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Micro Expo n3
Micro Expo n3
PERUANA
TRABAJO MONOGRAFICO
NIVEL : 3ro
CICLO : 5to
INTEGRANTES :
IQUITOS – PERÚ
DEDICATORIA
E
l presente trabajo lo dedicamos a nuestros padres por la
enseñanza y el apoyo que no brindan a diario, gracias a
ellos nos estamos formando como profesionales para así
poder dar el ejemplo a nuestros hermanos .en el camino
nos encontramos con muchos obstáculos pero la vida nos
enseña a salir adelante .
E
n primer lugar agradecemos a DIOS por la vida y
a nuestros PADRES por el apoyo mutuo que nos
brindan a diario .el trabajo que realizamos lo
hicimos en grupo y esperamos que a nuestros
compañeros les guste la exposición ya que es un
tema muy importante. Finalmente a nuestro
esfuerzo un auto agradecimiento, y a nuestra capacidad de
realizar esta exposición.
INTRODUCCIÓN
El ciclo básico comienza cuando las plantas, a través de la fotosíntesis, hacen uso del
dióxido de carbono (CO2) presente en la atmósfera o disuelto en el agua. El carbono (del
CO2) pasa a formar parte de los tejidos vegetales en forma de hidratos de carbono, grasas
y proteínas, y el oxígeno es devuelto a la atmósfera o al agua mediante la respiración. Así,
el carbono pasa a los herbívoros que comen las plantas y de ese modo utilizan,
reorganizan y degradan los compuestos de carbono. Gran parte de éste carbono
es liberado:
Las bacterias y los hongos son los microorganismos que, junto a los productores,
permiten la existencia del ciclo de la materia en la biosfera. Su función es descomponer
la materia orgánica procedente de restos vegetales, cadáveres y excrementos,
convirtiéndola en materia inorgánica que vuelve a ser utilizada por los productores
La respiración del suelo se define como la producción de CO2 debido a dos procesos: la
ruptura, u oxidación, de la materia orgánica rica en carbono por medio de los
microorganismos del suelo, y la respiración de las células de las raíces de las plantas. La
tasa de producción de CO2 es científicamente importante porque nos da una indicación
de la tasa de descomposición de la materia orgánica y por tanto de la cantidad que se
pierde de carbono del suelo. Las medidas de la respiración del suelo ayudan a determinar
la contribución del suelo al balance del CO2 en la atmósfera.
Hoy día con la problemática del cambio climático, los científicos buscan soluciones
posibles para reducir la concentración de CO2 en la atmósfera. Los microorganismos
pueden ser la clave, pues pueden ser fácilmente cultivados y son muy eficaces en su labor
de biosíntesis de compuestos carbonados, sea por fotosíntesis o por quimiosíntesis.
CICLAJE DEL CARBONO EN EL SUELO POR ACCION DE LOS
MICROORGANISMOS
Las formas principales en que aparece el carbono en el mar son: anhídrido carbónico,
carbonatos y bicarbonatos.
El CO2 entra en las aguas del océano por difusión simple, una vez disuelto en agua de
mar, el CO2 puede permanecer como está o puede ser convertido en carbonato o
bicarbonato.
La abundancia de carbono en el reservorio oceánico se explica, en parte, por la alta
solubilidad del CO2 y por su facilidad para reaccionar químicamente con el agua. Ocurre
que el dióxido de carbono disuelto se combina con el agua del mar y forma ácido
carbónico (H2CO3), que inmediatamente se disocia en iones de bicarbonato (HCO3) y de
carbonato (CO3). Casi todo el carbono disuelto está en forma de estos iones: un 85% en
forma de bicarbonato, y un 15 % en forma de carbonato.
Ciclo del carbono.
La respiración permite el
retorno del CO2 a la
atmósfera; esto compenso
lo acción de la fijación, que
lo quita de la atmósfera.
Sin embargo, la
combustión de madera y
de combustibles fósiles
agrega más CO2 a lo
atmósfera y como
consecuencia de ello, está
aumentando el nivel de
CO2 atmosférico.
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En los océanos, el carbonato disuelto se puede combinar con el calcio disuelto para
precipitar carbonato de calcio CaCO3. Esta sustancia se utiliza para formar sus
exoesqueletos y otras partes del cuerpo por organismos tales como almejas, ostras,
algunos protozoarios, y algunas algas coralinas. Los calcios disueltos en los océanos
provienen de la erosión química de rocas de silicato de calcio.
El ciclo terrestre del carbono se presenta en la Figura 1. En este ciclo, el carbono orgánico
del suelo representa la mayor reserva en interacción con la atmósfera y se estima en
cerca de 1 500 Pg C a 1 m de profundidad (cerca de 2 456 a dos metros de profundidad).
El carbono inorgánico representa cerca de 1 700 Pg pero es capturado en formas más
estables tales como el carbonato de calcio. La vegetación (650 Pg) y la atmósfera (750 Pg)
almacenan considerablemente menos cantidades que los suelos.
Figura 1. El ciclo terrestre del carbono: el carbono del suelo y el carbono global disponible.
Según International Geosphere Biosphere Program (1998)
Los flujos entre el carbono orgánico del suelo o terrestre y la atmósfera son importantes
y pueden ser positivos bajo la forma de captura o negativos como emisión de CO2.
Históricamente se han notado grandes variaciones. Houghton (1995) estima que las
emisiones correspondientes al cambio de uso de la tierra -deforestación e incremento
del pastoreo y de las tierras cultivadas- fueron cerca de 140 Pg entre 1850 y 1990 (de 0,4
Pg/año en 1850 a 1,7 Pg/año en 1990), con una liberación neta hacia la atmósfera de 25
Pg de carbono. De acuerdo con IPCC (2000), la pérdida histórica de los suelos agrícolas
fue de 50 Pg de carbono en el último medio siglo, lo cual representa un tercio de la
pérdida total del suelo y la vegetación.
En el pasado, el desarrollo de la agricultura fue la principal causa del incremento de la
concentración de CO2 en la atmósfera, pero hoy día, los mayores contribuyentes son la
combustión de los combustibles fósiles por parte de la industria y el transporte (6,5
Pg/año). Un hecho importante, es que mientras la deforestación de muchas áreas
tropicales produce emisiones de carbono estimadas en 1,5 Pg/año, al mismo tiempo se
produce una acumulación en los ecosistemas terrestres de 1,8 a 2 Pg/año. Esto
representa lo que es conocido como el carbono faltante en el ciclo: un sumidero que
podría estar situado principalmente en la parte norte del hemisferio norte (Schindler,
1999). Los principales factores que actúan sobre la evolución de la materia orgánica
conciernen la vegetación -ingreso de residuos, composición de las plantas-, los factores
climáticos -condiciones de temperatura y humedad- y las propiedades del suelo -textura,
contenido y mineralogía de la arcilla, acidez.
Otros factores relacionados con la fertilización del suelo (N, P o S) o con el riego, tienen
efecto sobre la producción de las plantas y por lo tanto sobre el contenido de materia
orgánica. La tasa de mineralización de la materia orgánica del suelo depende sobre todo
de la temperatura y de la disponibilidad de oxígeno -drenaje-, el uso de la tierra, los
sistemas de cultivo, el manejo del suelo y de los cultivos (Lal et al., 1995). En un tipo de
suelo dado expuesto a prácticas constantes, se alcanza un casi-equilibrio -situación
estable- de la materia orgánica del suelo después de 30 a 50 años (Greenland, 1995). En
el contexto del combate del calentamiento global y del Protocolo de Kyoto, un punto
importante es cómo crear en los suelos agrícolas de todo el mundo un sumidero de
carbono bien cuantificado. Tal captura de carbono será relevante para los artículos 3.3 y
3.4 del Protocolo y también tendrá efectos positivos adicionales para la agricultura, el
ambiente y la biodiversidad.
La materia orgánica del suelo tiene una composición muy compleja y heterogénea y está
por lo general mezclada o asociada con los constituyentes minerales del suelo. Se han
desarrollado un gran número de métodos de separación para identificar los distintos
constituyentes de la materia orgánica del suelo, grupos cinéticos, p. ej. grupos que
pueden ser definidos por una cierta tasa de recambio del carbono. El sistema tradicional
de separación en fracciones fúlvicas y húmicas no separa las fracciones con diferentes
tasas de recambio (Balesdent, 1996) como se considera en los modelos. Los métodos de
separación física tales como el fraccionamiento según el tamaño de las partículas, la
densidad de las fracciones o las fracciones por tamaño de los agregados permiten la
separación de fracciones cinéticas significativas (Feller, 1979; Balesdent, 1996). Entre
estas fracciones, las partículas de materia orgánica son muy sensibles a los cambios en el
uso de la tierra (Cambardella, 1998; Gregorich et al., 1996). Existen algunos métodos
directos para determinar la biomasa microbiana, la cual representa de uno a cinco por
ciento del total de la materia orgánica del suelo y es una fuente de reserva de nutrientes
(N, P). Esta es una fracción muy lábil que fluctúa con la estación y que también responde
rápidamente a los cambios de manejo del suelo. Los métodos de isótopos tales como el
carbono 14 o la abundancia natural del carbono 13 son muy valiosos ya que permiten
una estimación del tiempo de residencia de la materia orgánica y sus fracciones en el
suelo. La abundancia de carbono 13 natural es adecuada para las tasas de recambio para
períodos de años a siglos y el carbono 14 para períodos de siglos a milenios. Ambos
pueden ser aplicados a muestras masivas de suelos o a fracciones aisladas de los mismos.
El método de la abundancia de carbono 13 natural puede ser usado solamente si en ese
sitio ha ocurrido un cambio de vegetación de un tipo fotosintético C3 a un tipo C4 o
viceversa.
La gran ventaja de los métodos isotópicos radica en que la tasa de recambio de la materia
orgánica puede ser medida de modo de deducir directamente el tiempo de residencia de
los diferentes compartimientos. Cuando hay un cambio importante en la vegetación
(bosques/cultivos/pasturas) es posible seguir la evolución de los distintos tipos de
residuos de las plantas (Cerri et al., 1985).
Los diferentes reservorios de carbono que existen en el suelo tienen distintos tiempos
medios de residencia variando de uno a pocos años, dependiendo de la composición
bioquímica -por ejemplo, la lignina es más estable que la celulosa-, a décadas o a más de
1 000 años (fracción estable). También hay alguna conexión con la composición, pero
principalmente con el tipo de protección o el tipo de uniones químicas. Para la fracción
del carbono estable se debe hacer una distinción entre la protección física o química o
captura: protección física significa un encapsulado de los fragmentos de la materia
orgánica por las partículas de arcilla o por los macro- o microagregados del suelo (Figura
3) (Puget et al., 1995; Balesdent et al., 2000); protección química se refiere a uniones
especiales de la materia orgánica con otros constituyentes del suelo -coloides o arcillas-,
pero más a menudo esto concierne compuestos orgánicos del suelo muy estables. Sin
embargo, el término captura de carbono tal como se usa en el Protocolo de Kyoto no
toma en consideración esas distinciones y es equivalente al término almacenamiento de
cualquier forma de carbono.
Figura 3. Ubicaciones de la materia orgánico del suelo en la matriz del suelo (Chenu, sin
publicar); ePOM: partículas externas de materia orgánica; iPOM: partículas internas de
materia orgánica
BACTERIAS DEL SUELO
Pueden ser aerobias (crecen con oxígeno), anaerobias (crecen sin oxígeno) o facultativas
(crecen con o sin oxígeno). Pueden tolerar pH ácido (acidófilos), pH básico (basófilas) o
pH neutro (neutrófilas). En suelos ácidos algunas bacterias neutrófilas tienen la capacidad
de neutralizar el suelo donde se están desarrollando para cumplir su función.
Las bacterias beneficas del suelo son indispensables para recuperar la estructura
perdidad por las practicas agrícolas, para hacer disponibles los nutrientes que hay en el
suelo y para incorporarle la materia organiza que necesita para mejorar la fertilidad.
Son microorganismos que se parecen a los hongos y a las bacterias. Crecen a manera de
micelio radial, forman conidias como los hongos pero las características morfológicas de
sus células son similares a las de las bacterias. Se encuentran en el suelo, las aguas
estancadas, el lodo y los materiales orgánicos en degradación. Se nutren de materiales
orgánicos (heterótrofos). Degradan desde azúcares simples, proteínas, ácidos orgánicos
hasta substratos muy complejos compuestos por hemicelulosas, ligninas, quitinas y
parafinas. Por esto son importantes en el proceso de transformación hasta la obtención
del humus en el suelo. Además son considerados como los mejores agregadores del
suelo, pues son muy eficientes produciendo sustancias húmicas.
En suelos bien aireados con alto contenido de materia orgánica alcanzan poblaciones
muy altas. Constituyen del 10 al 50% de la comunidad microbiana del suelo. Se
desarrollan bien en suelos con pH desde 5 hasta 7. Se reproducen por conidias y estas
son resistentes a condiciones difíciles de temperatura, acidez y humedad. Esto les
permite germinar cuando se restablecen las condiciones favorables para su desarrollo.
En suelos secos los actinomicetos se comportan muy bien.
Algunos actinomicetos producen antibióticos que regulan los patógenos de las plantas
que están en el suelo. Al agregar conidias de actinomicetos en un suelo contaminado con
bacterias y hongos fitopatógenos, crecen inhibiendo las poblaciones de los patógenos,
regulando los problemas hasta alcanzar un balance que le permita a las plantas obtener
nutrientes y desarrollarse.
Los géneros de actinomicetos del suelo más importantes para la nutrición de las plantas
son: Streptomyces, Nocardia, Micromonospora, Thermoactinomices, Frankia y
Actinomyces.
HONGOS DEL SUELO
Conforman una importante fracción de la biomasa total microbiana del suelo. Crecen en
forma de red extendiéndose como micelio hasta su estado reproductivo donde dan
origen a esporas sexuales o asexuales. Son importantes degradadores aerobios de
material vegetal en descomposición en suelos ácidos. Producen enzimas y metabolitos
que contribuyen al ablandamiento y a la transformación de sustancias orgánicas.
También estas enzimas forman parte de la actividad de otros microorganismos.
Los hongos metabolizan compuestos carbonados de muy difícil degradación como las
celulosas, las hemicelulosas y las ligninas. También degradan azúcares simples, alcoholes,
aminoácidos y ácidos nucleicos. Pueden ser parásitos o saprofiticos. Son muy importantes
en suelos con desechos de cosecha. Su crecimiento ramificado rápido y la intensa
actividad degradadora les permiten mantener un equilibrio en los ecosistemas del suelo.
Las raíces de las plantas están pobladas de hongos que aprovechan las exudaciones
radiculares constituidas por azúcares, aminoácidos, ácidos orgánicos, nucleótidos,
enzimas, vitaminas y sustancias promotoras de crecimiento. Los hongos movilizan
nutrientes minerales hacia las raíces de las plantas, aumentan la capacidad de retener
agua en sequía, fijan nitrógeno y fósforo y protegen las raíces de fitopatógenos por
espacio y emitiendo sustancias que los inhiben. Los hongos son muy activos en las plantas
y prefieren los azúcares que estas segregan por las raíces. También toman aminoácidos.
Algunos hongos entran en simbiosis con las raíces llamadas micorrizas. Son más activos
en suelos arenosos y pobres en materia orgánica. La simbiosis se ve favorecida por la
pobreza mineral del suelo.
Los géneros de hongos más importantes asociados a las raíces de las plantas son
Aspergillus, Penicillium, Rhizopus y Trichoderma. El Aspergillus y el Penicillium movilizan
el fósforo y el nitrógeno del suelo. El Trichoderma sostiene la humedad en las raíces en
condiciones de sequía.
Se puede considerar que la circulación del carbono comienza a partir del “depósito” de
la atmósfera, donde se encuentra en forma de CO2, así como de la hidrosfera, en la que
este se encuentra disuelto
El CO2 es retirado de ambos medios y fijado por los productores mediante fotosíntesis o
quimiosíntesis, y transformado en carbono orgánico, que forma la materia orgánica de
los productores y, más tarde, de los consumidores. Concretamente, en el medio acuático
es donde los microorganismos representan el papel más relevante, ya que
el fitoplancton está constituido por una gran diversidad de ellos y otros seres que flotan
pasivamente y que son los principales responsables de la fijación fotosintética del CO2.
También el zooplancton, el segundo nivel trófico del medio acuático, que se alimenta de
los anteriores, está constituido mayoritariamente por microorganismos heterótrofos que
sirven a su vez de alimento a los carnívoros primarios.
Una parte importante del ciclo en el que intervienen las bacterias es aquella en la que los
restos orgánicos pasan a formar un componente geológico que puede quedar retirado
temporalmente del ciclo. Es el caso de los restos vegetales que quedaron enterrados en
cuencas continentales y sometidos a la actividad fermentativa de bacterias hasta
transformarse en carbones tras un lento y progresivo enriquecimiento en carbono.
También en cuencas sedimentarias marinas los restos orgánicos de plancton, algas,
peces, etc., enterrados y sometidos a la acción de bacterias anaerobias, dieron lugar a la
formación de petróleo.
El retorno del carbono hacia su depósito se produce, básicamente, por tres procesos:
la respiración de todos los seres vivos (incluidos los microorganismos), que libera
CO2
la combustión de la materia viva, que afecta a todos los niveles tróficos, por
incendios accidentales o intencionados y al quemar madera y otros combustibles
fósiles (Estos combustibles fósiles han sido movilizados desde el siglo XIX al
utilizarse por el hombre como fuente de energía y son una de las principales
causas del desequilibrio actual del ciclo.)
y la descomposición de la materia orgánica que provocan los microorganismos.
Biodegradación de la celulosa
pH: influye directamente sobre la descomposición, pues según sea ácido, neutro o
alcalino; participarán en ella determinados microorganismos. Así a pH ácido, la
descomposición se llevara a cabo preferentemente por los hongos.
Temperatura: Este factor tiene gran importancia, pues está demostrado que los aerobios
no actúan por encima de de 320C mientras que los anaerobios efectúan dicho proceso
entre los 45 - 600C.
Humedad: El rango óptimo oscila de 65 - 85 % de la capacidad de campo o capacidad
máxima de retención de agua en el suelo. Si se produce exceso de humedad, la
descomposición será anaerobia.
Factores nutricionales: Tienen gran importancia en la descomposición, especialmente la
presencia de formas nitrogenadas utilizables por los microorganismos. Sin la presencia
de nitrógeno, la celulosa no se descompone, ya que este elemento es necesario para
mantener la relación C/N adecuada al protoplasma de los microorganismos.
Biodegradación de las hemicelulosas
Biodegradación de la lignina