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Permanezca en “el valle de las montañas

EN LA noche del 30 de octubre de 1938, millones de personas en Estados Unidos escuchaban un popular
programa de radio. La programación incluía la adaptación de una novela de ciencia ficción titulada La guerra de
los mundos. Los actores interpretaban el papel de periodistas que narraban la llegada a la Tierra de invasores
procedentes del planeta Marte y que iban destruyendo lo que encontraban a su paso. A pesar de que se había
anunciado que se trataba de una ficción, mucha gente pensó que el ataque era real y se asustó. Incluso hubo
quienes tomaron medidas para protegerse de los imaginarios extraterrestres.
En la actualidad, una guerra está a punto de estallar. Y esta es real. Lamentablemente, la mayoría de las personas
no está haciendo nada por salvarse. Es una guerra que se predice en la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, no
en una novela de ciencia ficción. Se trata de Armagedón, la guerra que Dios peleará contra este mundo malvado.
La profecía bíblica del capítulo 14 de Zacarías está directamente relacionada con la guerra de Armagedón.
Aunque se escribió hace unos dos mil quinientos años, tiene mucho que ver con nuestras vidas (Rom. 15:4).
Gran parte de esta profecía se relaciona con situaciones que ha vivido el pueblo de Dios desde 1914 —cuando
el Reino mesiánico fue establecido en el cielo⁠— y con emocionantes sucesos que ocurrirán dentro de poco.
Zac 14:3, 4. El “valle muy grande” representa la protección de Dios
Cuando “la montaña de los olivos” se parte en dos, una mitad queda al norte y otra al sur. Los pies de Jehová
quedan sobre ambas montañas, y “un valle muy grande” se abre debajo de él. ¿Qué representa ese valle? La
protección que reciben los siervos de Dios bajo el gobierno universal de Jehová y el Reino mesiánico de su Hijo.
Jehová garantiza así que nadie aplastará la religión verdadera. Ahora bien, ¿cuándo se partió “la montaña”? En
1914, el año en que concluyeron los tiempos de los gentiles y Dios estableció el Reino mesiánico en el cielo.
Zac 14:5. Quienes huyan al valle y permanezcan en él recibirán protección
Desde el año de 1919, el valle de Jehová protege a los verdaderos siervos de Dios de todo el mundo. Es verdad
que durante mucho tiempo se han prohibido las publicaciones bíblicas de los Testigos y se ha tratado de impedir
su predicación en muchos países. Sin embargo, hagan lo que hagan las naciones, no podrán acabar con la religión
verdadera. Jehová está protegiendo a su pueblo con su poderoso brazo.
Si nos mantenemos cerca de Jehová y nos ponemos de parte de la verdad, tanto él como su Hijo, Jesucristo, nos
protegerán. Dios no permitirá que nada ni nadie nos aleje de él (Juan 10:28, 29). Jehová desea ayudarnos para
que seamos leales a su gobierno universal y al Reino mesiánico. Y como la gran tribulación está tan cerca, ahora
es más importante que nunca que nos quedemos en el valle de Jehová.
Zac 14:6, 7, 12, 15. Quienes estén fuera del valle de protección de Jehová serán destruidos
¿qué les ocurrirá entonces a los que no estén en el gran valle de Jehová? La Biblia dice que para ellos no habrá
“luz preciosa”, es decir, que no tendrán la aprobación de Dios. Además, la profecía añade que el “caballo, el
mulo, el camello, y el asno, y toda suerte de animal doméstico” —símbolos del armamento de las naciones⁠—
se congelarán, o sea, que no servirán para pelear, como si hubieran quedado inútiles por culpa del frío. También
se dice que Jehová utilizará un “azote”, o enfermedad. Sea este literal o no, silenciará las espantosas amenazas
de los enemigos. En ese día, los ojos y la lengua de los atacantes “se pudrirán”. ¿En qué sentido? En el sentido
de que no podrán hacernos daño ni desafiar a Dios con sus palabras. Es cierto que Satanás tendrá en la Tierra
muchísimos ejércitos listos para entrar en guerra, pero sin importar dónde estén, Jehová los destruirá
Gracias a la protección de Jehová sobreviviremos al fin de este mundo malvado y entraremos en el justo nuevo
mundo de Dios. Por eso, aunque todas las naciones nos odien, apoyemos lealmente el Reino de Dios, busquemos
protección en el valle de Jehová y quedémonos en él.

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