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El deporte para los niños, ........¿es solo un juego?

Artículo publicado el 28 de Marzo de 1999 por Julio Acosta


en el Diario Universal de Caracas – Venezuela y copiado de
la Revista Oficial de la Asociación de Tenis del Estado de
Miranda

Resulta preocupante el lugar asignado al deporte de nuestros niños en su formación


integral, en la educación. El concepto mundialmente aceptado de la salud y el individuo
como ser bio-psico-social, no ha podido ser digerido por muchos educadores y
representantes. Consideran al deporte como recreación y esparcimiento, donde, sanamente,
los niños consumen su “tiempo libre”. Dramáticamente la realidad es otra.
El deporte es la herramienta mas segura y eficiente para el adecuado desarrollo físico e
intelectual de nuestra juventud. Además, permite estructurar la personalidad con base en
experiencias y roles asumidos durante su práctica. Esto se traduce en patrones de conducta
sólidos, dinámicos y compatibles con la sociedad contemporánea.
El deporte para el niños no representa, solamente, el uso del tiempo ocioso, empleado en
actividades no dañinas, lo cual es muy importante. Más bien simboliza una asignatura o
materia, tan indispensables como la matemática o el lenguaje, si se preocupa el deseable
crecimiento y desarrollo, físico y mental de ese niño.
El deporte en los niños encarna su actividad central. El juego es su trabajo y lo que más le
gusta. Lo más exquisito y preferido. Esto hace que ellos generen y canalicen toda la energía
vital, aun sin saberlo. Se magnifica la voluntad, se evidencian las variadas capacidades, se
obtiene finalidad y práctica del acto y por ende, el niño cumple objetivos previamente
trazados. Nos referimos a organización, planificación, estrategia, capacidad individual,
tenacidad, esfuerzo, constancia, logro de objetivos y metas. Y algo fundamental: se aprende
de las crisis y los fracasos. ¿No es así, tanto la vida misma como el futuro que les aguarda
en el mundo cambiante y altamente competitivo?
¿Cómo se logra la calidad total? El niño deportista juega a la vida de adulto desde la segura
plataforma de la fantasía de su juego, el deporte y la competencia. La necesidad de
satisfacer el logro le impide andar por caminos, muchas veces oscuros; el ocio, la
prostitución, el hampa, el alcohol y la droga.
El niño abandonado por uno de sus padres, o simplemente huérfano de alguno, maneja
mejor la carencia, la deficiencia, adolece menos porque ama a su deporte preferido, al cual
profesa respeto, esfuerzo, dedicación y sobre todo, mucho tiempo.
El llamado “tiempo libre” del niño, en realidad no existe como tal. Es lo contrario. Faltaría
tiempo para su idónea orientación, si se programaran todas las actividades tendientes a
exponer las aptitudes musicales, plásticas y culturales, paralelas a la práctica deportiva. Por
esto, el “tiempo libre”, es mas bien un vacío traducido en falta de actividades que, lejos de
ser complementarias a la académica, forman parte de ésta.
A muchos padres sólo les preocupa la calidad académica de sus hijos. ¡Penosa ignorancia!.
En otros países no existe calidad académica sin deportes. Es absurdo. Ni lo conciben, ni lo
entienden.
Lamentablemente aquí el deporte no tiene el papel fundamental en la auténtica formación
integral de nuestros futuros hombres y mujeres, conductores de Venezuela. Ojalá esto
cambie tan rápido como acelerado es el desarrollo de nuestros capaces, inteligentes y
hábiles niños venezolanos que tanto lo necesitan.

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