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“El Estado Absolutista” Perry Anderson, Capítulo 1, -resumen-

La larga crisis económica y social de Europa durante los siglos XIV y XV puso de manifiesto
los límites y las dificultades del modo de producción feudal. El resultado político de estas
convulsiones fue la aparición del Estado Absolutista durante el transcurso del siglo XVI. Las
monarquías centralizadas representaron una ruptura decisiva con la soberanía piramidal y
fragmentada de las formaciones sociales medievales con sus sistemas de feudos y estamentos.
Para Marx y Engels la monarquía absoluta era el producto de un equilibrio de clase entre la vieja
nobleza feudal y la nueva burguesía urbana, en este equilibrio, la monarquía absoluta aparecía
como mediador adquiriendo cierta independencia con respecto a ambas clases. Sin embargo, la
burguesía iba a utilizar las estructuras administrativas como instrumentos de dominación
Las monarquías absolutas introdujeron ejércitos y sistemas burocráticos permanentes, un
sistema nacional de impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado unificado.
Durante toda la temprana edad moderna la clase económica y políticamente dominante fue la
misma que la de la era medieval: la aristocracia feudal. Desde el comienzo hasta el final de la era
del absolutismo nunca fue desalojada de su dominio del poder político. El absolutismo fue
esencialmente un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinado a mantener
a las masas campesinas en su posición social tradicional. El Estado absolutista nunca fue arbitro
entre la aristocracia y la burguesía ni un instrumento de la naciente burguesía contra la
aristocracia, sino el caparazón político de una nobleza amenazada.
Los cambios económicos que se produjeron fueron determinantes. La desaparición gradual de
la servidumbre era un golpe para el poder aristocrático, derivando a la necesidad de un poder
coercitivo de plano nacional. El resultado de este proceso fue un aparato reforzado de poder real
cuya función política permanente fue la represión de las masas campesinas y plebeyas.
Por otra parte, la aristocracia tenía que adaptarse a un nuevo antagonista: la burguesía
mercantil que se había desarrollado en las ciudades medievales.
La aparente paradoja del estado absolutista en Occidente fue que representaba
fundamentalmente un aparato para la protección de la propiedad y privilegios aristocráticos pero
lo medios por los cuales podía asegurar ésta protección garantizaba a su vez los intereses básicos
de la naciente clase mercantil y manufacturera. El estado absolutista avanzó hacia un sistema de
políticas uniformes; suprimió gran número de barreras comerciales internas patrocinó aranceles
exteriores contra los competidores extranjeros. La centralización económica, el proteccionismo y
la expansión ultramarina engrandecieron al estado absolutista a la vez que beneficiaron a la
burguesía.

“Los siglos XVI y XVII” , Mousnier, Cap. IV

La mayor parte de los Estados renacentistas evolucionan hacia la monarquía absoluta, existe
ésta cuando el rey, encarnando el ideal nacional, posee además, de hecho y de derecho, los
atributos de la soberanía: poder de hacer las leyes, de administrar justicia , de percibir impuestos;
de tener un ejército permanente, de nombrar a los funcionarios, etc.
Los grandes Estados del Renacimiento son vivificados y unificados por un pujante patriotismo,
que de un modo extraño se mezcla con el patriotismo local y con el sentimiento de fidelidad
hacia el príncipe soberano. Este patriotismo se expandió debido a las grandes guerras con
extranjeros, las nuevas relaciones económicas, los cortesanos y grandes burgueses que le dan el
tono a las sociedades de los distintos países. Y este patriotismo lleva el germen de un
nacionalismo.
La monarquía absoluta es un resultad, también, de la rivalidad de dos clases: burguesía y
nobleza. El rey que necesita a los burgueses para sus finanzas y sus cuerpos de funcionarios, así
como para resistir la presión de los señores feudales, obtiene fácilmente su obediencia y apoyo.
El poder real enriquece a los burgueses con sus empréstitos, arrendamientos de impuestos,
monopolios de explotación, protección ante las trabas para el desarrollo del comercio. Pero la
aspiración suprema de éstos consiste en ennoblecerse, categoría social que solo el rey puede
conferirles ofreciéndoles cargos o vendiéndoles los títulos, y, en este sentido, la burguesía se
aristocratiza conservando sus hábitos sobre economía y su calculadora prudencia. Estos aspectos
burgueses son adquiridos por ciertas flias. nobles, en especial aquellas que se han mezclado por
vía matrimonial.
La nobleza solo puede defenderse contra la burguesía por el favor del rey. En general,
considerando sólo como profesión noble el ejercicio de las armas, la aristocracia descuida sus
tierras y sus derechos feudales. Desde luego, la nobleza podía vivir en sus tierras con las rentas
en especie y los servicios de los cultivadores; pero le atraía mucho más la vida cortesana, los
salones y las expediciones lejanas. Así va arruinándose tanto más rápidamente cuanto que el lujo
es una obligación señorial, y que cada día se convierte en más imperiosa para diferenciarse de la
burguesía en constante ascenso. De este modo el aristócrata se ve obligado a colocarse al servicio
del rey, a solicitar, según su rango gobiernos de provincias, control de regimentos, etc.

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