A lo largo del presente tema, plantearemos un enfoque
transformador que diseña la respuesta educativa para los alumnos con necesidades educativas especiales desde una perspectiva amplia que pone la mirada no sólo en el alumnado y en sus necesidades sino en todo su contexto socioeducativo. Éste puede generar o limitar las oportunidades educativas del alumnado y, cuando esto ocurre, hablamos del concepto de «barreras para el aprendizaje y la participación» desarrollado por Booth y Ainscow (Ainscow, 1999; Booth, 2000; Booth y Ainscow, 2002). La identificación de las necesidades educativas especiales de un alumno, así como la detección de las barreras socioeducativas que impiden la plena participación del alumno en los contextos de aprendizaje, constituirán el primer paso hacia la determinación de ajustes diversos en los entornos de aprendizaje, así como la selección de aquellas medidas de carácter ordinario o extraordinario que precisará dicho alumnado a lo largo de su escolarización, para que ésta resulte plena y exitosa. Será conveniente que esta identificación se realice lo más tempranamente posible, siendo importante para ello la colaboración de entidades del ámbito sanitario, social y educativo. Es lógico señalar que la identificación temprana de los alumnos con diversidad funcional influye favorablemente en la promoción del desarrollo general del sujeto, en cuanto que proporciona las orientaciones para actuar en fases iniciales del proceso evolutivo y de escolarización. La valoración exhaustiva del alumno tanto desde el punto de vista del contexto para valorar sus necesidades educativas especiales como para la detección de posibles barreras en el ámbito socioeducativo, permite, además de la toma de decisiones sobre las medidas a llevar a cabo, la elaboración de un plan de actuación dinámica y personalizada (que no tiene que ser necesariamente individualizada), ajustada al alumno y a sus contextos.