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Para cumplir con el objetivo de limitar el poder, la Constitución declara, en primer lugar,
la existencia de unos derechos de los ciudadanos y, por otra parte, controla y regula las
relaciones entre los distintos poderes, surgiendo así la división de poderes. Según estos dos
aspectos, las Constituciones han tenido históricamente tres partes: un preámbulo y una parte
diferencial, donde se distingue una parte dogmática, donde se detallan los derechos
fundamentales y otra orgánica, que regula las relaciones entre los distintos poderes del Estado.
Además, la mayoría consta de una última parte donde se regula la forma de revisión de esa
Constitución.
Para analizar las características debemos saber primero las distintas clasificaciones de las
Constituciones. Así, distinguimos:
Por la fuente: hay Constituciones históricas, que proceden de prácticas o costumbres y
teóricas o revolucionarias, que proceden de un cambio del orden establecido. Estas revoluciones
producen un cambio de régimen político y jurídico (Estado totalitario democrático)
Por la forma: hay Constituciones escritas, cuando estas codificadas o compiladas y no
escritas, como la británica.
Por su origen (quien las crea): hay Constituciones otorgadas, concedidas por el rey en
virtud un acto, siendo expresión de su voluntad; pactadas, cuando surgen de un acuerdo entre
el rey y determinados estamentos, como la burguesía; impuestas, cuando aparecen por una
imposición revolucionaria e instituyentes, cuando proceden de un pronunciamiento
democrático prácticamente consciente.
Por su posibilidad de reforma: existen Constituciones rígidas, cuando se establece un
procedimiento especial de reforma, dificultándose ésta, y flexibles, cuando la reforma es la
misma que para otra ley, sin utilizar un procedimiento especial, por lo que es bastante fácil su
modificación.
Por su extensión: distinguimos Constituciones extensas y breves.
Por su aplicación: están las Constituciones normativas, cuando se aplican efectivamente,
y las semánticas, cuando se aprueban pero no hay voluntad de cumplirla.
pudiéndola expulsar del ordenamiento jurídico. Por eso decimos que el Tribunal Constitucional
es un tribunal negativo, ya que no crea normas sino dice lo que no es derecho, quitándole a las
normas su presunción de validez. En resumen, hay dos mecanismos para garantizar el principio
de Jerarquía, la rigidez constitucional, que se encarga de darle forma a la Constitución, y el
Tribunal Constitucional, que se encarga del aspecto material, es decir, del contenido.