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Escuela de Filosofía
C.I: 24.223.852
Aunque ante nuestra sociedad la palabra nihilismo aparezca junto a un extraño hedor,
ella ha definido el curso de nuestra sociedad, una sociedad que se encuentra enferma,
socavada por sus propias raíces metafísicas.
Estas preguntas dirigirán el curso de las siguientes líneas, donde se tratará de buscar
una explicación a la esencia del nihilismo desde la muerte de dios; como nos vemos
como sociedad ante el nihilismo imperante que nos ha impuesto nuestra cultura
metafísica; la búsqueda de un camino dentro del mismo nihilismo para la superación
de nuestra crisis metafísica.
Esto indica ante nosotros que la esencia del nihilismo reside en el punto en el cual la
metafísica occidental se encuentra en estado agónico, lo cual se muestra como la
estancia final de las raíces de nuestra sociedad.
Entendiendo esto, nos preguntamos, qué es entonces el nihilismo, desde que aspectos
podemos observarlo, por que nuestra cultura dominada por la metafísica occidental es
a su vez una cultura nihilista.
El nihilismo en su significado etimológico, reside en la palabra latina nihil (nada), se
presenta a si mismo como una corriente sobre la nada, nos sugiere como la residencia
en la nada del existir, pero, ¿qué queremos decir con residir en la nada del existir? Esta
pregunta nos plantea una dicotomía, pues ante esto encontramos dos significados, el
primero reside en la aceptación de la nada, una nada indeterminada, en donde nos
encontramos sin verdades absolutas, a merced del devenir, y en donde debemos
aceptar que sólo ocupamos un espacio determinado en el tiempo en donde nos
encontramos completamente indeterminados. El segundo es la visión negativa del
mundo, en donde este pasa a representar una nada en donde sólo buscamos la
trascendencia hacia la eternidad.
Ahora en el nihilismo reactivo encontramos dos facetas, una negativa en la cual como
entendemos que aquello que creíamos el todo pasa a ser la nada entramos en un
estado de pereza, de mero observador ante el devenir de los demás, este es el
nihilismo pasivo. La otra faceta del nihilismo reactivo, nos plantea la aceptación de
nuestra nada indeterminada, como vitalismo, pues entendemos al devenir como un
fluir, ya que nada está reglamentado, aceptando así cada momento y entendiéndolo
como pasajero.
Esta frase nos lleva a la muerte misma de la metafísica occidental, nos dirige hacía su
destitución, destrucción y eliminación de sus bases, es decir al final del mundo
suprasensible, rebajándolo así hacía el mundo sensible, en donde uno y el otro (lo
suprasensible y lo sensible) pasan a encontrarse carentes de sentido, por lo cual
encontramos su relación simbiótica como enfermedad que debe ser erradicada.
Y aquí entramos en la crisis de los valores que nos plantea el nihilismo, ya que una vez
eliminada ante nosotros la base, el mundo suprasensible, quedamos ante un espacio
vacío esperando ser llenado, un contrato sin reglas, es decir la idea vista desde la
metafísica como el mundo sensible, puesto a esto Nietzsche nos propone la
destrucción de toda visión metafísica del mundo, evitando así que aquel vacío infinito,
legado por el dios de un pasado enfermo, no vuelva a ser llenado.
Una vez muerta la metafísica y llegado el nihilismo, ¿hacia donde nos dirigimos? ¿Qué
camino debemos tomar? ¿O es que acaso nos encontraremos, como decía Nietzsche
en su escrito “El Loco” perteneciente a La Gaya Ciencia, errando a través de una nada
infinita? ¿Viviremos entonces en un mundo confinado al caos?
Con la muerte de dios, todo aquello que parecía la obra maestra de un magnifico
arquitecto universal, pasará a volverse una oscura bruma llena de misterios, y lo que
para nuestra sociedad parecía ser dado por los dioses, se cubrirá con el manto de la
sospecha; pero mientras tanto nos mantendremos esperando, ya que el rayo y el
trueno necesitan tiempo.