La vi por primera vez la noche que llegu a la ciudad.
Acababa de entrar a mi edificio, estaba buscando mi habitacin, la nmero
55. Traa conmigo dos valijas enormes, completamente llenas. A pesar de la insistencia de mis padres, no quise dejar ninguna de mis pertenencias en casa.
Finalmente la encontr, era la ltima al final del corredor. Estaba girando la
llave de la puerta cuando escuch a alguien acercndose.
Al voltear la cabeza la vi, corriendo hacia m (o mejor dicho, hacia la
escalera de emergencia enfrente de mi habitacin) con una sonrisa traviesa en su rostro. Ella atraves la puerta que daba a las escaleras y la cerr rpidamente. Sin embargo, no subi ni baj. Se qued all, escondida, a la espera.
Al pasar un segundo, empec a abrir la cerradura de nuevo, pero
nuevamente fui interrumpida por el sonido de pasos en mi direccin. Esta vez, varios hombres se acercaron, tambin corriendo. Sus uniformes me hicieron saber que pertenecan a la seguridad de la universidad.
Has visto a alguien pasar por aqu? me pregunt uno de ellos.
Me tom alrededor de dos segundos decidir que los asuntos de esa joven no eran de mi incumbencia, y que probablemente no haba hecho nada grave. No les dira, no era mi problema.
No, por aqu no pas nadie.
Creo que, subconscientemente, mis razones para ayudar a esa extraa
fueron otras. No saba nada sobre esa chica, no la conoca, pero algo sobre ella me gustaba. Esa es su especialidad, supongo. Conquistar a la gente.
Ella no asista a esa universidad. En realidad, no asista a ninguna
universidad. Eso me lo cont despus, en uno de nuestros encuentros en el bar. Nunca supe qu haba estado haciendo ese da, ni por qu la perseguan los guardias. Ella nunca lo mencion. Dudo que recuerde que haba sido yo quien minti por ella.
Cuando los guardias se alejaron, finalmente entr a mi habitacin. Ella, por
su parte, abri la puerta, sali al pasillo y se fue por donde haba venido.