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4º DOMINGO DE CUARESMA

Ciclo A

1. LECTURA DEL TEXTO: Jn 9,1-41


(Se pide la luz del Espíritu Santo)

Luz de Dios,
disipa la tiniebla de mis dudas
y guíame.

Fuego de Dios,
derrite el hielo de mi indiferencia
y abrásame.

Ven, Espíritu Paráclito,


Espíritu creador y santificador,
Espíritu renovador y consolador,
Espíritu sanador y pacificador.

Ven y concede hoy a tu Iglesia,


reunida en el Cenáculo
con María,
la experiencia de Pentecostés.

(Cada uno lee en su Sagrada Escritura)

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus


discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó para que éste
naciera ciego, él o sus padres?” Jesús respondió: “Ni él pecó, ni
tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las
obras de Dios. Es necesario que yo haga las obras del que me envió,
mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede
trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo”. Dicho
esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos
al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa
‘Enviado’). Él fue, se lavó y volvió con vista.

Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna,
preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?” Unos
decían: “Es el mismo”. Otros: “No es él, sino que se le parece”. Pero él
decía: “Yo soy”. Y le preguntaban: “Entonces, ¿cómo se te abrieron los
ojos?” Él les respondió: “El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo
puso en los ojos y me dijo: ‘Ve a Siloé y lávate’. Entonces fui, me lavé
y comencé a ver”. Le preguntaron: “¿En dónde está él?” Les contestó:
“No lo sé”.

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era
sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los
fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
“Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo”. Algunos de los fariseos
comentaba: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el
sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer
semejantes prodigios?” Y había división entre ellos. Entonces
volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué piensas del que te abrió
los ojos?” Él les contestó: “Que es un profeta”.

Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego,
hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les
preguntaron: “¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació
ciego? ¿Cómo es que ahora ve?” Sus padres contestaron: “Sabemos
que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo es que ahora ve o
quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo a él; ya
tiene edad suficiente y responderá por sí mismo”. Los padres del que
había sido ciego dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya
habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a
Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: ‘Ya tiene edad;
pregúntenle a él’.

Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a


Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador”. Contestó él: “Si
es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”. Le
preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” Les
contestó: “Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué
quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse
discípulos suyos?” Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron:
“Discípulo de ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés.
Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero ése, no sabemos
de dónde viene”.

Replicó aquel hombre: “Es curioso que ustedes no sepan de dónde


viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no
escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a
ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los
ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría
ningún poder”. Le replicaron: “Tú eres puro pecado desde que naciste,
¿cómo pretendes darnos lecciones?” Y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo:


“¿Crees tú en el Hijo del hombre?” Él contestó: “¿Y quién es, Señor,
para que yo crea en él?” Jesús le dijo: “Ya lo has visto; el que está
hablando contigo, ése es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y postrándose, lo
adoró. Entonces le dijo Jesús: “Yo he venido a este mundo para que se
definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden
ciegos”. Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le
preguntaron: “¿Entonces también nosotros estamos ciegos”? Jesús les
contestó: “Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen
que ven, siguen en su pecado”. Palabra del Señor.

Repasar el texto leído


(Se pregunta a los participantes y responden leyendo los versículos
en su Biblia)

¿A quién encontró Jesús en su camino? v.1


¿Qué preguntaron sus discípulos al ver al hombre ciego? v.2
¿Qué respondió Jesús? v.3
¿Qué es Jesús mientras está en el mundo? v.5
¿Cómo recobró la vista el hombre ciego? vv.6-7
¿Qué respondió a la gente que le preguntaba? v.12
¿Qué día lo había curado Jesús? v.14
¿Qué respondió a los fariseos cuando le preguntaron qué pensaba de
Jesús? v.17
¿Por qué tenían miedo los papás del hombre ciego a los judíos? v.22
¿De quién son discípulos los judíos? vv.28-29
¿Qué preguntó Jesús al hombre que había estado ciego? v.35
¿Qué respondió y qué hizo cuando se enteró de que era él? vv.36-38
¿Para qué ha venido Jesús al mundo? v.39

Explicación del texto

Este texto nos presenta a Jesús como la Luz del mundo. El ciego de
nacimiento es sometido a juicio para que declare cómo ha recobrado
la vista. Esta es la misma situación de los cristianos en el mundo que
no acepta a Jesús, una vez que han sido iluminados por el bautismo
están llamados a confesar sin temor a Jesucristo como su salvador.

Lo esencial de este signo que realiza Jesús no es simplemente la


recuperación de la vista, sino el don de la luz a quien antes nunca la
había poseído. La Luz que Jesús viene a dar no pertenece por derecho
al hombre, sino que es un don gratuito de Dios por Jesucristo. El
hombre por naturaleza es en este sentido un ciego de nacimiento.

La Iglesia primitiva encuentra en este pasaje un simbolismo


sacramental del bautismo: lo untó con saliva es el signo de la unción
en el rito del bautismo; el nombre de la piscina “Siloé” se deriva del
verbo “enviar”, ahí fue enviado el ciego para recobrar la vista por
Jesús es el enviado del Padre que vino para iluminar. Juan describe al
hombre avanzando progresivamente en su conocimiento de Jesús, al
principio lo conoce simplemente como “el hombre que llaman Jesús”,
después como “Profeta” y al final lo reconocerá como el “Hijo del
hombre” es decir el Mesías.

Cuando Juan afirma que confesar a Jesús se castiga con la expulsión


de la sinagoga, indudablemente se está refiriendo a la situación que
vivieron los cristianos en época posterior, cuando los judíos
expulsaron a los cristianos de sus sinagogas donde se reunían para
hacer oración, luego comenzarán las reuniones en las casas.
El texto pone en contraste la fe decidida del hombre que estuvo ciego
con la ceguera voluntaria de los enemigos de Jesús. Subraya la
diferencia que hay entre Jesús, que es luz, y los líderes religiosos que
son guías ciegos que se le oponen.

El significado de todo el relato queda resumido en las palabras de


Jesús en las que se destaca su carácter de signo: “he venido a este
mundo para un juicio…para que los que ven se vuelvan ciegos”: el
efecto del juicio provocado por la llamada de Jesús a la fe consiste en
que muchos, al igual que los fariseos, creyendo erróneamente que ya
poseen la luz, rechazan la revelación de Dios. Jesús no ha venido a
condenar, pero ese será el resultado de su misión para muchos. Jesús
dice a los fariseos que si sólo cayeran en la cuenta de hasta dónde
llega su ceguera, cabría la esperanza de que buscaran la luz. Lo que
hace desesperada su situación es su satisfecha complacencia.

2. MEDITACIÓN DEL TEXTO


(Cada participante puede compartir su reflexión personal)

Para el Antiguo Testamento y para el judaísmo, la luz era el símbolo


de la ley y de la sabiduría. En el mundo griego la luz simboliza el
conocimiento de Dios. Los primeros cristianos consideraron el
evangelio como la luz. Con su auto-presentación, Jesús atribuye a su
persona lo que se había dicho de la ley, de la sabiduría, del
conocimiento de Dios y del evangelio. Jesús ilumina el misterio de la
existencia humana y procura la salvación a los hombres, que la
habían esperado de la ley. Para adquirir esta luz se debe aprovechar
la luz del día, es decir, la presencia de Jesús. Su ausencia significa la
presencia de las tinieblas, del mundo antidivino.

El hombre bautizado, el que ha sido lavado, el creyente, el que acepta


al Enviado, comienza a ver, es iluminado, pasa de las tinieblas a la
luz; no de repente ni de una forma claramente perceptible al exterior,
pero sí de una forma profundamente experimentada en el interior. En
su contacto con Jesús, el hombre deja de ser como antes. En Jesús se
hace realidad la esperanza universal que tiene el hombre de ver, de
aclarar el misterio de la existencia, de iluminar el sentido de la propia
vida.
Jesús es luz para aquellos que reconocer la oscuridad de su pecado y
la necesidad que tienen de ser iluminados; pero es oscuridad para los
que creen bastarse así mismos para aclararlo todo, incluso el misterio
de su propia oscuridad. Los ciegos comienzan a ver, los que creen ver
se quedan ciegos. La luz es la gran oportunidad que se le ofrece al
hombre, pero no se le impone.

3. COMPROMISO PERSONAL Y COMUNITARIO


(Cada participante puede proponer compromisos personales y
comunitarios)
 Agradecer la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida desde
el día de nuestro bautismo.

 Reconocer que la vida cristiana se vive gracias a los auxilios


interiores y a la luz del Espíritu Santo.

 Reconocer la realidad del pecado en nuestra vida, que en mayor


o menor medida nos hace vivir en la oscuridad.

 Acudir al sacramento de la reconciliación con Dios para


participar de la luz de Cristo.

 Vivir haciendo el bien al próximo para que la luz de nuestra fe


brille en las tinieblas de la indiferencia del mundo.

 Afrontar con astucia y esperanza las adversidades que el


mundo pone al cristiano de todos los tiempos.

4. ORACIÓN
(Se puede hacer alguna oración en voz alta donde participen quienes
gusten dando gracias a Dios por la Palabra escuchada. Se puede
recitar algún Salmo o alguna oración ya formulada)

Señor Jesús, qué diverso sería mi comportamiento si nunca olvidara


de dónde vengo y a dónde voy. Tú eres quien da significado, sentido,
esperanza y propósito a mi vida. Las presiones de la sociedad afectan
mis decisiones, el estira y afloja de la «moda» me apartan de la
auténtica felicidad, por eso te suplico me des la luz de la fe para
buscarte siempre y, unido a Ti, pueda ser la luz que ilumine a los que
hoy encuentre en mi camino.

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