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Teniendo en cuenta la lectura del texto del autor Melgar Bao, sobre la conformación de
la economía latinoamericana y las variables en la conformación de los movimientos
obreros, se responderá a la guía de trabajo propuesta por la Cátedra teniendo en
cuenta la relación entre cada uno de los ítems sugeridos.
En América Latina, el embate contra las fuerzas civilizadoras fue en cierto sentido una
defensa de las estructuras comunales agrarias frente al desarrollo del camino
latifundista e imperialista. La ofensiva oligárquica favoreció la convergencia y relativo
ensamblamiento de las ideologías ácratas y socialistas urbanas con la resistencia
campesina e indígena.
En todas estas experiencias hubo participación proletaria minoritaria, pero no por ello
menos significativa. Además, en todos estos casos ha sido documentada la influencia
anarcosindicalista. Las presencias de estas corrientes bajo las formas atípicas que
suscitaron su traducción ideo-política por las distintas cosmovisiones étnicas, no
hicieron más que expresar el cambio general en la mentalidad de las diversas capas
sociales y fracciones de clase de estas sociedades en transición a la modernidad.
Los primeros atisbos de legislación social y laboral en América Latina, fueron logrados
a contracorriente de ala hegemonía de la oligarquía. Sus primeros tópicos fueron: la
reglamentación de la jornada laboral para mujeres y niños, el descanso dominical, la
cuestión de la vivienda obrera, la jubilación y los riesgos y accidentes de trabajo.
Durante los años de 1880 a 1895, con la sola excepción del incidente armado de 1885,
no hubo en la isla de Cuba ningún conflicto bélico de carácter independista o
revolucionario. Sin embargo, estos años de paz interna no fueron acompañados de las
necesarias reformas sociales y políticas que el pueblo cubano ansiaba.
La economía Cubana, eminentemente azucarera, sufrió por esos años una conmoción
sin precedentes. Perdido el mercado europeo por el auge del azúcar de remolacha, la
producción de azúcar de caña acentuó su dependencia económica con el respecto al
mercado y capital norteamericano. Los precios mantuvieron una declinación constante.
En Nueva York, el precio del azúcar crudo cotizado a 10 centavos de dólar la libra en
1870, se deslizo a 8.6 centavos en 1882 y para el año de 1884 cayó estrepitosamente
a 3.2 centavos.
Los nexos de la industria azucarera cubana con la economía norteamericana se
iniciaron a mediados del siglo XIX, a partir del tráfico ilegal de esclavos negros
controlado por cuatro empresas neoyorquinas.
En las últimas décadas del siglo XIX, el movimiento obrero y artesanal comenzó a dar
un viraje en sus posiciones gremiales y políticas. La cruzada reformista de Saturnino
Martínez de trocar la política de huelgas por la de la formación de cooperativas de
producción y consumo, sólo logró mantener su hegemonía hasta mediados de la
década de los ochenta. El fracaso de los experimentos cooperativos se hizo frecuente,
siendo capitalizado por el surgimiento de una corriente anarcosindicalista que tuvo
como vocero el diario El productor, dirigido por Enrique Roig Martín, más tarde
considerado el principal exponente del anarquismo cubano.
En septiembre de 1895, en una zona liberada del interior de la isla, los patriotas
convocaron a una asamblea constituyente y aprobaron una Constitución provisional,
en la que se hacía constar la independencia como acto legitimo de la soberanía del
pueblo cubano y a la república como la forma política que debería regir sus destinos.
Hacia 1898, la guerra anticolonial había cobrado más de veinte mil vidas humanas.
Las bajas españolas también fueron considerables. La intervención norteamericana
parecía inevitable. Los conflictos bélicos entre Estado Unidos y España habían
estallado. El 1 de mayo de 1898 la flota norteamericana ocupó filipinas luego de hundir
a su símil española. Una semana antes, el consejo de gobierno de las fuerzas
patriotas cubanas habían reconocido a los Estado Unidos como su virtual aliado. A
mediados de año, las tropas estadounidenses invadían Cuba. A fines de año el ejército
colonial hispano, acosado entre dos fuegos, obligó a las autoridades españolas a
preparar retiro y la firma de un tratado de paz con los Estados Unidos.
Tras una huelga general reprimida, fueron liberados los huelguistas detenidos. Los
esfuerzos aislados de los estibadores y albañiles por mantener el paro de labores
fueron infructuosos y terminaron en aislamiento y en el fracaso. Las autoridades
norteamericanas remitieron por su parte una circular al sector empresarial,
demandándoles en razón de las protestas obreras que considerasen la posible
reducción de la jornada del trabajo.