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Kath

Maria_Clio88 Karens
Olivera Pochita
Clau Caronin84
Brynn Lau_sp_90
Kath Brisamar
Nelly Maye
Brynn Nanis 3

Chivisil
Mona
Mimi
cjuli2516zc
Lvic15
Karens
Kane

Nanis

Euma
3
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 4
Capítulo 14
Capítuo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capíulo 21
Capítulo 22
Epílogo
Biografía de la autora

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amian Tate. Una Mirada a sus tristes ojos verdes y estuve atrapada. Quería
ser quien lo hiciera reír, la que lo hiciera sonreír. No había esperado que
fuera él quien me hiciera sonrojar, quien me pusiera caliente… quien me hiciera
enamorarme. Fue mi primer beso, mi primer amor, mi primer todo. Quería estar
para siempre con él, pero la vida se interpuso en el camino.
Él se enlistó al ejército, yo fui a la universidad, y por años, nunca estuvimos en
el mismo lugar el tiempo suficiente para retomar las cosas donde las dejamos.
Trece años después de haberse ido, la tragedia lo trae a casa. El estoico chico
del que me enamoré, se convirtió en un hombre silencioso, peligroso y salvajemente
sexy. Todavía tira de todos los puntos correctos en mí, pero parece determinado a
mantenerme lejos.
Sin embargo, cuando los problemas vienen tocando a mi puerta, es él quien se
interpone entre los problemas y yo.
Pasar tiempo con él podría volverme loca, o podría ser nuestra segunda
oportunidad en el primer amor. 5

5
i caballito era marrón con una mancha blanca en la cabeza. Dábamos
vueltas y vueltas y mami nos saludaba con la mano cada vez que
pasábamos a su lado. Las grandes manos de papi estaban en mi espalda así no me
caía, y me levantó del caballito cuando el viaje terminó.
Mami nos estaba esperando.
—¿Nos viste, mami?
Ella estaba mirando a papi y sonriendo. Siempre le sonreía a papi, y le abrazaba
y besaba. Estaba contento de que a mí no me hiciese eso todo el tiempo, porque era
asqueroso.
—¿Qué te parece un helado, amiguito? —preguntó papi.
—¡De trozos de chocolate!
—Lo tienes.
Mami envolvió un brazo alrededor de papi, apoyando la cabeza en su brazo.
—Mami, ¿tú también vas a tomar un helado?
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No me respondió. Nunca lo hacía. Estaba demasiado ocupada mirando a papi
y sonriendo.

Mami estaba llorando de nuevo. Últimamente lloraba mucho y le gritaba a papi.


Solía ser muy feliz con papi. Desearía que ahora fuese como solía ser.
—Hola, amiguito. —Papi entró en mi habitación. Era grande. Tenía que
levantar la mirada para mirarlo al rostro—. ¿Estás bien?
—Mami está llorando de nuevo.
Se sentó junto a mí en la cama.
—Voy a irme amiguito.
¡Un viaje! Me encantaba ir en auto.
—¿Puedo ir contigo?
—No. Lo intenté, de verdad que lo hice. La cuestión es que, mamá y papá te
quieren, pero mamá está triste. Puedes volver a hacer feliz a mamá, ¿verdad?
Echaba de menos la sonrisa de mami. Siempre sonreía cuando papi estaba
alrededor, y yo me parecía a él. Quizás podía volver a hacerla feliz.
—Eso creo.
—Ese es mi chico.

6
—¿A dónde vas?
Se levantó y bajó la mirada hacia mí. Mami no era la única que estaba triste.
—Solo me voy.
—¿Cuándo volverás?
—No voy a volver. Van a ser tú y mamá a partir de ahora.
No lo entendía. ¿Por qué se estaba marchando papá? ¿Por qué mami estaba
llorando tanto? ¿Por qué no podía ir con él? Me empezó a temblar el labio inferior,
pero no quería llorar. No frente a papi.
—Ahora eres el hombre de la casa, Damian. —Se inclinó y me besó la cabeza,
dejó su gran mano en mi mejilla un segundo antes de girarse y marcharse. Quería
ser el hombre de la casa por él, pero él era el único que jugaba conmigo, que hablaba
conmigo, que me arropaba cuando me iba a la cama. Mami no, mami nunca lo hacía.
Salté de la cama y corrí detrás de él.
—Llévame contigo. Papi, llévame contigo.
—Lo siento, hijo. Lo siento mucho.
—Papi, por favor, llévame contigo.
Mami gimió cuando papi alcanzó la puerta de entrada, pero yo solo permanecí
en el pasillo y observé mientras salía. Mami cayó al suelo, y tenía miedo de lo triste
que estaba, pero ahora era el hombre de la casa. Me acerqué y me arrodillé junto a
ella. 7
—Estará bien mami. Yo me ocuparé de ti.
—Vete. —Me empujó y caí de trasero—. Simplemente vete.

Papi se había ido por casi todo un año. Solía llamar cada semana a la misma
hora, y yo me sentaba en la silla de la cocina y esperaba por su llamada. Después de
unas semanas. Después de una semana comenzó a llamar semanas alternas, luego
cada mes, y ahora no llamaba en absoluto. Le pregunté a mami su dirección así podía
escribirle, estábamos aprendiendo a escribir cartas en la escuela, pero ella no me la
dio. Cuando estaba llorando era mala, diciéndome cosas que no entendía pero que
sabía que eran malas. Y luego había veces en las que era agradable y me hablaba
como si le importase. Incluso una vez me tocó la mejilla como solía hacer papi.
Estaba tan feliz de que ella estuviese feliz que le hice un dibujo en clase de arte y no
podía esperar a llegar a casa y enseñárselo. Ese día estaba en su habitación,
permanecía mucho en su habitación después de que papi se marchase.
—¿Mami?
Me sonrió y me sentí satisfecho.
—¿Qué tienes ahí?
Me acerqué a su cama.

7
—Hice esto para ti. —Había pasado días con ello. Era el carrusel, el último
recuerdo realmente bueno de papi, mami y yo.
Tocó el papel y los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Es hermoso.
Me miró y volvió a tocarme la mejilla.
—Eres justo como él.
Hinché el pecho porque quería ser justo como mi papi.
—Gracias, Damian. Me encanta tu dibujo.
—¿Quieres ver la televisión conmigo?
—Quizás más tarde. Necesito dormir.
—Está bien.
Caminé hacia la sala, pero por primera vez desde que papi se fue, me sentí como
el hombre de la casa porque había hecho sonreír a mi mami.
Dos días después encontré mi dibujo en el cubo de la basura. Tiró mi dibujo.
Era la primera vez que sentía dolor en el estómago que hacía daño y fue la primera
vez que lloré hasta quedarme dormido, pero no sería la última.

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Tres años después
Mamá estaba gritando de nuevo. No sé qué le molestó esta vez, pero estaba
lanzando cosas y maldiciendo a todo pulmón. Sus discursos normalmente eran sobre
papá y siempre se volvía contra mí porque estaba allí para tomarlo.
Me agarró la cabeza y me obligó a enfrentarme al espejo.
—Mírate. Nunca serás nada. No eres nada. ¿Me escuchas? Nada. —Sus labios
se curvaron como en mis dibujos animados, pero no me reí, porque cuando ella lo
hacía me asustaba—. Él se llevó los mejores años de mi vida y me dejó contigo. Es un
monstruo, un jodido demonio y eres justo como él. Su pequeño engendro diabólico.
Mi cuerpo comenzó a temblar mientras las lágrimas caían. No quería llorar,
tenía nueve años, pero a veces no podía retenerlas. Papá nunca volvió, se había
mudado y vuelto a casarse con alguien. Él dijo que me quería, pero sabía que no era
verdad. Me dejó como dejó a mamá. Y mamá odiaba a papá, le odiaba tanto como le
había amado una vez. Y yo los odiaba a los dos. Había veces que incluso pensaba
cosas horribles, quería hacerles daño, quería hacerles sentir lo que yo sentía cada día
desde que papá se fue. Sabía que estaba mal. Se suponía que tuvieses bondad, amor
y entendimiento, pero sentía odio, rabia y furia. Cuando ella me golpeaba, yo quería
devolverle el golpe. Cuando me gritaba insultos, quería devolverle los gritos. Incluso
una vez o dos había pensado lo fácil que sería ahogarla con una almohada cuando se
quedaba inconsciente por beber demasiado.

8
—Nada jodidamente bueno —dijo ella mientras tomaba el vaso y salía de la
habitación—. Él debería haberte llevado contigo, pero tampoco te quería.
Yo no era bueno. La fealdad que ardía en mi interior era mala. Quizás era la
razón por la que no me querían, porque sabían que en el fondo era malo. Quizás
realmente era el demonio.

9
2003
olo ocho meses, solo ocho meses y estaría fuera de aquí. Los eventos del 11
de septiembre del 2001, pusieron las cosas en perspectiva… tan jodida como
era mi vida siempre podía ser peor. Y observando a los primeros en la escena,
corriendo hacia el infierno para ayudar a otros… quise ser parte de algo que hiciera
una diferencia. No podía mentir. También quería escapar del infierno en que vivía.
Me había reunido con un reclutador del ejército y había tomado la prueba de aptitud.
Estaba enlistándome. Lo único que debía hacer era terminar la secundaria.
Mi vida en casa había pasado de mal a pesadilla. Mi madre era una alcohólica
y mientras más bebía más desagradable se volvía. Empecé a quedarme hasta tarde
afuera, llegando a casa solo cuando sabía que estaba desmayada por el resto de la
noche. A menudo pasaba tiempo cerca de un taller en el barrio porque me gustaban
los autos y trabajar en ellos. Después de un par de meses de dar vueltas cerca, el
dueño me ofreció un trabajo. Solo tenía dieciséis en esa época y no tenía papeles para
laborar, pero me pagó a escondidas. Nunca le conté sobre mi madre, pero él lo sabía.
Incluso abrió una cuenta para mí a su nombre para que ella no pudiera tocar mi 10
dinero. Y lo intentó. Gritando y armando un alboroto sobre haberlo robado y que no
era bueno y luego lo tomó y se lo gastó en vodka. Había tomado el hábito de no cargar
mucho dinero y a menudo sin comida porque no había nada para comer en casa.
Era hora del almuerzo y había olvidado ir al cajero, así que iba a pasar sin
almorzar de nuevo. Me detendría más tarde para comer algo antes de ir a trabajar.
Tomé un gran trago de agua de la fuente y no me di cuenta que alguien estaba detrás
de mí hasta que me volteé para ver a Cam Ahern. Estaba en algunas de mis clases.
Por lo general evitaba a la gente, pero él tenía la clase de personalidad que hacía
difícil no responderle cuando se empeñaba en hablarte.
—¿Tienes dinero para el almuerzo?
Él también era uno de los pocos que sabía mi situación en casa. De alguna
forma me había hecho hablar de eso durante una de las conversaciones que había
instigado.
—Estoy bien.
—No lo estás. Nunca escuché un estomago gruñir así. ¿Cuándo fue la última vez
que comiste?
No me gustaba la lástima o la caridad.
—Estoy bien.
—Tonterías. Puedes invitar a la próxima. —Sacó su billetera y estaba por objetar
cuando mis ojos aterrizaron en una foto que provocó que mi pecho se tensara y mi
pulso se acelerara. Debía ser su hermana, tenían los mismos ojos, pero su cabello era

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rubio, el de ella era marrón y con rizos salvajes, y estaba sonriendo tan ampliamente
que se apoderó de todo su rostro. No podía apartar la mirada, solo porque nunca
había visto tal alegría antes o a alguien tan hermosa.
—Que cabello más loco, ¿verdad? Es Thea, mi hermana gemela.
Sus palabras me sacudieron en ese momento y borré mi expresión porque de
ninguna forma él querría que un tipo como yo se acercara a su hermana.
—Hace juego con su personalidad porque es una boba. —Me dio unos billetes—
. Vamos a comer, me muero de hambre.
Dudé en recibir el dinero, pero tenía hambre.
—Compraré el almuerzo mañana.
—Es un trato.

Almorzamos al día siguiente y cada día después. Y Thea, no podía sacármela de


la cabeza. Quería conocer a la chica con el cabello alocado y la hermosa sonrisa. El
día que Cam me invitó a cenar. No sabía en ese momento que al decir sí estaría
cambiando para siempre.

11
THEA
—Chicos, la cena. ¡Thea!
Me quedé de pie en el pasillo fuera de la vista de Cam mientras bajaba corriendo
las escaleras. Era mayor que yo por solo unos minutos, pero jugaba la carta del
hermano mayor todo el tiempo. Él era “genial”, hasta donde podían serlo los
hermanos mayores. No me molestaba, no se burlaba de mí, me dejaba salir con él y
sus amigos y siempre me daba un hombro sobre el cual llorar. Amaba a Cam, incluso
cuando pensaba que estaba siendo un tonto. Pero no era mi hermano quien me tenía
escondiéndome en las sombras; era la figura solitaria que salió tras él. Damian Tate.
Había visto a Damian en la escuela, pero nunca imaginé que cenaría en mi casa.
Simplemente parecía tan alejado de todo, como si fuera un ser celestial que había
venido a la tierra a cumplir sus órdenes. Mi hermano lo conocía, y lo suficiente para
invitarlo a casa a cenar. Tendría que repensarme el estatus de tonto de Cam. Había
visto a Damian temprano en la cocina de pie en un rincón mientras Cam les
preparaba un bocadillo después de llegar de la escuela. No hablaba mucho,
observaba como alguien acostumbrado a mirar desde afuera. Y sus ojos, de un gris
pálido que tanto ocultaban; una tristeza que era muy pesada para alguien tan joven.
Como antes en la cocina, movió esos ojos hacia mí y era la sensación que acompañaba
su silenciosa mirada, como si fuera consciente de mí, así como yo de él, lo que me
gustaba… mucho.
—¿Vienes también a cenar, niña? —Salté del susto.

11
—¡Papá!
—Estás merodeando de nuevo.
—No estoy merodeando. Estaba observando.
—Estabas mirando al amigo de Cam.
—Estaba… —Pensé en cómo salir de eso, pero cuál era el punto—. Oh bien.
Estaba mirando a Damian. Es lindo, pero parece… triste.
Papá miró hacia donde estaban los chicos sentándose a la mesa antes que los
ojos marrones iguales a los míos me miraran.
—¿Alguna vez has pensado en seguir los pasos de tu viejo? Tienes un don para
leer a las personas.
—¿Convertirme en policía? Hay un par de problemas con esa idea. Primero,
sabes lo que siento sobre correr, así que correr detrás de un sospechoso no sucederá.
Y el azul no me queda bien.
Papá se rió.
—Ven conmigo. Tengo algo para ti —dijo.
—¿Para mí? ¿Por qué?
—¿Por qué no?
—Pero no es mi cumpleaños.
—¿Y? 12
Me llevó a su estudio y tomó una pequeña caja que tenía sobre su estantería de
libros; una caja que por lo general estaba cerrada. La abrió y sacó un pequeño
paquete.
—¡Para mí!
—Ábrelo.
Mis manos temblaban de emoción mientras abría el papel para descubrir un
reproductor de MP3.
—Oh Dios mío. ¿Cómo supiste que quería uno de estos?
Papá me lanzó una mirada.
—Estás preguntándole al hombre que tomara la prueba para ser detective la
próxima semana.
—Buen punto. —Lo rodeé con mis brazos y lo abracé con fuerza—. Gracias.
Me abrazó por unos segundos, lo suficiente para que dijera:
—Dios, papá.
Me soltó, pero la mirada en sus ojos hizo que mi próximo comentario muriera.
—¿Papá?
—Edward, Thea, la cena se está enfriando.
—Mejor nos apuramos o mamá o nos hará lavar los platos en lugar de a Cam.

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Me pregunté qué había traído esa mirada, pero el momento había pasado.
—Gracias por el reproductor.
—Tal vez te sorprenda con algo más. Podemos convertirlo en nuestra cosa —
dijo.
—¿También puedo sorprenderte?
Me acercó mientras íbamos al comedor.
—Claro que sí.
Papá tomó su lugar a la cabeza de la mesa y el único otro asiento libre era al
lado de Damian. Normalmente, tenía un apetito que ponía en vergüenza a papá y a
Cam, pero no esa noche. Cada parte de mi cuerpo se sentía al límite como si estuviera
en la fila para la montaña rusa… emoción y miedo librando una guerra interna.
Damian tenía la misma edad que Cam, pero incluso a los diecisiete era un chico
grande. El espacio entre nuestro cuerpo eran solo centímetros y lo sentía, todo mi
costado izquierdo ardía por la proximidad. Ni siquiera me había hablado, pero no
necesitaba palabras, porque era una presencia muy grande, incluso siendo una
silenciosa; y era hermoso, incluso más porque había mucho oculto bajo esos ojos.
Fui sacada de mis pensamientos cuando escuché a Cam reírse.
—Puede cortar su propia comida, Thea.
Fue solo entonces que me di cuenta que había estado cortando la albóndiga de
Damian. Mamá hizo sus mega albóndigas; eran del tamaño de la cabeza de un gato.
Medio kilo de su carne deliciosamente sazonada y estaba inclinándome sobre el plato 13
de él cortándolo como si tuviera cuatro años. Mis mejillas al instante se calentaron
mientras sin mucha gracia apartaba mis insultantes extremidades de su espacio
personal.
Mirándolo, esos ojos pálidos me miraban también.
—Lo siento. Solo… son muy grandes. —Quería desvanecerme en el papel tapiz.
¿Cortar su albóndiga? ¿Qué me pasaba?
No dijo nada, pero sus labios se inclinaron un poco y en respuesta mi corazón
latió tan fuerte que debió partir mis costillas. Sus hermosos labios se abrieron y me
dijo sus primeras palabras.
—Gracias, Thea.
Dos palabras y estuve perdida. No entendía qué sentía por este chico ni
apreciaba la singularidad de eso en el momento, pero sí sabía que esa pequeña
sonrisa y esas dos palabras fueron lo que se necesitó para que Damian Tate reclamara
un pedazo de mí que nunca recuperaría.

Estaba segura que cuando papá me puso en clases de defensa personal, su


intención no era que usara mis recién adquiridas habilidades con perras molestas.
Sin embargo, estaba muy cerca de hacerlo. Brittany y Taylor, la cruz de mi existencia,
comían chicas malas para el desayuno. Entendía la psicología detrás del porqué eran

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unas tontas horribles. Les gustaba Cam, pero lo había animado a mantenerse lejos
porque con la cantidad de acción que ellas tenían, todo el mundo podía imaginarse
lo que estaba creciendo en ellas. Aparentemente, no tenían problema con ser unas
perras, pero no les gustaba que las personas las llamaran así. Su implacable
pasividad-agresividad había empezado al final del año pasado. Habría preferido que
me golpearan en el rostro. Claro, dolería mucho, podría incluso terminar con una
nariz rota, pero las historias que podría contar. Más importante, habrían superado
su venganza. En cambio, recibía risitas por un lado y burlas del otro. Arañazos de
uñas pintadas. Hoy no era diferente. El casillero de Taylor estaba a unos del mío; qué
tal esa mala suerte. Diario era sometida a su marca particular de tortura.
—¿Estás usando un nuevo producto capilar, Thea? No creo haber visto un
cabello tan abundante antes —dijo Taylor desde su casillero, lo suficiente fuerte para
que los niños pasando se rieran.
—Lo suficiente abundante para que pequeños animales se pierdan ahí. —
Brittany era su compinche. Nunca tenía una idea original. Su única habilidad era
repetir a otros.
Sí, mi cabello era un poco rizado con rizos en espiral, pero me gustaba. No tenía
frizz, con excepción durante los momentos con mucha humedad donde se convertía
en una vista aterradora, era solo rizado. Las ignoré y seguí sacando mis libros.
—Te sugeriría que lo cortaras, pero luego te quedaría en picos en toda la cabeza.
Deberías usar un sombrero.
Taylor usaba una plancha en sus mechones rubios. Cada hebra estaba en su 14
perfecto lugar. Me gustaría un minuto a solas con su plancha y su perfecto cabello
rubio.
—No sé si hacen sombreros tan grandes para todo eso. —La risa de Brittany
sonaba más como un cacareo. Su broma ni siquiera era graciosa; era una
observación, y una estúpida. Ni siquiera estaba siendo molestada con una charla
lista.
Sentí el cambio en el aire antes de escuchar la fuerte inhalación de Taylor.
Segundos después todo mi cuerpo se puso cálido, y ya que solo había una persona
que podía conseguir una reacción así de mí, supe que Damian estaba cerca. No me
di cuenta de lo cerca que estaba hasta que cerré mi casillero y lo vi inclinando contra
este. No dijo nada, solo miró, y eso me parecía bien porque no podía formar ni un
pensamiento incluso aunque quisiera. Luego tomó un rizo y lo frotó entre sus dedos.
Me tomó más tiempo del que debería darme cuenta qué estaba haciendo y mi
corazón se derritió en mi pecho. Estaba defendiéndome, sin decir una palabra estaba
echando a mis atormentadoras. Sentí que me enamoraba un poco de él en ese
momento.
El timbre sonó. Damian juguetonamente jaló la hebra que aún sostenía, luego
me guiñó un ojo y se fue. Quería demasiado ir con él, encontrar un salón vacío o un
armario, no era quisquillosa. Cuando logré apartar mi mirada de su figura
marchándose, vi que Taylor y Brittany estaban boquiabiertas; mirándome
incrédulas.

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Sacudí mi cabello a propósito; Pantene estaría llamándome para uno de sus
comerciales; antes de decir:
—Sí… —Dejé que mis ojos fueran al pasillo por la dirección en que Damian se
fue—. Me parece que el sombrero no es buena ida. —Luego me fui, silbando mientras
lo hacía.

La película era aterradora mientras me acurrucaba en un extremo del sofá.


Quería una manta, pero no quería que los demás supieran que tenía miedo.
Damian se sentó al otro lado del sofá y cada nervio de mi cuerpo estaba
sincronizado con él. Después de su silencioso rescate en la escuela el otro día, no
podía dejar de pensar en él. Estuvo callado, pero lo que hizo ese día… quería conocer
al chico detrás del silencio. La urgencia por deslizarme en la distancia entre nosotros
y acurrucarme a su lado era fuerte. Quería su brazo alrededor de mis hombros, su
cuerpo contra el mío. Quería enterrar mi rostro en su pecho cuando estuviera muy
asustada. Parte de la razón para estar cerca de él era el miedo a la película, pero era
una parte muy pequeña.
Se puso de pie y tuve que morderme el labio para no protestar. Había estado
viniendo desde hace un mes, prácticamente a diario, y aún era muy callado, incluso
a menudo se iba y solo decía adiós. No estaba lista para que se fuera, solo tenerlo
cerca me ponía ridículamente feliz.
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Estaba tentada a girar mi cabeza y ver a dónde iba, pero logré mantener los ojos
fijos en la televisión y la mujer que no estaba centrada en el marco de la videocámara
que sostenía. Lo sentí antes que se pusiera detrás de mí, en sus manos había una
manta. Sin decir nada me la entregó y volvió a sentarse en el sofá, pero en lugar de
estar en el extremo opuesto, se sentó a mi lado… su cuerpo tocando el mío. Lo miré
y esos pálidos ojos me estudiaron antes que una pequeña sonrisa tirara de su boca.
Descansó su brazo en el respaldo del sofá, la invitación era clara. No dudé,
moviéndome contra su cuerpo para presionarme contra él. Olía muy bien, no a
colonia o loción después del afeitado, solo su aroma natural. Media casi metro
noventa y era sorprendentemente musculoso para un chico de diecisiete. Me sentí
un poco mareada al estar tan cerca de él incluso deseando estar más cerca. Quería
pasar mi mano por su vientre y rodear su costado, quería mi mejilla en su hombro o
enterrada en el hueco de su cuello. Quería que nos moviera, me pusiera debajo de él
para poder besarme… mi primer beso de verdad. En su lugar me acurruqué contra
él, saboreé su silenciosa fuerza y deseé lo mismo que había deseado desde que llegó
a mi vida… que pudiera llamarlo mío.

15
DAMIAN
Desperté cuando mi madre abrió de golpe la puerta de mi cuarto. Había estado
en medio de un gran sueño con Thea. Se sintió tan bien presionada contra mí en esa
película, a la cual no le había prestado nada de atención porque lo único que quería
era ponerla debajo de mí y besarla. Quería hacer mucho más que besarla, pero debía
controlar eso.
Los últimos rastros del sueño se desvanecieron mientras me despertaba. Salté
de mi cama porque no quería darle más ventaja a mi mamá.
—¿Dónde has estado pasado todo el tiempo? Hay cosas que deben hacerse por
aquí.
Ella no trabajaba, había logrado engañar al sistema para recibir un pago
mensual. Hasta donde sabía, podía limpiar la jodida casa, en especial ya que era su
mierda la que estaba por ahí tirada.
—Respóndeme, pequeño bastardo.
De ninguna forma le contaría sobre los Ahern, aunque hubo un par de veces
que casi lo confesé todo al señor Ahern. Era un policía, podía detenerla, pero también
era el padre de Thea y si sabía cómo era mi vida en casa, era posible que no me dejara
pasar tiempo con Thea o Cam.
—¿Tienes novia? ¿Es donde estás pasando el tiempo? Tienes responsabilidades 16
aquí, conmigo. Yo soy primero, y después cualquier zorra. —Ladeó su cabeza
mientras una burla curvaba sus labios—. ¿A quién engaño? Tu propia madre no
puede soportar mirarte, de qué me preocupo. Eres una basura, cualquiera puede
notarlo.
Cerró la puerta detrás de ella con fuerza. Ni siquiera el recuerdo del sueño hizo
que el nudo en mi estómago se desvaneciera o la duda retorciéndose dejara de
atormentarme. Era mi madre y creía que era una basura. Era difícil no creer que
había cierta verdad en sus palabras.
Me vestí y tomé mis llaves. Mi madre estaba en el sofá, desmayada. Empuñé
mis manos y tuve que obligarme a pasar a su lado. Sería tan fácil detener su mierda,
tan jodidamente fácil. En su lugar subí a mi auto. Las luces estaban apagadas cuando
llegué al gimnasio, pero tenía una llave. Después de un año de venir casi a diario, el
dueño me dio una llave. Sospechaba que él sabía más de mi vida en casa de lo que
compartí. Estacioné atrás y fui dentro, encendiendo la luz sobre las bolsas de boxeo.
A veces esto era suficiente para calmar a la bestia, a veces no.

THEA

16
Después de la escuela salí y vi un círculo formado, escuché los vítores y gritos.
Las peleas eran comunes en la escuela. Nunca me quedaba a ver, pero por alguna
razón fui atraída a esta. Pasé a empujones entre la multitud y encontré a Damian en
el centro, golpeando a otro chico. No era solo que estaba peleando en la escuela, sino
la fría mirada en sus ojos hizo que mi respiración se entrecortara. Nunca lo vi como
en ese momento. Mientras observaba, su cuerpo se tensó segundos antes que su
cabeza se alzara, su puño se congeló, y esos ojos se centraron en los míos. Por un
momento, me entretuvo la idea que él sabía que estaba ahí antes de verme. Luego
soltó al niño, agarró su mochila y se fue; el circulo abriéndose para que el saliera.
Claro, estaba un poco enamorada de Damian, pero también éramos amigos y
necesitaba uno en ese momento. Tuve que correr para alcanzarlo e incluso después
que estuve a su lado, no hablé de inmediato porque no estaba segura qué decir.
Preguntarle por qué estaba peleando no era mi problema, así que decidí intentar
sacar su mente de lo que sea que estuviera pensando sobre esa fea escena.
—Mis amigos y yo estamos apostando qué había en la carne misteriosa de hoy.
Creo que era pollo, pero el color era raro. Era más rosado de lo que debería ser el
pollo. Tal vez fue algo cultivado en un laboratorio, un experimento para bajar los
costos creando una nueva sustancia parecida a una carne que era una fracción del
costo de la carne de verdad. De cualquier forma, cubierta en la salsa sin sabor y el
puré de patatas grumoso, era un desastre culinario. En el lado luminoso, ahora tengo
espacio para repetir en la cena. ¿Me pregunto qué está preparando mamá esta
noche? ¿Y habrá postre? Me encanta el postre; una comida no es comida sin postre.
¿No estás de acuerdo? 17
Lo miré, pero su expresión no reveló nada.
—Debiste haber visto mi ejercicio en el piso en la clase de gimnasia de hoy. El
comité olímpico llamará. Lo dominé. Nadie puede hacer una voltereta hacia adelante
como yo, mi habilidad y destreza dejaron sin habla a mi profesora de gimnasia.
No conseguí reacción de Damian. Mis hombros cayeron mientras miraba al
suelo y murmuraba lo que de verdad quería decir.
—Si alguna vez quieres hablar, soy buena escuchando.
El silencio siguió por un segundo o dos antes que Damian dijera:
—No comí la carne misteriosa al almuerzo. Tengo una regla: Si no puedo
identificar lo que es, no lo como.
Mi cabeza se alzó para verlo mirándome.
—Y ha pasado mucho tiempo desde que vi una habilidad y destreza que me
dejara sin hablar. Lamento haberme perdido tu rutina de gimnasia.
—La verás cuando gane el oro.
Me sonrió débilmente en respuesta.
Mi sonrisa no era pequeña, iba de oreja a oreja porque la frialdad de su
expresión se había ido y había sido yo quien logró hacerlo.

17
Estaba en mi cuarto trabajando en un dibujo para la clase de arte. Se suponía
que debía representar una iglesia en Florencia, pero había dibujado a Damian el otro
día en esa pelea, la frialdad de sus ojos y las duras líneas de su rostro. No sabía mucho
de su vida en casa con excepción que vivía con su mamá y nunca íbamos a su casa.
No quería sobrepasarme e invadir su privacidad, pero me preocupaba por él y
sospechaba que no tenía nadie en su vida cuidándolo. Fui en busca de papá. Estaba
trabajando desde casa hoy.
Estaba detrás de su escritorio cuando entré a su estudio.
—¿Tienes un minuto?
—Claro.
Me senté frente a él.
—¿Qué pasa, niña?
—¿Podemos mantener esto entre nosotros?
Se inclinó hacia atrás en su silla, pero estaba mirándome con seriedad.
—Bien.
—Damian tuvo una pelea el otro día y sé que los chicos pelean, pero esto fue
diferente. Y el hecho que Cam y yo nunca hayamos ido a su casa…
—Crees que lo maltratan en casa.
Mis ojos ardieron al pensarlo.
18
—Es muy grande y fuerte, así que es probable que no lo maltraten físicamente
ahora, pero de niño. Y sabes que hay otras formas de abuso. Deberías haberlo visto
en esa pelea. Era tan frío papá, estaba tan molesto, pero lo has visto aquí. Es callado,
pero es educado y respetuoso; es amable.
—Lo he visto. Es un buen chico. —Frotó su cuello, pero vi la ira—. Damian no
es el tipo de chico que quiere que la gente se meta en sus asuntos.
—Lo sé, pero creo que significaría mucho para él saber que tiene a alguien más
aparte de Cam y yo.
—¿Qué quieres que haga?
—Habla con él. No tiene una figura paterna y supongo que no tiene una materna
incluso aunque vivan bajo el mismo techo.
—¿Por qué lo dices?
—Porque si Cam y yo pasáramos tanto tiempo en casa de amigos como Damian
aquí, tú y mamá probablemente se habrían presentado en esas casas. Aunque solo
fuera para saber dónde pasamos el tiempo.
—Buen punto.
—Cam y yo tomamos por sentado lo asombrosos que mamá y tú son. Damian
no tiene eso.
Me miró por un minuto.

18
—Bien. —Sonrió—. Eres una buena persona, Thea, y una buena amiga. Tu viejo
está muy orgulloso de ti.

DAMIAN
Thea estaba horneando algo, pero el humo que salió del horno no era una buena
señal.
—Oh, vamos. —Sacó la bandeja de galletas quemadas del horno y la dejó sobre
la estufa. Esa acción, combinada con su cabello salvaje que se veía más rizado, hizo
difícil que contuviera la risa—. No podemos comer eso. Las incineré. —Thea era
adorable cuando estaba molesta.
—¿Qué tan alto tenías el horno? ¿Estás intentando cremar algo?
—A ti hace un minuto. Siempre quise ser hija única —respondió Thea a Cam.
Antes que empezaran a pelear por las ruinas de las galletas que Thea había
pasado gran parte de una hora cocinando, el señor Ahern entró en la cocina con un
extinguidor. Thea resopló y entrecerró sus ojos a su padre.
—No es tan grave.
—Estaba asfixiándome con el humo en mi estudio y está al otro lado de la casa. 19
—Eso es todo. No volveré a hornearles nada, nunca. Incluso cuando me
convierta en una chef profesional y haga los dulces más deliciosos, ninguno
conseguirá nada. —Sus ojos fueron a mí y se suavizaron haciendo que mi pecho se
tensara—. Hornearé para Damian porque es un caballero y se guardó sus
comentarios.
—Lo siento, amigo. Deberías haber dicho algo. —El comentario de Cam hizo
que lo golpearan con el asa de una olla en la cabeza.
El señor Ahern me miró.
—¿Damian, tienes un minuto?
Mierda. Mis músculos se tensaron mientras me levantaba y seguía al señor
Ahern en su estudio. Sabía que no podía durar, pero de verdad me gustaba venir
aquí. No quería tomar asiento, sería más rápido irme si ya estaba de pie, así que me
quedé en la puerta.
—¿No te sientas?
—Estoy bien.
Rodeó su escritorio y se sentó en un extremo.
—Por lo general no me meto en los asuntos de las otras personas, no me gusta
que la gente lo haga en los míos, pero quería decirte que siempre eres bienvenido
aquí. Y si alguna vez necesitas algo, incluso alguien con quien hablar, estoy aquí.
Todos lo estamos.

19
Esta no era la conversación que pensé que tendríamos. Mi pecho estaba tenso
de nuevo, pero de una buena forma.
—Tienes diecisiete, casi eres un adulto, pero todavía estás descubriendo las
cosas. He estado ahí y si necesitas ayuda con algo… encontrar un trabajo, presentarte
a universidades, encontrar apartamento, por favor no dudes en pedírmela.
Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón para ocultar que temblaban. No
había sentido una emoción tan fuerte desde que era niño y mi papá se fue. Pero a
diferencia de ese entonces, esto se sentía bien, muy bien.
—¿Sabes qué quieres hacer después de la secundaria?
—Quiero unirme al ejército. Ya he tomado la prueba y he hablado con un
reclutador.
—No mentiré, eso me asusta un poco dado el estado del mundo. Lo has
pensado, ¿verdad?
—Sí, pero quiero ser parte de algo que haga la diferencia.
—Eres un buen hombre, Damian.
De verdad quise llorar. Bajé mi cabeza hasta que pude controlarme.
—No te retendré más tiempo aquí, pero mi oferta se mantiene. Si necesitas algo,
me lo dices.
Me giré hacia la puerta porque mis ojos estaban brillantes, pero dije lo
suficiente fuerte para que escuchara. 20
—Gracias, señor Ahern.
Salí de la casa y rodeé la cuadra para recomponerme. Nunca en mi vida pensé
que un hombre como el señor Ahern me hablaría como lo hizo. Había pensado que
no necesitaba a nadie, lo había hecho bien solo, pero odiaba estar solo.
—Hola.
Mi cabeza fue a Thea. No la escuché acercarse.
—Pensé que te quedarías a cenar. No comeremos postre porque quemé las
jodidas galletas, pero…
Se mordió el labio inferior y sus grandes ojos marrones bajaron la mirada. La
comprensión casi me derribó. Le daban nervios hablar conmigo. ¿Ponía nerviosa a
esta belleza?
—Solo salí a caminar.
—Lo siento. —Se pasó una mano por el cabello y miró a su casa antes de volver
a mirarme—. Le pedí que hablara contigo. Solo… no pretendo entender tu vida en
casa, pero quería que supieras que estamos aquí. Todos estamos aquí para ti.
Pensé que las palabras del señor Ahern me estremecieron. Escuchar eso de
Thea casi me puso de rodillas. Y todavía debía preguntarle.
—¿Por qué?
Mordió su labio inferior de nuevo, su enfoque alejándose de mí.

20
—Tienes los ojos más lindos que he visto incluso con la tristeza tras ellos. Estoy
esperando que ese dolor se desvanezca si pasas tiempo con mi loca familia. —Sus
ojos me miraron—. Si pasas tiempo conmigo.
Irrevocablemente me marcó en ese momento, como un hierro. Nunca había
sido tan felizmente quemado. De verdad debía esforzarme para no caer por esta
chica, aunque sospechaba que me atraparía si lo hacía.
—Me gustaría eso. —Exhaló, aliviada, y quise abrazarla y besarla. En cambio, la
molesté—. Incluso sin las galletas.
Me sonrió.
—Estaría dispuesta a intentarlo de nuevo.
—Tal vez Cam debería ser quien las probara.
Su sonrisa se volvió malvada.
—Buena idea.

Metí las últimas cosas en mi bolsa. Había hecho varios viajes ya. Estaba
mudándome. Tan pronto como cumplí dieciocho, llamé al señor Ahern y me ayudó
a encontrar un apartamento. No había mucho que ver, pero era mío. La familia
Ahern incluso estaba en el apartamento ahora. La señora Ahern estaba determinada
a convertir el apartamento de mierda en un lugar cómodo y acogedor… eso dijo. 21
El plan siempre había sido enlistarme al graduarme, pero podía admitir que no
tenía tanto afán y la razón era la belleza con el cabello salvaje. Era adicto a su bondad,
a su sonrisa y su risa. Había ido con su papá. Me conocía lo suficiente para saber que
necesitaba ayuda. Nada podía salir de eso. No estaba en su misma liga, pero por
primera vez en mi vida me sentí conectado a alguien y era una sensación
embriagadora y no estaba listo para alejarme de esta.
Sería estúpido no considerar cómo afectaría mi mudanza a mi mamá. Y siempre
estaba la posibilidad que hiciera algo para joder mi mundo, pero ya estaba harto de
vivir con miedo.
Se sentía bien salir de esa casa y dejar toda esa mierda atrás. Un auto estacionó
detrás de mi chatarra. El conductor bajó.
—Finalmente lo estás haciendo.
Anton Scalene. Lo conocí cuando tenía quince. Apareció cuando estuve en una
situación. Después, empezó a llevar su auto al taller donde trabajaba. Venía de un
lugar incluso peor de la mierda en que crecí. Usé mis puños para canalizar mi rabia,
pero él había canalizado la suya de otra forma, haciendo dinero y construyéndose
una reputación por su cuenta. Y estaba haciéndolo. Podía ser muy aterrador cuando
quería serlo, pero era un amigo… el primero que había tenido.
—Ya era hora —añadió—. ¿La chica es parte de la razón? Thea, ¿verdad?
—Sí.
Me miró mientras subía las cosas al maletero.
21
—Te gusta.
—Es difícil que no.
—Bien por ti. —Su enfoque se movió a la casa de mi madre—. ¿Y la perra?
—No está en casa, no ha venido en días.
Murmuró algo, pero prosiguió cuando dijo:
—Pasé por tu nueva casa, pero estaba llena.
—Sí, Rosalie está empeñada en convertirlo en un hogar.
Algo pasó por la expresión de Anton, anhelo quizá. Nunca tuvo una madre
tampoco.
—¿Por qué no vienes conmigo?
—Su papá es policía.
—Sí, ¿y? —Anton estaba en el lado equivocado de la ley. Era listo, jodidamente
despabilado, pero un tipo como él, viniendo de donde venía y siendo tan joven como
era, no tenía todo lo que tenía sin romper un poco las reglas… mucho—. Son
diferentes.
Pareció sopesar mis palabras antes de aceptar cuándo dijo:
—Me gustaría conocer a Thea.

22

THEA
Damian ahora tenía su propia casa. No era mucho, pero mamá se encargó de
eso. Estaba un poco molesta con Damian, porque cumplió dieciocho y no nos dijo.
Los cumpleaños claramente no eran para él lo que eran para mí, pero aun así debería
saberse el día en que nació. Mi familia había invadido el lugar, y aunque no dijo nada,
creo que le gustaba tenernos aquí.
—Gracias por ayudar a Damian a conseguir el apartamento.
Papá estaba mirando los electrodomésticos en la cocina por su “solidez” como
él decía.
—No lo ha tenido fácil. Su madre es todo un personaje. No entraré en detalles;
eso le corresponde a Damian, pero que tenga su propio espacio… es lo correcto.
—Firmaste como codeudor, ¿verdad?
—No le habrían dado el apartamento de lo contrario. No tiene historial y es
joven. Habría hecho lo mismo por Cam y por ti.
Lo abracé.
—Y por eso te amo tanto. Tienes un gran corazón, papá.
Inhaló gracioso, como si contuviera las lágrimas.

22
Fuimos sacados del momento cuando Cam dijo:
—Mamá, es un hombre… en serio.
Nos giramos para ver a Cam sosteniendo una manta.
—Hace frío aquí. Apreciara la manta cuando esté viendo televisión.
—Es un hombre. Se congelaría antes que envolverse en esto. Papá, vamos,
respáldame en esto.
—¿De qué color es? —preguntó papá.
—Gris pardo.
—Parece rosa.
—Es gris pardo —resopló mamá y le quitó la manta a Cam—. Bien, la dejaré en
el armario.
—¿Y las flores? Mis partes masculinas se están encogiendo mientras más
tiempo paso aquí.
La puerta se abrió al final del comentario de Cam. Damian claramente escuchó
porque sonrió. Llevaba varias bolsas y me acerqué para ayudar, pero me detuve en
seco al ver al chico siguiendo a Damian. No era mucho mayor que nosotros, pero se
movía como alguien que lo era.
Mamá salió del cuarto.
—¿Dónde está la lavadora? —Su atención a la puerta—. Damian. Volviste. 23
Estaba justo organizando tu ropa para lavar.
Oh Dios mío. Mamá estaba revisando la ropa de Damian. Me sonrojé; Damian
no reaccionó ni un poco.
—¿Revisando su ropa para lavar? —Cam alzó sus brazos en el aire—. Está fuera
de control.
Mamá ignoró a Cam y se acercó al amigo de Damian.
—Hola. Soy Rosalie Ahern.
—Anton Scalene.
Papá se tensó a mi lado llevando mi atención de Anton a él. Era la forma en que
papá miraba, su rostro de policía lleno de interés a la vez me puso nerviosa. Entendía,
porque había algo en Anton, la forma en que se movía. Se vestía muy bien también,
pero no creía que su familia tuviera dinero. No parecía un niño mimado, de ninguna
forma. Sin embargo, se ganaba su dinero, trabajaba por este y apostaría que el dinero
no era legal.
—Un gusto, Anton. Él es mi esposo Edward, Cam y Thea.
La mirada de Anton fue a mí y juro que vi las esquinas de su boca curvarse.
Raro.
—Estábamos ayudando a Damian a acomodarse y luego íbamos por pizza.
¿Quieres venir?

23
Mamá era el demonio de Tasmania. Metía a todos en su mundo. No juzgaba.
Todo el mundo era bueno hasta que le probaran lo contrario. Mi enfoque estaba en
Anton, sin embargo, porque tenía la misma vacilación que Damian había tenido
cuando empezó a venir… una señal que no estaba acostumbrando a la bondad o ser
incluido. Eso me entristeció.
Papá tuvo la misma conclusión cuando dijo:
—Tal vez puedan ayudarme los dos a mover esto. Me estoy volviendo viejo. —
Papá podía mover un horno, pero intentaba incluir a Anton. Él y mi mamá pensaban
lo mismo sobre las personas siendo buenas hasta que demostraran lo contrario.
Cam se acercó a Anton y extendió su mano.
—Hola. Soy Cam. ¿Por qué no ayudamos nosotros a papá y dejamos que
Damian salve su ropa de mamá?
Mamá puso los ojos en blanco.
—¿Cuál es el problema?, reviso tu ropa todas las semanas.
Cam gritó sobre su hombro.
—Dejemos de pensar en eso.
Mamá me miro.
—Los hombres son raros.

24

—Pepperoni y champiñones… es una maldita buena combinación —dijo papá


mientras nos sentábamos alrededor de la gran mesa en la pizzería.
A Damian le gustaba el pepperoni y los champiñones en su pizza. Tendría que
recordarlo.
—¿Cómo se conocieron Damian y tú? —preguntó mamá a Anton.
Anton miró a Damian quien asintió, como si le diera su permiso de responder.
—Damian estaba en una pelea, cinco contra uno. No me gustaban las
posibilidades así que me metí. Resulta, que no necesitaba meterme.
Mamá era la clase de mujer que se molestaba por las peleas, pero si miró a
Damian y Anton por un rato antes de decir:
—Fue bueno que lo respaldaras.
—Hemos estado cuidándonos desde entonces.

Regresaba del baño cuando Anton apareció, bloqueándome el paso. el hombre


era ridículamente sexy, no tanto como Damian, pero definitivamente llamaba la
atención. Era el peligro que irradiaba de él lo que removía el miedo, razón por la cual
lo que dijo no lo procesé al principio.
—Gracias por ayudar a Damian a conseguir su propia casa.
24
—Ah… fue mi papá.
—Pero hablaste con tu papá, ¿verdad?
—Sí.
—¿Por qué?
—¿Por qué hablé con mi papá?
Asintió.
—Es más feliz que cuando lo conocimos, pero todavía hay tristeza ahí. Sospecho
que su mamá la provoca y cuando necesito ayuda, es a mi papá o a mi mamá con
quienes voy. Ya que él no puedo hacerlo con los suyos, le ofrecí los míos.
Su reacción fue extraña. Se dio vuelta en sus talones y sonrió.
—Ya lo entiendo.
—¿Qué?
—Me alegra haberte conocido.
Tenía la sensación que acababa de pasar una prueba, pero no tenía idea de cuál.
Sentía que su comentario requería respuesta y dije:
—Sí, lo mismo digo.

25
Papa, mamá y Cam fueron a casa después de la pizzería. Anton también. Me
caía bien, me gustaba que Damian tuviera un amigo como él. Iba a volver a casa de
Damian porque tenía algo para él ahí, algo que no quise darle enfrente de los demás.
Había estado en silencio la mayor parte de la noche, algo que estaba
aprendiendo era normal, pero habló un poco… se rió, incluso sonrió. Y ahora que ya
no estaba obligado a estar cerca de su madre, esperaba que pudiera reír y sonreír
más.
Una vez en su apartamento, fui a la cocina y saqué un cupcake con glaseado
blanco y una vela de la alacena superior. Había horneado un montón, pero este salió
mejor. La expresión de Damian me produjo dolor en el pecho cuando me giré hacia
él, su concentración fue del cupcake a mi rostro.
—Lo horneé, quedas advertido.
Encendí la vela y deslicé el plato frente a él y luego canté el feliz cumpleaños.
Lágrimas quemaron mis ojos porque su expresión era una que no olvidaría.
Desgarradora. Fue por eso que no incluí a mis padres o a Cam, porque sabía cómo
golpearía el gesto a Damian… con fuerza. Sus ojos estaban brillantes cuando sopló la
vela.
—Feliz cumpleaños, Damian.
Respondió acercándome a sus brazos y abrazándome por un largo, largo
tiempo.

25
—¿Qué se suponía que fuera? —preguntó Cam sobre la sustancia parecida al
concreto en la bandeja de hornear.
—Brownies.
—Un sujeta puertas sería mejor.
Estábamos en casa de Damian. Por lo general íbamos a su casa después de la
escuela, nos quedábamos un rato, hacíamos la tarea antes de ir a casa a cenar. No
tenía mucha tarea así que nos preparé unos bocadillos, pero algo salió muy mal.
—Olía bien, hasta que ya no. —Cam no ayudaba con sus comentarios.
—Creo que necesito un mazo para sacar esto de aquí. —Debería botar el
recipiente y comprarle uno nuevo a Damian.
Damian pensó lo mismo cuando tomó el recipiente, abrió la papelera y lo botó.
—Eso fue fácil, pero ahora tengo ganas de algo dulce. —Cam empezó a rebuscar
en la nevera de Damian.
—Iré al mercado —me ofrecí porque también quería algo dulce.
—Yo te llevo.
La sección de panadería del mercado y Damian, era como vivir en un sueño.
—¿De qué tienes ganas? —pregunté a Damian un poco después mientras me 26
agachaba frente a la sección de panadería y miraba las donas.
—Pay.
—Pay. —Me levanté—. Estás tramando algo.
El chico en el mostrador nos llamó.
—¿Qué les doy?
—¿Qué pays tiene hoy?
—Nuez, cereza, manzana y chocolate.
—Danos un segundo —dije mientras me volteaba a Damian quien estaba con
las manos en los bolsillos, sonriéndome.
—¿Cuál quieres?
—Chocolate o nuez.
—De acuerdo. Esas son mis elecciones también. ¿Entonces cuál?
—Tú elije.
Resoplé porque eso no ayudaba. Podría estar aquí por días. Me giré hacia el
chico y me apoyé sobre el mostrador.
—¿Cuál comprarías tú, chocolate o nuez?
—Son buenos los dos.
—Pero si debieras comprar uno, ¿cuál sería?

26
—Probablemente nuez.
—¿No es muy dulce?
—No.
—¿Y las nueces no están blandas? No me gustan las nueces blandas.
—No.
Mire a Damian.
—¿Nuez?
Sus ojos brillaron con diversión, pero simplemente dijo:
—Está bien.
—Entonces será nuez.
—Deberíamos hacer crema para batir. Puedo batirla. ¿Canela o nuez moscada?
Damian miró su muñeca, incluso aunque no tenía un reloj.
—Deberíamos hacer ambos o llegaremos tarde a cenar.
Salimos de su apartamento después de las tres y la cena no era hasta pasadas
las seis.
—¿Me estás molestando? ¿Damian Tate está molestándome?
Apartó el cabello de mi hombro y mis piernas se debilitaron.
—Tal vez un poco. 27
Siempre había sido un poco adicta al dulce, pero estaba desarrollando una
nueva adicción, una que era más dulce. No me di cuenta que estaba mirando su boca
hasta que su lengua tocó su labio inferior… la cosa más sexy que había visto. Eso fue
hasta que miré sus ojos para ver el calor ardiente que amenazaba con incinerarme
donde estaba en pie. Lo que sea que estuviera pasando entre nosotros, no estaba
sintiéndolo sola.

27
2004
os graduaríamos de la secundaria pronto. Cam y yo empezaríamos la
universidad en otoño. Quería ir a la Universidad de Nueva York, pero
también quería a Damian. Desde la noche de nuestra celebración privada de
cumpleaños, algo estaba surgiendo entre nosotros. Lo que había sido una simple
atracción en un principio, se había transformado en algo mucho más grande. Quería
conocerlo, cada faceta de Damian Tate, pero me estaba quedando sin tiempo.
Él se uniría a nosotros para cenar como lo había estado haciendo la mayoría de
las noches. Incluso Anton se estaba convirtiendo en alguien regular alrededor de la
mesa. Él no estaba aquí esta noche, así que sospechaba que no lo estaba porque tío
Tim y tío Guy también vendrían. Tío Tim era un abogado defensor y amigo de papá
desde que éramos niños. Tío Guy era el antiguo compañero de papá en el
Departamento de Policía de Nueva York cuando papá era policía, antes de conseguir
su placa de detective. Ellos tres juntos eran un motín cuando se juntaban, dado que
papá y tío Guy solían molestar a tío Tim respecto a su elección de carrera.
Estábamos limpiando la mesa mientras tío Tim y tío Guy debatían un caso que 28
estaba en los titulares.
—No importa si es culpable. La búsqueda fue inconstitucional. No puede ser
admisible.
Tío Guy hizo un sonido en el fondo de su garganta antes de contradecir el
comentario de tío Tim.
—Prácticamente confesó.
—La ley es la ley. Si comenzamos a doblarla, la convertimos en una pendiente
resbaladiza.
—No sé cómo lo haces. Defender personas que sabes que son culpable. —
Pensaba de manera similar al tío Guy. No podría hacerlo.
—No me enfoco en el cliente. Me enfoco en la ley.
—Me alegro de que puedas hacerlo. Yo sería un terrible abogado defensor —
agregó papá. Y lo sería. Era demasiado apasionado, demasiado blanco y negro.
Estaban el bien y el mal, ninguna área gris en medio.
—Thea.
Mi cabeza se levantó de los platos que estaba recogiendo.
—Tengo algo para ti.
Nuestros intercambios. Después de esa primera vez, intercambiábamos regalos
cada mes. Uno de los regalos que le había dado era una pintura de él dibujada por

28
mí. Había estado en su estudio trabajando y sentada fuera de su oficina, y le había
hecho un boceto. Había estado tan consumido por lo que estaba haciendo que ni
siquiera había notado que estaba allí.
Bajé los platos y lo seguí. No sabía que tío Tim se nos había unido hasta que
dijo.
—Ah, la codiciada caja.
Papá había recibido la caja de su mamá justo antes de que ella falleciera. La
abuela y yo habíamos sido bastante cercanas. Mi nombre era por ella. Uno de mis
más preciados recuerdos era mirarla hacer galletas en Navidad. Ella era una mujer
pequeña que solo usaba vestidos. Y cada Navidad su mostrador estaba cubierto con
ingredientes para galletas… harina, azúcar, especias, nueces picadas, chispas de
chocolate. Era una señal de que la temporada navideña estaba en pleno apogeo el ver
sus delicadas manos que siempre estaban adornadas solamente por su anillo de
bodas; una banda con tres piedras, amasando el azúcar en la masa de galletas. Tío
Tim estaba en lo correcto; era una caja codiciada porque papá solo ponía sus objetos
más preciados en ella. Y cada regalo que me daba, los que me quedaban, siempre se
guardaban allí. Tío Tim fue al bar a servir tragos para él, papá y tío Guy mientras
papá sacaba la llave de su llavero y abría la caja para sacar el pequeño presente
envuelto… un anillo de caramelo de cereza.
—Me encanta.
Papá sonrió y tío Tim solo negó, pero estaba sonriendo. Tío Guy entró unos
cuantos minutos después. 29
—¿Te gusta mi nuevo anillo?
—Me gusta. Aunque me gustaría más si fuera de uva.
No me quedé alrededor porque, por lo general, se encerraban en el estudio de
papá a discutir casos y a veces, incluso se acaloraban, pero siempre terminaban la
discusión amigablemente. Cam y Damian estaban lavando los platos y Mamá estaba
sentada a la mesa de la cocina con su pie arriba.
—Podría acostumbrarme a esto —dijo mamá.
Me uní a ella.
—¿A qué? ¿Tener a estos chicos haciendo la limpieza? Yo también.
—Necesitamos dejarlos que cocinen también —dijo mamá mientras me sonreía.
—Me gusta ese plan. ¿Escucharon eso, Cam y Damian? Mamá va a enseñarlos
a cocinar para que puedan alimentarnos, para variar.
—Podrías resultar beneficiada con las lecciones, Thea. No cocinas tan bien —se
burló Cam mientras me miraba por encima de su hombro y sonreía.
Le saqué la lengua. Ciertamente no era muy buena cocinando, pero eso me
mantenía alejada de la obligación de alimentar gente. Era parte de mi plan diabólico
para dominar al mundo.
—¿Te quedarás para el postre, Damian? —preguntó mamá.
—No, señora. Tengo planes esta noche.

29
Estaba curiosa respecto a esos planes, porque últimamente parecía tener
“planes” con frecuencia.
—¿Y tú, Cam?
—Voy al cine con Shelly.
Shelly era la novia de turno de Cam. Estaba bien, para ser una cabeza hueca.
—Entonces más postre para nosotras, Thea.
Curiosa respecto a los planes de Damian, no estaba tan entusiasmada como
usualmente lo estaría cuando dije:
—Funciona para mí.

Me demoré en el vestíbulo después de despedirme de Damian, (papá diría que


estaba merodeando de nuevo) y oí que él y Cam estaban planeando reunirse más
tarde. Cam había dicho que saldría con Shelly, así que ¿por qué estaba haciendo
planes para encontrarse con Damian? Lo que era aún más extraño, es que conocía la
dirección que estaban discutiendo. El lugar estaba cerca de casa, pero no había
clubes, bares o lugares de reunión allí. Yo era como un gato, curiosa por defecto, de
modo que esa noche cuando Cam salió de la casa, yo también salí. Le di cierta ventaja
porque me arrastraría a casa si me veía.
El destino era un edificio de ladrillo no lejos de nuestra casa, el cual solía ser 30
una tienda de delicatessen, pero había cerrado hace años. Por lo que sabía, estaba
abandonado. Dentro, las voces venían del nivel más bajo. No entré de inmediato,
esperando a un grupo de personas para poder meterme con ellos. El lugar estaba
atestado, algo bueno para poder quedarme oculta, y al principio pensé que era un
juego de apuestas ilegal y no estaba segura de cómo me sentía de saber que Cam y
Damian se metieran en eso, particularmente con papá siendo policía. Y entonces vi
a Damian. Se paró en medio de un círculo de gente que se había formado a su
alrededor. No estaba solo, otro hombre estaba con él. La pelea en la escuela pasó por
mi cabeza y sin embargo de alguna manera sabía que iba a ser mucho peor.
—Ahora, por la pelea que todos han estado esperando. Damian no está aquí
como parte del escenario, así que, sigamos adelante.
—Damian es tan sexy. Voy tras eso.
Mi cabeza giró hacia la perra que estaba mirando a mi chico. Él no era
realmente mío, pero definitivamente lo vi primero.
—Yo también, hagámoslo una fiesta —ronroneó su amiga igualmente zorra
chocando los cinco mientras yo luchaba contra la abrumadora necesidad de
arrancarles el cabello, con fuerza. Mi corazón latía a pesar de que los celos me
quemaban y mi estómago se apretó cuando Damian y el chico empezaron a pelear,
con los nudillos desnudos, sin trabas. El chico se movía mucho, era alto y esbelto y
tenía manos rápidas que repetidamente se clavaban en el rostro de Damian y en su
estómago, pero Damian, no podía apartar los ojos de él. Él tomó los golpes, como
alguien preparándose para recibir su castigo, y sin embargo el brutal ataque no

30
parecía tener ningún efecto en él. Se movía con deliberación y control, lo cual lo hacía
parecer casi poseído. Tenía la sensación de que no peleaba con alguien, sino con algo.
Y cuando golpeó fue rápido y con tanto detrás de sus golpes, que el otro
individuo se tambaleó hacia atrás por los golpes de esos nudillos huesudos. Su
ponente consiguió dar un golpe doble, lo cual detuvo el ímpetu de Damian y sacudió
su cabeza hacia atrás. Se limpió la nariz y miró la sangre antes de volver su atención
a la pelea. Si yo hubiera sido ese tipo, habría escapado, porque Damian parecía
positivamente letal: La visión de su sangre sólo lo había encendido todavía más. La
pelea duró no más de diez minutos antes de que Damian atrapara al chico bajo la
mandíbula con un puñetazo tan vicioso que fue transportado por el aire antes de
aterrizar en un montón en el sucio piso de cemento. Damian se paró en el centro del
círculo mientras sus aficionados aplaudían su victoria y parecía total y
completamente solo. Cam y Anton aparecieron. No estaba solo, eso me gustó...
mucho. Hablaron durante unos minutos antes de darse la mano. Cam y Anton se
fueron juntos y cuando volví mi atención hacia Damian, él se había ido. Antes de que
pudiera revisar a la multitud, una mano envolvió la mía... una con cortes y sangre en
los nudillos. Era Damian y parecía molesto.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Mi corazón dolió al ver su rostro: Un corte cerca de su ojo izquierdo, sangre
chorreando por su mejilla y un moretón floreciendo en su mandíbula.
—Los escuché a ti y a Cam hablando. Tenía curiosidad.
Había estado dirigiéndome hacia la salida, pero esas palabras lo detuvieron. 31
Sus pies parecieron enraizarse en el suelo de concreto y se giró en mi dirección.
—¿Entonces viniste caminando sola?
—No estaba lejos.
Aparentemente esa no era la respuesta correcta, porque siseó entre dientes. No
fue una palabra real, sino más bien una liberación de la frustración.
Comenzó a caminar de nuevo hacia la salida.
—¿Contra qué peleas cuando estás allí?
Apenas había llegado a las escaleras cuando me jaló más allá de ella y me
presionó contra la pared.
—¿Qué dijiste?
—Cuando peleas, ¿contra qué peleas?
—¿No contra quién?
—No, no era contra tu oponente contra lo que estabas peleando.
Se inclinó y bajó un poco su cabeza para mirarme directo a los ojos.
—¿Cómo sabes eso?
Gentilmente limpié la sangre de su rostro.
—Te conozco.

31
Tuvo una reacción extraña ante eso. Cerró los ojos, como si tuviera dolor, y bajó
su cabeza hasta mi hombro.
—Esto no puede pasar.
Esas palabras causaron un escalofrió que se desplazó por mi columna vertebral.
Estaba equivocado. Podía y definitivamente debía pasar.
—¿Por qué?
Levantó la mirada y por primera vez vi tanto en esos ojos.
—Cam es un buen amigo y tus padres son como mis propios padres.
—¿Y?
Sus labios se desplazaron por mi barbilla y tuve que tensar mis rodillas para no
deslizarme por la pared.
—Y si te hago todas las cosas que quiero, no podría volver a sentarme a su mesa
sin que sepan que reclamé cada parte de ti.
No sabía qué cosas eran, pero en verdad, en verdad quería que me lo mostrara.
—Todavía no veo por qué esto es algo malo. —Nunca había tenido a nadie que
me mirara como él lo hacía. Como si yo fuera un helado de chocolate caliente. Mordí
mi labio porque estaba muy cerca de comenzar a besarme. Sus ojos fueron a los míos
justo mientras un sonido rugía en su garganta.
—Una probada. —Las palabras fueron más un gruñido mientras sus dedos se
enredaban en mi cabello y posaba su palma en la parte de atrás de mi cabeza 32
segundos antes de que su boca reclamara la mía. Nunca antes había besado a un
chico; besos con la boca cerrada sí, pero no besos con la boca abierta, con juegos de
lengua inspiradores de un aleluya. Me presioné contra su cuerpo y encajaba como si
estuviera hecha para él. Su brazo se enrolló alrededor de mi cintura mientras me
jalaba todavía más cerca para llevar a ese beso más profundo y lo único que quería
era que el mundo se detuviera para poder quedarme a vivir en este momento perfecto
para siempre. Mis labios quedaron doloridos y yo sin aliento cuando terminó—.
Necesito llevarte a casa.
No quería ir a casa. No todavía.
—No quiero ir a casa.
—Necesito llevarte a casa.
—¿Por qué?
Tocó mi barbilla para mantener mi mirada en él.
—Porque te deseo, a cada parte de ti, y ya me siento suficientemente
imprudente como para que no me importen las consecuencias.
Calor anegó mi centro y me sentí tanto avergonzada por la reacción de mi
cuerpo como imprudente.
—Yo también te deseo. Sé mi primero. —Y mi último.
—No me ofrezcas eso, Thea.

32
Alcanzó mi mano y me llevó fuera del edificio abandonado y por la calle hasta
su auto. No hablamos durante el paseo a casa. Me dijo que no le ofreciera mi
virginidad, pero ya lo había hecho. Se estacionó en la cuneta frente a mi casa. Tío
Tim y tío Guy todavía estaban allí y probablemente afuera con mamá y papá.
—Gracias por el aventón. —Alcancé la manilla, pero sus siguientes palabras me
detuvieron.
—Ser tu primero es especial y solo deberías ofrecérselo a alguien a quien amas.
No podía mirarlo al rostro o notaría mis lágrimas.
—Eso hice. —Luego me bajé de su auto y corrí por los escalones directo a mi
habitación. Solo en ese entonces, dejé caer las lágrimas por el dolor de su rechazo.

DAMIAN
Sostuve el volante con tanta fuera que me sorprendió que la cosa no se rompiera
en pedazos. Cada instinto en mí me decía que me bajara del maldito auto, la siguiera
y la reclamara. Que la abrazara fuerte y nunca la dejara ir. Pero ella era hermosa y yo
era pecado.
Eso hice. Esas palabras no debían tener el poder de debilitarme, y, sin embargo,
así era exactamente como me sentí cuando salieron de ella y el contexto en que las 33
dio. No debí haberlo visto, debí haber conducido lejos, pero no pude. La vi correr
lejos de mí, y las palabras que sentía, pero no dije. No debí haberla besado y aun así
recibiría incontables golpes en el rostro y escucharía la interminable retórica de la
vil boca de mi madre solo por besarla de nuevo. Imaginar cómo sabía y se sentía me
había llevado al borde de la locura, y ahora sabiéndolo, saltaría con gusto por ese
borde. Nuestro beso me perseguiría, se convertiría en uno de los muchos fantasmas
con los que pelearía para mantener a raya.
Llegué a casa y directo a la bolsa de boxeo que había colgado en la sala, un
regalo de mudanza de Anton. Golpeé esa bolsa hasta que mi cuerpo estuvo
demasiado exhausto para sentir nada más, pero, aun así, dolía por ella.

THEA
Me despegué de mi tarea cuando algo golpeó la ventana de mi habitación. Una
vez, dos veces… en el tercer golpe, miré hacia afuera para encontrar a Damian. Había
pasado una semana desde que nos besamos y supe, después de acosar a Cam, que
Damian estaba peleando todas las noches. Nunca venía después de una pelea y el
temor de que algo malo estuviera pasando me hizo bajar corriendo las escaleras y
salir por la puerta trasera. No se había movido, simplemente se quedó allí con las
manos en los bolsillos de sus jeans.
33
—Damian.
—No puedo dejar de pensar en ti.
Mis piernas se debilitaron y tuve que hacer un esfuerzo consciente para
mantenerme en pie. Estudié su rostro, los moretones en su quijada y el ojo
inflamado. Mi corazón dolió.
—¿Por qué tendrías que hacerlo?
—No soy lo suficientemente bueno para ti.
—Eso es mierda.
—No, es un hecho. Y aun sabiendo que estas manos no tienen nada que hacer
tocándote, es lo único que quiero hacer. Vendería mi alma por tenerte solo por una
noche.
—No tienes que vender tu alma, no cuando te deseo tanto.
—Dame el sábado.
Los nervios me hicieron temblar de pies a cabeza.
—Sí.
La yema de su pulgar frotó mi labio inferior.
—Te recogeré a medio día.
—Estaré esperando en la acera.
34
—Dulces sueños. —Se giró de espaldas a mí, pero no antes de que lo viera
probar el pulgar que usó para tocar mis labios. Había algo demasiado erótico en ese
gesto, pero movilizador al mismo tiempo. Me quedé en el patio un largo rato después
de que se marchó. Tendría sexo por primera vez el sábado, con Damian. La sonrisa
se formó lentamente, pero perduró el resto de la noche.

Damian y yo pasábamos tiempo juntos con frecuencia, así que mamá ni


siquiera me preguntó cuando mencioné que saldría con él todo el día. Llegó a medio
día y yo estaba en la acera, más por él que por mí, dado que no quería que se sintiera
incómodo alrededor de mis padres. Si se sentía culpable, posiblemente se lo pensaría
dos veces. Se estacionó al lado de la acera y ya sabía lo suficiente como para abrir la
puerta. Dio la vuelta alrededor del auto y sostuvo la puerta abierta para mí. Lucía
bien vestido en jeans que parecían más nuevos que sus jeans desgastados de siempre
y una camisa de botones que era del mismo color que sus ojos.
Tan pronto como se sentó tras el volante, esos ojos claros se giraron hacia mí.
—¿Qué quieres comer?
Yo, la que siempre tenía hambre, no podía comer, las mariposas en mi
estómago lo hacían imposible.
—No tengo hambre.
Sus ojos fueron de pálidos a oscuros en un parpadeo.

34
—¿Estás segura?
—Mucho.
Parecía debatirse consigo mismo, el caballero en él queriendo hacer especial el
momento, pero ya era especial debido a él. No volvimos a hablar hasta que llegamos
a su apartamento. Había limpiado, y pensar en Damian Tate limpiando su
apartamento me hizo sonreír.
—¿Qué?
—Limpiaste tu apartamento.
—Tenía una razón para hacerlo. ¿Estás segura de que quieres esto?
—Bésame, Damian.
No necesitó que se lo pidiera de nuevo. Cerró la distancia, pero esta vez su beso
no fue solo un beso, fue un reclamo. Exploró mi boca mientras sus manos se
movieron por mi cuerpo, aprendiendo cada curva. Por los primeros minutos, estuve
perdida en su beso tanto como él lo estaba en el mío. Mi toque no fue tan seguro
como el suyo, mis manos tocaron sus costados antes de moverse hacia su espalda,
por las grandes franjas de músculo hasta sus hombros. Sus dedos se deslizaron entre
mi cabello y jalaron mi cabeza hacia atrás para poder besarme más profundo
mientras su otra mano se envolvió alrededor de mi cintura y me jaló más apretado
contra él, su pecho tan duro. Cada nervio en mí estaba encendido en fuego cuando
Damian dio un paso atrás, y pensar que se estaba arrepintiendo me hizo morderme
el labio para no protestar. 35
No estaba arrepintiéndose. Alcanzó mi blusa y lentamente la desabotonó, sus
dedos recorriendo un camino hasta el valle entre mis senos. Tan como pronto mi
blusa estuvo en el suelo, mi sujetador lo siguió. Su pesada inhalación no solo me hizo
sentir ridículamente sexy, sino que se deshizo del resto de mis nervios. Alcancé su
camiseta, jalándola de la cintura de sus jeans y desabotonándola tan despacio como
él hizo con la mía. No tenía nada debajo, así que fui premiada con la vista de su
musculoso pecho y abdominales que conformaban los ocho músculos que marcaban
el camino a la parte de él en la que estaba más interesada.
—Eres hermoso.
En el siguiente aliento estuve en sus brazos, mis pechos presionados contra su
pecho desnudo, y ese simple contacto generó un temblor entre mis piernas. Me
levantó en sus brazos, balanceándome como si no pesara nada, y nos condujo a su
habitación. Me colocó de pie y trabajó en quitarme los jeans, y cuando se bajó hacia
la parte inferior de mi cuerpo siguiendo la tela bajando por mis piernas, gemí
sintiendo la calidez de su aliento burlándose de los rizos entre mis piernas.
—Separa tus piernas para mí, nena.
Mis piernas se habían vuelto gelatina, mis dedos enterrándose en los hombros
de Damian buscando equilibrio mientras hacía lo que me pedía, exponiendo la parte
más vulnerable de mí ante él.
—Voy a besarte aquí.

35
Conocía la mecánica del sexo, pero era una materia completamente diferente
tener a un hombre como Damian arrodillado frente a mí, diciéndome con voz ronca,
qué pretendía hacer.
—¿Thea?
—No me hagas rogar.
Se rió. El sonido se envolvió alrededor de mi corazón y luego sus labios
estuvieron sobre mí, su lengua, y casi lloriqueé porque nunca había sentido algo tan
increíble. Él jugó conmigo, tocando mi clítoris, moviéndose más profundo, pero sin
darme nunca lo que quería. Me sentí cayendo hacia atrás en la cama, sus dedos en
mis muslos casi dolían mientras me llevaba al borde segundos antes de presionar su
lengua dentro de mí. Flashes de luz centellaron tras mis ojos cerrados mientras que
el más intenso placer causaba escalofríos que llenaban cada una de mis
terminaciones nerviosas. Le daría cualquier cosa. Le ofrecería cualquier cosa con tal
de mantenerlo justo donde estaba, haciendo exactamente lo que estaba haciendo.
—No te detengas, por favor, no pares. —Mis dedos se curvaron en las sábanas
mientras los suyos comenzaron a trabajar en equipo con su lengua y dientes, mis
manos se movieron a su cabeza, mis dedos empuñando su cabello mientras mis
caderas se empujaban contra su rostro. Cuando me vine, la intensidad del orgasmo
brotó lágrimas en mis ojos a pesar de que mis ojos estaban en blanco. Me sentía
deliciosamente saciada. Se movió y escuché el susurro de sus ropas desde mi
momento de felicidad. La visión de él sobre mí, la belleza de su cuerpo musculoso,
su erección que era casi terrorífica en cuanto a su tamaño, hizo que la saciedad fuera 36
reemplazada por un deseo tan profundo que me volvió audaz. Me moví hacia arriba
en la cama y abrí mis piernas todavía más. Esa fue toda la invitación que necesitó. Se
puso un condón y cubrió mi cuerpo con el suyo.
Me besó y probé mi sabor en su lengua. Su boca se movió a mi quijada.
—Eres tan dulce. ¿Puedes saborearlo?
Me besó de nuevo, pero más fuerte.
—Una noche no será suficiente —susurró.
Coloqué mis manos entre su cabello y lo obligué a mirarme.
—No quiero solo una noche contigo.
—Necesito estar dentro de ti. ¿Estás lista para mí?
—Sí.
Su mano desapareció en medio de nuestros cuerpos y sentí la punta de su polla
tocándome justo donde dolía por él.
—Va a doler.
—No me importa.
Me besó de nuevo, profundo y húmedo, y luego sentí un ardor entre mis piernas
mientras se empujaba dentro. Me tensé mientras mis dedos se clavaban en sus
brazos.
—Lo siento.

36
Dolía, no iba a mentir, pero Damian estaba dentro de mí. Estábamos
conectados de la manera más íntima posible. Podría doler mil veces más de lo que
dolía y lo tomaría felizmente solo para que fuera parte de mí.
Fui yo quien deslizó mi pulgar por sus labios, su lengua saliendo para
probarme.
—Ahora eres mío —susurré.
Me jaló para hundirse más profundo. Mis piernas se abrieron más mientras se
movía lentamente, convirtiendo el dolor en placer. Su oscura cabeza bajó y sus labios
se deslizaron sobre mi pezón antes de que me chupara en su boca. Había escuchado
al respecto, pero nunca pensé que sería así de placentero. Estaba equivocada. Tan
equivocada. Era tan increíble que guie mi seno descuidado hasta su boca. Damian
me estaba consumiendo y aun así no estaba lo suficientemente cerca, lo
suficientemente profundo. Mi cuerpo se tensó mientras me paraba al borde del
precipicio del siguiente orgasmo.
—Me estoy viniendo Thea. Vente conmigo.
Y lo hice, justo antes de que se calmara mientras placer puro recorría su rostro.
Se mantuvo donde estaba, tan quieto, que temí que la culpa estuviera desplazando
al placer. En su lugar, abrió los ojos y me sonrió. La primera sonrisa verdadera que
había visto en él.
—Te alimentaré y luego estarás de vuelta en mi cama.
—Me gusta ese plan. 37

Tenía que regresar a casa, pero no quería dejarlo. Estaba dormido, su rostro
hacia mí, su espalda expuesta y la sábana apenas rozando la curva de su trasero. Me
senté en una silla con los pies en la cama e hice un boceto de él.
—Necesito llevarte a casa.
—En unos minutos.
Sus ojos se abrieron.
—¿Qué estás haciendo?
Coloqué el boceto en su almohada. Se apoyó sobre sus codos y lo estudió.
—Eres realmente talentosa.
—Es fácil cuando tienes a un sujeto hermoso.
Esos ojos pálidos se volvieron calientes y enseguida me jaló a la cama.
—Tienes razón, tenemos unos minutos más.

Toda la semana siguiente pasó en un santiamén. Estaba enamorada de Damian,


profunda e irrevocablemente enamorada. Me senté cerca de la escuela y esperé a que

37
buscara el auto, él insistió porque amenazaba con llover. No había estado allí parada
mucho tiempo cuando el cielo se abrió y una pesada lluvia comenzó a caer. Damian
llegó solo unos minutos después pero ya estaba empapada. Alcancé la puerta, pero
él fue más rápido, girando alrededor del auto y uniéndose a mí bajo la lluvia.
—Estás un poco mojada.
—Ahora tú también.
—El aspecto de rata mojada te luce.
Juguetonamente lo empujé en el brazo.
—Gracioso.
Se acercó y justo así, enfrente de nuestra escuela, me besó hasta dejarme sin
sentido. Sus labios se mantuvieron justo fuera del alcance de los míos.
—Hola.
—Hola.
Abrió la puerta para mí y sonrió. No se apresuró a darle la vuelta al auto para
librarse de la lluvia. Rodó alrededor y se colocó detrás del volante.
—Mi casa. Quiero verte mojada y desnuda.
Todo lo que estaba debajo de mi cintura palpitaba.
Tocó mi barbilla.
—Déjame adivinar. Te gusta ese plan. 38
—Mucho.

Descansé mi barbilla en el pecho de Damian, su mano moviéndose arriba y


abajo a lo largo de mi espalda desnuda. Nos habíamos escapado por algunas horas.
Me había preparado el almuerzo y luego me desvistió y me tomó en el mostrador de
la cocina. Nunca vería ese mostrador de la cocina de nuevo sin pensar en él. Estaba
tan feliz, más feliz que nunca. Había pasado un mes desde que hicimos el amor por
primera vez, cada día lo deseaba más, me gustaba más, pero la graduación se
aproximaba y me preocupaba lo que vendría después para nosotros.
—No hemos hablado respecto a lo que pasa en septiembre.
—Te refieres a la Universidad de Nueva York.
—Y la armada.
—He estado pensando y tal vez puede que lo retrase un poco, y buscar un
empleo más cerca de ti.
—¿Por qué?
La mirada que me dio fue adorable.
—¿Tienes que preguntar eso?

38
—¿Eso era lo que querías, trabajar en un taller en vez de perseguir una carrera
en la milicia?
Sus dedos bajando por mi columna eran bastante distractores.
—La milicia no irá a ninguna parte, en cambio esto… —Rodó y me atrapó debajo
de sí—. Quiero ver a dónde va.
—Yo también quiero eso, más que nada, pero tampoco quiero que luego te
arrepientas.
—Arrepentirme de estar contigo, de ninguna manera.
Terminó la conversación cuando me besó, pero muy en el fondo temía que
Damian se estaba mintiendo a sí mismo tanto como a mí.

DAMIAN
Los Ahern estaban teniendo una fiesta de graduación para Cam, Thea y yo.
Incluso habían invitado a Anton. No podía recordar la última vez que me habían
hecho una fiesta. El gesto me había estremecido y consolidado el lazo familiar que se
había formado desde la primera cena que compartí con ellos. Acababa de salir de mi
apartamento cuando sonó mi teléfono, y pensando que era Thea con un elemento del 39
menú de última hora, respondí. Ojalá no lo hubiera hecho cuando oí la voz de mi
madre.
—Tienes que venir aquí de inmediato.
—No.
—Escúchame, pequeña mierda. O bien, traes tu culo aquí o simplemente
apareceré en casa de los Ahern. Estoy segura de que mi invitación se perdió en el
correo.
Me quedé entumecido. Ella acabaría la fiesta; arruinaría el día de todos solo
para joderme a mí.
—Voy en camino.
Ella estaba en la cocina, cavando en la basura buscando cualquier botella a la
que todavía le quedara un sorbo o dos de vodka. Los Ahern estaban haciéndole una
fiesta a sus hijos para celebrar sus logros y mi madre estaba malditamente revisando
en la basura por una dosis.
—Escuché un rumor de que te estabas follando a esa chica Ahern. —Me miró
por encima del hombro, sus ojos inyectados en sangre rodeados de oscuros círculos—
. Conseguiste ese apartamento solo para poder follártela, ¿verdad? Me pregunto qué
diría su padre.
Mis manos se cerraron en puños, pero me negué a caer en su trampa.
—¿Por qué eres una perra tan vil?

39
Se giró y se rió, pero el sonido no fue agradable.
—Amé a un hombre y él me dejó. Él era todo para mí, lo adoraba y él se enamoró
de otra persona.
—Eso no es amor. El amor te eleva, te obsesionaste con él, te aferraste a él, le
exigías todo, llegando incluso a sentir celos de tu propio hijo por la atención que papá
me daba.
—¡Era mío! Mío, no tuyo. Y él te amaba, a ti que no hacías nada más que cagar
en tus pañales y llorar y desear atención. Él te prodigó eso, tomó su amor para mí y
te lo dio a ti. Sin embargo, no mantuviste su interés por mucho tiempo, ¿verdad?
Fuera de la vista y fuera de la mente. Y no actúes como si fueras mejor que yo. Eres
igual a mí. Dime que estoy equivocada. Estás dispuestos a renunciar a todo por esa
chica, por seguirla dondequiera que vaya. Ella consume tus pensamientos. Una
osadía atrevida de tu parte creer que eres lo suficientemente bueno para ella. Se dará
cuenta, como tu padre se dio cuenta, y te dejará. Y tú estarás sentado en tu
apartamento de mierda, bebiendo hasta la muerte porque no puedes vivir en un
mundo sin ella.
Hielo recorría mis venas porque, por mucho que quisiera negarlo, había verdad
en sus palabras. Thea se había convertido en el centro de mi mundo, el aire que
respiraba... mi propia obsesión. ¿Me pondría celoso de mi propio hijo si Thea y yo
alguna vez tuviéramos uno? ¿Una escena como la que había presenciado entre mi
madre y mi padre se escondía en mi futuro? Preferiría no volver a ver a Thea nunca
más que verla mirarme como mi padre había mirado a mi madre. Mis piernas se 40
debilitaron ante el pensamiento.
—Tú perteneces aquí conmigo. Somos iguales, tú y yo.
—¿Por qué me hiciste venir aquí?
—No tengo vodka y la compañía eléctrica me va a cortar el servicio eléctrico.
Tienes que hacerte cargo. Es lo mínimo que puedes hacer, considerando lo que me
has costado.
Mirando de dónde vengo, la evidencia de la oscuridad en mi sangre, no
arrastraría a los Ahern al infierno conmigo, y si me quedaba, eso sería exactamente
lo que pasaría. Ella haría que todas nuestras vidas fueran un infierno. Pero no tenía
la intención de pasar otro segundo con la criatura torcida y patética cuyo único
legado era el odio. Salí mientras ella gritaba que me quedara y nunca miré hacia
atrás.

Nunca había visto a Thea tan feliz como estaba durante la fiesta. Su rostro
estaba radiante por la sonrisa que llevaba de oreja a oreja. Se mantuvo cerca de mí
la mayoría del tiempo, pero en ese momento estaba parada junto a su papá, brazo
con brazo. Él estaba brindando con ella, el orgullo en su rostro tan evidente.
Atesoraría como lucía en ese momento para poder llevarme el recuerdo conmigo. La
amaba, pero tenía que dejarla ir. Quería ser lo mejor para ella y para mí, y para eso,
tenía que irme, incluso cuando todo en mí quería quedarse.

40
—¿Qué pasó? —Anton era un buen amigo, pero a veces era demasiado
jodidamente observador. Había ido al reclutador del ejército y estaba juntando mi
mierda. Me iría. Ahora que había tomado la decisión, tenía que hacerlo, porque a
diferencia de mis pensamientos al principio del año escolar, no quería ir—. Tu jodida
mamá, ¿verdad?
—Ella es una perra, pero no es por ella que me voy... no completamente por su
culpa. Necesito hacerlo.
—¿Y Thea?
Y Thea, el dolor en mi pecho simplemente no desaparecería, pero esta era la
decisión correcta para ella también.
—La amo, pero ella se va a la NYU en otoño. Nuestro ajuste temporal apesta.
—Me gusta ella para ti.
—A mí también me gusta para mí.
—Creo que estás haciendo lo correcto.
Eso me sorprendió.
—¿Sí?
—Sí. Cuidaré a tu chica. 41
Cam se dirigía a Massachusetts. Thea estaría sola en la ciudad.
—No la mires muy de cerca.
—Ni siquiera me burlaré de eso. Además, ella sólo tiene ojos para ti. ¿Puedo
ayudarte con algo?
—Ya lo haces. Cuida de ella. Si sé que te tiene cuidándola, estaré bien.
—Hecho. ¿Aún quieres ir al entrenamiento de las Fuerzas Especiales?
—Mi reclutador piensa que es un buen ajuste.
—Entonces estarás golpeando el suelo corriendo. Viendo el lado bueno, no te
desplegarán.
—No por un tiempo.
Se dirigió hacia la puerta. Era más difícil de lo que pensaba. Anton era como un
hermano y se sintió verdadera y jodidamente agradable saber que se sentía igual por
mí.
—Cuídate. Cuando estés listo, te llevaré al aeropuerto.
—Gracias. Lo digo en serio, Anton. Gracias.
—Puedes agradecerme volviendo en una sola pieza.

41
THEA
Había pasado una semana desde la fiesta de graduación y Damian no estaba
actuando como él. Estaba preocupada, pero él nunca estaba cerca cuando pasaba a
verlo. Estaba molesta, incluso asustada, porque el reloj seguía avanzando y
estábamos desperdiciando un tiempo precioso estando apartados.
—Oye, Thea —dijo papá mientras él y mamá entraban en la cocina—. Veo que
llevas tus pantuflas.
Papá me había sorprendido con pantuflas de conejo después de mi fiesta de
graduación. Había sonreído cuando las vi, pero ni siquiera sus caritas adorables
levantaron mi ánimo.
—¿Podemos hablar? —preguntó mamá, pero ya estaba sacando una silla.
La última vez que mamá y papá quisieron hablar, como un equipo, fue para
decirme que Papá Noel no era real.
—Ah sí.
—Queríamos hablarte de Damian —dijo mamá.
Supuse que era la charla de sexo. Damian y yo éramos una pareja y mis padres
lo sabían. Era justo para ellos asumir que tendríamos relaciones sexuales y de hecho
lo hacíamos. No nos salimos de nuestro camino para ocultarlo, pero tampoco
hablábamos al respecto alrededor de la mesa durante la cena. Me encantaba que 42
quisieran hablar, pero esa nave ya había zarpado.
—Ah... esto es incómodo, pero van un poco tarde si es para la conversación de
las aves y las abejas.
—Lo sabemos.
No puedo decir que me sorprendiera, mi papá no se perdía nada, pero podría
decir que sentarme a la mesa de mis padres mientras hablábamos de mi vida
amorosa era definitivamente incómodo.
Papá continuó:
—Tienes dieciocho años, eres adulta e inteligente. Estás siendo inteligente,
¿verdad?
—Sí.
—Y nos gusta Damian. Es un buen chico —agregó.
—Lo es. El mejor. Entonces, si esto no es sobre sexo, ¿qué pasa?
—El primer amor puede ser muy poderoso y cuando se le agrega sexo a la
mezcla puede cambiar la vida, pero tienes planes para el otoño.
—No voy a cambiar mis planes.
—No estamos preocupados por eso —dijo mamá—. Es Damian. Su objetivo es
la milicia, así lo ha sido por un tiempo, pero hemos escuchado que ha estado
hablando con Cam sobre encontrar un trabajo más cerca de ti.

42
—Sí. Mencionó eso hace poco.
Papá me estaba dando su mirada de policía antes de decir:
—No estás de acuerdo.
—Me encantaría que se quedara conmigo, que se mudara más cerca para poder
seguir explorando lo que acaba de comenzar entre nosotros, pero no creo que eso lo
haría feliz…. no por mucho tiempo.
—¿Has hablado con él al respecto?
—Lo he intentado. Ha estado ocupado desde la fiesta de graduación, pero
tenemos que hablar y pronto. Es sólo... —Dolía; realmente me dolía hablar de esto
porque quería estar con él, quería aprender cada pequeña cosa que lo hacía Damian
Tate. Me llevaría años. Quería años. Quería una vida entera. A veces trataba de
imaginar mi vida sin él y en realidad tenía problemas para respirar. Iba a ser
inimaginablemente difícil dejarlo ir cuando llegara el momento, pero éramos jóvenes
y estábamos enamorados. Mi esperanza era que no termináramos, sólo nos
pondríamos en espera durante un rato.
—No tiene que ser un adiós.
—Lo sé.
—Pero en este momento en sus vidas ustedes dos necesitan pensar primero en
ustedes mismos, necesitan ser egoístas —terminó mamá.
—Y en cuanto al amor, el tiempo sólo lo hace más fuerte —añadió papá. 43
Tanto como traté de empujar lo inevitable de mi mente, esta conversación lo
hizo real y no pude detener las lágrimas.
—Todavía duele.
Papá tomó mi mano.
—El amor a menudo lo hace.
Necesitaba cambiar de tema antes de avergonzarme.
—¿Cómo estás? Has estado trabajando mucho y pareces un poco estresado.
¿Está todo bien?
No respondió de inmediato antes de sonreír.
—Eres una joven muy astuta. Sí. Es sólo que a veces nos enfrentamos a retos,
tentaciones y hacer lo correcto aun cuando no es popular.
—Eso no suena bien.
—No te preocupes por mí, muchacha, tienes suficiente en qué pensar.

Damian había llamado y había pedido verme. Estábamos en su cocina y sabía


que había llegado a la misma conclusión que yo en relación a nosotros, pues lucía
como yo me sentía.

43
—Mi padre se fue cuando yo tenía cinco años. Salió y, a pesar de todo, no miró
hacia atrás. Mamá se desmoronó. Ella lo adoraba y él la dejó. Era como si toda su
vida estuviera envuelta en él y cuando se fue, ella ya no sabía quién era.
Mi corazón se rompió. Sabía que su vida en casa había sido mala, pero tener un
padre que te abandonó y una madre que se retiró, destilaba ira.
—A medida que pasaron los años, se perdió en la botella y al principio se
desanimó, pero su amor gradualmente se convirtió en un odio que se extendió como
un cáncer forzando a los que la rodeaban a compartir su miseria.
¡Qué mujer tan odiosa y egoísta! Había un lugar especial en el infierno para
gente como ella.
—Incluyéndote.
—Especialmente a mí. Durante años sentí como si me ahogara en su odio, y
luego ocurrió el 9/11. El peor acto de terror en los tiempos modernos y yo encontré
esperanza. Esperanza en una vida lejos de ella... una vida donde podría hacer la
diferencia.
—El ejército.
—Sí. Entonces te conocí y fue como si la vida hubiera caído a mis pies. Toda la
belleza en el mundo justo allí, al alcance de mi mano.
—¿Pero?
—Te quiero, pero tenías razón. Trabajar en un taller mecánico no es lo que 44
quiero. Necesito trabajar primero en mí mismo. Ser mejor para ti y para mí.
Incluso deseando esto para él, me dolía por dentro. Traté de mantener las
lágrimas fuera de mi voz.
—No necesitas ser mejor para mí, ya eres perfecto para mí, pero estoy de
acuerdo en que debes enlistarte.
La sorpresa brilló en su rostro al mismo tiempo que el dolor.
—¿Lo estás?
—Quiero estar contigo, la idea de una época en la que no estarás cerca es
demasiado dolorosa para contemplar, pero ambos necesitamos trabajar en nosotros
mismos. Y tanto como me aterroriza la idea de que te enlistes y tengas que salir a la
guerra, es lo que quieres. Podemos hacerlo funcionar. Las relaciones de larga
distancia no son tan largas ahora con la tecnología.
Su rostro se cerró y me di cuenta de que no estaba simplemente yéndose. Me
estaba dejando.
—Tengo que pedirte algo. Por mucho que vaya contra todo lo que quiero, por
favor no me escribas.
Me quedé sin aliento por un sollozo.
—¿Qué?
Se levantó y me jaló fuera de la silla, justo contra su pecho.

44
—Te amo, Thea, más de lo que probablemente es saludable. Nunca he amado a
nadie en mi vida.
Él me amaba. Lo sabía y sin embargo escuchar esas palabras era como sentir la
magia de la mañana de Navidad infinita.
—Nunca puedes amar demasiado a alguien.
—Sí, puedes, pero el ejército no es sólo un trabajo, es un estilo de vida. ¿Vas a
dejar a tu familia y mudarte conmigo, o esperar al teléfono cuando me desplieguen
para saber si vuelvo a casa? No pondré eso sobre ti.
—¿No crees que voy a pasar por ello de todos modos, lo quieras o no?
La tristeza estaba enterrada detrás de sus ojos otra vez.
—No puedo hacer esto si estoy aferrado a ti, pero no puedo dejarte ir, necesito
que me dejes ir. —Fue el dolor en su voz, la evidente lucha que sufría la que me hizo
estar de acuerdo aun cuando mi corazón se rompió.
—No quiero esto, quiero que sepas que no quiero esto, pero entiendo por qué
lo crees. Así que estaré de acuerdo en no escribirte, pero te extrañaré, me preocuparé
por ti, y seguiré amándote y no hay nada que puedas hacer al respecto.
Enmarcó mi rostro en sus manos y durante un largo rato sólo me miró antes de
susurrar:
—Esto no ha terminado. —Sus labios se cerraron sobre los míos por un beso
que fue más que un beso, era una promesa. Me llevó a su cama y toda la noche y 45
durante la mañana me amó, como si estuviera guardando para toda una vida.

Se estaba yendo. Dos días después, me paré en el frente de la casa de mis padres
y observé cómo se despidió de mi familia. Me mordí el labio para contener las
lágrimas que habían estado amenazando, lágrimas que sabía que no pararían una
vez que empezaran. Cuando pensaba en él lejos de mí, no podía respirar. Me sentía
asustada, como si estuviera atrapada en una casa de la risa buscando una salida sin
poder encontrarla. La idea de que mañana no podría ir a su apartamento, o llamarlo,
de que no vería su rostro, ni oiría su voz, no podría mirar en esos ojos. Quería
sollozar; quería gritarle que se quedara aun sabiendo que tenía que irse. Cuatro
largos años hasta que yo terminara la universidad, tuvimos cuatro años... demasiado
podría pasar en ese tiempo. Sólo nos tomó menos de un año que Damian me
cambiara, total y completamente.
—Thea, ven a despedirte —llamó Cam, pero yo estaba mirando a Damian
apoyado contra su auto mirando hacia atrás.
No podía decir adiós, nos habíamos despedido, tener que hacerlo de nuevo me
mataría, así que levanté mi mano y le di lo que estaba segura era una sonrisa triste
antes de girar y regresar adentro. Ni siquiera llegué a las escaleras cuando sentí una
mano en mi brazo. Me giró hacia él y me acercó contra su pecho. Quería llorar, pero
no quería que ese fuera su último recuerdo de mí.

45
No dijo nada y yo tampoco. Ya habíamos dicho todo lo que necesitábamos decir.
Sólo me sostuvo durante mucho rato y cuando se fue, se llevó mi corazón con él.
Habían pasado horas y estaba sentada en nuestro frente. Me sentía vacía por
dentro, tenía lágrimas rebosantes en mis ojos que luché por contener. ¿Cómo diablos
iba a superar esto? ¿Cómo iba a aprender a vivir sin él? Un auto se detuvo frente a la
casa y por un segundo pensé que era Damian volviendo a mí. No era así. Anton salió
del lado del conductor. Caminó por el camino de enfrente de mis padres y se unió a
mí en el escalón.
No dijo nada, no ofreció palabras de consuelo o saludos, simplemente se sentó
en silencio a mi lado. Había estado luchando contra mis lágrimas, pero dolía tanto.
Apoyé la cabeza en el hombro de Anton, una lágrima escapó y luego otra. Me rodeó
con el brazo, me acercó y perdí la batalla con mis lágrimas.

DAMIAN
El entrenamiento básico fue intenso. Las horas eran largas y para el momento
en que estaba bocabajo en mi catre estaba tan malditamente cansado como para
pensar y, aun así, cuando soñaba, era a Thea a quien veía.
El campamento de entrenamiento era de diez semanas y yo estaba en la semana 46
nueve. Después del campamento había varios programas de entrenamiento. Tenía
que completarlos antes de ser considerado para la escuela Ranger. No sería fácil.
Había escuchado historias de la escuela Ranger, era difícil como el infierno,
malditamente brutal, pero estaba listo para dar el paso.
Había sido otro día agotador de entrenamiento. Me dirigí a mi barraca para
tomar una ducha antes de cenar en el comedor. Me sorprendió ver la carta en mi
catre y cuando vi la dirección del remitente en realidad me sentí un poco débil en las
rodillas. Me dejé caer en la litera, pasé los dedos por las delicadas curvas de su letra.
No había querido que me escribiera y sin embargo mataría a cualquiera que intentara
quitarme esta carta. Mis manos estaban temblando cuando la abrí.
Querido Damian,
Sé que no quieres que te escriba y no lo haré después de esta carta, aunque no
estoy de acuerdo con tu petición.
Te amo 1,460 veces. Un “te amo” por cada día de los próximos cuatro años.
No estaré allí para decirte las palabras y por eso las pongo en la única carta que
me permito enviarte. También te estoy enviando besos, pero no 1,460 porque eso
sería raro, besar el papel 1,460 veces.
Horneé un lote de galletas, pero no quedaron mejores que el último lote, un
poco menos carbonizadas, pero aún no comestibles. Conquistaré la galleta y
cuando lo haga, te enviaré algunas y será un trato.

46
Me pediste que te dejara ir, pero no puedo. Eres parte de mí. Cada pequeña
cosa la quiero compartir contigo, lo que era fácil cuando estabas aquí, lo
suficientemente cerca como para tocarte, pero incluso con la distancia entre
nosotros, eres la primera persona en la que pienso cuando me despierto y la última
persona en la que pienso antes de irme a dormir. También sueño contigo, a veces
esos sueños se sienten tan reales que cuando despierto me es difícil aceptar que no
estás aquí.
Hice un poco de investigación sobre el ejército y el entrenamiento básico, así
podría imaginarte y lo que estás haciendo. Sé que mi imaginación es nada en
comparación a los desafíos a los que te estarás enfrentado, pero quiero que sepas
que estoy contigo cada paso del camino. Y cuando llegue el momento en que te
despliegues, sabrás que hay gente en casa pensando en ti, orando por ti, amándote.
¿Me preguntaste si te seguiría cuando te reubicaran o si esperaría al teléfono
cuando te desplegaran para saber si regresarías a casa? SÍ y SÍ. Dondequiera que
vayas, te seguiré.
Donde quiera que estés, los lugares donde vayas, los horrores que veas, las
personas de las que serás amigo, por favor, acuérdate de mí... recuerda a la chica
con el cabello loco que está pensando en ti todos los días. No estás solo, Damian.
Nunca estarás solo otra vez y eres amado... demasiado.
Por favor, cuídate, sé feliz y hasta que pueda verte de nuevo sabes que mi
corazón está contigo porque es tuyo.
Te ama siempre, 47
Thea

Me dolía el pecho y había un ardor detrás de mis ojos. Busqué en mi bolsillo la


fotografía que Cam me había dado el día que me fui, la foto de Thea que había
cambiado mi vida. Le toqué el rostro y agradecí que el cuartel estuviera vacío porque
hice algo que nunca había hecho en mi vida... lloré.
Un día volveríamos desde donde lo dejamos.

47
2005
abían pasado seis meses desde que Damian se fue. Puse buena cara, pero
me dolía por dentro. Lo extrañaba y me preocupaba por él. Nunca
respondió a mi carta, no esperaba que lo hiciera y aun así lo deseaba. Sabía que
estábamos haciendo lo correcto y, sin embargo, una parte de mí pensó que habíamos
sido estúpidos por no haber resistido con ambas manos. Nunca sería la misma, él me
había cambiado de una buena manera, pero también sabía que tenía que dejarlo ir.
—¿Thea?
Anton me dio una taza de té. Desde el día que Damian se fue, Anton se había
convertido en un elemento fijo en mi vida. Damian nos unió, ambos tratando de
lidiar con su pérdida. Éramos espíritus afines, aunque fuéramos la pareja más
extraña, la hija de un policía y un gánster, y, sin embargo, llegó a ser tan cercano a
mí como un hermano.
Estábamos en la casa de Anton, algo que encontré, hacía a menudo desde que
Damian se fue. La mayoría de los días estábamos en su sala de juegos, tenía varios
48
juegos de arcade de los ochenta sin cuartos requeridos. Me encontré feliz pateándole
el culo en Pac-Man.
—Cam regresará a casa este fin de semana —le dije.
Se acomodó junto a mí en el sofá.
—Deberíamos hacer algo.
—Sí... oh, mamá te invitó a cenar el sábado.
Papá no tenía problemas al compartir una comida en su mesa con un hombre
de la reputación de Anton. Sospeché que era porque papá podía ver, debajo del
hombre pulido, al alma dañada. Anton tenía demonios, pero había aprendido a
controlarlos.
—Me encantaría.
—Invitaré a mi compañera de cuarto para que nos acompañe.
Anton sonrió al mencionar a mi compañera de cuarto. Kimber Green era vivaz,
divertida y quien me obligó a salir de la residencia, me obligó a involucrarme e
interactuar. Ella sabía de Damian, tuvimos muchas noches de llanto hablando de él,
pero como una buena amiga me ayudó a superarlo, sacudirme y vivir.
En nuestra primera reunión, estaba poniendo una manta de lana sobre su cama
mientras escuchaba a Bob Marley. Parecía una supermodelo, con su cabello rubio
platinado y su cuerpo alto y delgado. Creció en Nueva Jersey; su mamá era profesora
y su padre era farmacéutico. Era un silbato y un salvavidas para mí. Y ahora éramos
inseparables.

48
—Sin duda Cam disfrutará conocerla.
—La política de manos fuera también se aplica a él. —Mi compañera de cuarto
era muy sexy, pero no iba a perderla por una aventura, y eso era todo lo que Kimber
tenía, aventuras.
—Inteligente. —Su tono se volvió serio cuando preguntó—: ¿Cómo te va?
—Lo extraño. Todos los días, lo extraño. Pensé que el dolor se aliviaría con el
paso del tiempo, pero no lo ha hecho. Sé por qué se fue, incluso estoy de acuerdo con
él, pero no puedo evitar preguntarme; si él hubiera tenido padres diferentes, una
vida doméstica diferente, habría estado tan ansioso por ir.
—Tal vez no, pero no sería el Damian que conoces y el amor hubiera sido
diferente en su vida.
—Supongo que sí. Aun así, su madre debería pudrirse en el infierno por lo que
le hizo.
La ira se notaba en su respuesta.
—Estoy absolutamente de acuerdo con eso. ¿Tienes hambre?
—Podría comer algo.
—Voy a pedir comida china y luego te patearé el culo en Pac-Man.
Todavía no me había ganado al Pac-Man, pero le di el crédito por intentarlo. Y
ese era el misterio de Anton. Ganaba dinero a través de medios ilegales, y, sin
embargo, también era el mismo tipo decidido a hacerme sonreír, incluso si eso 49
significaba recibir una paliza en un juego. Era la contradicción que planteaba y la
bondad que estaba arraigada en él, lo que me atraía y me mantenía allí. El mejor
amigo que nunca encontraría. Y, aun así, no había ninguna posibilidad en el infierno
de que me ganara en Pac-Man.
—Pruébalo.

—No usarás eso, ¿verdad? —Evidentemente, Kimber no era una fanática de los
vaqueros y el suéter que había seleccionado para nuestra noche con Cam y Anton.
Uno de mis suéteres tenía más tela que toda la ropa de Kimber combinada.
Tenía el cuerpo para lucir sexy, pero constantemente estaba tratando de hacer que
me vistiera de esa manera también. El Spandex era un privilegio, no un derecho.
—Muestra un poco de escote. ¿Cuál es el daño?
—No, gracias.
—Vamos. Por lo menos usa mis botas fóllame.
—Tentador.
—Te obligaré.
Probablemente no. Se veía sexy con su ropa. Yo parecería un niño que fingía
ser una prostituta.

49
—¿A qué hora nos encontraremos con tu hermano?
Cam estaba en el noreste, estudiando justicia criminal, pero vendría por el fin
de semana. Nunca habíamos estado separados por tanto tiempo. No podía esperar a
verlo.
—A las siete.
—Será mejor que nos movamos. No queremos llegar tarde.
Kimber solía llegar tarde.
—¿Por qué la preocupación?
—Es tu hermano, la versión en chico de ti. Estoy pensando en que será sexy
como el infierno.
—No. Te lo dije. Mi hermano está fuera de los límites. No te voy a compartir.
—Soy fabulosa, pero no salgo con los hermanos de mis amigos. Demasiado
complicado. Pero eso no significa que no pueda mirar.
—Eres ridícula.
Tomó mi mano.
—Estoy haciendo todo lo posible, pero necesitas a tu gemelo. —Y por eso la
amaba. Era un alma buena.

50
Llegamos antes que Cam al club, pero cuando llegó me lancé hacia él.
Me abrazó.
—Es bueno verte también, hermanita.
Cuando Cam retrocedió, ofreció su mano a Anton.
—Anton. ¿Cómo estás?
—Bien. ¿Cómo va el noreste?
—Es mucho más tranquilo y las cosas se mueven a un ritmo más lento, pero me
gusta.
La mano de Kimber se disparó hacia Cam.
—Hola. Soy Kimber, su compañera de cuarto.
Conocía esa sonrisa de Cam. Apreciación. Su mano se cerró alrededor de la
mano de Kim.
—Encantado de conocerte.
Kimber parpadeó, moviendo las pestañas. Estaba coqueteando, estaba en su
naturaleza coquetear con cada espécimen del sexo opuesto, pero verla así con mi
hermano era simplemente extraño.
Kimber unió su brazo con Anton. Una vez pensé que las chispas habrían volado
entre estos dos, pero era afecto y nada más.

50
—¿Me compras un trago, guapo?
—Absolutamente.
Cam dejó caer su brazo sobre mis hombros mientras seguíamos a los demás.
—Tu compañera de cuarto es sexy.
—Aleja las manos.
Me dio un beso en la cabeza.
—Bien. Manos fuera. ¿Cómo estás?
—Bien.
—¿Has oído algo de Damian?
—No. Me pidió que no lo contactara.
La mandíbula de Cam se tensó.
—Es tan jodidamente cabezón.
Damian era cabezón y testarudo.
—La próxima vez que esté en casa vamos a poner a mamá sobre él. No tendrá
oportunidad.
No había pensado en eso. Rosalie Ahern era una fuerza de la naturaleza. Podía
doblarte a su voluntad y tenerte sonriendo todo el tiempo.
—Buena idea. ¿Cómo va la escuela? 51
—Un poco solitaria. Te extraño, y a mamá y papá, pero me encantan mis clases.
—Así que realmente lo vas a hacer, seguir los pasos de papá.
—Son unos zapatos grandes para llenar, pero sí.
—Eso me pone nerviosa, tener dos policías en la familia, pero eres muy parecido
a papá. Vas a hacerlo genial siendo policía.
Me acercó más.
—Gracias hermanita. Yo también lo creo.

DAMIAN
Era un trabajo duro, cada segundo de cada día era consumido con un
entrenamiento riguroso y prosperaba en él: La disciplina, el propósito, el
sentimiento de estar conectado a algo mucho más grande que yo. Todavía no había
sido desplegado, estaba a mitad de la formación Ranger. Al final, mi esperanza era
aspirar a los Boinas Verdes una vez que cumpliera los requisitos. Unirme al ejército
fue la decisión correcta, absolutamente, pero echaba de menos a Thea, cada segundo.
La quería en mi vida, no podía imaginar una vida sintiendo el vacío que sentía por
dentro. Cuando terminara la escuela, ella y yo necesitábamos tener una larga charla.

51
Había dicho que me seguiría a dondequiera que fuera. Estaba invocando esa
promesa.
—Damian, hay una llamada en el cuartel de comunicaciones para ti.
Era Cam o Anton. Eran los únicos que llamaban. Dolía que Thea no lo hiciera,
pero simplemente estaba respetando mis deseos. Además, trató de mantenerse en
contacto; fui yo, quien tomó la decisión consciente de no escribirle de vuelta. Mi
lógica era simple. La quería; era la única que podía sacarme del camino. Pero si no
hacía algo de mí mismo, ¿qué tenía que ofrecerle? Eso no significaba que no
preguntara por ella, pero mantuve incluso eso en jaque... El anhelo era una sensación
desagradable de mierda.
El personal que estaba trabajando en la habitación salió para darme un poco de
privacidad.
—Damian.
—Hola, hombre. Es Anton.
—Hola.
—Felicidades por lograrlo con los Rangers.
—Gracias.
Parecía apagado, preocupado o molesto, y pensando que estaba relacionado
con Thea, fui brusco cuando le dije:
—¿Qué pasa? ¿Es Thea? 52
—No. Ella está bien.
La opresión en mi pecho se alivió.
—Llamo porque tu madre ha muerto.
Mi primera reacción a eso fue... finalmente. Seguido rápidamente por un jodido
finalmente. No sentía absolutamente nada por ella. Todos esos poetas se
equivocaron. El amor podía desvanecerse... podía morir. Había amado a mi madre
cuando era un niño pequeño, pero como un hombre sentía absolutamente nada.
—Está en la morgue y el señor Ahern quería saber qué querías que hiciéramos
con sus restos.
—¿Dónde murió?
—En la casa. Los vecinos se quejaron de un olor. La policía la encontró. Había
estado muerta por un tiempo.
Adecuado. Ese lugar era como su tumba. Murió el día en que mi padre se fue.
—Debiste haberla dejado en la casa y haber quemado todo a su alrededor.
—Eso es lo que pensé, pero quería asegurarme.
Estaba equivocado. Sí sentí algo, sentí alivio y esperanza de que cuando Thea y
yo finalmente nos reuniéramos, no hubiera obstáculos, ni malditos esqueletos en mi
armario. Y eso me hizo aún más decidido a hacerme lo suficientemente bueno para
ella... digno de ella.

52
—No me importa lo que hagas con ella. Da el cuerpo a una escuela de medicina
local, o cremala y deja caer sus cenizas en un vertedero. No le debo nada a esa mujer.
—Me encargaré de ello.

Fui con Anton y papá para identificar el cuerpo de la madre de Damian. Iba a
la isla de Hart, para ser enterrada con los innumerables cuerpos no reclamados en la
ciudad. Anton estaba hablando con el médico forense mientras papá rellenaba los
papeles. Miré a la mujer que había dado a luz al amor de mi vida. Toda una vida
difícil de vivir y la decadencia de la muerte, la habían convertido en una imagen
verdaderamente horrible. Su aspecto físico ahora reflejaba su carácter.
—Él es amado, cada parte de él, profunda y completamente. No lo rompiste, lo
dañaste y lo lastimaste, pero no lo rompiste. Tiene familia, amigos, amor y será
recordado, a diferencia de ti.
Anton se unió a mí, tomando mi mano. Sentí su ira. Correspondió a la mía.
—No era digna de él.
—No, no lo era.
—Puede que me haga un monstruo, pero me alegro de que ya no pueda herirlo.
—Entonces también soy un monstruo.
Me apretó la mano. 53
—¿Ya terminaste?
La miré una última vez, pero no ofrecí una oración... no se la merecía.
—Sí. Ya terminé aquí.

Era el Día de Acción de Gracias, mamá y yo llevábamos horas esperando el pavo


en el horno, preparando los lados y haciendo los pasteles. Anton, Cam y papá estaban
observando el juego mientras ponían la mesa, aunque sospechaba que la mesa estaba
siendo descuidada.
Mamá me había dicho a principios de la semana que tenía una sorpresa para
mí, así que el corazón subió a mi garganta cuando oí el golpe en la puerta.
—¿Estamos esperando a alguien más? —le pregunté, aunque ya sabía la
respuesta. Abrí la puerta para encontrar a Damian, quien estaba de pie en nuestra
puerta de entrada. Habían pasado dieciocho meses, así que no reaccioné de
inmediato porque no estaba seguro de que fuera real. Pero, imaginario o no, me
empapé con su vista.
Anton se acercó cuando Damian entró.
—Hola, hombre, es tan bueno verte. —Él y Damian se abrazaron; una sonrisa
que era tan rara para él iluminó su rostro. Cam caminó y el ritual masculino se
repitió.

53
Realmente estaba aquí. Ahora no podía moverme porque estaba demasiado
abrumada por tener lo que más quería a un metro de distancia.
Mamá se apresuró a entrar en la habitación, junto a Damian.
—Me alegro de que hayas decidido venir.
—Estoy feliz de estar aquí.
Había echado de menos esa voz.
—Hijo. Es bueno verte —dijo papá mientras se daban la mano.
Mamá se volvió hacia mí y sonrió.
—Sorpresa.
Aquellos ojos pálidos se posaron sobre mí. Me acerqué a él, presionándome
contra él mientras enterraba el rostro en su pecho. Sus brazos me rodearon
fuertemente. Cómo me había perdido esto: Su cuerpo, su olor... él. Éste había sido
mi lugar favorito para estar y fue agridulce descubrir que todavía lo era. Incliné la
cabeza hacia atrás y bajó su barbilla hasta que nuestros ojos se encontraron.
—Hola.
Una sonrisa tocó sus hermosos labios mientras también recordaba.
—Hola.
La voz de mamá fue un poco brillante cuando dijo.
—La cena está hecha. Comamos. 54
Fue complicado estar todos apretados alrededor de la mesa. Estaba sentada
frente a Damian y mientras la conversación fluía en la mesa, no estaba prestando
atención porque me encontré mirando a través de mis pestañas hacia él. Observando
mientras movía la comida en su plato, la forma en que sonreía cuando pensaba que
algo era gracioso, cómo incluso al estar justo en el centro de todo, parecía estar solo.
Unas pocas veces, cuando lo miré, me miraba fijamente y sentía su mirada en cada
parte de mi cuerpo, una punzada hasta mis huesos que no se parecía a nada que
hubiera sentido jamás, excepto cuando estaba en su presencia. Quería robárselo a
los demás, quería que estuviera solo para preguntarle qué había estado haciendo y
cómo había estado. Pero el temor de que lo que había entre nosotros ya no estuviera
allí me retenía, porque si se hubiera desvanecido, todos los recuerdos a los que me
aferré se desvanecerían.
Después de la cena estaba poniendo los platos de vuelta en el sótano.
—Thea.
Cerré los ojos, amando la forma en que mi nombre salía de su lengua.
Limpiando la expresión de mi rostro, me volví hacia él.
—Hola.
—¿Qué tal la escuela?
—Más difícil de lo que pensé que sería, pero me encantan todas las clases de
diseño. ¿Qué pasa contigo? Cam mencionó que eras un Ranger. Felicitaciones. —
Estaba feliz por él, feliz porque estuviera encontrando su lugar, pero también me

54
dolía porque realmente estaba haciendo una vida en el ejército, y, por lo tanto, el
sueño que tenía de seguir donde lo dejamos parecía más difícil de alcanzar que
nunca—. ¿Es lo que necesitabas que fuera?
—Sí. Es un trabajo duro, agotador, pero es exactamente lo que necesitaba.
—Estoy feliz de escucharlo.
—¿Y tú?
—Amo la escuela, amo los amigos que he hecho.
—¿Pero?
Nunca me detuve con él, no iba a empezar ahora.
—Pero cuando cierro los ojos, cuando sueño, se trata de ti. Eso no ha cambiado.
No creo que lo haga nunca.
Había tanta emoción en su suave respuesta.
—También sueño contigo.
—¿De verdad?
—Cada noche.
Dejé que su confesión me llenara por un minuto antes de preguntarle:
—¿Sigues en Fort Benning?
—Sí... —Una extraña mirada cruzó su rostro antes de añadir—: Me han
55
destinado al extranjero.
Todo mi cuerpo se entumió.
—¿Dónde?
—Afganistán.
La sangre se fue de mi rostro y no pude evitar que mi cuerpo temblara por
miedo a lo que encontraría cuando llegara allí. No me había permitido pensar en él
en medio de la guerra. Me había engañado con imágenes de él entrenando, no
peleando.
—¿Cuándo te vas?
—En dos días.
Dos días. Se marchaba en dos días para dirigirse a un país devastado por la
guerra, un lugar del que puede que nunca volviera.
Las lágrimas llenaron mis ojos mientras lo miraba, sabiendo que podía ser la
última vez que lo hacía.
—Me pediste que te dejara ir y lo he estado intentando, pero no estoy preparada
para eso. Dios mío, no estoy preparada para eso.
Nos movimos hacia el otro a la vez para un beso que era más que un beso. Amor
y miedo por él, tenía lágrimas brotando en mis ojos y rodando por mis mejillas.
Rompió el beso, pero su expresión, cuando sus grandes manos acunaron mi rostro y
sus pulgares rozaron las lágrimas, era una que recordaría siempre. Curvó su espina

55
dorsal y me besó otra vez, más profundo, su lengua explorando y probando...
recordando.
Mis manos temblaron cuando alcancé el broche de presión en sus vaqueros.
—Thea. —Mi nombre sonaba más como un gruñido.
—Te necesito.
—No tengo condón.
—No me importa.
El sonido que hizo lo sentí en todos los nervios de mi cuerpo. Su mano se movió
bajo mi falda, sus dedos se curvaron alrededor de la seda de mis bragas antes de bajar
por mi cuerpo. Besó el interior de mi muslo antes de levantarse, me levantó y me
presionó contra la pared.
—¿Estás segura?
—Por favor.
No fue duro ni rápido cuando nos unió; fue deliberado y tan hermoso,
sintiéndolo piel a piel. Mis piernas se curvaron alrededor de su cintura y mis dedos
se clavaron en sus hombros. No nos besamos. Era mucho más íntimo verlo mientras
me observaba. Se movió lentamente al principio, cada movimiento de sus caderas
causando un placer inconmensurable. La fricción entre mis piernas, la polla que
golpeaba mi clítoris con cada golpe, empezó a producirme hormigueos, a levantarme
el vello en la nuca, escalofríos que hicieron que mis pezones se endurecieran y mi 56
cuerpo convulsionara. Deslicé mis manos por su espalda hasta su culo mientras sus
empujes aumentaban, volviéndose más y más rápidos. Me restregué contra él a
medida que subíamos hacia ese borde. Cuando me corrí, su mano cubrió mi boca
para silenciar mi grito y cuando se corrió, cerró los ojos y bajó su cabeza a mi hombro.
Durante varios largos minutos después, nos quedamos envueltos alrededor del otro.
Sentí la cadena alrededor de su cuello y tiré de sus etiquetas de identificación.
Me dolía el corazón mientras pasaba el dedo por encima de ellas. Levanté la mirada
hacia él.
—Por favor, ten cuidado. Lo único peor que una vida sin ti, es un mundo sin ti
en ella.
Una lágrima rodó por la mejilla de Damian y esa lágrima solitaria me diezmó.
La limpié de su mejilla y llevé el dedo a mis labios.
—Recuérdame así. Justo así y sabrás que te estoy recordando.
Me besó, el beso más conmovedor de mi vida.
Se fue poco después, mi corazón yendo con él. Esa noche recé por primera vez
desde que era una niña. Creía que cuando deseabas algo con mucha fuerza, tenías
que estar dispuesto a renunciar a algo que amabas para verlo suceder, así que esa
noche prometí que renunciaría al sueño de una vida con Damian, y a cambio, lo único
que pedí fue que se mantuviera a salvo.

56
2009
ullet dio el aviso silencioso, todos habíamos llegado a aprender este idioma.
El número de veces que ese pastor alemán salvó nuestros traseros eran más
de las que podía contar. Era tremendo soldado. Matthew, su entrenador, lo llamó de
vuelta y nos mantuvimos agachados hasta que la amenaza desapareció. Había
logrado llegar a las Boinas Verdes; mi equipo pasaba seis meses al año en Afganistán
haciendo exploración especial. Pasábamos mucho tiempo tras las líneas enemigas.
Nuestras misiones eran claras, debíamos permanecer sin ser detectados y evitar
combate mientras reuníamos información. Siempre había sido callado, pero había
aprendido a ser jodidamente silencioso. Estábamos de regreso a nuestro
campamento base después de una operación y esa era la parte que siempre me daba
un susto de muerte… estar tan cerca a la seguridad. Cualquier cosa podría pasar y
pasaba. Bullet nos mantenía fuera de vista, nos advertía de enemigos acerándose.
Habíamos esperado al margen incluso cuando la mayoría de nosotros quería
meterse… ordenes eran órdenes.
Había conocido a muchas personas. Algunas estaban aquí para cumplir con sus 57
obligaciones del servicio militar; algunos estaban dedicados a la carrera militar y
mucho tenían familias esperando en casa. Había aprendido que era posible hacer las
dos cosas, no era lo ideal, pero era posible. Habían pasado cuatro años desde que vi
a Thea. Sabía que estaba bien, que se había graduado el año pasado y todavía estaba
buscando el trabajo. Pensaba en ella cada jodido día. Saqué su foto. Podía pasar
horas mirándola y a esa carta que había enviado. Casi me rompió con esa jodida
carta. El papel estaba desgastado por la cantidad de veces que lo había leído. Íbamos
de regreso a Carolina del Norte de permiso, ahora estaba estacionado en Fort Bragg
después de convertirme en Boina Verde; no iba a tomar mi permiso para ir a Nueva
York sin embargo. Thea y yo necesitábamos hablar. Bullet empujó a Matthew
indicándole que todo estaba despejado. Guardé la foto de Thea.
Hacía un jodido calor aquí, y la arena y el polvo… moriría feliz si nunca tenía
que ver arena de nuevo. Los veranos en Carolina del Norte también eran
jodidamente calurosos, pero eso no era nada comparado con el opresivo calor.
Unas horas después y luego de las sesiones informativas, fui a las duchas.
Habíamos estado una semana por fuera. Creí que podría dormir una semana y
comerme mi peso en comida. Ni siquiera llené a mi destino cuando la conmoción
empezó.
Matthew llegó corriendo detrás de mí.
—¿Qué pasa?
—Un tiroteo en el pueblo.
Corrí con él a los Humvees que esperaban.
57
—¿Locales?
—Jodidas fuerzas de lucha.
Como si no hubiera suficiente mierda pasando, los cabecillas del crimen local
usaban la inquietud para hacer ataques buscando el poder y no les importaba si
disparaban a civiles durante su búsqueda de control.
La pobreza, nunca vi nada como esto. Niños viviendo con tan poco, la constante
amenaza de ser abaleados por balas perdidas y aun así podían jugar, sonreír y correr
hacia nosotros cuando entrabamos a los pueblos rurales. Hoy era diferente, sin
embargo. Gritos y el olor a carne quemada viajaba en el viento. No era un olor con el
que estuviera familiarizado antes de venir aquí y era uno que nunca olvidaría. La
tiranía local había estado escalando a esto. El edificio usado como escuela era donde
los habitantes se refugiaban en momentos de problemas. Ese era uno de los edificios
ardiendo.
—Hijo de perra —siseó Matthew a mi lado.
—Podría haber sobrevivientes. —Estaba listo para moverme. Manteniéndome
agachado, buscando amenazas, con mi dedo en el gatillo de mi rifle. Matthew me
cubría la espalda, cubriéndome como yo lo cubría a él. Bullet ladró. Había
sobrevivientes.
Nos tomó tres horas poner a salvo a los sobrevivientes, otros más ayudar a
apagar el fuego. Para cuando regresamos a la base estaba echando chispas. Ni
siquiera me bañé, caí de frente contra mi litera y dormí las siguientes veinticuatro
58
horas. E incluso estando exhausto, tanto física como mentalmente antes que el sueño
me reclamara, fue en Thea en quien pensé.

THEA
Había pasado un año desde que me gradué de la NYU y Kimber y yo habíamos
conectado tan bien como compañeras de habitación que ahora compartíamos un
apartamento de un cuarto en Chelsea. Cam nos encontró el lugar. Kimber ganó la
cara y sello por la habitación. Mi cama era un sofá cama separado de la sala y la
cocina por una pantalla decorativa. Durante el día, mientras Kimber salía a buscar
por un trabajo en mercadeo, yo estaba entregando mi trabajo a las agencias
esperando conseguir un trabajo en diseño gráfico.
A Cam le había ido bien en la academia después de la graduación y ahora era
policía. A menudo trabajaba con papá en casos y estaba un poco celosa porque
pudieran verse tanto. Pero la estación de papá y Cam estaba en mi vecindario, así
que, aunque no lograba pasar el día con ellos, sí me les unía para almorzar a menudo.
Estábamos en Dahlia’s, mi restaurante local favorito. Papá parecía cansado.
Dedicaba muchas horas a ser detective, mucho más que cuando fue policía de
patrulla. Y ver a Cam en su uniforme azul no era una visión a la que estuviera
acostumbrada todavía.

58
Una vez estuvimos sentados y pedimos nuestras ordenes, papá preguntó:
—¿Tuviste suerte con el trabajo? —Estaba ocupada haciendo trabajo para pagar
las facturas, pero todavía debía encontrar el trabajo.
—Todavía no. Sí recibí un pedido de un autor para ayudarle a diseñar la portada
de su libro.
—Eso es interesante.
—En realidad no había pensado en esa clase de trabajo cuando apliqué para los
puestos, pero estoy encontrando desafiantes realizar su visión con un diseño. ¿Qué
hay de ti?, te ves cansado.
Papá tomó su agua. Había cumplido sesenta recientemente. Se veía joven para
tener sesenta, pero no me gustaba ver las líneas de estrés alrededor de sus ojos.
—El trabajo de detective es agotador.
—¿Estás pensando en retirarte?
—Todavía me quedan unos años más, además puedo ver a tu hermano en
acción. —Papá molestó a Cam, pero había orgullo en su voz. Le encantaba que Cam
fuera policía, de tal palo tal astilla.
—¿Escuchaste que Damian viene a casa la próxima semana de visita? Mi mejor
amigo, un condecorado Boina Verde —anunció Cam.
Habían pasado cuatro años y esperé noticias suyas como una niña ansiosa.
Había cumplido la promesa y no guardaba esperanzas de estar con Damian, pero 59
necesitaba saber que estaba bien y salvo. Tenía una nueva apreciación por las
esposas de los hombres y mujeres en el ejército y sus familias. Había que ser una
persona especial para no solo poner su vida en riesgo por el país, sino para aquellos
seres queridos que se quedaban al margen apoyándolos incluso mientras temían esa
horrible llamada.
Le escribí, cada día. Compartí cada parte de mí en esas cartas. Incluso les puse
la dirección y las estampé, pero nunca las envíe. Fue así como lidié con dejarlo ir
cuándo mi corazón exigió tenerlo cerca.
—Mamá querrá prepararle la cena —dijo papá.
—Sí. Ya está planeando el menú. ¿Vas a venir, verdad, Thea?
Quería ir a cenar porque quería verlo, pero parecía ser mejor dejar las cosas
como estaban, así que eludí la respuesta.
—¿Cuándo?
—El próximo sábado.
Entonces mentí.
—Tengo planes.
—¿No puedes cambiarlos? No has visto a Damian en cuatro años —añadió
papá.
—De verdad desearía poder ir.

59
Ninguno de ellos se creyó mi mentira, pero fui salvada de un interrogatorio
cuando llegó la comida.

Kimber y yo estábamos a la caza del café perfecto. Las grandes cadenas de


cafetería eran geniales, pero queríamos algo más íntimo. Un nuevo lugar había
abierto en el vecindario, Cup of Joe, e íbamos en camino a investigar.
—Estás siendo ridícula. —Kimber había dicho esas mismas palabras al menos
veinte veces después de enterarse que no iría a la cena con Damian.
—No soy ridícula.
—Han pasado cuatro años.
—Todavía lo amo, pero la situación no ha cambiado y verlo simplemente traerá
todo de nuevo.
Y esa era la verdad. Quería verlo, pero finalmente había logrado esconder mis
sentimientos por él, meterlos en una caja muy parecida a la caja especial de papá en
su oficina. Amaba a Damian, siempre lo amaría, pero había aprendido a encontrar la
felicidad sin él. Parecía estúpido remover todo eso, abrir la caja de Pandora y dejar
todas esas emociones solo para tener que guardarlas a la fuerza de nuevo cuando
regresara al exterior.
Kimber me estudió por un minuto.
60
—Te obligará a sentir cosas que no quieres sentir.
—Exactamente.
—El amor me da un susto de muerte.
—El amor duele, pero esas mágicas semanas cuando Damian y yo estuvimos
sincronizados… dudo que vuelva a sentir eso de nuevo.
Los ojos de Kimber parecían un poco brillantes, pero había seguido porque
habíamos encontrado a Cup of Joe.
—Llegamos.
Tan pronto como la puerta se abrió, supe que habíamos hallado el cielo en la
tierra.
—Santa mierda. ¿Hueles eso?
La combinación del rico y tostado café y algo mantequilloso y pecaminoso voló
hasta nosotros.
—Oh sí.
Era un lugar pequeño y las mesas estaban apiñadas entre sí. Llegamos al
mostrador y fuimos saludadas por una mujer de cabello cobrizo de nuestra edad.
—Hola. ¿Qué les ofrezco?
—Todo —dijo Kimber antes de mirarme para confirmarlo y luego dijo de
nuevo—. Uno de cada cosa.

60
La mujer no sabía qué hacer con el pedido de Kimber, así que añadí.
—Hablamos en serio. Uno de cada cosa.
—Parece que cerraré pronto hoy. Soy Ryder Chase. La dueña.
—Thea Ahern y Kimber Green, bebedoras de café y devoradoras de panadería.
Estamos en una misión de hallar la mejor taza de café de la ciudad y si tu café sabe
tan bien como huele, acabamos de lograrlo.
Dejó de empacar los productos horneados y me miró.
—No están bromeando.
—Ryder, sospecho que nos volveremos amigas rápido, así que déjame decirlo
ahora. Hay dos cosas sobre las que no bromeo… el café y los dulces. Son como la
religión para mí.
—Eso es cierto —añadió Kimber.
—Qué bueno saberlo.
—Si de verdad vas a cerrar temprano, tal vez puedas venir con nosotros y pueda
hurgar tu cerebro para saber cómo haces lo que vamos a disfrutar.
—Hablas en serio.
—Tan serio como un ataque cardiaco.
La sonrisa de Ryder apareció en un destelló, pero se quedó hasta antes de decir.
—Creo que tienes razón, Thea Ahern. Nos volveremos amigas rápido. 61

Mi propio hermano me sacó la ventaja. Había evitado con éxito la cena con
Damian. Una semana después, Cam nos invitó a las chicas y a mí a salir con él; como
predije nos hicimos amigas de Ryder rápidamente como si fuera una hermana
perdida. Acepté su invitación sin pensarlo, pero lo que olvidó mencionar era que
Damian todavía estaba en la ciudad e iría con nosotros.
Las chicas y yo ya estábamos en el club. Incluso sintiéndome nerviosa y
aprehensiva sobre la noche, eso no evitó que llegara temprano.
—No puedo creer que mi propio hermano me haya engañado.
—¿No tienes curiosidad por verlo? —preguntó Kimber.
—¿Ver a quién? —preguntó Ryder.
—Su ex viene esta noche. Y por ex me refiero al amor de su vida quien se fue y
se mantuvo lejos.
Los ojos de Ryder se abrieron como platos.
—Debes tener curiosidad.
—Por supuesto que siento curiosidad y un miedo de muerte.
—¿Por qué?

61
Cuando nos volvimos a ver ese día de Acción de Gracias todavía estaba ahí; ese
recuerdo era uno de mis favoritos, pero cuatro años habían pasado. Mucho podía
suceder en ese tiempo, la gente cambia y tenía miedo que hubiéramos cambiado.
Prefería aferrarme a lo que había sido que vivir con lo que era.
—¿Y si no es lo mismo?
Ryder contestó con simplicidad.
—¿Y si lo es?
Mi teléfono timbró… Cam. Estaban estacionando. Iba a vomitar.
—Necesito usar el baño.
—¿Quieres que te acompañemos?
—No, quédense. Puedes presentarle a Ryder a mi hermano.
Kimber tomó mi mano antes que pudiera irme.
—Estamos aquí para ti.
—Y tengo la sensación que necesitare un tiempo entre chicas después de esta
noche.
Luego del baño, me detuve en la barra y ordené un trago doble de whisky
irlandés. Un poco de coraje líquido no podía hacer daño. Saboreé el ardor y la falsa
confianza que vino después. Me volteé hacia la mesa y de inmediato olvidé cómo
respirar cuando mis ojos aterrizaron en Damian. Cada célula de mi cuerpo lo
reconoció incluso aunque era muy diferente del joven que conocí. Mis piernas se 62
debilitaron un poco mientras me aferraba a la barra buscando equilibrio. Estaba en
casa; tan cerca que podía tocarlo.
Había investigado sobre los Boinas Verdes así que sabía del riguroso
entrenamiento que convertía su cuerpo en un arma en su arsenal. La camiseta que
usaba Damian abrazaba su gran cuerpo, se apretaba sobre sus hombros y musculoso
pecho; sus vaqueros desgastados colgaban de sus estrechas caderas. Su cabello negro
era corto, lo que solo llevaba la atención a sus ojos pálidos, ojos que veía cada noche
en mis sueños. Los nervios aparecieron… la emoción, la anticipación y la
aprehensión.
—Necesito otro doble —dije a la camarera con mis ojos fijos en Damian,
también vi la reacción de Kimber y Ryder a él; sus ojos se salieron de sus cuencas,
las lenguas cayeron. Lo entendía por completo.
—Aquí tienes.
Tomé el trago y lo bebí, pero no me sentía entumecida todavía. Necesitaba
sentirme entumida.
—Creo que necesito uno más.
Ella sonrió y me sirvió de nuevo.
—No vas a beber para superarlo.
Se rumoraba que los camareros eran muy astutos y ella no era la excepción.
—Lo sé. Estoy buscando coraje.

62
—¿Lo has encontrado?
Me sentía un poco ligera, definitivamente atolondrada y extrañamente
relajada, a pesar del hecho que el amor de mi vida estaba al otro lado del lugar.
—Sí, creo que sí.
—Yo invito los tragos. Buena suerte.
Tomé aire profundamente y me preparé para el encuentro.
—Gracias. Voy a necesitarla.
Lentamente regresé a la mesa y me di cuenta que probablemente debí haber
esperado entre tragos porque estaba empezando a sentir los efectos del whisky, y
maldición, esa cosa era potente. Mis piernas se volvieron de goma, pero al menos los
nervios retorciendo mi vientre desaparecieron. Me sentí como de tres metros y a
prueba de balas. Damian me vio primero, sus ojos me buscaron como un misil
buscando el calor y mi cuerpo respondió, preparándose para algo que no iba a
suceder de nuevo.
—¿Thea? —Cam se estiró para tomar mis brazos—. ¿Estás bien? —preguntó
porque medio me tropecé contra la mesa. No era una borracha con gracia.
—Fresca como una rosa. ¿Qué significa de todos modos? Fresca como una rosa.
No entiendo esa expresión.
Mis ojos fueron hacia los de Damian e incluso a través de la barrera protectora
ofrecida por el alcohol, esa caja se abrió y los sentimientos se desbordaron. La 63
magnitud de estos hizo que mi voz sonara como un ronroneo.
—Hola.
—Thea.
Incluso nadando en whisky irlandés, su saludo dolió. Hola era nuestra cosa, era
como nos saludábamos. Un hola significaba mucho más que hola. No recibí mi hola.
Y sintiéndome agresiva porque me negó un hola, corregí mi saludo:
—Damian. Al menos recordamos nuestros nombres.
La boca de Kimber cayó abierta.
—Te preguntaría si quieres algo de beber, pero parece que te tomaste varios
tragos por adelantado.
—Así es, Anton. Whiskey irlandés, el favorito de papá. Muy fuerte.
Damian se alejó y lo observé irse porque su trasero en esos vaqueros era de lo
que estaban hechos los sueños. Kimber se metió entre Cam y yo antes de susurrar:
—¿Qué estás haciendo?
—No lo sé. Me tomé tres tragos dobles, así que me siento muy bien ahora.
—Estás borracha.
—Así es y nunca he estado borracha antes. Me gusta.
—Se siente bien ahora. Mañana, no tanto.

63
—Me dejo en tus capaces manos, Kimber. Por todas las veces que te llevé a salvo
a casa, es hora que me pagues.
—Trato. —Se inclinó más cerca—. Y Damian. Santo jodido infierno. Si no fuera
el amor de tu vida, se lo haría ahora mismo.
Y por alguna razón eso me pareció chistoso.
Damian regresó con una jarra de agua y pan. Me sirvió un vaso y luego envolvió
mi mano en este.
—Bebe.
—Si bebo, tendré que orinar.
—Bebe, Thea.
—Bien.
Me bebí el vaso y los otros dos que me sirvió y como esperaba, tuve que ir al
baño diez minutos después.
—Iré contigo —se ofreció Ryder.
Me alejó de la mesa, pero lancé mi mejor mirada de “te lo dije” a Damian.
—Estaré orinando toda la noche. Bien podría pedir una mesa en el baño de
mujeres.
Ryder casi me arrancó el brazo.
—Auch. 64
—Eres una idiota. Esta es la primera vez en cuatro años que ves a ese increíble
espécimen de hombre y estás borracha.
—Probablemente está felicitándose a sí mismo por su escape.
—No sé si debería llevarte a casa o acompañarte en la diversión —dijo Ryder.
—Únete a la diversión. No es probable que me ponga así de estúpida pronto,
pero debo decir que estoy disfrutando la sensación.
Llegamos al baño y por algún milagro no había fila. Ella me metió a un cubículo
y cerró la puerta, pero la escuché murmurar:
—Poner una mesa en el baño de mujeres.
De regreso a la mesa un par de caballeros nos interceptaron. Eran atractivos de
una forma musculosa, pero cuando se comparaban con Damian… eran niños.
—¿Quieres bailar? —El más grande me preguntó. No quería bailar porque tenía
problemas para poner un pie frente al otro. Intentar bailar sería un desastre.
Ryder obviamente pensaba lo mismo cuando dijo:
—Tenemos amigos esperándonos.
El grande miró detrás de nosotros y me reí cuando alzó la mirada hacia arriba
y siguió mirando hacia arriba como algo que ves en los dibujos animados.
Claramente Damian estaba detrás de mí. Agarró mi mano y me llevó a la parte de
atrás del club.

64
—Te veré en la mesa, Thea —dijo Ryder detrás de nosotros.
—Bien —dije y luego miré al ángel oscuro que tenía un agarre de muerte en mi
mano—. Solo quería bailar.
—Y el hecho que pensaras eso, es por lo que me acerqué.
—No te he visto en cuatro años y me doy cuenta que no estoy en mi mejor
momento, pero estás siendo demasiado mandón para alguien que huyó de mí y
nunca miró hacia atrás.
¿Acababa de decir eso? Por el vapor que salió de sus oídos, sí, lo hice. Llegamos
a un rincón oscuro y me presionó contra la pared. La primera vez que había hecho
eso, la noche de nuestro primer beso, regresó inundándome con una deliciosa
claridad.
—¿Es así como lo recuerdas?
Se necesitó un minuto para que mi cerebro superara el maravilloso recuerdo y
regresara a la discusión a la mano. Claro, él huyendo.
—Síp. Rompiste todo lazo conmigo, pero te mantuviste en contacto con Cam.
Eso no duele en absoluto. En realidad no importa, ¿verdad? Tienes tu vida y yo tengo
la mía.
Su mandíbula se tensó y por un segundo vi la perdida en sus ojos. Odiaba esa
mirada.
—¿Eres feliz? —preguntó. 65
—Así es. Finalmente soy capaz de decir que soy feliz y decirlo de verdad. ¿Tú lo
eres?
—He encontrado mi lugar.
No había contestado mi pregunta, pero sabía lo mucho que él necesitaba
encontrar donde pertenecía.
Era feliz, pero nunca sería tan feliz como lo había sido con él. No podía culparlo
por eso, no cuando finalmente encontró su lugar. Mi vida estaba aquí y su vida estaba
a cuatro mil kilómetros de distancia.
—¿Vas a seguir evitándome cuando regrese a casa? —Su voz era suave, con un
toque del Damian que recordaba, y ese maldito órgano en mi pecho dolió. No podía
mentir, él había elegido su vida y no era conmigo, pero no podía mirar esos ojos y
mentir.
—No soy feliz, no como cuando podía estar contigo. No estaba intentando
evitarte… bueno sí, pero solo porque ya estaba controlando todo eso… aprendiendo
a vivir sin ti, pero todavía no lo estoy haciendo muy bien. Te extraño. Cada día.
Y entonces sonrió y quise llorar. En cambio, me mordí la lengua y luché por
contenerlo. Rozó su pulgar sobre mi labio inferior y mis ojos se cerraron mientras la
realidad y el doloroso y dulce recuerdo colisionaban.
Él recordaba también porque su voz se profundizó cuando dijo:
—También te he extrañado.

65
Mis ojos se abrieron.
—¿Sí?
—Cada jodido día.
Quería besarlo, y por lo oscuros que estaban sus ojos verdes, también él quería.
—Debería devolverte con los otros antes de aprovecharme de la situación.
—No me importaría que te aprovecharas de la situación.
Sus labios rozaron mi mandíbula y mi cuerpo ardió.
—Han pasado cuatro años, Thea. Cuando te bese de nuevo te quiero muy
consciente de cada detalle.
—Me siento sobria.
—Mañana.
Repliqué con un suspiro.
—No puedo esperar a mañana.

DAMIAN
66
Me tomó años darme cuenta que no era como mi madre y que lo que sentía por
Thea era verdadero y no la enfermiza y retorcida obsesión que mi madre confundía
con el amor. Thea todavía me amaba. Mañana, después de besarla hasta perder la
razón y me perdiera en su cuerpo por un largo tiempo, hablaríamos. Quería empezar
mi vida con ella e iba a agotarla hasta que dijera que sí. Sonreí todo el camino hasta
mi casa.
Cuatro horas después recibí la llamada solicitando que el personal de permiso
regresara a la base. Mi unidad fue desplegada, la primera de una docena de misiones
que se extenderían por los próximos años. Por mucho que intentara negarlo, la vida
con Thea se volvía más y más elusiva. Un mejor hombre la dejaría ir. No era ese
jodido hombre.

2010
THEA
Papá estaba arreglando mi triturador de basura. Ofrecí traer un plomero, pero
dijo que los plomeros costaban una fortuna. Era mi propia culpa. Metí demasiadas
cascaras de papa por el drenaje, el triturador no pudo hacer su trabajo, la tubería se
atoró, la presión aumentó y tuve una piscina de agua en el gabinete bajo el fregadero.

66
No le tomó mucho tiempo a papá y mientras él trabajaba preparé unos sándwiches.
Él limpió mi baño antes de acomodarse en la mesa de la cocineta.
—Pastrami en pan de centeno. Tu madre perdería la cabeza si me viera comer
esto. —Levantó el sándwich y le dio un gran mordisco—. Muy bueno.
Mamá los había puesto a ambos en una dieta más saludable, estaban
volviéndose mayores y mamá quería que vivieran hasta los noventa. Eran muy
buenos en su nueva dieta, pero pecar un poco no hacía nada.
—Has sido tan bueno que no creo que mamá tuviera algún problema con eso.
—Probablemente. ¿Entonces cómo estás?
—Bien.
Papá me miró.
—¿Estás saliendo con alguien?
—No.
Dejó su sándwich y me miró con preocupación desde el otro lado de la mesa.
—¿Cuándo fue la última vez que viste a Damian?
—Hace un año.
—Sé lo que sientes por él, pero ha pasado mucho tiempo desde que se fue y tú
has estado esperándolo.
—Lo amo. —Había renunciado al sueño de él, pero en el fondo todavía 67
esperaba. Era el único que quería.
—Lo entiendo, pero a veces el amor no es suficiente. Tu vida está pasando
mientras que esperas que el tiempo sea el indicado para ambos. Puede que nunca
sea el momento, así que, ¿qué harás? ¿Privarte de una oportunidad de ser feliz con
alguien más porque estás esperándolo a él?
Tenía razón; había pensado lo mismo. Pero era difícil porque él también me
amaba. No era que no quisiéramos estar juntos, simplemente no podíamos
sincronizar nuestros tiempos.
Tomó mi mano.
—Me gusta Damian. Me gusta para ti, pero no quiero que llegues a mi edad y te
arrepientas de las cosas. Que te hayas perdido demasiado porque esperaste por algo
que nunca pudo ser. Él no vendrá a casa pronto, por mucho que ambos quieran que
sea diferente, ya no son parte de la vida del otro. Vive tu vida Thea, y eso incluye a
los hombres. Nunca se sabe, podrías encontrar a alguien. Damian fue tu primer
amor, eso no significa que sea el único.
Pensé sobre la última vez que vi a Damian. Había confesado que me extrañaba,
pero también había preguntado si pretendía evitarlo cada vez que volviera a casa. Le
había dicho que lo seguiría a donde fuera, pero no me había pedido ir con él. No
escribió, no llamó e incluso con el amor y la atracción entre nosotros, ¿sería eso todo
lo que siempre sería? ¿Un encuentro casual cuando volviera a casa? Quería más de
él, pero él lo sabía. La pelota estaba en su lado de la cancha y papá tenía razón. Había
pasado un año desde la última vez que vi a Damian y no estaba más cerca de tener
67
una relación con él. Tal vez era momento de hacer más que decir que estaba
superando las cosas, tal vez necesitaba esforzarme de verdad para hacerlo, porque
Damian lo había hecho.
—No estoy diciendo que tengas que casarte, pero dale una oportunidad a otro
chico.
Dolía físicamente estar de acuerdo porque no quería, pero papá tenía razón. La
vida estaba pasándome de largo. Era hora de empezar a vivir otra vez.

DAMIAN
Estábamos cenando en el comedor cuando todo el infierno nos llovió encima.
El fuego enemigo atravesó nuestro campamento; las bombas explotaron seguidas
por los gritos de soldados siendo despedazados. El olor a muerte saturó el aire y
cuando todo el humo desapareció habíamos perdido veinte soldados. Veinte familias
recibirían la llamada, sabrían que sus hijos habían hecho el último sacrificio por su
país. Uno de los caídos era Johnny Middleton de veintisiete años; el miembro más
nuevo de la unidad de las Boinas Verdes. Su esposa de dos años y su bebé estaban
esperando que regresara a casa.
Estaba de permiso, así que me ofrecí para llevar a Johnny a casa y nunca 68
olvidaré el silencio del aeropuerto mientras su cuerpo era subido al avión. Las
lágrimas en los ojos de extraños, todos observando y prestando sus respetos al
hombre que dio su vida por su país. Y nunca olvidaré la mirada en el rostro de su
joven esposa, las lágrimas que bajaron por sus mejillas y el dolor enterrado en sus
ojos que nunca se desvanecería.
Pensé en Thea. Había estado esperándome mucho tiempo, ¿pero y si ese era mi
regreso a casa? Todos esos años que esperó, posponiendo su vida por mí, y regresé a
casa en una caja. La idea de casarme con ella, tener una familia con ella, y dejarla…
obligándola a vivir la desgarradora escena que acababa de presenciar con la familia
de Johnny. No podía hacerle eso. Era joven; no era muy tarde para que encontrara a
alguien que no pusiera en riesgo su vida cada vez que salía de su tienda.
Le escribí y escribir esa carta había sido la cosa más difícil que había hecho. La
sellé, la estampé y la envié, y una parte de mi murió, pero cuando una puerta se cerró,
otra se abrió.

THEA
Giré la carta una y otra vez en mi mano. No fue emoción lo que sentí al ver la
letra de Damian en el sobre. Sabía qué era antes de siquiera abrirla. Lágrimas

68
quemaban mis ojos mientras tomaba aire, abrí el sobre y me obligué a leer sus
palabras.

Thea,
Estoy escribiéndote para decirte que he aceptado un puesto en el extranjero
por un tiempo indefinido. Los jóvenes en nuestro interior esperaban volver a
retomar las cosas donde lo dejamos, pero como adultos creo que ambos sabemos
que no va a suceder. Te amo, pero a veces el amor no es suficiente. Sé feliz. Vive tu
vida, Thea, y debes saber que hay un hombre ahí afuera que te recuerda… siempre
te recordaré.
Damian.
Lágrimas bajaron por mis mejillas y una pequeña parte de mí murió mientras
empuñaba su carta en mi mano y me acurrucaba. No podía contener los sollozos
porque dolía demasiado cuando un sueño moría.

Damian
Era Navidad y mi equipo había sido desplegado de nuevo. El comedor tenía un 69
árbol de Navidad y sirvieron pavo con todos los acompañantes. Fue bueno, pero no
era la comida que Rosalie siempre sirvió. Daría un brazo por una rebanada de su
pavo y una de sus tartas.
Las tropas estadounidenses estaban retirándose de Afganistán. Esa fue la orden
que llegó de los jefes. Tal vez era por el anuncio que la actividad insurgente había
aumentado, los jodidos suicidas bombas. Mientras las tropas se iban, los equipos de
seguridad eran reemplazados por soldados; firmas privadas que podían seguir con
los esfuerzos de hacer la paz. Me gustaba la idea de las firmas de seguridad privada,
de liderar un equipo. Todo el dinero que había hecho del ejército había sido ahorrado
y Anton había ayudado a invertirlo. Estaba acumulando una buena cantidad y tenía
algunas ideas de cómo usarlo.
—Correo —dijo uno de los soldados mientras empezaba a llamar por los
nombres—. Damian, tienes un paquete. —Había esperado un paquete, pero se
sorprendió al ver que era de Thea. Había pasado mucho tiempo desde que había visto
su letra, pero la conocía. Esperé hasta regresar a mi litera antes de abrirla. Metida en
la caja había una lata con una carta pegada encima. El papel estaba arrugado, como
si hubiera llorado al escribirla. Mi corazón se tensó en mi pecho.

Querido Damian,
He perfeccionado la galleta que quería compartir contigo. Galletas de
mantequilla, como ese primero intento que hice cuando éramos niños.

69
Feliz Navidad. Colgué una media para ti en mi apartamento. Tal vez algún
día vengas a casa y la veas, compartas la Navidad conmigo. Sé que estás
avanzando y quieres que haga lo mismo, así que eso haré. Pero todavía eres de la
familia. Siempre tendrás un lugar en la mesa de mis padres, en su casa, en sus
corazones y el mío. Por favor cuídate y debes saber que estoy recordándote.
Siempre con amor,
Thea.

Mi pecho se tensó. Todas las veces me habría encantado un paquete de mi chica


en casa, y recibo uno cuando ya no puedo llamarla mía. Había pasado un año desde
que le envié esa carta y todavía pensaba en ella… cada día si era honesto. Esperaba
que fuera feliz, que encontrara lo que no había podido darle. E incluso deseándole lo
mejor, odiaba que no fuera conmigo con quien se acurrucara en las noches. Pero así
era la vida. Continuaba ya fuera que estuviéramos listos o no.

70

70
2014
a lluvia caía en las hojas; la hierba bajo mis pies estaba empapada mientras
los tacones de mis botas se hundían en el barro. Hacía frío, la Navidad
estaba a la vuelta de la esquina, pero no había alegría ni paz ni por qué dar gracias
porque mi papá, mi querido papá, se había ido. La tierra que cubría su tumba estaba
recién cultivada, su piedra tallada recientemente.
Había recibido un tiro de camino al trabajo una noche. Había habido una
erupción de tiroteos en la zona, violencia sin sentido, que hizo su muerte mucho más
difícil de manejar. Dos días después de su muerte, recibí un paquete. Había estallado
en lágrimas cuando el cartero de mi edificio me lo dio. Guardé la caja y los
envoltorios, incluso el correo. Desde su primera sorpresa con el reproductor de
música digital hemos seguido la tradición, una que se compartió entre nosotros dos
y una que realmente me había encantado. Ese regalo era una llave, una pequeña llave
de latón en una cadena. Había dicho a menudo que tenía la llave a su corazón. Quería
odiar el collar porque sospechaba que había regresado de la oficina de correos,
abierto más tarde debido a las vacaciones, cuando fue asesinado. Su regalo llegó a un 71
costo tan terrible, pero nunca lo quité porque fue su último regalo para mí. Lo llevaba
en una larga cadena, escondido de la vista porque el recuerdo y el significado eran
suyos y míos y quería mantenerlo de esa manera.
Tuvimos el funeral de la ciudad hace unos días, pero este monumento fue sólo
para la familia. Mamá apenas se sostenía. Realmente no había apreciado lo que
mamá y papá tuvieron hasta Damian. Habían sido verdaderas almas gemelas, del
tipo que leías en las novelas románticas. Él estaba a meses de retirarse; habían estado
planeando su primera de muchas vacaciones. Habían pasado dos semanas y mamá
no lo estaba manejando. En sus zapatos, no estaría manejando las cosas mejor y
todavía estaba preocupada porque era como si hubiera muerto con papá.
Cam estaba junto a mamá. Ella se aferraba a él como si lo necesitara para
mantenerse erguida. Tenía la cabeza baja y el cabello rubio caía sobre su rostro. Él y
papá habían sido especialmente cercanos, así que ver la devastación que Cam estaba
tratando de ocultar para poder ser fuerte para mamá, rompía mi corazón. Anton se
quedó estoicamente al lado de Cam, con el dolor grabado en sus rasgos. Un hombre
que luchaba por contener las emociones que sentía a raya. El tío Tim estaba al otro
lado de mamá, el tío Guy y su familia estaban a su lado. El tío Tim era todavía
abogado de defensa, socio ahora en la prestigiosa firma Wainwright Gallagher y
Rembrandt LLP, una de las firmas de abogados superiores en el país. Había
recorrido un largo camino desde sus humildes comienzos. El hombre era
prácticamente una celebridad ahora y sin embargo dejó todo para estar aquí para
mamá, Cam y yo. Igual que el tío Guy, ambos estaban aquí para darle sus últimos
respetos al hombre al que consideraban un hermano.

71
Y justo detrás de todo el mundo estaba la figura solitaria, de pie bajo la lluvia
en su traje verde. Damian.
Mis ojos se movieron hacia la piedra, el lugar de descanso final de un hombre
que había sido todo para mí, que me había dado un fuerte sentido del bien y del mal,
que nunca vaciló en su amor, incluso cuando ese amor era amor duro, y que me había
enseñado con el ejemplo que un hombre verdadero podía llorar. No podía creer que
se hubiera ido, pero nunca lo olvidaría.
—Te quiero, papá.

Me paré en la cocina de mamá mirando todos los platos de la cazuela que


cubrían los mostradores, la gente se movía alrededor. Era tarde y aún la gente
todavía se reunía para recordar y llorar. Quería que se fueran, no quería oír otra
disculpa por mi pérdida. Había conseguido pasar el día concentrándome en lo que
había que hacer. Pero ya estaba hecho y mi familia se había ido a lamentarse a su
manera. Necesitaba hacer eso también.
Comencé a ir a la puerta cuando Damian entró. Volvió a casa tan pronto como
supo de papá. Habían pasado años desde que lo había visto por última vez. Nunca
llegamos a nuestra mañana porque había sido llamado de vuelta. Cinco años habían
transcurrido desde aquella noche, cuatro años después de su carta. Rara vez venía a
casa. Incluso tuve un novio por un tiempo, pero terminó porque mi corazón
72
simplemente no había estado con él. Finalmente había dejado ir a Damian; al menos
dejé ir el sueño de estar con él, de recogerlo donde lo dejamos. E incluso con esa
parte de nosotros, la visión de él todavía traía todos esos recuerdos de vuelta y cómo
por un poco de tiempo había sido mi Shaun Cassidy, Brad Pitt, Zac Efron y Chace
Crawford, todos envueltos en uno. Una vez había querido el felices para siempre con
él y ahora sólo lo quería de vuelta en mi vida de cualquier manera que pudiera
tenerlo. Había sido mi amigo antes de que se volviera el amor de mi vida. Y después
de perder a mi papá, necesitaba a mi amigo de vuelta.
—¿Quieres irte? —preguntó.
—Sí.
Esperó a que me uniera a él, con la mano apoyada en mi espalda para ayudarme
a mover entre la multitud, desviando a los que se acercaban con el ligero giro de sus
enormes hombros. Me colocó el abrigo sobre los hombros antes de caminar hacia su
auto. Tenía maneras impecables, siempre lo había hecho. Me sostuvo la puerta antes
de moverse hacia el lado del conductor y doblarse detrás del volante.
No me preguntó a dónde quería ir. Sólo condujo. Y cuando nos estacionamos
delante de McGinty, el pub irlandés favorito de papá, sentí las lágrimas quemar la
parte de atrás de mis ojos y rodar por mis mejillas.
En el interior ordenó dos tragos del whisky irlandés favorito de papá, y sin decir
una palabra, levantó su trago en honor de papá y se lo bebió. Esto era exactamente
como papá habría querido que la gente lo recordara. No usando negro, comiendo
guisos y susurrando con voces suaves. Habría querido que tomáramos una copa, nos

72
riéramos, bailáramos y nos alegráramos. Para celebrar que había vivido y no llorando
porque se había muerto.
Durante una hora celebramos silenciosamente a mi papá. No estaba de humor
para hablar y pareció entender eso, pero entonces siempre había podido leer mis
estados de ánimo tan fácilmente. Su cabeza giró y esos ojos pálidos encontraron los
míos.
—¿Estás bien?
—Sí. Gracias por esto.
—Fue un buen hombre.
—El mejor.
—¿Estás lista para ir a casa?
—Por favor.
Damian estacionó su auto delante de mi edificio. Había estado a punto de darle
las gracias por el paseo, pero estaba fuera de su auto y caminando alrededor de mí.
Ese gesto trajo incontables recuerdos.
En silencio nos dirigimos a mi apartamento, pero cuando abrí la puerta no
quería que se fuera.
—¿Quieres entrar?
—No debería.
73
Era tarde, estaba muy emotiva y todos esos viejos sentimientos estaban
removiéndose a un anhelo que conocía mejor que sentía. Probablemente era mejor
que termináramos la noche ahora.
—Gracias por la pasada hora. Era exactamente lo que necesitaba.
Estaba tan perfectamente quieto y sin embargo me estudiaba como si tuviera
las respuestas a los secretos del mundo. Era alto, casi dos metros, y con el cuerpo que
tenía ahora era imponente, formidable, y sin embargo todo lo que sentía era
seguridad. Sus ojos eran calientes, las emociones se arremolinaban por sus
profundidades, pero lo que estaba pensando no podía decirlo. Estaba a punto de
volver a mi apartamento cuando sus grandes manos enmarcaron mi rostro. Me
atrapó contra mi espalda, bajó la cabeza y me besó. No fue un beso casto, sino un
beso caliente, exigente y hambriento, un beso que me dobló los dedos de los pies y
debilitó mis rodillas. Me besó como si muriera si no lo hacía, y le devolví el beso
porque había extrañado esto.
Tan pronto como empezó, terminó... se alejó de mí y dio unos pasos atrás.
Esperé la disculpa, una que me hubiera enojado, pero no se disculpó. Sólo me miró,
como si estuviera buscando algo.
De manera abrupta, dijo:
—Ten cuidado, Thea — Se alejó y quise volver a llamarlo, pero no lo hice. Nada
había cambiado; su vida estaba a miles de kilómetros de distancia de la mía. Lo
observé irse, sabiendo que siempre sería al que compararía con cualquier otro
hombre.

73
DAMIAN
Se necesitó un esfuerzo para alejarme, sobre todo cuando cada célula de mi
cuerpo quería tomar su invitación. Quería pasar horas perdiéndome en ella, quería
eliminar el dolor y la angustia que ardían tan intensamente en sus ojos. Quería
amarla lo suficiente como para curar algo del dolor que sentía. En lugar de eso,
caminé ciegamente por las escaleras y salí por la puerta cuando alcancé mi celular y
llamé a Cam.
—¿Dónde nos reunimos?
—En mi casa.
—Estaré allí en diez.
Edward Ahern había sido como un padre para mí y con su ejemplo aprendí que
la familia no era la mierda vil con la que había crecido. Esa familia era sinónimo de
amor y risa y aunque también había dolor, cuando se trataba junto era manejable.
Era el tipo de hombre que quería ser un día. Y había sido el padre de Thea y Cam, su
patriarca. Y se había ido. Tomado de ellos en un abrir y cerrar de ojos. Lo que era
peor, Cam sospechaba que había más en la muerte de Edward. Que no sólo había
sido un acto aleatorio. Y eso significaba que habría problemas potenciales por 74
preparar, problemas que podrían aterrizar a los pies de Thea o de Rosalie... incluso
de Cam.
Me pidió mi ayuda para mantener lo que quedaba de su familia segura y junta.
Ni siquiera lo pensé dos veces. Renunciaría a mi comisión y vendría a casa porque
ellos también eran mi familia.

THEA
Por la mañana, me preocupé cuando regresé a casa. Mamá estaba teniendo un
momento muy difícil y verla destruida era tan duro y lo que era peor era la cantidad
de ayuda consoladora. Me hizo sentir tan impotente.
Me dolía volver a casa, sabiendo que papá no estaba allí y no volvería a estarlo.
Comprendía el dolor de mamá, podía simpatizar con él totalmente. Tan pronto como
abrí la puerta, olí a tocino y seguí mi nariz a la cocina. Mamá estaba parada frente a
la estufa, pero se volvió hacia mí cuando entré.
—Creí oír la puerta. Llegas justo a tiempo. Estoy haciendo el desayuno.
¿Quién era esa persona y dónde estaba mi afligida madre? La puerta trasera se
abrió y Cam y Anton aparecieron.

74
—La madera está apilada. Hola, hermana.
Anton caminó hacia el fregadero, pero se detuvo a besar mi cabeza.
—Buenos días.
—¿Que está pasando aquí?
Mamá dejó de secar el tocino y sólo ofreció dos palabras en respuesta.
—La vida.
—Pero…
—Yo me haré cargo, Rosalie —ofreció Anton y le quitó las pinzas.
Ella caminó hacia mí y tomó mis manos en las suyas.
—Tu padre se fue. Cuarenta años compartí con él y permití que mi dolor me
consumiera. Podía caer en la desesperación y dejar de funcionar, pero los tengo a
todos ustedes y juntos podemos sanar apoyándonos en el otro. El amor no es egoísta,
así que voy a llorar la pérdida de mi marido, pero voy a cocinar el tocino y los huevos
para mis hijos, porque esa es la vida.
—Te quiero.
Mamá me abrazó con fuerza.
—Yo también te quiero.
—El desayuno está listo —dijo Anton.
75
Y así es que desayunamos con dos sillas vacías en nuestra mesa, pero la vida
continuaba y seguiríamos con ella.

DAMIAN
Nunca pensé que encontraría acogedora la visita al viejo barrio, pero lo hacía.
Acabábamos de llegar a 2017. Había pasado mucho tiempo desde que me fui y aun
así todo parecía ser igual. Compré el gimnasio que solía visitar regularmente cuando
era niño. Anton había negociado el trato por mí, diciendo que necesitaba una
propiedad de inversión. Era bueno porque había un apartamento justo encima del
gimnasio. Después de dejar las cosas que había empacado en mi auto en el
apartamento —el camión de mudanza llegaría mañana—, conduje hasta la casa de
Thea. El viaje fue agridulce. Nuestra reunión no sería la que habríamos querido
cuando niños, pero estaba en casa y era a la primera persona que quería ver.
Me detuve al otro lado de la calle de su apartamento. Me tomó un poco de
tiempo trabajar en mi coraje para salir del auto. Había estado en la guerra, había
matado, y sin embargo la idea de ver a la chica que amaba me tenía temblando un
poco. Me tomó más tiempo del que jamás admitiría salir del auto. Antes de cruzar la
calle, la vi bajar por la acera. Fue su cabello lo que vi primero, todavía tan salvaje
como había sido cuando éramos niños. Estaba sonriendo, una sonrisa que conocía

75
de memoria, cómo cambiaba las líneas de su rostro y aclaraba sus ojos porque había
memorizado su foto. Tan atrapado estaba viéndola de nuevo, que me tomó un poco
más darme cuenta que no estaba sola. Un hombre caminó con ella, su sonrisa que
había visto a través de tantos lugares oscuros, una sonrisa que reclamé como mía,
que quería toda para mí, se dirigió a él.
Él le sostuvo la puerta y desaparecieron en su edificio. Había un sinnúmero de
escenarios para explicar lo que acababa de ver, pero verla con otra persona me hacía
sentir homicida... contrario a mí porque había sido yo quien la había dejado. Volví al
auto. Tendríamos nuestra reunión, pero no hoy.

76

76
En el presente
a ciencia del actuario es un campo fascinante y uno que ha
ayudado a guiar las decisiones en mi vida profesional y personal.
Todo lo que hacemos tiene impacto, el desafío es encontrar el equilibrio entre la
acción y el riesgo. Por ejemplo, esa es tu tercera copa de vino, lo que inhibe tus
sentidos y aumenta tu riesgo de lesión. —Me sonrió con hoyuelos—. Lo bueno para
ti es que estoy aquí para llevarte a tu casa.
Si no tuviera hoyuelos, podría haberle apuñalado el corazón con mi cuchillo de
carne. Podía evaluar el riesgo de su muerte con esa acción. Me habían presentado a
Derrick Glass, mi cita de riesgo, Kimber y yo lo veíamos hacer una broma sobre mí
con este montaje, pero Ryder había alentado la fiesta también.
Derrick y yo tomamos unas copas la otra noche y en su primera impresión tuvo
un factor de curvarme el dedo del pie. Un cabello rubio arenoso cortado alrededor
de su hermoso rostro, una alta y musculosa vestimenta de sastre, y tenía esos
hoyuelos. Las bebidas duraron unas horas y sí que tendía a hablar mucho de su línea
de trabajo, y el seguro era un tema muy seco, pero era tan lindo que no me importó. 77
Habíamos decidido probar la cena y tal vez fue porque pasamos por aquella
incómoda etapa de presentación, pero había algo sobre Derrick Glass en lo que no
podía poner el dedo. Bajo sus maneras impecables y su elegante vestir, sospechaba
que había algo más oscuro. Papá siempre había dicho que tenía una extraña
habilidad para leer a la gente. Instinto intestinal, igual que él.
También descubrí esta noche que no se asustaba de ofrecer su opinión, pero no
se sentía como una opinión. Se sentía como una orden agradablemente emitida.
La camarera llegó con la bandeja de postre.
—No nos interesa el postre. —Derrick ni siquiera me había preguntado si quería
postre.
—Quiero postre. —Tal vez debí gritar eso.
—¿Postre después de tres vasos de vino? Tienes treinta y un años, pero nunca
eres demasiado joven para empezar a pensar en la diabetes y otras enfermedades
relacionadas con el peso.
Mi mandíbula cayó y supe cómo se veía porque la mandíbula de la camarera
cayó también. Tenía treinta y uno, medía uno sesenta y cinco y pesaba sesenta kilos.
Todavía tenía el metabolismo de una adolescente. Comía lo que quería y estaba bien.
Nunca me ejercitaba porque me parecía que era demasiado trabajo. ¿Me saldría con
la mía mis hábitos alimenticios por siempre? No, pero mientras tuviera este súper
poder de comer lo que quisiera y no poner un kilo extra en mí planeaba disfrutarlo.

77
—Es muy amable de tu parte recordármelo, Derrick, y todavía quiero postre.
Incluso podría tener dos.
La camarera giró la cabeza para esconder su risita antes de decir:
—Puedo sugerir el pastel de lava de chocolate y la tarta de coco. Ambos son
decadentes.
—Perfecto.
Mis ojos atraparon a Derrick y volví a mirar. Quería ponerme sobre su rodilla.
En realidad, puso la mano en un puño y sonreí. Podríamos decir que es un
controlador monstruoso. Muy guapo o no, no habría una tercera cita para nosotros,
así que yo, la del “riesgo de diabetes por alcohólica” dejó de intentarlo.
Nos separamos justo fuera del restaurante porque ninguno de nosotros estaba
interesado en fingir más. Y me había comprado un vestido nuevo para esta cita. Era
un vestido fabuloso, sin hombros, con mangas de campana y corto, que apenas
llegaba a mis muslos. Comencé a ir por la calle, prefiriendo el aire fresco de la noche
a un taxi, y saqué mi teléfono para llamar a Kimber.
—¿Cómo estuvo tu cita?
—Pasó la mayor parte de la noche discutiendo ciencia de actuario y luego me
señaló, después de que ordené mi tercera copa de vino, que debería ser consciente
de la diabetes. ¿Por qué diablos pensaste que conectaría con él?
—Es tenso, pero tenía la sensación de que había algo más bajo ese nerd
reservado. 78

—Ahí está. El hombre es un monstruo del control.


Eso despertó su interés.
—¿Cómo?
—Digamos que creo que definitivamente tiene un lado desafiante.
—Oh, ahora estoy intrigada.
Exhalé una carcajada.
—Tú sal con él.
—Podría hacerlo.
—Me debes una copa.
—Estamos en Silver City ahora, ven y únete a nosotros.
—Será mejor que haya un Martini seco con tres aceitunas esperando.
—Es lo menos que puedo hacer.
—Puedes decirlo de nuevo.

—Sí, puedo agregar eso. ¿Cuándo necesitas esto? —Había estado trabajando
con este autor por cerca de un mes en su marca, pero finalmente lo había logrado.

78
—En una semana, si es posible.
—Absolutamente. ¿Y lo quieres tanto en blanco y negro como en color?
—Por favor. Me encanta, Thea. No podría ser más perfecto.
—Estoy feliz de que te guste. Te lo traeré mañana.
Dejando caer mi teléfono, estudié la marca y realmente era impresionante.
Después de esa primera solicitud de una portada de libro había encontrado mi lugar.
Me encantaba mi trabajo, me encantaba trabajar con un cliente y capturar su visión
a través del diseño. Y, sobre todo, me encantaba poder trabajar desde casa. Mi
apartamento era el mismo de un dormitorio en Chelsea que había compartido con
Kimber. Estaba cerca de su trabajo, un trabajo de mercadeo en el centro de la ciudad.
Me quedaba porque adoraba mi edificio y a mis vecinos, incluso siendo la más joven
por unas pocas décadas.
Una noticia llamó mi atención. Busqué el mando a distancia para subirle.
—Los oficiales están pidiendo una investigación. Esta no es la primera vez que
la evidencia desaparece del cerrado recinto. Les traeremos más a medida que se
desarrolle la investigación.
Ese era el recinto de Cam, también el de papá. La manipulación de pruebas era
una acusación seria. Cam no lo había mencionado, pero no lo había visto en unas
pocas semanas. Había tomado la prueba de detective y había pasado con gran éxito.
Papá no había estado vivo para verlo, pero sabía que estaba cuidándonos y sonriendo
por lo mucho que su hijo era como él. 79
Terminé de escribir mis notas sobre los cambios en la marca antes de ir a la
cocina a tomar una taza de café, pero también tenía hambre y Cup of Joe estaba justo
frente a la calle. Cuando llegué, estaba lleno. Era cerca de la hora del almuerzo, así
que no me sorprendió. Ryder había estado cocinando algo pecaminoso, el delicioso
olor a pasteles mantecosos tuvo a mi estómago gruñendo. No me había movido
mucho en la línea cuando vi a Derrick Glass. Inmediatamente escruté el lugar por las
rutas de escape. Estaba midiendo lo bien que podía deslizarme entre dos mesas
contra la pared del fondo antes de mover rápidamente mis manos y rodillas a la
puerta cuando noté que Derrick caminaba hacia mí. Atrapada. Me sorprendió que se
acercara con la forma en que nuestra cita terminó a menos que se estuviera
preparando para distribuir más retórica sobre mi inminente diabetes y alcoholismo.
—Thea. ¿Cómo estás?
Traté de leer cualquier significado oculto en esas palabras como sientes falta
de aliento, dolores en el pecho o dolores en los brazos, pero parecía que no me estaba
diagnosticando, simplemente estaba siendo amable.
—Derrick. Hola. Estoy bien. Sólo conseguía un almuerzo para llevar a casa
mientras trabajo. —Sí, comentario sutil que no me quedaba, a pesar de que tenía la
intención de quedarme, pero no si significaba que tuviera que compartir otra comida
con él. Probablemente sacaría su calculadora para poder determinar numérica y
empíricamente el acortamiento de mi vida debido a un croissant.
—Quería disculparme por la otra noche. No estaba en mi mejor momento.

79
Un comentario sarcástico estaba en mi lengua, pero tuve que tragármelo. Se
dio cuenta cuando sonrió mostrando esos malditos hoyuelos.
—¿Viniste aquí para verme?
—Mencionaste cuánto te encantaba este lugar, así que me arriesgué a que
estuvieras aquí.
No estaba segura de qué decir, pero no tuve que responder porque continuó.
—Por cierto, te veías hermosa. Debería haberte dicho eso, pero me sentí un
poco desbalanceado, de ahí la incesante charla sobre la ciencia del actuario.
Lo hacía sentir desequilibrado. No pensé que alguna vez podría hacer que
alguien se sintiera desequilibrado, por lo menos no en mucho tiempo.
—¿Puedo ser honesto contigo? —preguntó.
—Parece que ya lo estás siendo.
Sonrió, esta vez para que sus perfectos dientes rectos y blancos aparecieran.
—Creo que eres adorable, pero esperaba que Kimber llegara...
Quería a Kimber, la mayoría de los chicos lo hacía. Divertido, no había querido
verlo de nuevo y ahora que estaba siendo encantador, estaba interesado en mi amiga.
Algunas personas caminaban en la luz. Yo no era una de ellas.
—Pregúntale, no, mejor aún, dile que salga a cenar contigo.
Su ceja se elevó ligeramente. 80
—¿En serio?
—Sí.
—¿Y estarías bien con eso?
—Fue sólo una cena. No me diste un anillo, no declaramos nuestro amor eterno,
y francamente puedo verlos juntos más que a nosotros dos.
Esta vez hubo algo malo en la forma en que sonrió.
—Creo que aceptaré tu sugerencia. Siento mucho lo de la otra noche.
—En el fondo, me dejaste pensando en una manera más responsable sobre mis
hábitos alimenticios.
—Disparates. No hay nada malo en ellos —dijo, mientras me miraba de pies a
cabeza—. Y seguro que puedes comer dos postres.
Un hombre diferente de con el que cené. Encantador incluso.
—Buena suerte con Kimber. Creo que encontrarás que es más adecuada que
nosotros. A pesar de que es gran fan de los dulces también, así que es posible que
desees retener tu... —Agité mi mano ya que no estaba muy segura de cómo decir su
dura opinión sobre los postres ya que no lo compartía.
—Debería haber tenido cuatro postres, dos para llevar a casa. Eres una hermosa
mujer y fui un trasero irreflexivo.
—Al menos ahora lo ves.

80
Rió en alto y luego presionó un beso en mi mejilla.
—Te veré por allí, Thea.
—Hasta luego.
Lo miré mientras salía y supe que debía darle a Kimber un aviso de que le
llamaría, pero no lo hice. Me dirigí al mostrador. Ryder me estaba sonriendo.
— ¿A qué se debió todo eso?
—A Kimber.
—Oh. Oh...
—Sí, me estaba diciendo que va a cenar con ella.
—¿Y no vas a advertirle que la llamará?
—No. La devolución es una perra.
—Palabras más verdaderas. ¿Qué puedo conseguirte?
—La cosa con más calorías que tengas.

Miré las palabras del papel. Había pensado brevemente que debía detener las
cartas, pero seguía siendo la primera persona con la que quería compartir mi día.
Cada momento feliz y cada angustia, era Damian a quien quería contárselo.
81

Querido Damian,
Anton me llevó a un elegante restaurante francés e insistió en que probara el
caracol. No dejes que Anton te convenza de intentarlo alguna vez. Estuvieron
horribles. Ni siquiera la salsa de ajo cortó el sabor. Me llevó a nuestra pizzería
favorita después como disculpa. Nos dieron pizza con pepperoni y champiñones, tu
favorita.
Mamá ha estado amenazando con teñir su cabello a esa apariencia ombré 1.
Está pensando en rubio y azul. Estoy haciendo todo lo posible para hablar con ella,
pero está teniendo una crisis de mediana edad. Supongo que para una crisis de
mediana edad, eso no es tan malo. Si fuera yo, compraría un auto deportivo... algo
sexy y rápido.
Tuve un sueño la otra noche. Golpeabas a mi puerta, tomabas mi mano tan
pronto como la abría y deslizabas un anillo en mi dedo. Fue uno de esos sueños en
que lo sentí tan real que cuando me desperté lloré cuando me di cuenta que sólo lo
había imaginado. Cada vez que veo una película de miedo, pienso en ti. Cada vez
que como pastel de nuez, pienso en ti. Cuando los primeros brotes de hierba
primaveral rompen la tierra, pienso en ti. Te extraño todos los días. Ruego por tu

1
Ombré: Es la combinación gradual de un matiz de color con otro, generalmente se mueven los
matices y tonos de claro a oscuro.

81
seguridad cada noche. Espero que hayas encontrado lo que estabas buscando.
Espero que seas feliz.
Éramos jóvenes, pero todavía espero que algún día vuelvas a casa... a mí.
Deseo eso todos los días también. Probablemente no debería. Debería dejarte ir
como me lo pediste, como hiciste tú, pero fuiste más que mi primer amor. Nunca
amaré a nadie como te amo a ti. He llegado a aceptar eso, así que cuál es el daño
en desear el feliz contigo para siempre.
Cuídate. Te amo.
Con amor siempre,
Thea

—Gracias por acompañarme a almorzar. —El tío Tim y yo estábamos comiendo


en un bistro en el centro de la ciudad. Me encantaba que todavía fuera cercana a él.
Realmente había aumentado después de que papá murió, se hizo más disponible
para mamá, para Cam y para mí, incluso sabiendo que tenía un horario loco. No era
sólo un célebre abogado de defensa con calificación absoluta que rayaba en lo
mágico, sino que también era asambleísta del estado que tenía sus ojos fijos en el
senado. Debido a su horario agitado, no almorzábamos tan a menudo como a
cualquiera de nosotros nos hubiera gustado, pero era genial que todavía pudiéramos
hacerlo ocasionalmente. 82
—¿Qué tal el trabajo? ¿Sigues trabajando en tu apartamento?
—Lo hago. Tengo bastantes clientes regulares, en su mayoría autores, y estoy
ocupada sin parar.
—¿Y sigues prosperando en el trabajo?
—No en la dirección que pensé que tomaría cuando comencé la universidad,
pero me encanta. ¿Qué pasa contigo? Ese caso en las noticias es bastante intenso. —
Cathy McKay era una madre de tres que fue encontrada muerta en el callejón detrás
de la cafetería donde trabajaba. La policía tenía un testigo presencial, capturado en
flagrancia y tenía pruebas que lo ponían en la escena. Se creyó por todos que sería
un caso duro y sólido para el juicio, pero el tío Tim había perforado con éxito agujeros
en sus teorías y en su evidencia. Tanto es así que la gente ahora estaba tirando
alrededor de la palabra absolución.
—Odio casos como ese, pero juré defender la ley y cuando las libertades civiles
están siendo pisoteadas por el cuello, y eso no puede suceder. No me hace popular,
pero estoy haciéndole un bien a mi cliente.
Recordé que papá solía decir lo mismo del tío Tim. Busqué su mano.
—Papá, incluso siendo policía, entendía la importancia de lo que hacías. Tu
cliente tiene mucha suerte de tenerte.
—Entonces hablemos de Cam. ¿Qué está haciendo?
—Buena pregunta. Desde que murió papá, se entierra en el trabajo.

82
—Como un mecanismo de respuesta lo entiendo, pero han pasado más de dos
años.
—Lo sé.
—¿Sabes en qué está trabajando?
—No. Nos mantiene a mamá y a mí en la oscuridad, por nuestro propio bien,
pero lo extraño. No viene tanto como debería.
—Trataré de hablar con él.
—Realmente lo apreciaría. Sé que le encanta el trabajo, sólo espero que no se
esconda detrás de él.
—Es un tipo inteligente, pero tendré una palabra con él.
—Gracias.
Fuimos sacados de nuestra conversación cuando un hombre se acercó a nuestra
mesa. Tomó un minuto colocar su rostro, pero no fue difícil porque el caso de su hija
estaba siendo comido en los medios de comunicación. Chris McKay. El tío Tim se
paró en cuanto lo vio.
—No deberías estar aquí.
—¿Cómo duermes en la noche?
—Chris, no me hagas llamar a la policía.
—Ella está muerta. Tu cliente lo hizo y sin embargo pasas día tras día lavando 83
el cerebro del jurado de que es inocente.
Sus ojos se abrieron sobre mí, un escalofrío se formó porque parecía un poco
loco.
—¿Tu hija?
El tío Tim se puso frente a él para ocultarme de su vista.
—¿Y si hubiera sido ella? ¿Estarías tan ansioso de liberar a la que la mató? ¿Qué
dejó huérfanos a sus hijos?
—Vete ahora. —Nunca había oído al tío Tim sonar tan furioso. Llegó a su
teléfono justo cuando el gerente del restaurante se acercaba.
— ¿Hay algún problema, señor Gallagher?
—No. El señor McKay ya se iba.
—Espero que nunca experimentes la devastación. —Esas fueron sus palabras
de despedida antes de que fuera escoltado fuera del restaurante. El tío Tim miró a
nuestros comensales ofreciéndoles una disculpa no verbal antes de acomodarse en
su silla.
—Lamento eso.
—¿Hizo eso antes?
—Unas pocas veces. Está afligido. Lo entiendo. Necesita a alguien a quién
culpar y ahora mismo soy yo. Pasa todo el tiempo.

83
—Lo siento.
—Todo es parte del trabajo.
La camarera regresó; parecía un poco nerviosa. Se podía decir que el gerente la
había enviado.
—¿Les gustaría un postre? Va por la casa.
Y al intentar sacudirnos esa fea escena, el tío Tim y yo dijimos al mismo tiempo:
—Absolutamente.

Dejé al tío Tim y fui a casa. En el camino, vi a un par delante de mí en la calle.


Caminaban de la mano y cuando llegaron a su destino, él le sostuvo la puerta. Ella lo
miró y sonrió mientras lo precedía a la tienda. La vista me golpeó justo en el centro
de mi pecho, mientras un malvado caso de déjà vù me atravesaba. Eran los pequeños
recordatorios de Damian, los que se me escapaban de la nada lo que era más difícil.
Lo extrañaba, cada maldito día.

Estaba en mi viejo barrio, pasando a saludar a mamá. Había estado pensando


en esa escena en el restaurante con el tío Tim. Lo había manejado como un hombre
que le había pasado antes, pero tener que enfrentar a las familias de las víctimas 84
tenía que ser duro. Y pensar en el tío Tim hizo que papá se metiera en mis
pensamientos. Cuando me sentía melancólica por haberlo perdido, me gustaba
volver al Bronx, a mi casa de la infancia, porque había un montón de recuerdos
realmente grandiosos. Acababa de llegar a los escalones del frente cuando escuché a
mi mamá gritar. Subí los escalones y empujé la puerta, pero la vista que me saludó
tomó un segundo o dos para entenderla. Mi mamá estaba en un par de deliciosos
pantalones de chándal, su trasero en el aire y un hombre muy sexy, joven estaba
parado sobre ella.
—¿Qué diablos está pasando aquí?
Mamá se levantó y me miró por encima del hombro.
—Clases de yoga.
—¿Yoga? ¿Tú?
Mamá tocó el brazo del joven. Para ser exactos en el relato, lo acarició como si
fuera un gato.
—Ya vuelvo. Hagamos un pequeño descanso.
—Claro, Rosalie.
Ella le dirigió una sonrisa antes de pasar delante de mí, tomó mi mano y tiró de
mí a la cocina.
—¿Yoga? ¿Quién eres y qué hiciste con mi madre?

84
Caminó hasta el plato de rosquillas en el mostrador y empujó la mitad de una
en su boca.
—Estás teniendo lecciones de yoga, pero en los descansos empujas tu rostro en
una dona. ¿Perdiste la cabeza? Ocurrió ¿no? Dios mío, nada como ver en qué me
convertiré en treinta años.
—Oh deja de ser tan dramática. Estoy comiendo esta dona porque me encantan
las donas, y el yoga “perro hacia abajo” puede apestar.
Eso sonaba más a mi mamá. Tenía mis hábitos de ejercicio de ella, pero
teniendo en cuenta que seguía siendo de la misma talla que cuando se casó con mi
padre hace más de cuarenta años... cualquier pacto que hizo con Satanás esperaba
que se extendiera a mí también.
—Entonces, ¿quién es el señor atractivo y sudoroso?
—Es adorable, ¿no? Ni siquiera necesita hacer yoga. Sólo puede sentarse en el
sofá para poder mirarlo. Me encontré con él en el mercado; como literalmente, no
estaba mirando y nuestros autos casi chocan en el estacionamiento. Llegamos a
hablar y mencionó que era instructor de yoga.
—Lo siento, ¿Trajiste a casa al hombre que casi te chocó?
—Sí, es encantador. Primero comprobé sus referencias.
—Ni siquiera sé qué decir. Hablando de tirar la precaución al viento.
—Cam lo aprobó. 85
—¿Cam lo vio?
—Sí, no estoy loca.
—Recogiste a un hombre que tiene menos de la mitad de tu edad en la tienda
de comestibles, después de que casi se estrelló en tu auto, y al que tu hijo policía le
hizo una revisión de antecedentes antes de aceptar que te enseñara el arte del yoga
en la privacidad de tu propia casa. Sí, creo que el jurado todavía está fuera de control.
Me dio la mirada de mamá, la que solía darme miedo y ahora sólo me hacía
reprimir una risa.
—Así que te dio su tarjeta y lo llamaste porque cuando tu instructor se ve como
él, el yoga no puede ser tan malo.
—Exactamente.
—¿Y va a domicilio?
—Aparentemente.
Eso era inusual pero efectivo. Si pudiera conseguir un atractivo como ese que
fuera a mi casa, podría tomar yoga también. Probablemente no.
Mamá sacó una silla y se dejó caer en ella.
—La verdad es que quise a tu padre, pero se fue y aunque lo echo de menos
todos los días, estaría muy enojado si supiera que no estaba absorbiendo todo lo que
pudiera de la vida.

85
—Lo haría, he estado diciéndote eso.
—Lo has hecho. Así que estoy encontrando diversión. El yoga no es divertido,
pero pantalones calientes están ayudando a mantenerme en forma.
—Realmente espero que ese no sea código para otra cosa.
Me dio una palmada en el brazo.
—Saca tu mente del desagüe.
—Te das cuenta de que estás objetivando a tu instructor de yoga.
—Sí. ¿Y qué?
—Vine a visitarte, pero no quiero interrumpir tu lección.
Mamá me dio una mirada que sabía que daba a menudo a mis amigos. Era
desconcertante cuando te dabas cuenta de que era más como tu mamá de lo que
jamás pensaste o quisiste.
—Deberíamos cenar fuera, algo divertido y frívolo. Invita a las chicas.
A mamá le gustaban Kimber y Ryder como a sus hijas.
—Arreglaré algo. —Alcancé una dona y salí de la cocina—. Está esperando por
ti.
Mamá observó el plato de donas.
—No pasarás otra por tu garganta en el tiempo que toma caminar de nuevo a la
sala de estar. Y tienes polvo... —le señalé mi barbilla—...aquí. 86
Se veía seriamente enojada por la idea de que no podría tener otra dona y podía
relacionarme porque me sentiría de la misma manera. Había consuelo en el
conocimiento de que, si tenía diabetes, era culpa de mi mamá.
—Te llamaré para la cena.
—¿Has oído de Cam? —No estaba bromeando ahora. El tío Tim estaba en lo
cierto, la manera de Cam de lidiar con la muerte de papá era enterrarse en un caso
de trabajo tras otro para perseguir a los malos. Me asustaba muchísimo porque iba
tras algunos tipos muy malos, pero estaba ayudándolo a sanar. Lo malo es que había
una parte de su vida que mamá y yo nos perdíamos. Eso era difícil porque no
podíamos ir a verlo y no venía con tanta frecuencia como solía. Nos estábamos
adaptando, pero en secreto esperaba que lo sacara de su sistema y se enfriara.
—No. ¿Por qué no lo llamas?
—Odio molestarlo. Sé lo ocupado que está.
—Nunca está demasiado ocupado para una llamada telefónica.
—Sí. Sería bueno que me llamara de vez en cuando.
Y ahí estaba el corazón de ello. No era intencional, pero llamaría a Cam y le
recordaría que llamara a casa.
—Almorcé con el tío Tim el otro día.
—Oh, ¿cómo estuvo eso?

86
—Estupendo hasta que Chris McKay se acercó a nuestra mesa.
— ¿Quién es ese?
—El padre de la mujer que supuestamente mató su cliente.
Su rostro se puso blanco.
—¿En realidad enfrentó a Tim?
—Sí. El tío Tim dijo que sucede todo el tiempo con las familias de las víctimas.
—Eso es horrible, para los dos. Entiendo que es el trabajo de Tim, pero el
hombre perdió a su hija.
—Él lo manejó, pero me hizo pensar en papá.
Mamá siempre tenía la más dulce sonrisa cuando pensaba en papá.
—Habría sido un terrible abogado de defensa. Le importaban demasiado las
víctimas. Siempre bromeaba con Tim, decía que usaba magia negra lo que le hacía
ganar casos como esos.
Recordé sus innumerables peleas de buen humor sobre el tema.
—Eran mejores amigos, pero a menudo estaban en los lados opuestos de los
casos y tu padre tenía un punto. Tim ganaba casos el noventa y nueve por ciento del
tiempo que otros abogados perdían. Realmente es así de bueno, pero eso significa
que más que los inocentes están siendo puestos en libertad. Eso siempre molestó a
tu padre.
87
—Me molesta también. —Me incliné y besé a mamá en la mejilla—. Te dejaré
volver a tu ejercicio. Llamaré por la cena.
—Gracias por pasar a visitarme.
—Podría estar tentada a venir más a menudo si él va a estar aquí. No hago yoga,
pero puedo acostarme en el sofá y verlos a los dos.
—Fuera. Fuera de mi casa, niña.
—Adiós, mamá. —Llegué a la puerta principal y le dije al Sr. Atractivo y Sexy—
. Ella acaba de comerse una dona.
Cerré la puerta a la respuesta bastante vocal de mi madre.

87
am había estado en mi mente desde mi visita a mamá desde el otro día, así
que lo llamé. No importaba lo ocupado que estuviera, siempre se aseguré
de que mamá y yo tuviéramos los números más exactos en caso de que tuviéramos
que llegar a él.
—Hola, Thea. ¿Qué pasa?
—Le debes una llamada a mamá.
Oí su exhalación por la línea.
—Maldita sea. Se la debo. He estado muy ocupado.
—Sí, ¿haciendo qué?
—Jugando con unos cuantos casos.
—Como papá.
Escuché el amor en su respuesta.
—Sí, como papá.
—¿Estás bien? 88
—Sí. ¿Y tú?
—Tan bien como la lluvia.
También se rió con el recuerdo.
—Llama a mamá.
—Lo haré. Hasta luego.
—Hasta luego.
Colgué y decidí tomarme el resto del día libre porque hablar con Cam me hacía
pensar en Anton y era cerca del almuerzo para poder alimentarme.
Opal era uno de los clubes más elegantes de la ciudad, ofreciendo no sólo
entretenimiento por la noche, sino un restaurante de cinco estrellas que estaba
abierto para el almuerzo y la cena. El lugar estaba siempre lleno, pero nunca tenía
que esperar en línea, los beneficios de conocer el propietario. Su interior era un lugar
para ver y ser visto por algunas de las personas más bellas que verías en la vida real.
Siempre me sentía un poco incómoda, como una margarita en un invernadero de
rosas.
No fue difícil localizar al hombre en cuestión; todo lo que tenía que hacer era
ver la reacción de las mujeres en la multitud. Su presencia siempre causaba revuelo.
Como era el caso cuando veía los cuellos de las mujeres retorcerse... el hombre estaba
en movimiento. En los años pasados, nunca lo vi en nada más que traje, algo italiano
y ridículamente caro. Su cabello castaño nunca estaba fuera de lugar, su sonrisa era

88
siempre un poco perversa y caminaba como si no tuviera nada que temer. Y no lo
tenía. Anton Scalene era un hombre peligroso. Caminó por el club y las cabezas se
volvieron, atraídas por la curva sexy de sus labios, la fanfarronada en su paso y la
musculosa estructura escondida bajo la ropa a medida. Era un depredador, pero muy
bueno, atrayendo a las mujeres con su sonrisa fácil y su naturaleza afable.
Me vio por la sonrisa que tocó sus labios y como era su manera, se estiró a mis
manos y las llevó a sus labios.
—Thea, qué sorpresa tan maravillosa.
—Hola, Anton.
Me pasó la mano por el brazo.
—¿Que te trae por aquí?
—Mamá toma yoga.
Eso me ganó no sólo su rostro, sino también una mirada desconcertada.
—Rosalie está haciendo ejercicio.
—Lo sé. Es difícil de creer, pero sólo está en eso por el caramelo para el ojo.
Se rió entre dientes:
—Eso tiene más sentido.
—De todos modos, acabo de charlar con Cam y me di cuenta de que no te he
visto en unas pocas semanas. Así que aquí estoy. 89
—Y también a la hora del almuerzo.
Me conocía muy bien.
—Ahora que lo mencionas, tengo hambre. Este lugar es increíble, por cierto.
Anton miró a su alrededor, pero a diferencia de mí lo estaba estudiando con ojo
crítico.
—Llegaremos allí. —Sus ojos oscuros volvieron a mí—. Cené en Clover anoche.
—Oh, Dios mío, ¿estuvo delicioso? Oí que el nuevo pastelero es increíble.
—Increíble no es la palabra. Tendré que llevarte.
—La lista de espera es una locura.
—Conozco al dueño.
—¿De verdad? ¿Conoces a Trace Montgomery? —Sólo conocía a Trace
Montgomery porque Kimber me arrastró a una clase de cocina en su escuela. No
estaba interesada en cocinar, quería mirar a Trace y después de verlo, entendí por
qué.
—De cualquier manera, mientras me entregaba a una comida verdaderamente
espectacular, tuve un deseo casi abrumador por la cazuela de hamburguesa con
queso de tu mamá.
—Olvidé esa cazuela. Tendré que conseguir que la haga para nuestra próxima
cena.

89
—Quizá haga suficiente para llevarme a casa una bolsa para perro.
No pude evitar la sonrisa. El hombre llevaba decenas de miles de dólares en
ropa y joyas y, sin embargo, quería la cazuela frugal pero sabrosa de mamá.
Se vio pensativo por un momento antes de añadir:
—Damian renunció a su comisión. Está en casa.
Esa noticia llegó como una completa sorpresa, pero justo después de la sorpresa
fue la emoción y la anticipación. Damian finalmente estaba en casa.
—¿Qué? ¿Cuándo?
Una expresión extraña pasó por su expresión antes de añadir:
—Renunció hace unos dos años. Ahora trabaja en el sector privado.
Me di cuenta de que ambos nos habíamos movido, pero ¿no me contactó en dos
años? Mi entusiasmo recibió un golpe, pero todavía le pregunté:
—¿Haciendo qué?
—Encabeza un equipo, una especie de equipo de seguridad que dirige
operaciones cuando es imposible enviar a rehenes en recuperación militar o
secuestros basados en política. Ese tipo de cosas.
Así que ya no estaba con los militares, pero seguía haciendo el mismo tipo de
trabajo. Eso explicaba por qué seguía distanciado.
—Dijiste que estaba en casa, por lo que está radicado en Estados Unidos. 90
—Su equipo terminó y hasta hace poco estuvo en el extranjero, pero Damian se
mudó a la sede aquí. Está temporalmente en un gimnasio que posee en el Bronx.
Así que no sólo estaba en los Estados, estaba de vuelta en el barrio. Eso dolía.
—¿Cuánto tiempo lleva en casa?
Hubo otra vez esa mirada antes de decir:
—Un mes.
Un mes, cuatro semanas había estado en casa y nunca se acercó a mí. Hubo un
tiempo en que me habría devastado estar fuera de su circuito cuando se trataba de
Damian. ¿Con quién diablos estaba bromeando? Me dolía tanto que estuviera en
casa y nunca me hubiera llamado... porque todavía llevaba la antorcha, pero mucho
había sucedido en los años que nos separaban. Ya no éramos las mismas personas.
E incluso el razonamiento de eso conmigo misma hacía poco para aliviar el dolor en
mi pecho.
—¿Por qué estoy escuchando eso ahora?
—¿Damian no te dijo que estaba en casa?
—No.
—Qué...
Al menos no era la única confundida por el comportamiento de Damian. No me
detuve, no tenía sentido, y moví la conversación.

90
—Un gimnasio no suena como lo de Damian.
—Está en el circuito MMA2, por lo que tiene peleas todas las noches.
—Eso tiene más sentido.
—Lo animé a comprar el lugar hace unos años como una propiedad de
inversión. Tiene un gerente encargado, así que es un trabajo mínimo para él, pero sí
le da un ingreso estable.
—Estoy feliz de que esté en casa.
El silencio siguió por un segundo o dos.
—Lamento no haberte dicho que estaba en casa.
—Eso está en él, no en ti.
Anton no insistió.
—Vamos a almorzar.
—Me gustaría eso.
Anton tocó la parte más baja de mi espalda mientras nos movíamos a través de
los cuerpos a su mesa privada.
—The Angel Network Fundraiser es el viernes.
Era una obra de caridad que había sino cercana y querida de papá. Cada año él
y mamá organizaban el evento, pero ahora era demasiado difícil para ella. El tío Guy
y su esposa Cherie se apoderaron de ella. 91
—Lo sé. No he ido desde...
—Es difícil para todos, pero fui todos los años para que la familia estuviera
representada.
Me calentó el corazón saber que pensaba en nosotros así, porque estaba
absolutamente pensado como familia por mamá, Cam y yo.
—Eres un buen hombre, Anton.
—Sólo con los que importan.
—Me gustaría unirme a ti este año.
—¿Lo harías?
—Has estado cuidando el fuerte por mucho tiempo.
Hubo comprensión y amor en la sonrisa que me ofreció en respuesta.
—Te recogeré a las siete.

Esa noche no pude dormir; Me quedé en la cama mirando mi techo. Damian


Tate estaba en casa. Había estado ahí durante cuatro semanas sin llamar. Me dolía
que estuviera en casa y nunca me contactara. Tal vez sólo se había mantenido en

2 MMA: Artes Marciales Mixtas

91
contacto con Anton. Había estado fuera mucho tiempo y tenía un negocio que estaba
montando, uno con el que Anton estaba claramente ayudándole. Tal vez la cosa no
era personal. Tenía que creer eso porque a pesar de nuestro estatus de relación, era
familia.
Había meditado su beso la noche del memorial a papá y por qué lo había hecho
durante mucho tiempo después y luego dejé que fuera lo que era, un momento
perfecto.
Sería un ajuste tener a Damian en casa. No éramos los niños que habíamos sido,
pero todavía poseía un pedazo de mi corazón. Todavía tenía el sueño a veces de
nosotros juntos, pero era sólo eso, un sueño, porque si todavía sintiera lo que yo,
habría llamado o me habría visitado en la semana de las cuatro que había estado en
casa. Sin embargo, había vuelto a tener humor; había aprendido la belleza del humor
después de perder a papá y el dolor debilitante que siguió se había aliviado. El poder
de una risa, el hallazgo de la apreciación en cosas que a menudo damos por sentadas.
No me centraría en lo que no podía tener con él, sino en lo que sí tenía con él.
Teníamos una historia y había amor allí también, y no era un mal comienzo para
encontrar nuestro camino de regreso como amigos.
Mi celular sonó, lo que me hizo mirar el reloj. Era muy tarde para una llamada.
Era un número desconocido y pensé en dejarla entrar en el buzón de voz, pero me
molestó lo suficiente para darle a la persona que llamaba un pedazo de mi mente.
—¡Qué!
Sin respuesta y sin embargo la línea estaba abierta. Era tarde así que me asusté. 92
En vez de despotricar como quería, colgué y bloqueé el número.

Exactamente a las siete del viernes, Anton llegó y media hora más tarde nos
estacionamos frente a la Biblioteca Pública de Nueva York donde la recaudación de
fondos de caridad se celebraba cada año, provocando un dolor en mi pecho
recordando a papá. Silas, el chofer de Anton, me ayudó a salir del auto antes de que
Anton me pasara la mano por el brazo. Empezamos a subir los peldaños hasta donde
el tío Guy y su esposa Cherie esperaban. El tío Guy era detective ahora, consiguió su
escudo el año pasado alrededor del mismo tiempo que Cam. Papá habría estado tan
orgulloso.
—Thea. —Cherie me abrazó, sin dar un beso al aire en mi mejilla como los otros
en la multitud estaban haciendo.
El tío Guy se acercó a su abrazo antes de que su atención se volviera hacia
Anton, su sonrisa nunca se desvaneció. Anton era familia. Al principio, había sido
incómodo, por lo menos, con Anton siendo quien era y una familia de policías, pero
la mayoría de los negocios de Anton ahora eran respetables. No era que fuera un
ciudadano modelo, pero sabía cómo jugar realmente bien y nos tenía, a su familia,
para evitar que fuera demasiado lejos del lado equivocado.
—Anton, qué bueno verte.
—Y a ti.

92
Caminamos hacia adentro, donde la gente formalmente vestida se movía
alrededor. Anton se volvió hacia mí.
—Voy a traer unas copas. ¿Las damas quieren champán?
—Sí, por favor.
—Iré contigo —le ofreció el tío Guy mientras los dos se dirigían al bar.
—Ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo están todos, cómo está Trevor? —pregunté.
—Trevor y Sara tendrán a su primer bebé.
—Por Dios. De ninguna manera. Recuerdo cuando no podía atarse los zapatos.
Felicitaciones. ¿Qué está haciendo él ahora?
—Está trabajando en Wall Street. —Se inclinó un poco—. Entre tú y yo, estoy
tan contenta de que no siguió los pasos de su padre. Preocuparme por Guy es
bastante malo, no podría imaginarme preocupándome por Trevor también.
—Escuché eso.
—¿Y tú? Oí que tu negocio de diseño gráfico está despegando.
—Tomó algún tiempo, pero tengo una gran lista de clientes y nunca estoy sin
trabajo. De hecho, incluso he llegado al punto en que tengo que abrir algunos puestos
de trabajo.
—Eso es maravilloso. ¿Cómo está tu madre?
—Está tomando yoga. 93
Cherie abrió mucho los ojos.
—¿Yoga? Eso parece…
—Su entrenador tiene veinticuatro años y es precioso.
—Eso es más como ella. ¿Y Cam?
—Trabajando sin parar, decidido a librar a la ciudad del crimen sin ayuda. —
Un poco melodramático pero seguro que así lo sentía a veces.
Como esposa de un policía, comprendió.
—Eso da un poco de miedo.
—Sí, lo da.
Una rubia con un impresionante vestido plateado se acercó. Parecía más
impresionada consigo misma de lo que se veía. No se excusó, sólo saltó directo a la
conversación.
—Cherie, hay algunas personas que deberías conocer.
—Thea, Katrina Dobbs. Su esposo Miguel es el detective principal y el mentor
de Guy. Esta es la hija de Edward Ahern, Thea. —Papá había sido detective principal
y tenía curiosidad por Miguel, el hombre que ahora tenía el trabajo de mi papá,
porque su esposa era una tonta.
Katrina me dio una mirada una vez más y su sonrisa no fue en absoluto sincera
antes de que dijera:

93
—Un placer.
Yo no respondí y no esperó una respuesta mientras comenzó a recorrer los
chismes de los políticos locales.
—Es un gusto adquirido —dijo Cherie—. Fue maravilloso verte.
—Y a ti. Por favor, dale mi saludo a Trevor.
—Y tú, dale mi amor a Rosalie y a Cam.
—Lo haré.
El tío Guy y Anton regresaron al mismo tiempo que vi a mi tío Tim. Él me vio
también cuando cambió de dirección y se dirigió hacia mí. Tenía su séquito y parecía
un hombre sin un problema en el mundo, pero recordé vívidamente la fea
confrontación con Chris McKay y cómo el encuentro lo afectó. El tío Tim sería un
actor fantástico.
—Thea.
—Tío Tim.
Se me acercó y me apretó justo antes de que me soltara.
—Estoy feliz de verte aquí.
—Ya era hora.
Había comprensión en su sonrisa antes de concentrarse en el tío Guy.
—Detective. 94
Un escalofrío heló el aire atrayendo mi atención hacia el tío Guy. Y aunque
respondió cordialmente, definitivamente había una ventaja en él que no había estado
allí sólo momentos antes.
—Consejero.
Si el tío Tim notó la breve respuesta del tío Guy, la ignoró y saludó a Cherie.
Miré a Anton, que vio hacia atrás, ambos intrigados por la dinámica entre los dos
hombres.
—Es agradable ver a la familia de Edward tan bien representada esta noche —
dijo el tío Tim mientras estrechaba la mano de Anton.
—De hecho —respondió el tío Guy antes de tocar el brazo de Cherie—. Fue
encantador verte, Thea, Anton. Por favor, dale mi amor a Rosalie.
—Lo haré.
No pasó desapercibido que no había reconocido al tío Tim y el tío Tim lo jugó
cuando sonrió y sin embargo vi algo oscuro en sus ojos mientras seguía la figura en
retirada del tío Guy. Sin embargo, una sonrisa curvó sus labios cuando nos miró.
—Un hombre pierde en el póquer y nunca es el mismo de nuevo. —El séquito
del tío Tim se rió de su intento de aliviar el estado de ánimo. Uno de sus hombres le
susurró al oído—. Me están diciendo que tengo que mezclarme. Disfruten de su
noche. Estoy muy feliz de que estés aquí. —Extendió su mano a Anton—. Ten una
buena tarde.

94
Y luego se fue, perdido en la multitud que lo rodeaba.
—¿Qué crees que fue todo eso? —Nunca había visto que los dos fueran tan fríos
y lejanos. Fue inquietante por decir lo menos.
—No lo sé, pero no se trata del póquer.
—Me pregunto si mamá lo sabe.
—Siempre tuve la sensación de que tu papá era el pegamento que mantenía a
los tres juntos.
Realmente no había pensado en ello al crecer. Si el tío Guy fue cercano, también
lo fue el tío Tim, pero papá y tío Tim fueron amigos de la infancia y tío Guy su pareja,
así que sí, tal vez realmente había sido papá quien había mantenido esa amistad. Eso
era un poco triste. Ambos habían perdido a un amigo querido; deberían estar
buscándose entre sí para ayudar a aliviar esa pérdida.
Anton me sacó de esos pensamientos cuando me lanzó una sonrisa.
—Muy bien, vamos a frotar algunos codos y luego a salir de aquí. Tengo que
matar a alguien en Pac-Man.
—Sueña.

—Damian está en casa.


95
Kimber casi dejó caer el bagel en el que estaba untando el queso crema.
Estábamos desayunando en Cup of Joe, algo que intentábamos hacer al menos una
vez a la semana. Ryder se unió a nosotras, una ventaja de ser el jefe.
—¿Lo está?
—Sí.
La forma en que se miraron una a la otra y luego a mí y de nuevo entre ellas era
como algo fuera de una comedia de situación.
—¿Desde cuándo? —preguntó Ryder.
—Hace un mes.
—¿Y estamos sabiendo eso ahora? —Kimber tenía una mirada malvada.
—Acabo de enterarme.
—Está en casa, Thea. Ambos viven en el mismo continente ahora. —Ryder era
una romántica desesperada.
—Ha pasado mucho tiempo, mucha agua bajo el puente. Somos diferentes
personas. Estoy feliz de que esté en casa, pero no empieces a planear una boda.
—Tal vez descubrirás que no eres tan diferente. —Ryder y yo solo miramos a
Kimber porque no era como que era tan optimista.
—¿De dónde salió eso? —Ryder sacó las palabras de mi boca.
—Nunca he estado enamorada, pero tengo que creer que no te rindes sin pelear.

95
Quién sabía que Kimber era también una romántica, y realmente me gustaba
que tomara la situación, mucho.
Ryder cambió de tema.
—¿Entonces vamos a llevar a mamá a cenar mañana por la noche?
—Sí. A Dahlia’s y luego a Opal.
—¿Los chicos se unirán a nosotros?
—No. Cam tiene trabajo y Anton tiene una reunión, pero nos reservó una mesa.
Kimber me sonrió.
—Sin línea... impresionante.

La noche con mamá había sido una explosión. Estaba en casa y me preparaba
para irme a la cama, pero me sentía nerviosa y Damian Tate era la razón. Estaba en
casa. Anton había mencionado que su gimnasio organizaba peleas todas las noches,
lo que significaba que todavía estaba abierto. Era un poco tarde, así que dirigirme a
una pelea de MMA por mi cuenta era un poco imprudente, pero no podía
conformarme. La sensación similar a cuando estás vacilando con la compra de un
ridículo par de zapatos que adoras, pero la etiqueta de precio detiene tu corazón,
pero tomas la decisión porque tienes que tenerlos. Lo quieres hacer, no quieres
esperar, quieres esas bellezas en tus pies y en tu armario. Podría entrar, comprobarlo 96
y salir y nunca necesitaría saber que estuve allí. Dentro y fuera, ¿qué podría salir
mal?
Me gustaba que hubiera elegido el antiguo barrio para montar su gimnasio. El
taxi se detuvo en la acera frente a su casa y, según la apariencia del exterior, me
sorprendió mucho el número de personas apretujadas. La jaula estaba al frente; los
oponentes que participaban en la MMA estaban nudillo a nudillo. Parecía apropiado
que Damian fuera parte de esta cultura, ya que había pasado tanta de su juventud
participando en clubes de pelea que eran mucho menos civilizados que esto. Recordé
a Damian esa noche que lo había visto pelear. Había sido metódico, calculador y frío.
Había destruido a su oponente, pero no estaba peleando contra la carne y la sangre,
estaba peleando contra lo que lo perseguía. ¿Habría hecho finalmente la paz con eso?
Esta pelea no parecía tan primitiva, pero era un deporte crudo; los niveles de
testosterona y feromonas en la habitación estaban fuera de las listas. Busqué a
Damian en la multitud, era alto para que no fuera difícil de localizar. Me tomó un
tiempo antes de verlo venir desde la parte de atrás, hablando con alguien,
probablemente con el gerente de uno de los combatientes. Me sentí como una polilla
en una llama. Era por lo que mi cuerpo reaccionaba, pero era diferente... ya no era el
chico que conocía sino un hombre. Estaba en casa, al alcance de la mano, y deseaba
tanto empujarme por la multitud para llegar hasta él, pero no lo hice. Mis pies no se
movieron porque temía cómo reaccionaría, temía que no estuviera tan feliz de verme
como yo. Esperamos tanto tiempo para estar aquí, y ahora que estábamos aquí no
podía mover mis malditos pies. Así que en lugar de ir a la única persona que quería

96
más que el aliento, me contuve y sólo lo miré. Se veía bien, muy bien, y ese cuerpo
después de años de entrenamiento militar se había convertido en una obra de arte.
Todos esos viejos sentimientos estaban allí, pero se suavizaron... como
deslizarse en un tenis favorito. El recuerdo de la primera vez que lo había visitado la
noche de la pelea se burló de mis pensamientos. El recuerdo me trajo una sonrisa y
también me hizo girar a la puerta porque si me atrapaba probablemente estaría tan
enojado ahora como lo había estado entonces.
Distraída, choqué directamente con alguien, un hombre de unos treinta años,
vestido con traje, pero se había quitado la corbata y desabrochado algunos botones.
Cabello rubio arenoso, ojos color avellana y un cuerpo largo y lánguido... era lindo si
estabas en el aspecto de chico maduro. Había una sonrisa en su rostro, pero era una
sonrisa lasciva que me tuvo deseosa de cubrirme de su vista.
—Lo siento. Disculpe.
—¿Dónde está el fuego? —Se movió para bloquear mi salida, lo cual me irritó.
¿Por qué algunos hombres asumían que podían meterse en tu cara porque querían
hacerlo? Y este tipo estaba borracho o drogado, así que no era personal. Era una
mujer y eso solo me hacía una cosecha fácil. Necesitaba mandarme hacer una
camiseta, que dijera algo como, “Sí, tú, vete al diablo”.
—No puedes chocar contra un hombre viéndote así y por lo menos darle su
nombre.
Mi piel se erizó.
97
—No te vi.
—Me ves ahora. ¿Cuál es tu nombre?
—Me gustaría pasar por favor.
—Tan correcta. —Me dio una mirada que hizo que la bilis corriera por mi
estómago—. Creo que me gustaría oírte decir por favor en algunos contextos
diferentes.
Me moví alrededor de él, pero me agarró del brazo y me empujó hacia atrás.
—Un nombre.
—Quítate como la mierda de encima.
—Sólo quiero un nombre.
—Ahora. —Había aprendido autodefensa, mi papá y Cam habían insistido.
Podría derribar a este payaso con poco esfuerzo, sobre todo porque no estaba en su
sano juicio. Realmente no quería hacer una escena, llamar la atención, más
específicamente llamar la atención de Damian.
Antes de que pudiera formular mi siguiente movimiento, una voz profunda y
ronca salió de encima de mi hombro. Una voz que recordaba, una voz que escuché a
veces en mis sueños. Mi cuerpo estalló en un escalofrío mientras mi corazón
triplicaba su velocidad.
—Vete a la mierda.

97
En una súper cámara lenta, miré detrás de mí para encontrar a Damian de pie
amenazadoramente sobre mí como un ángel vengador, y aunque su mirada no estaba
dirigida a mí en ese momento, lo estaría después de que tratara con el imbécil que
aún intentaba obtener mi nombre. Ni siquiera miré hacia atrás al borracho porque
estaba hipnotizada al ver a Damian. Los años habían sido buenos con él,
malditamente fantásticos, pero en ese momento parecía tan accesible como una
serpiente de cascabel.
—Yo la vi primero, hombre.
—Te irás de aquí en una puta camilla si tengo que decirlo de nuevo.
El hombre soltó mi brazo y niveló una mirada sobre mi cabeza y luego sobre mí
antes de volverse y tropezar. Sentí otra mano en mi brazo, más suave pero firme,
mientras me empujaban por la habitación a la oficina en la parte de atrás. La puerta
apenas se cerró detrás de él cuando me volví y miré hacia el rostro furioso de Damian.
Era un rostro hermoso, aunque más aún ahora con las señales de la vida grabados
aquí y allá. No dijo nada, sólo me dirigió una mirada que me hizo estallar en sudor.
Se acercó más para que pudiera sentir su ira.
—¿Qué fue eso?
Sí, los sentimientos por él se habían calmado y todavía sentía que mi sangre se
encendía y su voz era la fiesta. Habían pasado dos años desde el funeral de papá, la
última vez que había visto a Damian, así que su saludo fue anti climático por decir lo
menos.
98
—Un borracho que no entendió el significado de la palabra no.
—¿Estás aquí sola?
—Sí.
—¿A esta hora?
Supuse que había consuelo en el hecho de que el tiempo no cambiaba algunas
cosas, es decir, la naturaleza sobre protectora de los hombres en mi vida.
—Realmente no necesito responder a eso, ¿verdad?
—Thea. —Nunca había oído mi nombre de esa manera antes, como improperio.
—Damian.
—¿Por qué estás aquí?
— ¿En serio? ¿Tienes que preguntar eso? Estás en casa. Tenía curiosidad.
Le di un pensamiento a eso porque las líneas ásperas de su rostro se alisaron
por algo. Y aun así preguntó:
—A la una de la mañana.
—No era la una de la mañana cuando llegué. —Compartir eso pareció una mala
idea también—. ¿Es todo lo que tienes que decirme? No te he visto en años, mi
momento podría haber sido mejor, estoy de acuerdo, pero pensé que tendrías más
que decir que unas cuantas palabras cortas y una mirada, aunque es una mirada
respetable la que tienes allí.

98
Él empujó sus manos en los bolsillos de sus vaqueros y rodó sobre sus talones
mientras dejaba que sus ojos vagaran por mi cuerpo.
—Todavía estoy procesándote en mi oficina.
¿Qué significaba eso? Esperé a que se aclarara, pero no lo hizo y en su lugar
dijo:
—Te llevaré a casa.
—Gracias, pero eso no es necesario. Voy a tomar un taxi. —Las palabras salieron
antes de que apreciara lo que dije. Quería que me llevara a casa, pero fue una
respuesta rápida y tonta porque mi cerebro todavía estaba tratando de descifrar su
críptico comentario.
—No te lo pregunté.
Tan típico.
—Olvidé lo terco que eras.
—Esa es la olla diciéndoselo a la tetera.
Quería sacar mi lengua hacia él, cuando era más joven lo habría hecho.
—Bien.
Agarró las llaves, me tomó de la mano y me acompañó por el gimnasio. Olvidé
que me molestaba porque había echado de menos tener mi mano en la suya. Un Déjà
vù me atravesó recordando las innumerables veces que lo habíamos hecho cuando
éramos más jóvenes, pero la diferencia ahora era que me estaba alejando de él, no 99
acercándome.
Caminamos afuera y alrededor del edificio hacia el auto negro y sexy
estacionado en la acera. ¿Un Maserati? ¿Poseía un Maserati? ¿Cómo diablos tenía
un Maserati? ¿Se volvió hacia el lado oscuro, bordeando la ley como Anton? Me
sostuvo la puerta antes de acercarme y doblarse detrás del volante.
—Buen auto.
El motor ronroneó a la vida y lo vi detrás del volante, el cuadro que hacía,
apenas lo miré fijamente por una buena porción del viaje. Para ser honesta, me
quedé mirándolo durante todo el viaje, así que estuve más que un poco sorprendida
cuando nos detuvimos enfrente de mi edificio de apartamentos.
—¿Cómo sabías que todavía vivía aquí?
—De la misma manera que sabías dónde estaba mi gimnasio. —Salió mientras
pensaba en eso. No volvimos a hablar hasta que llegamos a mi apartamento. Abrí la
puerta y me volví hacia él y aquella noche de hace dos años, la última vez que lo vi,
volvió en technicolor. Suaves sentimientos o no, quería una repetición de ella. Lo
deseaba tanto que lo miré como a un paciente de lobotomía.
—Cierra la puerta.
Me sentí como Ralphie de A Christmas Story cuando finalmente llegó a ver a
Santa Claus pedir su Red Ryder y se congeló. Me quedé mirando como un ciervo
atrapado en los faros, por lo que su sugerencia de cerrar mi puerta fue una que me
atrapó. Entré en mi apartamento, cerré y puse el seguro de la puerta. Oí el ruido de
99
sus pesados pasos retrocediendo. Fueron unos diez minutos más tarde cuando mi
cerebro regresó. Y fue entonces cuando golpeé mi cabeza contra la puerta,
repetidamente.
—¿Qué es lo peor que podría pasar? Buen trabajo, lista.

100

100
or qué saliste tan tarde? —preguntó Ryder. Ella y Kimber
habían terminado y yo estaba contando la desastrosa reunión
que tuve con Damian anoche. No había sido un completo
desastre porque volví a ver su amado rostro. Y a pesar de nuestra reunión, se me
debilitaron las rodillas sabiendo que finalmente estaba en casa. Fue su respuesta a
mí lo que no fue tan genial; apestó si era honesta. Me trató como a Cam y a Anton...
cariñoso de una manera familiar. No quería a Damian como otro hermano, pero
había pasado mucho tiempo. Eso podría ser todo lo que quedara de nuestra relación.
El hombre había estado en casa durante un mes y nunca se contactó conmigo. Eso
decía mucho y dolía. Su silencioso reconocimiento de que ya no había un nosotros.
Pero había aprendido de la manera más difícil que la vida era corta, así que aceptaría
a Damian, sin importar cómo lo conseguiría de él.
—Tenía curiosidad y traté de razonar conmigo sobre que una visita a una hora
más razonable, como a la luz del día, era más inteligente, pero no podía sacar de mi
cabeza la idea de verlo.
—Conozco ese sentimiento... como ese barman en el pequeño lugar del Village.
Lo recuerdas, ¿no? No podía quitarme la idea de que tenía que darle una mamada. 101
Lo hice, justo detrás de la barra. Ese es un buen recuerdo.
—Solo tú equipararías una reunión con el primer amor de alguien con una
mamada. —Ryder puso los ojos en blanco a Kimber antes de agregar—: ¿Cómo se
veía?
—Fantástico... más grande, sexy, atractivo como el infierno. De todos modos,
me estaba yendo cuando un tipo borracho se me acercó. Conoces al tipo, arrogante y
al acecho, buscando a una mujer solitaria.
—No te hizo daño, ¿verdad?
—No, solo fue un incordio, uno persistente hasta que Damian intervino.
—Oh, mierda. Así que no solo te viste atrapada saliendo tarde, sino que te
encontraste en la situación exacta de por qué no deberías salir tarde.
—Exacto. Después de asustar a mi pretendiente no deseado, me regañó como a
una niña.
—Yo también te habría regañado. —Ryder tenía una buena y enojada voz de
mamá—. Hay más.
—Ha estado en casa por un mes, pero nunca me llamó. ¿Por qué no ha llamado?
Y su saludo de anoche fue, en el mejor de los casos, tibio.
—Oh, Thea.
—Sabía que habíamos terminado, lo dejó muy claro en su carta, me sorprende
lo mucho que duele obtener la confirmación de él.

101
—Quizás lo agarraste con la guardia baja. Te sorprenderías hasta el desmayo si
apareciera sin previo aviso en tu puerta.
—Espero que sí. —No quería pensar en mi reunión con Damian porque era
deprimente, así que cambié la conversación—. De todos modos, mi plan tenía
defectos obvios, pero no soy la primera de nosotras en salir con una idea a medias en
nombre de un tipo atractivo.
Ryder apretó mi mano en consuelo al mismo tiempo que trataba de descartar
mi comentario. No la dejé.
—Sabes de qué estoy hablando. Hacer el recorrido hasta la tienda de paquetería
repetidamente solo para ver al hombre trabajando en el mostrador en lugar de enviar
algo para realmente poder hablar con él.
Ryder intentó mostrar indiferencia, pero falló.
—Eso es diferente.
—¿Cómo?
—Nunca me atrapó excepto por esa vez.
Mi cabeza se movió hacia la de Kimber, y la suya a mí. Fue mi voz la que se
elevó un poco más con incredulidad.
—La vez en que condujiste hasta dentro de la parte trasera de la camioneta UPS
que estaba estacionada en la acera cargando paquetes. ¿Esa vez quieres decir?
—Fue una pequeña abolladura. 102
—Pequeña abolladura mi trasero —dijo Kimber y luego agregó—: Tengo
algunas malas noticias.
Mi corazón se derrumbó
—¿Derrick? —Ella había salido con él varias veces y por la forma en que brillaba
cuando hablaba de él... le gustaba mucho.
—No, él es genial. —Bajó la voz, como si no quisiera que nadie más oyera lo que
diría después, lo que era extraño porque solo estábamos las tres en mi apartamento—
. Tengo un cabello gris en mi… —Su comentario me desconcertó por completo. Se
hizo evidente cuando casi escupí el vino que acababa de tomar.
—¿Quiero saber por qué estás inspeccionando tu jardín de dama?
—La clase de Mi vagina y yo.
—¿Tú qué?
—Sí, una amiga la tomó. Dijo que cambió su vida.
—¿Como que ya no tiene una porque es alguien que pasa tiempo conociendo su
vagina?
—No, ya no es un misterio.
—No sabía que la vagina fuera un misterio en lo absoluto. Hay toneladas de
libros sobre el tema que no solo explican qué es y qué puede hacer, sino también
cómo se diferencia del pene.

102
Kimber la fulminó con la mirada.
—Te estás burlando de mí.
—Oh sí. Te estoy molestando. Continuaré molestándote sobre esto hasta que
estés completamente gris allá abajo.
—Lo que sea. No cambia el hecho de que tengo canas. La saqué, pero volverá.
—¿Te preocupa que la próxima vez que Derrick vaya hacia el sur vea las canas
y se dé cuenta de que está en la cama con una de las Golden Girls3 y huya?
—Estás llena de comentarios sarcásticos.
—El tema lo hace muy fácil.
—Estás terriblemente callada, Ryder. ¿No quieres agregar tus dos centavos a
esto?
Ryder estaba tratando muy duro de no reír.
—Sinceramente, no tengo nada que decir.
La historia principal de las noticias de las once en la televisión en el fondo me
llamó la atención.
—Súbele.
Ryder alcanzó el control remoto.
Era el caso McKay, el que el tío Tim estaba defendiendo. Mi estómago se
retorció al ver al padre de Cathy McKay, Chris, en la sala del tribunal, especialmente 103
después del enfrentamiento que había presenciado entre él y mi tío. Parecía
destruido, su hija estaba muerta y sus hijos huérfanos y mi tío estaba trabajando
arduamente para sacar a su asesino.
—La fiscalía descansó. La defensa, dirigida por Timothy Gallagher, comienza
mañana. Una vez más, la fiscalía en el caso de Cathy McKay y Jacob Hunter descansa.
El equipo de defensa comenzará a abrir argumentos por la mañana.
No estaba escuchando el informe porque estaba demasiado ocupada mirando
la imagen en la sala del tribunal, específicamente a mi tío. Parecía presumido y la
yuxtaposición que hacía al lado del devastado padre hizo dar vuelta a mi estómago.

Esa noche algo me sacó del sueño. Estaba aturdida y en medio de un realmente
maravilloso sueño que protagonizaba Damian. Una parte de mí seguía soñando,
deseando que entrara a hurtadillas en mi apartamento viniera hacia mí, pero la
lujuria disminuyó cuando ese sexto sentido se puso en marcha. Tenía la clara
sensación de que alguien estaba en mi apartamento. Debería haber cerrado la puerta
de mi dormitorio y llamar al 911. No lo hice. Alcancé el bate que tenía cerca de mi

3
Golden Girls: conocida también como Los años dorados (en Hispanoamérica) o Las chicas de oro
(en España), fue una comedia de situación en la televisión estadounidense, creada por Susan Harris
y emitida originalmente por la National Broadcasting Company (NBC) desde 1985 hasta 1992.

103
cama y fui a investigar. Cuando me encontraran muerta, mi fantasma podría
reprender a mi cadáver por lo temeraria que había sido mi acción.
Abrí la puerta de mi habitación y olí a café. ¿Alguien irrumpió en mi
apartamento y comenzó a preparar café? Había una parte de mí que tenía que darles
puntos a los invasores locales por tener sus prioridades claras, pero ese era mi café.
Maldición. Olí a tocino y esa fue la última gota. El miedo dio paso a la ira. Una cosa
era irrumpir en la casa de alguien y matarlos, pero pasabas la puta línea comiéndote
su tocino y bebiéndote su café. Y sí, sabía que un terapeuta podría tener una carrera
al tratarme por mis desordenadas prioridades, pero estábamos hablando de tocino y
café.
Salí de mi habitación, vi al hombre que estaba parado en mi estufa y levanté el
bate.
—También estoy haciendo algo para ti, hermana.
Cam. Entonces grité:
—¡Cam!
—Baja la voz o la Sra. Cooke aparecerá y no hay suficiente para ella.
La Sra. Cooke era mi vecina de setenta años.
—¿Qué estás haciendo aquí a esta hora?
—Estaba en la zona y tenía hambre.
—¿Así que entras a mi casa y comes mi comida? ¿Qué pasaba si llamaba al 911? 104
Me miró, como diciendo que me conocía mejor que eso.
—No estás realmente enojada e, incluso si lo estuvieras, estoy haciendo tocino
y café.
Estaba en lo correcto. Eran mi talón de Aquiles, tocino y café y Damian. Me
moví al gabinete por los platos.
—¿Llamaste a mamá?
—Sí.
—¿Mencionó al hombre de yoga?
Cam dejó de tirar el tocino para mirarme como si me hubieran crecido cuernos.
—¿Hombre de yoga?
—La visité hace un par de semanas y estaba haciendo el perro a la baja con un
entrenador joven de veintitantos años. Ahora sé cómo seré a su edad. Tendrás que
matarme antes de eso.
—¿Mamá está haciendo yoga? Eso es antinatural.
—Es una señal del apocalipsis pendiente. ¿Has estado siguiendo el caso del tío
Tim? —pregunté.
—Es difícil no hacerlo. Está en todas las noticias. Caso difícil. No querría ser él.
—El padre confrontó al tío Tim no hace mucho tiempo.

104
Cam me siguió hasta la mesa y dejó nuestros platos.
—¿Cómo lo sabes?
—Estuve ahí.
Se tensó mientras todos los músculos de su cuerpo se endurecieron.
—¿Se acercó a tío Tim mientras estabas con él?
—Estaba enojado. ¿Puedes culparlo?
—No, pero hay una línea.
—Si hubiéramos sido tú o yo, creo que esa línea también se volvería borrosa.
—Es probable.
—¿Crees que tienen al tipo equivocado?
—No estuve en el caso, pero la evidencia parecía bastante condenatoria.
—Es una especie de testimonio de la relación de papá y del tío Tim que podrían
estar en lados opuestos y aún permanecer cercanos todos esos años.
—Lo sé. Personalmente, creo que me volvería loco, arrestando a imbéciles solo
para que mi mejor amigo los liberara. Papá siempre fue más ecuánime que yo.
—Y, sin embargo, te pareces mucho a él. Tú y Anton, un policía y él un...
—Es cierto. —Alcanzó su café—. Damian está en casa. ¿Lo has visto?
No entré en detalles ya que su reacción sería la misma que obtuve de Damian, 105
un regaño. Sin mencionar que no había mucho para compartir sobre nuestra
mediocre reunión.
—Sí, el otro día. ¿Por qué no me dijiste que estaba en casa?
La sorpresa se reflejó en su rostro.
—¿No lo sabías?
—No hasta que Anton me lo dijo el otro día.
—Lo siento. Sólo asumí que Damian se había contactado contigo. ¿De qué va
todo eso?
—Tu invitado es tan bueno como el mío. Mamá está organizando una cena.
La sonrisa de Cam fue un poco triste porque estaba pensando lo mismo que yo.
Lo único que nos faltaba era papá.
—Comencé a revisar los archivos que papá dejó para mí.
—¿Papá te dejó archivos?
—Casos sin resolver en los que estuvo trabajando en su tiempo libre.
—No sabía que papá estaba haciendo eso.
—Y revisando sus cosas… —Cam se recostó en su silla— …quiero saber qué le
pasó.
La inquietud se movió a través de mí.
—¿No crees que su muerte fue por violencia al azar?
105
—No.
Al principio, respondí a sus noticias con el desayuno deseando regresar por mi
garganta, pero en realidad fue algo bueno. Si su muerte estaba relacionada con los
casos en los que había estado trabajando, entonces existía la posibilidad de que
pudiéramos llevar a su asesino a la justicia. Una posibilidad remota cuando se creía
que su muerte había sido un acto al azar.
—Esa es la razón por la que has estado tan ocupado.
—Sí, estoy trabajando en su caso en mi tiempo libre.
—Debes tener algunas teorías.
—Sí, pero quizás podamos dejar para más tarde esta discusión.
—Está bien, pero cuando estés listo para hablar, estoy lista para escuchar. ¿Has
hablado con tío Guy sobre esto?
Cam se puso de pie y buscó su plato.
—Lo mantendré lo más discreto posible.
—¿Incluso del tío Guy?
—Sí.
—¿Hay algo con él?
—¿Por qué preguntas eso?
—Lo vi en la recaudación de fondos y la tensión entre él y tío Tim fue intensa. 106
—Eso es interesante.
—Sospecho que es más interesante para ti porque sabes más que yo.
—Lo compartiré y pronto.
—Suficientemente justo.
Metí la última pieza de tocino en mi boca.
—Siempre lo hiciste mejor que yo.

Habían pasado unos días desde la visita de Cam y me encontré reflexionando


sobre nuestra conversación a menudo. Papá había estado trabajando en casos no
resueltos. Eso no me sorprendió. Definitivamente había sido defensor de las
víctimas. Ni siquiera me sorprendió saber que dejó sus archivos con Cam, sabiendo
que él estaba siguiendo los pasos de papá. Escuchar que sea lo que sea en lo que papá
hubiera estado trabajando podría haberlo llevado a su muerte era más difícil de
procesar. Se había ido, había sobrevivido a ese dolor, pero saber que había una
posibilidad de que pudiera mirar a su asesino a los ojos, poder ver cómo lo mandaban
a la cárcel. Era un cierre que nunca pensé que ninguno de nosotros tendría. Estaba
segura de que Cam no le había mencionado esto a mamá. También estaba sanando,
pero esto definitivamente sería un revés para ella. Era mejor esperar hasta que
hubiera una resolución antes de meterla en esto.

106
Para dejar de pensar en preguntas a las que no tenía respuestas, me distraje
cocinando un lote de galletas de pasas con avena. A diferencia de mis intentos
fallidos en mi juventud, me convertí en toda una panadera. Y aunque prometí no
compartir mis galletas, lo hacía. El olor llenó mi apartamento, así que no me
sorprendió en absoluto el golpe en la puerta. La señora Cooke vivía justo al lado. Se
mudó el año pasado después de haber perdido a su esposo de casi cincuenta años.
Era encantadora, muy amable apareciendo en mi puerta en su primer día con una
sonrisa en su rostro y un pastel Bundt hecho en casa. Desde ese momento, había
comenzado a hacer dieta, lo que realmente no entendía porque tenía setenta años; a
su edad, creo que estaría comiendo lo que sea que quisiera. Pero como siempre
estaba haciendo dieta, ya no compraba ni hacía dulces, así que venía y se comía los
míos. Supongo que las calorías no contaban si no estabas en casa cuando las comías.
—Señora Cooke, adelante.
—Hola, querida.
—Estaba a punto de sacar algunas galletas del horno. ¿Le gustarían algunas?
—Oh, no debería.
Aunque esa es la razón por la que estaba aquí. Probablemente las olió y siguió
su nariz a mi puerta.
—Lo sé, pero con una taza de té.
—Me convenciste.
Se instaló en la sala de estar mientras iba a poner el agua. 107

—¿Conociste a nuestro nuevo vecino? —preguntó.


—¿Nuevo vecino? No.
—Lo vi el otro día. Es muy apuesto. Deberías ir con un pastel.
Amaba a mis vecinos, pero era la más joven de ellos por décadas. Si había un
nuevo vecino, probablemente estaba más cerca de la edad de la señora Cooke que de
la mía.
—Me doy cuenta de que no estoy saliendo mucho, señora Cooke, pero creo que
me gustaría salir con alguien más cercano a mi edad.
—Es de tu edad, muy cerca. Probablemente esté en los cincuenta.
Me atraganté con mi propia saliva, pero cerca de mi edad. ¿Cincuenta? ¿De
verdad?
—Se da cuenta de que tengo solo treinta y uno.
—Bueno, sí, querida, pero cualquier persona menor de sesenta es un joven en
lo que a mí respecta.
—Aprecio eso, pero cincuenta años no son cercanos a mi edad. Probablemente
esté más cerca de usted en edad que yo.
Reflexionó sobre mis palabras.
—Supongo que estás en lo correcto. Tal vez le lleve un pastel.

107
El hecho de que pudiera bromear acerca de llevarle un pastel a otro hombre era
enorme. Ella y mi madre habían conectado, ambas perdiendo a sus maridos, y estaba
feliz de ver que ambas estuvieran sanando. Lo que me hizo preguntarme cuánto
tiempo pretendía quedarse. Tenía una casa encantadora en Westchester, una que
dejó que el personal y los abogados se ocuparan mientras estaba de luto. Había visto
algunas fotos en sus álbumes y el lugar era increíble.
—¿Has pensado en mudarte aquí permanentemente?
Su sonrisa se oscureció un poco y lo entendí. Había recuerdos en su hogar,
muchos.
—A nuestro hogar, quieres decir.
—Sí.
—Ciertamente no puedo conservar la propiedad sola. Y es mucho dinero para
mantenerla.
Dinero que aparentemente tenía. Su esposo había sido banquero de inversión
en Wall Street.
—¿Puedo preguntar por qué la sigue conservando?
—A Mitchell le encantaba esa casa. Hizo mucho del trabajo en ella él mismo.
No estaba preparada para dejar ir esa parte de él. Pero tienes razón, tengo que tomar
una decisión sobre el lugar.
—Bueno, no tiene que tomar esa decisión ahora mismo. 108
—Es cierto, especialmente desde que olí esas galletas.
Y no estaba equivocada cuando el temporizador de las galletas sonó unos
segundos más tarde.

Mamá había logrado encontrar una cita para la cena que funcionaba para todos,
bueno para todos, excepto para Ryder y Kimber. Los muchachos estaban en
camino... Damian estaba en camino. Y podía hablar demasiado sobre sentimientos
suaves y ser amigos, pero mi corazón latía en mi pecho con emoción ante la idea de
volver a verlo. Temperada solo por la tibia respuesta con la que me había recibido
aquella noche en su gimnasio y por el hecho de que no había querido decirme que
estaba en casa.
Traté de distraerme ayudando a mamá. Me quedé en su cocina preparando una
ensalada.
—Lo siento, las chicas no podrán llegar.
—También lo sienten. Pero las tendremos aquí la próxima vez. ¿Cómo se
conocieron esos tres?
—Anton se hizo cargo de mí.
Lo haría. Adoraba a mamá.
—¿Y todos vendrán?

108
—Sí. Será lindo tener una casa llena de voces otra vez. —Su voz se rompió un
poco y alcancé su mano.
—Él también está aquí—. Me refería a papá.
—Lo sé.
El timbre sonó.
—¿Puedes atender? Necesito calentar los bollos.
—Por supuesto.
A diferencia del Día de Acción de Gracias de hace mucho tiempo, estaba
preparada para ver a Damian. E incluso estando preparado, mi cuerpo se volvió loco.
Nuestros ojos se encontraron y todos esos viejos sentimientos volvieron a
inundarme. Quería saltar a sus brazos, pero como si hubiera estado leyendo mis
pensamientos, metió las manos en los bolsillos de sus jeans. Mi corazón se quebró
por su rechazo.
Cam se acercó para abrazarlo.
—Dos veces en tantas semanas. Te vas a cansar de verme, hermana.
Traté de restarle importancia, intenté ser tan distante como Damian y dirigí mi
atención a Cam.
—No es probable.
Anton olió el aire antes de presionar un beso en mi mejilla y se dirigió a la
cocina. 109

—¿Esa es la cazuela de hamburguesa con queso?


—Sí.
Escuché la risa encantada de mamá. Probablemente la besó en agradecimiento.
—Estoy hambriento —dijo Cam y luego caminó hacia la cocina, lo que me dejó
sola con Damian.
Siempre había sido una gran presencia, pero ahora era como si absorbiera todo
el aire de la habitación. La necesidad de acurrucarme contra él era fuerte, como la
atracción de la luna por la marea. Y me encantaba saber que eso no había cambiado,
que aún tiraba de las cuerdas adecuadas para mí, incluso si ya no sentía lo mismo.
Hola estaba en la punta de mi lengua, pero recordando lo dulce y erótica que
una palabra podía salir de sus labios, me tragué ese saludo y en su lugar dije:
—Damian.
Él me estudió por uno o dos segundos antes de que mi nombre saliera de su
lengua en un susurro sexy.
—Thea. —Era casi tan bueno como hola.
Escuchamos el saludo de Cam cuando entró a la cocina.
—Yo, ma.
—Cameron Edward Ahern. Me das un abrazo en este momento.

109
—También querrá uno de ti.
Damian sonrió, verlo hizo que mi corazón golpeara mis costillas porque podía
contar con una mano la cantidad de veces que me había regalado una. Luego siguió
tras Cam. Quería un abrazo de él también, pero no pensé que fuera prudente decirlo.

DAMIAN
Mierda. De todo el entrenamiento y la disciplina que había desarrollado a lo
largo de los años, una mirada a Thea y todo se fue a la mierda. Ya no éramos
adolescentes. Nuestras vidas iban en direcciones muy diferentes, pero ver a la mujer,
a la chica que amaba crecida, fue agridulce porque incluso con todo el tiempo que
nos separaba y las circunstancias, todavía estaba enamorado de ella. Entonces, en
lugar lanzarla a mis brazos y mantenerla allí, metí las manos en mis bolsillos.

THEA
110
—Estuvo tan bueno como lo recordaba —dijo Anton mientras se recostaba en
su silla—. Gracias, Rosalie.
—El gusto es mío. Es tan bueno tenerlos a todos bajo el mismo techo
nuevamente. Damian, escuché que viniste a casa para quedarte.
—Sí, señora.
—¿Y te establecerás aquí en el Bronx?
—Ese es el plan.
—Me gusta ese plan. Has estado fuera tiempo suficiente. ¿No estás de acuerdo,
Thea?
Había estado mirando a Damian. Era seguro porque él estaba mirando a mamá,
pero con su último comentario su atención se movió hacia mí. Mis ojos bajaron a mi
plato.
—Sí.
—Iré por el postre —anunció mamá.
—Te ayudaré —ofreció Anton.
—Necesito hacer una llamada. Volveré enseguida —dijo Cam cuando también
se alejaba de la mesa mientras buscaba su celular.
Damian estaba sentado frente a mí. Sus largos dedos jugaban con los dientes
de un tenedor sin usar, su concentración en lo que estaba haciendo. Me agradaban
las señales de envejecimiento de su rostro, las arrugas en la comisura de sus ojos y

110
cerca de su boca. Esperaba que fueran líneas de risas... esperaba que hubiera
encontrado lo que se le había perdido. El hombre frente a mí era prácticamente un
extraño y esa observación retorcía mi corazón. Sabía cuántas veces lo habían
desplegado y tenía una idea teórica de lo que su unidad hizo en el extranjero, pero
¿cómo había sido realmente? ¿Qué había soportado para forjar al hombre que estaba
sentado frente a mí ahora? E incluso con él siendo diferente, con los dos siendo
diferentes, todavía sentía esa atracción y conexión. Todavía lo amaba.
Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.
—No puedo creer que estés aquí. Tengo tantas preguntas y, sin embargo,
felizmente me podría sentar frente a ti sin decir nada y solo mirarte. Te eché de
menos.
Su enfoque se movió hacia mí y lidié con la belleza de esos ojos verdes pálidos,
pero no fue tristeza que vi en ellos como hacía cuando era más joven, sino que no vi
nada. Sin emoción en absoluto. Él no era solo mayor. Era más duro y más cerrado. Y
considerando lo que había pasado durante los pasados trece años, lo entendí.
—Cam mencionó que eras diseñadora gráfica.
Traté de mantener la decepción y el dolor de mi voz porque quería que dijera
que también me había echado de menos.
—Lo que más hago es portadas de libros y diseño de marcas, pero me encanta
el trabajo y el trayecto es ideal porque trabajo desde casa. ¿Y tú? ¿Escuché que eras
boina verde? ¿Qué tal fue eso?
111
—¿Has vuelto a McGinty's? —Ese era el bar al que me había llevado esa noche,
el abrevadero favorito de papá. Claramente, no estaba deseoso de conversación que
giraba a su alrededor.
—En su cumpleaños. ¿Y tú?
—En el aniversario de su memorial.
—Pero estabas en el extranjero.
—Algunas cosas son más importantes.
Las lágrimas ardieron en el fondo de mis ojos. Él y yo habíamos perdido nuestra
oportunidad, pero me encantaba escuchar su lealtad a papá incluso ahora.
—Deberías haberme llamado. Me habría reunido contigo.
—Por eso no lo hice.
Conseguí controlar mi reacción a eso, mi dura inhalación fue amortiguada
mientras miraba hacia la mesa. Nunca había sabido que las palabras pudieran
sentirse como una bofetada en el rostro. ¿Qué demonios había querido decir con eso?
¿No quería que me reuniera con él? Antes de que pudiera preguntarle por su
comentario, mamá y Anton regresaron.
—¿Quién quiere café con su pastel?
Damian estaba mirando nuevamente la mesa. Podríamos ser diferentes y lo que
había sido ya no existía, pero seguro como el infierno que explicaría ese comentario.

111
Estaba trabajando, terminando una portada para un libro de temática
paranormal, pero la cena en casa de mamá consumía mis pensamientos;
particularmente Damian y lo diferente que era. Era ingenuo creer que las cosas entre
nosotros serían como habían sido, pero nunca en todas las veces que imaginé nuestro
reencuentro pensé sobre la conversación fría e impersonal que habíamos compartido
en la cena. Los arrepentimientos apestaban.
Normalmente no tenía la televisión encendida mientras trabajaba, pero el
veredicto del caso McKay estaba a punto de leerse. Estaba en conflicto porque, por
supuesto, quería ver al tío Tim ganar, pero en este caso realmente creía que habían
encontrado al asesino y que iba a salir libre. Los equipos de noticias se alineaban
fuera del juzgado esperando recibir las primeras reacciones.
El jurado volvió a ingresar cuando las cámaras enfocaron de la fiscalía a la
defensa de la familia McKay. Chris McKay se adelantó, con los ojos en blanco
mientras esperaba el veredicto. No podía imaginar lo que pasaba por su cabeza. El
jurado principal entregó el veredicto al alguacil que lo llevó al juez. Él lo leyó en
silencio antes de doblar el papel y devolverlo al alguacil.
—¿Llegaron a un veredicto?
—Lo tenemos, su señoría.
—¿Y cómo lo encuentran? 112
—Encontramos al acusado, Jacob Hunter, en los cargos de asesinato en
segundo grado, inocente.
La sala del tribunal explotó con gritos, pero la cámara estaba enfocada en Chris
McKay. La persona detrás de esa cámara probablemente recibiría elogios porque
atrapó la única lágrima que rodó por el rostro del hombre mayor. El juez llamó al
orden, el jurado estaba leyendo los cargos menores y todo el tiempo Chris McKay se
sentó como una estatua. La cámara luego miró al tío Tim y a su cliente, ambos tenían
las sonrisas más grandes en sus rostros y en realidad sentí una fuerte punzada de ira.
Entendí que era una victoria, pero estábamos hablando del asesinato de una joven.
Me pareció que era más humano reducir la celebración hasta después de que las
cámaras se apagaran.
El juez desestimó el caso, liberó al acusado y, aproximadamente media hora
después, el tío Tim y su cliente estaban parados en los escalones de la sala del
tribunal. Hubo flashes de cámaras y reporteros que gritaban preguntas mientras tío
Tim tomaba el podio.
—Hoy, la justicia se llevó a cabo aquí. El veredicto puede no ser popular, pero
fue legal.
—Y qué hay de Chris McKay, de sus nietos. ¿Qué palabras tiene para ellos?
—Esto no es personal. Lamento mucho su pérdida. He estado allí y conozco la
impotencia, la ira, la necesidad de encontrar a alguien a quien culpar.
Desafortunadamente, la ley demostró más allá de una duda razonable que mi cliente
no es esa persona.
112
—¿Y qué hay de la opinión popular de que los policías tuvieron razón? Que
incluso ahora están siguiendo algunas pistas que puedan probar que de hecho
asesinó a Cathy McKay.
—No está aquí ni allí. Un jurado de sus iguales lo encontró inocente. No se le
puede volver a juzgar, excepción de cosa juzgada. El caso, en lo que respecta a Jacob
Hunter, está cerrado. Gracias.
Realmente esperaba que Jacob no fuera el asesino porque no recibiría otra
acusación si aparecían nuevas pruebas, porque estaba protegido por la excepción de
cosa juzgada, sería una píldora muy difícil de tragar para la familia de Cathy.

113

113
abía pasado la mañana haciendo recados y ahora estaba hambrienta. Me
había detenido con Ryder para un café grande y algo pecaminoso, tomando
un regalo para la señora Cooke también. Acababa de dejar Cup of Joe cuando sonó
mi teléfono. Viendo que era Cam, reorganicé mis bolsas para poder contestar.
—Hola, Cam. ¿Qué pasa?
—Solo diciendo hola. ¿Qué estás haciendo ahora?
—Estaba haciendo unos recados, pero ahora estoy de camino a casa. ¿Por qué?
—¿Quieres comer algo más tarde?
—Sí.
—Damian se unirá a nosotros también.
La emoción se apoderó de mí antes de que pudiera detenerlo.
—Suena bien. ¿Dónde estabas pensando?
—Opal. Podemos hacer que Antón ponga en espera su deseo de dominar el
mundo para unirse a nosotros. 114
—Nos vemos allí.
—Toma un taxi. Lo pagaré.
—Puedo permitirme un taxi.
—Y yo soy tu hermano así que cállate.
—Eres tan dulce.
—Te veo pronto.
Él era en serio un payaso, pero la idea de cenar con mis tres personas preferidas
me hizo añadir energía extra a mis pasos.

En Opal, me llevaron a nuestra mesa. Fui la primera en llegar y mientras


esperaba, la anfitriona envió a la camarera para tomar nota de mi bebida. No estuve
allí mucho tiempo cuando Cam llegó y con él estaba Damian. Sentí un cruel caso de
déjà vù viendo a los dos juntos y lo similar y diferente que era la imagen que hacían
ahora.
—Nos ganaste —dijo Cam mientras se inclinaba y me daba un beso en la frente.
—No por mucho.
—Thea. —A pesar de mí, me gustó mucho esta nueva forma de saludo, mi
nombre de sus labios.

114
—Damian.
—¿Has visto a Anton? —preguntó Cam.
—No.
—Voy a buscarle —dijo Cam, pero ya estaba en movimiento. Damian se sentó,
se echó hacia atrás y me miró.
No quise andar por las ramas porque no sabía cuánto tiempo lo tendría a solas.
—Dijiste que no me llamaste cuando volviste a casa porque sabías que querría
reunirme contigo. ¿Qué quisiste decir con eso?
Él no contestó enseguida, solo me estudió como alguien lo haría con una
pintura o en mi caso con una gran rebanada de tarta.
—Considerando cómo terminó la última vez parecía más sabio evitar la
tentación.
¿La suya o la mía? Antes de que pudiera preguntar, Cam regresó con Anton y
en lugar de aclararlo, sólo estaba más confundida. Teníamos que trabajar seriamente
en nuestra sincronización.
Anton me saludó con un beso en la cabeza. Siempre lo hacía, lo mismo hizo
Cam. No Damian, al menos no ahora. Pero cuando éramos más jóvenes, esas manos
habían vagado por cada centímetro de mí. Y sólo con el recuerdo sentía el dolor que
se formaba entre mis piernas. Me moví en el asiento y alcancé el agua fría. Mis ojos
chocaron con los de Damian. Habría vendido mi alma para saber lo que estaba 115
pensando.
—¿Hay alguna preferencia por comida o debería hacer que envíen una
muestra?
—Una muestra estaría bien —dijo Cam, y como eso sonaba muy bien para mí,
solo asentí en respuesta. Además de que las palabras eran difíciles de sacar debido a
lo reseca que tenía mi garganta por haber estado pensando en Damian y sus manos.
Anton tomó asiento y dobló una pierna sobre la otra.
—¿Estás listo para poner al día a Thea?
Estoy segura de que lucía cómica con la rapidez con que mi cabeza se movió
hacia Anton. Me mareé.
—¿Ponerme al día?
—Querías saber lo que había descubierto sobre la muerte de papá.
—Sí. —La elección de palabras de Anton penetró entonces. Ponerme al día—.
¿Por qué tengo la sensación de que esto es sólo para mi beneficio?
—Porque lo es. Anton y Damian ya están enterados.
No estaba segura de cómo me sentía sobre eso... ellos estaban dentro, pero yo
no.
—¿Cuánto tiempo hace que lo saben?
Cam se pasó una mano por el cabello, un gesto nervioso.

115
—Desde el funeral de papá.
—¿Ambos?
—Sí.
La ira se apoderó de mí mientras miraba a Damian.
—¿Has estado comunicándote con Cam durante dos años, pero nunca me
contactaste? —Fue jodidamente personal por su parte el que no se acercara, pero me
obligué a olvidarme de ese tema—. No importa. Así que los tres han estado jugando
a ser los Hardy Boys4 durante dos años y ¿nadie pensó en incluirme?
—Necesitábamos saber con lo que estábamos tratando.
—¿Y lo saben ahora?
—Estamos llegando a ello.
—¿Qué saben?
—La investigación pendiente en el recinto en la manipulación de pruebas, hay
un vínculo con eso y algunos de los casos no resueltos que papá estaba investigando.
Creo que pudo haber descubierto a unos policías corruptos.
Esa no fue en absoluto la dirección que pensé que iba a tener esto. Policías
corruptos. Me sentí enferma ante la implicación.
—No he compartido esto con mamá y no tengo intención de hacerlo hasta que
sepa más.
116
—¿Les conocemos?
—Hasta ahora no. Pero todavía estoy investigando. —Se inclinó más cerca de
mí—. No sé el alcance de esto, hasta dónde va. Estoy siendo discreto, por lo que no
espero encontrarme en una situación peligrosa, pero quiero que seas más cautelosa.
No tomes ningún riesgo innecesario.
—Como hacer una visita a alguien a la una de la mañana. —Las palabras apenas
salieron de la lengua de Damian cuando Cam y Anton empezaron a hablar de
inmediato. Para ser exactos, me gritaban, pero yo estaba furiosa de que Damian me
ignorara y, sin embargo, no tuviera un problema con delatarme.
—Si no me hubieras escondido el hecho de que estabas en casa, dejándome
saber que finalmente estabas en casa por Anton, no habría necesitado hacer ese viaje
nocturno. —El silencio cayó sobre la mesa y dos ojos muy enojados se volvieron hacia
Damian—. No es importante. Historia antigua, ¿verdad, Damian?
Si ese comentario tuvo algún impacto en él, no podía decirlo.
Cam seguía mirando fijamente a Damian, pero fue él quien me reprendió.
—No puedes hacer esa mierda, Thea. Lo digo en serio. No creo que esto te
toque, pero tienes que ser inteligente.
—Soy inteligente, sólo actúo tontamente a veces.

4Hardy Boys: Frank y Joe Hardy son personajes de ficción que aparecen en varias series de misterio
para niños y adolescentes.

116
—No seas una jodida tonta.
El comentario de Damian hizo hervir mi temperamento. Se fue, eligió
permanecer fuera de mi vida, exigió que me quedara fuera de la suya, y sin embargo
estaba sentado aquí como si tuviera algo que decir en mi vida ahora. La parte racional
de mi cerebro reconocía que éramos una familia, pero la parte emocional de mi
cerebro pensaba que debía ocuparse de sus propios jodidos asuntos porque se había
estado comunicando, probablemente diariamente, con Cam durante más de dos
años y había estado en casa durante un mes, pero nunca me llamó. El lado emocional
ganó.
—Dejaste de tener derecho a opinar sobre mi comportamiento hace mucho
tiempo.
—Vamos a calmarnos. —Cam dirigió eso hacia Damian porque se veía
estupendamente enfadado conmigo. Así que ese comentario le atravesó.
Anton era como siempre la presencia tranquila.
—Está bien, ella lo sabe. Déjala en paz. —Y luego me tomó la barbilla entre el
pulgar y el índice—. Sin embargo, si vuelves a hacer otra treta así y te pondré sobre
mis rodillas.
—¿Por qué no pudieron haber sido chicas?

117
DAMIAN
Me dolían los músculos mientras golpeaba la bolsa. Mi cuerpo estaba agotado
y todavía me mantenía en pie porque el dolor ayudaba a combatir a los fantasmas.
Esta vez los fantasmas eran mi propia culpa. Después de ese primer intento de ver a
Thea, había tomado el teléfono innumerables veces para llamarla, pero nunca lo hice.
Pensé que debía saber que estaba en casa, Anton o Cam le habrían dicho, y no hizo
ningún intento de ponerse en contacto conmigo. Ella lo había hecho antes, tratar de
evitarme porque era más fácil que lidiar con todas las emociones despertadas al
verme. No me di cuenta de que no sabía que estaba en casa. Debía de pensar que era
un auténtico cabrón que llevaba en casa un mes y nunca la llamé. Yo era un cabrón
porque me había comportado como un puto maricón y en el proceso la herí. Su
comentario de que perdí mis derechos, no estaba equivocado, y sin embargo me
negaba a aceptar eso porque ella era mía. Siempre lo había sido. Sin embargo, había
más que cólera en sus palabras: La sombra justo detrás de sus ojos... dolor o quizás
arrepentimiento. Yo tenía arrepentimientos, un puñado de ellos, pero vivir en el
pasado era inútil.
Había sido hermosa cuando era una adolescente, pero ahora era exquisita.
Apostaría dinero a que todavía se tomaba un momento para apreciar la floración de
una rosa y el vuelo de colibrí. Ese genuino amor a la vida había sido una de las cosas
que me habían atraído hacia ella. Aún lo hacía. Los arrepentimientos apestaban,
mirando hacia atrás tus opciones y saber que hiciste algunas equivocadas.

117
Especialmente cuando te costaron lo que querías más que respirar, realmente
jodidamente apestaban.
El problema se estaba formado y la prioridad era evitar que la tocara. Y si eso
significaba que tenía que mirarla desde el banquillo, la vida que le había impuesto,
esa era mi penitencia por no aferrarme con ambas manos a lo que tenía cuando lo
tuve.
Comprobando mi reloj era pasado las cuatro. El equipo de limpieza había
terminado una hora antes. Recogí y me dirigí hacia arriba, desnudándome camino a
la ducha. Pensando en Thea esa noche en mi gimnasio, el hombre que tenía sus
malditas manos sobre ella, tocándola como si le perteneciera, había sed de sangre
quemándome. ¿Trataba con esa mierda a menudo? Era parte de la razón por la que
quería que se pusiera al día. Era un alma confiada y sin saberlo llevaría al zorro
directamente a la gallina. Ella había dicho que la única cosa peor que una vida sin mí
era un mundo sin mí en él. No había apreciado lo ciertas que eran esas palabras hasta
que fue ella la que coqueteaba con potenciales problemas. Su apartamento todavía
era una pieza de mierda. Una cerradura que podría patear con poco esfuerzo. ¿Cómo
Cam lo había pasado por alto durante todos estos años? Tenía la intención de
rectificar eso de inmediato.
Fue sólo después de las seis cuando salí de mi apartamento. Thea no estaría
levantada todavía. A la mierda. Su seguridad era más importante que su puto
descanso de belleza.
118

THEA
Me desperté en la mañana por el sonido de alguien golpeando en mi puerta.
Era demasiado pronto para esto, sobre todo porque no me había dormido hasta las
tres de la mañana. Agarré mi bata y en el camino hacia la puerta formulé todos los
desagradables comentarios que tenía la intención de compartir con cualquier idiota
que se sentía a gusto con molestarme tan temprano. Abriendo de un tirón la puerta,
todos esos comentarios mordaces salieron de mi cabeza ante la vista de un iracundo
Damian. Su expresión era tan agria que haría marchitar una flor.
—Es demasiado temprano para esto.
Entró a mi apartamento.
—Necesitas cerraduras mejores.
¿Qué? ¿De dónde diablos salió eso? Sí, era cierto que podía usar cerraduras
mejores en mi puerta, pero ¿por qué demonios sentía la necesidad de compartir ese
descubrimiento conmigo en esta hora olvidada por Dios?
—¿Por qué estás aquí ahora?
—Es estúpido que hayas vivido aquí con esa mierda en tu puerta.

118
—Lo que es estúpido es que tengo que lidiar con un furioso y desagradable
Neanderthal a primera hora de la mañana. Esto podría haberse discutido más tarde,
como después del almuerzo. ¿Por qué estás aquí ahora?
Ignoró mi pregunta. El hombre estaba en una misión para cerrar mi
apartamento cuando dijo:
—Enviaré a alguien más tarde para agregar las cerraduras y un sistema de
seguridad.
—Eso es muy amable, pero no es necesario.
—No lo estoy preguntando, Thea.
—Nunca lo haces. —Podría discutir con él, pero sería tan productivo como
golpear mi cabeza contra una pared, repetidamente.
Parecía estar evaluando la seguridad de mi apartamento, caminando por el
lugar como si fuera su dueño. Incluso entró en mi habitación. Y yo, tan tonta como
soy, le observé porque a pesar de saber por qué estaba aquí, realmente me gustaba
verlo en mi apartamento... específicamente en mi dormitorio. Ahora estaba cansada
y excitada. Fabuloso
—Me gustaría volver a dormir ahora que nos hemos ocupado de este asunto tan
apremiante, así que te mostraré la puerta si has terminado.
Ya estaba saliendo.
—Volveré con mi chico más tarde. 119
—Sí, ya lo dijiste, estaré aquí.
Salió sin otra palabra. ¿Qué diablos había sido todo eso? Claro, necesitaba
mejores cerraduras, era algo que debería haber hecho antes de esto, pero el edificio
nunca había tenido ningún problema. Eso no era una excusa, pero acababa de
enterarme de la necesidad de una precaución extra. Mi temperamento
definitivamente había sido provocado por la arrogancia de Damian, pero reconocí
que estaba actuando de esa forma porque todavía se preocupaba por mí.

Damian había aparecido con su amigo como amenazó. Solo se quedó el tiempo
suficiente para llevar a su hombre a mi apartamento. Carlton había pasado horas
instalando el sistema de alarma y luego otra hora enseñándome. Habían pasado dos
días desde que conseguí mi alarma y aunque ya me había sentido segura en mi
apartamento, lo sentía aún más por tener el lugar asegurado como Fort Knox5.
Estaba en el supermercado necesitando una dosis de azúcar, revisando las
ofertas en la panadería, cuando el chico detrás del mostrador preguntó:
—Thea, ¿qué puedo traerte?
Nos tratábamos por el nombre de pila.

5 Fort Knox es una base militar del Ejército de los Estados Unidos ubicada en el estado de Kentucky.

119
—Oye, Kenny. Estoy pensando en el bizcocho pegajoso porque el glaseado se ve
bien, pero tuve una cita no hace mucho tiempo y él habló sin parar sobre el riesgo.
Ahora me tiene pensando en lo que como. Solo tengo treinta y un años, pero es un
viaje cuesta abajo a los cuarenta y luego cincuenta, y aunque cincuenta son los
nuevos cuarenta, todavía son cincuenta. A los que aparentemente mi vecina cree que
estoy cerca, tratando de emparejarme con nuestro nuevo vecino que sí está en sus
cincuenta. Sin mencionar que tuve que lidiar con una explosión del pasado, una
explosión muy bienvenida, sexy y ligeramente irritante del pasado.
—¿Así que voy a empaquetar una de estas bellezas para ti o quieres algo más?
Parecía contento por mi indecisión; la fila de personas detrás de mí que
esperaban sus dulces parecía molesta.
—Quiero el bizcocho pegajoso.
—Buena elección.
Me disculpé con la gente esperando. Solía dejarme llevar cuando los dulces
estaban involucrados. Fue mientras esperaba que vi a Damian. Al principio pensé
que era una alucinación porque había empezado a soñar despierta con él, pensaba
en él por la noche también, pero me di cuenta de que no era producto de mi
imaginación. El hombre que ahora mismo estaba tratando de olvidar a través de una
dosis casi mortal de azúcar estaba en mi supermercado. La vista en sí no era extraña
porque él y yo habíamos hecho innumerables viajes al supermercado para mamá al
crecer, pero al mirar su cuerpo sospeché que la experiencia sería muy diferente
ahora. 120
Caminó hacia mí y siempre me había encantado verlo moverse, pero ver todo
lo que Damian Tate estaba moviendo ahora en mi dirección era una vista a la que
realmente podía acostumbrarme. Él dobló su espalda para bajar la cabeza y su olor
tenía un gemido ardiendo en mi garganta porque recordaba ese olor, lo pensaba a
menudo mientras estaba en la cama.
—¿Estás usando la alarma?
No eran las palabras que quería escuchar. Habría preferido mi nombre o algo
dulce y sucio o mejor aún, ninguna palabra, solo la bajada de su boca otro centímetro
para poder besarme. Mi respuesta no fue muy entusiasta.
—Sí y gracias.
—Anton y yo queremos hablar contigo.
—De acuerdo.
—¿Ahora está bien?
Supongo que no complacería mi casi mortal dosis de azúcar.
—Seguro.
—Kenny, no puedo llevar eso conmigo ahora.
—¿Quieres que lo guarde?
—Sí. Regresaré más tarde.
—Lo tienes.
120
Damian y yo no hablamos mientras caminábamos hacia el auto. También
condujimos en silencio. Cuando llegamos al club, me llevó a la oficina de Anton, que
estaba ubicada en la parte de atrás, y aún vi un poquito. Los socios de Anton se
habían reunido, algunos de los cuales reconocí por las imágenes en las noticias. Estos
hombres eran de lo que estaban hechas las leyendas, el tipo de mafiosos
representados en las películas y los libros… del tipo que mataría a sus madres para
conseguir un trato. Solo di un vistazo, pero eran muy fáciles de reconocer, porque al
igual que Anton, eran prácticamente celebridades… Dominic Ferrari, Salvatore
Federico y Sylvie Dane. Fue la yuxtaposición de Anton contra los hombres mayores
lo que llamó mi atención. Él era más joven y a diferencia de los grandes y fornidos
bulldogs, me recordaba a una daga, una peligrosamente afilada pero hermosa daga.
Cuando golpeaba, apuesto a que no lo viste venir. Puede parecer culto, pero Anton
vino de un lugar mucho peor de lo que la mayoría hubiera visto. No sabía los detalles,
pero sabía que había logrado salir de un lugar oscuro y feo. E incluso con todo el
pulimento que tenía ahora, esos demonios con los que había luchado y amordazado
seguían viviendo dentro de él.
Fui llevada a la oficina de Anton, el hombre apareció unos minutos después.
—¿Qué está pasando, Anton?
—Por favor toma asiento.
—Tengo la sensación de que necesito estar de pie para recibir esta noticia.
Anton y Damian compartieron una mirada antes de que Anton dijera:
121
—Lo que Cam no compartió contigo la otra noche es que parte de lo que él está
investigando involucra a un asociado mío que no es fanático de la policía de NY
metiendo las narices en su negocio.
El primer hilo de alarma se movió a través de mí y me senté, me dejé caer en la
silla detrás de mí. Cam no solo estaba investigando policías corruptos sino también
mafiosos. ¿Papá también lo estaba haciendo? ¿Por eso lo habían matado?
—¿Thea? —Me concentré en Anton antes de deslizar mi mirada hacia Damian,
quien estaba apoyado contra la pared frente a la puerta. Las piezas cayeron en su
lugar.
—Es por eso que renunciaste a tu nombramiento, el por qué te mudaste a casa.
Para ayudar a Cam a descubrir qué le pasó a papá.
—Sí.
Estaba de pie y cruzando la habitación envolviendo mis brazos alrededor de su
cintura y presionando mi rostro contra su pecho para esconder mis lágrimas.
—Gracias. Lamento haberte hecho pasar un mal momento la otra noche.
Lo atrapé desprevenido, pero no dudó en acercarme más. No quería dejarlo ir,
pero lo hice. Y una mirada a él demostró que no estaba indiferente por el momento
porque sus ojos estaban más oscuros de lo normal. Mis piernas estaban casi inútiles,
así que no volví al escritorio de Anton y me senté en el sofá mucho más cerca.
Me había olvidado de que Anton estaba en la habitación hasta que dijo:

121
—Damian está ayudando a Cam buscando información. —Había comprensión
en su expresión mientras me estudiaba—. Estamos preocupados por ti.
—¿Yo? ¿Por qué?
—Eres la hermana de Cam y si los que él está investigando se enteran de lo que
está haciendo, es posible que busquen ventaja para hacerlo dejar el caso.
Eso hizo que un escalofrío de miedo bajara por mi espina dorsal.
—¿Crees que es posible que alguien venga detrás de mí?
—Remoto, pero no es una posibilidad que estemos dispuestos a tomar —dijo
Anton.
Estaba un poco lenta, pero me estaba poniendo al día.
—Eso explicaría tu visita por la mañana del otro día sobre las cerraduras de mi
puerta.
Damian no respondió, pero no necesitaba hacerlo.
—Eso era todo lo que tenías que decir en cuanto a por qué insististe tanto en el
sistema de alarma. —Levanté la mano para detener su exclamación, no porque se
estuviera deshaciendo por responder—. Me doy cuenta de que el hombre que eres
ahora parece acaparar palabras como un niño pequeño con un juguete nuevo y
brillante. Aunque cuando arrastras a una mujer de la cama antes de que salga el sol,
es mejor que tengas claro por qué lo haces.
Su sonrisa en respuesta me hipnotizó, lo suficiente como para que solo lo 122
mirara fijamente hasta que la sonrisa se convirtió en una sonrisa malvada, luego
volví mi atención a Anton porque me sentía imprudente y ahora no era el momento.
—¿Crees que mamá, Kimber y Ryder están en el radar?
—Kimber y Ryder probablemente no, pero tu madre… la tenemos cubierta.
—¿Tienes a alguien vigilando a mi mamá?
—Su entrenador es uno de los de Damian.
Mi cabeza una vez más se sacudió hacia Damian.
—¿El hombre yoga es uno de los tuyos? —Él se quedó con el apodo; yo, me sentí
aliviada al escuchar la conexión con Damian porque de lo contrario la forma en que
se conocieron era simplemente extraña—. ¿Tenían a alguien conmigo?
—Todos lo hemos estado haciendo, Cam, Damian y yo, pero haciéndolo
discretamente. Estamos intensificando eso y Damian quiere un punto.
Damian había estado actuando bastante distante conmigo así que al escuchar
que quería un punto me desconcertó y me emocionó. Sin embargo, no me pude
enfocar en eso porque estaba preocupada acerca de por qué sentían que necesitaban
intensificar el juego.
—Si esta conversación fue para tranquilizarme, no me siento muy
tranquilizada.
—Cuanta más información tengas, mejor preparada estarás para protegerte a ti
misma.

122
—Cierto, pero solo me estás dando fragmentos.
Anton caminó alrededor de su escritorio y se sentó en la esquina del mismo.
—Piénsalo bien, Thea. Tu papá estaba trabajando en un caso que podría haber
involucrado a policías corruptos. En el medio de esa investigación…
Ya había pensado en eso y, sin embargo, escucharlo en voz alta no fue fácil.
Anton lo notó porque suavizó su voz cuando añadió:
—No puede pasarse por alto. Además, fuiste la albacea del testamento de tu
papá.
Había estado mirando mi regazo mientras retorcía mis dedos, pero ese
comentario de Anton me llamó la atención. Yo fui la albacea. Papá sabía que mamá
no podría manejarlo. Y en sus zapatos, si hubiera sido Damian, yo tampoco habría
podido.
—¿Alguien podría pensar que él dejó algo relacionado con la investigación y lo
encontré mientras revisaba sus cosas?
—Es toda una conjetura, pero seríamos tontos si no consideramos todas las
posibilidades y planificamos en consecuencia.
—¿Qué hay de Cam? ¿No sería más probable que lo persiguieran a él, como lo
hicieron con papá? —La idea tenía lágrimas ardiendo en mis ojos.
—Es inteligente y conoce el tipo de personas con las que está lidiando. —Mi
papá también había sido inteligente. Anton esperó hasta que mi mirada se encontró 123
con la suya—. Estas precauciones es posible que sean en vano, pero es mejor
asegurarse que lamentar.
—¿Cam sabe que me estás contando?
—Sí. Quería estar aquí pero no podía zafarse y no quería que esperáramos.
—Haré lo que creas que sea necesario.
—No creo que sea por una larga duración. —Anton miró su reloj—. Pero
lamentablemente, tengo otros asuntos que atender.
—Te llevaré a casa —dijo Damian mientras se movía para unirse a mí.
—¿También tienes otros asuntos?
Obtuve una ceja levantada de Damian en respuesta.
—Lo que quiero decir es que, si necesitas regresar a esta parte de la ciudad,
acompañarme a casa es una tontería… no con el tráfico de las horas pico. Tomaré un
taxi. Puedes acompañarme hasta allí e incluso te llamaré cuando llegue a casa.
Anton y Damian compartieron otra mirada antes de que Damian levantara la
barbilla en acuerdo. Anton me dio un beso en la mejilla, miró detrás de mí a Damian
y luego salió de la habitación.
Damian y yo no hablamos mientras caminábamos afuera y esperábamos un
taxi. Un auto amarillo dobló la esquina y Damian salió a la calle. Él no necesitó
levantar una mano o un silbido. Su solo enorme tamaño llamaba la atención. El taxi
se detuvo.

123
—Tu teléfono —dijo.
Se lo entregué y marcó su número.
—Envíame un mensaje cuando llegues a casa.
—Lo haré.
Respondió con un movimiento de barbilla. Sostuvo la puerta para mí, pagó al
taxista y volvió a entrar antes de que el taxi incluso se saliera de la acera.

Esa noche vinieron las chicas y tuvimos margaritas y nos pintamos las uñas.
Las puse al día con la desconcertante reunión que tuve antes con Anton y Damian.
No había podido pensar en otra cosa. La idea de que mi papá podría haber sido un
blanco, de que Cam estaba siguiendo esos pasos era aterradora. Pero cuanto más
pensaba en ello, simplemente no estaba tan segura de que las cosas fueran tan
terribles como Anton las hizo sonar. Habían pasado más de dos años y si personas
temían que papá tuviera información, información que yo pudiera descubrir, ¿no se
habrían acercado antes de esto?
—Basándose en lo que has compartido, pareces bastante relajada —dijo Ryder
mientras preparaba las copas para la próxima ronda de bebidas.
—Podrían ser las margaritas —dije.
—Es verdad. 124
—En serio, no puedo pensar en papá siendo un blanco. Ya fue bastante difícil
perderlo de la manera en que lo hicimos, pero la idea de que fue asesinado porque
estaba haciendo su trabajo, y peor, por otro hermano vestido de azul, no puedo
considerar esa idea. Aún no.
—Puede que tengas que hacerlo.
Ryder tenía razón, en algún momento podría tener que hacerlo, pero ese punto
no era ahora.
—Lo sé y lo haré si llega ese momento. Y estoy completamente dispuesta a hacer
lo que ellos creen que es necesario para mantenerme a salvo, es por eso que les pedí
que pasemos la noche aquí. Pero es posible que Anton y los demás estén viendo más
peligro del que hay porque están condicionados a ver el peligro.
Kimber tomó un nacho.
—Te refieres al poli, al gánster y al tipo de las operaciones clandestinas.
—No sé si Damian estaba en operaciones clandestinas, pero sí. Es como los
teóricos de la conspiración que ven algo en todo. Están entrenados para ver todas las
trampas, incluso cuando no existen.
—Posiblemente, pero me alegro de que estés escuchando porque si no están
equivocados… —dijo Ryder y luego agregó—: ¿Lo sabe mamá?
—Aún no. No hasta que ellos sepan más.
—Tiene sentido. Quiero saber sobre Damian. ¿Cómo es él ahora?

124
—Siempre ha sido intenso, pero lo es aún más porque tiene una presencia tan
dominante, incluso siendo una silenciosa.
—¿Y?
—Me dijo que había venido a casa en el aniversario del funeral de papá para
hacer un brindis en McGinty's. Le dije que me habría unido a él si me lo hubiese
pedido. Dijo que él lo sabía y ese fue el motivo por el que no me invitó.
—¿Qué diablos significa eso? —preguntó Kimber.
—Tu suposición es tan buena como la mía. Le pedí que aclare, no es que haya
servido de ayuda, dijo que después de la forma en que se produjo el último
encuentro, parecía más prudente evitar la tentación.
—Oh Dios mío. Eso es tan asombroso. —Ryder estaba saltando de un lado a
otro, arrojando su bebida por el borde de su vaso.
—¿Lo es? Ha estado en casa un buen tiempo y apenas he conectado con él. Y sé
que está trabajando con Cam, pero solo toma un minuto llamar. No puedo evitar
pensar que me está evitando, aunque va a ser mi sombra en el futuro previsible. —
Tomé un sorbo de la bebida agridulce; la mezcla helada bajó muy suavemente—. No
voy a mentir. He esperado mucho tiempo para estar tan cerca de él, para tenerlo
nuevamente en mi vida, pero él es diferente ahora.
—¿Diferente cómo?
—Él está en su cabeza más. No es que nunca haya hablado mucho, pero ahora
parece que lo hace mucho menos. Hay una muy buena posibilidad de que lentamente 125
me vuelva loca por todo el silencio.
—Creo que la locura es un pequeño precio a pagar para estar en compañía de
un hombre así.
Ryder arrojó una fritura a la cabeza de Kimber.
—Eres una idiota.
Kimber agarró su vaso.
—Vamos. No Tomorrow6 está comenzando.
E incluso si Damian estuviera en su cabeza más, estaba de regreso, estaba en
casa y él iba a ser mi sombra. No podía esperar.

6
No Tomorrow es una serie de televisión estadounidense romántica de comedia dramática que se
emitió en The CW del 4 de octubre de 2016 al 17 de enero de 2017.

125
la mañana siguiente cuando salí, me encontré con Damian apoyado contra
su Maserati negro, mirando su teléfono. Que visión era, todo ese hombre
hermosamente musculoso inclinado contra un auto ridículamente sexy. Complací a
mi imaginación, y mi lívido, con la imagen mía tendida en el capo de ese auto y
Damian sobre mí, dentro de mí, alrededor de mí. Mi cuerpo ardió ante la idea. Debí
haber invertido en uno de esos abanicos de mano porque predecía muchos estallidos
de calor en mi futuro.
Alzó la mirada y ese rostro, esos ojos, era como volver a casa. Abrió la puerta
del pasajero y como un aroma favorito, ese gesto trajo muchos recueros.
—Damian.
Esperé, y no me decepcionó.
—Thea.
La forma en que dijo mi nombre conjuró imágenes de él enterrado dentro de
mi justo en el momento en que se corría. Puede que necesitara más que un abanico,
tal vez una ducha en hielo.
126
Subí y esperé que se acomodara tras el volante, luego esperé que me hablara,
pero se apartó de la acera sin decir ni un “¿cómo estás?” Este Damian más adulto y
sexy parecía ser un ahorrador de palabras, como si fuera a desintegrarse como un
vampiro a la luz del día si alcanzaba un límite invisible diario, pero debía
conformarse con al menos unas cordialidades sociales si íbamos a pasar tiempo
juntos.
Intenté animar esto cuando pregunté:
—¿Cómo estás está mañana?
Grillos cantaron.
—Me gusta tu auto. —Me gustaría incluso más gritando su nombre mientras
me follaba hasta perder la cabeza sobre este. No era quisquillosa. No vayas allá,
Thea.
Ese comentario hizo que me mirara, pero aún no decía nada.
Continué porque era la hija de Rosalie Ahern y había aprendido de tenacidad
con ella.
—¿Alguna vez has oído de la ciencia actuarial?
Ni siquiera me miró ante esa pregunta. Lástima porque era un bonito rostro.
—Tuve una cita no hace mucho con un hombre que medía riesgos para
compañías de seguros. Es la primera cita que he tenido en la que he pensado en
matar a la persona sentada frente a mí. No me iba a dejar comer postre. Y sí, la
palabra clave es dejar. Me comí dos postres para darle una lección. De verdad habría

126
presionado sus límites si descubriera que no hacía ejercicio en absoluto. Tendría toda
clase de pensamientos, de eso estoy segura. Estoy pensando que las citas no son lo
mío. Podría unirme a un culto. Eso seguro haría que los prospectos de futuros novios
se rascaran la cabeza… yo empezando a alardear sobre estar en un culto. Oh,
deberíamos ir por café. Conozco el mejor sitio. ¿Quieres café?
Estábamos en un semáforo. Había estado mirando por la ventana lateral
mientras lo asaltaba verbalmente con cada idea en mi cabeza. Bueno, no con cada
idea porque podría haber hablado por horas de él. Pero hacerlo de frente
simplemente parecía de mal gusto. Me giré para verlo mirándome y apostaría dinero
a que la burbuja sobre su cabeza estaba diciendo algo parecido a: “Qué demonios”.
—¿Café? —pregunté de nuevo.
—¿Cup of Joe?
—¿Sabes de Cup of Joe? —Era una pregunta tonta. Claro que sabía. Estaba
entrenado para saber y era Damian.
Había estado de camino a Cup of Joe de todos modos, porque minutos después
estábamos estacionando frente a éste. Salió del auto y lo rodeó para encontrarse
conmigo en la acera, sostuvo la puerta para mí y de alguna forma logré pasar por el
pequeño y estrecho espacio del café hasta el mostrador. Tan pronto como Ryder me
vio sonrió y luego miró dos veces a mi acompañante, seguido de un pequeño estallido
al caerse lo que había tenido en sus manos.
—Hola, Thea. —Sus ojos se tomaron su tiempo recorriendo el cuerpo de
127
Damian, y lo entendía, tenía un cuerpo asombroso, pero no me gustaba que mirara—
. ¿Quién es tu amigo?
Ella sabía quién era, pero solo se habían conocido una vez, hace años. Era
posible que Damian se creyera que no lo recordaba. No era probable. Le seguí el
juego igual.
—Damian, Ryder, Ryder, Damian.
Un movimiento de su barbilla fue el saludo de él. Una sonrisa traviesa el de ella.
—¿Cómo se conocen?
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, sus ojos se salieron de su
cabeza. Solo podía atribuir su comportamiento a una locura temporal. Damian me
había considerado tonta varias veces, pero iba a sospechar sobre por qué mi mejor
amiga estaba pretendiendo que no sabía quién era, deduciendo que habíamos
pasado la noche, muchas noches, hablando de él. Era hora de mis tácticas de
distracción.
—Nos conocimos por un pichón. Él voló contra una vitrina, el pichón, no
Damian, y Damian aquí, estaba muy triste. Quiero decir lágrimas, lágrimas
masculinas, solo bajaban por sus mejillas. Estaba a cierta distancia de él, pero estaba
en tal estado que pensé que era mejor ver cómo estaba. Y cuando vi la pobre ave en
sus grandes manos… —Eso hizo que mirara a sus manos; grandes, uñas cortadas,
palmas anchas y dedos largos. Recordé esas manos envueltas en mi rostro de forma
posesiva, esos dedos en mi interior. El recuerdo hizo que mi boca se secara. Me
recobré—. Resumiendo la historia, no había salvación para el pichón, pero su muerte

127
no fue en vano. Lo asamos al fuego en una lata de basura y lo compartimos con unos
lugareños. La carne de pichón es muy buena.
Damian y Ryder estaban mirándome como si hubiera perdido la cabeza, pero
al menos había alejado, con éxito, la atención de Ryder.
Ella se agarró al figurado salvavidas que le arrojé y preguntó:
—¿Quieres lo de siempre?
—Sí.
—¿Y tú, Damian?
—Café oscuro grande.
Mi cabeza fue hacia Damian porque le respondió. Tal vez ese era el truco,
necesitaba trabajar en la industria de alimentos.
Mientras Ryder iba por nuestro café, le dije:
—Ha pasado mucho tiempo, pero recuerdo que hablabas más.
Hubo una risa en sus ojos cuándo me miró.
—¿Vas a estar pasando por mí muy seguido?
—Sí.
—Entonces tal vez quieras pensar dos veces lo del voto de silencio y hacer una
excepción por mí.
128
Nada.
—Lo haces a propósito. ¿Verdad? quieres que me vuelva loca para poder hablar
con las voces en mi cabeza y las tuyas.
Ni una reacción. Era como un jodido ciborg.
—¿Estás buscando a Sarah Connor?
Pensé que no estaba escuchando, pero se rió ante mi referencia de Terminator
y me sentí muy complacida conmigo misma.
—Podrías empezar con unos buenos días. No es difícil decir las palabras. Salen
fácilmente de la lengua. ¿Quieres intentarlo?
Tenía algo en su lengua ahora, pero no era unos buenos días.
—Podemos trabajar hacia que tengas un buen día o incluso mi nombre. No sé
si te he oído llamarme por mi nombre completo. ¿Recuerdas mi nombre? —pregunté
como si estuviera hablando con alguien que acababa de sufrir un trauma cerebral, y
de nuevo recibí esa mirada divertida—. Es Thea Ahern. Tú eres Damian Tate y yo soy
Thea Ahern. —Y las chicas tienen una vagina y los chicos un pene. Un detective en el
kínder. Estaba en una racha con las referencias de películas de Arnold.
Toqué su brazo, pero al sentir los duros músculos de sus bíceps quise
acariciarlo. Mi voz sonó un poco graciosa cuando añadí:
—Podemos trabajar con mi nombre.

128
Pagó nuestros cafés, lo cual consideré adorable, y fuimos a la puerta. Ryder
llamó mi atención antes de seguirlo.
—Tienes razón, está envejeciendo muy bien.
—Sí, te vi mirando.
—Solo estaba mirando, es difícil no hacerlo.
—Suenas cada vez más como Kimber.
Ryder tembló.
—No digas eso. No soy tan mala. —Levantó su barbilla—. Te está esperando.
Me gustaba como sonaba eso.
—Nos vemos.
—Nos vemos.
Damian estaba esperando. Sostuvo la puerta abierta. La atravesé.
—Gracias, Damian.
Casi dejé caer mi néctar de los dioses cuando respondió.
—De nada, Thea Ahern.

DAMIAN 129

Anton había arreglado una reunión con Salvatore Federico. Su vínculo con los
casos que Cam estaba investigando no podía ignorarse, pero hacer que Anton se
acercara a él en lugar de la policía era inteligente. Igual estaría molesto por tener a
un extraño inmiscuyéndose en sus asuntos, pero debería ser menos molesto.
No estaría en la reunión, pero pretendía estar cerca porque podías leer a las
personas solo viendo su lenguaje corporal, como Thea. Siempre había pensado que
sus ojos la delataban, pero su cuerpo era más revelador. Y era un cuerpo muy bello
también.
Toda esa escena en Cup of Joe el otro día, siempre había sido un poco diferente,
pero ahora era jodidamente graciosa con sus esfuerzos por hacerme hablar. Durante
los últimos trece años había estado en incontables situaciones donde el silencio era
necesario, una cuestión de vida o muerte. Me había acostumbrado a observar, más
que a hablar. El hecho de que lo hubiera notado y estuviera determinada a hacerme
hablar hacía que el imbécil testarudo que era quisiera no hacerlo. Era como un jodido
juego previo; deseando escuchar las cosas ridículas que saldrían de su boca, y no
podía esperar para conocer más a la mujer en que se había convertido. Sospeché que
me gustaría más que la chica que había sido.

THEA
129
Habían pasado unos días desde que Damian apareció afuera de mi
apartamento, listo para asumir sus deberes de guardaespaldas. Era callado, claro,
pero ese día con él había sido uno de los mejores que pasé en mucho tiempo. Quise
llamarlo, solo hablar, como solíamos hacer, pero no estaba segura si estaba dispuesto
a hacerlo.
Necesitaba víveres y había una tienda al final de la calle de mi apartamento a la
que podía llegar en minutos caminando. Si llamaba a Damian, convertiría la
diligencia de veinte minutos en algo de una hora. No me molestaría pasar esa hora
con él, pero pedirle que dejara todo porque tenía ganas de helado parecía incorrecto.
Sospeché que querría que lo llamara, mi seguridad era su prioridad, pero estaba
viviendo al límite y me fui a la tienda sola. Compré y regresé a casa, mis brazos
estaban matándome cuando llegué a mi edificio. Supongo que no necesitaba cuatro
galones de helado. Sentí a alguien detrás de mí y el pánico me golpeó y luego la
vergüenza. Todas las precauciones tomadas por aquellos que conocían la situación
mejor que yo, y les hice caso omiso. Iba a ser asesinada frente a mi propio edificio.
Me lo tenía merecido.
—Déjame ayudarte.
El tío Tim. Intenté sacudirme el susto, pero esa era la señal de que necesitaba
escuchar a los chicos a pesar de mis sentimientos al respecto. Y ese era el problema
con las teorías de conspiración… volvían loca a la gente.
—Gracias. 130
—Tal vez debiste hacer dos viajes.
—Lo haré la próxima vez. —No habría una próxima vez sola. Esperaría la hora
por Damian y luego dejaría que cargara todo. La imagen de él cargado con mis
compras era una buena.
Entramos al vestíbulo de mi edificio y Percy, nuestro cartero, estaba llenando
los buzones.
—Buen día, señorita Ahern. ¿Quiere el correo de la señora Cooke?
—Por favor.
Lo apiló todo y levanté mi codo para que lo pusiera.
—Que tenga un buen día.
—Tú también, Percy. ¿Qué te trae por aquí? —pregunté al tío Tim mientras
subíamos a mi piso.
—Estaba en el vecindario, así que decidí pasarme y saludar. Pensé que podría
encontrarte ya que trabajas desde casa.
—Estaba trabajando, pero me dieron ganas de helado.
Me sonrió.
—Ah… te atrapé.
Llegamos a mi apartamento; tomó mi llave y abrió. Dejé el correo en la pila
acumulándose en el mostrador y fui al refrigerador a guardar las coas.
130
—Eso es mucho correo —dijo el tío Tim mientras empezaba a mirar la pila.
—Es mío y de la señora Cooke. Tiene un montón del mío también. Una vez a la
semana lo revisamos.
—Y no te preocupan las facturas.
—Pago en línea todas mis facturas y su contador se encarga de las de ella. —
Terminé en la nevera y me giré para mirarlo bien—. Pareces cansado.
—Lo estoy.
—Felicitaciones en el caso McKay.
—Esos casos son difíciles. Fue una victoria, pero no se siente como tal.
—Lo entiendo. —Pensé en mencionar a Cam y cómo estaba investigando la
muerte de papá. El tío Tim podría ayudar, entre sus conocidos tenía investigadores
privados muy costosos que podrían hacer el trabajo de campo con Cam, pero dudé
porque Cam estaba manteniendo todo en secreto, incluyendo no decirle nada al tío
Guy, así que supuse que tampoco se lo había dicho al tío Tim. No estaba segura si
estaba de acuerdo con Cam, pero no me metería en su investigación.
Tío Tim se movió un poco de un pie al otro, señal que había algo en su mente.
Se contuvo y sonrió.
—Anunciaré mi candidatura al senado en unas semanas y me gustaría tenerlos
a ti y a Cam a mi lado cuando lo haga. Ya he contactado a Rosalie.
El orgullo ardió en mí junto con la pena, porque papá se perdería esto. 131
—Claro, pero parecías nervioso por pedirlo. ¿Por qué?
—Pienso en ustedes como mi familia y si están ahí conmigo, estarían
anunciando eso al mundo también.
—Somos familia.
—No quiero sobrepasarme.
—Eras el amigo más querido de papá, y Cam y yo te hemos conocido todas
nuestras vidas. No te estás sobrepasando.
—Gracias por eso.
—Debes estar en el séptimo cielo. En la cima de tu carrera con el veredicto del
caso McKay y ahora esto.
—Es un sueño, así que se siente un poco irreal que se esté cumpliendo.
—Papá estaría muy orgulloso.
—Lo extraño.
—También yo.
Miró su reloj.
—Tengo una dirección en la ciudad. Haré que mi asistente te envíe la
información de la gala.
—Estaremos ahí a tiempo.

131
Presionó un beso en mi mejilla y salió por la puerta.
—Cierra tu puerta con seguro.
Sin importar qué tan mayor fuera, todos los hombres de mi vida estaban
determinados a protegerme del hombre del saco, y tan molesto como podía ser a
veces, no lo cambiaría.
—Sí, señor.

Había mencionado antes que mi suerte no era genial y esto quedó


abundantemente claro cuando me encontré con mi madre en las calles de
Manhattan. Damian había venido conmigo a hacer unas diligencias. No supe quién
estuvo más sorprendido cuando me llamó desde mitad de la cuadra, Damian o yo.
Lo peor era que no estaba sola. Kimber estaba con ella. Nada bueno resultaba al estar
juntas las dos.
—Solo sigue caminando —dije.
—Es tu mamá —dijo eso como si fuera retrasada. Sabía que era mi mamá y
también sabía que era impredecible, sobre todo si estaba con Kimber. Quién sabía lo
que podría salir de sus bocas ya que Ryder, la más centrada de nosotras, se había
puesto como loca en presencia de este hombre, no había cómo saber qué harían esas
dos. No estaba segura de tener suficiente buena imaginación para imaginarlo
después de las tonterías que soltarían. 132
—Si vamos rápido al auto, es probable que no nos alcancen. No en esos tacones.
Estaba mirándolo fijamente, así que vi la sonrisa que tocó esos labios. No
estaba segura si esa sonrisa era para mí o mi mamá, porque cuando seguí su mirada
ella venía corriendo por la calle, moviendo una mano mientras gritaba mi nombre.
Kimber estaba sonriendo y moviéndose igual de rápido, pero su atención estaba fija
en Damian.
—Pudimos haber llegado al auto —murmuré, justo cuando mamá se detuvo
frente a nosotros jadeando como si hubiera corrido un maratón.
—Creí que no me habías oído.
—Mamá, media ciudad te escuchó.
Kimber ni siquiera me saludó. Miró a Damian de arriba abajo, mordiéndose los
labios como hacía antes de preguntar en una voz que sonó más como un sexy
ronroneo.
—¿Quién es tu amigo, Thea?
¿En serio? ¿Ella también?
—¿Quién? ¿Él? No sé. Acabamos de salir del banco a la vez.
Como esperaba, su atención fue a mí y me frunció el ceño.
—Y por eso está de pie contigo ahora.
—Creo que es un poco retrasado —susurré y añadí—: No quería ser grosera.

132
—Me disculpo por mi hija, Damian. De verdad intenté enseñarle modales, pero
es muy terca.
No había presenciado la reunión de mamá y Damian la noche de la cacerola de
carne, pero pude verla ahora y no solo estaba estupefacta, estaba celosa porque tomó
la mano de mi madre, sonrió y dijo en el tono de voz más dulce:
—Es un gusto verte de nuevo, Rosalie.
Recordé esa voz; por lo general iba antes que nos desnudáramos. Oh querido
Dios, estaba teniendo pensamientos sexuales frente al hombre en cuestión y mi
madre. Mátenme ahora.
—Lo mismo digo, cariño. Debes venir a cenar más seguido ahora que estás en
casa.
—Claro.
Kimber no sería ignorada. Extendió su mano hacia él tan rápido que casi lo
golpeó en el vientre.
—Soy Kimber.
Damian tomó su mano.
—Nos conocemos. Un gusto verte de nuevo.
Bajé mi cabeza, qué más podía hacer. Esa era la forma de Damian de decir que
sabía que estábamos en algo y que iba a averiguarlo. Necesitaba amigas nuevas.
—¿Qué haces, Damian? —Mi cabeza fue a ella. Aborta. Sabe que estás 133
fingiendo. Ni siquiera me miró, demasiado entretenida desvistiendo al amor de mi
vida con sus ojos.
—Ex militar, estoy en medio de trabajos transitorios. —Estaba siguiéndole el
juego. Estábamos condenadas.
—¿Transición a qué clase de trabajo? —preguntó Kimber.
¿Ella escuchó alguna vez la expresión de golpear a un caballo muerto? La cual
era una horrible expresión. Intervine.
—Mencionó una línea caliente de un número 1-800.
—¿Alguna vez hablas en serio? —Mamá estaba dándome la mirada de ojos
entrecerrados. Debería estar mirando así a Kimber.
—No.
La mirada de mamá cambió a un brillo travieso, lo cual nunca era bueno, antes
de decir:
—Entonces Thea y tú están compensando el tiempo perdido.
Era tentador darle una patada en la espinilla a mamá y salir corriendo.
Compensar el tiempo perdido… necesitaba encontrar un pozo y arrojarme dentro.
Luego, mamá y Kimber hicieron la cosa más extraña. Ambas miraron a Damian
como si fuera un animal de zoológico, así que miré para ver qué las tenía cautivadas,
solo para ver la sonrisa que era tan rara en él.

133
—Incluso todo adulto eres adorable —dijo mamá.
—Oh sí. —Esa fue la elocuente contribución de Kimber a la observación de
mamá. ¿Damian era adorable? Si se referían a una forma aterradora, peligrosa y
asesino de gatitos.
—¿Thea ya te preparó la cena? Se ha convertido en toda una chef.
Mis comidas de la infancia eran bastante terribles. Había aprendido mucho
desde eso, no era que tuviera la intención de compartir mis habilidades culinarias
con Damian.
Damian contestó.
—No. La última comida suya que tuve fue en la secundaria.
—Era una cocinera terrible, pero fue persistente, estaba determinada a cuidar
de ti… y Cam.
Mi mandíbula golpeó el pavimento. Madre; así la llamaba cuando estaba
disgustada; estaba hablando del pasado. No estaba preparada para recorrer el
camino de los recuerdos. Alcé la mirada para determinar qué edificio era más alto
para poder lanzarme de este. O mejor, arrojarla a ella.
—Haz que te prepare la cena. Ella cocina casi tan bien como dibuja.
—Lo haré. Gracias por el consejo.
—Ahora que estás en casa no seas un extraño. Prepararé galletas, sé lo mucho
que te gustan las de mantequilla. 134
—Sí, a diferencia de las que Thea quemó. —Luego tomó su mano y la llevó a sus
labios—. Eso me gustaría.
¡Malvado! Esperó catorce años para hablar del desastre de las galletas del 2003.
Acababa de entrar a mi lista. ¡Nada de galletas para él! En especial ya que besó la
mano de mi madre, el señor Encantador que se convertía en un ciborg cuando
estábamos a solas. Kimber le ofreció la suya, aunque él no la besó, y su mirada
alicaída me sacó una sonrisa petulante. Se alejaron todas sonrojadas y yo solo lo
miré. Oh, lo alimentaría. Había un veneno para ratas enterrado en el gabinete bajo
el fregadero.
—¿Qué demonios fue eso? Apenas me hablas, pero te pones todo adulador con
mi madre.
—Es tu madre.
—Y qué.
Esa fue la única explicación que él vio necesitaría para la situación, porque fue
hacia su auto. Lo seguí, pero no fue hasta que estuvimos condiciendo de regreso a mi
apartamento que dije:
—Estoy segura que de verdad no quieres cenar.
—La cena estaría bien. —Me miró—. Esta noche me parece bien.
Iba a estar en mi apartamento conmigo. No veía cosas buenas salir de esto, pero
le dije:

134
—Entonces esta noche será.

Damian apenas estaba terminado su guiso, y era un guiso jodidamente bueno


si me preguntaban; él también lo pensó porque comió tres raciones. Lo serví con un
crocante pan francés caliente, el cual no se comió, y una ensalada que devoró.
Durante toda la cena apenas comí porque estaba muy ocupada mirándolo. Estaba en
mi apartamento. Me gustaba verlo en mi apartamento.
Alguien llamó a la puerta.
—Yo atiendo. —Arrastré mis pies al suelo porque había estado contemplando
saltarle encima y ver qué pasaba—. Es solo mi vecina.
Damian se levantó.
—Mira primero.
Era la señora Cooke, observado por la mirilla. Abrí la puerta y ella ni esperó a
ser invitada. Entrando a mi sala de estar como si fuera la dueña, su atención fue
directo a Damian. Apostaría dinero a que mamá la llamó. Y estoy suponiendo, por la
mirada en su rostro, que estaba de acuerdo con lo que sea que mamá dijo sobre él.
—Soy Miranda Cooke. ¿Y tú eres? —Nunca le había mencionado a Damian
porque cuando ella entró en mi vida, él había estado metido firmemente en la caja.
Él consiguió su primer nombre en el primer encuentro. Tuve que esperar unas 135
semanas para eso y todavía me sentía más cómoda llamándola señora Cooke, y
Damian, al igual que mi madre, encendió su encanto. Se estiró por su mano y dijo en
una voz que era la más suave que había escuchado salir de su boca, incluso más gentil
que con la que le habló a mamá antes.
—Damian Tate. Un placer.
Primero con mi mamá y ahora estaba coqueteando con mi vecina de setenta
años, y aun así guardaba sus palabras conmigo, solo regalándome un par en cada
conversación, las cuales me tenían codiciando las que sí decía como si fueran una
rara gema. Iba a llamar a Anton más tarde y a pedirle un reemplazo.
—Thea no mencionó lo guapo que eras.
No se lo había mencionado en absoluto, mi madre sí, y conociéndola, no solo le
mencionó lo apuesto que era, probablemente había dado detalles. Resoplé de nuevo
y luego tomé una galleta y me la metí a la boca para no decir nada que pudiera
lamentar después.
Damian apuntó al sofá y la señora Cooke se sentó como si usara una de esas
faldas con volados, justo en el borde del sofá, toda refinada y femenina. No podía
creer que estuviera siendo obligada a ver esto, y lo que era peor, estaba celosa. Celosa
de mi vecina anciana. Era patética.
—¿Qué te preparó Thea para cenar?
—Guiso de carne.
—Oh, su delicioso guiso. Casi tan bueno como su cacerola de pollo.

135
Damian me miró antes de decir:
—Tendré que hacer que me prepare ese para la próxima.
Mi boca se abrió, un poco de galleta mordida pudo haberse salido, pero no me
importó. Estaba diciendo frases completas. Incluso había una cadencia sexy en el
tono de su voz. Me estiré hacia la botella de vino y me serví una copa que podría
rivalizar con la que Brody se sirvió a sí mismo en la primera película de Tiburón.
Luego miré por el borde de la copa a mi vecina y guardaespaldas mientras la bebía.
—¿Has comido postre? —preguntó la señora Cooke, y claro que lo preguntaría
porque le gustaba el dulce tanto como a mí.
—Todavía no. Thea estaba preparando el café.
¿Oh, eso hacía? Que gracioso, no mencionó que quisiera café o postre.
—¿Te importaría hacerlo descafeinado, Thea?
Resistí la urgencia de golpear mi copa en la mesa y me paré, murmurando:
—Para nada. Será un gusto.
Puede que haya cerrado con fuerza uno o dos gabinetes, pero parecieron no
oírme porque estaban hablando. Había pasado las dos últimas horas sacándole
palabras al hombre y ahora tenía una verborrea. Odiaba mi vida. Y estaba
particularmente irritable porque mientras el ciborg se atragantaba con mi guiso,
había estado divirtiéndome con ideas de arrancarle la ropa. Necesitaba enfriarme,
así que abrí la nevera y metí mi cabeza. 136
—¿Qué estás haciendo, Thea?
—Leí una vez que si abres la nevera muy rápido puedes ver las criaturas que
viven en el interior.
Ella me habló con ese tono, ese en el que se preguntaba si estaba bien
mentalmente. Recibía ese tono de su parte con bastante frecuencia.
—Nunca escuché de eso.
Damian, por otro lado, sabía exactamente lo que estaba haciendo porque se
veía simplemente comestible.
—¿Viste uno? —preguntó.
—No en mucho tiempo.
Sus ojos se oscurecieron.
—¿De verdad?
No estábamos hablando de criaturas de la nevera, estábamos hablando de
polla, así que contesté:
—No, pero de verdad me gustaría.
Deslizó su mirada por mi cuerpo y se quedó un segundo de más en mis senos.
—Todo se trata de la sincronización.
Gemí.

136
—¿Puedes hacerme un dibujo de estas criaturas? No tengo idea sobre qué están
hablando.
Y ante su inocente comentario, Damian y yo estallamos en carcajadas.

137

137
o puedo creer que tenga que usar esto —dijo Cam por séptima vez
mientras ajustaba su cuello.
—Es un esmoquin, no una armadura de hierro. Compórtate.
—No me quiero comportar.
Miré a Anton.
—Es como si tuviera tres años.
Estábamos en el Bentley de Anton de camino a la gala del tío Tim. Cam, Anton
y Damian estaban vestidos con esmoquin. Había perdido la habilidad de hablar
cuando Damian llegó. Incluso ahora, seguía mirándolo furtivamente a través de mis
pestañas bajas.
—¿Tío Tim recogió a ma? —preguntó Cam.
—Sí, pero está emocionada por el viaje a casa en este bebé.
Anton sonrió.
—Ya ha llamado con las instrucciones que Silas debe seguir para llegar allí. 138
Definitivamente es un largo camino.
Cam se rió.
—Eso suena como mamá.
Damian estaba junto a mí y su gran cuerpo empequeñecía el mío en los súper
cómodos asientos de cuero. Nunca lo había visto en esmoquin y ahora pensaba que
debía usar uno al menos una vez a la semana.
—Te ves genial. Eso se ve bien en ti.
Esos ojos pálidos se movieron lentamente por mi cuerpo y eran de un tono más
oscuro cuando regresaron a mi rostro.
—Tú también.
Dos palabras no deberían hacer que una persona quisiera arder por combustión
espontánea, pero cuando esas palabras fueron emitidas por un hombre que
raramente las usaba; sí, la sangre en mis venas estaba hirviendo.
Nos detuvimos frente al ostentoso hotel de Central Park. Damian salió primero
y juro que era como ver al Servicio Secreto. Lo único que le faltaba era esa cosa en su
oído. Cuando estuve junto a él en la acera, me pasó la mano por el brazo. Había una
parte de mí que me permitió tener un momento de chica sobre sus acciones, incluso
sabiendo que eran de naturaleza más protectora que romántica. Tuve un momento
de pausa sobre lo serio que estaba siendo. Él no era dramático, así que tuve que creer
que había más, que no sabía, que justificaba tal precaución y ese era un pensamiento
completamente desconcertante.

138
Nos dirigimos adentro. Llevaba tacones de diez centímetros con puntas y había
recogido mi cabello en la parte superior de mi cabeza, lo que me dio unos cuantos
centímetros más, y todavía me sentía pequeña junto a los gigantes con los que estaba
caminando.
La gala era en uno de los grandes salones de baile que estaba adornado con
mesas cubiertas con manteles, arreglos de rosas rojas y blancas en modernos
jarrones negros y varios bares estaban instalados alrededor del salón con personas
pululando alrededor de ellos. El salón estaba casi lleno y ver la asistencia de apoyo
al tío Tim era alentador.
Damian bajó su cabeza cuando preguntó:
—¿Champagne?
—Por favor.
—Te ayudaré —dijo Cam mientras ambos caminaban hacia el bar más cercano.
—Te ves hermosa esta noche —dijo Anton cuando estuvimos solos.
Estaba usando mi vestido tubo negro favorito. Era simple, pero abrazaba mi
figura en todos los lugares adecuados. Definitivamente era el único vestido en mi
armario que nunca dejaba de hacerme sentir sexy.
—Gracias. Tú también. Si la gente supiera que el bien vestido, holgazaneaba por
los alrededores desaliñado, sudoroso y goteando pizza sobre sus camisetas, nunca lo
creerían.
139
—O que una mujer que luce tan impresionante como lo haces tú esta noche
podría eructar el alfabeto.
—Sólo lo hice una vez.
—Una vez fue suficiente.
Él me retó, pero eso había sido grosero... divertido también, de una manera
asquerosa.
—¿Viste a mamá y al hombre del momento?
—Todavía no.
—¿Estás sorprendida por la participación?
—Realmente no. Él tiene tantos amigos en la fuerza como del otro lado. Me
sorprende más que ambos lados vinieran esta noche.
Era verdad que tío Tim tenía muchas personas desagradables como clientes.
Esa fue parte de la razón por la que Anton aceptó unirse a nosotros para la gala,
porque con sus antecedentes podría haber sido un golpe contra un hombre en busca
de un escaño en el senado, pero tío Tim tenía seguidores muy coloridos. La presencia
de Anton ni siquiera giraría una cabeza. Bueno, él volvería las cabezas de las damas,
pero eso no era nada nuevo. Y todavía, la idea de policías y gánsteres en la misma
sala me puso nerviosa.
—No crees que haya problemas, ¿verdad? —pregunté.
—No.

139
No había querido suspirar, pero lo hice.
—Ahí está Rosalie.
Mamá llegó con tío Tim. Lucía preciosa con el vestido de seda plateada que
llevaba, pero había tristeza viniendo de ella, no era algo que la mayoría pudiera
captar. Estaba pensando en papá.
—Tu madre es una mujer hermosa, más aún cuando no está triste.
No debería haberme sorprendido que Anton captara el estado de ánimo de
mamá tan fácilmente, pero aun así lo hizo.
—Te quiero, Anton.
Eso lo sorprendió, pero la sorpresa cambió al amor.
—El sentimiento es mutuo.
Damian y Cam regresaron justo cuando mamá y tío Tim se unieron a nuestro
pequeño grupo. Hubo apretones de manos y besos antes que tío Tim dijera:
—Gracias por venir.
Parecía nervioso, así que extendí la mano y apreté la suya.
—No nos lo habríamos perdido.
Damian le dio a mamá una copa de champán y a mí la otra.
—Estás hermosa, mamá.
140
Mamá le mostró a Cam una sonrisa.
—Esta cosa vieja.
Por casualidad, yo sabía que esa "cosa vieja" le había costado a papá unos
cuantos miles de dólares.
Tío Tim escaneó el salón.
—Es un buen resultado.
—¿Estás sorprendido? —preguntó mamá.
—Un poco.
—Eso es absurdo. Alguien te está saludando o está teniendo una convulsión. —
Mamá le hizo un gesto hacia la mujer alta cerca del podio.
—Es la hora. ¿Listo?
—Sí. —Mamá habló por todos nosotros cuando nos unimos a la mujer en el
podio. Me alegré de ver que Anton y Damian no se quedaron atrás. Ellos no deberían
porque eran familia también. Los flashes de las cámaras fueron alrededor del salón
mientras tío Tim tomaba su lugar detrás del micrófono.
Las voces se silenciaron cuando habló.
—Perdí a mi viejo y más querido amigo hace dos años. Su familia está aquí
conmigo esta noche mientras anuncio mi intención de postularme al senado por el
gran estado de Nueva York.

140
Los aplausos estallaron cuando más flashes de cámara se dispararon. Éste era
el momento del tío Tim y cómo deseaba que papá estuviera aquí.

Más tarde en la noche hubo baile y podrían haberme noqueado con una pluma
cuando Damian me pidió un baile. No habíamos ido al baile de promoción, lo que
habíamos hecho fue mucho mejor, su apartamento, una película de miedo, comida
para llevar y ropa opcional, así que nunca hubo baile lento. Era un crimen que nunca
hubiéramos bailado lento, porque el baile lento con él era increíble.
Estábamos bailando, así que estaba bien para mí descansar mi mejilla en su
pecho e inhalar su olor, un olor que me había perseguido. Durante las partes más
difíciles de nuestra separación me había puesto en contacto con Yankee Candle, con
la esperanza de que pudieran tomar su olor de una camiseta suya, que yo tenía, y
convertirla en una vela. Mi propia vela perfumada Damian Tate. Fue una sorpresa
que un patrullero no viniera por mí después de hacer esa petición, incluso más
sorprendente aún saber que no era la primera en pedir algo así.
Pasé mi mano por su espalda, una espalda que era diferente de la que había
tocado, probado y explorado cada centímetro.
Levantando mis ojos hacia él, le pregunté:
—¿Cómo están las cosas allá?
Su barbilla bajó y su mandíbula se tensó mientras los músculos bajo mi toque 141
se volvían rígidos.
—Lo peor y lo mejor de la humanidad.
—No quieres hablar de eso.
—No hablo de eso.
—Te escribí.
Si pensaba que sus músculos estaban rígidos antes, ahora eran como roca, y su
inhalación sonaba dificultosa.
—Me dijiste que no lo hiciera, pero lo hice. Todos los días, todavía lo hago. En
algunos sólo te estaba contando lo que estaba haciendo, o lo que iba a comer ese día
y otros... nunca los envié por correo. Los tengo, todos.
Su voz se quebró en una sola palabra.
—¿Por qué?
—El Día de Acción de Gracias me dijiste que te ibas a ir, recé por primera vez
en mucho tiempo. Le pedí que estuvieras a salvo. Lo deseaba con tanta fuerza que
estaba dispuesta a renunciar al sueño de nosotros juntos. Y lo dejé ir, pero no podía
renunciar a ti porque mi corazón te pertenece, desde que tenía diecisiete años, así
que escribí cartas que no leerías para sentirme más cerca de ti.
Realmente no podía describir su expresión. Era dura, llena de dolor, y aun así
hermosa.

141
—Regresé por ti.
Dejé de moverme, abrí la boca, pero no salió ninguna palabra.
—Esa noche en el bar, cuando estabas ebria. Esperé para volver al servicio
porque quería pedirte que regresaras a Carolina del Norte conmigo.
Lágrimas llenaron mis ojos. No había sido sólo un rollo de esa noche. Él había
querido un para siempre también.
—Pero no lo hiciste.
—Estabas borracha, iba a esperar hasta la mañana y entonces me llamaron para
que regresara al servicio. —Había algo más que quería decir, pero pareció pensarlo
mejor. Estaba igual de bien porque todavía no me había recuperado de lo que había
dicho.
—Hubiera regresado contigo.
Apretó mi rostro contra su pecho, sujetándome tan cerca que pude escuchar el
fuerte y desigual latido de su corazón.
—Ya mentí antes. Estoy aquí para ayudar a Cam a averiguar qué le pasó al
hombre que era como un padre para mí, pero renuncié a mi comisión y regresé a casa
por ti.

Había vuelto por mí. Esa noche, hace tanto tiempo yo había sido una tonta 142
borracha, pero aún recordaba cada palabra que hablamos. Él había tenido que irse,
pero ¿por qué no había intentado preguntarme otra vez? Incluso desconcertada por
eso, repetí la tierna confesión de Damian una y otra vez en mi cabeza. No hice nada,
perdí gran cantidad de tiempo, porque tal vez todavía éramos nosotros; tal vez
finalmente estábamos en un lugar para continuar donde lo habíamos dejado. Ese
pensamiento me hizo delirantemente feliz.
Mi estómago gruñó. No había comido hoy. No pude evitar la sonrisa, porque
sólo los pensamientos de Damian me distraían de la comida. Era demasiado tarde
para hacer algo. Podría pedir comida para llevar. Me pregunté qué haría la señora
Cooke para la cena. Cocinaba como una diosa. Era la hora de la cena. Podría
invitarme. Y si no hubiera hecho la cena, podríamos pedir comida para llevar juntas.
Entrando en el vestíbulo, noté inmediatamente que su puerta estaba entreabierta. A
menudo caminaba por el pasillo para visitar a su amiga Betty y dejaba su puerta
abierta.
—¿Señora Cooke? —llamé cuando abrí la puerta. No estaba preparada para
encontrarla inmóvil en el suelo—. ¡Señora Cooke! —Corrí y me dejé caer a su lado.
Busqué el pulso y casi lloré cuando lo encontré. Alcancé mi teléfono y llamé al 911 y
luego llamé a Damian.
—Thea.
Sonaba un poco histérica cuando le dije:

142
—La Sra. Cooke. He llamado a una ambulancia. Está inconsciente. Parece que
se cayó.
—Ve con ella en la ambulancia. Nos vemos allí.
—Bien.
Los paramédicos llegaron, y ni siquiera diez minutos después la cargaron en la
parte trasera de la ambulancia. Cuando llegamos a la sala de emergencias del Mount
Sinai, Damian ya estaba esperando. Fue llevada al interior mientras Damian se
acercaba a mí en la estación de enfermeras.
—¿Qué pasó?
—No lo sé. Pasé el día trabajando y decidí invitarme a su casa para cenar y vi
que su puerta estaba entreabierta. Pensé que tal vez estaba en casa de su amiga, pero
cuando entré la vi en el suelo.
Había visto a Damian intenso, pero nunca lo había visto asustado. Lucía
asustado en ese momento. Buscó su teléfono y se alejó de mí mientras hablaba. Me
acomodé en una silla, pero mis pensamientos estaban con la Sra. Cooke. No tenía
familia. Nosotros éramos su familia. Debería llamar a mi madre, pero éste era el
hospital donde había traído a papá, donde había muerto. No quería hacerla pasar
por esos recuerdos a menos que tuviera que hacerlo. Damian se unió a mí en la sala
de espera cuando terminó su llamada. Tomó el asiento a mi lado y sostuvo mi mano
mientras esperábamos. Al cabo de una hora el doctor apareció.
—¿Cómo está? 143
—Sólo un golpe en la cabeza. La mantendremos en observación por unos días,
para asegurarnos de que la caída no sea un síntoma de otra cosa.
—¿Está despierta?
—Entrando y saliendo, no permitiremos visitas esta noche. Por la mañana
reevaluaremos.
—Gracias, doctor.
El alivio era como ser golpeada por una ola rompiéndose. Iba a estar bien, pero
la ira reemplazó el alivio. Yo había estado en casa. Justo al final del pasillo, y sin
embargo me encerré en mi apartamento para trabajar. ¿Cuánto tiempo había
permanecido allí?
—Estaba en casa. Debí haber cuidado de ella antes.
—No te hagas eso.
—Ella es mayor. Debí haberla vigilado.
—¿Se ha caído alguna vez antes?
—No.
—Por lo que he visto, es una mujer de edad avanzada y sospecho que discreparía
contigo, actuando como si ella fuera una inválida. La tienes aquí y va a estar bien. No
insistas con lo que podría haber sido.

143
Tenía razón, maldita sea. La Sra. Cooke me daría un coscorrón si supiera que
insinué que ella era de alguna manera limitada.
—Gracias por venir.
No respondió, pero volvió a tomar mi mano y me llevó al auto.
Había extrañado esto, tenerlo cerca. Tenerlo para apoyarme. Y estaba
agradecida porque hubiera dejado todo para estar allí para mí.
—¿Qué hacías cuando llamé?
—Corriendo.
No había esperado esa respuesta en particular, ya que detestaba la idea de
correr.
—¿A las siete de la noche?
—Siempre que pueda hacerlo.
Los Boinas Verdes tenían unos serios requerimientos de entrenamiento; uno
de esos requisitos algo loco era correr tres kilómetros en doce minutos. Eso exigía
cierto vigor; bueno al menos eso me pareció. Investigué a los Boinas Verdes después
de haber aprendido que Damian era uno de ellos.
—Y después de tu carrera, ¿qué habrías hecho?
—Ver las noticias y luego dormir.
—Gracias por venir. 144
Llegamos al auto, pero en lugar de abrir la puerta se volvió hacia mí y tocó mi
barbilla con su pulgar.
—Lo que le pasó a la señora Cooke no fue tu culpa.
—Lo sé.
Sus ojos se movieron sobre mi rostro y me gustó mucho la forma en que me
miró.
—Quiero tus cartas.
Mi corazón se derritió.
—Son tuyas, absolutamente.

La señora Cooke estaba mejorando. Una semana después de su caída y estaba


en casa. No recordaba mucho de aquella noche y parecía confundida con lo que
recordaba. No presioné por respuestas. Estaba feliz de que estuviera en vías de
recuperación. Su amiga Betty y yo nos turnábamos para quedarnos con ella, así que
no estaba sola. También pensamos que lo mejor era limitar a un solo visitante a la
vez, así no la abrumábamos con tanto mimo. Betty estaba esta noche, así que estaba
cenando con Anton. Fue algo que empezamos hace años y tratamos de organizarnos
al menos una vez al mes. Habíamos acordado ir a Dahlia's, y a pesar que se ofreció a
recogerme, yo estaba justo en la calle. Ante su insistencia, sí tomé un taxi. Estuve allí

144
antes que él, así que esperé en el bar y ordené una copa de vino. El giro de las cabezas
unos minutos después de las siete significaba que había llegado, enfocándose
alrededor del restaurante hasta que cayó sobre mí. La sonrisa fue instantánea
mientras se movía a través de las mesas.
—Lamento llegar tarde.
—Sólo algunos minutos.
—Me encargaré de nuestra mesa.
—¿Quieres que te pida un trago?
—Por favor, Maker’s Mark, en las rocas.
Caminó hasta la estación de la anfitriona y las mujeres del restaurante
siguieron todos sus movimientos. Me reí en voz baja antes de pedir su bebida.
—Nuestra mesa está lista.
Tomó la copa mientras se dirigía al camarero.
—Añada éstos a nuestra cuenta.
Me condujo a través del restaurante con su mano en la parte baja de mi espalda
mientras nos maniobraba a través de las mesas hacia la nuestra, una escondida en
un rincón oscuro.
Sostuvo mi silla antes de sentarse. Con elegancia, así fue como se movió cuando
sacó la silla y dobló su cuerpo grande en ella.
145
—Finalmente estoy comiendo en tu restaurante favorito. —Miró a su
alrededor—. Te sienta bien.
Estaba en lo correcto; me agradaba porque era pintoresco, ecléctico y bohemio.
—La comida es increíble —agregué.
—¿Alguna sugerencia?
—Todo en el menú es delicioso.
Durante los siguientes minutos revisamos las opciones. La camarera se acercó,
tropezando sobre sí misma para llegar a Anton. Él ni siquiera la miró cuando colocó
nuestras órdenes y pidió una botella de vino y dos copas. Basándose en su expresión,
la botella era claramente una costosa.
—¿Cómo está la señora Cooke?
—Está bien, gracias a Dios. Es tan aterrador. Creo que debería llevar una de
esas pulseras de alerta. No sé cuánto tiempo estuvo así y yo estaba en casa y no sabía
que necesitaba ayuda.
—Probablemente no sea una mala idea. Puedo ayudarte a buscar si quieres.
—Me gustaría.
La camarera volvió y abrió la botella. Después de verter un poco, Anton levantó
la copa. Tenía manos elegantes, lo cual era engañoso ya que sabía que esas manos
eran capaces de cosas muy malas. Se llevó la copa a los labios. Algo que había visto

145
un sinnúmero de veces y, sin embargo, cuando lo hizo, fue un movimiento elegante.
Movió el vino alrededor de su boca un segundo antes de bajar la copa.
—Está bien.
La camarera sirvió una copa para mí antes de rellenar la suya, luego dejó la
botella y se alejó rápidamente.
—Pruébalo. Está bastante bueno. —Levanté la copa, tomé un sorbo y luego casi
morí y fui al cielo. Mi apreciación se veía claramente en mi rostro cuando Anton
sonrió—. Te gusta.
—¿Gustar? Tendría una aventura con él.
—Damian está investigando lo que le sucedió a la señora Cooke.
Repetí su comentario porque no tenía ni idea de dónde venía.
—Investigando lo que le pasó. ¿Qué quieres decir?
—Podría ser nada, sólo una caída como dijo el médico, pero está en la
naturaleza de Damian aprender por sí mismo.
—¿Está pensando que no fue un accidente?
—Ustedes viven en el mismo edificio, en el mismo piso, y eres amiga de ella.
Hay una conexión y Damian quisiera descartar otros posibles escenarios.
—Pero es sólo una anciana. ¿Por qué alguien querría hacerle daño?
—Lo más probable es que nadie lo hiciera, pero no es algo que él asumiría. 146
—No me quejo. Estoy agradecida de que sea tan precavido, pero no puedo evitar
pensar que ustedes tres encuentran problemas en todo, incluso cuando no existe. No
hubo nada, ningún atentado en absoluto. Se le está prestando mucha atención a mi
seguridad, sin una razón aparente.
—Siento decir que no es el caso. Cuando estás cerca del peligro lo suficiente, es
más fácil de detectar.
—¿Entonces se están gestando problemas?
—Sí.
Ese no fue un pensamiento reconfortante, pero no iba a obsesionarme. Los
chicos estaban en ello y yo haría mi parte y tendría cuidado.
Anton no explicó el problema. Parecía tener la misma actitud que yo, de no
preocuparme. Pasó de ese tema y en su lugar dijo:
—Y él se preocupa. Es así como lo demuestra.
Sabía y conocía de varias maneras que a él le gustaba demostrar que le
importaba, lo que me gustaba aún más.
Nuestras comidas llegaron y por un rato comimos en un agradable silencio,
aunque mis pensamientos continuaban con la noticia de que Damian pensó que
podría haber más en lo que le sucedió a la señora Cooke. Odiaba la idea de que ella
pudiera haber sido lastimada por mi culpa. Saqué la idea de mi cabeza y esperaba
que estuviera equivocado. Después de retirar nuestros platos, Anton tomó su copa

146
de vino. Se veía tan relajado, y, sin embargo, sabía que estaba asimilando todo lo que
le rodeaba.
—¿Qué quieres de postre?
—La crème brûlée de aquí es para morirse, pero la tarta de calabaza con helado
de nuez moscada también suena deliciosa.
—Pediremos ambos y lo compartiremos.
—¡Bien! Es exactamente lo que esperaba que dijeras.
—¿Cómo ha sido con Damian?
Sólo escuchar su nombre trajo una sonrisa.
—Somos mayores, pero no somos tan diferentes. ¿Por qué no me dijiste antes
que estaba en casa?
—Pensé que lo sabías. Pensé que había venido a verte, así que me sorprendí un
poco por tu reacción cuando te lo dije.
—Cam tampoco me lo dijo. Él lo asumió también. —Alcancé mi copa de vino—
. Damian es definitivamente más reservado y mantiene sus sentimientos para sí
mismo. Permitimos que la duda dictara nuestra reunión, al menos yo lo hice, porque
lo que sentíamos cuando niños era demasiado intenso. Pero todavía está ahí, el amor
y la atracción. Me dijo que tenía la intención de pedirme que volviera con él esa
noche, hace tanto tiempo, cuando fui una tonta borracha. Habría ido con él. Ojalá
me hubiera preguntado, deseaba que no hubiera sido llamado antes que pudiera 147
hacerlo. —Tomé un sorbo de mi vino, perdida en el pensamiento antes de añadir—:
No entiendo por qué nunca intentó preguntarme de nuevo.
—¿Le has preguntado?
—Todavía no, pero lo haré.
—¿Y ahora?
—Está en casa, de regreso en el barrio, y los dos todavía lo sentimos, así que
creo que finalmente hemos conseguido nuestro momento adecuado.
Su sonrisa en respuesta lo dijo todo.
Nuestros postres llegaron. La camarera puso la crème brûlée frente a Anton y
la tarta de calabaza frente a mí. Repartí la tarta y el helado, poniendo su mitad sobre
el plato de pan sin usar y lo deslicé sobre la mesa hacia él antes de probar un bocado
y gemir de pura felicidad cuando los sabores explotaron en mi lengua.
—Es mejor que el sexo.
No me había dado cuenta que lo había dicho en voz alta hasta que escuché a
Anton replicar.
—No estás teniendo el sexo correcto si ese es el caso.
Mis ojos se abrieron para encontrarlo sonriéndome. Cuando se trataba de sexo,
estaba seriamente fuera de práctica. Sin embargo, tenía un buen punto. El sexo con
Damian siempre había sido alucinante. Realmente esperaba una actualización sobre
eso y pronto.

147
—Necesito un filtro.
—Me gusta que digas exactamente lo que piensas.
—A decir verdad, es una enfermedad, de Tourette7. —Levanté la mirada de mi
postre, pero él no estaba comiendo—. ¿No vas a probarlo?
—Estoy disfrutando viéndote, siempre la entusiasta del azúcar.
Lo miré y se rió de nuevo antes de levantar su tenedor.
—Está muy bueno —dijo mientras empujaba la crème brûlée en mi dirección y
teniendo el metabolismo que tenía, terminé ambos postres.
Un poco más tarde, Anton llamó a la camarera. Alcancé mi bolso para pagar.
Me fulminó con la mirada. Entregó una tarjeta de crédito negra. Pensé discutir con
él, pero no era un hombre con quien discutir y ganar.
—Gracias.
Se levantó y luego sacó mi silla. Me mantuvo cerca, a la derecha contra él
mientras salimos del restaurante. Cuando llegamos a mi puerta, Anton no me soltó
de inmediato.
—Gracias por acompañarme a cenar.
—Gracias por sugerirlo.
—Estoy muy feliz de que Damian y tú finalmente tengan una oportunidad.
Ese fue el eufemismo del año, pero le dije: 148
—Yo también.
—Cierra la puerta y activa el sistema.
Nuestra conversación anterior sobre la señora Cooke y la posibilidad de que no
se hubiera caído sola me asustó, por lo que respondí con solamente:
—Está bien.
—Dulces sueños.
—Buenas noches.
Cerré, bloqueé mi puerta y puse la alarma y de todas formas empujé una silla
bajo la perilla.

Era tarde cuando sonó el teléfono. Lo alcancé maldiciendo en voz baja porque
finalmente me había quedado dormida después de dar vueltas y vueltas durante la
mayor parte de la noche debido a las alarmantes predicciones de Anton de problemas
inminentes.
—Hola.

7Síndrome de Tourette: es un trastorno neurológico que se caracteriza por muchos tics motores
y fónicos involuntarios.

148
Sin respuesta. Probablemente era una venta por teléfono, la fría llamada que
tardaba un segundo o dos para comunicar a un representante, pero la duda
serpenteaba porque no era la primera llamada como esta que había recibido tarde
por la noche. Y Anton me había asustado un poco durante la cena. Sin mencionar
que había sentido en varias ocasiones a alguien que me observaba. Si esto estaba
relacionado, ¿cómo obtuvieron mi número de celular? ¿Qué querían? ¿O era
simplemente una llamada común y corriente de un borracho? Me di la vuelta, cerré
los ojos y traté de dormir. Estaba a punto de lograrlo cuando el teléfono sonó de
nuevo. El miedo tenía mis manos temblando y como antes no hubo respuesta. Colgué
y luego miré el número. Privado. Apagué el teléfono. Necesitaba decirle a Damian
sobre las llamadas, no era una coincidencia que las estaba recibiendo ahora. Y ese
pensamiento me mantuvo despierta por el resto de la noche.

En la mañana me estaba arrastrando. Había planeado madrugar, pero


necesitaba dormir más. Sin embargo, Damian necesitaba saber sobre las llamadas,
así que lo llamé y recibí su correo de voz.
—Oye, es Thea. Solamente quería compartir que tuve dos llamadas de números
equivocados anoche alrededor de las tres y pasadas las tres y media de la mañana.
De un número privado. Esta tampoco es la primera vez, sucedió hace unas semanas
también. Parece algo que debes saber. Luego.
Dejé mi teléfono en el mostrador y me dirigí a la cama. Una hora después, fui 149
arrancada del sueño por los golpes a mi puerta. Había estado en verdadero sueño
REM8, así que me sentí un poco aturdida cuando me tropecé hacia la puerta
principal. Ni siquiera me molesté en mirar por la mirilla cuando abrí la puerta
mientras decía:
—¿Qué dem…?
Era Damian y parecía enojado, pero su expresión cambió mientras movía su
mirada lentamente por mi cuerpo. Fue solo entonces cuando recordé que no llevaba
nada más que un pantalón corto y una camiseta sin mangas. Oops.
—¿Dónde está tu teléfono?
—Buenos días a ti también.
En realidad, cerró sus manos y sus cálidos ojos se fijaron en mí.
—Será muchísimo mejor si te cubres un poco.
Fue tentador sacar mi camiseta como invitación, pero ahora no era el momento.
—Mi teléfono está en la cocina.
No me esperó, y ya estaba mirando mi lista de llamadas cuando me uní a él,
después de desviarme por mi bata.

8Sueño REM: Un tipo de sueño que ocurre a intervalos durante la noche y que se caracteriza por
movimientos oculares rápidos, a más sueños movimientos corporales, pulso y respiración más
rápidos.

149
—¿Quieres un café?
—¿Sólo las dos llamadas?
—Sí. ¿Es un no para el café?
Levantó la vista del teléfono.
—Sí al café.
—¿Has determinado qué le pasó a la señora Cooke?
—Sí. Me llevo esto. —Sacó su teléfono—. Toma el mío por hoy.
No se me pasó por alto que no contestó a mi pregunta.
—No lo necesito, no saldré de mi apartamento.
—Tómalo de todos modos. Si dejas el apartamento, llámame primero.
No iba a discutir con el hombre. Era demasiado temprano y todavía no tenía
cafeína corriendo por mis venas.
—¿Qué sabes de tu vecino Jerry Castile?
—No lo conozco. Se mudó hace un mes.
—¿De unos cincuenta años?
—Sí. Nunca lo conocí, pero la señora Cooke sí. Estaba intentando enrollarme
con él. ¿Por qué? —Estaba a la mitad de añadir azúcar a mi café cuando respondí a
mi propia pregunta—: ¿Fue él quien lastimó a la señora Cooke?
150
—Sí.
—¿Quién es?
—Tiene un prontuario tan largo como mi brazo. Una historia de mudarse a
edificios y robarlos.
—Oh, Dios mío. ¿No hacen verificaciones de antecedentes sobre posibles
inquilinos?
—Se suponía que debían hacerlo, pero su información estaba bastante bien
escondida.
—Estaba justo debajo de nuestras narices todo el tiempo. ¿Crees que ella lo
encontró robándole?
—Es vaga con los detalles, pero sí. Probablemente lo asustó.
—Yo estaba aquí. Nunca escuché nada. —Estaba enferma del estómago
sabiendo que había estado tan cerca mientras se defendía de un intruso.
—No lo hagas.
—No fue mi culpa, no cambia el hecho de que es una mierda que estuve aquí y
fui incapaz de ayudarla.
Puse su café en una taza de viaje ya que sabía que no se quedaría. Querría
hacerle un seguimiento a ese tipo Castile. Se lo entregué. Tenía la más extraña
mirada en su rostro.
—No te quedarás, pero querías café.
150
—Gracias. No te vayas sin...
—Sin llamarte, lo sé.
Se dirigió hacia la puerta.
—Me gusta tu pijama. Sólo hay una cosa que me gusta más en ti.
Ese comentario fue inesperado y mi barriga dio una voltereta, recordando
especialmente cómo me había mirado cuando abrí la puerta.
—¿Qué te gusta más en mí?
Había llegado a la puerta y estaba a medio camino cuando miró hacia atrás y
sonrió.
—Yo.
La puerta se cerró con su risita y me dirigí al baño para una agradable ducha
fría.

151

151
amá se apareció en mi puerta a la mañana siguiente, pero en lugar de su
locura de siempre, estaba terriblemente seria. Me llevó dentro de mi
apartamento antes de darse vuelta y lanzarme su mirada de “nada de
tonterías”.
—¿Qué pasa? Tuve la conversación más inusual con Miranda el otro día.
Betty y yo todavía estábamos tomándonos turnos para pasar tiempo con la
señora Cooke. Ella no quería estar sola en casa y nosotros tampoco queríamos que
lo estuviera. Lo que no sabía era que ella era una teorista de conspiraciones y bajo
las circunstancias no estaba equivocada, pero sus teorías estaban muy lejos de la
realidad de las cosas… como los hombres verdes, las naves espaciales. Creía en los
extraterrestres, no me malinterpreten, pero el hombre que la atacó había sido
humano, no un extraterrestre sediento de sangre. También había desaparecido. No
sabía qué le había sucedido, sospechaba que Damian o Anton estaban tras eso, pero
Betty, que tenía un enamoramiento por el hombre, me informó que estaba todo
menos desaparecido.
—No creo que los extraterrestres hayan invadido su casa, pero alguien lo hizo.
¿Qué pasó? 152

—Uno de los arrendatarios que se mudó recientemente tiene manos pegajosas.


El rostro de mamá se puso pálido al entender lo que dije.
—Entró cuándo le estaba robando.
—Sí.
—¿Dónde está el pilar de la humanidad ahora?
—Perdido. Mi suposición es que Damian está “interrogándolo”.
—Creo que me gustaría ver cómo lo interroga Damian.
—A ti y a mí.
—Miranda se quedará un tiempo conmigo. Sé que Betty y tú se han tomado
turnos para cuidarla, pero creo que se sentirá más a salvo si está lejos de aquí.
—Creo que es una gran idea.
—Tal vez tú también deberías venir.
—Rara vez salgo de mi apartamento y cuando lo hago llamo a Damian primero.
—Eso no es nada malo, ¿pero por qué debes llamar a Damian? ¿Está
relacionado con la investigación de Cam?
—Sí. ¿Te contaron?
—No tenía intenciones de hacerlo, pero soy Rosalie Ahern.

152
—Insististe hasta que cantó.
—Exacto.
—Así que sabes que el hombre del yoga…
—Es un hombre de Damian, sí, lo sé.
—¿Cuál es el nombre del hombre del yoga?
—Mark —dijo mamá, luciendo un poco preocupada.
—¿Estás bien?
—¿Qué, porque Cam está revisando los casos cerrados de papá?, sí, recuerdo a
tu papá justo antes de… había estado trabajando mucho hasta tarde y estaba
extrañamente desanimado. Si Cam trae a la luz cualquiera que fuera el problema,
estoy de acuerdo siempre y cuando sea listo al respecto.
—Creo que está siendo listo.
—Sé que sí. Tiene a Anton y Damian cuidándole las espaldas y las nuestras.
—Cierto. Ten cuidado, mantente alerta.
—¿Estás bromeando? ¿En nuestro vecindario? La gente sabe qué está pasando
antes que tú. Estaremos cubiertas.
Sí, lo estarían.
Me acercó.
153
—Te amo, Thea.
—También yo.
Tomó mis manos en las suyas.
—¿Y Damian? ¿Qué sucede entre ambos?
—Lo que sentíamos de niños sigue ahí, pero más fuerte. Y lo amo. Siempre lo
he amado. Tener la oportunidad de estar con él, el hombre que es ahora. Esperé
mucho tiempo por él y vale la pena esperarlo.
Una sonrisa se apoderó de todo su rostro.
—Eso pensé. Las chispas entre ustedes son como el Cuatro de Julio. —Apretó
mis manos—. Me alegra que algo bueno saliera de esto.
—También a mí.
Miró el suelo.
—Necesito presentarle al hombre del yoga a Miranda.
Pobre Mark, siempre sería el hombre del yoga para mamá y para mí.
—Si logras que haga yoga, debes llamarme. Eso es algo que debo ver. Te ayudaré
a empacar sus cosas.
—A ella le gustaría, también a mí.
La señora Cooke estaba revisando sus álbumes de fotos cuando entramos a su
apartamento. Amaba sus álbumes de fotos porque estaban llenos de fotos de su

153
esposo. Odiaba ver los moretones en su rostro, sabiendo que pudo haber terminado
peor. Estaba revisando un álbum que era más viejo que los demás que había visto
antes.
—¿Qué tienes ahí? —pregunté y me acomodé a su lado en el sofá.
—¿No te he mostrado este?
—No, no creo. —Acerqué el libro para que quedara entre nuestros regazos.
Mamá fue al cuarto.
—Sacaré las maletas.
—Todo está listo sobre la cama.
—¿Es tu esposo? No sabía que fuera policía, ¿por qué no sabía que era policía?
—Oh sí. Mitchell fue un oficial de policía durante años antes de retirarse.
—¿Por qué se retiró?
Claramente lo que debía decir era doloroso porque sus manos temblaron un
poco cuando pasó la página.
—Tuvimos cuatro abortos, ambos estábamos convencidos que era por el estrés
de su trabajo y queríamos hijos. No dudó en renunciar. Su padre y su abuelo habían
sido inversores de banco, querían que siguiera sus pasos. Él quería ser policía, pero
dejó el trabajo y se unió a la firma por mí… por nuestra familia. Resultó que no era
estrés laboral.
154
Parecía errado que a una mujer tan adorable le fuera negada una familia, algo
que sabía ella quería mucho. Pensábamos en ella como parte de la familia, creo que
ella pensaba igual de nosotros.
—No somos de la misma sangre, pero eres de la familia para nosotros.
Su sonrisa era un poco triste.
—También son mi familia.
—Bien, estamos listos. Debemos apurarnos, Miranda, o nos perderemos la hora
feliz.
La hora feliz era una tradición en nuestra calle. Los vecinos servían la bebida
de su elección y se reunían. Era una tradición que de verdad me gustaba. Me les
uniría ahora, ya que había pasado un tiempo desde que había ido a una, pero estaba
esperando ver una película e irme a dormir temprano.
Las acompañé al taxi, me despedí mientras se alejaban. El cartero estaba
llenando los buzones cuando entré. Me pregunté si mamá le había dado su
correspondencia a la señora Cooke. Tendría que recordarle eso.
—Buenas tardes, Percy. ¿Puedo recibir mi correo y el de la señora Cooke?
En mi apartamento, cerré la puerta con seguro y dejé el correo en el mostrador,
luego fui por mi teléfono y el control remoto; comida china y una película. Ahora lo
único que necesitaba para hacer la noche perfecta era a Damian. Ya llegaríamos a
eso.

154
Pasé por casa de mamá una semana después y fui recibida por la visión de la
señora Cooke y sus cinco amigas canosas, encorvadas jugando cartas, bebiendo leche
mezclada con whisky.
—¿Qué sucede aquí?
—Bridge. —Me sorprendió su abrupta respuesta, pero luego la señora Cooke se
dio cuenta que era yo—. Thea, querida, que bueno verte.
—Y a ti. Estás en tu zona.
—Así es. —Era una ávida jugadora de cartas; sus ojos brillaban con victoria—.
Veo que estás muy bien.
—Así es. —Pero su enfoque estaba en el juego y odiaría ser la razón por la que
no ganara—. Voy a buscar a mamá.
—Está en la cocina. Ese adorable chico Guy vino.
Tío Guy. No lo había visto desde el evento de caridad.
—No les quite todo el dinero, señora Cooke.
—Pero es tan fácil. —Eso hizo que se ganara miradas y gruñidos de la mesa.
Estaba riéndome cuando entré a la cocina. Mamá y tío Guy estaban sentados a la
mesa de la cocina, bebiendo café.
155
—Hola.
Mamá se dio vuelta y luego se levantó para darme un abrazo.
—Qué adorable sorpresa. ¿Quieres café?
—Gracias, pero ya me tomé las dos tazas del día. —Me limitaba a dos tazas o de
lo contrario lo bebería todo el día.
—¿Entonces cómo va todo? —preguntó tío Guy mientras me abrazaba. Nos
acomodamos en la mesa.
—Quería ver cómo estaba la señora Cooke, pero parece que está pasándosela
en grande.
—Tiene una vena un tanto despiadada. Es un poco aterrador —dijo mamá
fingiendo estremecerse.
—Acabo de verlo.
—¿Y tú? ¿Cómo estás tú?
—Estoy bien. Extraño a mi vecina, pero me alegra que se esté adaptando tan
bien. Es agradable verte, tío Guy. ¿Cómo va el negocio de los detectives?
Una mirada extraña pasó por su rostro, pero desapareció tan rápido que no
estuve segura de haberla visto.
—Es mucho trabajo, sorprendentes algunos de los casos que ves, pero
gratificante cuando atas todos los cabos y lo pasas al fiscal del distrito.
—Apuesto que sí.
155
Mamá tomó su café.
—Me ahorraste una llamada. Tengo una amiga cuyo hijo está interesado en
diseño gráfico. No ha estado haciendo nada desde que salió de la universidad y sus
padres están intentando que tome una decisión en cuanto a su carrera.
—No está haciendo nada. ¿Hace cuánto salió de la universidad?
—Cuatro años.
—Déjame adivinar. Vive en su sótano.
Vi la mirada en el rostro de mamá, pero intentó endulzarlo un poco.
—No es tan malo.
Tío Guy y yo nos miramos.
Mamá confesó.
—Oh, bien. Es un bobo, ¿pero hablarías con él?
—Bien.
—Bueno. El viernes a las siete en Delaney’s. Se llama Kit.
—¿Ya lo organizaste?
—Millie puede ser muy persistente.
—No tan persistente si su hijo vive en su sótano.
Mamá sonrió sobre el borde de su taza. 156
—Touché.

Era viernes y me encontré con Kit en Delaney’s, pero después de unos minutos
supe que había sido engañada.
Kit empezó la noche con sugerencias de saltarnos la cena e ir a un club. No
entendía cómo un club podría ser bueno para hablar, pero él no quería hablar. Estaba
a la caza. Por supuesto no era el foco de su atención, pero eso no quería decir que me
puse mi ropa profesional para nada. Además, tenía hambre porque me había saltado
la cena.
—Oye, no te importa si me voy con Candy, ¿verdad?
¿Candy, en serio? Su nombre era Candy. Apuesto a que con una i y le hacía un
corazón en lugar de punto.
—No, por favor…
Mi teléfono nos interrumpió, gracias a Dios. Era Damian quien llamaba; me
ahorró la llamada. Había decidido que podía ir a esta reunión sin llevar una sombra.
Me habían dejado, sin embargo, con instrucciones de llamar cuando acabara.
—Perfecta sincr…
—¿Todavía estás en Tansy’s? —Lo había llamado antes para decirle que
habíamos cambiado de lugar.

156
—Sí.
—Quédate dentro, en la barra, y espérame. Estoy a diez minutos.
Fue su tono lo que hizo que el miedo recorriera mis venas como hielo.
—¿Qué pasa?
—Solo quédate visible.
—¿Qué pasó?
—A la barra, Thea. No al baño, ya voy para allá.
Mi mano de verdad tembló cuando guardé el teléfono. Kit y su conquista no
estaban. Damian me quería en la barra así que caminé con las piernas temblando y
me agarré de un taburete en un extremo de la barra. El camarero apareció; tenía un
cabello largo y negro sujeto en una coleta alta, una barba espesa y bigote, y tatuajes
por sus brazos. Pero fue su tamaño lo que me reconfortó porque no era probable que
alguien se acercara con él cerca.
—¿Qué te sirvo, cariño?
—Agua, por favor.
—A la orden.
Puso el agua frente a mí y me sonrió.
—Si necesitas algo, soy Sully.
Era bueno saberlo. 157
—Gracias.
Toda clase de escenario me bombardeó y con cada uno me asusté más y más.
Antes de enloquecerme por completo, Damian apareció. Fue la forma en que
apareció que fue alarmante.
—Debemos irnos. —Pero Damian ya estaba sacándome del club a un paso que
no podía seguir.
—No puedo caminar tan rápido.
Su cabeza se movió hacia atrás y honestamente creo que estaba contemplando
echarme sobre su hombro. Sin embargo, no lo hizo; bajo la velocidad de sus pasos,
pero no mucho. Llegamos al frente del club e intenté liberarme, pero no me soltó.
—Vas a arrancarme el brazo. ¿Qué pasa?
—Alguien le disparó a Cam. Él está bien.
La única cosa que me mantuvo cuerda fue su mano en la mía, sin eso me habría
derrumbado.
—¿Dónde está?
—En la estación. Está bien. Jodidamente enojado eso sí.
Pensar en papá, la posibilidad que la historia se repitiera, me puse histérica.
¿Mamá, sabía? Algo debería decirle.
—¿Mamá?

157
—No lo sabe.
Lágrimas cayeron mientras intentaba alejarme de Damian.
—Thea, está bien.
—No voy a perderlo a él también.
Su mano se apretó en la mía a la vez que su mandíbula se tensó. Me llevó a un
bar más abajo del que salimos y nos dirigió hacia el baño. Me apoyó contra la pared.
—Thea, cálmate. Él está bien.
—Pudo haber muerto.
—No lo hizo. —Se movió contra mí, abrazándome con su cuerpo—. No dejaré
que nada le suceda ni a él ni a ti.
Quise presionar mi rostro contra su pecho, tomar prestado algo de su fuerza.
Lágrimas quemaron mis ojos mientras mi cuerpo temblaba de miedo.
—Thea. —Había mucha emoción en esa palabra. Envolvió mi rostro entre sus
manos mientras su pulgar acariciaba mi mejilla. Y entonces estremeció mi mundo
cuando cerró la distancia entre ambos y capturó mi boca con la suya. Todas mis
preguntas y miedos se evaporaron cuando sus labios tocaron los míos. El beso
empezó como diversión para calmarme, pero después de tantos años de esperar y
desear se volvió tan real como todo, incluyendo el problema que nos trajo aquí, se
desvaneció. Sus manos bajaron por mi cuerpo a mis muslos mientras me levantaba
y presionaba su cuerpo profundamente en mí, pero todavía no estaba lo 158
suficientemente cerca.
Curvé mis piernas en su cintura y envolví mis brazos en sus hombros. Su polla
estaba dura y golpeándome donde más me dolía, nuestros cuerpos se movían juntos
en ese baile intemporal. Su boca se movió a mi cuello donde sus dientes rozaron mi
piel mientras sus caderas seguían moviéndose contra mí. Enterré mis uñas en sus
hombros justo antes de venirme y cuando el orgasmo se estrelló contra mi tuve que
morder mi labio para evitar gritar. Él no se detuvo, sus caderas siguieron moviéndose
contra mí para prolongar el placer y era placer, un placer tan intenso que me llenó
los ojos de lágrimas. La caja de Pandora en mi mente se abrió y cada detalle
desgarradoramente hermoso, cada sensación y cada recuerdo, me inundó de nuevo.
Damian había dejado de moverse, sus ojos estaban cerrados y había un deseo
tan puro en su rostro y aun así se negó la liberación que ambos sabíamos que
necesitaba.
Acuné su rostro en mis manos.
—¿Por qué? —susurró.
—He esperado mucho tiempo por ti. Cuando me venga, será en tu interior. —
Sus ojos se abrieron, esos pálidos ojos verdes oscuros como una esmeralda—. Y una
vez no será suficiente.
Antes que pudiera contestar me besó de nuevo… profundo, mojado y perfecto.
Apenas y aflojé mis piernas de su cintura porque estaban laxas. Me bajó, pero no
soltó su agarre sobre mí hasta que supo que tenía el equilibrio.

158
—Dame un minuto.
Estaba afectado por nuestro beso como yo y la parte lasciva de mi quiso ser
atrevida, quiso ponerse de rodillas justo ahí, pero en cambio intenté distraerlo de
otra forma.
—Vi el video de una serpiente comerse un conejo. Fue asqueroso ver a todo el
conejo moverse por el cuerpo de la serpiente.
Era un hecho que el rudo, ex Boina Verde, Damian Tate no era un fanático de
las serpientes.
Él sabía lo que estaba haciendo cuándo su cabeza se ladeó y sonreí.
—Buen intento.
—Puedo ayudarte con eso. De verdad quiero ayudarte con eso.
Y él de verdad quería mi ayuda por la mirada posesiva y caliente que recorría
su rostro.
—Lo posponemos.
Nada mejor que eso.
—¿Estás bien?
—Es manejable.
Me sacó del bar.
—Si el ejercicio se sintiera así lo haría diario, todo el día. 159
Su mano se apretó en la mía.
—No estás ayudando.
—Claro. Lo siento.
Fue después que llegamos a su auto que empecé a recordar los eventos que me
llevaron al mejor orgasmo de mi vida completamente vestida. Damian estaba
pensando en los eventos problemáticos también, porque tan pronto empezó a
conducir dijo:
—Te quedarás en mi casa esta noche.
Por un segundo pensé que quería terminar lo que habíamos empezado, pero
por la forma en que agarraba el volante, eso parecía poco probable. Había pasado
mucho tiempo desde que estuve en los dominios de Damian y en realidad quería ver
dónde y cómo vivía ahora.
—Bien. —Las noticias perturbadoras sobre Cam no podían ser ignoradas—.
¿Qué pasó esta noche?
—Él iba de regreso a la estación cuándo alguien le disparó.
Me entumecí. Alguien había imitando el asesinato de mi padre.
—¿Está bien?
—Sí. Creemos que fue una advertencia.
—Y está relacionada con papá.

159
—Sí.
Era la sorpresa lo que evitaba que enloqueciera por completo. Cam estaba bien.
Me repetí una y otra vez en la cabeza. Podía obsesionarme y de verdad enloquecer,
pero que perdiera el control no ayudaría a la situación. Intenté distraerme.
Llegamos a su gimnasio. Había notado el apartamento encima de este y no me
sorprendí al saber que Damian vivía ahí. Estacionó atrás en un lugar que debía estar
designado para él porque era donde había estacionado la noche que lo estaba
espiando.
—No te preocupa dejar este auto en este vecindario.
—Ayuda cuando la gente sabe de quién es el auto.
Claro. Era un rudo ex militar de las fuerzas especiales. La gente probablemente
lo evitaba. Había una puerta atrás del edificio que llevaba a unas escaleras. Damian
encendió las luces de su apartamento y simplemente lo observé porque era
asombroso. Un piso abierto, como un almacén renovado. Todos los cuartos fluían
del uno hacia el otro con excepción del cuarto, el cual supuse estaba atrás de la puerta
en el extremo final del espacio. La decoración era muy urbana con mucho metal y
madera rustica. Un gran televisor ocupaba un cuarto del piso; un gran sofá de cuero
compartía el espacio. La cocina era elegante, con mesones en concreto y
electrodomésticos de acero inoxidable. La diferencia entre esto y su primer
apartamento era como el día y la noche. Aun así, sentí que prefería el viejo lugar
porque teníamos algunos de los mejores recuerdos entre sus paredes.
160
Se quedó de pie con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y se
veía tan vulnerable como nunca lo había visto. Un dolor empezó en mi pecho porque
al verlo parecía invencible y aun así debajo estaba el chico con los ojos tristes que me
había cambiado irrevocablemente.
—Esto es maravilloso, pero me sigue gustando más tu viejo apartamento.
La compresión pasó por su rostro mientras la sonrisa más dulce tocaba sus
labios.
—Sí, ese lugar era genial.
Quise besarlo, y supe que había leído mi mente cuando su dulce sonrisa se
volvió malvada. Cambió abruptamente de tema.
—El cuarto y el baño están por allá.
—Me gustaría darme un baño primero si está bien.
Gruñó y luego murmuró.
—Soy un jodido santo.
Quise reírme. Mamá tenía razón; era adorable, especialmente cuando estaba
reprimiéndose sexualmente. Empezó a moverse por el cuarto, tomando mi mano al
pasar.
—Te llevaré algo de ropa.
El recuerdo vagó a mi mente, el día en la lluvia después de hacer el amor por
primera vez. Me había puesto mojada y me había desnudado y después me dio un

160
bóxer y una camiseta para ponerme mientras esperábamos que mi ropa se secara.
Los guardé, robarlos era más exacto, los metí en mi mochila cuando no estaba
mirando. A veces dormía con ellos cuando quería sentirlo cerca de mí.
No me acompañó dentro del baño, el hombre tenía sus límites y sospechaba
que habíamos sobrepasado los suyos. Fue a la cocina y estaba justo cerrando la
puerta cuando dijo:
—Estás a salvo aquí.
Lo miré para ver que se había detenido, su cabeza girada y tenía toda su
concentración.
—Nunca lo dudé.
Cerré la puerta y luego presioné mi frente contra esta e intenté calmar el salvaje
latido de mi corazón antes de desnudarme y meterme a la ducha. El cabezal de la
ducha era una de esas que caía como lluvia y el jabón de Damian, el sutil aroma de
este en mi piel sobrecargó mis sentidos. Una vez me puse su ropa, ropa que no iba a
devolver, doblé mi vestido y lo dejé en su cesto. Estaba en la cocina al teléfono cuando
me le uní. Estiró el teléfono para mí.
—Es Cam.
—Oh Dios, Cam, ¿estás bien?
—Sí estoy bien. No intentaban herirme, solo asustarme.
—Bueno, me asustaron. 161
—Solo me enojaron y me dieron más determinación, porque estoy
acercándome. Quédate con Damian.
Ya que era donde quería estar, cerca de Damian, eso era algo fácil de aceptar.
—Lo haré.
—Suenas cansada.
—Lo estoy, y conmocionada. Sé que ustedes lidian con cosas como esas todo el
tiempo, pero para mí es un poco difícil de procesar.
—Estoy bien. Duerme un poco. Te amo, Thea.
Mi corazón se retorció porque estaba más inquieto de lo que quería admitir al
decir esas palabras. Cam me amaba, nunca lo dudé, pero rara vez lo decía.
—También te amo.
Le entregué el teléfono a Damian.
—¿Quieres algo de beber?
—Agua seria genial. —Mi estómago gruñó. Olvidé que todavía no había cenado.
—¿Has comido?
—No, mi reunión para cenar se convirtió en una sesión de caza para Kit. Luego
llamaste.
—¿Qué tal huevos con tocino?

161
Eran solo huevos con tocino y aun así mi pecho se tensó, porque los huevos con
tocino eran nuestra cosa, la única comida que él preparaba a menudo. Parte de la
razón por la que amaba el tocino ahora era por el recuerdo de él que me traía… de
nosotros. Extrañaba su tocino y los huevos. Lo extrañaba a él.
—Quiero decir que esperé. Que no dejé que otro hombre me tocara, pero eso
sería una mentira. Hubo otro. Era bueno. Intenté amarlo. De verdad lo intenté, pero
tu fantasma estaba siempre en el cuarto.
No hizo un sonido audible, pero sentí que inhalaba aire. Bajó su cabeza y
presionó sus manos en el mostrador como si el mismo acto de respirar le doliera.
—Te lo digo porque no envié esas cartas ni te llamé. Incluso te evité, pero nunca
dejé de pensar en ti. Nunca dejé de amarte.
Necesitaba retractarme, necesitaba recomponerme y guardar esas emociones
en la caja.
—En realidad ya no tengo tanta hambre. Gracias por esta noche.
No se había movido, de pie a solas en su cocina con el peso de mis fantasmas
también sobre sus hombros.

No supe qué me despertó unas horas después. El apartamento estaba muy


silencioso y asumí que Damian dormía. La sala estaba iluminada lo suficiente para
162
ver que el sofá estaba vacío. Había una segunda puerta cerca a la cual habíamos
entrado. No llevaba a la parte de atrás del edificio, sino al gimnasio. En silencio bajé
y noté que un equipo de limpieza había estado después de las peleas de antes. Estaba
en silencio, con excepción de un hombre trabajando en la bolsa de boxeo. Damian
tenían pantalón de gimnasia y una camiseta negra y tan hermosa como era la visión,
eso no fue lo que llamó mi atención. Se veía como cuando éramos jóvenes; sus puños
dirigidos no a la bolsa sino a algo más atormentándolo. Viéndolo en el gimnasio
vacío, con una sola luz iluminándolo… se veía tan solo. Lágrimas ardieron en mis
ojos y quise envolverlo en mis brazos y abrazarlo. No lo hice, sin embargo. Lo observé
por unos minutos esperando que cualquier cosa contra la que luchara, lograra
mantenerla a raya y luego me di vuelta para volver arriba.
—¿No puedes dormir? —Siempre había amado su voz. Me permití sentir todo
lo que este hombre me provocaba y el sentimiento más fuerte en ese momento estaba
a salvo y amado. Tomó cada pequeño esfuerzo de mi parte darme la vuelta y caminar
la distancia hasta él. Estaba de pie cerca de la bolsa de boxeo, sus manos empuñadas
a los lados mientras me observaba, como un depredador rastreando a su presa.
—Papá me animó a vivir mi vida, a no dejar que pasara delante de mí. Le
gustabas, le gustabas para mí, pero le preocupaba que ambos estuviéramos
esperando algo que nunca podría suceder.
—No estaba equivocado al animarte.
—No seguí adelante, no hasta que recibí tu carta. —Una expresión de dolor
atravesó su rostro—. Odié esa carta.

162
—Odié escribirla.
—¿Por qué lo hiciste?
Sus músculos se tensaron y su mandíbula también lo hizo.
—Acompañé a un hermano caído a casa, a su joven esposa y su bebé. Su dolor
y pena eran palpables y pensar que algún día ella podrías ser tú… que esperaras tanto
para que ese fuera nuestro final. No podía hacerte eso.
Lágrimas quemaron mis ojos. No podía imaginarme una idea tan desgarradora.
—¿Y ahora?
Tocó mi barbilla para mantener mi mirada en él. Sus ojos se suavizaron y una
sonrisa tocó sus labios, lo que hizo más duro lo que dijo… pero de una forma
jodidamente increíble.
—Odio que otro hombre te conociera de la forma en que solo yo quiero
conocerte. Lo odio. Quiero tomarte aquí mismo, todo dentro de mí me exige que te
reclame, que te marque como mía, pero no eres solo sexo. La prioridad ahora es tu
seguridad. —Su voz bajó antes de añadir—: Pero después, lo quiero todo; cada beso,
cada aliento, cada gemido, cada orgasmo, cada recuerdo… bueno y malo.
Ya tenía todo de mí, pero asentí porque las palabras simplemente no podían
salir.
—¿Has seguido con tu defensa personal? —Prioridades. Y la suya ahora era mi
seguridad. 163
—Papá y Cam insistieron.
—¿Has tenido que usarla alguna vez?
—Un par de veces.
La preocupación cambió a miedo en un abrir y cerrar de ojos.
—No fue nada tan terrible como supongo que estás pensando. Solo chicos
demasiado entusiasmados que necesitaban apartarse.
—¿Alguna vez has trabajado con la bolsa?
—Un poco.
—¿Quieres hacerlo ahora?
—¿Te ayuda?
—Sí.
Pelear siempre había sido una salida para él.
—La noche de nuestro primer beso, estaba anonadada viéndote pelear y triste
a la vez. Quería tanto abrazarte, amarte. Fue un golpe de suerte que estuvieras
pensando lo mismo.
El sonido que salió de su garganta fue tan sexy como el pecado.
—Cuando todo esto se acabe… —Dejó la promesa colgando en el aire entre
nosotros antes de moverse tras la bolsa—. Muéstrame lo que tienes.

163
Y lo hice. Canalicé todo… el miedo, la rabia, la confusión e incluso el amor; en
la bolsa de boxeo y él tenía razón, se sintió muy bien.

Dormí hasta la hora del almuerzo antes que Damian me llevara de nuevo a mi
apartamento. Estacionamos frente al edificio; Damian revisó los riesgos antes de
salir y encontrarme en la acera. En mi puerta esperó a que entrara al apartamento.
—Te veré mañana en la noche.
No sabía por qué me vería mañana en la noche, pero me encantaría verlo
mañana en la noche. Él aclaró.
—La exhibición de tu amiga.
La exhibición de Sunshine, lo había olvidado todo, pero bajo las circunstancias
supongo que era de esperarse.
—Sí, mañana.
Esperó a que cerrara y pusiera el seguro, y no me moví hasta que escuché sus
pesados pasos retirarse. Me quité la ropa y fui directo a la cama y me dejé caer boca
abajo. Me desperté cuando estaba oscuro afuera y mi estómago gruñó.
Me puse mi pijama y fui a la cocina. No tenía mucho para comer así que tomé
un paquete de galletas y una copa de vino antes de acomodarme frente a la televisión.
Intenté ver una película, pero estaba sobrecargada entre el fantástico momento en el 164
club, las conversaciones honestas y las noticias sobre alguien intentando asustar a
mi hermano. El vino pronto me relajó, así que me terminé la botella antes de
quedarme dormida en el sofá.

Me desperté en el piso de mi baño en un charco de baba. Una botella de vino


en un estomago relativamente vacío y ninguna cantidad de agua llamaba a la resaca.
El baldosín frío se sentía tan bien en mi piel sudada. Y fue mientras yacía ahí tendida
que recordé la exhibición… una exhibición a la que Damian vendría conmigo y sentí
que me cubría la muerte. Me levanté y miré el inodoro preguntándome si la succión
de este sería suficiente para matarme. Me encantaría leer ese reporte policial.
Solo había una cosa que hacer con mi resaca. Tomé mi teléfono y llamé a Anton.
—Thea, buenos días.
—No lo son. Necesito el remedio.
Escuché una suave risa.
—Oh, Thea. Estás bebiendo sola ahora.
—No necesito un sermón, solo el remedio.
—Estaré ahí en diez minutos.

164
Anton llegó diez minutos después, pero no vino solo. Damian estaba con él. Por
supuesto que estaba con él. ¿Por qué no lo estaría? Anton me miró antes de
chasquear la lengua. De verdad me chasqueó la lengua.
—Llegué a tiempo.
—Qué gracioso.
—En serio, Thea, ¿qué demonios? Pareces algo que mi perro vomitó.
—¡Anton! Eso es horrible de decir. —Pero no estaba equivocado.
—¿Cuánto bebiste?
—No tanto como crees.
Damian no me saludo, solo me miró antes de ir a la cocina.
—Bebe rápido. —Anton me entregó un vaso con el líquido amarillo como la
orina. Los ingredientes del diablo contenían un misterio, pero funcionaban como un
sueño. Sabía como mierda al tragarlo, pero el alivio fue casi inmediato.
—Tienes ese evento esta noche. —Anton por supuesto sabría mi agenda y no
solo porque le gustaba hablar de esta con Damian. Sino porque así era él.
—De ahí que necesitara eso —dije mirando el vaso, el líquido amarillo
aferrándose a un costado—. Debes decirme qué tiene.
—Entonces no podría verte tocando fondo. De ninguna forma.
—Espero regresarte el favor un día. 165
El remedio estaba funcionando cuando corrí al baño, parte de la cura incluía el
vomitar. Adorable, porque no era como si no me hubiera hundido lo suficiente.
Sentí unos fuertes brazos sosteniendo mi cabello y asumí que era Anton. Una
toalla fría fue envuelta en mi cuello.
—Gracias.
—Necesitas otra dosis —dijo Anton desde la sala de estar, lo que hizo que mi
rostro se moviera hacia Damian. Me miraba con preocupación en esos ojos pálidos.
—No tomaste agua.
Si no bebía la misma cantidad de agua que de licor me enfermaba a la mañana
siguiente, incluso con solo una copa de vino. Había experimentado un par de veces
en la secundaria con cerveza y vino. No me había embriagado y aun así me
despertaba enferma al día siguiente. Damian lo recordaba. Una razón más por la que
estaba loca por este hombre.
—No.
—¿Tienes hambre?
—Sí.
—Te prepararé algo de comer. El remedio, agua, café y luego comida.
—Bien.
—¿Estás bien?

165
—Necesito un minuto. —Necesitaba cepillarme los dientes.
Parecía reacio a dejarme, pero lo hizo.
—Te prepararé huevos con tocino.
Mi corazón suspiró.
—Gracias.
Lo habría besado en ese momento, pero no en el estado en que estaba. Lavé mi
rostro, cepillé mis dientes y me recogí el cabello antes de ir con los chicos a la cocina.
El olor del tocino hizo rugir mi estómago.
Anton apuntó a la silla.
—Siéntate y bebe esto. ¿Estabas bebiendo sola?
—Sí.
—¿Por qué?
—No me di cuenta de lo estresada que estaba por los eventos recientes y las
noticias de Cam, estaba relajándome un poco.
Damian puso el plato de comida frente a mí antes de sacar una silla, girarla y
sentarse. Anton también tomó asiento, pero fue la forma en que me miraron que me
puso nerviosa.
—¿Qué?
—¿Estás dispuesta a escuchar lo que sabemos? 166
El nudo causado por la situación con Cam apenas se había aflojado, pero ser
ignorante a todo era estúpido.
—Sí, pero tengo resaca así que usen palabras sencillas.
Anton se rio, pero se puso serio un segundo después.
—Cam ha hecho grandes progresos en la investigación sobre corrupción en la
policía.
—¿Quiere decir que tiene los nombres de los oficiales corruptos? —pregunté.
Policías corruptos que sabían que Cam estaba investigándolos, tal vez incluso que
papá estuvo haciéndolo. La historia estaba repitiéndose.
—Sí.
—¿Quién?
—Miguel Dobbs.
—Es el mentor de Guy.
—Como detective principal, hace de mentor para todos los detectives nuevos,
incluido Cam, pero definitivamente está sucio. También está reclutando dentro.
—¿Reclutando otros oficiales?
—Sí.
—¿Para quién están trabajando?

166
—Salvatore Federico.
Acababa de pasar de mal a peor.
—¿Miguel mató a mi padre? Tiene el viejo trabajo de papá. ¿Lo sabían? —
Estaba enojándome, de verdad enojándome.
—Tiene una coartada para el momento del tiroteo, pero eso no quiere decir que
no le pagó a alguien.
Anton limitando sus respuestas.
—Hay algo más.
—El hombre que entró al apartamento de la señora Cooke, Jerry Castile, su
oficial de arresto fue Miguel Dobbs.
Me tomó un minuto hacer la conexión, pero cuando lo hice quise vomitar por
una razón diferente.
—Entonces el ataque de la señora Cooke estaba relacionado conmigo.
—Es una conexión que debemos investigar más. Puede ser que Jerry solo
regresara a sus viejas andadas y su vínculo con Dobbs sea completamente
coincidencia. —Anton estaba intentándolo y de verdad lo apreciaba, pero ni él se
creía lo que estaba diciendo.
—¿Y eso es lo que Cam está buscando, investigando más a Dobbs? —pregunté.
—Sí, todavía existe la posibilidad que la muerte de tu padre fuera al azar.
167
Ese bastardo se había llevado a mi padre. No se llevaría también a mi hermano.
—Sabes que están vinculados. Es por eso que ambos están preocupados. Están
preocupados por Cam. Y después de la otra noche tienen razón para estarlo.
—Nada le sucederá. —Damian sonaba muy seguro de eso. Estaba feliz porque
se sintiera tan seguro.
—Mientras descubrimos más te mantendremos al tanto, pero estábamos en una
reunión cuando llamaste. De verdad debemos volver. ¿Estarás bien?
—Sí, estaré bien. Gracias por traer el remedio.
Anton besó mi cabeza.
—Cuando quieras.
Damian se inclinó a mi lado.
—Volveré más tarde.
—Bien.
—Come.
Asentí, pero no tenía hambre. Anton y Damian estaban en la puerta cuando los
llamé.
—Si Miguel fue el que mató a mi padre, debe de pagar.
Damian no lo dudó ni un segundo.
—Claro que sí.
167
DAMIAN
La puerta se acababa de cerrar tras nosotros cuando Anton preguntó:
—¿Alguna vez hizo eso?
—¿Beber sola? No. pero considerando las circunstancias, creo que relajarse un
poco está bien.
Había otras formas en que podría relajarse, formas con las que podría
ayudarle… maldición, quería ayudarla ahora, pero perder el enfoque no era una
opción ahora.
—¿Qué es lo que opinas del asunto con Cam?
—Estamos poniendo nerviosa a la gente.
Llegamos a mi auto. Me incliné contra el capo y miré a Anton.
—Sabemos que Dobbs es corrupto y que está reclutando, pero atacar a Cam…
debe ser jodidamente estúpido para llamar esa clase de atención sobre él cuando ya
está en la mira.
—O alguien está incriminándolo.
168
—Quiero a Dobbs en un cuarto. Un par de huesos rotos y cantará como un
jodido canario.
—Eso repercutiría en Cam, pero Federico es otro cuento. —Anton tenía la
mirada en sus ojos. Estaba formulando un plan.
—¿Federico hablara contigo?
—Es un miserable hijo de puta, pero puedo ser persuasivo. Antes de
acercármele, quiero respaldo. Debemos hacer una parada.

No pretendía entender la cadena alimenticia en cuanto a los mafiosos en Nueva


York, pero sí sabía que bajo toda la elegancia de exterior de Anton, era un hijo de
puta aterrador. Había visto su otro lado algunas veces y sabía que no estaba
mofándose cuando decía que podía ser persuasivo. Tenía mucha curiosidad por la
parada que debíamos hacer porque fue en un club en Soho.
—¿Quieres decirme qué estamos haciendo?
—Federico es un dinosauro. Está desesperado por aferrarse a su imperio en
declive. Es de la vieja escuela en sus creencias y sus métodos, pero los tiempos están
cambiando. Ha sido una espina en mi costado durante años. Tiene propiedades que
estoy dispuesto a comprarle de forma legal, pero no las vende porque son jodidas
guaridas de droga… mantienen a sus clientes satisfechos. No tengo un código moral,
pero las putas drogas… trazo mi límite ahí.

168
—Así que has estado esperando para hacerlo caer.
—Sí, pero tiene algunas conexiones y cualquier intento que haga podría iniciar
una guerra de territorios. No me interesa añadir derramamiento de sangre a la
ciudad. Necesito más influencias.
—¿Entonces cuál es el plan?
—Algunos de estos edificios están cerca de escuelas y conozco a un tipo que ha
estado tan en desacuerdo como yo sobre las casas de droga de Federico, pero como
yo, debe elegir sus batallas. Sin embargo, tiene un amigo cuyo padre era policía.
—¿Era? ¿Murió en el trabajo?
—No, se retiró, pero a este amigo no le gustará la posibilidad que Federico
pueda estar involucrado en el asesinato de un policía. Esa es una batalla que
definitivamente elegirá.
—¿Entonces quién es este tipo?
—Lucien Black.
Me estacioné en la acera afuera del club Allegro y Anton bajó. Lo seguí. El
interior era envejecido y rustico con una barra desgastada de madera y un escenario
al frente. Mesas y sillas llenaban el lugar. Una mujer estaba tras la barra, secando
vasos. Alzó la mirada, sus ojos mirándome antes de moverse a Anton donde
permanecieron.
—¿Puedo ayudarle? 169
Anton no se movió, incluso el aire a su alrededor pareció quedarse inmóvil.
Miré en su dirección para verlo mirando a la rubia. Nunca vi esa mirada antes. Era
sutil, solo aquellos que los conocían bien notarían la intensidad del momento. y aun
así cuando habló su voz no reveló nada.
—Anton Scalene, vine a ver a Lucien Black.
Ella reconoció su nombre por la forma en que sus ojos se abrieron como platos.
Rodeó la barra.
—Le diré que está aquí.
En ese momento una mujer vino por el pasillo oscuro atándose su oscuro
cabello en una coleta.
—Tara, ¿hay más café? —Se detuvo cuando nos vio—. Oh. Hola.
La mujer, Tara, dijo a la otra mujer, mientras esta la rodeaba para ir a las
oficinas en la parte de atrás:
—Él es Anton Scalene.
La reacción de la segunda mujer fue igual que la de Tara. Sus ojos no se abrieron
como platos; se entrecerraron.
—Darcy Black. ¿Entonces en qué problemas vas a meter a mi esposo?
—Compórtate, esposa —dijo una profunda voz justo antes que un hombre,
quien asumí era Lucien, apareciera. Se paró al lado de su esposa y presionó un beso
en su frente antes de volver su atención a Anton—. Un gusto verte.

169
—Lo mismo digo. Él es Damian Tate, un amigo.
Lucien extendió su mano hacia mí.
—Un gusto.
Moví mi barbilla en saludo mientras tomaba su mano.
Anton preguntó:
—¿Tienes un minuto?
—Sí. —Lucien se giró a su esposa—. No tardaré mucho y revisaremos el reporte.
Línea por línea.
Su esposa se sonrojo y bajó sus pestañas antes de susurrar.
—No hagas nada loco.
Lucien apuntó al cuarto en el pasillo antes de decir a su esposa.
—¿Yo? ¿Hacer algo loco? Nunca.
En su oficina, me paré cerca de la puerta mientras Anton tomaba asiento en el
sofá. Lucien nos siguió y cerró la puerta. No le dio vueltas al asunto.
—¿Por qué estás aquí?
—Salvatore Federico. Necesito tu ayuda convenciendo al hombre que le
conviene hablar conmigo. Me reuní en una ocasión con él, pero no fue muy
comunicativo.
170
—¿Por qué quieres sentarte?
—El padre de la chica de Damian era un policía, fue asesinado en su trabajo.
Creo que Federico sabe más de lo que está diciendo.
No conocía a este tipo Lucien, pero sí conocía la rabia cuando la veía. Dirigió su
atención hacia mí.
—Lo siento. —Su enfoque se movió a Anton—. Muy bien, dime qué sabes.

THEA
Había pasado el día pensando en papá. Era la clase de hombre que
definitivamente había investigado policías corruptos. Amaba el trabajo, la placa, y
cualquiera manchando eso habría estado en la cima de su lista. Pero la idea de que
un compañero de uniforme fuera responsable de su muerte era enfermizo y me ponía
furiosa. Y me sentía impotente porque había poco que pudiera hacer, aparte de
sentarme y esperar que los chicos juntaran todas las piezas. Era suficiente para
volver a una persona loca, pero esta noche era algo importante para una amiga y
clienta, así que tuve que guardar todo en un rincón oscuro y concentrarme en hacer
que su noche fuera especial.

170
El remedio lo había logrado de nuevo. Después del desayuno que Damian
preparó y una larga ducha me sentí genial. Terminé de vestirme en mi atrevido
vestido negro y dejé mis rizos marrones sueltos porque a Damian siempre le gustó
mi cabello salvaje. Y sí, estaba pavoneándome para él. Añadí un poco de maquillaje
para destacar las manchas verdes de mis ojos marrones y me puse mis sandalias
negras. Estaba justo cambiando mi bolso cuando Damian llegó. Abrí la puerta, no
entró, pero si me miró de arriba abajo. Mi rostro estaba agachado organizando mi
bolso, pero sentí sus ojos. Me gustaba que me mirara, y el calor que seguía a su
mirada sobre mi cuerpo mientras se tomaba su tiempo apreciándome.
—Estoy lista. —Tomé mis llaves y finalmente lo miré y fui yo quien se tomó el
tiempo apreciándolo. Estaba vestido con un traje negro, una camisa gris
desabotonada en el cuello. Había algo ridículamente sexy en un hombre como él
vestido así. Y mientras lo miraba con descaro y deseo en mi expresión, la suya parecía
adolorida—. ¿Qué?
—Hace frío.
—¿Afuera? Es otoño, pero estaremos dentro con mucha gente.
—Deberías cubrirte.
La comprensión se asentó y con esta me sentí petulante y jodidamente sexy.
Con fingida inocencia me miré.
—¿Pasa algo malo con lo que estoy usando?
—Santificado, debería ser jodidamente santificado. 171
El viaje a la galería fue uno silencioso. Nos detuvimos junto al valet mientras él
rodeaba el auto, las mujeres estaban ojeándolo. No me gustaba su obvia muestra de
interés, pero lo entendía porque estaba tentada a adorarlo yo misma.
—¿Quieres algo de beber? —preguntó.
—Vino rojo, por favor.
—¡Lo hiciste! —Sunshine me abrazó. Su nombre encajaba porque era brillante
y cálida como el sol9. Sus rizos cobrizos eran largos, hasta su trasero, y trenzados.
Tenía un vestido holgado y una banda de margaritas rodeando su cabeza.
—Muchas gracias por venir.
—No me lo perdería.
—Incluso aunque no entiendes mi arte.
No entendía. Lo habíamos discutido. El arte era arte, pero mientras que alguien
podía estudiar un punto en un lienzo en blanco y conseguir un montón de
conocimiento inmensurable, lo único que yo veía era un punto. Pero amaba a
Sunshine así que incluso si solo dibujaba monigotes, sería una obra de arte para mí…
un hecho que había compartido con ella innumerables veces. Damian se acercó con
dos copas de vino y nos entregó una a cada una.

9
Sunshine: Luz del sol, de ahí el juego de palabras.

171
—Oh Dios mío. ¿Dónde lo encontraste?
—Lo contraté por la noche. —Parecía la forma más simple de responder para
evitar preguntas que tomarían toda la noche y un poco más explicar.
—Debes decir qué agencia usaste si tienes tipos sexys como estos en sus
establos.
Damian no reaccionó, pero yo estaba luchando por no reírme.
—Debo mezclarme. Mira la pintura del fondo. Te dediqué esa. Gracias por el
vino, lindura.
Antes que pudiera responder, ella se fue.
Había humor en los ojos de Damian cuando lo miré.
—¿Vamos? —pregunté.
Tocó la parte baja de mi espalda y fuimos a la primera pintura y todo el tiempo
trabajé en mantener mi equilibrio porque el calor de su toque era agradable, muy,
muy agradable.

—Creo que habla de la oscuridad en nuestro interior. ¿Qué piensa jovencita?


Era un lienzo negro con un signo de pregunta blanco en el centro. Creo que
Sunshine lo pintó mientras veía su programa favorito, Gravity Falls. 172
—Mmm, es… —Ladeé mi cabeza, como si eso fuera a darme claridad, pero la
pareja mayor me imitó—. Creo… —Ladeé mi cabeza al otro lado y me imitaron. Miré
a Damian. Para un observador casual, parecía desinteresado, tal vez incluso
aburrido, pero lo conocía mejor. Habría pagado mucho por saber qué pensaba
porque juro que parecía estar disfrutando mi incomodidad.
—Me habla… —Y la inspiración me golpeó—. ¿Qué piensas que significa,
cariño? —Y como esperaba, con éxito desvié la atención de la pareja de ancianos de
mí hacia él. Ellos esperaron conteniendo el aliento por la sabiduría que estaba por
concedernos.
—Creo que habla sobre la pregunta eterna… ¿hay algo después de la muerte?
Lo dijo tan casualmente; solo salió de su lengua como si dijera tonterías como
esas todos los días; el hombre que no hablaba solo cuando era absolutamente
necesario. La pareja mayor lo miró como si fuera el mesías. Juro que se pondrían de
rodillas si nos hubiéramos quedado más tiempo. Pero no lo hicimos, me guió lejos,
dándoles tiempo de ponderar sus palabras.
—¿De dónde demonios salió eso?
Se encogió de hombros, pero sus labios se curvaron cuando me miró y había
una risa en ellos. Así que lo molesté.
—Estás por sonreír, será mejor que te controles. —Pero estaba esperando que
sonriera; ver cada rasgo de su rostro brillar por una sonrisa genuina, una dirigida a
mí; porque era mi favorita de sus expresiones.

172
abían pasado dos días desde la exhibición de Sunshine. La pintura que me
había dedicado era de hecho monigotes. Todavía podía ver la risa en los
ojos de Damian cada vez que cerraba los míos. Éramos mayores y diferentes, pero
me gustaba el hombre en que se convirtió. El que podía escupir esa mierda sobre la
pregunta eterna, el que podía encontrar humor en que dijera que era un hombre de
compañía, el que podía tomarme contra la pared y darme el mejor orgasmo de mi
vida mientras estábamos vestidos, sostenerme el cabello y hacerme comida grasosa
después de una noche de beber de más. Como el chico que había sido, el hombre que
ahora era valía la pena ser conocido.
Terminé el trabajo que había planeado para el día. No estaba de humor para
una película porque me sentía un poco demasiado inquieta dado el estado de las
cosas. Necesitaba liberarme y ya que el sexo con Damian no estaba sobre la mesa,
era hora de matar zombis. Conecté mi Xbox, revisé mi arsenal y me puse a ello.
Estaba un poco oxidada, pero después de dos horas tuve mi racha de suerte. Me
sentía bastante segura que cuando el apocalipsis zombi llegara causaría un impacto
en ellos antes de convertirme en uno. Al principio pensaba que quería que alguien 173
me cortara la cabeza, porque quién quería ser un zombi, pero podría ser un poco
genial ver cómo era. Un desalmado sin mente y adicto a los cerebros. Habría cosas
peores para ser. Cuando mi teléfono timbró casi no respondí, pero podría ser
importante. Puse el altavoz.
—¿Qué demonios estás haciendo, teniendo una orgia?
—Solo tú, Kimber, escucharías lo quirúrgicos y precisos sonidos de una maestra
derribando una horda de zombis y lo confundirías con un festival sexual. ¿Qué pasa?
—Solo llamaba para ver cómo estabas.
—¿Por qué? ¿Qué escuchaste?
—Estás paranoica.
—No, no lo estoy. Alguien te llamó. ¿Quién? ¿Mamá?
—Estaba preocupada. No ha sabido de ti en días.
—Estoy bien, solo liberando un poco de tensión matando a los no vivos. Es muy
terapéutico. Deberías intentarlo.
—Nah, me gusta mi método para aliviar la tensión.
Estaba solo medio escuchando, así que caí en la trampa cuando pregunté:
—¿Cuál es el tuyo?
—Sexo y mucho.

173
—Claro.
—Vamos a cenar.
—Suena bien. ¿Qué tal aquí el viernes?
—Llamaré a Ryder.
—Gracias, Kimber, por ver cómo estaba.
—Para eso son las amigas. Te veo el viernes. Diviértete con tus amigos come
cerebros.
El golpe en la puerta sonó dos horas después y todavía estaba matando a esos
bastardos. No había comido, con excepción de unos pretzels y queso en lata. También
había cerrado mis persianas porque el brillo del sol molestaba mis ojos. Me veía
como una loca ermitaña. Pausé el juego, me asomé por la mirilla y luego mi pulso se
aceleró cuándo cuando vi a Damian al otro lado.
Abrí rápidamente y entró, luego se detuvo y solo observó. No dudaba que me
veía ligeramente salvaje.
—Estoy matando zombis. No hay tiempo de ser vanidosa.
—¿Zombis? —Había definitivamente interés en esa palabra.
—¿Eres un hermano de armas? ¿También matas de esos monstruos chupa
cerebros?
Me di cuenta que estaba hablando de alguien que probablemente mataba
personas cada día, bueno no diario porque eso era excesivo. El hombre de la cafetería 174
no puso suficiente carne ahumada en su sándwich y entonces le cortó la garganta con
la daga que tenía oculta en su manga. Me reí ante esa idea.
De nuevo vi el humor en sus ojos como respuesta por llamarlo hermano de
armas.
—¿Quieres jugar? —pregunté.
—Sí.
—¿De verdad? —Y eso fue casi idéntico a como el Granjero Ted lo dijo en 16
Velas.
—Andando.
Entró a mi apartamento, se quitó su chaqueta de cuero mostrando la camiseta
negra abrazando su cuerpo. Quería ser esa camiseta. Realmente quería ser esa
camiseta. Estaba usando pantalón cargo y botas, parecía un asesino de zombis. Se
estiró por el control, sus brazos se flexionaron y tuve que contener un gemido. No
iba a matar zombis, iba a estar mirándolo y deseando que me usara como a esa
camisa.
Me miró, señal de que estaba listo, así que tomé mi control y empecé el juego.
En un punto dejé de jugar porque el hombre era… letal. Me di cuenta que era solo un
juego y había incontables personas ahí afuera, viviendo en los sótanos de sus padres,
que mataban de forma tan eficiente como Damian. Pero eran gamers, este hombre
cazaba para vivir. Su habilidad no venía de horas y horas de jugar. Venía de la vida
real. Damian era un arma letal. Y el miedo se removió en mi interior de pensar en las
174
situaciones que lo habían convertido en el hombre que era ahora. Esa parte de su
vida estaba en el pasado y aun así era aterrador pensar que podría haber terminado
de forma muy diferente.
No quería pensar al respecto, así que decidí complacerme un poco. Mis ojos
recorrieron su brazo perfectamente esculpido, los bíceps y tríceps, su amplio hombro
y el montón de músculos en la parte baja de su espalda que llevaban a un vientre
plano. Amaba la vista, pero estaba excitándome, así que volví al juego. Estaba en un
nivel que no vi antes, que nunca vería de nuevo sin su ayuda. Pero ya no estaba
pensando en el juego.
—Tengo hambre. ¿Quieres ordenar pizza? —No era pizza lo que quería.
—Sí.
—¿Pepperoni y champiñones? —No me había dado cuenta que estaba
mirándome, así que me sorprendí al mirarlo y verlo con sus ojos en mi—. ¿Qué?
No dijo nada, pero sus ojos se suavizaron.
—Sí.
Ordené la pizza y tomé dos cervezas antes de acomodarme en el sofá. Dada la
situación en la cual me encontraba, mis pensamientos a menudo se desviaban a la
investigación de Cam.
—¿Crees que fue Miguel quien mató a papá?
—Apunta a él, pero las piezas no encajan. 175
—Y hasta que lo hagan estarás revisando todas las posibilidades.
—Es para lo que estoy entrenado.
—Y debemos tener cuidado con los policías que involucramos porque no
estamos seguros de en quién confiamos
—Exacto.
—Renunciaste a mucho para regresar y ayudar a Cam. Gracias.
Detuvo el juego y volvió su atención a mí.
—Renuncié a mucho cuando me fui de casa hace todos esos años y te lo dije, no
volví por Cam.
—Si ese es el caso, ¿por qué no me dijiste que estabas en casa?
No podía leer del todo su expresión, su mirada fue al suelo.
—Vine el día que regresé a casa, pero estabas con alguien. Tenía la intención de
contactarte, pero la verdad es que no me gustó verte con otro tipo.
¿Otro tipo? Solo hubo uno, Ethan, y eso terminó hace años.
—Quien sea que fuera, no era un novio. Probablemente un cliente. Comprendí
que si no podía estar con quien amaba, no estaba interesada.
Sus ojos fueron a los míos y me gustó la ardiente posesividad en ellos.
—Quiero besarte tanto ahora, así que mejor nos conseguiré otra cerveza. —Salté
del sofá. Unos minutos con mi cabeza en la nevera me ayudarían a calmarme.

175
Sabía que había venido conmigo porque cada parte de mi cuerpo respondió a
él como una yegua preparándose para que un semental la montara. Se presionó
contra mí, encerrándome entre el refrigerador y su cuerpo, su pecho contra mi
espalda. Frotó su mejilla contra mi cabeza, su frente tocó mi hombro y aun así solo
su cuerpo me mantenía de pie, todavía debía ponerme las manos encima. Su
disciplina estaba luchando contra su instinto y el aire se atoró en mis pulmones
mientras esperaba por el que ganaría. Al segundo que sus manos me tocaron. Supe
que el instinto ganó. Me giró contra él y justo antes de besarme vi la mirada salvaje
suya. No solo había cedido al instinto; había cedido a sus necesidades más básicas.
Su caliente y mojada boca se cerró sobre la mía, su lengua metiéndose en mi boca
mientras sus manos jalaban la barrera de mis ropas. Estábamos frenéticos; ambos
enloquecidos con la necesidad de tocar y tocar después de tanto tiempo. Escuché la
camiseta rasgarse antes que me arrancara el sujetador. Todo mi mundo estaba
enfocado en mis senos y la necesidad de tener su boca sobre estos, pero en su lugar
tomó la llave colgando en la larga cadena.
Dolor llenó su expresión cuando preguntó:
—¿Qué es?
—Era de mi papá, su último regalo para mí.
La comprensión reemplazó al dolor mientras la llave caía en su sitio. Movió sus
manos por mi cuerpo y acunó mis senos, jugueteando con su lengua en mis pezones.
Estaba tan mojada y la necesidad de frotarme contra él era fuerte. Succionó uno de
mis senos en su boca y mis ojos se pusieron en blanco. Cayó de rodillas, llevándose 176
mi sudadera con él, y enterró su nariz entre mis piernas para oler la excitación. Con
un tirón, la delgada capa de tela que nos separaba desapareció y su lengua estuvo
dentro de mí mientras mi cuerpo se rompía con un orgasmo. Quedé laxa y mi cabeza
golpeó la nevera porque había extrañado esto. Me levantó en sus brazos y me llevó a
la cama. Mi espalda golpeó el colchón mientras se desnudaba y luego estuvo sobre
mí, manos, labios, dientes y lengua y estaba igual de frenética intentando probar y
tocar tanto de él como podía.
—Necesito estar dentro de ti, sentirte. Sin condón. Estoy limpio.
A diferencia de la última vez que tuvimos sexo sin protección, estaba tomando
la píldora. Pero incluso si no lo estuviera haciendo, habría olvidado toda precaución.
—Por favor.
La palabra acababa de salir de mi boca cuando levantó mis caderas, mirándome
directo a los ojos, y me penetró. Por un segundo nos quedamos quietos ante la belleza
de estar aquí de nuevo, pero la bestia que lo dominaba tomó el control mientras se
perdía en mi cuerpo. Justo antes de venirse su boca encontró la mía en un beso que
era claramente tierno. Enterró su rostro en mi cabello y por varios largos y dichosos
minutos nos quedamos así… repletos y conectados.
Su cabeza se levantó y me miró con ternura.
—Nunca supe que cazar zombis fuera afrodisiaco.
Se rió.
—¿Qué te hizo cambiar de parecer?

176
Apartó el cabello de mi rostro, su mano se posó en mi mejilla mientras sus ojos
hacían un lento viaje por mis rasgos.
—Recordaste lo que me gustaba en mi pizza.
Casi me reí, pero me di cuenta que no bromeaba del todo. Lo entendía porque
me sentía igual. Estábamos conectados, unidos, y así era desde que teníamos
diecisiete. Incluso después de todos esos años, nuestro lazo era igual de fuerte.
Una sonrisa malvada se extendió en su rostro.
—Sí recuerdas lo que te dije.
Estaba muy perdida en la forma en que me miraba para poder seguir la
conversación.
—¿Qué?
—Una vez no iba a hacer suficiente.
Seguí eso y él sabía cómo me afectaban sus palabras porque todavía estaba
enterrado en la parte de mí que se estremeció. Movió sus caderas.
—Te gusta esta idea.
Siempre había sido una fan de sus ideas.
—Mucho.
—¿Tienes condones?
—En el baño, pero tienen como cuatro años. 177
Le gustó escuchar eso por la sonrisa petulante que me lanzó antes de salir de la
cama. Y fue entonces cuando vi su espalda. Tenía la espalda más hermosa, músculos
definidos que iban hasta su estrecha cintura y puesto en el centro de toda esa belleza
había un tatuaje de un diablo; una bestia con cuernos y alada de un hombre con ojos
rojos. Su cola se curvaba entre sus piernas en la espalda baja de Damian.
—¿Cuándo te hiciste eso?
Pareció confundido por un segundo y luego algo oscuro pasó por su rostro.
—Después que me enlisté.
—Es hermoso.
Tenía la sensación que no pretendía ser hermoso y la idea que se hubiera
marcado a sí mismo con algo que era una marca, un recordatorio de algo feo, me
molestó.
Pero alejó mis pensamientos de eso cuándo dijo:
—Podríamos bañarnos primero. —No esperó mi respuesta cuándo me agarró y
me subió sobre su hombro.

Por dos días nos quedamos en la cama… los mejores dos días de la vida. Damian
incluso había dejado de hacer unas cosas, y saber que su necesidad por mí era más
fuerte que su increíble disciplina era muy pesado. Lo había invitado a quedarse a
177
cenar conmigo y las chicas, pero la responsabilidad asomó su fea cabeza y se fue a
hacer las cosas que había dejado de lado.
Había estado devastada cuando Damian se fue a los dieciocho, pero no sería el
hombre que era ahora si no se hubiera ido. Y podía decir con toda honestidad que,
aunque amé al chico que había sido, estaba loca por el hombre que era ahora. Todo
sucedía por una razón.
Las chicas venían en camino. Había cocinado la cena, la cacerola de pollo y una
gran ensalada cargada con cosas extras que no eran nada saludables. Estaba justo
descorchando la botella de vino cuando el teléfono de mi casa sonó.
—¿Señorita Ahern?
—Sí.
—Usted aparece en la lista de los contactos de emergencia de Ryder Chase.
Mis piernas se debilitaron.
—¿Qué pasó?
—El tiempo es crítico. Puede venir a Mount Sinai de inmediato y por favor
traiga su identificación.
—Sí, claro.
Colgué y revisé el identificador de llamadas y de verdad era de Mount Sinai. El
miedo me azotó mientras tomaba mi bolso y salía volando de mi apartamento. Tenía
tanto afán, que solo tuve el sentido de apagar el fogón y ponerle seguro a la puerta. 178
Tomé mi teléfono cuando salí y llamé a Kimber.
—Hola, mujer.
—Algo ha sucedido con Ryder. Nos vemos en Mount Sinai.
—¿Estás bromeando? Ryder está aquí.
Mi mano que había estado haciéndole señas a un taxi, cayó.
—¿Qué?
—Vamos en camino a tu casa ahora.
Algo afilado se enterró en mi espalda.
—Cuelga.
—¿Quién es ese? —preguntó Kimber, pero mi mente estaba entumecida de
miedo.
—Ahora —siseó.
Tomó mi teléfono y lo arrojó a la calle. Mi primera idea fue que era un ladrón
hasta que llamó a alguien y dijo:
—La tengo.
El miedo hizo que mi cuerpo se sintiera raro. Acabábamos de llegar a un
callejón al lado de mi edificio cuando la idea de pelear o huir se apoderó. Debía
escaparme de él porque esto no era un robo. Gracias a Dios por las clases de defensa
personal que Cam y papá me obligaron a tomar. Levanté mi codo justo hacia su nariz

178
haciendo que tropezara y perdiera su agarre sobre mí. Corrí por el callejón hacia la
escalera de incendios. Si tan solo pudiera volver adentro, pero no llegué muy lejos
cuando me agarró del cabello y me jaló de nuevo hacia él. Me dio vuelta justo cuando
su puño conectó contra mi mandíbula, mi visión se puso negra por el dolor antes de
volver a la consciencia cuando mi cabeza se estrelló contra la pared a mis espaldas.
Luces destellaron en mi visión mientras mi estómago se revolvía violentamente y mis
piernas cedían y caía de rodillas. Este hombre parecía listo para cortarme en
pedacitos cuando sostuvo un cuchillo tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos.
Al menos el bastardo sangraba. Lo había hecho sangrar.
Literalmente estaba paralizada con terror, pero no mis cuerdas vocales
mientras gritaban, con fuerza esperando que alguien me escuchara. Eso hizo que me
diera una patada en el vientre. Y mientras me doblaba de dolor, captando la
posibilidad muy real que estaba por morir, Damian apareció. No sabía cómo estaba
ahí o si estaba deseando tanto que estuviera que estaba viendo cosas. Pero la visión
de él, luciendo como un arcángel o tal vez el diablo que había representado en su
espalda, hizo que lágrimas llenaran mis ojos. Alejó al atacante de mí y lo arrojó
contra la pared. Los ojos de Damian conectaron conmigo un instante, asegurándose
que respirara, antes de moverse silenciosamente como un depredador. La energía
mortal emanando de él era tan cautivadora como aterradora. El golpe fue tan fuerte
que la cabeza de mi atacante cayó hacia atrás por el impacto y mientras estaba
desorientado, Damian agarró su cabeza y con un rápido movimiento rompió el
hueso. El hombre cayó al suelo laxo. No se movió, no hizo sonido. Estaba muerto. En
lugar de temer la situación, temí por Damian porque acababa de matar a alguien. 179
Damian me estaba dando la espalda mientras se paraba sobre el hombre
muerto. Sacó su teléfono e hizo una llamada. Empecé a temblar, la realidad de la
situación asentándose en mí, no por el ataque, sino por perder a Damian de nuevo
mientras pasaba veinticinco años en prisión solo porque me salvó. Y estaba
adolorida, Dios me dolía por todas partes.
Se movió sin hacer ruido, agachándose para mirarme. Tomó aire varias veces
por su nariz y todavía era palpable la rabia emanando de él.
—¿Cómo lo supiste?
—Kimber llamó, pero ya venía en camino.
¿Cómo sabía Kimber su número?
—¿Sí?
—Tu mamá tenía razón. Cocinas casi tan bien como dibujas.
Solo Damian podría hacerme sonreír con cómo estaban las circunstancias. E
incluso con su broma, estaba furioso y aun así era gentil mientras me recorría con la
mano para sentir cualquier herida. Me levantó en brazos.
—¿Está muerto?
—Sí.
Empecé a llorar e incluso aunque me dolía, envolví mis brazos alrededor de su
cuello y enterré mi rostro en su hombro, abrazándolo con tanta fuerza como podía
para que nadie pudiera alejarlo de mí.

179
—¿Thea?
—Van alejarte de mí.
—No lo harán.
—Pero acabas de matar un hombro.
—Si no hay cuerpo, no hay crimen.
Mi cabeza se alzó ante eso e incluso sabiendo que estaba mal, la esperanza se
removió. Sí, había matado a alguien, pero el hombre se lo merecía.
—¿Llamaste a Anton?
—Él se encargará.
—¿Qué significa?
—El equipo de limpieza viene en dos minutos.
Mi labio inferior empezó a temblar.
—Es un ex militar, señor Disciplina, un seguidor de la ley y el orden y te he
convertido en un criminal.
—Si crees que el tiempo de guerra es ley y orden, estás muy confundida y ese
hijo de puta te habría matado. Mi consciencia está limpia.
Había matado por mí. Estaba segura que no era la primera persona que mataba,
pero lo odiaba porque debido a mí tenía otro fantasma.
180
—Llamaron de Mount Sinai, dijeron que Ryder había sido ingresada. Revisé el
identificador, de verdad parecía venir de ellos. Lo siento mucho.
Cada musculo en su cuerpo se puso duro como piedra y aun así no dijo nada
mientras iba hacia mi apartamento. E incluso siendo delicado, tuve que morder mi
labio para evitar gemir de dolor.
—Te golpeó la cabeza y la mandíbula… —dijo entre dientes—. ¿Dónde más?
—Me pateó el vientre.
—Hijo de puta. —Dejó de caminar, como si contemplara volverlo a matar. El
amor me quemaba mientras me acurrucaba contra su cuerpo grande y fuerte.
Llegamos al frente del edificio justo cuando Kimber y Ryder bajaron del taxi.
—Oh Dios mío —dijo Ryder entre lágrimas.
—¿Dónde está el hijo de puta? —Kimber parecía lista para matar a alguien.
—Adentro. —Fue lo único que dijo Damian y ellas lo siguieron.
Damian me dejó en el sofá y luego se agachó frente a mí.
—Debemos llamar a la policía.
—Lo sé.
Su mano de hecho estaba temblando cuando apartó el cabello de mi mejilla. Y
había algo cociéndose en sus ojos, pero antes que pudiera preguntarle, dijo:
—Después, nos vamos.

180
—¿Irnos?
No respondió, yo no insistí. Después de esta horrible experiencia, alejarme un
tiempo sonaba muy bien.
—Necesito hacer una llamada. ¿Estás bien?
—Lo estoy ahora.
Miró a Ryder.
—Dile a la policía lo que sabes.
—Bien.
Salió del cuarto mientras Kimber y Ryder corrían al sofá para sentarse a cada
lado mío.
—¿Está muerto? —preguntó Kimber.
Asentí, pero mi atención estaba en Ryder.
—¿Qué demonios quiso decir con que le dijera a la policía lo que sabes?
—Un hombre vino varias veces preguntando por ti. No me gustó su insistencia
así que le dije a Damian.
—¿Cómo conseguiste su número?
—Nos lo dio hace un tiempo. Nos dijo que llamáramos si veíamos algo inusual.
Como sea, tenía a alguien siguiendo al tipo. Te lastimó. —Ryder de verdad parecía
lista para matar a alguien también. 181
Damian había reclutado a mis amigas para mantenerme a mí y a nosotras a
salvo. El amor por él ardió en mí.
—Pudo haber sido peor.
—Me alegra que esté muerto. Imbécil.
—También a mí —intervino Kimber.
—No le mencionaré eso a la policía, sin embargo —añadió Ryder. Síp, estás eran
mis amigas. Las amaba.

DAMIAN
Salí del cuarto, para no molestar a Thea, y casi golpeé una jodida pared
mientras luchaba por contener la rabia. La visión de Thea en ese callejón tenía mi
sangre hirviendo. Empuñé mis manos, mis uñas enterrándose en mi palma. Quería
matar a ese hijo de puta de nuevo. No era solo rabia, sino angustia ante la idea de un
mundo sin ella. Pudo haber muerto. Eso era mi culpa. Se suponía que cuidaría sus
espaldas y fallé. No lo haría de nuevo. De ninguna jodida forma.
Llevarla lejos por un tiempo era listo de hacer porque el juego acababa de
cambiar. Y sabía dónde podíamos mantenernos ocultos.

181
Tomé mi teléfono y llamé a Cam.
—Tenemos un problema. Tenemos un jugador más.

THEA
Los paramédicos insistieron con que fuera al hospital, pero por suerte escapé
de la horrible experiencia con una pequeña contusión y muchos moretones. Después
de ser revisada por un doctor, y felizmente entumecida con analgésicos, la policía me
escoltó hasta la estación donde fui interrogada.
—¿Lo conocía? —El detective Baker parecía un hombre amable, alguien
cercano a retirarse. Tenía un rostro amigable y una disposición fácil. Su compañero,
el detective Locke, era un poco más estirado y sospechoso.
—No. nunca antes lo había visto.
—Entonces cuéntame todo una vez más.
—Recibí una llamada de Mount Sinai diciendo que mi amiga había sido
ingresada y me pidieron que fuera ya que estaba en su contacto de emergencia. Salí
y llamé a mi otra amiga que me informó que Ryder estaba con ella. Fue entonces
cuando el hombre puso el cuchillo en mi espalda.
182
—Y nunca antes lo vio.
—No.
—¿Cómo encaja Damian Tate en esto?
¿Cómo respondía eso sin implicar a Damian? No era buena mintiendo.
—Venía para cenar. Me escuchó gritar. El hombre no quería testigos supongo
porque huyó, pero creo que cualquier lo habría hecho. Damian es muy intimidante.
—¿Estás involucrada con el señor Tate?
—Somos amigos, lo hemos sido desde niños. —No estaba segura si se creían mi
historia. Había visto en incontables películas que los interrogados se ponían a la
defensiva para sacarlos de su elemento. Así que decidí intentarlo—. No entiendo por
qué me están interrogando cuando quien sea que me hizo eso todavía está ahí afuera.
—Él no seguía ahí afuera. Estaba muerto y enterrado donde sea que los limpiadores
guardaran los cuerpos. O tal vez no los enterraban. Tal vez los ponían en acido o en
algo así, o se deshacían de ellos por completo. Era una idea asquerosa y aun así un
final acorde para el bastardo del callejón. Hijo de puta.
Parecía que el detective Baker quería que lo repasara de nuevo cuando la puerta
se abrió y un hombre entró con Anton justo detrás.
—Suficiente. Ya ha contestado sus preguntas. Necesita descansar. —El hombre
probablemente era el abogado del Anton y por lo que parecía, uno muy caro.

182
Anton me ayudó a ponerme de pie luego me envolvió protectoramente en sus
brazos.
—Señor Scalene. —El detective Baker estaba babeando por la idea de interrogar
a Anton.
—Voy a llevarla a casa.
—Deja un número donde podamos contactarte.
Anton no le respondió mientras me llevaba a la puerta.
Damian estaba en la puerta esperando. Anton me llevó con él y me soltó
mientras Damian suavemente me acercaba, contra su cuerpo… exactamente donde
quería estar.
—¿Dónde están Kimber y Ryder?
—Uno de mis hombres las llevó con tu mamá —explicó Damian.
Una vez estuvimos en el auto, Anton dijo:
—Vamos a llevarte a casa a empacar. No volverás ahí por un tiempo.
—¿Kimber, Ryder y mi mamá?
—Pasaremos por la casa de tu mamá para que puedas verla antes de irte —dijo
Anton.
—Lamento todo esto.
Ambos parecían enojados. Fue Anton quien respondió. 183
—No lo estés. Esto no es tu culpa.
—Se siente un poco como mi culpa. Fui tan confiada. ¿Y qué hay de Cam?
Damian mató a alguien y tú ayudaste a encubrirlo. Sus dos mejores amigos y él es
policía.
—Le ahorramos el problema.
Damian no estaba equivocado. Supongo que esa era la ventaja. Cam era policía,
pero él habría cazado a ese hombre y no habría sido tan metódico porque no tenía el
entrenamiento de Damian. Y un policía matando a alguien habría llegado a las
primeras planas.
Anton terminó la conversación cuando dijo:
—Nada de esto es tu culpa, Thea. Vamos a ponerte a salvo y luego terminaremos
con esta mierda.

—Cuídate. Escucha a Damian. Haz exactamente lo que dice —dijo Ryder


mientras suavemente me abrazaba siendo consciente de mis moretones.
—Lo que ella dijo. E intenta no preocuparte. —Kimber se acercó y me abrazó—
. Cuidaremos tu departamento y recibiremos tu correspondencia.

183
La señora Cooke no sabía qué pasaba, al menos no todo lo que sabían los
demás, pero una de mirada a mi rostro golpeado lo decía todo. Se veía más mayor
mientras la preocupación arrugaba el área entre sus ojos.
—Por favor ten cuidado, Thea, y quédate cerca de tu hombre.
—Lo haré. Y asegúrate que mamá no haga fiestas salvajes.
Mamá no se rió ante mi intento de humor. Se quedó de pie con Cam, pero fue
la expresión en su rostro mientras me observaba lo que me rompió el corazón.
—Mira lo que le hicieron a mi bebita. No se saldrán con la suya, pero me alegra
que Damian te lleve lejos de aquí. Estarás a salvo con él. —Una lágrima bajó por su
mejilla antes de abrazarme con cuidado—. Por favor cuídate.
Ambas pensábamos lo mismo. Sí, me veía terrible, pero si esto estaba
relacionado con papá, podría haber sido peor.
Mamá apenas me había soltado cuando me encontré en brazos de Cam.
—Lo siento mucho —susurró.
—No fue tu culpa.
—Anton y Damian te dirán lo que sabemos. Te prometo que hallaré a quien está
detrás de esto. El imbécil va a caer.
—Sé que lo harás.
Anton se acercó.
184
—Debemos irnos, Thea.
—¿Qué hay de la policía? —preguntó mamá.
—Ahí es donde voy ahora, me encargaré de eso —dijo Cam.
Abracé a todos una última vez y luego fui con Damian que esperaba en la
puerta. Me guio fuera, pero miré hacia atrás, vi a mis familiares y esperé que no fuera
la última vez que los viera.

La casa estaba en un vecindario en Elizabeth, Nueva Jersey. Una vez llegamos,


Damian revisó el lugar de arriba abajo asegurándose que las ventanas estaban
cerradas, las puertas con seguro. Cerró todas las cortinas antes de ir a la cocina, una
que estaba llena de comida. Agarró una bolsa de guisantes helados y me la entregó.
—Para tu mandíbula.
Me acomodé en la mesa de la cocina, Anton se unió a mí. Damian se apoyó
contra el mostrador a lo largo de la cocina.
—Ellos me querían. Él llamó a alguien y le dijo que me tenía.
—Santo infierno —siseó Damian.
La expresión de Anton era casi tan aterradora cuando dijo:
—El limpiador revisó el teléfono. Era un quemador. Hemos estado vigilando a
Dobbs, Federico y el hombre que se acercó a Ryder. Nos falta una pieza.
184
—¿Qué quieres decir?
—Esto no está sumando nada, hay otro jugador del que no sabemos. Y ya que
estos bastardos han hecho una jugada en tu contra, hasta que descubramos lo que
no sabemos necesitas desaparecer por un tiempo. Ni siquiera yo quiero saber dónde
estás. —Anton parecía un poco inquieto y eso me alteró.
—¿Crees que eso es necesario?
Damian sonaba un poco asustado.
—Mira un espejo.
No necesitaba mirar uno porque me dolía en todas partes.
—Fui atacada, lo entiendo, pero volverme una prófuga… —No podía creer que
de verdad pudiera decir eso y que fuera en serio.
—¿Prófuga? —Había humor en la expresión de Anton. Damian parecía listo
para despellejar algo.
—Sabes a qué me refiero.
—Fueron detrás de ti así que no hay razón para creer que no lo harán de nuevo.
—Pero no debería Damian estar aquí para ayudarte a encontrar a los tipos
malos. Es lo que él hace.
—Estoy contigo. —El tono de Damian no dejaba espacio para discutir.
—Lo siento, todo esto solo es muy increíble. Papá ha muerto, Cam está cazando 185
policías corruptos y tiene a personas disparándole, y alguien quiere algo de mí y está
dispuesto a herirme para conseguirlo. Solo soy una diseñadora gráfica adicta al café
y los dulces. Siento que he entrado a la pesadilla de alguien más.
—Vamos a encargarnos de esto y mientras lo hacemos, estarás a salvo en alguna
parte. Supongo que deberíamos mencionar que Damian y tú van a pretender ser una
pareja casada. Atraerán menos sospechas.
La situación repentina pintaba mejor. Lejos del peligro con el hombre que
amaba, pretendiendo que estábamos casado. Sí, las cosas se veían mejor.

185
staba comenzando a pensar que la muerte no era un destino tan terrible. Si
tenía que escuchar el silencio ensordecedor mucho más tiempo puede que
me suicidase y librase a quien me quisiera muerta del problema. Tenía mis
sospechas al respecto, pero Damian había dado media vuelta. Habíamos estado en
el auto por casi nueve horas y él me había dicho exactamente cinco palabras. Cuando
nos marchamos, obtuve un Vámonos. Dos veces en nuestro viaje dijo gasolina,
significando que teníamos poca y necesitábamos, y había sido obsequiada con un
comida porque su tanque estaba bajo. Apreciaba la gravedad, el constante nudo en
mi estómago era la prueba de ello, e incluso me gustaba que Damian se estuviese
tomando el problema con seriedad, pero el tratamiento del silencio se estaba
haciendo viejo rápidamente. Podría tener mejores conversaciones con mi zapato y
había estado tentada a mantener unas cuantas para evitar el aburrimiento.
El lado bueno, él era increíblemente sexy. Lo había estudiado mientras
estábamos confinados en el pequeño espacio del auto. Ahora no los estaba usando,
pero tenía unos labios magníficos. Su labio inferior ligeramente más carnoso que el
superior, unos labios que suplicaban ser mordidos, luego lamidos y posteriormente
chupados. Y sí, pensaba en eso y en los dos días de placer sexual que habíamos 186
compartido antes de que volviese a convertirse en un ciborg, porque de otro modo
me habría enfadado por el silencio.
Estaba pareciéndome a Scarlett O’Hara en todo este desastre, mañana será
otro día, en eso de que me preocuparía mañana. La sorpresa ayudaba con este plan
porque me sentía como si estuviese en un estado perpetuo de ensoñación… que nada
de esto era real y me despertaría de esto en cualquier momento.
Era tarde, casi las once, cuando Damian estacionó en un motel.
—¿Vamos a quedarnos aquí?
No esperaba una respuesta de este nuevo y mejorado Damian. De hecho, Había
comenzado a mantener ambos lados de la conversación porque me entretenía y
suponía que lo irritaba.
En mi mejor interpretación de su voz, dije:
—Sí, Thea, hoy hemos viajado mucho y has tenido una semana muy dura.
Necesitas una buena noche de sueño.
—Oh, Damian, eso es tan amable de tu parte. Me encantaría una ducha y ocho
horas de sueño.
Estacionó el auto y apagó el motor antes de girarse hacia mí, pero no tenía ni
idea de qué estaba pensando. Sin una palabra, salió del auto y se encaminó al
maletero. Me uní a él y eché una mirada al establecimiento de cinco estrellas que
había encontrado para nosotros. Algo así como una escena de Pulp Fiction. Lo que

186
no estaba era la sangre salpicada en la puerta de la oficina y la cabeza cortada en la
máquina de hielo.
—Esto es realmente agradable. ¿Cómo lo encontraste? ¿Buscaste en Google el
peor motel imaginable?
Me tendió una bolsa de viaje, tomó la suya, antes de cerrar el maletero y
dirigirse a la oficina. Lo seguí.
—Estás armado, ¿cierto?
Esto me hizo ganar una mirada sobre el hombro.
Entramos en la oficina para encontrarnos a un hombre sentado detrás del
mostrador, y llamar hombre a lo que vimos era estirar el significado de la palabra.
Le quedaba muy poco cabello en su gran cabeza bulbosa, su carácter mostrándose
en la apariencia de maltratador de esposa que tenía y tenía los ojos empañados, por
la falta de sueño o alcohol. Normalmente no despreciaría a alguien basándome en su
apariencia, sin embargo, toda su oficina estaba empapelada de mujeres con los
pechos desnudos, la exposición gratuita alivió cualquier culpa que pudiese haber
sentido.
—Necesitamos una habitación.
El administrador me estudió. Haciendo que me picase la piel por el escrutinio.
—¿Camas gemelas o una king? —preguntó mientras se ajustaba. En serio,
¿cómo demonios había encontrado Damian este lugar?
187
—Una king, y si vuelve a mirar así a mi esposa le arrancaré los ojos de las
cuencas y se los daré de comer. —Giré la cabeza tan rápido a la izquierda que me
sentí mareada. Mi expresión imitando a la del administrador, pero por razones
distintas… obviamente.
Damian pagó la habitación, tomó la llave antes de alcanzar mi mano y sacarme
de la oficina. Nuestra habitación era la última, al lado contrario del edificio desde la
oficina. Hecho a propósito, estaba segura, el administrador probablemente quería a
Damian tan lejos de él como fuese posible.
A pesar de la apariencia poco acogedora del exterior y del administrador, el
interior estaba sorprendentemente limpio. Sin polvo, alfombras nuevas y tras
comprobar el colchón, no descubrí chinches y nada de moho en la cortina de la
ducha. Las cosas estaban mejorando. Pero luego me di cuenta de que había pedido
una sola cama. Esto habría dado comienzo a los estremecimientos de anticipación,
pero el hombre no me estaba hablando, así que era muy poco probable que intentase
hacer todas esas maravillosas actividades que inspiraban los estremecimientos.
Damian tomó su bolsa y se fue al baño. No cerró la puerta, la dejó abierta, así
que obtuve un asiento de primera fila para el espectáculo. Agarró la parte de atrás de
su camiseta y se la quitó por la cabeza, regalándome la vista de su hermosa espalda
y ese tatuaje que amaba y odiaba. No había estado sentada, pero mis rodillas
cedieron y me dejé caer en el borde de la cama cuando se quitó el pantalón,
ofreciéndome la vista del trasero más sexy que hubiese visto jamás. El calor estalló
en mi cuello, mis mejillas estaban ardiendo y mis pezones se endurecieron, y aun así
solo miré, porque mirar era lo único que estaba consiguiendo estos días. No se giró,

187
y estuve agradecida, porque no creía que fuese capaz de soportar un frontal
completo. Se metió en la ducha, y casi como un pensamiento tardío, alcanzó la
puerta. No la cerró. Solo la juntó lo suficiente que me dejó mirando la madera ajada,
pero todo lo que vi era el magnífico cuerpo de Damian. Íbamos a compartir una cama
donde no nos estaríamos tocando, él probablemente incluso construiría un muro con
las almohadas extra.
No estuvo mucho tiempo en la ducha, salió caminando con un pantalón de
correr puesto, nada más. Estaba construido como si hubiese sido dibujado a la
perfección. Sus hombros eran increíblemente amplios, pero de nuevo, casi sin
esfuerzo había derrumbado a mi atacante en el callejón, no podía decir que estuviese
sorprendida. Sus pectorales, sus abdominales, era el ejemplo perfecto de la forma
masculina. Aparté la mirada de él porque estaba sintiendo dolores en lugares que él
no me ayudaría a aliviar, y alcancé mi bolsa.
Me encaminé al baño y él gritó tras de mí:
—Nada de cerrojos.
Sabía que su orden era solo porque necesitaba ser capaz de llegar a mí en caso
de que alguien entrase por la ventana. Pero solo por un segundo, me dejé creer que
intentaba echar un vistazo mientras me duchaba y propasarse conmigo, como él
había hecho el otro día. Me gustaba tanto esa idea que en cuanto el agua cayó sobre
mí, alivié el dolor que agitaron los pensamientos. Me mordí el labio, agaché la cabeza
y esperé que el sonido de la ducha ahogase mi gemido cuando me corrí.
Terminé en la ducha y me vestí con mi pantalón corto y camiseta. Pensé en 188
entrar a la habitación desnuda y ver si removía algo, pero cuando me rechazase, lo
que sabía que haría en cuanto viese los moratones, dolería incluso más que las
heridas que había sufrido en el callejón.
Ya estaba en la cama, descansando sobre las mantas, su atención estaba en las
noticias puestas en la televisión. Me metí bajo las mantas, me giré de costado alejada
de él. Quería gritarle, golpearle, pero este fantasma en particular con el que estaba
luchando mentalmente, mi ataque, estaba demasiado fresco y reciente. Necesitaba
tiempo en su mente para lidiar con ello, así que en su lugar susurré en mi almohada:
—Buenas noches.
No estaba esperando dormir, así que estuve sorprendida cuando abrí los ojos
para encontrar luz entrando a través de la grieta de las cortinas. Con cuidado me giré
hacia Damian, solo para encontrar que su lado de la cama estaba vacío. Me estiré y
luego salí de la cama, tomé mis cosas y me dirigí al baño. Justo estaba terminando
cuando lo escuché volver. Mirando tras la puerta, Damian estaba dejando la llave
sobre la cama, pero fue la visión del café lo que casi me hizo gritar de alegría.
—¿Conseguiste uno para mí? —pregunté.
Me miró, y se tomó su tiempo para pasar la mirada desde mis pies descalzos
lentamente por mi cuerpo hasta que finalmente alcanzó mi rostro, un rostro que
ahora estaba ardiendo porque malditamente sentí eso como una caricia.
—No.
Casi le di las gracias porque no esperaba que dijese que no.

188
—¿No?
Se movió hacia su gran bolsa, ignorándome. No iba a ser ignorada. Entré en la
habitación, justo junto a él y lo golpeé en el pecho con mi cepillo de dientes.
—¿No?
Se centró en mi cepillo de dientes.
—¿Saliste por café y no me trajiste una taza? Es suficientemente malo que hayas
dejado de hablarme, pero esto es grosero.
Me miró directamente a los ojos antes de volver a poner la mirada en mi cepillo
de dientes, su forma no verbal de decirme que me echase hacia atrás. Le presioné
más fuerte el cepillo en el pecho.
—Estamos atrapados el uno con el otro en un futuro inmediato y cuando eres
mi única esperanza de conversación, el maldito gato te ha comido la lengua.
Sus ojos se oscurecieron mientras me miraba fijamente, pero no tenía ni idea
de qué expresión estaba tras esa mirada.
—La próxima vez que vayas por café, en caso de que tu memoria también haya
sido afectada, tomo el mío solo con dos de azúcar. —Y luego tomé su café y desaparecí
en el baño, cerrando la puerta de golpe detrás de mí para darle énfasis. Se sintió bien
durante el segundo coma dos centésimas que duró. La puerta se abrió de golpe, el
café al que no le había dado un sorbo desapareció de mi mano antes de que no viese
nada más que su espalda mientras traspasaba la puerta. Me apresuré en vestirme
porque no me extrañaría que este Damian menos amigable me dejase aquí. 189

Estaba de pie junto al maletero cuando salí, bebiendo su café. Esperaba que se
ahogase con él. Metiendo mi maleta en el auto, jugué a su juego y no dije nada
mientras abría la puerta del pasajero. Y ahí fue cuando mi mirada aterrizó en la
segunda taza de café, una que tenía Thea escrita a un lado.
Él se montó, encendió el motor.
—Solo, dos de azúcar.
Estaba un poco emocionada. No se había olvidado de mí. Me puse el cinturón,
alcancé mi café y le di una sonrisa.
—Gracias.
No respondió. No había esperado que lo hiciese.

Deadwood, Carolina del Sur. No tenía ni idea de cómo encontró este lugar, pero
mientras viajábamos a través de la ciudad, no podía negar que era el lugar perfecto
para pasar desapercibido. Pintoresco, fuera de lo común y parecía similar a lo que
imaginaba que parecería en su día de vaqueros y el Salvaje Oeste. Extensiones de
tierra hasta donde podía alcanzar la vista, cielo brillante y azul, y montañas
abrazando el horizonte. Era hermoso. El aire era más limpio, todo era más limpio.
Alcanzamos la casa, una encantadora pequeña casita de campo.

189
—¿Me vas a llevar en brazos por el umbral?
Ante mi pregunta, me dio una mirada feroz y negó, pero no me estaba
respondiendo, era más como si estuviese preguntando cómo sacó la pajita más corta.
Quería gritarle que él se había ofrecido voluntario, pero no tenía sentido. Salió del
auto.
—Tomaré eso como un no.
Caminé hacia el maletero para tomar mis bolsas, pero él ya había conseguido
mis cosas y las suyas y se estaba encaminando a la puerta.
En lugar de seguirlo dentro, deambulé un poco por los jardines delanteros. Se
habían plantado crisantemos y las jardineras de las ventanas delanteras estaban
rebosando de repollos y calabazas ornamentales. Un camino de piedra te guiaba a
través de los jardines, la mayoría del cual había sido cortado en preparación para el
invierno. Girándome hacia la casa, noté que Damian había dejado la puerta de
entrada abierta para mí. En cuanto entré a la casa, me enamoré inmediatamente.
Suelos de roble, paredes blancas y un techo de vigas expuestas. Muebles con telas de
azules y amarillos pálidos, mesas de café y mesillas pintadas de un amarillo
mantequilla, una cocina con encimeras de madera, con armarios blancos de cristal,
un fregadero de granja y ventanas a lo largo de la pared trasera con vistas a nada más
que la tierra virgen. Las habitaciones estaban decoradas con colores suaves con finas
cortinas en las ventanas, para añadir un toque de privacidad, pero todavía
permitiendo la brisa de las montañas. Ya que mis maletas estaban en la habitación
con las paredes de azul Wedgwood, solo podía asumir que ahí era donde iba a dormir. 190
Mi habitación tenía un balcón privado. Cuando salí al balcón, me di cuenta que no
era tan privado porque una segunda habitación lo compartía y, de algún modo, sabía
que Damian iba a tomar esa.
Sentándome en una de las sillas, miré hacia nada más que montañas y árboles,
e intenté asumir con lo jodida a lo grande que estaba mi vida ahora mismo. Hacía
unas semanas mi mayor preocupación era asegurarme que mi DVD grabase Juego
de Tronos, y ahora estaba escondida en Deadwood, Dakota del Sur con gente mala
queriendo hacerme daño, el amor de mi vida mató a un hombre, mi mejor amigo lo
encubrió, mi hermano estaba recibiendo un disparo y mi madre y queridos amigos
estaban fuera de alcance.
No sabía cuándo comenzaron las lágrimas, pero volví a mi habitación, me subí
a la cama y ahogué el sonido de mis lágrimas con la almohada.

Una hora después, llegué a la cocina a tiempo para ver cómo Damian tomaba
sus llaves.
—¿A dónde vas?
—A la ciudad. Necesitamos comestibles.
—¿Puedo ir?

190
En respuesta, recibí un alzamiento de barbilla. Había aprendido, durante el
largo viaje en auto con Damian pareciendo un ciborg, significaba afirmativo. Me
puse el cinturón y pregunté:
—Así que, ¿cuál es nuestra historia?
Me respondió con la mejor mirada en blanco que hubiese visto jamás. Había
recibido esta mirada muchas veces durante el transcurso de nuestro viaje y no se
hacía vieja.
Aclaré:
—Estamos casados, así que, ¿cómo nos conocimos? ¿Por qué nos mudamos
aquí? La gente va a preguntar.
—A nadie le importará. Simplemente estamos aquí para pasar desapercibidos.
Palabras. Dijo palabras de verdad. Aunque no pude disfrutar de su temporal
caso de verbosidad porque su comentario era absurdo.
—¿Qué quieres decir con que a la gente no le importará? Deadwood tiene una
población inferior a trescientas personas y nosotros somos unos extraños. A la gente
definitivamente va a importarle. Está bien, lo tengo. Nos conocimos en Dahlia’s y
nos enamoramos de la tarta de chocolate.
Mantuve la mirada fija en su perfil, pero la única reacción que obtuve de eso
fue el salto en el músculo de su mandíbula, así que continué:
—Solo habíamos tenido citas durante unos meses cuando te diste cuenta de que 191
no podías vivir otro día sin mí como tu esposa. Nos casamos en una ceremonia
privada y después de tres años de felicidad matrimonial nos mudamos a Deadwood
porque sabes que me encantan los espacios abiertos. No tenemos hijos, pero nos
estamos dedicando activamente a eso… —Dolía, porque mi vida falsa se parecía
mucho a como quería que fuese mi vida real, así que giré la cabeza y miré por la
ventana. Sentí la mirada de Damian, pero mantuvo sus pensamientos para sí.

A nadie le importará, ¡seguro! La creencia de Damian fue disipada


inmediatamente en cuanto estacionamos en la calle principal. La gente nos miró.
Algunos incluso estaban hablando detrás de sus manos. Definitivamente éramos las
nuevas noticias. Damian llegó a mi lado y me abrió la puerta. Incluso cuando no me
estaba hablando, todavía tenía una educación impecable. Caminamos hacia el
mercado y alcancé su mano. No dudó en entrelazar nuestros dedos. Después de todo,
se suponía que estábamos casados. Aunque no me sostuvo la mano mucho tiempo,
soltándola casi en cuanto entramos a la tienda, así podía empujar el carro de la
compra.
Media hora, ese fue el tiempo que pasamos en el pasillo de productos frescos.
El hombre no era vegetariano. A menudo de niña había comprado con él y lo había
visto devorar incontables comidas con carne, lo último de lo cual fue verlo comerse
una hamburguesa doble de queso con tocino durante una parada de descanso en la
cena en nuestro camino hacia aquí. Pero estaba llenando el carrito con una variedad

191
de lechugas y col rizada, alubias, pimientos y fruta. Estoy totalmente a favor de
comer verdura, pero en serio, ¿dónde está la pastelería?
Lo siguiente que vino fue queso y leche, aparentemente el hombre tenía afición
por los productos lácteos; y por último eligió carnes, siendo todo sin grasa.
—¿Qué hay del pan? —pregunté.
—No como.
Quería pisarle un pie, porque él sabía muy bien que yo sí.
—Bueno, yo lo hago. —Dejé al señor No como pan en medio del pasillo de carne
y fui en busca de pan y pasteles. Puede que incluso consiguiese una tarta. La
pastelería no era lo que estaba esperando, no había surtidos de galletas, la selección
de tartas era tan limitada como la del pan, pero al menos tendría algo para saciar mi
gusto por el dulce. En medio de mi debate sobre la tarta de café y la tarta de naranja
glaseada, conocí a mi primer residente de Deadwood. Ella era mayor, quizás unos
setenta y pocos años, con cabello gris blanquecino que se inclinaba más al púrpura.
Llevaba un vestido sencillo azul y unos fuertes zapatos con suela gruesa.
—Hola, eres la chica nueva que se mudó a la ciudad con su novio.
—Sí, soy Thea. Damian está por aquí, en algún lado. —Las palabras apenas
habían salido de mi boca cuando sentí a Damian llegar detrás de mí. Me rodeó la
cintura con un brazo mientras me acercaba a su costado. El gesto para esta mujer
parecería como un esposo cariñoso, pero sabía que no tenía nada que ver con eso y
sí con su trabajo de protegerme, incluso de una amigable anciana con cabello 192
violeta—. Damian esta es… Lo siento, no entendí su nombre.
—Soy Madge, Madge Littleton.
—Encantado de conocerla, señora. —Una frase completa, ella obtuvo una frase
completa, pero Damian no había acabado—. ¿Necesita una mano con sus compras?
Aquí estaba el Damian encantador, como había sido con la señora Cooke y mi
madre, y tuve la misma reacción que había tenido por aquel entonces… celos. Él
podía hablar, incluso ser encantador, muy encantador, simplemente no se estaba
molestando en serlo conmigo ahora. Imbécil.
—Gracias, joven, pero Billy en el mostrador siempre me lleva las bolsas a casa.
Hay un baile esta noche en la taberna, comienza a las siete, será una buena
oportunidad para que conozcan a algunos de sus vecinos.
Sentí a Damian tensarse a mi lado, así que respondí inmediatamente antes de
que pudiese negarse, porque francamente necesitaba algo de interacción humana.
Solo podía soportar un poco de actuación ciborg.
—Qué idea tan maravillosa. No hay nada que le guste más a mi marido que un
buen baile. Tal vez la veremos allí.
—Oh, definitivamente estaré allí, al menos para los primeros bailes. No soy tan
joven como solía ser.
—Tendrá que asegurarse que tiene un baile con Damian.
Ahora sus dedos sobre mi cadera los estaba clavando casi dolorosamente.

192
—Lo haré, lo estoy deseando.
Y lo estaba porque podías sentir su entusiasmo.
—Fue muy agradable conocerla, señora Littleton.
—Por favor, llámame Madge. Los veo esta noche.
Se estremeció cuando se iba, y tan centrada en lo que podría vestir que se puso
nerviosa; no noté inmediatamente el humor de Damian hasta que lo dijo en voz alta,
lo que daba un poco de miedo.
—Lo disfrutaste.
—Oh, lo hice Damian, mucho. —Luego también me alejé porque no le haría
ningún bien verme sonreír, y lo hacía, de oreja a oreja.

Damian fue a correr en cuanto colocamos la comida. Yo intenté no pensar en el


hombre en el callejón y en que si Damian no hubiese aparecido cuando lo hizo, no
estaría aquí sentada. Tenía algo que alguna gente mala quería y estaban preparados
para matarme para conseguirlo. Eso no es algo que la mayoría de la gente pueda
decir, así que mi imaginación hiperactiva repasó el pasado. ¿Había otra gente en mi
vida que le gustaría verme muerta en un río?
Inicialmente, no podía imaginar a nadie queriendo matarme. Yo era muy
modesta. No me metía en los asuntos de la gente. Era reservada. Enviaba notas de 193
agradecimiento y tarjetas de Navidad. Realmente era poco interesante. El mayor
drama en el que había estado involucrada fue interrumpir la pelea entre la señora
Cooke y Betty cuando The Bachelor terminó y el resultado no le gustó a ninguna.
Estaba muy convencida de que la lista sería muy corta, quizás incluso
inexistente, pero mientras buscaba en mis recuerdos descubrí que había más gente
de la que estaba cómoda que puede que me desease mal. Bajé la mirada a los
nombres bajo la columna GENTE QUE QUIERE VERME MUERTA. Había
demasiados nombres en esa lista y fue mientras miraba a los posibles precursores de
mi muerte que Damian volvió de su carrera. Primero se dirigió al refrigerador por
una botella de agua antes de unirse a mí en la mesa, aunque no se sentó. Como lo
estaba mirando directamente a él, vi el ceño fruncido mientras estudiaba la hoja de
papel frente a mí. Cambió su atención a mí.
—Tras enfrentarme a la muerte me pregunté si podía haber otros en mi vida a
los que les gustaría verme muerta. Un poco morboso, pero de nuevo, esa escena en
el callejón es definitivamente morbosa.
Se estremeció, sutil pero innegable, y me sentí mal por mencionarlo.
—¿Anciana en el auto amarillo?
—No sé su nombre, pero le quité el sitio en el estacionamiento. Quiero decir,
técnicamente estaba yo allí primero, pero ella era mayor y habría sido algo amable
haberle dejado el lugar porque estaba más cerca de la tienda. Pero había estado
dando vueltas por un tiempo así que lo tomé. En realidad, me hizo un corte de
mangas cuando pasó a mi lado.

193
—¿Y crees que te querría muerta?
—Probablemente no. Probablemente esté muerta. El incidente fue hace
muchos años, e incluso entonces parecía el guardián de la cripta.
—¿Hombre en la esquina?
—Es un mendigo, que me pedía dinero cada día, lo que me negué a darle y no
porque sea mala persona, pero un mendigo que bebe en Starbucks cada mañana y
viste mejor ropa que yo, no lo creo. Después de meses de negarme, ahora cuando
paso a su lado empieza a burlarse de mí canturreando no de la forma más molesta.
Creo que, si tuviese los medios, me mataría luego me robaría el bolso y sería el último
en reírse.
—¿Quiero saber lo del grupo de perros?
—Unos perros callejeros que pasean por las calles de mi vecindario. Es la
mirada en sus ojos de la que no me fío.
—¿Yo?
Era de mal gusto por mi parte ponerlo en esta lista desde que estaba actuando
así a causa de lo de ese callejón y cómo casi lo había aceptado. Lo entiendo,
comprendo lo que motivó el cambio en él, pero su silencio hacía daño y yo era lo
suficientemente infantil para querer devolverle el dolor.
Salió de la cocina antes de que pudiese contestar, no es que lo intentase.
194

194
a ciudad de Deadwood era una muy amigable. El baile acababa de empezar
y ya habíamos conocido a casi la mitad de la población de la ciudad. Imagino
que algunos lo encontrarían agobiante, pero la idea de conocer a tus vecinos,
realmente conocerlos y a sus familias, era una que me gustaba mucho. Los Sharpton
eran nuestros vecinos vivían a unos kilómetros de la cabaña. Bobby, el padre, poseía
la ferretería en la ciudad. Missy, su mujer, trabajaba en el almacén de cereal y sus
hijos, Hank de diez años y Wynona de seis, estaban en quinto y primer grado
respectivamente.
—Deberían venir a cenar mañana Es difícil moverse y estoy segura que todavía
no organizan su cocina.
La casa estaba totalmente amueblada y la cocina estaba abastecida después de
nuestro viaje a la tienda de comestibles, pero fue la idea de conversación lo que me
hizo aceptar de inmediato.
—Eso sería maravilloso, gracias.
—Arreglaremos algo. Te pediré tu número antes de que te vayas.
—¿Cuánto tiempo has vivido en Deadwood? 195

—Toda mi vida, como Bobby. No podíamos imaginar criar a nuestros hijos en


ninguna otra parte. Todos se conocen y a diferencia de algunas ciudades pequeñas,
eso no es malo. El único inconveniente es que puede ser difícil encontrar trabajo.
Daría cualquier cosa por hacer algo más que trabajar en el almacén. Hay muy poca
interacción humana, pero necesitamos el segundo sueldo.
No estaba segura de qué era un almacén de cereal, pero podía creer que no era
un trabajo emocionante.
—Es una hermosa ciudad.
—Especialmente a las afueras, las vistas son espectaculares. Tu marido y tú
deberían hacer un picnic. Es muy romántico.
Sí, el último lugar en el que Damian querría estar era en algún sitio romántico
conmigo. Había sido ignorada durante el viaje aquí, pero ahora estaba siendo
extremadamente frío después de la metedura de pata con la lista de la muerte.
Probablemente me ataría a un árbol y me dejaría allí.
Pero para Missy, dije:
—No puedo esperar a verlo.
—Oh, ahí está Bobby. Le debo un baile. Te encontraré más tarde para que me
des tu número. —Y entonces se fue, moviéndose entre la multitud con sorprendente
delicadeza. Damian se había ido más temprano a bailar con Madge. Estuvo mal por
mi parte, pero me había anticipado a su paso, pero era un estudiante rápido. Creo

195
que como castigo por meterlo en ese baile y por ponerlo en mi lista de la muerte, me
estaba evitando. No lo había visto desde que llegamos hace una hora.
Revisé la multitud y lo localicé cerca de la barra improvisada. Estaba apoyado
contra ella, con una cerveza en una mano, pero era la sonrisa en sus labios lo que casi
me quitó el aliento. Me encantaba cuando sonreía. Y entonces me di cuenta que
estaba sonriendo a dos mujeres, veinteañeras con las que parecía estar envuelto en
una conversación. Sabía que estaba representando su papel y aun así quería
apuñalarlo en el ojo. Podía charlar con toda la ciudad, me daba igual. Y ya que me
estaba sintiendo como una niña petulante, actué como una y salí de la zona de baile.
Ni siquiera me preocupaba ser cautelosa. Le iría bien que fuera asesinada mientras
fingía flirtear con estudiantes. Empecé a murmurar. Algo que hacía a menudo
cuando me irritaba.
—Debería incriminarlo por mi muerte. Podría escribir su nombre en la acera
en mi sangre sólo para darles a las autoridades locales una dirección en la que centrar
su investigación.
Pasar mis días donde el único sonido que oía era la calma de la casa no tenía
atractivo. Tenía trabajo para mantenerme ocupada durante el día, pero las noches
iban a ser difíciles. El silencio era lo bastante malo, pero el deseo y la tensión sexual…
la necesidad de estar tan cerca de él como era posible cuando estaba intentando
mantenerme tan alejada como era posible. Sí, necesitaba encontrar algo que hacer
durante las noches, una salida social. Tomé nota de las tiendas alineadas en la calle
para poder preguntar sobre puestos disponibles con horario nocturno.
196
Pasé un hotel. Bueno saberlo. Si las cosas se ponían realmente insoportables,
podía reservar una habitación, una con servicio de habitaciones y películas que aún
se reproducían en el cine, y cargarlo todo a Damian… mi amado esposo. La idea me
provocó una risita. Casada con Damian, con el que ahora estaba atascada, creo que
sería más divertido estar enterrada viva. Y hablando de Damian, ¿no había notado
que su encargo se había ido? Y con ese pensamiento alguien apareció detrás de mí.
Todo mi cuerpo se tensó.
—¿Escribir mi nombre en sangre?
Me sobresalté, luego me volví y lo empujé, pero no se movió, yo sí. El hombre
era sólido músculo. Fue sólo después de que mi ritmo cardíaco volviera a la
normalidad que me di cuenta que me había seguido desde el momento en que me fui
del baile. E incluso estando molesta con él en el momento, mi corazón se calentó.
—¿Cómo demonios eres tan silencioso con lo grande que eres?
—No puedo protegerte si te vas.
—Tampoco puedes protegerme si estás demasiado ocupado flirteando con las
locales. —¿Acababa de decir eso en voz alta? Estaba agradecida por su mutismo, así
no tendría que oír sus pensamientos sobre eso.
—¿Celosa?
—Ahora decides hablar. ¿Va a ser así de ahora en adelante contigo? ¿Tener que
arrancarte las respuestas? Es muy agotador.

196
Su comportamiento cambió en un instante, pero fue la devastación enterrada
en esos ojos lo que detuvo el aire en mis pulmones.
—Podrías haber muerto.
—Pero no lo hice.
—Perdí la concentración y fuiste la que lo pagó.
—Eso es una tontería.
—Es un hecho.
—Entonces, ¿el plan ahora es ignorarme?
Se movió tan cerca que inhalé el aire que exhaló.
—Te he saboreado. He estado enterrado en tu interior. Sé los sonidos que haces
cuando mi polla está entrando en ti y la mirada en tu rostro cuando te corres.
Mantenerme alejado había sido difícil cuando era el recuerdo de nosotros contra el
que luchaba, pero tu sabor sigue en mi lengua. Te estoy ignorando porque de otro
modo cederé.
—¿Qué hay de malo con ceder?
—Sé cómo se siente perder a alguien, no voy a perderte también.
Conmovida por esa declaración, me quedé sin palabras.
—¿Lista? —preguntó.
No esperó una respuesta y me guio de vuelta al auto. Fui yo la que permaneció 197
en silencio. Él había perdido a alguien, alguien importante. No su madre o padre,
seguramente no derramaría una lágrima por ellos. Entonces, si no fueron ellos,
¿quién? ¿El soldado caído que había mencionado? Basada en el dolor en su voz, no
lo creía. Era amor y pérdida lo que oí y sabía cómo sonaba porque lo había sufrido.
Así que probablemente se trataba de una mujer. Nunca había hablado de los años
que estuvimos separados, no de cosas personales, de todos modos. ¿era posible que
hubiera encontrado a alguien también, pero que a diferencia de mí ella hubiera
significado algo para él? Quería preguntarle a quién había perdido, pero si quisiera
que lo supiera, lo habría compartido. Su poca disposición a compartir algo que me
haría daño me sugirió que era una mujer. Fui directa a mi habitación cuando
llegamos a casa y pasé la noche aceptando la idea de que Damian había amado a otra.
Sabía lo que sentía sobre mí, pero por un tiempo había amado a otra. Dolía,
jodidamente me mataba, saber que había amado a alguien más y dolía saber que la
había perdido. Pero bajo el dolor, había alegría porque no había estado solo, había
sido feliz, al menos por un poco de tiempo. Era más de lo que podía decir de mí.

—Fuiste el que dijiste que necesitábamos tener presencia en la ciudad. Cenar


con los Sharpton nos da presencia. —Estaba en peligro de en realidad transformarme
en Scarlet O’Hara con el número de veces que había adoptado su filosofía de mañana
será otro día durante la semana pasada, pero no podía pensar en Damian y la mujer
que había perdido. Estaba en el pasado, pero el dolor era muy real para mí en el

197
presente. Lo empujé tan profundo en mi mente como era posible y caí en el estado
de ánimo en el que una vez había buscado consuelo después de que papá muriera.
Reír en lugar de llorar y con cómo me estaba sintiendo, debería tener mi propio
espectáculo de monólogos.
Damian me gruñó y fue como si le hubiera pedido al hombre que caminara
sobre brasas ardiendo mientras veía Orgullo y Prejuicio con mi madre. Era una cena,
una que no teníamos que cocinar.
—No nos quedaremos mucho tiempo.
Sin respuesta.
—Entiendo por qué has recurrido de nuevo a guardar silencio como alguien
guardando raciones para el apocalipsis zombi, pero si hablaras conmigo, no habría
estado tan ansiosa por aceptar su invitación. A quien tienes que culpar es a ti.
Estaba molesto, pero no dijo nada —gran sorpresa— y alcanzó las llaves antes
de sostener la puerta para mí. Fue cuando estuvimos en el auto que pregunté:
—¿Cuál es el significado de tu tatuaje?
Giró su cabeza hacia mí con sorpresa.
—¿Por qué crees que hay un significado?
—Un hombre como tú no se marca, especialmente no tan severamente, sin una
razón.
Las líneas alrededor de sus ojos y boca se suavizaron un poco. Supuse que era 198
porque tenía razón y le gustaba que lo conociera tan bien.
—Lo oí bastante mientras crecía. Lo acepté.
Ahora era yo la que estaba molesta. Me volví más hacia él mientras trabajaba
para controlar la ira que su declaración causó.
—Tu madre.
—Sí.
Sabía que su madre era cruel, ¿pero llamarle el diablo?
—¿Por qué te llamaba el diablo?
—Odiaba a mi padre y yo era su hijo.
Curvé mis manos en puños, mis uñas clavándose en mis palmas.
—¿Cuántos años tenías cuando empezó a llamarte el diablo?
—Seis o siete.
—Y después, cuando fuiste mayor y no querías que la conociera. ¿Qué hacía
entonces?
—Lo que fuera en el infierno que quisiera. Era una cruel y vengativa perra que
manipulaba a su propio hijo para conseguir lo que quería.
Sucedió hace mucho tiempo y aún sufría por el chico que había sido.
—¿Manipularte cómo?

198
—¿Por qué estamos discutiendo esto?
—Damian, ¿cómo?
—Presentaba falsos reportes ante la policía sobre abuso para que le pagara sus
facturas, para que estuviera a su entera disposición, pero la perra disfrutaba en
hacerme daño. Le encantaba porque en su retorcida mente, herirme era herir a mi
padre.
—Oh, Dios mío. —Todo mi cuerpo empezó a temblar ante la verdad que sólo
entonces entendí—. Eso fue una parte de la razón por la que te fuiste. Si ella sabía
sobre mí, me habría hecho daño para herirte.
—Sí.
—Detén el auto. —Necesitaba aire—. Detén el jodido auto. —Ni siquiera esperé
a que parara del todo, salí y me moví sin destino en mi mente. Mi pecho dolía
mientras mi corazón golpeaba contra mis costillas y la rabia, la más aguda y potente
rabia ardía a través de mí al pensar en un dulce Damian de dieciséis años al que su
propia odiosa madre llamaba el diablo. La tristeza detrás de sus ojos, ese dolor que
nunca se desvaneció cuando era más joven. Lo entendía ahora y permanecía aún.
Ninguna cantidad de lucha, o golpear una bolsa o entrenamiento y disciplina militar
eliminaron el daño que ella le había infligido porque se había marcado con el único
legado que su madre le había dejado… la creencia de que era malo, malvado… el
diablo.
Damian me alcanzó y me abrazó.
199
—¿Qué estás haciendo?
Me liberé y puse distancia entre nosotros porque sus brazos eran un lugar
seguro y feliz y ahora mismo quería herir algo.
—Sé que está muerta, pero quiero resucitarla para poder matarla de la más
lenta y dolorosa manera posible. Fue una persona odiosa y ahora mismo está
ardiendo en el infierno por lo que te hizo. Mamá te ama, como lo hizo papá. Si
pensaran que eras el diablo, nunca te habrían abierto su casa. No eres malvado ni
malo. Has pasado tu vida ayudando a la gente, salvando a la gente. Tu tatuaje es
hermoso y en muchas maneras eres como él… oscuro, peligroso y hermoso, pero no
eres malo. Dime que lo entiendes.
—Thea. —No podía soportar la ternura en este momento, ni la suavidad de su
voz o el amor que vi ardiendo en sus ojos.
—Dime que entiendes.
—Lo hago.
Trató de alcanzarme, pero me alejé. El dolor brilló en sus ojos.
—Estar en tus brazos siempre ha sido mi lugar favorito, pero si me sostuvieras
ahora, una parte de mí siempre pensaría en ella y no le voy a dar más de di.
Devoción me devolvió la mirada, pero él me dio un minuto para calmarme.
Viajamos en silencio el resto del camino hasta los Sharpton, pero a medida que
bajábamos, los corazones rotos se aliviaron con la belleza que teníamos ante

199
nosotros. Los Sharpton vivían en un rancho en una extensión de acres con un
granero y caballos. Canteros llenos de crisantemos en los colores rojizo, borgoña,
amarillo y blanco envueltos alrededor de la casa.
—Esto es hermoso.
Damian estacionó junto a un viejo modelo Ford F-150 y se bajó del coche.
Caminó por mí, pero yo ya había salido y miraba alrededor.
—¿Te imaginas llamar a este lugar tu hogar?
Él estaba tan cautivado por la escena como yo. Tocó la parte baja de mi espalda
y me condujo a la puerta principal. Ni siquiera habíamos tocado el timbre cuando
una chica, que se parecía a su mamá, la abrió.
—¡Ellos están aquí, mami!
Missy apareció con un delantal rojo alrededor de su cintura en el que se estaba
limpiando las manos.
—Déjalos entrar, Wynona.
La niña se volvió y comenzó a saltar por el pasillo gritando.
—Hank, están aquí.
—No recibimos visitas con frecuencia ya que estamos muy lejos del corazón de
la ciudad. Wynona es una niña muy social. Por favor entren.
—Su casa es hermosa —dije y me di cuenta de que también lo era por dentro.
Pisos de madera, habitaciones bellamente diseñadas, muebles cómodos, fotos 200
familiares en la pared, plantas de interior esparcidas aquí y allá.
—Bobby está comenzando la parrillada. Vamos a hacer filetes. Espero que esté
bien.
—Suena delicioso.
—¿Puedo traerte algo para beber? ¿Vino, cerveza?
Fue Damian quien respondió.
—A Thea le gusta el vino tinto, yo tomaré una cerveza.
—Por supuesto. Vamos a la cocina.
La seguimos mientras asimilaba todo porque era tan perfecto que parecía como
si estuviera en un escenario, pero en el buen sentido. Ella trajo mi vino y la cerveza
de Damian.
—Veré si puedo ayudar a Bobby con la parrilla —ofreció Damian y desapareció
afuera.
—¿Puedo ayudar con algo?
—No. Todo está prácticamente hecho. Entonces, ¿qué te parece Deadwood?
—Lo amamos.
—Es una gran ciudad pequeña. No me di cuenta de que la casa de campo estaba
en el mercado.

200
—¿Lo siento?
—Ha estado vacía por tanto tiempo, es agradable ver a gente viviendo allí otra
vez.
—¿Qué pasó con el dueño anterior?
—Ella murió. Cáncer. Fue muy triste.
Mi corazón se retorció pensando en la casa de campo y lo perfecta que era.
¿Cómo había encontrado Damian el lugar?
—Tomemos nuestras bebidas y unámonos a los hombres. Esta época del año es
perfecta para cenar al aire libre.
Especialmente cuando tenían un área al aire libre como la de ellos. Muebles de
teca —mesas, sillas y salones— todos situados en un patio de loza, que también tenía
una cocina al aire libre y una chimenea. Y allí estaba Damian con Bobby, sentados
en sillas mirando la increíble vista. Damian se veía bien en este entorno. También se
veía bien en la ciudad, pero había algo en él aquí, como si hubiera vuelto a casa.
¿Quería esto en algún momento, como cuando se retire? ¿Se veía instalándose en el
campo, criando caballos, cerdos o vacas? Pude verlo, el Sr. Rudo, convertirse en
agricultor. Esas grandes manos cuidando gentilmente a los animales a su cargo.
Quería ver eso, quería ser parte de eso.
—Esto es increíble.
—Bobby lo construyó.
201
Missy tomó el brazo de la silla de Bobby, su brazo pasó inmediatamente
alrededor de su cintura. Tomé asiento al otro lado de Damian, sentí una punzada de
celos al ver el afecto evidente entre ellos. Pasos sonaron cuando Hank y Wynona
salieron corriendo con una pelota y guantes de béisbol. Quise alcanzar la mano de
Damian, pero antes de que pudiera, unió sus fuertes dedos con los míos. Estaba
mirando a los niños, y, sin embargo, me tomó la mano con fuerza. Mi corazón se
apretó en mi pecho. Todavía estaba allí... cada emoción que despertaba en mí, había
despertado en mí desde que tenía diecisiete años. Estaba irrevocablemente
enamorada de este hombre complicado.

La cena había sido deliciosa y no solo la calidad del bistec, sino que Bobby era
un verdadero maestro de la parrilla. Estábamos sentados adentro; los niños se
habían ido a ver una película. Me había tomado dos copas de vino, así que me sentía
algo relajada. Bobby y Missy eran adorables juntos, a menudo bromeando
cariñosamente entre ellos como lo hacían ahora. Cambié mi enfoque hacia Damian
y sentí una sacudida al encontrar su mirada en mí. Apoyé mi cabeza en mi mano y le
devolví la mirada. Era hermoso, más aún cuando estaba relajado, y definitivamente
se sentía relajado en este momento. Quería arrastrarme en su regazo. Quería irme
de aquí, regresar a la casa de campo y arrancarnos la ropa el uno al otro. Él
claramente leyó mis pensamientos porque sus ojos pálidos se volvieron más oscuros.
Él emitió un sonido desde lo más profundo de su garganta, pero fue la mirada que lo

201
acompañó lo que hizo que el calor se acumulara en mi vientre, y un poco más bajo si
fuera completamente sincera.
—Se está haciendo tarde.
Me sentí mareada al escuchar a Damian dando una excusa por la cual
necesitábamos salir y con energía porque quería que esa mirada que me había dado
significara lo que realmente esperaba que significara. Saltar y correr hacia el auto no
era genial, así que me las arreglé para mantener el ritmo, pero mi corazón estaba
galopando en mi pecho.
—Gracias por una noche maravillosa.
—Deberíamos hacerlo de nuevo —dijo Missy mientras caminaba conmigo a la
puerta.
—Nuestra casa la próxima vez.
—Traeré postre.
Nos abrazamos Ella realmente me abrazó y, sin embargo, apenas conocía a la
mujer. Saludé a Bobby que estaba estrechando las manos con Damian. Cuando llegué
al coche, Damian ya estaba abriendo la puerta. Vi mientras caminaba alrededor del
auto, sentí que mi corazón se movía en mi garganta. Arrancó el coche y bajó por el
camino. Mi cerebro quedó completamente en blanco. No podría aferrarme a un tema
aun si mi vida dependiera de ello. Cuando llegamos a la casa de campo, mi cuerpo
estaba tan sensible que quería quitarme la ropa porque en realidad me estaba
lastimando la piel. Y esperaba tanto que Damian fuera quien eliminara los artículos 202
ofensivos. Apagó el motor y luego me miró y no había forma de confundir lo que
estaba pasando en su cabeza. Antes de que pudiera actuar ante el calor que vi arder
en esos ojos pálidos, sonó su teléfono. Hablando de cortar el rollo. Echó un vistazo
al número y todo lo que estaba caliente se volvió helado. Mi corazón se detuvo, pero
ahora era la preocupación lo que lo causaba.
—¿Qué pasa?
—Tengo que atender esto.
—¿Es Cam?
—No. Es personal.
Esas palabras rebotaban en mi cabeza. Es personal. Y sintiendo lo que estaba
sintiendo esas palabras me lastimaron profundamente, así que fui muy brusca
cuando dije:
—Entonces te dejaré solo.
Caminé dentro y me dirigí directamente a mi habitación. Me duché, cambié y
me acosté en la cama mirando ciegamente las repeticiones de How I Met Your
Mother, pero pensando en su llamada personal.

Al día siguiente, invité a Damian a un picnic al lugar que Missy había


mencionado. Me sorprendió que estuviera de acuerdo. No mencionó su llamada

202
telefónica, incluso cuando le pregunté si todo estaba bien. Eso me molestó, pero no
era asunto mío, aunque había una gran parte de mí que no estaba de acuerdo con esa
afirmación.
La vista era hermosa, Missy no estaba equivocada al respecto. Realmente
disfruté nuestra cena con los Sharpton. Eran esas personas con los pies en la tierra.
La comida había sido deliciosa, los niños encantadores y dulces. La noche había sido
casi perfecta excepto por la escena antes de la cena y su maldita llamada personal
después de eso. Él no escondía cosas de mí. Callado y reservado, sí, pero no
misterioso y tuve que decir que realmente no me gustaba.
Una vez más adopté la actitud de sin preocupaciones e intenté disfrutar de la
belleza que nos rodeaba. Dejamos la cesta de picnic cerca de un árbol. Incluso traje
una manta. No pensé ni por un minuto que Damian se sentaría en la manta debajo
de un árbol compartiendo una comida conmigo, pero planeé estar cómoda.
—Anton mencionó que dirigías un equipo de ex soldados, una firma de
seguridad en el sector privado. ¿Cómo surgió la idea?
No esperaba que respondiera y me sorprendió gratamente cuando lo hizo.
—Después de renunciar a mi comisión, necesitaba un sustento. Tengo el
gimnasio y eso ayuda, pero no lo suficiente para construir una vida. Las únicas cosas
en las que soy bueno son pelear, arreglar autos y ejecutar operaciones. El ejército ha
sido parte de mi vida desde que tenía dieciocho años y, como muchos otros, me sentí
desplazado cuando mi carrera terminó. Hay dinero para hacer en el sector privado
para hombres con nuestras habilidades y ayuda a adaptarse a la vida fuera del 203
ejército.
No quería pensar en la operación que dirigió, me había convencido de que
estaba fuera de peligro cuando dejó el ejército, pero ese no era el caso y me daba
miedo pensar en ello. Su afirmación de que solo era bueno en algunas cosas era una
mierda, pero decirle eso sería una pérdida de tiempo.
—¿Que hay contigo? Sabía que el arte era tu pasión, pero ¿qué te hizo decidir
enfocarte en el diseño gráfico?
—No estoy limitada en mi medio o el ámbito. Puedo trabajar en campañas de
marketing, portadas de libros, dibujos técnicos para arquitectos y puedo elegir el
trabajo y el cliente.
—Tu trabajo es hermoso.
Me volví para encontrarlo mirándome.
—¿Has visto mi trabajo?
No diría que estaba avergonzado, pero definitivamente estaba desconcertado
cuando confesó:
—Tengo todos los libros en los que has trabajado.
El amor se apoderó de mí.
—¿Los tienes? ¿Cómo supiste?
Una pequeña sonrisa tiró de su boca.

203
—Cam. No los he leído, pero los tengo.
Su aclaración me hizo reír porque no podía imaginarlo leyendo novelas
románticas.
—Solías garabatear todo el tiempo, me dibujaste y a Cam en trozos de papel, tu
casa, un trozo de pastel que estabas a punto de comer. Tu vida tal como se ve a través
de tus ojos y mano, ¿ya no garabateas?
—No lo he hecho. No en mucho tiempo.
—Tu trabajo es muy artístico y probablemente desafiante, pero tus bocetos
personales, los que te reflejan y tu vida, creo que es un espectáculo al que la gente se
alinearía para ver.
Qué cosas dice. Me conmovieron hasta el punto de quedar sin palabras y él usó
el silencio para guiarnos de vuelta a nuestro picnic.
Él comió su sándwich mientras estaba de pie. Su atención se centró en nuestro
entorno. Sus palabras de antes todavía se arremolinaban en mi cabeza.
Nuestra comida fue silenciosa y sin embargo perfecta, el silencio no fue
frustrante, sino reconfortante. Cuando sugirió que nos fuéramos un poco más tarde,
no discutí y caminé silenciosamente junto a él mientras regresábamos al automóvil.
Pensé en una muestra de mi propio arte. Olvidé que solía dibujar a mi familia. Por lo
general, eran caricaturas tontas, pero me encantaba hacerlas. Después de que papá
murió, dejé de garabatear. Me encantaba mi trabajo, pero no me apasionaba mi
trabajo y Damian lo entendió sin que yo tuviera que decirlo. Nos detuvimos en la 204
entrada y me volví hacia él.
—Tal vez mañana podríamos ir a la ciudad por un cuaderno de bocetos y
lápices.
Amor me devolvió la mirada.
—Por supuesto.

204
a casa estaba en silencio, el sol todavía debía aparecer, pero estaba
despierta. Fui hacia el baño. Me encantaba tener un baño en mi cuarto, pero
no me gustaba que Damian tuviera uno en el suyo porque eso quería decir
que no tendría la visión de él saliendo de la ducha. El recuerdo de él bañándose en el
motel había estado ardiendo en mi cerebro y podía recordarlo con una
impresionante exactitud, y lo hice, varias veces tarde en la noche, mientras me hacía
venirme.
Moviéndome en silencio por el pasillo, me sorprendí al encontrar la cocina
vacía. Estaba segura que Damian estaba despierto, era uno de los que se despertaba
con el cantar del gallo. Mientras preparaba café, me pregunté cómo había
encontrado este lugar. ¿Había un www.casasegura.com que la gente en el negocio
podía buscar cuando requerían un lugar al cual huir? Esa era una estúpida idea
porque no serían casas seguras de verdad si había una lista de estas. Dejando la
tontería de lado, la cabaña era perfecta, encantadora, pintoresca y para nada el tipo
de lugar en que Damian Tate se refugiaría. Missy había mencionado que la anterior
dueña murió. ¿Era posible que fuera la mujer que él había perdido? ¿Estábamos
viviendo ahora en la casa que compartió con ella? mi estómago se revolvió ante la 205
idea, aunque no estaba segura si era por la tristeza o los celos por una mujer muerta.
Me moví al lavabo para llenar la cafetera con agua, miré afuera y vi a Damian.
Pensé que la visión de él preparándose para la ducha era sexy. Estaba todo sudado;
de correr supuse. Tenía pantalones deportivos y zapatillas deportivas. Su espalda
desnuda y ese tatuaje que quería ver de cerca, estaba mirándome. No sabía cuándo
se lo hizo, pero había un claro entre dos árboles y estaba haciendo flexiones, así que
cada musculo que podía ver se tensaba. El hombre era fuerte. Había presenciado esto
de primera mano con la escena del callejón, pero ver todo ese poder mientras sus
músculos se abultaban y apretaban era seriamente sexy.
Necesitaba preparar una tarta, necesitaba mantenerme distraída porque lo que
quería hacer era salir y trepar ese hombre como si fuera un árbol. Puse el café y luego
empecé a sacar lo que necesitaba para la tarta de la despensa y la nevera.
Estaba en medio de hacer la corteza cuando entró por la puerta trasera. Mi
saludo fue un poco demasiado efusivo debido a lujuria, porque mientras preparaba
la corteza estaba pensando en apretar su trasero, frotar mi cuerpo desnudo contra el
suyo, montar su polla hasta que ambos nos desmayáramos de placer.
—¿Qué estás preparando?
—Tarta de calabaza. Dos de hecho ya que la receta para la corteza alcanza para
dos y la tarta solo requiere una. —Estaba balbuceando—. ¿Fuiste a correr?
Fue hacia el café.
—Sí.

205
—¿Hace tan buen día como parece?
—Sí.
—¿Tomas la misma ruta todas las mañanas?
—No.
Quise arrancarme el pelo. Estaba cansándome de las respuestas de
monosílabos, en particular desde que se había descuidado un par de veces estando
aquí y se olvidó de ser un ciborg.
—Nadie va a entrar por esa puerta, no voy a lanzarme a ti. Puedes hablarme sin
miedo de transformarte en el monstruo de la lujuria.
—¿Monstruo de la lujuria?
—Me recuerdas a Hulk con la creencia que hay un detonador que te hará
cambiar de todo disciplinado a impulsivo en un segundo.
—Hay un detonante. Tú.
Mi cuerpo palpitó.
—¿Te sientes impulsivo ahora?
Eso hizo que me ganara una mirada caliente sobre su hombro. Y era un muy
bonito hombro, desnudo, amplio y hermosamente mezclándose con los músculos de
sus bíceps y tríceps. Aparté mis ojos de los exquisitos brazos y noté que los suyos
estaban sobre mí.
206
—Entiendo qué te está motivando, pero ha sido difícil con la muralla que has
puesto para mantenerme fuera. Tal vez si pudiéramos definir lo que se considera una
ofensa detonante, podríamos pasar tiempo juntos sin que te conviertes en el
cachondo hombre de las cavernas. Aunque me gustaría decir que estoy de acuerdo
en que te conviertas en el cachondo hombre de las cavernas. Y por esa mirada, estoy
suponiendo que decir eso es un detonante.
—Jodido infierno.
—Lo tomaré como un sí. Bien, no puedo creer que ver una película conmigo
vaya a detonar a la bestia interna.
—Tú acurrucada contra mí, tus manos sobre mí, tu aliento haciéndome
cosquillas en el cuello. Un gran detonante.
Todas eran las razones por las que me gustaba ver películas con él. Bien,
entonces ver películas estaba descartado.
—¿Qué tal si salgo a correr contigo? No es que me emocione ese plan porque no
creo que correr sea algo divertido, siento que solo debería hacerse cuando eres
perseguido. Pero si eso hace que pase tiempo contigo, lo consideraría.
—Tú vestida con un sujetador deportivo y zapatillas deportivas. Detonante.
—¿Hornear?
Miró la mezcla de calabaza que estaba mezclando.

206
—Quiero untar lo que sea que sea esa mierda en tus pechos, por tu vientre y tu
coño y tomarme mi tiempo lamiéndolo.
Dejé de mezclar, necesité apoyarme en la encimera porque acababa de tener un
mini orgasmo ante la idea.
Luego añadió:
—Oler tu excitación definitivamente es un detonante.
—Entonces deberías irte de la casa porque estoy tan caliente ahora que podría
hacer combustión.
Y aun así se quedó dónde estaba de pie, al otro lado de la cocina apoyando
contra la encimera bebiendo su café como si nada en el mundo le preocupara.
—¿Cómo haces eso? Lucir tan tranquilo.
—Años de entrenamiento militar.
—Hablar debe ser seguro. ¿Qué daño hay en hablar? ¿Cuáles son tus opiniones
sobre la expresión de una mona vestida de seda? Lo encuentro un poco insultante
con los monos, pero en realidad eso no tiene sentido porque los monos son
adorables. Ahora si dijeran, una cucaracha vestida de seda, lo entendería, pero la
idea es muy asquerosa por no mencionar ¿quién demonios querría estar cerca de una
cucaracha para vestirla de seda?
Su taza estaba a medio camino de su boca cuando respondió.
—No tengo ninguna opinión sobre una mona, sin embargo, tu vestida de seda 207
y con la boca envuelta alrededor de mi polla. Ese es otro detonante.
—Todo es un detonante.
—No me digas. ¿Por qué crees que he estado evitándote?
—Ya entiendo. Pero voy a decir algo. Cuando el Damian cachondo quiera salir
a jugar, sabes dónde encontrarme.
Salió de la cocina después de eso, pero no antes de decir sobre el hombro:
—Detonante.

Después de nuestra conversación esa mañana sobre los detonantes, necesitaba


salir de la casa porque definitivamente me sentía un poco acalorada. Dejé una nota
para Damian, agarré la bicicleta del garaje y fui al vivero por el que habíamos pasado
el otro día cuando llegamos al pueblo. El lugar era enorme comparado con lo que
estaba acostumbrada a ver en la ciudad. Estaba deseando haber traído el auto.
Caminando entre las mesas afuera, las macetas eran hermosas; las margaritas y las
espigas, los crisantemos y capullos ornamentales. El otoño definitivamente estaba
en el aire, tallos de maíz recién cortados estaban atados en manojos y apoyados
contra la pared. Había mesas y mesas de calabazas de todos los tamaños, formas y
colores, y una mesa de nada más que maíz morado. Fue mientras me movía entre el
ejército de espantapájaros que alguien se acercó a mí. Ella estaba en sus sesenta,

207
vestida con vaqueros y una camiseta a cuadros, y tenía la sonrisa más grande en su
rostro.
—Hola. ¿Puedo ayudarte a buscar algo?
—Solo estoy mirando.
—No recuerdo haberte visto antes. ¿Nueva en el pueblo?
—Así es. Mi esposo Damian y yo nos mudamos la semana pasada. —La mentira
se deslizó con tanta facilidad de mi lengua. Le ofrecí mi mano—. Soy Thea Tate.
—Maureen Petersen.
—¿Es su vivero?
—Así es.
—Es adorable. Desearía haber traído el auto.
—Puede que haya exagerado un poco, pero me encanta decorar en otoño.
—También a mí.
—Te dejo para que mires. Si necesitas algo, estaré adentro.
—Gracias, Maureen.
Era asombroso lo amables que eran aquí, tan genuinamente amigables. Si fuera
más cínica, tendría sospechas sobre lo que había en el aire que respiraban que los
volvía tan amables.
208
Después del vivero, salí a pasear. Maureen no era la única a la que le gustaba
decorar en otoño. Prácticamente cada casa que pasé tenía crisantemos y calabazas lo
cual me hizo preguntarme quién había decorado el lugar en que nos estábamos
quedando. A menos que los vecinos lo hubieran hecho para que la casa no destacara.
Dos horas después que salí de casa, regresé para encontrar a Damian
caminando en la sala de estar. Ni siquiera había cerrado la puerta y estaba sobre mí.
Justo frente a mí, sujetándome a la pared.
—¿Dónde demonios estabas?
En el callejón cuando había matado al hombre no había tenido miedo, pero
tenía miedo de él ahora.
—En el vivero. Te dejé una nota.
—Fui al vivero. No estabas ahí.
—Salí a pasear.
—Hasta que esto se acabe, quiero saber exactamente dónde estás cada segundo
del día.
—Bien.
Frotó su mano sobre su cuello, la primera señal de frustración que veía de él.
—Lo siento.
—No, yo lo siento. Solo… cuando no te vi ahí…

208
—Tal vez deberíamos encontrar algo que hacer en las tardes. Ser platónicos y
estar solos juntos nos está costando mucho, pero tal vez si pudiéramos encontrar una
actividad o incluso un trabajo.
—¿Quieres un trabajo?
—Quiero salir de casa y hablar con la gente.
—¿Qué clase de trabajo estás buscando?
—No lo sé. Estoy ocupada en la mañana con mi trabajo de diseño, pero algo
divertido y fácil.
—Hay un bar en la calle principal, Janice’s. El lugar es muy concurrido.
—Ser mesera es difícil, pero es una idea. Voy a salir mañana y ver qué hay
disponible.
—Lleva tu celular y llámame cada media hora.
—Bien.
—Voy a salir a correr.
—¿De nuevo?
—Sí. —Pudo haber jurado que añadió, “y tomaré una ducha fría…”, mientras
salía. No iba a ser capaz de mantener sus manos lejos de mí por mucho más tiempo
y la idea me hizo ir al baño a darme una ducha fría también.
209

—Lo siento. Es lo único que tengo ahora.


Mi primera parada del día en mi caza de trabajo fue el Charlie’s Chicken Hut.
Pensé que podría trabajar como cajera o freír un poco de pollo ya que había trabajado
en la industria de los restaurantes de comida rápida en la universidad, pero el único
trabajo disponible era un trabajo de dos días a la semana usando el disfraz del Pollo
Charlie mientras caminaba por la calle dando muestras gratis. Quería interacción
social, ¿pero tanto como para usar un disfraz de pollo?
—Gracias por tomarse el tiempo de hablar conmigo.
—Espero que encuentres algo más, pero si no, estaría feliz de tenerte.
Saliendo, puse un signo de pregunta al lado del Charlie’s Chicken Hut y fui a la
siguiente parada de mi lista. Durante las próximas dos horas me dijeron gracias, pero
no, de más formas de las que podía pensar. Mi futuro en Deadwood no se veía
brillante si Charlie’s Chicken Hut era lo mejor que podía conseguir. Estaba
tomándome un descanso, tomando café en una cafetería local, lo cual me hizo
extrañar a Ryder y Kimber. No habíamos estado aquí tanto tiempo y ya extrañaba mi
casa. Noté el bar, Janice’s que Damian había mencionado, al final de la calle. Eran
solo las dos de la tarde y aun así la gente que pasaba era impresionante. Él tenía
razón, el lugar era concurrido. Era trabajo duro, pero imagina todas las personas y
conversaciones. Terminé mi café, me metí una menta a la boca; el aliento a café no
era agradable, y corrí por la calle.

209
Abrí la puerta y de inmediato mis ojos debieron ajustarse a la oscuridad del
interior. Había una enorme y desgastada barra de madera que recorría toda una
pared y detrás de esa barra había estantes de licor que avergonzarían a los lugares
más lujosos de Manhattan. Las mesas estaban esparcidas. No había manteles o flores
decorándolas. Solo había condimentos, servilletas y menús. Muchas de esas mesas
estaban llenas y a juzgar por los olores que veían de la cocina, no me sorprendía. Dos
mujeres, alrededor de mi edad, se movían entre las mesas, recogiendo las vacías,
dejando almuerzo, sirviendo bebidas. Un hombre estaba tras la barra, limpiando,
rellenando… obviamente preparándose para la noche. Si el lugar estaba tan lleno en
el día, probablemente estaría repleto en la noche. Una mujer apareció desde la parte
de atrás y cómo supe que era Janice, no lo sé. Tal vez por la forma en que se movía
como si fuera la dueña del lugar o tal vez la confianza en la postura de sus hombros,
su mentón inclinado de forma arrogante, su mirada que no admitía tonterías. Era
alta, metro ochenta al menos, largo cabello marrón, pero no como mi cabello, un
marrón cobrizo que parecía rojo por las luces brillando sobre este. Gruesas pestañas
y ojos color bosque compartían un rostro con rasgos que casi eran perfectos, juntos
eran exquisitos. Me sentí como una flor marchita, estaba empezando a pensar que el
Charlie’s Chicken Hut no era mala idea.
—¿Puedo ayudarte?
Incluso tenía voz sexy. Me sentí como un personaje de Disney, bonita de forma
infantil, pero completamente fuera de lugar al lado de una sexy diva de la sexualidad.
—Acabo de mudarme al pueblo y estoy buscando empleo. Salí a buscar hoy,
210
entrando a tantos establecimientos en la calle principal como pude.
Tenía una bandeja con vasos, unos cuarenta más o menos, y no había dejado
caer ni uno. Dejando la bandeja en la barra, la rodeó y me di cuenta que no estaba
usando tacones.
—¿Tienes experiencia como mesera?
—Sí. En la universidad.
—Fuiste a la universidad. ¿Por qué quieres trabajar en un bar?
Estuve sorprendida por lo fácil que la mentira inocente salió de mi boca.
Definitivamente podría ser genial en esto de ser una prófuga.
—Mi último trabajo me cansó y me gusta hablar con la gente.
—¿Cuándo puedes empezar?
—Ahora.
Me miró por un buen minuto.
—Ricki y Dee.
Las meseras aparecieron a su lado.
—¿Cuál es tu nombre?
—Thea.
—Thea tomará la estación tres.

210
Las chicas sonrieron. Si estaban molestas porque les quitara parte de las
propinas, no pude notarlo.
—Muy bien, Thea, toma una bandeja y un delantal. Haremos una prueba y
veremos cómo lo haces.
Estuve sorprendida que lo hubiera ofrecido, pero no dudé en actuar.
—Gracias.
—Agradéceme cuando consigas el trabajo.
Regresó a la barra mientras una de las mujeres me entregaba una bandeja y un
delantal.
—Hola. Soy Ricki y ella es Dee.
—Hola.
—¿Eres la chica nueva que acaba de mudarse con su esposo? —preguntó Dee.
—Así.
—Él es sexy —dijo Dee. Ricki la golpeó en el brazo—. ¿Qué? Lo es.
—La estación tres está en ese extremo. Si necesitas algo, solo pídelo, los
especiales están en el tablero. Las bebidas sin alcohol y el café se rellenan gratis. Si
alguien te da problemas, Mic… —apuntó al camarero—… se encargará de ellos. Pero
por lo general no tenemos problemas, al menos no con los locales.
No estaba acostumbrada a personas tan solicitas. Era refrescante lo amigables 211
que todos eran en este pueblo.
—Gracias, Ricki.
—Con gusto. Bienvenida a Deadwood.

Había pasado mucho tiempo desde que trabajé como mesera, pero era como
montar bicicleta. Los locales eran amigables, alguien de ellos demasiado, pero
considerando que los coquetos tenían casi setenta, sus atenciones eran encantadoras
y no raras. Estaba terminando la hora tres de trabajo cuando la puerta se abrió y
Damian entró. Fue solo al ver la expresión terriblemente enojada en su rostro que
recordé que debía llamarlo cada media hora. No lo había llamado en tres horas.
Esperé por el grito que estremecería el edificio; ciertamente parecía que lo haría en
cualquier momento. En cambio, agarró mi brazo con sorprendente cuidado
considerando que parecía listo para azotarme, y me llevó a un rincón vacío.
—Qué demonios.
—Lo siento. Lo olvidé.
—¿Lo sientes?
—Sí, lo siento.

211
Era fascinante verlo porque de verdad parecía como un hombre en inminente
peligro de explotarle su cabeza. No estaba mal al estar enojado. Acabábamos de tener
esta conversación justo ayer.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —Claro, había sugerido que viniera al lugar,
pero ¿cómo supo que sí estaba aquí?
No respondió, no fue una sorpresa. Sí me sentía mal así que expliqué:
—Acepté tu sugerencia y me están entrevistando para un trabajo, turno de
prueba, y he estado moviéndome sin parar durante tres horas, pero debería haber
recordado llamarte. De verdad lo siento, Damian.
—¿Dónde está tu teléfono?
Tomé mi teléfono que estaba en mi bolsillo. Estaba descargado. Había olvidado
recargarlo. Para ser justos no era muy apegada a los celulares, rara vez lo usaba, pero
debía acostumbrarme a usarlo por al menos un tiempo.
—Olvidé cargarlo.
Parecía listo para explotar de nuevo.
—Lo cargaré cuándo regrese a la casa.
—Carga tu maldito teléfono. —Se presionó más cerca de mí y bajó su voz—. Y
no olvides llamarme.
Dije que lo sentía. Así que me mordí la lengua ante la disculpa que casi ofrecí
de nuevo. 212
Janice me llamó, pero sabía que estaba ahí antes de hablar porque la atención
de Damian cambió a alguien detrás de mí. No podía describir la mirada que le lanzó,
pero ni una vez llegó a mirar a otro lado mientras estábamos juntos, así que verlo
voltear a mirar ahora fue como una patada en el vientre. Y para añadir insulto a la
herida, se suponía que estábamos casados y aun así mi esposo estaba mirando a mi
potencial jefe justo después de reprenderme como a una niña.
—¿Podrías no hacer eso? —Mi susurro fue más un siseo.
Él regresó a mí.
—Se supone que estamos casados. Me doy cuenta que no estoy en su liga; pero
podrías al menos fingir.
No respondió. Qué sorpresa. Me di la vuelta mientras Janice se acercaba y lucía
hambrienta. No quería ver a Damian y Janice porque había algo ahí. Odiaba ser
testigo de cómo el amor de mi vida estaba teniendo un momento con alguien más,
pero lo estaba teniendo y no estaba haciendo nada para detenerlo.
—Iba justo a ofrecerle un trabajo a tu esposa.
Genial ahora estaban hablando de mí como si no estuviera ahí. Miré la puerta.
Tal vez el Charlie’s Chicken Hut era la elección correcta después de todo.
Definitivamente me vería genial en ese disfraz de pollo; un poco de contoneo, un
poco de actitud; totalmente viable.
Su próxima pregunta me hizo ver rojo.

212
—¿Sería un problema?
¿Era un problema? ¿No me ofrecería un trabajo si Damian tenía algún
problema con eso? ¿En serio? Claro, vino aquí como un toro y no sabían siquiera la
razón para su rabia, pero aun así su pregunta me enojó. O tal vez era la forma en que
lo miraba lo que me molestaba.
—¿Sabes qué? No necesito su aprobación para un empleo, y no quiero trabajar
en un lugar donde esa idea fue siquiera considerada. Gracias por la oportunidad,
pero no gracias. —Le entregué mi bandeja y el delantal, y le lancé una mirada
fulminante a Damian, y me fui. Sería el Charlie’s Chicken Hut después de todo
porque no había forma que estuviera sola en esa casa con ese hombre. Damian Tate
me produjo incontables emociones durante los años, pero nunca actuó de una forma
que me hiriera. Pero lo que sea que hubiera allá dentro con Janice dolía mucho.
De pie en una esquina, mirando a la calle y la que sería mi pasarela como el
Pollo Charlie, la tentación de arrojarme al tráfico era fuerte. ¿Y por qué demonios si
vendías pollo harías de tu mascota un pollo? Un pollo promoviendo comerse otros
pollos era terrible al estilo de Hannibal Lecter.
—No lo hagas.
Me volteé a la voz cargada de humor para encontrar a Maureen detrás de mí.
—No puede ser tan malo.
—Estás mirando a la nueva mascota del Charlie’s Chicken Hut.
—Oh… aunque pensándolo mejor. 213

Su respuesta no era lo que estaba esperando. Me reí, con una gran carcajada.
El humor una vez más alivió el dolor.
—Gracias, Maureen, necesitaba eso.
—En lugar de convertirte en un adorno del pueblo, ¿qué te parecería trabajar
para mí en el vivero?
Claro la conocí solo una vez, pero era una extraña en la calle, literalmente, y me
estaba ofreciendo un empleo. Tenías que amar este pueblo.
—¿En serio?
—No puedo ofrecerte mucho, pero Charlie. —Se estremeció.
—Trabajaré gratis.
—No, no podría.
—Tengo un trabajo, diseñadora gráfica, solo quiero salir de casa e interactuar
un poco. Me estarías haciendo un gran favor.
—Bien. ¿Por qué no vienes mañana al mediodía?
—Estaré ahí. Gracias.
La vi alejarse, vi a Damian y por primera vez, no esperé que abriera la puerta
del auto. Me subí, me crucé de brazos como una niña petulante y miré por la ventana.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó tan pronto como subió al auto.

213
La pelota estaba en el otro lado de la cancha, porque fue mi turno de hacer la
ley del silencio. No dije nada todo el camino de regreso. Fue solo cuando llegamos a
la cabaña que abrí mi boca.
—Para alguien tan enojado por no haberle informado sobre mi paradero, no se
necesita mucho para distraerte. Una brillante pelota roja o en tu caso un rostro
bonito y un lindo escote. Putos detonantes mi trasero.
Bajé del auto, pero Damian apareció, justo en mi rostro.
—No sabes nada.
Estaba tentada a gritarle en el patio delantero, pero se suponía que éramos una
pareja feliz. Contuve mi lengua hasta que la puerta se cerró a espaldas de Damian.
—¿No sé nada? Bien, pues esto es lo que sé. Sé que no puedes decirme más de
dos palabras por lo de tus jodidos detonantes, pero verte tan solicito, jodidamente
amigable, con otros de verdad me molesta. Me molesta que haya compartido todo lo
que hay que saber sobre mí y aun así no has compartido nada personal. Soltaste la
bomba que habías perdido a alguien, pero no dices a quién. ¿Y cómo demonios
encontraste este lugar? ¿Y qué demonios sucede con Janice? ¿Sabes qué? No me
importa. —Me fui a la cocina por una botella de vino, una copa y un sacacorchos y
luego me retiré a mi habitación; cerré la puerta, encendí la televisión y me bebí toda
la botella de vino.

214
Era tarde cuando salí de mi cuarto. No había escuchado de Damian desde que
me encerré como una niña furiosa. Estaba dolida, no había como negarlo. No había
manejado eso muy bien, pero lo hecho, hecho estaba.
Salí a la parte de atrás, bajé del porche y caminé por los jardines. Luces solares
estaban acomodadas estratégicamente, así que incluso en la noche los jardines eran
exhibidos. Para ser una casa segura era encantadora y para nada del gusto de
Damian. Y el recuerdo que había algo más sobre este lugar que lo que él contó trajo
una nueva oleada de dolor.
No habían pasado ni dos semanas desde el ataque del callejón. Parecía casi un
sueño ahora, una pesadilla que se sentía real. E incluso odiando que mi vida se
hubiera puesto de cabeza, quería ir a casa. Necesitaba a mi mamá.
Caminé por un rato antes de volver de nuevo adentro y fue entonces cuando vi
a Damian. Estaba en el balcón que compartíamos. Sus largas piernas estiradas frente
a él; una botella de cerveza colgaba de sus dedos y su enfoque estaba sobre mí. No
alcé una mano, no sonreí y no le deseé buenas noches. Solo regresé dentro, cerré la
puerta, llené una jarra de agua y volví a mi cuarto.

En la mañana me desperté con el olor del café. Saliendo de mi cuarto, como una
niña ante el sonido de un flautista, entré a la cocina para ver a Damian en la estufa

214
friendo un poco de tocino. Su dieta era la más saludable que había visto e incluso ni
él podía resistir la delicia del tocino.
El café estaba listo. Tenía una taza a su lado. Estaba bañado y vestido y
sospechaba que incluso ya había salido a correr y apenas y eran pasadas las seis de
la mañana.
—¿Quieres desayuno? —Esa era su ofrenda de paz.
—Claro.
Caminé a la cafetera, noté una segunda taza en la encimera, al lado de una taza
con azúcar. El gesto de Damian era como una declaración de amor de alguien más.
Miré la taza mientras lágrimas quemaban mis ojos. Mis dedos estaban temblando
cuando me estiré hacia esta.
—¿No quieres el trabajo en Janice’s?
Fue como un balde de agua fría.
—No.
—Malinterpretaste la situación.
—No creo. Voy a reunirme con Maureen al mediodía en el vivero afuera del
pueblo.
Se volteó hacia mí.
—¿Maureen?
215
—Mientras Janice y tú entraban en confianza, me encontré con ella en la calle.
La conocí el día que fui al vivero. Sabiendo que mi prospecto de empleo era en el
Charlie’s Chicken Hut, me ofreció un trabajo.
—Preferiría que estuvieras en Janice’s.
—Y yo prefiero trabajar para Maureen.
—¿Por qué siempre eres tan jodidamente terca?
—¿Puedes contactar a Anton?
Mi repentino cambio de tema lo tomó por sorpresa.
—Sí.
—Fabuloso. La próxima vez que hables con él dile que me arriesgaré en Nueva
York porque estar aquí contigo es intolerable. —Casi le arrojé la taza a la cabeza antes
de salir del cuarto dando pisotones. No llegué muy lejos antes de ser dada vuelta y
empujada contra la pared. No podía notar si quería besarme o gritarme. Sus dedos
se tensaron en mis brazos, su cuerpo se presionó contra el mío, pero fue su dura
mirada la que me retuvo en mi sitio.
—Debería ponerte en mi rodilla.
Fue mi reacción a eso lo que alimentó mi rabia. Cuando mi cita Derrick, el
actuario, me había mirado de la misma forma me disgustó, pero la idea de Damian
haciéndolo, me gustaba… mucho.
—Vete al diablo.

215
—No tienes ni una jodida idea.
—¿Sobre qué?
Estaba en la punta de su lengua, lo que sea que fuera no lo sabía, pero ganó la
lucha por el control. De alguna manera supe que lo que siguió no era lo que casi había
dicho.
—El vivero de Maureen queda afuera del pueblo, no pasa mucha gente, es fácil
tomarte. Janice’s siempre está lleno, muchos ojos sobre ti.
—¿Cómo sabes que Janice’s siempre está lleno? ¿Cómo encontraste este lugar?
—No es importante. Acepta el trabajo en Janice’s.
No podía discutir con su lógica y ser terca porque odiaba la idea que al aceptar
el trabajo ayudaba a ponerlos a él y a Janice en el mismo cuarto era estúpido.
—Bien.
No me soltó. No quería que lo hiciera. Quería que cerrara la distancia entre
nosotros y me besara como si quisiera hacerlo, como solía hacerlo. Me odiaba a mí
misma por esa debilidad.
—Ganaste. Puedes soltarme.
Fueron solo segundos, su duda de soltarme, pero para un hombre tan
disciplinado como él esa pequeña duda significaba algo. El problema era, que no
sabía si quería decir que también quería besarme, o romperme el cuello. Mirándolo,
parecía que lo último era más probable. 216
Puso espacio entre nosotros.
—Te llevaré al vivero.
—¿Qué?
—Maureen. Te espera al mediodía.
—Sí. Maureen. —Y pensar en Maureen trajo pensamientos de Janice y cómo
me había esforzado para cortar esa oferta de trabajo—. ¿Cómo sabes que Janice me
ofrecerá un trabajo?
—Te dará el trabajo.
—Y no me dirás lo que sea que no sé.
No respondió.
—Dices que quieres, todo de mí, bueno eso funciona en ambas direcciones
Damian. No funcionará si no haces lo mismo.
No esperé una respuesta que sabía nunca llegaría y volví a mi cuarto.

Fue el día más largo de mi vida. Maureen había sido muy gentil por haber
rechazado el trabajo. Y como estaba predicho, Janice me contrató, pero creo que era
solo porque Damian también consiguió un trabajo como guarda de seguridad y la
idea de verlos cada noche era peor que el silencio del que estaba huyendo.

216
No salí de mi cuarto después que regresamos del pueblo. Me acosté en mi cama
intentando distraerme con una película, pero no estaba funcionando. Necesitaba
aire. Agarré mi bata y salí al balcón para encontrar a Damian ahí sentado, mirando
a la oscuridad.
—Lo siento. —Me volteé para ir adentro, pero me detuvo.
—Le tomó años organizar este lugar como lo quería.
Mi corazón se abrió ante el dolor que escuché en su voz, la angustia.
—Amelia amaba este lugar. No sabía que estaba enferma. Lo ocultó de mí. Yo
estaba afuera salvando el jodido mundo y ella estaba aquí muriendo. Me llamó
cuando no quedaba tiempo, solo lo suficiente para despedirnos.
Amelia. El amor que encontró después de mí. No podía respirar más allá del
sollozo atorado en mi garganta.
—Tenía tan solo veintisiete cuando murió. Solo tuvimos unos años.
Había sido muy joven. Lo sentía por ella y por él, pero lo que me destruyó por
completo fue la dolorosa verdad que solo lo tenía ahora porque ella había muerto.
No era de extrañar que no lo contara, ahora deseaba que no lo hubiera hecho. Dios
me ayudara, pero no podía confrontarlo cuando estaba muriendo por dentro. Mis
piernas estaban inestables mientras me ponía en pie. Nuestras miradas colisionaron
y no podía controlar mis emociones como él.
—¿Thea?
217
—Lo siento mucho… mucho.
Y entonces me fui, bajé las escaleras y salí de la casa; intentando huir de sus
palabras, de su dolor, de su pasado que no me había incluido. Solo logré pasar unas
casas cuando me doblé de dolor, el peso de mi desesperación era demasiado para
manejar.
Segundos después fui levantaba y presionaba contra un pecho familiar. Agarró
mi rostro y me obligué a mirarlo.
—Amelia era mi hermana. —Se veía casi tan destruido como yo—. ¿Pensaste era
mi esposa?
La casa, la forma en que le guardaba luto, el afecto… sí, eso pensé. Pensé que se
había casado con alguien más y esa idea me destrozó.
Presionó mi rostro contra su pecho y me abrazó con fuerza.
—Siempre has sido solo tú. —Las compuertas se abrieron. Lágrimas de
felicidad, de tristeza, lloré por Damian y su hermana, lloré por perder todos los años
que tuve con él, incluso lloré por mi padre. Me llevó de nuevo dentro y se acomodó
en el sofá conmigo en su regazo. No dijo nada, solo me dejó llorar y con las lágrimas,
la presión que había apretado mi corazón se alivió y todo mientras me miraba con
esos hermosos ojos.
En un susurro, dije:
—Pensé que estabas casado y ni siquiera puedo describir cómo…

217
—No necesité palabras, tu expresión lo dijo todo. —Tocó mi barbilla—. Siempre
has sido tú.
—Para mí también.
Besó la cima de mi nariz.
—Lo sé.
—¿Tenías una hermana?
—Media hermana. Vivió por un tiempo con mi padre al crecer, pero me buscó
cuando se enteró de mí.
—¿Tu padre nunca te dijo que tenías una media hermana?
El dolor pasó por su rostro, como una vieja herida que nunca sanó.
—No.
—No te merecían, ninguno de ellos. ¿Por qué no me dijiste sobre Amelia?
—Murió alrededor de la misma época que perdiste a tu papá. Tenías suficiente
con que lidiar.
—¿Y ahora?
—Ni siquiera sabía que tenía una hermana y voy a decirte que está muerta. Te
conozco, Thea. Te habrías deprimido por ella, una mujer que no conocías, por su
vínculo conmigo.
No estaba equivocado. 218
—Y no quería poner eso sobre ti encima de todo lo que estaba pasando.
—¿Y Janice?
Una oscura mirada pasó por su rostro.
—Janice ahora es dueña del bar. Trabajaba para Amelia, encargándose del bar,
y ahora es dueña del lugar.
—¿Espera? Crees que ella…
—¿Engañó a mi hermana para que se lo dejara? Sí. Ella no sabía sobre mí así
que se sorprendió mucho cuando me vio en la lectura del testamento. Fue entonces
cuando me enteré que le habían dado el poder legal sobre los intereses de Amelia y
del apéndice de su testamento.
—¿Un apéndice?
—Dejándole el bar a Janice.
—Santa mierda.
—No lo pensé mucho en ese momento, tenía sentido que Amelia le dejara el bar
a la administradora quien también era su amiga.
—¿Entonces por qué empezaste a sospechar?
—Cuando estaba haciendo arreglos para el funeral de Amelia, revisé su
testamento para conocer sus deseos en cuanto a su entierro, y fue revisando el
testamento que supe que originalmente me habían dejado todo, incluyendo el bar.

218
Janice estaba en el testamento. Le dejaba dinero y su puesto como encargada era
suyo el tiempo que quisiera. Y luego un apéndice fue añadido al testamento
dejándole el bar a Janice; justo después que le dieran los poderes legales a Janice,
pero fue la época en que le dieron el poder a Janice lo que me hizo sospechar. Amelia
habría estado fuertemente medicada.
—Pensarías que el abogado habría sospechado del apéndice y lo que ganaba
Janice con este, dadas las circunstancias.
—Era un abogado cuyo aviso del negocio era un letrero de neón. No conocía a
Amelia ni a Janice, solo que eran lo suficientemente cercanas para que Amelia la
incluyera en el testamento, así que confiar en ella no tenía nada de malo. Solo estaba
yo para cuestionarlo. Sospechaba que Janice se había aprovechado de su posición,
pero estaba manteniendo vivo el sueño de Amelia. Bajo cuerda e ilegalmente, sí, pero
Amelia’s siguió funcionando.
—Pero ya no se llama Amelia’s.
—Y no solo por el nombre. Es hora de sacudirlo un poco.
—Por eso me querías ahí trabajando.
—Matar dos pájaros.
Todo empezó a tener sentido. No se habían conocido ese día en el bar y su
expresión no había sido de interés, había sido de disgusto.
—Entonces no fue lujuria lo que vi en tus ojos, fue odio. —Hablando del giro de
las expresiones, una fina línea entre amor y el odio. 219

—Solo he sentido esta emoción hacia una mujer, pero sí, manipular a una mujer
moribunda para sacar provecho, la odio.
Janice era muy parecida a la madre de Damian, entendí el odio, pero no íbamos
a hablar de eso ahora.
—Gracias por contarme.
—No vuelvas a huir de mí. —Sus palabras fueron dichas con suavidad, pero no
era rabia lo que las alimentaba, era dolor.
—Lo prometo.
—Y no te ocultaré nada.
Toqué su barbilla para que me mirara.
—Jamás.
—Lo prometo.

Damian estaba corriendo cuando me desperté. Él había perdido a su hermana.


Esa noticia era más devastadora que creer que estaba casado. Había tenido una
familia que lo quiso, lo había amado, lo había buscado, y la perdió. Debía creer que
todo pasaba por una razón. Tenía que creer que observar a alguien como Damian ser
constantemente golpeado y pateado, que había una escala cósmica que balancearía

219
eso para que él conociera el amor y la felicidad con la misma intensidad que había
conocido el dolor. Tal vez yo era esa escala, porque lo amaba hasta el fondo de mi
alma.
Estaba preparando el café cuando Damian llegó de correr. Estaba al teléfono
que me había dado y de camino hacia la ducha.
—Anton.
Seriamente necesitaba una dosis de Anton antes de saber de Amelia.
—Hola, Thea.
—Hola.
—Suenas raro, ¿qué pasa?
—Acabo de enterarme de Amelia.
Había una nota de sorpresa en su voz.
—¿Damian te contó de ella?
—Sí. Pareces sorprendido porque lo hiciera.
—Su muerte fue difícil para él. Acababan de encontrarte y luego ella se fue.
Después del funeral, él encerró esa parte de su vida, pero considerando quien eres,
eres la única persona por la que abriría esa vieja herida.
Incluso odiando esta discusión, me gustaba lo que pensaba.
—¿Amelia fue la razón por la que el padre de Damian se fue? 220
—Sí. Se enamoró de la madre de Amelia.
Apreté el teléfono con tanta fuerza que me sorprendí que no se rompiera.
—Entonces es por eso que su madre se quedó con Damian porque su padre se
fue con otra y no podía torturar al hombre, así que torturó a su hijo.
—Exactamente.
—Si no estuviera muerta, la mataría.
—Haz la fila. Tengo que irme. Damian te contará lo que hemos descubierto.
—Te extraño.
—Ah, cariño, también te extraño.
Necesitaba hornear algo. Hornear siempre me tranquilizaba; era mi forma de
yoga. Saqué los ingredientes para galletas de pasas y avena. Damian entró cuando
estaba midiendo los ingredientes secos.
—Haré galletas de avena y pasas. Elegí esas por encima de las de chispas de
chocolate o mantequilla porque tiene avena y estarás inclinado a comerlas incluso
aunque no comas carbohidratos o azúcar refinado.
Él se inclinó contra la encimera y cruzó sus brazos sobre su pecho, pero estaba
sonriéndome. Mis rodillas se debilitaron.
—¿Debería ir por el extinguidor?
¿Alguna vez dejarían de recordarme mi primer intento de hacer galletas?
220
—Cuidado o no compartiré. El truco para la galleta perfecta es cocinarlas solo
un poco de más.
—Sí porque hemos visto lo que sucede al cocinarlas de más.
Quise reírme, pero en cambio le fruncí el ceño.
Las bromas pasaron a temas serios cuando Damian dijo:
—Encontraron quién contrató al imbécil del callejón.
Dejé de mezclar los ingredientes secos.
—¿Quién fue?
—Es un informante para Dobbs.
—Entonces el ataque está vinculado con Dobbs.
—No lo creo. Pienso que alguien quiere que creamos eso.
—Crees que quien sea que contrató a este informante sabía de su conexión con
Dobbs y lo usó para alejarnos de su rastro.
—Exacto.
Se paró detrás de mí y pasó mi cabello sobre mi hombro para besar mi cuello.
Mi boca se secó.
—Ese es un detonante para mí.
Me miró con picardía. 221
—Qué bueno saberlo. ¿Cómo puedo ayudar?
—¿Con las galletas? Estamos hablando de las galletas, ¿verdad?
Se rió, y luego frotó su dedo sobre mi labio.
—Sí, cariño. Por ahora, estamos hablando de las galletas.
—Galletas en lugar de sexo, supongo que hay peores sustitutos.

221
ra nuestra primera noche de trabajo. Janice tenía un código de vestimenta,
falda corta y camiseta de tirantes que mostrara el escote. Las tetas vendían
bebidas, palabras de Janice, no mías. No estaba emocionada de trabajar
para la mujer sabiendo lo que sabía de ella, pero Damian la mantendría vigilada, así
que ese era el lado positivo. Comprobé mi apariencia en el espejo. Me gustaba la falda
vaquera, la había comprado en una linda pequeña tienda del Soho. Era corta con el
borde deshilachado, sexy, pero algo gratuito. Aunque la camiseta blanca sin mangas
con un escote lo suficientemente bajo que mis chicas estaban definitivamente
expuestas. Recogí mi cabello en una coleta alta y no me molesté con mucho
maquillaje, porque con esta ropa nadie me estaría mirando al rostro. Un poco de
máscara para pestañas, un poco de gloss, y estaba lista para irme.
Tomando mi delantal, caminé hacia la cocina y me detuve de inmediato.
Damian estaba inclinado contra la encimera. Llevaba un vaquero desgastado y esa
camiseta negra suya que parecía más una segunda piel. Sus músculos estaban
detallados gloriosamente. Alcancé una de las galletas que habíamos horneado la
noche anterior, nuestras galletas sustitutas las llamamos, y me la metí en la boca, así
no hice lo que realmente quería hacer, que era lamer cada centímetro de su cuerpo. 222
Levantó la mirada, sus ojos se encontraron con los míos antes de que los pasara por
mi cuerpo… dejándolos un poco más de tiempo en mis senos.
—Lo sé. —Señalé mi escote—. Las tetas venden bebidas. —Luego lo miré a
través de las pestañas—. ¿Por qué? ¿Es un disparador?
Respondió tomando una galleta al salir de la cocina.

—Necesito tus llaves, Pat. No voy a darte otra bebida hasta que me las des.
Pat tenía cincuenta y ocho años, divorciado, con tres hijos en la universidad.
Trabajaba como un agente de seguros y en cuanto el reloj marcaba las cinco, su
trasero estaba en un taburete del bar de Janice. Era dulce, un ligón y realmente
disfrutaba de su cerveza.
—Solo una más. Por favor, Thea.
—Dame tus llaves y te daré una más.
—Tengo que trabajar por la mañana.
—Entonces quizás deberías detenerte ahora.
—Justo tuve que cubrir tres cheques de mil quinientos dólares cada uno. La
universidad es cara. Necesito entumecer mis sentidos así no me vuelvo loco por el
golpe a mi cuenta bancaria.

222
No podía culparlo por eso, pero ya se había tomado cuatro cervezas. Conducir
estaba fuera de cuestión.
—No puedes conducir. Sabes que no puedes conducir. Te pediré un taxi cuando
hayas terminado. Incluso te llevaré las llaves a tu oficina mañana por la mañana.
—Eres una negociadora dura —gimió, pero me entregó sus llaves.
—Volveré enseguida con tu cerveza.
Alguien metió unas monedas en el tocadiscos mientras “Trouble” de Pink
resonaba a través del lugar. Ricki y Dee estaban bailando mientras servían las
bebidas. Los tipos en las mesas de billar al fondo del lugar se estaban volviendo
ruidosos, pero de un buen modo. El lugar era eléctrico. Podía competir con los
mejores clubs de Manhattan, mi apuesta es que era legado de Amelia y que Janice
estaba cosechando la recompensa. Damian lo haría bien.
Llegando a la zona de servir, Mic apoyó los codos en la barra y se inclinó hacia
mí.
—¿Qué puedo hacer por ti, nena?
—Otra para Pat, dos gin tonics de Bombay Sapphire y una Maker’s Mark, sin
hielo.
Sonrió.
—En seguida.
Después de servir la cerveza de Pat, me moví hacia las mesas de billar para 223
recoger los vasos vacíos, y ahí fue cuando me di cuenta que Janice no estaba en su
oficina, estaba frente a Damian. Y ahora que entendía la situación, no podía creer
que hubiera confundido la expresión de él con lujuria. Parecía estar despellejándola
viva en su mente. Casi sentí pena por ella, porque no tenía ni idea de con qué estaba
lidiando. ¿Y ella qué estaba haciendo? Damian no impugnó el testamento, por lo que
ella sabía. Se había salido con la suya. Él estaba fuera del ejército, y en casa, donde
Amelia esperaba que pudiera asentarse. ¿Así que ella esperaba no solo conseguir el
bar de Amelia sino también a su hermano? Por la forma en que casi lo lamió mientras
hablaba, yo estaba pensando que sí.
—Hola, nena. ¿Cuándo sales? —Me giré para ver a un motorista, cabello largo
y cubierto de tatuajes. Tenía una mirada provocativa y una sonrisa más sexy. La chica
colgando de él me miraba furiosa y lo entendí. Ella se había estado insinuando toda
la noche, así que su invitación hacia mí era un verdadero golpe, a menos que él
quisiera jugar.
Apoyando la cadera en la mesa de billar, le lancé una sonrisa.
—A la una. —Estaba consiguiendo meterme en mi personaje, ser yo, pero no yo.
—¿Vas a hacer algo después?
—Irme a mi casa con mi marido.
—¿Marido? No llevas anillos.
—Aun así, tengo uno. Es el que está junto a la puerta. —Lo señalé con la cabeza
y observé cuando los dos hombres y sus grupis siguieron la dirección.

223
—Es sexy. —Damian era sexy, pero tenía la sensación de que los estándares de
esta chica eran realmente bajos.
—No parece demasiado entusiasmado de que estés hablando conmigo.
Miré hacia allí y tenía razón, Damian se veía molesto. Le lancé una sonrisa.
—Es del tipo celoso.
—Si buscas una fiesta, dulzura, sola o con tu marido, llámame. —Me entregó
una tarjeta de negocios. ¿Qué clase de motociclista tenía una tarjeta de negocios? La
suya tenía una calavera en ella y su nombre era Razor. Razor. Estaba recibiendo una
propuesta, en la ciudad de Deadwood, por un motociclista llamado Razor que tenía
tarjetas de empresa. Seriamente necesitaba dedicarme a la escritura porque no
podías entender esta mierda.
Pasarlo bien, flirtear un poco, interpretar el papel —hace tres semanas alguien
intentó matarme así que por qué no—, levanté la mirada hacia él bajo mis pestañas
y sonreí.
—Seguro. —Luego metí la tarjeta en mi escote, su mirada apasionada siguió mi
mano cuando lo hice. La chica siseó, él masculló, me giré y me fui paseando y supe
que me estaba mirando el trasero mientras lo hacía.
De camino al bar, Damian me acechó. Me llevó a una esquina oscura y me
presionó contra la pared. Por un segundo pensé que iba a besarme. Todo mi cuerpo
ardió con el pensamiento. Agachó la cabeza, separé los labios y dijo:
—¿Estás buscando ser violada? 224

Pasé de caliente a helada en un latido.


—¿Disculpa?
—Ligar así te meterá en problemas.
—Fue inocente.
—¿Conoces al tipo?
—No.
—¿Cómo sabes que él fue inocente?
—Solo fueron unas bromas de flirteo.
—El tipo ha estado dos veces en prisión por asalto sexual.
Me atravesó un estremecimiento.
—¿Cómo lo sabes?
—Mi trabajo es saberlo.
—Alguien debería decírselo a la chica.
—Lo sabe.
—¿Cómo lo sabes? —Juro que se sentía como si estuviera teniendo una
conversación con Three Stooges.
No contestó, así que respondí por él:

224
—Es tu trabajo saberlo.
Mal momento, pero la forma en que su gran cuerpo duro empequeñecía el mío
y cómo tenía que curvar la espalda para mirarme a los ojos me hacía sentir no solo
delicada, sino seriamente excitada por su poder. Esas manos podían matar sin
compasión, pero sabía que podía deslizarlas por el cuerpo de sus amantes con
delicadeza.
Se acercó, su boca a centímetros de la mía.
—Flirtear con otro hombre… —Me mordió el labio inferior—. Definitivamente
un disparador.
Antes que pudiera contestar estalló un alboroto y el Damian cavernícola cambió
al Damian guerrero.
—Quédate aquí. —Luego se había ido.
—¿Cómo lo conociste? —No había escuchado a nadie acercarse así que me
sorprendió ver a Janice allí de pie. No era de su incumbencia, así que mentí.
—A través de un amigo.
—Es especial.
Qué zorra. No conocía la verdad sobre Damian y yo, pero creía que estábamos
casados, así que su comentario estaba totalmente fuera de lugar.
—Sí, lo es.
—No puedo imaginar que sea fácil mantener a un hombre como ese. Parece 225
bastante viril, debe ser agotador mantenerlo satisfecho.
Hija de… Hubo un reto en su comentario, estaba intentando sonsacarme, pero
no iba a picar.
—Disculpa. —Damian estaba entrando por la puerta trasera. Caminé hacia él y
él se dirigió directamente hacia mí desde el otro lado de la habitación—. Acabo de
tener unas palabras con Janice. Es una maldita zorra. Te ayudaré a enterrar su
cuerpo.
Al principio no reaccionó, y luego inclinó la cabeza hacia atrás y estalló en risas.
Y si pensé que eso era glorioso no se comparaba a cuando me sujetó por lo brazos,
levantándome de puntillas y besándome, sin prestarle atención a los silbidos y los
chillidos de los clientes de Janice. Cuando me soltó estaba un poco inestable. La
sonrisa que me dio no ayudó a mi equilibrio.
—Creo que necesito salpicarme el rostro con agua.
Me sujetó los hombros y me giró en dirección al baño.
—Es por ese camino, nena.
De camino al baño, vi a un hombre esperando fuera. No me gustó su apariencia.
Parecía un merodeador. Dos chicas salieron y la forma en que las miró me dio
escalofríos. Ellas también parecieron sentirlo y se apresuraron. Decidí no ir al baño
y fui al bar.
—Ese tipo es escalofriante —le dije a Mic cuando dejé mi bandeja.

225
—¿Como?
—Parece que estuviera cazando.
El tono de Mic se endureció mientras ponía su atención en el tipo.
—Mantendré un ojo en él. Puede que ayude decirle a Damian que haga lo
mismo, eso si puedes hablar con él con todos esos besos. —Terminó esa sugerencia
con una sonrisa.
Le devolví la sonrisa porque realmente me gustaban todos esos besos.

Era un hermoso día de otoño y lo estaba disfrutando sentada en la parte trasera


con una manta, una taza de chocolate caliente y mi bloc de dibujo. Damian y yo no
nos volvimos a besar después de volver a casa del trabajo. En cambio, tomé una
ducha muy fría y dormí como una muerta. Él se había ido a correr cuando me
desperté, en cambio me fui al patio trasero a dibujar. Estaba centrada en el jardín,
pero estaban cubiertos de hojas. Nunca había rastrillado un patio y era algo que
hacer en otoño. Del garaje, conseguí no solo el rastrillo y las bolsas, sino unos guantes
que tomé del cobertizo.
Dos horas de trabajo agotador, tuve que parar. Nunca aprecié cuánto trabajo
era rastrillar las hojas. Tenía callos en las manos, me dolía la espalda, pero había una
sensación de orgullo al ver lo que había logrado. Y fue mientras sacaba las hojas del
jardín que hice un descubrimiento. Había un tronco hueco en el jardín que estaba 226
escondido bajo un arbusto. La entrada parecía cubierta de plexiglás para mantener
los elementos fuera. Me dio un vuelco el estómago. Amelia tenía un alma enigmática
porque era el jardín de hadas más elaborado que hubiese visto jamás. Las hadas
estaban teniendo una fiesta de té alrededor de una pequeña hoguera, pequeñas casas
y cayados con linternas, flores y un arroyo hecho de piedras azules, vallas y bancos.
Era hermoso y encantador. Me pregunté si Damian sabía que esto estaba aquí. Había
vuelto de su carrera y estaba en el salón, hablando de negocios por teléfono. Me vio
y repentinamente terminó la llamada, probablemente porque me veía ligeramente
frenética.
—¿Qué está mal?
Estaba tan emocionada que no respondí con palabras, sino que lo agarré de la
mano y lo arrastré fuera de la habitación.
Alcanzamos el lugar e inmediatamente retomé mi posición acostada sobre mi
estómago. Levanté la mirada hacia él, pero simplemente me miró con esa mirada en
blanco suya.
—Sé que eres un chico malo, pero nadie te verá. Agáchate.
—¿Por qué?
—Simplemente hazlo.
Escuché la maldición, pero lo hizo, imitando mi posición. No volvió a preguntar
qué quería porque lo vio inmediatamente.

226
—Hermoso, ¿no es así?
Su voz sonó un poco ronca cuando dijo:
—Sí.
—Me habría gustado mucho conocer a tu hermana.
Giró la cabeza y tenía una mirada en los ojos que asentó un poco de felicidad
en mi pecho.
—¿Estuviste rastrillando?
—Sí. Es un trabajo duro.
—Te ayudaré.
—Quizás debería preparar más chocolate mientras tú rastrillas.
La picardía apareció en sus rasgos, luego se movió muy rápido, sujetándome de
la muñeca y tirándome sobre el montón de hojas que había apilado.
—No puedo creer que arruinaras mi montón —mascullé.
Se rió, la visión hizo que me doliera el corazón, y luego alcanzó el rastrillo y
dijo:
—Esa es una buena apariencia en ti.

227
Más tarde esa noche estábamos trabajando. Pasamos el resto de la tarde
limpiando el patio. Incluso nos tomamos un descanso para un chocolate caliente y
un trozo de tarta.
—Hola, querida.
Mic se acercó con un montón de vasos.
—Hola, Mic.
—Tómate un descanso. No has parado desde que llegaste. Te traeré una soda.
Tenía razón. No me había tomado un descanso porque el lugar era una locura
esta noche. No me senté, temiendo que no sería capaz de volverme a levantar,
permanecí de pie cerca de la zona de bebidas. Mic me llevó una soda y apoyó los
codos en la barra.
—¿Te gusta Deadwood?
—Mucho. Madge me arrinconó el otro día y me obligó a participar en la
actuación.
—¿Nunca has hecho una?
—No.
—Es divertido, algo que deberías hacer al menos una vez.
—Así que eres un veterano.
—He hecho muchas y si vas a participar en ésta puede que llame a Madge.

227
Estaba tan entusiasmada ante la idea de tener a alguien haciéndolo conmigo
que alcancé su brazo en mi entusiasmo.
—Deberías absolutamente.
Sentí como un calor clavándose en mi espalda. Miré sobre el hombro para ver
a Damian inclinado contra la pared, pero su atención estaba completamente en mí.
Mic preguntó:
—¿Cuánto tiempo tú y… —alzó la barbilla hacia Damian—… han estado
casados?
—Tres años. —Esos eran los años que habíamos estado casados en la vida de
mentira que me inventé el primer día. Parecía inteligente aferrarme a esa cantidad,
aunque Damian estaba seguro de que a nadie le importaría.
—No habría pensado que tanto tiempo. El hombre no te quita los ojos de
encima.
¿Damian no había quitado los ojos de mí? Yo no podía apartar la mirada de él,
así que parecía justo.
—Todavía se siente como si fuéramos recién casados. —Sentí que su comentario
necesitaba una contestación.
La sonrisa que lanzó fue puramente sexual.
—Lo creo.
Sentí a Damian antes de escucharlo. Girándome a tiempo para ver la expresión 228
en su rostro. Estuve momentáneamente sin palabras porque no estaba simplemente
molesto. Parecía como si fuera a matar a alguien. Y ya que sabía por experiencia
propia que era más que capaz de matar a alguien con las manos, alcé la mano cuando
se acercó. Podía haber pasado sobre mí para llegar a Mic, el objetivo de su rencor,
pero se detuvo en cuanto mi mano tocó su pecho musculoso. Dirigió la mirada hacia
mí.
—Mic y yo solo estábamos discutiendo que se siente como si fuéramos recién
casados. No es eso cierto, ¿cariño?
Vendería mi alma al hombre representado en la espalda de Damian por saber
qué estaba pensando, porque el calor de su mirada era excitante. Los escalofríos de
acompañamiento que me atravesaban se volvieron visibles cuando se me
endurecieron los pezones, y como estaba vistiendo una camiseta sin mangas, mi
deseo fue muy fácil de ver. Damian bajó la mirada y mi clítoris sufrió un espasmo.
Oh querido Dios, iba a correrme con nada más que una acalorada mirada del
hombre.
Un momento después le hizo un gesto a alguien detrás de mí.
—Toma esto. Ella va a tomarse un descanso.
No esperó por una respuesta mientras me sujetaba de la mano y me sacaba por
la puerta, rodeando el edificio a un callejón en la parte trasera.
—¿Qué estás haciendo?

228
No respondió, bueno, no con palabras. Me empujó contra la pared de ladrillo
del edificio, se apoyó contra mí, colocando las manos en la pared junto a mí cabeza.
Me miró con tanta hambre que me temblaron las rodillas. Durante unos buenos
minutos fue como si se estuviese debatiendo sobre qué quería hacer.
—A la mierda —dijo, pasó los dedos de una mano por mi cabello hasta
sujetarme la nuca. En el siguiente aliento, acercó su boca a la mía. No fue un beso,
fue una conquista. Invadiendo con su lengua, provocándome con una minuciosidad
que me debilitó. Movió su mano libre por mi cuerpo, bajo mi camiseta. Palmeó mi
seno y pasó el pulgar sobre el pezón, un gemido quedó atrapado en el fondo de mi
garganta. Movió una rodilla entre mis piernas, apartando los labios de los míos lo
suficiente para decir—: Móntame.
Y lo hice, me froté contra él. Mis bragas estaban empapadas, su pantalón iba a
estar empapado y aun así moví las caderas contra su pierna porque se sentía muy
bien. Estaba tan excitada que me corrí con un grito, uno ahogado por sus labios y
lengua. Alcancé su cremallera, bajándola y liberándolo. Gimió y hundió su rostro en
mi cabello mientras movía las caderas para encontrar su ritmo. Intentó apartarse de
mí antes de correrse, e incluso ahí estaba siendo un caballero. No quería que se
apartara, lo necesitaba cerca, así que, con una habilidad poco característica, me quité
el delantal, me dejé caer de rodillas y lo tomé en mi boca. No podía creer lo que estaba
haciendo, nunca en mis sueños más salvajes hubiera pensado que estaría dándole
una mamada a un hombre en un callejón, pero este no era un simple hombre. Golpeó
la pared con las manos un segundo antes de correrse. Sabía muy bien, tragué y gimió,
y entonces estaba siendo arrastrada contra su cuerpo para un beso, su lengua 229
entrando en mi boca, saboreándose a sí mismo y a mí.
—Eso no pasará de nuevo. Lo siento. —Pensé que se iba a apartar de nuevo, así
que me preparé para protestar. Luego añadió—: Darme una mamada en un puto
callejón.
Oh. Mi comportamiento me había sorprendido incluso a mí, pero
honestamente también me excitó.
—Absolutamente fuera de lo normal, pero realmente increíble.
—Fue mucho mejor que increíble. —Me besó de nuevo, más largo y más dulce,
antes de decir—: Será mejor que volvamos adentro antes que nos echen de menos.
Bajé la mirada.
—Puede que quieras ocuparte de eso. —O estaría tentada de darle otra vez algo
increíble.

229
raté de correr, intenté ejercitar mi cuerpo hasta que estuviera muy cansado
para sentir algo. Pero solo el recuerdo del callejón, sus labios alrededor de
mi polla, me ponían duro como piedra. Corrí dos veces más a la mañana siguiente
esperando aliviar el dolor, pero no ayudó. Trece años de deseo, cuando la tapa de ese
géiser sexual fuera removida iba alcanzar altísimos niveles. No estábamos en un
lugar en el que pudiéramos pasar semanas o meses en la cama montando esa ola, y
sabía que se requerirían semanas o meses para saciarnos.
Ella estaba en la cocina cuando regresé, sentada ante la mesa como tenía el
hábito de hacer. Estaba mirando un libro turístico. Jodido infierno, no me digas que
quería jugar a la turista. Estaba luchando contra unas bolas azules y ella quería
comprar recuerdos y camisetas.
—Voy a visitar la mina de oro hoy.
—¿A qué horas?
—Hay un recorrido a la una.
—Necesito bañarme.
230
Su expresión era tan transparente, cada idea en su cabeza se veía en su rostro
ahora mismo y supe que estaba pensando en mí en la ducha, más específicamente en
nosotros en la ducha y ya ahí también estaba en mi cabeza, me alejé. Cerrando la
puerta del cuarto caminé directo a la ducha, desnudándome en el camino. Cómo
demonios lograba caminar con una erección, era un misterio. Parándome bajo la
ducha, presioné una mano en la pared, bajé la cabeza, cerré los ojos, mientras mi
otra mano se movía a la longitud de mi polla, empuñando mi miembro mientras
Thea se apoderaba de mis pensamientos; sus tetas, su culo, su cabello, su risa, su
sonrisa. Estaba masturbándome tan fuerte que debería habérmela arrancado. E
incluso después de venirme no estaba satisfecho. Íbamos a necesitar un montón de
jodidas galletas.

—¿Podemos cribar oro? Oh, quiero hacerlo. ¿Quieres hacerlo?


Preguntó, pero en realidad no estaba haciéndolo. Iba a cribar con o sin mí. No
le permitiría ir sola, así que iba a hacerlo ya fuera que me gustara o no.
—Esto será muy divertido.
En serio no entendía cómo esta mujer era como una hermana para Anton. Dos
personas más opuestas no podrían existir. Mientras esperábamos en la fila, era como
si ella estuviera por iniciar una carrera, su cuerpo preparado y listo para salir tan
pronto como el arma se disparara. Me recordaba mucho a Amelia; por la forma en
que veía el mundo. No inocente, ninguna de las dos lo había sido, pero podían recibir

230
los golpes y regresar por más. Optimistas. Amelia había sido muy joven. Debería
haber tenido una larga y feliz vida antes de morir de avanzada edad a los noventa en
su cama. En cambio, el jodido cáncer se la llevó muy joven.
Mi padre resultó no ser mejor padre que mi madre y un ser humano tan jodido
como ella. Había tenido una amante por años mientras vivía con mi mamá, incluso
había embarazado a su amante solo un año después de haber embarazado a mi
madre. No había forma que ella lo supiera o se habría vuelto homicida. Al hombre
no solo le duraba poco el interés por las mujeres en su vida, sino también por los
niños que traía al mundo. Amelia no lo conoció mejor que yo, pero por un tiempo
nos tuvimos el uno al otro. Verla tomar su último aliento, impotente para aliviar su
dolor… preferiría entrar a un campo enemigo sin armas que volver a pasar por eso.
Y Janice. Había puesto la bola en movimiento. Su mundo estaba por colapsar. No
debió haber sido codiciosa. Tenía algo bueno, pero presionó demasiado. Era hora de
presionar de vuelta.
—Es una verdadera mina de oro. Imagina las historias que tendrá. —Thea miró
alrededor con los ojos como platos. Yo veía un lugar desprovisto de cualquier valor
que tuviera y dejado como un recordatorio de la avaricia de las personas y su sed de
poseer más, de tener más. Y ella pensaba en las vidas de aquellos que la minaron. No
tenía dudas que también lo romantizaba, y no lo veía como el riguroso, peligroso y
sudoroso trabajo de mierda que era.
Su voz se volvió un poco soñadora mientras sus manos recorrían las paredes.
—Creo que me hubiera gustado vivir en ese entonces. También habría 231
problemas, pero la simplicidad de esto. Trabajabas y amabas. Me habría gustado eso.
Y era por esa facilidad con la que podía imaginarme con ella en la cabaña de
Amelia que la ignoré. Eso la enojó. Y claramente era masoquista porque disfrutaba
haciéndola estallar, viendo esa chispa en sus ojos. Ella se inclinó y susurró en mi
oído.
—Se lo que estás haciendo, pero no hay suficientes galletas en el mundo que
borren el momento en el callejón. Y sucederá de nuevo porque eres tan adicto a mí
como yo a ti. Pero puedo esperar porque sé que vales la pena.
Una pareja mayor estaba frente a nosotros; ella me dejó para caminar con ellos,
lo cual fue bueno porque casi tuvimos nuestra repetición de esa escena en el callejón
justo en la mina de oro. Una cosa era segura. Cuando todo esto se acabara, no la
dejaría salir de mi cama en un año.

THEA
El hombre era imposible. Si no creyera que rompería cada hueso de mi cuerpo,
lo patearía en las espinillas o tal vez las bolas, pero sospechaba que eran tan duras
como el resto de él. Estaba más determinado que nunca a mantenerme lejos, y
considerando nuestro momento en el callejón, lo entendía. Distracción no era una

231
palabra suficientemente buena. Incluso estaba de acuerdo con lo que estaba
haciendo, pero eso no quería decir que me gustara.
Estaba corriendo más, y tenía un enfermizo sentimiento de satisfacción al saber
que su cuerpo me quería hasta el punto que estaba intentando agotarse físicamente.
Madge me llamó y me pidió que la visitara. Quería hablar sobre la
representación. Damian me había llevado, pero Madge tenía antojo de sopa y ya que
Tavern me quedaba de camino, me ofrecí a llevarle un poco. Estaba de camino a su
casa cuando una moto estacionó a mi lado. Razor.
—Hola, nena.
Fui un poco fría en mi respuesta recordando lo que Damian me dijo sobre él y
sus apetitos sexuales.
—Razor.
—¿Quieres un aventón, nena?
—No, gracias.
Su rostro se abrió en una sonrisa.
Tal vez estaba oxidándome, pero no me parecía que fuera un violador. Sin
embargo, no estaba dispuesta a probar esa teoría.
—Madge está esperándome.
Estábamos ahora frente a la casa de Madge. Alzó la mirada a ella antes de
levantar una mano y saludar. Lo que me sorprendió fue que no solo le respondió, 232
sino que le habló:
—Ven con nosotros, querido.
—No debes pedírmelo dos veces.
Razor tocó mi brazo mientras subíamos los escalones al porche de Madge. Era
extraño, un comportamiento caballeroso para un hombre como él. Tal vez
malinterpreté lo que Damian quiso decir sobre Razor porque de verdad no parecía
del tipo que lastimaba mujeres.
—Razor, querido, sabes dónde están las galletas. Puedes por favor traerlas y
poner la tetera para al fuego. Oh y recíbele la sopa a Thea.
—Claro que sí, señora.
Él no encajaba con la decoración floral de Madge, con sus vaqueros desgastados
y chaqueta de cuero, el largo cabello y el gran cuerpo.
—Es un buen chico.
—¿Lo es?
Me miró gracioso.
—Claro. Puedes verlo en sus ojos.
De acuerdo con Damian, no.
—Gracias por la sopa.

232
—Con gusto. Querías hablarme sobre la reinstauración.
—Sí. Necesito tus medidas para el disfraz.
—¿Haces disfraces todos los años?
—Así es. Como una de las fundadoras de este pueblo, me gusta involucrarme.
—Tenías familia que vivía en ese entonces aquí.
—Sí.
—Me encantaría escuchar al respecto.
Razor regresó, con el recipiente de las galletas en una mano, una galleta a medio
comer en la otra. Se sentó en uno de los escalones, apoyándose contra la barandilla
y doblando una pierna. Parecía que se acomodaría por un rato. Me miró y me guiñó
un ojo. Pensé que era encantador de una forma campesina, lo cual no encajaba con
lo que sabía sobre él según Damian.
Madge dejó su tejido y empezó a mecerse.
—Probablemente es mejor empezar cuando se fundó el pueblo.
Y entendí porque Razor se acomodó, porque durante las dos horas siguiente
Madge nos contó todo lo que habría por saber del pueblo y había sido una forma
maravillosa de pasar la tarde.

233
—Sigues perdiendo tu marca. Necesitas salir de la cantina y terminar aquí —
dijo Dinky, el dueño de la cantina del pueblo y director de la representación,
mientras una vez más indicaba el camino donde la X estaba ubicada.
Las representaciones eran más difíciles de lo que pensaba, particularmente ya
que las personas que estaban haciendo esta se convirtieron en actores de tragedia
cuando se pusieron los disfraces.
—Lo siento.
—Intentémoslo de nuevo.
Esperé por mi señal y fui a la marca. Alcé mis pulgares y luego él se fue a dirigir
a alguien más.
Maureen entró vestida como pistolera.
—¿Cómo conseguiste ese papel y yo debo ser una damisela?
—Años de participar.
—Ni siquiera sé qué debo hacer. ¿Por qué una mujer vestida formalmente
estaría de pie en medio de la calle durante un tiroteo?
—Drama. ¿Qué tal te parece Deadwood?
—Me gusta mucho. Es un buen pueblo y después de hablar con Madge, también
sé que es rico en historia.
—Así es.

233
—¿Cómo está el vivero?
—Tenemos menos trabajo, la gente se prepara para el invierno, pero vendo
árboles y flores de pascua, así que estaremos aumentando el ritmo de nuevo después
de Acción de Gracias.
—Lamento de nuevo haber aceptado y retractarme después.
—En realidad no tenía mucho para ti ya que la temporada se va a terminar, pero
cualquier cosa es mejor que ser Charlie.
No estaba equivocada al respecto.
—Thea, necesito que te desmayes —dijo Dinky mientras venía corriendo hacia
mí—. Coloca tu mano en tu cabeza y luego desmorónate, pero con delicadeza.
—No quiero desmayarme. Dame un arma. La ocultaré entre mi ropa. Nadie
esperará eso.
—Eres la damisela.
—Quiero ser pistolera.
—Tu trabajo es desmayarte.
—Entonces dispárame. Podríamos conseguir una de esas bolsas. Un golpe en el
estómago y puedo morir lentamente mientras la pelea transcurre a mi alrededor.
Dinky bajó su bloc de notas.
—Estás un poco sedienta de sangre. 234
—Solo quiero un papel con el que pueda experimentar.
—Y cuando tengas un par de representaciones de experiencia, hablaremos de
eso. Para esta, vas a desmayarte delicadamente.
La urgencia de patear el suelo de frustración casi me hizo hacerlo, pero cuando
recibí mi señal, me desmayé.
Casi me había puesto de pie de nuevo cuando Maureen murmuró:
—Prepárate. —Antes que pudiera preguntar qué quería decir. Janice apareció
frente a mí.
—¿Dónde está tu esposo?
Como si le fuera a decir algo sobre Damian.
—No se saldrá con la suya.
—¿Con qué?
—El lugar es mío. Soy la dueña. No me lo quitará.
—¿El bar?
—No actúes como si no supieras lo que está haciendo. Es la única razón por la
que vinieron aquí, para quitármelo. Me lo gané.
Vi rojo. Ganárselo. Se lo robó.
—¿Ganártelo cómo?

234
—Ella me trajo aquí y después se murió. Debería ser recompensada.
Quise golpearla en el rostro.
—¿Su hermana? Murió de una forma horrible por el cáncer y tú deberías ser
recompensada. ¿Eso es lo qué estás diciendo?
—Bueno, sí.
Me moví hacia ella, pero sentí unas fuertes manos en mis brazos haciéndome
retroceder. Girando mi cabeza vi a Razor. No estaba mirándome. Estaba fulminando
a Janice con su mirada.
Girándome hacia ella de nuevo, me solté del agarre de Razor, pero no avancé
hacia ella.
—No solo espero que te lo quite, sino que haré todo lo que pueda para ayudarlo.
Se abalanzó hacia mí, con sus garras extendidas.
—Perra.
En un destello estuve detrás de Razor. El comisario apareció, probablemente
convocado por uno de los testigos porque había muchos.
—Tal vez necesites calmarte en la estación —dijo el comisario a Janice.
—¿Qué hay de ella? Me amenazó.
—No escuché ninguna amenaza —dijo Maureen.
—Yo tampoco. Fuiste quien se le acercó. Luego atacaste. Tengo la marca para 235
probarlo. Estoy seguro que mi piel todavía está bajo sus uñas —añadió Razor.
—Vamos, Janice. No me hagas esposarte frente a todas estas personas. Puedes
calmarte en la estación.
Razor bajó su mano alrededor de mis hombros.
—Sí que estás sedienta de sangre. Me caes bien, Thea.
Damian apareció minutos después. Estaba lívido.
—¿Dónde está?
—En la estación —dijo Razor mientras se paraba entre Damian y yo.
Damian no iba a permitirlo. Hizo a Razor a un lado como si no fuera nada más
que una mosca y me miró.
—¿Y tú la provocaste?
—Me defendí. Hay una diferencia. Dijo que se ganó el bar porque Amelia la
trajo aquí y se murió. Eso me enojó, así que se lo reclamé. Lo haría de nuevo.
No estaba segura qué pretendía él, pero no estaba esperando que me tomara en
sus brazos y me besara en medio del pueblo. No es que me importara, ni un poco.
Estábamos ambos sin aliento cuando terminó el beso.
—¿Estamos bien? —pregunté porque no podía comprenderlo en absoluto.
—Estamos mucho mejor que bien.

235
—Yo invito los tragos —dijo Razor, las cuales fueron las palabras mágicas, ya
que la multitud se dispersó hacia la taberna.
—Gracias por intervenir. —No supe de dónde salió Razor, pero había recibido
el rasguño de gata que era para mí.
Me guiñó un ojo.
—Cuando quieras.

Damian y yo éramos los anfitriones de una cena en la cabaña. Se lo habíamos


ofrecido esa primera noche a los Sharptin, pero encontré que estaba ansiosa por
hacer algo tan normal y con personas que de verdad me caían bien. La hicimos
afuera… una barbacoa, una fogata, tallamos calabazas y manzanas para los niños,
aunque muchos de los adultos también lo hacían. Bobby estaba ayudando a Damian
con el asador y me encontré deteniéndome durante la noche para mirarlo. Él nunca
sería un tipo afable que conversaría con todos; siempre estaría en las sombras, pero
verlo asar hamburguesas y pollo, sonriendo a la historia que Bobby estaba
contándole y viéndolo feliz me hizo realmente muy feliz.
Madge había traído comida horneada, Maureen trajo vino, Razor; sí, invitamos
a Razor y Damian no se quejó; raro…; Mic trajo cerveza y Dinky una caja de puros.
Missy, Ricki y Dee estaban ayudando en la cocina, terminando los acompañantes
para las carnes asadas de las que Damian y Bobby eran responsables. 236
—Me encanta esto. Me alegra tanto que se mudaran aquí —dijo Missy. Me sentí
mal porque no podía ser completamente honesta con ella, pero estuve de acuerdo.
Estaba feliz que nos hubiéramos mudado aquí también, incluso si era temporal.
—Es un pueblo genial. Tenías razón.
—Tal vez Hank y Wynona tengan compañeros de juego pronto.
Había estado cortando un tomate y casi me corté el dedo. Hijos con Damian,
solo la idea me dio ganas de llorar. Pensar en un niño o una niña con sus ojos hizo
que mi pecho se tensara. Fui salvada de responder cuando Wynona entró a la cocina.
—Mamá, quiero tallar una calabaza.
—Bien, dame un minuto y te ayudaré.
—Oh… bien. Un minuto.
Missy me miró y puso sus ojos en blanco.
—Y me hará cumplir eso. Aprendió a contar el tiempo solo por esa razón.
Los niños eran los mejores. Terminamos en la cocina y seguí a Missy a la zona
de tallado.
—Quiero hacer el carruaje de Cenicienta.
—Oh, cariño, no soy tan buena para hacer eso.
Los grandes ojos de Wynona me miraron.
—¿Tú puedes?
236
Podía dibujar el carruaje, pero de ninguna forma tallarlo.
—No, un rostro es lo máximo que puedo hacer.
Su labio inferior tembló cuando miró a su mamá.
—¿Podemos intentarlo?
—Claro, cariño. Podemos intentar.
Estaba bastante claro que Missy estaba en aprietos. Damian y Bobby se
aceraron.
—¿Qué pasa aquí? —preguntó Bobby.
—Wynona quería que tallara el carruaje de Cenicienta, pero no tengo tanta
habilidad.
—Papá tiene dos manos zurdas —dijo Bobby ante lo cual Wynona asintió, así
que aparentemente él lo intentó con algo y falló. ¿Aunque lo hizo con el propósito de
no ser el ayuda asignado? Yo lo hice un par de veces al crecer.
Damian se quedó en silencio al lado de Bobby, con sus manos en los bolsillos,
observando la escena. No sabía qué estaba pensando, pero luego tomó una silla y el
cuchillo para tallar.
—¿Puedes hacerlo? —le preguntó Wynona y la esperanza en su voz casi me
rompió el corazón.
—¿Tienes una foto? —preguntó Damian.
237
—Mami, tu teléfono.
Missy sacó su teléfono y buscó una foto de un elaborado carruaje hecho de una
calabaza mágica. Damian la estudió por unos minutos y se puso a trabajar.
Observé anonadada la habilidad de Damian con el cuchillo, supe que venía con
su línea de trabajo, y aun así talló metódicamente la calabaza, los detalles eran
increíbles. Casi pasó una hora cuando terminó, Wynona tuvo su réplica del carruaje
de Cenicienta.
—Es perfecta —gritó Wynona mientras aplaudía—. Oh mami, mírala.
Damian se levantó, sus manos cubiertas de restos de calabaza, pero antes que
pudiera escapar Wynona saltó y envolvió sus brazos alrededor de sus piernas.
—Gracias, gracias.
Mi corazón dolió de una buena forma al ver a Damian recibir amor de una
pequeña niña porque había tallado su calabaza. Después de un momento lo soltó y
cuando alzó la mirada, él le sonrió.
Lo seguí a la cocina. Estaba en el fregadero enjuagando sus manos cuando me
moví tras él e imité a Wynona, lo abracé, alrededor de la cintura, porque yo era más
alta.
—Amé cada segundo de eso.
—Fue solo una calabaza.
Presioné un beso justo donde estaba su tatuaje del diablo.

237
—Fue mucho más que eso y lo sabes.
No esperé su respuesta y salí de la cocina, limpiando las lágrimas de felicidad
de mis ojos.

Hacia el final de la noche estaba sentada alrededor de la hoguera con Ricki y


Missy. Los chicos estaban dentro viendo el juego. Estábamos acurrucados con
mantas, gorros y guantes, pero era una noche tan hermosa con un cielo despejado,
que no estábamos listos para ir adentro.
—Es hermoso aquí.
—Te lo dije. —El comentario de Missy me hizo sonreír.
—No sabía que Damian era el hermano de Amelia —dijo Ricki.
Mis ojos fueron del cielo estrellado a Ricki.
—¿Conociste a Amelia?
—Sí. Ella me contrató. Una gran mujer. También me puso triste verla luchar
tanto para perder. El bar era maravilloso cuando ella era la dueña.
—¿Cómo?
—Tenía las cosas más geniales; vintage… una vieja máquina de discos, tarjetas
de béisbol enmarcadas. Era una coleccionista y la mayoría de sus cosas estaban en el 238
bar. Tenía sentido porque pasaba ahí todo el tiempo.
—¿Dónde están las cosas ahora?
—Fueron quitadas una a una.
No me gustó a dónde iba esto.
—Por Janice.
—Eso supongo. Está vendiéndolas y guardándose el dinero, lo que la convierte
en una perra ya que bajó nuestros salarios.
—¿Bajó sus salarios?
—Cuando tomó el control, lo bajó al salario mínimo, dijo que las propinas lo
compensarían. Las propinas son geniales, pero con la cantidad de dinero que entra
en ese lugar, ¿por qué está pagándonos un par de dólares por hora?
Porque era una perra codiciosa.

—Les bajó el sueldo. Está vendiendo las cosas de tu hermana.


Damian y yo estábamos en la cocina después que todos se fueron. No pareció
sorprendido por las noticias.
—¿Lo sabías?

238
—Lo sospechaba. Ha estado vendiendo las cosas del inventario. Está
preparándose para huir.
—¿Qué demonios fue esa escena del otro día?
—No de las que hace las cosas de forma discreta. Pensó que intimidarte me
haría retroceder.
—Eso no funcionó.
Su sonrisa era malvada.
—No.
—¿Entonces qué haremos?
Su expresión cambió por un segundo o dos, la forma en que me miró me hizo
sentirme como derretida por dentro.
—El comisario debe ir arrestarla pronto por delito de fraude y robo.
Estaba segura que debía verme como un pez sorprendido, pero no debería
haberme sorprendido que Damian estuviera detrás de esto, que pudiera hacer varias
tareas a la vez. Aun así, se sentía bien saber que Janice no se saldría con la suya.
—Así que no solo has estado trabajando en las cosas de Cam.
—Ella actuó de forma engañosa, pero era la persona correcta para dirigir el
lugar. Conocía a Amelia, conocía el bar, así que me mantuve al margen y esperé para
ver cómo se desarrollaría todo. Al principio mantuvo las cosas como siempre, pero
se puso cómoda y empezó a alardear. Tengo una lista de cada ítem que vendió y a 239
quién.
—¿Cómo es posible?
—Mic, hizo un poco investigación, descubrí que era un ex militar y le ofrecí un
trabajo.
—Que vigilara a Janice.
—Era un especialista en sistemas, así que tiene un buen expediente sobre ella.
Está preparándose para huir, pero no irá a ninguna parte. —Sonrió y dijo—: Me gusta
escucharte decir qué haremos al respecto.
—Hemos sido un nosotros desde que tenemos diecisiete.

239
a luz siguió parpadeando, el zumbido de la bombilla fluorescente mientras
iluminaba a Federico en su mesa favorita, en su restaurante favorito. Como
era su costumbre, el lugar estaba cerrado, así que tenía todo el restaurante
para sí mismo. El hombre llevaba un babero, un jodido babero de papel mientras
rompía las conchas del cangrejo y sorbía la carne en su boca. El jugo goteaba por su
barbilla hasta el babero, pero jodido infierno, era un hombre mayor. Su equipo de
seguridad lo rodeaba, lo que le proporciona una falsa sensación de seguridad... un
hombre tras de su mejor momento, pero aferrándose demasiado a los últimos hilos
de sus días de gloria. Finalmente había accedido a hablar con Lucien y conmigo, pero
yo debería haber sabido que el hombre no lo haría más fácil. Abrió otra pata de
cangrejo y chupó la carne.
—Tienen que tener rocas en sus cabezas si piensan que hablaré de mi negocio
con ustedes. Esa primera reunión que les di fue como cortesía. No deberían haber
pedido una segunda.
Me quité una pelusa de la pernera del pantalón, tuve que controlar el impulso
de golpear la cara del hijo de puta contra su plato.
—No me dijiste nada que no supiera ya durante la primera reunión. 240

—Y no te lo diré ahora.
—Sabemos que tienes a Miguel Dobbs por los huevos, pero hay alguien más.
Queremos saber ¿quién?
—Quiero que esa perra de allí venga aquí y chupe mi polla. Es bueno querer, no
quiere decir que vayas a conseguirlo.
Miré a la mujer, todo curvas y cabello rubio. Se congelaría el infierno antes de
que ella voluntariamente le chupase la polla.
Lucien alargó su mano por su whisky, el hielo moviéndose en el vaso.
—¿Quién es tu compañero de cama?
—¿Tienes problemas de audición? Ya he respondido a eso. —Federico tomó su
vino y bebió todo el contenido de un trago antes de que diera luz verde a su hombre
para volver a llenarlo.
—Hay siete —le dije a Lucien.
—Ocho, uno atrás.
—Me gustan esas probabilidades.
Lucien levantó su copa.
—Déjame terminarme esto. Es excepcional. —Terminó el líquido de color
ámbar antes de dejar el vaso y mirarme por encima de él—. No los matemos. Le
prometí a mi esposa que jugaría limpio con los demás.

240
—Es demasiado trabajo deshacerse de los cuerpos de todos modos.
—¿De qué diablos están hablando? —Los restos del cangrejo salieron de la boca
de Federico cuando preguntó eso.
Lucien y yo nos movimos al mismo tiempo, el elemento sorpresa funcionó a
nuestro favor. Cinco estaban abajo antes de que supieran lo que estaba ocurriendo.
El hombre de pie justo a la derecha de Federico tomó una bala en el muslo y se cayó.
La gruesa mano de Federico fue a su arma, pero agarré el cuchillo de la carne y fijé
su palma a la mesa mientras el hombre gritaba de dolor. Lucien deshabilitó a los
últimos dos matones antes de regresar a la mesa, tomar la botella de Chianti y
servirnos a cada uno un vaso. Los dos nos instalamos en nuestras sillas.
—Mi mano, hijos de puta.
—Es solo tu mano. Tienes dos —dije antes de recostarme en la silla y agitar el
Chianti en la copa—. Voy a preguntar de nuevo. ¿Con quién estás trabajando?
—Que te jodan.
Estaba fuera de mi silla, tirando del cuchillo en su mano. Aulló de dolor, pero
se quedó en silencio cuando apreté la punta contra su garganta.
—No cometas errores. Un golpe y serás un recuerdo. Preguntaré una última vez
con quién trabajas antes de que hacerte una víctima.
Sus ojos se desorbitaron y olí su miedo, un aroma con el que estaba muy
familiarizado mientras los recuerdos que tenía enterrados profundamente picaban
para liberarse. Presioné el cuchillo con más fuerza contra su garganta. Su voz se 241
quebró.
—Guy Hartnett.
Solo fue porque tenía años de disciplina logré controlar mi reacción a eso. ¿Guy
Hartnett estaba sucio? ¿Estaba trabajando con Federico? Y, sin embargo, todo tenía
sentido, era el punto donde todo se cruzaba. El jodido Guy Hartnett. Esto iba a matar
a Thea y a Cam.
Bajé el cuchillo. Lucien me estudió antes de que sus ojos se movieran hacia
Federico.
—Si piensas tomar represalias, piénsatelo dos veces.
—No se saldrán con la suya —siseó Federico.
—Ya lo hemos hecho. Si Hartnett te contacta, lo quiero saber —dije con
suavidad mientras dejaba caer el cuchillo sobre la mesa.
—¿Por qué diablos iba a decírtelo? —siseó Federico.
Lucien se movió rápidamente, agarrando al hombre mayor alrededor de la
garganta y apretando.
—Porque en el fondo tienes miedo. Y tienes toda la razón de tenerlo. Uno de los
dos yendo por ti, podrías sobrevivir, los dos yendo por ti y no tienes ni una
oportunidad. Cooperas y te dejaremos fuera de ello, no cooperas y te enterraremos.
¿Entendido?

241
El rostro de Federico se puso morado de rabia, pero asintió. El hombre no era
tan tonto como parecía.
—Y esas casas de crack, cierra esa mierda o jodidamente las quemaré hasta los
cimientos.
—Esa es mi vida.
—Encuentra otro medio de vida.
Lucien dio un paso atrás.
—¿Hemos terminado aquí?
Vacié lo último de vino de mi copa.
—Sí.
En la acera, Lucien volvió hacia donde acabábamos de venir antes de volver su
atención hacia mí.
—Acabamos de crearnos un enemigo. Pondré algunos chicos sobre él y pincharé
su teléfono. Por si acaso el hombre trata de devolver el golpe.
—Buena idea.
—¿Quién es este Guy Hartnett?
—El ex socio y mejor amigo del policía que murió.
—Mierda.
242
—Sí, eso lo resume todo.

Esperé hasta estar de vuelta en mi oficina antes de llamar a Damian. Ni siquiera


esperé a que saludara antes de decir.
—Es Hartnett.
Se hizo silencio por un instante antes de que Damian dijera:
—¿Disculpa?
—Acabo de tener la charla con Federico. Es Hartnett.
—Hijo de puta.
—Se lo diré a Cam, pero supongo que se lo querrás decir a Thea.
—Joder —dijo Damian entre dientes antes de añadir—. El jodido caerá por esto.
—Sí, lo hará.

242
staba mirando los canales en busca de algo para ver, mi mente repitiendo el
heroísmo de Damian con la pequeña Wynona el otro día y la calabaza que
ella llevó a la escuela para mostrar a los otros niños. Me sorprendió que no
hubiera una línea de niños de primer grado en la puerta buscándolo para que hiciera
su magia con sus calabazas.
Verle inclinado sobre esa calabaza —el gran y rudo Damian tallando el carro de
Cenicienta— calentó mi corazón. Y él pensaba que era malvado.
Dejé de mirar canales con la película de The Blair Witch Project. Los recuerdos
me bombardearon, arrancándome una sonrisa, porque esta fue la primera película
de miedo en la que Damian se ofreció como mi mantita de seguridad.
—Oye, Damian. —Sí, gritaba porque estaba muy cómoda y no tenía ganas de
levantarme.
Sin hacer ruido era como el hombre se movía. En un momento él no estaba en
la puerta y al siguiente lo estaba. Miró a su alrededor y juro que buscó su arma a
pesar de que no llevaba una. Después de un análisis rápido giró aquellos ojos hacia
mí y fue muy claro lo que estaba pensando... ¿Qué demonios? 243
—Están pasando The Blair Witch Project. ¿Quieres verla conmigo?
Vi su ligera reacción ante mis noticias... él lo recordaba también. Entró en la
habitación, tomó una manta de la cesta al pasar —mi corazón se derritió— entonces
se sentó junto a mí como había hecho años atrás.
Me acurruqué contra su cuerpo, no era en absoluto tímida sobre envolver mis
brazos alrededor de su cintura, presionando mi mejilla contra su hombro, poniendo
mis piernas sobre su regazo. Él me tenía como otra manta. Era perfecto. Y sabía que
esto era un detonante para él, pero no había ningún inconveniente para mí. O me
acurrucaba contra él o él rasgaría mi ropa y haría lo que quisiera conmigo.
No estaba viendo la película y sospechaba que él tampoco. Después él hizo
exactamente lo que esperaba que hubiera hecho todos esos años atrás. Nos movió,
poniéndome bajo su gran cuerpo. Nuestras miradas se encontraron.
—¿Sabes lo mucho que quería hacer precisamente esto aquel día?
Las palabras se atascaron en mi garganta al oír que él había estado sintiendo lo
que yo en aquel entonces.
—Yo quería esto también.
Su cabeza bajó y mi respiración se cortó mientras sus labios bajaban hacia los
míos. Sus manos enmarcaron mi rostro mientras me besaba aún más profundo.
Perdí su boca justo antes de que su frente tocase la mía.
—Dime que pare. Tienes que decirme que pare porque no puedo.

243
—Por favor, no te detengas.
La mirada que transformó su rostro nunca lo olvidaré. Damian —disciplinado
y controlado— cediendo a sus propios deseos por primera vez en su vida y era una
vista hermosa y profundamente excitante. Sus manos se movieron por mi cuerpo
antes de levantar mi camiseta y pasarla sobre mi cabeza. Sus ojos siguieron sus
manos en su viaje de regreso por mi cuerpo, tomándose su tiempo para ahuecar mis
pechos, deslizando sus pulgares sobre mis pezones. Tiró de mis shorts por mis
piernas entonces alcanzó la parte posterior de su camiseta y tiró de ella antes de
bajarse el pantalón de correr. Gemí. Él era grande y duro en todas partes. Sus manos
se movieron a mis muslos donde me abrieron como alguna ofrenda antes de
arrodillarse entre ellos.
Tocó mi clítoris con su pulgar, su otro pulgar se deslizó dentro de mí, mis
caderas se levantaron como un gemido arrancado de mi garganta. Observó sus
manos mientras le miraba. Sus ojos se oscurecieron, la punta de su pene brillaba. Lo
quería dentro de mí, pero bajó su cabeza y tocó mi clítoris con sólo la punta de su
lengua y, sin embargo, todo mi cuerpo se sacudió del placer. Se tomó su tiempo
degustándome, moviéndose más abajo hasta que su lengua reemplazó el pulgar.
Grité mientras mi cuerpo se preparaba para el orgasmo y sabiendo lo cerca que
estaba él agarró mis muslos y me dio un tirón hacia él mientras empujaba dentro de
mí. El grito salió de mi garganta, mi espalda arqueándose mientras el más intenso
placer recorría mi espina dorsal.
—Tócate los pechos —exigió con voz ronca mientras sus caderas continuaban
244
su asalto, sacándome el orgasmo.
Estaban pesados en mi mano y se sentía tan bien.
—¿Sientes cuán perfectos son? Pasaré horas sólo en ellos, mi lengua, mis
dientes, mi pene enterrados entre ellos.
Sus palabras provocaron otro orgasmo, menos intenso y todavía magnífico.
Su cuerpo quedó inmóvil, con los ojos cerrados y me regaló la hermosa vista de
él encontrando su propia liberación.
Su voz era sexy como el infierno cuando dijo:
—Vamos a pasar esto a la habitación.

Damian me tenía apretada contra su cuerpo, escuchaba los latidos de su


corazón, los fuertes y constantes latidos.
—¿Recuerdas la primera vez que viniste a mi casa, la noche en que corte tu
albóndiga? Debiste pensar que estaba loca.
Lo sentí reírse.
Descansando mi barbilla sobre su pecho, le pregunté:
—Pensaste que estaba loca, ¿verdad?
—No.

244
—No hice una muy buena primera impresión esa noche.
—Esa noche no fue tu primera impresión.
—¿Qué quieres decir?
—La primera vez que te vi fue en una fotografía en la billetera de Cam. Me
prestó dinero y cuando abrió su billetera te vi. Todo cabello y extremidades largas,
pero era la sonrisa en tu rostro. Estabas jodidamente radiante y todo lo que estabas
haciendo era tomarte una foto. Mi vida en casa era una mierda y ahí estaba esa
fotografía tuya tan contenta. Me pregunté durante semanas ¿qué podría hacer que
alguien se viera tan radiante? Entonces Cam me invitó a cenar. Le dije que sí porque
quería verte. Quería ver si eras realmente tan vivaz como esa fotografía te hacía
parecer. Nunca había conocido a nadie como tú.
—No sabía eso. —Me encantó saber esto.
—Cortar mi albóndiga... me quedé un poco enamorado de ti esa noche.
Tocó mi mejilla para limpiar la lágrima que rodaba por ella.
—El día que entraste cuando se estaban burlando de mí. ¿Lo recuerdas?
Respondió duplicando lo que él había hecho ese día y tomó un rizo entre sus
dedos.
—Me quedé un poco enamorada de ti después de tu rescate silencioso.
—No iba a alistarme. Había estado buscando un trabajo más cerca de ti en la
Universidad de Nueva York, pero mis planes cambiaron el día de la fiesta de 245
graduación después de una llamada de mi madre.
Estaba muerta, ella ya no podía hacerle daño nunca más, y aún el temor movido
me atravesaba. Su jodido legado.
—¿Qué pasó?
—Fue una llamada típica, tratando de conseguir que hiciera mierda para ella
siendo una perra manipuladora. Pero fue el comentario que hizo sobre mis
sentimientos por ti. Retorció lo que sentía, preguntándome si lo que sentía era
saludable o la mierda enferma que ella llamaba amor. La idea de que un día tú y yo
pudiéramos acabar de la forma en que mis padres lo hicieron. Nunca quería ver ese
día.
Me dolía el corazón.
—Es por eso por lo que no te fuiste simplemente, sino que acabaste con
nosotros.
—Dejarte fue la cosa más difícil que he hecho nunca. No sabía en ese momento
que pasaría tanto tiempo antes de que nuestras vidas finalmente volvieran a
sincronizarse.
—¿Y ahora? Has estado muy decidido en evitar precisamente esto.
—Sólo soy jodidamente humano y tienes razón, no hay suficientes galletas en
el mundo. —Me acarició la mejilla—. ¿A qué estabas sonriendo en esa foto?

245
Sabía justamente de cuál hablaba y quería mentir porque era un momento
profundo para él, pero la realidad estaba lejos de ser profunda.
—Vas a estar muy decepcionado.
—¿Por qué?
—Mamá había hecho pastel de coco y me había llamado para decir que estaba
hecho antes de que papá tomara la foto.
Bajó su barbilla, elevando la mía y simplemente nos miramos durante un latido
o dos antes de que se riera, un sonido profundo y rico que fue glorioso escuchar.
—No estoy decepcionado en absoluto, suena exactamente como tú. —Su sonrisa
se desvaneció y su tono de voz se hizo más profundo—. Una mirada y estuve perdido.

Me desperté en medio de la noche con la boca de Damian en mi cuello, su mano


entre mis piernas. Se movió sobre mí y enmarcó mi rostro con sus manos mientras
nos unía, poco a poco, casi con pereza, y muy dulcemente. Nos movimos juntos
encontrando ese ritmo perfecto, y después, me envolvió en sus brazos.
—Necesito hablar contigo sobre Guy Harnett.
Todos los sentimientos dulces huyeron y mi cuerpo se puso frío. ¿Quería hablar
sobre Guy?
—¿Por qué? 246
—Cam ha estado siguiendo el dinero, algo que tu papá inició. Dinero de cuentas
estúpidas establecidas por Salvatore Federico para pagar las fuerzas de bajo nivel e
informantes que tiene alrededor de la ciudad. Uno de los espías de Salvatore es
Miguel Dobbs. Sabemos que actuó como el músculo contratado para Salvatore,
también sabemos que recontrató desde dentro de la estación de policía.
—Estás diciendo que reclutó al tío Guy.
—No está en los libros, como algunos de los otros, pero una mirada a sus
finanzas muestra que está moviendo más dinero de lo que reporta a la ISR.
Necesitaba moverme, me sacudí en su agarre, me puse su camiseta y comencé
a pasear. El tío Guy estaba sucio. El amigo de papá, su compañero estaba sucio. No
sabía qué era lo que sentía más; rabia, traición o una tristeza tan profunda en mis
entrañas. Tío, no era ningún tío de mierda para mí.
—¿Cómo viste sus finanzas?
—No importa.
Volteé la cabeza en su dirección rápidamente. Había salido de la cama y se
ponía sus vaqueros, pero se mantuvo en el otro lado de la habitación porque sabía
que yo necesitaba espacio.
—Ilegalmente. Eso impactará a la corte cuando esto vaya a juicio.
—No si los arrestos no se hacen fuera de la información obtenida ilegalmente,
y a este punto, Cam está enfocado en los policías que puede probar que estaban

246
recibiendo sobornos, los cuales incluyen a Dobbs. Y aquí está la parte interesante.
Salvatore cortó lazos con Dobbs tan pronto como supo de la investigación de Cam.
—Entendible.
—Pero, ¿por qué? Dobbs es un pez demasiado pequeño y Salvatore está bien
protegido. Un pez pequeño no lo sacaría, y aun así elimina toda conexión con los
servicios para los que Dobbs fue usado.
—Sí.
—¿Y Guy?
—Anton se ha sentado con Federico. Confirmó que se ha asociado con Hartnett,
arañando la espalda del otro por así decirlo. Dobbs no es el cabecilla, es una
marioneta.
Dolor rasgó a través de mí. Confiamos en él, lo amamos y él nos tuvo engañando
todo el tiempo.
—¿Por qué lo haría Guy?
—Para el tiempo de su infusión de efectivo, su hijo y esposa estaban siendo
tratados por un muy caro especialista de fertilidad. Parecía como si Hartnett y
Federico entablaron un trato. Guy previene que la mierda legal caiga sobre Federico
y sus compinches, y Federico le avienta algunas oportunidades de dobleteo.
—Oh Dios mía. La familia de Guy amaba a papá, especialmente Trevor. Cómo
se sentirá cuando se entere de esto, mirar a su niño sabiendo que su hijo costó la vida 247
de un hombre. ¿Por qué le haría Guy eso a él?
Damian no respondió eso, pero dijo:
—Está sucio, pero estamos teniendo problemas en atribuirle cualquier cosa a
él.
—Así que, ¿qué sucede ahora?
—Cam está trabajando con la DA para construir los casos en contra de Dobbs y
los otros policías corruptos. Espera que las ordenes sean emitidas en la semana.
—¿Y Guy?
—Aún está tratando de construir un caso contra él. No podemos contar con el
testimonio de Federico, así que tendremos que seguir indagando.
Entonces me moví, directo a Damian y presioné la mejilla contra su pecho.
—Él lo sabía. Papá sabía que estaba jugando con fuego y para el peor escenario
del caso, planeó enviar copias de sus archivos a Cam.
—Sí, parece de esa manera. ¿estás bien?
Mi corazón dolió, así que hice lo que siempre hacía. Mis brazos fueron a su
alrededor y pedí prestado algo de su fuerza mientras me permitía sentir el impacto
completo de lo que había compartido para que se asentara en mí. El antiguo
compañero de papá, uno de sus mejores amigos tuvo algo que ver con su muerte.

247
Aún no era de mañana, pero estaba despierta. Estaba enfadada, tan
jodidamente enojada, y triste y herida. Pensé sobre la noche de la función de caridad
y como Guy había estado tan solicito, y sentada en la cocina con mi mamá siendo
toda amigable, y ya tenía una mano en la muerte de papá.
—¿Estás bien?
Mi atención fue hacia Damian para ver que estaba despierto y mirándome.
—No sé qué hacer con la rabia y el enfado. —Salí de la cama. Necesitaba aire.
Abrí las puertas del balcón y salí. Me estaba sentando en la silla cuando Damian se
me unió. Se acercó a la barandilla, revisando la escena, estaba segura. Incluso ahora
estaba viendo y protegiendo. Estudié su tatuaje hasta que se volteó, se inclinó contra
la barandilla y metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros.
—Habla conmigo.
—Él era como de la familia. Su familia era una extensión de la nuestra. Fue un
portador en el funeral de papá, es el padrino de Cam y, si no fue el que lo mató, jugó
una parte. ¿Cómo proceso eso?
—Desearía poder responder eso. No se irá como si nada. Puedo prometerte eso.
Permanecí de pie, sintiéndome demasiado inquieta para sentarme.
—¿Puedo ver tu tatuaje? —Pero no esperé por respuesta. Caminé hacia él y tracé
al demonio en su espalda. Era hermoso—. Tu mamá estaba equivocada al llamarte
demonio. Las personas como Guy son el demonio. Él era el mejor amigo de mi padre
y tiró todo por dinero. No me importa por qué lo necesitaba. El precio que pagó para 248
obtenerlo es demasiado jodidamente alto. No eres nada como eso. —Lo besé justo en
el centro de la espalda—. Este tatuaje no debería ser una cruz; debería ser un
talismán para tu fuerza, carácter, integridad y hermosura, porque eres hermoso,
Damian, por dentro y por fuera.
Presioné la frente contra su espalda, envolviendo las manos alrededor de su
cintura.
—¿Crees que sabía? ¿Papá? ¿Crees que sabía que fue su amigo, su hermano
quien lo traicionó? ¿Con el que había caminado al ritmo, el que tenía su espalda, así
como él tenía la de él? El hombre que permaneció de pie en su boda, prometió cuidar
de sus hijos si algo le pasaba. ¿Crees que sabía?
Damian se volvió hacia mí, su voz severa.
—No te hagas eso.
—No quiero que lo atrapen, lo quiero herido. Quiero que sepa que sabemos y
quiero herirlo. ¿Qué clase de persona me hace eso?
—Humana.
Un pensamiento tuvo a la furia convirtiéndose en miedo.
—¿Y qué pasa con mamá? ¿Tenemos que decirle algo? ¿Qué si Guy juega con
ella? Ella no lo sabría.
—Tú mamá y la Sra. Cooke fueron mudadas a la casa de la Sra. Cooke en
Wetchester.

248
—¿De verdad?
—Tan pronto como Cam supo que Guy estaba involucrado. Kimber y Ryder
están siendo vigiladas, si es necesario se les unirán.
—Nunca antes había sentido este tipo de furia sangrante. Nunca había querido
salir de mi propia piel de la furia. Quiero golpear algo, herir algo. —Lágrimas
llenaron mis ojos mientras miraba suplicantemente dentro de los suyos—. Por favor,
haz que se vaya.
Sin una palabra, me acercó y me besó profundamente. Mis manos lo buscaron,
la furia convirtiéndose en pasión. No podía tocarlo o probarlo lo suficiente. Lo
quería, cada parte de una vez. Mi boca se movió sobre su hombro, mi lengua se
atrevió a salir para probar la sal en su piel. Sabía tan bien, jodidamente bien. Mis
manos comenzaron un viaje por su pecho, mi boca siguiéndolas. El hambre por él
creció al punto de morderlo, justo en el pectoral, lo suficientemente fuerte que saqué
sangre. Me congelé. Nunca en mi vida había mordido a una persona, y ciertamente
no durante el sexo. Su mano se envolvió alrededor de la mía y la llevó hacia su polla
que estaba presionando la mezclilla.
—Haz eso otra vez y me voy a venir sobre ti y no dentro de ti.
Me cargó a la cama y me bajó a mis pies antes de tirar de la camiseta sobre mi
cabeza. Se bajó el pantalón, enganchó un brazo alrededor de mi cintura y me bajó a
la cama.
Sus manos se deslizaron por mi espalda hacia mi trasero, donde lo apretó,
249
separando las mejillas mientras su pene empujaba entre mis piernas y se frotaba en
el lugar que quería que me tomara.
—Por favor.
—¿Qué necesitas, nena?
—Tú, duro, rápido… quiero que duela de una buena manera.
Me dio la vuelta y presionó mi pecho al colchón mientras mantenía mis caderas
elevadas.
—Dime si soy demasiado brusco.
Nunca podría ser demasiado brusco.
—¿Thea?
—Está bien.
La punta de su pene se movió entre las mejillas de mi trasero hacia mi centro,
que ya estaba empezando a tener espasmos. Lloriqueé en voz alta cuando embistió
dentro de mí, llenándome tan completamente que dolía para acomodarlo.
—¿Estás bien?
—Por favor no pares.
Empujó hacia atrás, mi cuerpo desesperado de sostenerlo dentro y después él
estaba empujando dentro otra vez. Dentro y fuera una y otra vez, se estrelló contra
mí hasta que el dolor y el placer se mezclaron en un orgasmo cambia vida. Mis

249
extremidades se debilitaron, mi mente se vació, pero Damian no había terminado.
Salió de mí y se acomodó en la orilla de la cama.
—Ahora me follas tú.
Gateé hasta él, tiré mi pierna alrededor de su cintura y lo monté a horcajadas,
sosteniéndome solo un segundo antes de hundirme en su polla. Su boca encontró mi
pecho, succionando duro mientras su lengua se arremolinaba alrededor de mi pezón.
No pensé que me vendría otra vez, pero mis músculos se tensaron, mi cuerpo
escalando hasta que salí disparada como un petardo. Sus manos en mis caderas me
mantuvieron moviéndome mientras encontraba su propia liberación. El gruñido que
salió de su garganta fue el sonido más sexy que había escuchado.
Mi cabeza cayó contra su hombro, sus brazos vinieron alrededor de mí.
—¿Mejor?
—Sí, lo siento.
—El mejor jodido sexo de mi vida. Es mejor que no lo sientas.
—Realmente no lo hago.
Se puso de pie cargándome, desde que estaba envuelta a su alrededor, y nos
metió bajo las cobijas. Me quedé dormida. Mi cuerpo gastado, mi mente abrumada,
pero la única luz en la oscuridad que mi vida parecía tener, me sostenía tan apretada
como yo a él.
250

250
Capítulo 21
—Me voy a marchar a Nueva York mañana. —Damian me lo dejó caer de golpe
la noche siguiente.
—¿Qué? ¿Nueva York? ¿Por qué?
—La llamada que recibiste tarde por la noche fue rastreada a Chris McKay.
Estoy segura de que me veía confundida, porque tenía muy claro que lo sentía.
—¿Chris McKay?
—Es una pieza que no encaja. Tenía a alguien sobre él, pero ha desaparecido.
—¿Qué quieres decir con que ha desaparecido?
—Ha desaparecido, y lo suficiente como para que no pueda encontrarlo. Eso me
dice que alguien lo ha obligado a esconderse. Quiero saber quién y por qué.
—¿Qué estás pensando?
—Te estuvo acosando por el caso de su hija y tu conexión con Timothy
Gallagher. Mi suposición, le estaba haciendo algo parecido a Timothy Gallagher,
pero él tiene clientes que no estarían emocionados de tener a alguien molestando.
—¿Estás diciendo que crees que está muerto? ¿Qué hay de sus nietos? 251
—Se están quedando con un familiar lejano. Él no se ha pasado a verlos en
varias semanas. Lo más probable es que o esté relacionado con la investigación de
Cam, pero con su conexión contigo quiero saber exactamente en qué está
involucrado. He conseguido una pista a una posible dirección como quién está
tirando de sus hilos.
—¿Y tienes que ir tú?
—Todos los demás están trabajando en otras cosas. Además, él te acosó. Eso lo
hace personal para mí.
—¿Cómo lo haces?
Arqueó la ceja a modo de pregunta.
—Hacerme querer sonreír incluso cuando me estoy sintiendo ligeramente
aterrorizada.
Pasó el pulgar por mi labio inferior.
—¿Aterrorizada?
—Por ti.
Fue su turno para sonreír.
—Me encanta que estés preocupada por mí, pero estoy bien, nena. Y tú también
lo estarás, estás cubierta.
—¿Estoy cubierta? —Estaba un poco distraída con su sonrisa.

251
—Sí.
—¿Mic?
—Y Razor.
Me tomó un esfuerzo no quedarme boquiabierta. Razor trabajaba para Damian.
—¿Razor?
Estaba disfrutando de mi desconcierto.
—No puedo creer que no lo viese.
—Uno de ellos se quedará en la casita contigo mientras yo no esté.
—¿Qué hay del trabajo? ¿Imagino que Janice no me quiere en el bar?
—Ella no puede decir nada.
—¿De verdad?
No respondió, pero yo no lo esperaba. Y entonces una idea me dejó helada.
—¿No vas a volver?
Eso me ganó una mirada exasperada.
—Volveré en tres o cuatro días. El momento apesta, pero tengo que ir.
—Así que, ¿no estás corriendo?
Eso lo enojó.
252
—Voy a ponerte sobre mi rodilla.
Mi cuerpo ardió en llamas ante el pensamiento. Damian sonrió entre dientes.
—Me gusta esa mirada tuya.
—¿Qué mirada?
Se inclinó sobre la mesa.
—Caliente.
—Bueno, estás de suerte porque es una condición que siento al estar a tu
alrededor todo el tiempo.
—Lo sé.
—Tú no eres inmune.
—También jodidamente enganchado.
—Buena respuesta. —Bajé la mirada y luego lo miré a través de mis pestañas—
. Quizás deberías tomar nuestros postres para llevar.
La voz de Damian resonó en el restaurante.
—La cuenta.

Estaba agradecida por el trabajo. Tanto mis responsabilidades de diseño


gráfico como las horas por la noche en el bar, porque me mantenía ocupada y estar
252
ocupada me ayudaba a distraerme porque echaba de menos a Damian. Y me
preocupaba por él y los otros, y la tormenta de mierda con la que estaban lidiando
en casa. Chris McKay había sido el que me estaba llamando. Había estado alterado y
enfadado después de que el asesino de su hija hubiese sido liberado, lo entendía.
¿Peor había intentado hacer más que llamadas amenazadoras? Ese pensamiento
hacía que se me helase la sangre. ¿Y quién estaba tras su desaparición? Esperaba que
estuviese vivo. Había actuado con imprudencia y de forma emocional, pero no
merecía perder la vida por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Estaba trabajando en la zona de las mesas de billar cuando noté que una chica
estaba siendo acorralada en una esquina. Fue la expresión en su rostro lo que me
hizo acercarme.
—¿Puedo conseguirles algo? —La chica fijó su mirada temerosa en la mía.
El tipo apenas me miró cuando contestó:
—Estamos bien. —Era el tipo espeluznante de la otra noche que había estado
cazando.
E incluso sintiendo cierta alarma y un toque de miedo, la furia hizo que las
siguientes palabras subiesen por mi garganta.
—Tú no te ves bien para mí. ¿Por qué no sales de aquí, amigo?
Eso hizo que su rostro y el no estuviesen contentos.
—¿Por qué no te vas tú?
253
—No soy yo la que está arrinconando a esa pobre chica. Apártate o traeré a uno
de los porteros para que lo haga.
Él se apartó y la chica salió corriendo.
—No significa no, ¿entiendes eso?
—Solo nos estábamos divirtiendo.
—Cuando tienes que forzar a tu compañía para que se divierta, eso se llama
violación.
—Se estaba haciendo la tímida.
—Voy a acercarme a ese tipo grande del bar y compartiré con él que difuminas
las líneas entre consentimiento y coacción. Hazte un favor y sal de aquí
inmediatamente, y no vuelvas. De hecho, ¿por qué no vuelves arrastrándote al
agujero del que hayas salido? Voy a llamar al sheriff y le daré una descripción
completa.
—No he hecho nada malo.
—Y nosotros vamos a asegurarnos que siga de ese modo.
—Zorra.
—Sí, puedo serlo. Así que jódete.
—¿Qué está sucediendo aquí? —preguntó Razor mientras se acercaba a mi lado.
—Nada, solo estoy convenciendo a este Don Juan para que se marche.

253
—Volveré a verte. —Su amenaza fue clara. Razor se puso en alerta.
—No seré tan agradable la próxima vez —advertí con dulzura.
Se marchó hacia la salida, Razor y yo lo seguimos. Mic me detuvo de
acompañarlo a la puerta. Señaló al portero para que se asegurase de que el tipo se
iba.
—¿Qué fue eso?
—Tenía a una chica clavada contra la pared. Ella no quería estar allí, a él no le
importaba.
—Hijo de puta. —Pensaba que Razor estaba enfadado con el tipo hasta que
dijo—: Y tú simplemente te acercaste y te encaraste con él.
—Alguien tenía que hacerlo.
Mic no veía mucho más feliz.
—La próxima vez avisa a un portero. Es para lo que están aquí. No creo que tu
marido vaya a estar feliz de escuchar que hiciste eso.
—Puedes dejar eso. Sé que trabajas para Damian.
El arrepentimiento en sus rostros fue muy divertido.
—Estás cambiando de tema, la próxima vez avisa a un portero.
—Está bien. Se lo dejaré a un portero.
Me giré hacia Razor. 254
—¿Puedo traerte algo?
—Una Ginness.
—Lo tienes. Y gracias por intervenir. —Parecía que se estaba formando un
patrón en nuestro comportamiento.
—Sin problema.
Razor volvió a las mesas de billar y yo observé mientras lo hacía.
—Damian me dijo que tenía antecedentes. ¿Por qué haría eso?
Mic apoyó los codos en la barra.
—¿Qué tipo de antecedentes?
—Dijo que era un depredador sexual.
La expresión de Mic se quedó en blanco durante tres segundos antes de que
estallase en risas. Tan alto que todo el mundo en el lugar giró la cabeza en su
dirección. Yo me sonrojé y agaché la mía.
—¿Un depredador sexual? Oh, Dios mío, esa es buena. Razor —chilló Mic al
otro lado del bar, lo que no era necesario porque Razor estaba en su camino de vuelta.
Estoy segura de que tenía curiosidad del por qué Mic se estaba comportando de ese
modo.
—¿Qué cojones está mal contigo?
—Damian le dijo que eres un depredador sexual.
254
—¿Por qué demonios se lo dijiste? —chillé.
Razor se unió a Mic con la risa.
—Me estoy perdiendo algo —murmuré, pero aun así me escucharon.
—Me preguntaba qué mierda te había contado, fuiste bastante fría ese día
conmigo en la calle.
—Él no debería haberlo hecho.
—En su situación, yo también lo habría hecho.
—¿Por qué?
—Si tienes que preguntarme eso, nena, no hay forma de que te responda.
—Espera. —Volví a mirar a Mic—. Sabías que Damian y yo no estábamos
casados, así que, ¿por qué me hiciste todas esas preguntas sobre cuánto llevábamos
juntos?
—Porque lo enojó.
—¿El qué lo enojó? ¿Que hablases conmigo?
—Sí.
—Creo que estás un poco loco. Tengo que volver al trabajo.
Me alejé de ellos, que se estaban riendo de nuevo. Como sea.

255

Mic tenía una cabaña fuera de la ciudad y en el interior del bosque. Mic pensó
que haría que mis vecinos hablasen si él o Razor se quedaban conmigo en la casita
mientras Damian no estaba, así que nos quedamos en su casa. Estábamos realmente
en mitad de ninguna parte, lo que yo suponía que era bueno, pero tenía pesadillas
con encontrarme con un oso negro y después de ver Black Country, no quería verme
frente a frente con un oso negro… nunca. Pasaba los días trabajando en mis
proyectos de gráfico y las noches en el bar.
Mic estaba trabajando y yo no entraba hasta dentro de unas horas. Razor y yo
estábamos jugando al Monopoly. A decir verdad, le estaba dando una paliza al
Monopoly.
—Voy a averiguar cómo haces trampas, porque sé que lo estás haciendo.
Razor no era un buen perdedor.
—¿Cómo te estoy engañando? Tú eres el banquero.
—No lo sé, pero lo haces.
—Mal perdedor.
—Escuché u rumor de que haces una tarta de carne de pollo de muerte.
—¿El estar recibiendo una paliza te da hambre?
Me enseñó el dedo corazón, pero sonrió para minimizar el insulto.
—Me encanta la tarta de carne de pollo.

255
—Eres ridículo.
Si sonrisa cambió a una línea apretada, pero su mirada seguía siendo divertida.
—Estoy jodidamente asustado.
—Está bien. Estás asustado. Si vamos a tener una tarta de carne, necesito
preparar la masa.
—Yo vigilaré.
—Quieres decir que tomarás un poco.
Me guiñó un ojo.
—No se te escapa nada.
Me gustaba Razor, tan abierto y basto, muy diferente a Damian.
—¿Cómo se conocieron Damian y tú?
—Solía ser un cazarrecompensas y estaba trabajando en un caso. Me encontré
en una situación de seis contra uno. Realmente pensé que era mi final, y luego
Damian apareció, emergiendo de entre las sombras como un demonio. Lo juro por
el maldito Dios, no creía que él fuese real. Derribó a cuatro de mis atacantes con sus
manos desarmadas. Nunca había visto a nadie luchar con tanta frialdad calculada.
Resultó que él estaba cazando al mismo tipo. Me dejó cobrar la recompensa y luego
me ofreció trabajo. Me salvó la vida ese día, imaginé que le devolvería el favor
vigilando lo suyo.
Había visto esa frialdad calculada en Damian antes, y quizás estaba mal, pero 256
estaba contenta de que hubiese encontrado la forma de canalizarlo en algo bueno.
—Estoy feliz de que le estés guardando las espaldas.
—Yo estaré feliz cuando empieces a preparar esa tarta de carne. —Comentó eso
con una sonrisa.

DAMIAN
Mi equipo había interceptado un correo electrónico a los nietos de Chris
McKay. Rastrearon el origen, pero fue un punto muerto. Quien lo tuviese conocían
ciertas cosas. Lo que yo quería saber era qué demonios sabía él que lo hacía
interesante para alguien. Había acosado a Thea y eso era suficiente para mí para
tener una charla en privado con él, pero el hecho de que estuviese siendo secuestrado
sugería que las autoridades lo tenían. Pero, ¿por qué?
Mi teléfono vibró en el asiento junto a mí.
—Cam, ¿qué sucede?
—Está hecho.
Ya era la jodida hora.

256
—¿Cuántos arrestos?
—Sietes.
—¿Harnett?
—No pude acusarlo, lo que simplemente me enfurece. Nosotros sabemos que
es la conexión que falta. Incluso sin Federico renunciando a él. Él lo conecta todo…
los policías corruptos, Dobbs, Federico, incluso el ataque de Thea en el callejón
usando al informante de Dobbs, así que si se iba a la mierda la represalia recaía sobre
Dobbs. Y él fue el mejor amigo de papá, él habría conocido su horario, habría sido
capaz de llegar a él, y papá estaba investigando a los policías corruptos. El tipo está
sucio. Él es en común denominador y aun así no puedo acusarlo de nada. —Sentía la
rabia que escuchaba en la voz de Cam. El hombre había sido de la familia y nos había
traicionado—. Lo quiero.
—Joder, sí.
—¿Qué sucedió con el indicio sobre McKay?
—No resultó. Creo que lo tiene la policía. Lo que no puedo averiguar es por qué.
Hubo un momento de silencio antes de que dijese:
—Es mi hermana, pero escúchame antes…
—No.
—Ni siquiera…
—Quieres usarla como cebo. 257

—Se han hecho los arrestos, él tiene que estar poniéndose nervioso. Quería algo
de ella y si ella regresa ahora lo más probable es que él reaccionará.
—Poniendo a tu hermana en el maldito punto de mira.
—Ella podría querer hacerlo.
—Ella no va a tener la oportunidad.
—Nuestro padre fue asesinado. Lo mató su mejor amigo. Mantenerla fuera de
esto solo hará que se enoje. Sabes que tengo razón.
—No me importa una mierda.
—Lo hará cuando ponga un muro entre ustedes.
Sabía que tenía razón. Jodidamente odiaba que tuviese razón.
—Traigámosla a casa —comentó.
—Tenemos que decírselo primero. Tiene que acceder a esto o se queda donde
está.
—Accederá.
—Te lo haré saber. —Colgué y lancé el teléfono en el asiento. Hicimos todo esto
para mantenerla a salvo y ahora la estábamos guiando directamente a la guarida del
león.

257
is piernas se sentían como fideos y me dolía en lugares que se sentía tan
bien que dolieran. Damian llegó a casa anoche y pasamos toda la noche y
temprano en la mañana celebrando su regreso. Estaba preparando café, pero yo no
había sido capaz de salir de la cama. Mi cuerpo simplemente no respondía aún.
La puerta se abrió, entró con dos tazas de café que colocó sobre la cómoda.
Verlo me hizo sentir energizada porque necesitaba una ducha y estaba segura que
podía hacer que se uniera a mí. Salí de la cama.
—¿Ducha?
En respuesta, se quitó sus vaqueros. No era una vista de la que me fuera a
cansar alguna vez. Me agarró de la cintura y me lanzó sobre su hombro mientras una
carcajada burbujeaba en mi garganta. Amaba cuando era juguetón. No me soltó
cuando llegamos al baño y con mi culo en el aire y mi estómago presionado contra
su hombro, abrió la ducha.
—Oí que te acercaste a un violador en potencia por tu cuenta.
258
Oh, mierda. De repente, no quería estar sobre su hombro. Abajo o en el
siguiente estado hubiera sido preferible.
—Dos de mis mejores chicos estaban allí y decidiste manejarlo por tu cuenta.
Su mano se movió sobre mi culo y la comprensión apareció un segundo antes
de que bajara duro sobre mi nalga izquierda.
—Ay.
No se detuvo después de una, azotó mi culo, un par de golpes duros en cada
nalga, e incluso cuando mi culo ardía de dolor, estaba muy húmeda.
—Te he esperado durante la mitad de mi vida. Quiero toda una vida contigo.
—Acabas de azotarme.
Lo hizo de nuevo.
—Toda una vida, así que eso significa que no confrontas a criminales en
potencia por tu propia jodida cuenta.
Frotó mi tierna carne, su dedo moviéndose entre mis piernas donde estaba
húmeda. Nunca habría pensado que los azotes me pondrían cachonda, pero estaba
muy excitada.
—Te gustó eso. —Estaba tan sorprendido por la reacción de mi cuerpo como yo.
Frotó su dedo sobre mi clítoris y no pude evitar gemir, no lo intenté cuando
empezó a follarme con el dedo. Justo antes de que me corriera, me bajó por su cuerpo
sobre su polla. Mis ojos rodaron en la parte de atrás de mi cabeza.

258
Me presionó contra la pared, sujetó mis manos con una de las suyas sobre mi
cabeza, levantando mis pechos a su boca. Sus caderas se movieron duro y rápido, su
polla golpeándome en el clítoris cuando entraba y salía, su boca tomando turnos
burlándose y chupando mis pechos. Me corrí con un orgasmo vertiginoso. Se quedó
quieto, su polla se sacudió mientras el éxtasis se apoderaba de sus rasgos.
—Toda una vida, Thea. —Me besó el cuello y me llevó a la ducha.

Fue mientras lavábamos los platos después del desayuno que Damian
compartió:
—Ha terminado.
Dejé de secar el vaso.
—¿Cam ha hecho los arrestos?
—Sí.
—¿Cuántos?
—Siete.
—¿Fue Guy…?
—No pudo acusarlo de nada, pero lo hemos conectado con todo. Conocía a
Dobbs, los policías sucios, el hombre que te atacó en el callejón. 259
—Hay más.
—Cam cree que Guy es quien ordenó el golpe sobre tu padre. Tu papá debió
haber descubierto que Guy era el común denominador.
Ya habíamos pensado esto, pero oírlo en voz alta era devastador.
—Guy quiere algo de mí, así que vamos a usarme como cebo.
Su rostro se oscureció, pero pareció en conflicto.
—Ese es el plan, ¿no es así? —pregunté.
—Jodidamente no me gusta este plan.
—Estoy dentro.
—Piénsalo primero. Te arrastré aquí para mantenerte a salvo y ahora te
estamos pidiendo que entres directo en el medio de ello.
—Guy ordenó el golpe contra mi padre y si no podemos hacerle salir, se librará
del asesinato de mi padre. Eso no es una opción.
Frotó su rostro con sus manos.
—Orquestaremos esta operación, hasta el más mínimo detalle.
—Bien.
—No tomas riesgos. No estoy bromeando, Thea.

259
—No lo haré. —Me di cuenta entonces qué avivó los azotes de antes. No fue
tanto lo que hice, sino lo que podría hacer—. No seré descuidada, Damian. Lo
prometo.
Alcanzó su billetera, sacó algo y me lo entregó. Era la primera carta que le había
escrito y mi foto de la cartera de Cam.
—¿Sabes cuántas veces miré estas? Esperando insurgentes, sentado en
trincheras… cuántas misiones me hizo superar pensar en ti. Has estado en mi cabeza
desde la primera vez que vi esa foto. Y tener esa carta… jodido Cristo. Y ahora estás
en mi cama y en mi corazón y… —Frotó su cabeza antes de que su ardiente mirada
me arponeara con su intensidad—. Jodidamente odio este plan, ponerte como cebo,
pero juro por Dios que si tomas cualquier riesgo innecesario…
—No lo haré. Lo prometo.
Se movió muy rápido, envolviéndome con su cuerpo.
—Te voy a hacer cumplir eso, porque me posees. Cada oscura parte de mí.

—¿Pensé que nos íbamos? —Dos días después de que regresara, nos dirigíamos
de vuelta a Nueva York. Mic, que había aceptado un trabajo con Damian, y Razor se
unieron a nosotros. Damian había pasado la mayor parte del día de ayer fuera de
casa mientras yo empacaba mis cosas. Para lo que fuera que se estaba preparando,
aún no había terminado. 260
—Tenemos que hacer una parada antes —dijo mientras estacionábamos en la
calle de Janice. Me sorprendió ver a Missy—. Gracias por venir —le dijo Damian
mientras nos acercábamos.
—Gracias —replicó Missy, luego se giró hacia mí y me sorprendió con un
abrazo—. Voy a extrañarte. Damian me contó.
Me sorprendió de nuevo con esa confesión.
—¿Lo hizo?
—Es como un episodio de un drama criminal. —Tomó mis manos con las
suyas—. Por favor, ten cuidado.
—Lo haré.
—Le contaré a todos.
—Realmente lo apreciaría, gracias. ¿Puedo preguntar por qué estás aquí?
—Damian me ofreció la posición de encargada del bar.
La ausencia de Damian ayer empezaba a tener sentido.
—Eso es maravilloso. Pero significa…
Como si fuera en el momento justo, Janice salió esposada. A diferencia de la
excesivamente confiada mujer con la que me había entrevistado, tenía la cabeza
gacha. Tuve una punzada de compasión por ella por ser tan públicamente humillada,

260
pero entonces pensé en Amelia y cómo había engañado a una mujer moribunda. Las
acciones tenían consecuencias. Necesitaba enfrentar las suyas.
Damian se acercó con un hombre que no reconocí.
—Missy, este es James Stiles. Era el contable de Amelia. Puede ponerte rápido
al día con el bar. Voy a cerrarlo, reábrelo cuando te sientas cómoda. Y necesitarás
contratar un nuevo camarero. Volveremos tan pronto como nos ocupemos de la
situación en casa.
—No te preocupes. Me las arreglé en el almacén de grano durante años. Es el
mismo concepto. El bar está en buenas manos.
—Lo sé.
—¿Te gustaría repasar los libros ahora? —le preguntó James a Missy.
—Haré un poco de café. —Missy me miró—. Cuando regresen, haré la cena.
—Nos encantaría eso.
Damian tomó mi mano y me guió hacia su auto.
—¿Cómo supiste que estaba buscando un nuevo trabajo?
—Pregunté.
—Eres un buen hombre.
Sostuvo la puerta para mí.
—Sólo con aquellos que importan. 261
Eso no era cierto, pero no presioné.

No fuimos directamente a casa, hicimos una parada. La casa de la señora


Cooke. Ni siquiera esperé a que el auto se detuviera antes de salir y correr hacia mi
madre. Me atrapó en un fuerte abrazo. Ambas llorábamos.
—Te he extrañado —susurró.
—Te extrañé más.
Mamá me soltó y alcancé las manos de la señora Cooke.
—Oh, señora Cooke. La he extrañado. ¿Cómo se encuentra estando de vuelta
aquí?
—Estoy bien, querida. Los recuerdos traen una sonrisa, no dolor.
—Estoy tan feliz de oír eso.
Anton y Cam salieron.
—Al fin —dijo Cam mientras me abrazaba con fuerza—. ¿Cómo estás, hermana?
—Mejor ahora.
—Debes estar cansada —dijo Anton cuando me moví hacia él y besé su mejilla—
. Me alegra que estés en casa. Te extrañé.

261
—También te extrañé, Anton.
—Hay refrigerios dentro —anunció la señora Cooke.
—Gracias por dejarnos quedarnos aquí.
—Tonterías. Es un enorme lugar que ha estado demasiado tiempo sin vida entre
sus paredes.
Razor, Mic y Damian se nos unieron y supe esto porque mi mamá hizo un
sonido en la parte de atrás de su garganta, el cual me hizo preguntarme sobre su
macizo personal.
—¿Dónde está el hombre del yoga?
—Dentro ayudando a las chicas con la cena. ¿Quién es este? —preguntó mamá,
pero ya le estaba ofreciendo su mano a Razor.
—Mi madre, Rosalie, y Miranda Cooke, estos son Razor y Mic.
—Encantada de conocerlos. —Mamá batió sus pestañas, pero se vio como si
tuviera algo en el ojo.
Fue confirmado cuando Razor preguntó:
—¿Qué le pasa a tu ojo?
Mamá jadeó, la señora Cooke pareció atónita y yo rugí con risa. Era bueno estar
en casa.
262

Mi sonrisa era tan grande que mi rostro dolió cuando entramos en la cocina
para ver a mis dos mejores amigas hacer la cena. Tan pronto como me vieron,
dejaron lo que estaban haciendo, gritaron y corrieron hacia mí. Nos abrazamos,
saltamos y hablamos en un lenguaje que nadie salvo nosotras entendía. Y luego me
sacaron de la cocina.
—La traeremos de vuelta —gritó Kimber sobre su hombro mientras Ryder me
arrastraba escaleras arriba.
—Tenemos tanto con lo que ponernos al día —dijo Ryder mientras se dejaba
caer en la cama. La habitación era asombrosa, espaciosa con mobiliario antiguo,
paredes empapeladas de un dorado apagado y una chimenea.
Me quedé en medio de la habitación y giré en un círculo.
—No puedo creer que dejara este sitio vacío durante tanto tiempo.
—Lo sé. El lugar es asombroso.
Me dejé caer en la cama también.
—¿Cómo fueron las cosas aquí? ¿Algún problema?
—No. Ninguno. Oímos sobre Guy, no podemos realmente creerlo.
Mi feliz brillo se estropeó.
—No puedo hablar de eso ahora mismo.

262
—¿Cómo está mamá?
—No lo sabe.
—Eso es probablemente lo mejor porque absolutamente le daría caza.
—Eso es lo que tu hermano teme —dijo Ryder.
—Entonces, ¿qué pasa con Damian? —preguntó Kimber.
—Es una larga historia, pero quiere pasar toda su vida conmigo.
Ambas chillaron tan alto que estaba segura que se había oído por toda la
manzana.
—Oh, Dios mío. ¿Dijo eso? —comentó Ryder con entusiasmo.
—Sí. Sigue ahí lo que nos atraía cuando éramos más jóvenes, pero es mucho
más ahora.
—Me encanta que algo bueno haya salido de toda esta mierda. —Ryder tenía
razón en eso.
Quería contarles sobre Amelia y los amigos que había hecho, pero estaba
exhausta y esa era una conversación que tomaría horas, así que cambié de tema.
—¿Cómo está Derrick?
Ryder exhaló. La expresión de Kimber se entristeció.
—Rompimos.
263
—¿Por qué?
—Simplemente no funcionaba.
—Mentira —gritó Ryder y ya que estaba sentada a mi lado, mi oído retumbaba
ahora.
—¿Qué es mentira?
Ryder señaló acusadoramente a Kimber.
—Les iba bien hasta que esta se echó atrás.
Kimber estaba estudiando las líneas de la colcha.
—¿Kimber?
—Me gusta… de acuerdo, lo amo. Eso me asusta como la mierda, así que lo
terminé.
—Te enamoraste por primera vez en tu vida y cortaste con el hombre.
—Sí. Cobarde. —Esto era claramente una discusión que las dos habían estado
teniendo por un tiempo.
—Las palabras no me hacen daño —dijo Kimber, luego sacó la lengua.
—¿Y cómo tomó Derrick la ruptura?
—No lo ha hecho.
Recordando al hombre en cuestión, sí, no parecía del tipo que se rendía si
quería algo.

263
—Te derribará, particularmente desde que quieres ser derribada.
—Lo sé.
Ryder se puso de pie.
—Deberíamos unirnos a los otros porque la cena casi está lista.

Antes de ir a cenar, los chicos y yo nos sentamos en la biblioteca mientras una


vez más me informaban sobre qué esperar.
—Una vez que sepas el restaurante, mi equipo montará la vigilancia. No estarás
sola con él. Silas te llevará y mis hombres serán los camareros. Estarás cubierta cada
segundo.
—Estaré bien.
Nunca había visto a Damian así. Y apreciaba eso, me sentiría de la misma
manera si los roles fueran inversos, pero Guy no iba a librarse de esto.
Cam alcanzó mi mano.
—Entiendo lo que estás sintiendo. Todos lo entendemos, pero controla tu
temperamento hasta que lo tengamos. Él quiere algo de ti así que haz que se sienta
cómodo para pedirlo. Cualquier cosa que diga podría ayudarnos a clavarlo. Solo
necesitamos un hilo y su mierda se desentrañará.
264
—Entendido.
Todos parecían sombríos, pero fue Anton quien dijo:
—Sabemos que lo entiendes.
Entonces Cam hizo lo más raro. Miró fijamente a Damian y luego a mí y de
vuelta otra vez.
—¿Tú y ella finalmente están juntos? —preguntó él.
Damian ni siquiera parpadeó.
—Sí.
—¿Cuáles son tus intenciones?
—¿Estás hablando en serio, Cam? No le hagas caso, Damian. Mi hermano es un
idiota.
—No estoy bromeando. ¿Cuáles son tus intenciones? —preguntó Cam.
Rodé los ojos porque honestamente.
—Estás siendo una idiota, Cam.
—¿Damian? —Conocía este tono de Cam y no podía creer que estuviera
hablando en serio.
—Cam, corta la mierda. —Me estaba enfureciendo ahora.
La atención de Damian pasó de Cam a mí. Las líneas duras se alisaron y calor
entró en su mirada.

264
—Para ofrecerle una manta y mi cuerpo cuando ve una película de miedo. Para
sostener su cabello cuando está enferma y suministrar el agua cuando bebe. Para
mantener la casa abastecida con ingredientes para las galletas y extintores que
funcionan. Para hacer sus huevos y tocino y dos tazas de café negro con dos de azúcar
cada mañana. Dormir junto a ella todas las noches y despertar a su bello rostro cada
mañana. Plantar mis hijos en ella, construir una vida y una familia con ella, envejecer
con ella... viendo cómo la vida se graba en su rostro. Mi intención, Cam, es pasar el
resto de mi vida con ella.
Ninguna palabra vendría después de ese voto impresionante, así que en vez de
eso me levanté y caminé sobre piernas inestables hacia el hombre que amaba y
enterré mi rostro en su pecho.
—Mierda, por fin —dijo Cam después de unos minutos.

Acababa de subir a la cama cuando entró Damian. No había dejado de repasar


su voto una y otra vez en mi cabeza. Para un hombre que conservaba las palabras,
sin lugar a duda podría encadenar a unas cuantas grandes. Aun así, me burlé de él.
—¿Tú y Cam se han puesto de acuerdo sobre mi dote?
—Él te ama.
—Lo sé. Lo quiero, no quiere decir que no estuviera siendo un idiota.
265
—La preocupación por su hermana no lo convierte en un idiota.
Me acordé de Amelia y cómo Damian nunca llegaría a tener eso con ella, así
que cambié el tema.
—La señora Cooke es muy previsora con sus asignaciones de habitación.
Eso me granjeo una mirada por encima de su hombro. Un hombro que ahora
estaba desnudo ya que el hombre se desnudaba para acostarse. De repente me sentí
demasiada vestida en mi camisón.
Esperé que terminara de prepararse para la cama porque eso incluía
desnudarse. Sí, el hombre dormía desnudo. Había dicho una vez que no caminaba
en la luz. Me gustaría retirar esa declaración.
Se subió a la cama y me jaló debajo de él, sus manos apartando el cabello de mi
rostro.
—Sigue el plan.
—Lo haré.
—No te arriesgues.
—No lo haré.
—Y si te sientes incómoda, deja caer tu servilleta.
Pasé mi mano por su rostro, rocé sus labios con mis dedos.
—Estarás allí. Estaré bien.

265
—Quiero una vida entera, Thea.
—Empezaremos con eso.
Y luego me besó.

Era extraño estar en casa, pero la había extrañado. Había llamado al tío Guy
tan pronto como llegué a casa y programé la cena. El hombre sería un actor increíble
porque sonaba tan contento de saber de mí, tan familiar y sin embargo el bastardo
mató a mi papá. Nos estábamos reuniendo en dos días, Damian estaba ahora
cableando el restaurante y estableciendo la vigilancia, entrenando los equipos.
Mientras que él estaba ocupado haciendo eso, seguí la rutina como de costumbre y
pasé el día de ayer limpiando el apartamento y llenando la nevera. Mientras limpiaba
el temido baño, rompí la cadena del collar que papá me había dado. Casi perdí mi
llave en el inodoro. Tendría que reemplazar la cadena, pero mientras tanto la colgué
en una más corta porque no llevarla no era una opción.
Después de organizarme, decidí cazar a algunos zombies para repasar mis
habilidades de tiro. No estaría empacando, obviamente, pero todavía me gustaba la
idea de practicar y fue mientras mataba a los no-muertos que mi celular sonó. El
nombre del tío Tim apareció en la pantalla. Hice una pausa en mi juego y lo alcancé.
—Hola, tío Tim. ¿Cómo estás?
—Yo debería estar preguntándote eso. Me preguntaba por qué no había oído 266
hablar de ti y luego vi las últimas noticias. Es un arresto increíble para tu hermano.
—Y justicia para papá.
Se quedó en silencio un minuto.
—Absolutamente.
—¿Cómo estás? ¿Cómo va la carrera al senado?
—Ocupado, dando mucha coba, pero las encuestas tempranas parecen
favorables.
—Felicitaciones.
—Gracias. ¿Estaría libre para almorzar conmigo?
—Me encantaría. ¿Por qué no vienes aquí y preparo algo?
—Eso me gustaría.
—Te veré alrededor de la una.
—Estaré allí.

DAMIEN

266
—¿Cómo de buena es esta información?
—Es sólida. Alguien está siguiendo nuestros pasos digitales. El equipo fue capaz
de invertir la búsqueda para identificar la dirección IP de la computadora.
—¿Y estuvo activa por última vez?
—Más o menos hace media hora.
Me desvié para evitar la puerta de coche y luego le di al claxon. Mierda, mierda.
—Puede que quieras cambiar a descafeinado.
No estaba de humor para la mierda de Razor. Thea era el jodido cebo y no la
tenía de vuelta. Cam tenía razón. Yo estaba demasiado involucrado. Los chicos sobre
ella eran de primera clase. Los había escogido personalmente y seguía jodidamente
irritante.
—Ella estará bien. Tu mujer es un poco despiadada. En serio, hombre, tú la
dejas pasar por tus dedos y la estoy arrebatando.
—Nunca jodidamente pasará. —Nunca tuve un hogar. Ahora tenía uno.
—Eres más inteligente de lo que pareces.
Volví la cabeza rápidamente para ver al hijo de puta sonriendo.
—En serio, estoy feliz por ti. Si encontrara una mujer como Thea, alguien que
en realidad tolerara mis sandeces, me aferraría y nunca soltaría.
Familia, y una mierda que tuvo una todo el tiempo. 267
—¿Hablarme de lo que encontró el equipo?
—Están reflejando nuestra búsqueda, es como si nos estuvieran haciendo una
peineta virtual, como que quieren que los encontremos.
—O es una trampa.
—O una petición de ayuda —añadió.
—Ya lo sabremos muy pronto. Hemos llegado
—¿Cuál es la actuación? —preguntó Razor.
No respondí porque mi atención estaba en que el hombre que salía de las
sombras.
—¡Ah mierda!
—¿Quién diablos es este?
Guy Hartnett miró dentro del coche. —Has tardado bastante.

THEA
La sopa de patatas al horno que preparé había salido perfectamente. Estábamos
sentados en mi cocina. Había hecho sándwiches y sopa. Tío Tim no estaba comiendo,
pero estaba haciendo durar tres dedos de Scotch. Extraño para él, pero era candidato
al senado. Eso tenía que ser estresante.

267
—Te ves bien, Thea. Tu temporada fuera te ha venido bien.
Más de lo que él sabría. Me moví más allá de eso y estudié su amado rostro.
Parecía más viejo desde la última vez que lo vi.
—Te ves cansado
Levantó la copa y tomó un largo sorbo.
—Lo estoy. Hacer campaña es agotador. Definitivamente es un juego de un
hombre más joven, pero he querido el senado por tanto tiempo. Cuando éramos
niños, recuerdo a tu padre y yo hablando de lo que queríamos ser de mayores.
Siempre quiso ser policía, era un firme creyente en lo correcto y lo incorrecto, en
blanco y negro. Yo a menudo cruzo la línea, pero no tu padre... incorruptible. Cam es
la imagen esculpida de él.
Me olvidé de mi sopa escuchando al tío Tim porque había una extraña nota en
su voz.
—Cam es como papá. Creo que los dos lo somos.
—Sí, por supuesto. —Pasó el dedo por el borde de la copa—. Tu llave es preciosa.
Distraídamente la toque.
—Gracias.
—No recuerdo haber visto eso antes.
—Normalmente está escondida debajo de mi ropa, pero rompí la cadena.
268
—Ah. ¿Puedes decirme dónde has estado?
¿Cuánto podría compartir con él sin afectar la trampa sobre Guy?
—El caso que Cam acaba de cerrar con los policías corruptos era originalmente
el caso de papá. Había un pequeño problema aquí para mí conectado con ese caso,
lo suficiente como para que los hombres en mi vida quisieran meterme en un lugar
seguro.
—Hombres inteligentes.
—Sí. Estoy orgulloso de Cam. No fue fácil lo que hizo, pero fue lo correcto. Solo
sé que papá le está sonriendo.
—No tengo ninguna duda —dejó el vaso—. Voy a necesitar tu collar.
Tan desconcertada por su extraña solicitud, dije un poco perpleja.
—¿Qué?
—Durante casi tres años he estado esperando, preguntándome. Es estresante.
La primera punzada de temor me atravesó.
—¿Esperar por qué?
—Para que mi pasado vuelva y me persiga.
Hielo se formó en mi sangre, pero cuando las piezas comenzaron a caer en su
sitio el hielo se convirtió en una furia candente. Casi le gruñí:
—¿Tú?

268
—Es difícil defender a los criminales y a veces es incluso poco ético, pero para
hacer una diferencia, para destacar, a veces hay que hacer lo poco ético. Tu padre
nunca lo entendió.
Era tío Tim, no tío Guy. El amigo de infancia de mi padre fue el que estuvo
detrás de su muerte. Quería hacerle daño, rastrillar los dedos por su rostro, pero me
mantuve inmóvil.
—¿Por qué lo hiciste?
—Fue su maldito estilo de Boy Scout. Estaba cavando y le animé a que se
detuviera, que nada bueno podía salir investigando a los suyos. Que era un suicidio
profesional, pero no escuchó. Tan negro y blanco, tu padre.
—¿Por qué de verdad lo animaste a que retrocediera?
—Porque si excavaba lo suficiente, hubiera aprendido que no eran solo policías
aceptando sobornos.
La investigación de la manipulación de pruebas en la comisaria había sido el
tío Tim detrás de eso. No tenía una calificación de absolución mágica. Había estado
engañando. Y entonces un pensamiento me heló. El ataque de la señora Cooke. En
mi apartamento ese día, había hecho un comentario sobre mi correo. Yo no había
pensado nada de eso en ese momento, viéndolo repasar mi correo, pero él quería
acceso a mi correo en su casa.
—Tú tenías a Dobbs haciendo tu trabajo sucio... El ataque a la señora Cooke y
manipulando la evidencia. ¿También intimidó a los miembros del jurado por tu 269
orden?
—La lógica policial funciona en la familia. Miguel es solo un peón. Él está tan
hambriento por dinero y poder, que hace que sea demasiado fácil para alguien tirar
sus cuerdas. Salvatore Federico se dio cuenta de eso también, así que hoy por mí
mañana por ti y cuando me elijan al senado, tendrá un amigo en Washington.
—¿Así que hiciste matar a papá?
—Debería haberlo dejado. Creo que sospechó al final, me di cuenta cuando
hablamos que había una lejanía en él.
—¿Y esto? —pregunté mientras tocaba mi llave.
—Hay una preciosa caja en el estudio de tu padre. Lo recuerdas.
Su caja especial, no podía creer que no había hecho la conexión. Lo había visto
abrirla bastantes veces a través de los años.
—¿Qué tiene sobre ti?
—No estaba seguro de que tuviera algo sobre mí, pero cuando el caso de Dobbs
empezó a calentarse, no quería arriesgarme. Eras la albacea de su testamento. Si dejó
algo, lo hubieras encontrado.
Por eso había estado interesado en mi correo y cuando eso no funcionó.
—¿Has contratado a alguien para que viniera por mí?
—Habría sido amable a menos que no estuvieras cooperando.

269
—¿Amable? El hombre me puso un cuchillo en la espalda.
—La policía nunca apareció en mi puerta. De hecho, pensé que todo había
terminado hasta que vi esa llave justo ahora alrededor de tu cuello, una llave de la
caja en la que guardaba todas sus cosas importantes. Supongo que te la envió justo
antes de morir. Pensé que estaba siendo sabio conmigo, ahora estoy seguro de eso.
—Eres un inimaginable bastardo.
—Y seré el próximo senador por el estado de Nueva York.

DAMIAN
Guy nos llevó a la base de operaciones de AI ubicada a unas pocas manzanas de
donde lo recogimos. Anton iba a ponerse como loco cuando supiera que Federico lo
había engañado.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en Asuntos Internos?
—Desde que Edward compartió sus sospechas conmigo. No me había dicho lo
profundo que estaba, pero después del tiroteo contacté a AI.
—¿Entonces jugaste sucio?
—Y deje algunas migas de pan para que Cam las encontrara. Necesitaba un 270
indicio para acercarme a Dobbs, pero Dobbs es demasiado estúpido para lograrlo
solo. Está motivado por la codicia, ni más ni menos, pero no es un pensador logístico,
solo musculo contratado. Hay otro jugador y recientemente obtuve una perspectiva
de una fuente más improbable.
—Pensamos que ese jugador eras tú.
—Lo sé.
—Entonces, ¿quién es esta fuente?
—Sígueme.
Había una habitación al final de un corto pasillo y sentado a la mesa había un
hombre mayor que parecía cansado y asustado. Chris McKay.
—Así que lo trajiste.
—Sí. Se estaba volviendo imprudente.
—¿Y qué tiene?
—Timothy Gallagher.
La aprensión se torció en mi intestino y mi cuerpo se enfrió.
—Qué?
—McKay lo había acosado, siguiendo cada uno de sus movimientos.
—Y lo estabas siguiendo mientras seguía a Gallagher. ¿Qué obtuviste?

270
—Reuniones nocturnas.
—¿Con quién?
—Salvatore Federico.
El frío se volvió entumecido.
—¿Conoces a Federico?
Guy apenas se aferraba a su rabia.
—Sí. Sabemos que Federico está vinculado a los policías sucios en la comisaría,
sabemos que los policías corruptos están vinculados con el asesinato de Edward, y
ese maldito imbécil de Timothy Gallagher es el punto donde todas las partes se
cruzan... Miguel Dobbs estaba siendo manipulado por dos títeres.
Eso explicaba por qué Salvatore cortó lazos con Dobbs porque la manipulación
de evidencia era una cosa, el asesinato de un policía era otra cosa.
—Mierda. —Saque mi teléfono. Llamé a Thea, pero su teléfono fue al buzón de
voz. Llamé a Mic—. ¿Dónde está ella?
—Su apartamiento, su tío llegó hace media hora.
—¿Gallagher?
—Sí.
Había entrado en los tiroteos donde había sido superado en diez a uno, esquivé
dispositivos explosivos improvisados, incluso había sido torturado, pero nunca había 271
sentido el miedo que me paralizaba en ese momento sabiendo que Thea estaba ahora
con un asesino, un hombre en quien confiaba y amaba.
—Es él.
Mic silbó sobre la línea.
—Maldito infierno.
—Estoy de camino. Quiero orejas en su apartamento ahora.
—¿Thea? —Guy agarró su abrigo—. Voy contigo.
—Tengo a Cam en la línea —dijo Razor cuando sacábamos el culo del edificio,
mi disciplina sostenida por un hilo mientras la sed de sangre me consumía. Si le
hacía daño, incluso solo un cabello de su cabeza, lo mataré. Desgarrarlo, parte por
parte... Abrazaría al monstruo al que me habían llamado toda mi vida.
—Dile que teníamos al tío equivocado.
Aguanta cariño. Ya voy.

THEA

271
—¿Qué voy a hacer contigo? Conseguir lo que sea que tu padre ocultó no será
suficiente. Eres un cabo suelto. —Tío Tim andaba de un lado para otro en mi
apartamento y pensé abalanzarme, pero el acto insensible, casi desinteresado que
estaba poniendo, era solo eso, un acto. Estaba alerta y nervioso y yo no tenía ninguna
oportunidad de escapar
Tal vez si pudiera apelar al hombre a quien había admirado toda mi vida, a mi
querido tío, podría sacarlo de sus ideas homicidas.
—Has sido una gran parte de mi vida. Tengo que creer que podemos encontrar
un camino a través de esto que no termine en más violencia.
—Oh Thea, eres tan idealista. Es dulce y completamente impracticable. El
bueno nunca termina primero. Te amo, pero tenemos que pensar en el bien mayor.
Cuando me convierta en senador tendré un impacto en millones y millones de vidas.
No puedo permitir que el sentimentalismo obstruya mi propósito.
Sabía que era arrogante, siempre había creído que tenía una razón para serlo,
no me había dado cuenta de que era un narcisista. Sentimentalismo, el bien mayor...
si no estuviéramos hablando de mí en realidad estaría riendo ahora mismo.
—Eres mi padrino.
—Sí y me hará un candidato aún más agradable cuando esté allí para ayudar a
tu familia a través de su dolor.
El hombre era demente. ¿Cómo es que nunca hemos sabido esto? Y pensaba
que era buena para leer a la gente. 272
—Estás loco.
El verdadero miedo me aferró en ese momento porque estaba tratando con
alguien que hace mucho tiempo había perdido la cautela. No se podría hablar ni
razonar con él. Mi única jugada era escapar, pero era un hombre que ya había matado
una vez para mantener vivo el sueño. Loco y decidido... una combinación peligrosa.
Buscó su teléfono. Debería haber sabido. No lo haría él mismo; traería a alguien
para hacer el trabajo sucio. No podía creer que en realidad estaba escuchándolo
hacer la llamada para poner un precio sobre mi cabeza. ¿Dónde diablos estaba la
maldita caballería? Pero nadie estaba mirando al tío Tim.

DAMIAN
—Él está llamando para un asesinato —dijo Mic. Acabábamos de entrar en la
furgoneta de vigilancia enfrente del edificio de Thea.
Anton estaba deambulando, el hombre estaba apenas guardando su
compostura.
—Hijo de puta. Ese hijo de puta Federico me mintió. —Buscó su teléfono.

272
Era inteligente de Federico renunciar a Hartnett para mantener a Gallagher
protegido porque había justo suficiente verdad en su mentira para hacerla creíble.
Sobre papel, Hartnett y Gallagher eran muy similares y con Hartnett jugando sucio...
sí, enviándonos en esa dirección era definitivamente inteligente.
—Lucien. Federico mintió. ¿Todavía tienes a tus hombres sobre él? Sí. Está
llamando a un ejecutor. Sí, sácalo. Lo explicaré más tarde. Gracias hombre.
Anton cerró bruscamente el teléfono.
—Lucien tiene los teléfonos de Federico pinchados y su casa bajo vigilancia.
Una medida de precaución dada la charla que tuvimos con él. Sacará al sicario que
Federico llama. Pero esa mierda también tiene que caer.
—Lo atraparemos, pero vamos a concentrarnos en Gallagher —dijo Cam.
—Razor, vas a entrar. Gallagher no te conoce, pero Thea sabrá que estamos
aquí.
—En ello.
—Tenemos que traer a la policía en esto. —Cam estaba pensando a largo plazo
en clavar a Tim, y él no estaba equivocado, pero mi enfoque era sacar a Thea de allí.
—Vienen ahora, y ellos le avisarán que estamos sobre él. Empujas a un hombre
así en una esquina y no termina bien —dijo Guy.
—Estoy de acuerdo. Razor asegurará la escena, entraré por la habitación.
—Vamos a pasar por el dormitorio. —Conocía ese tono, Anton no iba a ser 273
influenciado, no discutí. Me gustaban las probabilidades mejor con él—. Pasamos,
sacamos a Thea y todo ha terminado. Las policías pueden pasear y hacer el arresto.
—Tan pronto como esté libre, llamas. —Cam era todo policía ahora mismo.
—Hecho.
Busqué la puerta de la furgoneta, pero Cam me detuvo.
—Protégela. —Aquí estaba el hermano.
—Con mi vida.

THEA
Mi corazón cayó al toque en la puerta. El hombre al que había llamado tío
durante todo el tiempo que recordaba se había plantado frente a la puerta. Sabía que
planeaba escapar y no iba a dejar que eso sucediera. La bilis se precipitó por mi
garganta, el miedo me hizo enfermar del estómago cuando se abrió la puerta.
Durante unos segundos me quedé mirando en silencio convencida de que no estaba
viendo lo que estaba viendo. Luego habló.
—Llamaste.

273
Razor entró en mi apartamento, se detuvo y me dio una descarada mirada una
vez más antes de guiñar el ojo.
—No sabía que había un bono para este trabajo.
Tim se movió rápidamente, agarró a Razor por el cuello.
—Manos fuera. ¿Entendido?
La expresión que siguió hizo que Razor pareciera lo que él estaba fingiendo ser,
un asesino.
—Mátala, pero no la toques. Lo entiendo.
—Sin armas. Tiene que parecer un accidente.
—Lo tengo. Eso te costará más.
—Solo hazlo. Esta noche.
Tim se volvió hacia mí.
—La ayuda contratada no es lo que solía ser. Siento mucho que haya llegado a
esto. No es personal.
—Se siente jodidamente personal.
Se acercó a mí y arrancó el collar de mi cuello.
—Llevaré a Rosalie y Cam a través de esto, igual que lo hice con tu padre.
—No te saldrás con esto.
274
—Ya lo hice.
Se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo.
—¿Cómo llegaste tan rápido?
Mis ojos volaron hacia Razor, que estaba tan fresco como el hielo, pero Tim no
esperó una respuesta y se movió con sorprendente velocidad para arrastrarme contra
él. Un arma apareció, cavándome en la espalda.
—Tus armas en la mesa.
Le puse el pie en el suyo con fuerza antes de echar la cabeza hacia atrás. Me
soltó y corrí antes de oír el disparo justo cuando alguien cayó encima de mí,
haciéndome caer muy fuerte. Otro disparo, luego voces que venían del otro lado del
pasillo. Intenté mover, pero quienquiera que estaba encima de mí no se movía. Pensé
que era Tim entonces me di cuenta que era probablemente Razor y no se estaba
moviendo. Movimiento de pies, el peso de mi espalda se levantó y luego me
levantaron y me presionaron contra un pecho. Cam.
—Razor.
—Estoy aquí, nena.
—Pero, quién ha sido... —Me alejé de Cam y me volví para ver a Damian en el
suelo, Mic y alguien que no reconocí trabajando sobre él. Había sangre, tanta sangre.
—Necesitamos una ambulancia ahora mismo.
Mi cabeza giró justo antes de que todo se volviera negro.

274
Damian había tomado una bala que era para mí, se lanzó en su camino para
protegerme. Había salido de cirugía, pero había perdido mucha sangre y había
entrado en coma. Me senté al lado de su cama, su gran mano en la mía. No podía
perderlo. No podría vivir en un mundo sin él. Presioné mi rostro contra su pecho y
rogué. Recé para que volviera a mí.

La caja de cartas que le había escrito estaba en mi regazo. Los médicos dijeron
que podía oírme, que oír mi voz era importante, así que me senté en esa habitación
del hospital y leí las palabras que mi yo más joven había escrito, palabras que todavía
sonaban verdad. Y cuando las había leído todas, las volví a leer.

Habían pasado dos días. Mamá intentó que me fuera a casa, pero no quería que
Damian se despertara y que yo no estuviera allí. La pandilla estaba en la sala de
espera. Se turnaban para traer comida. Yo no podía comer, no en dos días. Me quedé
a su lado, instándolo a despertar.
—Estoy poniendo serpientes en tu cama si no te despiertas, un montón de
serpientes resbalando alrededor de tus piernas y sobre tu rostro. Incluso les pondré 275
directamente en tu estómago. No me pongas a prueba, Damian. Lo haré.
Estaba tan quieto, excepto por la elevación y caída de su pecho.
—No había nada en la caja de papá para implicar al tío Tim. Su propia culpa le
hizo tropezar. Había hecho matar a papá antes de que hiciera la conexión, pero
Dobbs está testificando contra él, la grabación de él contratando un sicario para
matarme, su intento sobre ti. Se va por mucho tiempo, ni siquiera él puede sacarse a
sí mismo. Y todos sus casos están siendo revocados. Jacob Hunter fue detenido de
nuevo y se enfrenta a otro juicio. —Acaricié su brazo y le toqué el rostro—. Había algo
en la caja de papá y estaba dirigido a ti. Era el anillo de bodas de mi abuela. Papá
sabía, creo que sabía que algo le iba a pasar. Envió sus archivos a Cam y la llave a mí.
Pero el último regalo de papá para mí no fue la llave, fuiste tú. —Dejé caer mi cabeza
porque las lágrimas que había estado tratando de contener rodaron por mis
mejillas—. Me prometiste toda la vida.
Su mano se movió en la mía. Mis ojos se dirigieron a su rostro para ver esos
ojos pálidos mirando. Su voz era tan baja, pero oí cada palabra, se quemaron en mi
corazón.
—Empezaremos con eso.

Los amigos y la familia llegaron en olas al día siguiente de que Damian se


despertara, pero ahora solo éramos los dos y con el susto detrás de nosotros, el miedo

275
dio paso a la furia. Casi murió y él era el que constantemente me decía que hacía
cosas estúpidas.
—¿Que estabas pensando?
Incluso en una cama de hospital, el hombre parecía formidable. En respuesta a
mi pregunta, levantó una ceja.
—Ponerte en el camino de una bala. ¿Qué diablos, Damian? ¿Y si te hubiera
matado?
—Mejor yo que tú.
—No. No es mejor, en absoluto.
—Se acabó, no sirve de nada insistir.
—Estás acostado en una cama de hospital con tubos y cables. Joder que voy a
insistir.
—Hubieras estado en una caja de madera.
—Podrías haber sido tú.
—Pero no lo estoy.
—Fue imprudente.
—Ven acá.
—No.
276
Empezó a quitar los cables de su brazo. Corrí hacia él.
—¿Qué…?
Incluso recuperando de una cirugía mayor el hombre podía moverse,
tirándome encima de él, presionando mi cuerpo sobre el suyo.
—He esperado mucho tiempo por ti y ahora que finalmente te tengo, moveré
cielo y tierra para mantenerte en el lugar donde siempre te he querido, a mi lado.
Caminaré bajo la lluvia para que permanezcas seca, voy a renunciar a la comida para
que puedas comer, tomaré el dolor para que no sientas nada y absolutamente pasaré
delante del peligro para mantenerte a salvo.
Lágrimas rodaron por mis mejillas y las limpió.
—He esperado mucho tiempo para ti también, así que vamos a tener un
paraguas lo suficientemente grande para dos, plantemos un jardín para que siempre
tengamos comida, compartamos el dolor porque nos tenemos el uno al otro para
buscar la comodidad y vamos a evitar el peligro porque vivir una vida sin ti sería peor
que la muerte.
Me tocó la mejilla y sonrió.
—Tienes buenos argumentos.
—Por favor, sonríe más a menudo.
Me besó en su lugar.

276
—Te das cuenta de que hablaste como cien palabras seguidas. Creo que es un
récord.
Su mano bajó por mi espalda hacia mi culo, donde me golpeó ligeramente.
—Compórtate.
Todo debajo de mi cintura palpitaba.
—Esa no es la manera de animarme a comportarme.
—Cuando te lleve a casa…
—¿Dónde está casa? —Me encanta Nueva York, pero echaba de menos la casa
de campo.
Su respuesta se acomodó felizmente en mi pecho.
—Donde quiera que estés.

277

277
acía mucho ruido y estaba lleno. El olor a whisky y jamón llenaba el cerrado
espacio. Damian estaba a mi lado, con su brazo alrededor de mi cintura,
sus dedos enterrándose en mi cadera para mantenerme presionada contra su
costado. Su suave camisa blanca se sentía muy bien contra mi acalorada mejilla.
La voz de Cam se escuchó por sobre los ruidos del bar.
—Por Thea y Damian. Joder, finalmente.
—Cameron Edward Ahern. ¿Qué clase de modales son esos para usar el día de
la boda de tu hermana?
Damian y yo nos casamos. Me puso el anillo de mi abuela en mi dedo y me
prometió sonreír más, reír más. Prometió cuidarme las espaldas cuando llegara el
apocalipsis zombi y que me mantendría suministrada de café y azúcar. Y prometió
amarme en esta vida y la próxima. Yo prometí no ser imprudente, intentar controlar
mi temperamento. Prometí jamás perder mi sentido del humor y mantenernos
provisionados de galletas. Y prometí amarlo esta vida y la próxima.
Mamá todavía estaba despotricando, lo había estado haciendo desde que supo
nuestros planes de boda. 278
—Todavía no entiendo por qué tenemos una recepción en un bar.
Damian me acercó más. Alcé la mirada para encontrar sus ojos en mí. Y luego
Damian Tate se inclinó y besó a su esposa entre todos en el McGinty’s.

—Viene tarde, pero llegará pronto. Dijo que no había que esperarlo.
—Esperaremos. Solo nos reunimos una vez al mes, cenaremos todos juntos.
La señora Cooke estaba en la mesa de la cocina de mamá removiendo la masa
para galletas. Había convertido la mudanza con mamá en algo permanente. Me
gustaba que se tuvieran la una a la otra, que la casa de mamá se hubiera convertido
en el centro del vecindario y que cada noche de la semana hubiera gente yendo y
viniendo. Damian compró la casa de la señora Cooke para acomodar las instalaciones
de su firma de seguridad, la cual era financieramente solvente porque sus
operaciones costaban bastante dinero debido a la complejidad de estas. Y había
mucha demanda porque su equipo estaba expandiéndose. Él dejó su casa como
estaba y ella podía visitarla cuando quisiera. Había vuelto a hornear. Nos confesó
que había dejado de hacerlo porque había sido una de las formas en que le demostró
su amor a Mitchell y cuando él murió dolía demasiado. Lo entendía, sí que lo
entendía. Pero ahora que estaba entre su nueva familia, estaba mezclando cosas cada
día.
Ryder entró a la cocina, Kimber siguiéndola.
278
—La mesa está lista.
—Derrick y el tío Guy están preparando las bebidas. ¿Alguien quiere una?
—Un Martini para mí —dijo mamá.
—Una ardilla rosada para mí. —A la señora Cooke le gustaban los cocteles
excesivamente dulces, pero creo que se divertía más viéndonos reaccionar a sus
elecciones de bebida.
—¿Thea?
—Nada para mí.
Ryder y Kimber me miraron con sospecha. Tenía noticias. Al principio lo
sospeché, pero estaba confirmado. No lo diría hasta que le dijera a Damian. Estaba
un poco nerviosa porque, aunque sabía que él quería hijos, no hablamos de cuándo.
Era un poco tarde ahora.
Anton entró por la puerta trasera. Sus mangas enrolladas hasta sus codos. Cam
vino tras él.
—La leña para el fuego está lista. Limpiaste la chimenea, ¿verdad?
—Sí, Cam.
—Si te quedas sin madera, me avisas. Haré que te traigan más.
Mamá puso los ojos en blanco.
—Es como si nunca hubiera vivido sola. 279
Anton se desenrolló las mangas y fue al lado de mamá, presionando un beso en
su mejilla.
—Para nada. Es solo amor, Rosalie.
Anton había estado distraído desde que todo se descontroló y sabía que tenía
asuntos pendientes con Federico. Me asustaba esa parte de su vida, pero él debía
hacer lo que debía de hacer y solo esperaba que pudiera ayudarlo cuando llegara el
momento, así como él me ayudó.
Los ojos de mamá se pusieron brillantes. Tenía dos hermanos y ella tenía tres
hijos, pero esa lista estaba creciendo. Razor, el hombre del yoga y Mic había sido
traídos al redil y con el equipo de seguridad de Damian, todos mudándose cerca de
las instalaciones; Damian decía que logísticamente era buena idea, pero sabía que
era porque ellos eran su familia, de una forma ruda y mercenaria; nuestra familia
improvisada continuaba creciendo.
Bullet entró corriendo a la cocina, Matthew a su lado. Ambos habían
recientemente dejado sus trabajos y eran los miembros más nuevos del equipo de
Damian. Como siempre, Bullet dejó caer su trasero al lado de mamá y yo, demasiado
disciplinado para rogar por comida, pero aun así con esperanzas.
—Es ridículo. Seis meses fuera del ejército y ha olvidado todos sus modales —
bromeó Matthew, pero no había más que amor en su tono—. ¿Todavía quieres
conseguir un cachorro?

279
Adoraba a Bullet. Nunca tuvimos mascotas de niños, pero quería un perro…
también Damian.
—Claro que sí.
—Cuando estés lista, hablamos.
—Estoy listísima.
—Muy bien. Después de la cena.
—Suena bien.
—Debo sacar a pasear a este amigo antes de cenar. Ya volvemos.
—La cena estará lista en media hora —dijo mamá.
—Iré contigo —se ofreció Anton.
—También yo. —Cam y Anton siguieron a Matthew y Bullet afuera.

Apenas estábamos poniendo la comida en la mesa cuando Damian llegó. La


visión nunca pasaba de moda, observarlo. Todavía era Damian, guardaba sus
palabras, prefería estar al fondo a ser el centro de atención, pero sabía que me amaba,
tan profundamente como una persona podía amar. Acababa de llegar a mi lado
cuándo tomé su mano.
—Debo hablar contigo. —Me dejó sacarlo del cuarto y llevarlo a mi viejo cuarto. 280
Cerré la puerta y me incliné contra esta. Él tenía una sonrisa malvada en su rostro.
—¿Me extrañaste?
—Sabes que sí, pero no es por eso que necesito hablar contigo.
Nunca supe cómo alguien podía pararse tan quieto y aun así sabía que tenía
toda su atención.
—Nunca hablamos de los detalles, pero…
—Pero ¿qué?
—Estoy embarazada.
No reaccionó, solo se quedó ahí como una estatua.
—Lo sospeché, pero fui al doctor hoy para confirmarlo. Ocho semanas. El bebé
nacerá en algún momento de mayo.
Todavía nada, no había estado preocupada, pero estaba empezando a estarlo.
—¿Damian?
Y entonces estuvo sobre mí, me presionó contra la puerta, lo dedos de una
mano se enterraron en mi cabello mientras su boca me reclamaba. Levantó mi falda,
movió mis bragas a un lado y sacó su polla, enterrándose dentro de mi cómo si
estuviera apoderándose de mí tanto como podía. Y luego se quedó inmóvil, como si
estuviera guardando el momento en su memoria.
—Un bebé —susurró.

280
Y supe que eso era exactamente lo que estaba haciendo, marcando el momento.
Mi corazón debió haber explotado de lo lleno que estaba.
No se necesitaron palabras, ya el momento era bastante emotivo; y entonces
levantó mi pierna para tener una mejor penetración justo mientras mecía sus
caderas. Uní mis dedos tras su cuello y lo acerqué más. Encontramos nuestro ritmo
y cuando nos vinimos, fue juntos.
Apoyó su frente en la mía.
—Gracias.
—¿Eres feliz?
Movió sus caderas y mordí mi labio inferior porque se sentía muy bien.
—¿Qué crees?
—Deberíamos volver. Hay dos detectives abajo, fácilmente deducirán qué
estamos haciendo aquí arriba.
—Eres mía. —Movió sus caderas de nuevo—. No me importa si lo descifran.
Sus caderas estaban aumentando la velocidad, golpeándome en los puntos
correctos que no me importó más. Nunca despegó sus ojos de mí mientras
lentamente me daba otro orgasmo, y observarlo mientras encontraba su liberación,
el momento o dos cuando su cuerpo cedió, fue mi parte favorita porque vi directo a
su alma y la profundidad de lo que sentía por mí. Era hermoso, imperfecto y mío.
281

Algún momento de mayo


Sentí como si acabara de quedarme dormida cuando desperté. Me estiré hacia
Damian, pero la cama estaba vacía. Él estaba de pie al lado de la cuna de Edie y Pilot,
nuestro cachorro de pastor alemán, estaba de pie a su lado; habíamos nombrado a
nuestra hija Edie en honor a mi padre. Me bajé de la cama y fui con ellos, mi brazo
rodeó su cintura mientras miraba a nuestra niña.
—Lo único que siento cuando la miro es amor, la clase de amor que siento por
ti. —Me miró—. Es una parte de mí.
Tragué el sollozo porque lo entendía. Yo era su familia, Anton, Cam y mi mamá,
él tenía una familia, una grande y amorosa, pero esta hermosa niña era una parte de
él.
Su voz se rompió cuando dijo:
—Gracias.

UN AÑO DESPUÉS
Deadwood, Dakota del Sur
281
Acabábamos de aterrizar e íbamos tarde. Llamé a mamá del auto para decirle
que habíamos llegado. Ella y Pilot salieron a pasear, a él le encantaba salir con la
abuela. Habíamos esperado dejar el equipaje en la cabaña, pero no había tiempo.
Damian conservó la cabaña de Amelia. Después que nos casamos, regresamos al
pueblo de visita. Nos habíamos perdido la representación, pero había sido tan bueno
encontrarnos con todo y no tener ningún drama colgando sobre nuestras cabezas.
Damian y yo hablamos sobre vender el sitio, pero ninguno quería. Puede que
no viniéramos tanto como quisiéramos, pero nos gustaba la idea de tener un lugar
para cuando quisiéramos, su casa.
Edie empezó a aplaudir en su asiento. Tenía un salvaje cabello marrón como
yo, pero tenía los ojos de Damian. Adoraba a su papa y su grandote y rudo papá la
adoraba.
Llegamos a la calle principal para ver la multitud que se había reunido al final
de esta. Damian rodeó el auto y me ayudó a bajar, su mano quedándose más tiempo
del necesario, sus ojos mirándome como tenía la tendencia a hacer. Luego liberó a
Edie de su asiento, la arrojó en el aire, lo que siempre hacía que mi corazón se
detuviera y ella gritar de alegría, antes de cargarla contra su corazón. Tomó mi mano
y nos guio por la calle.
Missy fue la primera en saludarnos luego Maureeen, Dinky y los demás se
acercaron por besos y abrazos. Las cosas de Amelia habían regresado; los
compradores de los objetos de Amelia estuvieron abatidos al escuchar la historia, y 282
Janice estaría pagando de tres a cinco años. Nos fuimos hacia el bar y el aviso todavía
no estaba encendido.
—¿Lista? —preguntó Missy.
El aviso se iluminó.
Amelia’s.

Mamá estaba cuidando a Edie y Pilot por la noche, y teniendo una noche libre,
Damian y yo la pasamos viendo películas y haciendo el amor en el sofá. Era tarde y
me desperté para encontrar el apartamento vacío. Sabía dónde estaba, así que tomé
una manta y fui al gimnasio. Pasé la repisa de la sala, luego me detuve y me devolví
para ver la foto… una de Damian, Edie, Pilot y yo. La caja especial de papá estaba al
lado y estaba llena con las cartas que había escrito a Damian, menos esa primera
carta y mi foto porque él todavía la llevaba en su billetera. Y justo enfrente estaban
sus placas. No había sido mi intención, pero amaba la repisa porque representaba el
viaje que se requirió para que Damian y yo estuviéramos donde estábamos ahora.
Toqué sus placas militares, agradecida porque estaba en casa y a salvo, y luego bajé
al gimnasio. Ya no tenía sus sesiones nocturnas tanto como antes. Los fantasmas que
lo atormentaban estaban silenciándose y me gustaba creer que Edie y yo estábamos
ayudando con eso.

282
Estaba donde había estado esa primera vez que lo vi trabajar con la bolsa de
boxeo, y como en ese entonces, supo que me había acercado. Su espalda estaba
desnuda, su demonio moviéndose mientras sus músculos se movían por su esfuerzo.
Me moví contra él, envolviendo mis brazos en su cintura y presionando un beso entre
sus omoplatos… justo en la cicatriz de la bala que había recibido por mí. Se dio vuelta
y me envolvió en sus brazos mientras su barbilla se inclinaba, y por unos segundos
solo nos miramos antes que me levantara en sus brazos y me llevara arriba. Había
deseado de niña sabor todo sobre el callado y reservado chico que había sido, y ahora
lo sabía, conocía cada parte de su hermosa, complicada y dañada alma y amaba todo
de él. Llegamos a nuestro cuarto y Damian nos desvistió antes de bajarme sobre la
cama. Y pensar que alguna vez había temido el silencio. Las palabras estaban
demasiado sobrevaloradas.

283

283
Work Song…Hozier
F**kin’ Perfect…Pink
The Glory of Love…Bette Midler
Say You Won’t Let Go…James Arthur
You and Me…Lifehouse
Jealous Again…Black Crowes
Please Don’t Leave Me…Pink
I’m Still Here…Jem and the Holograms
I Can’t Live Without You…Bad Company
Piece By Piece…Kelly Clarkson
What If You…Joshua Radin
Trouble…Pink
Still Into You…Paramore 284
Perfect Memory…Remy Zero
Baby Mine…Bette Midler
The Sound of Silence…Disturbed
Shake It Off…Taylor Swift
Lost Stars…Adam Levine
Run…Snow Patrol

284
La serie continua con Anton Scalene.
Demon You Love,
Invierno 2017

285

285
L.A. Fiore adora escribir y perderse en el mundo de sus personajes. Cuando no
está escribiendo, con frecuencia la puedes conseguir creando un caos colorido a
través de la jardinería o tocando el piano. Vive con su esposo y dos hijos en Bucks
County, Pennsylvania, donde nació y creció.

Autora de Beautifully Damaged y Always and Forever

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