Está en la página 1de 8

Los bienes que pertenecen a la República, Estados y Municipios se dividen en bienes del

dominio público y bienes del dominio privado.

Los bienes de dominio público son aquellos que por su naturaleza o su destino, no son
susceptibles de propiedad privada, su apropiación no puede concebirse. Por ejemplo, los ríos,
caminos, riberas del mar, puertos; pero no sólo abarca a este tipo de bienes sino a todos aquellos
afectados al funcionamiento de servicios públicos. Los bienes de dominio público son inalienables
(que por naturaleza o por ley no se pueden enajenar o transferir, traspasar a otro su dominio).
Los bienes de dominio público son de uso público o de uso privado de la nación, de los estados y
de los municipios.

Los bienes de dominio privado. Se rigen por normas de derecho común (privado), salvo
disposiciones especiales. Todas las tierras que, estando dentro de los límites territoriales, carecen
de otro dueño, pertenecen al dominio privado de la Nación. Los bienes de dominio privado
pueden enajenarse de conformidad con las leyes que les conciernen. El artículo 16 de la Ley
Orgánica de Hacienda Pública establece “Los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a
la Nación, no están sujetos a embargos, secuestro, hipoteca o ninguna otra medida de ejecución
preventiva o definitiva.

Los bienes de dominio privado son fuente de ingresos extraordinarios cuando se enajenan. Las
privatizaciones de activos públicos son una fuente de ingreso que puede dar ganancias de
eficiencia, al permitir ingresos extraordinarios y a la vez puede permitir una mejor efectividad
en la actividad que se está realizando.

Los derechos de propiedad de los bienes ambientales

El derecho de propiedad ha sido jurídicamente reconocido y fuertemente protegido a lo largo de


la historia de la humanidad, constituyéndose en una piedra angular de las economías de
mercado. De tal modo, se estableció que se trata de un derecho subjetivo, con calidades
especiales: es un "derecho subjetivo absoluto", tiene protección inhibitoria y resarcitoria,
posibilidad "erga omnes", y se concedieron facultades ilimitadas al titular. El derecho romano
inició este camino. El interdicto era una orden cautelar del magistrado, que podía consistir en
vedar un acto, aplicándose cuando había un interés casi público y para proteger la posesión
(BONFANTE, Pedro, "Instituciones de Derecho Romano", Madrid, 1979, Reus, pág. 135). También
tiene una finalidad inhibitoria la acto confesorio, la acto negatoria o el juicio de jactancia.- Este
último era un remedio atípico de prevención del ilícito frente a una amenaza. Se trata de un
derecho absoluto y sobre esa base el legislador ha pensado en una protección fuerte (conf.
ALTERINI, Jorge, "Tutela de la Propiedad", en Derecho de Daños, Homenaje a Jorge Mosset
Iturraspe, La Rocca, Bs.As, 1991, pag.415 y ss.), basada en la exclusividad, en la posibilidad erga
omnes y en la tutela inhibitoria. El bien ambiental es un bien colectivo. Como tal puede
distinguirse entre el "macrobien" constituido por el medio ambiente global y "micro-bienes", que
son sus partes: la atmósfera, las aguas, la fauna, la flora (BENJAMIN, Antonio, "Daño ambiental:
prevención, reparación e represado", Rev. Dos Tribunas, Sao Paulo, 1993, pág. 60). Los micro
bienes pueden ser apropiados parcialmente y ser objeto de propiedad privada. En estos casos, la
polución importa también la afectación de un derecho subjetivo. Como bien público de uso
común, el medio ambiente puede tener calificaciones más o menos extensas. El medio ambiente,
calificado como bien público de uso común, presenta algunas características: - La indivisibilidad
de los beneficios: puesto que el bien no es divisible entre quienes lo utilizan. Ello trae como
consecuencia la prohibición de la apropiación privada individual y el carácter difuso de la
titularidad. - El principio de la no exclusión de beneficiarios: puesto que todos los individuos
tienen derecho al medio ambiente, aún las generaciones futuras. Es de todos y no es de nadie, lo
cual plantea problemas de acción colectiva, puesto que de tal modo nadie se preocupa en
cuidarlo en la creencia que otros lo harán y uno disfrutará igualmente. Ese efecto "free raides",
requiere de incentivos a la acción protectoria. En Venezuela en materia ambiental ha sido
revocado el principio existente en la tradición jurídica de la sacralidad de los derechos
adquiridos. En este sentido, una nueva norma ambiental dejará sin efecto cualquier derecho
adquirido que se le oponga, incluso originado en actos administrativos autorizados. Si las
regulaciones ambientales sólo pudieran tornarse exigibles a las nuevas instalaciones o
actividades, el derecho ambiental perdería todo sentido. Esto es reconocido en el Derecho
Internacional. El artículo 112 de la Constitución incluye entre las limitaciones intocables para
limitar el derecho a dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia razones de
desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de interés social. Pero
además, las limitaciones al derecho de propiedad originadas en declaratorias de áreas naturales
protegidas no causan derecho a indemnizar, salvo excepciones muy puntuales

Artículo 127. Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en


beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y
colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente
equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, genética, los procesos
ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial
importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se
refiera a los principios bioéticos regulará la materia.

Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar
que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el
agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente
protegidos, de conformidad con la ley.

Artículo 128. El Estado desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo a las
realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales, culturales, económicas, políticas, de
acuerdo con las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la información, consulta
participación ciudadana. Una ley orgánica desarrollará los principios y criterios para este
ordenamiento.

Artículo 129. Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser
previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural. El Estado
impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de
armas nucleares, químicas y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y
almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas.
En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales o
extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que involucren los recursos naturales, se
considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el equilibrio
ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma en condiciones
mutuamente convenidas y de restablecer el ambiente a su estado natural si éste resultara
alterado, en los términos que fije la ley.

LAS LIMITACIONES AL DERECHO DE PROPIEDAD ORIGINADAS EN LAS NORMAS


AMBIENTALES.

Un ejemplo claro de limitaciones al derecho privado originadas en las normas ambientales la


podemos ver en los Caso de Declaratorias de Parques Nacionales. La declaratoria de grandes
extensiones del territorio nacional como Parques Nacionales ha originado, desde hace varias
décadas, la discusión e incertidumbre de determinar los efectos jurídicos que dichas
declaratorias tienen sobre la propiedad privada. En efecto, en gran medida, en las áreas del
territorio declaradas como Parques Nacionales, ha habido y hay inmuebles de propiedad privada
que han quedado afectados en su uso y goce, incluso en su disposición, por tales declaratorias, las
cuales se habían considerado como una limitación legal a la propiedad, en los términos del
artículo 645 del Código Civil que, como tal, no da derecho a indemnización. En esta forma, los
atributos de la propiedad privada se han visto materialmente extinguidos en relación a los
inmuebles ubicados en los Parques Nacionales, sin que la propiedad misma se hubiese
extinguido, por ejemplo, mediante expropiación, la cual no siempre ha ocurrido. Los propietarios
de inmuebles ubicados en Parques Nacionales, por tanto, han seguido siendo propietarios
formales, pero en algunos casos, sin derecho alguno a usar o disfrutar de su propiedad. Entre las
limitaciones legales al derecho de propiedad, conforme al artículo 645 del Código Civil, están
todas aquellas restricciones o limitaciones impuestas en razón de la conservación, fomento y
racional aprovechamiento de los recursos naturales renovables; las cuales puede considerarse
que tienen su fundamento último en el artículo 127 de la Constitución, que establece que el
Estado debe proteger el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos
ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial
importancia ecológica. Es por ello que desde 1910, existe en Venezuela una Ley especial que
regula los recursos naturales renovables, antiguamente denominada Ley de Bosques y Suelos; la
cual, a partir de la última reforma de 30 de diciembre de 1965, se denomina Ley Forestal, de
Suelos y Aguas, actualmente vigente. Esta Ley regula, en líneas generales, la conservación,
fomento y racional aprovechamiento de los recursos naturales renovables, sea que las
explotaciones se realicen tanto en terrenos de propiedad privada, como en terrenos de propiedad
pública; destinando sus normas, a regular, en primer lugar, a los bosques y sus productos; en
segundo lugar, a las aguas públicas y privadas; en tercer lugar a los suelos; y en cuarto lugar a
las actividades relacionadas con los recursos señalados. La regulación concreta de cada uno de
estos recursos da origen a tres regímenes distintos. En cuanto a la regulación del
aprovechamiento, conservación y fomento de los bosques y sus productos, da origen al régimen
forestal y a las limitaciones a la propiedad en relación o como consecuencia de este régimen. El
fomento, conservación y racional aprovechamiento de las aguas da origen al llamado régimen
de las aguas las cuales, el artículo 304 de la Constitución considera como bienes del dominio
público, insustituibles para la vida y el desarrollo. Y el régimen de conservación, fomento y
racional aprovechamiento de los suelos da origen al régimen de los suelos. Por otra parte, la Ley
declara de utilidad pública ciertas actividades y también trae regulación sobre algunas
actividades que se declaran de interés público. En primer lugar, declara de utilidad pública la
protección de las cuencas hidrográficas; las corrientes y caídas de aguas que pudieran generar
fuerza hidráulica; y los parques nacionales, los monumentos naturales, las zonas protectoras y
las reservas forestales. La consecuencia fundamental que en la legislación venezolana trae esta
declaratoria de utilidad pública, es que, en caso de que sea necesario, puede procederse
directamente a la expropiación, sin necesidad de una nueva declaratoria de utilidad pública,
porque esa declaratoria está precisada y determinada expresamente en la Ley. 4.- LAS TIERRAS
BALDIAS Y EJIDOS Ley de Tierras Baldías y Ejidos. G.O. número extraordinario del 13 -09- 1936
Esta ley, no directamente ambiental, establece la inalienabilidad e imprescriptibilidad de
algunas tierras baldías y ejidos. Primeramente conviene examinar qué entiende la Ley por
baldíos y ejidos para conocer los límites del texto. Son terrenos baldíos los que estando dentro de
los límites de la República no sean ejidos ni propiedad particular ni pertenezcan legítimamente a
corporaciones o personas jurídicas; de los terrenos baldíos, aquellos de los estados son del
dominio privado de cada uno de ellos y los del Distrito Federal e islas son del dominio privado de
la Nación. Los ejidos son los terrenos que han venido gozando como tales los concejos
municipales que arrancan de la época colonial, los que hayan sido adquiridos por los municipios,
los resguardos de las extinguidas comunidades indígenas, y los terrenos baldíos y privados que
pasen al dominio de los municipios que los soliciten y los obtenga de conformidad con la Ley. Al
ser del dominio privado de las Nación, de los estados o de las municipalidades respectivas, estos
terrenos baldíos o ejidos pueden enajenarse, salvo aquellos que la misma ley declara inalienables
en su artículo 13: ³... 2º los terrenos que estén a inmediaciones de las salinas, hasta dos y medio
kilómetro; a las orillas del mar hasta 500 metros; a las riberas de los lagos que tengan
comunicación con el mar y de los ríos navegables hasta 200 metros. Los terrenos a que se
contrae este ordinal sólo podrán enajenarse para destinarse al ensanche de poblaciones o de
puertos nacionales, debiendo en todo caso quedar libre una faja de 20 metros. 3º Los que se
encuentran en las cabeceras de los ríos, riachuelos, manantiales y demás fuentes, cuando de tales
aguas se surta alguna población o vecindario o empresa de interés público, así como también los
que estuvieren hasta la distancia de 200 metros de dichas aguas. 4º Los baldíos existentes en las
islas marítimas y fluviales de la República´.
República bolivariana de Venezuela

Ministerio del poder popular para la educación

Instituto universitario Aldea Republica del Uruguay

Monagas –Edo- Maturín

Bachiller

Diana Dueñez
Introducción
En la relación del hombre con la naturaleza, la condición de equilibrio del ecosistema ha
perdurado hasta el siglo XVII, o sea hasta el advenimiento de la primera Revolución
Industrial; en este momento comienza la época de la progresiva alteración, siempre en
aumento, de los elementos naturales del planeta, conectado con el masivo uso del carbón en
las fábricas y con la extensión del consumo de territorio por el urbanismo. Los factores
contaminantes se incrementaron con el gran desarrollo que tuvo la industrialización en el
siglo XIX y todavía más con el uso de productos petrolíferos para la producción de energía
y la moderna motorización sin límites del siglo XX. El enorme crecimiento de la población
mundial, la irreversible conurbación de las ciudades metropolitanas con mayor desarrollo,
la progresiva deforestación de grandes áreas, las emanaciones contaminantes del tráfico, la
impermeabilización de extensas superficies del territorio la gran producción de residuos
sólidos urbanos que tiene por causa el moderno consumismo, han producido la ruptura de
la armonía ambiental, fenómeno que ha ocasionado preocupaciones a nivel planetario, como
lo demuestran las conferencias de la ONU de Río de Janeiro de 1992 y de Johannesburgo de
2002. A partir de esta situación, se empieza a considerar bien jurídico el ambiente
merecedor de tutela penal, ya que se trata de un bien jurídico de especial trascendencia cuya
protección resulta esencial para la propia existencia de los seres humanos, que en estos
tiempos está siendo seriamente amenazado, por lo que ante el fracaso de los medios de
control social informal como extrapenales (fundamentalmente del Derecho administrativo),
hemos establecido una "huida hacia el Derecho penal" en materia ambiental, situación que
es globalizado en casi todo el Derecho comparado. En este informe abordaremos algunos
aspectos relacionados que nos permitirán profundizar en el tema
CONCLUSIÓN

La protección jurídica del medio ambiente ha irrumpido de forma dramática en la segunda


mitad del siglo XX. La industrialización en masa, la globalización de las actividades
económicas, las catástrofes ambientales, el acceso a productos y servicios de grandes núcleos
de población, así como un desarrollo tecnológico sin precedentes en la historia, ha situado a
los Estados y a las Organizaciones Internacionales ante uno de los mayores retos de la
humanidad: puede mantenerse un ritmo de crecimiento económico mundial como el vivido
en los Últimos años, al tiempo que se garantice un nivel adecuado de sostenibilidad
ambiental? Y si ese equilibrio es posible, puede el Derecho contribuir a hacerlo efectivo? A
la vista de la proliferación jurídica que se ha vivido en las últimas dicadas, parece que los
Estados han dado una respuesta afirmativa a estas cuestiones y han hecho una apuesta
decidida por la protección jurídica del medio ambiente. Sin embargo, no parece que exista
un acuerdo unánime sobre las técnicas jurídicas más apropiadas para afrontar la tutela
medioambiental. No obstante, el camino aún es muy largo y el trabajo arduo por lograr
establecer un estamento tutelar jurídico que ayude en el objetivo supremo de la preservación
de los elementos del ambiente y la sustentabilidad de la vida en el planeta. El Ordenamiento
Jurídico venezolano, consagra el Derecho al Ambiente y otros derechos fundamentales
vinculados a éste, de manera que si no se concientiza a la población mediante un efectivo
proceso de educación ambiental, llevado a todos los estratos de la sociedad venezolana y
muy especialmente, a las personas encargadas de hacer cumplir las leyes. De allí que
sabiamente el Constituyente del 99 estableciera la obligatoriedad de la Educación Ambiental
en el Artículo 107 del Texto Fundamental. La participación activa de las comunidades y de
otros agentes sociales en las decisiones que afectan a su ambiente, su salud, entre otros, es
fundamental para el éxito de una gestión ambiental compartida en los términos contenidos
en la Constitución y en las leyes que la desarrollan, razón por la cual, se insiste en la
importancia de la Educación Ambiental a tal fin. Nos compete a todos tomar conciencia
como seres racionales, a unirnos y aportar un granito de arena en la protección y
conservación del medio ambiente y colocar en segundo plano los intereses personales,
reprogramemos nuestras memorias como una plana, como sanción colectiva con esta
expresión; ³Conservemos y protejamos todos por igual el medio ambiente´, esta podría ser
una solución efectiva.

También podría gustarte