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LA HISTORIA VIVA: PÁGINA DE HISTORIA Y ANTROPOLOGÍA

H T T P : / / H I S T O R I A C O N M AY U S C U L A S . W O R D P R E S S . C O M /

EL GOBIERNO ATTLEE:
LOS ORÍGENES DEL ESTADO DEL BIENESTAR

A. O.

RESUMEN:
En los últimos tiempos, habremos oído muy a menudo en los diferentes medios que
nos hallamos ante el fin del llamado Estado del Bienestar, y muchos nos han ofrecido cuáles
son, en su opinión, las causas de ello. Pero, ¿sabemos cuáles son sus orígenes? En este
artículo, se acerca al lector a un contexto muy determinado: el Reino Unido de la II
postguerra mundial, para que conozca de manera sucinta la labor que realizaron Clement
Attlee y los miembros de su gobierno, el primer esfuerzo para implantar ese Estado del
Bienestar del que hemos disfrutado hasta hoy.

8 de Mayo de 1945. Tras la capitulación de Alemania ante las potencias aliadas, la


guerra en Europa llega a su fin. Tras de sí, deja una Europa completamente arrasada, en
ruinas, que ha perdido a varios millones de habitantes, y debe ahora ocuparse de los otros
tantos que han sobrevivido. Aun con el honor de la victoria (y de haber resistido, durante un
tiempo, en solitario al nazismo), el Reino Unido no escapa a las consecuencias de la guerra.
La crisis del 29, y, sobre todo, la II Guerra Mundial ponían de manifiesto que el tiempo del
“laissez-faire” había pasado, que la intervención del Estado en la economía, siquiera
mínimamente, se hacía imprescindible. Se imponía en Europa un nuevo modelo: el Estado
del Bienestar. Además, esa vieja Europa en ruinas no podía mantener unos imperios
coloniales en los que el nacionalismo era cada vez más fuerte. En el Reino Unido, sería el
partido laborista, dirigido por Clement Attlee, el que iba a lograr ambas cosas: sentar las
bases del Estado del Bienestar y llevar a cabo la descolonización, tras ganar, para sorpresa de
muchos, las elecciones generales el 26 de Julio de 1945.
ANTECENDES. EL PLAN BEVERIDGE
Mientras aún se libraba la guerra en el Pacífico, el Reino Unido celebró unas
elecciones generales cuyo resultado final fue conocido el día 26 de Julio de 1945, tras varias
semanas de recuento de votos.1 A pesar del brillante liderazgo que Winston Churchill había
ejercido en los años de la guerra, las elecciones concedieron una holgada victoria a su
opositor: el laborista Clement Attlee. ¿Por qué ocurría esto?

En primer lugar, porque los británicos distinguieron muy bien entre la personalidad
carismática de Churchill y el partido al que representaba. Antes de que comenzara la guerra,
desde 1935, los conservadores habían estado al frente del gobierno nacional (formado en
1931), con la cabeza visible de Stanley Baldwin, y aunque habían logrado frenar el paro y
llevaron brillantemente la abdicación de Eduardo VIII, nadie olvidó que Baldwin (y muchos
de su partido) habían sido también los responsables de las “políticas de apaciguamiento”,
que habían dado alas a las intenciones de Hitler.2 Pero, quizás, más importante que esto,
pudo ser el que durante los años de guerra, los laboristas (que ocuparon importantes cargos
dentro del gobierno de unidad nacional presidido por Churchill) habían logrado introducir, o
cuando menos presentar, algunos aspectos de la política del bienestar.

En ese sentido, en noviembre de 1942,3 lord William Beveridge presentaba su famoso


informe, conocido como Plan Beveridge que, aunque nacía de la mente de un liberal, los
laboristas hicieron suyo; de hecho, su actuación en el gobierno consistiría realmente en
llevarlo a la práctica. El informe, mezcla de denuncia social y de programa político para
después de la guerra, tuvo un enorme éxito, todas las fuerzas políticas estuvieron dispuestas a
aceptarlo, al menos, en lo esencial. Este plan establecía, ante todo, la necesidad de conseguir
una situación de cuasi pleno empleo (siguiendo las ideas de Keynes), lo que serviría de
soporte para el resto de sus puntos esenciales: la consecución de un servicio de salud
público, de ayudas familiares, de seguros de desempleo, de instrucción pública, y de una
pensión estatal.4

Tan buena impresión causó este informe que, acercándose el final de la guerra, el
Parlamento aprobó algunas leyes que bebían del mismo. Fue el caso de la Education Act, que
establecía la obligatoriedad y gratuidad de la Enseñanza hasta los 15 años5 (aunque sin
eliminar las diferencias sociales que había en la Enseñanza del Reino Unido), o de la Family
Allowances Act, que, como su propio nombre indica, establecía el pago de subsidios,

1
MAMMARELLA, Giuseppe, Historia de Europa contemporánea desde 1945 hasta hoy, 1995, Barcelona, p.
45. En concreto, se tardaron tres semanas en recontar todos los votos, ya que hubo que ir recogiendo los
de todos los combatientes británicos que se encontraban en esos momentos en el continente y que
también participaron en las elecciones.
2
SPECK, William Allen, Historia de Gran Bretaña, 1996, Cambridge, p. 232.
3
JUDT, Tony, Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, 2011 (2006), Madrid, p. 122.
4
Ibídem.
5
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 47.

2
consistentes en cinco chelines, a las familias por cada hijo habido, a partir del segundo. En
los años que siguieron a la guerra, los gobiernos se iban a encargar de afianzar estas medidas
y de modificarlas y/o ampliarlas llegado el caso.

EL LABORISMO EN EL PODER (1945-1951)


Sean cuales fueren las razones que les llevaron al poder, lo cierto es que Clement
Attlee entraba a vivir en Downing Street. En los años siguientes, él y su partido se
embarcarían en la difícil misión de cumplir con su programa electoral y sentar así las bases
del Estado del Bienestar en Reino Unido.

Para poder sostenerlo, lo primero que necesitaba el partido laborista era recursos
económicos inmediatos. Sin embargo, la economía británica había salido de la guerra
sumamente debilitada y endeudada,6 y tardaría un tiempo en recuperarse. Se hacía, por tanto,
necesario lograr la ayuda económica del exterior para poder re-incentivar la propia economía.
Y, para ello, el Reino Unido se dirigió al mismo que había estado brindándole su apoyo
económico durante la contienda, y principal deudor: Estados Unidos. Así pues, el país se
aprestó a enviar una delegación a EE. UU., de la cual formaba parte lord John Maynard
Keynes, para lograr dicho préstamo.7 Tras duras negociaciones, que se extendieron por tres
meses, esa delegación lograba que EE. UU. le prestara a su país 3.750 millones de dólares,
aunque con unas condiciones muy severas: Reino Unido se comprometía a hacer que su libra
esterlina fuera convertible a otras monedas (como es lógico, esencialmente, dólares)8 y “a
anular toda restricción discriminatoria respecto de las importaciones del área del dólar”.9
Estas condiciones no fueron bien recibidas en el Parlamento británico donde se alzaron
varias voces contrarias (muchas de ellas, desde el Partido Laborista) 10 pero, dada la urgencia,
se aceptaron, aunque esto supuso el agravamiento de la crisis de 1947 y la devaluación de la
libra en 1949.11

Con todo, Attlee lo había logrado. Ahora, disponía del dinero suficiente para poder
sacar adelante su programa electoral y presentar sus propuestas al Parlamento, logrando su
aprobación, en un tiempo récord, en los siguientes años, para lo que se valió de la amplia
mayoría parlamentaria que había obtenido su partido en las elecciones.

Nacionalización

6
Al finalizar la II Guerra Mundial, la deuda exterior británica llegaba a los 2500 millones de libras, buena
parte de las cuales debían pagarse a EE. UU. Consultar: SPECK, W. A., Opus cit., p. 237.
7
Ibídem, p. 237.
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 48.
8
Ibídem.
9
Ibídem.
10
Ibídem, pp. 48-49.
11
SPECK, W. A., Opus cit., p. 238.

3
“Resueltos momentáneamente los pesados problemas financieros, el gobierno
laborista se dedicó, en el curso de 1946, al lanzamiento de su propio programa de
reformas.”12 El primer punto que se dispusieron a cumplir de su programa electoral fue
el de las nacionalizaciones. Así, las principales industrias del país pasaron a depender del
Estado: el carbón fue nacionalizado en 1946, y al año siguiente lo fueron las industrias
de la electricidad y el gas. Algo más costosa resultó la de la industria refinadora del
azúcar y, especialmente, la de la siderúrgica y del acero, que se produjo en 1949, por la
resistencia de la Cámara de los Lores.13 Pero no sólo la industria, también las principales
actividades del sector servicios pasaron a manos estatales. En 1946, eran nacionalizados
el Banco de Inglaterra, el servicio de telégrafos y la aviación civil, a los que seguirían el
resto de transportes y vías de comunicación: ferrocarril y carreteras, e, incluso, la
televisión y la radio, con la nacionalización de la empresa Cable and Wireless.14

Muchas de estas nacionalizaciones contaron con el mayoritario beneplácito


inicial de la clase popular; sobre todo, la que se efectuó sobre el sector carbonero. Sin
embargo, la crisis de 1947, la asfixiante burocracia, y, sobre todo, la constatación de que
la planificación económica, que acompañaba a la nacionalización, no lograba dar los
resultados esperados y prometidos de pleno empleo y conservación del puesto y el
salario laborales, fueron minando la confianza depositada en el gobierno de Attlee.15
Una confianza que, pese a ello, siguió manteniéndose alta gracias a la labor social que
éste desempeñó.

Las medidas sociales

Como ocurrió con las nacionalizaciones, las medidas sociales encaminadas a


crear el Estado del Bienestar fueron aprobadas y puestas en la práctica en un tiempo
récord. Lo más urgente fue, quizás, presentar un plan de construcción y reconstrucción
de viviendas, muchas de ellas destruidas como consecuencia de los bombardeos de los
aviones alemanes.16 En estos años, se mejoró la ley educativa de 1944 y se introdujeron
también los seguros de desempleo, las pensiones públicas y las ayudas a las familias,
siguiendo la línea de la Family Allowances Act. Todas estas prestaciones podrían ser
sostenidas conservando al mismo tiempo el duro sistema fiscal que se había aplicado
durante los años de guerra.17

12
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 49.
13
Esta resistencia obligó al gobierno de Attlee a reformar la Ley del Parlamento de 1911, que permitía a la
Cámara de los Lores frenar durante dos años lo aprobado en los Comunes, y redujo este plazo a un solo
año. Consultar: SPECK, W. A., Opus cit., p. 236.
14
Ibídem.
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 49.
15
Ver: http://www.guardian.co.uk/politics/2001/mar/14/past.education
16
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 49.
17
JUDT, T., Opus cit., p. 122.

4
Ahora, la gran contribución del gobierno de Clement Attlee fue la creación el 5
de Julio de 1948 del Servicio Nacional de Salud.18 Con él, siguiendo siempre el Plan
Beveridge, los ciudadanos británicos podían acceder a una completa asistencia sanitaria
gratuita. Este servicio fue, en buena medida, obra de Aneurin Bevan, quien luchó
duramente con la Asociación Médica Británica para su introducción, aunque se vio
obligado a ceder en determinados puntos.19 A pesar de ello, dicho servicio seguía siendo
muy generoso cubriendo los servicios odontológicos e, incluso, la adquisición de gafas.

Con todo, todas estas medidas trajeron algunos problemas inmediatos para la
economía británica. Un Estado profundamente endeudado con el exterior, que ahora
debía garantizar un enorme paquete de servicios y prestaciones sociales, al tiempo que el
funcionamiento de los más destacados sectores de la economía, y que debía sostener un
aún considerable imperio colonial con su ingente burocracia, era muy vulnerable a
cualquier crisis. Así ocurrió en 1947, cuando a todos estos factores se les vino a unir un
durísimo invierno20 que dio al traste con buena parte de cosechas de aquel año. Como
consecuencia, se comprobó que ciertos servicios eran, sencillamente, insostenibles y se
introdujeron ciertas reformas, aunque no sin polémica, como la introducción del cobro
en los servicios del dentista y en gafas.21

La política exterior. Guerra Fría y descolonización

A pesar del elevado coste que había pagado, Reino Unido se alzaba en 1945
como una de las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial. Por tanto, debía tomar
parte, por un lado, de las reuniones y tratados de paz que se celebrarían en los meses
siguientes. Por otro lado, parte del territorio de Alemania (y de Berlín) había quedado
bajo su control directo, con lo que no sólo debía hacer frente a sus propias necesidades,
sino también las de aquellos alemanes que estaban bajo su protección. Finalmente, tras
la guerra, quedaba claro que Reino Unido había perdido su papel de superpotencia en el
nuevo orden mundial; un orden mundial en el que los antiguos imperios coloniales no
tenían ya cabida, y que, en muy poco tiempo, estaría marcado por la Guerra Fría. Attlee,
y su Secretario de Asuntos Exteriores: Ernest Bevin,22 deberían aceptar las nuevas
circunstancias y darle un lugar a su país en el nuevo orden.

Las elecciones generales que habían dado la victoria a Attlee se habían celebrado
apenas terminada la guerra en Europa. Así pues, el primer cometido internacional del
nuevo Primer Ministro fue el de sustituir a su predecesor en Postdam, donde estaban
reunidos los líderes de los países vencedores de la guerra. A pesar de lo que podría
haberse pensado en un primer momento, Attlee y Bevin mostraron muchos recelos con

18
Ibídem, p. 123.
19
SPECK, W. A., Opus cit., p. 236.
20
Ibídem, p. 238.
21
Ibídem, p. 239.
22
JUDT, T., Opus cit., p. 46.

5
respecto a las intenciones de la U.R.S.S.23, negándose a una posible división en dos de
Alemania en las sucesivas conferencias de paz que se celebraron hasta 1948. Mientras
tanto, conscientes de sus dificultades para mantener su respectiva zona de ocupación, la
unieron a la norteamericana24 (a las que más tarde se uniría la francesa), frente a la
Alemania controlada por los soviéticos. La división alemana se hacía inevitable para
impedir que cayera, en su totalidad, bajo la órbita de control soviética.

La división de Alemania supuso el inicio de la Guerra Fría. En este


enfrentamiento entre las superpotencias soviética y estadounidense, el Reino Unido se
posicionó claramente del lado de esta última. Así, se convirtió en uno de los países
fundadores de la OTAN25 en el Tratado de Washington de 1949, una alianza militar
frente a la amenaza soviética. Amenaza que se había mostrado, poco después de
ratificarse la división de Alemania, por primera vez unos meses antes, con el bloqueo
territorial de Berlín por parte de Stalin, aprovechando que la ciudad estaba dentro de su
área de influencia. Con ello, había pretendido que los aliados occidentales renunciaran a
la Alemania que estaba bajo su control; sin embargo, sus esperanzas se truncaron
cuando esos mismos países, sobre todo EE. UU. y el Reino Unido, resolvieron el
bloqueo con un puente aéreo que se prolongó hasta el 12 de Mayo de 1949.26 Aparte de
en esta primera crisis berlinesa, Clement Attlee aún participaría en otro episodio de la
Guerra Fría: la Guerra de Corea, declarada en 1950, en la que se posicionaría del lado
estadounidense.27

En lo que se refiere a la descolonización deben señalarse dos procesos muy


singulares: Palestina y la joya de la Corona, la India. En lo que respecta al primero, la
presión de EE. UU. obligó al Reino Unido a dividir el territorio palestino para albergar
el nacimiento del nuevo Estado de Israel, como compensación al pueblo judío por el
exterminio del que había sido objeto durante la II Guerra Mundial. A pesar de las
reticencias de Bevin, consciente de los problemas que estaban enfrentando a los
refugiados judíos con la población palestina musulmana, en Mayo de 1948, nacía el
nuevo Estado de Israel,28 y el Reino Unido se retiraba de Palestina. La India planteaba
una problemática moral mayor habida cuenta del enorme esfuerzo que se había llevado
a cabo para conservarla frente al fuerte nacionalismo encabezado por Gandhi. No
obstante, para Attlee estaba claro que los tiempos de Reino Unido en la India habían
pasado, e inició los preparativos para la retirada. Ésta se produjo finalmente el 15 de
Agosto de 1947, albergando dos nuevos países: Pakistán e India, aunque, en un

23
Esta actitud no era compartida por buena parte de su partido, lo que originó varios problemas internos,
que se acentuarían más tarde (Ver: MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 47.). El continuo incumplimiento de lo
acordado en Postdam por parte de la Unión Soviética acabó demostrando lo acertado de esta postura.
24
Ibídem, p. 50.
25
Ver: http://www.guardian.co.uk/politics/2001/mar/14/past.education
26
JUDT, T., Opus cit., pp. 224-225.
27
Ver: http://www.guardian.co.uk/politics/2001/mar/14/past.education
28
Ibídem.

6
principio, se había pensado en el año siguiente como fecha para ello.29 Lo apresurado de
la retirada dejó varios problemas internos sin resolver como los duros enfrentamientos
entre los musulmanes y los hindúes, que acabarían cobrándose la vida de millones de
personas, incluida la de Mahatma Gandhi.30

Otros territorios que dejaron de formar parte del Imperio Británico fueron
Birmania, en 1947, y Ceilán, en 1948. No obstante, el Reino Unido conservaría aún
varios de sus territorios como algunos archipiélagos en el Caribe, amplios territorios en
África o los enclaves de Hong Kong y Singapur.31

CONCLUSIÓN
Acabado su primer mandato, las elecciones de 1950 volvieron a dar la victoria a
Clement Attlee, aunque esta vez con una mayoría bastante más reducida, si bien ésta se
debió más al sistema de representación que al número de votos obtenidos.32 Un año
después, el 26 de Octubre, como consecuencia del aumento del déficit, de los recientes
recortes en el joven servicio sanitario, del mantenimiento del racionamiento, y de la
polémica con respecto a la participación en la Guerra de Corea, Attlee sorprendía al país
logrando que el rey disolviera el Parlamento.33 De las nuevas elecciones saldría vencedor
Winston Churchill al frente del partido conservador, que dirigiría los destinos del país en
los próximos trece años.

Sin embargo, Churchill y los suyos eran, ante todo, pragmáticos, por lo tanto, al
llegar al poder aceptaron la inmensa mayoría de las reformas que habían emprendido
sus antecesores, y, con ellas, contribuyeron al nuevo desarrollo del país. Y es que el
Reino Unido que los laboristas dejaban tras de sí ya no era el mismo que había acabado
la II Guerra Mundial. En el transcurso de apenas seis años, Attlee y su equipo de
gobierno habían logrado, por un lado, que el Reino Unido aceptara su nuevo papel de
segunda potencia en el nuevo orden mundial, pero sin renunciar por completo a la
independencia tanto con respecto a EE. UU., como hacia Europa, gracias, entre otras
cosas al desarrollo de su propio armamento nuclear.34 Por el otro, habían creado, en un
momento de especiales dificultades económicas, un Estado fuerte que ofrecía una
amplia política de subsidios para los ciudadanos y les garantizaba amplios servicios en
materia educativa y sanitaria, y que, al mismo tiempo, tenía en su poder los principales
sectores económicos del país lo que daba seguridad a los salarios y los puestos de
trabajo. Todo ello alcanza un mérito mayor toda vez que se logró contando con el
beneplácito de buena parte de la población, y sin generar graves traumas nacionales (en

29
MAMMARELLA, G., Opus cit., p. 50.
30
Ver: http://www.guardian.co.uk/politics/2001/mar/14/past.education
31
Ibídem.
32
SPECK, W. A., Opus cit., p. 238.
33
Ibídem, pp. 239 y 241.
34
Ver: http://www.guardian.co.uk/politics/2001/mar/14/past.education

7
el propio suelo británico), teniendo en cuenta que, durante más de un siglo, el Reino
Unido había sido la gran potencia librecambista que había dirigido los destinos del
mundo. El gobierno Attlee no sólo había cambiado para siempre el Reino Unido sino
que había presentado un modelo que en los próximos años se adoptaría en buena parte
del mundo.

8
BIBLIOGRAFÍA
Manuales y monografías:

 JUDT, Tony, Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, 2011 (2006), Madrid, Ed.
Taurus.

 MAMMARELLA, Giuseppe, Historia de Europa contemporánea desde 1945 hasta hoy,


1996, Barcelona, Ed. Ariel.

 SPECK, William Allen, Historia de Gran Bretaña, 1996, Cambridge, Cambridge


University Press.

Recursos electrónicos:

 Página web oficial del diario The Guardian: http://www.guardian.co.uk/

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