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éExiste una “identidad femenina”? Cristina Palomar Verea TOOT OOOHOT OOO OOOO OHOOOOOOOOOOOOOOOOOOOD ‘a comenzar, habria que enten- der quéygs esto de “identidad fe- menina@La identidad es definida en el diccionario’ como “el hecho de ser luna persona 0 cosa la misma que se supo- ne 0 se busca”; es decir, estamos hablan- do de que habria una especie de “supues- to” de lo que “se debe ser” y la identidad consiste en llegar a ser esto que el su- puesto ined Sin embargo, cuando ha- blamos de 1a mujer este supuesto es algo muy dificil de dibujar con claridad en una sociedad como la nuestra. Si pretende- ‘mos lograr dibujar los contornos de esta “imagen real” dcémo describirla”?, ¢y esta imagen deberd ser tomada como aquello que definiré una identidad? Actualmente los procesos de comple- jizacién social y la pérdida de influencia de [a religion en su funci6n integrativa global han “producido” una pluralizacién de los Ambitos de vida que aparecen en- tonces como diferenciados. El individuo, en la sociedad moderna, es consciente de la divisién real entre el mundo de su vida privada y las grandes instituciones pabli- cas, con las cuales entra en relacién me- diante una multiplicidad de papeles. Pero también en estas esferas la pluralizacién tiene lugar. Esto quiere decir que las mu- jeres se encuentran en situaciones en las cuales sectores diferentes de sus vidas co- idianas las ponen en relacién con “mun- dos de significado” y de experiencia mar- cadamente distintos. [La posibitidad de remitirlos a un solo pardmetro interpre- tativo es extremadamente dificil | De esta manera, se vuelve siempre més problemético en el plano individual —y colectivo— la formacién de un siste- ma tinico de atribuciones importantes que, al mismo tiempo, sea capaz de rientar las decisiones individuales en li- neas de conductas alternativas, ¢ integrar y dar coherencia a su comportamiento y parémetros axiol6gicos en las distintas es- feras. En un mundo asi, la identidad se vuelve dificil y al mismo tiempo es mas urgente su definicién. La identidad deja de ser un hecho adquirido, sea objetiva o subjetivamente, y deviene el objetivo de una busqueda con frecuencia tormentosa y dificil. Asi, para que la formacién de identidad resulte problema, debe cxistir una condicién social diferenciada en 1a que se offezcan muchas experiencias y modelos biogréficos. Es decir, para la ah ya no es facil encontrar una identi- adj los modelos tradicionales han esta- add y ahora se encuentra frente a una multiplicidad de modelos en los que las exigencias de una sociedad en transfor- maci6n también se dirigen hacia ella Se ha incorporado al mercado de trabajo y 48 OOO los papeles tradicionales de marginacion ‘econémica, politica y social ya no son sa- tisfactorios Lr Wentkrad Ho puede pensarse en tonces como una unidad arménica; tien- de a volverse miiltiple. Esto explica la pa- radoja modema de por una parte ser tan dificil delimitar la identidad y por la otra ser tan urgente la definicién de la misma. En nuestro mundo actual parece abrirse un panorama en el cual puede ser posible “elegir” 1a propia identidad, es decir, parece haber un cuadro en el que, incluso a pesar de las constricciones que pesan sobre la jidentidad, existe un mar- gen de eleccién} De cualquier manera, la identidad, para'ser ejercida, necesita co- municarse, hacerse visible su identifica- ci6n y su diferencia, La coagulacién de la identidad a tra- vés de un solo eje ordenador resulta préc- ticamente imposible. Ademés, la identi- dad en sf no es un dato visible y, por tan- to, tiende a cristalizarse en estilos de vida, se presenta como distintas maneras de un ejercicio de la identidad, y en este sentido, aparece como distintos intentos de solucién de una necesiplad de diferen- ciarse, de identificarse cor). Tal intento es una continua tarea para la mujer que, en la polaridad de géneros, se esquematiza en los estereotipos de roles sexuales fren- te a los cuales busca afirmarse! Hay que pensar si la necesidad de ha- blar de una identidad con contornos niti- dos no obedece a la actual sensacién de que las diferencias entre los géneros es- tan siendo borradas por este proceso de pluralizaci6n de los Ambitos de vida del que hablébamos mis arriba. Esto impli- caria el riesgo de caer en el endureci- miento de los estereotipos de género, es decir, la bisqueda de unos contornos ri- gidos que nos diera una falsa claridad de lo que significa ser mujer. Debo sefialar que La Mujer, asi con maydsculas, no existe. Existen mujeres, diferentes mujeres con diferentes perfi- les, con vidas distintas, con diferentes si- tuaciones y probleméticas distintas que no permiten hablar de un solo modelo de mujer. Por otra parte, hay que decir que Jo que define a una mujer, como a todo sujeto, es su préctica, su realizacién como ser humano en una realidad concreta que es llevada adelante en una serie de rela- ciones sociales, culturales, econémicas, laborales, politicas, familiares, etoétera. Hace algunos meses en la conocida revista Expansin aparecié un trabajo ti- tulado “Mujeres trabajando” en donde se expone un interesante material sobre mu- jeres ejecutivas. Ahi se presentan bastan- tes datos estadisticos a propésito de la participaci6n de las mujeres en el ambito ‘empresarial, y asimismo, se presentan al- gunas entrevistas a mujeres que han lo- grado llegar a niveles superiores en dife- Tentes empresas; el resultado de estas en- trevistas sefiala que un trabajo como éste “conlleva para la mujer grandes cambios en las relaciones de pareja y familia, asi como ciertos sacrificios personales que debe realizar”. También se menciona que buena parte de las ejecutivas de éxito es- t4n divorciadas 0 solteras porque “prefie- Ten” su autonomia e independencia, Ha- bria que preguntarles a estas mujeres si esa “preferencia” es voluntaria o impues- ta por las circunstancias y, en esa medida, saber realmente si es algo més parecido a un “precio” que hay que pagar por el puesto que se desempefia. Se habla tam- bién de que la doble jornada es dificil para la mujer y que es en casa donde la mujer necesita mas apoyo y comprensin ante el cansancio, el estrés 0 la necesidad de viajar. También se menciona que “se desarrolla cierta culpabilidad por no cumplir integralmente con sus responsa- bilidades o por dejar a un lado otras acti- vidades que podrian haber realizado”. Asimismo, se sefiala que para llegar a algo hay que contar con una pareja que no esté acomplejada, para evitar las com- paraciones entorpecedoras. Esto es, pues, lo que estas mujeres di- rectoras de empresas dicen; al parecer, Iegar a los 40 afios de edad a una direc- cin general (dato proporcionado en el reportaje mencionado), soltera o divor- ciada, significa haber optado por la vida profesional a costa de un desarrollo en el Ambito de las relaciones personales. Se 49 oo trata, por supuesto, de una opcién como cualquier otra, pero habrfa que pregun- tarse si hay algén hombre que para llegar a cualquier puesto en su trabajo tenga que negarse la opcién de formar una fa- milia, una pareja o se vea forzado a evitar actitudes que muevan competencia en la pareja, 0 carguen con sentimientos de culpa en su desempefio. Los grandes directivos cuentan con una mujer en su casa que les permiti6 crear una familia (a veces casi “en ausen- cia”), tener unos hijos con sus necesida- des mas 0 menos satisfechas, y tener un lugar alternativo al area de trabajo para su descanso, Esta situacién no es, eviden- temente, la de las mujeres, quienes al “optar” por llegar a un puesto alto de di- reccién abandonan Ia idea de construir una pareja o una familia que las satisfaga. Claro que hay quienes han logrado am- bas cosas. Pero aqui legamos al punto central: el precio que han tenido que pa- gar “para tenerlo todo” ha sido muy alto; un precio que consiste en un pesado pa- quete de desgaste fisico y psicol6gico, de sacrificios, de sentimientos de culpa y de sensaciones de insatisfacci6n. Este sufrimiento que las mujeres pa- gan como precio por su desarrollo como altas directivas —podriamos decir por su éxito— es algo que, en otros ambitos y ni- veles, igualmente se encuentra. Es muy frecuente escuchar en el consultorio la queja de las mujeres que cotidianamente sufren el dolor de no poder desempefiar- se profesionalmente sin tanto desgaste y sin pagar un precio tan alto. Pareceria que en la mayoria de las mujeres existe un conflicto relacionado con el hecho de que, de alguna manera, su desempefio profesional las aleja de una especie de “lo que deberfan ser 0 no estén siendo” por realizarse como sujetos independientes, aut6nomos y capaces de producir algo importante en el plano pablico, o simple- ‘mente porque han elegido desarrollar so- Jamente un aspecto de su vida y dejar de lado metas 0 ideales que se supone que “toda mujer” debe tener, como el matri- monio 0 la maternidad. Casi todas estas mujeres terminan plantedndose, al anali- zar este tema, estas preguntas: Lomo de- beria ser?, écémo debe ser una mujer?, den qué consiste eso?, icual es esa “iden tidad femenina” que yo, mujer, “deberia” tener? Pero el interés de este trabajo no es mo se da esa identidad, sino qué es eso que se denomina identidad femenina; en otras palabras, con qué se identifican las mujeres. En el terreno psicoanalitico, hablar de identidad es hablar de un proceso complejo mediante el cual el sujeto asi mila un aspecto, una propiedad, un atr buto de otro y se transforma, total o par- cialmente, sobre el modelo de éste. Es un proceso de tal importancia que se consi- dera que la personalidad se constituye y se diferencia mediante una serie de iden- tificaciones, que permanecen siempre ‘marcadas por sus prototipos primitivos. Para hablar de identidad femenina 0 ‘masculina hay que hacer una precisiGn: hablar de sexo no es lo mismo que hablar de género. El sexo tiene una referencia a unos determinados atributos biol6gicos: ser varén 0 mujer; el género, en cambio, es una categoria compleja y determinada por miltiples articulaciones y con tres elementos distintos: la atribucién de gé- nero, que es bésicamente la rotulacién que médicos y familiares realizan del re- cién nacido; ta identidad de género, que es el esquema ideo-afectivo més primiti- vo, consciente € inconsciente de la perte- nencia a un sexo y no al otro; y, finalmen- te, el rol del género, que se refiere al con- junto de expectativas acerca de 10s com- portamientos apropiados para las perso- fas que poscen un sexo determinado, Desde el nacimiento, la nifia/o va te- niendo percepciones sensoriales de sus rganos genitales, fuente biolégica de su futura identidad de género. En esta per- cepcién, el papel de la madre es central, dado que ella es el primer agente que, al realizar los cuidados corporales, sensibi za la zona y favorece tanto el descubri- miento de los genitales como su integra- ci6n al esquema del Yo corporal incipien- te. La percepcién de la excitacion genital y el placer que de esta zona proviene se 50 ooo incrementan durante el segundo afio de vida. Posteriormente, durante la etapa del control de esfinteres se consolida mas firmemente la inscripci6n de pertenencia aun género. Pero ademés de estos apren- dizajes corporales, 10s nitios incorporan, a través de la observacién, las conductas pertenecientes al padre y a la madre, aprendizaje que se realiza sin necesidad de un reforzamiento directo, porque los padres constituyen, por su condicién de tales, objetos idealizados a los que se de- sea imitar, y ademés, tienen el control so- bre el otorgamiento del amor y del reco- nocimiento como recompensa. Durante el segundo, tercero y aun cuarto afio de vida, los nifios establecen la diferencia de género a partir de carac- terfsticas exteriores y secundarias. ‘Una vez que el miicleo de la identidad de género se establece el nifio/a, ya inscri- to en una de las dos categorias, organiza su experiencia en la bisqueda de “igua- les” como modelos del rol con quien identificarse. El nifio/a, al mismo ticmpo que crea sus representaciones del Yo y del objeto, crea representaciones de los roles, es decir, modelos mentales de las interacciones concluyentes, pero estos hallazgos conducen a pensar que la ide tidad de género y el rol del género pue- den influenciarse en varias direcciones. El nifio y la nifia, a partir de los cinco afios y a través de complicados procesos de identificaciones y de aprendizajes, han incorporado las representaciones de lo que implican los diferentes roles sexua- les, La pieza central en este proceso es 1a manera inconsciente en que la madre y el padre se conciben a si mismos como mu- Jer y como hombre, ya que esto es pro- yectado en la manera que miran, tocan, hhablan y esperan algo determinado de los hijos. Al llegar la adolescencia encontra- mos frecuentemente que la adolescente manifiesta envidia hacia los hombres, de sus condiciones de desarrollo, de los roles masculinos que se destacan por su grado de eficacia y competencia. En una soci dad en transicién como la nuestra, las fias adolescentes tienen un grave contli to para hacer compatibles las metas fe- meninas de apego, dependencia y conci- liacién con tos ideales de funcionamiento masculino, de separaci6n-individuali cién y autonomia que se les presentan como mids exitosos y, sobre todo, como ajenos. Entonces es frecuente observar un tipo de ansiedad propia, que no es ni la expectativa ansiosa ante el éxito ni el temor al fracaso, sino el miedo al éxito. Las mujeres tienen problemas de compe- titividad, que parecen provenir de la opo- sicién entre feminidad y éxito, pues la an- ticipacién del éxito en actividades de competencia de logros, especialmente con hombres, conlleva la conviccién de ‘consecuencias negativas: amenazas de re- cchazo social, conflictos afectivos, pérdida del objeto de amor y de la feminidad. La mujer pareciera no sentirse con derecho a tener éxito, a diferencia del hombre, que al haber identificado su identidad, sin medirse con nadie mas que consigo mis- ‘mo, asume el derecho de sentirse bien con su éxito en cualquier area, ya que éste no pone en peligro su masculinidad. Hay que observar que existe una no- toria discrepancia entre lo que se define como adultez y lo que se define como fe- minidad: la adultez es definida por la ca- pacidad de pensamiento autnomo, toma de decisiones claras y accin responsable, rasgos considerados atributos masculinos ¥, por lo tanto, indeseables de la fer dad. En este marco, la adolescente que crece en un marco convencional, manten- dré en suspenso su identidad, preparén- dose para atraer al hombre por el cual se nombraré, por cuyo estatus se definira, cuyos valores adoptard, que la rescatard del vacio y la soledad, rellenando el pacio interno”, tal como la Bella Dur- miente o Blanca Nieves esperan al princi- pe que las hard vivir. ‘Lo que se entiende por feminidad es, al parecer, todo lo que signifique apego y dependencia, es decir, lo que implica re- traso y desviacién y que se opone al pro- eso de desarrollo humano: separarse y convertirse en individuo. i En esta misma linea, la adolescente aprende que hay una moral dife- Tente para cada sexo. Para los muchachos, la ley del deseo y de su le- gitimacién; para las mu- chachas, la “moral del respeto”, que contleva la distincién entre las mu- jeres “respetables” y las que no lo son. La mu- los modelos que se le han transmitido y que han ro- deado a la mujer desde que nace, el resultado fi- nal es un producto tinico: tun sujeto de sexo femeni- no, con una historia parti- cular y una personalidad determinada, El problema es que generalmente slo se considera sujeto al varén, chacha entra asi en el Ladefinicién de mujer, al mundo adulto marcada © margen de los papeles por la ley que prohibe el libre ejercicio de que socialmente se le han asignado y que ‘su deseo; la moral sexual que la definiré se le pide que desempefte, no existe. Por ante si misma, ante las demas mujeres y __¢s0 se dice: “madre, esposa y ejecutiva”, hombres como un determinado tipo de _Estas tres caracteristicas son eso: rasgos mujer. que se derivan de una préctica concreta; Esto es importante porque significa no se es mujer por ser madre; tampoco que la muchacha tiene que enfrentar un _ porque se es esposa, ni por ser ejecutiva. gran conflicto de autovaloracién, ya que No podemos pensarnos como tres 0 cua- por un lado se le dice que para ser mujer _tro entidades separadas que al funcionar tiene que acceder a a sexualidad, pero una deja en suspenso las demas. Ser mu- para ser respetable debe reprimir su de- jer es lo que se logra ser siendo lo que se seo. La moral se opone a la pulsiGn. No- lige ser al alcanzar el lugar de sujeto ‘temos que por una parte se le fuerza aser _consciente, aut6nomo y responsable. En- atractiva y seductora, que sepa manipular _tre tanto, s6lo estamos siendo actrices de los resories del deseo del hombre, y por _los diferentes papeles que la sociedad nos otro lado, se le obstaculiza el placer, el _asigna y que no siempre tienen que ver aprendizaje y la madurez sexual. con poder alcanzar el lugar de sujetos. Siguiendo estas ideas, podriamos pre- Por eso hablar de armonia en un con- guntarnos si a esta adolescente sumidaen texto como éste resulta ser solamente el conflicto de ideales que la sociedad le una exigencia més para la dificil situacin presenta, Ia feminidad se le aparece de las mujeres de nuestros tiempos. como algo deseado. Es decir, emo le C6mo armonizar las necesidades indi hace la nifia para desear ser mujer en un —_duales con las exigencias sociales que mundo paternalista, masculino y félico; provienen de tan diversas fuentes? ‘c6mo lograr4 identificarse con un género _&Cémo resolver las contradicciones entre que se encuentra en un continuo, perma- los viejos estereotipos tradicionales que nente y poderosisimo proceso social de ain arrastramos a manera de culpas con epreciaci6n de su género, que comienza _las nuevas exigencias que la sociedad mo- en la primera infancia y que cobraré ma- _derna conlleva? {Cémo armonizar lo que yor intensidad con el crecimiento. Final- de manera tan contradictoria se le pre- ‘mente, éc6mo hacen las nifias para tomar _senta a la mujer como ideal de género? como ideal a la madre y a la mujer de Mas bien habria que pensar en la posibili- ‘nuestra cultura, mas alld del mito? dad de aceptar la contradiccién como Para terminar, habria que preguntar- algo inherente al proceso de sér, de acep- se entonces si “identidad femenina” quie- tar el enigma de lo que ser mujer significa re decir mAs bien “estereotipo femenino” en esta sociedad tan compleja que tene- porque la identidad femenina es un pro- —_ mos.# ceso subjetivo que, si bien ha integrado 52

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