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DE
LINGÜISTICA
PARA EL
ANALISIS DEL
DISCURSO
BEATRIZ R. LAVANDERA
BIBLIOTECAS UNIVERSITARIAS Centro Editor de América Latina
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© 1985 Centro Editor de América Latina Junín 981, Buenos Aires
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Prefacio
En este volumen aparecen, en el orden en que fueron dadas y con un mínimo de corrección
estilística, las clases del curso que dicté con el mismo titulo en el primer cuatrimestre de 1983.
La idea de publicarlas, aunque fuera en esta organización poco modificada, surgió frente al
interés que despertaron las transcripciones literales de las grabaciones, que por un tiempo
circularon en forma de apuntes mimeografiados.
Tanto el curso como esta edición están dirigidos al lector o al estudiante avanzado de
disciplinas relacionadas con el lenguaje, con el objetivo de orientarlo en algunos de los modelos o
enfoques lingüísticos que motivaron el desarrollo del análisis lingüístico del discurso y que siguen
siendo instrumentales para ese tipo de análisis.
El contenido del libro (o del curso) no sigue una línea cronológica ni temática sino que
incursiona, a veces más críticamente que otras, en teorías como la de la Semántica Generativa, la
teoría de los Actos de Habla, las teorías funcionalistas inglesas, presenta algunas de las pro-
puestas específicas del análisis del texto e intercala largos fragmentos de textos de habla
espontánea del español que aparecen analizados en mayor o menor profundidad, según los
casos.
A este volumen le seguirá en esta colección una antología con los textos principales a los
que hago referencia. Para lograr una buena comprensión, la lectura de este curso exige que se la
acompañe con la lectura de parte de la bibliografía citada, tal como fue la práctica de las personas
que asistieron al curso oral.
Los análisis más detallados de los fragmentos de texto ejemplifican mi propuesta personal,
que depende de una visión del discurso no como un producto estático y terminado sino como un
proceso que se desarrolla en el tiempo y se sistematiza dentro de una tensión dialéctica. Dentro
de estos procesos que son. los textos, puede investigarse la función y el significado de distintos
recursos lingüísticos, tales como el sistema pronominal de persona o el sistema verbal de modo.
Una de las tesis principales de este enfoque es que la. mayoría de los recursos sistemáticos de
una lengua no se prestan a una elucidación dentro de los límites de la oración. Sólo insertados en
el texto que contribuyen a crear puede analizárselos en toda su complejidad semántica.
Beatriz R. Lavandera
Julio de 1984
Introducción
Me gustaría comenzar este curso con un cuento que "viene a cuento". Es del escritor
brasileño Luis Fernando Verissimo y pertenece al apartado "Historia de animales" de un libro que
se llama El analista de Bagé.
"Doña Casimira vivía sola con su perrito. Era un perrito negro y blanco que doña Casimira
habia encontrado un día en la calle y lo habla llevado a su casa como compañía para su vejez.
¡Pobre doña Casimira! Se despertaba por la mañana y llamaba: ¡Du- dú!' El perrito que
dormía en la pieza de servicio del departamento, levantaba la cabeza.'¡Veni Dudú!' El perrito no
iba. Doña Casimira le preparaba la comida y se la llevaba. '¿Estás conforme Dudú?' Doña
Casimira vaciaba el plato de comida delante del perrito. '¿Comiste todo, viste Dudú?'
Doña Casimira se pasaba el día entero hablando con Dudú. 'Está feo el día hoy, ¿eh
Dudú?' '¿Vamos a ver nuestra telenovela, Dudú?' '¿Vamos a dar una vuelta Dudú?'
Salían a la calle. Doña Casimira siempre hablando con su perrito. '¿Estás cansado, Dudú?'
'¿Ya hiciste pipí, Dudú?' '¿Volvemos para casa, Dudú?'
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Doña Casimira y su perro vivieron juntos durante siete, ocho años, hasta que ella murió. En
el velorio, el perrito estaba sentado en un rincón con la mirada perdida. A cierta altura suspiró y
dijo:
—¡Pobre doña Casimira!
Los parientes y amigos se miraron entre si. ¿Quién había dicho eso? No había duda, había
sido el perro.
—¿Qué es lo que dijo usted? —preguntó un nieto más decidido, mientras los demás
retrocedían espantados.
—¡Pobre doña Casimira! —repitió el perro—. En cierto modo me siento culpable.
—¿Culpable? ¿Por qué?
—Por no haber contestado nunca sus preguntas. Ella se pasaba el día preguntándome. Era
Dudú de aquí y Dudú de allá. Y yo nunca respondía. Ahora ya es tarde.
Fue una verdadera sensación. ¡Un perro hablando! ¡Llamen a la TV!
—¿Y por qué? —preguntó el nieto más decidido —¿por qué no le contestó nunca?
—Es que yo siempre interpreté sus preguntas como preguntas retóricas."
El tema del curso tiene mucho que ver con este cuento, dado que vamos a hablar de textos,
de discursos, de relatos... Y podríamos comenzar diciendo que desde el punto de vista del
hablante, que es doña Casimira, en cuanto ella creía que el perro no podía contestarle, sus
preguntas eran retóricas. Pero desde el punto de vista del oyente, el perrito, en cuanto él sabía
que podía contestar, ya no es tan fácil decidir si lo eran o no. ¿Y qué es lo más relevante desde el
punto de vista del analista, lo que supone el hablante o lo que cree el oyente? ¿Cuáles son las
suposiciones que comparten los participantes de una conversación? ¿Qué es una pregunta
retórica? Este es el tipo de interrogantes que el análisis lingüístico puede empezar a responder.
Algunas aclaraciones preliminares
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etcétera. Es a través de estos conceptos que podremos acceder al análisis del discurso y
aprehenderlo. Importa tener presente que la definición y empleo de estos conceptos, a su vez, fue
incrementando la inquietud1 por analizar el discurso.
Desde las áreas de la semántica generativa, la teoría de actos de habla, la etnolingüística,
entre otras, comenzaron a plantearse problemas que sólo podían abordarse en un contexto mayor
que la oración. Pero para trabajar en ese contexto mayor, es decir en el discurso, hay que valerse
de nociones lingüísticas tales como presuposición, fuerza elocutiva o variación.
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Frente a la posición chomskiana, aquellos lingüistas que consideran deptro de su objeto de
estudio componentes que interactúan con el componente computacional extienden las tareas de
la lingüística hacia disciplinas preocupadas por aspectos sociales y culturales del hombre.
Para caracterizar estas dos posiciones se habla de una "lingüística dura" y una "lingüística
blanda". Los términos vienen del inglés: hard linguistics y soft linguistics. Se considera que la
hard linguistcs es científica y la soft linguistics comparte las características de las huma-
nidades y tiene que defender junto a ellas la legitimidad de su estudio. Esto último puede hacerlo
perfectamente, pero tiene que estar preparada para hacerlo. Mi posición al respecto es que hay
que defender el abordaje del objeto lingüístico a través de metodologías que no sean
exclusivamente las de las ciencias exactas.
La variación
En general, los lingüistas que proponen ese corte son los que están en la hard linguistics.
La concepción de que la lingüística tiene que ser científica, en el sentido de las ciencias exactas,
les exige trabajar en un nivel de formalización muy alto, lo cual implica que se manejen en un nivel
de abstracción también muy alto.
Esta posición es coherente si se parte de la premisa de que la variación que se observa en
el lenguaje, es decir la existencia de formas alternantes cuya sustitución aparenta no cambiar el
"sentido", es un accidente que se debe a la puesta en uso del sistema, a lo que Benveniste llama
el ejercicio del sistema. Si la variación fuera accidental no habría problema en dejarla de lado y
tratar de describir un conocimiento perfectamente formalizable, que se presta más a
categorizaciones bien definidas, y que constituiría el sistema de la lengua.
Si, en cambio, se considera que la variación no es un mero accidente, sino que es una
característica constitutiva de las lenguas naturales, no se puede hacer tal abstracción porque,
desde este punto de vista, la variación pasa a ser una de las propiedades que definen a una
lengua. Ubicándose en este ángulo, lo que hay que hacer es pensar cómo desarrollar una teoría,
una metodología que permita estudiar este fenómeno presente en todas las lenguas, que es la
variación.
La orientación de este curso coincide con las ramas de la lingüística que operan
directamente con los datos observables en el uso del lenguaje. Esto no implica la negación de la
posibilidad de formalizar.
Van Dijk y también Janos Petófi, un lingüista húngaro cuyo trabajo en este momento está
despertando mucho interés, se enrolan en esta misma línea. Ambos proponen formalizaciones
(Van Dijk, incluso, trata de mantenerse vinculado a la gramática generativa), pero formalizaciones
que recurren a lógicas más flexibles y que, por lo tanto, no dejan satisfechos a los lingüistas de la
"lingüística dura". Van Dijk y Petófi intentan una formalización de tipo lógico matemático, pero
utilizan también operadores modales de necesidad, probabilidad y posibilidad. A la vez que toman
materiales de la lógica, recurren a una idea semántica, pero ya no la semántica lógica, la
semántica formal, sino la semántica cognitiva que está mucho más en contacto con el trabajo que
se hace dentro de la psicología cognitiva, incluso dentro de la rama de los estudios
computacionales que se llama "inteligencia artificial". En este tipo de trabajo se trata de mantener
una terminología rigurosa y bien definida, pero a la vez se incorporan conceptos que son incluso
extraintelectuales, es decir que se resisten a un cómputo estadístico o a una derivación tipo
teorema. Me refiero a conceptos tales como "la intención del hablante", "la libre elección del
hablante", el grado de "distancia afectiva" existente entre dos seres humanos que interactúan en
una conversación, etc.
En las primeras presentaciones de su modelo, Chomsky señaló como uno de los problemas
más interesantes a abordar por la lingüística el del "aspecto creativo del lenguaje", concepto que
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tomó de von Humboldt. Para formalizar este aspecto creativo del lenguaje introdujo en la
gramática la propiedad matemática de la recursividad, que al permitir incluir fórmulas bien
formadas dentro de fórmulas bien formadas daba cuenta del hecho de que siempre es posible
producir una oración más larga, por lo cual el conjunto de las oraciones es enumerable. Pero has-
ta el mismo Chomsky llegó a percibir que el aspecto creativo del lenguaje no queda totalmente
explicado por esa propiedad matemática recursiva. Este aspecto se ejercita mediante la
interacción, mediante el entretejimiento del texto lingüístico con una serie de contextos lingüísticos
y contextos no lingüísticos. Por eso la distinción que hace Benveniste entre sistema y ejercicio
del sistema resulta más útil para enfocar el asunto de la creatividad lingüística. En el ejercicio del
sistema es donde reside el aspecto creativo del lenguaje que, por lo menos para los fines de este
curso, es el que más interesa abordar.
En la noción de ejercicio del sistema está implicado no sólo el concepto de mecanismo
computacional sino también toda otra serie de nociones, tales como la noción de apropiado (por
ejemplo, una frase apropiada a la situación) y la noción de registro (registro de habla adecuado a
la situación). Así entran a jugar nociones puramente lingüísticas con nociones que son sintácticas
o semántico-formales, entran a jugar también factores no lingüísticos, aspectos psicológicos no
cognitivos, es decir lo que podría llamarse con mucho cuidado el contexto relevante para una
situación comunicativa.
No es fácil —y no sé si lo será alguna vez— definir de una vez por todas cuáles son los
elementos que constituyen el contexto relevante para una situación comunicativa. Pero lo
que sí se puede hacer es establecer parámetros, líneas o categorías en determinada instancia de
ejercicio del sistema.
Un saber interdisciplinario
El estudio lingüístico del análisis del discurso tiene una gran deuda con el desarrollo de la
teoría chomskiana generativa, con la semántica generativa, con la teoría de actos de habla, con la
pragmática filosófica, con las lógicas de modo y las lógicas intencionales, con intentos como la
gramática de Montagüe de reescribir fragmentos de lenguas naturales en un lenguaje lógico
desambiguador, con los estudios de inferencia en psicología cognitiva, con los estudios de
producción y comprensión del discurso en psicología cognitiva y también con los estudios de
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inteligencia artificial. Es una consecuencia, además, de las contribuciones de la antropología
cultural en cuanto estudia el significado que toman los hechos de habla y el lugar que tiene el
habla en las distintas comunidades. Hace uso también de los conceptos y métodos de la llamada
etnometodología, que trabajó muy especialmente en el análisis de la conversación; tiene una
deuda además con la descripción y explicación. de la microinteracción verbal y no verbal en
sociología (Goffman, por ejemplo).
De modo que este curso que se define como de análisis del discurso bien podría haber sido
llamado "Introducción a la lingüística contemporánea" y haber tenido un subtítulo que especificara
"Aplicación al análisis del texto".
La etnografía del habla parte de una unidad de análisis mucho más amplia que la de texto o
discurso: la comunidad de habla. Pero establecer los límites de tal comunidad no es fácil y
para hacerlo existen criterios diversos.
Uno de los criterios fijados por la etnografía del habla y, en cierto sentido, también por la
sociolingüística, es que existe una comunidad de habla cuando una comunidad determinada
comparte una competen- ce lingüistica,1 y una competence comunicativa. Es decir, cuando
comparte no sólo un conocimiento respecto del uso de la lengua y de su gramática, sino también
un conocimiento acerca de cuáles son las características de determinados hechos de habla, por
ejemplo, de una entrevista en cuanto es una situación comunicativa.
Nessa Wolfson, en un artículo de 1978, ha tratado de demostrar que la situación
comunicativa definida como "entrevista" no puede utilizarse para obtener datos para la lingüística.
Sin embargo, al referirse a la entrevista como hecho de habla, producido en el contexto de los
Estados Unidos, no puede dejar de enunciar una serie de características bien definidas, que son
las que enunciaría cualquier hablante de toda otra comunidad lingüística en que la entrevista fuera
una práctica difundida.
Una objeción que podría hacerse, entonces, a la definición de comunidad de habla es que
hay conocimientos que son propios de los miembros de una determinada comunidad lingüística,
pero no exclusivos de ella. Tales conocimientos pueden coincidir con los de los miembros de otras
comunidades lingüísticas que hablan distintas lenguas. Esta observación plantea un problema
muy importante: el del límite de las comunidades de habla.
Pero no debe creerse que no existen límites de ningún tipo. La noción
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Sugerirnos traducir competence como competencia o conocimiento. 16
de entrevista sólo es válida para una serie de sociedades que forman parte del mundo
occidental. En sociedades como la de Nueva Guinea o en cualquier lugar que se aleje de
Occidente es probable que la idea de entrevista no exista o que tenga una forma totalmente
distinta. Puede ser, por ejemplo, que haya que proceder sólo por alusiones, o que el entrevistador
tenga que llegar y contar una historia que desencadene el comentario del entrevistado, porque la
convención prescriba que éste no pueda dar información hasta que no la haya dado primero el
entrevistador.
Además, aunque no se comparta una lengua con otras comunidades contemporáneas
avanzadas, puede que sí se comparta un determinado conocimiento a un nivel más amplio de la
competencia comunicativa. Y hasta es posible que tal conocimiento pueda formalizarse en reglas.
También se puede argüir que el conocimiento puesto en juego en una entrevista no es
lingüístico. Pero lo es, si definimos lo lingüístico como todo lo que tiene que ver con el
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conocimiento y el uso de una lengua. La entrevista es una actividad verbal en la que uno tiene
que preguntar y otro tiene que contestar y en la que surgen uno o varios temas que alguien es
responsable de proponer. Todas estas habilidades enunciadas se aprenden junto con el uso del
lenguaje.
Por supuesto, es posible resistirse a estudiar el lenguaje en toda esta complejidad y
quedarse en el nivel morfosintáctico o quedarse, como dice Chomsky, "en la capacidad
computacional". Esto equivale a circunscribirse a la sintaxis y a la semántica que la interpreta, y
no extenderse a lo que ahora Chomsky llama la "capacidad pragmática". Pero si se quiere dar
cuenta del lenguaje como un Instrumento que sirve no sólo para la comunicación sino también
para otras funciones que tienen que ver con el ordenamiento de la información, con la
organización social, con la definición de la situación, con la interacción, no basta con conocer la
sintaxis y la semántica de una lengua. Hay que saber, además, qué son los hechos de habla.
Cualquiera que haya hecho la experiencia de vivir en una sociedad muy distinta de la propia
sabrá que la lengua definida en sentido más estricto, es decir el código, es relativamente fácil de
aprender. Pero para ser miembro de una determinada comunidad lingüística se necesita mucho
más que ese conocimiento. Se necesita vivir en el lugar y aprender, entre otras cosas, cuáles son
los hechos de habla propios de esa comunidad.
William Labov propuso el primer modelo sociolingüístico cuantitativo riguroso. En sus
primeros trabajos (1966), este lingüista se preocupó por mostrar que los miembros de una
comunidad comparten una norma en cuanto a la pronunciación de ciertas variables fonológicas, y
que ciertos grupos sociales pueden tender a la supresión de un sonido determinado, ciertos
grupos a una realización más frecuente y ciertos grupos a una realización casi categórica. Todos
esos grupos, puestos en la situación de prestar más cuidado al hablar, elevan la proporción de
producción de ese sonido. Según Labov el compartir una norma respecto de la pronunciación de
esa lengua es prueba de que los hablantes de esa comunidad forman una comunidad lingüística.
Para Hymes, que es un etnógrafo del habla (etnógrafo casi siempre coincide con
antropólogo cultural, alguien que describe como observador participante, prestando atención a las
manifestaciones culturales, en este caso las que acompañan al habla), la prueba de que un grupo
de personas que interactúan diariamente constituye una comunidad lingüística radica en el hecho
de que comparten un conocimiento no sólo sobre la lengua sino también sobre los hechos de
habla.
Hay que precisar las diferencias entre situación comunicativa y hecho de habla. Por
ejemplo, la situación de "dar clase" puede ser definida por el lugar en el que se desarrolla, por la
hora del día, por el tipo de local en el que transcurre, por el objetivo por el que los alumnos asis-
ten, por el objetivo por el que asiste el profesor. Todos estos elementos crean una situación
comunicativa porque una parte de la acción que tiene lugar en tal situación es una acción verbal.
En la situación comunicativa de la que participan distintos miembros de la misma comunidad
de habla, se puede dar más de un hecho de habla. Hay un hecho de habla general que es "dar
clase": una persona habla y las otras escuchan y, eventualmente, puede preverse que alguien
levante la mano, haga una pregunta y que la persona que está al frente de la clase conteste esa
pregunta y continúe con el tema. Pero dentro de este hecho de habla y dentro de la misma
situación comunicativa puede darse que entre dos alumnos haya otro hecho de habla, por
ejemplo: "¿Vos entendiste lo que dijo?" "No, no entiendo nada desde hace diez minutos". Este
sería un hecho de habla catalogable como conversación, protesta, queja.
Pueden darse aún mayores complicaciones. Dentro de este hecho de habla la regla permite
que el que da la clase pueda decir al que levanta la mano: "No puedo contestar ahora porque
quiero terminar de desarrollar esta idea". Podría darse también que quien da la clase note que los
alumnos están hablando y que perciba por medio de una serie de señales paralingüísticas (el
gesto, el movimiento del cuerpo) que hay algo que no anda muy bien y que intervenga
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preguntando qué pasa. En caso de que haya un grupo que esté decidido a que la situación
cambie, es posible que tal grupo conteste: "pasa que esto no se entiende y nosotros tres nos
vamos".
El hecho de que algunos participantes se vayan puede cambiar la situación comunicativa
entera, o simplemente puede marcar la conclusión de un hecho de habla. En este ejemplo se ve
que situación comunicativa y hecho de habla no coinciden. Si se levantaran tres, se fueran y
el profesor dijera bueno, siempre hay alguna gente asi en el curso y siguiera con la clase,
continuaría la misma situación de habla del principio: "dar clase", en la cual se insertarían otros
hechos de habla.
En la lingüística formal gran parte de la discusión gira siempre alrededor de la cuestión de
los límites: los límites entre la morfología y la sintaxis, entre la sintaxis y la semántica, entre la
semántica y la pragmática.
En la etnolingüística el enfoque cambia-, pero el problema principal sigue siendo del mismo
carácter: los límites de una comunidad de habla, los de una situación comunicativa, los de un
hecho de habla. Y aquí se plantea el problema de cuáles son los parámetros definitorios de las
unidades de análisis.
Si se define la situación comunicativa "dar clase" como una situación en la que tiene lugar
un hecho de habla fundamental: un profesor dando clase y a la vez, simultánea o alternadamente
otros hechos de habla secundarios tales como diálogos, ya sea con el profesor o sólo entre los
miembros de la clase, diálogos que pueden versar o no sobre el tema de la clase, estos hechos
de habla secundarios formarían parte de la situación comunicativa. Si el parámetro definitorio de
la situación comunicativa es el tema, lo que algunos alumnos dicen es sólo un comentario sobre
esa situación, pero forman parte de otra situación.
Todo hecho de habla es comunicativo, aunque existen hechos de habla fracasados.
Deborah Tannen y quien fue su profesor, John Gumperz, se dedicaron a estudiar casos en que la
comunicación se quiebra, fracasa, con la hipótesis de que estos casos son, precisamente, los
que proporcionan los mejores datos para saber qué reglas hay que tener en cuenta para poder
comunicarse, es decir, cuáles son las reglas del discurso.
Retomando el cuento al que aludimos al principio, podríamos decir que ia relación
lingüística entre doña Casimira y su perrito Dudú no sería considerada como un hecho de habla
por aquellos que dan mucha importancia a los "efectos sobre el oyente". Los dueños de perros
opinarían de un modo y los que no tienen perros, de otro. (Personalmente, como dueña de
perros, creo que doña Casimira buscaba un efecto sobre su oyente.)2
Ella busca expresar su afecto al perrito, busca desarrollar una relación con él, interactuar, y
como sabe que él no le contesta más que moviendo la cola, o lamiéndola, acepta de parte de él
un código no verbal. Cada vez que le habla inicia un tipo de interacción, que no es comunicativa
en el sentido de que no le da y no espera de él información, no está entrevistándolo. Pero sí hay
una función interpersonal. Y hay una función textual. Porque, por más que el perro no la entienda,
ella le habla con textos bien formados. No va a usar oraciones no gramaticales, no va a decir
incoherencias.
Otro problema que se presenta en el ejemplo y que en parte está en juego en la definición
de hechos de habla, es el de las convenciones. Hay convenciones, que además varían
muchísimo en las distintas sociedades, sobre quiénes pueden ser hablantes y quiénes pueden
ser oyentes.
Existen informes sobre sociedades en las que se cree que los bebi- tos, los muertos y los
animales son hablantes y comparten una lengua, y que los chicos al crecer aprenden la lengua de
2 Halliday habla de tres funciones para cada emisión lingüistica: 1) la ideacional, donde está la información referencial; 2)la
interpersonal, y 3) la textual. Creo que la segunda función está presente en el diálogo (monólogo para algunos) entre doña Casimira y
su perro.
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los adultos y olvidan la otra. Incluso se considera que hay algunos personajes elegidos que
pueden comunicarse con los muertos, los bebés y los animales.
En nuestra sociedad, un tanto discriminadora con los perros, existe la convención de que el
perro no entiende y, obviamente, no puede contestar. También está establecido rígidamente que
no es posible oír voces más que de la gente que está próxima o de aquella con la que se habla
por teléfono, o algún medio equivalente.
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comunidad para sostener X cuando de acuerdo al analista es Y. Probablemente en la relación
X-Y se encuentre una mayor riqueza de datos que en X por un lado y en Y por el otro.
La hipótesis Sapir-Whorf
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ciudad los únicos árboles son naranjos, este árbol está en esta ciudad, este árbol es un naranjo")
está ausente en alguien que no ha recibido instrucción sistemática. Cuando se le pregunta a ese
alguien, por ejemplo, "¿qué es este árbol?", es probable que dé una respuesta errada. Pero da
una repuesta errada, según Scribner, porque el razonamiento lógico propio del silogismo
constituye un género de habla, un modo de hablar en que el interrogado necesita ejercitación. La
táctica para contestar bien consiste en recurrir a la información presentada en las premisas de los
silogismos y "limitarse" a ella.
Lo que el informante que se equivoca en las respuestas hace a veces es cuestionar la
primera premisa y no darla como válida, no creerla. También puede hacer lo mismo con la
segunda, o reemplazar ambas por premisas de su experiencia propia. Si se tienen en cuenta las
premisas de las que el informante parte y se sigue el proceso, se encuentra una lógica, no son
procesos de pensamientos ilógicos. No hay errores solamente en el caso de que las premisas
hipotéticas presentadas por el entrevista- 22 dor coincidan con ei conocimiento que el entrevistado
adquirió a través de su vida práctica, de su experiencia. En los demás casos el porcentaje de
errores es muy amplio.
El principio etnográfico
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caso el cambio resulta claro) sino también cuando cambia el tono de voz, o cuando cambia la
calidad del estilo de habla. Incluso pueden dejar de ser relevantes cuando cambian aspectos del
contexto extralingüístico, que, dado el tipo de análisis que se propone en la etnografía del habla,
nunca puede serlo en forma total.
Una frase como "Yo os declaro marido y mujer" sólo toma significado literal si se dan una
serie de factores extralingüísticos. Pero como esos factores extralingüísticos son determinantes
para la comprensión, por parte del analista, de qué tipo de acto de habla se trata y de cómo está
funcionando esa frase, el contexto, en este caso la iglesia y el sacerdote que está efectuando la
ceremonia, son elementos que tienen que entrar dentro de la categorización, dentro de la
descripción.
El lingüista tiene que encontrar un sistema, tiene que encontrar regularidades, y en esa
búsqueda tiene que enfrentarse a elementos ante los cuales no puede saber por adelantado si
van a ser relevantes. Es decir, no puede saber a priori qué aspecto va a ser Importante, si la ento-
nación, si la situación, si cierto cambio de sintaxis, si la elección del vocabulario. Hay que
controlar cada elemento vez por vez, empíricamente. Pero lo que sí puede hacer es manejarse
con una teoría del lenguaje que le vaya diciendo qué elementos son candidatos a tomar
significación y cuáles van a predominar sobre otros. La teoría se va construyendo sobre hipótesis
que en cada realización empírica tendrán que ser confirmadas o rechazadas. La relevancia de
señales es un aspecto que deberá ser decidido a posteriori en forma particular, para cada
comunidad lingüística, para cada tipo de situación, para cada grupo social.
La diversidad lingüística
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Análisis del texto
CURSO...................................................................................................................................................................................1
DE LINGÜISTICA PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO...........................1
BEATRIZ R. LAVANDERA................................................................1
V. La teoría de los actos de habla........................................................................................................................................49
IX. Conversación................................................................................................................................................................102
Bibliografía.........................................................................................................................................................................106
Indice.................................................................................................................................................................................112
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M es equivalente a N en tanto ambos segmentos se encuentran en el mismo entorno, es
decir, tiene la misma distribución.
B es esquivalente a C en tanto M es equivalente a N, y asi sucesivamente.
Como se ve, para Harris, analizar el discurso es ir descubriendo las pautas que lo reglan,
que son puramente estructurales. El desafio está en hacerlo sin tener en cuenta el significado.
En el siglo XIX la lingüística se preocupó, sobre todo, por la historia; en lo que va del XX se
interesó por la estructura; y ahora estamos empezando a vivir casi el siglo XXI, y lo que interesa
parecería ser la función y el uso. Para Harris estas dos últimas problemáticas todavía están fuera
del interés del lingüista.
Halliday y Hasan, al contrario de Harris, insisten en que el texto no es una unidad a la que
se pueda comparar con la oración. No es una hiperoración, una oración más larga y más
compleja o un conjunto de oraciones. Lo Importante del texto para él es que tiene relaciones
semánticas, que es, fundamentalmente, una unidad semántica. Menciono estos autores en tanto
representan una posición que contrasta con la que hemos visto.
El lingüista francés, Emile Benveniste, da otra definición de discurso y hace algunas
observaciones al respecto: "Hemos situado el plano del discurso. Hay que entender discurso en
su extensión más amplia, toda enunciación que supone un locutor y un auditor y en el primero la
intención de influir en el otro de alguna manera". Los aspectos más interesantes de la lectura de
Benveniste son, a mi juicio, en primer lugar, la distinción que hace entre la primera y la segunda
persona que juntas constituyen el plano del discurso, y la tercera persona, que es en realidad una
no-persona. En segundo lugar, la distinción entre el sistema en sí y el ejercicio del sistema en la
situación del discurso.
Autores como Halliday insisten en tomar en cuenta, sobre todo, el contexto. Este, más que
conducir a una interpretación única del texto, lo que hace es dar la posibilidad de eliminar
interpretaciones. El significado de una frase dicha en un momento hace una mínima contribución
a la situación. Algunos lingüistas vieron este hecho como algo que restringe muchísimo la tarea
de la lingüística. De acuerdo a ellos, la lingüística tiene que limitarse a describir, a definir el
significado de esa frase. Todo lo que lleva a entender un mensaje y no otro es extralingüístico.
Ducrot, en cambio, considera que la frase es una especie de instrucción sobre cómo
relacionar toda la información que a uno lo rodea, tanto verbal como no verbal. Es decir que el
lingüista no satisface su tarea diciendo lo que la frase significa, porque la frase no significa nada.
Esto sólo dirige al que está tratando de entender hacia ciertos elementos y no hacia otros. El
contexto en el que la frase se dice contribuye, sobre todo, a una eliminación de posibilidades.
Si dice "Yo os declaro marido y mujer" quien no corresponde que lo diga, se sabe que no se
puede tratar de una ceremonia de casamiento. Es decir, las posibilidades de lectura están
limitadas según quién sea el enunciador, aunque siguen siendo siempre varias. Podrá haber
formalistas que no concuerden con lo dicho, pero para el que analiza el discurso considerando
elementos tales como intención del hablante, efecto sobre el oyente, influencias de la
situación, siempre va a ser posible más de una lectura. Y más aún, hasta se podría sostener que
puede existir la intención de que sea posible más de una lectura. Es decir que no es que el
analista fracase en cuanto no puede decidirse entre tres o cuatro lecturas, sino que una de las
características del lenguaje es que por medio de la variación, la ambigüedad y otros recursos que
no fueron tenidos en cuenta cuando sólo se estudiaba su estructura, el lenguaje permite decir
algo de modo que se entienda de formas distintas.
Weinreich (antecesor de Labov, dialectólogo y semanticista) se hacía al respecto una
pregunta muy importante. Se pregunta por qué, dada la precisión de que sería capaz el sistema
de la lengua, en todas las lenguas del mundo lo encontramos usado con un grado tan alto de
imprecisión, un descuido sloppiness tan grande. Esa pregunta de Weinreich fue fundamental y
motivadora. Este descuido —opinaba Weinreich—, esa aparente imprecisión tienen que tener
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alguna función, y, por supuesto, la tiene, lo cual se hace tanto más evidente cuanto más se anali-
za el lenguaje.
Voy a dar el ejemplo de una entrevista tipo. El propósito de los párrafos que se transcriben
a continuación es mostrar una conversación que mantuve con un informante, cuando en 1973
hice una serie de entrevistas con el propósito de estudiar la forma de hablar sobre situaciones hi-
potéticas.
En esa circunstancia yo pertenecía al tipo de sociolingüista que va con las preguntas
fraseadas de un modo tal que espera que le contesten usando una estructura específica. Por
ejemplo: "Si tal y tal cosa, yo haría tal y tal cosa". Pero no todo es tan simple. Aparte de
diferencias entre grupos sociales en cuanto a lo bienvenidas o mal recibidas que pueden resultar
las mismas preguntas, por ejemplo, las que plantean situaciones hipotéticas, no es sólo una
cuestión de si el entrevistado tiene o no, por ejemplo, en su repertorio lingüístico el Imperfecto del
subjuntivo, el condicional o el presente del indicativo. Esos tiempos pueden aparecer a lo largo de
la charla en otro tipo de construcciones que no estén en relación con situaciones hipotéticas.
Pero, ante preguntas sobre estas situaciones, algunos hablantes transforman la situación
hipotética en alguna situación real de su pasado. Por ejemplo, a la pregunta: "en tal caso, ¿qué
harías?", responden: "bueno, yo una vez bla, bla", lo cual les permite eludir la consideración de la
situación hipotética.
Estas diferencias de reacciones están claramente distribuidas de acuerdo con la clase
social, el sexo, la edad. Es decir, hay ciertos grupos que son especialmente aptos para esa
pregunta, les interesa, y hay grupos que la rechazan. En la transcripción que sigue se ve,
además, algo que no es exactamente la entrevista tal como la definimos antes. Yo estaba
trabajando dentro de ese hecho relativamente artificial que es la entrevista "espontánea", tratando
de que ésta se acercara lo más posible a una conversación. En un determinado momento me
sentí realmente frustrada después de haberle propuesto distintas situaciones hipotéticas a uno de
los hablantes (que, por otra parte era muy conversador, muy dispuesto a charlar, de muy buena
predisposición) porque cada vez que le proponía una situación hipotética me decía "no sé", "nun-
ca pensé". Manifestaba una resistencia a tratar ese tipo de situaciones. La transcripción consigna
el momento en el que yo, ya desesperada, abandonando totalmente la esperanza de que él fuera
a producir el tipo de charla hipotética que yo buscaba, le digo "vos sos una persona a la que no le
gusta pensar en situaciones hipotéticas, ¿no?". Y él me responde que realmente es así, que no le
gusta. La explicación de por qué no le gusta es que tiene que tener desconfianza en su trabajo de
joyero. Es una explicación poco convincente.
Después insiste muchísimo en su valorización negativa de todo lo que sea lo que él y yo
terminamos por definir como "soñar". Para él soñar era algo peligroso y estaba tratando de "curar
a su novia de ese defecto". Ese "soñar" abarcaba para este entrevistado mucho más que para la
mayoría. La mera pregunta "Si vos tuvieras la posibilidad ¿te 28 irías de la Capital a trabajar en el
interior?" lo ponía incómodo porque se trataba de suponer otra situación.
En un momento le pregunto acerca de una tercera persona que conocemos los dos y de la
que él dice que es amigo "¿De qué hablas, cuando hablás con Mary?". Contesta: "Bueno, no
hablamos de macanas; jugamos a las cartas". Ahí se evidencia que él estaba viviendo el hecho
de habla que es la entrevista como "hablar de macanas", y eso, justamente, lo ponía incómodo.
Este tipo de información es interesante dentro de un enfoque etnográfico.
B.: Vos sos un tipo prudente, ¿no?, antes de decir algo, porque yo te - - - y vos
decís "no sé".
M . :Y, lógico, hay que prevenir.
B . : ¿Siempre es así? ¿En toda tu vida?
M . :Siempre, siempre, siempre, siempre.
B . : No te arriesgás a imaginar cosas.
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M . : Para nada.
B . : ...si noo/
M . :S¡ no estoy seguro.
B . : Claro, porque en general todo lo que yo te pregunto, la gente contesta sin
mucho eh.
M . :No, no, no.
B . : Lo primero que le viene.
M . :Más puede ser por el trabajo que estoy yo, porque hay que tener mucha
desconfianza.
B . : ¿En joyería?
M . : En joyería.
B . : ¿Por qué? Porque te roben o por.
M . :Porque te rooben, porque. Por cualquier cosa. Y es más, el mismo trabajo de
joyería, te falta metal lo tenés que estar buscando porque un gramo de metal son tres
mil pesos. Así que lo ténes que estar buscando.
B . : Pero ¿qué tiene que ver la desconfianza con tu modo de...?
M . :Y la desconfianza es que cuando hay muchos obreros que te lo saquen. O
cuando das un trabajo a hacer que te lo hagan bien. Entonces no podés estar
confiando en que le das un trabajo a una persona, esto, que hagan esto y te vas y
dejarlo que te lo entreguen terminado. Que no sabés si lo van a terminar bien.
B . : Pero digo, ¿qué tiene que ver que seas desconfiado en problemas así con
quee...?
M . :En todo, en todo, en todo general.
B . : Pero ¿conque, no sé, no quieras pensar asi posibilidades en el futuro?
M . :Ah, en el futuro no. Porque no sé lo que me puede pasar.
B . : Pero eso no es por desconfiado.
M . :Es por desconfiado, por cualquier cosa.
B . : Pero digo, eso no lo hacés por desconfiado porque, por ejemplo, no, no arriesgás
nada imaginando cosas.
M . : Sí, puedo arriesgar porque digo "mañana voy a hacer tal cosa", y al final no lo
hago y el que lo está esperando se puede morir esperando lo que estoy haciendo.
B . : Pero ponéle cuando es una opinión, por ejemplo cuando yo te preguntaba "¿a vos
te parece que vos podrías estar descontento?" vos me decís "no sé".
M . :No sé, la verdad que no sé. No sé lo que me puede pasar.
B . : No, nadie sabe. Pero los demás largamos cosas sin pensar.
M . : SI, bueno, la verdad que sí lo largan pero a mí no me gusta largarlo.
B . : Claro, eso es lo que me doy cuenta, la diferencia. Que vos sos mucho más, qué sé
yo, cuidado en lo que decís. Y eso no es por desconfianza.
M . :No, soy más cuidado, sí. Porque yo puedo decir que mañana me voy a Uruguay y
son mentiras, y o.O que digo que voy a ir a Uruguay y por ahí tengo la obligación de ir y no
voy.
B . : Pero aunque no sean mentiras, cosas que no son ni mentiras ni verdad tampoco.
M . :No, no me gusta.
B . : Así, posibilidades no das.
M . :No, no me gusta, no.
B . : ¿Y tu novia es igual que vos?
M . :No, ella no, ella le gusta. Soñar le gusta y por demasiado.
B . : Esa es la palabra justa a lo que yo me referia: soñar. Eso es lo que vos no.
M . :Claro, a ella le gusta soñar todo el día.
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B . : Ahá.
M . :Y después yo la cacho porque dice "vés, vos dijiste tal cosa y no lo pudiste hacer,
eh". Entonces la tengo curando, asi, poco a poco la estoy curando.
B . : (riéndose) ¿Vos pensás que es algo que hay que curarlo?
M . :Y, lógico. Porque va a decir una cosa si por ahí no, no la puede hacer. O no le
puede llegar o no puede hacer esto. Es lo mismo que aquel compra un billete "mañana me
voy a sacar la grande". ¿Qué sabe si va a sacar la grande?
B . : Claro, bueno, ya es mucho.
M . :¿Y entonces?
B . : Pero hay cosas más chiquitas que uno se las puede más o menos soñar.
M . : Hasta que no esté seguro, la verdad que mejor que no digan nada, que se callen
la boca.
B . : ¿Y te parece que sería mejor que todos fueran asi?
M . :Sí, mucho mejor. Habría menos problemas.
B . : ¿Por qué?
M . :Y. mirá en el gobierno. Prometen tantas cosas que al final cuando llegan al
gobierno no hacen un corno.
B . : Pero el problema está en, en que no las hacen no en que las prometen.
M . :Y, pero las prometen. Si prometés tenés que hacerlo.
B . : Mm.
M . : Entonces, hacélo y si no calíate. Y si no hacélo y después decilo que lo hiciste.
Así vas a ir más adelante, más rápido.
B . : Pero lo que es malo para el país es que no las hagan. Pero que las prometan
no es ni malo ni bueno.
M . :No, porque la gente se cree, creido en lo que va hacer una persona y al final no
la hace nada. Entonces es bastante malo no / bastante bueno.
B . : Claro, no engañarían.
M . :Y, lógico.
B . : Sí, de acuerdo. Ahora, ¿no encontrás mucha gente como vos, así, que piensa
de ese modo, ¿no?
M . :No, la mayoría, todos sueñan, así que.
B . : Sí, te digo porque yo, por la gente que trato o con la que hablo de esto, la
gente, al contrario, dicen "si, yo tengo que soñar, porque si no, me amargaría".
M . :No, yo no me amargo.
B . : No, por eso.
M . :No, si lo puedo hacer lo hago, pero no digo nada. Si lo hice y me salió bien,
fenómeno, acá está. O me salió mal, acá está, lo hice pero me salió mal.
B . : ¿Vos sos así porque, naturalmente o porque te propusiste ser así?
M . :No, natural, soy así, natural.
Hay sobre todo dos cosas que me parece importante que queden claras respecto de la
etnografía del habla. Una es que ese tipo de enfoque toma unidades de análisis realmente muy
grandes. No sólo no toma la oración, sino que ni siquiera toma el texto, toma unidades como
comunidad lingüistica. Y dentro de esa comunidad lingüistica en la que ya constituye un
problema analítico definir y fijar sus limites, establece unidades todavía bastante amplias como
situación comunicativa. Una vez delimitadas las situaciones comunicativas con una
perspectiva antropológica, cultural, se dedica al estudio de los hechos de habla. Se ocupa
luego de ver cómo esos hechos de habla son realizados, manifestados en utterances, en
emisiones, en frases. Se preocupa por la forma de esas emisiones, por el contenido de lo que
19
podríamos llamar mensajes, pero siempre dándole relevancia al contexto sobre el análisis de
la forma lingüística.
Lo más interesante es el problema de la competencia lingüística y de la capacidad
comunicativa. En un sentido podríamos decir que Hymes está de acuerdo con Chomsky en que la
capacidad puramente lingüística es sólo un componente de la capacidad comunicativa. Pero el
punto de vista de Hymes es que la capacidad lingüística es un instrumento de esa otra capacidad
más amplia que es la capacidad comunicativa. Esta última es la que constituye el verdadero
objeto de estudio de la lingüística. No se puede entender la frase y menos se puede entender el
texto, si no se incorporan elementos externos. Tal incorporación no es una decisión analítica, de
hecho están incorporados. Es la oración en su producción la que los incorpora. Por lo tanto, en la
decodificación, en el análisis, no hay más remedio que manejarse con ellos.
El otro aspecto que me importa destacar es el metodológico. El nombre etnográfico viene
de la posición de los antropólogos, de su actitud de respeto hacia la diversidad cultural y hacia la
diversidad comunicativa. Por el momento se trata de abordar el análisis con modelos heurísticos,
con esquemas sobre cuáles componentes o cuáles elementos tienen alguna posibilidad de ser
significativos. La teoría del lenguaje que desarrollemos va a abordar el lenguaje como potencial.
Pero en las distintas lenguas, y más aún en las distintas situaciones comunicativas, sólo se van a
encontrar realizadas, puestas en ejercicio, partes de ese potencial. Y lo que interesa empezar a
estudiar, justamente, es como los distintos elementos de eso que es la lengua como sistema, en
potencia, son actualizados, jerarquizados, qué tipo de implicaciones hay. Por ejemplo, un rasgo
como la aspiración puede ser utilizado en una lengua gramaticalmente, es decir dentro de la
fonología, y en otra lengua puede ser utilizado estilísticamente, para dar énfasis. Es necesario
acercarse a cada situación comunicativa con una actitud abierta, ni siquiera conviene tener muy
predeterminadas las convenciones de notación, porque éstas van imponiendo una actitud, una
orientación empírica.
La oración y el discurso
Los lingüistas que trabajan sobre la gramática de la oración desarrollaron una serie de
nociones, tales como tema-rema, tópico- comentario, dado-nuevo, muy útiles para el
análisis del discurso. Se da, en realidad, un doble juego. Son útiles para el análisis del discurso
y al mismo tiempo lo motivaron. Cuando comenzaron a examinar textos (incluso textos
escritos, como en el caso de la Escuela de Praga) con una preocupación por la organización
jerárquica de la información, vieron la necesidad de prestar atención al contexto, y como gran
parte de ese contexto era lingüístico, esto llevó a extender la unidad de análisis de la oración al
texto.
Además, se planteó uno de los problemas más graves que se enfrentan en el análisis del
discurso, el de cómo segmentar un texto en sus emisiones constituyentes. El texto es una
secuencia de emisiones menores y para analizarlas se proponen distintas unidades. Pero
resulta muy difícil en lengua hablada establecer los límites de estas unidades.
Halliday, en artículos de los años 67 y 68, insiste en que él se mantiene en los límites de
la oración. Dice: "aunque esto bien podría ser tema de análisis del discurso, aunque en
realidad esta organización tiene que ver con el discurso, yo me estoy manteniendo dentro de la
cláusula."
Años después lo encontramos en el análisis del discurso. A pesar de que hizo un intento
de no separarse de la cláusula, todas las nociones que desarrolló en ese dominio lo llevaron
decididamente al análisis del discurso. Lo mismo ocurrió con otros lingüistas.
20
Las estrategias de textos no-narrativos
21
metros de largo. ¿Qué más te puedo decir?" El comentario más general que hace el
hablante es "todo el terreno es de 55 metros de largo".
2. La segunda transcripción corresponde a un hombre, abogado, de unos cuarenta
años:
"A la entrada, a la derecha hay un living, después de una arcada del comedor. Vuelvo
al hall de entrada. Después del hall de entrada hay un pequeño pasillo al lado izquierdo con
un pequeño baño office. Luego un comedor diario. Luego del comedor diario continuando
ese pasillo a la derecha hay un patio que tiene aire y luz con plantas. Y luego a la derecha
de ese pasillo un dormitorio y un segundo dormitorio. Dos dormitorios. Y del lado izquierdo
un baño y otro dormitorio más. Es decir, tres dormitorios con un baño. Volviendo al
comedor diario, en lugar de caminar por el pasillo hacia la izquierda una cocina y la salida
al garage que también da al frente de la casa. Luego hay una especie de patio con un
pasillo que llega hasta el fondo donde hay una galería a la que salen los dos dormitorios
últimos. Un jardín y al final del jardín hay un dormitorio para personal de servicio con baño;
un lavadero, una pieza para planchado y una habitación para guardar ciertas cosas, o para
estudiar, en la época que yo estudiaba que era mi escritorio".
3. En la tercera descripción nos detendremos más: B.: Bueno,
eh...
N.: Está en un sexto piso / es interno / eh... la puerta que da al pa-
lier, eh II
B.: ¿Qué pasa?
N.: Qué sé yo (risas) / bué, esperá, la puerta que da al palier, no da a un eh a una
entrada separada sino que da directamente al ambiente ' que es rectangular / cin- co por
tres y algo II el piso es de parquet ' no sé si importa / tiene a la derecha ' una puerta que da
a la cocina ' que es, eh, de tres por tres / y la cocina a su vez, tiene una puerta dé vidrio /
con una ventana también / de vidrio / que da a un balconcito chico donde está el lavadero II
Eh, volviendo aa laa habitación / inicial que es el living / eh, siempre en la pared de la de-
1- Lo que quiere significar el hablante no es que, por supuesto, se olvidó, sino que, por
supuesto, hay un baño.
recha ' casi llegando al ángulo II hay una puerta ventana / que da al vacío II
Después hacia la izquierda / también en ángulo de frente II eh hay una un pasaje '
porque no es puerta / que da ' a un pasillito, donde hay un placard II Eh... ese pasillito '
desemboca / en el baño I que también es de ' tres por tres II y antes de llegar al baño a
la derecha hay una puerta que da al dormitorio II que también es de tres por tres ' que
tiene a la derecha una ventana / Y nada más II Y todas las ventanas esas que nombré,
la de la cocina, la del living, la del dormitorio dan todas al vacío interno II
Esta transcripción fue hecha por un equipo de estudiantes. Ellos marcaron las pausas
desde el punto, de vista de entonación. Yo trabajé por mi cuenta, sin considerar las pausas
indicadas, y sobre la base de un criterio sintáctico que paso a discutir, volví a segmentar el
texto marcando los cortes con líneas horizontales.
Cuando se comparan las dos transcripciones, puede verse que los cortes
entonacionales coinciden con los cortes motivados por el criterio sintáctico, lo que no es tan
sorprendente si se piensa que lo que el hablante hizo fue organizar su pensamiento. Pensó
en términos de ambientes y cuando se detuvo a pensar se dieron pausas menores que
también se reflejaron sintácticamente.
El resultado de la segunda segmentación es el siguiente:
22
Este tipo de material de descripciones de departamentos es especialmente apropiado para
estudiar cómo el uso de la lengua jerarquiza la información, porque no se trata de un conjunto de
proposiciones, de juicios que se presten a distintas evaluaciones subjetivas, sino de la
descripción de una realidad evaluable objetivamente.
El hablante toma casi siempre la entrada como modo de anclarse en algo, y
evidentemente, un ambiente como "el living" es más importante que "una ventana también de
vidrio".
Desde el punto de vista de la función referencial podría decirse que casi todos los
informantes fracasan en el intento de producir una buena descripción. Escuchar la cinta grabada
y tratar de dibujar un plano de acuerdo con lo que el hablante dice es muy difícil, resulta confuso.
Sin embargo, aunque los textos no sean un éxito en cuanto a su función referencial, evidencian
una notable habilidad lingüística en su organización.
Uno de los puntos, más interesantes que señalan Linde y Labov es que, a pesar de que se
pueden pensar oraciones aisladas, tales como "Entrás a un living con una ventana que da a un
balcón" o "Entrás a un living con un dormitorio al lado", y ambas son gramaticales, la segunda
oración probablemente no se dé nunca en el habla. Aunque desde el punto de vista de una
gramática del español internalizada, que todos los hablantes nativos manejamos, esta oración
está bien formada, de hecho, en el discurso es muy poco probable. Un hablante que introdujera
la referencia a los balcones y a los placares por medio de largas cláusulas relativas produciría un
tipo de texto que resultaría extraño.
Estas conclusiones de la tesis de Linde y Labov están basadas en un número muy alto de
datos computados estadísticamente. Las aproximadamente quince descripciones que utilicé para
la replicación del estudio en el español no desmienten en nada esa tesis ni proveen evidencia
que pudiera servir como contraejemplo.
Los tres textos transcriptos aquí dan la impresión de haber sido objeto de lo que se llamarla
una normalización en el sentido de Harris. Es decir, dan la sensación de haber sido pulidos,
liberados de todo elemento que pudiera estorbar o que fuera en contra de un orden establecido.
Sin embargo, no han sido modificados.
El texto comienza con un arranque fracasado. El "piso" (= suelo) es presentado como una
unidad, aunque, en realidad, pertenece al "ambiente". El hablante mismo nota algo raro en eso y
dice "no sé si importa", introduciendo un comentario a su propio texto.
Pasa a mencionar la cocina con apéndices, es decir la cocina con balconcito y lavadero. En
este punto se produce un cambio de estrategia que requiere volver a empezar. Hasta ese
momento la hablante ha hecho una descripción tipo "plano" pero llega a un punto en el que ya no
puede seguir sin confundir. Entonces vuelve al comienzo y cambia la estrategia del "plano" por la
de "tour". El cambio de estructura se produce exactamente cuando dice "volviendo a la
habitación inicial". A partir de allí utiliza otra estrategia que se refleja en el uso de los verbos.
Visto en más detalle, podemos señalar que vuelve a la habitación inicial, que es el living, y
nos ubica ahí. Luego precisa aún más la ubicación: "siempre en la pared de la derecha"; y más
aún: "casi llegando al ángulo". Simón Dijk diría que esta información constituye el tema y está
fuera de la proposición. La proposición es "hay una puerta-ventana que da al vacio". El uso del
verbo "hay" permite una inversión del sujeto, es decir, permite que "una puerta" no esté en
posición inicial.
En el sentido de Van Dijk el tópico de este discurso sería el departamento. Yo solicito de
una persona que me dé "la descripción de un departamento" y lo que esa persona hace es
precisamente eso. Sin embargo, en ninguna oración se nombra al departamento. El texto
comienza con: "está en un sexto piso, es interno", luego sigue con una descripción en la que da
por supuesto que está referida a las distintas partes de un departamento. Según Van Dijk en
cuanto nuestro conocimiento del mundo nos dice que esas partes corresponden a un
departamento, cada vez que se alude a ellas entendemos que se sigue hablando de un
departamento. Un modo de determinar el tópico de un texto es entonces constatar en varias de
sus cláusulas la alusión repetida a un mismo , elemento.
Van Dijk, en su libro Texto y contexto, toma un ejemplo en el que se habla de la
declinación de una ciudad que se llama Fairview, y lo somete a la consideración de distintos
informantes para que identifiquen el tema del texto. Las respuestas varían alrededor de:
"Fairview, una pequeña ciudad", "la decadencia de Fairview", "la decadencia de Fairview debido
a la producción masiva y a la competencia de una ciudad vecina, Bentonville", etc.
Van Dijk investiga cómo ese tema está manifestado en el texto y encuentra que, por lo
pronto, en tres o cuatro frases el sujeto gramatical es Fairview y, además, que el resto de lo que
se dice son conceptos que nuestro conocimiento del mundo hace que se los relacione con la
"declinación de Fairview". Es decir, una vez que se acepta que el tema es la declinación de
Fairview, algunos de los comentarios que se hacen son señales de decadencia. Por ejemplo, la
diferencia entre "entonces" y "ahora" juega un rol fundamental. Se dice "en aquel tiempo" y se da
una descripción más próspera. Nuestro conocimiento de lo que es que una ciudad decline hace
que esta descripción de la prosperidad de años atrás siga estando dentro del tema.
Volviendo al texto que analizamos, la descripción de un departamento, el tema en el
sentido de Van Dijk es, entonces, el departamento.
El texto comienza con dos cláusulas sobre el departamento y un intento fallido de arrancar
por la puerta que da al palier, que es por donde hay que arrancar, según parecen prescribirlo las
reglas del discurso, pero la narradora se siente incómoda y corta la descripción.3 Vuelve a em-
pezar directamente por la puerta que da al palier y dice "no da a una entrada separada..."
Aquí encontramos un ejemplo de negación que apoya los intentos de explicar la negación
en término de presuposiciones.4 El hablante presupone que el oyente puede esperar que la puerta
que da a un palier dé a una entrada separada. Entonces descarta esa posibilidad y sigue
describiendo: "sino que da directamente al ambiente". El ambiente es nombrado con un artículo
definido. No tiene ninguna razón para suponer que yo, su oyente, lo conozca y, sin embargo, lo
presenta como "el ambiente". Ese recurso se repite. Al respecto Chafe explica en un artículo que
se llama "Lenguaje y conciencia" cómo el hablante tiene que hacer suposiciones sobre qué puede
estar en la conciencia del oyente en\ el momento en que le habla y cómo sin eso no podría
funcionar la conversación. Las suposiciones son de dos tipos: qué cosas ya están en la
conciencia del oyente, que son las que justamente el hablante toma como dadas, y qué cosas
pueden ser traídas a la conciencia del oyente.
En nuestro caso se le ha pedido a una hablante la descripción de un departamento. Por eso
se refiere al ambiente como algo que en otra terminología podemos tratar como "dado". La
información nueva que ella va a proveer es qué características tiene ese ambiente. Esa
información va a consistir en juicios de tipo existencial: "que es rectangular", y, en una descripción
que incluye información tan precisa como "que mide cinco por tres y algo". Aquí hay una pausa. Y
un comentario: "el piso es de parquet" y el hablante mismo dice "no sé si importa". Esto queda se-
parado entonacional, semántica y sintácticamente de todo lo demás. Ni siquiera dice "el piso del
ambiente", porque el ambiente queda sobreentendido.
En general, en toda esta primera parte, no hace falta nombrar el ambiente. Este es otro
problema interesante para estudiar en el análisis del discurso: cuántas oraciones, cuántas frases
se pueden intercalar sin que el oyente pierda de vista de qué se está hablando.
La elipsis, la referencia, la sustitución sirven para dar cohesión al texto, tema que
trataremos más adelante. Si se repitiera "el ambiente" el texto se recargaría de un modo que-no
resultaría apropiado.
Podemos además observar que tanto en las descripciones en inglés como en las
descripciones en castellano, las puertas tienen una gran importancia. Se nombran continuamente
porque se usan en la organización del texto como un modo de entrada a los ambientes. Incluso
cuando se recurre a la estrategia del plano, el hablante hace que el oyente "entre" a los distintos
ambientes. Y el modo en el que entra es por la puerta (¡y a veces por la ventana!)
3 A. Reale señaló que tal como empieza la primera vez, N. abre la puerta hacia el palier y se sale del departamento. Por eso debe volver a
empezar.
4 Véase Ducrot (1972).
Entonces, "el ambiente tiene a la derecha una puerta", la puerta (ya puede seguir hablando
de ella) "que da a la cocina". Y acá se introduce el segundo ambiente, que en mi análisis aparece
dividido como una sección separada. La cocina "es de tres por tres". Aquí el hablante establece
un paralelismo con el otro ambiente y el "a su vez" también da cohesión porque nos recuerda que
ya nombró otro ambiente. Si dijera que la cocina tiene una puerta de vidrio, alguien que escuchara
podría pensar que estamos hablando sólo de la cocina. Pero al decir "la cocina 'a su vez' tiene
una puerta de vidrio", lleva a plantearse qué otro ambiente tiene una puerta de vidrio. Este "a su
vez", entonces, está estableciendo una llamada al texto anterior.
La frase "tiene una puerta de vidrio" plantea el problema de las construcciones aceptables o
no aceptables. No dice "una puerta de vidrio que tiene una ventana también de vidrio", sino que
dice "una puerta de vidrio con una ventana también de vidrio". Se mueve, en el campo de lo
referencial, a un objeto de poco tamaño, como es una puerta de vidrio, que incluye una parte aún
más pequeña, una ventana.
En algunos trabajos de los últimos años se ha desarrollado el tema de la iconicidad en la
sintaxis, dentro del que se investiga cómo la sintaxis, de algún modo, también va contando la
historia, va diciendo tanto como los ítem lexicales.5
En este texto "la ventana" es introducida con una frase preposicional, pero ya para referirse
a la ventana c.omo medio de pasaje. La hablante la modifica con una cláusula que incluye una
segunda cláusula. La ventana aparece modificada por una cláusula porque es por esa ventana
que la hablante conduce al oyente al balconcito chico. Y no resulta difícil aceptar que, en una
descripción, justamente "a un balconcito chico" se entre por la ventana. No es muy probable, en
cambio, encontrar textos en los que se entre por la ventana a un ambiente. Si esta mujer que
habla aquí me hubiera mostrado personalmente el departamento, probablemente hubiéramos
llegado a esa ventana y allí me hubiera dicho algo así como "ahí hay un balconcito chico donde
está el lavadero". Es muy difícil que me hubiera hecho abrir la puerta, pasar al balconcito chico y
ver el lavadero. Basta entonces con que nos asomemos por "una ventana también de vidrio que
da a un balconcito chico donde está el lavadero". Y el balconcito chico es un elemento tan sin
importancia que ni siquiera valdría la pena repetirlo, como tampoco se lo puede convertir en el
sujeto gramatical de una nueva oración. Simplemente queda en un lugar en el que hay una
inversión del sujeto y en la nueva información el sujeto gramatical es el lavadero. En esta área de
elección sintáctica, que es la que Halllday llama "el áreade tema" y que es la que jerarquiza la
información, el sujeto gramatical tiene gran importancia. Y también tiene gran importancia si
aparece después del verbo o si aparece en posición inicial. Aquí terminamos con la primera parte
de la descripción.
En la segunda estrategia de la segunda parte del texto, es interesante esa vuelta a la
habitación inicial que es el living. Ya adelanté que aquí tenemos ejemplos de lo que Simón Dik
llamaría tema, es decir, Información colocada fuera de la proposición. "Volviendo a la habitación
inicial", "que es el living", "siempre en la pared de la derecha", "casi llegando al ángulo". Más y
más precisión, hasta llegar finalmente a "hay una puerta ventana". La puerta aparece usada
nuevamente para llevarnos a otra sección del departamento, aunque no sea un ambiente, que es
"el vacío", también incluido en la descripción.
Aquí empieza una especie de enumeración de elementos introducidos cada uno por la
forma verbal hay "hay una puerta ventana" "...hay un pasaje..." ... "hay un placard..." "hay una
puerta que da al dormitorio". Antes de nombrar el segundo elemento de la enumeración vuelve a
ubicar al oyente diciendo "después". Es bastante común este uso de adverbios que en las
narrativas establecen un orden temporal y que también van estableciendo un orden temporal en
otros tipos de texto. Primero se mantiene a la derecha, pero después se dirige hacia la izquierda y
se ubica también en el ángulo de frente.
Este también está, como el otro, conectando con otro momento del texto anterior a esta
oración. Habló de un ángulo en la pared de la derecha, "casi llegando al ángulo" y dice aquí
"también en el ángulo de frente". Así une las dos partes de la descripción. Dado que se trata de
ambientes aislados y que los comunica por medio de puertas, si sólo tuviera en cuenta las
5 En preparación, sobre este tema: B. R. Lavandera, Análisis de "La autopista del Sur" de Julio Cortázar.
necesidades referenciales, la hablante podría haber dicho algo como: "el ambiente, de ahí se
pasa al dormitorio que...; de ahí se pasa a la cocina que...". Sin embargo, recurre a "y a su vez" y
a "también" en virtud de la organización del texto. Va estableciendo conexiones que producen en
el oyente un efecto de coherencia. Es decir, él efecto de coherencia se alcanza mediante recursos
de cohesión. Introduce señales de cohesión en su discurso porque busca preservar un efecto de
coherencia. No da, así, la sensación de estar listando una serie de ambientes sueltos sino,
cumpliendo con mi pedido, apunta a dar una descripción organizada del departamento. Y aunque
ella parece creer que no, desde el punto de vista de organización del texto lo logra muy bien,
aunque en parte fracase en el aspecto referencial.
Veamos la estructura interna de la enumeración: "Hay un pasaje" (solamente presentado
para pasar a otro lado), seguido de una negación interesante: "porque no es puerta".6 "Que da a
un pasillito", y como en el caso del "balconcito donde está el lavadero", es "un pasillito donde hay
un placard". El placard es lo último que introduce.
Haber hablado del pasaje y del pasillito para terminar nombrando un placard podría verse
como un itinerario fracasado. Así parece sentirlo N. que, entonces, retoma el pasillito y lo hace
terminar en una dependencia bastante más importante: "ese pasillito desemboca en el baño que
también es de tres por tres". El "también es de tres por tres" es una de las tácticas de esta
hablante para dar jerarquía a un ambiente. En sus reglas parece incluir una que diría que "si se
dan las medidas de un ambiente es porque éste es importante". El baño queda, como el living y la
cocina, incluido en la serie de las dependencias de las que se dan las medidas. Es decir, trata el
baño como un ambiente importante.
Siguiendo con el texto: "Y antes de llegar al baño, a la derecha hay una puerta que da al
dormitorio", notamos que se repiten las conexiones. En este caso, está por llegar al final, y hace
un comentario de su propio texto, al que, con un cambio de entonación, le asigna un sentido de
burla. Dice "que también es de tres por tres, tiene a la derecha una ventana" y ahí concluye: "y
nada más". Es decir, parece tomar conciencia de que ha estado nombrando medidas y ventanas;
lo hace una vez más pero ahora ya con cierta ironía.
Sigue entonces una especie de redondeo, que contribuye a subrayar la impresión de que el
texto está bien formado: "todas las ventanas que nombré, la de la cocina, la del living, la del
dormitorio dan todas al vacío interno". Si, pese a algunas dificultades, se intenta dibujar el plano
siguiendo la descripción, se puede determinar que, efectivamente, es así, todas las ventanas dan
a ese espacio vacío.
Dado-Nuevo/Tema-Rema ■
La oposición tema/rema de la escuela de Praga se relaciona a menudo con lo que los
lingüistas norteamericanos e ingleses llaman dado y nuevo, conceptos que aunque también
aparecen usados dentro del análisis oracional, son mucho más dependientes del contexto.
Dado y tema no significan exactamente lo mismo. Chafe es quien mejor distingue entre un
concepto y otro diciendo que dado es "aquello de lo que yo estuve hablando" o "aquello de lo
que mi interlocutor estaba hablando", mientras que tema es "aquello de lo que estoy hablando
ahora". Lo dado es aquello de lo que se estaba hablando y tema es aquello de lo que se está
hablando. Entonces, aunque la situación no marcada es aquella en la que lo dado coincide con el
tema, esto no es necesariamente siempre así.
No conviene hablar de una distinción binaria dado/nuevo, sino más bien identificar lo
nuevo en la oración, es decir, la parte remática y considerar que todo lo demás está tratado como
dado . No se trataría de partición binaria como la de tema/rema, sino de una localización de lo
nuevo.
Las ideas de Firbas contradicen las de Chafe, en tanto Chafe sostiene que: "Hablante y
oyente tienen que saber uno del otro qué es lo que es posible que tengan en su conciencia, o qué
es lo que es posible hacerle llegar a su conciencia. Pero es difícil que puedan hacer hipótesis
sobre grados de presencia en la conciencia". En ese sentido considera criticable la distinción
tripartita de Firbas entre tema, transición y rema.
El subrayado es de B.R.L.
Halliday, antes de dedicarse a los estudios del discurso, en un trabajo que se llama "Notas
sobre tema y transitividad" formula otra propuesta.7
Halliday distingue tres áreas de elección sintáctica a las que llama (1) de transitividad (que
no tiene que ver con la idea de transitividad tradicional aunque esté relacionada); (2) de modo
(también relacionada con la idea tradicional de modo pero no coincidente); (3) de elección de
tema.
El área de transitividad tiene que ver con las elecciones que se hacen para presentar a
un participante como actor. El verbo es visto como un tipo de asignación de atributos o como un
proceso dirigido no a elegir ciertos elementos que se presentan como sufriendo ese proceso o co-
mo objetivos a alcanzar. Todo este tipo de relaciones y funciones, y las elecciones que se hacen,
entran dentro del sistema de transitividad.
7 Cuando Halliday escribió este trabajo todavía no se había decidido directamente a hacer análisis del discurso. El libro que escribe son su
mujer, Halliday M. y R. Hasan, 1978, Cohesión en inglés, ya es análisis del discurso.
El área de modo cubre las elecciones que dependen de la posición que el hablante toma
frente a lo que dice. Es decir, la opción entre presentar una cláusula como declarativa, como
interrogativa o como imperativa. Qué se elige presentar como sujeto gramatical resulta fun-
damental en esta área. Halliday, que trabaja muy etnocéntricamente con el inglés, sostiene que
empezar por el sujeto significa producir una declarativa, poner el sujeto al final indica que la
oración es interrogativa, omitirlo (siempre en inglés) indica que se trata de una oración imperativa.
Presenta al sujeto gramatical entonces como el recurso principal de que se dispone
sintácticamente para que el hablante exprese su actitud frente a lo que dice.
Foco
La que más interesa a los efectos de este curso es el área de elección que corresponde a
lo que Halliday llama el sistema de tema. Mientras q-ue el sistema de transitividad se relaciona
con la oración, el sistema de tema entra ya en el dominio del discurso. Halliday lo ve claramente,
aunque su preocupación central continuará siendo por esa fecha (1973) el análisis de la oración.
En el análisis del sistema de tema su atención se centra en las señales prosódicas.
Tema tiene, para Halliday dos significados. Por un lado, es el nombre del sistema y, por
otro, designa un constituyente de la oración o del discurso, en el sentido de la Escuela de Praga;
es lo que se jerarquiza como lo sabido, el tópico o lo dado. Dentro de este sistema se ubican
las relaciones temáticas, dirigidas a la organización de la información, introducida sobre todo por
medio de la entonación. Cuando Halliday enfrenta el problema de establecer las unidades de
información, las hace coincidir con lo que en inglés se puede distinguir en entonación como grupo
tónico. La entonación del inglés es bastante distinta de la del español porque se maneja mucho
con las subidas y bajadas del pitch (frecuencia). Los hablantes de español acentuamos cada
sílaba, por lo cual muchos hablantes de inglés dicen percibir el español como un sonido de
ametralladora.
Halliday desarrolla modos de aislar los distintos grupos tónicos y su hipótesis es que cada
grupo tónico es una unidad de información. Cada una de estas unidades es una especie de
marco que permite colocar un elemento como foco. Una oración va a tener distintos focos.
¿Cuál es la relación de estas particiones entonacionales con las particiones de la cláusula?
Según Halliday, la situación no marcada, que no tiene ningún propósito comunicativo especial, es
aquella en la que la unidad de información, es decir el grupo tónico, coincide con la cláusula.
En realidad, la emisión, la utterance, puede, de hecho, ser una cláusula, una cláusula y
parte de una cláusula, una cláusula compleja, etc.
La situación menos problemática, la situación básica, sería aquella en que una cláusula
como "Juan abrió la puerta" coincide con un grupo de entonación que empieza y termina. De
hecho, cuando Halliday intenta dividir un texto en emisiones, tiene que cortar muchas veces en
lugares que no coinciden con los límites de la cláusula. En esos casos ya está en situaciones
marcadas y trata de interpretar su significado recurriendo al contexto. Se mueve así cada vez
más hacia el análisis de! discurso, pero sigue sosteniendo que las unidades de información es-
tán marcadas por los grupos tónicos. Esto que en inglés resulta tan claro, parecería que en el
español funciona de otra manera.
Si se lo piensa bien, todos los usos de la noción tema son distintos sólo en apariencia.
Simón Dick representa una de las propuestas lingüísticas de estos últimos años, que se
conoce como Gramática Funcional. En el capítulo seis de su libro, "Funciones pragmáticas",
comienza por establecer ciertos supuestos sobre qué tipo de información pragmática tienen que
compartir hablante y oyente para que la comunicación sea efectiva, y ofrece sus propias
diferencias de tema y cola tail.
El tema está fuera de la proposición, aunque se relaciona con ella. No es constituyente de
la misma, sino que, más bien, le sirve de contexto. A la proposición, a su vez, la divide en tópico y
comentario.
En el ejemplo: "La juventud en la Argentina se nota un grado mayor de responsabilidad", "la
juventud en la Argentina" está fuera de la proposición. Desde el punto de vista de la producción,
este orden coincide con el modo lineal en el que el hablante va tratando de organizar su for-
mación: dice "la juventud en la Argentina", enuncia su tema, lo retoma con algo que está
relacionado con los jóvenes, y sigue. Es decir, que el tema sí tiene una relación con la
proposición pero no es constitutivo de ella.
Lo mismo pasa con las llamadas colas o tails que consisten en agregar una cláusula al
terminar o una voz que diga "al menos eso es lo que pienso yo". Tampoco estas colas o tails son
constituyentes inmediatos de la proposición.
Si se piensa en las condiciones de producción, es mucho más aceptable sostener que el
hablante primero produce esta serie de construcciones, por ejemplo adverbiales, que tienen una
función pragmática y que le van dando al oyente la información que considera necesario que
tenga para después darle la proposición, si tiene un tópico y un comentario, tema, rema en la
otra terminología. Dick sostiene que todas estas estructuras están determinadas por razones
pragmáticas y que conviene tratarlas como transformaciones opcionales de una gramática que las
contendría a todas, tanto a las oraciones que aparecen en superficie como tema, como a las que
no lo tienen. Este punto de vista de la jerarquización de la información acarrea consecuencias muy
distinta, para el análisis gramatical.
Chomsky sostiene que el lenguaje es tan complejo que no puede ser analizado en su
totalidad. Por lo pronto, no puede estudiárselo sobre la base de la evidencia. Es necesario
abstraer, idealizar. Para construir una gramática, hay que dejar de lado al hablante - oyente real,
lo que implica dejar de lado la heterogeneidad, y circunscribirse a los datos de un supuesto
hablante-oyente ideal. Lo que Chomsky deja de lado en este esfuerzo de abstracción es la
variación, que es, precisamente, fundamental a los efectos de este curso.
Saussure distinguía entre langue y parole, y sostenía que sólo es posible hacer una
gramática de la lengua. Chomsky asume una posición semejante, pero con un sentido
psicologista mucho más fuerte, en tanto sostiene que el conocimiento de la lengua es innato, y
que tiene la forma de una serie de principios cognitivos que regulan, que rigen la adquisición del
lenguaje. En consecuencia, la tarea del lingüista consiste en describir esa capacidad innata,
abstracta, que permite: 1) aprender gramáticas de lengua con un mínimo de exposición a la
experiencia y, 2) generar oraciones y tener intuiciones sobre las oraciones de la lengua y sobre
sus estructuras.
Cuando a Chomsky se le pregunta qué realidad psicológica tienen esas representaciones
que propone, contesta que esa pregunta no tiene sentido. Esas representaciones tienen la
realidad que les confiere el hecho de que funcionan como explicaciones.
En Física, cuando se estudian, por ejemplo, procesos termonucleares, se hacen
idealizaciones. Chomsky toma como modelo la Física y otras ciencias de ese tipo, que agrupa
dentro del "estilo galileano". Considera que en las ciencias humanas es posible formalizar del
mismo modo que en las ciencias naturales, físicas y matemáticas.
Hay un error, una falacia en la posición de Chomsky de dejar fuera la variación por
considerarla puramente accidental e introducida por factores de uso que no afectan el núcleo del
sistema. Dejarla fuera supone la premisa implícita de considerarla un hecho accidental, es decir,
no constitutivo del lenguaje.
Por mucho que se esté a favor de un tipo de abstracción que deje fuera los detalles
irrelevantes, si se parte de la premisa de que la variación es esencial a la organización de la
lengua, no se la puede dejar fuera. Como señaló Weinreich (en la línea sociolingüística), lo que
habría que explicar sería una lengua que no muestre variación, ya que la ausencia de variación
sería disfuncional en el lenguaje. Contrariamente a Chomsky, Weinreich se preocupa por la
heterogeneidad que se manifiesta en las comunidades de habla reales, en tanto que en tal
heterogeneidad — sostiene— es donde es posible encontrar una estructura.
Joan Bresnan, representante herética de la escuela del M.I.T., propone, en 1982, el
empleo de la experimentación controlada, ir obteniendo pruebas controladas que permitan
establecer en ese proceso de idealización qué puede dejarse afuera y qué no. Con este enfoque
se puede demostrar que cierto tipo de variación, como el que nosotros vamos a abordar, no es
una cuestión que pueda dejarse afuera, porque es parte constitutiva de los hechos
fundamentales que deben explicarse. "En la ciencia —dice Bresnan— hay una responsabilidad
de mostrar que lo real se aproxima a lo ideal en las circunstancias apropiadas. Lo que hay que
establecer es cuáles son las circunstancias"(1982: xxiii):
Su actitud programática es que hay que descubrir modos de demostrar que la conducta de
los hablantes nativos reales converge con la conducta ideal de las teorías-gramáticas, una vez
que se han reducido los factores que pueden interferir. Esta me parece una posición que dentro
de la generativa permite perfectamente el análisis del discurso, y que necesariamente incluye el
análisis de la variación.
Una gramática generativa (o, lo que es lo mismo, una descripción sintáctica) consiste en un
conjunto finito de reglas cuya aplicación produce un conjunto infinito de oraciones bien formadas.
Básicamente, lo que prescriben estas reglas es reemplazar un símbolo por otro, suprimir y
agregar. Pueden ser clasificadas en dos tipos:
.Reglas de reescritura que reescriben sólo un símbolo por vez, reemplazándolo por otro
o por una secuencia de símbolos.
.Transformaciones que también reescriben, pero son más complejas que las anteriores.
Las reglas de reescritura son muy simples. Se parte de un símbolo inicial, que es la
oración, y se van especificando sus constituyentes inmediatos. Se trata de una formalización del
análisis en constituyentes inmediatos de la lingüística estructural norteamericana.
Estas reglas dicen, por ejemplo, que una oración se reescribe como frase nominal más
frase verbal, que es lo que sabemos de cualquier gramática. En la oración "José lanzó la pelota",
los constituyentes inmediatos son "José", frase nominal; "lanzó la pelota", frase verbal.
En "Penélope espera la comida" una primera división es "Penélope" / "espera la comida";
frase nominal y frase verbal. La frase nominal, nos dice otra regla de reescritura, se reescribe
como un artículo, que puede o no estar presente, y un sustantivo. La frase verbal, como un verbo
y una frase nominal, y así sucesivamente.
Con estas reglas muy simples se generan estructuras profundas. Toda estructura
profunda es la estructura profunda de una estructura de superficie. Lo interesante es que
oraciones superficialmente semejantes pueden ser muy diferentes a nivel profundo. Y lo mismo
sucede a la inversa. En el ejemplo "Juan prometió venir mañana" hay por lo menos dos
estructuras profundas. Una que es [Juan + prometer + pasado + algo] y otra [Juan + venir +
mañana].
Es muy importante tener presente que una estructura profunda es una estructura sintáctica,
no semántica. Es decir, una estructura que muestra relaciones de orden, de dependencia, de
continuidad, etc. La razón por la que algunas veces se confundió con una estructura semántica,
incluso entre los seguidores de Chomsky, es porque ese tipo de estructura sintáctica contiene
toda la información necesaria para hacer una interpretación semántica.
. Después del 65, Chomsky se ha encargado reiteradamente de aclarar este problema. Esto
se da, sobre todo, en lo que se llama el modelo de la teoría estándar. Existe un modelo
posterior que es el modelo de la teoría estándar extendida, en el que se admite que la
estructura de superficie también provee información necesaria para la interpretación semántica.
El otro tipo de reglas son las transformaciones. Básicamente, una transformación consta
de dos partes: una descripción de la estructura de la que se parte, y una descripción de la
estructura que se obtiene. Por ejemplo, en una transformación que invierte el orden "sujeto, frase
verbal", generando "Llevó José" a partir de "José llevó", la descripción estructural que entra a la
regla es frase nominal, frase verbal. Esta transformación de inversión puede aplicarse cuando
encuentra una estructura frase nominal, frase verbal. Por el contrario, para una estructura
frase verbal, frase nominal, ya esta transformación no es relevante. Del mismo modo quedan
fuera del dominio de aplicación de esta transformación otras estructuras como [verbo + adverbio
+ cualquier otro elemento]. Hasta aquí vemos que la transformación tiene una parte que dice a
qué se puede aplicar.
La segunda parte dice qué es lo que se hace, por ejemplo, que la frase verbal pasa
adelante. Esta segunda parte se llama cambio estructural y especifica el cambio producido por
la aplicación de la transformación.
Es precisamente contra las transformaciones que está dirigida una gramática como la de
Bresnan. Y la de ella no es la única crítica. Toda la reacción contra la gramática chomskiana
desde dentro de la lingüística formal está orientada, sobre todo, a ir eliminando las
transformaciones.
En Chomsky mismo se observa algo semejante, dado que también él intenta reducir o
agrupar todas las transformaciones en una regla que mueve una variable. Lo que diferencia una
transformación de otra es qué mueve. Las restricciones respecto de hacia dónde es posible mo-
ver las creyó reguladas por condiciones hada 1977 y por principios cognitivos más generales del
81 en adelante. Una transformación opera sobre una estructura.
¿Cómo? De varias maneras. Cambiando el orden de los constituyentes, suprimiendo
algunos de ellos, insertando otros, combinando todas estas operaciones. De este modo, la
gramática va a ir recorriendo el camino que la lleva a las otras estructuras, las que Bresnan sigue
usando, las que nosotros podemos ver en un análisis de un texto, las que le interesaban a la
gramática estructural, es decir, las estructuras de superficie.
Las transformaciones son, precisamente, el modo de ir de la estructura profunda a la
estructura de superficie.
Como en la versión estándar se pensaba que en esa estructura profunda sintáctica estaba
todo el significado, las transformaciones tenían que preservarlo.
Toda complicación que pueda aparecer en el análisis es de detalle y se puede resolver
leyendo con atención. En realidad no hay ninguna transformación que pueda ser difícil de
entender, porque ninguna puede hacer más que mover cosas de lugar, suprimirlas o insertarlas.
Recursividad
El problema al que apuntamos tiene que ver. en forma general, con la producción de las
emisiones, de las utterances, en un texto y más específicamente con cómo son planeadas las
oraciones. Es lícito preguntarse cómo el hablante planea las oraciones: ¿las planea según va
hablando?, ¿las planea de golpe en algún momento? Y si es así ¿cuáles son esos momentos? Es
decir, cuándo va el hablante eligiendo lo que dice? ¿Cuándo decide usar la voz pasiva o la activa?
¿Cómo la va armando?
Sobre este tema ha habido mucho trabajo experimental, dentro de la línea de la gramática
generativa, en el área de la psicolingüística que se ocupa del habla de adultos y en la psicología
cognitiva. También se interesaron por este problema los especialistas en computación y mas
específicamente los que se ocupan de inteligencia artificial.
Al intentar estudiar el problema de producción de oraciones, se dieron cuenta de que para
abordarlo había que entrar en el problema de la producción del texto. Gran parte de la polémica,
incluso hoy día no resuelta, es acerca de si son los limites entre cláusulas de superficie los que le
sirven al hablante para organizar su pensamiento y planear lo que va a decir, o si son los límites
que corresponden a estructuras profundas los que operan como puntos mentales de parada en
los que el hablante planifica. Uno de los datos formales que se usaron para tratar de decidir esta
cuestión fueron los fenómenos de pausas y titubeos, con la suposición, también cuestionable,
también hipótesis para explorar, de que es en esos momentos de pausa que el hablante planifica.
Otra hipótesis es que el hablante hace una pausa cuando siente que ha completado algo.
Por eso me interesa remarcar que cuando se escuchan las pausas para decidir dónde se da
la planificación, si es que se da planificación, o dónde se van teniendo unidades completas, o
cómo se segmenta un texto, etc., fundamentalmente hay dos posiciones. Una sostiene que a lo
que hay que prestar atención, sobre todo, es a las cláusulas profundas y otra sostiene que lo que
cuentan son las cláusulas de superficie.
El problema de producción parece más difícil que el de percepción. Es posible que uno
aclare al otro, pero también es probable que no sea así. Hay quien sostiene que se trata de
procesos totalmente distintos.
Labov, por ejemplo, piensa que producción y percepción, por lo menos a nivel fonológico,
son totalmente distintos; que la percepción es categórica, es decir que se percibe por categorías,
y que la producción es un continuum.
En el ejemplo "Juan prometió venir mañana", según la composición chomskiana, hay dos
cláusulas profundas y una de superficie. 1) O para la superficie; 2) O para la profunda. Para otros
análisis estructuralistas podría haber dos cláusulas de superficie. Para los generativistas
chomskianos, "Juan prometió venir mañana" es una cláusula de superficie. Esta está definida
como "una unidad que contiene un verbo explícito finito, es decir conjugado, y que generalmente
contiene también una organización sujeto y predicado completa".
Quiere decir que todo lo que no sea verbo conjugado se considera parte de la misma
estructura de superficie. Desde el punto de vista generativo chomskiano cláusulas como "Juan
prefirió tomar un taxi" o "Aunque el sol estaba brillando" (verbo finito explícito y organización
sujeto-predicado) son cláusulas de superficie. Entonces un psicolingüista que sostenga que la
planificación se hace por cláusulas de superficie diría que se planifica de una vez "Aunque el sol
estaba brillando" o "Juan prefirió tomar un taxi". Y los que estén en otra posición van a decir que el
hablante primero planifica "Juan prefirió" y después "tomar un taxi".
Esta última posición parece bastante insostenible porque las cláusulas profundas no siguen
un orden lineal y para obtener una cláusula profunda a veces hay que mover elementos que
aparecen en otra cláusula profunda. Sin embargo, algunos investigadores perseveraron en ella
durante años, y cuando la experimentación psicolingüística (que consistía en observar si ciertos
ruidos se desplazan al oírse en el límite de la profunda) no les dio la razón, en vez de cambiar de
posición, concluyeron que no servía usar el habla real para descubrir. nada sobre las represen-
taciones mentales ideales. No pensaron, como bien observa Bresnan que eran "responsables de
algún tipo de realidad". Bresnan sostiene que esas representaciones profundas que Chomsky
propone no pueden tener realidad mental, pero que otras representaciones profundas, tales como
las que propone, sí la tienen. Y que son los límites de esas cláusulas los que son fundamentales
para la producción de oraciones.
Lo importante es que, al segmentar el habla en estructuras de cláusulas profundas, el
supuesto de la gramática transformacional es que dado que todos los verbos indican una de estas
cláusulas profundas en la estructura profunda de una oración, toda unidad estructural que sos-
tenga o implique un verbo finito o no finito va a ser considerada como la realización de superficie
de uno de estos sentoides que constituye una cláusula profunda. Desde el punto de vista de la
gramática generativa, es la estructura oracional que hay por detrás de cada constituyente verbal,
ya sea verbal finito, verbal no finito o verbal implícito.
Se observa que el predicado pasa a tener un significado muy amplio Predicado no es sólo el
verbo; una preposición termina siendo predica do y puede serlo también una conjunción. "Estar
sobre", por ejemplo es el predicado de "el libro". "El libro está sobre la mesa" tiene el argu mentó
"libro" y el argumento "mesa"-. Y de eso se predica que el argumentó libro está sobre el
argumento mesa. "Estar sobre" es analizado como predicado.
Veamos otro ejemplo:
En este caso, el núcleo no es más que lo que aparece en (16): "teje Mónica el pulóver".
En :
(17) "Alejandro rompió el vaso esta tarde". "Esta tarde" queda fuera del núcleo. El núcleo es
"Alejandro rompió el vaso".
Hay diferencias con:
La cuestión puede ser más compleja. Aquí figura el equivalente a insertar oraciones de
la gramática chomskiana, hay núcleos dentro de núcleos.
María me dijo que Francisco piensa que Juan está
22 durmiendo
)
Lo que dejamos fuera del núcleo como en "Rosa y yo charlamos en la cocina" son los
que se van a tratar como Adverbiales. Pero por el momento estamos dentro del núcleo.
Observen la diferencia entre (24) y (25).
Aquí se relacionan dos argumentos: "Mónica teje el pulóver" y "la cocina". Esto pensado
desde el punto de vista semántico. Cuando alguien dice "Mónica teje el pulóver en la cocina", si
lo viéramos dentro de la perspectiva del discurso, probablemente la parte nueva, la rema, seria
"en la cocina". Se sabe que está tejiendo el pulóver. Si no, sería otro tipo de oración. Pero
"Mónica teje el pulóver en la cocina" entendido como una forma no marcada, como está
tomada acá, por ejemplo, es que la información es dónde. Sería la respuesta a la pregunta
"¿Dónde teje Mónica el pulóver?". Y la respuesta sería "en la cocina" .Entonces los dos
argumentos que están relacionados son "Mónica teje el pulóver" que es el argumento conocido
y "la cocina", que es el lugar donde lo teje. En la acción de "Mónica teje el pulóver en la cocina"
es más importante el argumento "Mónica teje el pulóver" que "la cocina". Y en el predicado, la
relación semántica más importante es la que dice el lugar. El predicado de esta oración es "en".
El primer argumento es la acción "Mónica teje el pulóver" y el segundo es "la cocina". El "en"
establece una relación semántica entre toda esa acción y la cocina.
La oración:
(30) "Juan resolvió el problema con facilidad" se representa:
Evidentemente éste es el tipo de oración que responde a la pregunta: ¿Cómo resolvió
Juan el problema? Se relaciona el argumento-idea "facilidad" con el argumento-idea "Juan
resolvió el problema". En esa acción es más importante la participación del argumento que dice
que resolvió el problema. Pero lo que se predica es la relación de compañía, de ir juntos, de
que "el resolver el problema" se dio "con facilidad". Entonces "con" es el predicado; "resolvió
Juan el problema" es el primer argumento que a su vez es complejo y "facilidad" es el segundo
argumento. Si alguien está preocupado en este momento por el hecho de que "con" no es tan
fácilmente describible como "junto" o "al mismo
tiempo", puede tranquilizarse inmediatamente porque antes de llegar a ese "con"
habría todo un árbol semántico generativo en el que se idearon todas las relaciones
posibles que el "con" puede establecer.
El árbol siguiente es un poco más complejo, pero todavía no es un árbol totalmente
representativo de la semántica generativa.
(32) Al llegar, el coronel ordenó inmediatamente a los soldados limpiar las barracas
hasta que él quedara completamente satisfecho.
Este tipo de ejemplo apunta a tratar de ver cómo se puede incluir en la representación
semántica el hecho de que haya una relación entre la oración (1) y la oración (3) que es del
mismo tipo que la relación que puede haber entre la oración (2) y la oración (4).
El hablante nativo o el hablante que domina una lengua percibe una relación entre (1) y (3)
comparable a la relación que hay entre (2) y (4). Como vemos, no estamos trabajando
directamente con los significados de la palabra "abierto", de la palabra "rojo" o de la palabra
"enrojecer", sino con componentes abstractos que forman parte del significado. Asi, un modo
posible de representar semánticamente "enrojecer" es considerarlo un elemento en el que lo que
predomina es el cambio.
Es decir, cuando algo enrojece cambia. Se vuelve más rojo o se vuelve rojo, pero no
permanece con el mismo color. Del mismo modo, una puerta para abrirse necesita haber estado
cerrada. La relación que se percibe como semejante entre los dos pares de oraciones es la
relación de cambio. La propuesta de la semántica generativa para este tipo de relación es tener
en las representaciones semánticas profundas un componente que sea "cambiar". La similitud
entre "enrojecer" y "abrirse" aparece reflejada en la similitud de las representaciones semánticas
porque las dos tienen como predicado el componente CAMBIAR. Esta es la contrapartida de lo
que señalaba antes, de que toda diferencia tiene que ser representada. Para cada diferencia, por
mínima que sea, corresponde una representación semántica distinta y toda semejanza debe
representarse. La semejanza que hay entre "abrirse" y "enrojecer" podría ser la misma que hay
entre verbos como enseñar y morir. "Aprender" implica un cambio, "enseñar", también. Yo no le
podría decir a un hablante del español que le voy a enseñar español porque me contestaría que
ya lo sabe. Lo mismo sucedería si le digo que le voy a enseñar a manejar a alguien que ya
maneja. Hay tipos de cambios de estado que en este tipo de semántica generativa tienen que
estar en la representación. En el significado de la palabra "enseñar" tiene que haber algún
elemento de cambio de estado. Tiene que estar indicado algo que el hablante sabe y que es que
sólo se puede enseñar algo a alguien que no sabe ese algo.
Frente a esto, hay diferencias entre: (10) la puerta se
abrió
CURSO........................................................................................................................................................................................1
DE LINGÜISTICA PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO..............................1
BEATRIZ R. LAVANDERA....................................................................1
V. La teoría de los actos de habla.............................................................................................................................................49
IX. Conversación......................................................................................................................................................................102
Bibliografía...............................................................................................................................................................................106
Indice......................................................................................................................................................................................112
a.
"Mientras que a vos no te falta nada, como vos decís
b. (subj/ind)
c. y a mí no me molesta dártelo en absoluto (ind)
d. y vos no tenés que sentirte nada (imperativo neg) avergonzado
e. porque te lo da tu madre, (ind)
j. empecemos por eso, (imperativo)
k. y todo de acá es de todos, (ind)
I. vos seguí estudiando, (imperativo)
m. vos no te preocupes". (imperativo neg)
Es posible demostrar que un hablante, en determinado momento, está haciendo una lista
de hechos para presentar como objetiva la descripción de una situación. MI hipótesis es que
utiliza el indicativo para referirse a aquellos hechos por los que asume una responsabilidad y
utiliza el subjuntivo para nombrar aquellos que no quiere tener en cuenta, y nombrarlos ubicados
donde tienen que estar. Me interesa mucho cómo manipula el sistema de modos y pienso que
supone que el interlocutor comparte con esta hablante la creencia de que nadie puede hablar con
más autoridad sobre lo que ella siente que ella misma y comparte también la creencia de que
dentro de una familia tradicional (en este caso es una mujer viuda que está a cargo de la casa y
los chicos) son incuestionables afirmaciones como "lo que está acá es de todos". Si ella lo dice,
automáticamente todo pasa a ser de todos.
Hay una serie de convenciones sociales que son propias de la comunidad y hay una serie
de conocimientos que corresponden al nivel humano en general. Más allá de las comunidades,
cada uno conoce mejor lo que siente que lo que siente el otro. Aunque esto puede ser cues-
tionable, me parece más cuestionable aún afirmar lo contrario. Además, en la interacción,
generalmente, el supuesto es "sobre lo que yo siento puedo hablar yo, sobre lo que vos sentís te
tengo que preguntar".
Estas convenciones son conocimientos a los que hay que recurrir en un análisis puramente
lingüístico para sostener, por ejemplo, que alguien está usando el indicativo cuando se trata de
algo que sabe que no es cuestionable, o que ese alguien es quien tiene más derecho a conocer
sobre sí mismo. Ese tipo de afirmación recurre a algo que no está expresado lingüísticamente
pero que si no se lo toma en cuenta, no se puede entender, por ejemplo, por qué el hablante no
elige decir todo en indicativo, salvo que se entienda que la distinción indicativo-subjuntivo está
dirigida a dar instrucciones sobre cómo hay que tomar lo que se dice. Y si se sostiene como
hipótesis que el hablante recurre a un modo u otro porque quiere indicar cómo hay que tomar lo
que dice, también hay que suponer que el hablante piensa que comparte con el oyente una serie
de creencias o conocimientos que van de lo muy general a cosas que están social o
culturalmente condicionadas.
La teoría que Searle propone en 1959 por primera vez pero en la que sigue trabajando
hasta el presente, está originariamente basada en la de un filósofo inglés. Austin, quien tituló su
libro, justamente, con la frase que define toda la teoría de Actos de Habla: Cómo hacer cosas con
las palabras.
Searle nos interesa especialmente cuando efectúa críticas a los semánticos generativistas
por postular elementos innecesarios.
Toma una posición muy sensata frente al uso del lenguaje. Dice que hay cosas que están
ahí y se saben y a las que uno puede referirse directamente porque forman parte del
conocimiento necesario para usar una lengua.
Comienza por hacer una afirmación muy importante: el hecho de hablar es un tipo de
conducta gobernada por reglas, no solamente gramaticales, sino aquellas que regulan el hecho
de hablar en su totalidad. Dominar o saber un lenguaje es, entonces, entre otras cosas, haber
aprendido esas reglas y tener control sobre ellas.
La forma específica que toma esta hipótesis muy general es que hablar un lenguaje es
llevar a cabo una serie de actos de habla. Es decir, cada vez que se emite una oración, esa
emisión, además de otras cosas, constituye un acto de habla.
¿Qué tipos de actos de habla existen? Toda emisión es un acto de habla, de modo que el
conjunto es muy amplio. Incluye hacer afirmaciones, hacer pedidos, hacer promesas, dar
órdenes, advertir, etc. Al mismo tiempo, para dar órdenes, para poder hacer promesas, para ad-
vertir, se llevan a cabo otros dos tipos de actos que son mucho más abstractos y a los que los
filósofos les han dedicado mucho más tiempo: la referencia y la predicación. Es decir, se aislan,
definen y caracterizan elementos, que pueden ser individuales, generales, etc., y se predica algo
de ellos. Se trata de dos actos abstractos que están presentes cada vez que se hace una emisión
concreta. Pero cada vez que se refiere y se predica —v esta es la contribución más importante de
la teoría de Actos de Habla— se lo hace para algo. Ese algo es también un acto de habla y
consiste por ejemplo, en prometer, afirmar, etc.
Para distinguir entre un acto de habla y estados de cosas extraños al habla, se puede
lomar, por ejemplo, la diferencia entre "prometer" y "contraer un compromiso". "Prometer" es un
acto de habla y "contraer un compromiso" no lo es. Es, en todo caso, una consecuencia de un ac-
to de habla. En el momento en que se produce la emisión "Voy a terminar de dar las doce clases"
o "Prometo que voy a terminar de dar las doce clases", independientemente de que esté presente
o no el verbo prometer, hay un acto de habla que es una promesa. Que se cumpla o no se cumpla
en el futuro, no importa. La promesa tuvo lugar, fue un acto de habla. La característica esencial de
esa promesa es que al hacerla el hablante se coloca en la obligación de hacer un acto futuro. Eso
crea el estado de haber contraído un compromiso, estado que escapa a lo lingüístico y que puede
durar indefinidamente.
Si yo formulé la promesa de dar las doce clases, pero hay interrupciones pese a las cuales
yo puedo seguir con la intención de darlas, algunos estudiantes pueden empezar a dudar de que
alguna vez lo haga, otros tendrán más fe, pero el compromiso está pendiente. Probablemente
necesite otro acto de habla para que el compromiso quede anulado. Una negación, un volverme
atrás. Este seria un nuevo acto de habla en que por medio de las dos actividades abstractas de
referir y predicar yo diría "¿se acuerdan de las clases que les prometí? Olvídenlas". Y en ese
nuevo acto de habla con nuevas consecuencias extralingüísticas, acabaría el compromiso. Ese
compromiso fue un estado no lingüístico que se estableció a partir de un acto lingüístico y que se
anuló a partir de otro.
Estos actos se hacen de acuerdo con ciertas reglas que prescriben el uso de ciertos
elementos lingüísticos. Lo interesante es, justamente, ver qué dicen estas reglas sobre cuáles son
y cómo hay que usar los elementos de la lengua para que algo sea una promesa y no sea, por
ejemplo, una amenaza.
Una de las críticas que se le pueden hacer a Searle, es que aunque tiene una actitud
pragmática, al autodefinirse como alguien que hace filosofía del lenguaje, y no lingüística, no
estudia verdaderos actos de habla, sino que los inventa. Y los actos de habla que toma son muy
"limpitos", muy pulidos de problemas. En circunstancias concretas se puede hacer una promesa
que sea, a la vez, una advertencia. Y pueden darse actos mucho más complicados aún.
Por ejemplo en "No te pido que me bajes una estrella azul, sólo te pido que..." ¿Cuándo
empieza el acto de pedir? A mi modo de ver, ya empieza en el "no te pido que me bajes" que está
definiendo el acto de pedir.
Searle toma oraciones mucho más simples como "te pido que me bajes" o "lléname el
espacio con tu luz". No piensa que una forma muy común de pedido es "no te pido tanto, te pido
menos", donde la estrategia que se utiliza es una especie de regateo. Particularmente, quiero
llamar la atención sobre las estrategias en las que el hablante decide presentar su pedido dentro
del marco de un pedido mayor, de modo que resulte algo mucho más razonable a lo que,
seguramente, no le van a decir que no. En los trabajos de Searle no se encuentra este tipo de
observación. Pero sí se encuentran conceptos muy claros y una gran insistencia en que los actos
de habla se hacen de acuerdo con reglas que establecen cómo se usan ciertos elementos
lingüísticos. Y esto es algo que Grice, por ejemplo, descuida. Grice descuida la importancia intrín-
seca de la forma de la emisión que se usa para hacer el acto de habla.
En este marco teórico, la unidad de comunicación lingüística es el acto de habla. Y aquí hay
que destacar lo que yo llamaría el "sentido común" de Searle, porque determina que quiere tomar
el acto de habla como un mensaje y su presuposición o su premisa es que este acto es producido
por un ser o varios seres como él mismo, con cierto tipo de intenciones. Y probablemente porque
es un filósofo (un lingüista no se hubiera atrevido) no tiene ningún problema en decir que va a
tratar con intenciones, con propósitos y que va a hablar de condiciones de sinceridad.
Grice ofrece una definición del significado no natural, es decir significado convencional.
Decir que "un hablante significó, quiso comunicar algo por medio de X, es decir que el hablante
tiene la Intención de que la emisión de X produzca algún efecto en el oyente o mediante el re-
conocimiento de tal intención". Esta afirmación no me parece del todo acertada. Creo que está
bien que conecte significado e intención. Es cierto que al comunicarle cierta información a un
oyente se quiere hacer que reconozca la intención de comunicarle tal información. También es
cierto que se logra la comunicación si el oyente reconoce esa Intención. Pero hay un problema
que se ve en un ejemplo hipotético de Searle que muestra muy bien sus diferencias respecto de la
actitud de Grice. Plantea una situación de guerra Imaginaria, en que un soldado americano que es
apresado por los soldados italianos sabe que éstos han recibido la orden de que si apresan a un
alemán deben liberarlo. Esto presupone el hecho dé que los italianos saben que hay soldados ale-
manes vestidos con uniforme americano. Todo esto determina la siguiente situación: apresado el
soldado americano por los soldados italianos, trata de que lo tomen por un alemán. El soldado
americano no sabe alemán, pero recuerda de la época de la secundaria unos versos en ese
Idioma. Cuando los italianos lo hacen prisionero, los repite tratando de imitar lo más posible la
entonación del alemán.
Supongamos que dice "... die Blümen..." y que los soldados italianos reaccionan
favorablemente. El efecto perlocutivo estaría dado por el hecho de que lo liberan, y el acto
elocutivo se cumpliría en cuanto reconocen "nos está hablando en alemán y probablemente nos
está diciendo que es un soldado alemán y hay un arreglo de que soltemos a los soldados
alemanes".
Para Grice éste sería un ejemplo perfecto para validar su posición, en tanto él pone el
énfasis, más que en el significado de la oración, en el efecto sobre el oyente y en el
reconocimiento de la intención.
Para Searle el soldado tuvo suerte y logró lo que quería, pero no se trata de un acto de
habla bien logrado en tanto el reconocimiento de la intención del hablante no se hizo mediante el
reconocimiento de la semántica que regula la producción de esa oración; lo que logra el soldado
americano no lo logra a través de un acto elocutivo, sino de un afortunado malentendido.
Es que el sentido de una emisión lingüística no está relacionado aleatoriamente con el
significado de la oración, especialmente en los actos de habla literales. Es decir, que para decir
que hace frío, se diga "siento frío", "hace frío" o cualquier expresión literal por el estilo no está
relacionado aleatoriamente con el reconocimiento de que se trata de una afirmación, de un acto
comunicativo. Se afirma que se siente frío y el oyente reconoce que la intención del hablante es
informarle eso, en cuanto reconoce el significado de la oración "tengo frío" que se usó para
decirlo. Si se lo reconoce diciendo cualquier frase sin sentido, pero a la vez tiritando y
estornudando no es un acto elocutivo. Esta es una afirmación muy importante de la teoría de
Searle.
Pero también es posible decir "tengo frío" para cosas tan sutiles como entablar una
conversación o para lograr que cierren la puerta. Searle también estudió este tipo de utilización,
especialmente en su libro Expresión y significado, donde trata el problema de los actos indirectos
de habla. Una emisión lingüística puede tener un significado literal y otro indirecto. Este último
constituye un acto elocutivo indirecto. Por ejemplo, al decir: "¿Me podés pasar la sal?", se está
formulando una pregunta, pero en realidad se está haciendo un pedido. Este último constituye un
acto elocutivo indirecto. El significado literal de la emisión y el de lo^ue el hablante significa se
alejan.
Hay quien niega que al hacer una preguota se hace un pedido. Yo estoy en desacuerdo
con esa posición porque a "¿Me podés pasar la sal?", es posible contestar "Sí, puedo, tómala",
con lo cual se muestra que hay dos actos elocutivos.
Un acto elocutivo primario consiste, entonces, en que se tiene que poder interpretar que se
está dando una orden o formulando un pedido o lo que sea. Un acto elocutivo secundario
consiste en que se tiene que reconocer que se lo hace mediante una pregunta, una promesa, etc.
Las relaciones entre la emisión producida y el efecto que se logra no son totalmente
arbitrarias, están idiomatizadas. Hay un número finito, de modos de hacer un pedido por medio
de una pregunta. Por ejemplo, preguntando "¿podés tal y tal cosa?", diciendo "Mañana podés
hacer tal o cual cosa", etc.
Searle observa muy inteligentemente que el acto elocutivo secundario casi siempre apunta
a una de las condiciones para el acto elocutivo primario. Para prometer se tiene que dar que se
hable de un acto futuro, que se piense que se podrá cumplir y que, por lo menos, se reconozca
que se está asumiendo el compromiso de tener la intención de hacer algo. Se tiene que dar que
también el hablante crea que el oyente quiere que se haga ese acto, y que el oyente lo quiera.
Además, que se entienda que en el curso normal de las cosas no se haría ese acto: no es una
promesa si yo digo "mañana a la mañana me voy a levantar", cuando nada hacía prever que no
lo haría.
Todas estas condiciones o reglas son las que están por detrás de los distintos grupos de
formas que uno puede utilizar para, por ejemplo, hacer indirectamente una promesa o para dar
indirectamente una orden.
En una orden tienen que darse otro tipo de condiciones. Quien la da tiene que ser la
persona que tiene derecho a darla. La otra persona tiene que ser capaz de realizar el acto que se
le pide que haga. Tiene que darse que sea un acto realizable, y que quien dé la orden tenga el
deseo de que esa acción se realice. También debe darse que el oyente crea que quien la da
desea la realización de esa acción, etc., etc. Oraciones posibles son:,"¿Podés cerrar esa
puerta?", donde se está preguntando acerca de una de las condiciones, es decir, sobre
la.capacidad del oyente para cerrar la puerta; "¿Querrías cerrar esa puerta?"; "Aquí siempre
cierran esa puerta, ¿no?" con lo cual el hablante se asegura de que es un hecho obvio y, por lo
tanto, no va a dar la orden de cerrar la puerta.
Cuando se comienzan a analizar los actos indirectos se ve que el modo en el que se llega
a la convección es preguntando, afirmando o incluyendo las condiciones o las reglas que definen
los distintos actos elocutivos.
En los actos elocutivos primarios están presentes los actos elocutivos secundarios. Searle
describe todos los pasos de inferencia que llevan al oyente a descartar como principal el efecto
elocutivo secundario y entender el primario.
En el caso de "¿Me podés pasar el salero?" razona así: "me pregunta si soy capaz de
levantar el salero; por otra parte, la habilidad de levantar el salero es una de las condiciones para
que él me pueda pedir que levante el salero... etc." A lo que llega es a que el hablante está
pidiendo que se le dé el salero.
Si utilizamos lo dicho anteriormente, las condiciones que deben darse en un acto de habla
son las siguientes:
1 . Condiciones normales de entrada y salida.
2 . H expresa la proposición que p en la emisión de T.
3 . Al expresar que p, H predica un acto futuro A de H.
4 . O prefiere que H haga A a que no haga A, y H cree que O prefiereque H haga A
a que no haga A.
5 . No es obvio para H y O que H haría A en el desarrollo normal delas cosas.
6 . H tiene la intención de hacer A.
7 . H tiene la intención de que la emisión de T lo coloque en la obligación de hacer
A.
8 . H intenta (i-1) producir en O el conocimiento (C) de que la emisión de T cuenta
como que coloca a H en la obligación de hacer A. H intenta producir C por medio
del reconocimiento de i-1, e intenta que i-1 sea reconocida en virtud del
significado de T.
9 . Las reglas semánticas del dialecto hablado por H y O son tales que T es emitida
correcta y sinceramente si y sólo si se dan ¡as condiciones 1-8.
Para incluir promesas insinceras: el hablante asume la responsabilidad de tener la
intención más bien que afirmar que realmente la tiene.
Esta síntesis no constituye un modelo lógico deductivo pero es un intento de formalizar, de
usar variables.
1) quiere decir todo lo que hace un acto de habla posible en general, sin especificar qué. Por
ejemplo, que las dos personas compartan la lengua, que se oiga, etc.
2) establece que H tiene que producir alguna frase con algún contenido proposicional que
puede no estar del todo explícito. Puede ser un tipo de oración unimembre, pero cuando es
unimembre es tal que se puede recuperar un contenido proposicional.
3) al expresar que p (por ejemplo al expresar que "yo, Beatriz, ir mañana) H, el hablante
predica un acto futuro que llamamos A del hablante. Es decir que en una promesa el hablante
habla de un acto futuro del hablante; en una orden habla de un acto futuro del oyente.
4) y 5) son preparatorias. Tiene que darse la condición, para que esto sea una promesa, de
que el oyente prefiera que el hablante haga A (ese acto) a que no lo haga y que el hablante tenga
la convicción de que el oyente prefiera que el hablante haga A a que no lo haga. Cuando Searle
explicaba esto decía: "Hijo, te prometo que vas a ir a Yale". "Pero yo no quiero ir a Yale, papá".
Así daba la idea de que tiene que darse todo este tipo de acuerdo entre los dos participantes.
5) es que no sea obvio que H haría ese acto en el desarrollo normal de las cosas.
6) es lo que se llama la condición de sinceridad. El hablante tiene la intención de hacer A.
Después Searle la modifica: que el hablante asuma la responsabilidad de estar expresando que
tiene la intención de hacer A. Pero sabe que al hacer esa promesa, acepta que se lo tome como
que tiene la intención de hacer A.
7) es la que Searle llama condición esencial y es la principal. El hablante tiene la intención de
que la emisión de T lo coloque en la obligación de hacer A. Y esto es así sea sincero o no. Se
relaciona con lo que se dijo respecto de la relación entre la promesa y el compromiso. El hablante
tiene la intención de que sea una emisión lingüística que cree un compromiso, es decir que no
sea, por ejemplo, "Voy a tomarme un Geniol".
8) muestra cómo se produce el acto elocutivo, cómo se logra que sea exitoso. Es la que a mi
más me interesa por su insistencia en que sea a través del reconocimiento de la emisión
lingüística. Es válida ya sea que se trate del significado literal o del significado indirecto porque va
a cuestionar una de estas condiciones y va a inferir que se trata de un acto elocutivo completo que
contiene un acto elocutivo primario y otro secundario.
9) da cuenta de las promesas o de las órdenes dadas fuera de lugar. Cuando se hace una
emisión lingüística se está haciendo un determinado acto elocutivo. Si no se desea en realidad
hacerlo, se eligió la emisión lingüística incorrecta o inapropiada.
Según Searle el hablante comunica al oyente más de lo que en realidad dice. Es decir dice
lo que sería el acto elocutivo secundario y le comunica el acto elocutivo primario. Pero lo hace
confiado en la información de fondo que comparten, tanto lingüística como no lingüística, y en los
poderes de racionalidad y de inferencia por parte del oyente. La convención juega aquí un papel
esencial. Estas condiciones se pueden formular como reglas.
Reglas
1. Pr se emite sólo en el contexto de una oración (o un fragmento mayor de
discurso) T, cuya emisión predica algún acto futuro A del hablante H. Regla de contenido
proposicional.
2. pr se emite sólo si el Oyente prefiere que H haga A a que H no haga A, y H cree
que O prefiere que H haga A a que no haga A.
3. Pr se emite sólo si no resulta obvio para H y O que H hará A en el desarrollo
normal de las cosas. 2 y 3 son Reglas preparatorias.
4 . Pr se emite sólo si H tiene la intención de hacer A. Regla de sinceridad.
5 . La emisión de Pr cuenta como contraer la obligación de hacer A.
Regla esencial.
Actos de habla indirectos: El hablante comunica al oyente más de lo que en realidad
dice confiando en la información de fondo que comparten, tanto lingüística como no-
lingüística, y en los poderes de racionalidad e inferencia de parte del O. La convención juega
un papel especial.
Observaciones de la semántica generativa
Quisiera hacer un breve comentario respecto de dos propuestas que vienen de la
semántica generativa. Una es más general y la otra más específica. A Searle lo dejan insatisfecho
y, por mi parte, a mí también.
En 1970, Ross, un semántico generativista, lanzó una propuesta que llegó a tener mucha
aceptación. Básicamente consistía en afirmar que en la representación semántica de una
aserción había que incluir un "yo" del hablante (que sería un sujeto más alto), un verbo
performativo y un "tú" (una segunda persona como objeto indirecto que recibe esa aserción).
Según Ross esto estaba presente en todas las representaciones semánticas de todas las
oraciones declarativas.
La observación fue muy bien recibida por los semánticos generativistas y la extendieron a
toda emisión para poder dar cuenta de todos los actos elocutivos. De acuerdo con esta
observación, al decir "Abra la puerta" en realidad se está diciendo "Yo te ordeno a vos abrir la
puerta".
Según señala muy bien Searle, a pesar de que los semánticos generativistas se han
desligado tanto de la sintaxis y tratan de mirar más hacia la semántica, caen en una especie de
trampa en la que los elementos lingüísticos sólo pueden aparecer relacionados o refiriéndose a
otros elementos lingüísticos. Es decir, toman una posición totalmente sintáctica. La presencia de
un adverbio, por ejemplo, tiene que explicarse encontrando otro elemento en la representación
sintáctica con el que ese adverbio funcione.
Tomemos un ejemplo:
"Francamente esta aula tiene muy mal sonido."
Ross y los semánticos generativistas dirían que en la representación semántica hay que
postular toda una estructura performativa en profunda, tanto por razones sintácticas como por
razones semánticas. Por razones sintácticas porque el "francamente" no forma parte de la pro-
posición "esta aula tiene mal sonido". "Esta aula." no es "francamente", "de un modo franco" de
mal sonido! Lo mismo sucede en "Francamente los horarios de la facultad son enrevesados", no
son enrevesados "de un modo franco". El "francamente" no tiene nada en la proposición con lo
que forme un constituyente. Por razones semánticas, porque tampoco se puede establecer cuál
es la noción semántica a la que "francamente" modifica.
En 1971 se hizo famoso un artículo de Gordon & Lakoff en el que introdujeron la idea de lo
que dieron en llamar postulados convencionales. Lo que estos autores sostenían era que aparte
de las reglas de la gramática y de las reglas de los actos de habla, hay una serie de reglas que
indican "como tomar lo que se dice". Esta representación no necesita estar en profunda porque
los postulados convencionales van a indicar, por ejemplo, que si A le pregunta algo a B, eso
puede interpretarse como un pedido. Pero esto crea un problema. Si A le hace a B una pregunta
defectiva, es decir una pregunta que no funciona como pregunta, como "¿me podés pasar la
sal?", es decir si B puede realizar el acto especificado en Q, esa pregunta lleva a inferir un pedido
de A a B para que realice un acto.
Searle reacciona ante la propuesta de agregar al aparato de descripción de la lengua los
postulados conversacionales y también contra la propuesta de introducir el performativo y el yo y
el tú en cada representación subyacente. Sostiene que esto es totalmente innecesario por un
criterio de simplicidad, en el sentido de la navaja de Occam, es decir de no introducir elementos
que no sean necesarios para el análisis. Ninguna de las dos postulaciones tiene sentido porque lo
que en realidad sucede es que el hablante y el oyente saben que están participando de un hecho
comunicativo y el hablante sabe que está haciendo actos elocutivos. Y los elementos de la lengua
(y esto es lo importante) no tienen por qué modificar, referirse o relacionarse sólo con otros
elementos presentes en la lengua, sino que pueden modificar, conectarse, formar constituyentes
con los elementos que, sin duda, están siendo compartidos en la realización de un acto elocutivo.
Cuando yo digo, por ejemplo, "Francamente esta aula es demasiado chica" sé que mi
interlocutor sabe que estoy haciendo una afirmación, que la reconoce como tal. El "francamente"
especifica que esta afirmación "la hago francamente", y para esa especificación no es necesario
ningún postulado conversacional ni ninguna representación en estructura profunda. La idea de
que estos elementos son necesarios se relaciona con la idea de que en la lengua no puede haber
ningún elemento que no se relacione con otro de la cadena lingüística. En realidad no hay por qué
postular un verbo al que "francamente" pueda modificar: modifica a ese acto de habla que tanto el
hablante (yo) como el oyente (tú) saben que se está dando y en el que yo digo de mi decir que es
un decir franco.
Otro ejemplo que daban los semánticos generativistas es el de las cláusulas adverbiales. En
"Ya que sabés tanto, decíle a Juan que se vaya a su casa", no hay una relación directa entre "ya
que sabés tanto" y "decíle a Juan que se vaya a su casa". Lo que "ya que sabés tanto" hace es
referirse a las condiciones que tienen que darse para que sea posible un acto elocutivo. Lo que el
hablante está diciendo es "vos reunís una de las condiciones para que yo te pueda dar órdenes
para que hagas esto".
Respecto de estas cláusulas Searle sostiene que no tienen por qué conectarse con la
proposición, que son perfectamente interpretables sin introducir dentro de la teoría ningún
elemento nuevo. Nos basta con lo que conocemos del acto de habla para decir que algunas
formas están refiriendo a aspectos del acto de habla.
Análisis de textos
En los textos que siguen, fundamentalmente me interesa tomar dos problemas: el de las
pausas y el de los distintos registros de un hablante.
El objetivo respecto de las pausas es tratar de ver si pueden aportar algo en relación con el
aspecto de producción del habla. Se registra dónde ocurren, qué tipos aparecen (pausas
silenciosas, pausas seguidas por algún arrastre de sonido, etc.), cómo es posible utilizarlas para
construir hipótesis sobre si son funcionales en la producción y, si lo son, qué funciones sirven (es
decir, si son puntos en los que el hablante planifica lo que va a decir o si son puntos en que se
detiene porque ya completó lo que iba a decir)". La mayor polémica sobre las pausas se establece
entre quienes sostienen que éstas coinciden con cortes en la estructura profunda (lo que
mostraría que el habla se organiza en términos de estructura profunda) y quienes piensan que
coinciden con límites de estructura de superficie. Sucede que es muy difícil de demostrar que los
límites de superficie y de profunda no sean coincidentes. Y lo que es más difícil de demostrar aún
es si el hablante está planeando o si tiene la sensación de haber concretado algo.
El segundo problema que nos interesa es el hecho de que un mismo hablante tenta
registros muy distintos para abordar temas distintos.
Si sostenemos que el texto es una secuencia de emisiones, uno de los problemas que
eventualmente vamos a tener que resolver es el de establecer criterios para segmentar los textos
en emisiones, y esos criterios no son, por el momento, claros e indiscutibles. Distintos criterios se
aplican en distintos textos y varios criterios pueden estar en juego, no todos tienen que estar
presentes. Tal vez la identificación de los criterios y de su posible combinación permita empezar
a establecer un ordenamiento entre los diferentes tipos de discurso, y empezar a establecer
correlaciones de tipo cualitativo entre estos tipos de discurso y grupos sociales o situaciones
comunicativas.
Los textos siguientes pertenecen a una estudiante de Letras de 21 años:
Primera parte:"
(Bueno yo no sé si la felicidad es algo que se consigue de una vez no) [BORRADO] 1 yo-
pienso que es un estado que muchas veces lo alcanzamos por lo menos yo a veces creo que me
siento feliz y no sabría definirte cuándo es decir en general cuándo estoy haciendo las cosas que
yo quiero cuando siento que la distancia entre lo que yo quiero ser y lo que hago es más corta
¿no? ese es el momento en que me siento más feliz.
Segunda parte:
E.— ¿De qué prejuicio hablaban?
[Bueno hablábamos sobre todo de la concepción del matrimonio] II [porque ayer había
venido un un esté abogado de Humberto] [entonces esté los vio a Mónica y Humberto y les dijo] II
esté ah [él había puesto en el expediente que Humberto era casado] II [entonces Mónica se
mataba de la risa] II [entonces esté le dice que él por qué pensó que eran casados] / [y dice que
los ve tan amartelados que él pensó que eran casados] II [entonces Mónica le dice no pero
entonces tendría que haber sido a la inversa] II [porque si nos ve tan amartelados tenía que
haber pensado que éramos novios] II [entonces el tipo dijo que no] / [dice no, porque ustedes
esté he evidentemente yo pienso que un matrimonio bien constituido tienen que ser amartelados]
II [y yo le decía a Mónica esos son precisamente los prejuicios burgueses que uno tiene dél
matrimonio] / [nosotros consideramos que el matrimonio no es eso pero nos movemos con esos
valores] II Y entonces...2
Entre la primera y la segunda parte hay diferencias notables; casi parecen corresponder a
diferentes personas.
En la primera, la hablante es más pausada, no utiliza el "eh" y el "este", ni el discurso
indirecto y el ritmo es otro.
1 El "borrado" que sigue a la frase que está entre paréntesis indica que la frase anterior fue
borrada accidentalmente.
Si aplicáramos los estereotipos de la lingüística diríamos que quien habla en primer lugar es
mucho más educado que quien habla en segundo lugar.
En el primer párrafo, evidentemente, la hablante se está manejando con un tipo de
pensamiento que le resulta más difícil, y si bien hace arrastre de palabras, logra una estructura
que parece racionalmente más convincente. En el segundo ya se trata de otro tipo de recursos.
Al decir que logra una estructura más convincente quiero decir que en la comunidad existen
una serie de preconceptos respecto de lo que es hablar bien y hablar mal. Se valora más el hablar
lento y coordinado. Pero si nos detenemos con más atención en el segundo texto, veremos que
todos los aparentes errores como los tan repetidos "entonces" cumplen una función. El propósito
de mostrar la indignación que le produce descubrir en sí misma "prejuicios burgueses" está bien
logrado, porque utilizó precisamente el modo de expresión que utilizó y no otro. Y aquí se ve
claramente que el asunto de qué es hablar bien es relativo. Depende del hecho de habla en que
esté comprometido. Si hubiera utilizado en el segundo párrafo los mismos recursos que en el
primero, su discurso no hubiera sido igualmente efectivo.
Esto es un ejemplo de lo que Labov llama verbalidad: la hablante utiliza recursos de todo
tipo (entonaciones, pausas, acentos, distintos tipos de oraciones, formas que se repiten) y con
estos elementos logra un discurso sumamente efectivo.
En general, si se hace un análisis sociolingüístico cuantitativo y se toman distintos grupos
sociales, se encuentra que las formas utilizadas en el segundo párrafo son mucho más
abundantes en las clases bajas. Sin embargo, esta hablante "no se vuelve más de clase baja" en
el segundo fragmento que en el anterior. Con lo cual llegamos a la conclusión de que
probablemente lo que sea condicionante en las distintas clases sociales no sea emplear tales o
cuales formas, sino utilizar un modo de conversación, una manera de estructurar lo que se quiere
comunicar para la cual los recursos que hemos visto son los más apropiados. Los que estarían
entonces condicionados socialmente serían el tipo de temas y el modo en el que se los quiere
tratar. De acuerdo a esto terminan condicionados los tipos de significados que mejor van a trans-
mitir esos mensajes y por lo tanto las formas. Por lo cual un análisis que empieza con las formas y
se detiene en ellas, pierde toda funcionalidad, se queda en la valoración de mejor o peor.
Las pausas largas coinciden con los límites de oraciones y la ubicación de las pausas
cortas, determinadas un tanto subjetivamente nos llevaría a pensar que, realmente, hay bastante
coincidencia entre la estructura de superficie y la estructura suprasegmental.
Los experimentos como los de Marilyn Ford no son realizados sólo con pausas subjetivas
sino también con pausas objetivas. En esas experiencias se utiliza un aparato, un pen recorder
que va haciendo una marca en papel milimetrado; a tantos milímetros corresponden tantos
milisegundos. Así se puede medir el largo exacto de las pausas y establecer los distintos lugares
en que se dan. Aquí es difícil lograr este tipo de estudio objetivo, aunque no es imposible.
La dificultad técnica se la siente un poco más que en Estados Unidos, pero se la puede
superar. Personalmente no me interesa demasiado la medición objetiva de las pausas sino más
bien el consenso en la identificación subjetiva.
Es interesante observar que parecería que cada vez que aparecen elementos que
podríamos llamar conectores como "bueno", "porque", "entonces", "este", comienza una nueva
oración.
Al acercarse al primer texto desde el punto de vista semántico, utilizando elementos
sintácticos y no elementos prosódicos, podemos hacer algunas observaciones. Por lo pronto,
tenemos dos aserciones complementarias iniciales, incluyendo la borrada, de as cuales una está
cuestionada "si la felicidad es algo que se consigue de una vez". Lo que está en cuestión
parecería ser qué es "el conseguirlo de una vez". Y la otra aserción inicial propuesta en cambio es
que "la felicidad es un estado que se alcanza muchas veces". La explicación y justificación co-
mienza cuando la hablante admite que a veces cree que se siente feliz "yo a veces creo que me
siento feliz", seguida del reconocimiento de que no le sería posible definir en qué momento: "a
veces creo que me siento feliz y no sabría definirte cuándo". Inmediatamente intenta ilustrarlo y
dice "es decir, en general" y da dos descripciones de momentos en que cree que es feliz que son
"cuando estoy haciendo las cosas que yo quiero", "cuando..." Y finalmente las retoma y dice que
eso que ha venido enumerando es el momento en que se siente más feliz. El recorrido lleva
desde la felicidad a un nuevo rotulamiento como "algo" y después hay situaciones recurrentes no
especificadas que las Introduce por el "a veces".
Para sintetizar: en ese fragmento tan breve es posible encontrar distintas opciones que la
hablante va haciendo en distintas partes de las oraciones, todas responden a un movimiento en
pasos. Un primer paso va desde un impersonal abstracto "la felicidad se consigue de una vez",
con un "se" impersonal, hacia algo general menos abstracto: "es un estado que muchas veces lo
alcanzamos". El otro paso es hacia algo personal contingente: "a veces creo que me siento feliz".
De "una vez" se movió a "muchas veces" y luego "a veces". También se movió del "se" al
"nosotros" y luego al "yo". Las formas con que se va refiriendo a la felicidad, los pronombres que
va eligiendo, los adverbios temporales, la manera en que va hablando de qué pasa con la
felicidad, todo, va moviéndose a través de los mismos pasos.
En la emisión siguiente ya tenemos la instancia personal ejemplificada, ya no se trata de
"una vez" ni "muchas veces" ni "a veces" ni del "se", ni somos "nosotros", sino de soy "yo", y soy
"yo" en circunstancias muy identificadas: cuando estoy haciendo y cuando "siento". Esto lleva a
una instancia puntualizada personal que es "ése es el momento en que me siento más feliz".
Pasó a un único momento con un "ese" que refiere a todo lo anterior y además, ya no es cuestión
de "sentirse feliz" sino de sentirse "más" feliz.
El cuadro que sigue intenta mostrar cómo el hablante va haciendo sus elecciones en cada
porción que le corresponde en la gramática.
Quizás podrían haberse tomado esas elecciones separadamente, como variables, y
sostener que la hablante pudo haber utilizado distintas construcciones metalingüísticas como los
performativos y comenzar distintas oraciones como: "yo no sé si", "yo pienso", "yo creo", etc.
Podría haberse organizado el orden en que presenta los participantes de modo.que fuera de
"nosotros" a "se", y que la parte de adverbios se moviera de "cuando" a "de una vez", las
construcciones metalingüísticas podría haberlas dirigido de otro modo, y elegir las referencias a la
felicidad yendo de lo concreto a lo más abstracto.
Sin embargo, nada de eso ocurrió, y ése es precisamente el secreto de la coherencia de
este texto. No es un tipo de coherencia lógica, ni se trata de reglas gramaticales que darían
oraciones perfectamente gramaticales con otras combinaciones en el eje sintagmático. El tipo de
coherencia que notamos aquí es estrictamente discursivo. Revela una organización semántica
que muestra que las elecciones no se hacen individualmente, sino en pasos mucho más grandes
de lo que, en general, se ha supuesto, y que son los que influyen sobre cada elección particular.
Creo que la hablante va eligiendo lo que dice. Pero una vez que eligió un camino, un
trayecto, está prácticamente limitada a continuar ahí. Los cambios requieren un gran aparato
lingüístico y paralingüístico. Es decir que, una vez que tomó el paso de decir "la felicidad no sé si
es algo que se consigue de una vez", ha perfilado un camino que tiene que seguir.
Quisiera empezar citando parte de un poema del poeta uruguayo Mario Benedetti. El
poema se llama "Hagamos un trato". Y dice "Compañera/ usted sabe/ que puede contar conmigo/
no hasta dos/ o hasta diez/ sino contar conmigo./ Pero hagamos un trato/ yo quisiera contar/ con
usted/ es tan lindo/ saber que usted existe/ uno se siente vivo/ y cuando digo esto/ quiero decir
contar/ aunque sea hasta dos/ aunque sea hasta cinco/ no ya para que acuda/ presurosa en mi/
auxilio/ sino saber/ a ciencia cierta/ que usted sabe que puede/ contar conmigo".
¿A qué viene este poema? ¿Cuál es su pertinencia en esta clase? La pregunta nos sitúa en
el área de qué es lo apropiado en determinadas circunstancias. Y esta área forma parte de la
pragmática.
El tema plantea grandes dificultades porque hasta ahora ha sido tratado como lo que es
apropiado o lo que viene al caso en términos de oraciones dentro del discurso. Hay todo un
movimiento dentro de la lingüística oracional que se preocupa por las condiciones de verdad de la
oración, es decir, se preocupa por si se corresponde con el estado de cosas a las que se refiere y
sobre las que predica.
De las condiciones de verdad a las condiciones de felicidad o sinceridad o a lo apropiado,
hay un paso. Una oración puede contener una verdad, pero puede suscitar, como seguramente
suscitó la cita del poema de Benedetti, una duda respecto de "a qué viene".
La lingüística pragmática tiene una deuda enorme con la filosofía, pero lo que nos interesa
a nosotros en este momento es la incorporación de la pragmática al análisis del discurso.
Una de las nociones técnicas fundamentales con las que nos vamos a manejar es la noción
de presuposición. Y un concepto mucho más vago y que a mi personalmente me resulta muy
interesante, es el concepto de "inferencia". Nos vamos a mover dentro de la relevancia nos va-
mos a manejar con la idea de presuposición y nos va a interesar el proceso de inferencia. De este
modo nos introducimos en lo que considero que es el tema central de este curso y que se
relaciona con lo que es producción y comprensión del discurso.
Deidre Wilson en Presupposition and Non-Truth Condilional Semantics, un trabajo de 1975,
dice que "presuposición es un término que está muy de moda" y a continuación agrega "hagamos
citas de lo que distintos autores han dicho que es la presuposición".
Lakoff G., el semántico generativista, dice "uso el término presuposición con el significado
de lo que debe ser verdad para que la oración sea verdadera o falsa". En esta definición hay una
distinción entre las condiciones de verdad y las condiciones de falsedad. Es decir, hay oraciones
que requieren que algo no dicho en la oración —dice— sea verdadero para que pueda decidirse
el valor de verdad o falsedad de la oración.
Langedoen y Savin dicen: "por presuposición queremos decir la expresión de las
condiciones que deben ser satisfechas para que la oración como un todo sea una afirmación, una
pregunta, una orden, etc." Estos autores están haciendo referencia, más bien, al tipo de condi-
ciones de las que hablaba Searle. Es decir, presuposición es para ellos todo lo que Searle lista
como "condiciones" de los actos de habla, por ejemplo, para la promesa, que enuncie un acto
futuro, que no sea obvio que el hablante no lo va a hacer, que el oyente quiera que lo haga, que el
hablante sepa que el oyente quiere que lo haga, etc.
Flllmore dice: "para mí los aspectos presuposicionales de una situación de comunicación de
habla son aquellas condiciones que deben ser satisfechas para que un acto elocutivo en particular
sea llevado a cabo eficientemente, mediante la emisión de oraciones específicas". Fillmore insiste
en que son aquellas condiciones que hacen que el acto elocutivo sea logrado pero que lo sea
mediante la emisión específica. Es decir que en su definición relaciona mucho más que
Langedoen y Savin las condiciones con la emisión. No solamente tienen que darse las
condiciones para que alguien haga una promesa que resulte una promesa, aunque diga cualquier
oración, sino también condiciones necesarias para decir una promesa junto con una emisión
lingüística que signifique una promesa.
Una definición de Lakoff: "mostré que para las oraciones no tiene sentido preguntarse si son
o no son gramaticales en un sentido absoluto, sino sólo preguntarse si son gramaticales con
respecto a ciertas presuposiciones".
Keenan: "En general quiero considerar que las presuposiciones de una oración son esas
condiciones que el mundo debe tener para que la oración tenga sentido literal". Como se ve,
Keenan deja afuera los actos directos.
La definición de Kuroda me parece Interesante porque representa la posición de un
formalista, de un generativista que todo lo quiere incorporar a la gramática generativa: "la idea de
presuposición es la generalización correcta de la noción de restricción por selección". Esta es una
información que trae una gramática formal que indica, por ejemplo, para cada verbo cuáles son
los lugares de la secuencia en los que puede aparecer. "Y que más tarde —dice Kuroda— tiene
que ser incorporada en la teoría de la gramática". No ve como presuposiciones nada del mundo
externo, nada de las condiciones necesarias para llevar a cabo ciertos actos elocutivos, sino
propiedades que tienen que ver con los ítems lexicales mismos, que restringen sintácticamente su
ocurrencia.
Me Cawley, el autor del libro Treinta millones de teorías de sintaxis sostiene que "la emisión
Todos los unicornios tienen cuenta en el Chase Manhatan Bank' no es feliz sólo porque viola la
presuposición de que no hay unicornios".
Y por último, Muraki dice: "en un sentido más amplio —a mi parecer, demasiado amplio—
una presuposición es lo que tiene que darse por supuesto para que una emisión tenga
significado".
Dentro de los estudios del análisis del discurso es frecuente encontrar este tema de si una
oración puede ser verdadera o falsa, de acuerdo a que se cumpla o no la presuposición; de si un
acto elocutivo puede ser logrado o no logrado, de acuerdo a que se den las condiciones
preparatorias. Siempre se está hablando de emisiones. Aunque es análisis del discurso, se está
preguntando si dentro del discurso esta emisión es verdadera, es apropiada, etc. Y la pregunta
que nunca se hace, y que yo traté de sugerir, es si el discurso es apropiado.
Aquí surge el asunto, por ejemplo, de cómo se inserta en la situación de esta clase el
poema que cité. Además de que se inserte o no, es importante señalar qué tolerancia tiene la
situación para la inserción de cierto discurso, y además, cómo se puede crear con el discurso la
situación. La situación condiciona, pero el que habla también crea situaciones. Al leer el poema,
por ejemplo, la situación fue modificada y la clase dejó de ser una clase claramente de lingüistica,
se transformó en una clase que empezó con un poema que al no ser objeto de un análisis, no fue
utilizado como se utilizaría un poema en este tipo de curso. Las condiciones para citar un poema
en una clase de lingüística que sea relevante para la clase, son que después se lo analice, etc.
Pero pese a que no se hizo nada de eso es posible decir que hay algún tipo de relación entre la
lectura del poema y la clase.
En el artículo "Implicatura convencional" de Karttunen y Peters hay una nota que da las
definiciones más claras que encontré sobre qué son implicaturas conversacionales,
particularizadas, generalizadas y convencionalizadas. Son conceptos sobre los que hay que
trabajar mucho para comprenderlos claramente.
Karttunen y Peters dicen: "una implicatura en términos de Grice significa lo siguiente: si la
emisión de una oración, o si una emisión lingüística, llamémosla 0en un contexto dado —y esto
es fundamental en la noción de presuposición pragmática; pragmático prácticamente puede
reemplazarse ' en contexto'— permite, da lugar, a la inferencia de que p, siendo p una
proposición, aun cuando la proposición p esté mucho más allá y por encima de lo que el hablante
dijo, entonces decimos que el hablante ha implicado p en el sentido de que p es una implicatura".
Uno de los ejemplos clásicos de la semántica generativa es el siguiente: a la pregunta
"¿Dejó Juan de pegarle a su mujer?" no se puede contestar ni si ni no sin llevar a la Implicatura
de que Juan le pega o le pegaba a su mujer.
Este es un tipo de implicatura. Pero Grice distingue dos tipos distintos. Una es
"conversacional" y la otra "convencional". La primera es la que tiene que ver con ias máximas de
Grice. Las implicaturas conversacionales surgen de violaciones de algunas de estas máximas y
estas violaciones pueden ser deliberadas y pueden no serlo. Al decir que surgen de las máximas
Grice quiere decir que parten del supuesto de que la conversación es cooperativa. Si la
conversación es cooperativa se sigue que los participantes observan ciertas máximas que rigen la
conversación.
Las implicaturas conversacionales, siempre de acuerdo a Grice, se dividen en
particularizadas y generalizadas. Esta división, para decirlo muy simplemente, tiene que ver con la
conexión entre la emisión lingüística y el contexto.
Cuando están realmente conectadas con el contexto más cercano a esa emisión lingüística,
tenemos implicaturas conversacionales partimos suelta, mucho más lejana. Pero sin embargo, del
supuesto de esa actitud cooperativa, del supuesto de que se están obedeciendo las máximas se
siguen inferencias. Este tipo de inferencias son implicaturas generalizadas.
Las imlicaturas convencionales son mucho más independientes del contexto y tienen que
ver con la presencia en la emisión de cierto material lingüístico. El ejemplo que ha sido discutido
en primer lugar y que sigue siendo tal vez el más claro, es el de la forma inglesa even, que para
nosotros es "incluso". Si yo digo, "Incluso Juan fue a visitar a María" hay por lo menos dos
presuposiciones. Una es que hubo otra gente que fue a visitar a María y otra es que es difícil que
Juan sea el tipo de persona que va a visitar a María.
Para los lógicos, el valor verdad de esta oración permanece inalterado se saque o se ponga
el "incluso". Si Juan fue a visitar a María el estado de cosas contra el que tenemos que medir el
valor verdad o falsedad de está emisión es Juan fue a visitar a María y ésta es una emisión ver-
dadera. Si decimos "Incluso Juan fue a visitar a María" no hay nada contra lo cual medir las
condiciones de verdad del "incluso".
Hay un libro, editado por Colé, que se llama Radical pragmatics en el que se trata de
formalizar todas estas observaciones. Se quiere lograr un modelo de tipo lógico matemático que
conecte lógica, deductivamente la proposición "Incluso Juan fue a visitar a María" con las pro-
posiciones "Todos fueron a visitar a María" y "Es poco probable que Juan fuera a visitar a María".
Esto plantea toda una serie de problemas. Supongamos que Juan no fue a visitar a María. En ese
caso, yo me puedo acercar al hablante que me dijo "Incluso Juan fue a visitar a María" y decirle
"¿Por qué me mentiste?". La seguridad con que se lo puedo decir es muy distinta de la que podría
tener para decirle, por ejemplo. "¿Por qué me dijiste que todos fueron a visitar a María?" o "¿Por
qué me dijiste que era poco probable que Juan visitara a María?". Cuando alguien dice "Incluso
Juan fue a visitar a María", si distinguimos, como se hace en pragmática, entre la afirmación y la
presuposición, debemos afirmar que la proposición, desde el punto de vista del contenido
proposicional, es "Juan fue a visitar a María". Y que "incluso" es un desencadenado!", un
indicador de que hay presuposiciones. Está claro que las dos presuposiciones son que todos los
demás fueron y que no era esperable que él fuera. La evidencia adecuada ¿hasta dónde se
aplica? Es decir, ¿el hablante debe proveer evidencia adecuada para lo que no dice pero el
oyente necesariamente entiende? Es un problema muy interesante.
Más de una vez me ha sucedido que me dijeran cosas tales como: "Incluso Fulano estaba
en el cine" y yo contestara "Ah, ¿Fulano no va mucho al cine?", "Sí, va" me decían. "Pero dijiste
'incluso' ", replicaba yo. La respuesta final era más o menos siempre la misma: "No te agarres de
las palabras". En términos técnicos lo que se me decía es que la máxima de Grice exige que el
hablante provea evidencia adecuada sólo de lo que afirma, no de lo que hace suponer. Si Juan no
hubiera ido al cine, la cosa se resolvería fácilmente.
La discusión al respecto es prácticamente imposible no por la imprevisión con que Grice
formula la máxima, sino por la imprecisión con la que nosotros, los conversacionalistas, los seres
humanos que conversamos tenemos respecto de la máxima necesidad de proveer evidencia; no
está claro cuál es el alcance de esa evidencia.
Otro ejemplo. Si alguien dice en francés "J'ai mangé de la vlande" y la situación es que se
comió toda la carne que había en la casa, desde el punto de vista de una implicatura
convencional, directamente codificada en el lenguaje. Porque "J' ai mangé de la viande" puede
llevarme a decir "¡Ah, qué buena idea! Entonces yo también voy a ir a comer carne". Lo mismo
sucedería con la expresión en español "Comí carne" a la que podría contestarse "Ah, qué buena
idea, yo también voy a comer carne". Cuando en realidad, si vacío la heladera, se impone que di-
ga "Me comí (toda) la carne".
Lo que es muy importante en la posición de Grice es que presenta todas esas máximas
como algo que si bien está muy en evidencia e importa mucho para la comprensión del habla,
tiene un carácter un poco peculiar, en el sentido de que son máximas que con distintas formula-
ciones rigen prácticamente la conducta racional. En un sentido más restringido rigen todo acto de
cooperación, pero lo rigen de un modo racional. No es que de hecho, cuando la gente habla,
supone que el otro está dando la información necesaria o supone o trata de hacer creer que lo
que dice es relevante. Pero dados los propósitos que se tienen al conversar es razonable que sea
asi.
Las reglas se dan como máximas: si quiere conversar haga esto, haga lo otro. Si, además,
al hablar se desea llevar a cabo todas esas acciones especificadas por la teoría de actos de
habla, como dar información, influir sobre los demás, aconsejar, persuadir, preguntar, dar
órdenes, etc., es razonable que los hablantes acepten el principio de cooperación. De ese
principio de cooperación se sigue que es razonable que acepten ese tipo de máximas. Esta es
una posición racionalista de la conducta humana.
Hay otro problema que sólo puede entenderse en base a las máximas: dos personas
pueden estar cooperando en una conversación con fines totalmente distintos. En este caso, no
sólo sucede que las palabras tienen significados distintos para uno y otro, sino que también tienen
distintas opiniones sobre sí mismos, sobre la vida, sobre la situación. Entonces, cuando yo digo,
por ejemplo, "Incluso Juan fue a visitar a María" puedo estar basándome en el hecho de que
pienso que Juan es alguien realmente egoísta, indiferente que no es capaz de ese tipo de ac-
ciones. Y mi interlocutor puede tener una idea completamente distinta de Juan, como alguien
muy .dedicado a los demás. Además, ambos podemos haber tenido distintas experiencias con
Juan. Cuando digo la frase "Incluso Juan fue a visitar a María" para mí está motivado el "incluso"
por mi visión de Juan. Pero el otro puede decirme "¿Por qué decís eso, por qué 'incluso' si Juan
es un tipo que siempre iría a visitara un amigo?" Y ahí entonces entraríamos en una discusión,
aunque haya total acuerdo con el significado de la palabra.
Porque la lengua lleva necesariamente a tales impiicaturas convencionales, podemos
discutir si una oración es apropiada o no. Un tema sobre el que la gente habla (al menos en
nuestras comunidades lingüísticas), es sobre lo apropiado de decir algo. Las reglas que
determinan lo apropiado de decir algo incluyen la opinión formaía sobre todo lo circundante. El
análisis lingüístico hay que frenarlo en el punto en el que se predice que A y B tienen una distinta
visión sobre la verdad o falsedad de las presuposiciones. B puede desafiar u objetar a A su
afirmación y nada más. De otra forma no hay modo de acotar la tarea lingüística. Lo que no quiere
decir que sí alguien se propone hacer un análisis ideológico del discurso no deba situarse
precisamente en el lugar que yo propongo abandonar.
Según Grice el hablante puede violar las máximas especialmente en las imprimaturas
convencionales.
Cuando se produce esa violación uno puede acusar al hablante de engañar o confundir
intencionalmente. Pero el hablante puede también decir algo que no es verdad y puede hacerlo
poniendo en evidencia por medio de la entonación o de otro recurso que lo que dice no es verdad.
En ese caso estamos en algún tipo de implicatura, no se puede acusar de engaño. Pero si se viola
la máxima, por ejemplo, la máxima que pide que se diga la verdad sin dar ninguna indicación de
que esa máxima está siendo violada, el hablante puede ser acusado de estar engañando.
Al respecto cito un episodio gracioso ocurrido hace unos minutos en el bar: vino el mozo y le
dijimos: "traiga una Sprite y dos vasos"; otra persona que estaba en la mesa dijo "a mí tráigame
un café cortado, pero con una sola taza". El mozo se fue riéndose. La violación de la máxima de
no dar más información que la necesaria fue obvia, y el efecto fue cómico.
Goffman, que estudió mucho estos problemas, se diferenciaba del común de los
investigadores en que en vez de estar a la espera de estas situaciones las provocaba. Lo que
hacía, por ejemplo, era acercarse a alguien por la calle y pedirle que le indicara cómo llegar a un
lugar cercano pero de acceso bastante complicado. Entonces la persona decía "usted toma por
aquí, sigue por allí, sigue para el otro lado". El contestaba "muchas gracias", se daba vuelta y
salía para el lado contrario. Un ayudante tomaba nota de la situación. O por ejemplo, se acercaba
a pedirle información a un extraño. Ahora bien, lo que se espera es que cuando el extraño
termina de dar la información, el que preguntó salga caminando rápidamente o se quede más
atrás, pero que se aleje. Lo que Goffman hacía era seguir caminando al lado. Esta conducta lleva
a reacciones muy variadas. La gente daba señales de incomodidad, cruzaba con la luz roja, o
simplemente lo enfrentaba para decir: "Bueno, ahora ¿qué quiere?". Es muy probable que haya
una reacción. Goffman lo hacía porque el mejor modo de descubrir las reglas que regulan la
conducta es observar qué sucede al violarlas. Es decir, para descubrir que hay una regla que
exige que uno se aleje luego de pedir información, el único camino posible es violarla.
Hay casos en que se puede no respetar una máxima pero dejar bien claro que no se la
respeta, con lo cual se obliga al oyente a que interprete por qué no se la respeta. El caso típico
es cuando el hablante aclara "no puedo decir más"; se está dando menos información de la
necesaria, pero el oyente no se puede quejar porque se le está permitiendo inferir algo nuevo.
Otra situación que puede darse, y es muy común, es que al hablante se le plantee un
conflicto entre máximas. Es decir, que se le plantee un conflicto, por ejemplo, entre la máxima de
cantidad y la máxima de relevancia, o entre la máxima de cantidad y la máxima de calidad, o
entre la máxima de calidad y la máxima de manera. Hay momentos en que para limitarse a decir
sólo aquello para lo cual tiene evidencia adecuada, debe violar la máxima de dar toda la
información que es necesaria, porque a veces no se tiene evidencia para toda la información que
es necesaria. El ejemplo que Grice da, y que es bastante claro, es que A y B están planeando un
viaje por Europa. A quisiera visitar a C siempre que le quede en camino, que no sea un desvío
obligado. A le pregunta a B dónde vive C y B le contesta "Por el sur de Francia". "Por el sur de
Francia" no satisface la cantidad porque no le da la idea de si eso significa un gran desvío o no,
no es información suficiente. Pero si B no tiene mayor información sobre el lugar en el que vive C,
si contesta más, está contestando algo para lo cual le falta suficiente evidencia.
Esta situación es muy frecuente y es muy importante para estudiar en distintos tipos de
discursos cómo los hablantes van eligiendo cuáles máximas respetar y cuáles violar, sabiendo
que todas aquellas que descuiden van a llevar a determinadas impiicaturas.
De ahí todos los comentarios sobre lo que se está diciendo: "cómo tomar lo que yo digo". Y
de ahí también que cualquier posición que considere que la lengua es sólo para transmitir
información sea tan reducida.
Es muy interesante ver en español cómo juega el subjuntivo respecto del Indicativo, y
muchos otros recursos, tales como el uso del condicional o del conector "o" con fines distintos de
los que se le atribuyen tradicionalmente.
Un hablante o un creador pueden violar ostensiblemente las máximas. Detrás de esta
violación ostensible está todo lo que se estudia como la ironía, la metáfora, etc. No es el caso de
la mentira, que es el de la violación manifiesta.
En una implicatura convencional, el modo de razonar de Grice es el siguiente: "El oyente
está ante el hablante que acaba de decir una proposición con 'incluso' o con el 'sí' o con el 'o', etc.
El hablante dice lo que vamos a llamar p, una proposición. Y el oyente razona, más o menos de
este modo: dijo que p; segundo paso no hay motivo para suponer que no está observando (esto
es importante) las máximas, o por lo menos el principio de cooperación. No puede hacerlo si no
es que piensa q". Por ejemplo en el caso de "Incluso Juan fue al cine", el hablante no puede hacer
tal afirmación si no piensa que Juan es el tipo de persona que no va al cine. "Sabe (sigue diciendo
el oyente) y sabe que sé que sabe que la suposición de q es requerida". Sigue pensando el
oyente: "no ha hecho nada el hablante para impedir que yo piense q, es decir, para impedir que
yo piense que a Juan no le gusta ir al cine". Sigue pensando: "entonces tiene la intención de que
yo piense o al menos está dispuesto a dejarme que piense que q, por lo tanto ha implicado q."
El proceso de la comunicación
El cuadro que sigue representa, creo que en modo muy elocuente, el problema de la
comunicación. Está tomado de un libro de Lindsay y Norman del año 1977, que se llama Human
Processing.
Si lo entendemos cabalmente, de algún modo lo habremos dramatizado, es decir, habremos
sentido que los protagonistas podríamos haber sido nosotros.
En los dos primeros cuadros aparecen dos personajes, uno se llama Alicia y el otro se llama
Luis. Y en esa especie de globitos, donde se suele poner lo que se dice en las historietas, están
especificadas las estructuras iniciales de conocimiento de una y otro. Ambos personajes están en
el paso previo al comienzo de una conversación. Cada uno tiene una serie de relaciones
particulares con el mundo, con la gente;
cada uno tiene distintos sentimientos. También tienen algo en común: un marco, un
guión y ciertos conocimientos lingüísticos.
De acuerdo al dibujo, en esta etapa, Alicia y Luis sólo tienen en común respecto del
tema que se va a tratar las relaciones que forman el rectángulo exterior. Es decir, que
tanto Alicia como Luis conocen las relaciones que existen entre A y B y F, entre B y C,
entre C con D y E y también la relación entre E y F. Eso lo saben ambos.
Alicia empieza la conversación describiéndole a Luis la relación entre B y A y F.
Esta información está en las estructuras iniciales del conocimiento de -Luis, por lo cual él
piensa "¿y esto a qué viene?" y contesta "¡ya lo sé!". Alicia da un salto en la conversación
y le dice: "lo que me interesa es hablar de la relación que conecta W con U y B, y, por
otro la-
do lleva a X". Estas variables no están relacionadas con ninguno de los puntos de las
estructuras cognitivas de Luis por lo que éste se fastidia y le dice "no sé de qué hablas". Lo que le
sucede es que no puede relacionar nada de lo dicho por Alicia con lo que está en sus estructuras
iniciales. de conocimiento. Ella le replica "no, pero fijate, vos tenés F y, si vos pensás bien, de X
que tanto lleva a Y como a Z, uno después de Y puede pasar a F". Luis dice "eso me parece
razonable" porque tenía conocimientos sobre F y puede entender que se llegue a F de la forma en
que Alicia lo explica. Ella continúa: "bueno, pero a X, como te decía yo antes, se llega a través de
un U y un B que llevan a W que desemboca en X". Y él concluye con un "¡no me digas!".
Creo que en este cuadro está claramente representado el proceso de comunicación. Y los
autores agregan: "las comunicaciones cubren un espectro que va de lo que los oyentes ya saben,
y en ese caso aburre, o presentan ideas tan nuevas y originales que los oyentes carecen de me-
dios para incorporarlas en sus estructuras de conocimiento". (Para el que enseña, este espectro
es terriblemente frustrante porque en todo curso casi es una garantía que algunos oyentes se
aburrirán y otros estarán perdidos. Las únicas excepciones son cuando todos se aburren o todos
están perdidos.)
Entre los lógicos y lingüistas hay un acuerdo sobre cuáles son las condiciones generales
que debe tener una teoría semántica. Estas condiciones son cuatro:
a ) Una teoría semántica tiene que ser capaz de predecir el significado de cualquier
oración.
Puede haber distintos modelos, pero aquel que, dado algún tipo de representación, no
pueda predecir el significado de una oración, no puede ser aceptado como una teoría
semántica. Esa condición tiene algunos requisitos en cuanto a cómo debe predecir el
significado. Debe hacerlo sobre la base del significado de los ítem lexicales y de las
relaciones sintácticas que se obtienen entre esos ítem lexicales.
Por ejemplo, ya hemos dicho que la estructura profunda es un objeto sintáctico y que
el componente semántico lo interpreta. El componente semántico es una teoría semántica
porque le va asignando significados a cualquier oración. Y lo hace sobre la base del
significado de los ítem lexicales archivados en un léxico y del significado que toman esas
relaciones sintácticas expresadas por la estructura profunda.
Además, cuando una oración tiene más de un significado, la teoría semántica debe ser
capaz de indicarlo y de proveer tantos significados como haya. Lo que va a variar de una
teoría a otra es el modo en que lo haga.
b ) Toda teoría semántica formalizada debe tener un conjunto finito de reglas tal que
permita asignar significados, interpretar o predecir el significado del conjunto infinito de
oraciones.
Dado que el lenguaje es un conjunto infinito de oraciones resulta inabarcable la idea de
proveer una interpretación para cada una, es decir tener una lista infinita de interpretaciones
semánticas. Tampoco serla viable una teoria semántica que interprete o asigne significados a
un conjunto arbitrariamente elegido de ese conjunto infinito de oraciones.
c ) Una teoría semántica debe ser capaz de separar el conjunto de las oraciones que
semánticamente no son desviantes ni anómalas del conjunto de las oraciones que son
anómalas.
Esto es equivalente a lo que el componente sintáctico opera respecto de la
gramaticalidad, es decir, la noción de bien formado.
Dentro del conjunto infinito de oraciones debe distinguir dos conjuntos infinitos, el de
las oraciones semánticamente bien formadas y el de las oraciones semánticamente mal
formadas, por ejemplo oraciones contradictorias como "Juan está corriendo pero está
caminando".
d) Una teoría semántica debe poder predecir relaciones entre oraciones.
Las relaciones que debe predecir son sinonimia, implicación, etc. Las relaciones entre
oraciones pueden manejarse de dos modos distintos:
• de acuerdo con las presuposiciones y la pragmática.
• recurriendo a las condiciones de verdad, que ha sido el modo tradicional de la
semántica formal, de la semántica que se basa en la lógica de los valores de verdad.
Oraciones como "El pizarrón es verde" tienen ciertas condiciones de verdad ¿Qué quiere
decir que tiene ciertas condiciones? Que hay una elación entre el contenido proposicional y
el mundo, tales que, si se da una coincidencia entre lo estipulado, lo aseverado por esta
proposición y las condiciones que se dan en el mundo, esta oración toma valor verdad.
Entonces, una cosa son las condiciones de verdad, que son las condiciones que tiene
el referente, tales que la oración tiene que hacer juego con ellas para tomar valor verdad, y
otra cosa es el valor que toma la oración. Si se dijera "El pizarrón incoloro", esta oración
tomarla valor falsedad. Las condiciones de verdad para que el pizarrón sea incoloro no están
presentes en la realidad. Si se relaciona esta oración con estas condiciones de verdad, el va-
lor que toma la oración es el de falsedad.
Las tablas de verdad se manejan con esta lógica. Estas tratan fundamentalmente de cómo
se combinan los valores de falsedad y de verdad mediante los llamados conectores lógicos. Por
ejemplo, algo que es verdad combinado con algo que es verdad da como resultado algo que es
verdad. Si se dice algo, está aquí o no está aquí, la proposición entera es verdad. Luego las cosas
se complican.
Remitiéndonos al cuadrito con el que ilustramos el proceso de la comunicación, nos
encontraríamos en la etapa en la que uno de los hablantes dice: "me parece razonable". Es decir,
hay algo que se entiende, que ya se sabe. Entonces, es posible dar un paso más y entrar en otra
relación: si esto es verdad, puede implicar que haya otra oración que sea verdad.
Se puede decir que S-i —S2, cada vez que Si es verdad, S2 es verdad. Entonces entre S-i y
S2 hay una relación que en inglés se llama en- tailment y que con mucho cuidado yo llamarla
implicación.
Vamos a analizar dos oraciones que están en una relación de este tipo pára ver lo que
pasa, cuando se cambian los valores de una y de la otra.
El ejemplo que vamos a tomar es: Juan es más alto que Pedro (S-|) y Pedro es más bajo
que alguien (Sg). Con respecto al "y" es posible decir "Juan es más alto que Pedro" y "Pedro es
más bajo que alguien", y las dos afirmaciones siguen siendo verdad, con respecto ai "o".
Pero veamos qué pasa con respecto a este —», qué pasa si S-j es verdad, si Juan es más
alto que Pedro. Si se pueden establecer las condiciones de verdad de "Juan es más alto que
Pedro", esta afirmación to-, ma'valor de verdad. Aquí hay una relación de entailment, de
implicación, lo que quiere decir que si S-| toma valor de verdad, la otra oración, necesariamente,
toma valor de verdad. No puede haber una relación de implicación, no puede suceder que se
juegue con las tablas de verdad y que se pueda afirmar que Juan es más alto que Pedro pero
Pedro no es más bajo que alguien. Ahí habría una contradicción, se trataría de una ano- malla
semántica que la teoría tendría que detectar.
Lo que dice la teoría es que si S-| es verdad, S2 es verdad. Pero agrega aún más. Dice que
si S2 es falso, S-| es falso. Pero si se parte de que S-| es falso, ¿qué pasa con S2? ¿Es verdadero
o falso?
Nos encontramos todavía en el terreno de la lógica. Lo visto no tiene nada que ver con las
intuiciones del hablante, por lo tanto no está relacionado con la pragmática.
Para hacer un poco de historia, diremos que estos planteos comenzaron con Russell en
1965 y obtuvieron una respuesta de Strawson en 1950. Este introdujo la idea de presuposición
lógica.
Russell daba el siguiente ejemplo: "El rey de Francia es calvo"
En esta cláusula según él había dos afirmaciones:
a) Hay un rey en Francia.
b) Es calvo.
Si a) es falsa, necesariamente b) es falsa.
Strawson dio una respuesta a este planteo en el terreno de la lógica, a la vez que al hablar
informalmente sobre cosas tales como lo que el hablante cree y lo que supone que el oyente cree
abrió el camino para lo que luego abordaremos con el nombre de presuposición pragmática.
Respecto del problema planteado por Russell, Strawson indicó que entre (a) y (b) hay otro
tipo de relación diferente de la señalada. Es decir que hay una diferencia entre un entailment y
una presuposición.
Tomemos el siguiente ejemplo:
"Juan es un buen marido" ($1) y propongamos que S-j está en relación de
presuposición con: "Juan es un hombre" (S2)'
Si S-| es verdad y presupone a S2, S2 también es verdad. Es decir, si "Juan es un buen
marido" es verdad, "Juan es un hombre" es verdad.
51 S2 es falso, es decir si Juan no es un hombre, S-] es falso. Y aquí la relación entre
entailment o implicación y presuposición se acabó. S2 es una condición necesaria para que S-j
sea verdad. Juan no puede ser un marido si no es un hombre.
52 es una condición necesaria pero n©suficiente para que S-| sea verdad. Es decir, si
Juan no es un hombre no puede ser un buen marido. Pero puede ser un hombre que sea soltero,
o que tenga cinco años y en tal caso no podría ser un buen marido.
Con S-i pasa lo contrario, S-) es una condición suficiente para que S2 sea verdad. Basta
con que sea buen marido para que sea hombre. Pero puede ser un pésimo marido, puede no ser
un marido siquiera e igual ser un hombre. Por eso, es una condición suficiente, pero no
necesaria.
En el primer caso se establece una relación en la que hay una condición necesaria pero no
suficiente. En el segundo, sucede a la inversa. Hay una relación en que la condición es suficiente,
pero no necesaria. La diferencia entre entailment y presuposición radica en las consecuencias
que va a tener el hecho de que S2 sea falsa y en las que va a tener el hecho de que S-| sea falsa.
Remitiéndonos al ejemplo anterior, diríamos que si es falso que Pedro es más bajo que
alguien, es falso que Juan es más alto que Pedro. En el entailment se da que si S2 es falsa, S-]
también es falsa.
Pero si es falso que Juan es un hombre, a lo que enuncia S-| no se le 'puede asignar ni
valor verdad ni valor falsedad. No es posible aplicar condiciones de verdad porque negamos la
verdad de la presuposición.
Entonces aquí surgen distintas propuestas. Una es recurrir a lo que se llama una lógica de
tres valores que, pese a ser útil en lógica, aplicada a las lenguas naturales crea muchísimos
problemas. En el campo de las lenguas es difícil decir que una cláusula toma un valor que no es
de verdad ni de falsedad, lo cual es una consecuencia de que S2 sea falsa. De todos modos es
claro que esto se aparta del entailment.
De esto se deriva una pregunta muy interesante. ¿Qué pasa entonces si S-| es falsa? ¿Qué
puede ser S2? Sólo puede ser verdadera, porque si no es verdadera, Si no puede ser falsa, no
puede tomar ningún valor. Es decir, es posible afirmar que Juan no es buen marido, lo que quiere
decir que Juan es un hombre. Si S-| es verdadera o si S-| es falsa, S2 tiene que ser verdad.
Porque si S2 es falsa, S-i no puede ser ni falsa, ni nada.
La presuposición pragmática se introduce en lingüística mediante la teoría de Actos de
Habla y consiste, para decirlo de un modo muy general, en una serie de condiciones que deben
darse para que un acto de habla resulte apropiado, feliz, sincero, etc. La presuposición pragmática
incluye a la presuposición lógica (a la que también se llama presuposición semántica). Una de las
cosas que hacen que lo que se dice sea apropiado es, precisamente, que no sea semánticamente
anómalo.
Pero desde el punto de vista de la presuposición pragmática también se considera lo que el
hablante cree y además lo que el hablante cree que el oyente cree. Como dice Karttunen, hay una
especie de base común con la que se manejan oyentes y hablantes, hay una serie de creencias
que son necesarias para que el hablante pueda producir una emisión y esa emisión constituya un
acto elocutivo logrado. Todas esas condiciones son presuposiciones pragmáticas, pero como
éstas hacen a la presuposición semántica, se plantea el problema (una discusión, a mi modo de
ver, un poco infructuosa) de por dónde pasan los límites entre la semántica y la pragmática.
El significado no natural
Aparte de haber contribuido con el principio de cooperación y con las máximas, Grice
ofreció una definición de lo que llamó significado no natural (n.n.) que constituye la segunda parte
de su teoría. El n.n. es el significado del hablante. Grice no está interesado en el significado de la
oración sino, precisamente, en el significado del hablante. Y esto trae serias consecuencias para
la semántica.
Un modo natural de significar es, por ejemplo, si yo siento que me estoy por desmayar,
dejar ver que estoy pálida para que se den cuenta y hagan algo. Un modo no natural es decir "Me
desmayo"!
La definición que Grice da de n.n. es básicamente la que ya se ha visto en otro punto: el
hablante piensa que p y de algún modo tiene que lograr que el oyente piense que p. A eso él
llama significar que p. Pero un poco más formalmente la definición que da es la siguiente: "En
cualquier ocasión específica un hablante H produce una emisión x con la intención de indicar p".
Produce x para indican, que es el contenido proposicional. Por ejemplo, para indicar la proposición
p "Hoy hace un lindo día", produce la emisión lingüística x.
Pero según Grice, este significado no natural que es el lenguaje humano se da en varios
pasos. El primero consiste en que el hablante debe pensar que x tiene algún rasgo, vamos a
llamarlo f, alguna característica, algo que lo hace reconocible por el oyente como x. Por ejemplo,
en "Hoy hace un lindo día" uno de los rasgos puede ser la presencia de ítem lexicales con ciertos
significados. Aunque tiene más de un rasgo, en general tiene un significado lingüístico, x tiene un
rasgo i. Entonces lleva a pensar al oyente que x tiene f.
En el paso dos se verifica que lo que quiere el hablante es que el oyente piense que el
hablante tiene la intención de que el oyente piense que x tiene el rasgo f. El oyente tiene que
pensar, tiene que darse cuenta de que el hablante tiene la intención de que el oyente piense que
x, esa emisión, tiene un rasgo f.
El tercer paso al que apunta este hablante cuando significa de un modo no natural es que,
retomando el ejemplo del desmayo, el oyente piense que f de algún modo está relacionado con c,
con el estado que produce el creer p, es decir, la proposición "Me desmayo".
Resumiendo, el hablante dice x con la intención de que el oyente reconozca que en x hay
un rasgo f, y que ese rasgo está correlacionado con el contenido proposicional de p, de un modo
e. Y este modo es importante, en la medida en que podría haber tomado en cuenta otros rasgos,
por ejemplo el de que "Me desmayo" es una aserción y quedarse simplemente en eso, no actuar.
Todos estos pasos, según Grice, son necesarios para que el oyente crea que p. Y de hecho
el hablante cree que p.
Y así es como las máximas de Grice fundamentan su definición de significado. Hay una
máxima que propone dar por supuesto que el otro está diciendo lo que cree. Si el oyente piensa
que, en efecto, el hablante cree que p, tiene que pensar que entonces el hablante lo que está
intentando es que el oyente se dé cuenta de que el hablante cree que p. Lo que el hablante
quiere es que el oyente le crea que p.
La definición formal de significado no natural está basada en la idea de una convención, en
la idea de que es posible realizar todo este juego.
Proyección
En lógica se estudia qué pasa en los distintos casos de relaciones entre oraciones. Es
decir, no sólo tienen valores las proposiciones conectadas sino que hay una serie de reglas, las
tablas de verdad, que le asignan un valor total a la combinación resultante. En lingüística nos
enfrentamos con un problema semejante y tenemos que dar cuenta del hecho de que hay
oraciones incluidas dentro de otras oraciones.
Por ejemplo, en "Todos los hijos de Juan son calvos" la presuposición es que "Juan tiene un
hijo". Cuando nos movemos a "No sabe que todos los hijos de Juan son calvos", la presuposición
sube en el árbol y nos encontramos ante oraciones dominadas por nudos de oraciones. Hay una
presuposición para la oración que está más abajo y cuando vamos subiendo, también a esa
presuposición se la va subiendo y sigue siendo una presuposición para el total. Es como decir
que si teníamos una oración verdadera y otra verdadera, el total es verdadero. En este caso
tenemos una presuposición y un tipo de verbo matriz que toma la presuposición del total.
Otro ejemplo es "Si Pancho ha dejado de pegarle a Celia, entonces a Pancho ya no le
molesta la infidelidad de Celia". Acá la cosa ya es más compleja. "A Pancho ya no le molesta la
Infidelidad de Celia" presupone que Celia es infiel. Pero sube esa presuposición y dice que ha
dejado de pegarle a Celia y esa oración tiene la presuposición de que Pancho antes le pegaba. Y
"Si Pancho ha dejado de pegarle a Celia, entonces a Pancho ya no le molesta la infidelidad de
Celia" tiene la suma de todas las presuposiciones, de que Celia era infiel, que a Pancho le
molestaba y que le pegaba. Pero la que va subiendo siempre es que Celia es infiel, que Celia no
dejó de ser infiel. La presuposición es que Celia no dejó de ser infiel y simplemente se afirma que
a Pancho dejó de molestarle. Uno podría preguntar "¿Por qué Pancho habrá dejado de pegarle a
Celia?" Y se podría contestar con dos presuposiciones posibles: "Porque ya no le molesta", con lo
cual quedarla en pie la presuposición de que es infiel, o "Porque Celia ya no es infiel". En
cualquiera de los dos casos estarla la presuposición de que Celia fue infiel.
Esto es lo que hay que manejar muy bien en los análisis lingüísticos. En un momento todo
pareció sumamente fácil, todo era cuestión de sumar'. Se iba pasando de oraciones sueltas y se
las iba comentando en una oración compleja.
Morgan hablaba de una hipótesis acumulativa y sostenía que las presuposiciones se van
acumulando. Pero Karttunen observó que no es cierto que las hipótesis se vayan acumulando
siempre del mismo modo y que, de acuerdo a cuál sea la oración matriz, es posible distinguir
entre tres tipos de oraciones matrices en cuanto a cómo se comportan respecto de las
presuposiciones de sus complementos. No todos los verbos se comportan del mismo modo y
entonces va a depender del verbo matriz qué tipo de presuposiciones suban por el árbol. Propone
una distinción entre lo que él llama plugs que son algo así como enchufes, verbos matrices que
no dejan pasar ninguna presuposición (verbos de decir o verbos performativos, por ejemplo,
"lamentar", "comprender", "sorprender", etc.); agujeros, verbos matrices que dejan pasar todas las
presuposiciones; y filtros que dejan pasar algunas veces y no dejan pasar otras (todas las
oraciones con "si... entonces").
En "Juan dijo que Pedro dejó de pegarle a su mujer", para que "Pedro dejó de pegarle a su
mujer" pueda ser verdad, tiene que ser verdad la presuposición de que en algún momento Pedro
le pegaba a su mujer. Pero para que "Juan dijo que Pedro dejó de pegarle a su mujer" sea ver-
dad, no precisa para nada pasar esa presuposición. Juan puede haber dicho que Pedro dejó de
pegarle a su mujer porque quería evitar una especie de calumnia o por cualquier otro motivo.
Verbos como "advertir" constituyen otro caso. "Un locutor de radio advirtió hoy que la
inundación continuará su curso hasta Buenos Aries". Para que la inundación continúe su curso
hasta la Capital hay una presuposición de que hay una inundación y que esa inundación está
avanzando. Para que sea verdad que la inundación pueda continuar su curso hasta la Capital
tiene que haber una inundación avanzando, si no, no se puede hacer esa afirmación. Pero para
que sea verdad que un locutor lo anunció aunque sea un disparate, no es necesaria esa presu-
posición. La presuposición de la oración complemento quedó por su cuenta y tendrá o sus
propias presuposiciones o ninguna. La presuposición, por ejemplo, en este caso sería que exista
un locutor, lo que no tiene nada que ver con que haya inundaciones.
Supongamos que alguien dice "A Juan le sorprendió (verbo agujero) que Pedro llegara tan
temprano". En "Pedro llegara tan temprano" hay una presuposición de que Pedro llegó antes de
la hora esperada. Esa presuposición tiene que sorprenderlo realmente, porque si no, lo que lo
sorprende es algo falso. Es decir, Juan no puede ser sorprendido por el hecho de que Pedro llegó
temprano, si Pedro no llegó temprano y si no había una hora en la que tendría que haber llegado
y llegó antes.
Si yo digo, "Si la calvicie es hereditaria, entonces todos los hijos de Juan son calvos"
(construcción filtro) presupongo primero que Juan tiene hijos.- La presuposición de que son
calvos afecta a toda la condicional. Porque si la calvicie es hereditaria, todos los hijos de Juan
son calvos. Para que yo pueda sacar la conclusión de que todos los hijos de Juan son calvos de
la condición dé que la.calvicie es hereditaria, tengo que presuponer que Juan es calvo. Pero esa
es una presuposición que no se obtiene sumando, trayendo la presuposición anterior. De "Todos
los hijos de Juan son calvos" la única presuposición posible es que Juan tiene hijos. La otra es
una presuposición propia de la oración condicional.
Vamos a tomar otra oración "SI todos los hijos de Juan son calvos, entonces la calvicie es
hereditaria". .La presuposición de "Si todos los hijos de Juan son calvos" es que Juan tiene hijos.
La presuposición general de la oración condicional es "Juan es calvo". Y que "Juan es calvo" no
se logra por una acumulación de la presuposición de una de las cláusulas más la presuposición
de la otra.
Tomemos "Si Juan tiene hijos, todos los hijos de Juan son petisos" frente a "Si todos los
hijos de Juan son petisos, entonces Juan tiene hijos". Si decimos "Sí todos los hijos de Juan son
petisos, entonces Juan tiene hijos" la razón o una de las razones por las que esta oración puede
sonar rara es porque la presuposición de la primera cláusula la estamos haciendo complemento
de la segunda. Con "Si Juan tiene hijos, entonces todos los hijos de Juan son calvos", sucede a la
inversa, estamos presentando como prótasis explícita la presuposición del consecuente.
Entonces la diferencia entre las dos y la razón por la cual las dos son un poco extrañas es que en
la primera expresamos en la prótasis del condicional, la presuposición de la condicional, y en la
segunda expresamos en la apódosis del condicional la presuposición de la prótasis. Sin embargo,
muy a menudo se ve que una de las funciones de la prótasis del condicional es expresar la
presuposición. Se dice por ejemplo, "Si tal y tal cosa, tal y tal otra" cuando en realidad lo
expresado por la prótasis ya era una presuposición.
Esto es lo que Labov llama intensidad. ¿Por qué se repite? Porque el hablante no está
totalmente seguro de que puede prever que el otro va a prever que él va a prever. O tal vez no es
que no está seguro del todo, sino que quiere dar una imagen de que es tan cuidadoso y que es
tan verdad lo que va a decir en el consecuente, que no deja nada a la presuposición. Entonces, la
presuposición la hace explícita por medio de una .especie de prótasis de lo que afirma, y el
consecuente expresa lo afirmado.
Quisiera tratar este tema presentando uno de mis trabajos8, que es simplemente una
primera aproximación a un cierto tipo de análisis de textos que podrían llamarse argumentativos y
en los que se repite una estrategia determinada.
La frase que elegí como epígrafe me parecía muy ilustradora de la estrategia que yo iba a
describir. Está tomada de un libro de E. Goffman, Forms of talk, y dice que aunque al hablar,
quizás por tratarse de un acto de rutina, parece que estamos parados sobre los dos pies, en
realidad, saltamos de uno a otro. Esta idea tal vez explica mejor que un largo tratado cómo uno
va cambiando de roles, de posición, de punto de vista a medida que habla.
Comienzo por presentar el marco teórico y metodológico que de algún modo también es el
marco teórico y metodológico de este curso. Lo que sostengo es que todos los actos
comunicativos verbales requieren la interacción de medios lingüísticos con otro tipo de repertorio
o de conocimiento. Es más, creo que tal interacción es lo que constituye el aspecto creativo del
lenguaje.
Para mi éste consiste, justamente, en la interacción de lo lingüístico con lo no lingüístico:
conocimientos, creencias. etc.
La complejidad de los actos verbales señalada por Chomsky y prácticamente por la mayoría
de los lingüistas, formalistas o no, en mi opinión no excluye la posibilidad de analizarlos y
tampoco la de centrar el análisis en la contribución que hacen las señales lingüísticas al proceso
general.
Hay una serie de áreas dentro de los sistemas lingüísticos que son especialmente
interesantes para este tipo de estudio. Las áreas que más contribuyen a la interacción con otros
conocimientos y creencias son, entre otras, el área pronominal, es decir el modo en que el
Metodología
En lo que concierne a la metodología, en mis análisis pongo más énfasis en lo que pasa en
el eje sintagmático que en el problema de la variación o sustitución paradigmática. Esto último fue
lo que dominó los análisis hechos entre 1966 y el 76. El análisis de la sustitución paradigmática
consiste en que cuando me encuentro ante un ejemplo en el que aparece el modo subjuntivo, me
pregunto si podría haber aparecido el modo indicativo y cuál hubiera sido la diferencia en ese
caso.
Supongamos que estoy hablando ante un auditorio y digo: "Porque nosotros si seguimos
trabajando así y así" y paso a decir "yo creo que ustedes están desarrollando una buena labor y
yo veo la posibilidad..."; seria lógico preguntarse qué otras formas pronominales podrían haber
ocurrido en cada una de las dos oraciones y tratar cada espacio como una variable
sociolingüística. Siguiendo la misma línea, sería coherente decir que ocurrió una de las variantes
pero podrían haber ocurrido otras. Sin embargo, creo que no es así. Me parece que no podrían
haber ocurrido otras salvo que se tomaran aisladamente las oraciones. La ocurrencia de una
variante está relacionada con las ocurrencias de las otras. Y esto no ocurre solamente con las
elecciones que están relacionadas con el sistema pronominal, sino con todas las elecciones que
se producen dentro de los distintos sistemas. Las distintas elecciones están asociadas de modo
tal que no puede darse cuenta de una sustitución sin tener en cuenta las otras sustituciones. Pero
es aun más que eso, es por ejemplo, la presencia en el mismo texto, en el proceso en el tiempo
de un "yo", segundos más tarde de un "uno" y segundos más tarde de un "nosotros", la
coexistencia, la concurrencia en un mismo fragmento de tiempo de las tres formas, lo que toma
significado. Para que el discurso esté bien formado tiene que darse toda esta coordinación de
elecciones, tienen que estar presentes todos estos elementos.
En mi análisis, entonces, no es que deje de lado lo paradigmático, sino que evito la
dicotomía paradigmático-sintagmático, y me intereso tanto en las sustituciones como en los
cambios en la secuencia y, sobre todo, me intereso en la relación entre los dos tipos de fenóme-
nos.
Hay un análisis muy interesante hecho por Hymes de unos mitos 7a- kelma que había
analizado Sapir. En estos mitos aparecen unos personajes que son coyotes y otros que son osos
grises. Estos personajes toman un prefijo, el de los coyotes es la "s" y el de los osos es la "I". Pe-
ro hay variación, es decir, no siempre que un coyote habla pone todos los prefijos y no siempre
que un oso habla pone todos los prefijos. Sapir piensa que tal variación tiene que ver con el
estado de ánimo del coyote o del oso. Y esto parecería ser lo mismo que sostiene Labov cuando
define estilo como la cantidad de atención que se le presta al habla. El estilo informal sería aquel
en que se presta menos atención al habla y en el que, por lo tanto, surgen formas vernáculas.
En cambio Hymes estudia el fenómeno mucho más sintagmáticamente y se da cuenta de
que los prefijos aparecen o no, de acuerdo con lo que los osos y los coyotes quieren comunicar.
La aparición o desaparición de los prefijos es, entonces, altamente significativa.
Hay una escena, por ejemplo, en que la madre coyote vuelve y encuentra que se han
comido a sus hijitos y comienza a hablar con los prefijos. No lo hace por un estado de exaltación
sino, justamente, para dar un cierto tipo de significado a la emisiones que va a producir. Lo impor-
tante para Hymes es la intercalación de emisiones en que los prefijos no aparecen. Su artículo se
llama "Como hablan los osos en Takelma" y pertenece al libro !n vain htried to tell you. (En vano
traté de decirles).
Lo que sostiene en este trabajo es que estos prefijos y contrastes dentro de un texto son
una prefijación expresiva que tiene que ver con la arquitectura del relato. Son los puntos en los
que se producen los cambios, los más reveladores para el análisis. Los significados de los prefijos
pueden inferirse a partir de los efectos discursivos de intensificación que se observan. No es que
la cantidad, la frecuencia de prefijos trasmita la nerviosidad del coyote sino que es el prefijo
mismo el que tiene un significado y aparece en cientos lugares.
Lo que Hymes demuestra con los prefijos es lo que yo me propongo demostrar con las
formas lingüísticas que analizo en el trabajo mencionado. Del mismo modo que Hymes, considero
a los hablantes como actores que eligen lo que harán aunque no puedan saber qué es lo que
están haciendo. Aunque eligen hacer algo determinado, no pueden explicar lo que hicieron.
Habría entonces otra capacidad, que sería una capacidad metalingüística. Consistiría en ver
por qué uno hizo eso. Creo que esta capacidad todos la tenemos y que es cuestión de ejercitarla.
Corpus
El corpus, como dije, está basado en entrevistas. Las entrevistas han sido objeto de ataque
por algunos sociolingüistas, en cuanto no cumplen el objetivo que se proponen: obtener habla
espontánea. Con esta crítica estoy de acuerdo. Aunque lleguen a parecer muy sueltas, las
entrevistas no son el mejor ejemplo de habla espontánea. Si lo que realmente uno quiere es ese
tipo de habla, probablemente tenga que recurrir a otros medios, como esconder grabadores en
algún sitio poco visible.
De todos modos la entrevista constituye un hecho de habla cuyas reglas son bien conocidas
y compartidas por todos los integrantes de una comunidad como la nuestra. Una de las cosas que
caracteriza a una entrevista es el hecho de que se le pide al informante que exprese sus
opiniones sobre distintos puntos. El informante las expresa y las justifica. Sí- lo que se quiere es
trabajar con este tipo de material que se produce en una entrevista, éste puede ser considerado
como un hecho natural y no forzado.
Metodológicamente es importante señalar que no existe en abstracto la idea de estilo
natural o estilo espontáneo. Un estilo natural no es natural en sí mismo sino en una situación
determinada. Sería sumamente difícil y probablemente violento intentar una clase en un estilo
absolutamente coloquial. También sería muy difícil una declaración de amor en un estilo
académico o una entrevista en un estilo cómico como el que caracteriza a ciertos programas de
radio. Cada uno de estos campos tiene un estilo que le es propio y natural.
Al configurar el corpus mediante entrevistas grabadas, mi objetivo era lograr que entre
entrevistador y entrevistado hubiera cierta comodidad. Cualquiera que haya desempeñado un
papel u otro sabe que uno de los objetivos que tienen que lograrse es que se diferencie la
entrevista de un interrogatorio tipo policial.
Repecto de este tema hay un trabajo de Brown y Levinsohn que se llama "Cuestiones de
cortesía" que es el trabajo más formalizado que se escribió hasta la fecha sobre el tema.
Los autores sostienen que continuamente al hablar hay especies de actos de amenaza a la
imagen de los interlocutores como los pedidos, las preguntas, y que hay una preocupación de los
dos lados por salvar la imagen del otro, y a la vez, también de protegerse a sí mismo y de defen-
der los derechos a que no se infrinjan los territorios propios.
Si se toma lo dicho como marco de referencia, mis entrevistas constituían una situación
bastante compleja. Por un lado creaba una especie de situación incómoda para el entrevistado,
porque era yo la que hacia las preguntas y dirigía la conversación dado que supuestamente era la
"experta" que sabía lo que hacía. Al mismo tiempo, según la teoría de Brown y Levinsohn, como
entrevistador yo estaba en una posición amenazada, en cuanto yo le estaba pidiendo un favor, le
estaba pidiendo su tiempo sin poder justificar demasiado bien para qué lo quería. Incluso hacía
cosas como irme hasta la casa o la oficina y trataba realmente de interesarme en los temas de los
que ellos hablaban porque sabía que solamente de este modo se creaba una verdadera
conversación. Como terminaba dándoles un grado de atención que, en general la gente no recibe
ni siquiera en las entrevistas, hubo informantes que al terminar la entrevista me decían "me hizo
mucho bien". Otros tenían más presente que lo que hacían era para ayudarme a mí y me
preguntaban "¿era esto lo que vos querías?". Es bastante complejo saber quién manejaba la si-
tuación. Cuando los entrevistados tenían calidad de expertos —por ejemplo, un juez o un
psiquiatra— mi calidad de "experta" estaba compensada y quedábamos en igualdad de
condiciones. Mi modo de nivelación estaba dado por el hecho de que como yo había estado
mucho tiempo fuera del país, había gente que poseía más información que yo, y esto se
evidenciaba cuando yo preguntaba sobre cuestiones económicas o sobre cambios en el modo de
vida.
La entrevistada, Cecilia, en el momento en que yo la grabé tenía cuarenta y cuatro
años y trabajaba como cajera de un banco. Lo que ella presentó es su opinión acerca de
que su hijo no debe trabajar mientras estudia. Lo que hace es transcribir el tipo de
discurso que usa con el híjo para convencerlo. Su objetivo es, con el mismo
discursoconvencerme también a mí de que hace bien en hablarle al hijo de ese modo y de
que el hijo estuvo de acuerdo, etc.
En el fragmento anterior me cuenta que desea ayudar a su hijo a dedicarse por
completo a sus estudios y que no Quiere que tenga un empleo. Cree que su hijo desea
trabajar para tener un poco más de dinero para sus gastos y porque teme convertirse en
una carga para ella. Cecilia se sentiría muy mal si no pudiera convencerlo de dedicarse
por completo a sus estudios.
Puede considerarse que este texto está constituido por dos hechos de habla que
pueden diferenciarse en el análisis. Uno es el hecho de habla, llamémoslo real, en. el que
participamos Cecilia y yo. Otro es el hecho de habla narrado en el que participan Cecilia y
Gerardo. Cada una de las frases que Cecilia cita, por ejemplo, la frase (d) "no, no me falta
nada" o (f) " mientras que a vos no te falte nada", pueden interpretarse como
pertenecientes a cualquiera de los dos hechos, es decir, dentro del hecho real o dentro del
hecho narrado.
Por otro lado, el texto constituye un único hecho de habla de la forma discurso directo, es
decir, es el hecho de habla real en el que los dos hechos previamente distinguidos coinciden. En
el hecho de habla narrado Cecilia intenta convencer a su hijo de que no necesita trabajar. En el
hecho de habla real intenta convencerme a mi, mediante el empleo del discurso directo, de que
prefiere que su hijo se dedique a estudiar y de que le es necesario persuadirlo para que lo haga.
En esta etapa del análisis, adopto intencionalmente una actitud que podemos llamar
ingenua respecto de lo que el habíame trata de. hacer. Es decir, acepto como genuina la
expresión de intenciones por parte de Cecilia aunque un análisis psicológico, por ejemplo,
probablemente revelaría otros motivos y la búsqueda de otros efectos. Gran parte de las
estrategias discursivas se instituyen a partir de lo que el Rabiante cree que es su intención o de
lo que el hablante decide presentar como su intención. Por el momento no podría llevar el
análisis a motivaciones más profundas. Me voy a dedicar, entonces, a determinar cómo utiliza las
formas lingüísticas para presentar las motivaciones del modo en que lo hace. En particular me
voy a ocupar de los cambios de modo en la primera emisión en indicativo, que es la cita de la
respuesta de Gerardo "no, no me falta nada" hasta la cláusula subjuntiva que es una cita mo-
dificada de las palabras de Gerardo redirigidas a éste. Cecilia toma las palabras de Gerardo, las
modifica gramaticalmente y las redefine: "Mientras que a vos no te falte nada ". Desde (g) hasta
(k) se suceden una serie de cláusulas en indicativo, que le dan a Gerardo, dentro del hecho
narrado, una lista indicativa de lo que podríamos llamar hechos que Cecilia conoce. Cecilia los
enumera porque quiere que el oyente piense, que interprete su enumeración como un intento de
que el hijo tome conciencia de los hechos que ella enumera. Y también enumera tales hechos
para que yo sepa que se los mencionó a sus hijo. Es decir, para que yo no me pregunte "¿Ella le
habrá preguntado si necesitaba algo?", "¿Ella le habrá dicho que no le molestaba darle lo que
necesitaba?". Al enumerar estos hechos Cecilia podría haber estado respondiendo, en dos
momentos separados a dos propósitos discursivos: hacer que Gerardo tome conciencia de algo y
hacer que yo me entere de que le ha mencionado estos hechos a su hijo.
La lista de hechos incluye (g) "y amí no me molesta dárselo en absoluto", (h), (I), (j) "y vos
no tenés que sentirte nada avergonzado porque te lo da tu madre, empecemos por eso" y (k) "y
todo acá es de todos". Estas emisiones están en indicativo, hecho que coincide con que se trata
de afirmaciones de las que Cecilia puede dar cuenta. Por ejemplo en la interacción diaria
subyace la convención de que nadie tiene más derecho que uno mismo a saber qué es lo que le
molesta y lo que no.
Por eso, ella hace una afirmación que siente que tiene todo el derecho de hacer "A mí no
me molesta dártelo en absoluto". Y luego agrega "y vos no tenés que sentirte nada avergonzado
porque te lo da tu madre, empecemos por eso"; "todo acá es de todos".
En la medida en que aceptemos que la hablante entiende de qué habla, aceptaremos que
Cecilia pone de manifiesto que cree que su afirmación, de que lo que hace lo hace por el bien de
su hijo, podría ser refutada por su propio hijo, por mí o por un tercero. Y que podría ser refutada
aduciendo que a su hijo esto puede no gustarle, y que puede sentir que si no trabaja no tendrá
todo lo que necesita. Cecilia estaría haciendo una predicción de lo que cree el oyente.
Nosotros no tenemos acceso a las palabras reales intercambiadas entre Cecilia y Gerardo.
Pero igual ella elige utilizar el discurso directo. La transcripción de su pregunta a Gerardo "Mirá,
Gerardo, ¿a vos te falta algo?", tiene el objeto de mostrarme a mí, y según su versión también a
su hijo, que ella no da nada por sentado. Y esto es interesante, en tanto responde a una
regularidad en el discurso argumentativo. Labov señala que el oyente cree más en el hablante
que no da nada por sentado. Precisamente, la única cuestión que Cecilia no puede tomar como
un hecho ni presentárselo a su hijo como tal es que a él no le falte nada. Por eso, lo que hace es
preguntárselo y así obtiene la evidencia, que desde un punto de vista discursivo podríamos llamar
objetiva, de que él mismo dijo "No, no me falta nada". Por eso cita la respuesta contundente del
propio Gerardo.
A su vez, ella inicia su respuesta parafraseando lo que el hijo acaba de decir: "Mientras que
a vos no te falte nada, como vos decís". Nadie está en mejores condiciones que Gerardo para
decir si siente que le falta algo o no y nadie está en mejores condiciones que Cecilia para decir si
le molesta dárselo o no.
Aunque esto no sé explícita en ningún momento, constituye un ejemplo de la clase de
creencias que las personas deben compartir para poder mantener una conversación. Y
nuevamente estoy de acuerdo con quienes sostienen que no deben estipularse especialmente en
la gramática. Son conocimientos que necesitamos para poder vivir en un grupo de interacción
social y para poder utilizar el lenguaje. Responden a un concepto sumamente vago que es el de
sentido común. Esa comprensión por sentido común es necesaria en el uso del lenguaje, porque
alguien que no tenga ese tipo de comprensión no puede hablar aunque conozca la gramática y el
léxico.
Yo sostengo en mi análisis que no hay que recurrir a nada sofisticado ni especial para
entender lo que pasa. Se trata de un conocimiento de dominio social, de una convención sin cuya
comprensión cualquiera sería tan inepto para mantener una conversación como si no tuviera
conocimientos gramaticales o léxicos. Por lo tanto, el conocimiento al que apelo en esta etapa del
análisis equivale al conocimiento que las personas entrevistadas necesitan para comprender su
propia interacción verbal diaria, oral o escrita.
Del mismo modo, (k) "Acá todo es de todos", también es una afirmación que sólo Cecilia
tiene derecho a hacer. Si en esta sociedad la cabeza de familia declara que todo acá es de todos,
por el mismo hecho de 126 decirlo, hace que realmente sea así. Cuando Cecilia afirma "y acá
todo es de todos", todo pasa a ser de todos. Al decir eso, ella está determinando un estado de
cosas. Ninguna objeción valedera contra la posición de Cecilia puede estar basada en la
afirmación de que lo que tiene puede no pertenecer a Gerardo.
Tal vez, de las razones que presenta en indicativo, la más cuestionable sea (h/i), donde
refiriéndose a los sentimientos de su hijo dice "y vos no tenés que sentirte nada avergonzado
porque te lo da tu madre".
Es justamente la razón más cuestionable la que presenta como una verdad general. Es
importante observar que no le dice "vos no tenés que sentirte avergonzado porque te lo doy yo"
sino "te lo da tu madre". Se refiere a sí misma en tercera persona y le recuerda bien la relación
madre-hijo. Sus palabras responden a lo que Goffman llama "invocación a una autoridad máxima".
Cecilia está Invocando ni más ni menos que a la sociedad, que nos habla de las relaciones
madre-hijo y que nos dice que las madres tienen derecho a dar cosas a sus hijos y los hijos no
tienen por qué sentirse mal por esa razón. Su estrategia consiste en sacar la cuestión del plano
puramente personal y en convertir ese punto de la argumentación en el más importante, en el
punto de partida para justificar su posición: "empecemos por eso". Cuando un hablante insiste
mucho en algo es seguro que se trata de algo en que puede no haber tenido derecho a usar el
indicativo.
Conviene analizar dos hechos lingüísticos sobre los que volvemos más adelante. Por un
lado, si bien en .la versión de Cecilia la respuesta de Gerardo es categórica, resulta fácil
imaginarlo respondiendo con un simple "no" u otras expresiones adecuadas pero menos
terminantes, tales como
Desde (a) hasta (d), el uso del subjuntivo podría ser optativo aunque a algunos hablantes
podría resultarle anómalo. De la (e) hasta la (g), en cambio, es categórico. Es decir, si bien el
contexto lingüístico de las respuestas de Gerardo hace obligatorio el indicativo, y esto es
importante, Cecilia elige un contexto lingüístico en el que no hay variación indicativo-subjuntivo.
Podría decirse, entonces, que ésta no es una situación de opción. A "No, no me falta nada" no se
puede contestar "No, no me falte nada". Pero ella podría haber creado el contexto lingüístico que
permitiera la variación indicativo-subjuntivo. De este modo hubiera habido una posibilidad de
opción y el subjuntivo hubiera sido un modo más atenuado de afirmar algo.
Esto lo vamos a encontrar muy a menudo y es lo que hace que el trabajo cuantitativo sobre
los contextos ya dados resulte muchas veces distorsionador. La hablante utiliza el subjuntivo
cada vez que le es obligatorio y lo mismo hace con el indicativo, lo cual evidenciaría que maneja
perfectamente bien esta oposición y que simplemente tiene un porcentaje más bajo de
subjuntivos. Aparentemente se produce una elección porque hay contextos categóricos y por lo
tanto el estudio de la variación y la opción no sería pertinente. Pero al tomar esa actitud se deja
de lado el hecho de que los contextos también fueron creados por el hablante y que el hablante
que produjo subjuntivos cada vez que eran categóricos, pudo haber producido más contextos en
los que el subjuntivo fuera categórico o pudo haber producido más contextos en los que fuera
opcional. '
Cuando en un estudio de variación se dejan de lado los contextos categóricos porque se
supone que no hay elección y se toman en cuenta sólo los contextos donde se produce variación,
se está actuando como si los contextos le estuvieran dados de antemano al hablante. Y los con-
textos son parte de lo que el hablante construye, es decir, son parte de la elección. Por lo tanto la
elección entre el modo subjuntivo no se realiza sólo a nivel del contexto reducido en donde se
elige el subjuntivo o el indicativo, sino que se realiza a niveles de discurso más altos en los. que
es posible elegir entre contextos que acepten el subjuntivo o el indicativo. En el fondo siguen
siendo casos de elección.
Cecilia sabe que Gerardo acaba de reconocer que no le falta nada y, sin embargo, elige un
contexto en el que se protege con "mientras que" y "como vos decís". Al decir "mientras que"
limita las condiciones de validez y también las limita con "como vos decís" en cuanto a la fuente:
fue Gerardo el que lo dijo y no ella. El limitarlo así hace que esto quede excluido de esa lista de
razones incuestionables que ella ofrece a su hijo en el esfuerzo por convencerlo de que conviene
que se dedique a estudiar y no busque un empleo.
Quisiera subrayar la diferencia que existe entre intentar sustituciones dentro de los límites
de la oración e intentarlas dentro de límites más amplios. Veamos las siguientes emisiones.
En (1) se han hecho una serie de sustituciones entre indicativo y subjuntivo, pero las tres
oraciones son gramaticales y no presentan ningún problema una vez que hemos suprimido "como
vos decís" y "en absoluto". Pero si no los suprimimos, tenemos ejemplos como los de (2) que son
emisiones que resultan anómalas para la mayoría de los hablantes. La anomalía parece derivar
del hecho de que el significado [ + asertivo] del indicativo "falta", no se ajusta bien con el mensaje
tentativo expresado por "como vos decís", que libera al hablante de todo compromiso en cuanto a
la verdad de su propia aseveración. Del mismo modo, el significado [—asertivo] del subjuntivo
"moleste" no corresponde con el significado asertivo de "en absoluto".
Lo que importa es que estas observaciones ponen de manifiesto el hecho no obvio de que
la modalidad se expresa a la vez por señales gramaticales y por señales léxicas y que para
obtener un texto realmente aceptable deben armonizar los distintos tipos de señales. Este tema
lleva a la problemática de la redundancia.
Mi hipótesis es que las señales gramaticales adelantan de un modo condensado cierto tipo
de información para impedir que el oyente tome por vías que no son las que el hablante quiere.
Entonces, la señal gramatical que le da brevemente información condensada sobre la modalidad,
por ejemplo, le da una instrucción de no tomar un hecho como totalmente afirmado y, momentos
más tarde, cuando es tiempo de poder hacerlo, el hablante expande esa idea léxicamente.
En el caso concreto de "mientras que no te falte nada, como vos decís", el subjuntivo da
condensadamente la información de "yo no estoy basando nada en el faltar, no me llevés ahora
toda la discusión hacia el asunto de faltar" y el "como vos decís" aclara por qué puede usar ese
"falte". Fue una especie de alerta "yo ya después voy a aclarar" qué es lo que "como vos decís"
desarrolla.
Lo mismo pasarla con muchas señales léxicas que parecerían de refuerzo. Si uno no se
plantea este problema no se entiende ni siquiera el porqué de todo el sistema de tiempos en los
verbos, cuando con los adverbios de tiempo, en general, se puede ubicar cualquier acción. El
verbo conjugado en un tiempo ubica la acción y el adverbio desarrolla léxicamente con más
precisión el momento de la acción. Cumplen dos tipos de funciones distintas.
Texto 2
El segundo texto pertenece a un tapicero de treinta y seis años, Horacio, que opina sobre la
conveniencia de impedir que los habitantes de la provincias argentinas pobres se instalen en
Buenos Aires.
B: Ahora, para Buenos Aires mismo, ¿sería beneficioso que viniera menos gente?
H: a. Sí, yo creo que sí. (ind)
b. Y no lo digo porque (ind)
Desde el comienzo expresa que cree que es mejor que venga menos gente a Buenos Aires.
Horacio elige dos temas que relaciona para justificar su aseveración: (a) si esas personas
molestan o no, y (b) si pueden adaptarse a la vida en Buenos Aires. Molestar en sí mismo, no está
presentado como un motivo suficientemente válido como para impedirles establecerse en Buenos
Aires. Al comienzo, de (b) a (e), se hace referencia a esto mediante una emisión en subjuntivo
(b,c) "y no lo digo porque me moleste la genté del interior, ho". Sin embargo (y ésta es la estrate-
gia del hablante) si se puede demostrar que el hecho de que molesten resulta de la incapacidad
de esas personas para adaptarse, entonces sí se convierte en un argumento admisible para
excluirlos. Y hacia el final del texto hace uso de él en una emisión en el modo indicativo(x,y) "hay
gente que ... molesta". Lo interesante es que el texto zigzaguea entre los dos temas elegidos:
molestar y adaptación, que son presentados como pros y como contras respecto de admitir que
las personas del interior se trasladen a Buenos Aires. Una aseveración que niega molestar es un
pro. Es decir, si no molestan pueden venir. Una emisión que lo afirma es un contra. A continuación
podemos ver cómo el discurso oscila entre los dos temas de modo que cada contra aseverado
con respecto a la adaptación justifica la afirmación de un contra más emocional en términos de
molestar.
Aparece un aparente pro negando molestar "y no lo digo porque por ser un tipo de
hacerme el pulcro ni mucho menos porque a mí me moleste la gente del interior, ¿no?". El
pro negando el molestar le permite enseguida presentar un contra negando el adaptarse
"simplemente que, hay gente que está de más en Buenos Aires sinceramente, porque por
más que usted la deje mil años acá en Buenos Aires no se van a adaptar a ía Capital, no se
van a adaptar, no hay vuelta que darle, van a ser moscas blancas siempre". Ni bien tiene
este contra bien agarrado, puede dar un contra basado en la afirmación de molestar. Y dice
"y eso mole" pero tal vez todavía es apresurado decir que eso moleste y dice "choca un
poco, a mí me choca, sinceramente, ¿no?". Inmediatamente se mueve a un pro que es una
especie de concesión que está ahí simplemente para mostrar que él es una persona objetiva,
que es capaz de reconocer que hay gente que se adapta, que sí, que sí, que se ubica
perfectamente. Y esto lo coloca inmediatamente en posición de señalar
un contra. Una vez que dijo que sí hay algunas excepciones, es mucho más fuerte la
afirmación que dice que hay gente que no debe venir a Buenos Aires. Y entonces ya puede pasar
directamente a un contra que consiste en la afirmación de molestar "gente, ¿no? que molesta".
Horacio desarrolla su emisión inicial en a) con una justificación que comienza por negar un
motivo posible, enunciándolo en una cláusula de infinitivo (una de las cláusulas más
desverbalizadas, más despersonalizadas que hay) y pasa a negar un contra que depende de
molestar. Ese contra se expresa mediante "no es porque a mí me moleste, ¿no?", una emisión en
el modo subjuntivo que dice con rapidez, casi entre paréntesis. El único pro que reconoce es la
posibilidad de adaptación y ese- pro no desencadena ningún cambio a un pro correspondiente en
el campo de molestar sino que inmediatamente lo inválida con un contra, que lo desmiente. En
otras palabras, cuando Horacio señala por primera vez en (e), que no quiere decir que las
personas del interior deban ser excluidas porque le molestan, aún no ha justificado una admisión
de ese hecho sobre el cual no está dispuesto a basar su repuesta. Obsérvese que en tres
ocasiones utiliza palabras con la raíz de molestar, una a comienzos del texto en (e), esta emisión
negada está en el modo subjuntivo, la dice con mucha rapidez y en tono bajo y termina con un
"¿no?" El modo subjuntivo es muy común en emisiones de la forma "no es que", "no que", "no es
porque". Aunque también se pueden usar en indicativo, es mucho más común en subjuntivo.
Luego de presentar algunas supuestas pruebas de no adaptación, utiliza molestar una vez
más en (p), pero sin completar la palabra "mole(star)". Se corrige y reemplaza "mole" por "choca"
y luego de haber hecho un comentario enfático sobre la no adaptación y de haber negado toda
posibilidad de presentar argumentos en sentido contrario "no hay vuelta que darle" Horacio vuelve
a usar el término molestar y dice "hay gente que molesta". El indicativo se utiliza para este último
empleo de molestar. El contexto es afirmativo, está pronunciado con lentitud, seguido por una
larga pausa. Luego empieza a hacer una descripción de las características que asume esa
molestia. El cambio del subjuntivo al indicativo para molestar coincide con el cambio de una
primera persona a un impersonal. Es decir, el hablante se expresa con firmeza pero apela a una
especie de consenso general con respecto del tema.
Para terminar vamos a ver la forma de la estrategia, que es característica de este tipo de
discursos. Antes de examinar las contribuciones específicas de la morfología de los modos y su
relación con la expresión léxica de modalidad quiero llamar la atención sobre algunos datos lin-
güísticos adicionales.
Cuando el hablante dice "simplemente", por ejemplo, dirige nuestra atención hacia razones
más simples: "hay gente que está de más en Buenos Aires". Sin embargo, en todo el discurso, no
hay necesidad de comparar las razones en términos de simplicidad si algunas de ellas son
evidentemente falsas. El recurrir a "simplemente pasa esto" es un modo de evaluar en términos
de simplicidad, lo que hace que se acepten como verdaderas. Horacio presenta las razones más
simples para justificar su posición de que esa gente no puede adaptarse porque aún no está
dispuesto a admitir la verdadera razón: que le molesta.
Lo que cabe preguntarse es por qué si Horacio no quiere destacar el hecho de que la gente
del interior no le gusta, saca a colación el tema. No creo que sea rebuscado sugerir que, puesto
que sus argumentos intentan justificar que se les impida trasladarse a Buenos Aires, debe darse
cuenta de que alguien podría atribuirle una actitud de rechazo hacia las personas del interior. El
hecho de que utilice "sinceramente" dos veces, más el contenido general de su conversación,
revelan que le gustaría dar la imagen de una persona objetiva y franca.
No hay nada de insólito en el procedimiento que elige Horacio de traer temas a colación
para luego dejarlos de lado como algo irrelevante. La estrategia general del discurso que examino
aquí consiste precisamente en eso. Tratar un problema enumerando una serie aparentemente
completa de factores pertinentes. Ir y venir entre pros y contras, entre lo que es posible y lo que es
imposible, al tiempo que se evalúa la relevancia o la irrelevancia de cada aspecto considerado. Es
decir, se hace una lista, la lista es completa, se va de aquí a allá, de posible a imposible, pero,
mediante los modos y otros recursos de tipo gramatical y lexical se va evaluando lo que se
presenta. A la vez que se presentan los hechos se le va indicando al oyente para qué se
considera que se tiene evidencia y para qué no, qué es posible y qué no lo es.
Texto 3 (ind)
a. La gente se viene para la Capital (ind)
b. porque allá pasa mucha miseria. (ind)
c. No tiene trabajo, (ind)
d. viven en ínfimas condiciones, (ind)
e. porque eso es lo que yo leo, ¿no? (ind)
f. y lo que siento (ind)
g. que en realidad es así. (subj)
h. No porque yo lo haya visto. (ind)
i. No conozco, ¿no? (ind)
j. Pero por lo que leo y siento actualmente k. es así. (ind)
Este texto fue producido por una hablante de cincuenta años, de clase trabajadora, que
pasó toda su vida planchando en una tintorería. Es una mujer muy inteligente a la que le ha ¡do
muy bien en la escuela primaria.
Es una de las personas que más se preocupa por presentar evidencia adecuada. Hace
comentarios sobre la evidencia que maneja y sobre si ésta es adecuada o no.
El texto tiene que ver con el mismo tema del que hablaba el hablante del ejemplo anterior,
sobre si la gente de las provincias debe venir o no a la Capital. Ella opina que no, pero por el bien
de ellos. Es interesante observar cómo aparece el subjuntivo en cada texto, por ejemplo en (h)
dice "no es porque yo lo haya visto" y en (i) dice "no conozco". Es decir, en (h) hay un
cuestionamiento, no se afirma ni se niega e inmediatamente en (i) dice "no conozco". Lo mismo
pasa en el texto (2) "no porque a mí me moleste"; y finalmente dice que le molesta. Parecería que
siempre que hay una de estas emisiones en subjuntivo, en algún otro punto el hablante hace una
afirmación o negación en Indicativo. Y la afirmación en subjuntivo ayuda a que se crea mejor la
afirmación en indicativo.
Llegados a este punto del análisis del discurso ya no podemos segmentar tan tajantemente
un tema del otro. Por eso quisiera abordar los conceptos de cohesión, de coherencia, de
consistencia lógica, presentando directamente una serie de textos fabricados y reflexionando
sobre ellos.
El primer texto está, diría yo, bien formado desde todos estos puntos de vista.
"Mi amigo compró una casa con un jardín. Queda en Ramos Mejía. Su mujer nos llama a
menudo para que los visitemos. Y esos son nuestros días de fiesta".
Las oraciones de este texto aparecen conectadas, hay una continuidad de tema y no se
producen inconsistencias lógicas.
Pasemos a otro:
"Mi amigo compró, una casa. La casa tiene un gran jardín. La casa queda en Ramos Mejía.
Una mujer nos llama a menudo para que visitemos a mi amigo y su mujer. Nuestros días de fiesia
son los días en que visitamos a mi amigo".
Este texto resulta curioso. No se aceptaría como bien formado a pesar de tener el mismo
"tópico de conversación" como lo llamaría Van Dijk y algunos recursos de cohesión. Pero hay
otros recursos de conexión que están ausentes y esto crea cierta dificultad.
Veamos el siguiente:
"Mi amigo compró una casa. La casa de mi amigo tiene un living por el que pasa el gato.
Este es un animal felino. Suele aparecer acompañado de un amigo mío. Ambos habían conocido
el living. A menudo vamos a nadar allí. Entonces la casa de mi amigo queda
Este texto desde el punto de vista de cohesión es perfecto. Desde el punto de vista que da
Van Dijk para decir que se trata del mismo tópico de conversación también está bien. Y, sin
embargo, algo pasa.
Por último:
"Saqué del estante el libro que terminaba de leer. Lo abrí por la mitad y lo deposité así
cerrado en un mesa que sólo tenía patas. Reclinado contra la mesa, mientras seguía
sosteniéndolo cerrado en mi mano, leí dos o tres pasajes que terminaban en esta primera frase:
ser o no ser".
También este texto es intachable desde el punto de vista de la cohesión; sin embargo,
rompe algunas de las condiciones de buena formación.
Para tratar estos temas vamos a tomar, en principio, las ideas que proponen Halliday y
Hasan en el libro Cohesión en inglés. Estos autores se ocupan de la cohesión partiendo de
pasajes de la lengua de más de una oración de largo, porque aunque hay textos formados por una
sola oración y dentro de ésta se dan también recursos de cohesión, éstos no son los mismos que
cuando la cohesión funciona sin la ayuda de la conexión estructural que tienen entre si los
constituyentes de una oración. Estos pasajes de lengua pueden constituir un todo unificado o di-
versas oraciones desconectadas. En los textos que hemos analizado se ha visto claro que un todo
unificado requiere algo más que la cohesión. Un pasaje de lengua podría constituir un todo
unificado sin ser por eso un texto bien formado.
Lo que vamos a tratar de determinar es cuáles son las propiedades que tienen los textos en
español que los hacen ser textos. Es lo que hacen Halliday y Hasan, pero referido al inglés. Los
lingüistas —dice Halliday— discutimos una vez más lo que el hablante nativo ya sabe pero no
sabe que lo sabe. Lo interesante de su posición es que utiliza el término cohesión para establecer
una diferencia con las relaciones gramaticales que se dan dentro de la oración.
Por lo pronto, dentro de lo que él llama el sistema de transitividad hay relaciones de tipo
agente, una acción, un objeto, etc. También relaciones de tipo modificador y su núcleo, que son
relaciones de tipo estructural que incluso sin una ayuda semántica puede considerarse que siguen
siendo constituyentes. Puede haber una oración que no tenga verdadera relación semántica entre
sus constituyentes y sin embargo puede crear relaciones estructurales y por lo tanto puede ser
analízame en sus constituyentes inmediatos. Cualquier oración que sea gramaticalmente bien
formada pero no aceptable sería un ejemplo de esto. Por ejemplo "Una larga pata verde arrojó su
sinceridad sobre el paredón de la suerte". Este es un tipo de oración que, salvo que estemos en
lenguaje poético, no tiene unidad de relaciones semánticas pero tiene la unidad que le confieren
las relaciones gramaticales.
A Halliday le interesa señalar que el texto no es una unidad de tipo estructural. Esta es la
¡dea principal. Esto es, que no se pueden analizar los constituyentes inmediatos de un texto. No
es posible decir que todo texto puede ser partido en un argumento y un predicado o entre el tema
de que se habla y lo que se predica de él. El texto es una unidad de otro tipo, no es una unidad
estructural en el sentido de que haya espacios, lugares funcionales que pueden ser llenados por
ciertas clases de oraciones. Además el texto se diferencia de una lista de oraciones no co-
nectadas. Es una unidad en sí mismo. Las relaciones que se dan dentro de él son. relaciones
semánticas. Un texto es una unidad semántica. Y la cohesión es una relación semántica.
Hay que tener presente que Halliday tiene una visión de la lengua en estratos. Habría un
estrato semántico codificado que se realizaría en el estrato gramatical y léxico, que a su vez se
realizarla en la fonología. La cohesión, entonces, es una relación de tipo semántico realizada,
codificada en el estrato léxico gramatical. Entonces básicamente lo que esos recursos léxicos y
gramaticales van a tener que hacer es poder conectar una oración con la oración o con el texto
que le precede o con una oración que la sucede, aunque no sea en forma inmediata.
La más común es el tipo de cohesión que señala hacia atrás, que apunta hacia lo ya dicho.
Ese tipo de señalamiento hacia atrás se llama anafórico. En la lengua hay recursos que permiten
que dos elementos que no tienen relación gramatical entre sí (ninguno es modificador del otro, no
hay señales de concordancia, ni uno es el sujeto de la acción que recae en el otro) se conecten.
Permiten, por ejemplo, que una oración que estoy diciendo ahora se conecte semánticamente
con la que acabo de decir o con la que dije dos pasos más atrás.
También es posible, y tal vez se dé más frecuentemente de lo que se cree, la cohesión
catafórica. Por ejemplo, "entonces me habló así" y sigue el discurso. Ese "así" está señalando no
hacia atrás sino hacia adelante. Y el "entonces me habló así" queda "enganchado" por "y" y el
"entonces" con el texto que sigue.
Halliday considera necesario repetir una y otra vez a lo largo del libro que la cohesión es
una relación de tipo semántico, el texto es una unidad semántica, que no se trata de relaciones
estructurales. La oración está cohesionada, pero 'como ya está cohesionada estructuralmente no
es el mejor lugar para ver la cohesión porque la cohesión es una relación de tipo semántico.
Además aclara bien que un texto no consiste en oraciones sino que un texto está codificado en
oraciones, realizado en oraciones. No es que un texto consista en oraciones, que uno lo pueda
dividir y el todo sea igual a cada una de las partes, sino que el texto está realizándose en
oraciones.
¿Cuál es el modo de definir el texto aparte de decir que es una unidad semántica? ¿Cómo
se constituye esta unidad semántica? Se constituye como unidad con respecto a sus entornos.1
El texto es una unidad semántica que se percibe como unidad en tanto se la pueda
destacar, separar de sus entornos. En la práctica uno
IX. Conversación
2 Segmentación sintáctica y prosódica presentada en clase: fue realizada por C. Asch, S. Ferrante, B.
Lavandera, R. de Luna, M. M. Negroni, M. L. Pardo A Raiter, A. Reg, D. Romero, E. Tabakian y M. Zoppi
Indice
DE LINGÜISTICA PARA EL ANALISIS DEL DISCURSO......Error: Reference
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BEATRIZ R. LAVANDERA.................Error: Reference source not found
V. La teoría de los actosd de habla ................................................................................Error: Reference source not found