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Los primeros versos en romance tambin son voces de mujer. Nos hablan a diez siglos de distancia,
aunque suenen como un susurro al odo. Son las jarchas, nuestra lrica rupestre, esa piedra lanzada
al ro del tiempo, la mano abierta contra la pared.
Cuando las escuch, en la voz de Martina, vivas, centelleantes, llevaban desde el ao 1000
entre nosotros, guijarros rodando, avena llevada por el viento, pavesas de una hoguera apagada.
Como tantas cuevas prehistricas, las jarchas son un descubrimiento reciente y accidental.
Samuel Miklos Stern estudiaba las moaxajas, unas composiciones en hebreo de origen rabe,
cuando encontr en su interior el brillo inesperado de unos versos en romance: las jarchas. La
publicacin en 1948 del legendario artculo de Stern [], cambi por completo la historia de
nuestra literatura. No exagera Alan Deyermond al comparar las jarchas con la piedra rosetta o con
los rollos del Mar Muerto. Al ao siguiente, Stern encontr ms jarchas en una moaxaja rabe y as,
entre Stern y el arabista Emilio Garca Gmez, desenterraron la primitiva lrica popular romnica,
sepultada en composiciones cultas en rabe y hebreo.