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Día blanco

Ya que no tengo nada que hacer, supongo que escribir algo podrá entretenerme un rato.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hice. Siendo sincero, creo que no lo
hago desde que salí del colegio. Recuerdo que escribía poemas cursis a las chicas que
me gustaban, obviamente no se los daba, era demasiado tímido como para hacer eso.
Vivía en mi propio mundo, las relaciones sociales me parecían incómodas, las evitaba.
Mis tardes las pasaba sumergido en los videojuegos o viendo televisión.
Hace mucho que no tenía tiempo libre,

Son las 7:00pm. Estoy tirado en el centro de mi cuarto mirando el techo. Hay telarañas
en cada esquina y una mancha negra que se asemeja a un rostro, parece enojado o triste,
no estoy seguro. Me siento extraño, he vivido diez meses en esta casa y creo que no
hubiese podido reconocer mi propio techo. Creo que no podría decir que es mío, este
cuarto es alquilado y como van las cosas dudo que pueda seguir quedándome aquí; la
dueña quiere subirme la renta desde hace dos meses, mis padres están con problemas
económicos y yo aún no consigo trabajo. Cinco años estudiando en la universidad para
que al final termine atendiendo en un supermercado o de cajero en una pollería.

Son las 7:20pm. Como odio ese reloj, si no fuese por la pereza que me da por ir a
comprar otro, hace mucho lo hubiese cambiado. Es horrible, el blanco del plástico lo
hace ver tan superficial.

La verdad es que no sé porque estoy escribiendo, supongo que no hay otra cosa mejor
que hacer. Me está empezando a doler la espalda. Iré a comer algo.
Hace mes y medio que me gradué. Mis viejos ya no me ayudan económicamente
.

La refrigeradora estaba vacía, como siempre. Solo me pude preparar un sándwich con
un pan de ayer y un poco de mantequilla. Bueno, en realidad es margarina. No como
mantequilla desde que me mudé aquí. He tenido que afrontar mi deseada independencia
de la niñez. Para ser sincero, no es lo que esperaba, no puedo hacer lo que quiero. Mi
libertad está sujeta al dinero. Si quiero darme un lujo, tengo que dejar de comer
decentemente por una semana. Ya ni siquiera recuerdo el sabor de la mantequilla.
No hay tiempo para reflexionar sobre nuestras vidas.

Siento que estoy cayendo, estoy suspendido en la nada. Intento tocar fondo, pero lo
siento tan lejos. Intenté aferrarme a ti, pero te desvaneciste en el aire.

No me quedó mal, debería escribir más seguido. Me compraré una chata de ron para
seguir escribiendo, me estoy quedando sin ideas.
De camino a la tienda, vi a un hombre caminar muy rápido, parecía como si estuviese
escapando de algo. Llevaba un traje medianamente elegante y un maletín negro. Por un
momento pensé en seguirlo para saber a dónde se dirigía o si alguien lo estaba
persiguiendo, pero luego me di cuenta que no soy un personaje ficticio de alguna
historia emocionante donde ocurrirán eventos que intriguen a los lectores. Este es el
mundo real, caminas por la calle y te vas a comprar alcohol, no hay asaltos imprevistos
o amores a primera vista. Si ves que algo fuera de lo común ocurre solo sigues con tu
vida. La realidad aburre, la rutina te absorbe. Bueno, supongo que el alcohol ya está
empezando a hacer efecto.

Ahora estoy en mi habitación, observando a la gente por mi ventana. Alcohol en una


mano y un lápiz en la otra. Parecen hormigas, no les encuentro diferencia, solo se
mueven por una ruta que desconozco. No hay contacto con el otro, a lo mucho una
mirada de reojo.

Ya son las 12:02am, este ha sido el cumpleaños más deprimente que he tenido.
Si están leyendo esto es porque hay un hombre tirado sobre la alfombra.
Intento verme en el espejo, pero solo veo la sombra de algo que no puedo reconocer.
La vida no podía ser tan terrible si estaba ella.
No sé porque sigo escribiendo, cada palabra que escribo me hace sentir peor.

El reloj sigue sonando y las manecillas continúan su marcha, avanzan sin


remordimiento de lo que pudo haber pasado.
Es un hombre que está perdido en la cotidianeidad y decide suicidarse después de su

cumpleaños porque se da cuenta que su vida no tiene sentido.

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