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29/1/2018 Rafael Álvarez Cordero - De principios, traiciones y otras yerbas

De principios, traiciones y otras
yerbas
En una reunión con compañeros del colegio en el que
estudiamos hace más de 60 años, conversamos sobre lo que
nuestros maestros nos enseñaron: ¿matemáticas?,
¿etimologías?, ¿ciencias naturales?, no, lo que nos enseñaron es
algo que se llaman principios y valores: verdad, honradez,
puntualidad, ética, respeto, dignidad y pulcritud

28 de Enero de 2018
 

Eso, en alguna forma, penetró en nuestras vidas y ayudó a que cada uno de
nosotros encontrara el mejor camino; siempre agradeceré a esos maestros, cuyos
nombres podremos olvidar, pero no sus enseñanzas.
Pensé en esos principios y valores que se supone deben acompañar y caracterizar
a todo ser humano, porque en esta vorágine por las elecciones que tendremos en
julio, pero que estamos sufriendo desde ahora, se cuestionan los principios de tal
o cual político cuando toma las decisiones que toma.

Se supone que los partidos políticos nacen porque se reúnen individuos que
tienen una ideología, una misma manera de pensar la política y una serie de
principios y de ahí nacen proyectos y programas, pero si vemos lo que ocurre, la
división tradicional entre partidos de derecha y de izquierda, parece que se
perdió, ya que ni el PAN es de derecha ni el PRD es de izquierda, y mucho menos el
PRI, al que Alfonso Corona del Rosal le asignó en 1960 el calificativo de “atinada
izquierda”, (whatever that means); de hecho, ninguno de los tres puede calificarse
por posición, y los lamentables minipartidos son confesionales absolutos, grupos
anodinos o simples comparsas de quien quiera acogerlos.
¿Y los miembros?, ¿cuáles son los principios de los miembros?, ¿en verdad son
congruentes con lo que sus partidos anuncian como principios y valores?, lo que
hemos visto en estas semanas hace dudar mucho de sus principios, lo que nos
recuerda a Groucho Marx, “Éstos son mis principios, pero si no les gustan, tengo
otros”.
El caso más notable en estos días es el de Gabriela Cuevas, panista de nacimiento,
con más de 23 años de militancia, defensora acérrima de Acción Nacional y feroz
crítica de AMLO, quien, para sorpresa de todos, abandonó su partido para ir a
refugiarse ¡en Morena!, el partido que representa todo lo que repudian los
panistas ¿Argumentos? ninguno ¿excusas? vacías ¿pretextos? ñoños; la única
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29/1/2018 Rafael Álvarez Cordero - De principios, traiciones y otras yerbas
panistas. ¿Argumentos?, ninguno, ¿excusas?, vacías, ¿pretextos?, ñoños; la única
realidad es que quiere seguir siendo legisladora y pensó que en el PAN no había
lugar; y además, ¡AMLO es un amor, es muy simpático, es alegre!, dijo Gabriela sin
vergüenza; fuera de todas las consideraciones, eso se llama traición, falta de
principios y nada más.
Y el mismo camino han emprendido tránsfugas oportunistas: Javier Lozano,
otrora crítico acérrimo, redescubrió el PRI; Julio Di Bella, director del Canal 11 de
TV, quien trabajó con Fox, Calderón y Josefina Vázquez Mota, se unió a Antonio
Meade; Tatiana Clouthier, hija del fundador del PAN va a Morena; la lista de los
tránsfugas es larga, Fausto Vallejo, Miguel Barbosa, Víctor Hugo Romo, Vidal
Llerenas, Fadlala Akabani, Cristóbal Arias, Raúl Morón y muchos, muchos más; y
vale recordar que el primer traidor a sus principios fue Andrés Manuel López
Obrador, nació priista, se fue al PRD y luego fundó Morena.
Y ahora comienza otro de los espectáculos políticos que pone en evidencia no
sólo falta de principios, sino falta de vergüenza: políticos que tiran la toalla para
ubicarse en otro sitio, otra legislatura o lo que sea para poder vivir del
presupuesto; los nombres de Roberto Albores, María Elena Orantes, Miguel Ángel
Chico, Jorge Ramos, Gina Cruz, Marcela Guerra, Graciela Ortiz, Olga Catalán, María
Elena Barrera, Sandra Luz Falcón, María del Rosario Rodríguez, Luz Argelia
Paniagua, Luis Gilberto Marrón, Lluvia Flores, Óscar Román Rosas son algunos de
los chapulines (y hay muchos más en los estados); para ellos, cambiar o no de
lugar o de partido es un asunto tan trivial como cambiar de calcetines.
Y en medio de la batahola preelectoral, cuando en todos los noticieros nacionales
y muchos extranjeros se comenta el incremento de la violencia, de las acciones
letales de los narcos y de la inseguridad que agobia a todos los mexicanos, surge
una idea del secretario de Turismo, quien pide que se regularice, como en Estados
Unidos, el uso de la mariguana, ¡pero sólo en Baja California y en Quintana Roo!,
seguramente para que los turistas extranjeros puedan fumar sin ser molestados.

Interesante idea, pero muy limitada; hemos dicho una y otra vez que la mariguana
debe ser despenalizada ya en todo el país; ya se ha demostrado que la violencia
disminuyó en California ahora que se puede cultivar y comerciar libremente,
mientras aquí nos seguimos matando por un mito que no acaba de morir y por los
miedos infundados acerca de su uso.
Hay que recordar que en México, en 1931, el doctor Leopoldo Salazar Viniegra,
eminente investigador, presentó en el Congreso Médico Panamericano su trabajo
El Mito de la Mariguana, en el que corroboró y defendió la inocuidad de la
cannabis, que fue ampliamente comentado; casi cien años después, seguimos
matándonos por un carrujo, mientras los primos del norte siembran, cosechan,
venden y fuman tranquilos la yerba.
¿Hasta cuándo?
 

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