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Los bienes de dominio público son aquellos que por su naturaleza o su destino, no son
susceptibles de propiedad privada, su apropiación no puede concebirse. Por ejemplo, los ríos,
caminos, riberas del mar, puertos; pero no sólo abarca a este tipo de bienes sino a todos aquellos
afectados al funcionamiento de servicios públicos. Los bienes de dominio público son inalienables
(que por naturaleza o por ley no se pueden enajenar o transferir, traspasar a otro su dominio).
Los bienes de dominio público son de uso público o de uso privado de la nación, de los estados y
de los municipios.
Los bienes de dominio privado. Se rigen por normas de derecho común (privado), salvo
disposiciones especiales. Todas las tierras que, estando dentro de los límites territoriales, carecen
de otro dueño, pertenecen al dominio privado de la Nación. Los bienes de dominio privado
pueden enajenarse de conformidad con las leyes que les conciernen. El artículo 16 de la Ley
Orgánica de Hacienda Pública establece “Los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a
la Nación, no están sujetos a embargos, secuestro, hipoteca o ninguna otra medida de ejecución
preventiva o definitiva.
Los bienes de dominio privado son fuente de ingresos extraordinarios cuando se enajenan. Las
privatizaciones de activos públicos son una fuente de ingreso que puede dar ganancias de
eficiencia, al permitir ingresos extraordinarios y a la vez puede permitir una mejor efectividad
en la actividad que se está realizando.
Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar
que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el
agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente
protegidos, de conformidad con la ley.
Artículo 128. El Estado desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo a las
realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales, culturales, económicas, políticas, de
acuerdo con las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la información, consulta
participación ciudadana. Una ley orgánica desarrollará los principios y criterios para este
ordenamiento.
Artículo 129. Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser
previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural. El Estado
impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de
armas nucleares, químicas y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y
almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas.
En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales o
extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que involucren los recursos naturales, se
considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el equilibrio
ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma en condiciones
mutuamente convenidas y de restablecer el ambiente a su estado natural si éste resultara
alterado, en los términos que fije la ley.
Bachiller
Diana Dueñez
Introducción
En la relación del hombre con la naturaleza, la condición de equilibrio del ecosistema ha
perdurado hasta el siglo XVII, o sea hasta el advenimiento de la primera Revolución
Industrial; en este momento comienza la época de la progresiva alteración, siempre en
aumento, de los elementos naturales del planeta, conectado con el masivo uso del carbón en
las fábricas y con la extensión del consumo de territorio por el urbanismo. Los factores
contaminantes se incrementaron con el gran desarrollo que tuvo la industrialización en el
siglo XIX y todavía más con el uso de productos petrolíferos para la producción de energía
y la moderna motorización sin límites del siglo XX. El enorme crecimiento de la población
mundial, la irreversible conurbación de las ciudades metropolitanas con mayor desarrollo,
la progresiva deforestación de grandes áreas, las emanaciones contaminantes del tráfico, la
impermeabilización de extensas superficies del territorio la gran producción de residuos
sólidos urbanos que tiene por causa el moderno consumismo, han producido la ruptura de
la armonía ambiental, fenómeno que ha ocasionado preocupaciones a nivel planetario, como
lo demuestran las conferencias de la ONU de Río de Janeiro de 1992 y de Johannesburgo de
2002. A partir de esta situación, se empieza a considerar bien jurídico el ambiente
merecedor de tutela penal, ya que se trata de un bien jurídico de especial trascendencia cuya
protección resulta esencial para la propia existencia de los seres humanos, que en estos
tiempos está siendo seriamente amenazado, por lo que ante el fracaso de los medios de
control social informal como extrapenales (fundamentalmente del Derecho administrativo),
hemos establecido una "huida hacia el Derecho penal" en materia ambiental, situación que
es globalizado en casi todo el Derecho comparado. En este informe abordaremos algunos
aspectos relacionados que nos permitirán profundizar en el tema
CONCLUSIÓN