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Fin de las religiones

En relación a la columna de Antonio Gil (LUN, 23/02), hay muchos que profetizan y
quieren un mundo sin Dios. Parece una burla de la casualidad haber existido sin motivo
alguno, ya que jamás tendremos trascendencia ni respuestas a nuestras preguntas
existenciales, ni al porqué de todo lo que existe, así como la perfección de la naturaleza,
su sincronía, su perfección. ¿No parece ilógica esa forma de ver la existencia? Debe
haber un motivo, un principio inamovible, una inteligencia suprema que tenga las
respuestas a lo que el hombre siempre se ha preguntado. Los hombres cada vez más
materializados y simplistas desean mejor pensar que después de ésta no hay otra, lo
que es una forma de acallar conciencias para poder hacer todo lo que nos plazca, sin
tener que responder a nadie de nuestros actos, aunque éstos sean deleznables.
Tampoco importa hacer el bien y buscar la justicia y amar y hacer lazos de amor con los
demás, porque, según estos pensadores, nada trasciende y todo se pierde con la
muerte.

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