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paul dupret Una ciudad en el cielo Emilio observé hacia el gran campo que se presentaba a sus ojos. Un gran arbol con copos amarilios se estremecia bajo las. bocanadas del viento fuerte y débil a la vez. Bajé la escalera y miré hacia una ventana del internado, Las rejas de fierro, gruesas y retorcidas, apenas dejaban ver el interior, pero aprecié el minusculo ovalo de una mujer de gruesas cejas. Se estremecié, Era Hortensia o una sombra de clla? {Una figura que se perecia como se parece un poste a otro o un fantasma? Emilio te dijo de pronto lucano- irds al teatro del internado, ¢s temporada de buenas obras, Y como un suspiro que descansa Emilio respondid- si, iré -Verés a Glauco y a Lauro, entre ambos presentarén pequeiias escenss del mundo en marionetas Si? Si Has visto las escenas, los ensayos. -Si, son tan preciosos. Uno, trata de como un amor no correspondido deprime hasta el més apacionado, oprime hasta a quien més se hincha de amor. Otro, trata de la fatatidad entre hermanos, la vergiienza, ta envidia, el rencor fingido, y asi. Lucano arreglé su corbata, es chaqueta. Su mano bogaba en su pantal aris quitando las pelusas. El aire comenz6 a enifiarse y la oscuridad se compagind con las texturas que los rayos de luz producian en los verdes &rbotes y ias paredes grises, ~jla amas? dijo Lucano desprendiéndose de una tamita pegada a tuna juntura de su ropa. “GA quién? ; -Vamos no me vas a mentir. io miento. -La mirabas desde aqui -y lucano observé hacia los barrotes y ala ventana. -La_observo como a cualquier ‘mujer- dijo Emilio, 2 Lucano no pudo menos que reirse- No mientas, no mientas. Emilio se sonrié -Esta bien, tienes razén, pero no se lo digas a nadie. ~A quién podria decirselo tal vez a Claudio o @ Rafael que se reirian de esto y creerian ests estipido. -Por lo mismo es mejor cailar. El jardin del internado se estremecié bajo una réfage de viento. Los gorriones posados en las ramas cantaban un dulce canto, algunos corrian 2 sus nidos, otros se ocultaban detris de las altas pisdras, otros posados en fos alambres se sacudian del polvo y de jas pestes dei verano. Emilio miré un gorrién y dijo 2 lucano seftalindolo. nor que siento es tan frégil como la vida de ese pajarillo. Es libre, pore se encarcela como encarcela Ia uaturaleza la vide de estas aves. Es fuerte, pero débil bajo la sombra de un instinta que dafia. Es elevado, pero vil, empalado por una sefial que embrutece. Que placer mas ruin seria aquel que me Henara el pecho si no pongo los ojos en Ja sensusiided que alimenta y constraye, no amplias cfreeles, sino grandes muros impesibles de remontar. infancia nos instruye, pero en estos momentos nusstra maestra es séio ia naturaleza muda, el animal silencioso. Pero la vida sopla a tu favor. -Favor no grato, pues impulse més que encanta, posee mas que acaricia. El verdadero amor jamas se apodera de los hombres que comienzan a ver la vida ya como yo, Hay algo més que nos atrapa hay un mugido silencioso y ei fianto del nifio corre por las sutiles mejillas del que recién aprende. Vivir la vida de un nilio imperturbada, Mena de dulces caricias, duefio de una mirada serena, de un acto que encanta, He ahi un gran triunfo. Pero como gotea la sangre del cordero degollado, ‘como las manos y Jos sueflos se manchan de caras vanidades, de tumultuosas cenvidias, de privados secretos. Asi todo se carga en los camellos junto a las esclavas orientales despiertas por la voz del traficante. Y la pasién despierta de su suetio y sale de la profunda cavema. La vida asi desgatra. y 0 abraza o apoya. La sensualidad entonces carcome los sentidos y desamparados ante la agilidad de la naturaleza antes dormida, despertamos a un mundo que nos atrapa como la vista de una planta que crece inexorablemente en el privilegiado jardin del mundo. {Qué heridas deja todo esto? Pues de ias mas profimndas, de aquelias que se infectan y hacen pudrir al cuerpo. Entonces, emo no sofiar con los dias idos, cémo no apoyarse en el seno maternal. Sofiar y amar he ahi dos palabras para un didiogo. -Te sientes triste 0 estis s6lo comicado ansias al no tal vez seas correspondido y atin no te das cuenta -No sé ni yo mismo lo que me impulsa a no estar con ella: la inexperiencia, la estupidez, la excesiva sensibilidad, no sé. Tal vez en la distanc sea perfeccionado todo lo que siento, tal vez el acercarme sélo haga que recoja un paiio mugriento de desdén y desprecio, o sea todo lo contrario, pero como saberio. Emilio se sentia contrariade y asustado de que su secreto fuera ahora compartido por otro. Su frente, antes amplia y brillosa, se armugé. Unave que trinaba cayé de pronto. No sabia si descendia 2 un abismo de desesperanzas 0 que todo estaba claro como ias aguas de un arroyuelo. De pronto en ef espacio soné una campana. Hortensia seria libre y saldria al patio, La esperanza de verla inflamaba su alma, Recorrié un piso que era una acera en el jardin. Lucano sentado solamente lo observaba. Hortensia llevaba un lindo vestido floreado, sus delgadas piernas arqueadas daban la impresién de que algo la ocupaba. Salié répido y se sentd en un reducido banco de madera. Emilio no pudo menos que acercarse y preguntar. -Necesitas compafiia Hortensia se rié y una claridad como si un rayo de luz traspasara una espesa nube inundé la mente de Emilio. -Necesitas preguntar. -Quizés no, quizds si -y se sentd a su lado- (qué lees? Con esta iuz apenas puedo ver algo, pero las foiografias me entretienen. -Deberias leer algo mas serio, -Que me aconseja el profesor. -Nada, nada- Emilio se sonroj6. La oscuridad traspasaba el aire y tuna triste niebla cegaba a los insectos que se amparaban en la noche. Una 0 dos estremecieron bajo el manto que descorria el viento, sus flores altas se agitaron cabeceando sobre las inquietas hojas verdes y disimiles, grandes y en brotes. Emilio traté de mirar hacia donde Hortensia ubicaba una fotografia, al alcanzar a ver la hoja pregunté- {Por qué siempre miran ustedes ropas? -Es una costumbre, -Quién te la eases, digo qué es to que te atrae de todo esto. -Nada, slo mirar posibilidades. ~Nada més? -Nada mis -repitié Hortensia arreglindose el pelo. -Tengo suefio -dijo de pronto Hortensia. ~{Sueiio? Es deticioso sofiar. Sélo a algunos privilegiados les es dado dormir con tranquila paz. Hortensia lo mird a ios ojos- Por qué pareces distante -Porque me distancio de esta realidad que no me agrada, realidad llena de espinas y cardos. Prefiero la suavidad del ensuefio hecho de flores libres y_hierba fresca. Mi mirada ya no busca solo la quietud 0 la serenidad o incluso el estudio, busea Ia paz del nifio que duerme, dei animal que descansa, de la planta que se aprieta a la roca. Asi estaria bien -Pero, por qué no solo divertirse con la simplicidad de lo que aqui se nos entrega, -Estudiar en el internado no es precisamente el mayor de los placeres. Los profesores son toscos, el director vive en otra esfera, la orientadora esté incapacitada de obrar y los alumnos con manos amarradas tragan todo lo que les dan como si foeran mendigos hambriontos de pan y de grass, Mi suetio es salir de aqui, pero mi padrastro corté mis manos, traz6 el camino y como un mulo viejo sigo esa huclla sin decir nade, Quisiera crecer en ef campo trabajar en una hacienda y cabalgar junto a Jos pertos Hevando a los vacunos a comer Ie hierba fresca de la cordillera, carger un becerro y herirme las manos con los troncos de las cercas. Quiero viajar el infierno del desierto o entregarme a la dureza del frio de la nieve, habitar en un barco viejo y recorrer el océanio de polo a polo, convivir con los campesinos chinos que cultivan gruesas cuerdas de arroz en sus patios, ‘nstalarme en una tienda arabe y beber la preciosa agua en sus pesados cantaros, correr en definitiva descalzo por un piso de nubes y no parar de sofiar y sofar. ~Te entiendo, yo igual tengo suetios. -Pero no como los mfos mis suc son realidades en mis ensueiios y con un poco de voluntad los lograré hacer realidad, por eso nto dudo que un dia me marcharé de todo esto y seré piloio de un avin 0 el capitin de un barco, miraré el horizonte lejano y sonreiré feliz, me arreglaré el pelo agitado por el viento dol atléntico y me sonreiré de todo esto que ahora soy. -Quieres ir al teatro hay una funcién de marionetas. -No puedo -dijo Hortensia un poco apenads- La enfermera no me dara permiso. -Habrén burlas y —disparates, ‘comprendo a tu enfermera. Hortensia mir6 hacia un lado hacia donde crecia un girasol. Soné la campana otra vez. -Es hora de irme Si, te esperan, ve. EI linguido brazo de Hortencia se movid tan sutiimente ai levantarse que Emilio no pudo menos que clevar un suspiro que se escuché como un susurro imperceptible. La noche comunicaba frialdad ¢ indiferencia a los frigiles sentidos, asi que se despidieron como dos seres que acababan de conocerse. El brazo cortado de Hortensia se balances y el muiién oculto parocfa cargado de una triste historia, imposible de discernir. Emilio no sabia si la amaba o sélo se compadecia de ella en su estado. Nada bueno saldria de todo aquelio. Vio una enfermera a lo Iejos, of brazo en su mente le parecié desgarrado y sangriento. En su imaginacion toda ella comenzé a dar vueltas, P. Dupret

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