Está en la página 1de 77
Capitulo 3 LA ARQUITECTURA GRIEGA La ciudad para Platon y Aristételes PLATON Estructura y caracteristicas de la ciudad (388 a.C.) ‘Tener el snar junto a Ja regia habitada es algo agradable dia a dia, pero en resumidas cuentas es tuna vecindad amarga y salada. Pues asi, el estndo se llenarie de wifico y de asuntos comerciales y naceria una costumbre de falsedad e inconstancia ‘en las promesas, de forma que se harfa infiel y ene- migo de si mismo en sus selaciones internas 9, paralclamente en la consideracién de Jos demis estados del exterios. (1) Antes que nada, ¢5 nece satio estaslecer el nmero total de ciudadanos, y después determinar su distribucién en lases, ¥ cuantas y cusin numerosas deben ser. Finalmente, se distribuirdn la terra y las viviendas con la mayor eqjuidad posible. La masa total de ciudadanos no se puede delimitar adecuadamente si no es en rela cién a las condiciones geogrificas y politicas de la ona circandante; el territorio tiene una extensién suficiente cuando es eapaz de olimentar a un Ger to ntimero de ciudadanos dentro de los limites de tuna forma de vida media, por oxra parte el ntime- ro de ciudadanos debe ser suficiente para poder dofenderse de las agresiones de los vecinos y para poder ayidailes si, a su vez, son agredidos. Por tanto, podremos dererminar todo esto, no sélo de hhecho, sino con el pensamiento, solamente des: pués de tener pleno conocimiento de la regién y de sus habitantes. Y shora en abstracto y como un esquema completamos nuestro discurso y habla- ‘mos de lt legishacion. Fijamos en 3.040 ef nimero de ciudadanos que tendsén asipnadas otras tantas partes de terreno para cultivaslas y defenderlas. “Teaaro de Bpidasvo, (950 aC} Pacstons Bailes y Templo de Hera Agiva avy siglor 3c.) Veremos que es un nimero bien clegtdo. Divi dienos la tierra y las casas en el mismo mimero de partes de modo que @ cada uno fe toque la suya {..) Traténdose de una nueva colonia, anterior mente deshabitada, antes que nada es necesatio disponer la parte, por asi decir, arquitecténica en general, es decir, e6mo se construixin y se coloca rig los templos y las murallas de la capital. es nnecesatio situar todos los templos en torno a la pla za del mercado y el resto de las viviendas privadas ‘en micleos concéntricos sobre las colinas por razo- tes higinicas y de seguridad, Junto a los templos, Ia sede de las magistraturas y de los tribunales; los Jagares en los que se administra justicia a los ciu- dadanos han de considerasse como sagrados. sobre todo los tribunales en los que se juzgan los hhomicidios y otros delitos que se castigan con la muerte... En cuanto a las murallas.. soy de la opi- nién de los de Esparta, dejarlas yacer en tierra y no levantarlas munca... las muzallas no deben ser de tierra, sino de hombres armados con petos de hie- so y bronce. (..) Sin embargo, si realmente son necesarias las murallas, se comienzan a construir con esta fumcién Jas casas de los particulares, de mode que la propia ciudad sea una fortaleza, y que Jas casas estén situadas en las calles de forma regu- lar, hechas de la misma manera, adaptades para la delensa; no es desagradable ver ana ciudad que tiene el aspecto de una sola casa, y es también an sistema excelente para la seguridad, tanto de los individuos como del estado, en base a la faclidad con Ia que se presta ala vigilancia, (De Ditfogos, VIL, Las Leyes, IV 705, ¥ 737, VIT78, 779.) Capit de! Templo de Hers.en Pacstam, 105 Cannn03 Lanngoistosa Reconsteuccn de la estractra del Templo de Mia en Egina ‘Templo de Apo en Coriato y Templo C en Selinonte (siglo Via) 106 Viviondas pivndis en Olin. ARISTOTELES Estructura, caracteristicas y elementos de la ciudad (335 a.C.) Ex necesario, por tanto, dividir el tervitorio en dos partes, de las cuales una deberin ser comin y Jn otra perteneciente a los particulares, y cada una de estas pactes se deberfa dividir en otras dos: una parte del territorio comin se deberia adoptar para el culto de los dioses, la otra para comercio de los. mercaderes; el tertitorio de los particalares se deberfa clegir de forma que una parte com- prendiera las partes exteriores y otra la urbana; de este modo, asignande a cada ciudadano una parcela de una parte y otta pareela de la otra, todos podrian tener posesiones en las dos local dades.(.. Ya hemos sefialado la conveniencia de que la ciudad esté en contacto con el comtinente y con ef mat; ademas, yen la medida de lo posible, debe tener facilidad de comunicaciones con toxlas Jas partes del territorio, También seria deseable que la cindad tviera una posicién alta y escaspa- da, teniendo en cuenta cuatro fines esencisles; el primero de ellos, pues es de primera necesidad, jas buenas condiciones higiénicas las cudades orientadas al este en aquellas partes donde soplan los vientos de levante son mis sanas; después vie- nen las que estin protegias de los vientos del norte, pues tienen inviernos més. s Ademas, las condiciones topogrificas de la civ dad deben estar adaptadas a Ja administracién civil y a razones estratéyicas. Respecto a éstas debe ocursir que las salidas desde dentro sean ficiles, y en cambio sea dificil Ia entrada desde fuera y, por tanto, la conquista de la ciudad; debe haber gran abundancia de fuentes; en todo caso, se debe acumular abundante cantidad de agua de lluvia en grandes aljibes, de modo que, aun que- dando la ciudad aislada del rerritorio durante la guetra, jamas llegue a falta el agua. (..) En cua to a los lugares fortificados, la conveniencia de étos es selativa segiin las diversas formas de gobierno. Por ejemplo, las acr6polis son adecua das para los gobiernos oligarquices y tiranicos, las Hanuras para los gobiemos democriticos; a los aristocraticos, ni una ni otra exclusivamente, sino tuna serie de zonas fortificadas. La disposicién de Jas casas se estima més grata y més dil en todos Jos aspectos sila ciudad esta dividida segdin el sis- tema moderno hippodamico, y, respecto a la seguridad en caso de guerra, es aconsejable el sis: tema contrario, el que practicaban los antiguos, segiin el cual la ciudad era inaccesible a los ene rigos, y no era facil para los asaltantes, cuando habfan entrado, encontrar las calles. Por esto es necesario que la ciudad participe de uno y de otza sistema (y esto es jusible si su disefiv correspon. de a la disposicién de las vides colocadas a dis ‘Temple de Seyeste (siglo Vh tancias desiguales © sin direcciones de hilera’); y con este fin no se debe dividit todo simétrica mente, sino sélo ciertos puntos y barrios. De este modo se habré contribuido a fa seguridad y a la ordenaciin de la ciudad. (..) .. los edificios consagrados a los dioses y los destinados a los banguetes comunes de los magis: teados conviene que tengen un lugar adecuado y siempre el mismo, fuera de cualquier templo 0 lugar de oréeulos, pata los que la ley establece sedes precisas. El lugar mas adecuado a este fin viene recomendade por su decoro a causa de su posicién o por la seguridad respecto a los pueblos de alrededor. Conviene también que en este lugar se construya una plaza de mercado semejante a la famosa de Tessalia, « la que llaman libre: —no de- be haber alli objetos para vender, y ningiin ope ratio mecénico, agricultor u otros deberdn poder acercarse sin ser invitados por los magistrados. Bi sitio seriz mis atrayente si allf tuvieran lugar los ejercicios gimnésticos de los hombres maduros; pues corviene que también la institucién de los cjercicios gimnasticos sea tenida en cuenta al principio del reparto, segiin la edad: que los magistrados dirijan a los j6venes y, a su vez, estén ssistidos por hombres maduros, Pues la presencia de los magistrados infunde el verdadero pudor y la turbacién respetuosa digna de los hombres libres, Pevo la verdadera plaza del mercado debe ser diferente de ésta, y apartada de ella, con una situacién favorable para la entrada de todos los productos, santo del mar como del interior. (..) Las magistraturas que tienen bajo su vigilancia los contratos privedos, admiten denuncias, citan a los acusados © ejercitan otros actos de gobierno, como la policia del mercado o de la chudad, deben residir junto a la plaza del mercado 0 en alguna parte central de la ciudad: pero el lugar is adecuado es en torno a la plaza del mercado, pues la parte superior debe estar destinada a la tanquilidad y al recogimiento... (De Polires, VII ARISTOTELES Hippodamo de Mileto y su ciudad (335 a.C.) Hippodamo de Eurifonte, natural de Mileto, que inventé la division regular de la ciudad y ta aplics 4 El Pireo, .. fue el primero que sin haber tenido ninguna practica en los asuntos patblicos se atrevi6. a formular una teoria sobre la mejor forma de gobierno, Imagina una ciudad de diez mil habi- tantes, divididos en tres clases, la primera com: puesta de attesanos, la segunda de agricultores y la tercera de soldados, defensores de Ja patria; tertitorio debia estar, segin él, dividido en tres partes, una consagrada a los dioses, otta pablice y tuna tercera reservada a las propiedades individua les, La parte consagrada a los dioses seria de la que se obiendrian los recursos para el culto, la plblica, de la que se deberian suministrar los edios de asistencia a los guerseros, y la reserva da a las propiedades individuales pertenecesia a Jos agricultores. Mantenfa después que debian ser tres los tipos de leyes, pues las acciones judiciales podian tener origen en estos delites: la injusia, el daiioy el homicidio. También establecia que debia haber un tibunal supremo al que apelar en todas las eausas que parecieran estar mal juzgadas, Este tribunal deberia estar compuesto por ancia- nos investidos de la autoridad de jueces después de una eleecién. Estimaba que su veredicto no debia ser consecvencia de Ia acostumbrada vora- ci6n, sino que sugeria el sistema de que cada uno Hlevase una tablilla en la que sencillamente eseri Diteto, Pani cle b ada LaciupapranaPearo vy Ansroras 107 Cammuo3 ‘La snounserana 108 biese la pena, en el caso de condena; y la presen- tase en biarco en caso de absolucién; sila absolu- cidn o la condena eran tan s6lo parciales, cenia la obligacién de deciararlo, Segin él, tos sistemas habiuales eran deficientes, Hevando al perjario con los voros demasindo claros o concisos, Pro- ponia aderis une ley segin la cual aquellos que hubieran realizado reformas politicas ttles recibi- ‘fan una reeompensa, y que los hijos de los cafdos en fa guora fuesen alimentados a expensas del estado; como si no se hubiera hecho nunca una ley semejante. En efecto, esta ley existe todavia en Atenas y en otras ciudades. Ademas, Jos magistra. dos debertan ser elegidos por el pucblo; y por pueblo entendia las tres clases de eiudadanos; las personas degidas para la magistrate deberfan ccuidar de los intereses puiblieos, de las relaciones con el exterior y de la wurela de Jos huérfanos, Estas son las lineas generales més relevantes de la constitucién de Hippodamo, (De Politica, H.) NG SnECSS Mileto.Agozsy parte conta en la €poes romana, Capitulo 4 EI helenismo Arnold Hauser SOCICLOGIA DEL HELENISMO En la época helenistica, esto es, en Jos trescientos afios que siguen a Alejandro Magno, el cen: tro de gravedad de la evolucién se traslada por completo desde Grecia al Oriente. Los influjos, empero, son muitos, y nos encontramos ~~por primera vez en la historia de la humanidad— con ung cultura mixta verdaderamente internacional, Esta nivelacion de las culturas nacionales 5 lo que da primordialmente a la época helenistica su caracter eminentemente moderno. Una fusidn de las tendencias particulares se realiza sélo en la medida en que se climinan las cesuras demasizdo marcadas no sélo entre occidental y oriental, griego y barbaro, sino también entre Jos difecentes estamentos, aunque no entre las clases. A pesar de las diferencias siempre cre- cientes de fortuna, de la acumulacién cada vez mas concentrada de capital y del continuo aumento de las clases proletarias en una palabra, a pesar de que se van agudizando las dife- rencias de clase—, se lleva a cabo una cierta nivelacién social, que pone fin a los privilegios de nacimiento. Este proceso es el que por fin completa la evolucién que desde el fin de Ja monar- quia heceditaria y del sacerdocio autoritario tendia a la supresion de las diferencias sociales. El paso decisivo lo dan los sofistas al desarrollar un concepto de areté (apeti) completamente nuevo, independiente de la clase social y del origen, para hacer participar en 61a todos los grie- gos. La siguiente etapa en el proceso de nivelacién le corresponde a la stoa, que intenta liberar Jos valores humanos también de los caracteres de raza y nacionalidad. Desde luego, con su fal- ta de prejuicios nacionalistas, la stoa no hace mis que dar expresién a una realidad ya conse- guida er el impetio de los Diédocos, del mismo modo que la Sofistica, con su liberalismo, es sélo un reflejo de la situaci6n creada por Ja burguesia cindadana comerciante e industrial. Ya la citcunstancia de que cualquier habitante de] Imperio pueda, con sélo cambiar de domicilio, convertisse en ciudadano de una ciudad cualquiera, significa el fin de Ja idea de la ciudadania vinculada a la polis. Los ciudadanos se han convertido en miembros de una comu- nidad econémica; las ventajas provienen de su libertad de movimientos, no de su adscripcién a un grupo tradicional. Las comunidades de intereses no se orientan ya por Ja igualded de raza y nacionalidad, sino por la igualdad de oportunidades personales. La economia alcanza el grado de capitalismo supranacional. E] Estado favorece la selecci6n de los hombtes reali- zada de acuerdo con su habilidad en los negocios, porque los elementos que se afirman en la lucha por la existencia resultan también los més intiles para la organizacién interna del impe- rio mundial. La antigua atistocracia, por su afin de distinguirse y aislarse, de mantener la pureza de su raza y de su cultura tradicional, no resulta en absoluto adecuada para la organi zaci6n p administracién de tal imperio. El nuevo Estado la abandona a su destino y acelera la formacén de una clase dirigente burguese, apoyada slo en su poder econémico, sin prejui cios de raza ni de clase. Esta, con su movilidad en el orden econdmico, su libertad frente las tradiciones petrficadas y sin sentido, su racionalismo capaz de improvisar, esta ideol6gi- camente muy cerca de la antigua clase media, y resulta ef mejor aglutinante para la consoli- dacién politica y econémica de los pueblos del imperio mundial helenistico. Es verdad que el estilo artistico de fas épocas anteriores no era siempre unitario; con fre- cuencia convivian en ellas, en los estratos sociales superiores, un arte aristocritico, estrietamen- te formal, clevado, y, en los inferiores, un arte mas uniforme; o existia un artc sagrado, conser- vador, y otro profano, progresista, Pero antes del helenismo apenas hubo époce alguna en la 109 Canrotag Exons 110 ue otientaciones de estilo y gusto completamente diferentes tuvieran su origen en una misma esfera social, y en la que se creasen obras de arte de los mis opuestos estilos para una nica cla- se social, para un dnico estrato cultural. El «naturalismo», el «barroco», ef «rococo» y el «cla- sicismo» de la época helenistica se desarrollan, ciertamente, uno tras otto en la Historia, pero, 1por fin, evnviven todos a la vez; desde el principio comparten el favor del piiblico lo patético y Jo inimo, lo solemne y lo comin, fo colosal y lo menudo, lo tiemo y lo gracioso. De la autono- mia del arte descubierta en el siglo vi, completada de modo consecuente en el v, transformada en escepticismo en el 1V, resulta ahora un juego virtuosista de formas asbitratias, un afan de hacer expetimentos con posibilidades abstractas de expresién, una libertad que, aun cuando realiza todavia excelsas obras de arte, confunde y desvaloriza los patrones orientados por el arte clisico, Le disolucién de los principios del estilo clésico esta enlazada directamente con los cam- bios en Ie estructura del estrato social que es cliente del arte y arbitro del gusto. Cuanto menos utilitario se vuelve este estrato social, tanto mas heterogéneas son las otientaciones estilisticas que coexisten unas junto a otras. El cambio mas importante en la composicién del pablico adviene con In aparicién de Ja antigua clase media, hasta ahora sin particular influencia en el campo del arte, como un nuevo cliente en la adquisicién de obras de arte, como una clase con- solidada ex el aspecto econdmico y social, Este estrato social juzga el arte, desde luego, con cr- terios distintos que la nobleza, si bien muchas veces, y frecuentemente con gtan ambicién, se esfuerza por acomodarse al gusto de aquélla, Otro factor nuevo, decisive para el futuro, dentro del conjunto de los clientes de obras de arte, son los principes y sus cortes: éstos plantean al arte exigencias completamente distintas que las que plantean la nobleza o la burguesia, si bien tan- to la nobleza como la burguesfa procuran apropiarse los aires prineipescos ¢ imitar, en los limi- tes mas modestos de su propio arte, el estilo teatral y pomposo de las cortes. Asi la tradicién cla- sica del arte se mezela, pot una parte, con el naturalismo del estilo de género burgués, y, por otra, con el lujuriante barroco del gusto ailico. (De Sozialseschichie der Kunst und Literatur, Ménich, 1950, Versién castellana: Hixtorta socéal de la Literatura 3 el Arte, Ea Guadarrama, Madrid, 1962, Trad, A. Tovar y TP. Vargas-Reyes, pags. 115- 116, 118.) Leonardo Benevolo La ARQUITECTURA HELENISTICA En el mundo helenistico, el trabajo artistico no sélo acentiia su propia autonomta, sino que se establece como instituci6n, Mientras que antes los artistas eran individuos excepcional- mente desligados de los habituales vinculos sociales, ahora llegan a ser una clase, con sus pro- pias conesiones a nivel internacional Nace en este perfodo la oxganizacién cientifica del trabajo intelectual y se forman institu- ciones adecuadas para favotecer las bisquedas y los intercambios culturales: academias, museos, bbliotecas, Los gobiernos de los Estados helenisticos hacen casi todos una «politica qultural», retinen a artistas y cientificos en centros dotados de todos los elementos necesarios. EL primero de estos centros es el de Alejandria, con su famosa biblioteca. Todo ello favorece Ja colaboraci6n y Ja divisién del trabajo, relegando a segundo plano los valores individuales, causando ana separacién progresiva entre arte y vida, alentando en la arquitectura y en las artes figurativas Ja técnica abstracta, en literatura ln erudicién y la filologia pura; al mismo tiempo, acostumbra a una visién hist6rica de los problemas, hace aptos a los hombres de cul- ‘ura para apreciar con igual disposicién de animo las experiencias de todas las épocas pass das y de todos los paises. De aqui el eclecticismo, que es uno de los caracteres més impor tantes de la edad helenistica; no s6lo varios estilos y varias tendencias coexisten en los mis- mos lugares y al mismo tiempo, sino que se producen verdaderos revivals de estilos arcaicos. La universalidad de las realas arquitecténicas formuladas precedentemente no se pone en duda a causa de la amplificacién del campo de accién; por el contrativ, secibe wa aprobe cidn definitiva, concrevéndose en una exacta disciplina, seguida en todas partes con la misma firmeze. En efecto, cuando los griegos entran en contacto con los pueblos indigenas, el reper- torio de la arquitectura griega no se mezcla con el local —excepto en Egipto, donde la fuer- za de tna antiquisima tradiciGn se impone también a los nuevos dominadores—, sino que conserva y acentiia su unidad y generalidad. La tendencia a la reflexién y a la organizecién induce justamente ahora a formular con pre- isién cientifica el sistema de las reglas clasicas; nace ahora, se puede decir, la teoria de la arquitectura, se esctiben los primeros tratados —todos perdidos, pero en parte resumidos por el tratado de Vitruvio, escrito en Ia época de Augusto— y aparece junto al disefiador de proyectos el te6rico de la profesién, Ello cambia ol equilibrio de la cultura arquitectonica, aumentando el peso de los factores racionales; el margen de libertad consentido por las reglas tiende a restringitse, se perfila una casuistica de soluciones tipicas, un standard, dirfamos hoy; el contenido de la tradicién acqui: tecténica empobrece, pero en compensacién adquiere una mayor independencia de las con- diciones exteriores; por tanto, una adaptabilidad a diversas y numerosas circunstancias, pre- existencias ambientales y costumbres de ejecucién, (..) La ampliacion del campo geogeafico, el desarrollo y la diferenciacién de las estructaras poli ticas y sociales, el aumento de los medios técnicos y financieros puestos a disposicién de los constructores, conducen por sf mismos a ensanchar el campo de las experiencias arquitecto- nicas, forzando los limites establecidos en el periodo clasico. Pero este ensanchamiento es menos firme y menos rapido de lo que parece a primera vista. En efecto, la tendencia a la refle- xién produce una actitud més deductiva que inductiva; asi, la arquitectura helenistica desa: rrolla de las premisas ya adquiridas todas las posibles consecuencias y combinaciones, pero acusa falta de decisién con respecto a las bisquedas esencialmente muevas; la tendencia a la teoria y a lo abstracto obra en oposicién ala multiplicacién y al ereciente empeiio de las tare as précticas, En el ambito cientifico sc ha observado, pot ejemplo, que los helenisticos hacen enormes progtesos tedricos —-sobre todo matematicos—, pero el amor excesivo por la per- feccién formal los aparta de las aplicaciones précticas, ¢ impide que la técnica progrese acor- de con el conocimiento puro. Por su tendencia analitica, sistematica y retrospectiva la edad helenisrica se parece al siglo XIX, pero falta casi siempre —y aqui termina la analogia— el espi- situ despreocupade, le curiosidad por lo nuevo. Se puede, por tanto, concluir que las maltiples experiencias helenisticas no debilitan seriamente el principio de la limitacién de las experien- , asegura Estrabén. Y es a lo largo de la via Candpica donde se encuentran reunidos los edificios y los templos que adoman la ciudad: el Gimnasio—el mas bello de los monumentos segiin el mismo autor, que menciona los pérticos de mis de un estadio de longitud—, el Tribunal, con sus jardines que «incura tard6 en Hegar a expresarse realmente a través del color, la arquitectura, para expresarse realmente a través del espacio, tuvo que esperar a la eivilizacién romana. No pue- de decirse que las constracciones del antiguo Egipto se expresasen realmente a través del espa cio, Més bien dan forma a Ja extraia concepcién de la vida que tenian los egipeios, a su obse sién por la muerte, a su necesidad de vencerla con una desesperada inmutabilidad. Es por esto que Jos egipcios no sienten el espacio como una dimensién, continvamente articulada, del desco, de la voluntad, de la accién de nuestro ser viviente, y, por tanto, mostal, sino como algo extenddo inmutablemente en una dimension que vence a la muerte. Debido a esto la arqui tectura egipcia, por ejemplo, tiene una forma geométrica absoluta, abstraida de las contami- naciones del espacio vivo: es la imagen de la intemporalided y de la ausencia mas desierta, (..) Los griegos, que fundaron nuestro concepto de humanided, llevan ef espacio a la eseala humana, lo entienden siempre, no en si mismo, sino como vestimenta del hombre, es decir plisticamemte. Asi como la fantasfa creadora de mitos y de imagenes de los griegos es esen- Gialmente antropomérfica, su fantasia creadora de espacios es esencialmente plastica: es la masa tratada plisticamente que, articulandose y extendiéndose en superficie, con la aparicién de los voltimenes bajo la luz, con la movilidad ondulante de los planos batiados por la atmés- fera, crez en toro a si su propio entorno espacial, Que es solamente «externo», También el templo griego es, mas que verdadera arquitectura, una magnifica escultura: un bloque de marmel plisticamente modelado al exterior como un grandioso altorrelieve, pero dentro del cual na se vive. (..) En Roma se pierde el supremo equilibrio helénico, no contenido por ms tiempo en sus Timites la razén del mundo ya no ¢s el hombre como medida espisstual o como modelo plis- tico dd universo, sino el hombre como tensién, fuerza que busca un punto de apoyo, ener- aia fisica y potencia moral, volitiva. Por tanto, el romano concibe el espacio no como térmi- no de armoniosa contemplacién, sino como lugar de su accién, de su insaciable experiencia y conquista; y por esto se rodea de espacio, y amplia sus edificios, aumenta los vanos interio- res, los remata con absides y cipulas; los hace, en fin, casi explotar en una dilataciéa inmen: su: cusndo se entra en cl Pantedn, 0 entre las ruinas de las Termas o de la basilica de Majencio, uno se siente envuelto répidamente por el sentido de una extraordinaria enormi- dad! del espacio. Un espacio que siempre se alarga, pero que siempre relaciona unitariamen- te con su centro, como el imperio de los romanos. La arquitectura romana cs asi el primer lenguaje constructive propianente espacial que uvs Ina ofiecide las civ Ja primera arquitectura en su sentido auténtico. (...) aciones antiguas. ¢s comes Laanguarecros 118 Alguien quizé responderé que también los edificios egipcios o helénicos tienen espacio, ya ue también en ellos se puede entrar, caminar, estar. Pero he agué la rafz de un equivoco facil, el de confundir al espacio fisico, en el que se actia, con el espacio artistico, el espaci vertido asi en forma de una imagen artistica. El equivoco es habitual, aparece continuamen: te, se encuentra en la base de muchas tcorias sobre la arquitectura {también en la «funciona- listan} y es responsable de Ja dificultad, muchas veces subrayada, cle entender ésta, en. com- paracién con el resto de las artes figarativas. Pero se explica: porque, a diferencia de las otras aftes, en arquitectura el espacio donde vivimos y nos movemos, donde, en suma, se acttia pricticamente, coincide con el espacio gue el arquitecto ha creado para dar forma a st sen- rimiento; cosa que no ocurre en la escultura, y mucho menos en Ia pintura, Sin duda, en un templo griego ¢ incluso en una pirdmide egipcia se puede entrar materialmente, ya que exis te un hucco interior. Pero si queremos entender la arquitectura como arte, debemos cons derar el espacio, o mejor sentirlo, no como una realidad fisica, sino como ana creaci6n fan téstica; de caticter teérico, no practice: no es sélo el lugar para nuestra estancia 0 para mu tra curiosidad turistica, sino que es la poesia del arquitecto, la forma en que el arquitecto se ha expresado a si mismo. Y el arquitecto egipcio, 0 griego, no se ha servido de esos huecos interiores para expresarse: artisticamente son, para él y para nosotzos, inexistentes. El arqui- tecto romano, en cambio, ha vertido realmente en esos espacios toda su expresiOn propia. Y después de su experiencia ya no es posible entender la arquitectura de otra manera, Desde entonces, la autenticidad artistica de un edificio no la puede decidir an criterio de valoracién. volumétrics, pléstica o decorativa, sino solamente la fuerza y la coherencia con la que se cexpresin los espacios. Y la caracterizacién critica de toda obra arquitecténica, la diferencia entre una y ota, entre uno y otto arquitecto, entre una u otra época de la historia de la arqui- rectura, se fijan concretamente slo en base a las diversas formas de imaginar, de er visualizar los espacios. con- We LArcbitettara di San Marco, Padua, «Le Tre Venezien, 1946, pigs. 177-79.) Alois Riegl ‘EL ESPACIO DEL PANTEON El primer espacio intemo gue nos ha quedado, completamente cerrado, de dimensiones con- siderables y de intenci6n claramente artistica es el contenido en el Pantedn de Roma, cuya forma acttal procede de la primera mitad del siglo 11 &.C, No conocemos con seguridad st destino or'ginal, pero podemos considerarlo tranquilamente como un auténtico testimonio dela voluntad artistica monumental de la primera edad imperial romana. (..) Ante todo, unas cuantas palabras sobte el exterior del Panteén. Exchayendo el portico abovedado que se le ados6, se trata de una pura rotonda que parece, al menos para quien lo miza desde un pun- to de vista lejano, un conjunto de superficies absolutamente simé:ricas. No s6lo se conserva, como en le edad antigua precedente, la unidad formal central, tangible, como maximo obje- tivo artistio, sino que se realiza en un grado bastante mis alto del conseguido jamés en el templo griego 0 incluso en el egipcio arcaico, (...) El Pante6n, carente de ventanas, pettene ce todavia a la esfera comin a toda Ia antigtiedad en cuanto que quiere set una individual dad mater al, clatamente unitaria, concebida con limites bien definidos; y por esto evita tam- bién exteriormente la composicién de masas (el pronaos es, evidentemente, sdlo un enrique- cimiento del portal: no una contamsinatio de casa oblonga con columnas y de rotonda); con su tendencia a la infinita variedad en profundidad, dentro de unos téminos bien fijados, representa la contradiccién diametraimente opuesta al estilo egipcio arcaico y, al mismo tiem: po, su alinidad con el arte griego, del que persigue al maximo los objetivos conseguides con ef movimiento controlado de las superficies; pero contrasta, por otra parte, con el atte grie~ a0 clisico en cuanto que somete indiscutiblemente todas sus partes a la unidad absoluta del todo, y asi se aproxima de nuevo al estilo egipeio arcaico que, a su vez, edlo ha conocide las supetficies exteriores inarticuladas para el Pantedn es necesario un punto de vista Jejano; que ni siquiera dos de sus puntos se encuentren jamais sobre el mismo plano, y, por tanto, es indis- pensable verlos todos al mismo tiempo, pata apreciar la unidad deseada (simetria en altura y anchura); anteriormente, ante los frontones griegos el ojo se habia dexenido con placer junto a las paredes plisticas. Esta continua variacién en profundidad lleva irresistiblemente la mira- da del espectador hacia la tercera dimensién: pero, puesto que lo ve bien de modo incom- pleto (por los costados), o bien no ve nada en absoluto (por detrés), el Pantedn apela, a quien lo obsarva, a la ayuda integradora de la consciencia subjetiva, mucho mas que los monumen: tos clisicos y los egipcios. Con esto el exterior expresa la tendencia a aislarse no sélo en las dimensiones del plano —como las construcciones egipcias y griegas—, sino también en pro- fundidad; lo cual implica un claro reconocimiento del espacio ciibico. (...) Lo que es absolu- tamente nuevo en el Pantedn es, por lo que hoy podemos decir, el espacio contenido en su intericr. Allé donde mire el espectador, a las paredes laterales y Ja cdpula (en cuya cumbre la pequefia abertura parece més una clave terminal que una interrupcidn), siempre encuentra superlicies variantes en profundidad, que nunca concluyen en la forma, sino que se encuen: tran continuamente a si mismas, Asf surge en el espectador el concepto del espacio: pero, por Jo demés, todo el Panteén esta calculado para despertar al mismo tiempo la conciencia de los limites materiales; para colocar, en lugar del puro concepto de la posibilidad, la representa. cién sensible de la unidad tangible de la forma; y en lugar de la profundidad, el plano (aleu: say anchuta). De hecho, el que entra obseeva al primer vistazo, sobre el pavimento, la forma de crvz de los muros perimetzales, y deduce la igualdad de las medidas en profundidad y anchua; a esto se acompafia la percepcién inmediata de que también la altura y Ja anchura {4 por tanto, la profundidad) son iguales; de este modo se despierca en el espectador, inme- diatamente, la sensacion tangible de la unidad, en lo que respecta a las masas de la superficie limite, Mas que ningiin otro interior del mundo, el del Panteén ha conservado el acabado y la claridad puramente antiguas, que no necesitan ninguna reflexién; cualidades que tomadas en sentido absoluto no pueden por menos que conduecir a la fosma material s6lida, sin inte- srupciones. La primera época imperial romana ha resuelto, por tanto, el problema del espa- cio interno tratandolo como materia ciibica, y lo ha fijado con medidas absolutamente igua- les y, por consiguiente, claras, Con esto se realizaba lo que hasta entonces se consideraba irren- Jizable, Ja caracterizacién del espacio. (De Spitrévmische Kucstindustrie, Viena, 1901.) Paolo Portoghesi LA LECCION DE LA ARQUITECTURA ROMANA La arquitectura romana, que habia mantenido un papel tan importante en la definicién de las roglas cristalizadas det academicismo del siglo XIX, con frecuencia ha sido mirada con des- confianza por los arquitectos modernos, especialmente por aquellos que recogian la tenden- cia anglosajona influenciada por Ia tradicion romantica y neogética de Ruskin y Mossi Incluso Le Corbusier, en Vers sine Architecture ha escrito: «La leccién de Roma es para los hombres juiciosos, para aquellos que saben y son capaces de apreciar, que pueden resistir y pueden controlar. Roma es la perdicién para aquellos que saben poco.» Esta observacién conserva todo su valor; la arquitectara romana, segiin sea la manera como se estudia 9 se per- cibe, puede inspirar el conformismo y Ja restauracion académica, 0 al contrario, la adopeién de un método al mismo tiempo flexible y riguroso, que descansa sobre un concepto de orden y de organicidad, que va desde el edificio aislado, a la ciudad y al pais. La dave de la arguitectura romana reside en el concepto de «organismon, que deriva de los ptincipios de unidad y de «proporci6n humana» de la arquitectura griega, aun cuando no se ago- te en dllas, Partiendo de ln unidad plastica, la arquitectura romana llega a Ia unidad espacial: el organismo ya no es un objeto puesto en relacién con e! ambiente natural y otras entidades volu- miétzicas; ante todo se convierte ex una forma hueca, un continente de funciones muy comple- jas, organizadas segin el principio de la claridad y de la ordenacien jerarquica. No sélo el edif: Carma 5 LEvancusrecreta OMAN 119 Cami Laanoutrecrs 120 cio es organismo, sino también Ja secuencia de edificios o la plaza que a menudo se cierra pen: sad en los foros imperiales— pasa negas la menor conexién con el vecindaje, y delintse como una unidad arquitecténica auténoma, E] organismo es una consecuencia de la fidelidad —que en este caso debemos entender como la inflaenicia del derecho romano— hacia unas leyes predetermina- as: leyes de agregaciOn de las partes, fondadas en una selacién de dependencia deductiva; eyes de equilibrio que se apoyan en cl valor recapitulador de les opingones generales y de la simetria (que acentda lx composicin jerérquiica al trasladar en términos de masa y de cavidades, la estruc tura articalada y ceniralizada que constituye la osganizacidn social y administrativa del estado). Entre las miltiples expresiones de la arquitectura romana, la cultura arguitecténica moderna ha identificado especialmente dos tendencias, dos posibilidades de desarrollo a las cuales la técnica y la sensibilidad actuales ofrecen un campo de experimentacién. Por uoa parte, los organismos centrales cesrados, fos espacios estiticos tales como el Pantedn y los grandes templos: los ingenieros modernos nos han facilitado interpretaciones prestigiosas doncle se invierte la técnica de la realizacién; partiendo de murallas macizas y perforadas, lle gaa las contexturas transparentes, elegantisimas de un Pier Luigi Nervi; por otra parte, las grandes composiciones narrativas, las arquitecturas de unos recorridos tales como la Villa de Adriano, asi como estos edificios donde el volumen se articula y se abre adquiriendo un valor atmosfético, Esta parte de la herencia romana, que se ha desarrollado en el Bajo Imperio, ha tenido ura influencia determinante en la evolueién de la cultura occidental, desde el roméni- co al barroco; todavia es mAs rica en teozemas ¢ indicaciones metodolégicas; en ella pueden captarse las prefiguraciones de estas grandes composiciones a escala urbana, que actualmen- te se conocen con el nombre de acentros direccionales», afreciendo el germen de la profecia de un lerguaje en el que se combinan los precepios y la libestad, la organicidad v fa indi duacién. Gracias a las obras de Saarinen, de Kahn, de Johansen, la arquitectura de nuestro tiempo ha renovado el didlogo con la cultura compleja y coatradictoria del Bajo Impe: aprestindose a recuperar algunas de sus valencias todavia libres De Rome e Farchitettura organica, prologo a Gilbert Pieard, Arcbitettara Rareana, Milén, 1965. Version castcllana: Imperio Romano, Ed, Garriga, Barcelona, 1965. Trad, revisada por Dr, G. A. Gutiérrez Larzaya, pias. 46.) Gustavo Giovannoni La TECNICA DE LA CONSTRUCCION BAJO LOS ROMANOS En el perodo romano los datos del camino seguido por la técnica y el atte son los siguientes: 1°) Una neta division entre las diversas artes, que llegaron a ser casi independientes entre si, hasta el punto de que, por ejemplo, en la construccién de un edificio el revestimiento de la superficie externa con marmol con frecuencia se llevaba a cabo mucho después de la estructura de muros y carecia de un verdadero vinculo estético con ella: este cardcter de revestimiento o de doublure es completamente opuesto a ese otro tan orginico de la arqui- tectura griega, por lo que de muchos edificios, como el Panteén o las grandes Termas rom nas no conseguimos recomponer siquiera el verdadeto aspecto exterior 2.°) Una evoluciéa de la técnica, independiente de la de las artes arquitecténicas y deco- rativas. Estas derivan en gran parte del arte griego del periodo alejandrino, arte viejo que habta completado su ciclo y al que el acoplamiento con las tendencias locales, a las que Roma dejaba expresarse libremente, no le servia para rejuvenecer, sino para hacerse hibrido; de for- ma que, sin el sostén de Ja construccién, trasplantado de sus organismos otiginarios, tuvo una vida breve y, después del periodo entre el ultimo siglo de la Reptiblica y los tiempos de Adtiano decae répidamente, consideréndolo una expresién de decoracién excesiva y realiza- do con mezquindad. La técnica constractiva, en cambio, siguié un proceso lento, regular continuo en todos los campos; y es muy natural que haya sido asi con una organizacién que permitia h superporicidn de lac experiencias, la progresiva conquista de las naciones tcéricas y practicas. (...) (El organismo del edificio abovedado romano.) La estructura de los muros (quadrati lapi des, opus reticulatum, opus mixtum, etc.), los arcos, las bévedas... son una misma cosa, se presentan como manifestaciones de un Gnico concepto, de una tinica energia; y en esto resi: de Ja grandeza romana, El edificio abavedado romano, en sus expresiones més tipicas y com: pletas, encuentra la genial solucién constructiva y arquitectonica desde los mismos cimien. tos, en la disposicién planimétrica que permite contrarrestar los empujes de las grandes cubiertas, En los interiotes de un gran conjunto, como por ejemplo en los edificios termales, el equi- libsio se basa principalmente en la eliminacién de dichos empujes mediante su compensacién mutua sobre los muros intetiores. Pero en el perimetro de los edificios se impone la solucién de contrafuertes, que pueden ser externos, como aparecen més tarde en el periodo gético, 0, més tipico y normal, internos, y a veces también de tipo mixto. Estas dos tipicas soluciones de resistencia a los empujes ya se habian puesto de manifiesto y babfan, por ast decir, pasado la prueba, en problemas mas simples de construcciones més ‘modestas para la contencién de tierras 0 embalse de aguas. De hecho, estos temas se encon- traban entre los mas comunes y tipicos de Ja construccién romana; los embalses respondian alas cada dia mayores exigencias del abastecimiento hidraulico, y la contencién de los terra- plenes era necesaria no sélo en el interior de los ttimulos, sino principalmente en las grandes obras de aterrazado, que eran habituales tanto en las obras agrarlas como en la ordenacién de los edificios y de los espacios monumental. (..) (Elementos de arquitectura constructiva.) Mientras que en los monumentos griegos toda Ia construceiéa era de piedra tallada y un Gnico pensamiento presidia la disposicién cons- tructive y la forma azquitecténica y decorativa, en los romanos podemos encontrar tres arquitecturas diferentes que se unen entre si de diversas formas: Ja arquitectura de las masas murales, la de piedra en sillares, y ln de revestimiento con lajas (crustae) u otros ele- mentos de superficie. La primera es esencialmente romana y completa su amplio ciclo como arquitectura de masas y de espacios. La segunda deriva de su tradicién, en respues- ta a los materiales y a los lugares, en parte de In arquitectura griega y en parte de le ettus- ca, unidas entre si, a su vex, por méiltiples vinculos; se desarrollé en la construccién de paredes en opus quadratum y en los esquemas de los pérticos o de los pseudo-pérticos arquitrabados que aparecen en los érdenes arquitect6nicos, en los tipos de templo y bast- lica; en tales elementos es un arte secundario o terciario, con frecuencia inorgénico en cuanto que simula una estructura diferente a la real, pero, por el contrario, se convierte en un arte primario, con vivacidad y fuerza juvenil, cuando se vale del nuevo elemento, el arco. La arquitectura del revestimiento superficial esta, por su propia caracter, atin més lejos que la anterior de la vida arquitecténica hasta el punto que en cl periodo inmediatamente pos- terior, ol de las construcciones cristianas y bizantinas, la arquitectura de las masas se des- pojari de ella para vestir indumentarias nuevas y més brillantes a base de mossicos, cala- dos ¢ incrustaciones. Los Stdenes arquitecténicos, en particular, habfan llegado @ Roma tras haber cerrado com- pletamente su ciclo de involucién y barroquismo, siguiendo las fases inevitables de todos los estilos secundarios: la de la estética formal, la de los esquemas pseudo-constructivos, y la de las fantasfas decorativas. Y de aqui los tratados alejandrinos, y el de Vitravio que depende de ellos, que dan todo un formulatio para las proporciones, nacidas con una funcién construc- tivas de ahi también, por otro lado, las aplicaciones més variadas, como la traduccién en ladti- lio, Ja edopeién sistematica de las columnas, o Jas pilastras, adosadas a paredes lisas, de los arquitrabes falsos obtenidos siguiendo el esquema constructivo de la platabanda. Junto con el organismo de los érdenes iba desapareciendo toda la vida artistica que los animaba; asf, por jemplo, las coloraciones pompeyanas, brillantes, pero no siempre arménicas, la adopcién de curvaturas y la disposicién de los triglifos, que, por ejemplo, en el templo de Hércules en Cora aparecen muy diferentes de los tipos y de la funci6n original; asi también la superposi- cidn de los diversos érdenes, la forma estereotipada que adquieren con frecuencia los capite- Jes y las comisas. Un paso més en este sentido y en le bésqueda de la wovedad y la libre varie- dad de efectos, nos lleva a los timpanos lisos, ias columnas alveoladas, los arquitrabes que se Coenen 5 Exarurscria 721 camo Laasorrecruna 122 terrumpen para dar paso a una arcada que invade el rimpano; tal como lo veremos en el otro pesiodo imperial (De Li tecnica della costruzione presso é Romani, Roma, 1925, pags. 13-14, 52-53, 91-95.) Luigi Crema VIVIENDAS ROMANAS: LA DOMUS Y LAS INSULAE, En los otfgenes de la arquitectura romana, como del resto de las arquitecturas mediterraneas, se pueden distinguir dos tipos fundamentales de vivienda. Uno, de carcter rural al menos inicialmen, para una sola familia, se desatrolla al principio en una sola planta, con habita- ciones dispuestas alrededor de un espacio central libre, cerzadas hacia el exterior. El otro, de carécter ciudadano, urbano y comercial, destinado para la convivencia de varias familias, se desarrolla en altura con plantas superpuestas, probablemente con tiendas en la baja, se abre al exterior y tiene en el interior, todo lo mas, un patio pequeiio. (..) La dorms itdlica estaba compuesta esencialmente por un espacio rectangular central, el atrio, con na corona de habitaciones a su alrededor abiertas hacia él, entre las cuales desta- caba el fablinum, situado frente a la puerta. La forma mas comiin de atrio en las épocas més antiguas es la que Vitruvio denomina «toscans», que tenia una cubierta a cuatro aguas con- vergentes en un espacio vacio, el

También podría gustarte