Está en la página 1de 1

LA CARCELERA

Lo primero que le advertí


es que no quería ser su marido
sino su amante.
Las noches con ella
pero para comer en casa.
Y aceptó,
pero la cuarta noche
ya me dijo
que era una gran cocinera
y yo que los grandes chefs
son casi todos hombres.
La décima madrugada
que le gustaría
lavar mis pantalones
con sus manos.
Y yo que la lavadora
que no se pone se estropea.
Al mes se puso tan pesada
que tuve que comer en su compañía
un pescado al horno que hizo
según ella pensando en mí.
Para escapar de su acoso le dije
que nunca había probado
una comida tan horrible.
Creí que se enfadaría por mis palabras
pero en vez de enfadarse me dio un beso
y me dijo que la próxima vez
se esmeraría más.
Yo le contesté que no hacía falta que se esmerara
pues no podría estar tranquilo
con una mujer que la vez primera
que me invita a comer
intenta envenenarme.
Y antes de que pudiera decir nada
con un portazo escapé de su cárcel.
Eladio Parreño Elías
7-Febrero-2018

También podría gustarte