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Valerio Pocar Los animales no humanos Por una seciologia de los derechos Gatto Gato Occhi di mentecatto ojos de mentecato Passo distratto paso distr Baffi di scatto tigote disparatado Pelo compatto pelaje compacto Orgoslio intatto ‘ergullo intacto Chi potra dire di che cosa é fatto quien puede decir de qué esta hecho Un gatto? Un gato? Franco Fortint Poesie inedite, Einaudh, Torino 1996 Prefacio a la nueva edicion En los afios que han trascuride desde la primera edicién, algunas cosas han cambiado en la relacién enire los humanos y los animales no humanos, tanto en las orientaciones colectivas como en ia reglamentacién juridica. Mientras tanto, algunas de mis ideas también fueron evolucionando, haciéndose mas precisas, més claras, llegando algunas a modficarse. Esto trajo aparejada la necesidad de una revision profunda del texto. ‘Ami parecer, y siempre més evidente, es que mientras los derechos de los animales no humanos no sean reconocides, es necesario que la corviccin ética que los sostiene sea compartida por los humanos de manera creciente. Como defensor de! relativismo ético, no creo que una opinidn moral sea per se mas valedera que otra, pero como sociélogo, considero que una opinion moral puede prevalecer (respetando las convicciones de cada individuo) en el momento en el cual la cultura de una determinada colectvided Ja comparte. Sin entrar en una discusién de tipo ius-naturalista, considero la aceptacién social de las ideas morales, y por ende la percepcién sodal de les cuestiones éticas, como el fundamente del reconocimiento y de la afirmacién de los derechos; afirmacidn posible en tanto y en cuanto una opinién moral pase a ser cultura y trasforme una opinién simplemente plausible en una obviedad cultural. Justamente porque considaro que las opciones éticas son corvencionalas y fruto de elecciones determinadas sodalmente y por ende no pueden ser asumidas como un dato inmutable, mas deben ser consideradas como un resultado socialmente construido, a partir de ciertos intereses y ciertas razones que pueden hacer prevalecer las elecciones, dando preferencia a una de ellas. Se trata, y es al mismo tiempo empefo politico y opcién ética, de la construccén de una ética animalista y especista. No faltan seftales positivas en este sentido y no es una llusién pensar que en un futuro una ética especista pueda alcanzar un consenso amplio, generalizado, Como y cuando esto succderé es dificil ce predecir. Seguramente se trataré de un largo proceso, tal vez de siglos, ya que no podemos olvider que ara alcanzar transformaciones sigrificativas, zuténticemente revolucionarias, iguales a aquellas dal especismo, no se necesiteron siglas, mas bien milenios. Pensemos en Ia idea de que los seres humanos puedan considerarse come cosas, Como blenes econdmicos, como por otra parte son considerados los animales. La esclavitud perdi legitimidad hace ya mds de un siglo. Digo, que ha perdido lecitimidad porque sabemos que todavia hoy cientos de millones de seres humanos son de hecho esclavos y son tratados como tales, pero la idea de lz esclavitud es ya culturalmente impensable y bajo ninguna instanda consideraca legftiria. Para conseguit este resultado cultural se necesitaron milenios y para abolir la esclavitud de hecho, se necesitaran aun rrifenios, Pero cn cl plano cultural, no podemos no registrar la rapidez del proceso hada la expansién de los derechos fundamentales a categories siempre mas amplias y @ situaciones siempre diferentes, procesa que podré conducir al reconocimiento de los derechos fundamentales también para los animales no humanos. La batalla por el reconocimiento de los derechos de los animales es clertamente una auténtica batalla revoluconaria, sin embargo come trato de demostrar, para nada precoz, porque afrantar la cuestin de los derechos de los animales no humanos significa precisamente también afrontar el nudo crucial de los derechos humanos. El &dto de esta batalla llegaré, quien sabe cudndo, como le sucede justamente a las revoluciones, que ven en corto plazo nacer las ideas que las inspiran, pero se cumplen, si es que se cumplen, en tiempos no previsibles. Considero que ésta serd le gran batalla por los derechos del tercer milenio, VP. Liveli, octubre, 2004 Los animales no humanos I Animalismo y ecologismo Cules relaciones deben existir entre hombres y animales no humanos, si fos animales no humanos son Objetos morales, si a los animales no humans se les debe reconocer derechos, son interrogantes que se han formulado durante toda la historia del pensamiento humano. Al menos desde la revclucién darwiriana, la contigtidad biclégica entre los humanos y los animales ne humanos (que de ahora en mis llamaremes, para abreviar, simplemente “animales", aun siendo obviamente animales aquellos que pertenecen a la especie humana] aparedé no solo dificimente discutible sino también evidente para el sentido comtin. Estos interrogantes fueron tomando un significado y una relevancia siempre creciente. Con respecto al reconocimiento ce los derechos de los animales, el abanice de opiniones es muy vasto, sea on ef sentido de reconocerlos 0 de negarlos. El objetivo de este texto- aun convenddo de que todos fos seres sencientes son titulares de derechos, y declaro mi conviccién porque la ciencia, no pudiendo estar exenta de valores, considero que obliga al Investigador a hacer explicitos aquellos a los cuales se refiere-no es especificamente aquel de sostener un determinado punto de vista, es mas bien aquel de verificar, siguiendo ura aproximacién de tipo sociolégico y juridico, si hay en la sociedad humana y en cual extensidn es compartida la opinién favorable al reconodmiento de los derechos de los animales y en qué medida tal opinién ha sido traducida ¢ riormas juridicas. En estos Citimos afios la concienda ce la gravedad de les problemas ecoldgicos que la sociedad humana debe afrontar por causa de la incorciencia econémica y politica, que ha caracterizado e! denominado progreso tecnolég'co, desaciertos en los cuales ni vale la pena detenerse — fue difundiéndose de manera creciente y ha puesta como improrrageble la exigencia de rediscutir y repensar la relacién entre el Hombre y la Naturaleza. También en este contexto la cuestién concemiente al status moral y a los derechos de los animales se replantea con un vigor tal vez jamas evidenciado con anteriondad. Comunmente, como también entre los que se ocupan del tema, ef animalismo es habitualmente confundido con el ecologisme y la cuestin de los derechos de los animales viene dirigida a la cuestidn, més general y comprensiva, de los derechos relatives a fa tutela ambiental. Sin profundizar equi en el examen de la cuestién ccoldgica y de las relativas consecuencias ¢ticas y juridicas, sobre las cusles la fiteratura es ya muy vasta y offece una varlada gama de posiciones (Tallacchinl, 1996}, me parece oportuno precisar que en realidad el ecologisma y animalismo constituyen dos puntos de vista muy diferentes entre si, y, como a veces trataré de esclarecer, incluso opuestos y contradictorios, especialmente en sus cansecuencias practica La cuestién ecoldcica, en su variada complejidad, es algo que, al menos segiin el concepto de la mayoria, queda circunscripta a las relaciones entre los seres humanos. Cuando nos preacupamos por preservar la pureza de las aguas el aire saludable, o de tutelar el ambiente o el paisaje, la preocupacion se nutre del intento de mantener 0 recuperar un cierto nivel de calidad de la vida humana, que se nos presenta deteriorada 0 amenazada por nosotros mismos o nuestros semejantes, y del intento de asequrar este bien a las generacones humanas futuras, y también, tal vez del temor que la misma sobrevivercia de la especie hurnana sea puesta en peligro por elecciones inportunas. Los animales, con estas caracteristivas, entran en corsideracién como componentes del ambiente, del cual elles, paralelamente al resto de los seres humanos en cuanto animales, representan una parte esencial que debe ser preservada para que el ambiente en su conjunto sea preservado. En este sentido se expresa en el reciente texto (2002) del art. 20 de la Constitucién alemana, que ya hacia referencia a la “tutela con respecto a las futuras genereciones, bases naturales de la vida", que ahora incluye la tutela de los animales, sanconando que “el Estado asume la responsabilidad de proteger las bases naturales de lz vida y los animales en el interés de las generaciones futures” El interés que motiva ta preocupacién ecologista es asf pues representado inicielmente, de un interés de los setes humanos mismos, de aquellos cuyas condiciones de vida pueden ser puestas en riesgo por la ‘emergencia ecoldgica, asi como las vias para llegar a la solucién de la misme emergencia pueden ser influenciadas o determinadas por las relaciones entre los seres humans y, en lo que nos concierne, por la regulaci6n tanto social como juridica de sus relaciones. Segiin la Sptica ecologista los arimales representan una cvestién ciertamente importante, pero vienen tomados en consideracién na como sujetos, sino mas bien como abjetos, y como objetos pueden ser trenquilamente tratados desde la regulecién social y juridica. En particular, los animales pueden ser tomados en consideracién como género 0 como especie y no come individuos {asf, de hecho, hablamos. de la fauna selvética, del oso marsicano, de las paiomas de Plaza San Marcos), exactamente como la reglamentacin dirigida a la obtencién de obyetivos ecoldgicos tema en consideracién a los propios seres humanos, precisamente como género a como especie y no como individuos (por ello habamos de consumidores, de los contaminantes, de la industria de la peleteria, etc.) En consecuenca, nos ocupamos del “derecho” al ambiente, ai aire y agua saludable, etcetera, como de derechos colectivos, vale decir derechos de la colectividad humane, que solo cuzndo sean reconocidos como tales constituiran un derecho subjetivo de cada individuo humano. Para la Optica animalista en cambio, en lo que concieme especificamente a Ia cuestién de los derechos de los animales — sin aqui preciser por el momento a cuales de las diferentes orientaciones det animalismo se quiera hacer referencia — os animales, en cuanto sean titulares de derechos, deberian ser tratados como individuos y no como género o especie y en cuanto individuos deberien ser tratados por la regulacién social y juridica como sujetos y no como objetas. La relacién que deberia ser tomada en cuenta principalmente, no seria equella entre seres humanos, sino mas bien aquella entre los seres humznos y los animales. En consecuencia, Ja matanza de las cabras monteses del exuberante Parque Nacional del Gran Parafso (Plamonte — Italia) es un acto que, siempre que las razones de orden ecoldgico adoptadas sean validas, ‘se podria justificar desde el punto de vista de la ecologia, porque representaria una forma de tutela ambiental, En cambio, la caza en sf no podria ser justificada desde el punto de vista animalista, ya que constituirfa una lesidn de los derechos individuales de cada animal abatido; c1ando se establecié que a los animales se les debe reconocer, como derecho subjetvo individual, e| derecho a la vida. La perspectiva es profundamente diversa aun cuardo la intervencién ecologista aparece dirigida @ la proteccién de una especie, como sucede por ejemplo para la solucién a le que se recurre cuando una especie protegida amenaza la sobrevivercia de otra especie protegida (recuerdo el caso ce la matanza por parte del National Marine Fisheries Service, de leones marinos, especie protegi¢a, que se obstinaban a alimenterse de las tuchas “cabeza de acero”, en las zonas dedicadas a lz reproduccién de esta rara y especialmente protegida variedad ictica del Pacifico septentrional) Sin mencionar varios proyectos de solucién, incluida la guerra quimica y bacteriolégica, estudiados para reducir el flagelo de la superpoblacién de ciertas especies, como los conejas y zorros australiancs, Por lo tanio podemos concluir que, segtin la dptica ecologista, la relacién entre los seres humanos y los animales es siempre una telacién entre sujeto y objeto, mientras que en la éptica animelista esta relacién se configura coma ung relacién entre sujetos, aunque diversos. Obviamenie para los humanos los animales son “olros”. En esta relacién entre sujetos diversos se presentan asi, seqtin modalidades bastante especficas, todos los problemas que la alteridad pone de por sf entre los seres humanos, nacesarlamente individusles y necesariamente dversos, por ende entre ellos, de alguna manera “otros”. Solo que aqui la cuestidn se hace mas evidertte. Merece recordarse a propésito, que la civilizacién humana, al menos aquella occidental, evoluciond a través de la modificacién de la antigua relacion *nosotvos/ellos” (tibalisma, familiaridad que se traduce en la relacién “amigo/enemigo”) hacia fa relacién modema “yo/todos los demas” (individualismo), que representa el presupuesto necesario cel reconocimiento de los derechos a las otros/diversos, tadas en cuanto individuos (relacidn de ciudadenia). Gon respecto a los animales, los puntos de vista, el ecologista y el animalista, deben considerarse separadamente. Aunque sus objetos se toquen y en ocasiones se superpongan, las dos perspectivas son diferentes, asi como son diferentes los problemas que ellas se plantean y las soluciones que de ellas surgen, a tal punto que es posible y probable que tales soluciones se presenten como contradictorias, guiza sin solucién. Examindndolo en profundidad, lo que no quiere decir que las cosas estén realmente en este punto,_uno de los objetivos de este escrito es, entre otros, aquel de vatar de verificar si realmente las dos perspectivas son Irreconcillables. A parr de alli, me planteé poner en evidencia que los limites que la perspectiva ecologiste presenta, en lo corcerniente @ los derechos de los animales, hacen de esta una perspectiva Inapropada para fundamentar el andlisis referido a estos derechos. Considerados de hecho solo como especie y no como individuos, a los arimales no les son ni se les podria siquiera reconacer derechos subjetivos, vale decir - si queremos acoptar una ddsica definicién utilizada por fuentes privadas — las pretensiones individuales que el ordenamiento juridico considera dignas de tutela y por ende define legitimas, ofreciendo instrumentos para que sea garantizado el ejercicio y su satisfaccién, coma también el restablecimiento en el caso que sean turbadas o impedidas. Los derechos subjetives son atribuides a un ‘individuo en virtud del hecho que es reconocico como parte de una colectiviciad, vale decir que es reconocide como “ciudadano”. El concepto de ciudadania esta por ende intimamente asociado al hecho de la participacién (no se puede ser cudadano sin formar parte, en alguna medide, de una colectivided) cuanto al reconocimiento de tal participacién (se puede formar parte estrechamente de una colectividad sin por ello ser ciudadano) Por fo tanta la ciudadania subyace a un continuo y mutable proceso de inclusién y de exclusién, o sea de ampliacién y ajuste de su émbito. El conjunto de los derechos subjetivos que la ciudadania acepta es aquello que tambien podemos entender como “personalidad”, en este sentido no ha significado hablar de derechos de las personas en cuanto a “especie”, los derechos siguen siendo réativas solo a los individuos. Aun tambié1 cuando hablamos de derechos colectivos adoptamos simplemente una especie de estenografie conceptual para aludir a derechos individuales de los miembros de una categor‘a a los cuzles les vienen atribuidos, en cuanto individuos que componen la misma categorfa. En cansecuencia, si tomamos en consideracién a los animales solo como especie, y no en cuanto individuos que componen la especie, no podemos atribuirles a ellos derechos. En cuanto especie, por ejemplo, los animales no poseerian ni siquiera e derecho fundamental 2 la vida, al respecto de la personalidad y ni siquiera a la individualidad misma, IL El derecho de los animales y tas ideas Este trabajo ro se propone enfrentar la cuestién de los derechos de los animales no humanos desde el punto de vista filoséfico 0 filoséfico juridico, més bien se propone exeminarla desde el punto de vista sociolégico. Sin embargo es necesario agregar a la discusidn las siguientes preguntas: éLos animales son sujetos morales? ¥ por lo tanto, Es posible considerar los animales como titulares de derechos? Si las respuestas a tales Incégnitas fueran regativas, el prodlema que entiende enfrentar desde una perspectiva soclolégica camblarfa de significado. Una cosa seria decir: los animales no pueden ser titulares de derechos subjetivos, pero asi como algunos humanos, quizas por bizarrfa, piensan que pueden ser tales y tal vez se comportan consecuentemente, debemos evaluar porqué y como esta idea, quiza infundada, viene sostenida. Y otra cosa es decir: los animales san titulares de derachos subjetivos, pero como muchas humanos piensan que no sen tales, y se comportan consecuentemente, debemos evalvuar por qué esta idea, sin bien esta fundamentada, no e5 compartida 0 no les es como y cuanto lo es realmente. Sobre la cuestidn en general de la relacién entre los humanes y los animales, el pensamiento humano se detuvo largamente, y el hecho na es sorprendente, si solo se piensa en el roi que, desde los albores dela civlizacion humana fos animales han ocupado en y para la vida de los humanos como fuente de alimento (caza, pesca, cria), de trabajo (agricuttura, transporte civil y militar), proteccién del frio y como. vestimenta (fibras animales, cuero y pieles, etcetera), de defensa, de compafiia y, lamentablemente de entretenimiento: y esta cnumeracién no es precisamente exhaustive, La presencia de los animales en la vida de los humanos ha sido y es una presencia constarte y de extraordinaria importancia, que tomd en fa cultura humana un lugar insustituible, como por ejemplo revelan tanto la antropomorfosis simbélica de los animales (por ejemplo en las fabulas) como la imaginacién de tos animales fantasticos en las cuales se proyectan suefios y angustias da los humanos (dragones, quieras), cuanto la animalizacién de las caractoristicas de los humanos mismos (proverbios, metéforas), en una simbiosis cultural inseparable (Centini, 1990). Por supuesto, los humanos han construide su propia cultura de los animales que a menudo tiene poco o nada que ver con la realidad bioldgica y etolégica de los mismos. Que los animeles estén “lejanos” de los humanos es un hecho, porque precisamente se trata de especies. diversas, Pere los animales también se encuentran “lejanos” en la percepcién que tienen de ellos los humanos. La cancepcién antropocéntrica del mundo, quella que pone @ los humanos al centro del universo y los considera medida y fin de toda realidad, concepto que caracteriza el pensamiento humano y especialmente aquel occidental, pretendié partir e munda de los seres vives en dos, separando los humanos de una parte y todas las otras especes animales y vegetales de la otra. Que los humanos consideren al mundo desde su punto de vista parece un hecho Inevitable, puesto que cada uno posee un linico y propio punto de vista. Distinta es la construccidn de las teorfas antropocéntricas, especialmente aquellas fundamentadas sobre concepciones filoséficas de cardcter dualista, que a partir de la asuncién de este punto de vista han elaborado una serie de consecuencias que merecen ser puestas en discusién desde un estudio cientifica y filoséfico, y tal vez también bajo el estudio del buen sertide, que sin embargo son capaces de condicionar ¢! sentide comdn. Particularmente, en aquellas teorfas se ha querido basar la justificacién de una jerarquia de las especies y, precisamente, la idea de la “lejania” de las especies no humanas. Incluso la teoria evolucionista, que representa una confutacién basilar de! mismo antropocentrismo, fue interpretada a través de una dptica antropocéntrica, como justificacién de la jerarquia y de la lejania, entenciendo la especie humana como el producto de un continuo refinamiento que pondria a la especie humana al vértice de la evolucién. En cambio, se nos presenta mas plausible, considerar que cada especie ahora existente representa el resultado evolutivo mas avanzado de cada especie y que la misma especie humana ahora existente no representa otra casa que el resultado evalutivo alcanzado hasta el momento, dela espede humana. Ideas humanas de este tipo, que podemos definir como “especistas” (vale decir, ligadas a una discriminacién fundada en la diferenda de especie, sobre este concepto de especismo nos detendremos préximamente) fueron aun mas alld y han construide, dentro de la gran categoria de las “lejanos”, como ‘también fue realizado para las mismas diversidades humanas, grados diferenclacos de lejania, conforme a criterias que poco tienen que ver con la racionalidad 0 con la evidercia cientifica, De modo que, si todas las especies animales no humanas son “lejanas", alguna especie lo es mas y otra lo es menos. Las razones de este fenémeno son miltiples como también diversas sein el contexto, Ello se debe, por ejemplo, a la generalizacidn entre les especies: como algunas serpientes son venenosas 0 peligroses, todas las serpientes producen miedo o cisgusto, incluidas las timidas e incfensivas serpientes de aqua, como también hay arafas venenosas, todas las arafias despiertan temor y aborreciniento y asi sucesivamente, Entre las tantas razones, algunas se presentan especialmente relevantes, particularmente la percepcién cultural del uso que el humano ha hecho de las animales en el trascurso de su historia, & inclusive todavia hoy hace de ellos, donde naturalmente es importante la presencia y la difusién de la especie en relacién al territorio. Pansemos, al respacto, en el comportamiento distinte del européo en relacién 2 un animal asiatico en via de extincion, y de uno europeo igualmente en vias de extincidn. El criedor de animales que combate la presencia del obo en su territorio podria sin dificultad adherir a una campafia en contra de la extincién del oso panda y, por su parte, el protecclonista es tal vez mas sensible al riesgo de extincién del lobo que no a aquel del panda. No obstante, el factor mas relevante es probablemente representade por la percepcién cultural consecuente al uso humano de una cierta especie animal. Un ejemplo puede beneficiar a esclarecer el concepta. El perro, en el imaginario de la cultura europea, es considerado el mejor amigo cel hombre y constituye probablemente la especie mas “cercana” al hombre (a especie biclégicamente mas cercana, el mono antropomorfa, mantiene poco espacio en el imaginario popular) y es desde milenios, un Util colaborador, explotado para trabajar, muy presente en la vida cotidiana. También por su cardcter y tamafio se presta a convertirse en un animal de compafila y por ende de afecto, En consecuencia, comer carne de perro es culturalmente algo inaceptable, alin para quien no sea vegetariano. Los bovinos, ademas de ser tradicionalmente animales de trabajo, en cambio gozan hasta el momento de buena reputacién como fuente alimentida y su tamafio no los hace aptos para representar animales de compara. En consecuencia comer carne bovina es algo inaceptable solo para los vegetarianas. Los bovinos estan menos “cercanos” cue los perros y el comportamiento por parte de los humanos hacia uno u otro, es muy distinto, aun si tal distincién no tiene ningin fundamenta racional o cientifico. Los numerosos holandeses que tienen en el jardin de su casa una vaca, seguremente tienen una percepcién diferente de esta distincién. En China, donde la leche y los lacteos no son consumidos tradicionalmente como alimentos, no se crian las vecas y se crian los perros con fines alimenticios (no sabria decir cuales animales de compania prefieren los chinos). Veremos como el especismo, difuso en las percepciones culturales, se expresa también en las reglas Juridicas, sea en ef especisme en general (los animales no tienen derechos y la idea de que ellos deban set respetados por los hombres se advlerte solo acasionalmente) 0 el especisno en cuanto fuerte de Jerarquias entre las mismas especies animales. Un ejemplo evidente Io encontrames en la ley sobre la prevencién de la situacién de los perros vagabundos y la tutela de los animales de compafifa, que considera solamente “animales de compatia” a los perros y gatos, aunque sea mas que obvio que todas las especies pueden considerarse “animales de compefiia”. Se trata, en efecto, de un comportamiento urilateral que proviene de los humanos y que pasa a ser bilateral en la respuesta por parte de los animales. Todos los animales puecen ser seleccionados como sujetos afectives y, creo, todos los animales pueden responder afectivamente, 0 sea que toda distindién se apoya precisamente en la seleccién especista operada por los humanos. Inclusive entre perros y gatos se insinda, por la ley citaca — sobre la cual tendremes oportunidad de detenernos ~ , una distincidn especista: los gatos serian, es més, son animales "libres", por ende el cbjetivo es solamente aquel de limitar su nimero, mientras que Ics perros no serfan animales “libres” y por ello, ademas de limitar su cantidad, es necesario tenerlos en cautiverio en perreras municipales, en la larga @ incierta ‘espera de una ocasién para ser adoptados por particulares. Las regulecién Jurfdica referida 4 la experimentacién sobre animales, de la cual nos ocuparernos més adelante, 25 otro buen ejemplo de lo dicho. Tal regulacién establece, en efecto, ciertos “privitecios” — las comillas son e1 este caso una obigadin - a favar de determinadas especies respecto a otras, segtin una Optica de “cercania” genética o cultural (sin descuidar el aspecto econdmico, ya que la compra y alojarriento de ciertas especies sen mucho més costosas para unos que para otros). si, por ejemplo, los monos antropoides pueden ser utilizades solamente cuando ello sea absolutamente necesario, € igualmente asi, en orden sucesivo, para los monos, los perros, los gatos y los cabalios. Para loc roedores en general (conejos, cabayos, ratas, ratones, etc.) no existe tutela, sino aquella genérica reservada a los animales complexivamente, tutela vaca y eludible, justificable por la cientificidad y ‘oportunidad presentada por el investigador (Un clasica caso del controlador que se controla a si mismo) y es mas, hay un sugerencla explicita de su uso como animales de experimento. Es evidente que el criterio al cual se podria recurrir - partiendo de que la experimentacién con arimales tenga sentido y sea moralmente aceptable — para establecer una jerarquia entre las especies de experimentacién, no puede ser aquel de las predilecciones humanas, sino aquel de la significacién cientiica, o mejor aun, de la capacidad de sufrimiento de cade una de las especies y de cada individuo animal. Este tltimo criterio es ‘obviamente impronunciable por parte de los humanos. Es de sefalar, que si tomiarnos en consideracién otras leyes como aquellas concernientes a la crfa, al transporte y a la faena, el especismo Inmediatamente se atentia hasta desaparecer. Siempre y cuando se trate de especies animales usufructuables y consumibles, ellas son consideradas por los humanos todas al mismo nivel y deben ser tratadas todas por igual. Y si tenemos en cuenta aun mas leyes, evidentemente inspiradas en motivaciones ecologistas, como por ejemplo las disposiciones sobre la caza © sobre la proteccidn de las especies en riesgo de extincién, el especismo aparece repentinamente ‘en facetas solapadas: la diferencia en el tratamiento entre especie y especie es muy definida (cierta ‘especie se puede cazar, aquella no, la otra se puede comercializar libremente, y la ctra no!) y se justifica con el parémetro del mayor o menor interés humano en la preservacién de una especie, aquel mayor o menor interés que “acerca” o “aleja a "las especies de la perspectiva de los humanos. Este también es un buen argumento para mostrar como ta confusién, comin en la percepcidn social, a la cuel hicimos referencia, de una convergencia entre les dos perspectivas, aquella animalista y aquella ecologista, es erronea, pero sin disminuir la importancia de la perspectiva ecologista, de la difusidn y del éxito de la cual depende el futuro del planeta, para los humanos y no humanos. Simut stabunt, simul cadent. Por lo tanto no hay nada extrafio, en que la reflexién filosdfica, en esta simbiosis cultural que es encuentro pero también confrontacién, se haya detenide sobre la relacién entre humanos y animales y, particularmente, haya profundizado también sobre los aspectos éticos de esta relacién tan compleja, aspectos que representan e! presupuesto de la cuestién de los derechos de los animales (Ditadi, compilador, 1994). Tal reflexién presenta en lineas generales, una doble valoradén, en el sentido que si por una parte es considerada la cuestiin de la ética de la relacion y por ende de cudles son los Fespectivos deberes y derechos (Regan, Singer, compllador, 1987), desde el ob lado se resuelve en la justificacién 0 en la no justificacién del tipo de relacién que fos humanos han mentenido y mantienen cancretamente con los animales que, como anteriormente recordamos, se constituyé preferentemente como una relacién de dominio y de explotacién. En la historia del pensamiento occidental las reflexiones filoséficas, concarnientas 2 la cuestién de si los arimales son o no titulares de derechos, son muy variadas (Leceldano, 2002), pero pueden resumirse en ‘tres posturas principales, que reconducen a las siguientes afirmaciones: a) los animales no son seres sencientes, por ende no pueden sar ni titulares de derechos ni objetos de obligaciones para los hunianos; b)los animales son seres sencientes, por lo tanto, aun no dudiendo ser titulares de derechos propios, pueden ser objeto de obligaciones frente a los humanos; c) los animales son seres sencientes, por ende yon tanto sujetes de derechos propios cuanto objetos de deber frente a los humenos. En esta Ultima postura se pueden identificar fundamentalmente tres orientaciones diferentes, seaiin las diversas razones que las justifican: la “moral de la simpatfa”, la “moral de la utilidad” y la “moral cel valor”. Las reflexiones que reconducen a las primeras dos pesiciones aparecen esencialmente orientadas por una visiGn antropocéntrica, que se revela sobre todo en el hecho de dar por descontado que los humanes son por naturaleze sujetos morales y por ende titulares de derechos. ES una peticién de principio, que se traduce con otra peticién de principio, en la negadién de la titularidad de los derechos pare los animales sobre la base de presupuestos que se pretenden naturales. En la base de tales reflexiones antropocéntricas esta la hipotece dualista del pensamiento occidental, dominada por la contrapesicion espiritu/materia (mente/cuerpo, racionalidad/brutalidad y asi sucesivamente). Las _raflexiones reconcucibles a la tercera posicién, que se interrogan sobre el Fundamento mismo de los derechos (tanto de los humanos como de los animales) estén orientadas por una apreciacién distinta de la’ relacion pensamiento/materia y de la acmisién de una continuidad biolégica entre humanos y animales. En particular, en las reflexiones de este dltimo tipo, se encuentra una dara disponibilidad a tener en cuenta los resultados de la investigacién cientifica, especialmente aquella biclégica, zoolégica y etoldgica. En este trabajo, como ya he mencionade, no me propongo discutir especificamente el fundamento y la velidez de las diferentes posiciones filosdficas. Pero es necesario considerarlas, aunque sea brevemente, debido a la influencia que ellas hen producide en los comportamientos de los humanos con respecto a los animales y sobre todo, en lo que nos atafe, por las reglas que los humanos han adoptado para su comportamionto hacia cllas, incluides las reglas juridicas. Las posiciones filossficas, més alld de su significado asertivo, han constituido sin duda una ~tal vez la principal ~ fuente de las “ideas comunes” y la base de las justificaciones de los valores de referencia difusos, tanto de aquellos favorables al reconccimiento de los derechos de fes animales, cuento de aquellas desfavorables a tal reconocimiento. Como vetemos, las ideas revisten una extraordinaria importancia en a! discurso relativo a los derechos, sea a aquellos de ios animales como a aquellos de los humanos, La concepeién antropocénirica del mundo, de la cual descienden tanto la afirmacién de la prioridad de los humanos respacto a todo otro ser viviente, cuanto un pretendido derecho de los humanos al dominio del mundo, tiene origenes tan antiguics que no pueden ser rastreadas. Esta concepclén se funda principalmente sobre dos presupuestes, asumnidos como hechos, de los cuales se derivan la especial dignidad de los humanos respecto a todo otro ser viviente: por sobre todas las cosas, que los humanos y solamente los humanos estan dotados de alma, y, en segundo lugar, que los humianos y solo los humanos poseen capzcided de raciocinio. Ya Ja Biblia narra que Dios, una vez creado el hombre y la mujer a su Imagen, les dijo: “Fructificad y multiplicags; llenad la tierra, y sojuzgadia, y sefioread en los peces del rar, en ls aves de los cielas, y en todas las bestias cue se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1,28). No obstante es interesante recordar, que en.un primer momento Dios reconocio a los humanos solamente el derecho de alimentarse de las plantas y solo después del diluvio, reforzando lz nueva alianza con Nog, los humanos tuvieron el derecho de alimentarse de los animales: “Todo lo que se mueve y tiene vida os seré para alimento: todo os lo doy como os dila hierba verde” (Génesis 9,3) * No obstante no faltan en la tradicién biblica, importantes sefiales de respeto hacia los animales y a la vida animal (De Benedetti, 1990). Aristételes, en la Folica, si bien argumentando, obviamente, sobre premisas diferentes, concluia mas 0 menos del mismo modo. Puasto que, “la neturaleze no hace nada ni imperfecto ni en vano, necesario es para el hombre que la naturaleza”, ha creado a los animales (y no olvidemos, para los animales las plantas, mas también para los libres los esciavos, para ef hombre la mujer), segiin una visién precisamente jerérquica de la creadén, furdada sobre el principio que es “natural y beneficioso para el cuerpo ser cependiente del aima (Libro I, cap. 5 y 8) Justamente a Arist6teles se le puede atribulr el crigen de los argumentos mas frecuenterente utilizados en clave antrosocéntrica para distinguir entre humanos y no humanos, en el sentide que solo tos primers estarian dotados de raciocinio y ce lenguaje. Tendremos oportunidad de discutir sobre el fundamento de tales argumentos, pero es importante destacar que desde la antiguedad la posicién aristotélica ha Influenciado les elecciones juridicas relativas a los animales, prevaledenco su diferente orientacién, como por ejemplo la ensefianza pitagérica més favorable de considerar a los animales como titulares de un ‘status juridico (Onida,2002). Por cierto, es interesante recordar que en sus obras de cardcter naturalstico, Aristételes parece mencionar alguna forma de inteligencia en los animales, que en cambio excluye en las obras éticas concernientes al homre, Tomés de Aquino no argumenté de un modo distinto al de Aristoteles, afirmando cn la Summa contra gentiles, que cuando haye cosas ordenadas hacia un fin, si algunas no pueden alcanzarlo por si mismas, es necesario cue sean subordinadas a otras que alcancen el fin y que “el fin Ultimo del universo sea Dios, que solo la cratura intelectual alcanza en si mismo” (Libro TI, cap. CxI1), vavi6 a proponer entre los humanos y los animales le discriminacién del alma, sumiandole aquella de la racionalidad— discriminacién que esta destinada a desarrollarse largamente -y concluia, en la Summa theologies’, que de ese modo se elimina el error de quien admite como pecado el hecho de matar a los animales, dado que la Divina providencia se los dio al hombre para su uso en la naturaleza, donde el hombre los utliza sin culpa, matandolos 0 usdndoles de atra mado. Aceptado el principio jerdrquico fundado en lz naturaleza racional del hombre y en le naturaieza irracional de los animales, Tomas, no obstante, iba més allé y se planteaba el problema de si se debian amar con amor de cariéad también a las ciaturas irrecionales, pera resolverlo negativamente, ya que la caridad concieme solamente a Dios y a prdjimo, y “préjimo" del hombre, no pueden ser consideradas las riaturas que no tienen en comtin con el hombre fa vida racional. Tomas también abrid, no obstante, un camino a ciertos comportamientos humanos benévolos hacia los animales, agregando que: estas criaturas podemos amarlas como bienes querides por otros porque la caridad nos hace querer que ellos se conserven para gloria de Dios y en ventaja del hombre por ende, como se ha visto, la autoridad de Tomas podrfa ser invocada en ta defensa del patrimonio boténice y zouldgico (en la perspective que anteriormente llamamos ecologista) > Para determinadas referencias en este capitulo, considers el volumen comp.por Regan y Singer (1987), al cual remito para referencias més detalladas. > Tomas de AquIo, Summa theologica, vol XVII cuestion 4, att-1 y VOL XV, cuestion 63, arts 10 Tomas de Aquino contemplaba también fo inadecuade de realizar actos crueles contra las animales, pata eliminar ef énimo de ejeraitar crueldad sobre los hombres, porque eferciténdola sobre las animales ‘podria pasar a los hombres; o bien porque fa lesién producide a los animales se vacuce en devia temporal del hombre, sea de quien la produce, como de otros. Se trata aqui de motivaciones, dirigidas a tutelar los intereses exclusivamente humanos, que merecen ser particularmente recordadas, porque como veremos, son también el fundamanto de las nornas positivas reveptadas en los ordenamientos juridicos, incluso el italiano. E mismo tipo de argumentacién, aunque desarrollado segin una perspectiva mas laica y acentuadamente pedagdsica, fue retomado por Immanuel Kant 3, que llegé a admitir que subsisten deberes humanos en lo que respecta a los animales. No se trataria de deberes directes con respecto a ellos, sino mas bien, solamente deberes Que son deberes indirectos para con la humanidad (...) siendo tes actos de fos animafes andlogos a aguelios humanos y derivacion de los mismos principios, en tanto nosotros tenemos deberes hacia ellos cumpliéndoles, las promovemos hacia la humanicad. Un acto de crueldad hacia una animal no constituir‘a, segiin Kant, una lesiin del deber hacia el animal propiamerte dicho, desprovisto de juicio, pero le daria en su intrinceca naturalezs aquella sodablidad y humanidad, que es necesario respetar en la practica de fos deberes hacia el género humana. Para ro destruirls, el hombre debe mostrar bondad de corazdn hacia los animales, porque quien esta acostumbrado a ser cruel hacia ellos, 25 en consecuencia insensible hacia los hombres y por ende condufa afirmando que “se puede admitir que los animales sean considerados como instrumentos del hombre, pero es absolutamente inaceptable que ellos se constituyan en juego”. La discrirrinacién de la racionalidad fue tomando un peso irreducible, en el tema de derechos, con la consolidadén de la doctrina del derecho natural racional, de Ugo Grozio en adelante, hasta el Iluminismo, Et racionalismo, tanto jurfdico como filosdfico, asumiendo apodicticamente la racionalidad como una caracteristica exclusivamente humana, llevé al antropocentrisma occidental al maximo desarrollo y asf ha fomentado, por un lado su degeneradién en sindrame de ornnipotencia, de a cual es muy facil constatar los buenos resultados en el mal uso del mundo, y por el otro lado,” laicizando” el alma, ha trazado. definitvamenta un surco entre el hombre y toda fa crezcién. La cuestin es particularmente dara en la doctrina de Descartes. Los animaes, dado que ro rezonarian ni estarfan en grado de expresar en modo inteligente un persamiento, serian también maquinas, inclusive Incapaces ce partidpar en la animalidad de| hombre, por ende inclusive incapaces de sentir, ¢s decir que ningun derecho se les puede reconocer, ni ningung obigacién hacia elos por parte de los hombres puede ser establecida, como no serfa posible hacerlo con un reloj. Indtll es decir que dicho modo de penser fuera cuestionado por los resultadas de las recientes investigaciones en el campo bioléaico y etolégico (Masson, McCarthy, 1996), que, con gran cantidad de pruebas, han confirmado aquello que también el hombre comin puede observar: que, ademis de > 1 Kant, Lezioni df etica, Laterza, Bari 1971, pag. 273 ss. un sensiblidad y capacidad de sentimiento, los animales demuestran también la capacidad de raciocinio y son capaces de aprender y de elaborar informadones, como también de trasmitirlas, hasta sedimentar una cultura. Sin mencionar, desde el plano estrictamente ético-racional, el argumento de los “casos marginales” utilizedo por ejemplo por Peter Singer, como mencionaré mas adelante, para el cual, como para Descartes, de la esfera moral deberian ser excluldos numerosos humanos, como por ejemplo aquellos con lesiones cerebrales a los nifios, por ende ningtin derecho podria serles reconocido, ni alguna obligacién pocrfa ser establecida con respecto a ellos. Ya Voltaire, con su estilo mordaz, consideré adecuado responder a la tesis de Descartes , observando que el animal ha recitido fa Facultad del sentimiento, de la memoria, y de un cierto nimero de idezs, éQuien se fas dio? Aquel que ha hecho crecer fa hierba en las campos y gravitar la tierra alrededor del 50! (u} Deus est anima brutorum, para después agregar céusticamente, con respecto a la discriminacién del alma, que le fuente del error esid en la cosiumbre "que siempre tuvieron los hombres de examinar lo que es una cosa antes de saber si esa cosa existe”." Con este propisite merece recordarse, la observacién por la cual la crueldad haca los animales resultaria, paraddjicamente, aun mas arave y odiosa que hacia Jos numanos, ya que para los primeras, privacos de alma inmortal, la vida sensible representaria fa tinica vida y el dafo seria irreparable Luego de estas breves menciones con resgecta a las reflediones filosdficas contrarias a le admisibilidad del reconceimiento de derecho para ios animales y a las refiexiones que, sin admitir tal reconocimiento, estén no obstante, cisponibles a raconocer la existencia de deberes, aunque indiractos, todas connotadas con la Gptica antropacentrista, podemes afore considerar las orientacidnes que, segun perspectivas muy diversas (Castignone, compilador, 1985; Battaglia, 1997), han fijado los presupuestos que pueden ‘ofrecer un fundamento a las posidones favorables al reconocimiento de los darechos de los animales, La "moral de la simpatia’, que se puede retrotrzer particularmente a David Hume, se apoya, en lo que respecla alos animales, mas bien en la odservacién emptica que en la racionalidad abstracta y por sobre todas las coses en la observecién que los animales muestran de ser guiades, en sus ecciones y en sus elecciones, por una clerta racionalidad, la cual se distingue tanto de aquella por la cual son guiados los humanos por el grado de sutileza, pero es siempre razén y no un instinto diferente de esta. El fundamento ce les valoraciones motales, vale decir del juiclo en mérto a aquello que es bueno y a aquello que es malo, descansa justarente, en esta perspectiva empirista, sobre la “simpatia’, vale decir sobre la capacidad de participar de las alegrias (bien) y de los sufrimiento (rral) de otra seres, humenos 0 no humanos. En consecuencla, las acciones que praducen alegria son, no obstante, dignas de aprobacién ¥ aquellas que producen sufrimicnto, merecedoras de desaprobacién. Estabieciendo asi la medida de las valoraciones morales, consique necesariamente que sea objeto de valoracién moral cada accién referente a seres capaces de sentir alegria y dolor. En consecuencia, las acciones dirigidas hacia los animales resultarian indiferentes desde el punto de vista moral solo si se pudiera negar que ellos estin en condicones de sentir alegria y dolor, algo que, desde el punto de vista empirico, resulta dificulteso neger. La moral de la simpatia, tal vez también por su naturaleza intuitiva, y en un cierto sentido sentimental, ha constituide cfertamente uno de les fundamentos del animalismo compasivo, tan difuso sobre todo en el mundo anglosajén. A esta doctrina se le reconace ciertamente el mérito de haber puesto en evidencia un aspecto imporcante de nuestra cuestin, aquel relative a ia existencla de los elementos comunes entre los ‘Voltaire, Dizionario flosdfico, Mondadori, Milana 1968, p. 108 sgs. » humans y los animales, en modo suficientemente marcado como para romper e! prejuicio dualista y en general, el antopocentrismo absoluto, Tal doctrina, por otro lado, muestra el limite de no llegar a establecer con seguridad una base para él reconocimiento de los derechos de los animales, sobre todo porque, fundada sobre el principio de la “compasién”, comporta el riesgo ce la subjetividad y del relativismo humanitario (por ejemplo, el humano compasivo dificlmente estara dispuesto 2 ser cruel con un gato 0 un perro, pero, aseguréndose que la ria y faena se reelicen con métados indoloros, podria también no objetar seriamente la utilzacién de los animales come alimento). Partiendo de una premisa no disimil (la piedad ilimitada hacia todos los seres vivientes es la garantia mas firme del buen comportamiento moral) Arthur Schopenhauer llegaba a condusiones del mismo tipo. Polemizando con Kant, pero sobre todo polemizanco con el antropocentrisma y el dualismo filesstico caracteristicos del pensamiento occidental, el incémodo pensador aleman, infiuenciado, como se sabe, por las fllosofias criertales, desafiaba a los demas a negar que “en el animal y en el hombre la esencia principal ¢s la misma y lo que los distingue no esté en lo primario...(...) que en uno 0 en otro es la voluntad del individuo, més bien eri Io seaundario, en el intelecto (...) que en cl hombre (...) es més alto”, concluyendo que “a piedad hacia los animales esta tan estrechamente unida a la bondad del cardcter que puede afirmarse con seguridad que el hombre que es cruel con los animales no puede ser un hombre bueno.” * La corclusién de Schopenhauer se pueds compartir teniendo en cuenta que no supera, de acuerdo a nuestro interés, el arqumento Kantiano anteriormente mencionado, en el sentido que ella pueda ofrecer un fundamenta de los deberes humanos en relacién a los animales, pero no un fundamento para los derechos, Habria que preguntarse si desde |a perspectiva de Schopenhauer se puede recuperar un fundamento de Jos derechos subjetivos de los humanos. Entrando en detalle, tanto la moral de la simpatia como la “moral de la bondad’” constituyen una ética del deber y no Una ética para los derechos, Otro paso en el camino de la fundacién de los derechos de los animales esté representaco por la tecria de fa ulilidad, que ademnés se enlaza directamente con la moral de la simpatia. La teoria utiitarista cldsca de Jeremy Bentham, que represente la tentativa de salir del iluminismo racional abstracto sustituyendo el riterio abstracto de la razén, por el criterio concreto de la utilidad, se resumfz, en lo concerriente a la moral (y 2 derecho mismo) en la conocida proposiciin que es moral (por ende también la finalidad cel derecho) tratar de proporcionar la mayor felicidad posible al mayor réimero de personas. La férmula puede, mejor ain, ser lelda de forma invertida, en el sentido que seria morel tratar de evitar lo mas posible el sufrmicnto del mayor nimero de personas: esta fectura enarece por demas significativa, pero al mismo tiempo ciertamente mas realista, ya que la feliddac no selo es opinable, y no est necesariamente relacionada a la accién, mientras que el sufrimiento no solo es menos opinable, siro que mas fécilmente deriva de la accién de los hombres. Con respecto a los animales, la cuestion es resumida por Bentham, en efecto y no casualmente, en la no frecuentemente citada propesicién: “Lo importante no es preguntarse: £Pueden razonar? Ni tampoco : 2Pueden hablar?, sino mas bien:

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