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CAPITULO I LAS PRESIONES HACIA LA CONFORMIDAD. CUARTA PROPOSICION [Las formas adoptads por los procesos de influencia luidez y esta constituyen aspectos fundamentales de todo es- Las normas nacen y se modifican cuando hay 8 individuos en estas condiciones de po- es, de numerosas respuestas potenciales y de ambigtiedad. He aqui sus palabras: prodiapuesten a someterse a Ia influencia de los demés. Las siguientes proposiciones, de general aceptacién, se formulan sobre la base de esta interpretacién y han sido ve- rificadas repetidas veces: a) Cuanto menos estructurados estén el estfmulo, el ob- fas prasiones hacia la coniormided 43 Jeto o la situacién en que se ejerce la influencia, mayor 5 sta. ) La influencia es mucho may tun estimulo social compl se trata de un estimulo mater hecho, cuando esta en juego de valor que cuando simple o de un juicio de \dividuo. Acabamos de enumerar algunas de las posibles causas de tal estado: aptitudes intelectuales, sensoriales o caracterolégicas débiles. Otras personas se it ierponen entre el individuo y el entorno y atenitan estas de- bilidades. Kettey y Trrmavr han planteado bien el tema: nes. Parece que pueden existir al menos dos entre el emisor el des! ‘qué medida este scuerdo con la suges acepta. En clertos casos, puede considerarse al destinatario desde un punto ae imental, como un ‘mediador de hecho’, en evidente puede inci tonizar con el emisor sin gue in: tervenga I 7 acuerdo puede convertirse en tin ‘motivo independiente, La fuerza de este motive parece depender, en arte, de la fuerza de I cin positiva y de la afeceién hac ‘A puede ocasionar un cambio de opinién en B. te. Cuando el miembro del grupo si luna fuerte inclinacién positiva hacia el grupo y sus miembros, se rentaré_ hacia Ia opinién medal expresada en el seno del grupo» 968, p. 713). ‘Mas tarde volveré sobre este texto. De momento quiero simplemente llamar la atencién sobre él hecho de que la tervencién de un emediadors entre el individuo y su entorno ¢s indispensable cuando esta persona es incapez de afrontar Ja realidad, Pero hay que tener presente que en el caso des- crito por SHERIF el «tercero» es Ja norma, mientras que en el citado por Kettey y THraaur este «tercero» es un indivi- duo o el grupo... En el primer caso, la que se ejerce equivale a buscar una sol segundo caso, influir en alguien sigi far el propio papel —de experto, por ejemplo— para modificar el punto rminorlaa activas 50 _Peleologia de de vista o la opinién del otro. No obstante, esta interaccién, sea externa o interna, no esté determinada por s{ misma: es la relacién al objeto y al entorno lo que la determina Podemos aftadir ahora otras dos proposiciones a las ya expuestas: ) Cuanto més insegura se siente una persona en sus jones y juicios mayor es su propensién a ser influida, 4) Cuanto menos segura se siente una persona de sus aptitudes sensoriales e intelectuales, més dispuesta estd a aceptar la influencia de alguien al que atribuye capacidades sensoriales e intelectuales superiores. Se ha intentado especificar cudl de estos efectos puede atribuirse a la incertidumbre del sujeto y cudl a la ambiglie- dad del objeto, pero sin obtener resultados concluyentes. No hay raz6n para poner en duda la exactitud de estas afirmaciones. Voy a indicar algunas de sus conclusiones, a las que deberia prestarse, a mi entender, una mayor aten- ion: a) En una situacién en que las dos partes se sienten se- guras de sus juicios y sus opiniones, la influencia social no tiene lugar, no puede intervenir en forma alguna, puesto que no existe una incertidumbre a reducir. 5) Cuando un grupo, un subgrupo o un individuo estan seguros de algo, no cabe utilizar la influencia para inducir- los a modificar sus opiniones 0 sus juicios. ¢) Cuando no hay ambigiiedad en el estimulo, 0 cuando no es posible referirse a un criterio objetivo, no’ puede ha- ber influencia. El individuo que tiene un entorno a su favor, si esté bien adaptado y puede reaccionar a él correctamente, es capaz de resistir las presiones sociales y de escapar a la incomodidad resultante de su interaccién con otros. Cuando no posee un entorno favorable, no se adapta ni reacciona correctamente, cede a las presiones sociales y no puede escapar a las inco- modidades de la interaccién. En suma, cuando alguien armo- niza con la naturaleza, no tiene necesidad de la sociedad; cuando alguien no armoniza con la naturaleza, tiene necesi- dad de la sociedad, Ast es como se representa Ia interaccién en funcién de las relaciones con esa parte del mundo mat! rial considerada como esencial. La noci6n de incertidumbre desempefia, pues, en este mo- delo te6rico un papel andlogo al del concepto clave de pro- miscuidad en antropologia, 0 al de escasez en economfa, en el sentido de que representa para la sociedad, a la vez, una condicién previa y un motor inicial. Como s¢ sabe, los an- ‘tropélogos explican la aparicién de la organizacién social por la necesidad de formular reglas (la prohibicion del incesto, por ejemplo), a fin de evitar las Iuchas y los desérdenes que existen entre’ los animales en el estado natural. Asimismo, Jos economistas ven en el comportamiento y la regulacién del mercado una especie de necesidad impuesta por la esca- sez y por el reparto desigual de los recursos en Ia natura. leza. De igual modo, para el psicélogo social Ia certeza es lun recurso dificil de obtener, y con el fin de logrario una persona se asocia o se somete a otras, La presencia o la ausencia de esta certeza determina el contraste entre las diferentes formas de influencia, Si el in- dividuo, 0 el subgrupo, esta inseguro, busca el apoyo de un «anediador de hecho», La influencia esté justificada. Pero si no estd inseguro y se conforma a pesar de todo, entran en juego otros motivos (subjetivos): el deseo de ser aceptado por el grupo, el poder de la autoridad, etc. Este tipo de andlisis ha inspirado las distinciones antes mencionadas entre la influencia social informacional y la influencia social normativa, y entre la conformidad centrada en la tarea y la conformidad centrada en el grupo. CoxEn (1964, p. 106) escribe: «Particularmente importante es, pues, la distincién entre la necesidad de rango y la necesidad de informacion. La influencia social puede aceptarse, bien sea en la medida en que evoca el deseo del individuo de conser- var su rango frente a los otros, bien en la medida en que implica su dependencia respecto a los otros.en cuanto a la informacion sobre sf y sobre el mundo circundante. Pode- mos lamar al primer conjunto de motives de adhesién al grupo determinantes ‘normativos’ o ‘motivacionales', y ai se- gundo conjunto determinantes ‘informacionales’ 0 de "incer- tidumbre’. En la situacin normativa, la imagen que la per- sona se forja de si misma queda reflejada en las recompen- sas 0 los castigos que puede recibir de otros. En la situacién informacional, 1a persona acepta a los otros como fuente Fe 52 _Peleologia de las minorise actives de influencia porque los utiliza como fuentes estables de informacién para evaluar el mundo que le rodea.» Asi, pues, en este caso el proceso y la forma de la influencia social co- rresponden a la necesidad del individuo: éste se somete 2 causa de su dependencia. Si esto sucede, se deduce que, de no tener necesidad del grupo, ningtin grupo podria influir en él. Ha llegado quiza el momento de expresar mi asombro. Lo que se nos ha dicho de la diferencia entre la realidad fisica y la realidad basada en el consenso social es plena- mente convincente y ha sido verificado repetidas veces. Pero el hecho de que la conviccién haya sido tan esponténea y Ia verificacién tan facil debfa hacernos mds escépticos y aler- tar nuestro sentido critico. ¢Por qué una persona que no es capaz de formarse un juicio exacto por falta de instrumen- tos de medida adecuados va a suponer que las otras perso- jores condi ‘Cuando no existe certeza sobre Ia realidad fisica u objetiva para cualquier individuo concreto, no puede haberla para ningin otro, Si no existe reloj para marcar la hora 0 mar- tillo para probar la dureza de una sustancia, el intento de tun individuo de indicar la hora refiriéndose a la posicién del sol o de estimar la dureza por el tacto o la vista no sera ni més ni menos exacto que el de cualquier otra persona que se sirva de los mismos métodos. La nocién de ambigiie- dad da lugar a observaciones similares. Si los individuos perciben un estimulo como ambiguo o carente de objetivi- dad, segiin la expresién de StERir, y si saben ademas que es asi, entonces la diversidad de los juicios es licita y nor- mal, No se ve razén alguna para intentar ponerse de acuer- do, ni se entiende cémo semejante acuerdo podria asegurar- les sobre Ia validez de sus opiniones y sus juicios. El cardc- ter arbitrario de los resultados de sus comunicaciones debe serles perfectamente evidente, Incluso pueden sentirse ali- viados al constatar que no son los tinicos en cometer un error, Pero nada les autoriza a afirmar que ellos tengan ra- 26n 0 que los otros la posean. No hace falta afiadir més sobre el tema por el momento; volveremos més tarde so- bre él. ‘Tomando de nuevo la cuestién de la incertidumbre, esté claro que su reduccién determina Ia frontera entre la con- formidad real y la simple sumisién, No existe una relacién Las prasionas hacia la conta necesaria entre nuestra conviccién sobre el grado de verdad de la opinién del grupo y el hecho de adherirnos a éste, si somos forzados a seguirle o sentimos el deseo de pertenecer a él. Podemos muy bien pensar una cosa y decir otra si ve- mos en ello una ventaja, si deseamos obtener la aprobacién de nuestros semejantes o tenemos alguna otra buena razén para comportarnos de ese modo, Correlativamente, cuando creemos Io que nos dicen, aceptamos el juicio del grupo tinicamente porque el nuestro es incierto 0 muy dificil de verificar 0 por alguna razén de este tipo, En el primer caso, se trata de sumisién; en el segundo, de conformidad real. Esto es al menos lo que expresa la teoria. Una de las interpretaciones més corrientes de las expe- rlencias de AscH concuerda con esta idea. Tomemos, por ejemplo, un individuo que compara una linea modelo con otras tres lineas, La duda interna es imposible, y la ambi- giiedad externa prdcticamente inexistente. La certeza es, pues, total, Por otra parte, siendo los juicios de los otros individuos que participan en la experiencia indudablemente falsos, el sujeto ingenuo, nuestro individuo tipo, se halla frente a una opcién clara. Si dice lo que ve y lo que sabe que es verdadero, esté de acuerdo consigo mismo y con la realidad. Pero corre peligro de caer mal a los individuos que constituyen la mayorfa y esperan que se ponga de acuer- do con ellos. Muchas veces no es conveniente decir u off la verdad; es posible que despierte en In mayoria la malevo- lencia o incluso Ia hostilidad. Al evitar este riesgo, el indivi- duo da una respuesta que es falsa, pero que parece conve- niente. El conformista resuelve su dilema formulando pé- blicamente una opinién contraria a la suya personal, y que- dando convencido de la verdad de su propia opinién. Ni esta interpretacién ni las otras han sido objeto de verificaciones serias. Esto resulta particularmente interesan- te, ya que la interpretacién esté deducida de una proposicién que descarta la posibilidad de cambio cuando no hay incer- Uidumbre. Dado que, a pesar de todo y con general sorpre- sa, se ha observado un cambio cuando no debia hal producido, el tinico modo de salir del paso era atribuirlo a circunstancias exteriores y considerarlo como una sumisién puramente superficial Recapitulemos algunas preguntas y las respuestas perti- nentes: 54 _Peloologia de —gPor qué las personas slenien incertidumbs Porque el estimulo es ambiguo © porque fianza en si, ete. en al estado externo del objeto. Existe una excepcién relevante a todo esto. Esté indicada rabajo de AScH. El autor no otorgé gran importancia a estos estados de certeza o de incertidumbre, No intents demostrar que, en caso de incertidumbre, las personas se vuelven infuenciables 0 que, cuando se conforman al grupo, deben pagar el precio de la incertidumbre en sus propias ccreencias y juicios. Con todo, cuando sus investigaciones en- traron en la corriente general (Deutscrt y Grrarp, 1955; JacKson y SaLtZENsTEIN, 1958), no se tuvo en cuenta su ca- récter excepcional. Hemos visto ya algunas consecuencias que se deducen de las preguntas y respuestas mencionadas. Pero atin no he hecho alusién a jas tres hipétesis fundamentales: 4) La incertidumbre existe sélo en el blanco, nunca en Ja fuente. 5) La incertidumbre es percibida més como un dato que como un resultado de la interaccién si ‘ace en el orga- nismo 0 en el marco ambiental, pero nunca en el grupo. ¢) La influencia est motivada por factores pre-soci ‘9 no-sociales: viene a satisfacer la necesidad de un individu reduciendo su incertidumbre y le permite adaptarse al en- torno, sin ms. En todos los de- més casos, el conformismo no es deseable y siempre es pur ramente hipécrita, Se trata de dar al César lo que es del César. Pero esto, por desgracia, no se hace impunemente. Podemos comenzar sometiéndonos por cortesia, para pasar luego a verdaderos y amplios compromisos en los planos emocional ¢ intelectual. Como decta DipeRor, Ios hombres acaban por creer en las opiniones que se ven ol expresar en ptiblico. En tltimo andlisis, resulta Les presiones hacia Ie conformidad 58 . Pero tinguir entre la sumisién y la conformidad auté esto es otra cuestion, QUINTA PROPOSICION EEI consenso perseguido por el proceso de influencix se funda en Ia norma de objetividad Esta proposi jon no es probablemente muy explicita, pero dlisis de las interacciones socia- idea de consenso social en cuan- ynes. Aungue las informaciones inequivocas ofrecidas contribuyen a la satisfaccién de esta necesidad, de las otras personas constituye también una fuen Especialmente cuando experimenta un sentimiento de incertidumbre o de confusion —cuando no sabe como reaccionar—, luna persona puede observar los comportamientos de otros a fin de mas ambigua sea la situacién no social que sirve de estimulo, més ‘serd que Ia persona se apoye en Ia realidad social para orien- ‘ORD ¥ BACKKAN, 1964, p. 331), La dicotomfa usual entre Ia s se expresa aqui de modo explicito. Se puede leer entre reas Ia marcada oposicién entre las relaciones con los obj Jas telaciones con las personas. El individuo esta en jedad y el entorno fisico Todo lo que hace falta para pre- dureza de una mesa, la hora say echar un vistazo individuo puede hacer que ¢5, ¢5 mirar la tela, golpear la al reloj, acciones todas ellas que el por si solo. Pero, en otras circunstancias, por tener que manejar opi- solus ipse=por sf solo.) Seguidor de una chal el sujeto pensante no puede afiemar ni ia salvo la suya propia, (N. del T.) 56 _Peleolagia de las minorias actives niones que no es posible verificar u objetos cuyas caracte- risticas no son estables, somos incapaces de emitir un jul cio inmediato. Entonces se hace necesario recurrir a los de- més, a fin de que nos ayuden en nuestros juicios. La vision de la «realidad» que adquirimos de este modo puede califi- ‘arse, por tanto, de convencional o de comunicativa. Es evi- dentemente una’ visién social, a la vez por ser producto del grupo y porque el individuo la acepta con la sola condicién de que sea admitida por los otros. Establecer el grado de democracia de un pafs, la belleza de un cuadro o la hora que es en una sociedad tradicional, presupone una consulta yun acuerdo colectivos entre los miembros del grupo sobre Ia base de las diferentes observaciones que podrén hacer a fin de fijar sus opiniones. Se supone, pues, que los hombres viven en dos tipos di- ferentes de realidad, que su existencia fragmentada y hete- rogénca corresponde a la fragmentacién y la heterogeneidad que existen entre el individuo y la sociedad. Esta distincién refleja la estructura de los objetos y la disposicién del en- torno fisico. Viene a definir las fuerzas externas que obligan al individuo a hacer transacciones y a legar a un consenso con los otros. zExisten fuerzas internas que actéan en el mismo senti- do? Tales fuerzas derivarian de la actitud del «juez» respec- to a sus propias capacidades. FestiNceR considera el deseo de evaluar correctamente las propias capacidades como una necesidad fundamental: una necesidad individual y no so- cial. Si el individuo esta seguro de sus propias capacidades, no siente la necesidad de tener en cuenta el juicio o las opiniones de los demds, Consecuentemente, cuando le falta esta certeza, se ve obligado 2 compararse con otra persona proxima o semejante a él. La teoria de la comparacién so- cial, que acabo de evocar brevemente, trata de explicar por qué tendemos a permanecer en un grupo © a dirigirnos ha- cia él y a afiliarnos con otros. | Yo no niego que la distincidn entre la realidad fisica y la realidad social sea correcta, al igual que la teorfa de la com- paracién social. Mi tinico objetivo es mostrar que tales dis- tinciones y teorfas sélo tienen sentido en la hipétesis de que la norma de objetividad regule el comportamiento en Ia so- ciedad. La jerarquia y la diferencia entre estas dos realida- des, la primera dada por el mundo exterior y la segunda engendrada por la sociedad, descansan en el hecho de que Les prasiones hacla Ia conicrmided 57 la primera se suipone que es mas objetiva que Ia segunda, El consenso, el acuerdo de grupo, son mecanismos de re- cambio en los que es preciso apoyarse tanto mas cuanto la objetividad resulte mAs inaccesible. No se pretende que las personas que difieren en sus experiencias y en su grado de conocimiento busquen una verdad comiin, traten de desci- brir un aspecto desconocido de la realidad o de resolver un problema, y leguen a una solucién por métodos sobre los que previamente se han puesto de acuerdo. Lo que se afir- ma es que, cuando ninguna realidad objetiva se presenta por sf misma, las personas no tienen otra alternativa que buscar una verdad convencional que pueda servir de subs- tituto. Esto viene a esclarecer al mismo tiempo la nocién de dependencia, En pocas palabras, Ia dependencia es coexten- siva con las relaciones sociales, y las relaciones sociales en- gendran la dependencia, De hecho, y como hemos visto repetidas veces, segiin este modelo, la convergencia o el in- tercambio entre los individuos s6lo se precisan cuando no hay realidad objetiva, cuando las circunstancias son tales que ésta no puede determinarse directamente. La indepen- cia, por otra parte, va ligada a una correcta aprehensin de la realidad, a la posibilidad de determinar inmediata- mente suis rasgos esenciales y a la certeza que posee el indi- viduo de disponer de capacidades personales suficientes. La oposicién entre las relaciones con los objetos y las relaciones con las otras personas refleja simplemente el con- traste entre una relacién en la que el individuo es indepen- diente y encuentra en si mismo suficiente fuerza para resis- tir Ia presién social y una relacién en la que el individuo se ve obligado a compararse con los otros y sufrir una influencia al tener en cuenta la diversidad de los puntos de vista, En consecuencia, en la mayor parte de Ias experien- cias sobre la conformidad se piensa que la autonomia se halla reforzada cuando se pide al sujeto que formule una afirmacién precisa y diga lo que ve, mientras que se define y_se manipula la presion social como si representara un obs- éculo para la exactitud y una fuente de error, Adherirse al grupo, esperar llegar con él a un consenso, equivale a ha- cerse dependiente de él y abandonar Ia independencia garan- tizada por el mundo fisico. Es significativo a este respecto que Mutcrani (1965) se haya sentido obligado a inventar una experiencia que muestre que el grupo puede a veces ser un 58 _Peleologia de las minorfas actives ‘tas prasiones hacla la conformided 38 factor de independencia y de rechazo social. Si la opinién contraria, a saber, que toda interaccién de grupo conduce necesariamente a la dependencia, no estuviera tan difundida, apenas cabria imaginar que tal experiencia fuera necesaria, y, 4 fortiori, que fuera publicada, Esta fragmentacién entre un ambito social y un ambit no social, cada uno con sus propias realidades y relaciones, esta divisién en un dmbito donde el consenso y la influencia por la que éste se realiza son indispensables y un ambito donde ambos son superfluos, refleja aproximativamente la ausencia o Ia presencia de la objetividad: en esta concep- cién, la objetividad constituye, pues, la consideracién pri- mordial. Pero el propio consenso se considera como some- tido a la norma de la objetividad, como lo prueban los estu- dios en los que el proceso de influencia social va directa- mente ligado al grado de estructura del estimulo. Si los individuos se conforman, no es porque no puedan soportar Ja ambigiiedad, sino en’ gran parte porque juzgan que la diversidad es inconcebible y que debe haber una sola res- puesta para la realidad objetiva, De no ser ast, gqué motivo tendrian para adoptar una opinién diferente de la suya? En tuna experiencia de SPERLING (1946) se dijo a los sujetos que el fenémeno autocinético era una ilusién de éptica, aunque ellos tenian derecho a emitir juicios subjetivos. No se pro- dujo convergencia alguna ni, ‘por tanto, influencia alguna. Otro tanto cabe decir a propésito de las experiencias de AscH. Al insistir en la necesidad de dar respuestas exactas y en la objetividad de los estimulos, se fuerza en cierto modo al sujeto a someterse al grupo en lugar de resistirlo, ya que no puede haber, para un objeto fisico 0 geométrico, realidad individual. «En ciertas condiciones», escribe ASCH, «como las que dominan en la mayor parte de las situaciones descritas en este capitulo, la tendencia a llegar a un acuer- do con el grupo es una exigencia dindmica de la situacién. Se funda principalmente en una concepcién clara y razona- ble de las condiciones: cada cual supone que ve lo que los otros ven. Partiendo de ahi, todo individuo espera aproxi- marse al grupo. Este esfuerzo, lejos de tener su origen en una tendencia ciega a la imitacién, es el producto de exigen- clas objetivas» (1952, p. 484). ‘Ahora podemos comprender mejor por qué un individuo, ante un estimulo estructurado y ante otros individuos que estén en desacuerdo con él 0 que no estén mejor situados que él para formular un juicio exacto, comienza por rehusar creer a sus propios ojos y tiende aproximarse a los demés adoptando en parte o totalmente sus respuestas, en lugar de atenerse a su propia posicién y fiarse de su propio juicio. Puesto que se trata de fenémenos fisicos, y es una cuestién de miedida, las respuestas multiples y complementarias que- dan descartadas y el acuerdo sélo puede producirse en torno a una sola respuesta. Es muy improbable que el acuerdo tenga por base a su propia respuesta, ya que los otros estén ya totalmente o en parte de acuerdo, y de ahi proviene la tendencia de ciertos individuos a ceder. La exigencia dind- mica de la situacién a que se refiere AscH es precisamente este consenso; sin embargo, se trata de un tipo especial de consenso, a saber, un consenso a propésito de lo que es verdadero 0 falso, La norma de objetividad ha desempefiado un papel portante en los trabajos teéricos y experimentales sobre la influencia social. Con su relevancia en el plano cultural, constituye parte integrante del comportamiento y de los prin. cipios que definen las relaciones interpersonales e inter- grupos. La norma de objetividad ha cristalizado, incluso, en tuna dimensién intrinseca de las relaciones y de los compor- tamientos sociales, 10 que la hace aparecer 4) como una necesidad cuasi bioldgica: necesidad de eva- luacién; y ») como una prioridad cuasi fisica del entorno, a través de la oposicién entre entorno estructurado y entorno ambi- guo (el primero, mas objetivo que el segundo), La perspectiva queda as{ reducida, en primer lugar por- que no se ha tenido en cuenta lo que ocurre en el caso de juicios y puntos de vista multiples, todos ellos igualmente exactos y plausibles, Tedricamente, tal pluralidad es incon- cecible mientras se tenga el convencimiento de que la obje- tividad implica un juicio nico. En segundo lugar, la pers- pectiva ha quedado restringida porque no se quiere abando- nar la idea de que la influencia social no puede ejercerse sobre juicios de «preferencia», sino tinicamente sobre juicios de «atribuciéns sTales preferencias personales», escribe CRUTCHYIELD. «al estar muy alejadas de la pertinencia de los modelos del 50 Psicologia de las minorias activas grupo, parecen quedar al abrigo de las presiones de éste» (1955). Sin una verificacién experimental clara, la mayor parte de las explicaciones que se han dado se apoyan en la idea de que los juicios de atribucién tienen un fundamento odjetivo que falta a los juicios de preferencia, Si las dife- rencias entre los individuos son intolerables cuando se re- fieren a un atributo fisico, son en cambio perfectamente aceptables cuando se trata de preferencia, porque «de gus- tos no hay nada escrito» y ede gustos y colores no hay que discutirs, Es una manera indirecta de admitir que incluso los gustos y colores pueden dar lugar a conflictos, pero que el acuerdo social permite evitarlos. Podriamos aiadir que, de hecho, discutimos més de gustos y colores que de puntos en movimiento o de Iineas de igual longitud. Finalmente, los psic6logos sociales, con algunas excep- ciones (Kentey y SiapiRo, 1954) han adoptado el punto de vista segiin el cual la verdad ofrece mas posibilidades de ser aprehendida por el grupo 0 el individuo que posea los recursos sociales y materiales necesarios para hacerlo. Se hha prestado poca atencién a las condiciones en que la ver dad no aparece inmediatamente, o en las que aparenta ser un error 0 una aberracién (como parece haber ocurrido con Ia mayor parte de las grandes teorfas y de los descubrimien- tos cientificos). Se ha concebido, pues, el proceso de influencia como asociado a la norma de objetividad. Como no es ésta la tini- ca norma que rige los intercambios sociales, pienso que esta concepcidn es el reflejo de una cierta opeiéa, de un modo particular de definir estos intercambios. Avanzando més, esta opcién implica que las relaciones con los otros estan subordinadas a las relaciones con los objetos. Implica, asi- mismo, que se atribuye a estos tiltimos un papel decisivo, activo, no dejando a los primeros mas que un papel deriva. do o reactivo en lo concerniente al desarrollo y al compor- tamiento individuales. Este papel es en realidad de una insignificancia irrisoria puesto que, segtin este anilisis, el grupo o la sociedad s6lo entran en juego en caso de deficien- cia o de impotencia, El ser humano auténtico, completo y bien adaptado, se las arregla solo y no tiene necesidad de los demés. Pero semejante opcién tedrica no tiene nada de nuevo ni de sorprendente, Refleja, como hemos observado antes, Lag preslones hacia la conformided 61 Ja adopeién por la psicologia social de la teoria segiin la cual los hombres han creado normas y relaciones sociales para suplir las imperfecciones de la naturaleza, y de la teoria epistemolégica segin la cual la verdad objetiva es indepen- diente de nuestras ideas 0 teorias. Se pensaba, y se piensa atin a veces, que el individuo adquiere informaciones a tra- vés de los sentidos, que tiene acceso directo a los datos y que, a partir de estos datos, saca conclusiones objetivas que realmente se imponen a él. La situacién se ha modificado un poco desde hace veinte afios. La epistemologia genética, de uma parte, nos ha ensefiado que los datos son fruto de operaciones intelectuales y de la accién del que percibe, y ho estan exentos, en consecuencia, de ambigiiedad. En este sentido, Pracer habla del «mito del dato». La historia de la ciencia, por otra parte, ha Megado a la conclusién de que todo Io que es considerado verdadero, real u objetivo es una funcién del paradigma (KurN, 1962) o del sistema de disciplinas de los grupos de cientificos e investigadores. Lo cual significa que la objetividad es un producto, a la vez, individual y social y que ninguna realidad puede ser fisica sin ser, en buena medida, social. La evidencia de nuestros sentidos se convierte, asf, en evidencia de nuestra cultura, Ademds, la etologia ha demostrado que el elemento social constituye una parte integrante de lo que es individual y biolégico. La sociedad no existe sélo para Ienar un vacio de Is naturaleza, sino para ser su complement. No hay, ues, raz6n alguna para oponer el individuo a la sociedad, ni para pensar que existen Ambitos de la vida donde Ia in. fluencia social es imposible o ineficaz. No deseo internarme demasiado en el terreno de la me- tafisica, y tampoco insistiré mas en este amplio problema. Pero volveré sobre él més adelante, a fin de prestar a esta discusién una base cientifica y empirica. SEXTA PROPOSICION ‘Todos Ios procesos de influencia se considaran desde el éngulo del conformismo; 7 88 supone que el conformismo 5 a dinicn base de sus enmacteristicns esenciales Se trata de lo que yo denominaré el sesgo del conformis- mo en la reflexién sobre la influencia social y, mas gene- 52__Peloologia de fas minorias actives ralmente, en el conjunto de la psicologia social. Puede pare- cer que exagero el problema, Seria més honesto, ¥ quizé hasta més eficaz, minimizarlo. No voy a neger que existe tuna cierta divergencia de opiniones en este tema. Pero, en conjunto, estoy convencido de que esta proposicién es ver- dadera y de que corresponde al modo en que la gente, in- Cluidos los cientificos, ve el proceso de infiuencia. EI anilisis atento del trabajo efectuado en este terreno deja poco lugar a la duda, Se supone que la influencia social, cualquiera que sea, conduce al conformismo y que el con- formismo es el tinico fendmeno de interaccién ligado a la influencia. Una vez puesta esta identificacién como punto de partida, no es extrafio que todo movimiento deba conce- birse alejéndose del individuo y dirigiéndose hacia el grupo, y que las variaciones esperadas sean cambios de opinion por parte del individuo, Tal como lo expresa Krester (1969) después de haber pasado revista a la bibliografia especia- lizada: «Cuando estudiamos el conformismo» (emplea este término para resumir todo lo referente a [a influencia so- cial), eestudiamos el cambio en direccién al grupo, es decir, ‘el movimiento que interviene en las creencias y los compor- tamientos y los hace més conformes a los de los otros miem: bros del grupo» (p. 3). Declara que la influencia se mani- fiesta por «un cambio de comportamiento o de creencia en direccién al grupo, cambio resultante de la presién real o supuesta del grupo» (p. 2). Partiendo de esta perspectiva, la investigacién en este campo se ha limitado exclusivamente @ explorar: a) la naturaleza del individuo y los factores sociales que determinan Ia sumisién de un individuo al grupo; b) el papel de la presién hacia la conformidad sobre el equilibrio psicolégico, individual 0 colectivo; c) las condiciones internas —ansiedad, necesidad de afi- jacion, etc— que hacen a un individuo dependiente (més que las que lo hacen independiente); 4) las condiciones externas —ambigiiedad del estimulo, jerarquia, ete— que hacen al individuo mas (mejor que me- os) sensible a la influencia; Este programa de investigacién toma como punto de Las presionss hacia Ia conformided 8 partida el modelo funcionalista, al que se aftaden algunos axiomas, a saber: a) El consenso con el grupo y sus representantes es, en todas las circunstancias, no sdlo necesario sino también pre: ferible al aislamiento, 4) La conformidad es favorable al desarrollo social ¢ in- dividual. La desviacién es nociva, peligrosa y_perjudicial para este desarrollo, ¢) La socializacién y el aprendizaje Mevan finalmente a la conformidad, mientras que la desviacién es el sintoma del fracaso (MCGINNIES, 1970). 4) La conformidad es el mediador de los intercambios entre el grupo y el individuo: «En general, la conformidad estd considerada como el ‘bien’ 0 el producto del intercam- bio, y la aprobacién social como el elemento de refuerzo © el intermediario del intercambio. Con esto se quiere de- mostrar que entre la aprobacién social y Ia conformidad existe un intercambio anélogo al de los bienes econémicos.» (Noro, 1969, p. 183.) EI sesgo de conformidad no ha determinado solo el pro- rama de investigacién. Ha influido, asimismo, en el modo de enfocar las acciones de los individuos y la innovacién en las raras ocasiones en que estos temas han sido estudiados. Jones (1965), por ejemplo, se preguntaba cémo una persona con un poder débil podia modificar la actitud de otra que detenta un poder superior, La tinica estrategia que le vino a la mente fue la de ganarse el favor del otro. La persona que ocupa una posicién social mas bien desfavorable debe recurtir, para equilibrar la asimetria de la relacién, a los cumplidos y los halagos, a fin de presentarse con una ima- gen mas favorable ante la persona més poderosa que ella. A medida que el individuo dependiente resulta mas agrade- ble, el individuo poderoso puede sentirse dispuesto a otor- garle favores mas que a retirdrselos. Como se ve, se hace uso de una especie de conformidad para dar razén de la posibilidad de una influencia reciproca que permite la mo- dificacin de las relaciones, de las opiniones y de los com- portamientos existentes. Sabemos que hay otros modos de enfocar las cosas; pero es significative que nadie los haya tomado en consideracién, @4_Poloologia de las minories actives La misma mentalidad ha presidido el estudio de la inno- vacién, No hay que olvidar que en ciertas teorias sociolégi- as, especialmente la funcionalista y la utilitarista, se mira la innovacién como un tipo de desviacién, y a los innovado- res como una subcategorfa de la categoria general de los desviantes, Con semejante definicién de la innovacién y se- mejante clasificacién de los innovadores no es extrafio que las investigaciones se hayan concentrado en el siguiente pro- blema: gen qué condiciones puede una minorfa ser desvian- te 0 no conformista sin verse expulsada del grupo o some- tida a sus sanciones? Lo cual equivale a preguntarse quién tiene derecho a desviarse y a afirmar su desviacién en una sociedad dada, La respuesta es obvia: aquellos que poseen ya el poder. HOLLANDER (1958) ha expuesto este punto de vista con mayor detenimiento que Krtiey y SeapiRo (1954), ZILLER y BEHRINGER (1960), 0 que HARvEy y Consatvr (1960), Pro- one la hipétesis segin la cual en un grupo cada individuo posee un cierto «crédito de particularismo» (idiosyncrasy credit) que representa una acumulacién de disposiciones f2- vorables de los demas hacia él, Cuanto mayor es su crédito, mayor es la confianza que le otorgan sus semejantes y en mejores condiciones se encuentra para desviarse y obrar sin tener en cuenta a la mayoria, HOLLANDER demostré en varias experiencias que el individuo que por su competen- cia o por su adhesion a los objetivos del grupo ha adquirido un amplio «crédito de particularismo» puede permitirse ac- tuar de modo no conformista y continuar ejerciendo una influencia. Los resultados de estas experiencias y la hipétesis que los sustenta parecen estar en contradiccién con otras expe- riencias y con Ia opinién general de que los lideres deben habitualmente seguir més de cerca las normas del grupo que los demas miembros, y deben respetarlas més estricta- mente, HOLLANDER intenté conciliar los dos conjuntos de he- chos, demostrando mediante experiencias que se trata de una ‘secuencia temporal de fenomenos. El individuo debe comenzar siendo conformista, debe alcanzar un rango ele- vado, una situacién de dominio, o hacerse popular. Enton- ces puede exigir cambios, apartarse de la norma, y esto en proporeién a la dependencia que ha impuesto a los otros respecto de si mismo y a la competencia que éstos le reco- nocen. Las prasionss hecis la conior Todas estas investigaciones presuponen, pues, que 4) es posible adoptar una iniciativa imnovadora cuando el movimiento se realiza de arriba abajo, hacia Ia base de la escala social o psicolégica; %) la minorfa puede influir en ta mayoria, a condiciéa de poser ya poder o recursos (el término «crédito de par- ticularismo» engtoba, en general, 2 todo lo que concierne a la competencia, la inclinacién, etc.) y pueden desviarse im- punemente; ¢) no hay conflicto entre el agente social que esta en ¢} origen del cambio y el grupo que lo acepta. Al contrario, el agente social debe ofrecer alicientes y distribuir recom pensas si quiere tener éxito, Estos supuestos tienen un aspecto paradéjico en el sen tido de que tratan de explicar cémo se llega, mediante la conformidad, al resultado objetivo de la innovacién. Esto aparece con evidencia cuando se examinan mas de cerca les diferentes fases del proceso que acabamos de deseribir: Primera fase: un individuo adquicre autoridad sobre el grupo tratando de adherirse a las normas y los objetivos de ésie; Segunda fase: el individuo modifica las normas y los ob- jetivos del grupo, y los otros le siguen inevitablemente por- ‘que dependen de él y porque él representa ahora al grupo, ‘Tanto en la primera como en la segunda fase, sélo entra en juego el conformismo. No deja de ser destacable que en ninguna de las dos fases exista propiamente un desviante, a no ser quizé el propio grupo. El lider, el individuo dotado de poder o de competencia, comienza por hacer tomar con- ciencia al grupo de estas cualidades. Luego, todo lo que le resta por hacer es utilizar el poder exorbitante que implici- tamente se le ha otorgado para modificar los juicios 0 las actitudes. El habitual esquema tedrico y empirico de domi nacién y de control social pesa sobre los dos casos de inno- vacién antes mencionados: el de la persona que, poseyendo poco poder, busca influir en otra persona més poderosa ha- lagéndola para obtener sus favores, y el del individuo que utiliza su crédito de particularismo para hacer innova- 85 _Pelcologla de les minorias activas Pero ¢por qué una persona ha de obrar asi? {Qué moti vacién puede tener para utilizar a fondo su crédito? Qué presiones pueden incitarie a promover el cambio? Eviden- temente, existen individuos y lideres de mente abierta que avanzan’ impulsados por sus propios «discipulos». Pero no 5 esta una situacién tipica. Ademds, es frecuente que Ia actitud de los individuos y los grupos que han tenido un gran impacto sobre nuestras ideas y nuestra conducta se aractericen por una estricta intransigencia y una negativa total a conformarse. Tenemos de este hecho ejemplos ilus- tres: CopéRnico en astronomfa, Gauitto en mecdnica, los milenaristas en la historia religiosa, los niveladores en Ie ria social, RoREsPreRRE y DE GAULLE en politica, etc. Es caracteristico que en psicologia social se presente la inno- vacién o el no conformismo como una consecuencia natural del liderazgo y del poder, que contribuye al mantenimiento Gel predominio del lider y de las relaciones de poder tentes; no se tiene en cuenta que las innovaciones conducen a la substitucién de los antiguos lideres por otros nuevos, 0 a un cambio en las relaciones de poder. Esta ocultacién es, a mi juicio, un sintoma claro del sesgo de conformismo. Las seis proposiciones que he presentado se interfieren entre si, como era de esperar, ya que derivan unas de otras y forman parte de un sistema coherente tnico. Con todo, era, necesario formular cada proposicién por separado, porque cada una de ellas aclara un aspecto diferente del mismo fenémeno y, de modo mas general, del comportamiento social tal como es concebido actualmente. Los trabajos de westigacién y las teorias no siempre han tomado como punto de partida todas las proposiciones simulténeamente, ni han otorgado la misma importancia a cada una de ellas. ‘Tomadas en su conjunto, estas propo: modo de aprehender la realidad social y la seleccién en esta realidad de un segmento o de un nivel considerado como jgno de interés. Deben en parte a la popularidad que han tenido en los manuales el haber cristalizado y haberse trans- formado en elementos relevantes del sentido comin, Cuan- do se fija su sentido exacto, como hemos hecho aqui, es més fécil precisar su alcance y sus limites, Hemos recone- cido que reflejan fenémenos que corresponden a nuestra experiencia y que merecen ser conocidos. No podemos en Lae praslones hasta la conformidad —& modo alguno declarar falsas 0 inoportunas tales proposi- ciones. No obstante, tenemos la impresién inequivoca de que, al imitarnos a estas proposiciones, dejamos de lado otros as- pectos de nuestra experiencia que merecen asimismo ser Parece ser que una parte o un ni hhallan encuadrados de modo fortuito en la misma catego- ria, o bien quedan totalmente ignorados. La segunda parte de la presente obra trataré més a fondo de algunas de confusiones, inexactitudes y enigmas. Para ello me cefiiré a los elementos més constructivos de este estudio, que nos ayudardn a ampliar nuestro punto de vista y a abrir nuevas perspectivas.

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