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Con la propuesta de reforma rural transformadora, el PNUD invita a hacer de lo rural un eje
fundamental del desarrollo del país, con equidad, inclusión y democracia, es decir, con una
renovada apuesta por el desarrollo humano.
La reforma rural transformadora debe ser fruto de acuerdos nacionales, regionales y locales que
transformen la actual estructura agraria y sus relaciones con la sociedad, el Estado y la política.
Pero los acuerdos sólo serán posibles, legítimos y sostenibles con la organización y participación
de todos los actores sociales y los agentes económicos y la adopción de visiones y actitudes
diferentes sobre el desarrollo, considera el economista Absalón Machado, director académico del
Informe.
Por ser un proyecto nacional de largo aliento, la reforma rural transformadora debe ser diseñada,
ejecutada, ajustada y evaluada a la luz de la mejor información social y especializada disponible.
La reforma rural transformadora busca rectificar el error histórico de haber creído que Colombia
podía modernizarse prescindiendo del sector rural y de sus pobladores e ignorando los vínculos
crecientes y dinámicos entre los conglomerados urbanos y las zonas rurales, en parte porque
prosperó la imagen de país de ciudades, creada por la apuesta urbanizadora como ruta hacia el
desarrollo. Por acción u omisión, el mensaje que la sociedad colombiana ha enviado a los
pobladores rurales ha sido que su progreso o el de sus familias dependen de abandonar el campo.
El Informe sorprende con un gran hallazgo académico. Según el inédito índice de ruralidad (IR)
desagregado por municipio, el país es más rural de lo que se creía: el 75,5% de los municipios
colombianos son rurales, en ellos vive el 31,6% de la población (no el 25%, según el Censo
de 2005) y cubren el 94,4% del territorio. Reconocer la ruralidad que aquí se plantea, es el
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Artículo preparado por Carlos Alberto Chica, Coordinador de Comunicaciones del Informe Nacional de Desarrollo
Humano, PNUD Colombia. carlos.chica@pnud.org.co
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El Informe fue coauspiciado por: Fondo Global de Paz y Seguridad del Ministerio de Relaciones Exteriores y Comercio
Internacional de Canadá, Agencia Catalana para la Cooperación al Desarrollo (ACCD), Agencia Española de Cooperación
Internacional para el Desarrollo (AECID), Agencia Sueca de Cooperación Internacional (ASDI), Agencia de los Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y las Embajadas de Suecia, Noruega y del Reino de los Países Bajos.
Disponible en:
http://www.revistadesarrollohumano.org/descarga.php?archivo=WSCAPgq3U0informe_completo_indh2011.pdf
La reforma rural transformadora se plantea para deshacer los impactos nefastos del bloqueo a la
reforma agraria de la década de 1960, su sustitución por subsidios a pequeños propietarios para
facilitarles el acceso a un mercado imperfecto de tierras, el abandono de los programas de
desarrollo rural y la prelación dada a la gran economía, en detrimento de la campesina.
Los imaginarios, percepciones y actitudes hacia las mujeres rurales, el campesinado, los pueblos
indígenas y las comunidades afrocolombianas expresan, con frecuencia, visiones fatalistas y
resignadas sobre su condición de sujetos con derechos y deberes, su presunta incapacidad para
entender sus realidades, construir proyectos de vida y propuestas viables. En general, se les
asocia con una carga indeseada, desde el punto de vista presupuestal y fiscal y se les reduce a la
condición de simples víctimas
4. Se desdibujó la visión territorial y, por tanto, todo esfuerzo sistemático por ordenar el
territorio en función de su ocupación productiva y social.
El campo quedó dotado solo de atributos productivos, sin otras dimensiones estructurales en el
concepto del “territorio” (espacial, ambiental, social, cultural, política e institucional). Y, por cuenta
del conflicto armado, se ha enfatizado su condición de “escenario de guerra”.
El llamado del Informe es a tratar en forma diferente lo que, en efecto, es diferente. Eso exige
decisiones políticas, diálogos con actores, políticas públicas y estrategias diferenciales, que
apunten eso sí al objetivo común de construir la paz.
La reforma rural transformadora toma nota de que mientras el Estado concentraba esfuerzos
para recuperar militarmente vastos territorios rurales y consolidar su presencia y la gobernabilidad,
se desvanecía buena parte de la institucionalidad que atendía al sector agropecuario, mientras
ganaban peso y capacidad decisoria agentes privados nacionales e internacionales y se rendía
culto a las fuerzas del mercado.
Por tanto, la reforma rural transformadora incluye el rediseño de la institucionalidad que atiende
a la sociedad y al complejo sector rural de hoy. Su complejidad se explica por los impactos de la
apertura económica y los tratados de libre comercio; la baja inversión en ciencia, tecnología e
innovación; su pobre desempeño productivo; la poca gestión del agua y cultura del riego; el caos
en la ocupación social y productiva del territorio; el cambio climático y la gestión de mitigación y
adaptación; las dinámicas socioeconómicas generadas por los megaproyectos (mineros,
energéticos, forestales o agroindustriales), la demanda creciente de combustibles y la inseguridad
alimentaria.
En ese contexto, la reforma rural transformadora apunta a superar lo que el Informe llama una
“crisis estructural recurrente”, analizando las relaciones entre: