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Política china del hijo único: Su historia y sus consecuencias.

Hace poco más de tres décadas el Partido Comunista Chino implantó la política
del hijo único, previendo que 30 años después esta podría cambiar. A partir de hoy
las parejas chinas podrán tener dos hijos, porque China envejece con 1.350
millones de personas. Aquí la historia de la polémica norma.

El control de la natalidad ha sido tema central del Estado desde el año de la


Revolución China, 1949. En esos tiempos, se veía como síntoma positivo
que China tuviera una población numerosa. Tenían la consigna que la producción
laboral sumada a la gesta revolucionaria podía resolver el problema de alimentar a
la población.

Hasta el año 1972, no se volvió a hablar del control de la natalidad. Ese año
el gobierno intentó imponer las primeras medidas del control del aumento de la
población. Se estableció una sección especial para este tema en las comisarías
urbanas, mientras que se enviaban consejeros médicos y anticonceptivos a las
zonas rurales de China.

Los primeros pasos.

A finales de los años 70 China, el país más poblado del mundo, que en décadas
anteriores y bajo la batuta de Mao Zedong fomentó altos índices de natalidad,
cambió diametralmente su política demográfica y prohibió a la mayor parte de las
familias que tuvieran más de un hijo.

Tras la muerte de Mao en 1976 y de acuerdo con las nuevas teorías que
preconizaban grandes desastres como consecuencia de la superpoblación
mundial, China comenzó a lanzar estrictas medidas de planificación familiar que
comenzaron con un límite de dos hijos por pareja y en 1979 se redujeron a un solo
vástago.
En todo caso, para el régimen esta política nace oficialmente el 25 de
setiembre de 1980, cuando una circular del Partido Comunista de China ordenaba
a los miembros de esa formación y a los de la afín Liga de la Juventud Comunista
que tuvieran solo un hijo, una norma que después se aplicaría a toda la población
nacional.

La medida buscaba aliviar los problemas sociales y ambientales de China.


De no haberse impuesto, hoy en China vivirían unos 300 millones más de
personas. Esta norma afectaba a casi un tercio de la población, pues no tocaba a
las minorías ni a las parejas que residían en zonas agrícolas.

Consecuencias.

Para Beijing, esto contribuyó a la mejora de muchos indicadores sociales, como la


renta per cápita, la esperanza de vida (ahora de 75 años), la extensión de la
educación o la disminución en el número de personas que viven en la pobreza
(unos 600 millones hace tres décadas, 70 millones en la actualidad).

No obstante, el propio régimen comunista admitió que la política del hijo


único tuvo también efectos negativos, como el envejecimiento de la población, que
ha llevado al país asiático a considerar la posibilidad de elevar la edad de
jubilación, que suele rondar los 60 años en los hombres y los 50 en las mujeres.

Las estrictas medidas aumentaron los abortos selectivos y los abandonos


de niñas por familias que preferían tener un hijo varón, lo que desencadenó otros
problemas, como el desequilibrio de sexos o el tráfico de bebés y esposas (en
algunos pueblos apenas hay mujeres debido a la citada preferencia por tener
chicos y no chicas).

Algunos efectos secundarios han sido considerados incluso violaciones de


los derechos humanos, tales como la aplicación de esterilizaciones y abortos
forzosos (a veces con la gestación muy avanzada) a matrimonios que se saltaron
la ley.

Además la política fue considerada por muchos un tanto clasista, ya que las
multas por tener más de un hijo -en general equivalentes a un año de ingresos,
aunque varían según la ciudad- son muy elevadas para personas de clase baja
pero son llevaderas por los ricos, por lo que muchos de ellos se saltan la ley.

El impacto social de esta política obligaba de forma tácita a que las mujeres
embarazadas a buscar otros países para dar a luz a su segundo hijo. Este caso
era muy común en la ciudad de Los Ángeles, donde por precios que oscilaban
entre los 15.000 y 50.000 dólares se arreglaba el visado de turistas embarazadas
chinas. Las mujeres que lograban esta visa, por lo general pertenecían a la clase
media alta.

Tiempo de cambio.

Desde el año 2010 ya se discutía el cambio de esta política de control de natalidad


en China. El diario chino "Nanfang Zhoumo", afirmaba que “hace 30 años, cuando
la población estaba creciendo y se implantó la política del hijo único, el propio
Comité Central del Partido Comunista aseguró que en 30 años esta política podría
cambiar".

A finales del 2013, se habían adoptado algunas medidas que flexibilizaban


esta política. Pero no fue muy popular, ya que el costo de manutención de un hijo
en China no ha dejado de ser caro.

La propuesta de dos hijos como solución al envejecimiento fue dada por la


Academia de Ciencias Sociales de China. Según datos demográficos, cada mujer
tiene en el país menos de 1,6 hijos, cuando hace falta una cuota de 2,1 para llegar
a una estabilidad.
Reflexión a favor.

La política del hijo único se introdujo en 1978 aplicándose inicialmente a los


primogénitos de 1979. Fue creada por el gobierno chino para aliviar los problemas
sociales, económicos y ambientales en China, y las autoridades dicen que la
política ha impedido que tuvieran lugar más de 250 millones de nacimientos entre
1980 y 2000, y 400 millones de nacimientos entre 1979 y 2011.
Tras la introducción de la política del hijo único, la tasa de fertilidad en
China se redujo de 2,63 nacimientos por mujer en 1980 (en la década de los
setenta era de más cinco hijos por mujer) a 1,61 en 2009. Sin embargo, la política
en sí es probablemente responsable sólo en parte de la reducción en la tasa de
fecundidad total.
En las zonas pobres de China, los atrasos económicos y culturales y la alta
tasa de natalidad a menudo interactúan como causa y efecto. El gobierno chino ha
dado un paso en dar apoyo al desarrollo de las zonas pobres para aliviar la
pobreza mediante la promoción de la planificación familiar, la celebración de
crecimiento de la población bajo control, y la mejora de la calidad de vida de la
población en esas zonas.
Una encuesta realizada en 2008 por el Pew Research Center informó que el
76% de la población china apoyaba la política del hijo único.

Reflexión en contra.

Reconociendo los desafíos derivados de un elevado crecimiento demográfico de


China hay una corriente de opinión que cree que existen otras opciones menos
invasivas de control demográfico, incluyendo el retraso y el espaciamiento de los
nacimientos, que podrían haber alcanzado los mismos resultados durante un
período prolongado de tiempo. Algunos críticos destacan que algunas de estas
alternativas son conocidas por parte de las autoridades pero no han sido
plenamente aplicadas por parte de los líderes políticos de China.
Otra crítica es que los efectos reivindicados de la política sobre la reducción
de la tasa global de fecundidad son exageradas. Estudios realizados por
demógrafos chinos, financiados en parte por el Fondo de las Naciones Unidas
para Actividades de Población, mostraron que la combinación de reducción de la
pobreza y la atención de salud con objetivos más suaves de planificación familiar
eran más eficaces en la reducción de la fertilidad que la aplicación rigurosa de los
ambiciosos objetivos de reducción de la fertilidad.

Violación de Derechos Humanos y abortos forzados: la política de un solo


hijo es desafiada en principio y en la práctica por la violación del derecho a
determinar el tamaño de la propia familia. De acuerdo con la proclamación de
1968 de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos: “Los padres tienen el
derecho humano básico de determinar libre y responsablemente el número y el
espaciamiento de sus hijos”. En 2002, China prohibió el uso de la fuerza física
para hacer que una mujer se sometiera al aborto o la esterilización, aunque tal y
como se ha visto al principio de este artículo no se cumple por completo. En la
ejecución de la política, muchos gobiernos locales siguen exigiendo abortos si el
embarazo viola las regulaciones locales, e incluso abortos forzados a las mujeres
que violan la política.
El problema del “cuatro-dos-uno”: en el momento en el que la primera
generación que vivió la política del hijo único tuvo descendencia, implicó que un
hijo adulto tuviera que proporcionar apoyo a sus dos padres y sus cuatro abuelos
(dos por parte de padre y de madre). Es el llamado problema “4-2-1 problema”,
que deja a las generaciones mayores tienen más posibilidades de acabar
dependiendo de los fondos de jubilación o de la caridad con el fin de recibir apoyo.
Si los ahorros personales, las pensiones, o el bienestar del Estado fallan, los
ciudadanos más mayores quedarían totalmente dependientes de la asistencia de
su familia o vecinos.
Posibles problemas sociales para toda una generación de hijos únicos:
Algunos padres pueden disfrutar en exceso de su único hijo. Los medios de
comunicación se refirieron a los niños únicos chinos como “pequeños
emperadores”. Desde la década de 1990, algunas personas se han preocupado
de que esto se traduciría en una mayor tendencia hacia la falta de comunicación
social y las habilidades de cooperación entre los miembros de la nueva
generación, al no tener hermanos en casa. No hay estudios sociales que hayan
investigado la relación entre la proporción de niños excesivamente mimados y
hasta qué punto lo están. Con la primera generación de niños nacidos bajo la
política de hijo único que llegaron a la edad adulta, tales preocupaciones se
redujeron.
Aplicación desigual: los funcionarios gubernamentales y la gente rica a
menudo ha sido capaz de violar la política a través del pago de multas. Por
ejemplo, entre 2000 y 2005, nada menos que 1.968 funcionarios de Hunan,
provincia del centro de China, se encontró una violación de la política, de acuerdo
con la comisión de planificación familiar de la provincia, realizada por hasta 21
legisladores nacionales y locales, 24 consejeros políticos y 112 empresarios e
intelectuales superiores. Algunos de los funcionarios infractores no se enfrentan
sanciones, aunque el gobierno ha respondido elevando las multas y pidiendo a las
autoridades locales que “expongan las celebridades y personas de altos ingresos
que violen la política de planificación familiar teniendo más de un hijo.”
Turismo de natalidad: una forma de escapar de las estrictas reglas de la
política del hijo único es que las mujeres chinas den a luz a su segundo hijo en el
extranjero. Un destino favorito para ello solía ser Hong Kong. Hong Kong está
exento de la política de un solo hijo y tener el pasaporte de Hong Kong, que es
diferente del pasaporte de la China continental, significa disponer de ventajas
adicionales. Recientemente, sin embargo, el gobierno de Hong Kong ha reducido
drásticamente la cuota de nacimientos fijados para las mujeres que no son locales
en los hospitales públicos debido al importante aumento de éstos.

Conclusión.
Luego de 32 años de un constante esfuerzo en la política de un solo hijo, China ha
logrado controlar exitosamente el crecimiento de la población; sin embargo, se
necesita, urgentemente, solucionar los efectos negativos como la disparidad de
género, las niñas perdidas, el envejecimiento de la población y los pequeños
emperadores, causados por esta política.
Sobre la disparidad de género y las niñas perdidas, es imprescindible
esclarecer que en China las hijas sí pueden sobrevivir y adquirir tanto valor como
los hijos; para ello, es necesario especificar, en la política pública, una serie de
derechos y responsabilidades que les permitan a las mujeres mantener lazos
estrechos con sus descendientes.
Por ello, y a fin de arribar a una mayor paridad genérica, las autoridades
desarrollaron un vasto programa destinado a preservar a las niñas. El programa,
promovido por la Comisión Estatal de Población y Planificación Familiar, sigue el
principio de que para eliminar la discriminación sexual debe comenzarse desde la
gestación, y que los esfuerzos por la igualdad entre hombres y mujeres deben
iniciarse en la niñez.
El programa incluye, además de una ingente labor educativa, importantes
gratificaciones económicas a las familias que al tener una hija se acogen a la
planificación familiar; también se gratifica con diferentes sumas a los padres y
madres que envían a la hija a la escuela secundaria o centros de educación
superior.
A la vez, se prohíbe a los padres y madres conocer con antelación al
nacimiento el sexo del futuro hijo; por último, se reprimen con fuerza el abandono
y el sacrificio de niñas recién nacidas.
En relación con el envejecimiento de la población, antes de la llegada del
periodo más serio del envejecimiento poblacional, es decir 2030, hay que
establecer, en lo fundamental, un sistema de seguro social para los ancianos de
las zonas urbanas y rurales que corresponda a la realidad del país. En la
actualidad, es esencial hacer grandes esfuerzos para perfeccionar las instituciones
políticas a fin de enfrentar el envejecimiento poblacional, establecer sistemas y
mercados al servicio de los ancianos, y fomentar la mentalidad y la conciencia en
la sociedad para amarlos, respetarlos y ayudarlos.
Los pequeños emperadores son producto de la política de un solo hijo por
familia y del consentimiento de los padres, quienes los malcrían, pues tanto los
padres como los abuelos concentran todas sus expectativas en el hijo único y
viven obsesionados con la obtención de calificaciones de excelencia, ya que ello
podría garantizar su éxito económico y profesional y, en consecuencia, una vida
cómoda para los padres y los abuelos. Estos pequeños emperadores se han
convertido en una clase privilegiada dentro de la sociedad china actual; en seres
preciosos, a quienes se les complace en todos sus caprichos, con las inevitables
consecuencias negativas en la formación de su carácter y en su conducta social.
Según algunos estudios, los pequeños emperadores son egoístas, no
saben trabajar en equipo y tienen menos tolerancia a la frustración en la escuela.
¿Cómo afrontar este fenómeno negativo? Será fundamental para los padres y los
hijos únicos tomar seriamente en cuenta no sólo la educación académica, sino
también la educación en valores y la social, para que estos hijos únicos sean
felices, útiles y estén comprometidos con el futuro de China.1

El intento por controlar la naturaleza humana a través de la fuerza física o con la


aplicación de leyes no siempre será fácil, si desde la casa y las escuelas no se
fomenta la prevención natal, no como una forma de disminución de la población,
sino desde una perspectiva de conciencia en la cual se enseñe la utilización de los
recursos naturales y también los económicos, así al llegar a la edad de
reproducción humana, se tendría la libertad de elegir el número de hijos a procrear
y a mantener, evitando así, violaciones a los derechos humanos a través de
abortos forzados, evitando la discriminación de género (el rechazo a la mujer).
Está visto que no todos respetan las leyes y desde luego que quienes
ostentan un cargo político, intelectual o cuentan con recursos económicos violan
las leyes establecidas por los gobiernos y ello lleva a desigualdad entre la
población.
Establecer programas de educación sexual, programas de cuidado y uso de
los recursos naturales ayudaría más que cualquier ley impuesta por cualquier
gobierno, sea al que fuere y del país que fuere.

1
El Colegio de México, A.C., Estudios de Asia y África, vol. XLIX, núm. 1, Distrito Federal, México, 2014, pp.
173-192,

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