fins a embriagar-me;
la frescor dels matins
quan la finestra oberta és començar la vida.
M’agrada fer de sastre a la cambra,
cosir pedaços del passat amb fil de cotó,
entrar dins la caixa de cartró,
ser l’eruga que menja fulles de morera
i esdevé papallona a frec de llum.
M’agrada covar el teu silenci,
jugar amb els mots
com els xiquets per l’abril ho fan amb les milotxes.
M’agrada que m’agrade
haver nascut amb aquest mal
que s’enlaira humil i blanc
com el vol de les gavines.
M’agrada el teu nom,
gestar-te, i al remat, parir-te».

Isabel García Canet.

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