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Principales

etapas del
desarrollo
económico
mundial: una
aproximación
José Cano Romero
Economía Internacional – MÁSTER EN POLÍTICA
INTERNACIONAL

27/11/2017
JOSÉ CANO ETAPAS EN LA ECONOMÍA MUNDIAL

ÍNDICE
1. Introducción.......................................................................................................... p. 1

2. Evolución general de la economía mundial desde comienzos del siglo XX........ pp. 1-8

3. Cambios en el Sistema Monetario Internacional.................................................. pp. 8-9

4. Principales cambios en el comercio internacional actual..................................... pp. 9-10

5. Situación actual en los países en desarrollo......................................................... pp. 10-11

6. Conclusiones........................................................................................................ pp. 11-12

7. Referencias........................................................................................................... p. 12

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1. INTRODUCCIÓN

El objetivo del presente trabajo consiste en explicar, de la mejor manera posible, las etapas
principales del desarrollo económico mundial. Para ello, se ha optado por dividir el trabajo en
varios apartados. En el primero de ellos –el más importante– se realizará una exposición
detallada acerca de cómo ha evolucionado en general la economía a nivel internacional desde
comienzos del siglo XX, detallándose de manera pormenorizada sus etapas.

Sin embargo, se ha considerado que hablar sobre la evolución histórica de la economía


mundial no supone comprender totalmente los cambios que se han producido en materia
económica en nuestro mundo y que hacen que éste sea como es a día de hoy. Por ello, se ha
creído conveniente añadir una serie de apartados más en los que se dará cuenta de los
cambios en el sistema monetario internacional y en el comercio internacional actual. En
último término, se ha considerado necesario dedicar un breve apartado a la situación actual de
los países en desarrollo, en vistas a que el trabajo no siga solo una perspectiva eurocéntrica a
la hora de tratar de describir la evolución económica global.

2. EVOLUCIÓN GENERAL DE LA ECONOMÍA MUNDIAL

De acuerdo con el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, el profesor


Juan Torres, podríamos distinguir grosso modo tres grandes fases en la evolución de la
economía mundial. En primer lugar, nos encontraríamos con una etapa de expansión y
posterior crisis que iría desde 1894 hasta el crack del 1929 y la Segunda Guerra Mundial
(Torres, 2013, pp. 373-374), conflicto que supone el inicio de un nuevo período al que el
profesor Torres denomina “la época dorada de la expansión económica” (Torres, 2013, p.
374) y el cual se duraría hasta 1973. Es en este año cuando se produce la llamada crisis del
petróleo, lo cual daría inicio a una etapa de desorden económico mundial caracterizada por la
aplicación de políticas económicas de corte neoliberal. Si bien el profesor Juan Torres no
señala ninguna etapa posterior a ésta en la evolución económica internacional, nos ha
parecido conveniente añadir una última y cuarta fase que es esencial para explicar cómo
funciona el mundo hoy día, tanto a nivel económico como político o cultural, y que, desde
luego, guarda una enorme relación con el contenido de nuestra asignatura. Hablamos, por
tanto, de la globalización, que si bien tiene antecedentes en todo el siglo XX e incluso en

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épocas anteriores, se intensifica sin ninguna duda tras el fin de la Guerra Fría y la apertura de
todo el mundo a los mercados económicos internacionales.

2.1. Etapa de expansión y posterior crisis (1894-1945)

El inicio de esta fase en la evolución económica global no es más que el fiel reflejo del
pensamiento de la sociedad de finales de lo que el historiador británico Eric Hobsbawm
denominó “el largo siglo XIX”. Nos encontramos ante una época en la cual la población
europea creía que había alcanzado un notable desarrollo económico y político y que lo único
que cabía esperar del mundo que surgió tras la Revolución Industrial era el progreso en todos
los sentidos. De hecho, en el plano económico este período estuvo caracterizado por “la
aparición de nuevos y más amplios mercados, por el abaratamiento en la extracción de
materias primas y por la disminución de los precios industriales” (Torres, 2013, p. 373), lo
cual supuso un desarrollo económico tremendo. Sin embargo, el estallido de la Primera
Guerra Mundial romperá todo ello y supondrá la movilización de millones de personas
quienes, por tanto, no podrán dedicarse a producir al tener que ir a la guerra, conflicto que
implicó además que la economía se orientara esencialmente a atender a las necesidades
militares (Torres, 2013, p. 373). Solo las economías de países que no fueron a la Gran Guerra
lograron resistir, como sucedió en buena medida en España.

Después de pasar por un breve período de expansión tras el fin de la Primera Guerra Mundial,
se produjo “una importante crisis de sobreproducción, agravada por una demanda
insuficiente, como resultado de las cuantiosas «reparaciones de guerra» a las que tuvieron que
hacer frente algunos países y que mermaban su capacidad de gasto” (Torres, 2013, p. 374). A
ello se le añadió una falta de regulación monetaria y el abandono del sistema de patrón oro
(Torres, 2013, p. 374), lo cual se explicará más detalladamente en el siguiente capítulo,
dedicado a los cambios en el Sistema Monetario Internacional. Todo ello traería como
consecuencia la famosa crisis de 1929, la cual supuso que se produjeran dos hechos
relevantes: el asentamiento del paradigma económico keynesiano y el estallido de la Segunda
Guerra Mundial, tras la que se iniciará el siguiente período en la economía mundial.

2.2. Expansión económica y Estado del Bienestar (1945-1973)

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se dio inicio a una larga etapa de expansión
económica que durará hasta el año 1973. Siguiendo de nuevo al profesor Torres, varios son
los factores que contribuyeron a dicha expansión (Torres, 2013, pp. 375-383):

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- Las reconstrucciones a las que habían de hacer frente los países que participaron en la
Segunda Guerra Mundial, financiada sobre todo por parte de Estados Unidos (a través
del Plan Marshall) y la cual supuso un importante aumento en las inversiones.
- El establecimiento del Sistema Monetario Internacional, “con el objetivo principal de
evitar la flotación de las monedas, [lo que] proporcionó la estabilidad monetaria
necesaria para garantizar un desarrollo rápido y seguro del comercio internacional”
(Torres, 2013, p. 375). El desarrollo de dicho comercio internacional se produjo
también debido a la puesta en práctica de una gran cantidad de acuerdos de libre
comercio y al despliegue de infraestructuras y medios de transporte, hasta tal punto
que, en este momento, “mientras la producción mundial se duplicó, el valor de los
intercambios comerciales se triplicó” (Torres, 2013, p. 375).
- El aumento de la natalidad.
- La exigencia cada vez mayor de materias primas.
- El acceso a energías baratas como el carbón y el petróleo.
- El predomino del paradigma keynesiano, basado en una política monetaria y fiscal
instrumentada “para aumentar la demanda y la producción” (Torres, 2013, p. 451), así
como en una política de rentas, la cual consistía en la adopción de “acuerdos sociales
que garantizaban que los aumentos de los salarios y de la productividad fueran
pactados entre sindicatos y empresas de modo que hubiera suficiente consumo social
sin poner en peligro el beneficio empresarial” (Torres, 2013, pp. 451-452).

Todo ello tendría como principales consecuencias el aumento de la demanda agregada, la


recuperación del desarrollo y la producción industriales y la puesta en marcha de los sistemas
de protección social propios del Estado del Bienestar (Torres, 2013, p. 375).

Sin embargo, no se entiende la aparición de este “estado providencia” sin el contexto


histórico en el que surgió: la Guerra Fría. La Unión Soviética y el Bloque del Este suponían
una amenaza para Occidente, ya que representaban un modelo económico y de desarrollo
antagónico y que, si se dejaba al capitalismo funcionar de manera descontrolada, podría
representar una alternativa para la clase trabajadora occidental e incluso una amenaza para el
modelo económico occidental.

No obstante, es necesario hacer un inciso en este punto para señalar que, aunque existieron
todas estas medidas de corte social, estamos frente a la época en la que se firman, tras el fin
de la Segunda Guerra Mundial, los acuerdos de Bretton Woods, que intentan promover

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políticas comerciales librecambistas y gracias a los que se crean instituciones tan polémicas
como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

Pese a todo este desarrollo en materia económica y social, había una serie de factores
estructurales que, si bien también contribuyeron a la expansión económica, en último término
provocaron una serie de problemas que acabarían conduciendo a la crisis de 1973. El primero
de ellos es fordismo, un sistema de trabajo caracterizado por la combinación, por un lado, de
tareas repetitivas y mecánicas que no necesitaban de ningún tipo de especialización por parte
del obrero (lo que se conoce como taylorismo) y, por otro, de salarios elevados, lo cual
permite a la clase trabajadora consumir y así aumentar la demanda agregada (Torres, 2013,
pp. 376-377).

A este factor se le sumó un creciente aumento de monopolios y oligopolios producidos por


una cada vez mayor concentración de capitales, lo cual en un principio generó cierta
estabilidad. Dichos capitales, además, tenían la necesidad de buscar nuevos mercados, por lo
que se transnacionalizaron a partir de los años sesenta, lo que se llevó a cabo esencialmente a
través de las inversiones directas en el extranjero y de la multiplicación de empresas
transnacionales (Torres, 2013, p. 378). Aquí ya encontramos ciertos atisbos claros de lo que
es la globalización actual, ya que la proliferación de estas empresas transnacionales se debió
a razones de sobra conocidas: “el interés por controlar la producción y los mercados de
materias primas, el aprovechamiento de la variación de las cotizaciones de las distintas
monedas y de los menores salarios existentes en la «periferia» capitalista” (Torres, 2013, p.
379), factor este último que se ha intensificado aún más a día de hoy y que ha supuesto (igual
que supuso entonces) una pérdida cada vez mayor del poder de actuación de los estados en
materia económica. Torres (2013, p. 381) añade que, con la transnacionalización empresarial,
muchos países tuvieron que aumentar el gasto militar para defender los intereses de sus
empresas en terceros estados, lo que tuvo como consecuencia una caída en la productividad
industrial, puesto que no se destinaron los recursos suficientes en la inversión en nuevas
tecnologías para la industria civil.

Finalmente, cabe señalar el endeudamiento de las familias como un elemento que se ha de


tener en consideración para explicar por qué este período de bonanza llegó a su fin. Cada vez
se produjo una mayor demanda de créditos por parte de los individuos, ya que, con la
proliferación de la publicidad y del marketing las necesidades de la población cambiaron
radicalmente, demandándose a partir de entonces productos no básicos como son los

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alimentos, sino automóviles, electrodomésticos, etc., esto es, bienes de consumo duraderos
(Torres, 2013, p. 381).

2.3. La crisis de 1973 y el auge del neoliberalismo

Con todos los factores mencionados en el apartado anterior, surgieron dos graves problemas
que acabaron haciendo estallar la economía mundial y provocando la crisis de 1973.

En un primer término, nos hallamos frente a los problemas internacionales derivados de la


acumulación de reservas en oro frente a las de dólares. Según los acuerdos de Bretton Woods,
aunque el dólar era la moneda de referencia internacional, el sistema de patrón oro seguía
existiendo como medio de pago internacional. Como consecuencia de múltiples razones, los
bancos centrales de los distintos países prefirieron acumular oro en lugar de dólares y los
especuladores jugaron a depreciar el dólar, mientras otras monedas se apreciaban (Torres,
2013, p. 382). Al aumentar las reservas en oro, el dólar casi no tenía respaldo y Estados
Unidos decidió mantener una cotización “dólar-oro artificialmente alta, lo que agravaba los
problemas anteriores” (Torres, 2013, p. 382). Finalmente, EE.UU. eliminó la convertibilidad
del dólar y devaluó su moneda lo que, sumado a los movimientos especulativos producidos
como consecuencia de la inestabilidad de divisas que se vivía entonces, “propició la
generalización de sistemas privados de financiación” (Torres, 2013, p. 382). Ello implicó
que, debido a la enorme liquidez que tenía la banca por dicha especulación, ésta se dedicara a
conceder créditos que trajeron consigo una expansión importante del comercio internacional
(Torres, 2013, p. 383).

Sin embargo, no se ha de olvidar que la economía es ante todo política, por lo que para
encontrar los orígenes últimos de la crisis de 1973 es preciso hablar de la enorme subida de
los precios del petróleo causada por la decisión de los países árabes exportadores de este
recurso en base a la guerra de Yom Kipur que se vivió entre Israel, por una parte, y Egipto y
Siria, por otra. Sobre todo eran las economías europeas las que más dependían de las
importaciones de petróleo, lo que llevó, según Torres (2013, p. 384) a una redistribución de
las rentas a nivel internacional (desde países importadores hacia los exportadores) y al
deterioro de las balanzas comerciales de los estados de Occidente y, en consecuencia, a un
aumento de la inflación y a la recesión económica.

Por el contrario, los países productores de petróleo vieron que su balanza comercial crecía,
por lo que estos recursos fueron colocados en bancos e instituciones financieras europeas, lo

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cual multiplicó la expansión del dinero bancario y del crédito antes mencionada, lo que
propició además una gran especulación financiera (Torres, 2013, pp. 384-387).

En respuesta a esta crisis, se adoptaron medidas económicas que diferían bastante del
keynesianismo y que pusieron en jaque al Estado del Bienestar en todo el mundo. Si bien la
crisis de 1973 afectó, como ya se ha indicado, a Europa y también a Norteamérica, los
primeros experimentos neoliberales basados en las teorías de Friedrich Hayek o Milton
Friedman no se pusieron marcha en estos países “del Norte”, sino que fueron las dictaduras
militares de América Latina quienes primero implementaron estas recetas. Es, por tanto,
imposible entender la situación de predomino del paradigma neoliberal que vivimos hoy día
sin hacer mención al experimento neoliberal llevado a cabo concretamente en Chile durante
la dictadura. Así pues, es necesario salir de la órbita europea y norteamericana para entender
el alcance actual del neoliberalismo y las consecuencias de la crisis de 1973.

La periodista canadiense Naomi Klein (2008, p. 28) afirma que las teorías neoliberales solo
pueden ser aplicadas en una situación en la que una crisis (exista o no) sea percibida como tal
por parte de la población y ésta se encuentre en lo que ella denomina “estado de shock”. Ello
conllevaría que dicha población acabe aceptando medidas que de otro modo, en una situación
“estándar”, no asumiría, tales como privatizaciones, desregulación de capitales,
desmantelamiento de los sistemas de protección social, bajadas de salarios, etc. De hecho,
unos de los gurús de la doctrina neoliberal, Arnold Harberger, en los años cincuenta y sesenta
ya “se dedicaba a fustigar el sistema educativo y sanitario de Chile –los mejores del
continente– a los que consideraba «intentos absurdos de vivir por encima de sus medios
subdesarrollados»” (Klein, 2008, pp. 93-94).

Es imposible detallar en este breve trabajo el alcance del experimento neoliberal chileno en la
época pinochetista, si bien las medidas tomadas por el dictador se pueden resumir en
privatizaciones de empresas estatales, permisión de nuevas formas de especulación
financiera, apertura a las importaciones extranjeras en detrimento de las manufacturas de
Chile, recorte drástico del gasto público (salvo el militar), eliminación del control de precios,
etc. (Klein, 2008, p. 114). Todas ellas se combinaban con la brutalidad y la represión del
Ejército, casi la única institución que, a ojos de Friedman, debía permanecer como parte del
Estado para reprimir la agitación social derivada de las duras medidas económicas puestas en
marcha. No obstante, dichas recetas no solo no dieron solución a la crisis que atravesaba el
país sino que la empeoraron, ya que “la economía chilena se contrajo un 15% [...] y el

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desempleo alcanzó el 20%, un porcentaje inaudito en el Chile de la época” (Klein, 2008, p.


118).

Resulta paradójico que las medidas neoliberales que apelan a la libertad de mercado como
solución a crisis como la de 1973 se comenzaran a aplicar en regímenes no democráticos. De
hecho, el siguiente país que aplicó las recetas de Friedman no fue otro que Argentina, que
también sufría una dictadura militar por aquel entonces.

Tampoco en sistemas políticos más democráticos, como fueron los casos de Gran Bretaña y
Estados Unidos en los años ochenta, estas medidas de corte neoliberal se aplicaron en base al
diálogo y a los principios democráticos. Fueron los expresidentes Ronald Reagan y Margaret
Thatcher quienes pusieron en práctica en sus respectivos países las políticas económicas
neoliberales. En el caso de esta última, es célebre la huelga de mineros vivida en Reino Unido
a mediados de los 80, la cual finalizó con una represión brutal que acabó debilitando
enormemente a los sindicatos británicos. Si bien Thatcher admiraba el modelo chileno,
confesó a Milton Friedman (en respuesta a una carta enviada por éste en la que le pedía que
aplicara el modelo chileno) que “en Gran Bretaña, dadas nuestras instituciones democráticas
y la necesidad que aquí existe de alcanzar un elevado nivel de consenso, algunas de las
medidas adoptadas en Chile son del todo inaceptables” (Klein, 2008, p. 177). Sin embargo,
las terminaría llevando a la práctica en aras de solucionar las consecuencias de la crisis de
1973, al igual que hizo Reagan.

El neoliberalismo no solo afectó a los países mencionados sino que lo padecieron con
especial virulencia los antiguos países de la órbita soviética. Es necesario recordar aquí que
llegamos ya a la época en la que colapsa el sistema de la URSS. Rusia, Polonia, las
Repúblicas Bálticas y la mayoría de países del Bloque del Este vieron cómo sus sistemas de
protección social se venían abajo y se imponían medidas de corte neoliberal. Entraban de
lleno en el capitalismo y en las reglas del juego de la competitividad y del comercio
mundiales, ahora más “salvajes” que antes. Esto es, entraban de lleno en la globalización
prácticamente tal y como hoy la conocemos.

2.4. Los años 90 y la intensificación de la globalización

Con la caída del Bloque Soviético, se termina el enemigo externo para el Bloque Capitalista
y, en una gran cantidad de países (aunque no en todos ni con la misma intensidad, por
supuesto) se empezarán a desmantelar los sistemas de protección social, dando también paso

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a una libertad total en el movimiento de capitales en una situación que, recordemos, está
caracterizada desde 1973 por un aumento de la especulación financiera. Si a ello le sumamos
la presencia cada vez más importante de las nuevas tecnologías en el proceso de trabajo, la
mayor interdependencia de las economías nacionales, la deslocalización empresarial y, en
consecuencia, la mundialización de gran parte de la actividad productiva (Torres, 2013, p.
392), entramos ya plenamente en lo que se conoce como globalización.

En esta época se produjo la Gran Recesión de 2008, cuyos efectos se dejan notar hoy día y
cuya solución también ha consistido en muchos países en aplicar políticas de corte neoliberal,
modificando la balanza del poder social y de beneficios en favor de las empresas y no
evitando problemas económicos como el desempleo masivo, la desigualdad o la pobreza
(Torres, 2013, p. 394).

Ahora bien, es necesario recalcar que esta crisis ha tenido lugar en plena globalización. Por
tanto, ante tanta interdependencia global, ¿sería posible volver a aplicar políticas de corte
keynesiano como en el siglo XX? ¿Realmente tienen margen de actuación los estados-nación
para poner en práctica medidas económicas que protejan a los más desfavorecidos? ¿Acaso,
pese a todas las críticas que se han realizado a la globalización neoliberal, ésta no ha
implicado realmente una reducción de la pobreza a nivel global, aunque las clases medias
europeas y norteamericanas vivan peor que hace unas décadas? Todavía es pronto, sin duda
alguna, para analizar y saber cómo terminará esta nueva etapa de la economía mundial.

3. CAMBIOS EN EL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL

Si bien en el apartado anterior se ha hecho una tímida referencia a sistemas monetarios como
el del patrón oro, en el presente apartado se detallarán de manera más pormenorizada la
evolución de los diversos sistemas monetarios que han existido a lo largo de la Historia dada
su importancia, los cuales se pueden concretar en tres (Krugman, Obstfeld y Melitz, 2016, p.
548-586):

- En primer término, nos hallamos ante el sistema patrón oro, que se instauró a
mediados del siglo XIX y el cual estaba basado en el principio de que cualquier
moneda podía ser convertida en oro. Los pagos internacionales dependían, pues, de la

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producción de este metal y la labor de los bancos centrales era “preservar la paridad
oficial entre su moneda y el oro” (Krugman et al., 2016, p. 549).
- Sin embargo, este sistema daría paso al de Bretton Woods, por el que se decidió el
establecimiento de “unos tipos de cambio fijos en relación con el dólar y un precio
invariable del oro en dólares” (Krugman et al., 2016, p. 556). Asimismo, se crearon
instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional para
“ofrecer facilidades financieras a los países con déficit” (Krugman et al., 2016, p.
588). No obstante, el sistema colapsó debido a que poco a poco dejó de haber relación
entre el valor del dólar y las reservas de oro de EE.UU. y a que se “comenzaron a
establecer márgenes más amplios de fluctuación (Torres, 2013, p. 315).
- En último lugar, apareció el actual sistema de tipos de cambio flexibles, sin paridad
alguna entre las distintas monedas con respecto al dólar o a cualquier otra. Se trata,
por tanto, de un sistema en el que el valor de las monedas varía libremente, si bien los
bancos centrales de los distintos estados “intervienen para que los tipos de cambio se
adecúen a los niveles deseados” (Torres, 2013, p. 316). Entre los objetivos
fundamentales de este sistema se encuentran, según Krugman et al. (2016, p. 588)
eliminar las asimetrías y los desequilibrios provocados por el sistema de Bretton
Woods.

Sin embargo, hoy día uno de los problemas principales que presenta este último modelo es la
especulación en los mercados de divisas, en los que muchos inversores simplemente desean
ganar dinero a costa de apreciar o depreciar una determinada moneda. De hecho, de acuerdo
con Juan Torres (2013, p. 312) “sólo el 5% [de los 5,3 billones de dólares diarios que circulan
en el mercado de divisas] se destina finalmente a financiar operaciones comerciales”.

4. CAMBIOS EN COMERCIO INTERNACIONAL

Todas las transformaciones históricas que han tenido lugar en materia económica han tenido
también su reflejo en el comercio internacional, de tal forma que sería preciso señalar los
cambios que ha vivido éste en los últimos tiempos. De este modo, nos encontramos con un
crecimiento continuo, ya que “el comercio mundial como porcentaje de la producción
mundial ha crecido hasta máximos sin precedentes” (Krugman et al., 2016, p. 18).

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Por otro lado, cabe hacer mención al hecho de que un producto, antes de llegar al
consumidor, actualmente pase por varias fases de producción en distintos países, en lo que se
denomina como “desintegración vertical” (Krugman et al., 2016, p. 18).

Igualmente, se ha pasado de comerciar productos primarios a un dominio del comercio


mundial por parte de los productos manufactureros, que a día de hoy representan hasta un
53% del total del comercio internacional, si bien el cambio más relevante se halla en que
dichas manufacturas se exportan desde países del llamado Tercer Mundo, los cuales han
aumentado su protagonismo en el comercio internacional (Krugman et al., 2016, pp. 18-19).
A ello cabe añadir la cada vez más importante contratación de servicios en el extranjero
gracias a las tecnologías de la comunicación y la información, como es el caso de los centros
de atención telefónica (Krugman et al., 2016, p. 19).

Aparte de todos estos rasgos señalados por Krugman, Juan Torres (2013, p. 303) menciona
también el aumento de intercambios transnacionales vinculados a servicios financieros (como
rentas del capital, por ejemplo) y el rol cada vez mayor de las empresas transnacionales a la
hora de imponer las reglas de juego en el comercio mundial.

5. SITUACIÓN ACTUAL DE LOS PAÍSES EN DESARROLLO

En aras de evitar caer en una visión eurocéntrica, se ha decidido elaborar el presente apartado
en el que se realizará una descripción de la situación actual de los llamados países
“subdesarrollados” o en “vías de desarrollo” y las consecuencias que la situación económica
y comercial actual y la globalización tienen para estos.

De acuerdo con Krugman et al. (2016, pp. 674-675), la mayoría de los países en desarrollo,
pese a su heterogeneidad, comparten una serie de rasgos comunes tales como un fuerte papel
de los gobiernos en sus economías, antecedentes de alta inflación, instituciones crediticias
débiles, inoperancia en la recaudación de impuestos, tipos de cambio fijos, establecimiento de
controles a dichos tipos cambiarios y a la libertad de capitales y una enorme dependencia de
las exportaciones de materias primas. A ello se le añadirían los problemas ocasionados por
reiterados impagos de las deudas (Krugman et al., 2016, p. 679).

Sin embargo, la globalización parece resultar positiva para muchos de ellos. Siguiendo al
economista Branko Milanovic, hay dos grandes grupos que han ganado con la

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mundialización: “primero los muy ricos, aquellos que se encuentran en la cima de la


distribución de la renta global; segundo, la clases medias de las economías emergentes,
particularmente China, India, Indonesia y Brasil” (Nieves, 2016). De esta forma, se podría
decir que gran parte de las economías en desarrollo han ganado con la globalización, si bien
siguen presentando muchos de los problemas a los que Krugman hacía mención.

Aun así, no todos afirman que actualmente los países en vías de desarrollo hayan mejorado
con respecto al siglo pasado. El profesor de la Universidad de París VII y miembro de la
Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción
Ciudadana (ATTAC), Ignacio Ramonet sostiene todo lo contrario:

“La desigualdad aumenta entre países ricos y pobres, en materia de acceso a


medicamentos y de investigación para el tratamiento de enfermedades
prácticamente ausentes en los países desarrollados. [...] Brundtland, directora
general de la Organización Mundial de la Salud, constata que "más de mil
millones de personas abordan el siglo XXI sin haber gozado de la revolución
sanitaria: sus vidas siguen siendo breves y marcadas por la enfermedad. [...] El
número de personas que vive en la pobreza es más grande que nunca y la distancia
en términos relativos entre los países desarrollados y en desarrollo nunca fue más
importante. [...] Las exportaciones mundiales se han más que duplicado, pero la
participación en ellas de los países menos desarrollados pasó del 0,6 en 1980 al
0,5 en 1990 y al 0,4 por ciento en 1997”. (Ramonet, s. f.).

Así pues, se hace difícil calibrar la situación real por la que atraviesan los países en desarrollo
y los efectos que los últimos cambios en materia económica y la globalización han tenido para
ellos.

6. CONCLUSIONES

Una vez que se han estudiado las distintas etapas históricas que ha atravesado la economía
mundial, cabría plantearse la cuestión de si realmente ante lo que nos estamos enfrentando,
dados los problemas derivados de la globalización, la crisis de 2008 y el neoliberalismo, no
es en realidad una crisis sistémica del capitalismo. Aunque esta afirmación puede parecer
arriesgada, la incapacidad de los estados-nación para hacer frente a las crisis, la merma en los
derechos sociales o la paupérrima situación en la que viven los llamados países “del Tercer

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Mundo” nos demuestran que todas las recetas que se han aplicado hasta ahora para tratar de
resolver los problemas económicos no sirven ante la rapidez de la globalización actual y ante
desafíos tan importantes como la resolución del hambre en el mundo o del cambio climático,
problemas que cuestionan directamente el propio sistema capitalista.

De acuerdo con Márquez (2010, pp. 57-69), nos enfrentamos a una crisis sistémica debido a
que también están en crisis la globalización financiera, el modelo neoliberal o la hegemonía
estadounidense, a lo que añade el hecho de que estamos viviendo una crisis de
sobreproducción, sobreacumulación y subconsumo en sentido marxista; por lo que, a su
juicio, en la época actual se ha de elegir entre el capital o la vida.

En suma, queda claro que nos encontramos a día de hoy ante un cambio quizá tan importante
como el que se vivió tras las crisis del 29 y de 1973. ¿Supondrá el fin del sistema o que éste
se refuerce? Harán falta varios años más de historia para saberlo.

7. REFERENCIAS

-Krugman, P., Obstfeld, M, Melitz, M. J. (2016). Economía internacional. Teoría y política.


Madrid: Pearson.

-Krugman, P., Wells, R., Olney, M. (2012). Fundamentos de Economía. Barcelona: Reverté.

-Márquez Covarrubias, H. (2010). La gran crisis del capitalismo neoliberal. Andamios, 13 (7),
mayo-agosto, pp. 57-84.

-Molina, P. (2013). ¿Qué queda del modelo chileno? BBC Mundo [Internet]. 10 de
septiembre. Disponible en <http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/09/130909_chile
_pinochet_modelo_lp> [Acceso el 26 de noviembre de 2017].

-Nieves, V. (2016). El ‘elefante de los ingresos’. Ganan los pobres y ricos y pierde la clase
media. El Economista [Internet]. 29 de junio. Disponible en:
<http://www.eleconomista.es/economia/noticias/7670188/06/16/El-elefante-de-los-ingresos-
ganan-pobres-y-ricos-pierde-la-clase-media.html> [Acceso el 26 de noviembre de 2017].

-Ramonet, I (s. f.). Impacto de la globalización en los países en desarrollo. ATTAC Argentina
[Internet]. Disponible en: < http://www.argentina.attac.org/documentos/03.05.htm> [Acceso
el 26 de noviembre de 2017].

-Torres López, J. (2013). Economía política. Madrid: Pirámide.

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