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Introducción
¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y
frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener este gusto por las cosas
de Dios que me haga apartar de las terrenas.
Que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la
belleza de la verdad cristiana.
Que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para
santificarme, perseverar y salvarme.
Que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa
devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida
espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con
mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura
de tu amor. Amén.
II
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la
Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza;
viviendo para los valores eternos.
Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree
cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a
Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.
III
Yo me abandono sin reservas a tus divinas obras, y quiero ser siempre dócil a
tus santas inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el modelo
de nuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor.
Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
ENERO
Y los demás peligros que pueden contarse, pero no tolerarse sino con auxilio
del Espíritu Santo. Todas esas asperezas y quebrantos que citó, los padeció
con frecuencia y abundancia, pero le asistía el Espíritu Santo; éste, en la
corrupción del hombre exterior, renovaba al interior de día en día, y dándole a
gustar el reposo espiritual en la abundancia de las delicias de Dios, suavizaba
todo lo presente en la esperanza de la bienaventuranza futura, y aligeraba todo
lo pesado...".
Nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!' sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co
12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama
¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el
Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente
haber sido atraído por el Espíritu Santo.
El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio
de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de
Dios son conducidos al Verbo, es decir, al Hijo; pero el Hijo los presenta al
Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no
es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre,
porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de
Dios se logra por el Espíritu Santo.
Benedicto XVI
Papa Francisco
Leonardo Boff
Anónimo
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Compendio, 145.
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Todo cuanto hay en los Cielos y en la tierra, todo depende de su querer, y si Él
quisiera, los Cielos y cuanto hay en ellos, la tierra y cuantos habitantes hay en
ella, todo, en el instante mismo de quererlo Dios, todo desaparecería y se
quedaría todo como en la nada, de donde Dios lo sacó, y mientras tanto,
quedaba Él en la misma grandeza y señorío, en las mismas felicidades, dichas,
venturas y glorias, con los mismos poderíos y hermosuras, porque fuera de Él,
nada, nada de cuanto existe, le puede aumentar a Dios ni un pequeño punto de
su grandeza, de su hermosura, de su felicidad, de su dicha, de su poder y de su
Gloria, en fin, de todo lo que es, porque Él es la única cosa que es, las demás
cosas que existen no somos hada.
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«Como una promesa eres Tú», comienza, ¿No es el Espíritu Santo la gran
promesa de Cristo? Lo prometió como el mejor fruto de su Cruz redentora.
«Antes de que Cristo fuera crucificado -escribe San Juan Crisóstomo- no
había ninguna reconciliación, no fue enviado el Espíritu Santo (...)» [2]. Pero
al poco de la Cruz, después de la Ascensión, acontece Pentecostés: la Tercera
Persona divina aparece como una mañana de verano, fresquita, luminosa,
inmensa. Sopla un viento impetuoso. « ¡Cómo fuerte brisa, eres Tú!»
Antonio Orozco
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Que tu espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te
sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Pensar como Dios quiere
y obrar según su voluntad: Eso es la vida divina en nosotros. Tenemos que
conectar con ese vivir.
Misal Romano
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S. Cirilo de Alejandría.
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"Como dice San Pablo, nadie puede pronunciar el nombre de Jesús sino en
virtud del Espíritu Santo. Muchas son las divisiones de las gracias, pero el
Espíritu Santo es uno no más [...] porque a unos por el espíritu se les ha dado
la palabra de la sabiduría o el don de predicar; a otros, el don de enseñar, pero
por un mismo espíritu; a aquéllos se les ha dado el don de la fe, y a éstos el
don de curaciones por un mismo espíritu; a unos se les ha concedido la gracia
de hacer milagros; a otros el don de la profecía; a éstos, el don de la discreción
de espíritus; a aquellos el don de lenguas; a aquellos otros, el don de
interpretar las Escrituras. Todas estas cosas las obra un mismo espíritu,
dividiendo o distribuyendo a cada uno como le place". El Espíritu Sacerdotal.
San Antonio María de Claret
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"Bienaventurada el alma que posee todas estas bellas virtudes, frutos del
Espíritu Santo. El alma favorecida con su presencia debe colaborar con Él en
estos tres niveles: removiendo positivamente los obstáculos, entregándose del
todo a Él, y dejándose guiar con plena docilidad. Deja que el Espíritu Santo
actúe en tí, abandónate en su influjo y no temas".
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No habría nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo. Sobre
Jesús de Nazaret el Espíritu descendió en el momento del bautismo cando la
voz de Padre-“Tú eres mi hijo muy amando, en ti pongo mi complacencia”
(Mt 3, 17) manifiesta de manera sensible su elección y misión.
Pablo VI
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Ugo Vanni
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Espíritu Santo, tú eres vida, tú eres necesario para mí como el aire que respiro.
Te doy gracias por el don de la vida, porque es maravilloso existir. Permíteme
respirar contigo, Señor.
Te adoro Espíritu Santo, porque así como el aire me rodea y penetra en mí, así
también estoy rodeado por ti, me envuelves con tu presencia, lleno de vida en
plenitud y de pura alegría, me penetras con tu gracia y me transformas con tu
presencia. ¡Gloria a ti, Señor, Espíritu de vida!
Manuel Fernández
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Los que se dejan conducir por el Espíritu Santo sienten toda clase de felicidad
dentro de ellos mismos; mientras que los malos cristianos ruedan sobre
espinas y piedras. Un alma que tiene el Espíritu Santo no se aburre nunca de la
presencia de Dios, pues de du corazón sale una transpiración de amor. El
corazón se dilata, se baña en amor divino. El pez no se queja nunca de tener
mucha agua: el buen cristiano no se queja nunca por estar mucho tiempo con
Dios. Hay quienes encuentran la religión aburrida, es porque no tienen al
Espíritu Santo. El Buen Dios, enviándonos el Espíritu Santo, ha hecho como
un gran rey que encarga a su ministro que vaya con uno de sus súbditos,
diciéndole: ‘acompaña a este hombre a todas partes y me lo traes sano y salvo’
¡Qué bello es ser acompañado por el
¡Espíritu Santo! Es un buen guía. ¡Y…que hay quienes no quieren seguirle!
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Anónimo
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Mas el mismo Señor Jesús, antes de entregar libremente subida por el mundo,
ordenó de tal suerte el ministerio apostólico y prometió el Espíritu Santo que
había de enviar, que ambos quedaron asociados en la realización de la obra de
la salud en todas partes y para siempre. El Espíritu Santo "unifica en la
comunión y en el servicio y provee de diversos dones jerárquicos y
carismáticos", a toda la Iglesia a través de los tiempos, vivificando las
instituciones eclesiásticas como alma de ellas e infundiendo en los corazones
de los fieles el mismo impulso de misión del que había sido llevado el mismo
Cristo. Alguna vez también se anticipa visiblemente a la acción apostólica, lo
mismo que la acompaña y dirige incesantemente de varios modos.
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El Espíritu Santo nos enseña, nos recuerda, y –otro aspecto– nos hace hablar,
con Dios y con los hombres. Nos hace hablar con Dios en la oración. La
oración es un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él en el
Espíritu Santo, que ora en nosotros y nos permite dirigirnos a Dios llamándolo
Padre, Papá, Abba (cfr Rm 8,15; Gal 4,4); y ésta no es solamente una “forma
de decir”, sino que es la realidad, nosotros somos realmente hijos de Dios.
«Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Rm
8,14).
Papa Francisco
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Benedicto XV
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El Espíritu Santo asume todo este conjunto y lo eleva con el don del temor de
Dios. Ciertamente ello no excluye la trepidación que nace de la conciencia de
las culpas cometidas y de la perspectiva del castigo divino, pero la suaviza con
la fe en la misericordia divina y con la certeza de la solicitud paterna de Dios
que quiere la salvación eterna de todos. Sin embargo, con este don, el Espíritu
Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor de Dios: el
alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no
ofenderlo en nada, de "permanecer" y de crecer en la caridad (cfr Jn 15, 4-7).
Ven Espíritu Santo Creador ven a visitar el corazón y llena con tu gracia viva
y eficaz nuestras almas, que tú creaste por amor.
Tú, a quien llaman el gran consolador, don del Dios altísimo y Señor, eres
vertiente viva, fuego que es amor, de los dones del Padre, el dispensador.
Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don,
en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del
hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías
tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.
Febrero
Sino que es lo que dijo el profeta: sucederá en los últimos días, dice Dios:
derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán sus hijos y sus hijas;
sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños. Y también sobre
mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba
en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la
luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que
invoque el nombre del Señor se salvará.
"La fe en Cristo consolida todas estas cosas. Pues El mismo (Cristo), por
medio del Espíritu Santo, nos llama de esta manera: Vengan, hijos,
escúchenme, les enseñaré el temor del Señor (Salm 33,12ss.)"
"Así, el Espíritu Santo se dice Espíritu del Padre y del Hijo, que lo dieron, y
también nuestro, pues lo recibimos. El que da la salud se llama salud del
Señor, y es también nuestra salud, porque la recibimos. El Espíritu es Espíritu
de Dios, porque lo otorga, y nuestro, porque lo recibimos... Señor y Dios mío,
en ti creo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Benedicto XVI
Papa Francisco
Y para conseguir esto envió Cristo al Espíritu Santo de parte del Padre, para
que realizara interiormente su obra salvífica e impulsara a la Iglesia hacia su
propia dilatación. Sin duda, el Espíritu Santo obraba ya en el mundo antes de
la glorificación de Cristo. Sin embargo, descendió sobre los discípulos en el
día de Pentecostés, para permanecer con ellos eternamente (Cf. Jn., 14,16), la
Iglesia se manifestó públicamente delante de la multitud, empezó la difusión
del Evangelio entre las gentes por la predicación, y por fin quedó prefigurada
la unión de los pueblos en la catolicidad de la fe por la Iglesia de la Nueva
Alianza, que en todas las lenguas se expresa, las entiende y abraza en la
caridad y supera de esta forma la dispersión de Babel. Fue en Pentecostés
cuando empezaron "los hechos de los Apóstoles", como había sido concebido
Cristo al venir al Espíritu Santo sobre la Virgen María, y Cristo había sido
impulsado a la obra de su ministerio, bajando el mismo Espíritu Santo sobre
Él mientras oraba.
Anónimo
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"Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien
te ha de santificar. No olvides que eres templo de Dios. —El Paráclito está en
el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones".
"Entre los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos
especial necesidad todos los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos
conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar
con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida"
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Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece (Hch 9, 21). Él es el alma
de esta Iglesia. Él es quien explica a los fieles el sentido profundo de las
enseñanzas de Jesús y su misterio. Él es quien, hoy igual que en los comienzos
de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por
Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar,
predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y
acogedora de la Buena Nueva y de reino anunciado.
Pablo VI
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Quiero que entiendas, en primer lugar, el sentido primero y profundo que tiene
la palabra Renovación. Renovación no es zurcir un paño nuevo aun vestido
viejo (Mt 9, 16) no es cambiar el forro del traje por fuera. Renovar es hacerlo
todo nuevo. Cuando la Escritura dice: Envía tu Espíritu y renovaras la faz de
la tierra (sal 104, 30), no habla de un remiendo, sino de una creación, según el
salmo: crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme
dentro de mi (sal 50, 12)
Antonio Gracia
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Jacques Philippe
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Eliécer Sálesman
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Ven Espíritu Santo, ven a sanar ese mundo de mis emociones. Mira ese dolor
que a veces me carcome el alma, y sánalo. A veces sufro por el amor que no
me dan, por las desilusiones, por las agresiones ajenas, porque a veces no me
comprenden, porque no pude comunicarme bien con alguien, porque no me
agradecen o no tienen en cuenta mis esfuerzos. No dejes que esos sentimientos
me dominen y me quiten la alegría. Ven Espíritu Santo, toca esas necesidades
insatisfechas con tu amor, para que yo no dependa tanto del afecto de los
demás. Enséñame a gozar de tu ternura divina, Espíritu de amor, para que mi
corazón sea más libre. No dejes que me vuelva esclavo de mis sensaciones y
sentimientos que me abruman. Enséñame a disfrutar de tu amor en cada
momento, para que la alegría ilumine mi rostro. Amén
Anónimo
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Ven, Espíritu Santo, porque sin ti Dios está lejos, Jesús resucitado queda en el
pasado, el Evangelio aparece como letra muerta, la Iglesia, una simple
organización, la autoridad, un puro ejercicio del poder, la misión una
propaganda, el culto, un arcaísmo, el obrar moral, un obrar de esclavos.
Contigo, por el contrario, Espíritu Santo, el cosmos se pone en movimiento, el
resucitado se hace presente. Dios está cerca el Evangelio es fuerza de vida, la
Iglesia se hace comunión, la autoridad es un servicio gozoso y fuerte, la
liturgia es memorial viviente, el obrar humano, ético y moral, es un camino
fuerte y constructivo de libertad.
Martini
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Me detengo un momento solo a respirar. Simplemente existo, y respiro. Presto
atención solo a la respiración, al aire que entra en mí y que sale de mí. Y me
dejo estar, me abandono. Con dulzura, aparto todos los pensamientos,
recuerdos e imágenes que vayan apareciendo, y vuelvo a concentrarme con
serenidad solo en la respiración. Me detengo solo a gozar de la existencia, que
es un invalorable regalo.
Dejo que el Espíritu Santo vaya haciendo crecer poco a poco ese sentimiento
de dulce gratitud.
Manuel Fernández
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El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: Si alguno
tiene sed, que venga a mí, y beberá el que cree en mí, como dice la Escritura:
De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu
que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues
todavía Jesús no había sido glorificado.
Juan 7, 37-39
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"La llama, en la que apareció el ángel o el Señor, significa algo bueno, y por
eso, cuando vino el Espíritu Santo, se presentaron lenguas separadas, como de
fuego; pero entonces debemos entender que la zarza no se quemaba, no por la
ineficacia del fuego, sino por la dureza de la zarza".
S. Agustín, Sermón VII, 2
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Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una
de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al Hijo,
"que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" (Símbolo de
Nicea-Constantinopla). Por eso se ha hablado del misterio divino del Espíritu
Santo en la "teología" trinitaria. Aquí sólo se tratará del Espíritu Santo en la
"economía" divina.
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«Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y
que habló por los profetas».
Niceno-Constantinopolitano
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El Espíritu Santo revelado por Jesús es, por tanto, un ser personal (tercera
Persona de la Trinidad) con un obrar propio personal. Pero en el mismo
«discurso de despedida», Jesús muestra los vínculos que unen a la persona del
Espíritu Santo con el Padre y el Hijo: por ello el anuncio de la venida del
Espíritu Santo -en ese «discurso de despedida»-, es al mismo tiempo la
definitiva revelación de Dios como Trinidad. Efectivamente, Jesús dice a los
Apóstoles: «Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito» (Jn 14,16): "el
Espíritu de la verdad, que procede del Padre" (Jn 15,26) "que el Padre enviará
en mi nombre" (Jn 14,26). El Espíritu Santo es, por tanto, una persona distinta
del Padre y del Hijo y, al mismo tiempo, unida íntimamente a ellos: "procede
“del Padre, el Padre "lo envía" en el nombre del Hijo: y esto en consideración
de la redención, realizada por el Hijo mediante la ofrenda de sí mismo en la
cruz. Por ello Jesucristo dice: "Si me voy os lo enviaré" (Jn 16,7). "El Espíritu
de verdad que procede del Padre" es anunciado por Cristo como el Paráclito,
que "yo os enviaré de junto al Padre" (Jn 15,26).
San Juan Pablo II
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Benedicto XVI
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Está claro que el don del intelecto está estrechamente conectado con la fe.
Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente,
nos hace crecer día tras día en la comprensión de lo que el Señor nos ha dicho
y ha realizado. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: “Les enviaré el
Espíritu Santo y Él les hará entender todo lo que yo os he enseñado”. Entender
las enseñanzas de Jesús, entender su palabra, entender el Evangelio, entender
la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si
leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo podemos entender la
profundidad de las palabras de Dios y esto es un gran don, un gran don que
todos debemos pedir y pedir juntos: danos Señor el don del intelecto.
Papa Francisco
Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del
gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la
esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y
profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de
Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la
Historia.
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de
tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar
a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.
Amén.
(Secuencia de Pentecostés)
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las
almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta
en los duelos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el
sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.
Marzo
1
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se legraron de
ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: la paz con ustedes. Como el Padre me
envió, también yo los envió. Dicho esto, sopló y les dijo: Reciban el Espíritu
Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengan, les quedan retenidos.
"Siempre que uno cualquiera enuncia el nombre del Padre y del Hijo, es
necesario vea allí la caridad mutua del Padre y del Hijo, que es el Espíritu
Santo. Tal vez, bien examinadas las Escrituras (lo que no quiere decir que lo
pueda hacer hoy o como si no pudiera darse otra interpretación), indique que
el Espíritu Santo es caridad. Y no se les ocurra pensar que es cosa vil la
caridad... Cuando comience a tenerla, poseerá el Espíritu Santo, y cuando se
vea falto de ella, estará vacío del Espíritu Santo...".
S. Agustín
Todo acontece en la fe y por la fe, bajo la acción del Espíritu, como he dicho
en la Encíclica Dominum et vivificantem: "El misterio de Cristo en su
globalidad exige la fe, ya que ésta introduce oportunamente al hombre en la
realidad del misterio revelado. El "guiar hasta la verdad completa" se realiza,
pues, en la fe y mediante la fe, lo cual es obra del Espíritu de verdad y fruto de
su acción en el hombre. El Espíritu debe ser en esto la guía suprema del
hombre y la luz del espíritu humano. Esto sirve para los Apóstoles, testigos
oculares, que deben llevar ya a todos los hombres el anuncio de lo que Cristo
"hizo y enseñó “y, especialmente, el anuncio de su cruz y de su resurrección.
En una perspectiva más amplia esto sirve también para todas las generaciones
de discípulos y confesores del Maestro, ya que deberían aceptar con fe y
confesar con lealtad el misterio de Dios operante en la historia del hombre, el
misterio revelado que explica el sentido definitivo de esa historia"
Benedicto XVI
7
El primer don del Espíritu Santo, según esta lista tradicional, es por tanto la
sabiduría. Pero no se trata sencillamente de la sabiduría humana. ¡No! Esta
sabiduría humana es fruto del conocimiento y de la experiencia. En la Biblia
se relata que a Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel,
había pedido el don de la sabiduría. Entonces la sabiduría es exactamente esto:
es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es sencillamente
esto: es ver el mundo, ver las situaciones, coyunturas, los problemas, todo, con
los ojos de Dios. Esta es la sabiduría. A veces vemos las cosas según nuestro
gusto, según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con
envidia... ¡Eh, no! Esto no es el ojo de Dios.
Papa Francisco
Anónimo
Los que tienen el Espíritu Santo no pueden sentirse complacidos con ellos
mismos, porque conocen su pobre miseria. Los orgullosos son los que no
tienen al Espíritu Santo. Las gentes mundanas no tienen al Espíritu Santo; o, si
lo tienen, no es más que de paso: Él no se detiene en ellos. El ruido del mundo
le hace marcharse. El ojo mundano no ve más lejos que la vida. El ojo del
cristiano ve hasta el fondo de la eternidad. Para el hombre que se deja
conducir por el Espíritu Santo parece que no hay mundo; para el mundo,
parece que no hay Dios.
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Al que ya no vive según la carne, sino que es llevado por el Espíritu de Dios,
se lo llama hijo de Dios, se convierte en imagen de su Unigénito y recibe el
nombre de espiritual. Y de la misma manera que la facultad de ver actúa en el
ojo sano, así actúa también en esta alma purificada la fuerza del Espíritu.
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Pablo VI
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14
Dios ama a los hombres con un amor igual para todos, y quiere conducirlos a
todos a la perfección, pero, al mismo tiempo, tiene caminos distintos para
unos y para otros. Esto quiere decir que las inspiraciones de la gracia tendrán
frecuencias y manifestaciones muy diferentes de una persona a otra. No se
puede obligar al Espíritu, y Dios es dueño de sus dones.
Jacques Philippe
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Eliécer Sálesman
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Ven Espíritu Santo, ven padre de los pobres, ven viento divino, ven. Ven
como lluvia deseada, a regar lo que está seco en nuestras vidas, ven. Ven a
fortalecer lo que está débil, a sanar lo que está enfermo, ven. Ven a romper
mis cadenas, ven a iluminar mis tinieblas, ven. Ven porque te necesito, porque
todo mi ser te reclama. Espíritu Santo, dulce huésped del alma, ven, ven
Señor.
Anónimo
17
El Espíritu Santo nos hace encontrar en las cosas de este mundo mucho más
que lo que nosotros buscamos en ellas.
Es completamente normal que nos gusten las cosas dela tierra, que nos
atraigan las cosas de este mundo, porque Dios la creó “para que las
disfrutemos” (1 Tim 6, 17). Si no fuera así, nos moriríamos de angustia y no
podríamos soportar esta vida.
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a trascender las cosas, que podamos
detenernos en ellas con gozo, pero encontrando en ellas al Creador, como lo
hacía San Francisco de Asís, lleno de ternura y de alegría.
Manuel Fernández
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"Así pues, mira cómo hemos sido plasmados de nuevo, tal como dice otro
profeta: He aquí -dice el Señor- que les voy a arrancar -se refiere a aquellos
que el Espíritu del Señor previó- los corazones de piedra y se los pondré de
carne (Ez 11,19; 36,26). Dice esto porque había de manifestarse en carne y
habitar entre nosotros"
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La presencia del Espíritu Santo que, como dijo Jesús, es íntima a las almas y a
la Iglesia («Él mora con vosotros y en vosotros está»: Jn 14, 17), hará presente
a Cristo invisible de modo estable, «hasta el fin del mundo». La unidad
trascendente del Hijo y del Espíritu Santo hará que la humanidad de Cristo,
asumida por el Verbo, habite y actúe dondequiera que se realice, con la
potencia del Padre, el designio trinitario de la salvación.
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Benedicto XVI
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La sabiduría es lo que el Espíritu Santo hace en nosotros para que veamos
todas las cosas con los ojos de Dios. Y este es el don de la sabiduría. Y
obviamente, este don surge de la intimidad con Dios, de la relación íntima que
tenemos con Dios, de la relación de los hijos con el Padre. Y el Espíritu Santo,
cuando tenemos esta relación, nos concede el don de la sabiduría. Y cuando
estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurase
nuestro corazón y le hiciese percibir todo su calor y su predilección.
Papa Francisco
24
Anónimo
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Sin el Espíritu Santo, somos como una piedra de las que ves en el camino.
Coge en una mano una esponja empapada de agua y en la otra una piedra;
apriétalas igualmente. No saldrá nada de la piedra y de la esponja verás salir el
agua en abundancia. La esponja es el alma llena del Espíritu Santo; y la piedra
es el corazón frío y duro donde el Espíritu Santo no vive.
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Pablo VI
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Antonio Gracia
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La obra del Espíritu Santo es preparar el corazón del hombre para que reciba
la redención que le trajo Jesucristo. Y la primera preparación tiene que ser el
arrepentimiento de los pecados. El Espíritu Santo llama la atención de las
personas acerca de lo asqueroso, dañino y digno de repudio que es el pecado,
sobre todo el pecado de incredulidad, de falta de amor y el egoísmo.
El Espíritu Santo no deja en paz el corazón del discípulo que peca. Le inspira
la convicción de que es absolutamente necesario liberarse del pecado que lo
separa de Dios. Así el Espíritu Santo va guiando al individuo hacia la madurez
espiritual.
Eliécer Sálesman
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Ven Espíritu Santo, y penetra en todo mi cuerpo. Te doy gracias por el don de
la vida, por cada uno de los órganos de mi cuerpo, que es una obra del amor
divino. Ven Espíritu Santo, y pasa por todo mi cuerpo. Acaricia con tu cariño
este cuerpo cansado derrama en él la calma y la paz. Penetra con tu soplo en
cada parte débil o enferma. Restaura, sana, libera cada uno de mis órganos.
Pasa por mi sangre, por mi piel, por mis huesos.
Ven, Espíritu Santo, y aplaca toda tensión con tu amor que todo lo penetra.
Sáname Señor. Amén.
Anónimo
Cardenal Verdier
Inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo,
lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios,
bien de las almas y mi propia Santificación.
Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y
facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.
Amén.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.
Abril
Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos
los que escuchaban la palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con
Pedro quedaron asombrados al ver que el don del Espíritu Santo había sido
derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y
glorificar a Dos. Entonces Pedro dijo: ¿Acaso puede alguno negar el agua del
bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?
4
Queridos hermanos y hermanas, siempre necesitamos que el Señor Jesús nos
diga lo que repetía a menudo a sus amigos: «No tengáis miedo». Como Simón
Pedro y los demás, debemos dejar que su presencia y su gracia transformen
nuestro corazón, siempre sujeto a las debilidades humanas. Debemos saber
reconocer que perder algo, más aún, perderse a sí mismos por el Dios
verdadero, el Dios del amor y de la vida, en realidad es ganar, volverse a
encontrar más plenamente. Quien se encomienda a Jesús experimenta ya en
esta vida la paz y la alegría del corazón, que el mundo no puede dar, ni
tampoco puede quitar una vez que Dios nos las ha dado. Por lo tanto, vale la
pena dejarse tocar por el fuego del Espíritu Santo.
Benedicto XVI
El corazón del hombre sabio, en este sentido, tiene el gusto y el sabor de Dios.
¡Y qué importante es que en nuestras comunidades haya cristianos así! En
ellos, todo habla de Dios y se convierte en un signo bello y vivo de su
presencia y de su amor. Y esta es una cosa que no podemos improvisar, que
no nos podemos obtener para nosotros mismos. Es un don que Dios da a los
que se hacen dóciles al Espíritu Santo. Y nosotros tenemos dentro, en nuestro
corazón, al Espíritu Santo. Podemos escucharlo o podemos no escucharlo. Si
escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña este camino de la sabiduría. Nos
regala la sabiduría, que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con las
orejas de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de
Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo. ¡Y todos nosotros
podemos tenerla! ¡(Basta) sólo pedirla al Espíritu Santo!
Papa Francisco
Benedicto XVI
7
Anónimo
Ahora bien, de la misma manera que el todo está en cada una de las partes,
hay que entender que el Espíritu está íntegro en cada uno de los dones que
distribuye; pues todos somos miembros, los unos de los otros, aunque
tengamos dones diferentes según las diversas gracias que hemos recibido de
Dios.
Pablo VI
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Antonio Gracia
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Eliécer Sálesman
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Antonio Gracia
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Manuel Fernández
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Había empezado yo hablar cuando cayó sobre ellos el Espíritu Santo, como
sucedió al principio sobre nosotros. Me acordé entonces de aquellas palabras
que dijo el Señor: Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el
Espíritu Santo. Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a
nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿Quién era yo para poner
obstáculos a Dios?
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Benedicto XVI
18
El Espíritu Santo nos abre la mente, nos la abre para entender mejor, para
entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las
cosas. Es importante el don del intelecto para nuestra vida cristiana. Pidamos
al Señor que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don, para entender, como
entiende Él, las cosas que suceden y para entender sobre todo la Palabra de
Dios en el Evangelio.
Papa Francisco
19
El Espíritu de Jesús nos dará luz y fortaleza para conocer más, amar más y
seguir a Jesucristo más de cerca. El Espíritu de Pentecostés nos animará a
vivir en Comunidad y a formar y multiplicar las Comunidades Eclesiales. El
Espíritu Paráclito nos consolará, orará en nuestro interior y se nos dará en
dones y frutos personales.
Anónimo
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Antonio Gracia
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Eliécer Sálesman
23
Esto no significa que tengamos que ser iguales en todo. El Espíritu Santo
siembra dones diferentes por todas partes y como él quiere. Por eso, donde él
actúa hay variedad, riqueza, novedad.
Manuel Fernández
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Sabemos cuánto sea importante en los momentos más delicados, poder contar
con el consejo de las personas sabias que nos quieren mucho. Ahora, a través
del don del consejo, es Dios mismo con su Espíritu que ilumina nuestro
corazón, de manera que podamos entender el modo justo de hablar, de
comportarnos y el camino que debemos seguir. Pero, ¿cómo actúa este don en
nosotros? En el momento en que lo recibimos y hospedamos en nuestro
corazón, el Espíritu Santo comienza enseguida a volver sensible su voz, a
orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones,
de acuerdo con el corazón de Dios. Y al mismo tiempo nos lleva siempre más
a poner nuestra mirada interior en Jesús como el modelo de nuestro modo de
actuar y relacionarse con Dios Padre y con los hermanos.
Papa Francisco
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Benedicto XVI
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Anónimo
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Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin
indagar el porqué de ellas y sin quejarnos.
Así sea.
Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre
el mundo entero.
Mayo
Pedro les contestó: Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar
en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados; y recibirán el don del
Espíritu Santo; pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos, y para todos
los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.
Papa Francisco
5
El Espíritu de la Verdad es luz que nos ayuda a mirar las bendiciones de Dios,
pero a Él no le vemos. "...el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades
de Dios... hemos recibido el Espíritu que viene de Dios, para conocer las
gracias que Dios nos ha otorgado... El ser humano naturalmente no capta las
cosas del Espíritu de Dios..." (1 Co 2,10-14). El Dios ‘desconocido’ nos hace
conocer, sentir internamente, comprender, orar y contemplar la Vida para
interpretar y revelar los tesoros escondidos en la Palabra de Dios. El Espíritu
Santo actúa en lo más profundo de nosotros, algo así como nuestro
‘subconsciente espiritual’, para hacernos sentir el sentido de Dios y de nuestra
vida.
Anónimo
¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado
su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza divina? Ya que es
llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu
firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y
peculiares.
Antonio Gracia
Eliécer Sálesman
Manuel Fernández
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Gálatas 5, 19-23
11
"Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue
"lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15. 41) por obra
del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo.
La "Visitación" de María a Isabel se convirtió así en "visita de Dios a su
pueblo" (Lc 1, 68).
Catecismo de la Iglesia Católica N. 717
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Es Cristo quien nos da esta plenitud divina (Cfr. Col 2, 9 ss.) mediante la
acción del Espíritu Santo. Así, colmados de vida divina, los cristianos entran y
viven en la plenitud del Cristo total que es la Iglesia, y, a través de la Iglesia,
en el nuevo universo que poco a poco se va construyendo (Cfr. Ef 1, 23; 4,12-
13; Col 2, 10). En el centro de la Iglesia y del nuevo universo está la
Eucaristía, donde se halla presente el Cristo que obra en los hombres y en el
mundo entero mediante el Espíritu Santo.
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Papa Francisco
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Antonio Gracia
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La característica de los que son asistidos por el Espíritu Santo es un gran amor
de Dios y de su prójimo, en su corazón (como la característica de los que no
poseen el Santo Espíritu es un egoísmo duro y áspero que no les deja pensar
en conseguir gloria para su Dios ni en hacerles bien a los demás)
Eliécer Sálesman
18
Para cambiar el mundo es necesario que demos el testimonio de una vida
ejemplar, que seamos modelos de entrega, de responsabilidad, de generosidad,
de honestidad, de alegría. Pero también algunas veces, es necesario hablar de
Jesús. Con respeto, con delicadeza, con humildad, pero también con
convicción, amor y entusiasmo, hablar de él. Normalmente no hacen falta
muchas palabras. Hay formas sencillas de hablar de él y de reconocer nuestra
fe. Por ejemplo, teniendo una imagen suya en la entrada de nuestra casa, o
llevando un rosario en el cuello, o bendiciendo la mesa. Son pequeños
testimonios que hacen presente a Jesús en el mundo.
El Espíritu Santo no nos hará completamente perfectos en esta vida, pero nos
ayudará a sacar lo mejor de nosotros mismos, para que Jesús se refleje en
nuestra forma de vivir.
Manuel Fernández
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Juan es "más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el
"hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por
Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es
la "voz" del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el
Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7;
cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las
"indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12):
"Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es
el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).
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Pablo, el apóstol, dijo una frase que nos hará bien escucharla: “Puedo todo en
Aquel que me da la fuerza”. Cuando estamos en la vida ordinaria y vienen las
dificultades acordémonos de esto: “Todo puedo en Aquel que me da la
fuerza”.
El Señor nos da siempre las fuerzas, no nos faltan. El Señor no nos prueba
más de lo que podemos soportar. Él está siempre con nosotros, “todo puedo en
Aquel que me da la fuerza”.
Papa Francisco
23
"El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar la
buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los
cautivos, a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un
año de gracia del Señor." (Lc 4,18-19). Jesús reconoce la acción del Espíritu
Santo en su vida y misión. El Espíritu le unge, le consagra como Mesías (es
decir ‘enviado, Cristo’ o ‘ungido") para evangelizar a los pobres, anunciar y
realizar su liberación. Jesucristo y el Espíritu Santo, enviados por el padre con
esta misión, son el origen, el proceso y el culmen de tiempo jubilar.
Anónimo
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Que alegría infunde el saber, que esta experiencia solo se puede vivir por el
Espíritu, primacía pascual de Cristo para la Iglesia. La virtud probada se
realiza en el Espíritu. Grábalo en tu mente y en tu corazón. Camina en el
Espíritu y la resurrección de Cristo será tu fiesta.
Antonio Gracia
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No habrá época de la vida sin combate, pero si el Espíritu Santo está con
nosotros, nada podrá hacernos echar pie atrás en la lucha por conservarnos
amigos de Dios y buenos para con todos, sufriéndolo todo con paciencia pero
tratando de no hacer sufrir a los demás.
Eliécer Sálesman
27
El que nos habita, conoce nuestra misma esencia en el ser y convive con toda
nuestra realidad interior. No se asusta de nada. Lo asume todo. Y si nadie más
incrustado en nuestro yo que el Espíritu, nadie más interesado en nuestra
santidad que Él; nadie más enamorado de nuestra paz y felicidad que Él. En
nuestra debilidad, su presencia es nuestra consistencia real y verdadera.
Antonio Gracia
28
Sabemos que el Espíritu Santo derrama sus carismas por todas partes. San
Pablo nos habla de algunos carismas en 1 Cor 12, 8-11. Pero esos no son los
únicos carismas. Hay miles de carismas diferentes. Sin duda, en tu vida
también hay varios de esos carismas.
Un carisma es una capacidad que el Espíritu Santo bendice y utiliza para que
hagas el bien a los demás.
Manuel Fernández
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Quiero saber de ustedes una sola cosa: ¿han recibido el Espíritu por las obras
de la ley o por la fe en la predicación? ¿Tan insensatos son? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿terminan ahora en carne? ¿Han pasado en vano
por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! El que les otorga el Espíritu y
obra milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley o por fe en la
predicación?
Gálatas 3, 2-5
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Bendito sea el Espíritu Santo, por cuya intervención María fue Madre.
Bendito sea el Espíritu Santo, cuya unción consagró a Jesús Mesías y Profeta.
Bendito sea el Espíritu Santo, que Jesús prometió como "Otro Defensor".
Bendito sea el Espíritu Santo, que nos recuerda todo cuanto Jesús dijo.
Bendito sea el Espíritu Santo, que hizo a los Apóstoles testigos de Jesús.
Bendito sea el Espíritu Santo, que reúne a todos los hombres y a todas las
lenguas.
Bendito sea el Espíritu Santo, que inspira las respuestas de los mártires.
Bendito sea el Espíritu Santo, por quien formamos un solo cuerpo comiendo
un solo pan.
Bendito sea el Espíritu Santo, por quien son perdonados nuestros pecados.
Bendito sea el Espíritu Santo, que por la imposición de las manos se da a los
diáconos, sacerdotes y Obispos.
Junio
Quiero saber de ustedes una sola cosa: ¿han recibido el Espíritu por las obras
de la ley o por la fe en la predicación? ¿Tan insensatos son? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿terminan ahora en carne? ¿Han pasado en vano
por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! El que les otorga el Espíritu y
obra milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley o por fe en la
predicación?
Gálatas 3, 2-5
El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía que fuese "llena de
gracia" la Madre de Aquel en quien "reside toda la plenitud de la divinidad
corporalmente" (Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia,
como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don
inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la
"Hija de Sión": "Alégrate" (cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en sí al
Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al Padre, en el Espíritu
Santo, la acción de gracias de todo el pueblo de Dios y, por tanto, de la Iglesia
(cf. Lc 1, 46-55).
Papa Francisco
"El ángel entró donde estaba María y le dijo: Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo." Lc 1,28. María está llena de gracia, desde antes de la
Encarnación. Esa plenitud de gracia, es obra del Espíritu Santo, creador y
dador de vida, quien desde la concepción la llenó de la vida divina y ha estado
con ella. María se alegra con ese saludo. Ella, por ser agraciada y graciosa, es
alegre y santa.
Anónimo
6
Así también el Espíritu Santo está presente en cada uno de los que son capaces
de recibirlo, como si estuviera en él solo, infundiendo a todos la totalidad de la
gracia que necesitan. Gozan de su posesión todos los que de él participan, en
la medida en que lo permite la disposición de cada uno, pero no en la medida
del poder del mismo Espíritu.
Muchas veces uno advierte que nuestras comunidades cristianas andan como
aburridas en su camino. Da la impresión de que están sometidas a la
arterosclerosis de la letra o de la rutina celebrativa. Les falta el gozo de la
virtud del Espíritu que renueva la faz de la tierra y recrea la ilusión del
corazón. Esta es una preocupación de la Iglesia. Cargamos tradicionalismos
culturales que no nos permiten vivir la libertad de los hijos de Dios. Da la
impresión de que el Espíritu no cuenta tanto como las letras de las normas.
La iglesia requiere, a la luz del Espíritu Santo la gracia de poder ser testigo de
los valores del Reino de Dios.
Antonio Gracia
Eliécer Sálesman
9
Los místicos nos recuerdan que el Espíritu Santo quiere haceros experimentar
a fondo las maravillas del amor de Dios. Él quiere llevarnos a las experiencias
espirituales más preciosas y más profundas; pero para eso hay que crecer,
dejándose llevar por el Espíritu siempre más alto.
Todos tenemos capacidades que el Espíritu Santo quiere utilizar para que nos
ayudemos unos a otros a vivir mejor. Descubrámoslos, valorémoslos y
aprovechémoslos. Porque es bello sentirse útil, sobre todo cuando uno acepta
ser un instrumento del Espíritu Santo.
Manuel Fernández
10
Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino
según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación
del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con generosidad por medio de
Jesucristo nuestro salvador para que, justificados por su gracia, fuéramos
constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna.
Tito 3, 5-7
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12
Dios, en su vida íntima, « es amor », amor esencial, común a las tres Personas
divinas. EL Espíritu Santo es amor personal como Espíritu del Padre y del
Hijo. Por esto « sondea hasta las profundidades de Dios », como Amor-don
increado. Puede decirse que en el Espíritu Santo la vida íntima de Dios uno y
trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las
Personas divinas, y que por el Espíritu Santo Dios « existe » como don. El
Espíritu Santo es pues la expresión personal de esta donación, de este ser-
amor. Es Persona-amor. Es Persona-don. Tenemos aquí una riqueza
insondable de la realidad y una profundización inefable del concepto de
persona en Dios, que solamente conocemos por la Revelación.
13
Seremos capaces de alegrarnos con quien está en la alegría, de llorar con quien
llora, de estar cerca de quien está solo y angustiado, de corregir a quien está en
el error, de consolar a quien está afligido, de acoger y socorrer a quien está en
la necesidad.
Papa Francisco
14
Anónimo
15
Por él, los corazones son elevados hacia lo alto, los débiles son llevados de la
mano, los que ya van progresando llegan a la perfección; iluminando a los que
están limpios de toda mancha, los hace espirituales por la comunión con él.
Y, del mismo modo que los cuerpos limpios y transparentes, cuando les da un
rayo de luz, se vuelven brillantes en gran manera y despiden un nuevo fulgor,
así las almas portadoras del Espíritu y por él iluminadas se hacen ellas
también espirituales e irradian a los demás su gracia.
16
Antonio Gracia
17
San Cirilo narra una gran experiencia: “En mi larga vida de magisterio he
llegado a constatar esta importante verdad: Que es imposible sufrir
valientemente por Cristo sin recibir la ayuda del Espíritu Santo Consolador. Si
resuelta cierto lo que afirmaba san Pablo que “Ninguno puede decir que Cristo
es el Señor, sin la ayuda del Espíritu Santo” (1 Co 12,3), también lo es, y
mucho más, que nadie es capaz de sufrir dignamente por amor de Cristo, sin la
ayuda del Divino Espíritu. Admirable la grandeza Omnipotente del Espíritu
Santo que va repartiendo valor a millones de seres humanos en toda la tierra
para sufrir con amor y valor todas las contrariedades que se les presentan,
ofreciéndolo todo con generosidad a Cristo Señor.
Eliécer Sálesman
18
Desde la conciencia del Espíritu “la persona busca siempre la verdad de su ser,
pues en la verdad se ilumina la realidad y la realidad se convierte en libertad y
alegría, en gozo y esperanza”. Vivir en el Espíritu, es sentir esta presencia
orante del Espíritu en lo íntimo de nuestra debilidad. ¿Por qué temerse así
mismo en la debilidad, si en el centro del barro del corazón está la fortaleza
del Espíritu de Dios? Confía en el Espíritu y crecerás en la alegría pascual de
Señor resucitado. ¡Ese es ya tu Pentecostés!
Antonio Gracia
19
Anónimo
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Es cierto que dentro de nosotros mismos hay cosas oscuras, viven rencores,
tristezas, desilusiones, cansancios, egoísmos, vanidades, inclinaciones
negativas que quieren arrastrarnos. Hay una atracción de la concupiscencia
que nunca nos abandona del todo en esta vida.
Sin embargo, esa no es la única verdad. Porque dentro de nosotros también
está el Espíritu Santo con sus impulsos, y él es más fuerte que las demás
inclinaciones inconscientes que nos atraen. Si no fuera así, seríamos
monstruos, sería imposible la vida en sociedad, y la humanidad habría
desaparecido hace mucho.
Manuel Fernández
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Juan 3, 5-8
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Papa Francisco
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Anónimo
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Antonio Gracia
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Eliécer Sálesman
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Ven Espíritu Santo, entra en mi mente, en esa locura de mis pensamientos que
me perturban. Pacifica este interior inquieto. Ayúdame a dominar y serenar
mis pensamientos para que reine en mí tu paz. Ven Espíritu Santo a dominar
mi mente con su santísima calma. Armonizar ese mundo de mi mente y llévate
lejos todo pensamiento que provoque angustias o nerviosismos, tristezas o
inquietudes inútiles. Ven Espíritu Santo, toma esas imágenes alocadas que dan
vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar serenamente, orar bien, y
avanzar sin preocupaciones que no valen la pena. Ven Espíritu Santo, y
lléname de pensamientos bellos, que me ayuden a vivir. Amén
Anónimo
30
Manuel Fernández
Ven, tú que eres el nombre preferido que se repite en cualquier parte, pero del
que a nosotros es absolutamente vedado expresar su ser y conocer su
naturaleza.
JULIO
La relación íntima con Dios por el Espíritu Santo hace que el hombre se
comprenda, de un modo nuevo, también a sí mismo y a su propia humanidad.
De esta manera, se realiza plenamente aquella imagen y semejanza de Dios
que es el hombre desde el principio. Esta verdad íntima sobre el ser humano
ha de ser descubierta constantemente a la luz de Cristo que es el prototipo de
la relación con Dios y, en él, debe ser descubierta también la razón de « la
entrega sincera de sí mismo a los demás », como escribe el Concilio Vaticano
II; precisamente en razón de esta semejanza divina se demuestra que el
hombre « es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma »,
en su dignidad de persona, pero abierta a la integración y comunión social. El
conocimiento eficaz y la realización plena de esta verdad del ser se dan
solamente por obra del Espíritu Santo. El hombre llega al conocimiento de
esta verdad por Jesucristo y la pone en práctica en su vida por obra del
Espíritu, que el mismo Jesús nos ha dado.
4
El don del temor de Dios, no significa tener miedo de Dios, Omnipotente y
Santo: sabemos bien que Dios es padre, que nos ama y quiere nuestra
salvación, motivo por el cual no hay motivo de tener miedo de Él. El temor de
Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuanto somos
pequeños delante a Dios y a su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos
con humildad, respeto y confianza en sus manos (…).
Papa Francisco
Anónimo
Antonio Gracia
San Pablo recomienda como el Carisma o Regalo Numero Uno que más hay
que tratar de obtener del Espíritu Santo: La Caridad: el amor a Dios y al
prójimo. Dice que éste es el Carisma al cual hay que aspirar más que a los
demás. (1 Co 13). Luego recomienda como carisma importantísimo el de la
profecía: o sea hablar: con gracia, con eficacia y con valor, los mensajes de
Dios al pueblo (1 Co 14, 1)
Eliécer Sálesman
Más ustedes no viven según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu
de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le
pertenece; más si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo haya muerto ya a
causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de
Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que
resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos
mortales por su Espíritu que habita e ustedes. Así que, hermanos míos, no
somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vive según la
carne, morirán. Pero si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo,
vivirán.
Romanos 8, 9-13
10
Por ello tenemos tanta necesidad de este don del Espíritu Santo. El temor de
Dios nos hace tomar conciencia que todo viene de la gracia y que nuestra
verdadera fuerza está únicamente en seguir al Señor Jesús y en dejar que el
Padre pueda derramar sobre nosotros la bondad de su misericordia.
Papa Francisco
11
El espíritu crea hombres nuevos. Los testigos de todo esto son los enviados
por el Enviado del Padre, venido al mundo no para juzgar, sino para que el
mundo se salve por medio de él (Jn 3,17). La tarea de los discípulos está
claramente definida: deben revelar el mundo al Padre y a “Aquel que ha
enviado”. Cumpliendo esa misión continuarán la obra de Cristo: salvar al
mundo, dar la vida eterna a aquellos que crean en Él.
Anónimo
12
Eliécer Sálesman
13
Antonio Gracia
14
Y para mí, Dios también tiene un plan de amor. Dios me muestra un camino
distinto al que hasta ahora he vivido. Dios desea habitar y establecer su
morada en mí. Él está vivo y muy, muy cerca de mí. Pero, ¿deseo yo como
María que él establezca su morada en mí? ¿Qué le responderé?
15
León XIII
16
El discípulo misionero, de verdad, es una persona seducida por el Espíritu; una
persona que proclama su fe en el Señor bajo su impulso divino. No es un
científico. No alardea de saberlo todo. Es un cristiano que habla con la gracia
y la fuerza del Espíritu. ¡Cuántas experiencias conocemos de cristianos muy
sencillos, que en un momento determinado, con su palabra temblorosa hacen
llorar a una comunidad reunida en el nombre del Señor.
Antonio Gracia.
17
Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte mi futuro, hasta el último día de mi
vida. Quiero caminar iluminado por tu divina luz, para saber adónde voy, para
no desgastar energías en cosas que no valen la pena.
Y sana mis miedos, para que pueda confiar en tu auxilio y me deje guiar
siempre. Tú qué sabes lo que más me conviene, oriéntame y condúceme cada
día, y protégeme de todo mal. Ven Espíritu Santo y toma mi futuro. Amén
Anónimo
18
Vivimos cansados por los esfuerzos y tan desanimados por los fracasos. Las
tentaciones son tan violentas, las adversidades paralizan, los obstáculos
espantan, la tristeza desanima, el respecto humano encadena. ¿Qué sería de
nosotros sin el Don de Fortaleza del Espíritu Santo? Tenemos que repetir con
san francisco Javier: “Mi mayor mal sería dejarme dominar por el miedo a las
dificultades que se me presentan cuando trabajo por el Reino de Dios”. Pero
este miedo nos domina si no tenemos a nuestro favor al Divino Consolador. Él
es el que ha hecho que los santos no le hayan tenido miedo a nada cuando se
dedicaban a extender el Reino de Dios. Qué santo hubiera podido trabajar sin
desanimarse, ante las dificultades que se le presentaban, si el Espíritu Santo no
lo hubiera asistido: nosotros conocemos lo tremendamente débiles que somos,
y que siempre hacemos el mal que no queremos, pero con la ayuda del
Paráclito podremos repetir: “Todo lo puedo en aquel que me fortalece”
(Hamon)
Eliécer Sálesman
19
20
Papa Francisco
21
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que a que han
sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y
Padre de todos, que esta sobre todos, actúa por todos y está en todos. A cada
uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones de
Cristo.
Efesios 4, 4-7
22
El Espíritu Santo reside en el alma como un motor que todo lo mueve, con un
guía que todo lo dirige, como un maestro que todo lo enseña, como un amigo
que tiene continua compañía. Es necesario por ello que el alma se deje mover
y guiar únicamente por su dulce fuerza, que acepte sus divinas enseñanzas,
que le tenga como su única Compañía. La presencia continua del Espíritu
Santo inmerge al alma en el círculo de la vida divina, por lo cual Dios vive en
el alma y el alma en Dios. El Espíritu Santo santifica al alma, la enriquece de
méritos y la prepara a la vida eterna.
23
Antonio Gracia.
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San Agustín
25
26
Ven Espíritu Santo, y entra en mi hogar. Hoy quiero entregarte a todos mis
seres queridos para que hagas en cada uno de ellos tu obra maravillosa.
Te abro las puertas de mi familia. Entra, y derrama amor para que sepamos
vivir juntos, para que aprendamos a valorarnos, a respetarnos, para que
sepamos dialogar.
Protege mi casa de todo mal con tu presencia santa, y no permitas que allí
reine la tristeza, el rencor o los miedos. Derrama seguridad, confianza,
serenidad y alegría, para que todos los que entren en mi casa experimenten
qué bueno es vivir en tu presencia. Ven Espíritu Santo. Amén.
Anónimo
27
San Juan de la Cruz: inspirado por el Espíritu Santo, comparaba los bienes de
la tierra con los bienes del cielo: “Que poca cosa son estos bienes para que me
vaya a enamorar de ellos, en vez de enamorarme de Dios”. Algo parecido
exclamaba santa Teresa al ver las joyas de una señora: “Qué poca cosa estima
la gente de este mundo, y qué grandes tesoros tiene preparado mi Dios para
sus amigos en la eternidad”. Haciendo eco s esta frase, exclamaba santa
Teresita al oír música de bailes y francachelas: “Señor: eso que se oye es el
destierro. Allá arriba esta la patria. ¡Sueño con tu cielo!
Eliécer Sálesman
28
El Espíritu Santo nos enseña: es el Maestro interior. Nos guía por el camino
justo, a través de las situaciones de la vida. Él nos enseña el camino. En los
primeros tiempos de la Iglesia, el Cristianismo era llamado “el Camino” (cfr
Hech 9,2), y el mismo Jesús es el Camino. El Espíritu Santo nos enseña a
seguirlo, a caminar sobre sus huellas. Más que un maestro de doctrina, el
Espíritu es un maestro de vida. Y ciertamente de la vida forma parte también
el saber, el conocer, pero dentro del horizonte más amplio y armónico de la
existencia cristiana.
Papa Francisco
29
La reflexión sobre los dones del Espíritu Santo, que hemos comenzado en los
domingos anteriores, nos lleva hoy a hablar de otro don: el de ciencia, gracias
al cual se nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación
con el Creador.
30
Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de
timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues,
ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero;
sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado
por la fuerza de Dios.
II Timoteo 1, 6-8
31
Pablo VI
¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus
dones y con tu Amor, me consagro totalmente a Ti para que obres en mí tu
"Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo y que
ahora quiero renovar en cada instante de mi vida.
Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del
Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas
para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.
Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida
santa en tu presencia.
Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros
por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros
cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas
de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito. Sólo te pedimos la gracia que
después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte
en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Así sea.
Agosto
1
S. Juan Crisóstomo
Nadie puede decir que él conocer toda la verdad, la verdad plena descansa en
Dios. Todos unidos podemos llegar a ella. Pero aislados jamás podremos
entender el corazón de Dios.
Más aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo. Él. No obstante,
quedará a salvo, per como quien escapa del fuego. ¿No saben que son templo
de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el
templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es sagrado, y
ustedes son ese templo.
I Corintios 3, 15-17
Papa Francisco
El más popular mártir mejicano del siglo XX fue el Padre Pro, asesinado por
los enemigos de la fe. Este santo sacerdote confiaba muchísimo en el Espíritu
Santo, y conseguía con su fe resultados maravillosos en las personas a las que
hablaba. Poco antes de ser fusilado, por los comunistas, explicando sus
grandes éxitos como predicador y catequista decía: “Por mis pocas cualidades
y mis pocos estudios, yo en mi predicación y en mis clases de catecismo debía
decir “negro” y dije “blanco”. ¿Por qué? Siempre me resultaban mis charlas
religiosas mejor de lo que podrían resultar por mis solas cualidades y
preparación. ¿Por qué? Es que el Espíritu Santo se encargaba de colocar en
mis labios las palabras que iban a conmover las almas. Porque el Divino
Paráclito es el que convierte pecadores, y cuando uno coloca toda su confianza
en él, los resultados son sencillamente asombrosos.
Eliécer Sálesman
7
Antonio Gracia
Ven Espíritu Santo, entra en mi mente, en esa locura de mis pensamientos que
me perturban. Pacifica este interior inquieto. Ayúdame a dominar y serenar
mis pensamientos para que reine en mí tu paz. Ven Espíritu Santo a dominar
mi mente con su santísima calma. Armonizar ese mundo de mi mente y llévate
lejos todo pensamiento que provoque angustias o nerviosismos, tristezas o
inquietudes inútiles. Ven Espíritu Santo, toma esas imágenes alocadas que dan
vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar serenamente, orar bien, y
avanzar sin preocupaciones que no valen la pena. Ven Espíritu Santo, y
lléname de pensamientos bellos, que me ayuden a vivir. Amén
Anónimo
10
Antonio Gracia.
11
Ven Espíritu Santo. Hoy quiero pedirte que me ayudes a comunicarme con los
demás. Enséñame a decir la palabra justa, a mirar a los demás como ellos
necesitan ser mirados, a tener el gesto oportuno. Todo mi ser está hecho para
la comunicación. Por eso te ruego que me liberes de todas las trabas que no
me permiten comunicarme bien con los demás.
Con tu agua divina riega todas las cosas buenas que has puesto en mi vida,
para que pueda hacer el bien. Enséñame a escuchar, para descubrir lo que los
demás esperan de mí, y para que encuentren en mí generosidad y acogida.
Anónimo
12
San Francisco de Sales consiguió del Espíritu Paráclito la gracia deber en los
otros a Cristo y de tratarlos bien y sacrificarse por ellos como si lo hiciera
cada vez por Jesucristo personalmente. Esto le llevó a ser hombre más amable
que ha existido después de Jesús. Una gracia sumamente parecida le concibió
el Divino Espíritu a san Vicente de Paul, a san Juan Bosco y a muchos santos
más, y nos la puede conceder también a nosotros, pero cuesta: hay que pedirla
mucho.
Eliécer Sálesman
13
Papa Francisco
14
15
Vino a anunciar la paz: paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que
estaban cerca. Por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo
Espíritu. Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los
santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y
profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien
trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también
ustedes con ellos están siendo edificados, para ser morada de Dios en el
Espíritu.
Efesios 2, 17-22
16
17
Antonio Gracia.
18
Papa Francisco
19
20
Pues el mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y
todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que
un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido
todos bautizados, para no formar más que un solo cuerpo, judíos y griegos,
esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
21
Otro aspecto típico del Espíritu que nos ha enseñado san Pablo: su relación
con el amor. El apóstol escribe así: “La esperanza no falla, porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos
ha sido dado” (Rom 5, 5). En mi carta encíclica Deus caritas est, citaba una
frase sumamente elocuente de san Agustín: “Ves la Trinidad si ves el amor”
(n. 19), y luego explicaba: “el Espíritu es esa potencia interior que armoniza
su corazón de los creyentes con el corazón de Cristo y los mueve a amar a los
hermanos como Él los ha amado”
Benedicto XVI
22
“En el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado
carnal. En ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño
fue clavado el Señor Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de
paloma descendió el Espíritu Santo, como has aprendido en el Nuevo
Testamento, el cual inspira en tu alma la paz, en tu mente la calma”
San Ambrosio
23
Para que el Espíritu Santo pueda hacer maravillas en nuestra vida, es necesario
que estemos de verdad abiertos a su acción. Pero, ¿qué significa estar abiertos
a la acción del Espíritu Santo?
Significa dejar que nos cambie los planes, que nos lleve donde quiera, y sobre
todo significa desearlo, buscarlo siempre más, no estar nunca conformes, no
creer ya lo hemos conocido suficiente.
No hay que pensar que ya no puede haber novedades en nuestra relación con
él, que ya lo hemos probado todo. No es así. Él es siempre nuevo, siempre
deslumbrante, siempre sorprendente.
Anónimo
24
Vivimos la era del Espíritu. Todo miembro de la Iglesia, si desea de verdad ser
discípulo misionero del Señor, debe estar muy atento al Espíritu, para saber
discernir los signos de los tiempos y, con la sabiduría de Dios, revelar su
ministerio salvador. En cada pueblo y en cada cultura, el Espíritu ilumina los
ojos de la mente de la comunidad y fortalece su corazón para un discipulado
eficaz en la edificación del Cuerpo de Cristo la Iglesia.
¿Cuáles son tus fortalezas espirituales? ¿Cuáles son tus debilidades? ¿Cuál es
el don del Espíritu que adviertes con más fuerza en tu corazón?
Antonio Gracia.
25
El Espíritu Santo "es el primer don común a los cristianos divididos. 'Como
principio de la unidad de la Iglesia', Él nos empuja a reconstruirla a través de
la conversión del corazón, la oración común, el conocimiento recíproco, la
formación ecuménica, el diálogo teológico, la cooperación en los diferentes
ámbitos del servicio social inspirado por la caridad".
26
Ez 36, 26-27
27
¿Quién eres Tú, dulce luz, que me llena e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano materna, y si me soltaras no sabría dar ni un
paso. Tú eres el espacio que rodea mi ser y lo en vuelves en sí. Abandonado
de ti caería en el abismo de la nada, de donde Tú me llamaste a la existencia.
Tú estás más cerca de mí que yo mismo y eres más íntimo que mi intimidad.
Al mismo tiempo eres inalcanzable e incomprensible, ningún nombre es
adecuado para invocarte. ¡Espíritu Santo, Amor Eterno! Tú eres el dulce
manantial que fluye desde el Corazón del Hijo hacia el mío, el alimento de los
ángeles y de los bienaventurados.
Edith Stein
28
Cristo pide que su Iglesia sea una, que sea señal de unidad en un mundo
desunido. Cristo quiere a su Iglesia única y unida donde ninguna persona se
sienta extraña, sino que esté unida visible de sus miembros. Para que esto sea
posible es necesario hacer muchos esfuerzos de compresión y amor. Todos
tenemos que hacer esfuerzos para que pueda realizarse la unidad de la Iglesia
y en la forma y con los medios que Cristo quiere.
Jesús yo creo en ti, te proclamo mi Rey y mi Dios; yo también deseo ser uno
contigo y uno con el Padre Celestial y uno con el Espíritu Santo y por medio
de las tres divinas personas, pueda ser uno con la Santa Madre Iglesia y en
unión con la Virgen María.
29
Ven, Espíritu Santo, derrama en mí toda tu fuerza, para que pueda comenzar
de nuevo y no me desprecie a mí mismo.
Anónimo
31
Entretanto (…) el don del temor de Dios es también una 'alarma' delante de la
pertinacia del pecado. Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfemia
contra Dios, cuando explota a los otros, cuando se vuelve tirano, cuando vive
solamente para el dinero, la vanidad, el poder, el orgullo. Entonces el santo
temor de Dios nos pone en alerta: atención (…) Así no serás feliz, (…)
Pienso por ejemplo a las personas que tienen responsabilidad sobre otros y se
dejan corromper; (…) pienso a aquellos que viven de la trata de personas y del
trabajo de esclavo (...); pienso a quienes viven de la trata de personas y del
trabajo de esclavo (...); pienso a quienes fabrica armas para fomentar las
guerras... (…) Que el temor de Dios les haga comprender que un día todo
termina y será necesario rendir cuentas a Dios.
Papa Francisco
Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.
¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.
Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.
Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está
extraviado.
Ven, Espíritu Dios Creador, y visita el hogar de tus fieles, haz un templo de
gracia su pecho con el don de tu santa presencia.
Tú, el amor que consuela a los hijos como eterno regalo del Padre, Caridad,
Fuente viva de gracia
Haz que triunfen sus hijos al mal y que reine la paz en sus almas, fortalece la
fe del creyente que ha nacido a la vida divina.
Demos gloria por siempre a Dios Padre y a Jesús triunfador de la muerte y al
Espíritu, vida del alma, alabanza y honor para siempre. Amén.
Septiembre
Efesios 4, 30-32
¡El Señor nos quiere! Debemos darle gracias por ello. El don de la ciencia nos
pone en profunda sintonía con el Creador y nos hace partícipes de la pureza de
su mirada y de su juicio. Desde esta perspectiva logramos captar, en el hombre
y en la mujer, la cumbre de la creación, como coronación de un designio de
amor grabado en cada uno de nosotros y que permite que nos reconozcamos
como hermanos y hermanas.
Papa Francisco
Antonio Gracia
Manuel Fernández
Cuando uno ha sido tocado por el Espíritu Santo, puede vivir algunas
experiencias gratis, sin estar pendiente de uno mismo. Es la capacidad de
admirarse y de alegrarse por el otro, pero sin estar pensando que es algo mío,
y sin estar buscando poseerlo para mí. En todo caso, me alegro de poder
disfrutar algo con los demás, como algo nuestro, no como algo mío. Amo a
Dios porque es un bien, no porque es mío, y aun cuando lo percibo como
bueno para mí, en realidad el mimo impulso del amor me lleva a buscarlo
como un bien para nosotros.
Manuel Fernández
II Timoteo 1, 13-14
No se embriaguen con vino, que es causa de libertinaje; llénense más bien del
Espíritu. Reciten entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados; canten y
salmodien en su corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo a Dios
Padre, e nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Efesios 5, 18-20
Gálatas 5, 25-26
10
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el espíritu del Señor, allí está la
libertad. Más todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en
un espejo la gloria del Señor, nos vamos trasformando en esa misma imagen
cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.
II Corintios 3, 17-18
11
12
Romanos 8, 26-27
13
Efesios 3, 16-19
14
Mucho tengo todavía que decirles, pero ahora no pueden con ello. Cuando
venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no
hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les explicará lo que ha
de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y se lo explicará a
ustedes. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: recibirá de lo
mío y se lo explicara a ustedes.
Romanos 5, 5-8
16
¿Y cuándo vean al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es el
que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son
espíritu y son vida.
Juan 6, 62-63
17
Nosotros, en cambio, debemos dar gracias en todo tiempo a Dios por ustedes,
hermanos, amados del Señor, porque Dios los ha escogido desde el principio
para la salvación mediante la acción santificadora del espíritu y la fe en la
verdad. Para esto los ha llamado por medio de nuestro Evangelio, para que
consigan la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
II Tesalonicenses 2, 13-14
18
Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de
timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues,
ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero;
sino, al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado
por la fuerza de Dios.
II Timoteo 1, 6-8
19
El Espíritu Santo es el don, que viene al corazón del hombre junto con la
oración. En ella se manifiesta ante todo y sobre todo como el don que « viene
en auxilio de nuestra debilidad ». Es el rico pensamiento desarrollado por San
Pablo en la Carta a los Romanos cuando escribe: « Nosotros no sabemos cómo
pedir para orar como conviene; más el mismo Espíritu intercede por nosotros
con gemidos inefables ». Por consiguiente, el Espíritu Santo no sólo hace que
oremos, sino que nos guía « interiormente » en la oración, supliendo nuestra
insuficiencia y remediando nuestra incapacidad de orar. Está presente en
nuestra oración y le da una dimensión divina. De esta manera, « el que escruta
los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu y que su intercesión a
favor de los santos es según Dios ».La oración por obra del Espíritu Santo
llega a ser la expresión cada vez más madura del hombre nuevo, que por
medio de ella participa de la vida divina.
20
Papa Francisco
21
Antonio Gracia
22
Anónimo
23
Todo discípulo misionero debe estar muy atento al Espíritu y a los dones que
el Espíritu le regala para la misión: Conocimiento, sabiduría, profecía, palabra
de ciencia o de enseñanza; poder de realizar signos de sanación… no hay
catálogo de dones, porque el Dueño los recrea, en persona, al servicio
concreto de la comunidad. Por eso acepta los dones del Espíritu y tu presencia
revelará, en tu comunidad, la gloria de la Pascua del Señor.
Antonio Gracia.
24
25
Pero el hombre lleno del Espíritu, que se deja llevar por la existencia con el
impulso de vida del Espíritu Santo, está cada vez más vivo, y así pierde todo
temor al desgaste y al paso del tiempo.
Manuel Fernández
26
El Divino Espíritu, que procede del Padre y del Hijo en la eterna luz de
santidad como amor y como don, luego de haberse manifestado a través de
imágenes en el Antiguo Testamento, derrama la abundancia de sus dones en
Cristo y en su cuerpo místico, la Iglesia; y con su gracia y saludable presencia
alza a los hombres de los caminos del mal, cambiándoles de terrenales y
pecadores en criaturas espirituales y casi celestiales. Pues tantos y tan
señalados son los beneficios recibidos de la bondad del Espíritu Santo, la
gratitud nos obliga a volvernos a Él, llenos de amor y devoción.
LEÓN XIII
27
LEÓN XIII
28
LEÓN XIII
29
30
Antonio Gracia
Espíritu Santo, te doy gracias por el cuidado que tienes conmigo al ayudar a
mi flaqueza con los dones de tu gracia.
Tú sabes que soy débil y que la confusión reina muchas veces en mi interior, y
no sé cómo vencerla.
Para que la Iglesia de hoy tenga vocaciones, es necesaria tu acción. Por eso te
pedimos hagas germinar la gracia de la vocación en el corazón de muchas
personas. Dales valor para seguir con generosidad el llamado y vivir con
alegría su vocación.
Octubre
La Iglesia con su corazón, que abarca todos los corazones humanos, pide al
Espíritu Santo la felicidad que sólo en Dios tiene su realización plena: la
alegría « que nadie podrá quitar », la alegría que es fruto del amor y, por
consiguiente, de Dios que es amor; pide « justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo » en el que, según San Pablo, consiste el Reino de Dios.
Antonio Gracia.
Ven Espíritu Santo, porque a veces no entiendo qué sentido tienen las cosas
que me pasan, y otras veces no sé para qué estoy viviendo. Ilumina cada
momento con tu presencia, para que pueda descubrir qué me quieres enseñar,
para que sepa valorar cada momento y pueda vivir con ganas. Espíritu Santo,
llena de claridad todo lo que hoy me toque vivir, cada una de mis
experiencias, para que pueda reconocer la importancia de cada cosa y me
entregue de corazón en cada instante. No dejes que haya momentos vacíos,
oscuros, sin sentido. No dejes que mi vida se me vaya escapando sin vivirla a
fondo. Hazte presente en cada momento de esta jornada, para que sienta que
vale la pena estar en este mundo. Ven Espíritu Santo. Amén.
Anónimo
Por eso son tan extraordinarios los frutos del Espíritu. Él reúne a la Iglesia
dotando de nueva vida a aquellos que por la fe y el bautismo se han
incorporado a JC. Él transforma el interior de los creyentes dándonos la
posibilidad de decir: "Jesús es el Señor" y de invocar a Dios como Abbá,
Padre, poniendo en nuestros labios una oración que el espíritu humano no
sería capaz de suscitar. Él profundiza la capacidad de nuestras mentes
concediéndonos penetrar en el misterio de Dios y gozar de la experiencia de
su gracia. Él cambia la vida de los discípulos de Jesús haciéndonos
transformar la vida según el mundo y dándonos fuerza para vivir en el amor
mutuo, el gozo, la paz, la magnanimidad, la paciencia, la fidelidad. El Espíritu
del Señor invocado por nuestras comunidades cuando celebramos la Eucaristía
desciende sobre los dones para que sean el cuerpo y la sangre del Señor
resucitado y desciende sobre la misma comunidad para convertirla en ofrenda
agradable a Dios y congregarla en la unidad y en la paz.
Jm alemany
Anónimo
Antonio Gracia.
Una necesidad que se siente mucho en nuestro tiempo, turbado por no pocos
motivos de crisis y por una incertidumbre difundida acerca de los verdaderos
valores, es la que se denomina «reconstrucción de las conciencias». Es decir,
se advierte la necesidad de neutralizar algunos factores destructivos que
fácilmente se insinúan en el espíritu humano, cuando está agitado por las
pasiones, y la de introducir en ellas elementos sanos y positivos.
El Espíritu es el que abre los oídos para escuchar el evangelio. Partos, medos,
elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, romanos,
árabes, cretenses... escucharon en su propia lengua el mismo evangelio. El
acontecimiento maravilloso de Pentecostés irrumpe en un mundo fraccionado
en lenguas y culturas, y, sin suprimir las diferencias, sienta las bases para una
fraternidad universal. La iglesia, comunidad de todos los creyentes, es obra del
Espíritu Santo. La iglesia universal, católica, es el consenso y la confesión, la
comunidad, constituida por el Espíritu al descender sobre los apóstoles.
Anónimo
10
¿Cómo debía ser el inicio de todo? El inicio del universo, de las estrellas, de
las constelaciones, de las incontables galaxias que parecen no tener límite. Y
nuestro planeta, la tierra, que nace como un magma incandescente que puede
adoptar todas las formas. ¿Cómo debía ser el inicio de todo? La primera
página de la Biblia, aquel magnífico poema con el que iniciábamos las
lecturas de la gran noche, las lecturas de la Noche de Pascua, quería describir
aquel momento, y encontraba palabras justas, vivas: "La tierra era un caos
informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía
sobre la faz de las aguas" (Gn01, 02).
"El aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas". De aquí proviene todo,
de aquí provenimos también nosotros. Del aliento de Dios que se cernía sobre
la nada, de la fuerza de Dios, del Espíritu de Dios que es origen de todo.
Josep lligadas
11
Andre Seve
12
j. Martí Ballester
13
Antonio Gracia.
14
La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer
dentro", penetrar, comprender a fondo. Mediante este don el Espíritu Santo,
que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente
una chispa de capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa
percepción del designio amoroso de Dios. Se renueva entonces la experiencia
de los discípulos de Emaús, los cuales, tras haber reconocido al Resucitado en
la fracción del pan, se decían uno a otro: "¿No ardía nuestro corazón mientras
hablaba con nosotros en el camino, explicándonos las Escrituras?" (Lc 24:32)
15
Jesús quería hacer ver a sus discípulos que no debían entristecerse por su
partida, porque en realidad esa partida era un bien para ellos: “Les conviene
que yo me vaya” (Jn 16, 7). Porque es necesario que Jesús sea glorificado, que
pase por la cruz para liberarnos del pecado y resucite llegando glorioso a la
presencia del Padre, para poder enviarnos así al Espíritu Santo: “Si no me voy
no vendrá a ustedes el Paráclito” (Jn 16, 7)
Víctor Fernández
16
Hoy nos aproximamos a Ti, Jesús, ¡pues eres el único que nos puede salvar! Y
¡Cómo necesitamos de Tu gracia! ¡Cómo necesitamos estar reconciliados con
el Padre mediante Tu Sangre! Por eso, Señor en tu bondad infinita, envía
sobre nosotros Tu Santo Espíritu y que Él, al operar en lo más profundo de
nuestro corazón, nos conceda en lo más profundo de nuestro corazón, nos
conceda la gracia de una conversión autentica, eficaz, real y fructuosa. Ven,
Santo Espíritu, y danos una profunda convicción y arrepentimiento de
nuestros pecados, para que, perdonados y lavados en la Sangre redentora de
Jesucristo, seamos conducidos a una plena comunión Contigo.
Maisa Castro.
17
La divinidad del Espíritu Santo se vislumbra por las palabras de Jesús, cuando
prometió su venida: “El Espíritu Santo era Dios. La divinidad de Cristo no se
iba… lo que se ausentaba era la ánima y el cuerpo, y esto menor era que el
Espíritu Santo” (Ser 28, 124ss; comenta la despedida de Cristo y la promesa
del Espíritu; Jn 14-16). Se llama “Espíritu de Cristo” porque “procede de El en
cuanto Dios, y porque mora en El en cuanto hombre” (ibídem, 567s). “Grande
es la dignidad del Espíritu Santo, que tuvo por predicador al mismo
Jesucristo2 (Ser 28, 115s)
18
Espíritu Santo, fuente de pureza y Santidad, que vives y actúas desde lo más
íntimo de mi existencia. Te visito en el santuario de mi propio corazón.
Tú, que eres Luz, ilumíname y concédeme una mirada limpia, una intención
recta, una actuación sincera, y un proceder sencillo.
Que anhele agradarte en todo cuanto realice. Que me esfuerce por alabarte y
darte gloria aun con la más insignificante de mis acciones.
Anónimo
19
Antonio Gracia.
20
El amor que procede del Padre y del Hijo construye el cuerpo místico de
Cristo: cuerpo cósmico, encarnado y glorioso. Cristo recibe la unción del
Espíritu junto con el Cuerpo y derrama el Espíritu mediante su cuerpo carnal y
frágil, pero amante y entregado:
21
Víctor Fernández
22
23
Antonio Gracia.
24
Ven Espíritu Santo. Hoy te pido que sanes mi miedo al fracaso. Quiero confiar
en ti, sabiendo que todas mis tareas de alguna manera terminan bien si dejo
que las bendigas y las ilumines. Bendice con tu infinito poder todos mis
trabajos y tareas.
Dame claridad, habilidad, sabiduría, para hacer las cosas bien, con toda mi
atención, mis capacidades y mi creatividad.
No dejes, Espíritu Santo, que descuide mis trabajos, que me deje llevar por la
comodidad o el desaliento. Tómame para que pueda ver qué hay que hacer en
cada momento, y capacítame en tu poder.
Quiero trabajar firme y seguro con tu gracia. Sé que con tu ayuda todo
terminará bien, y que si cometo algún error, también de eso sacarás algo
bueno para mi vida. Ven Espíritu Santo. Amén
Anónimo
25
Giorgio Zevini
26
Espíritu Santo, que eres Luz divina, que iluminas nuestros corazones y los
inflamas en el Fuego inextinguible de tu divina caridad.
28
Los que se dejan llevar por el Espíritu Santo, poco a poco se van llenando de
fuerzas y de valentía. Dejan de ser cobardes y mediocres, y se hacen capaces
de dar la vida.
Jesús nos enseñó que “el que quiere salvar su vida la pierde” (Jn 12, 25). Así
lo vivió san Lorenzo, cuando se entregó al martirio con entereza y completa
disponibilidad. Cuenta la leyenda que cuando lo colocaron en una parrilla
ardiente, después de un rato pidió que lo dieran vuelta para no demorar la
entrega total que tanto deseaba.
Víctor Fernández
29
Guillermo de Saint-Thierry
30
Y si del ayer pasamos al hoy, nos daremos cuenta que no es posible construir
una comunidad o un grupo cristiano al margen del fruto del Espíritu. Si por
desgracia, muchas comunidades se derrumban, es porque la falta de lo
humano, ha matado la experiencia de lo divino.
Las envidias, los celos, las murmuraciones, los egoísmos, las prepotencias…,
no dan oportunidad a vivir la alegría del Señor y de su Espíritu. Por algo, la
Aparecida, invita a las comunidades parroquiales a que sean signo de unión y
de armonía, a que ofrezcan rostro de alegría y de esperanza y demuestren
capacidad de acogida. Revela el fruto del Espíritu y darás vida al Cuerpo de
Cristo, la Iglesia.
Antonio Gracia.
31
Ven Espíritu Santo, y mira todos los miedos que guardo dentro de mí. Te
ruego que sanes todo temor, para que pueda caminar seguro en tu presencia.
Mira a esta creatura que te suplica, no me abandones, fortaleza mía. Tú eres
como un escudo protector, y si tu fuerza me rodea no tengo nada que temer.
Yo acepto a Jesús como Señor de mi vida, todo mi ser es suyo. Por eso confió
en tu protección, Espíritu Santo, y dejo ante ti todos mis temores. Ven Espíritu
Santo. Amén.
Anónimo
AL ESPÍRITU SANTO
¡Espíritu Santo! Amor eterno del Padre y del HIJO. Te adoro, te doy gracias,
te amo y te pido perdón por todas las veces que te he contristado en mí y en mi
prójimo. Desciende con abundancia de gracias en las sagradas ordenaciones
de los obispos y sacerdotes; en las consagraciones de los religiosos y
religiosas; en las confirmaciones de todos los fieles; se luz, santidad y celo.
Noviembre
María era templo del Espíritu, siempre fiel a cuanto el Espíritu Santo le
soplaba, movida por el Espíritu Santo y enseñada por él aún antes que Él (el
verbo) encarnase. Ella ahora intercede, como en el Cenáculo, para que la
Iglesia siga recibiendo el Espíritu Santo. Allí sentía compasión de aquel
ganadillo, y pedía con insistencia su venida: <<Envíales, Señor, el consolador
que los consuele; cumplir, Señor, la palabra… a estos flaquillos envíales, Hijo
mío, vuestro Espíritu Santo>> (Ser 32, 545ss)
Desciende, Santo Espíritu, sobre la Iglesia y, tocando con tu suave brisa las
cuerdas de su corazón, haz desprender de ellas el canto de la libertad y de la
alegría que dé voz a todos los pueblos de la tierra y los conduzca hacia un
futuro de verdadera fraternidad y paz.
Giorgio Zevini
Antonio Gracia.
Espíritu Santo, que eres la fuente inagotable de todo lo que existe, hoy quiero
darte gracias.
Gracias ante todo por la vida, por el fascinante misterio de existir. Porque
respiro me muevo, corre sangre por mi cuerpo, mi corazón late. Hay vida en
mí. Gracias.
Gracias porque a través de mi piel y mis sentidos puedo percibir los seres que
has creado a mi alrededor. Porque el aire roza mi piel, siento el calor y el frío.
Percibo el contacto con las cosas que toco.
Amén.
Anónimo
5
El Espíritu Santo derrama en nosotros el fuego del amor, para que amar no
sea una obligación, sino una necesidad, un gusto, una elección
verdaderamente libre.
Víctor Fernández
Pier Giordano
Giorgio Zevini
Consérvate en la fe por gracia del Espíritu ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de
vivir la salvación en el Espíritu! Celebra en tu vida la Pascua de la carne.
Antonio Gracia.
10
Te ofrezco mis esfuerzos, mis trabajos como un acto de perfecta alabanza a Ti,
que habitas en el santuario de mi propio corazón.
Anónimo
11
Como maestro interior, enseña al corazón la oración filial, el abandono
confiado del niño que se sabe amado y llevado por su padre. Como artista
divino, transfigura el rostro interior de cada uno como imagen irrepetible del
Hijo unigénito. Como testigo veraz, nos hará comprender y recordar los
secretos del Reino de los Cielos.
Sí, nuestra vida puede ser transformada por este viento que se abate
impetuoso, por este fuego celeste que baja y planta su tienda en el corazón;
pero, entonces, será vida entregada, perdida por nosotros y reencontrada en
Dios y en los hermanos, porque es hacia él hacia quien nos impulsa el Espíritu
de manera inexorable.
Pier Giordano
12
Antonio Gracia.
13
Consérvate en la fe por gracia del Espíritu ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de
vivir la salvación en el Espíritu! Celebra en tu vida la Pascua de la carne.
Antonio Gracia.
14
La acción de los dones es más fuerte que la de las virtudes ordinarias: <<Una
cosa es obrar como hombre bueno, aunque favorecido de Dios; otra cosa que
sea el Espíritu Santo el autor y movedor, y que sea el hombre cuasi no más
que instrumento… como si un gran pintor tomase la mano a uno que no sabe
pintar… obra Dios acompañado, el hombre como órgano del Espíritu Santo>>
Su operación es regeneración. Pone <<perfectísima conformidad en la
voluntad del hombre con la voluntad de Dios. (AF cap. 30. 5167ss).
15
A veces tenemos que revisar nuestra manera de amar. Siempre hay que
recordar que el encuentro de amor es una inclinación hacia el otro, no solo
para ayudarlo, sino también para valorarlo, para dejarme enriquecer por él.
El amor que derrama el Espíritu hace que yo considere al otro como una cosa
conmigo. Por eso puedo preocuparme por sus problemas, pero también puedo
alegrarme con sus alegrías.
Víctor Manuel
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Benedicto XVI
17
Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de
nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá
siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede
recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con
ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
Anónimo
18
Anónimo
19
Luz sacrosanta del mundo, Abraza lo más profundo. Del corazón de tus fieles;
Sin tu bella claridad, Sólo existiría maldad, Y serían los hombres crueles.
20
Ivan Merchán
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Vive dentro de ti
Nadie puede arrebatarte el Espíritu Santo porque vive dentro de ti, solo puedes
alejarlo de tu corazón tú mismo, cuando cometes un pecado.
¡Qué maravilla es que tanto te ama Dios que quiere vivir dentro de tu alma!
Jesús Sánchez
22
Don de Sabiduría
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Mediante este regalo, El Espíritu Santo permite que entiendas mejor los
misterios de Dios, es decir, esas cosas que cuesta trabajo entender; que tengas
mayor certeza de lo que crees, todo se vuelve más claro. El Espíritu Santo
también ilumina tu entendimiento para que comprendas la palabra de Dios en
la Biblia.
Anónimo
24
Don de Consejo:
A veces al leer una buena lectura, El Espíritu Santo te dice lo que está
esperando de ti.
Anónimo
25
Don de Fortaleza:
Es una fuerza especial para realizar todo lo que Dios quiere de ti y para resistir
con paciencia y valor las contrariedades de la vida.
La vida es a ratos tan dura que sin el regalo de la fortaleza, no serías capaz de
aguantar sin desesperación.
26
Don de Ciencia:
Este regalo del Espíritu Santo también te ayuda a convencerte de que lo que
más vale no es lo material sino lo espiritual.
Anónimo
27
Don de Piedad:
Las personas que reciben este regalo, tienen hacia Dios un cariño como hacia
un Padre amorosìsimo, y todo lo que sea por Él, lo hacen con gusto.
Este regalo del Espíritu Santo te moverá a tratar a Dios con la ternura y el
cariño de un buen hijo con su padre y a los demás hombres como a verdaderos
hermanos.
Anónimo
28
Todo menos apartarte de tu Dios. Es pues, un temor que nace del amor.
Anónimo
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Anónimo
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