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8 La invencién del yo: la autobiografia y sus formas | Qulkua Genta 4 poucouieuts tsuipliuar. CFebiero| Juss 2013) JEROME BRUNER y SUSAN WEISSER Nada pareceria ser més “natural” que hablar de uno mismo. Alfiny al cabo, todos lohacemos, y al parecerlohacemos sin mayor esfuerzo psiquico. Las excepciones a esta aparente facilidad s6lo se dan cuando el informe persoral o autoinforme invade un terreno tabi o cuando amenaza el pacto de mutua contencién por el que el yo, el supery6 y el ello se las arreglan para convivir.en la misma morada. O, por lo menos, esto es lo que pareceria ser. 5 Pero tras haber pasado varios afios eseuchando a personas de diferentes edades hablar de sf mismas y desus vidas, quiero ahora proponer algunas tesis muy distintas. La primera, en su forma més simple, es ésta: casi desde la adquisiciOn del lengua- je, el autoinforme est pautado por convenciones es por reglas de género. Desde muy temprano en la vida (como ‘veremos) hasta las largas extensiones de la autobiografia lite- raria, estamos ceftidos por fuertes convenciones respecto no sélo de qué decimos cuando hablamos de nosotros mismos, sino de cémo lo decimos, a quién, y demés. De hecho, las convencio- nes en cuanto a estilo y género son tan fuertes que prevalecen aun en actividades tan solitarias como los soliloquios nocturnos J la redaccién de nuestro diario intimo. Mi segunda tesis es que la forma de una vida es tanto una funcién de las convenciones de género y estilo en las que se expresacomoloes, por asf decirlo, de lo que “sucedié” en el curso de esa vida. Y los momentos cruciales en una vida no son Este capitulo fue preparado en forma conjunta porlos dos autores, pero se decidi6 que apareciera redactado en primera persona por el autor demayor experiencia entre ambos. 4q7 listicas y | vues, vemgs dele er greets provocados por hechos reales sino por las revisiones efectuadas enel relato que uno ha estado usando para contar sobre la vida y elyo, las més drésticas de las cuales son cambios de género impulsados desde adentro. Esto me lleva a proponer, entonces, queen algin sentido importante, las “vidas” son textos: textos que estén sujetos a revisin, exégesis, interpretacién y asi sucesivamente. Es decir, las vidas relatadas son tomadas por quienes las relatan como textos que se prestan a distintas interpretaciones. Cuando las personas reinterpretan los rela- tosdesus vidas, noniegan el “texto” previo definiré ese término enbreve), sino que niegan la interpretacién que antes le dieron. Y¥, como procuraré demostrar ahora, éste es un hébito de toda la vida, Qué clase de “texto” es el informe de una vida? Como es evidente, cuando esté escrito en forma de autobiografia litera- ria (cosa poco frecuente), parece no ofrecer ningtin problema, Pero seria imprudente decir que a menos que lo ponga por escrito, uno no tiene ningtin relato textual de su vida, asf como seria imprudente decir que una autobiografia literaria es el ‘inico texto de una vida. En ver de ello, propongo que “texto”, en este sentido, equivale a un informe narrativo conceptualmente formulado de lo que ha sido una vida. Que sea un informe guardado en la memoria, o que se lleva en la memoria de modo tal que puede generar versiones més breves o més largas de sf mismo, no lo excluye de la condicién de ser un texto abierto a diferentes interpretacio Pienso que el anélisis de Hayden White (1981) de los relatos histéricos puede resultarnos util para aclarar. este punto, White distingue, siguiendo a la escuela francesa, entre annales, chroniques e histoires. Los primeros comprenden una serie de acontecimientos seleccionados y aproximadamente fechados, como por ejemplo, en los Annals of St. Gall: 709. Invierno duro. Murié el duque Godofredo. ‘710. Afio dificil, malas cosechas. 712, Inundaciones en todas partes. 714. MuerePipino}, mayordomo del palacio. 718. Carlos devast6 a los sajones. 721. Thierry expuls6 a los sarracenos de Aquitania. 725. Llegaron los sarracenos por primera vez. 781. Murié el Venerable Beda, el presbitero. 732, Carlos combatié a los sarracenos en Poitiers, 178 ©, ET Wo LU Koti La lista est4 constituida por “sucesos” y las fechas en blanco son afios en los que “nada” sucedi6. Pero como observa ‘White, sin duda debe haber algxin impulso o criterio oculto que determina quela muertede Pipinoseincluyaen|allistaen lugar de, por ejemplo, la condena a algtin campesino por haber robado. Los acontecimientos, de todos modos, no llegan a ser “narremas”, es decir, elementos componentes de una forma superior de relato, si bien sugieren vagamente que el redactor de los anales en cuestién se especializaba en recoger problemas; pero esto no basta (como dice Hayden White) “para aplicarle un ignificado a los acontecimientos”. En cuanto a la chronique, su funcién es crear lo que podriamos denominar“conglomerados” de significado para una serie de acontecimientos: precisar qué implicaban todos esos problemas. Este podria no ser atin el “final del cuento”, ni consolar en el sentido de Frank Kermode (1967), pero el hecho esque las crénicas {tienen argumentos, aunque sean meno Una crénica pondria en claro por qué era importante Pipino. Pero las crénicas, a su vez, s6lo alcanzan todo su significado 0 interpretacién cuando se integran en una histoire que, en su expresién mas plena, incluye un informe sistemstico del cardc- ter moral del orden de cosas en el que se desarrollan las chroniques. No importa que la histoire de hoy sea la hipocresia de mafiana. Los autoinformes son asf: un recuerdo sospechosamente motivado de acontecimientos al estilo del annale (“la severa maestra de tercer grado”), alos quese les dasignificadoatravés de chroniques (“mi batalla contra el autoritarismo en la escue- Ja"), integrados en una histoire més o menos vaga (“mi constan- te bisqueda de autonomia en una cultura que exige el confor- mismo”). Més adelante, volveré a referirme a este proceso “hacedor de texto” de la memoria motivada, y espero que lo que Ite planteado hasta ahora les dé alguna idea del punto hacia el que me dirijo. Debo hacer una aclaracién sobre lo que quiero decir con la idea del género a la que hice alusién cuando comenté que los, autoinformes se estructuran en un género. Como sefialé Jona- than Culler (1986), y muchos otros antes que él, el género es un manera de caracterizar un texto en funcién de ciertas propieda- des formales y de contenido,\pero también es una manera de caracterizar cémo un lector u oyente toma un texto, cualesquic- 179 ra sean su contenido y sus caracterfsticas formales reales. El libro Memories of a Catholic Girlhood, de Mary McCarthy (1957), aparecié primero en forma de relatos breves que mas tard® fueron reunidos a modo de una “autobiografia” (con metacapitulos en bastardilla intercalados). Es perfectamente posible leer este libro autobiogréfico, nocomo una autobiografia sino como una novela postmodernista, considerando ala narra- dora de la historia y la enseyista de los capitulos intercalados como una sutil novelista que simula una crisis epistémica. Es igualmente posible leer lashistoriasynovelasdeMary McCarthy, que ella sostiene que no son autobiograficas, como una autobio- gratia. Lo que quiero mostrar, simplemente, es que los géneros existen no sélo como maneras de escribir 6 hablar sino como maneras de leer y escuchar. Podemos leer un texto eémico como una sétira o un comentari¢ social, un cuento gético como un informe psicoanalitico, y asi sucesivamente. Yo tuve la ocasién, hhace algunos afios, de acompaiiar @ unos pescadores nativos del ‘Senegal en una travesia en piragua. Para entablar conversa- cién, mientras navegdbamos, sefialéhacia el oeste yanuncié que alli estaba mi casa. Mis acompafiantes parecieron desconcerta- dos por un momento, y luego el jefe se eché a reir, al tiempo que asentia con la cabeza en un gesto burl6n. Lo habfa tomado como una broma. Por el resto del dia, hasta que finalmente volvimos con la piragua a la costa y nos despedimos, casi todo lo que di fue tomado como algo gracioso. ;Me habia convertidoen un éxito instanténeo como cémico... para los oyentes! Un rasgo especialmente interesante de la autobiografia es que podemos contar 0 escribir nuestra propia biografia en una modalidad o géneroy més tarde leerla o recordarla en términos de otro u otros distintos, En efecto, esrara la vidaen la que esto nosuceda, comocuandorecordamos un anterior “sinceramiento” nuestro como un acto no “realmente” verdadero sino como un intentode autocompadecernos, de sobredimensionarnos, ocual- quier otra cosa. Paul John Eakin (1985), en su reciente y admirable libro titulado Ficiions in Autobiography: Studies in the Art of Self-Invention, cita las palabras de William Maxwell { (1980): “Al hablar del pasado, mentimos con cada respiro que amos” (pég. 27). Pero no es mi intencién reducir la autobiografia a la condicién de un autoinformetendencioso. En vez de ello, quiero Plantear que constituye uns forma de “estrategia retdrica”, y \ selk woot 180 {\ k quienquiera que haga un informe de sf mismo, en el medio que sea, sabe necesariamente que asi es, de manera més 0 menos explicita. Es la primera experiencia que casi todos tenemogcon lacrucialdistincién entreun textoy suinterpretacién. Eslo que leva a un poeta perceptive como Joseph Brodsky (1986), al comentar un autoinforme deliberadamente falso desu infancia, ala conclusién de que decir mentiras es el origen de la concien* sia. Ahora bien, “decir mentiras” probablemente no sea el término adecuado, porque la conciencia queemerge cuando uno reconoce la diferencia entre lo que ha “sucedido’, el modoen que uno lo ha informado y las otras maneras en que se podria haber interpretado, no implica solamente ser consciente de la “false- dad’, sino més bien tomar conciencia de otras interpretaciones posibles. Yuna vez que uno se compromete con una determina- da“versién”, el pasadose convierte en esa versién otiendehacia ella. ‘Huy una singular circunstancia epistemolégica y psicolégi- caque torna inevitable esta clase de disyuncién entrela primera persona y su informe sobre sf misma, una disyuncién que virtualmente nos obliga a adoptar una estrategia discursiva; pues el acto de informar sobre uno mismo, como ha observado todo autobiégrafo reflexivo desde San Agustin en adelante, separa al yo que esté contando del yo o “los yo" pasados acerca de quienes se cuenta. En los austeros términos de Emile Ben- veniste (1971), el “yo” que habla o escribe vive en la “instancia del discurso” en la que procura personificar a un yo creado a partir del recuerdo del pasado. El narrador y suobjeto “compar- ten el mismo nombre, pero no el mismo tiempo y espacio” (Howarth, 1980). La tarea estratégica en el acto de relatar—ya sea que la historia se relate para consumo de otros o para uno mismo, y siempre se dan ambas cosas— es hacer crefble la narracién. Y siempre que unonoesté mintiendo eliberadamen- +o, como deben hacer los escritores de ficci6n, utilizando un fragmento del recuerdo para elaborarlo en un relato, procura- ‘mos una verosimilitud que nos satisfaga a nosotros y a nuestros oyentes. El objetivo tltimo de toda narraciénes|a verosimilitud. Perocémo la logramos esté también determinado por las reglas, de los géneros de la autobiografia en funcida de los cuales obramos, y no est dado por algtin mandamiento de atenerse a “nada mas que los hechos”. Un planteo de autotransparencia, por ejemplo, podria haberle conferido verosimilitud a un 181 autoinforme antes, perono después, del advenimiento de Freud, ‘Sabemos muy poco, ademas, acerea de las técnicas con las que hacemos que nuestros autoinformes nos resulten cresbles a nosotros mismos. Y ni siquiera un anélisis del autoengafo tan excelente como el de Polonoff (1987) llega a captar del todo qué es lo que determina que, dados distintos autoinformes posibles, algunos resulten més verosimiles que otros. Pero més alld de la verosimilitud, la estrategia discursiva del autoinforme debe satisfacer otras necesidades a efectos de cumplir con los requisitos del género, incluyendo algunas tan especificas como las de la sintaxis. El género impone ciertas elecciones cruciales: el tiempo verbal, la opeiénentre verbos de tstadoy do acién, el uso deprolepsiso analepsia Mas adelante ‘veremos en qué medida estas decisiones pueden ser cruciales para darle forma a lo que consideramos que son nuestras realidades”. Seguin demostr6 brillantemente Jean Starobinski (1971) una generacién atrés, en la autobiografia, el estilo _‘satisface las condiciones del género” y no es meramente un_ ‘adorno ni la expresién de una clase social. Y como es evidente, ») Ia estrategia de discurso requiere una decisién global respecto del tema: jse organizaré el autoinforme en torno al amor, el deber, la autoconfianza, la vergienza, una bisquedafrustrada_| de la verdad moral o alguna otra cosa? ‘Género, estilo, tema, convenci6n... es imposible embarcar- se en un autoinforme sin tomar decisiones sobre ellos. No hay ‘modo de que uno pueda, por asi decirlo, caer en una forma “aborigen” no interpretativa de autoinforme. La autobiografia hace forzosa la interpretaciGn. La interpretacin requiere ma- nejo. El modo en que se maneja es lo que forma la “mente” en la cultura, lo que determina que sea la mente “moderna” o la mente de un miembro de una polis de la Grecia clasica. ¢Pero qué es esta interpretacién? {De qué es una interpre- tacién? Y (para qué es? Permitanme considerar ante todo la | tercera de estas preguntas, La funcién iltima dela autobiogras | fia es la ubicacién del yo, el resultado de un acto de navegacién ! que fija posicién en sentido virtual, més que real. A través dela autobiografia, nos ubieamos a nosotros mismos en el mundo ‘simbélico de la cultura. Por su intermedio nos identificamos con una familia, una comunidad, e indirectamente con la cultura més amplia, Es el tinico medio que tenemos para relacionarnos con nuestros congéneres una vez que dejamos de ampararnos 182 tras los mecanismos infantiles que nos posibilita nuestra pro- Jongada inmadurez humana (Bruner, 1972). Péro el mismo tiempo que nuestros actos autobiogréficos nos ubican cultural- mente, también sirven para individualizarnos, para definir lo que més adelante denominaré la accién. Sila complejidad | “interna” dela autobic esta dada porla disyuncion entre | elyocomonarradoryel yocomosujeto,lacomplejidad “externa” est causada por este doble requisito de proclamar a la vez | nuestra adhesin culturaly nuestra independenciaenel actode Ia autobiografia. iY de qué es una representacién la autobiografia? Es una representacién de la memoria, se podré decir (p. ej. Neisser, 1986; Rubin, 1986). {Pero qué es la “memoria” por la que estén | constituidas nuestras construcciones autobiogréficas? La me- moria, consideréndola de la manera més abstracta posible, e3 uno de los tres modos en que se puede transmitir el pasado‘ jnumano, Los otros dos modos son a través de los genes y las imstrucciones que éstos transmiten, y a través de la cultura,con ‘su cuerpo de conocimientos simbolizados y procedimientos al que tienen acceso las personas cuando dominan su sistema semidtico. No es preciso detenernos en la transmisién genétic ya sabemos lo suficiente como para poder elaborar y enviar mensajes arbitrarios sin saber del todo en qué consiste, preci- samente, un mensaje natural. Con respecto a la “transmisién” cultural, la antropologia finalmente se ha liberado del sopor del pasado y ha comenzado a considerar modelos de transmisién que son bastante mds interesantes que los viejos mecanismos del “aprendizaje por imitacién” (p. ej. Dollard, 1935; Whiting, "1941) y que los modelos, mas extravagantes, derivados de la teoria psicoanalitica (p. ej. Kardiner, 1939). Hoy en dia, el foco de interés esté en los mecanismos de “moldeamiento de la mente” por los que la cultura se perpetia a s{ misma. Entre éstos se cuentan mecanismos de moldeamiento cognitivo tales como relatos y “héroes”, y el modo en que éstos dan forma nosélo a nuestra concepeién del mundo y de otras vidas posibles, sino también a concepciones del yo, segin indica el informe de Michelle Rosaldo (1980) sobre los Iongot (y muchos otros: Geertz, 1973; Renato Rosaldo, 1980; Shweder, 1990). Lo que ya sabemos es que uno de los principales medios de transmisiOn cultural es a través de sistemas esqueméticos que afectan y ‘moldean la percepcién, la memoria y el pensamiento individua- Q\ ede humane \ \ \ cl parc Wowie ;—+una manera que en general no seria posible bajo las condiciones condueta, pasada, presente o futura. Esa “correccién”, desde luego, podria caleularse a partir de diversos eriterios: verdad 0 exactitud, predecibilidad, coincidencia con el relato de otros observadores externos, el grado en que el relato le brinda a quien lo hace bienestar, verosimilitud narrativa y demés. Las curasatravés del habla, comcelpsicoandlisis,estdndestinadas a ayudar a las personas a lograr un mejor ajuste entre lo que piensan y dicen de sf mismas y la forma en que se sienteno actiian. Pero cabe notar que incluso entre los psicoanalistas, ? contemporéneos, se esté dando una encarnizada batalla en torno a si ese “ajuste” entre el autoinforme, por un lado, y la forma de sentir y actuar, por elotro, depende de “poner en orden los datos” (una arqueologia nemotécnica, por asi llamarla)o de relatar una narracién satisfactoria y ttil para efectuar predic- ciones (véase Spence, 1982, 1987). Estoy haciendo este planteo no porque sea profundo —pues es poco més que sabiduria popular—, sino para dejar en claro el cardcter tipicamente interpretativo que tiene el autoinforme. En efecto, éste es el momento apropiado para anunciar que, durante el resto del presente capitulo, dejaré totalmente de lado la toinforme” y utilizaré en cambio otramas preci ato! [. _ Lo que esto significa, por consiguiente, es que muchas Jcosas, ademas de a autobiografia “implicitamente sostenida” 0 (abiertamente relatada, pueden afectar la forma en que uno se \sienteose comporta. Ethechoes que l autorrelatoes una delas )poderosas fuerzas que orquestan y dan direccién y estilo a los innumerables factores que pueden influir en la conducta huma- ‘na. Uno de los principales modos en que ejerce este efecto es a |través de la reconstruccién del recuerdo, Una vez.que el recuer- |do ha sido reconstruido (0 reinterpretado), es posible hacer |inferencias, efectuar predicciones, correr riesgos, eteétera, de \ anteriores. El autorrelato, por consiguiente, es una forma | importante no sdlo de tomar en cuenta (selectivamente) el pasado, sino también de desprenderse de los modos de respon- der previamente establecidos y de reorganizar las respuestas ite al futuro, me Permftanme resumir brevemente lo anterior antes de seguir adelante. El acto de la autobiografla, antes que la “vida’ segiin se almacena en lo recindito de la memoria, es lo que construye el informe de una vida. La autobiografia, en una | 186 palabra, convierte la vida en texto, ya sea implicito 0 explicito, ‘Sélo a través de la textualizacién puede uno “conocer” su vida. El proceso de textualizacién de Ia vida es complejo; es una interminable interpretacién y reinterpretacién. Su condicién textual, en sentido estricto, no est determinada exclusivamen- te por actos consistentes en hablar y escribir, sino que depende deactos de conceptualizacién:de crear esquemas de interpreta- cién a través de los cuales la memoria semAntice otorga cohe- rencia a los elementos de la memoria episédica. La esquemati- zaci6n est guiada por reglas de género y de convencién cultu- \ ral, las que a su vez imponen reglas de uso lingiifstico y de construccién narrativa. Por ultimo, en virtud de su funcién de “dispositivo de ubicacién’, la autobiografia crea lanecesidad de identificacién e individualizacién y, al mismo tiempo, satisface esasnecesidades si puede lograr una “correcta” representacin. Quiero ahora examinar la actividad interpretativa y la creacién de género contenidas en las narraciones esponténeas y no escritas acerca del yo. Creo que podré demostrar que esa actividad interpretativa es de un orden muy elevado, incluso en Ja forma no escrita. Me habria gustado abordar ahora el tema de la autobiografia y sus géneros literarios, para mostrar los tipos de especializacién impuestos por la “publicacién”. Esa historia, a mi entender, es més sociologica que psicologica. Pero por limitaciones de espacio no me es posible hacerlo. Como pueden suponer, pienso que en el autorrelato, le “textualiza- in” es un proceso primario. O, anticipéndome un poco a lo que ‘me propongo plantear, lo que cuenta es la forma o género del acto reflexivo implicado en la autoconciencia, y no la indole del registro impreso que de alli surge. A efectos de que la autocon- ciencia se exprese, debe ser formulada interpretativamente y subordinada alas exigencias genéricas, estilisticasy culturales de la interpretacién. La autoconciencia, seguin sostendré por ‘timo, es posiblemente la forma més primitiva de interpreta- cién y podria ser un componente de todas las demas formas de interpretacién. Es decir que, en la medida en que toda interpre- tacién implica una introversién reflexiva hacia los propios pensamientos, cabe suponer que esa reflexién conlleva necesa- riamente un elemento de autoconciencia. El primer caso que voy a analizar puede parecer un poco 187 les. Esto hace que la cuestién dela memoria humana cobre aun més importancia. La memoria humana, en s{ misma, parece servirse de tres sistemas distintos de transmisiGn. El primero, en términos generales, opera por medio de los mecanismos del ‘nébito}a través de la adquisicion de destrezas, la habituacién, la diseri- minacién, etestera. Esto es lo que abarcaba, en su mayor parte, a “teoria del aprendizaje” de la generacién pasada. Los llama- dos hébitos preservan las adaptaciones efectuadas en encuen- ‘tros pasados con. {| segundosistema generalmente se denomina “ragmoria episc es el sistema a través del cual se adquieren, flan y recuperan determinados hechos, impresiones y demés, del pasado. Es muy inestable y selectivo, yesté dictado por intereses y actitudes, s6lo es moderadamente exacto, aun cuando consista en uno de esos vividos recuerdos “fotograficos”(p. ej. Neisser, 1982), y es enormemente util para lidiar con los pormenores de la vida, como los de reconocer a ‘amigos y parientes, recordar niimeros telefiinicos, tener image- nes vividas del rostro de nuestro gufa en el eampamento, y ast sucesivamente. Este sistema nos permite tener acceso, aunque sea distorsionado, a los hechos que conforman los annales de nuestras autobiografias. El tercero de log sistemas dela memoria humana, general- mente denominado “memoria semAntica”(B. ej. Tulving, 1972), es el més inte ‘an el contexto que nos ocupa. Dicho crudamente, este sistema trafica en la memoria por significado y generalidad y, como cabe imaginar, su esfera est en la linea fronteriza entre lo que en el sentido comin se denomina “pensamiento” y lo que normalmente se lama memoria. En la ‘memoria seméntica, por ejemplo, recordamos los resultados de Ia actividad de eategorizar y hacer inferencias, més que los hechos eoncretos (p. ej. Bruner, Goodnow y Austin, 1956). Recordamos, por ejemplo, que habia “una cantidad de gente que ayudaba”, pero no nos acordarnos de quiénes eran ni qué estaban haciendo exactamente, aunque a veces podemos recor- darlo si se nos apremia. Un brillante alumno de la Universidad de Oxford, al responder en un examen final a una pregunta — bastante pesada sobre la diferencia entre la memoria episédica | y la semantica, observé que la memoria seméntica servia para ‘que la cultura pudiera apoderarse de la mente. El resto de su — respuesta fue regular, pero igualmente le otorgué la mejor 184 calificacién: lo que hemos aprendido acerca de la memoria desde que Sir redericBartlett escribié su obra clésica, Remem- bering, en 1982, es que contiene una funcién esquematizadora de enorme poder, capaz no sélo de seleccionar grandes cantida- des de material almacenado y organizarlo en patrones signifi- cativos sino también de volver sobre el término de Sir Frederic, de “dar vuelta” esquemas ya formados y reorganizarlos segiin intenciones y “actitudes” que estén actualmente en juego. Nuestro sistema de memoria, por lo tanto, suministra annales, pero tiene un sistema incorporado para convertirlos en chro- niques y en histoires, y hay suficiente flexibilidad en el sistema como para alterar los annales de modo que se encuadren en las chroniques. Sobre la base de este esquema, escandalosamente breve, de la memoria, quiero plantear que el proceso de “hacer una autobiografis” es el acta sutil de poner una muestra de recuer- | dos episédiccs en una densa matriz de recuerdos semanticos organizados y culturalmente esquematizados. La mezcla evoca no s6lo la deseripcién de la historia de Hayden White, sino también la famosa agudeza de W. V. Quine (1978) respecto de la fisica: uno por ciento de observacién y noventa y nueve por ciento de especulacién. Debo hacer ahora un comentario al margen, para evitar malentendidos mas adelante. No es mi propésito sostener que, en vista de lo que he dicho, todo lo que hay en la vida es la autobiografia que uno hace de ella. Por empezar, cualquiera puede referir multiples autobiografias de su propia vida, es decir, puede incluir distintos materiales, organizarlos en torno ‘a diferentes temas (dentro de ciertos limites), ajustarlos a diversos estados de énimos, adaptarlos a diferentes auditorios, y asf sucesivamente. Y, en efecto, la autobiografia que uno relata (o que “sostiene” implicitamente) puede omitir cuestio- nés cruciales que tal vez. hayan tenido un fuerte efecto en la conducta actual de uno: omitirlas voluntariamente o porque se han vuelto inaccosibles debido a una’yepresién balgtn otro ‘mecanismo semejante. Otra posibilidad es que la organizaci6n misma del autoinforme “represente falsamente” ciertas fuentes poderosas de motivacién que lo impulsan a uno a actuar de _determinadas maneras que le parecen inexplicables. Es decir, la interpretacién inherente a toda autobiografia puede ser mas ‘o menos “correcta” en lo que respecta a dar cuenta de la propia 7 185 fuera de lugar en un libro que tiene a la “cultura escrita” como ‘uno de los términos de su titulo, dado que se refiere a los autorrelatos de una nifiita de entre dos y tres afios de edad, Mamada Emmy. Tuvimos suerte en esa ocasién. Los padres de Emmy leinformaron a unacolega nuestra, cuando la nifia tenfa dos afios y medio, que su hijita mantenfa prolongados solilo- quiosa la hora de dormir, después de haberse apagado las luces, ‘Nuestra colega, la profesora Katherine Nelson} para fortuna de Ja posteridad, de inmediato les suministré-a los padres una grabadora de primera calidad y (segtin result6) una considera- ble provisién de casetes, pues Emmy, en efecto, era una infati- gable monologuista nocturna. Las grabaciones fueron la- boriosamente transciptas y constituyen uno de los més fasci- nantes cuerpos de discurso imaginables, ya sea que uno los aborde como psicélogo, psicoanalista o lingitista; de hecho, expertos en las tres disciplinas han trabajado juntos en su interpretacién (Nelson, 1989). En el andlisis que quiero describir, la doctora Joan Luca- riello y yo (Bruner y Lucariello, 1989) seleccionamos, de todas las emisiones de Emmy, tinicamente las que consistian en relatos de actividades en los que ella habia participado o se roponfa participar. Todos estos eran comentarios autobiogré- ficos. Conformaban aproximadamente la cuarta parte de sus soliloquios, ya que la nifia también hablaba de diversas cuestio- nes que habfa visto, relataba cuentos a sus animales de trapoo a s{ misma, cantaba canciones y hasta manifestaba ‘esprit escalier con respecto a lo que habia dicho o podria haberles dicho a sus padres y amigos. La irrefrenable Emmy, se podria decir, era una autobidgrafa nata. YY tenfa mucho de qué hablar en sus soliloquios, porque a principios de su tercer afio de vida, habia nacido su hermano Stephen, quien la desplaz6de su habitacién, de su cama y dela exclusiva atencién de los padres de que habia gozado antes del arribo, cuidadosamente anunciado, del hermano. Y muy poco después de esto, la enviaron a la escuela maternal, donde tuvo {que vérselas con nifiitos agresivos, complicados traslados de los padres, relaciones desconcertantes y todo lo demés. Si bien, como dice la frase de Sidney Hook (1943), la suya no era una vida que creara sucesos, ciertamente estaba repleta de sucesos. La tarea de Emmy, como la de todo nifio, era ubicarse a si misma en el fluir de los acontecimientos. Pero para hacerlo, 188 2 también necesitaba (como veremos) tener alguna sensacién de ajuste entre loque le estaba sucediendoy loqueella hacia, emo se sentia y qué pensaba. Esta es una formidable tarea interpretativa y, a mi juicio, no se puede realizar sin la ayuda del lenguaje. Pero aqui esta el punto crucial: no se trata sélo de enguaje per se. Es un género especializado el que se requiere y el que Emmy parece haber buscado. Esun género especializadopleno de rasgos estilisticos, que Emmy comienza a dominar en el transcurso desu tercer afiode vida, Esta adquisicién es el tema que nos ocupa. Permitanme caracterizarla primero de un modo bastante abstracto, en funcién de ciertos rasgos estilisticos claves contenidos en su soliloquio, que van experimentando un sistematico cambio genérico. El primero de estos rasgos es una forma de SECUENCIA, yes crucial. En un comienzo, la creacién de secuencias es similar a la del|annale ue antes mencioné. Al principio, sucesiones de Enimy son lineales y estén marcadas predomi nantemente por el uso de conjunciones de ordenamiento tempo- ral} aoedio Ay eucedioBy luego sucedi6G. tattera, Vey luego Sus términos. En un nivel més’evolucionado, aparecen términos de mayor precisin temporal: antes, después, ayer, muy pronto. A éstos se agregan, por tiltimo, términos causales guevan més allédel mero rdenamiento temporal porgue por oy a, segundo rasgo es la CANONICIDAD: la estabilidad, pre- decibilidad o adecuacién de una secuencia de hechos que hasido referida. El término més primitivo de la caronicidad es un -marcador de frecuencia-recurrencia como una vez, a veces, otra vez. Enel siguiente nivel estan los marcadores de variabilidad: disyunciones como o y pero. Luego vienen los marcadores de necesidad: fener que, hay que, y demés. Y¥ por iltimo estén los mercadores de obligacién moral: deber y otros semejantes, Estos son los medios con que Emmy lidia no s6lo con el orde- namiento temporal y causal, sino con laestabilidad yla adecua- cién de los acontecimientos con que se enfrenta. El ultimo rasgo es el PERSPECTIVISMO: la posicién afectiva, y epistémica de uno mismo cén respecto a las cuestiones co- mentadas. Aquf se incluyen términos que indican duda y/ certeza, preferencia, énfasis, perspectiva temporal y demas: quizd, no sé, gusta, por un ratito, todo el déa, como también acentos enféticos y repeticiones marcadoras de énfasis. A tra- 189 ‘vésde la perspectiva, Emmy se pone a s{ misma en el mundo de jos acontecimientos, o se limita a adoptar posiciones. ‘Hicimos una comparacién entre los autorrelatos corres- pondientes a la primera y a la segunda mitad del tercer afio de vida de Emmy. Los resultados aparecen en el cuadro 8.1. Es evidente que en la segunda mitad del afio, los autorrelatos de ‘Emmy tienen secuencias mAs rigurosas, mas mareas de cano- nicidad y mucha mayor perspectiva. Una primera respuesta a ‘esta comprobacién seria plantear que sélo refleja el mayor dominio del lenguaje de parte de la nifia, y esto es incuestiona- \ blemente cierto. Pero no es toda la verdad, pues existe otro | rrasgo estilistico que acompafia a este autorrelato genérico. i Cuadro 8.1. Porcentaje de soliloquios narrativos de Emmy que contienen tino o mds marcadores de elaboracién narrativa, 22-23 meses 28-39 meses : ‘Marcadores de causalidad 6 35 Marcadores canénicos 33 52 % Marcadores de perspectiva 33 n Cantidad de episodios de narrativa as) an ik En cierto sentido, ese rasgo es un derivado de lo que hemos Mamadocanonicidaily consiste en referir un acontecimiento, no en pasado ni en futuro (cuando sucedi6), sino en un presente intemporal. La intemporalidad es una marea de universalidad. viene tfay Jeannie viene. Ya veces Jeannie saca mi viejo cambiador ‘en casa y toma el pafial y lo pone... A veces Jeannie me cambia el z Si comparamos ahora los autorrelatos con tiempo verbal : marcado de Emmy en la primera y la segunda mitad del afio e {cuadro 8.2), no vemos ninguna diferencia en los tres rasgos de : género narrativo antes mencionados (SECUENCIA, CANONICIDAD, e PERSPECTIVISMO). Si, en cambio, comparamos los autorrelatos expresados en la modalidad intemporal (cuadro 8.2), adve ‘mos un notorio aumento de marcadores narrativos en la segun- da mitad del afto. Es decir, las emisiones con tiempo verbal marcado muestran poco cambio en cuanto a la marcacién na- rrativa; las emisiones intemporales muestran un gran cambio. Cuadro 8.2. Fuerte marcacién narrativa en soliloquios “intemporales” yycon tiempo verbal marcado (expresada en porcentaje de episodios ‘que contienen mareadores) intemporales: Con tiempo verbal rmareado 22-23 mes. 28-39 mes. 22-23 mes, 28-33 mes. Secuencia causal - 16 a 29 Perapectiva afectiva - a = 29 Perapectiva epistémica = — 56 a 29 Perspectiva enfitica yw 67 8 u Cantidad de episodios _(6) @ a2) o ‘Nos interesé observar, en primer término, que los asuntos dela ratina cotidiana generalmente estaban marcados en e] tiempo verbal, mientras que los de ciertaintensidad emocionalltendfan a ser intemporales. Compare: Papé hizo pan de maiz para Emmy con la siguiente referencia, intensamente cargada, acerca de sus prerrogativas respecto del cambio de pafiales tras el naci- miento de su hermanito, Stephen: ‘A veces mamé, papé se ocupa de Emmy en casa. A veces mamé, a ‘veces tfa se oeupan de Bmmy en la casa. A veces Jeannie y Annie y tiay Emmy y Mormor y mi papé y Carl, pap4 y Carl. Mamé. Luego 190 ‘A mi entender, esto significa que Emmy ha comenzado, efectivamente, avolcarsehacia un estilo genérico autobiogréfica_ — de intemporalidad, causalidad, canonicidad y perspectiva. Ha empezado a dominar, por asf decirlo, el estilo interpretativo, y en el proceso parece haberse ubicado ella misma y haber ubicado sus sentimientos y sus actos, en el fluir de los aconte- cimientos en medio de los que se mueve. Se ha ubicado a sf misma con més firmeza al asignar causalidad, ha ubicado los acontecimientos en funcién de surecurrencia ylegitimidad yha ‘tomado una posicién con respecto a ellos. Y una vez que Emmy elabora un tema de su soliloquio hasta darle la forma genérica— 191 apropiada, lo més probable es que ese tema sea dejado de lado yno vuelva a aparecer. Me aventuraria a afirmar que ahora el tema estd en una forma que puede constituir una representa- cién conceptual internalizable de ella misma en su mundo. O bien, evocando un planteo de Vygotsky, podemos decir que referir acontecimientos de la vida de uno en una forma genérica apropiada es un requisito para hacer que esas representaciones de los acontecimientos se presten plenamente al pensamiento, Pero ésta es una cuestién que no nos atafie en este momento, Pasaré ahora ala autobiografia adulta, Antes comenté que Ja autob a acti mn, casi de navega- eign. Aun reconociendo el riesgo ongo, quiero adentrarme un poco més en esa\metéfora. La navegacién habitualmente no se realiza s6lo paterbenreffefo propio, aunque al igual que todae las formas de actividad mental, puede convertirse en un entretenimiento solitario. Pero en general, uno ubica el propio curso o posicién a efectos de llevar un cargamento a algtin lugar conereto. O se ubica a sf mismo para poder indicarles su posicién a quienes deban rescatarlo en caso de queserompa el méstil, se agote el combustible ose caiga una vela. Ademés, supongo que es reconfortante para uno, en tanto miembro de Ia especie humana, saber dénde est en relacién con sus congéneres, por més placentero que pueda resultar estar solo Para ubicarse teniendo en mente todos estos requisites néuticos, hay que convertirse en miembro de un consenso: ser parte, por ejemplo, de un acuerdo sobre la proyeccién de un mapa, saber qué horaes en Greenwich, tener informacién sobre el Canal 16 0 los 2182 kilohercios, saber e6mo tomar un punto de posicién ¢ interpretarlo en el almanaque de fenémenos efimeros celestes y demés. Por lo general se necesita un asesor, ademés de libros, que lo conduzea a uno del érido mundo de los preceptos al fértil mundo de la préctica. Lo més importante no esque todolo que uno sabe sea absolutamentecorrecto, sinoque sea resultado de un acuerdo, tal como se acuerda silos automé- viles se conducirén por la via de la derecha o de la izquierda. Desde tempranoen a vida, como hemos visto, aprendemos cémo hablar de nuestra vida. Bs un ejercicio eminentemente consensual. Aprendemos en el efrculo de la familia, que en definitiva es el primero en el que debemos ubicarnos. Aprende- 192 mos el género de la familia: las teméticas, los requisitos esti- Usticos, el léxico, los procedimientos austinianos de ofrecer justificaciones y pedir disculpas y todo lo demés... ylo aprende- mos sorprendentemente temprano (Dunn, 1988). El modo dis- cursivo del autorrelato propio de la familia suministra no sélo tun modelo sino también una serie de constricciones. Una gran parte del discurso de la familia est4 destinada, no tanto a brindar relatos completos de la vida, sino a relatar al nivel de losannales (con criterios implicitos respecto de c6mo hacer més, comprensibles los acontecimientos, de ser necesario, en térmi- nos de crénicas més extensas). Desde temprano aprendemos cémo inventar nuestras vidas por la pura necesidad de convivir en familia. Con estos temas en mente, hemos estado recogiendo auto- biografias, no escritas sino verbales (Bruner y Weisser, en prensa). Tan s6lo pedimos a nuestros entrevistados que ‘nos cuenter Ia historia de su vida en una hora, y cuando terminan, la doctora Weisser (pues ella realiza las-entrevistas) les hace algunas preguntas informalmente expresadas, pero formula- das con todo cuidado. Las personas no tienen ninguna objecién en efectuar la tarea, y de hecho hasta la disfrutan. Nadie se ha asombrado por el pedido, lo que si se piensa un poco, es una comprobacién reveladora, para empezar. A muchas personas Jes resulta dificil, o eso dicen, e incluso los nifios parecen tener sierta conciencia de las multiples rutas que se pueden recorrer al llevar a cabo la tarea. En los tiltimos tiempos, la doctora Weisser y yo hemos empezado a entrevistar en forma indepen- diente alos miembros de las mismas familias, a padres e hijos ‘por igual. Voy areferirme ahora una de esas familias, integrada por seis miembros: el padre, la madre, sus dos hijas mujeres y sus dos hijos varones, de entre veinticuatro y cuarenta y dos stios. Nome sera posible hacerles justicia a estos seis complica dos individuos ni a la|eultura familiar en la que operan. Pero puedo al menos ilustrar algunos puntos. El padre, sesentén, es contratista de sistemas de calefac- cién y cuenta con medios modestamente holgados. Es un hom- ‘ne reflexivo, muy trabajador y dedicado a ayudar a los demas. Lamadre, pocos afios menor, volvié a trabajar hace cuatro atios, (tras una vida como ama de casa y madre). Trabajaen la oficina Cel marido, pero cobrando sueldo. La familia ha vivido durante treinta afios en la misma seccién de Brooklyn, en la que la sefiora Goodhertz (Ie daremos este apellido a la familia) es miembro activo de las organizaciones locales de la Iglesia Catélica y del Partido Demécrata. La hija mayor, Nonny, se cas6 muy joven con un hombre que se volvi6 alcohélico y del que se divorcié alos ocho afios de matrimonio. Tiene una hijade diez afios, se ha vuelto a casar, se ha recobrado y ahora se dedica a vender espacios publicitarios para una revista de comercio. El hijo siguiente, Rod, pocos aiios menor que Nonny, también se casé siendo joven y, tras un breve y desastroso matrimonio, su esposa se divorcié de él y se llevé con ella a su hijito. Poco después, Rod perdié su empleo en la municipalidad a causa de sus frecuentes arrebatos de mal genio. Ahora esta trabajando fen un depésito de productos importados, le ha iniciado juicio a Ja municipalidad para recuperar su puesto anterior y también le entablé demanda a su ex esposa por la custodia parcial d hijo. Se describe a sf mismo como un hombre colérico e infeliz, y da la impresién de estar un poco en el limbo. El hijo que le sigue, Carl, un par de afios menor que Rod, estudié en una escuela y una universidad catélicas, se hizo miembro del movi miento de paz catélico y luego asistié a un colegio de graduados fen las afueras de Nueva York, donde hace poco obtuvo su doctorado en neurofisiologia. Ahora tiene un empleo en el aboratorio de una universidad de la ciudad, donde suele pe- Jearse con el jefe acerca de a quién le corresponden los méritos, wo es eficaz en su trabajo. Donna, de veinticuatro afios, es la menor de los hijos por una diferencia de seis afios, y todos coinciden en que es “la nena de la familia”. Hay una tendencia ‘a gordura en la familia, siendo Nonny y Rod casi obesos, con ‘excepcién de Donna, que es delgada, bonita y vivaz. Tras una experiencia anodina y un poco desdichada en la universidad, Donna ha estado estudiando para ser actriz, ha tenido algunos papeles secundarios y ahora se inscribié en una escuela de teatro de primera linea. La sefiora Goodhertz es italo-americana de segunda gene- rracién, hija de un hombre al que ella describe como de la vieja escuela: poco empesioso, bebedor y mujeriego. El padre del sefior Goodhertz tampoco mantenfa apropiadamente a la fami- lia y terminé por abandonar a su esposa, de modo que el hijo debié pasar parte del tiempo bajo el cuidado de unas monjas ¥ Tuego ponerse a trabajar y dejar los estudios siendo muy joven. ‘Ambos padres, en todo sentido, habian tenido una infancia muy 194 dura, y estaban decididos a evitar que sus hijos pasaran por lo mismo. La familia es muy unida. Donna sigue viviendo con sus, padres, en la misma casa en que nacié. También Rod est viviendo allt. Nonny vivié a veces en la casa y ahora reside en las cercanfas, y Carl va frecuentemente de visita y todos los do- mingos cena con la familia. ‘Atodos les gusta sentarse alrededor dela mesa dela cocina 0 del comedor, donde, segiin nos dice cada unc de ellos por separado, se puede hablar de cualquier problema que uno tenga “sin exceptuar ningsin tépico”. . Quiero tratar dos temas principales del autorrelato de la cultura familiar, muy brevemente, y como discalpa por esta bbrevedad los remito a un articulo reciente sobre algunos de los miembros de la familia Goodhertz (Bruner, 1987), Permitanme explicar primero qué quiero decir cuando hablo de un tema. El tema esté compuesto por una yuxtaposicién de mundos posi- bles, idealizados pero contrastantes, en funcién de los cuales ‘uno puede orientar un relato sobre s{ mismo. A efectos de lograr ese contraste, se emplean no s6lo fuentes teméticas sino tam- bién medios lingufsticos para destacar el contraste y la analo- gia: tropos, léxico y recursos sintécticos. El primer tema, por ejemplo, esté construido en torno a la distincién entre el “mundo real” y el “hogar”: cudndo, cémoy por quéhay queestar enunooenel otro. La realizacién léxico-sintdctica de este tema se basa en el uso de locativos, nombres de luger y verbos de movimiento. El segundo tema se relaciona con el contraste entre el acatamiento y la autonomia, entre la lealtad y la + independencia. Su objeto principal es la indole, la consecucién yeel empleo de los dos elementos contrastantes: la independen- cia hasta el litnite de la impulsividad “descontrolada”, por un. lado, y la responsabilidad firme y voluntariamente aceptada, por el otro. ;Cémo pueden equilibrarse estos dos elementos en el relato que uno hace de su vida? La expresién lingiiistica de este tema se advierte en la antifonta entre los medos optativo y obligatorio: quiero, deseo, simplemente lo hice, en contraste con tuve que, debo, deberta. No s6lo incluye determinados verbos modales sino también determinados adverbios que tienen casi la misma fuerza que las disyunciones adverbiales que “expre- san una evaluacién de lo que se esté diciendo” (Quirk y Greenbaum, 1973). El mejor ejemplo es el adverbio simplemen- 195 te utilizado para indicar la inevitabilidad de un impulso, como cuando se dice: “simplemente quise decirle lo que pensaba de é] de una buena vez”. Nunca se usa en el modo obligativo. Consideremos primero el “hogar” y el “mundo real”. Sin duda es un tema muy antiguo, un contraste cuyo significado cambiajuntocon las cireunstanciashistéricas (véase Rybezynski, 1986). Tan s6lo imaginen cémo cambié de significado al pasar del mbito de la aldea rural europea de fines del siglo XVII al ambiente urbano de la Revolucién Industrial. Pero cualquiera sea su significado abstracto como contraste cultural, la distin. cién no ejerce su efecto sobre la mente de las personas a través de su significado abstracto, sino a través de alguna versién idiosinerdsica de éste que surge a partir dela “vida local” de uno. ‘La distincién cultural abstracta esté “contenida” en la concre- cién local. Asi, mientras que el hogar y el mundo real tienen una representacién abstracta en nuestra concepeién de la cultura en general, la representacién que hay en la mente de quienes estén bajo su dominio es de un orden mucho més personal (psicol6gico, de hecho). Lo que sorprende de una distincién de este tipo es que quienes la emplean o tropiezan con ella, aun en sus formas idiosincrdsicas y locales, se reconocen unos a otros como indivi- duos que comparten un dilema o dificultad similar. Lo que une a la gente en una comunidad es este reconocimiento comparti- do, esta sensacién de que “yo s6 que ti sabes que yo sé lo que quieres decir”. Cuanto mas unida es la comunidad y més resuposiciones se comparten en ella, tanto més pequefia tiende a ser, y tanto més fuertes serén sus efectos sobre quienes estén dentro de su circulo, La familia, por supuesto, es el ejemplo paradigmatico, virtualmente el caso limite. Considérese ahora la geografia psiquica de nuestra familia Goodhertz. Para sus miembros, el hogar es interior, privado, indulgente, intimoy seguro. El mundoreal es anénimo, hipéeri- ta, impredecible y riesgoso. Pero, explicitamente para los hijos, ‘e implicitamente para los pedres, el hogar también tiende a ser “aprisionante” y aburrido, limitado por deberes y obligaciones; el mundo real implica estimulos, oportunidades y desafios. Desde el principio de su relato autobiogréfico, la madre dice de Jos hijos: “los maleriamos para el mundo real’, y el padre habla de “prepararlos para el mundo real”. ‘No sélo en el tema sino también en el lenguaje de los 196 miembros de la familia, se pone de manifiesto la distincién. Sus, relatos autobiogréficos estén cargados de metéforas de espacio ylocacién, con locativos y defcticos espaciales. Elrelatode Carl, porejemplo, esté lleno de “adentro-afuera”, “aqui-all®, “vinien- dode-yendo a’. Su Bildungsroman esté estructurado casi como ‘un relato de “viaje” en la gran tradicién de Doughty y Freya Stark (aunque entremezclado con Lucky Jim): habla de mover- se hacia afuera concéntricamente para encontrar el “lugar apropiado para crecer”, de “sentirse fuera de lugar”, de “conse- guir un lugar especial en el Departamento” hasta encontrar un “lugar privilegiado” que “brinde oportunidades’. Para Carl, los, “lugares especiales” son enclaves semejantes al hoger en el mundo real, pero aun asf son inseguros, al estilo de Iearo: “Yo soy s6lo un muchacho de Brooklyn que no deberfa estar donde est. Se me dieron muchisimas oportunidades favorables, aun- ‘que no 86 por qué. No é eémo llegué adonde estoy, ni si podré quedarme.” Cada uno de los miembros de la familia, a su manera, hace ofr el mismo tema espacial: en eleaso de Donna, treinta y siete de sus primeras cien oraciones contienen meté- foras espaciales 0 locativos, cuando describe eémo ha estado *yendo a la ciudad sola desde que tenia catorce afios”, y para Nonny, “ir para arriba” es la metéfora esencial de su escape de un marido aleohélico y su acceso a una nueva vida lena de proyectos, que hasta incluye la actividad de vender “espacio” como forma de seguir en esa direccién. Rod se describe a si mismo diciendo que esta “atrapado, como un animal en una jaula’: ha perdido el control de su movimiento, ‘La “aguda linea divisoria” que marea el tema del viaje de esta familia tiene rafces psicolégicas profundas eidiosinerésicas: el hogar es lo que los padres construyeron como un parachoque contra el bien guardado secreto de sus propias infancias casti- gadas; el mundo real se compone de esos secretos acallados y, por asi decirlo, de los engafiosos halagos de la vida en laciudad. Pero ademés de su cardcter idiosincrésico, la distincién “se ajusta” a un “hecho” cultural, a un hecho que sigue mantenien- dounidoa un vecindario en lajungla de Brooklyn, con la misma firmeza con que asegura la adhesin de la familia Goodhertz a una modalidad discursiva que le brinda a cada miembro la forma de expresar su parte en un tema. No importa adénde Meguen al abordar el contraste; lo que importa es que lo aborden, que se justifiquen en funcién de ese contraste, y demés. Lo importante no es que lleguen a un acuerdo, sino que tengan un enfoque en comin. ‘Enloque respecta aa antifonia entre autonom{ay lealtad, quiero hacer sélo un breve comentario. Seguramente no existe ninguna sociedad cuyos procedimientos de socializacién sean lo bastante poderosos como para suprimir por completo el conflic- to entre el deber social y el impulso personal. Cuando los antropélogos experimentados reflexionan sobre los “pueblos” fuera de las austeras péginas de sus monografias, terminan por repetir el mismo estribillo. Adaptarse y al mismo tiempo man tenerse libre es, en todas partes, el dilema. ;Existe alguna sociedad tan cerrada y circunscrita que no deje ninguna opcién abierta, ningtin mundo posible como alternativa, ninguna ma- nera de eludir la responsabilidad y el ritual? ‘También en este caso, el modo en que se exprese el dilema, aun en una sociedad simple, seré idiosinerdsico y focal, pero igualmente reconocible como un problema cultural general, como una campana que tafie para todos los que le presten ofdo. Asi, el sefior Goodhertz reflexiona que aunque se ha dedicado a ayudar a los dems, tanto dentro como fuera de su familia, a veces se pregunta si no habré perdido algo de intimidad en la vida. Y su esposa, casi a los sesenta afios, vuelve a trabajar en forma remunerada para reclamar el derecho a hacer lo que quiere. Rod maldiceel oscuro pozo al que siente que fue arrojado por causa de las responsabilidades con las que no cumpli6 (jo acaso cumplié?). Carl quiere obtener el cargo de titular de cétedra algtin dia, pero para ello su jefe debe reconocer y valorar su “condicién especial”. También cuenta cémo abandoné a una ‘hermosa rubia californiana con la que vivié un verano: salté una mafiana de su cama y se tomé un avién que lo trajo de regreso al este, renunciando a “la vida indolente” para poder combinar el placer y el deber de un modo més equitativo. Nonny, cuando se le pregunta qué espera de la vida, responde: “mas”, pero no aclara si se trata de més autoexpresién o més remuneracién y reconocimiento. Donna constantemente “quiere”: papeles para representar, “no quedarme encerrada.con cuatro hijos dentro de cuatro paredes”, experimentar el mundo, decirle a la gente lo que ella piensa cuando le da la gana, eteétera. Y mientras los Goodhertz se retinen en torno a esa mesa de la cocina o del comedor, cada uno de ellos estructura su autorrelato de una manera y con un Iéxico que ha aprendido que los demas com- 198 prenderén, incluso al punto de coincidir en que Donna todavia noha probado lo que es estar auténomamente fuera del nido. Y en el proceso, cada uno de ellos entra en un género comunal de autobiografia, aunque todos afirman que su comunicacién es “totalmente libre”, “sin exclusién de ningtin t6pico”. Pero uno tiene la impresién de que los t6picos estan dados, y es principal mente acerca de estos t6picos que pueden sentirse libres. Permitanme volver a plantear mi tesis principal y luego proponer algunas conclusiones tentativas. La mente es forma- da en gran medida por el acto de inventar el yo, pues en los prolongados y repetitivos actos de autoinvencién, definimos el mundo, el aleance de nuestra accién con respecto a ély la indole de la epistemologia que gobierna el modo en que el yo debe conocer el mundo y, por cierto, conocerse a sf mismo reflexiva- mente. La autoinvencién, por su propia naturaleza, crea disyunciones entre un yo que relata en el instante del discurso \ y los yo esquematizados en la memoria. Latarea del autorrelato se inicia con el comienzo mismo del Ienguaje, Nuestros autorrelatos pronto se vuelven genéricos, perdiendo su correspondencia con la ocasién. En el caso de Emmy, sus soliloquios acerca de ella misma van pasando répi- damente, en su tercer afio de vida, a expresarse en un lenguaje yunmodode pensamientocaracterizados porla intemporalidad, Ja causalidad, la canonicidad y el perspectivismo. Cambian no s6lo de contenido sino fambién de estilo. Emmy est dedicada a esa tarea autocreadora de comprender a través de la narrativ: la relaci6n entre lo que ella piensa, lo que siente y lo que hace: de conectar sus intenciones con los resultados obtenidos, cuando es posible, y marcarlas con la duda cuando sus esfuerz0s fraca- san. En el proceso, Emmy comienza a textualizar su vida de un modo que la deja siempre abierta a la interpretacion y la rein- texpretacién. Nome cabe duda de que un nifio de la tribu Tlongot Ioharfa en forma distinta y de que algo de lo que observamos en. el caso de Emmy refleja el cardcter altamente letrado de la cultura de esta nifia. Después de todo, sus dos padres son rec- tores universitarios. Un nifio Tlongot, criado en una familia di- ferente, probablemente habria comenzado a mostrar, aun a los, tres afios, algunas caracteristicas distintas en sus soliloquios. Por eso es que seguidamente me referf a la relacién de familia y a autobiografia: para indicar en qué medidala familia continwla, como vicaria de la cultura, perfeccionando y refinan- 199 dolos géneros del relato dela vida. No se trata de que la familia moldee directamente la forma de una vida. Lo que sucede es que, al proponer las estructuras teméticas en funcién de las cuales se puede dar cuenta de Ia vida, y al establecer los contrastes lingiifsticos y definir los dilemas, la familia constri- {fie el manejo de la autoconcienciay la accién. Ala antinomia del yo como narrador y el yo como sujeto, la familia agrega la del hogary el mundo y la de la responsabilidad y la individualidad, YY éstas también tienen un efecto constrictivo. Mi planteo general es que la transformacin histérica de esta clase de autoconciencia en occidente es el determinante principal de la mente moderna, de las formas de géneros de autorrelato que ha generado. Sobre esta base, la declinacién de Ja esclavitud y el feudalismo, las abstracciones inherentes al uso del dinero y la idea de las reservas y ahorros de excedentes podrian tener tanta repereusién sobro estas formas oralea, altamente interpretables, como la que tuvo la cultura escrita Gruner, 1990). Dicho esto, sin embargo, debo ahora manifestar que estoy totalmente de acuerdo en que cuando la cultura eserita se convierte en el instrumento de un autorrelato més autocons- ciente, més orientadoala accién, el cambio hacia lamodernidad sinduda se acelera; pero ése noes, ami juicio, el factor principal. ‘Recuérdese que el palo para cavar en los horizontes arqueol6- gicos del Africa oriental del Australopithecus se utiliz6 durante decenas de miles de afios antes de que se le diera su pleno uso yantes de que tuviera algtin efecto sobre las formas de agricul- ‘tura (Lewin, 1988). Un sistema de escritura como el existente entre los vai no parece haber tenido mucho efecto sobre el pensamiento en esa cultura (Scribner y Cole, 1981). Los mayas del Yucatén habian perfeccionado la rueda y el eje, pero los usaban para construir ruedas para rezar, mientras sus traba- jadores arrastraban piedras talladas por medio de cuerdas sin poleas. Es muy posible, como destacé Lev Vygotsky (1987) en el espfritu de Francis Bacon, que ni la mano ni la mente por sf solas puedan hacer mucho y que precisen instrumentos y elementos auxiliares que las perfeccionen. Yo s6lo quiero plan- tear, ampliandoesa importante verdad, que para salir adelante uno necesita una buena teorfa y que las teorfas por lo general deben comenzar internamente. La més importante es una teoria acerca de uno mismo. 200 Referencias bibliogréficas Bartlett, F.C. (1982). Remembering. Cambridge University Press Benveniste, B. (1971). Problems in general linguistics. Coral Gables, Fla: University of Miami Press. 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Mitchell (comp), On narrative. Chicago: University of Chicago Press. ‘Whiting, J.(1941).Becominga Kwoma, Nueva Haven, Conn.:Yale University Press. 9 Cultura escrita y objetividad: el surgimiento de la ciencia moderna DAVID R. OLSON Mientras que desde hace tiempo existe la convieci6n de que a Reforma protestante esta de algtin modo relacionada con el surgimiento de la ciencia moderna (Merton, 1970; Rousseau, 1966; Weber, 1980), la hipétesis que vincula estos movimientos sociales con el desarrollo y expansiGn dela cultura escrita es re- lativamente nueva y se puede encontrar en los escritos de Innis (1951), McLuhan (1962), Havelock (1963), Goody y Watt (1968), Eisenstein (1979) y Stock (1983). Todos estos autores, entre otros, han reconocido que los cambios en las formas de comuni- cacién han tenido el efecto de alterar las actividades humanas y las formas culturales. Las explicaciones de estos cambios en general han tomado una de dos direcciones. Un grupo de autores atribuye los cambios culturales aso- ciados con cambios en las formas de comunicacién a una transformacion de las précticas sociales e institucionales, pre- -suponiendo que los procesos cognitivos de los individuos siguen siendo précticamente los mismos. En este campo, inclui autores como Scribner (1977), Scribner y Cole (1981), Leach (21966), Douglas (1980), Eisenstein (1979) y Street (1984). El otro grupo vincula estos mismos cambios culturales con cam- bios psicol6gicos, con una alteracién en las formas de represen- tacién y las formas de conciencia. En este campo estarfan McLuhan (1962, 1964), Havelock (1963), Goody (1977), Green- field (1972), Ong (1982), Stock (1983) y yo mismo (Olson, 1977). ‘Nohay que darledemasiada importancia asta diferencia, pero se la puede ilustrar comparando la obra de Eisenstein (2979), quien examiné la influencia de la imprenta en el auge del protestantismo y en el auge de la ciencia moderna, con la de Stock (1983), quien exploré el papel que cumplié 1a cultura 203 Poca

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