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Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos en contacto y aprovecho la

oportunidad para excusarme por ello, entre falta de tiempo y negligencia he olvidado
mantener correspondencia con personas importantes que están lejos, entre ellas tú, querida
Angélica. Uso el año nuevo, que donde te encuentras debe estar a punto de llegar, como una
excusa para volver a decirte que a pesar del tiempo que ha pasado y las distancias que nos
alejan sigues estando muy presente en mí, como un persona que tiene un lugar muy
importante en mis recuerdos y mis afectos.

Quiero pensar que en tu travesía todo ha estado saliendo bien y que el tiempo que llevas
allá haya sido de gran provecho para ti en todo sentido. Yo por mi parte no puedo quejarme,
pues, pese a que siguen habiendo ciertas dificultades, sigo siendo muy afortunado.
Desgraciadamente perdí contacto con los amigos comunes que teníamos, no por alguna razón
en particular, simplemente la falta de contacto deshace los lazos que no fueron atados con
suficiente fuerza, lo cual también es potenciado por el cambio de la vida universitaria a la
vida laboral.

Sigo escuchando con placer aquella música que lleva mis pensamientos hacia ti, en
especial aquel pianista que tanto amas y al que seguramente llevarás flores con regularidad
allá en Paris, el Sonido Bestial que homenajea a ese oscuro músico con música alegre y
demoniaca, sin olvidar tampoco a los “profundos rusos románticos”, entre los que incluías a
varios polacos como Dvorak y escritores como Tolstoi y Dostoievski. Últimamente me
adentro a esa profundidad y comprendo por qué eran tus favoritos.

Querida Angélica, mantengo con ilusión la esperanza no sólo de volver a verte sino de
seguir, así sea de forma episódica y accidental, en tus memorias, así como tú sigues en las
mías, y ruego que pese a la negligencia de no escribir durante más de seis meses no pienses
que he olvidado tu maravillosa persona. Espero que estés siendo muy feliz en las tierras de
los Champs-Élysées y que el año venidero te traiga muchas más alegrías de las que, espero,
hayas tenido en este año que aquí en Colombia se resiste a acabar.

Feliz 2018.

Con profundo amor, Edison.

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