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Ni Richard ni Thayer.

Deconstrucción, firma, interrupción.

Zeto Bórquez1

Supongamos el caso, y lo digo de manera hi- producción textual de Nelly Richard sobre
potética, que Aristóteles escribió exactamente artes visuales en Chile desde finales de los
lo que quería decir. ¿Podemos decir lo mismo
de nuestros contemporáneos? ¿Escriben exacta-
setenta hasta 1983 (…) citar dicho nombre
mente lo que quieren decir? es citar la signatura de una serie de ensayos
J.L. Austin que, en su conjunto, constituyen el proceso
de elaboración fluctuante de tal concepto”
Noli me tangere (Thayer, 2006: 65).
Según Thayer, en Márgenes e instituciones
En un trabajo del año 2003 titulado “El —como el texto que comprende todos estos
golpe como consumación de la vanguardia”, desplazamientos bajo un mismo canon—
Willy Thayer exhibe algunas complicaciones Richard habría apostado por conferir a
críticas que el enclave vanguardia/moderni- dichas obras un potencial de rearticulación
zación supondría para la tentativa de sub- “vanguardista” respecto del corte represen-
sunción del conjunto de obras y prácticas tacional (en términos de la posibilidad de
artísticas realizadas en Chile desde el Golpe su configuración) que a partir del Golpe se 505
de Estado de 1973 hasta el año 1986 y que había impuesto sobre la referencialidad so-
Nelly Richard inscribe en el texto Márgenes cial y cultural en directa relación con una in-
e instituciones bajo el rótulo de “Escena de terrupción de la soberanía y la nacionalidad,
Avanzada” (Richard, 1986). En términos situación que Richard no habría vacilado en
más restringidos, siguiendo a Thayer: “Esce- designar como un “naufragio del sentido”.
na de Avanzada nombra, antes que nada, la En esa perspectiva, esta configuración re-
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presentacional no sería sino la firma de una Sin embargo, Thayer no tardará mucho en
imposibilidad formal considerando que lo apostrofar un “tono exitista” de inflexión
que se impone como ruptura del rasero re- fundacional en el canon que pretende insta-
publicano es un estado de excepción donde lar Richard, el cual atascaría la chance de fil-
la norma depende más de la facticidad del trar en la excepcionalidad, consumando con
mercado sin norma general que de aquello una retórica fundadora de la crítica de arte
que la liga al vacío jurídico de donde provie- la violencia fundacional que la Constitución
ne. Excepcionalidad política que conducirá, Política de 1980 se encargará de conservar,
en términos de Thayer, a una normalización precisamente —en un movimiento análogo
nihilista (esto es, al “factum neoliberal al de la crítica— “protegiendo límites para
globalizado” para el cual nada es esencial mantener la inmunidad fundada” (Thayer,
y que se alimenta precisamente de todas 2006: 79-80). En términos sucintos, lo que
las eficacias críticas y vanguardistas que le incomodará a Thayer será el pacto a traslapo
resisten), y que encuentra su expresión en la que la efusividad vanguardista de la lectura
monumentalización que el mercado a partir de Richard sostendrá con el gravamen de
de los años noventa genera recubriendo a la la modernización y el progreso como nor-
crítica con el tamiz del archivo, alineando en ma histórica, sellando desde entonces una
una misma memoria como documento a la alianza en torno al mismo canon. Thayer
barbarie en el trazado de la cultura, vale de- propone como alternativa a esta subordi-
cir, reapropiando institucionalmente en un nación de las artes visuales al canon de la
marco de incuestionable legalidad a la crítica modernización el resto que el abandono de
outsider. En ese sentido, la producción de un cierto esencialismo crítico por parte de la
obra de arte, la fotografía y la performance Avanzada (dejando de lado preguntas como
principalmente, se presentan para Richard, “¿qué es el arte?”) dejaría como suplemento
506 en la contingencia post-Golpe, como una “desobrante” implicado en las estrategias de
Avanzada “contra-institucional”, como una recomposición de sentido, “nociones como
práctica de oposición y disensión o derecha- resta y neutralidad –señala el autor– …[n]
mente como una “fuerza oposicional”, en ociones perfectamente asignables al reper-
suma, como una actividad de resignificación torio de cierto pensamiento deconstructivo
ante lo que sería un desplome del sujeto. o interruptivo, y ya no negativo” (Thayer,
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2006: 69; 2010: 127). Nociones que Ri- su horizonte. Más bien la chance del nihi-
chard habría desautorizado en “Lo político lismo es lo que se activa cuando aquellos
y lo crítico en el arte” (2004), la réplica a que lo impugnan lo hacen en términos de
la lectura de Thayer, donde denuncia, entre vencimiento, superación o progreso hacia
otras cosas, que un cierto “fatalismo” por horizontes futuros de sentido y presencia;
parte del autor clausuraría la irrupción de o en nombre de la movilización” (Thayer,
las alteridades en juego y con ello el porvenir 2006: 50). Es en torno a ese factor nihilista
de la crítica. Pero Thayer, en respuesta más que Nelly Richard intentaría instalar quie-
o menos contemporánea se defiende: “Nelly bres, gestos de recomposición y ruptura
Richard –señala el autor– percibe que cierro en un tono fundacionalista que guardaría
dicha escena [la Escena de Avanzada], que semejanza con una “fase exitista” del trabajo
soy el sepulturero de la crítica. [Pero] [u]na del duelo, y asimismo, con el discurso de la
cosa es la muerte absoluta de la crítica que “refundación nacional” auspiciado por la
Nelly Richard me transfiere; y otra cosa es la dictadura (Thayer, 2009: 207). Para Thayer,
circunscripción del absoluto Nelly Richard Richard se exime por anticipado de aquél
a un relativo Nelly Richard” (Thayer, 2006: a priori material, donde según el autor “el
69). Para Thayer “la modalidad neoliberal ejercicio de la crítica como ‘fracturas bata-
del nihilismo” constituiría “el arranque obli- llantes’ o ‘quiebres significativos’, por muy
gado” o el “a priori material” desde donde caballeresco que sea, funciona como crítica
tendría que situarse la crítica hoy en día, a fogueo que anima el nihilismo neoliberal”
siendo la misma crítica, según Thayer, uno (Thayer, 2006: 52).
de los “representantes más conspicuos” de Sin embargo, ha lugar a objeción todavía
este nihilismo, de modo tal que no habría la clausura a la que Thayer se pliega y que
lugar a chance de su interrupción en tanto Richard replica, si bien no dejando de lado
que a priori material. “La posibilidad de la el programa de la “vibrante fuerza de oposi- 507
crítica –sostiene Thayer– está suspendida ción” de la Avanzada (Richard, 2004: 31), a
para cualquier actividad que se plantea través de nuevas inflexiones de la cuestión.
en términos de superación del nihilismo, Un ejemplo de dichas inflexiones es la que
de una autonomía discursiva respecto de acuciosamente desarrolla Miguel Valderra-
éste, o de la presunta realidad más allá de ma en Modernismos historiográficos (2008),
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contraponiendo el “modernismo utopista operación de las obras y la operación de la


que caracteriza a la vanguardia soviética” crítica”. Como plantea el autor “[e]n la me-
y que tendría como premisa una transfor- dida en que se trabaja con la Avanzada como
mación de la forma social como correlato “efecto de conjunto” como lo harían estos
de una transformación de la forma repre- críticos según Modernismos historiográficos
sentacional (la cual en Chile opera como [se refiere a Justo Pastor Mellado y Pablo
matriz del arte pictórico desde fines de los Oyarzún particularmente, y a artistas como
50 y comienzos de los 60), al “modernismo Francisco Brugnoli], se le endosa a la crítica
de la neovanguardia chilena [que] se carac- de la Avanzada un contenido de tristeza que
teriza, en cambio, por una práctica artística pertenece más a las obras de la Avanzada; y
identificada con los nombres y las figuras de se le endosa a las obras de la Avanzada un
la desaparición”. En ese sentido, siguiendo contenido fundacionalista que pertenecería
a Alberto Moreiras, Valderrama hablará más bien a la crítica de la Avanzada” (Thayer,
de “modernismo traumático” o “luctuoso” 2009: 210).
para caracterizar al arte de la Avanzada Sin entrar de lleno en las complejidades
(Valderrama, 2008: 118-119). Acuciosidad de este problema, por ejemplo en torno
de Valderrama en torno a la “complicidad a si acaso la “hipótesis” enunciada por
manifiesta” entre el tesón fundacionalista Pablo Oyarzún en su ensayo Arte en Chile
de la Avanzada y el de la dictadura, y falta de veinte, treinta años en torno a que “[l]a
de acuciosidad, según Thayer, para exhibir evolución del arte en Chile, desde fines de
una “complicidad estructural” de la crítica los 50 puede ser descrita como una serie
de la Avanzada respecto de la tonalidad de modernizaciónes” (Oyarzún, 1999:
fundacionalista que se instala a partir de o 194), ha de ser menos un “metacriterio
más bien como configuración de y desde que ordena la serie total de las artes visuales
508 el Golpe, y no de las obras, atribuyendo a nacionales” que un enunciado de carácter
éstas un carácter que no les correspondería “tentativo”, provisional en el horizonte del
(el tono fundacional) y a la crítica un con- “trabajo general de problematización del
tenido que sería más afín con las obras (la arte contemporáneo” desarrollado por su
tristeza). Para Thayer, se trata de hacer valer autor “en los últimos veinte, treinta años”
precisamente una distinción que Valderra- (Villalobos-Ruminott, 2010), es preciso
ma habría obliterado: la distinción entre “la preguntarnos cómo Thayer concilia el a
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prori material que embraga como la ralea de de historia (Benjamin, 1997: 53) en torno
la crítica, con su desenlace suplementario, al planteamiento de un verdadero estado de
en palabras del autor: “deconstructivo y ya excepción “(como huelga general revolucio-
no negativo”. ¿Habría alguna incompatibi- naria o violencia puramente destructiva, o
lidad o paso disimulado allí en juego? Pues extinción del Estado)” (Thayer, 2006: 82),
lo que estaría en juego será no una “época o un “verdadero estado de excepción…[esto
presente homogéneo” sino “la coexistencia es,] la excepción que no pertenece al círculo
heterocrónica de modos de producción”, de la soberanía, [al] paradigma soberano
que para el autor implicaría una instancia schmitteano” (Thayer, 2010: 129). Tesis
de “apertura…[hacia] la cuestión de la des- que no olvidemos es apropiada por Giorgio
trucción, del coeficiente de interrupción, del Agamben en Homo sacer (2003) a costa de
instante de legibilidad” (Thayer, 2010: 128- haber despachado a Derrida de la escena
129). El decantamiento de dicha cuestión mesiánica. “Un ‘mesianismo bloqueado’ –
vendrá del alero de lo que pueda significar como expone Rodrigo Karmy en esta deriva
para Thayer explicarse, ora con Benjamin, de interpretación– como el que Agamben
ora con Derrida. Pues habida cuenta de una denuncia en Derrida, supone la imposibi-
cierta “complicidad manifiesta” respecto a lidad de cerrar la puerta de la ley y vivir, de
Benjamin (que funcionaría como la escua- modo perpetuo, en su intensa apertura. Allí,
dra que resiste siempre a la “virtualidad” o a entonces que el bloqueo derrideano consis-
la “indecisión topológica”, a la “inminencia” tiría en impedir la interrupción misma que
o la “destrucción de la identidad” (Thayer, des-activa el nexo que anuda la violencia
2010: 129)), preciso es señalar que Thayer con el derecho. Bloqueo que significa, en-
acude a Derrida en más de una oportuni- tonces, un retardo o una imposibilidad de
dad, sobre todo al atribuir al vanguardismo, lo que Benjamin llamaba ‘violencia divina’”
a pesar de todas sus perversiones, el baremo (Karmy, 2007: 8). Y si Thayer es solidario 509
de una “idea de justicia” que el Golpe de de esta lectura, cosa que aparece justificada
Estado de 1973 no tendría en su génesis desde la segunda cita de la réplica a Richard
(Thayer, 2006: 81). (Thayer, 2006: 46), ¿cómo concilia entonces
Thayer sigue al Benjamin de la Tesis VIII la tesis del verdadero estado de excepción,
de las así denominadas Tesis sobre el concepto por tanto, del “potencial revolucionario”
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o “vector desobrante” que sugiere buscar rechazo por parte de la crítica. El título del
más allá de Márgenes e instituciones, con texto de Derrida es Prénom de Benjamin y
la idea de justicia que proviene de Derrida en él se plantea la similitud entre la tesis
allí donde no deja de convocar a Agamben, de Benjamin de una “violencia divina” o
un Agamben, que sólo se comprende sin “pura” con aquella violencia utilizada en el
Derrida y que en ese punto sólo se puede marco del exterminio nazi. Se trata además
explicar con Benjamin? de un texto que pone en relación la firma
¿Qué pasa cuando un Thayer que se explica de Benjamin con la violencia soberana, esto
con Benjamin es un Thayer que se explica es, el nombre Walter con la palabra Walten,
con Derrida (y con Agamben), vale decir, un cuestión que hasta hoy genera menos una
Agamben que se explica sin Derrida y con revisión atenta del texto de Derrida que un
Benjamin? ¿Cómo alguien –o algo– puede ofuscado blindaje de talante estatutario. No
explicarse con aquello que no se explica? pudiendo entrar de lleno en los nudos de
Y si explicarse con otro fuera explicarse la cuestión a favor de la exhibición de una
con uno mismo y explicitar al otro, ¿cómo cierta “escena”, digamos que la crítica es
podría Benjamin ser una “excepción”? Pues taxativa en sostener el carácter descaminado
Benjamin va a aparecer siempre para la de la lectura de Derrida, y en esa perspectiva
crítica, como la excepción que desactiva la encontramos a una serie de autores cuya po-
regla (Galende, 2009b; Valderrama, 2008: sición, tratándose del mismo punto, guarda
81-107; Thayer, 2006; 2010: 128-129 y el tono de algo más que una simple con-
2010c; Oyarzún, 2003: 22 y 245-246). vergencia. Por ejemplo, Giorgio Agamben
Tomando como antecedente el contexto de en Homo sacer (2003), quien califica de un
un coloquio desarrollado en la Universidad “singular malentendido” la interpretación
de California en Los Ángeles durante el año de Derrida. También, Federico Galende
510 1990 bajo el título: “Nazism and the ‘Final (2009), que sitúa la lectura de Derrida como
Solution’: Probing the limits of representa- un “ataque” allí donde el autor propone un
tion”, Jacques Derrida presenta una lectura nexo entre Schmitt y Benjamin, y al texto en
en torno al ensayo de Walter Benjamin Zur su generalidad como una “conferencia poco
Kritik der Gewalt (1921), la cual, desde su feliz”. Es la postura también del propio Tha-
instancia de divulgación en el texto Force yer (2010b) en el marco de un trabajo sobre
de loi (1994) ha sido objeto de un enérgico Sorel, sosteniendo que Derrida “retuerce
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una lectura de Benjamin” al suponerle a éste que la concepción metafísica del tiempo
un cierto disentimiento respecto a un juicio asigna al futuro, ya sea en su versión escato-
jurídico del nazismo, o en otro lugar, mos- lógica, teleológica, apocalíptica, o cualquier
trándose “turbado” por “el enjuiciamiento otra, un locus inseparable de la presencia en
derridiano del concepto benjaminiano de cuanto tal. Es decir, el futuro imaginable por
justicia no jurídica” (2010c: 156). A su vez, la metafísica –nunca a oponerse, desde lue-
Ricardo Forster (2001 y 2006) habla de un go, a otra representación “más verdadera,”
“sesgo interesado” que guiaría la lectura de “más adecuada” de aquél– está enteramente
Derrida para determinar el carácter del ju- circunscrito en tanto futuro presente, es
daísmo en Europa después del Holocausto. decir, aquello que será presencia [Anwesen-
Asimismo, es la posición que toma Pablo heit] en un presente [Gegenwart] que aún
Oyarzún (2006 y 2008) cuando alude a la no es…[Sin embargo], [r]adicaría en Walter
“muy problemática lectura de Derrida” en Benjamin el atisbo de un concepto de futuro
cuanto éste se habría “dejado seducir” por no reductible a la presencia, y sería para tal
una suerte de paradoja ínsita al ensayo de chispa que Derrida habría reservado, en
Benjamin. Ahora bien, siguiendo rigurosos sus obras recientes, los nombres de justicia,
protocolos de lectura es posible plantear que promesa y don” (Avelar 2000: 131-132). La
esta constelación de autores remite tanto alusión de Avelar a esta “chispa” se conecta
a la interpretación de Agamben en Homo con lo enunciado por Derrida en la nota 2
Sacer, como también a un autor no menos del segundo capítulo de Espectros de Marx
relevante en el contexto latinoamericano: donde se señala: “Habría que citar y releer,
Idelber Avelar. aquí, todas esas páginas –densas, enigmáti-
En su estudio Alegorías de la derrota: la cas, ardientes– [se refiere a las Tesis] hasta la
ficción postdictatorial y el trabajo del duelo alusión final a la astilla (la triza, la esquirla:
(2000), Idelber Avelar sugiere en una nota Splitter) que lo mesiánico inscribe en el 511
la atribución de un cierto antecedente de cuerpo del en-el-presente (Jetzeit) [tiempo
lectura del corpus de Walter Benjamin por –ahora] y hasta la ‘puerta estrecha’ para el
respecto al trabajo desarrollado por Derrida paso del Mesías, a saber, cada ‘segundo’.
principalmente durante los años ‘90 y fines Pues ‘para los judíos el porvenir no resultó
de los ‘80. “Desde su incepción –apunta sin embargo un tiempo homogéneo y va-
Avelar– la  deconstrucción ha insistido en cío’” (Derrida, 1995: 86-87).
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En esta misma nota, Avelar remite a otro tiempo histórico sobrecargado de la energía
trabajo elaborado con anterioridad en torno del ahora, e impide el congelamiento en el
a Jameson y Derrida (Avelar, 1995), que tiempo homogéneo y vacío del historicis-
vincularía “el pensamiento de la utopía a la mo. Lo mesiánico moviliza toda la cadena
tarea de seguir pensando lo imposible”, lo múltiple de la urgencia, la promesa abierta,
cual se traduce concretamente en un acer- la inminencia; forma que, por tanto, jamás
camiento crítico a la reciente publicación de se reduce a ningún mesianismo, en todo lo
Spectres de Marx (Derrida, 1993). Señala allí que el sustantivo implica en términos de
Avelar: “A partir de la crítica de lo apocalíp- movimientos, identidades, certezas garan-
tico, regresa la necesidad de afirmación de tizadas por la creencia de que uno sabe lo
una experiencia que responde por el adjetivo que espera” (Avelar, 1995: 24).
‘mesiánico’, experiencia diametralmente No es difícil reparar en un cierto privilegio,
opuesta, que se nutre de la indecidibilidad por así decir, ilustrativo (que habrá que
espectral para ‘poner el presente en condi- delimitar de manera rigurosa) que en la lec-
ción crítica’ (Passagen-Werk, Fragmento N). tura de Avelar, Benjamin tendría por sobre
‘¿De dónde viene el espectro, del pasado o Derrida en torno a un pensamiento de “lo
del futuro?’, es la pregunta que enmarca, en mesiánico”. Más aún, resulta evidente que
Derrida, el vértigo de pensar lo mesiánico a en el pasaje extractado la clave interpretativa
partir del presente out of joint hamletiano, que guía la lectura no es otra que la tesis
o aún del aus den Fugen heideggeriano, de Benjamin sobre la interrupción dialéc-
es decir desde la discordia y desacuerdo tica tal como está formulada en distintos
del presente consigo mismo, condición pasajes de las “Tesis sobre el concepto de
estructural de toda justicia (…) Nótese las historia” (Benjamin, 1997) y que tendría
conocidas raíces retóricas de la deconstruc- en la temática del “pensar rememorante”
512 ción en el judaísmo, ya repensadas desde (Eingedenken) uno de sus móviles más
la espera benjaminiana por un Mesías que directos (Benjamin, 1997: 47-68). Posi-
puede entrar por cualquier puerta. Es pre- cionamiento al que Thayer en “El Golpe
cisamente la ignorancia sobre el objeto de como consumación de la vanguardia” se
la espera, la imposibilidad de domesticar la pliega a propósito del carácter destructivo
espera en un telos, lo que mantiene cada de la cita como interrupción, y que sintetiza
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de manera bastante fidedigna cuál sería su representacionalidad” el poder (Kraft) más


apuesta respecto al factor “desobrante” en soberano, la violencia originaria que no se
relación con el “nihilismo neoliberal” que deja pensar por ninguna soberanía, más
ha querido exhibir como el a priori material soberana que cualquier soberanía, esto es,
de la crítica. “El poder, la violencia de la el Walten de la Gewalt. Walten del cual qui-
acción de citar –señala el autor–, reside en la siéramos todavía decir algo más en relación
destrucción del autoritarismo que se le atri- con Heidegger, y con el posicionamiento
buye a los enunciados por el hecho de estar político de Heidegger. Y también, entonces,
monumentalizados, inmovilizados, en un con la concepción del arte según Heidegger.
contexto de uso. En la interrupción suple- Ahora bien, no deja de ser curioso que
mentaria en que se dan cita una constelación Avelar intente dar cuenta de la espectralidad
de elementos, en ese punto ergonométrico derridiana en una asimilación que, si bien
de encuentro o choque constelado que es no adolece de incoherencia, no por ello deja
la cita, estalla la imagen dialéctica. La cita de ser menos tentativa, sobre todo conside-
produce imagen no como representaciones rando lo que ha dicho Derrida en otra nota
remitidas a un centro de intencionalidad y del capítulo final de Espectros de Marx donde
juicio, sino como desobras o destrucción de ha hablado de la “posibilidad espectral de
la representacionalidad. El instante de esa toda espectralidad” (como un problema,
cita, como pura interrupción de la que no tal como se verá en seguida, directamente
se sigue nada, que no opera ni como funda- ligado a la situación de la “anarquía del
ción, ni como superación, ni conservación, noema” a propósito de la fenomenología
es lo que también Benjamin denomina de Husserl). Pareciera ser que Avelar intenta
‘verdadero estado de excepción’, ‘verdadera presentar a un Derrida enmarcado en los
soberanía’, ‘verdad como muerte de la in- límites de Benjamin. ¿Por qué?
tención’” (Thayer, 2006: 29). O dicho en En los desarrollos tempranos de Derrida 513
términos de Avelar: “lo que mantiene cada con la fenomenología husserliana, principal-
tiempo histórico sobrecargado de la energía mente en la memoria del 54 Le problème de
del ahora, e impide el congelamiento en el la genèse dans la philosophie de Husserl y en
tiempo homogéneo y vacío del historicis- su “Introducción” a El origen de la geometría
mo”. Y sería entonces esa “destrucción de la de Husserl, de 1962, pero también en La
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voix et le phénomène (1967) y en el artículo lo objetivo ideal en vistas de preservar su


“‘Genèse et structure’ et la phénoménolo- sentido de verdad, o dicho de otra forma,
gie” (1964), se dejará ver una irrupción de acerca de cómo una pre-scripción eidética
lo empírico en la constitución del objeto ha de posibilitar el acceso a una historia
ideal como la exigencia del despertar origi- originaria. No la historia del sentido, sin
nario del sentido en el horizonte histórico duda, sino el sentido de la historia, su his-
del ego trascendental. En el texto del 54 toricidad. “Pero dado que, para escapar de la
Derrida se va a preguntar a propósito de mundanidad –apunta Derrida–, el sentido
Die Krisis der Europäischen Wissenschaften debe poder primero replegarse en el mundo
(1931) por el modo en que Husserl ha te- y depositarse en la espacio-temporalidad
nido que articular la exigencia de un a priori sensible, es necesario que arriesgue su pura
constituido idealmente –en un comienzo, idealidad intencional, es decir, su sentido de
de la idea de Europa como idea pura– con verdad” (Derrida, 2001: 91). Se tratará, en
aquello que permitiría situar empíricamente todo caso, de hacer aparecer una irreductible
su nacimiento sobre un suelo histórico y complicación en todo aparecer, en cuanto
geográfico determinado. La pregunta será que el sentido intencional (el noema) se en-
entonces acerca de cómo aquello que nace contraría atravesado por lo que Derrida lla-
espiritual o idealmente implica a la vez una mará su “anarquía” o su “irregionalidad”. En
génesis empírica o material, o dicho de otro esa misma dirección, en el trabajo del año 64
modo, acerca de cuál sería el rasgo de una en torno al problema génesis/estructura, se-
síntesis a priori y empírica que se plantea ñala Derrida: “Mientras que el noema es un
desde entonces como una doble exigencia al componente intencional y no-real, la hylé es
mismo tiempo ideal y material complicando un componente real pero no intencional de
el ingreso de algún tipo de dialéctica que la vivencia. Es la materia sensible (vivida y
514 pudiese eventualmente delimitar dicho no real) del afecto antes de toda animación
pliegue (Trujillo, 2006b). Cuestión que mediante la forma intencional. Es el polo de
será desarrollada con nuevos matices en pasividad pura, de esta no-intencionalidad
“Introducción” a El origen de la geometría, sin la que la consciencia no recibiría nada
precisamente, a propósito de la indesligable que no fuese otro que ella, ni podría ejercer
contaminación a la que se verá sometido su actividad intencional. Esta receptividad
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es también una abertura esencial” (Derrida, duelo, de la fenomenalidad misma del fenó-
1989: 224-225). Abertura que Derrida meno?” (Derrida, 1995: 194-195). Es esta
identificará treinta años más tarde en su irregionalidad o irrealidad, por otra parte, la
lectura sobre Marx como la “posibilidad que habría que considerar a la hora de diag-
espectral de toda espectralidad” allí donde nosticar o encajar todo “a priori material”.
una vacilación entre conciencia y mundo (o Ahora bien, volviendo sobre la primera
entre constitución y pasividad) es lo que no cita del texto de Avelar, publicada –no hay
se podrá decidir dialécticamente. En efecto, que olvidarlo– cinco años después de la se-
según Derrida, “habría que buscar la posi- gunda, ¿qué implicancias tendría asumir la
bilidad espectral de toda espectralidad en la tesis de Avelar, esto es, que en relación con
dirección de aquello que Husserl identifica, Derrida “radicaría en Walter Benjamin el
de un modo tan sorprendente y tan fuerte, atisbo de un concepto de futuro no reduc-
como un componente intencional pero no tible a la presencia”, y que ese rasgo sería el
real de lo vivido fenomenológico, a saber, que Derrida habría desarrollado bajo “los
el noema (…) Sin la inclusión no-real de nombres de justicia, promesa y don”? ¿Está
ese componente intencional (inclusión diciendo Avelar que hay una comunidad de
inclusiva y no inclusiva, pues: el noema intenciones entre WB y JD, o apresurando
está incluido sin formar parte de ello), no un poco más las cosas, que la lectura del
se podría hablar de ninguna manifestación, primero por el segundo permite a éste ac-
de ninguna fenomenalidad en general ceder, ora a la cuestión de la espectralidad,
(ese-ser-para-una-conciencia, ese aparecer ora a una justicia no reductible al derecho;
apareciente que no es ni la conciencia ni concepto de justicia que precisamente surge
en el ente que se le aparece). ¿Acaso semejante en una de sus formulaciones más explícitas
‘irrealidad’ –se pregunta entonces Derrida– , dentro del marco de una lectura sobre
su independencia tanto con respecto al mundo Benjamin? (Derrida, 1997). De ser afirma- 515
como con respecto al tejido real de la subjeti- tiva la respuesta a ésta última pregunta –y
vidad egológica, no es el lugar mismo de la como intento mostrar todo parece indicar
aparición, la posibilidad esencial, general, no que así es–, ¿estaría justificada esta lectura
regional del espectro? ¿Acaso no es también sobre Derrida? O dicho de otro modo, ¿por
lo que inscribe la posibilidad del otro y del qué la lectura de Derrida sobre Benjamin
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es hasta tal punto resistida por la crítica, parece’ casi ya como una denegación: las
que el primero aparece como la apostilla palabras ‘griego’ y ‘judío’ no aparecen [el
del segundo, incluso llegando a atribuirle a subrayado es de Avelar] en el ensayo de
aquél una cierta usura conceptual respecto Benjamin en el contexto de la distinción
de éste? Al menos es lo que perfilan los entre violencia mítica y violencia divina,
textos de Avelar a los cuales acabamos de y en ningún otro contexto. Es cierto que
aludir y que encuentran su total explici- Benjamin remite la violencia mítica a la
tación en un tercero (Avelar, 2004), cuya narración del relato de Niobe, y la violencia
versión reducida aparecerá en el marco divina a una lectura del quinto mandamien-
de una selección sobre “deconstrucción y to de la Biblia. Pero la conversión de estos
contextos nacionales” (Avelar, 2006). Factor relatos en atributos, adjetivos nacionales, es
“nacional” que precisamente constituye una una operación que realiza –y reconoce que
de las trabas que habrían, según Avelar, lo hace, además– el texto derridiano. No
desviado la lectura de Derrida de la letra de son parte del texto de Benjamin” (Avelar,
Benjamin. Al aludir escuetamente a lo que 2004: 99). Habiendo hecho este alcance,
para nosotros consideraría un tratamiento más adelante intentaremos mostrar en
de mayor alcance, esto es, la cuestión de la qué sentido una fenomenalidad no es lo
firma que se juega en Prénom de Benjamin, que en último término decidirá acerca de
Avelar reduce su alcance a una mera cues- cierta genealogía (aunque tampoco lo que
tión retórica (“homofonía” entre waltende allí decida será precisamente –o más bien
y Walter) u ornamental (“bello cierre” que imprecisamente– una no-fenomenalidad).
puntea el comienzo del texto). En seguida, Por su parte, Pablo Oyarzún en un estu-
y a propósito de la distinción entre violencia dio en torno al “concepto de autoridad”
mantenedora y aniquiladora señala el autor: (Oyarzún, 2008) remite a Avelar en el
516 “Al parafrasear este pasaje Derrida dice lo preciso instante en que, leyendo a Derrida,
siguiente: ‘luego está la violencia fundadora se cruza Benjamin. “Es posible –señala
del derecho, dicha ‘mítica’ (subentiendo Oyarzún– que, no aquí, sino en la segunda
griega, me parece) y la violencia destructora conferencia, en la muy problemática lectura
del derecho, dicha ‘divina’ (subentiendo que hace Derrida del ensayo de Walter Ben-
judía, me parece)’. Derrida añade el ‘me jamin “Zur Kritik der Gewalt”, se insinúe
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a contraluz algo de esta diferencia [entre lectura de Derrida, no trabaja expresamente


dos tipos de “misticismo” a propósito del sobre la cuestión de la firma. Pareciera ser,
“fundamento místico de la autoridad”]. por otra parte, que la remisión a la crítica
No pretendo incursionar aquí en ese texto se encuentra ya operando al modo de un
complejo, menos aún en el infinitamente presupuesto, donde la cita se equipara con
más complejo texto de Benjamin. Me li- la remisión, puesto que se convoca la lucidez
mito a reproducir el pasaje que contiene lo de ésta antes de que haya algo en el texto
que me ocupa de manera más inmediata” mismo sobre lo cual discutir a propósito.
(Oyarzún, 2008: 30). Cabría revisar si dicho presupuesto incide
En las inmediaciones de este párrafo implícitamente en el análisis que este texto
Oyarzún remite –en nota– a la interpre- propone de significativos pasajes de la pri-
tación consagrada por Avelar en el texto mera parte de Fuerza de ley. De cualquier
(aludido recién) “Specters of Walter Ben- forma, teniendo la coartada, el motivo apa-
jamin. Mourning, Labor, and Violence in rece en la página siguiente. La controversia
Jacques Derrida” (Avelar, 2004), a la que se sitúa en lo que quizá sea la tesis mejor
suscribe sin reservas. “La conferencia de lograda del trabajo de Avelar, y que con-
Derrida –apunta Oyarzún– tiene por título siste en imputarle a Derrida una “omisión”
“Nombre de pila de Benjamin”, e insiste en respecto a una división interna al concepto
el juego que se da entre la firma del autor mismo de violencia (Avelar, 2004: 93). Se
(“Walter”) y los sentidos de Gewalt (violen- podría afirmar, por otra parte, que el texto
cia, poder instituido) y walten (imperar). de Avelar no es sino un diligente exergo de
Remito a la brillante crítica de Idelber Avelar esa tesis que aparece como sólidamente ins-
(Avelar 79 y ss.)” (Oyarzún, 2008: 30). No talada desde el inicio de la segunda parte del
deja de ser curioso en esta referencia que texto. Oyarzún, a su vez, asume esta lectura
Oyarzún aluda a la insistencia de Derrida que ritma su interpretación del párrafo que 517
en torno a la cuestión de la firma en el texto cita, donde, en el cruce entre Montaigne y
sobre Benjamin y que remita a la crítica de Benjamin, Derrida clausuraría la chance
Avelar en consecuencia, tomando en con- de un doblez del así llamado “fundamento
sideración que este último, si bien es cierto místico” del derecho, intentando reducir
realiza un exhaustivo análisis en torno a la la violencia divina de Benjamin al enforce-
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ment propuesto como encuadre de Pascal denominado en Politiques de l’amitié (1994)


y Montaigne (Derrida, 2008: 11-67). Lo una hostilidad absoluta, podría señalarse que
que Derrida no habría visto sería, desde este “siempre que se trate de Derrida, las con-
encuadre, es que “una vez que se ha asumido diciones de saber filosóficamente algo son
que el susodicho ‘fundamento místico’ es inseparables de la falta de condiciones, [cosa
uno con la violencia, pero –y aquí es donde que también sucedería] cuando se trata de
importa la distinción– no necesariamente saber estéticamente algo o de saber política-
con una y la misma violencia” (Oyarzún, mente algo” (Trujillo, 2006: 8). Y ello, ade-
2008: 31). La intervención de Oyarzún so- más, a propósito del factor “nacional”, por
bre la cuestión (sobre la controversia en que las razones que, como señalábamos recién,
declara reservar su incursión) finaliza con venían a escamotear el como tal fenomenoló-
una sugerencia y una nota donde entra en gico, es decir, el aparecer de todo aparecer en
escena Avelar explícitamente sobre aquello su aparecer; lo cual por otra parte, invalida-
que para el primero se organiza bajo el signo ría una delimitación simple del pensamiento
de una vacilación. Vacilación que se ende- de Derrida al orden de lo político o de lo
reza por la fuerza en una eventual miopía estético, o yendo un poco más allá, a una
ante dos tipos de violencia. “La vacilación determinada “onto-tipología” para decirlo
tal vez tenga que ver con cierta fuerza de en términos de Philippe Lacoue-Labarthe.
interpretación –señala Oyarzún– (cuestión Suponer a Derrida no concernido por ello
de violencia, entonces, también) que ejerce supondría una cierta insuficiencia crítica
Derrida sobre el ensayo de Benjamin, y respecto a lo que se juega en un trabajo con
que tan bien ha sido puesta de manifiesto la signatura donde se firma la lectura con
en otro sitio” (Oyarzún, 2008: 31-32). Ese la firma y la repetición. Siguiendo a René
otro sitio, no es otro, por supuesto, que el Baeza, “[e]n cuanto envío del retorno, la
518 texto de Avelar. firma, no obstante, no puede ser inscrita con
Del hilo de esta controversia quedaría por propiedad ni el devenir sensible de la marca
ver entre Benjamin y Derrida qué sería una (cuerpo, instinto), ni el flujo activo de una
delimitación “política” y una delimitación voluntad ideal (conciencia, libertad). Sin
“estética” en relación con la crítica. A partir que calce su estilo con la impresión subjetiva
de Derrida y concernidos por lo que ha (acordado que el firmante no puede ser el
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sujeto de la escritura), su legibilidad ha de más precisa, podría plantearse como la de-


ser pensada sin recurso al dominio natural: pendencia de un juicio que no se agota en
si la firma supone arrojo, su éxtasis no puede la determinación de la intuición a través del
ser enmarcado en la oposición tajante entre concepto por la vía de esquemas de la razón
mundo y espíritu” (Baeza, 2004: 99). (Kant, 2007: 237-246), sino que requiere
de la ampliación de las facultades (el libre
Walten juego de la imaginación y el entendimien-
to) por la vía de una simbolización cuyo
A partir de un problema de delimitación si- proceder judicativo obedece a la reflexión
milar, Paul De Man repara en un “principio en analogía con el proceder determinante
de exclusión que se asume para operar entre (analogía en cuanto a la forma del juicio y
la teoría estética y la especulación epistemo- no en cuanto a su contenido). El paso del
lógica o, en un modelo simétrico entre la juicio determinante al juicio reflexionante, o
preocupación por la estética y la preocupa- dicho en términos más gruesos, el paso de la
ción por temas políticos” (De Man, 1998: razón teórica a la razón práctica es, pues, en
153). En este entrecruzamiento, De Man Kant, el paso desde el esquematismo de las
puntualiza que si acaso la estética en Hegel categorías a la hipotiposis simbólica o simbo-
se enmarca en el orden de la relación entre lización analógica en la tercera Crítica, y en
lo político y la filosofía (“el paso [a través la segunda, a la Típica de la razón práctica.
del arte] desde el espíritu objetivo al espíritu Se trata, en última instancia, del paso de la
absoluto”), o entre el Estado y la religión, representación entendida como Vostellung a
ha de ser porque “el pensamiento político Darstellung, pues lo que ha hecho Kant es
verdaderamente productivo –puntualiza De borrar “la distinción entre el conocimiento
Man– es accesible sólo a través de la teoría teórico (referido al juicio determinante)
crítica estética” (De Man, 1998: 153). De y la practicidad de las ideas (referida a la 519
Man viene de observar que desde Kant la facultad de desear) poniendo un punto
articulación entre razón teórica y razón intermedio” (Vidal, 2011: 26, subrayado
práctica depende de una “teoría estética [o] ZB) que apunta al juicio reflexionante,
filosofía crítica en segundo grado” (De Man, el cual posibilita –tal como en la primera
1998: 152), cuestión que, dicho de manera crítica los esquemas posibilitaban respecto
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de los conceptos puros del entendimiento gger, pero sólo a partir de aquello que Kant
(las categorías)– darse una intuición que haría posible. “Las representaciones de la
haga pensable lo que carece de ella. Pero razón –señala Heidegger– son, según Kant,
esta exigencia de carácter formal, será a las ideas de Dios, mundo y hombre. Pero
partir de Fichte, una exigencia respecto del éstas son (…)sólo conceptos directrices, no
contenido que pronto se traducirá como representaciones objetivas, que den el objeto
el requerimiento de un sistema en cuanto mentado mismo. Podemos exponer breve-
Saber Absoluto amparada, si seguimos a mente las reflexiones del idealismo alemán
Heidegger, en una “nueva experiencia del a este respecto de la manera siguiente: ahora
hombre en tanto genio” (Heidegger, 1990: bien, pero en estas ideas se piensa algo y lo que
39), vale decir, acorde a la exigencia de un es pensado en ellas, Dios, mundo y hombre,
sistema autofundado por una voluntad es tenido por decisivo en grado tan esencial,
libremente formadora. Como mostrará que sólo gracias a él es posible un saber. Así
Heidegger, además de las determinaciones pues, lo representado en las ideas no puede
del sistema que son asumidas por Spinoza ser inventado libremente, tiene que ser sa-
y Kant en torno a lo matemático y lo ra- bido él mismo en un saber. Como ese saber
cional, se añade la determinación de que el de la totalidad sostiene y determina todo
saber configurado cognoscitivamente sólo otro saber, él tiene incluso que ser el saber
podrá serlo, precisamente, en cuanto saber propiamente dicho y primero en cuanto al
absoluto, lo cual no equivale sino a ir más rango. Pero el saber es –como Kant mismo ha
allá del sistema de la razón de Kant cuyas descubierto de nuevo– en el fondo intuición,
ideas directrices tendrían un carácter sólo representación inmediata de lo mentado en
“heurístico pero no ostensivo” (Heidegger, su existente autopresencia. La intuición cons-
1990: 50). En el idealismo alemán la in- tituye el saber primero y propiamente dicho
520 tuición tendrá una relación más inmediata tiene que referirse por esto a la totalidad del
con su como tal en cuanto filosofía de la Ser, a Dios, mundo y esencia del hombre
intuición intelectual de lo absoluto pero con (libertad)” (Heidegger, 1990: 52).
el resguardo de no implicar una recaída en De manera tal que el vínculo entre política,
el dogmatismo (Descartes). El idealismo arte y filosofía que De Man ve inaugurarse
alemán iría más allá de Kant, según Heide- con Kant, ¿sería formalmente el mismo que
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se articula en Hegel, cuestión que parece ob- que perder de vista es la articulación entre
servar hasta cierto punto el mismo De Man? historia, filosofía, estética y política que
¿Y qué pasaría con Benjamin, allí donde ya a De Man le parecía alojar una cierta
De Man lo ha emplazado en el hilo directo hostilidad que se volvía necesario examinar.
que va desde el Kant de la tercera Crítica En estos términos, ¿resulta plausible pre-
hasta el Marx de La ideología alemana y en guntarnos si la crítica de Benjamin podría
una cierta contemporaneidad con Lukács, ser pensada sin el arte? Suponiendo que la
Althusser y Adorno a quienes implica bajo respuesta a esta pregunta fuese negativa, a
el rótulo de “pensadores estéticos” (De Man, modo de hipótesis podríamos formular que
1998: 153)? A todas luces y en cualquier una exigencia de ese tipo –en los márgenes
caso, para De Man, Benjamin no constituye de la filosofía y del “principio de exclusión”
ninguna excepción. en el que De Man nos alerta no incurrir
Sin embargo, el punto en cuestión es que de manera tan cómoda– significa pensar la
Benjamin parecería estéticamente concerni- religión y la política sin Hegel o habiendo
do a la hora de elaborar su crítica con el arte “superado” a Hegel. Hasta cierto punto –y
y en donde habría que ver qué significaría allí se alojaría el rasgo más difícil de esta
estar concernido estéticamente. Como señala cuestión– un distanciamiento de Hegel
el autor en El libro de los pasajes: “(…) ¿se sería necesario por parte de una crítica que
tiene que adquirir forzosamente la com- pretende establecer un tipo de inmanencia
prensión marxista de la historia al precio de que no pasaría por Hegel mismo. Y ello va a
su captación plástica? O: ¿de qué modo es depender de si acaso dicho distanciamiento
posible unir una mayor captación plástica es, en efecto, una separación o una inte-
con la realización del método marxista? La rrupción, o si lo que por ejemplo concierne
primera etapa de este camino será retomar a Breton, a Celan y a Oyarzún respecto de
para la historia el principio del montaje Hegel (Oyarzún, 2005) –pero también a 521
(…) Descubrir entonces en el análisis del Althusser y, como se puede ver, a un muy
pequeño momento singular, el cristal del concernido De Man– no es, a su vez, como
acontecer total” (Benjamin, 2002: 463). sostiene Iván Trujillo, lo que les mantiene
Los ejemplos a elegir en este punto serían retenidos “en el problema de Hegel, a saber,
múltiples, sin embargo, lo que no habría el problema estético, o más exactamente, el
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problema de su radicalización como esteti- la interpretación consagrada de la esencia


zación, como hostilidad” (Trujillo, 2009: del saber –subraya el autor– de la téchne
100). Y si esto es así para Benjamin toda vez (sustitución de la ciencia por el Denken
que desliguemos a Benjamin de lo que po- und Dichten), en la medida en que, “será
dríamos llamar su estado de excepción, enton- el arte en primer lugar el que será pensado
ces, ¿cuál es el dictum que Benjamin hereda como poseedor de la capacidad de abrir la
cuando interpreta a Hölderlin, a Goethe y al posibilidad de un Dasein histórico (…) El
Romanticismo alemán, a Fichte y a Schle- arte puede ser visto como donante de esta
gel? (Benjamin, 1996; 1998 y 2000). Dicho función –continúa Lacoue-Labarthe– por-
dictum, también podría ser –toda vez que de que en su esencia es Dichtung y porque,
lo que se trata, quizás, es de pensar un arte por su parte, la Dichtung es pensada como
sin Hegel– el dictum de Schelling, vale decir, esencialmente Sprache y esta como Sage:
de la unidad con el absoluto a través del arte, mito” (Lacoue-Labarthe, 2002: 72). Es lo
y también, si seguimos a Lacoue-Labarthe, que aparecería en los textos de Heidegger
de una “nueva mitología” (Lacoue-Labarthe, de ese período así como más tarde en las
2002 y 2007), donde ambas exigencias, lecturas en torno a Hölderlin y Trakl que
instalando otro vástago a esta polémica –en marcarían, por otra parte, su distancia-
lo que ya veníamos anunciando a propósito miento con el nacionalsocialismo. Según
del idealismo alemán– serían asumidas por Lacoue-Labarthe, “[e]stos temas, sobre los
Heidegger con las consecuencias “políticas” que se estructura su pensamiento acerca de
que de allí se siguen, particularmente entre la historia (y en consecuencia su ‘política’),
los años 33 y 35, donde aparecen el Discurso Heidegger los recoge –recobrándolos de
del Rectorado y la Introducción a la metafísica, principio a fin– de una larga tradición ale-
así como también el seminario del año 36 mana que se origina en la Jena de Schiller
522 en torno a Schelling; en todo aquello que (y no de Goethe), los Schlegel y Hölderlin,
tendrá que ver con la cuestión de la auto- Schelling y parcialmente del ‘joven Hegel’
fundación y la “repetición de la grandeza y que, por medio de Wagner y Nietzsche,
del comienzo griego”, donde, siguiendo a acaba por imponerse, o en todo caso, domi-
Lacoue-Labarthe, dicha repetición equi- na bajo distintos aspectos, en la Alemania
valdría para Heidegger a una inflexión en de los años 30 no refractaria [al nacional-
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socialismo]” (Lacoue-Labarthe, 2002: 73). nides y Lutero (Derrida, 2004), donde lo


Y lo que no podremos hacer acá será poner que se juega será un cruce greco-judío (el
en relación la “excepcionalidad” de Goethe logos como mediador), en principio, en
en Benjamin y Lacoue-Labarthe. Para ello, una triple articulación de traducción: el
primero, ha lugar a objeción. pneuma griego, el spiritus latino y el Geist
Por otra parte, como ha hecho notar Hei- alemán, y donde no hay que olvidar la ruah
degger en el seminario en torno a Schelling, hebrea. Donde, como hace notar Derrida
“(…) el orden del ente en total –Dios, el en Del Espíritu, la implicación paulina de
creador, el mundo de lo creado, el hombre la cuestión pasaría por la distinción entre
que pertenece al mundo y está destinado a “hombre natural” y “hombre espiritual”
Dios– ese ente en total así expresado exige (Derrida, 1996: 85), es decir, por el umbral
justamente entonces una nueva apropiación de la traducción entre alma y espíritu. Filia-
sobre la base y con los medios del saber que ción o alianza que pasa a Fichte, Schlegel y
se funda a sí mismo (…) Ciertamente, en Schelling y que será discutida por Hegel y
ello, hay que tomar en cuenta que en la Re- en donde a propósito de Spinoza también
forma, por obra del protestantismo alemán, cabría algo que decir. Discutida por Hegel
no sólo se modificó el dogma romano sino y asumida por Wagner, entonces sin Hegel;
que transformó el sello románico-oriental discutida por Nietzsche, sin Kant y quizás
de la experiencia cristiana del ‘Ser’ (…) La en una relación más compleja con Hegel,
quiebra del dominio exclusivo de la iglesia o más bien dicho, con la crítica de Hegel
sobre la legislación del saber y del actuar es al concepto de sistema pero sin la síntesis
entendida como una liberación del hombre judeo-protestante de Kant. Pero también sin
para sí mismo” (Heidegger, 1990: 38). Hegel. Los protocolos de lectura se vuelven
En términos generales, una soldadura his- aquí sumamente complejos. Coagularé
tórica de lo judío en la Europa occidental hacia una de las aristas de esta escena de 523
se puede encontrar no tanto en la línea de familia, aquella que pone en relación a Kant
descendencia que va de Cohen a Buber, y Schelling con Heidegger, precisamente
luego a Rosenzsweig y a Benjamin (Forster, a costa de Hegel o de sacar a Hegel de la
2009), sino en aquella que va desde Filón escena, toda vez que lo que querría restituir
y Pablo hasta Kant pasando por Maimó- Heidegger sería una cierta unidad mítica a
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través del arte, concretamente, del poema, con aquella familia. Ese autor no es otro que
cuestión que implica poner fuera de juego Walter Benjamin. Y la pregunta heurística
a la dialéctica de la idea absoluta y en ge- sería: ¿se puede desprender Benjamin, de
neral al privilegio del concepto absoluto en lo que aquí por comodidad llamaremos “la
relación a su interiorización y exterioriza- familia de Schelling”? Pues dicho de manera
ción. A menos que aquello que pudiese ser bien tosca, estar en la familia de Schelling,
pensado con el mito (vale decir, sin Hegel) sería desde Heidegger, estar en la familia
pudiese pensarse también con la dialéctica nazi, o al menos en la deriva filosófica que
(de Hegel). Y es lo que parece anunciar Hei- posibilita algo así como el nacionalsocialis-
degger en Nietzsche cuando le resta a Hegel mo en Alemania. Pero también, y esto no
una posibilidad que sí restituiría Wagner: debería resultar contradictorio, en la des-
nada menos que “el intento de una ‘obra cendencia de un Kant que habría firmado
de arte total’” (Heidegger, 2000: 89). Pero mediante la ligadura de la autonomía y la
si lo que derechamente podríamos llamar ley universal un contrato judío entre Filón
siguiendo a Lacoue-Labarthe el “proyecto y Pablo. ¿Qué pasaría entonces allí donde
político de Heidegger” sólo se consigue Heidegger en torno a un concepto “vulgar”
con el arte, vale decir –y esto es lo que no de tiempo pretende ver una excepción filo-
dice Lacoue-Labarthe– hasta cierto punto sófica en Kant a propósito de aquél autor
sin Hegel, es decir, sin lo que Hegel podría que habría llevado a la metafísica a su mayor
mostrar del arte a través del concepto, cabría radicalidad, casi a su consumación, esto es,
preguntarse cómo un autor cuyo posiciona- Hegel? (Heidegger, 1973; 2002; Derrida,
miento político, hasta donde nos muestran 1971) ¿Y qué ocurre cuando Benjamin
los críticos, no pasa explícitamente ni por el factura a Kant la remesa de un trascenden-
mito ni por el nacionalismo –y que tampoco talismo que considera obsoleto respecto a la
524 puede desarrollar en toda su dimensión su “filosofía venidera”? (Benjamin, 1998). Y,
discurso sin el arte, vale decir en estos tér- también, ¿qué sucede cuando Hegel rechaza
minos, con Hegel–, cómo entonces, dicho el contrato judeo-kantiano? ¿En qué familia
autor, se sitúa en los márgenes de Hegel o espiritual se inscribe y de cuál reniega? ¿Por
antes de Hegel, o dicho de otra forma, cuál qué decir entonces, con una seguridad críti-
es la relación que a partir de ahí establece ca tan estable, qué políticamente Heidegger
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queda del lado del nazismo, que Hegel no se con el judío el alemán se explica consigo
podría llegar a ser antisemita, que Benjamin mismo en la medida en que lleva consigo y
no podría llegar a plegarse a la violencia nazi, refleja el judaísmo: no en la sangre sino en
o también, qué Lévinas queda del lado del el alma. O en el espíritu” (Derrida, 2002:
sionismo, o incluso que cierta filiación na- 61). En el elemento del logos mediador de
cional “no aparece en el texto de Benjamin” la alianza judeo-helénica que hace posible el
(Avelar)? O dicho de otra forma, ¿por qué cristianismo, “Grecia deviene la fuente fun-
aquél que pretende establecer su límite a damental de la germanidad”. Los alemanes
través del otro no pasa también a explicarse son judíos, puntualiza Derrida, “lo quieran
con él en lo que desde entonces sería una o no, lo sepan o no”. Es el logos mismo el
indesmallable contaminación? Y volviendo que habría servido de mediador entre el es-
a una fórmula del comienzo, pero que píritu judío y el espíritu alemán. Esta psique
podríamos comenzar a sustituir de manera judeo-alemana que se encontraría implicada
más o menos insistente, ¿qué pasa cuando en el nacionalsocialismo y que entre otras
un Heidegger que se explica con Hölderlin cosas pasa por la reforma protestante, desde
es un Heidegger que se explica con Schelling la perspectiva de Lacoue-Labarthe (si bien es
(y con Kant), y por tanto, un Hölderlin cierto no en directa discusión con Derrida
que se explica con Kant y con Schelling? sobre este punto) habría de ser diferenciada
¿Cómo alguien –o algo– puede explicarse en su especificidad respecto de la deriva
con aquello que no se explica? Y si explicarse latina Renacentista donde el ateísmo habría
con otro fuera explicarse con uno mismo y sido mitigado por una filiación romana
explicitar al otro, ¿cómo podría Benjamin (y cristiana) nunca totalmente caduca y
ser una “excepción”? Como apunta Derrida que constituiría la deriva propiamente
en su trabajo en torno a la “psique judeo- fascista (Lacoue-Labarthe, 2007:103). En
alemana”: “En cada giro, en cada viraje, en términos “estéticos” dicha diferencia se 525
cada punto de viraje, en cada vuelta o sesgo expresaría, según Lacoue-Labarthe en la
del espíritu alemán, una ‘fuerza’ original, a tentativa alemana de “obra de arte total” y
saber, la genealogía o la ascendencia judía ha la “estetización de la política” que Benjamin
tenido que jugar un papel destacado. El ale- habría detectado a propósito del fascismo.
mán se explica con el judío (…) Al explicar- Distinción que, a su vez, podría ser ope-
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ratoriamente viable a la hora de hablar de que reduce a intuición sensible el aparecer


sionismo. Así por ejemplo, en algunos textos del ser y de los fenómenos anticipando,
de Lévinas que se perfilan en esa dirección por la vía de su determinación conceptual,
(Lévinas, 2006) no existe una ruptura total todo aparecer.
–y no puede ser de otro modo– con una Por otra parte, a propósito del tratamiento
filiación cristiana de la cual quedaría por ver de la distinción entre una mismidad cuyo
su fidelidad mimética, pero también para, precinto remite a la “ontoteología” (enten-
a partir de esta fidelidad, precaver ante una dida como la tradición que Heidegger so-
asimilación de lo judío a lo judeo-alemán, mete a deconstrucción) y la alteridad radical
pues, siguiendo a Derrida, que todo alemán enunciada a propósito de lo infinitamente
se explique con el judío no tendría que ser otro, Rodrigo Karmy en un trabajo en torno
equivalente a una explicación a fortiori del al sionismo en Emmanuel Lévinas considera
judío con el alemán. “preciso preguntarse por el modo en que
En su primer estudio dedicado a Lévinas, funciona el término ‘judío’ en Lévinas, toda
Violencia y metafísica (1967), Derrida plan- vez que –puntualiza el autor–, en nuestra
tea lo que cabría denominar como una cierta historia inmediata, dicho término llega a
inflexión familiar. “Que Platón sea a los ojos designar, al menos, dos Israel diferentes: un
de Husserl –afirma Derrida– el instituidor Israel exterminado por el racismo europeo
de una razón y de una tarea filosóficas cuyo y un Israel exterminador del pueblo pales-
telos dormía todavía en la sombra; que tino desde su fundación en 1948” (Karmy,
marque, por el contrario, para Heidegger, 2011: 1). No dejando de considerar el dato
el momento en que el pensamiento del ser historiográfico bruto en lo que tiene de in-
se olvida y se determina en filosofía, esta desmentible violencia y sujeción, ¿por qué
diferencia sólo es decisiva al final de una la referencia al término “judío” en Lévinas
526 raíz común que es griega. La diferencia es tendría que ser remitida a “nuestra historia
fraternal en la descendencia, sometida por inmediata”? Si bien es cierto Karmy abre la
entero a la misma dominación” (Derrida, interrogante de una explicación “sintomáti-
1989: 110). Tomando en consideración este ca” de Lévinas con Heidegger que arrastraría
problema, para Lévinas, el primado de esta hasta cierto punto su negación (la negación
descendencia se traduciría en una filosofía o interiorización coextensiva también a
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la crítica podría decirse del fantasma del de subrayar en ambos casos– sin firma su
sionismo) y por tanto el “envés” (siguiendo “genealogía espiritual” (Derrida 2002: 61).
a Arendt) del nacionalsocialismo, el pasaje Se trata, en ambos autores, de un gesto de
de la genealogía espiritual a la historia absolución anticipada de la signatura de su
queda en una cierta subrepción que pasa repetición, de su retorno o del deseo implí-
por asumir la interpretación consagrada de cito de su retorno, y por consiguiente, de
Lévinas sobre aquellos conceptos (rostro, examinar cómo es que ésta liga el texto a ese
infinito, prójimo, escatología, etc.) que a corte a una “repetición maquinal” (Derrida,
la postre terminarán por sostener todo el 2003: 31-128), a un “cuerpo artefactual,
edificio de una filiación sionista que, por un espectro (…) [como] aquello de lo que
otra parte, a la luz de textos como los que nunca termina de des-ligarse el idealismo o
se compilan en L’au-delà du verset (1982) no el espiritualismo en todas sus variantes, sea
puede sino asumirse en toda su dimensión; materialista o idealista” (Trujillo, 2006b:
o dicho de otra forma, en admitir una salida 4). Desde esa óptica, en lo que respecta
de Lévinas del elemento de lo mismo, en a Avelar, la absolución de una ligadura
asumir o admitir en buenas cuentas como cuasi-sintética o artefactual operaría en su
a priori material el éxito del proyecto filo- lectura de la “omisión” en que habría incu-
sófico de Lévinas (esto es, determinando rrido Derrida toda vez que lo que se juega
la consanguinidad espiritual en juego sin allí –y esta sería una de las hipótesis– es el
repetición) lo cual no puede sino redundar intento por acceder a un verdadero estado de
en un análisis a posteriori espiritual sobre excepción (con el peso que le da Benjamin
judaísmo y Estado de Israel que Karmy de a ese sintagma en la tesis VIII), y que para
manera bastante precisa llevaría a cabo no Avelar se explicita en la instancia de la huelga
obstante a costa de lo que podríamos llamar general revolucionaria (que por otra parte
una cierta precipitación. Sin embargo, dicha sostiene su crítica a la lectura de Derrida). 527
precipitación también ocurriría en el caso de Según Avelar, “[e]n la rigurosa paráfrasis que
Avelar pero en el sentido exactamente con- hace Derrida de toda la armazón del texto
trario (es decir, negando una determinada benjaminiano, falta esta explicitación de lo
filiación conceptual a la violencia), circuns- que en Benjamin es la huelga como algo que
cribiendo –y esto me parece fundamental es violencia y no violencia a la vez (…) La
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huelga será siempre, deberá ser siempre leída allí Derrida: “Es en ese punto cuando este
de las dos maneras simultáneamente, antes texto [punto que tendría que ver con la po-
de la distinción entre la violencia implícita o sibilidad siempre abierta de precipitar una
potencial del acto de la huelga y la violencia expiación de la firma de la violencia divina],
explícita de la huelga general revolucionaria a pesar de toda su movilidad polisémica y
(dicotomía que, ve bien Derrida, no es pura, todos sus recursos de inversión, me parece
fácilmente separable, etc.) (…) Derrida sí finalmente que se asemeja demasiado, hasta
mapea fracturas varias en el texto benjami- la fascinación y el vértigo, a aquello mismo
niano, con conclusiones ineludibles; pero contra lo que hay que actuar y pensar, contra
esta nos parece la fisura fundante de la red lo que hay que hacer y hablar” (Derrida,
múltiple que arma Benjamin” (Avelar, 2004: 1997:150-151). Podría incluso plantearse
93). No obstante, si asumimos que, siguien- como hipótesis, que lo que intenta hacer
do a Avelar, lo que se perfila en Benjamin Avelar al resistir la lectura de Derrida en
mediante esta complicación en relación todo lo que en el orden de lo irrepresentable
con la huelga como un “eje desaparecido” asociaría según éste al texto de Benjamin
(axis missing) en la lectura de Derrida, es con el nazismo, es transferir al momento
decir, que en el momento de la huelga “la “puro” de la violencia la división que desde
distinción entre violencia y no-violencia el comienzo y hasta el final Derrida apuntala
se vuelve indecidible”, es según el autor, en su lectura respecto a la violencia mítica.
la “omisión [por parte de Derrida] de este La tesis de Derrida –con el espolón inclui-
momento de constitutiva abertura (split) en do– aparece enunciada en el Post-scriptum
el texto de Benjamin” (Avelar, 2004: 93), de la siguiente manera: “Benjamín habría
queda planteado a su vez que es ese mismo considerado quizás vano y sin pertinencia,
eje de lectura el que posibilitaría a Derrida en todo caso sin pertinencia a la medida del
528 establecer “una aproximación [de Benjamin] acontecimiento, toda objetivación histórica
con Heidegger y la caracterización de ‘Para o estética de la «solución final» que siguiese
una crítica a la violencia’ como un texto perteneciendo, como toda objetivación, al
“demasiado heideggereano””. La relación a orden de lo representable e incluso de lo
la que Avelar alude se encuentra al final del determinable, del juicio determinante y
Post-scriptum de Prénom de Benjamin. Señala decidible [cuestión que también Thayer cri-
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

tica como la re-torcedura en que incurriría de la indecidibilidad del pasaje mítico que
Derrida]. Lo decíamos hace un momento Derrida considera para obtener su rédito en
–prosigue Derrida–: en el orden de la mala su dimensión mesiánica. Por otra parte, si lo
violencia del derecho, la mitológica, el mal que Benjamin interpreta como “verdadero
dependía de una cierta indecidibilidad, de estado de excepción” es posible de traducir
que no se pudiese distinguir entre la violen- como el “indecidible” que Avelar sitúa res-
cia fundadora y la violencia conservadora, pecto de la huelga y de la huelga general re-
puesto que esa corrupción era dialéctica y volucionaria a la medida de esa interrupción
dialécticamente inevitable, mientras que el como “‘verdadera soberanía’, ‘verdad como
juicio teórico y la representación eran allí muerte de la intención’” (Thayer, 2006:
determinables y determinantes” (Derrida, 29), que, en cuanto “interrupción de una
1997: 147). asimilación simbólica o analógica, determi-
Teniendo en consideración esta escena, nante o categorial” (Bórquez, 2011: 33), de
cabría preguntarse por qué la reticencia de un “orden trascendental” (Benjamin, 1997:
Avelar parte enfatizando una eventual “omi- 18, intro), fundaría, a nuestro juicio, con
sión” de Derrida sobre un cierto “indecidi- su regla excepcional, toda excepción (ideal o
ble” benjaminiano (“[f ]or Benjamin, the material), empezando por la excepción del
strike is the moment when the distinction mismo Benjamin de una cierta consangui-
between violence and non-violence becomes nidad espiritual (por ejemplo la que podría
undecidable”), pero con el fin de proteger a ligarlo a Heidegger), o por la de un Kant
Benjamin de una explicación con Heide- que, como se mostraba con antelación, para
gger, puesto que la alusión a la “omisión” Heidegger podría eximirse de la paráfrasis
se proyecta inmediatamente en el texto de aristótelica.
Avelar a los últimos párrafos de la lectura Por otra parte, Derrida trabaja sobre la firma
de Derrida, donde, podríamos decir, esa de Lévinas en un estudio menos desarrolla- 529
Auseinandersetzung con Heidegger aparece do por la crítica: En ce moment même dans
explicitada. Es claro que la transferencia de cet ouvrage me voici (1980). Sin entrar a
los pasajes opera allí donde Avelar tiene fondo en este texto de alta complejidad dejo
delimitada lo que será su crítica, pues el colgada una cita donde queda de manifiesto
desplazamiento es leve, y consiste en sisar el intento de Derrida por des-enredar a Lé-
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vinas en su textualidad, vale decir, respecto a un proyecto diferente por parte de Lévinas
su firma. “Esta interrupción no es un corte, en relación con Hegel sobre este punto. Pero
no depende de una lógica del corte sino de este resbalón obedece menos a una apropia-
la de-stricturación absoluta –sostiene Derri- ción interesada que a un nudo indisociable
da–. Por eso la abertura de la interrupción de una cierta institución interpretativa (pues
no es jamás pura. Y para distinguirse, por el problema aquí no es otro que el de las
ejemplo, de lo discontinuo como síntoma instituciones de la interpretación). Que dicha
en el discurso del Estado, no puede romper institución en un marco general y como ya
el parecido más que no siendo no importa anunciábamos tenga su divisa en el nombre
cuál, y en consecuencia determinándose de Walter Benjamin, hoy en día y en el con-
también en el elemento de lo mismo. No im- texto en el que nos situamos, es una cuestión
porta cuál: es aquí donde se sitúa la enorme que dejo planteada tal vez como algo más
responsabilidad de una obra –en el Estado, que una hipótesis. El “universalismo” que
la filosofía, la medicina, la economía, etc.–. Karmy detecta en Lévinas en relación con
Y el riesgo es ineluctable, está inscrito en el pueblo judío es el que, como se intentaba
la necesidad (otra palabra para decir el lazo sugerir retrotrayendo a Cohen despuntaría
que no se puede cortar) de la estrictura, la con Filón llegando hasta Kant y la nación
necesidad de negociar la cadena, aunque alemana (Derrida, 2004: 41 y ss.), y del cual
sea de forma no dialéctica. Ese riesgo está quedaría todavía por delimitar en su espe-
él mismo regularmente tematizado en su cificidad latina (Lacoue-Labarthe, 2002),
texto” (Derrida, 1997b: 98). pero donde habría que considerar, a su vez,
En ese sentido, volviendo al texto de Karmy, qué sucedería con la línea de interpretación
lo que objetamos de su lectura sería lo que que haciendo una excepción de Kant o
nos parece como una absolución precipitada evitando a Hegel para remontar a Schelling,
530 de la signatura en Lévinas (de la firma del descarta, precisamente, a Hegel de la escena.
otro o de aquél que en cuanto firmante fir- En ese sentido, para Lévinas, según Karmy,
ma siempre “en mi lugar” (Derrida, 1997: no se trataría de aquel universalismo de “he-
139), y que tendría en el término “universa- rencia griega (…) que encontraría en Hegel
lismo” su expresión más ejemplar; término su última expresión” (Karmy, 2011: 5), sino
que recibe su volumen conceptual al admitir de un universalismo “de la responsabilidad
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

que testimoniaría la huella inasimilable medidor esencial. Más bien, lo que allí sea
de la herencia judía”. No obstante, como no-fenomenal tendrá que vérselas todavía
es posible observar a partir de Derrida, la con su propia y radical heterogeneidad, y
eternidad en Hegel también estaría transida entonces, quizás, nos hallemos en medio
por una no-fenomenalidad, lo cual redunda de otro registro problemático, de una suerte
en una acaso sorprendente semejanza entre de “a priori material”, siguiendo a Willy
el Dios judío y el Dios de Hegel (Derrida, Thayer, pero que ya ni siquiera cabría deno-
1976). El infinito de Lévinas y la eternidad minar “material” ni menos “ideal”.
hegeliana se cruzarían entonces en el punto En efecto, el “a priori material” de Thayer
de su des-aparición. La incompatibilidad enfila en la misma serie de la “alegoría na-
con Hegel que en ese contexto es propuesta cional” que Avelar le imputa a Derrida y de
por Karmy, cede ante la contaminación del la que quiere absolver a Benjamin, o que la
mismo señuelo que se pretende delimitar, precipitación que en Karmy decide a la hora
puesto que cabe preguntarse, ¿por qué se- de leer a Lévinas. Pues el problema surge
parar aguas entre lo que podríamos llamar no cuando se intenta vincular el “a priori
la familia de Lévinas y la familia de Hegel? material” a una psique sino cuando la psique
O en última instancia, ¿aparece suficiente- se hace depender de éste, presuponiendo
mente justificada o justa esa decisión? Dicho allí, a su vez, que la interrupción no se
de otra forma, ¿qué significaría para Karmy deja re-anudar. En razón de ello, sionismo,
que Lévinas no se explique con Hegel? Así nazismo, fascismo o cualquier apropiación
como también podría decirse, desde una ideológica autofundante aparecen más bien
cierta conmutatividad, ¿qué significaría como una implicación crítica que como
para Avelar que Benjamin se explique sin una desactivación de su impronta filosófica.
Heidegger, o también con él? Como bien ha señalado Lacoue-Labarthe, la
En sentido estricto, la genealogía que De- ley mimetológica de la imitatio, la coerción 531
rrida exhibe no significa la reducción ideal que le confiere autoridad, exige que se dirija
de los límites estatal-nacionales pues dicha como modelo “a lo que no proviene de una
genealogía por muy “espiritual” que haya imitatio” (Lacoue-Labarthe, 2002: 98);
de ser no se encuentra sostenida por la división interna de la imitatio regida por
dicotomía materialismo/idealismo como su un double bind, que en el caso de Alemania
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respecto del modelo griego se radicaliza a pensar lo impensable que supone el Ex-
como la posibilidad de un surgimiento o terminio como el resultado del desamparo
una originalidad excepcional (sin posibilidad alemán en cuanto precipitación mimética de
de imitación) como modelo de una autofor- existir a condición de no existir, puesto que
mación, y que según Lacoue-Labarthe sería lo que se jugaría en términos topológicos
el modelo asumido por Heidegger en el Dis- respecto del judío es que su anulación im-
curso del Rectorado (1933). A propósito de su plica como condición el que no se le pueda
acceso a la existencia histórica, Alemania se situar ni dentro ni fuera de la comunidad
encontraría regida por la ley mimetológica encontrándose “de antemano impedidos de
en cuanto precipitación mimética o radi- existencia”. Para Lacoue-Labarthe aquella
calización de la imitatio: double bind, pues, división íntima de la comunidad no se
que en cuanto principio de autoformación explica tanto desde el inmanentismo plan-
se inscribiría como un vástago de la tradi- teado por Nancy (voluntad de inmanencia
ción que Kant formaliza a través del genio absoluta como fusión comunal, donde el
como principio de lo inimitable. En dicho exterminio se explicaría a partir de una
intento, que es el intento de constituirse insatisfacción del “infrahombre exterior a
como nación o pueblo (Volk), Alemania, la comunidad de sangre y suelo” respecto a
en este sentido, habría aspirado al genio, los criterios de la “pura inmanencia”), como
sólo que el genio, en cuanto inimitable, se de aquella precipitación mimetológica, o al
habría precipitado en esta imposibilidad menos, el “inmanentismo furioso o deliran-
(imposibilidad de una imitación genial), te de la comunidad orgánica” que postula
llevando al conato nacional alemán a ago- Nancy, se encontraría regido por una ley
tarse en lo que Lacoue-Labarthe denomina mimetológica general donde un double bind
una “lógica esquizoide”, “algo así como una divide o “o esquiza”, desde su proyecto, la
532 psicosis –señala el autor– o una esquizofre- intimidad comunitaria (Lacoue-Labarthe,
nia histórico-espiritual en la que algunos de 2002: 92). Double bind que se traduciría
sus genios más prestigiosos, desde Hölderlin en la radicalización de una imitatio cuyo
a Nietzsche, resultaron ser los signos (y las modelo de originalidad resiste a la imitación
víctimas) premonitorias” (Lacoue-Labarthe, en cuanto autoformación. Autoformación
2002: 99). Lógica esquizoide que autorizaría que para Heidegger, como se anunciaba,
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

es autoafirmación del espíritu (Geist) en el cual [el cristianismo en la doble dimensión


Discurso del Rectorado (1933) y en la Intro- de penuma y spiritus, es decir en la doble
ducción a la metafísica (1935). inflexión griega y latina, además de una in-
Ahora bien, si Lacoue-Labarthe tiene razón, flexión hebrea que no habría que descontar
y el tono schellingiano al que Heidegger se y que sería la de la ruah, vale decir, a partir
pliega (plegamiento que Derrida también de lo cual tanto la metafísica como el cris-
detecta a propósito de Trakl (Derrida, tianismo] (…) es posible” (Derrida, 1996:
1996)) allí donde lo que está en juego 94). Derrida reconoce aquella impronta
es una cierta relación con el mito como schellingiana en el intento de Heidegger
relato (Sage), por tanto, con el arte y con por darle alcance a esta Frühe, que se vería
la política del poema, habría que ver si este expresado en un intento de descristianizar
diagnóstico permite revelar el negativo que tanto a Schelling como a Trakl en vistas
Derrida extrae en torno al espíritu en su de una determinación más fundamental.
lectura, primero, sobre los textos de los Lacoue-Labarthe, por su parte, hará coin-
años 33 y 35, y luego en torno al Trakl que cidir la posición de Heidegger sobre este
Heidegger presenta. Es decir si el geistlich de punto con su distanciamiento del nacio-
Trakl que Heidegger quiere llevar más allá nalsocialismo –distanciamiento que jamás
del cristianismo –tal como lo hiciera con el tendrá el carácter de un abandono– y que
problema del mal en Schelling– se deja ver implicará una suerte de blanqueamiento de
o no –y hasta dónde– por el positivado del una reapropiación del espíritu por parte de
mito. Lo que Derrida pretende abrir con Heidegger orientado a la apertura hacia una
Heidegger sería una heterogeneidad radical nueva religión, donde, como se ha venido
en el origen que permanecería heterogénea insistiendo, en los años del 33 al 35 junto
aún “en la más rigurosa repetición” y que se con los desarrollos en torno a Hölderlin el
anuncia allí como lo “más diferente” (Derri- plegamiento a Schelling pasará más bien 533
da, 1990: 95). Se trataría de una partida sin por la autoafirmación de la nación alemana
partida como retiro hacia lo más originario como creación de una nueva mitología.
de una Frühe que está por venir. Se trataría Cabe preguntarnos, entre Derrida y Lacoue-
a través de Trakl para Heidegger, según Labarthe, por el cruce que, del mito a la
Derrida, “de pensar aquello a partir de lo heterogeneidad radical como aquello “más
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matinal del Frühe”, transita alrededor del necesariamente para ser enunciado después
nombre de Schelling, en donde, tanto en (de Hegel). Esto no tendría que ser siempre
un caso como en el otro se juega una cierta así en Heidegger, pero al parecer –y esto es
posición radical de Heidegger frente al cris- una hipótesis– tendría que ser así cuando
tianismo, donde si es en vistas de remontar la clave de lectura se asocia con Schelling
el mito es de la crítica protestante de lo y lo que se dice entonces se anuncia pa-
que se trataría, tanto como si es en vistas sando por su texto. Y tanto Derrida como
de arrancar la separación del mal al espíritu Lacoue-Labarthe, con matices de lectura
y de deslindar el geistlich de Trakl más allá en cada caso, observan que la relación que
del horizonte cristiano. De seguro, ambas Heidegger establece con Schelling se inscri-
orientaciones se encuentran en Heidegger be en un período complejo políticamente
y las consecuencias que se sigan en cada hablando, precisamente el período en que
caso dependerán hacia qué lado se cargue Heidegger adscribe y luego se distancia del
más la mano. Antes bien, me interesa, en el nacionalsocialismo. Es en ese contexto que
medio, demorar el nudo que entre ambos el eco de Schelling se deja oír.
fieles de esta balanza –nunca demasiado Por su parte, Benjamin haría pasar una uni-
equilibrada y quizás no puede ser de otra dad (inmanente) –que enlaza con su trabajo
forma si de fondo está el contra-balanceo en torno al Romanticismo– por el filtro de la
de una Ereignis acompasando todas estas prosa, vale decir –leído desde la perspectiva
vacilaciones o esta fantástica (y única) vaci- de Derrida– por la instancia sin contenido
lación–, me interesa, pues, demorar el nudo de la materialidad del signo, pero que no
que Schelling teje entretanto. Por ejemplo, implicaría únicamente la interrupción de
¿por qué tratándose del Geist Heidegger se la interiorización tanto como su des-enlace,
explica con Schelling y no con Hegel? ¿Y (un doble bind). Es en ese punto –que ha-
534 qué significaría entones explicarse sin Hegel? bría que desarrollar de manera mucho más
En este punto, ¿explicarse con Schelling es rigurosa– donde para Derrida se vuelve muy
explicarse sin Hegel? Pues como sea que complejo pensar una “violencia no-soberana
se respondan estas preguntas al parecer se y exenta de derecho”, y más lo segundo que
trataría siempre de decir algo que pueda lo primero –justamente por una disociación
ser proferido antes de Hegel pero sólo y de la violencia entre el conocimiento y
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

la acción (Derrida, 1997: 136), teniendo bestia y el soberano” (2002-2003), señala


a la vista el problema de la iterabilidad, Derrida: “Nos habíamos prometido volver
precisamente como una maquinalidad o ar- a la misma encrucijada para seguir y retomar
tefactualidad (posibilidad espectral) que ha la trayectoria de ese peculiar pensamiento
introducido subrepticiamente el contagio y heideggereano del Walten, la peculiar uti-
la repetición en el punto de una institución lización de esa palabra, algunos de cuyos
(en el sentido de inyunción) irreductible, casos importantes en los que aparece, en
por ende, una “diferencia de naturaleza” el seminario de 1929-1930, ya habíamos
en el origen de la violencia –que es lo que seguido, y después, sobre todo, cinco años
le imputa Avelar a Derrida– tendría que más tarde, en 1935, en un período, período
buscarse en una instancia que no se deje político que no es un período cualquiera, en
reducir por algún tipo de determinación, la Introducción a la metafísica. Este recurso
cuestión que, intentaremos apuntar sobre prosigue mucho más allá, como veremos, de
el final, Derrida efectivamente considera, un modo muy interesante y que no carece de
complicando la imputación de Avelar.  relación con todos los motivos que aquí nos
Ahora bien, dicha “inyunción” –que po- interesan. Porque el Walten es una “fuerza”
dríamos circunscribir a una cierta fuerza de la que no se puede decir ni que porta la
(Kraft)– es la que Derrida intenta pensar vida ni que porta la muerte –[Nota: Pongo
por medio del término Walten (Derrida, la palabra “fuerza” entre comillas porque no
1997 y 2011) que, por otra parte, se encuen- me satisface en mayor grado que la palabra
tra trabajada en el seminario de Heidegger “violencia”; en cualquier caso, éste <el Wal-
del año 35, que es el mismo desde donde, ten> es alguna cosa que no es una cosa, ni
desde otro enfoque, Lacoue-Labarthe extrae una cosa de la vida ni una cosa de la muerte”
cierta fidelidad, para decirlo a través de un (Derrida, 2011: 132-133). Y más adelante
nombre, a Schelling. Un Schelling que He- plantea: “Como ven ustedes, lo que aquí 535
deigger no desmarcará totalmente de Kant más se acentúa es que la muerte en cuanto
al año siguiente en el seminario acerca del tal, el acceso, la relación con la muerte en
primero. Dimensión “política” que por otra cuanto tal es un poder (Können, Vermögen).
parte Derrida no ignora. En una nota de la Semejante poder, semejante potencia, define
segunda parte publicada del Seminario “La al mortal, al hombre como mortal, y ese
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poder del como tal, del “en cuanto tal”, ese que cualquier soberanía]– de ahí la dificul-
poder de acceder al como tal de la muerte tad que experimentamos para pensarla, para
(es decir, de la nada como tal) no es sino la determinarla y, por supuesto, para traducirla
relación con la diferencia ontológica, por [Nota: Y lo que también me interesa es la
lo tanto con el ser en cuanto ser. Sin ese cadena entre walten, können, vermögen]”
poder [Nota: ¿Qué quiere decir “poder” (Derrida, 2011: 165-166). En este sentido,
aquí? Incluso la palabra “poder” (Können, y si de esto se tratara la cuestión, es decir,
Vermögen), lejos de proporcionarnos la llave el problema de pensar una “violencia no-
de una puerta que tendría acceso al ser del soberana y exenta de derecho”, un verdadero
ente, ese poder mismo es definido por el ser estado de excepción en términos de Benjamin
del ente. El poder, aquí, ese poder singular, y Thayer como factor “desobrante” de la Es-
aparece como poder desde la experiencia cena de Avanzada en este último, entonces,
de la diferencia entre el ser y el ente], sin la a mi juicio, la deriva heideggerana y todo
fuerza de ese poder del “en cuanto tal”, de lo que se desprende de estos textos com-
la muerte en cuanto tal, no habría relación plejos por sus posicionamientos políticos
con el “en cuanto tal”, por consiguiente con y las líneas de descendencia en la que se
el ser en cuanto ser, al no ser el ser en cuanto inscriben sería entonces una herencia que
ser un “en cuanto tal” entre otros sino la no se podría simplemente absolver (y en
posibilidad del “en cuanto tal” en general este punto la cuestión de la herencia según
(…). Y esta diferencia entre el ente y el ser, Derrida en la línea del planteamiento de la
esta diferencia ontológica que, al portar el “posibilidad espectral de toda espectralidad”
“en cuanto tal”, se dirá –en el texto cuya lec- en Espectros de Marx tendría que consi-
tura todavía difiero, Identidad y diferencia–, derarse en relación con el problema de la
[se dirá] que adviene mediante un walten: firma). No absolverse anticipadamente de la
536 es siempre la fuerza de esa misma palabra herencia, y tal vez llevando las cosas a cierto
que dice una fuerza, un poder, un dominio, límite, nos conduce a la interpretación de
incluso una soberanía no comparable con Lacoue-Labarthe de la “nueva mitología”
ninguna otra [Nota: No es la soberanía de de raíz schellingiana (kantiana-filoniana)
Dios, no es la soberanía de un rey, de un jefe heideggereana. ¿Dónde está el “extravío”
de Estado, es una soberanía más soberana entonces? ¿No incurriría acaso Thayer en el
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

blanqueamiento de otro “a priori material”, consecuencias “políticas” que se extraen de


uno tal que ya ni siquiera se le podría seguir dicha filiación. Como plantea Iván Trujillo,
llamando “material” (ni menos “ideal”)? siguiendo a Derrida, Kant habría ofrecido
Desde esta perspectiva, una mediación con su tercera Crítica un “punto de reunión”
diferente a la mediación hegeliana es pre- entre naturaleza y espíritu, que sin embargo,
cisamente la que intentaría llevar a cabo visto desde Hegel, sería un punto de “no
Derrida, pero a propósito de una hostilidad reunión” (Trujillo, 2009: 41-44). Punto de
absoluta respecto del arte (y la política), es reunión, o más bien, punto de no reunión,
decir, con Hegel (y también con Husserl), a que sería la égida de la crítica de “una cierta
diferencia de Benjamin, que lo haría más ta- escuela de pensamiento del arte, encabezada
jantemente sin Hegel o evitando la eventua- por Pablo Oyarzún” (Trujillo, 2009: 46).
lidad de una Auseinandersetzung con Hegel: “¿Y qué hay de cierta toma de distancia
sin Hegel o con el arte (o, y no digo que esto reiterada –se pregunta enseguida Trujillo–,
sea más posible que imposible, con un arte la más de las veces simple y sumaria, con
sin Hegel, o dicho de otro modo, sin lo que respecto a Hegel?” (Trujillo, 2009: 46), y
Hegel puede mostrar a través del concepto, cabría agregar teniendo a la vista a Benja-
donde se desliza nuevamente la intriga de min en todo lo que se juega a propósito de
qué es lo que Hegel puede mostrar… a esa escuela de pensamiento (que es también
propósito del arte), es decir, a mi juicio, la escuela de pensamiento de Richard y de
con Kant y con Schelling, y por tanto con Thayer… y de una crítica que orbita en
Heidegger, o en una relación desde entonces torno de los problemas que se dejan oír
indesligable, siguiendo a Derrida, con un bajo sus firmas), ¿en relación con Derrida?
“Walten (que significa no igualmente, no Lo que Rodrigo Karmy llama en la misma
algo ni alguien, ni el hombre, ni Dios, sino línea de Oyarzún, Avelar, Thayer, Galende,
el ejercicio de una fuerza archi-originaria, Forster, Collinwgood-Selby, Agamben, 537
de un poder, de una violencia, antes de Lacoue-Labarthe, y otros: “el extravío
cualquier determinación física, psíquica, derrideano”, desde esta perspectiva es más
teológica, política… incluso… óntica u bien, la resistencia a pensar la filiación
ontológica” (Derrida, 2011: 143). Sin em- que en el sistema lo vuelve imposible o que
bargo, la crítica insiste en “blanquear” las decide secretamente, que volvería menos
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a Derrida un “conservador” que un autor con el otro, radicalmente otro? ¿Qué es


que asume que la estrategia deconstructiva el “dispositivo de reflexión especular” o
des-liga, pero no absuelve anticipadamente “artificial” de la psique, de la “posibilidad
pues la interrupción anuda interrupciones general [de los] parentescos espirituales”
en la insistencia del hiato (Derrida, 1997b: sino la “apelación secreta”, “soberana”,
95-101). ¿Por qué decir entonces que “secreta” de una firma? (Derrida, 2004: 44,
Benjamin es visto como una “excepción”, 64, 75 y 1997: 140) ¿Es tan simple –y tan
y de qué? Porque aparece justamente como complejo– como decir que la “estrategia” de
el horizonte para pensar esa “violencia no- Benjamin pasa por un punto de la tradición
soberana” y absuelta del derecho, el “medio y no por otro? Leyendo al mismo Benjamin
puro” que aunque protético o múltiple, queda la impresión de que una estetización
pone entonces a Benjamin en el papel de un u hostilidad absoluta precipita las filiaciones
fumigador ontológico. ¿Y el nazismo no fue mucho más allá de lo que la crítica presupo-
acaso una “fumigación” racial? ¿Qué quiere ne; filiaciones que sin duda atentan contra el
decir aceptar una línea de descendencia y no “potencial revolucionario” en juego lo cual
otra? ¿Es esto posible? ¿Es posible la pureza moviliza las defensas. Y eso es lo que, por
de sangre, la violencia sin sangre (me atrevo otra parte, Derrida consideraría mediante la
entonces a decir siguiendo la polémica de doble firma de Walter y Walten en Prénom de
Prénom de Benjamin)? Por ejemplo, ¿es po- Benjamin, y con ello, exhortar a una cierta
sible eliminar a Filón de la escena paulina estrategia o “economía general del espíritu”
toda vez que la relación de Benjamin fluctúa (Derrida, 2004: 75) que se haga cargo de
entre un pensar con y sin Hegel (con y sin dicho contagio. Habría que preguntarse si
el Dios judío podríamos decir, siguiendo la cercanía de lo que podríamos llamar “dos
a Derrida en Glas (Trujillo, 2009: 15)), lo tipos de sangre espiritual” sea un peligro
538 cual es decir también, con y sin imaginación inminente que habría que contener o tratar
productiva, pero por tanto, en cualquiera de soslayar, y no más bien el elemento donde
de los dos casos, de ningún modo sin una se juega cualquier posición o interpretación
relación con Kant, es decir, sin el contrato que diga relación con lo que se llama la
filoniano entre autonomía y ley? ¿Qué pasa filosofía. Si la “purificación de la sangre” es
cuando explicarse con algo es explicarse el precio que hay que pagar para abrir a un
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

“Benjamin revolucionario” quedaría por un portar (tragen) así como de un camino


determinar si acaso se podría o no suscribir (übertragen), que resiste a la administración
y qué implicaría esa decisión. o a la gubernamentalización. Heidegger
Sería preciso entonces buscar la operación intenta remontar el Walten, si seguimos a
del “blanqueamiento” del Walten que, visto Locoue-Labarthe, para poder desocultar al
desde Lacoue-Labarthe, podría entenderse ente a través del poema (Heidegger, 1996),
como la operación de blanqueamiento en último término, podríamos decir, porque
respecto del mitema (que a su vez sería todavía guarda cierta fidelidad a la familia
el blanqueamiento respecto de la familia de Schelling. ¿Pero qué sucede con Ben-
de Schelling en la modernidad y más allá: jamin? ¿Puede interrumpir la imposición
la exigencia de “una nueva mitología”, (enforcement) del Walten, de la “violencia
donde el poema estaría llamado a acoger soberana” toda vez que ésta se precipita en su
la herencia). El Sage (relato) de Benjamin estetización, y por ende, abjurar de la familia
sería la utopía revolucionario-mesiánica (si de Schelling que desde entonces constituiría
es verdad como dice Avelar que se trata de su propia descendencia? Si lo hace, a mi
un “futuro anterior” [Alegorías de la derrota] juicio, es a costa del blanqueamiento de
(…) sólo que para Derrida éste mismo está un problema. Para polemizar y siguiendo
tomado por la “doble estratificación” que a Derrida digamos: de su exterminio. Y
pasa primero por Husserl y luego por Hegel, habría que ver cómo la “fidelidad” de Hei-
por consiguiente –y esto no es tan eviden- degger a Schelling pasa al hellig o decanta
te– por Bataille y también por Althusser en él. Benjamin, al evitar el mitema estaría
(Derrida, 1977), pero también por Paul “mitificando” la violencia originaria bajo el
de Man y su “ideología estética”). En el esquema de la prosa (mesianismo) a pesar
posicionamiento crítico que podríamos del optimismo de Lacoue-Labarthe de una
denominar “la familia de Benjamin” es po- “política diferente” que allí eventualmente 539
sible apreciar una resistencia a deconstruir se abriría (Lacoue-Labarthe, 2007: 47-48)
el Walten, es decir, en la imposición de su y re-virtiéndola en utopía revolucionaria.
des-anudamiento, pues se trataría también La cuestión con Benjamin y, sobre todo,
de una fuerza (Kraft), de un poder (Kön- con “la familia de Benjamin” –y que como
nen, Vermögen), de un abrir (bahnen) y de vimos compartiría más de un lazo con la familia
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de Schelling, como sería el caso de Giorgio de filiación, que es lo que Thayer efectivamente
Agamben y de aquellos críticos que siguen la intenta llevar a cabo (destrucción sin soberanía
estela del “verdadero estado de excepción” (pues si ni sujeto) sólo que habiendo sancionado como
para Derrida el espectro es siempre más de uno, a priori material el medio de la distinción en-
¿no habrá también más de un lazo?) es, pues, tre la obra y el fetiche. Quizás, lo que habría
que habría una suerte de “precomprensión” que buscar ahí en cambio es lo que mantiene
del rasgo de la descendencia, de la “hibridación desatado un punto medio (Trujillo, 2009:
espiritual” (Derrida, 2004: 75) como un fac- 39-66). Por último, un relajo crítico sobre
tum o una operación cuya fuerza suplementaria la deconstrucción de términos como Ma-
podría ser dirigida respecto a una u otra línea chstellung (posición de fuerza en Heidegger) o
de descendencia, y en último término, absuelta Gewalt (en Benjamin) en su referencia directa
anticipadamente en una explicación con el otro con una lógica del Estado fecundan el gesto de
como una cierta “materialidad” en cuanto autoafirmación nacional o algo no demasiado
“heterogeneidad radical”. He ahí, a mi juicio, diferente. Donde “judaísmo” sería una palabra
la fumigación ontológica –muy en la línea de para designar, siguiendo a Derrida, antes una
la apropiación crítica de Benjamin– en la que “herencia espiritual” (dónde cabría determinar
Thayer incurre. La sospecha de Richard, en esa sus contornos) que una consanguinidad fami-
perspectiva, no es tan descaminada como pare- liar, pero que en tanto “apropiación política”
ce, pues lo que observa –o más bien diríamos (Benjamin, 2002: 395) quedaría ciertamente
atisba– es el blanqueamiento por anticipado dentro de bordes fraternocráticos. Herencia
de la instancia de violencia mayor (lo que aquí “espiritual” que sería algo más irreductible
designamos con la palabra alemana “Walten”) y más contaminante que la propia “historia
en el de una instancia de interrupción pero no material”, probablemente una imposición
de retorno, donde, si bien es cierto el cruce de (Walten) más difícil de pensar. ¿Cuál es el
540 los modos de producción borra la firma del que hecho –si es que se tratara de eso– que aquí
envía no puede hacerlo con el que arriba de la autoriza a plantear estas hipótesis? Existe un
destinación. Pues allí cabría reconocer no tanto privilegio de ciertos intelectuales en torno a lo
un desfondamiento o un desmoronamiento que cabría llamar un “pensamiento del arte y
como una precipitación (una imitatio en su ley la política” que obedecería a una alternativa,
general); reconocer allí, pues, otra posibilidad primero al marxismo revolucionario latinoa-
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

mericano “clásico”, donde la política aparece (Pour Marx) y en Para Leer el Capital (Lire le
regida por la ciencia, y luego sobre lo que la Capital), cuya temprana traducción realizó
crítica a ese posicionamiento por parte de la Marta Harnecker (Althusser, 1969)2, fueron
renovación socialista suponía en una relación leídas al calor de la coyuntura política y
de continuidad con la exigencia democrática, teórica de esos años, determinada por los
que tanto en Chile como en Latinoamérica se efectos de un conjunto de acontecimientos
imponía a modo de premisa de regulación del históricos: el XX congreso del PCUS y la cri-
orden social frente a los regímenes dictatoriales sis del Movimiento Comunista Internacio-
que en aquél período eran descifrados como el nal, la Revolución Cubana, el movimiento
envés del stalinismo. estudiantil de fines de los sesenta, la invasión
Ahora bien, si intercambiamos el nombre de de Checoslovaquia, el ascenso de la lucha
Derrida por el de Louis Althusser, que supo- guerrillera y el triunfo de la Unidad Popular
ne una recepción más directa por parte de la en Chile; formando parte de la reflexión y
izquierda revolucionaria en Latinoamérica, discusión de diversas experiencias políticas,
vemos aparecer el mismo hilo que inclina la que encontraron en los trabajos de Althusser
balanza del discurso filosófico sobre ciertas un modo nuevo y fecundo de leer la teoría
premisas benjaminias, particularmente, la de de Marx, la estructura de una formación
la politización del arte. Tal vez desde esa tensión social y su transformación.
algo más quedaría por decir de la homogénea Por otra parte, en diversos países del
resistencia que genera en cierta recepción crí- continente, junto a las obras de Althusser,
tica la lectura de Derrida en torno a Benjamin. también se leyó en la línea althusseriana
los trabajos de autores como Régis De-
Paréntesis. Althusser: un bastardo bray (1965), Charles Bettelheim (1973
y 1974), Nicos Poulantzas (1969),
Dicho de manera bastante esquemática, Étienne Balibar (1969), Alain Badiou 541
entre 1960 y 1970 la filosofía de Louis (1969), entre otros , donde además ha
3

Althusser irrumpió en el campo teórico lugar a considerar el interés por parte de


marxista, logrando una importante difusión los teóricos marxistas latinoamericanos
en Chile y Latinoamérica. Las tesis expues- por el estructuralismo francés –solidario
tas en las obras La revolución teórica de Marx de la filosofía de Althusser– como en el
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caso del intelectual socialista argentino particular. Se trata del cruce entre “la acción
José Aricó4. intencional y la determinación estructural”
Asumiendo que este contexto es el que ritma (Valderrama, 1998: 173) cuyo compromiso
la recepción de Althusser en Latinoamérica epistemológico a fortiori objetivista res-
durante los 60 y 70, donde el dechado de la tringiría la ontología social del marxismo
revolución cubana subvertiría “el evolucio- latinoamericano a una explicación de lo real
nismo político y el determinismo histórico encausada como “materialismo”.
de los partidos comunistas latinoamericanos En ese sentido, los alcances del marxismo
(…) heredados de la Segunda Internacio- estructuralista en el contexto señalado de-
nal, y, de algún modo, de la tesis del XX ben ser comprendidos no en relación con el
congreso” (Valderrama, 1998: 171-172), debate que el estructuralismo francés soste-
habría que insistir en aquello que Miguel nía coetáneamente (crítica a la metafísica o
Valderrama denominó en su momento a toda forma de mistificación), sino en una
“clausura (semántica) revolucionaria del tensión con los presupuestos del marxismo
discurso de Althusser en América” . latinoamericano clásico (preeminencia de
Valderrama sostendrá que durante este la lucha de clases del alero del Manifiesto
período la textualidad althusseriana habría Comunista v/s la Contribución a la crítica
quedado capturada políticamente por el de la economía política que planteaba la
quid revolucionario, particularmente desde determinación estructural de la acción)5.
el amarre entre el humanismo voluntarista Ahora bien, durante la década de los 80
y el cientificismo determinista, donde, esta tensión se resolverá en una renovada
no obstante, un estructuralismo marxista discordia que tiene como eje una preocu-
(como por ejemplo el de Maurice Gode- pación que se presenta como fundamental
lier) sirvió para promover la instalación de a nivel continental: la de la instalación
542 una determinación estructural por sobre el de un sistema democrático como modelo
actuar de los sujetos, determinación que, a del orden social. Con ello se suscita una
su vez, no podía filtrar al compromiso de los crítica al marxismo desde la reformulación
movimientos contrahegemónicos que en esa socialista latinoamericana de la relación
tendencia epistemológica y objetivista pare- entre democracia y socialismo, donde
cían carecer de una teoría de la historia en éste último es menos una alternativa a la
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

democracia que una profundización de Esta asimilación del socialismo al desvelo


ella (Valderrama, 1998: 175). “Socialismo por la democracia consolida, por otra par-
renovado” que tendrá no poca injerencia a la te –enfocados ahora particularmente en
hora de sopesar las posiciones marxistas de el contexto chileno– la alternativa de un
los althusserianos. Como plantea acertada- pensamiento de izquierda vinculado a la
mente el mismo Valderrama en un trabajo estética, que a partir de Benjamin y bajo la
de data más reciente, “[l]a afirmación de égida de la politización del arte tendrá a las
una perspectiva democrática y antiestatista relaciones entre obra y crítica como el punto
del socialismo lleva a los teóricos de la reno- de inflexión de la resistencia de la teoría (y
vación a criticar la idea de partido leninista de la práctica artística) frente a la coyuntura
y a cuestionar la idea del marxismo como política de la dictadura6. Según Federico
ciencia. Asimismo, en este escenario de Galende, lo que ocurre con el Golpe de Es-
cuestionamientos múltiples, la valoración tado de 1973 es una “destrucción completa
‘en clave democrática’ del pensamiento de la representación artística vinculada a la
de Gramsci llevará a censurar fuertemente representación pictórica” que tiene como
la influencia del marxismo althusseriano efecto correlativo su reificación por la vía
en la izquierda continental” (Valderrama, –utilizando la fórmula benjaminiana– de
2000: 118). su “estetización” por el régimen instalado a
En efecto, este doble juego de llaves partir de ese evento (Galende, 2009b: 16).
entre democracia y socialismo ve en las Dejando de lado la discusión intestina sobre
afirmaciones de Althusser en torno a la si acaso el Golpe opera como interrupción
incompatibilidad de la teoría marxista con de la representación y reificación de su
una filosofía de la historia el imperativo de campo o como explicitación del progreso
una insuficiencia, tanto para pensar nuevas como norma histórica o consumación de
formas de hegemonía como para plantear un dictamen fundacionalista, cuestión de 543
una teoría del Estado, y en última instan- la que nos ocupábamos al inicio, lo cierto
cia, en la derivación de la política respecto es que la crítica a la representación que el
de la ciencia (lo que era asumido por la “modernismo utópico” y progresista venía
renovación socialista como el “estalinismo” desarrollando desde fines de los 50 y cuyo
de Althusser) una batería de tendencias epígono hacía de la pintura un modelo de
contrarias a la democracia. transformación efectiva de la forma social,
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y en donde, a su vez, una crítica a ese mo- latinoamericano en aquellos alcances que
dernismo revolucionario es correlativo a una cabría denominar “postmarxistas” y que
crítica al marxismo como ciencia (por tanto, asumen un desplazamiento de la remisión
a la crítica al enfoque teórico althusseriano ciencia/ideología revalidando la exigencia
sobre Marx), la cuestión será que, habida althusseriana formulada al propio marxis-
cuenta incluso de una eventual separación mo, décadas antes, en torno a la necesidad
entre obra y crítica (Thayer), o de otras de una ciencia histórica, que a un decurso
cuestiones adyacentes en torno a la relación de la institución filosófica chilena y sus
entre modernismos y modernizaciones, nos estrategias de validación discursiva.
encontramos en un estado de la cuestión De manera que si intentamos situar un
de la institución filosófica chilena donde rendimiento teórico o relectura de Althus-
Althusser aparece absorbido, podríamos ser en el contexto filosófico chileno actual,
decir, tanto por la obra como por la crítica, esta tendría que disponerse en la escena de
y por otro lado, desplazado de todo conato su clausura por la renovación socialista, y
marxista contrahegemónico por una renova- luego, como un discurso no tributario de
ción socialista que lo ponía fuera de escena. una intransable reflexión sobre la obra de
Este factor se habría afianzado de ma- arte y su marco crítico (es decir desde otra
nera aún más poderosa en una relación relación que la relación entre ergon y parer-
melancólica o en una profundización de gon), cuestión –esta última– que también
ella (“imposibilidad de afirmación” según podría considerarse a propósito de la tensión
Nelly Richard) de la teoría y la obra de arte que la filosofía de Derrida genera sobre ese
en la postdictadura (Richard, 2004: 31) campo de cuestiones y donde los protoco-
(el duelo de la transición a la democracia los de lectura resultan ser más complejos y
y la monumentalización del pasado como menos evidentes que en el caso de Althusser.
544 sus rasgos más fundamentales), y por otra De modo tal que el tono excepcional al que
parte, a través de la consolidación de la la crítica somete a Benjamin obedecería
democracia gestional como horizonte –como muestra por ejemplo de manera bas-
político-institucional de organización de tante categórica la apuesta de Thayer– a una
la sociedad, cuestión que habla menos de cierta “alternativa” con respecto al proyecto
las constantes refundaciones del marxismo teórico-político de la izquierda latinoame-
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

ricana que pretende ser reivindicada en el Dios es el nombre de esa metonimia abso-
corpus de la institución filosófica en Chile a luta, lo que ésta nombra de esa metonimia
partir de su cauterización neoliberal a partir absoluta, lo que ésta nombra al desplazar los
de 1973 y que se instala definitivamente a nombres, la sustitución y lo sustituido en
partir del año 81 por la vía de una nueva esa sustitución. Antes incluso del nombre,
Constitución Política. desde el pre-nombre, desde el nombre de
No obstante, surge una pregunta: ¿por qué pila” (Derrida, 1997: 139).
esta reivindicación y no otra? ¿Existe otra? Por su parte, y como se señaló anteriormen-
¿Qué es “otra”? Y si no existe, ¿cuáles son te, Idelber Avelar plantea la omisión de un
sus síntomas? ¿Y por qué justificar toda esta pasaje donde Derrida no habría considerado
lectura para no dejar de introducir algo más una “indecidibilidad” de la violencia “como
que una simple sospecha respecto de sus violencia y no-violencia”, y que equivaldría a
peligros, sus silenciamientos y su evidente la instancia de la huelga, la cual se encontra-
dogmatismo? ría, por tanto, más allá del derecho y de una
indecidibilidad por así decirlo “derivada”,
Algunas conclusiones. El problema de que siguiendo a Avelar, Derrida sí habría
la firma detectado a propósito de la violencia mítica
en cuanto fundación y conservación del
Sobre el final de Prénom de Benjamin, a pro- derecho; cuestión que al crítico, por otra
pósito de la firma que sella el ensayo sobre parte, le parece encerrar cierta obviedad
la violencia, señala Derrida: “Siempre firma que se expresaría en la inseparabilidad de
otro, es quizás esto lo que firma este ensa- la huelga y la huelga general revolucionaria
yo. Ensayo de firma que se arrebata en su “como si este fuera un dato que el texto
verdad, a saber, que el que firma es siempre benjaminiano omitiera”. Según Avelar, De-
el otro, el completamente otro, y cualquier rrida “[i]nsiste en este punto, precisamente, 545
otro es completamente otro (et tout autre a la vez que omite el antagonismo que hace
est tout autre). Aquello que se llama Dios inevitable la incompatibilidad de las dos
o no, aquello que se llama Dios cuando en Benjamin: el carácter de la opción por
necesariamente firma en mi lugar incluso la huelga como, desde siempre, violencia y
cuando creo que lo estoy nombrando, a él. no-violencia” (Avelar, 2004: 93).
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Sin embargo, podría afirmarse que esta “justicia más allá del derecho” (Derrida,
objeción no está del todo bien fundada, 1997: 135). Es lo que se puede desprender
pues lo que Avelar llama la “omisión de este de lo enunciado por el propio Derrida al
momento de escisión (split) constitutiva” pormenorizar la violencia mítica y la vio-
(Avelar, 2004: 93) es un rasgo que Derrida lencia divina respecto de la decisión. “Para
no desconoce en su lectura de Benjamin, esquematizar –explica Derrida–, habría dos
allí donde de lo que se trata es de pensar violencias, dos Gewalten concurrentes: por
la violencia divina, o en términos de Ben- un lado, la decisión (justa, histórica, políti-
jamin –y también de Avelar– una violencia ca, etc.), justicia más allá del derecho y del
revolucionaria, es decir, una “contradicción Estado, pero sin conocimiento decidible; por
objetiva en la situación legal”. otro lado, conocimiento decidible y certeza,
Desde Thayer, podría decirse que el intento en un dominio que resulta estructuralmente
que allí se juega pasa por detectar un “vector el dominio de lo indecidible, del derecho mí-
desobrante” por respecto al “a priori mate- tico y del Estado. Por un lado la decisión sin
rial” de la situación legal. Siguiendo a Avelar, certeza decidible, por otro, la certeza de lo
“[s]e trata, pues, de un resto (remainder): indecidible pero sin decisión. En cualquier
una diferencia innombrable en el lenguaje caso, de una forma u otra, lo indecidible está
rige (presides) sobre la naturaleza del acto en cada lado, y esa es la condición violenta
tomado como ejemplar del problema de del conocimiento o de la acción. Pero cono-
la violencia (...) Pero la cosa realmente cimiento y acción están siempre disociados”
importante en el texto de Benjamin pasa (Derrida, 1997: 135-136).
inadvertida: es imposible atribuir contenido Desde esta perspectiva, ¿podría seguirse
positivo a la violencia porque no hay un len- afirmando –con Avelar, y por ende, con
guaje universalmente comprehensible capaz la remisión crítica a su texto, por ejemplo
546 de hablar sobre ella” (Avelar, 2004: 94). de parte de Pablo Oyarzún (2008)– que
No obstante la acotación de Avelar, Derrida Derrida habría “omitido” una disociación
ha considerado en los tramos finales de (split) “constitutiva” en torno a la violencia?
Prénom de Benjamin, tanto esta imposi- Lo que Derrida no ha hecho es poner esa
bilidad de nominación como el rasgo de instancia del lado de la huelga, pero no ha
una indecidibilidad entendida como una “omitido” la complicación de la disociación
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

y su implicación en el texto. Puesto que, (o más bien desmintiendo) nuevamente a


pudiese aventurarse una respuesta posible Agamben, un “mesianismo bloqueado”,
de Derrida acerca de la objeción de Avelar, quedando lo “sin nombre” de la violencia
la “contradicción objetiva de la situación ante la ley.
legal” expresada en la huelga sigue siendo Ahora bien, considerando Derrida que no
una contradicción de la situación legal, es hay conocimiento decidible de la violencia
decir, seguiría estando, para Derrida –po- pura y en la línea de lo enunciado en la
dríamos plantear–, frente a la ley jurídica primera parte de Fuerza de ley como una
(que es aquello de lo que Avelar querría “justicia no reductible al derecho” en cuanto
desmarcarse, en el sentido de que Derrida “experiencia de la alteridad absoluta (…)
probablemente vería que la huelga, incluso [que es una experiencia] no-presentable”
considerada como contradicción objetiva (Derrida, 1997: 64), la cuestión será en-
del derecho, es decir, del lado del acto y no tonces rodear la huella de dicha alteridad
del conocimiento, no generaría un “verdadero o radical heterogeneidad. Esto es decir: su
estado de excepción”, si es que efectivamente firma. De manera tal que, en términos de
en eso se jugara la apuesta que Avelar sugiere una violencia que “no se presta a ninguna
extraer de allí). Pero como de la violencia re- determinación humana”, se trataría de lo
volucionaria precisamente “[n]o hay certeza que en su nombre (de la violencia que puede
(Gewissheit) o conocimiento determinante”, llamarse la soberana (die waltende heissen))
en Benjamin, y en la explicitación que Avelar se impone a través de su firma.
lleva a cabo sobre él, al desmarcar al obrero Es sólo mediante el recurso a la firma, como
del patronal, lo que estaría ocurriendo es, en términos de Derrida, se podría “nom-
contrariamente a ese intento de excepciona- brar” lo que carece allí de nominación (el
lidad, su detenimiento frente a las puertas Walten, la fuerza soberana, más soberana que
de la ley; podríamos decir, parafraseando a cualquier soberanía), “la potencia violenta 547
Agamben, “en su constante apertura [split] e de esa apelación originaria” (Derrida, 1997:
impidiendo el ingreso del Mesías”. De manera 139). Derrida se interesa por el carácter de
que lo “sin nombre” de la violencia que se esa apelación, a la que apelaría Benjamin al
expresa en la huelga –y que para Avelar pare- sellar el texto con su firma. De ahí en más
ce ser la carta más decisiva– sería, siguiendo las consecuencias que se extraigan respecto
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al retorno de lo peor tendrían que sopesarse pinturas postales de Eugenio Dittborn datado en
1985: “Oportunidad entonces de volver, desde
de acuerdo a las postas de lectura que estos Benjamin, a la lectura de ese fragmento notable y
denso: K. Marx, Introducción General a la crítica
protocolos establecen.
de la Economía Política, c. 4” (Oyarzún, 2003:
22). Cuestión no menor considerando la chance
de las obras de la Avanzada y de la crítica en los
Notas márgenes de la renovación socialista. El rasgo de
1
Estudiante de Magíster en Pensamiento Contem- la excepcionalidad benjaminiana también se puede
poráneo, Instituto de Humanidades, Universidad seguir, en el trabajo de Oyarzún, en un ensayo que
Diego Portales. Agradezco a René Baeza, Miguel sirve en primera instancia como prólogo al texto
Valderrama y Rodrigo Karmy por su generosidad de Nelly Richard “La estratificación de los signos”
a la hora de acoger las inquietudes que sugería este (1989), esta vez, restándole a Richard el efecto
trabajo. Acogida no simple, y por eso mismo, la única que un trabajo en torno a Benjamin o a propósito
que amerita agradecerse. de Benjamin tendría que haber ejercido sobre el
2
Junto con las traducciones, cabe destacar la corpus, y de paso, reafirmando la excepcionalidad.
importancia que tuvo en la formación teórica “¿Significa esto –se pregunta Oyarzún– que el
de millares de militantes de izquierda el libro de pasado es despertado a su potencia crítica respecto
Harnecker Los conceptos elementales del materialismo del presente, de un presente faltado, esto es, uno que
histórico que hasta mayo del 2009 llevaba 66 estaría en falta de aquello que ese particular pasado
ediciones. Es relevante apuntar, asimismo, que la tuvo como su más preciosa posesión? Así pareciera, a
primera edición de la traducción de Pour Marx primera vista. Se podría decir que podemos hallar el
data del año 67 y la traducción reducida de Lire le asomo inequívoco de una confirmación en el hecho
Capital –incluyendo únicamente las contribuciones de que el libro se abra con un homenaje a Walter
de Althusser y Balibar– de 1969. Benjamin… a Benjamin, que desplegó la reflexión
3
Por otra parte, en este escenario es preciso reconocer más decisiva sobre la temporalidad del pasado,
la importancia de Saúl Karsz entre los comentaristas como clave epistemológica, afectiva, ética, política y
con Lectura de Althusser, compilando trabajos de salvífica de la historia. Pero me parece que el libro no
autores franceses y latinoamericanos (Karsz, 1970). trabaja en la línea benjaminiana” (Oyarzún, 2003:
4
Como señala Miguel Valderrama, es por intermedio 245-246). Por otro lado, interesante alcance de
de la Editorial Universitaria de Córdoba y la obsolescencia por parte de Oyarzún sobre Althusser
revista Pasado y presente –encabezadas por Aricó– y luego alusión a Benjamin, en el contexto de la
donde se habría propiciado a fines de los sesenta y presentación del libro de Grínor Rojo, Diez tesis
comienzos de los setenta la discusión amplia sobre sobre la crítica (2001). Sostiene Oyarzún: “Una
el estructuralismo y sus problemas”. (Valderrama, tercera cosa (…) el alegato de Grínor –que para
1998: 170). Sobre la importancia de Pasado y Presente ello se deja patrocinar no son reparos por el viejo
véase también el trabajo de Marcelo Starcenbaum, Althusser– a propósito de la naturaleza ideológica
“El marxismo incómodo: Althusser en la experiencia de toda experiencia. No veo dificultad en suscribir
de Pasado y Presente (1965-1983)” (Stacernbaum, que la experiencia es ideológica de punta a cabo,
548 5
2011).
De este prisma de lectura y discusión con y en torno
a condición de que se admita (y creo que Rojo lo
hace) que también es porosa en todo momento.
a Althusser habría que eximir a Ernesto Laclau, cuyo Probablemente nuestra afición por la literatura
enfoque pasaría por “una superación del pensamiento tenga que ver con el turbador encanto que –aún
estructural, en un digámoslo, particular movimiento sin que lo queramos– ejerce sobre nosotros la
dialéctico de las oposiciones tratadas”(Valderrama, inminencia de lo incalculable: y probablemente
1998: 173). ese sea el cometido mayor de la crítica: velar por
6
Sobre este punto, resulta relevante una consideración esa inminencia (…) para volver a despertar lo
de Pablo Oyarzún a la que remitíamos al comienzo discontinuo y lo interminable de la experiencia
a propósito de la “excepcionalidad” de Benjamin. (…) Yo –para repetir algo que ya hice– sólo quisiera
Señala el autor en el contexto de un catálogo de aducirle una glosa aquí, para recordar aquello
Ni Richard ni Thayer / Zeto Bórquez

que en la política (y en la política de la crítica) Badiou, Alain


políticamente indica hacia lo que excede la política. “El (re)comienzo del materialismo dialéctico”. En
Llamemos a eso lo “real”(…). No lo real macizo Cuadernos de Pasado y Presente, nº 8, Córdoba,
ni lo real aséptico, que no estamos dispuestos a Ediciones Pasado y Presente, 1969.
conceder, sino lo que en una jerga benjaminiana
que no sé si mi amigo me recibirá de buen grado Baeza, René
llamaría lo real mesiánico: aquel que brilla por su “Firmasestilos (sobre la objeción en P. Mar-
ausencia, y que en ello denuncia y eclipsa a la vez, chant)”. En Nombrada, nº 1, Santiago, 2004
aunque sólo sea fugazmente, y siempre es fugaz, Editorial ARCIS, pp. 97-120.
los ásperos estados que en su facticidad se nos
imponen como lo real mismo” (Oyarzún, 2003: Balibar, Étienne
253-254). Habría que decir, contra Thayer, que “Acerca de los conceptos elementales del mate-
en estas alusiones a Oyarzún, complejo se vuelve riaslismo histórico: IV. Elementos para un teoría
establecer un punto de heterogeneidad entre obra del tránsito”. Althusser, L. y Balibar, É. En Para
y crítica, pues en este escenario ambas prácticas Leer el Capital, Buenos Aires, Editorial Siglo
aparecen “sólidamente confiscadas… [entendiendo
XXI, 1969.
por soldadura] una adherencia artefactual pero
sólida” (Derrida, 1995: 135) que tendría a Walter
Benjamin, Walter
Benjamin como su representante más conspicuo.
El origen del drama barroco alemán. Madrid,
Taurus, 1990.
“Gesammelte Schriften”, En Zur Kritik der
Bibliografía Gewalt. II-2. Edición de Rolf Tiedemann y
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Avelar, Idelber. El espectro en la temporalidad de Suhrkamp. 1991 pp.179-203.
lo mesiánico: Derrida y Jameson a propósito de Dos ensayos sobre Goethe. Barcelona, 1996.
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herencia, nº 2, Santiago, 1995. ARCIS-LOM, La dialéctica en suspenso. Santiago, ARCIS-
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Alegorías de la derrota: la ficción postdictatorial Para una crítica a la violencia y otros ensayos.
y el trabajo del duelo. Santiago de Chile, 2000. Madrid, Taurus, 1998.
Editorial Cuarto Propio. El concepto de crítica de arte en el romanticismo
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