MARTES 10 de agosto del 2010 41
sus Bicentenarios
independencia
ria diferente igual dejamos de vernos
como víctimas. Eso, como un pro-
yecto de futuro, es bastante atracti-
vo”, dice.
Identidad, una cuestión de
supervivencia
El dilema filosófico sobre la identidad
ha recorrido América Latina desde el
siglo XIX. Luego de las independen-
cias, los principales pensadores se
han ocupado del tema, desde José
Martí hasta Octavio Paz y en medio
de ellos Edmundo O’Gorman, Rubén
Bareiro, José Enrique Rodó, Domin-
go Faustino Sarmiento, Leopoldo Zea,
más un largo etcétera.
En los años 50, el historiador
mexicano Edmundo O’Gorman em-
prendió una investigación con el ob-
jeto de reconstruir la historia no del
“descubrimiento de América”, si-
no de la idea de que América había
sido descubierta. Sus investigacio-
nes se publicaron hacia el final de esa
década bajo el título La invención de
América.
Ese ligero matiz (del descubri-
Un collage
R
Edmundo O’Gorman emprendió una investi-
gación que se publicó bajo el título La invención
de América. foto: especial
“plagio” web) pudiera llegar a tener el sentido ontológico de
Los restos de los héroes de la Independencia
de México desfilan por avenida Reforma. foto
archivo ee
Nostalgia por el pasado. Hugo
Chávez frente a los restos de Simón Bolí-
var, que descansan en un nuevo ataúd en
Venezuela. foto: afp
miento a la invención) abre todo un tomar nuestra responsabilidad fren-
caudal de análisis y concepción de lo te a los hechos, frente a la derrota”,
americano, de la historia y de la rea- dice.
lidad, y sirve como suelo para las no- Sus palabras bien podrían ser un
ciones de Tomás Pérez Vejo y de Jo- eco de los planteamientos de Octa-
hanna Lozoya. Esta útima, en su libro vio paz en El laberinto de la soledad:
Ciudades sitiadas (Tusquets, 2010) en nuestros países no ha madura-
realiza un estudio preciso y claro do el espíritu crítico que permita la
sobre cómo las arquitecturas refle- reflexión.
jan y han construido las identidades Por ello, Lozoya advierte, “al asu-
latinoamericanas. mir la responsabilidad dejas de ser
“Creo que la arquitectura hace cul- una víctima. Latinoamérica no ha
tura, no sólo al revés. Tu comporta- asumido su responsabilidad en su
miento en el espacio lo indica en gran propio desarrollo”, menciona.
medida el espacio mismo. La arqui- La propuesta de la autora es mirar
tectura es pensamiento”, indica. Ese los hechos crudamente: “La revisión
mapa mental que construye la ar- de este tipo de imaginarios permi-
quitectura produce espíritus, roles e tiría a la población revalorar que los
identidades sociales. héroes creados desde hace 100 años
“Entre las identidades que se han sólo son símbolos de una extensa
construido los países de América La- narrativa.
tina se encuentra la victimista. Cuan- “Los medios de comunicación son
do tú haces uso de ella estás dándole un medio fundamental” para abor-
la carga de todo lo que ocurra o no a dar la crítica de lo latinoamericano y
algo que es ajeno a ti. Así, como so- de lo nacional y así salir del confor-
ciedad creemos que hay algo que nos mismo y el victimismo en que hemos
ha limitado, que nos ha diezmado en basado nuestra identidad, aduce.
nuestro proceso. Es una forma de no aflores@eleconomista.com.mx
Garage Picasso
concepción moreno
cmoreno@eleconomista.com.mx
“Tener voces en la cabeza:
eso es un collage de a devis”.
My shrink
ecuerdo la primera vez que me enfrenté a un collage.
No fue una experiencia emocionante, fue un asunto
más intelectual de lo que debería ser (creo).
Tuve en la secundaria (sólo diré que era un lugar horro-
roso, aun más horroroso de lo que suele ser una secunda-
ria promedio) un maestro de matemáticas que era ingenio-
so. También era alcohólico. Un día llegó a clase tan, pero tan
crudo que nos dijo: “Me vale ma... si quieren clase. Por mí
corten y peguen numeritos. Total: cualquier ecuación puede
resolverse, hasta las que se hacen al azar”.
Por supuesto, estaba equivocado. No todas las ecuaciones
pueden resolverse (al menos no en el universo de los núme-
ros reales), pero la idea de que cualquier combinación de ele-
mentos, incluso una lograda por la caótica acción de cortar
y pegar (copy & paste, como se le dice ahora en la época del
una ecuación matemática (las matemáticas me dan miedo,
son verdades demasiado absolutas para que me resulten có-
modas) me fue apabullante y al mismo tiempo aburrido (to-
do es aburrido cuando se tienen 13 años y maestros alcohóli-
cos y monjas flatulentas vigilando los pasillos escolares).
¿En qué estaba? Sí, el collage. Apabullante como una se-
rie de cuadros (así se les puede decir: tenían cuatro lados)
que mi abuelita tenía en el pasillo de su casa. No era un pasi-
llo en realidad ni era una casa en realidad (eran varias casas,
más que pasillo era un patio y más que patio era una huer-
ta) -ella sí era mi abuelita en realidad, por cierto-; eran cua-
dros logrados después de descuartizas unas 45 revistas y 32
periódicos.
En ellos, por ejemplo, supe quién era Charles Lindberg y
su “Espíritu de San Luis” porque aparecía pegado debajo de
unas palmeras de caricatura coronadas con un Agustín Lara
de caricatura que sostenía un cigarrillo rarísimo (mariguana,
supongo ahora) frente a un Luis Miguel adolescente (mayor
de 13 años, de todos modos se veía aburrido), cuya cadera
rozaba sin erotismo a un toro de lidia en el acto de embestir a
algún matador de renombre .
Esos cuadros eran collages, igual que esta columna pre-
tende ser un collage. William Burroughs, el santón de gene-
ración beat, alguna vez llamó a la técnica del copy & paste o
collage (la técnica con la que creó su gran obra literaria: lite-
ralmente- ¿literariamente?- cortaba y pegaba palabras y lo
que salía era poesía) el mayor descubrimiento del arte.
Y lo es porque todo trabajo creativo es collage aun antes de
que la técnica se denominara con ese término (el nombre se
lo puso el espíritu patronal de esta columna, Pablo Picasso,
dicen, o Braque, dicen otros. Wikipedia se lo atribuye a los
dos. Para mantener la lógica collage digamos que la autoría es
de Pablorge Bracasso) porque todo proceso mental de crea-
ción es un serie de pegotes entre la imaginación y la memo-
ria (Roberto Bolaño decía que todo era memoria; que el hoy
vaca sagrada de la literatura latinoamericana sea casi un ho-
mónimo de la vaca de vacas sagradas latinoamericanas, Ro-
berto Gómez Bolaños Chespirito, demuestra que Dios tiene
mucha imaginación -y sentido del humor).
En fin. El viernes 13 en esta ciudad capital (que no de ca-
pital importancia, somos mera periferia, aunque para creer-
nos centrales hayamos construido un periférico que apenas
rodea el centro de una periferia) se inaugura la muestra Max
Ernst: una semana de bondad, en la que se expondrán una
enorme colección de collages obra de Ernst, el gran maestro
del collage (de quien ni siquiera hablé en esta columna). Será
en el Munal, por cierto. No la he visto, pero seguro está bue-
na. Ya les diremos. You know how is like. Yeah. Whatever.