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ISSN 0718-4468

perspectivas / 11

CENTRO CRECER EN
COMUNIDAD:
DESPERTANDO LA
RESILIENCIA FAMILIAR
Esteban Gómez
María Angélica Kotliarenco
Magdalena Muñoz
Verónica Assef

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

CENTRO DE ESTUDIOS DE EMPRENDIMIENTOS SOLIDARIOS | CEES∙UC


PERSPECTIVAS CEES-UC

La misión del Centro de Estudios de Emprendimientos Solidarios es contribuir al desarrollo de las organizaciones de acción
solidaria y de las intervenciones que llevan a cabo, mediante los aportes de la reflexión, investigación y educación continua
pluridisciplinaria. El centro es parte de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

El objetivo de PERSPECTIVAS CEES-UC es difundir ideas, investigación y conocimiento relativo al tercer sector, así como al
sector público, para el aprendizaje y la reflexión. Busca presentar análisis sobre los temas permanentes o emergentes para
las organizaciones, instituciones o personas que están vinculadas o interesadas en los emprendimientos solidarios.

Editor
Daniel Díaz Vera Pontificia Universidad Católica de Chile y EBM Consulting | danieldiaz@uc.cl

Comité Editorial
Sergio Chacón Armijo Director de Programas Sociales, Fundación (PARENTESIS)
Javier Guzmán Piña Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, Gobierno de Chile
Paola Jorquera Aguayo Universidad San Sebastián, Chile
Karin Roa Tampe Pontificia Universidad Católica de Chile

CEES-UC
Facultad de Ciencias Sociales
Pontificia Universidad Católica de Chile
Avda. Vicuña Mackenna 4860, Macul
Santiago, CHILE

Sitio Web: www.cees.cl


Correo Electrónico: perspectivas.cees@uc.cl

SOBRE LOS AUTORES


Esteban Gómez Muzzio  Psicólogo y Magíster en Psicología Clínica, PUC. Investigador de la Unidad de Diseño y Evaluación
de Programas y asesor de la Dirección Estratégica, Protectora de la Infancia. Investigador asociado a CEANIM, docente de la
Escuela de Psicología de la UBO y de la Escuela de Trabajo Social de la PUC. Ha publicado sobre comprensión, evaluación e
intervención con familias multiproblemáticas desde el enfoque de la resiliencia familiar.
María Angélica Kotliarenco  Psicóloga, PUC; M. Sc. y Ph.D. Universidad de Londres. Investigadora Responsable y Directora
Ejecutiva del Centro de Estudios y Atención del Niño y la Mujer (CEANIM). Miembro de Childwatch International. Docente
Escuela de Psicología Universidad del Desarrollo. Profesora Adjunta de la Universidad de Western Sydney, Australia. Ha
publicado extensamente sobre Resiliencia, Pobreza, Educación e Intervención Temprana.
Magdalena Muñoz Quinteros  Psicóloga y Magíster en Psicología Clínica, PUC y Diplomada en Estrategias de Intervención
en Infancia Temprana, UDD. Investigadora asociada a CEANIM. Psicóloga de la Unidad de Investigación y Extensión de la
Fundación San José para la Adopción y docente de la Escuela de Psicología de la UBO. Ha publicado en las áreas de infancia,
apego e intervención temprana.
Verónica Assef  Educadora de Párvulos, UMCE. Licenciada en Educación, U. de Chile. Especialista en trabajo con familia,
Instituto de Terapia Familiar. Especialista en Metodologías Innovadoras en Desarrollo Infantil Centro Golda Meier, Israel.
Terapeuta familiar y corporal, Escuela de Terapia Corporal, México y Chile. Miembro del equipo de Investigación-Acción de
CEANIM. Docente de la Escuela de Medicina Universidad Mayor.

ISSN 0718-4468 | PERSPECTIVAS CEES-UC | N° 11 | JULIO 2011


C ONTENIDO

Presentación ................................................................................................................................................. 4

IN TR O DUCC IÓN ...................................................................................................................................... 5

U N M A R C O P A R A L A I N T E R V E N C I Ó N T E M P R A N A ................................................................. 5

PAR TIC IP AN T ES ..................................................................................................................................... 7

C A R A C T E R I Z A C I Ó N D E L A S F A M I L I A S ..................................................................................... 8

IM PL EM EN TAC I ÓN .............................................................................................................................. 10

EVAL UACI ÓN DE R E SUL TAD O S ...................................................................................................... 14

M E T O D O L O G Í A ......................................................................................................................... 14

I N S T R U M E N T O S ....................................................................................................................... 14

P R O C E D I M I E N T O ...................................................................................................................... 16

A S P E C T O S É T I C O S ................................................................................................................... 17

A N Á L I S I S D E D A T O S ................................................................................................................ 17

R ESUL TA D OS ......................................................................................................................................... 18

C O M P E T E N C I A S P A R E N T A L E S ................................................................................................ 18

D E S A R R O L L O P S I C O M O T O R ................................................................................................... 19

R E L A C I O N E S D E A P E G O S E G U R O Y B U E N T R A T O ................................................................. 20

O T R O S R E S U L T A D O S A C O N S I D E R A R .................................................................................... 23

S A T I S F A C C I Ó N U S U A R I A ......................................................................................................... 24

¿C Ó M O V E N A L A M O N I T O R A C O M U N I T A R I A ? .................................................... 24
¿Q U É V A L O R A N M Á S D E L P R O Y E C T O ? ................................................................. 25
¿C U Á L E S F U E R O N L O S L O G R O S P A R A E L L A S ? .................................................... 26
CON CL US IO N ES .................................................................................................................................... 28

R EF L E XI ON E S F IN AL E S ..................................................................................................................... 31

R EF ER EN C IA S ....................................................................................................................................... 34
P RESENTACIÓN
Centro Crecer en Comunidad: despertando la resiliencia familiar
En octubre del año 2006 se anunció la creación del Sistema de Protección Integral a la Infancia
Chile Crece Contigo, como una acción enmarcada en las iniciativas de protección social llevadas
adelante por el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet (2006 – 2010). Uno de los aspectos
más interesantes de esa propuesta fue la lógica de intervención, pues buscó generar una
articulación completa entre los diversos organismos públicos y privados, de modo tal de generar
una suerte de “conspiración” por la protección de la infancia. Este desafío tenía dos supuestos
importantes: por una parte la voluntad efectiva de los convocados a hacerse parte de esta
iniciativa, y por otro, la calidad de la actividad ejecutada por cada uno de aquellos que se harían
parte de esta política. Este escrito se ubica en este segundo supuesto.

Cualquier política pública se juega en balance entre la cobertura y la calidad. El supuesto del
ciudadano es que ambos aspectos estarán suficientemente cubiertos, función en la cual el estado
ha de jugar un rol fundamental. Sin embargo, visto el alcance de algunas acciones, es factible
imaginar que algunas líneas de trabajo quedarán insuficientemente supervisadas, libradas a su
suerte en la efectividad última de esa acción. Financiadas por los impuestos de todos, pero sin
certeza que esa vía tenga los resultados que proclaman.

Este artículo representa un ejercicio de responsabilidad profesional encomiable. Puede que


resulte un tanto complejo para algunos lectores, o que la abundancia de datos estadísticos
resulte abrumadora, sin embargo son esos datos –y su disponibilidad- la que le brinda un carácter
poco habitual en el escenario de las evaluaciones de intervenciones sociales.

El ejercicio fue “sencillo”. Se partió por detectar un campo de intervención, se levantó evidencia
técnica y científica que informara el diseño de las líneas de acción, se constituyeron equipos
técnicamente habilitados, se hicieron mediciones iniciales con una batería que cumple con
criterios de validez psicométrica, se llevaron a cabo las actividades consideradas en el diseño, se
levantó información cualitativa sobre el impacto y se volvió a medir las dimensiones relevantes
pre establecidas en el diseño, buscando responder a la interrogante sobre la efectividad de la
intervención. Y ahora –en este escrito- se reportan los hallazgos de los análisis efectuados sobre
toda esa información.

La práctica profesional basada en evidencia es una corriente cuya preponderancia va en alza. Se


trata de que cada acción profesional se encuentre suficientemente respaldada por la
investigación básica y aplicada que se encuentre disponible. El desafío para uno de nosotros no
consiste tan solo en decodificar esos datos y ponerlos al servicio del diseño de la intervención que
se llevará a cabo, sino también hacer de cada experiencia una oportunidad para generar nueva
evidencia. Y en ello cobra relevancia el manejo de técnicas de medición, evaluación y reporte;
competencias cuyo dominio no está suficientemente extendido como quisiéramos.

Saber por qué se llevan adelante las intervenciones actuales puede aún una pregunta un tanto
incómoda, pero cada vez será más central sustentar cada decisión profesional o técnica en
evidencia válida y confiable. Y no se trata de un positivismo renovado, sino de un preocupación
genuina por llevar adelante intervenciones sociales que prueban su valor, permitiendo la toma de
decisiones responsable y seria.

Los emprendimientos solidarios cada vez tienen menos espacio para la sola buena voluntad y las
mejores intenciones. Las personas que reciben nuestra acción merecen calidad, y es nuestro deber
probarla en cada paso que damos.

Daniel Díaz V. | Editor


C ENTRO C RECER EN C OMUNIDAD :
DESPERTANDO LA RESILIENCIA FAMILIAR

INTRODUCCIÓN

UN MARCO PARA LA I NTERVENCIÓN T EMPRANA


Dentro del abanico existente de programas de intervención infantil temprana (IT) es
posible identificar como objetivo común el apoyo al desarrollo social, cognitivo, biológico y
mental de infantes y niños preescolares, mediante servicios integrales ofrecidos a ellos y a sus
familias. Con independencia de su foco de acción, la investigación ha demostrado que los
factores críticos para explicar los resultados obtenidos por estos programas son (Love et al.,
2006; Gray & McCormick, 2005; Olds, Sadler & Kitzman, 2007):

 la claridad del diseño metodológico,


 la calidad de los servicios ofrecidos,
 el nivel de competencia de los equipos profesionales y técnicos,
 la fidelidad de los operadores al diseño del programa, y
 los procesos de involucramiento y participación de los usuarios.

Tras una vasta investigación multidisciplinaria y transcultural, hoy no cabe duda


respecto a la importancia crucial del embarazo y primeros años de vida para todo el desarrollo
humano posterior (Lecannelier, 2006, 2009; Shonkoff & Phillips, 2000; Schore, 2001). Lo que
podamos hacer en esta etapa para nivelar factores de riesgo o condiciones de desventaja para un
adecuado desarrollo infantil, tendrá repercusiones de largo alcance en la persona, la familia e
incluso el desarrollo económico del país y la superación de la pobreza
(Fundación Superación de la Pobreza, 2010).
Si bien resulta de indudable valor para las familias y la
población infantil chilena los avances recientemente conquistados en
salud y educación (por ejemplo, el aumento masivo de salas cuna),
no puede pretenderse una respuesta unitaria a las múltiples
realidades que se constatan en el país (FUSUPO, 2010). En la
actualidad, ni el sistema de salud ni el sistema de educación están en
condiciones de abordar los desafíos específicos que plantea la
intervención infantil temprana, ya sea producto de la sobrecarga de
tareas que implica la incorporación de nuevos servicios (con personal e infraestructura
insuficientes en número y en capacitación), o bien por problemas derivados del diseño mismo de
los programas, que no están pensados para intervenir en temáticas como la sensibilidad de
respuesta del cuidador, el apego seguro o el fortalecimiento de las competencias parentales.
Esta necesidad se torna particularmente relevante en poblaciones desfavorecidas, en
familias pobres y muchas veces excluidas de los servicios de excelencia (Fernández & Riquelme,
2006). Se ha argumentado que si bien Chile cuenta con igualdad de condiciones biológicas al
momento de nacer, persisten grandes brechas en los logros de aprendizaje; esta diferencia
resulta explicable en gran medida desde la estimulación y oportunidades que brinda el entorno
sociofamiliar del niño en sus primeros años de vida, pero también desde el acceso a servicios,
programas de apoyo, educación de calidad, condiciones de habitabilidad y capacitación laboral
entre otros (FUSUPO, 2010).
Contar con programas de IT especialmente diseñados para abordar las complejidades
del trabajo con niños y niñas en situación de alta vulnerabilidad, pobreza y riesgo psicosocial,
emerge como un desafío país de primera prioridad (Vegas et al., 2006; FUSUPO, 2010),
especialmente en el contexto de la nueva política de un Sistema de Protección Integral a la
Infancia (Consejo Infancia, 2006). Por ello se torna fundamental que el Gobierno y los privados
asuman el fomento, financiamiento, evaluación y difusión de servicios dirigidos al apoyo integral
de la infancia temprana en Chile.
El presente proyecto “Centro de Buenas Prácticas en Infancia Temprana: Crecer en
Comunidad”, diseñado e implementado por CEANIM y supervisado por FUSUPO responde a esta
necesidad y pretende constituirse en un referente para el desarrollo de una oferta nacional de
intervención integral en infancia temprana. El proyecto se construyó sobre la mejor evidencia
disponible a nivel internacional (teniendo como criterio de búsqueda publicación en revistas
revisadas por pares y su focalización en infancia temprana) y sobre la experiencia acumulada y
evaluada por CEANIM en una experiencia piloto anterior denominada “Centros de Desarrollo
Infantil Temprano”, ejecutada entre 2006-2008 con financiamiento de Fundación Integra
(Kotliarenco, Gómez & Muñoz, 2009). Dicha experiencia mostró resultados positivos y
estadísticamente significativos tanto en apego seguro como en desarrollo psicomotor infantil
respecto a la línea de base (Kotliarenco, Gómez, Muñoz & Armijo, 2009), respaldando
preliminarmente la incorporación de mujeres de la comunidad como agentes de cambio.
Asimismo, dejó importantes aprendizajes que fueron recogidos en la presente propuesta,
especialmente en las áreas de: (a) asegurar una mayor especialización del equipo para intervenir
en temáticas de mayor complejidad (ej., apego, desarrollo socioemocional, maltrato infantil), (b)
el abordaje específico de la relación vincular madre/hijo, (c) desarrollar una evaluación más
comprehensiva del programa, y (d) promover un mayor involucramiento de la comunidad.
Entonces, el proyecto Crecer en Comunidad se diseñó como un programa de IT
orientado a promover el desarrollo integral infantil en contextos de vulnerabilidad psicosocial
(Kotliarenco, Gómez, Muñoz & Aracena, 2010), sobre la base de tres ejes técnicos centrales: (a)
coordinación e intervenciones de mayor complejidad – como terapia de interacción guiada, juego
mediado o medidas de protección - realizadas por un equipo multidisciplinario de profesionales
especializadas en infancia temprana; (b) visitas domiciliarias semanales realizadas por monitoras
comunitarias seleccionadas, capacitadas intensivamente y supervisadas semanalmente; y (c)
coordinación permanente con otros servicios de la comunidad.
La presente publicación se enmarca en el esfuerzo de evaluación sistemática del
proyecto Crecer en Comunidad, abarcando la totalidad de su ejecución entre marzo y diciembre
de 2010, en función de los objetivos, metas, actividades, tiempos y recursos comprometidos.

PARTICIPANTES
El programa fue diseñado para la atención de 150 niños y niñas entre 0 y 3 años de edad
y sus familias. Se ingresaron administrativamente 150 niños, de los cuales 15 abandonaron antes
de completar la ficha de ingreso. Por ello, el proyecto consideró como población efectivamente
ingresada 135 niños(as) y sus familias. Sobre este total, se registró 86 casos que completaron
toda la intervención y 49 que abandonaron el proyecto en diversos momentos, lo que significó
un 36% de deserción total.
Se comparó la duración de la intervención para ambos grupos por separado. Esto
mostró que el grupo que abandonó el proyecto promedió 29,9 días (DS=21,8) o un mes, con un
mínimo de 0 meses y un máximo de 3 meses. En cambio, el grupo que completó la intervención
promedió 213,4 días (DS=29,5) o 7 meses, con un mínimo de 5 meses y un máximo de 8 meses.
Esta diferencia fue altamente significativa, con t(75) = 4,343, p = .000. Es decir, se trató de dos
grupos con una dinámica de participación claramente diferente.
Se compararon ambos grupos en diversas variables de caracterización sociodemográfica
y de funcionamiento familiar inicial. No se observaron diferencias significativas en la edad del
2
niño, F(1,123) = 0,028, p =.868, el sexo, χ (1, N = 134) = 0,003, p = 0,957, su peso al nacer, F(1,70)
= 0,084, p =.772, su estatura al nacer, F(1,67) = 0,407, p =.526 o el tiempo de lactancia, F(1,73) =
0,492, p =.485. Tampoco se registraron diferencias para la edad del cuidador, F(1,100) = 1,360, p
2
=.868, el sexo, χ (1, N = 130) = 1,970, p = 0,160, el número de hijos, F(1,83) = 0,291, p =.591, o el
puntaje en la ficha CAS, F(1,36) = 0,311, p =.580. No se registraron diferencias en el número total
2
de habitantes en la vivienda, F(1,70) = 0,035, p =.852, ni en la estructura familiar, χ (5, N = 83) =
2,866, p = 0,721.
Respecto al funcionamiento familiar al momento de ingresar al programa, no se
registraron diferencias en el Entorno, F(1,84) = 0,739, p =.392, en las Competencias Parentales,
F(1,81) = 0,046, p =.830, Interacciones Familiares, F(1,83) = 0,108, p =.743, Seguridad Familiar,
F(1,82) = 0,036, p =.850, Autonomía familiar, F(1,83) = 0,002, p =.969 y Salud Familiar, F(1,79) =
3,896, p =.052, si bien este último indicador se ubicó en el límite de la significancia. Sí se observó
diferencias significativas al ingreso en el Bienestar del Niño, F(1,82) = 4,189, p =.044, con un
promedio de -0,78 (DS=1,48) para el grupo deserción versus 0,17 (DS=1,29) para el grupo egreso;
y en la Vida Social Comunitaria, F(1,79) = 10,177, p =.002, con un promedio de -1,11 (DS=1,36)
para el grupo deserción versus 0,10 (DS=1,03) para el grupo egreso. Sin embargo, al mirar los
indicadores específicos de la vida social comunitaria de las familias, sorprende que no se
observaron diferencias en la aceptación inicial de la ayuda ofrecida, con F(1,82) = 0,301, p =.585.
Es decir, el grupo de familias que abandonó la intervención se habría diferenciado por
presentar peores niveles de bienestar en los niños y mayores niveles de aislamiento social, tanto
con su red formal como informal, pero igual disposición inicial a ser ayudados. Esto generó el
interés por identificar claramente las razones de abandono del proyecto, contactándose a cada
uno de estos casos (N=49). Los resultados se muestran en la siguiente tabla, y en síntesis señalan
que en la mitad de los casos no hubo un ajuste entre lo que esperaban y lo que el proyecto
ofrecía; y en uno de cada cuatro casos fue por motivos ajenos al proyecto (cambio de trabajo o
domicilio).

Tabla 1: Razón entregada por las usuarias para explicar su abandono del proyecto
Motivo %
falta de interés por participar en el proyecto 35%
desertó por problemas personales 20%
motivos laborales 14%
cambio de domicilio 12%
proyecto no cumplió sus expectativas (entrega de beneficios) 10%
no cumplir con el perfil de las madres participantes 8%

C ARACTERIZACIÓN DE LAS FAMILIAS


Los niños atendidos promediaron 1 año y 8 meses de edad (DS=11,9), con 50,6% de sexo
femenino, peso y estatura normal al nacer (3.891 gramos y 48,9 centímetros), registrando una
media de 6,6 meses de lactancia materna (DS=5,2). Las figuras parentales promediaron 29,1 años
de edad (DS=11,9), un 100% de sexo femenino, 1,87 hijos (DS=0,94), con una mayoría de
educación media y dedicación a labores domésticas. Las familias se ubicaron mayormente en
condición de precariedad económica, presentando un puntaje promedio en la ficha CAS de 3.801
(DS=2.838), con 5,8 habitantes promedio por hogar (DS=3,05). El 100% de los casos ingresó
voluntariamente al proyecto, fuese por invitación del equipo, demanda espontánea o invitación
de otras usuarias del centro.
De acuerdo a un primer análisis de proceso realizado en julio de 2010, el programa se
focalizó en la población para la cual fue diseñado, mostrando las condiciones necesarias para
poder plantearse como una intervención integral que apuntase a la prevención de condiciones
perjudiciales para el desarrollo infantil, si bien pudieron identificarse múltiples condiciones de
vulnerabilidad (como la pobreza, el hacinamiento, la violencia intrafamiliar, el estrés parental, la
disforia, entre otros) que significaron un notable desafío para el logro de los objetivos del
proyecto.
Más allá de las condiciones de vulnerabilidad psicosocial de las familias atendidas, se
pudo identificar que el foco de las estrategias debía apuntar a fortalecer el sentimiento de
competencia y autoeficacia parental en las madres respecto al cuidado, crianza, estimulación y
vínculo con sus hijos e hijas. Las múltiples fuentes de información consideradas resultaron
coherentes entre sí al mostrar en forma triangulada que para la mayoría de las madres sus hijos
no eran un “problema”, sino más bien una responsabilidad y un desafío para el cual no se sentían
preparadas ni competentes. Esto se traducía en mayores niveles de estrés, menor disponibilidad
de energía psicológica para la crianza y mayor riesgo para el maltrato infantil o el abandono de la
responsabilidad (negligencia parental).
El programa llegó en un momento oportuno por cuanto los factores de riesgo
identificados aun no impactaban significativamente el bienestar del niño ni su desarrollo según lo
esperado para su edad. El desafío para la intervención, por tanto, radicó en cómo estimular la
confianza de las madres en su propia capacidad para ser madres, en cómo ofrecer contención y
apoyo emocional que les permitiera aliviar sus niveles de estrés, y en cómo profundizar su
sensibilidad parental a las características y necesidades específicas de sus hijos e hijas,
desarrollando alternativas de respuesta adecuadas a cada rango de edad.
El enfoque desde la resiliencia personal y familiar (Gómez & Kotliarenco, 2010) que
adoptó el proyecto “Crecer en Comunidad” resultó especialmente pertinente, por cuanto
permitió identificar las fortalezas (por ejemplo, usando la Escala de Evaluación Familiar NCFAS-G)
de cada grupo familiar y potenciarlas sistemáticamente, por sobre la aceptación del peso
evidente de variables más estructurales como la pobreza, el hacinamiento o los bajos niveles de
escolaridad.
Esto no implicó que el equipo no debiese considerar intervenciones sociales dirigidas a
conectar en forma racional a las familias con el sistema de protección social existente (ejemplo,
Chile Solidario, Chile Crece Contigo); de hecho, los primeros análisis detectaron una brecha
importante entre el número de familias en condición de pobreza o extrema pobreza (cuatro de
cada cinco) y el número de familias participantes del Chile Solidario o el Programa Puente (una
de cada cinco).
Lo que significó adoptar el enfoque de Resiliencia personal y familiar, fue una posición
del equipo de profesionales, monitoras y pasantes del Crecer en Comunidad a no aceptar el
determinismo de la pobreza sobre las posibilidades de cambio y empoderamiento de las familias.
Existían múltiples indicadores que permitían asumir que las díadas madre/hijo(a) conservaban un
potencial relacional importante, que podía actuar como un mecanismo de resiliencia frente a la
adversidad objetiva en que les tocaba vivir. Es este potencial el que requería ser explorado,
asimilado y elaborado en los distintos espacios de intervención que ofrecía el centro.
Es importante señalar que los primeros análisis de la información (realizados como parte
de la evaluación de proceso) permitieron identificar un sub-grupo de mayor riesgo y complejidad,
donde la intervención requería mayores niveles de especialización y cuidado. Si bien no se realizó
un cruce entre variables, sí se observó en múltiples indicadores una tasa entre un 15% a 45% que
se posicionaba en rango clínico de problema. Por ejemplo, en el diagnóstico DSM-IV un 19%
presentaba algún tipo de trastorno, particularmente Depresión Mayor. Un 26% de los casos
sufría violencia intrafamiliar. En la escala NCFAS-G, se observó para el rango moderado a grave
de problemas un 14% en Competencias Parentales, 19% en Interacciones Familiares y 18% en
Seguridad Familiar (malos tratos, negligencia, VIF). En el Índice de Estrés PSI, el 45% se ubicó en
rango alto de estrés total, mientras que en el Inventario Potencial de Maltrato el 44% se ubicó en
el rango clínico de riesgo. Finalmente, en el ASQ-3 el grupo de niños y niñas que se posicionó en
zona de monitoreo o rezago, es decir, que no alcanzaba los hitos de desarrollo esperados para su
edad fluctuaba entre un 17% y un 28% de los casos.

IMPLEMENTACIÓN
El diseño del Centro de Buenas Prácticas en Infancia Temprana (CBP), consideró 5
servicios nucleares en torno a los cuales se organizaron todas las prestaciones ofrecidas a las
familias: a) visitas domiciliarias, b) talleres de fortalecimiento parental, c) terapia de interacción
guiada, d) juego mediado en una sala de estimulación, y e) derivaciones asistidas a la red local.
Cada caso ingresado fue rigurosamente evaluado, con una batería de instrumentos que incluyó el
ASQ-3, PMF, PSI-SF y la escala NCFAS-G (ver apartado metodológico para detalles sobre estos
instrumentos). En el caso de la terapia de interacción guiada, se agregó además el cuestionario
de evaluación de resultados en psicoterapia, OQ-45.2. Tras realizar esta evaluación, el equipo a
cargo definía un Plan de Intervención Familiar Personalizado, especificando metas, acciones,
plazos y responsables.

S
Se calculó los porcentajes de participación en cada metodología, sobre la base de los
casos egresados (N=86). El 100% de las familias recibieron visitas domiciliarias; un 63% participó
en al menos uno de los talleres de fortalecimiento parental; 40% participó en terapia de
interacción guiada; mientras que un 35% participó en Juego Mediado; y en 49% de los casos se
realizó consejería parental. En 24% de los casos se requirió realizar una derivación asistida a la
red formal; 43% de las familias recibió control de salud a domicilio, llevado a cabo por alumnos
en práctica de medicina.
Las visitas domiciliarias fueron realizadas por monitoras comunitarias, mujeres
seleccionadas y capacitadas durante un mes en forma intensiva y luego semanalmente en
reuniones de supervisión, en diversos temas de importancia para la ejecución del proyecto, tales
como: genograma, vulnerabilidad y resiliencia, redes locales y su vinculación con el proyecto CBP,
intervención en crisis y protocolos de acción frente al riesgo infantil, desarrollo del niño/a, el
juego y su aporte al desarrollo, proceso motivacional en las usuarias y su apertura al cambio, el
sentido del acompañamiento en las visitas domiciliarias, y la relación de cierre.
Cabe destacar que se implementó una modalidad innovadora de
visita domiciliaria, ya que la mayoría de las experiencias documentadas
nacional e internacionalmente sobre visita domiciliaria han trabajado sin una
organización clara de contenidos o marco teórico y sin herramientas
estructuradas de soporte para guiar la intervención del agente visitador
(Kotliarenco, Gómez, Muñoz & Aracena, 2010). En cambio, la propuesta del
Centro Crecer en Comunidad consistió en definir un proceso global de
intervención, guiado por el marco teórico de la resiliencia, con tres etapas
claramente identificadas: (1) foco en la familia, (2) foco en la figura parental y
(3) foco en el niño o niña, siendo este último al cual se le dedicó más tiempo.
Específicamente, se dividió el proceso de intervención en 6 planes de trabajo; cada plan
contemplaba 3-4 visitas y se proyectó un máximo de 24 visitas. Se registró por escrito un total de
1.336 visitas domiciliarias, promediando 14,4 visitas (DS=6,4) por niño o niña ingresada, con un
mínimo de 2 y un máximo de 30 visitas. Considerando que la intervención promedió 7 meses,
con un rango entre 5 y 8 meses, se estima que se realizó entre 2 y 3 visitas mensuales por caso.
Los planes de visita fueron: Plan 1: “Conociendo a mi familia”; Plan 2: “La importancia de
mi rol parental”; Plan 3A: “Conociendo a mi hijo/a”; Plan 3B: “Fortaleciendo la relación con mi
hijo/a”; Plan 3C: “Favoreciendo su desarrollo socioemocional”; y Plan 3D: “Estimulando nuevos
aprendizajes en mi hijo/a”. Cada etapa contó con material de apoyo diseñado especialmente
para el proyecto por el equipo profesional, llamado “Bitácora de la Visita Domiciliaria”,
elaborando un documento para cada una de las etapas del proceso de intervención domiciliaria y
diferenciando un formato para la familia y otro para la monitora comunitaria. Cada visita
domiciliaria tuvo un orden estándar: (a) compartir situaciones generales (5-10 minutos); (b)
trabajar la Bitácora correspondiente (20 minutos); (c) desarrollar ejercicios específicos orientados
a la díada madre-hijo; y (d) cierre. Los contenidos y situaciones ocurridos en las visitas
domiciliarias fueron supervisados semanalmente por una profesional especialista (educadora
preescolar y terapeuta familiar), incorporando además elementos de autocuidado y capacitación
en forma sistemática.
Los talleres de fortalecimiento parental fueron espacios de intercambio de
experiencias, vivencias y conocimientos entre las participantes y entre el equipo del CBP y las
participantes. En todos los casos se privilegió el generar un espacio para el desarrollo de nuevas
habilidades o perspectivas sobre el tema abordado, por sobre la sola exposición teórica. Los
talleres contemplaron 6 modalidades distintas: a) competencias parentales; b) apego y buen
trato; c) apego, estrés y pataletas; d) destete; e) arte terapia; y f) masaje infantil. En promedio,
cada figura parental asistió a 1 de estos talleres; si se considera solo el
grupo de familias que participó (63%), este promedio aumenta a 2, con un
mínimo de 1 y un máximo de 4 talleres.
La terapia de interacción guiada se trata de una modalidad de
intervención clínica, fundamentada en la teoría sistémica y la teoría del
apego que, mediante la grabación en video de secuencias de interacción y
juego para su posterior revisión y reflexión con la figura parental, permite
retroalimentar a la familia sobre sus fortalezas y recursos parentales y
relacionales disponibles (Suárez et al., 2009; Gómez & Muñoz, 2010). Esto
permite mejorar la sensibilidad parental y la capacidad de mentalización, fortaleciendo el apego
y las posibilidades de resiliencia relacional posterior. En este proyecto, se iniciaron 34 procesos
psicoterapéuticos a cargo de psicólogas pasantes entrenadas en el modelo y supervisadas
semanalmente por una psicóloga con grado de magíster en psicología clínica y 4 años de
experiencia en esta terapia pionera en Chile. Se finalizaron 25 procesos con éxito. Los resultados
específicos de esta intervención serán evaluados en un estudio que tuvo un protocolo de
investigación especial.
El juego mediado es una intervención pedagógica que mediante el modelamiento en
vivo utiliza el juego con el fin de mejorar el comportamiento del niño, la tonalidad afectiva del
adulto y su nivel de conocimiento sobre el desarrollo de su hijo o hija. Se les pide jugar y la
Mediadora Guía va modelando en vivo dicha interacción. En el proyecto CBP se ocupó un
formato que comenzó con dos sesiones grupales, luego dos sesiones individuales y para finalizar
una nueva sesión grupal, totalizando 5 sesiones por díada. El juego mediado fue implementado
por una educadora preescolar con formación como terapeuta corporal y terapeuta familiar. Se
contó con diversos protocolos de implementación y registro de aspectos relevantes. En total, 30
mamás participaron en esta intervención, usando como criterio de indicación no estar en terapia
IG, presentar rezago o riesgo en el desarrollo y ser madres con escasos recursos lúdicos
personales.
Respecto a las derivaciones asistidas a la red formal, se constató un total de 35
derivaciones para 21 usuarias, promediando 1,7 derivaciones. Las derivaciones específicas, se
muestran en la siguiente tabla.

Tabla 2: Derivaciones realizadas a la red formal de Macul


Servicio/Organización N
CESFAM 11
COSAM 10
OPD – para casos de protección 3
Fundación (PARÉNTESIS) – para atención en drogas 1
Fiscalía – en casos de VIF 1
Corporación de Asistencia Judicial 1
Jardines Infantiles – se logró ingresos preferenciales 8
Simultáneamente, el programa “Crecer en Comunidad” tuvo una serie de servicios
dirigidos a la comunidad local, tanto formal como informal. Se realizaron inicialmente 3 grupos
focales en Jardines Infantiles con figuras parentales no usuarias del programa, levantando
diversos temas de interés, como estimulación infantil, normas y límites, buen trato, manejo del
estrés. Sobre esta información, se diseñó e implementó un taller de competencias parentales en
4 Jardines Infantiles para padres y apoderados, con un total de 64 asistentes. Asimismo, se
propuso instancias de capacitación para el personal de Jardines Infantiles (JI) y Salas Cuna (SC),
incluyendo técnicos, educadoras y directoras, concretando las siguientes capacitaciones:

Tabla 3: Capacitaciones realizadas a personal de Jardines Infantiles y Salas Cuna de Macul


Tema Establecimiento Asistentes
Buen Trato y Autocuidado JI Reina de la Paz; JI Osito Regalón 45
Sexualidad Infantil comisión mixta 40
Mediación Educativa SC Perucho 20
Protagonismo Infantil SC Perucho 20
Tutores de Resiliencia JI Semillita 12
Masaje Shantalla JI Intercultural 10
7 capacitaciones 6 establecimientos distintos 147

Con la red amplia de infancia de Macul, se realizaron diversas actividades, desde


presentar el proyecto y sus fundamentos teóricos (de por si una acción de sensibilización) a las
direcciones de salud y educación de la comuna, a la comisión mixta, a representantes de JI y SC,
CESFAM, OPD, SERNAM y COSAM; pasando por reuniones de coordinación técnica en la
intervención de los casos con estas redes; hasta la entrega del catastro de servicios de infancia a
la red local. El niño o niña participante y su familia, al mismo tiempo que usuario del proyecto
CBP, era asistente a estas otras organizaciones; la visión eco-sistémica y comunitaria del
programa permitió visualizar permanentemente esta realidad multidimensional e
interconectada. Al finalizar la intervención, se entregaron a las redes pertinentes informes de
proceso, avances logrados y áreas a reforzar en los casos de usuarios compartidos, como una
forma de dar proyección en el tiempo y sustentabilidad a los cambios.
El aspecto de Territorialidad propio de la dimensión
comunitaria de este proyecto, implicó conocer las condiciones
físicas, sociales, económicas y culturales que se daban en el espacio
geográfico de la comuna de Macul, específicamente en las
Poblaciones Santa Julia y Jaime Eyzaguirre. Al constituirse el
territorio en un espacio heterogéneo, la presencia de las Monitoras
“in situ” en los hogares, y las capacitaciones directas en los locales
de los Jardines infantiles y Salas Cunas, fue de especial importancia
para comprender las interrelaciones que se daban entre los actores
comunitarios, sus formas de organizarse, temas de interés, así como reconocer sus recursos,
potencialidades e intereses vinculados a la niñez. Este criterio fue fundamental, ya que la apuesta
fue potenciar el rol de las comunidades en el bienestar del niño/a y su familia, constituyéndose el
CBP en un puente entre las diferentes organizaciones, vinculando los jardines infantiles, centro
de salud y organizaciones de trabajo de derechos del niño/a y mujeres.
En el caso de la prevención comunitaria, se destaca la sinergia que se originó a través de
las capacitaciones, los contenidos fueron respondiendo a necesidades inmediatas de los sectores
de salud y educación. Esto da cuenta de la asociatividad lograda, entendida como lazos de
cooperación tendientes al desarrollo de fines comunes, en este caso, vinculados al enfoque de
bienestar de la niñez.
Aunque estas acciones se valoran en sí mismas como una importante tarea de difusión y
transferencia de conocimiento hacia las redes de infancia de Macul, el proyecto no logró evaluar
los cambios que se pretendía evaluar, por falta de tiempo y de recursos técnicos para poder
identificar los avances en las tres áreas meta del trabajo comunitario: conocimientos, trabajo
colaborativo, y herramientas para favorecer el desarrollo infantil. Este aspecto queda entonces
como un área a fortalecer en futuras réplicas del diseño en nuevas comunas o en la comuna de
Macul.

EVALUACIÓN DE RESULTADOS

M ETODOLOGÍA
El presente estudio utilizó una metodología cuantitativa de evaluación de resultados,
con un diseño pre-post de grupo único. El proyecto contó con una matriz lógica elaborada antes
de implementar el programa, definiendo un objetivo general y cuatro objetivos específicos, en
las áreas de competencias parentales, desarrollo infantil, apego y buen trato y transferencia de
buenas prácticas en infancia temprana a la comunidad. En la matriz lógica se definieron
objetivos, metas, indicadores de resultado, medios de verificación, acciones y tiempos de
implementación. Los resultados cuantitativos además se enriquecen con la opinión de los
propios usuarios recolectada en una encuesta de satisfacción usuaria y testimonios al finalizar la
intervención.

I NSTRUMENTOS
Cuestionario electrónico de caracterización socio-demográfica y ficha de postulación:
recogió información descriptiva básica de los niños, sus cuidadores y las familias atendidas, como
edad, sexo, escolaridad, nivel socioeconómico, situación laboral, entre otras. Asimismo, definió
criterios de inclusión y de exclusión que permitieron a los equipos clarificar la pertinencia de la
postulación al foco técnico del programa, o su eventual derivación a otros servicios cuando
correspondiera.

Escala de evaluación familiar integral de Carolina del Norte (NCFAS): es un instrumento


de evaluación familiar multidimensional, que a partir de la triangulación de diversas fuentes de
información (visitas domiciliarias, entrevistas, informes de redes derivantes y participantes,
grupos focales y diagrama familiar), recoge el juicio experto de los operadores del programa
respecto a diversas dimensiones del funcionamiento familiar, siendo cada ítem evaluado en un
continuo de 6 puntos, desde “problema serio” hasta “clara fortaleza” (Reed-Ashcraft, Kirk &
Fraser, 2001; Kirk, Kim & Griffith, 2005). La NCFAS fue ubicada en el primer lugar entre 85
instrumentos evaluados por investigadores de la Universidad de California en Berkeley (Johnson
et al., 2006) y hoy es usada en más de 650 organizaciones en el mundo. Los estudios realizados
en EE.UU. reportan una consistencia interna con alfa de Cronbach entre .767 y .922 (Kirk &
Griffith, 2007) y un estudio realizado en Chile reportó una consistencia interna entre .782 y .868,
robustas propiedades psicométricas y una validez estructural adecuada según un análisis
factorial (Valencia & Gómez, 2010), hallazgos que fueron replicados y ampliados en un segundo
estudio (Gómez, 2010). Además, se encontró en un estudio en Chile una buena confiabilidad
inter-evaluadores de la NCFAS medida con el índice Kappa (Pino, 2011). En el proyecto “Crecer
en Comunidad” se utiliza la versión NCFAS-G para programas comunitarios con un enfoque
familiar ecológico, la cual consta de 8 dimensiones y sus respectivos ítems: (a) Entorno, (b)
Competencias Parentales, (c) Interacciones Familiares, (d) Seguridad Familiar, (e) Bienestar del
Niño, (f) Vida Social/Comunitaria, (g) Autonomía, (i) Salud Familiar. En el presente estudio, se
obtuvo una confiabilidad de la NCFAS-G al ingreso y egreso de .845 y .838 en Entorno, .822 y .862
en Competencias Parentales, .849 y 868 en Interacciones Familiares, .878 y .835 en Seguridad
Familiar, .860 y .917 en Bienestar del Niño, .848 y .766 en Vida Social Comunitaria, .848 y .871 en
Autonomía y .648 y .799 en Salud Familiar.

Inventario potencial de maltrato físico infantil (PMF): es la adaptación -desarrollada por


académicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile- del Child Abuse Potential Inventory,
uno de los instrumentos más validados y utilizados en el mundo para la detección de potencial
de maltrato infantil y en investigaciones científicas sobre el tema (Haz & Ramírez, 2002). Consiste
en un instrumento descriptivo de sondeo que permite alertar sobre un potencial de maltrato
infantil en el cuidador, conformándose por 114 ítems que se agrupan en una escala de maltrato y
tres escalas de validez (consistencia interna, mentira y azar). A su vez, estos ítems se reagrupan
en siete factores de riesgo que permiten caracterizar a los cuidadores: depresión, expectativas
rígidas hacia los niños, malas relaciones con los padres, malas relaciones de pareja y familiares,
irritabilidad e impulsividad, disforia y problemas con el niño. Los estudios realizados en Chile
mostraron una confiabilidad de entre .95 y .98 (Haz & Ramírez, 2002), medida con el alfa de
Cronbach. En el presente estudio, se observó una consistencia interna de .898 al ingreso y .892 al
egreso.
Parenting Stress Index (PSI): este cuestionario desarrollado por Abidin (1995) evalúa
características del niño y de sus padres, y puede aplicarse desde el mes de edad. Considera 6
escalas para las características del niño y 7 para las características de los padres. La forma
abreviada (PSI-SF, que es la que se usó en esta investigación) contiene 36 ítems y su aplicación
toma 10-15 minutos. Entrega puntajes en 3 escalas: Estrés Parental (PD), Interacción disfuncional
padres-niños (P-CDI) y Niño difícil (DC). Esta versión cuenta con estudios de confiabilidad y
validez. La confiabilidad fue estudiada en una muestra de 800 casos, tanto con estudios de test-
retest (indicadores entre .68 a .85) y de confiabilidad interna (indicadores de .80 a .91) (Abidin,
1995). Su validez concurrente se estableció con la versión completa del PSI, obteniendo
correlaciones entre .73 a .95 (Abidin, 1995). El percentil 85 discrimina entre población clínica y
normal; para la escala total equivale a 86 puntos, para la escala PD equivale a 33 puntos, para la
P-CDI a 26 puntos y para la DC a 33 puntos. También se considera el percentil 20 hacia abajo
como riesgoso; para la escala total es 59 puntos, para la PD es 20 puntos, para la P-CDI es 14
puntos y para la DC es 19 puntos. En el presente estudio, la consistencia interna medida con el
Alfa de Cronbach al ingreso y egreso fue de .906 y .893 para el estrés total, .782 y .799 para
estrés parental, .856 y .915 para interacción disfuncional padre-niño, y .851 y .782 para niño
difícil.

Ages and Stages Questionnaire-III (ASQ-III): Cuestionario escrito de autorreporte para


padres, que chequea el nivel de desarrollo psicomotor para niños desde el nacimiento hasta los 6
años de edad. Se encuentra traducido a varios idiomas. Se dispone de cuestionarios para 21
etapas en este rango de edad. Consta de tres secciones: i) preguntas demográficas, ii) 30
preguntas enfocadas a cinco áreas del desarrollo (comunicación, motor grueso, motor fino,
solución de problemas y personal/social) y iii) siete preguntas libres orientadas a recoger la
preocupación de los padres. Sus propiedades psicométricas están avaladas por numerosos
estudios (Squires, Twombly, Bricker & Potter, 2009), con una muestra total de 18.232
cuestionarios correspondientes a 15.138 niños. La confiabilidad test-retest es de 0,92, la
confiabilidad inter-jueces es de 0.93; la consistencia interna varía entre 0,51 y 0,87; la validez
oscila entre 0,82 y 0,88; la sensibilidad es de 0,86 y la especificidad es de 0,85; la sub-
identificación de casos fue de 6% y la sobre-identificación fue de 8,1%. Recientemente, el ASQ
fue validado en Chile con una muestra de más de 2.000 casos, por un equipo de investigación de
la Universidad del Desarrollo, liderado por Iván Armijo y con financiamiento del FONIS,
replicando las excelentes propiedades psicométricas del instrumento (Shonhaut, Salinas, Armijo,
et al., 2009).

P ROCEDIMIENTO
Se capacitó al equipo (profesionales, monitoras comunitarias y pasantes profesionales)
en el uso de los instrumentos y los protocolos de evaluación del programa. Cada caso fue
evaluado al momento del ingreso y posteriormente en el último mes previo al término del
proyecto. Se aplicó la batería estándar de instrumentos de autorreporte en forma personalizada
(PSI-SF, PMF y ASQ-3); asimismo, cada dupla profesional/monitora evaluó el funcionamiento
familiar en la escala NCFAS-G. La información de los protocolos fue registrada en dos medios
diferentes: cada caso tuvo una carpeta en papel y al mismo tiempo una ficha electrónica en la
cual toda esta información fue transcrita. Estas fichas electrónicas fueron exportadas una vez
finalizado el proyecto, a una planilla única en Excel. Esta base de datos fue procesada y las
inconsistencias fueron analizadas y corregidas cuando fuera necesario (ejemplo, folios repetidos,
etc.). Posteriormente, dicha información fue traspasada al paquete de análisis estadísticos SPSS.

A SPECTOS ÉTICOS

Cada adulto responsable ingresado, fue consultado por su autorización para el uso con
fines de estudio, publicación y difusión de todos los registros de información levantada en el
transcurso de su participación en el proyecto (cuestionarios, fotos autorizadas, testimonios, etc.),
mediante un consentimiento informado por escrito. El consentimiento fue voluntario y se
garantizaba la participación en el programa con independencia de esta autorización. El
tratamiento de la información fue anónimo y nunca se identifica explícitamente a una familia.

A NÁLISIS DE DATOS

Se realizó análisis descriptivos básicos (frecuencias, porcentajes, promedios y desviación


estándar) para cada dimensión estudiada, según correspondiera. Asimismo, se realizó análisis de
las diferencias pre-post utilizando la prueba T de Student, con muestras pareadas, dos colas y un
alfa de .05 (o 95% de confianza).
Siguiendo las recomendaciones vigentes (Frías, Pascual & García, 2000), se calculó la
magnitud de la diferencia (tamaño de efecto) pre-post para aquellos indicadores que resultaran
estadísticamente significativos, como una forma de dimensionar el grado de avance: según los
criterios de Cohen, un d = .02 es escasa diferencia o tamaño de efecto bajo, alrededor de d = .05
es moderada y cercano o sobre d = .08 es alta o muy alta.
RESULTADOS
C OMPETENCIAS P ARENTALES
El primer objetivo apuntó a favorecer el desarrollo de Competencias Parentales que
permitieran el cuidado y estimulación oportuna de los niños y niñas participantes. En este
objetivo se pretendió impactar dos áreas relacionadas: las habilidades parentales y el estrés
parental.
En las habilidades parentales, evaluadas con la escala NCFAS-G, se observó un 64% de
cuidadoras en rango adecuado al comenzar el proyecto (sumatoria de los rangos “adecuado 0”,
“fortaleza +1” y “fortaleza +2” previos a la intervención), mientras que al finalizar se llegó a un
84% adecuado a fortalecido.

Con independencia de su posición al comenzar, un 61% de las madres mejoraron en al


menos un nivel su funcionamiento en este dominio. El promedio inicial en el ítem global
“Competencias Parentales” fue de -0,42 al ingreso (DS=1,2), mejorando a +0,42 (DS=0,9) al
finalizar la intervención. La comparación pre-post arrojó diferencias estadísticamente
significativas, con t(37) = -4,812, p = .000; la magnitud de esta diferencia fue d = .78, siendo alta
según criterios de Cohen. Como puede observarse en la Tabla 4, también se observaron
diferencias estadísticamente significativas en los ítems específicos “Supervisión del Niño”,
“Prácticas Disciplinarias”, “Oportunidades de Desarrollo” y “Estimulación Parental”, con un p <
.001. El tamaño de estas diferencias fue moderado-alto para supervisión del niño y estimulación
parental, y alto para prácticas disciplinarias y entrega de oportunidades de desarrollo, siendo un
hallazgo coherente con los énfasis técnicos del programa.
Tabla 4: comparación pre-post en las Competencias Parentales, según la NCFAS-G
Diferencia
Desv. Est. t df Sig. d
Promedio
Competencias Parentales -,842 1,079 -4,812 37 .000 .780
Supervisión del Niño -,675 ,944 -4,521 39 ,000 .720
Prácticas Disciplinarias -,875 ,939 -5,895 39 ,000 .937
Oportunidades de Desarrollo -,972 ,971 -6,010 35 ,000 .999
Estimulación Parental -,633 ,809 -4,289 29 ,000 .779

Respecto al estrés parental, se seleccionó una muestra al azar de 50 protocolos (usando


SPSS) del PSI-SF. Un 62% de las figuras parentales estaba en rango clínico de alto estrés al inicio,
mientras que al finalizar la intervención un 42% se ubicó en este rango. Además, de las
cuidadoras que estaban en rango clínico (alto o bajo), un 43% normalizó su estrés. El análisis pre-
post del “Estrés Total” mostró una disminución de 8 puntos promedio, siendo una diferencia
estadísticamente significativa, con t(49) = 3,128, p = .003. La magnitud de esta diferencia fue de d
= 0.44 o una diferencia moderada según criterios de Cohen.

Tabla 5: comparación pre-post de los niveles de estrés asociado a la crianza (N=50) en el PSI-SF
Diferencia
Desv. Est. t df Sig. (2-tailed)
Promedio
Estrés Total Pre-Post 8,000 18,085 3,128 49 .003 **
Estrés Parental Pre-Post 2,440 7,484 2,305 49 .025 *
* p < .05 ** p < .01

Como muestra la Tabla 5, también se observó una disminución estadísticamente


significativa en la sub-escala “Estrés Parental” o la sensación de “no soy competente como
madre”, con t(49) = 2,305, p = .025.

D ESARROLLO P SICOMOTOR
El segundo objetivo consistió en contribuir al desarrollo psicomotor, lingüístico y
socioemocional de los niños y niñas participantes. Se identificaron tres focos de acción:
desarrollo motor grueso y fino; desarrollo del lenguaje y comunicación; y desarrollo de la
autonomía en los niños. De acuerdo a lo evaluado en el ASQ-3 los niños que se ubicaron en el
rango normal al inicio, fueron un 66% en motor grueso, 70,7% en motor fino, 62% en
comunicación, 63% en resolución de problemas y 83% en socio-individual.
Al finalizar la intervención, mejoró el nivel de desarrollo según lo esperado para la edad,
registrándose en el rango normal un 88% en motor grueso, 82% en motor fino, 87% en
comunicación, 85% en resolución de problemas y 85,1% en socio-individual. El análisis pre-post,
mostró diferencias estadísticamente significativas en comunicación, con t(66) = -2,737, p = .008 y
en desarrollo motor grueso, con t(67) = -2,694, p = .009. No se observaron diferencias en
desarrollo motor fino, t(65) = -1,750, p = .085, resolución de problemas, t(66) = -1,752, p = .084,
ni socio-individual, t(65) = 0,000, p = 1.000.
Del grupo de niños con riesgo o rezago inicial en su desarrollo, se logró nivelar a rango
normal a un 78% en motor grueso y 59% en motor fino, 81% en comunicación, 70% en socio-
individual y 68% en resolución de problemas.

R ELACIONES DE APEGO S EGURO Y BUEN TRATO

Este objetivo consistió en estimular el desarrollo de relaciones de apego seguro y buen


trato entre los niños(as) participantes y sus figuras parentales. Se definieron tres áreas de logro:
la interacción padre-hijo, el buen trato y los factores de riesgo para el maltrato o descuido.
Al comenzar la intervención, un 42% mostró en el PSI-SF rango clínico en la sub-escala
“Interacción Disfuncional Padre-Hijo” (PCDI), mientras que al finalizar la intervención la
proporción bajó a un 20%. En esta sub-escala, se observó un promedio de 23,2 (DS=8,0) puntos al
inicio y 20,5 (DS=6,1) al terminar. En la sub-escala “Niño Difícil” (DC) se observó un promedio de
30,28 (DS=8,9) puntos al inicio y 27,4 (DS=8,2) al finalizar. Estas diferencias fueron
estadísticamente significativas para PCDI, t(49) = 2,228, p = .031 y para DC, t(49) = 2,288, p =
.026, con un p < .05.
Tabla 6: comparación pre-post de los niveles de estrés asociado a la crianza (N=50) en el PSI-SF
Diferencia
Desv. Est. t df Sig. (2-tailed)
Promedio
Interacción Pre-Post 2,720 8,633 2,228 49 .031 *
Niño Difícil Pre-Post 2,840 8,777 2,288 49 .026 *
* p < .05 ** p < .01

En la escala NCFAS-G, se observó en “Interacciones Familiares” un 61,2% en el rango


adecuado/fortalecido al ingresar, mientras que al finalizar, se observó un 73,3% en dicho rango.
Específicamente en el ítem “Apego con el Niño”, se observó un 77,4% adecuado al inicio versus
un 91,1% al finalizar.

Tabla 7: cambio pre-post en interacción y apego, según la NCFAS-G


Diferencia Desv. Est. t df Sig. d
Interacciones Familiares -,610 1,093 -3,573 40 ,001 .558
Apego con el Niño -,634 ,799 -5,084 40 ,000 .788
Comunicación con el Niño -,675 ,730 -5,849 39 ,000 .932
Expectativas sobre el Niño -,725 ,716 -6,407 39 ,000 1.005
Relación del Niño con el Cuidador -1,026 1,219 -5,190 37 ,000 .836

La Tabla 7 muestra las diferencias en promedios pre-post de indicadores considerados


relevantes para iluminar el impacto sobre la meta de fortalecer el vínculo de apego seguro a
través de conductas positivas de sensibilidad parental e interacción madre-hijo. Como puede
observarse, se registraron diferencias estadísticamente significativas en “Interacciones Familiares
en general”, t(40) = -3,573, p = .001, “Apego con el Niño”, t(40) = -5,084, p =.000, “Comunicación
con el Niño”, t(39) = -5,849, p = .000, “Expectativas sobre el Niño”, t(39) = -6,407, p = .000, y
“Relación del Niño con el Cuidador”, t(37) = -5,190, p = .000. Se observó una magnitud de la
diferencia moderada para interacciones familiares, moderada-alta para apego y alta para
comunicación, expectativas y la relación madre-hijo(a).
Respecto a fortalecer el vínculo de apego seguro a través de conductas de buen trato, se
observó en la escala NCFAS-G que al inicio un 74% mostraban conductas de buen trato
emocional y al finalizar un 94% de los casos registraron conductas de buen trato emocional. Un
70% de los casos mejoraron al menos un nivel sus conductas de buen trato emocional en la
NCFAS-G. La Tabla 8 muestra las diferencias promedio pre-post en la dimensión “Seguridad
Familiar” y sus ítems específicos.
Tabla 8: cambio pre-post en indicadores de buen/mal trato en la NCFAS-G
Diferencia Desv. Est. t df Sig. d
Promedio
Seguridad Familiar -,765 1,176 -4,643 50 ,000 .646
VIF cuidadores -,622 ,984 -4,243 44 ,000 .630
Maltrato Físico -,578 ,965 -4,016 44 ,000 .600
Maltrato Emocional -,936 1,169 -5,493 46 ,000 .804
Negligencia Parental -,674 ,920 -4,967 45 ,000 .728

Como puede observarse, se registraron diferencias estadísticamente significativas en


todos los indicadores considerados, p < .001, con tamaños de efecto moderados para “Seguridad
Familiar”, “VIF entre los cuidadores” y “Maltrato Físico”, moderado/alto para “Negligencia
Parental” y una magnitud de la diferencia alta para “Maltrato Emocional”.
Respecto a la meta de disminuir factores de riesgo para el maltrato infantil en el PMF,
un 44,4% mostró rango clínico al inicio versus 34,7% al finalizar. Se observaron menores
resultados comparado con la escala NCFAS, ya que solamente el 34,4% de los adultos en rango
clínico de potencial de maltrato disminuyó a rango normal. El análisis pre-post de los promedios
en la Escala de Maltrato del PMF, mostró un promedio inicial de 38,9 (DS=15,1) y un promedio
final de 33,7 (DS=16,2). Esta diferencia fue estadísticamente significativa con t(71) = 4,204, p =
.000 y una magnitud de la diferencia moderada con d = .495. La Tabla 9 muestra los cambios pre-
post en diversos factores de riesgo para el maltrato infantil, identificados en el inventario PMF.
Se observó cambios significativos en “Depresión”, t(71) = 2,650, p = .010, “Expectativas Rígidas
sobre el Niño”, t(71) = 2,150, p = .035, “Irritabilidad e Impulsividad”, t(71) = 2,000, p = .049,
“Disforia (aislamiento y soledad)”, t(71) = 3,604, p = .001 y “Problemas con el Niño”, t(71) =
3,845, p = .000. No se observaron diferencias en “Mala relación con los padres (familia de
origen)”, t(71) = 1,206, p = .232, ni en “Mala relación con la pareja”, t(71) = 0,059, p = .953.

Tabla 9: cambio pre-post en factores de riesgo para el maltrato infantil, PMF


Diferencia Desv. Est. t df Sig. d
Promedio
Escala de Maltrato 5,167 10,427 4,204 71 ,000 .495
Depresión ,889 2,846 2,650 71 ,010 .312
Expectativas Rígidas ,528 2,083 2,150 71 ,035 .249
Mala relación padres ,250 1,758 1,206 71 ,232
Mala relación pareja ,014 1,989 ,059 71 ,953
Irritabilidad e Impulsividad ,528 2,239 2,000 71 ,049 .232
Disforia (Aislamiento) 1,181 2,780 3,604 71 ,001 .425
Problemas con Niño ,597 1,318 3,845 71 ,000 .455
La magnitud de las diferencias medida con el indicador d de Cohen, mostró un tamaño
bajo para expectativas rígidas, y para irritabilidad e impulsividad; y moderada-baja para
depresión, disforia y problemas con el niño.
En resumen, el programa “Crecer en Comunidad” mostró resultados estadísticamente
significativos en los tres objetivos específicos evaluados en este estudio: competencias
parentales, desarrollo infantil y apego/buen trato. Los múltiples indicadores considerados dan
cuenta que, al finalizar los 10 meses de duración del proyecto, las madres muestran mayores
competencias de crianza, las díadas fortalecieron su vínculo sobre la base del buen trato, y los
niños y niñas mejoraron significativamente su desarrollo integral.

O TROS RESULT ADOS A CO NSIDERAR

Además de reportar resultados en los objetivos específicos del programa, se estudió el


comportamiento de otras dimensiones del funcionamiento familiar integral, según fue evaluado
en la escala NCFAS-G. El gráfico 3 muestra el cambio pre-post en la proporción de familias con
funcionamiento adecuado a fortalecido en otras dimensiones globales de la escala: entorno,
bienestar del niño, vida social comunitaria, autonomía y salud familiar.

Como se muestra en el gráfico, el mayor cambio ocurrió en el bienestar del niño,


seguido por la integración de la familia con sus redes formales e informales. En menor medida, se
logró mejorar la autonomía económica de los grupos familiares. El área más deteriorada al
comienzo, y que registró el nivel más bajo al finalizar, fue el entorno de vida de las familias. La
salud familiar casi no registró cambios, conservando una proporción adecuada en 3 de cada 4
casos atendidos.
Como revela la Tabla 10, la proporción de familias con problemas de rutinas y rituales
disminuyó en 10 puntos, y con problemas en recreación y ocio disminuyó en 29 puntos.
Tabla 10: proporción de problemas al ingreso versus al egreso, NCFAS-G
Indicador Problemas al Ingreso Problemas al Egreso
Rutinas y rituales familiares 31% 21%
Recreación y juegos familiares 45% 16%
Redes informales 25% 9%
Redes formales 18% 4%
Acceso a servicios de salud 25% 2%
Conexión con el vecindario 31% 11%
Conexión con comunidad espiritual 30% 7%
Aceptación de ayuda disponible 17% 0%

Con respecto a la conexión de las familias con sus redes, se observa una disminución de
16 puntos los problemas con las redes informales y de 14 puntos en las redes formales, bajando
23 puntos la proporción de familias con problemas de acceso a los servicios de salud. Las familias
disminuyeron en 20 a 23 puntos los problemas de conexión con su comunidad. Al inicio un 17%
tenía dificultades para aceptar la ayuda disponible; al finalizar, ninguna de las familias egresadas
mostró esta dificultad, siendo un indicador de la positiva valorización que las familias hacen de la
ayuda ofrecida en el programa.

S ATISFACCIÓN U SUARIA
Además de la evaluación de resultados cuantitativa reportada en este informe, se
realizó una evaluación de la satisfacción de las usuarias con el proyecto. Se entrevistó a 68
usuarias durante el mes de noviembre de 2010, en torno a tres tópicos: relación con la monitora,
recibe periódicamente las visitas domiciliarias y valoración general del proyecto.
Del total de entrevistadas (N=68), 94% (n=64) describen el proyecto como “bueno” o
“excelente”; 3% (n=2) dicen no participar activamente; 3% (n=2) señalan que el proyecto no
cumple con sus expectativas.
El 100% de las usuarias califican la relación con su monitora como buena o muy buena.
96% de las usuarias (n=65) dicen recibir semanalmente visita de su monitora y que dichas visitas
duraron entre una hora y una hora y media.

¿C Ó MO V EN A L A MO N I T O R A CO M UN I T ARI A ?

Se realizó un análisis de contenido con los descriptores que utilizaron las 68 entrevistadas
para referirse a las monitoras. Esto arrojó un total de 56 descriptores, los cuales se agruparon en
las siguientes 9 categorías:

a) Alegre y positiva: la monitora es descrita como una persona alegre, simpática, entusiasta, amena, espontánea,
positiva, que tiene buen carácter.
b) Cercana y cariñosa: para las usuarias del proyecto, la monitora es amorosa, cariñosa, cercana, cálida, buena, las trata
bien, les trasmite valores, las hace sentirse importantes, y este trato se trasmite en muchos casos también a la familia
toda.

c) Consejera: la monitora es descrita como una buena comunicadora, que explica lo que no entienden las madres al
trabajar las Bitácoras, que da consejos concretos, siendo franca y asertiva.

d) Acogedora: para las mujeres consultadas, las monitoras fueron acogedoras, mostrando una actitud de escucha activa,
que presta atención y las hace sentirse comprendidas.

e) Confiable: el análisis de contenido mostró este punto como central, ya que para las mujeres consultadas se podía
contar con la monitora, estando siempre presente cuando la necesitaban, preocupándose permanentemente por ellas.

f) Paciente: el trabajo realizado por las monitoras fue metódico, señalándose la puntualidad y la paciencia con que se
acompañó los procesos de cambio durante la intervención.

g) Soporte: para las entrevistadas, la monitora mostró una actitud de apoyo, de tratar por todos los medios de sacarlas
adelante, ayudándolas a “salir del hoyo donde estaba”, haciéndolas crecer en forma proactiva.

h) Amiga, hermana, madre: un hallazgo interesante es que la monitora parece haber ocupado un lugar más allá de lo
estrictamente laboral; las mujeres entrevistadas señalaron en muchos casos haber estado solas, aisladas, y que la
monitora se constituyó en una verdadera amiga, una gran compañera y compañía, llegando a ser parte de la familia, y
en algunos casos siendo descrita como una hermana o una madre.

i) Usa el compartir vivencias cotidianas como método de trabajo: al analizar los relatos de qué hacían las monitoras en
las visitas domiciliarias, queda claro que una parte lo constituyó el trabajo sobre los contenidos de la Bitácora, pero que
la forma de elaborar dichos contenidos fue a través del intercambio de vivencias cotidianas y de experiencias
personales de vida, las cuales eran luego relacionadas a la situación particular de la madre. Otra parte de las visitas se
dirigió a ayudar a resolver situaciones cotidianas, “con la palabra justa y la idea exacta”. Y otras veces en las visitas la
monitora interactuaba directamente con las hijas e hijos de las madres visitadas, ofreciendo un modeling que fue muy
valorado por la entrevistadas.

Asimismo, se realizó un análisis de contenido de los aspectos más valorados del proyecto
(107 descriptores, 68 entrevistadas); y sobre los principales resultados, cambios o logros
descritos espontáneamente por las usuarias en sus respuestas (91 descriptores, 68
entrevistadas). A continuación se revisan estos hallazgos.

¿Q U É V A LO R A N M Á S D E L P RO Y E CT O ?

En el caso de los aspectos más valorados del proyecto, se identificaron las siguientes
categorías:
a) Conversaciones con la monitora: lo más valorado son las conversaciones que una vez por semana, y por espacio
promedio de una hora, sostenía la monitora comunitaria con la madre, acumulando un 30% de los descriptores.

b) La labor de la psicóloga: acumula un 21% de los descriptores, identificándose dos áreas igualmente reconocidas de
acción: los espacios de orientación psicológica (consejerías, 12%) y la intervención con videos (terapia de interacción
guiada, 9%).

c) Talleres: en tercer lugar, las usuarias identifican como un aporte valioso el espacio de taller, con un 20%, nombrándose
dentro de estos talleres el masaje infantil (3%) y el arte-terapia (2%).

d) El equipo de profesionales: uno de los aspectos que se menciona reiteradamente con un 18% es la calidad humana del
equipo de profesionales del centro, destacando como cualidades su acogida, buen trato, comunión y alegría, su
apertura al diálogo, al ofrecimiento de consejos prácticos y el apoyo en las dudas sobre el hijo o hija.

e) Valoración global positiva: con independencia de destacar algún espacio o técnica particular, un 6% de las
entrevistadas señaló que el proyecto es una ayuda integral y completa, en que todo gustó: “hacen una linda tarea”, “la
mejor idea que se pueda haber inventado”, “me gustaría que siguiera mucho tiempo más”.

f) Bitácoras: por último, se valora positivamente las bitácoras como material de apoyo y trabajo en las visitas
domiciliarias, nombrándose en 5% de los descriptores.

¿C UÁ L E S F U ER O N LO S L O G RO S P AR A E L L AS ?

Respecto a los logros obtenidos en su proceso de intervención, se identificaron 5 áreas:


competencias parentales, relación madre-hijo, mujer, niño y familia.

a) Competencias Parentales: las entrevistadas describen espontáneamente una mejoría en sus competencias parentales
con un 26% de los descriptores. Esta categoría se descompone en la percepción de contar con más y mejores técnicas
de crianza y educación de los hijos (15%), un mayor conocimiento y entendimiento de su hijo/a (7%) y un aumento en
su capacidad de ser paciente y de controlarse en situaciones de estrés con su hijo/a (4%).

b) Relación madre-hijo/a: las usuarias identifican una evidente mejoría en la relación e interacción diádica, con un 23%.
Aspectos específicos lo constituyen una mejor comunicación, más y mejor juego, un acercamiento al hijo a través del
juego, y un apego más seguro.

c) Mujer: las entrevistadas reconocen un apoyo emocional hacia ellas por parte del centro, con un 22% de descriptores.
En un contexto de alto aislamiento social, se sienten apoyadas como mujeres, mediante consejos que les ayudan a
resolver situaciones cotidianas (11%), y perciben un crecimiento personal tras finalizar el proceso (11%).
d) Niño: las madres identifican cambios notorios en sus hijos e hijas, con una mejoría en diversas áreas de su desarrollo,
con 16% de los descriptores. Los ejemplos que se destacan son mayores habilidades sociales, menos llanto y pataletas,
mejoría en el lenguaje y comunicación y destete.

e) Familia: en menor medida, se describen cambios en la familia completa (9%), existiendo mejores relaciones, mayor
diálogo, menos gritos y más cooperación en las distintas tareas de crianza. El marido y otras personas de su entorno
familiar, reconocen que los cambios observados son gracias al centro.

f) Otros logros: en un caso particular, la entrevistada señala que el proyecto la ayudó en muchas áreas, pero
especialmente a entrar a la Universidad, lo cual siente ella fue su mayor logro.
CONCLUSIONES
Considerando todos los elementos, tanto cuantitativos como cualitativos aportados en
este artículo, es posible concluir que el proyecto Centro de Buenas Prácticas en Infancia
Temprana “Crecer en Comunidad” fue una experiencia exitosa, que logró cumplir sus objetivos,
en algunos casos excediendo lo esperado.
Esta evaluación de resultados utilizó instrumentos válidos y confiables, con robustas
propiedades psicométricas demostradas en estudios internacionales y nacionales. Al disponer de
tres instrumentos de auto-reporte (ASQ-3, PMF, PSI-SF) y una escala de evaluación por
observación de conductas (NCFAS-G) aplicados pre-post intervención, sumado a una encuesta de
satisfacción usuaria, se pudo triangular fuentes de información y perspectivas (De Souza,
Goncalves & Ramos, 2005). Esto permitió consolidar la conclusión sobre la efectividad del
proyecto, aun sin la presencia de un grupo de control.
En los análisis de datos se utilizó tres indicadores distintos de resultado para cada
instrumento: proporción de casos adecuados al ingreso versus al egreso, análisis de la
significancia estadística de las diferencias pre-post y cálculo de la magnitud (baja, moderada,
alta) de las diferencias significativas. Así, se puede afirmar que las díadas atendidas en el
proyecto sí mostraron cambios al finalizar la intervención (N=86), con respecto a la línea de base
evaluada al comienzo.
Es interesante que se observara una configuración específica de resultados, con
mayores logros en la díada madre-hijo(a), y menores resultados en otros miembros del sistema
familiar (ejemplo, la pareja o la familia de origen). Esto era esperable a partir del diseño técnico
del proyecto, cuyo foco principal fue efectivamente la relación madre-hijo, y en segunda
instancia el sistema familiar completo y las redes formales e informales.
En general, se observaron mayores logros en los aspectos relacionales o interaccionales
que en aspectos sociales (ej., la vivienda), lo cual es coherente con el foco global del proyecto,
que precisamente trabajó con y en las relaciones y que no dispuso de recursos para ofrecer
soluciones inmediatas a estos problemas, más allá de la conexión con las redes formales
pertinentes. Aun así, es sorprendente que se hayan logrado mayores niveles de
autonomía económica de la familia (un 21% más con respecto al nivel inicial), aspecto que
puede atribuirse al trabajo esmerado de las monitoras comunitarias quienes en muchos
casos apoyaron la iniciativa de las madres para incorporarse al mundo laboral o generar
fuentes propias de ingreso.
Una tercera observación es que los cambios conductuales (medidos con la
NCFAS-G) fueron más notorios que los cambios representacionales en las figuras
parentales (medidos con los instrumentos de auto-reporte), con tamaños de efecto
moderado-altos, y altos en el primer caso, y tamaños de efecto moderados, moderado-
bajos, y bajos en el segundo caso. Esto puede mostrar que a estas madres les costó
reconocer en sí mismas la magnitud de sus cambios con respecto a cómo comenzaron, o
bien puede ser que las evaluadoras del programa hayan sobrevalorado dicha diferencia en
la escala NCFAS-G. Otra posibilidad es que los cambios conductuales
hayan ocurrido más rápido que los cambios en sus representaciones
sobre diversos temas (crianza, niño, familia, etc.). Esto supondría la
necesidad de reforzar durante más tiempo la vinculación
conducta/representación en las figuras parentales. Es posible que un
proyecto como el CBP, con todo su abanico de metodologías
dirigidas a la adquisición de nuevas habilidades y comportamientos
en la crianza (juego mediado, interacción guiada, modelamiento en
las visitas domiciliarias) sea altamente efectivo para gatillar cambios
conductuales reales, pero que se requiera un tiempo más
prolongado y otro tipo de herramientas (ej., psicoterapia) para reflexionar e internalizar
progresivamente las nuevas representaciones, creencias o teorías subjetivas.
Indudablemente, uno de los cambios que más enfatizó el proyecto CBP fue incorporar el
juego en la relación de las figuras parentales con el niño o niña, fuese en las visitas domiciliarias,
el juego mediado o la interacción guiada. Esto se vio reflejado en el indicador “Recreación y
Juegos Familiares de la NCFAS”, donde casi la mitad de las usuarias mostraban problemas al
ingreso, versus solamente un 16% al finalizar. Otro énfasis del proyecto en las visitas domiciliarias
estuvo en la estimulación del lenguaje (por ejemplo, se incorporó el trabajo con cuentos
infantiles escogidos y se dedicó una Bitácora completa a este tema); no es sorprendente
entonces, que el mayor cambio registrado en el desarrollo infantil, según el ASQ-3, fuera en las
habilidades de comunicación del niño/a. La otra área que mostró avances importantes en el
desarrollo infantil fue las habilidades motoras gruesas; nuevamente, el énfasis en el juego y la
estimulación podría estar asociado a este cambio.
Además, las madres entrevistadas (N=68) refirieron logros importantes en las mismas
áreas evaluadas mediante los instrumentos: (a) competencias parentales, (b) relación madre-
hijo, (c) desarrollo personal, (d) desarrollo del hijo, y (e) mejorías en el grupo familiar. Los
aspectos más valorados del proyecto coinciden con los elementos centrales del diseño: visitas
domiciliarias, interacción guiada, juego mediado, talleres parentales. No se mencionó la
derivación a la red, aunque la NCFAS-G mostró una mejoría en la conexión con las redes formales
e informales. Es posible que el trato dado en la red formal (CESFAM, COSAM, OPD, etc.) sea
menos acogedor que aquel recibido en el proyecto, un aspecto especialmente destacado por las
usuarias.
Aunque sea un aspecto muy valorado por las participantes del proyecto, el buen trato,
acogida y amabilidad no se visualiza como el único factor explicativo de los resultados obtenidos
(fenómeno placebo frecuente en los programas sociales). Las usuarias distinguen claramente la
importancia de los espacios técnicos, como los talleres, la terapia de interacción guiada, el uso de
las bitácoras en las visitas domiciliarias, entre otros. Los logros identificados por las usuarias son
también muy específicos y concordantes con los objetivos y metas del proyecto.
La identificación de una serie de áreas a mejorar durante el segundo semestre de
implementación del proyecto, fruto de una evaluación de proceso realizada a medio camino, fue
fundamental para mejorar la calidad del trabajo, alcanzando los niveles de excelencia deseados.
Se completaron todos los planes de visita domiciliaria, se realizaron todos los talleres
planificados, se completaron las intervenciones especializadas (interacción guiada y juego
mediado) en porcentajes superiores a los planificados, se realizaron las capacitaciones a la red
local de infancia, se terminó el catastro de servicios en infancia y se entregó a la red, y se
finalizaron con éxito las pasantías y prácticas profesionales, logrando una muy buena evaluación
por parte de las alumnas.
Todo el material requerido fue diseñado a tiempo, un aspecto crítico para poder
completar en los plazos establecidos los compromisos del proyecto. El equipo logró consolidar
una dinámica de trabajo basada en el respeto mutuo (aun manteniendo diferencias en cuento a
visiones y énfasis) y el compromiso con los niños y las familias atendidas. Esto quedó claramente
reflejado tanto en la encuesta de satisfacción usuaria como en los testimonios finales de las
madres.
Se logró mejorar el registro de información hasta completar la mayor parte de lo
planificado, aunque este fue un aspecto que requirió una constante supervisión, coordinación y
énfasis del equipo profesional hacia las monitoras comunitarias y profesionales. En nuevos
proyectos que buscasen replicar la experiencia compartida en este documento, debiese
considerarse este aspecto como una variable crítica, ya que no se da de forma natural en las
operadoras del servicio.
El cierre de este proyecto deja múltiples vivencias en el equipo de CEANIM. Ha sido un
proceso gradual de despedida de una oportunidad única para poner en práctica principios
teóricos y técnicos de vanguardia a nivel mundial, conjugándolos en lo que fue un proyecto
extraordinario en el contexto latinoamericano de intervención en infancia temprana
(Kotliarenco, Gómez, Muñoz & Aracena, 2010). Hasta donde llega nuestro conocimiento, no
existe ninguna experiencia publicada que haya articulado todos estos servicios basados en
evidencia en un único programa: visita domiciliaria manualizada, video-feedback, juego mediado,
talleres psicoeducativos, masaje infantil, arte-terapia, derivaciones asistidas a la red formal,
capacitación a la comunidad, pasantías profesionales e investigación. Creemos que los positivos
resultados obtenidos hablan por sí solos, aun anteponiendo la necesaria nota de precaución al no
tratarse de un diseño de evaluación experimental.
Es la voz de las propias participantes lo que viene a reforzar estos análisis para llegar a una
conclusión robusta: este programa significó una diferencia en su vida y en la de sus hijos e
incluso, en numerosas situaciones, de la familia completa:
- “Me ha ayudado mucho con las niñitas, a darme cuenta de las
cosas que hago bien y mal. Poder tratar mis problemas con la psicóloga y
con Lucila, afianzar los lazos con mis hijas. Me gustan los videos que hemos
hecho, pues nos han ayudado mucho”.
- “Me parece excelente, me ha servido mucho, porque como tengo
edad, me acostumbré a criar a mis hijos a la antigua. He aprendido a
comunicarme, antes una daba órdenes. Ahora hay que ceder… rescato el
diálogo y la importancia del juego”.
- “Ha aportado muchas cosas, sobre todo en la enseñanza de mi hijo, superando muchas cosas que me costaban, como el
destete, el control de llantos, y otras”.
- “Me parece la mejor idea que se puede haber inventado. Mi hijo ha tenido un montón de cambios, ahora está más
sociable, no llora tanto… He trabajado en ser menos sobreprotectora. He aprendido mucho en los talleres, con la
psicóloga he mejorado mucho”.
- “En mi caso ha sido favorable participar, se nota a nivel familiar. Mejorar la educación que le he dado a mi hijo, que era
poco pero de mala calidad. Ahora, el tiempo sigue siendo poco, pero he aprendido a aprovecharlo. A través del juego
nos hemos acercado más... Ojalá hubiera tenido ese conocimiento antes, para haber formado así a mis hijos mayores.
En mi casa ahora hemos priorizado por el diálogo, ya no se grita y existe mucha cooperación. Mi marido reconoce que
es gracias al centro. Quienes me rodean se han dado cuenta de mi cambio positivo”.

En la ceremonia de clausura del proyecto, realizada en diciembre de 2010, una


madre quiso compartir un testimonio en extenso de lo que fue su experiencia en el
centro. Para cerrar, se transcribe este testimonio en su totalidad:
“Cuando comencé a venir al Centro “Crecer en Comunidad”, me sentí nerviosa y
emocionada, no podía creer que lo que estuve esperando desde hace tanto tiempo,
había llegado por fin a mi vida, y no exagero… si esto hubiese existido antes, todas
las cosas que viví con mi maternidad hubiesen sido muy distintas, pero lo vivido no
se puede cambiar ni borrar….
Con este proyecto logré sanar heridas, aceptar mi vida y reconciliarme con mi espíritu. Aprendí que todo tiene su por
qué, todo tiene su tiempo, que las cosas pueden siempre mejorar si uno así se lo propone y lo quiere sin importar las
dificultades que se crucen en el camino. Aprendí a valorar mi vida, a valorarme por lo buena madre que soy para mi hija
y así espero que todas puedan sentirlo ahora, porque con estas palabras quisiera haber representado un poquito a cada
mamá que está aquí presente.
De todo corazón quiero agradecer a este proyecto y todas las personas que lo hicieron posible, gracias por el cariño,
las ganas y la importancia que le dieron a este trabajo maravilloso, que no cambió mi vida… pero si cambio en un cien
por ciento mi manera de verla y vivirla.
Muchas gracias”.

REFLEXIONES FINALES
Los resultados del presente programa, su respectivo análisis y discusión muestran una vez
más las ventajas que trae consigo el trabajo realizado por organizaciones no gubernamentales
(ONG) como CEANIM. Su papel a través de los últimos 30 años ha sido aportar, crear y validar
diferentes metodologías innovadoras que respondan a lo complejo y dinámico de familias y
comunidades en contextos vulnerables (Kotliarenco, Gómez, Muñoz & Armijo, 2009). Desde esta
óptica, el proyecto “Crecer en Comunidad” ofrece un sistema especializado expresado en
diferentes metodologías que se complementan y articulan, para contribuir al mejoramiento del
bienestar y desarrollo infantil y familiar.
El proyecto ha determinado que el foco se encuentra en acciones preventivas y promotoras
centradas en las condiciones de desarrollo de niños y niñas y características de su contexto, con
el fin de asegurar el correcto abordaje de los riesgos, el reconocimiento y la potenciación de
fortalezas y procurar niveles adecuados de bienestar. En este sentido, las líneas ejes buscan
fortalecer una comprensión efectiva en: las dinámicas familiares, los contextos barriales-
comunitarios y las redes sociales.
A través del proyecto se distingue a la familia con la confianza y desafío de transformarse o
potenciarse en contextos de cuidado y protección. Por su parte, la función de los contextos
locales -como dimensión compuesta por variables espaciales y culturales- estriba en la capacidad
que tienen para proteger a sus habitantes, a partir de la construcción de una base de confianza
recíproca, en donde se desarrolla la solidaridad, identidad y el encuentro positivo. Es por ello
que, como segundo eje, el barrio o comunidad local fue para este proyecto el contexto
responsable de proteger comunitariamente los derechos humanos básicos de los niños y niñas.
En tercer lugar, la protección social en los niños y niñas se concentró
sustantivamente en el trabajo de la red de infancia institucional. Las redes
locales son los observadores que intercambian comunicaciones con las
familias que son parte en forma dinámica también del proyecto, para
asegurar con ellas, la protección sistémica de los niños y niñas. Las redes
locales fortalecidas y conectadas son las encargadas de generar condiciones
sociales y humanas para que se creen seguridades básicas y respuestas al
sistema familiar y comunidad.
Esta publicación invita a pensar, a reflexionar sobre la metodología y la
intervención que el proyecto implementó, a la luz de diferentes estrategias
que se entrelazan desde los ejes antes mencionados. Es posible percibir que los proyectos
implementados por organizaciones como CEANIM ocurren en un espacio caracterizado por
mayores grados de libertad, i.e. el número de personas o familias cubiertas por el programa no
marca el éxito/fracaso de la iniciativa, tampoco la frecuencia con la cual se realizan las
actividades, ni responde necesariamente a marcos pre-establecidos desde una realidad social y
cultural que puede ser diferente al marco referencial de donde se interviene. Desarrollar este
tipo de programas de intervención temprana desde las ONG da mayor espacio a la innovación
metódica y reflexiva, al concentrar su acción en un grupo reducido de personas y con un
territorio acotado, donde todos los aspectos pueden calibrarse en una delicada balanza entre la
“variable a estudiar” versus la “variable sentida”, aspecto que muchas veces se pierde al escalar
nacionalmente un programa sin la debida preparación, retroalimentando constantemente ambas
dimensiones como pilares de un programa exitoso: pasión y razón, método y empatía, teoría que
dirige la praxis mientras que la praxis alimenta nuevas ideas y conceptos y demanda ajustes en
los marcos metodológicos del trabajo realizado.
Otra consideración interesante del trabajo de las ONG con estas iniciativas de innovación, es
que los equipos de trabajo son más bien pequeños, lo que facilita la interacción, la dinámica, la
discusión y por sobretodo el logro de mayor homogeneidad en las ideas, compromisos y metas.
Las posibilidades de interacción con los distintos actores del programa son más cercanas, más
frecuentes, más profundas y coherentes si se toma en serio el desafío. Es el compromiso y la
pasión por el proyecto lo que marca la agenda de trabajo y de mejoramiento de la calidad, sin las
infinitas trabas burocráticas y/o políticas que muchas veces entorpecen replicar este tipo de
experiencias exitosas a gran escala o incluso de una comuna a otra.
En términos de políticas sociales se recomienda proceder, tal como ha hecho el presente
equipo, tomando contacto cercano con la experiencia y revisar el significado, sentido e
implicancias de los datos recogidos. Este documento aporta una sistematización completa de una
experiencia piloto exitosa, pero el trabajo de proyectar los aprendizajes recogidos hacia nuevos
desafíos para Chile sigue siendo una ardua tarea que queda pendiente en manos de quienes
deban asumir esta importante responsabilidad.
Finalmente, no podemos como equipo CEANIM dejar de agradecer a la Fundación
Superación de la Pobreza y a quienes entregaron los recursos de financiamiento, por haber
creído en este proyecto y por haber hecho posible este encuentro mágico de vocación y método,
ciencia y artesanía, humanidad y rigor técnico, con la única visión de ofrecer a niños y niñas, y
familias en situación de vulnerabilidad, una mejor oportunidad de resiliencia y desarrollo.
Esperamos que esta experiencia logre despertar el interés de encargados de política pública y
financistas públicos y privados, para que pueda replicarse, ayudando así a nuevos niños y niñas
en sus primeros años de crecimiento, a sus padres y madres, a sus familias y en última instancia,
a la comunidad toda.

CENTRO DE ESTUDIOS DE EMPRENDIMIENTOS SOLIDARIOS


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EQUIPO DEL PROGRAMA “CRECER EN COMUNIDAD”

Coordinadora:
María Angélica Kotliarenco, psicóloga, M.Cs., Ph.D.

Equipo profesional:
María Magdalena Muñoz, psicóloga clínica, M.Cs.
Verónica Assef, licenciada en educación, terapeuta familiar.
Constanza Baeza, psicóloga educacional.
Estela Ortiz, trabajadora social.

Monitoras Comunitarias:
Virginia Gallardo, Lucila Zúñiga, Aurora Tapia, Beatriz Álvarez, Rodhe Contreras, Brisa Riffo, Paola
Fernández.

Secretaria:
Claudia Gutiérrez

Equipo Pasantía Profesional:


Mariel Mendoza, Katitza Marincovic, María Paz Badilla, Lua Grimaldi, Francisca Soto, María Paz
Ramírez

Alumnos(as) en práctica, Escuela de Educación de Párvulos, Universidad Alberto Hurtado, y


Escuela de Medicina, Universidad Mayor.

Apoyo CEANIM: Luis Tapia, Mónica Villavicencio y Lorena Cáceres.

Evaluación del Programa:


Esteban Gómez Muzzio, Psicólogo Clínico, M.Cs.

Centro de Buenas Prácticas en Infancia Temprana “Crecer en Comunidad” fue un proyecto


implementado en 2010 por el Centro de Estudios y Atención al Niño y la Mujer, CEANIM, con
financiamiento de la Fundación para la Superación de la Pobreza, FUSUPO. Página web:
www.resiliencia.cl www.parentalidad.com e-mail: makconsultora@yahoo.com
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