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Metida en la ola verde hasta las rodillas, Angélica escuchaba atentamente, Allé arriba ya nada se mue~ ve en la casa, El cliente, tal vez cansado de esperar la, seh ido @ dormir a borrachera a otra parte. La mujer descalza en la arena pélida sacude sus manos y una lluvia de gotas luminosas humedece el e seco de la tarde. (Que se vaya al infierno I~. Grita, ~"* iQue se lo lleven todos los demonios de una vez a ése y a todos los demés! Est arta. Ast es todos los veranos. Durante dos meses esa casa de alld arriba, esa maldita casa, se llena de ruidos, de arena, de estipidos ajetreos sequidos por la voz ronca de la sefor tes voces de los hombres. Pero siempre por las tardes, s6lo por las tardes, Las mafianas son libres, es la tinica diferencia con la ciudad. Son sus vaca: ciones y se las merece; vaya sise las merece. 45 Temprano, bien temprano, de un temprano de mafiana fresca y sola, sin veraneantes ensucié todo, sin las otras y su parloteo ‘camina por la playa. Camina buscando cosas; tos, conchitas, piedras de colores y tal vez olvido. En las tardes, esa casa de allé arriba se llena de hombres; a veces bajos, otros corpulentos, o rubios. ‘Los rubios son los que le gustan, son escasos, pero lun poco no més, y los morenos también. Pero son todos estiipidos, desesperadamente estupidos los que van alld arriba. ‘Angélica se seca las manos en los blue jeans y hunde mas tos pies en Ia arena, en esa arena en que nes de sofocados veraneantes. han dejado sus is por itima vez y se han ido a la ciudad. A la sefiora Clarita no le va a hacer nada de gracia esta escapada. .. Pero si hay algo que no puede soportar, son los borrachos,y por lo demés, era uno de los ditimos y las otras se habfan ido a acostar y ella estaba harte y no querfa seguir alll y se irfa sola a la ciudad y las mandarfa a todas a la mierda, a la mismisima mierda, De pronto las tigi mas suben por su mirada furiosa empafiando la arena, recuerda cuando por primera vez llegaron a la casa de alld arriba; Hlegaron todas tan alegres y la naron de flores, de caracoles y de sol. Para luego terminar en fo mismo; para que afio tras affo pasara lo mismo. Menos mal que era el dltimo y mafiana volvian a la ciudad. Sigue recordando el dia si guiente de esa primera vez, cuando todas se unie- ron para pedirle a la sefiora Clarita que trabajaran s6lo en las tardes, de tres a la hora que fuera, pero sélo en las tardes. Ellas tarhbién tenian derecho a vacaciones en la playa. Tres veranos 0 més hacia de ese primer lunes de enero alld arriba, 46 De pronto una visién le cae encima, asi porque i; algun dia caluroso como éste alld por ol ao dos a estaré shi, en esa misma arena esperando ya sin esperar, a ése, @ és que cuando tenia dieciocho afios creyd que era el definitivo y se equivecs. Y después el nifio, “el pobre nifio", como decia su madre. Al no preocuparse e! tan poco. Por suerte, o quién sabe... Y la salida de su casa y la misma historia. Va caminando por la playa sole, y sin embargo no es de mafiana, pero es lunes, el altimo lunes de marzo en que la casa se queda sin clientes alld arriba, Y aunque no fuera, tampoco le importa nada, Su cansancio es total. Ya se quedard soltera y serd vieja, una vieja prostituta ajada y pobre como éses, Sin embargo la era distinte, Querfa seguir esperando, creyendo a aparecerfa un hombre tan diferente tno al cual no le importaria por todo lo pasado para convertirla en lo que ere Va caminando por la playa al atardecer y la arena, por fin desierta, se llena de nombres, de tones, pulpos azules, caraco: navegan por la arena hiimeda, esqueletos de g un huiro enorme, ame Un huiro enorme? Un. . . Se acerca mirando atreverse a mirarlo, rnuca comienza a erizérsele. La marea esté ola que se va alejando ha dejado aquello en medio de Ia playa. No es un ahogedo, ni un pez, ni un madero. Aquella cosa que brilla con un dorado oscuro tiene el porte de un hombre, el rostro de tun hombre, ei més hermoso que hayan visto jamds 47 sus ojos, y vaya si han visto! Se le acerca lenta, autométicamente para mirarlo, para saber. Tiene los pérpados de un oro claro y en la cabeza un pelaje leonado como el de algunos felines. Corto, tupido y brillante. Y ese pelaje le cubre el eraneo, la nuca, las cejas, ocultando apenas su sexo que is hombros y sus rodillas y su reflejando el Ultimo rayo de sol como si fuera sscudo de bronce fundido. Tenia que ser as lo sabia, Para ella todo tenia que ser asi, porque estaba muerto. Ni un latido de sus parpa dos, en sus labios anchos y plegados ni un espasmo, nada, Estaba muerto y era EL. Angélica pensé que tenia que sacarlo de alli Que a lo mejor era como si fuera un hombre, pero, .. 2Un hombre? Era suyo y ten/a que llamar a las otras para que supieran que al fin habia ado; que no era tan tonta ni tan ilusa. Si s. No a todas, claro, ni a la sefiora menos. La Juana era fuerte, ésa no le tenia mie nada. Y estaba la Chepa y Ia Paty. Se demorai lun poco en pensar las tres como quitarsel tras, la ayudarian a subirlo entre las dunas, hasta ver qué pasaba con EL. Se incliné para tocarlo y no pudo. Mientras lo la playa se llend de nombres; caballos ; alcatraces, ciudades, caballeros en arma: dura y celadas. An: inclinada sobre aquel rostro dejé que las lagrimas cayeran libres, calientes, apasionadas por su cara de ‘ojos pintados. Bronce y oro palido, la piel de aque! lejos ronroneaba, detenido, dibujando el fina arena, 48 La mujer se levanté répide. Tenia que apresu- rarse si queria volver antes que el agua se Io llevara otra vez. Se dio weltas y coriendo, corrié la playa larga, interminable, pesada, Lleg® jadeante a la casa en que nadie se movie. La puerta estaba i la dejara. De puntillas, con pasos fan y raspaban, entré, Habia luz en la pieza de la Juana, — "Juanita. ‘Qué te pasa, Angélica? La cabeza despeinada de una mujer morena apa- reei6 en el umbral tete pronto. Ven, quiero que me ayudes. INo sabes lo que est tirado allé en la playal iApd- Juanita, creo que las dos solas podremos con estuvo lista en unos minutos. , por Dios? Si parece que 1 Debe de ser otra cosa la ste, €Que te dieron trago? ", Corren por la playa poblada de nombres; emo- cionadas, amigas ahora, més jévenes y més limpias, hasta darse cuenta que delante de ellas la arena lo sé por esas esté tendido y 49 La Juana mira @ su compafiera y una triste incredulidad se pinta en sus ojos oscuros. "Eso? Eso no es més que una gran mata de cochayuyos, Angélica. éVas a decirme, estipida, ‘que hemos corrido toda la playa para ver una mata cde huiro amarillo? Pero a otra, deslizandose alucinada, ya esté jun: toa aquel ~"'Ven, apirate, la marea esté subiendo. . Despacio le Juana se acerca @ la mujer arrodilla- da que tiende los brazos. . . Ancho, brillante de un sepia oscuro, aquelia cosa se hunde en la ola y con una y otra mano, con uno y otro dedo de abrazo largo, coge a la mujer y la va envolviendo, acunéndola, desnudéndola mar aden: més profundo. , sumergida en las olas verdes, coronada de estrellas diminutas, se entrega en esos brazos que la aprisionan, a un millén de besos que la Poseen mas y més adentro con profundidad de terciopelo espeso. Alls, en {a orilla, a Juena grita, insultando como Luego fa playa se llena de noche y de sollozos, mientras sube la marea. 4 ELA y Los TERRICOLAS

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