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Sadoth en La Guerra (Fragmento) @

“Sadoth Bracamonte salió a pie de la casona de la avenida Colón, tomó la calle


principal con la intención de llegar al centro de la ciudad en menos tiempo del
normal, quería concluir el caso de las adolescentes. La ciudad para unos cuantos
era una idea que le gustaba. Las casas afrancesadas convertidas en despachos y
agencias, con estacionamientos de cemento en lugar de jardines, aguardaban a sus
empleados que clavaban en las paredes de cien años, fotografías familiares. El
detective Bracamonte era de los pocos que habitaba esas enormes casas
anacrónicas y llenas de grandeza de épocas lejanas, vendidas a compañías de
seguros o grandes bancos transnacionales, a pesar que la del detective resultara
más un anhelo que una realidad, el dinero no alcanzaría nunca para devolverle el
brillo de antaño, cuando la abuela le encargaba que se pintase todo de blanco y él
mismo se pusiera, después del jornal en la carnicería, a darle retoques a los muros
enmohecidos y, posteriormente, arreglar los jardines rodeados de buganvilias con
flores moradas.”

“…de San Sebastián pasó a la casa de Colón, allá le gustaba mirar los árboles, la
sombra del mediodía y sentir el aire fresco que en primavera produce el follaje de
los flamboyanes y las jacarandas de flores lilas. El ruido de los motores
apresurados de las mañanas cambiaba a un silencio de esmeril o de obsidiana por
las noches. Sadoth salía a la puerta en su sillón mecedora a tomarse una cerveza en
tarro para alejarse de esa realidad de espanto y que, tarde o temprano, le alcanzaría
cuando fuera a leer los periódicos en la fondita de la 59.”

Azcorra Cámara R. Disparados a la luna. 2009. Editorial Ficticia. México. ©

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