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ARTICULOS La “poetizacién” de los personajes femeninos en Maria y La vordgine Sharon Magnarelli Albertus Magnus College A prithera vista parecen tener muy poco en eomun las dos novelas colombianas, Marfa, publi- cada en 1867 por Jorge Isaacs. y La vordgine. publicada en 1924 por José Eustasio Rivera. Co- mo ya se sabe de sobra, Maria es la obra maestra: del romanticismo hispanoamericano mientras que La vordgine se clasifica como una de ias obras. més importantes del género hispanico conocido como la novela terrigena otelurica”!. Sin embargo, por disimiles que parezean y a pesar de estar distanciadas por mas de cincuenta aios, las dos evidencian semejanzassignificativas, mas que to- do por sus actitudes y por los retratos que hacen de ta mujer. Como vamos a examinar ia “poetizacién” de los personajes femeninos en las dos novelas, habra, que empezar con una definicién de esta palabra. Para nuestros propésitos, la poetizacién consiste en ladescripeién y presentacién del referente (en este caso la mujer) en términos poéticos,o sea, con lenguaje figurativo y con tropos retéricos. Asi la Poetizacién sera la antitesis de una deseripcién directa que se basa en un significado conereto, usa un Jenguaje supuestamente transparente. y tiene el propésito de hacernos ver o entender de forma mimética. O sea, no es lo que Roland Barthes Mamaria “el grado cero de la escritura” —un dis- curso cuyo Unico propésito es la comunicacién. Al contrario, la poetizacién se produce por medio de 1. Por lo general se la califica asi. Sin embargo ha habido ‘ritices. que la ealifican de otro modo, Por ejemplo, Frede- Fick S. Stimson y Ricardo Navas-Ruiz la colocan bajo cl titulo de “posmodernismo”, Véase Literatura dela-America flsgxi- ‘ica. Tomo III |New York: Dodd and Mead. 1975).57. Alaves Otto Olivera se refiere ai romanticismo de Rivera en “El romanticismo de dose Eustasio Rivera”, Reviste beroameri- cana. 17 (diciemore de 1952). un diseurso Irico que se asienta en comparacio- nes, sustituciones, y desviaciones y que tieneel fin de emocionarnos. Ademis y por consiguiente, la poetizacién siempre implica un distanciamiento de dicho referente ya que por definicion el tropo retérico implica la sustitucién de un término por otro. Hay que insistir también en que el proceso de poetizacién es lo que se espera encontrar en algu- nas escuelas literarias. Por ejemplo seestimaque este lenguaje tan figurativo y lirico forma parte integra del Romanticismo quese define como una presentacién subjetiva de una realidad extratex- tual —realidad fisica o psicolégica segin el caso. A la inversa, tal lenguaje es lo que no se espera hallar en el llamado realismo 0 naturalismo, por- que éstos se definen por su supuesto afan de decir as cosas tal como son. Légicamente la poetizacién debe ser ajena a la novela terrigena puesto que ésta_ se considera una extensién del llamado realismoo naturalismo?. Osea, seda por sentado que la nove- la terrigena no sélo se basa en una realidad vivida sino que refleja auténticamente esta realidad’. Sin embargo, nos parece que estas afirmacio- nes no son del todo validas en cuanto a los dos textos mencionados. Al contrario diriamos que cada uno nos ofrece la poetizacién de un personaje ferenino que en ultima instancia no es mas que 2. Stimson y Navas Ruiz definen el posmodernismo dentro del eval eoloean La cordigine, de la siguiente forma: “Téenica- mente cabe definir el posmodernismo como una combinacign de imoresionismo y realismo. E's importante, sobre todo en la rosa, ofrecer una imagen objetiva del mundo” p. 8). sin ‘embargo. a ia vez observan que la narrativa criolia contiene ‘cierto tirismo ip. 13). 3. Sin embargo. como ya apuntamos, Olivera ha visto La vordgine en terminos romanticos como Io han hecho otras 8 ARTICULOS ausencia, una ausencia que a fin de cuentas re- quiere suplementacién por medio de la poctiza- cién, Asi quisiera sugerir que a pesar de las bases tedricas que habran querido o pensado seguir Isaacs y Rivera y a pesar de toda apariencia en contrario, ni Maréa ni La vordgine se basan, ni pretenden basarse, en ninguna realidad extra- textual. Al contrario, las dos novelasse caracteri- zan por la invencién de un personaje femenino (aun dentro de la ficcidn) cuya ausencia se encu- bre y se distraza con lirismo, A la vez, las dos se distinguen por la dramatizacién de una relectura y una reeseritura de obras literarias ya asimila- das por sus narradores. O sea, tanto una novela como laotra giran en tornoaotrasiecturas, muje- res literarias ya imaginadas, ya hechas literatu- ra hasta dentro de la ficcién, y no en torno a una realidad extratextual. Ahora bien, que los personajes femeninos crea- dos por Efrain y Arturo tendrian que ser puras fantasias, aun dentro de la ficcidn, es aparente en el hecho de que ni Efrain ni Arturo han tenido mucha experiencia con la mujer. Efrain, segin parece, no ha conocido a ninguna mujer sino a Maria y sus familiares. Tampoco hay que olvidar que su “conocimiento” de Maria se limita a los ‘aiios de la primera juventud (“Erayonifiocuando me alejaron de la casa paterna para que diera principio a mis estudios..."}* y a los pocos meses que pasa en la casa familiar después de sus prime- ros seis ailos de estudios y antes de regresar a éstos. De forma parecida, Arturo Cova tampoco parece ser tan experimentado en relaciones con mujeres como quisiera darnos a entender si juzgamos por su declaracién al principio de La vordgine, “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazén al azar y me lo El hecho de que afiade, “Ali- se me entregé sin vacila- ciones”, también nos da la impresién de que ella la conocia sino superficialmente al escaparse ala llanura. Y claro, él mismo recalca el hecho. muchas veces pasado por alto por los lectores, de que ella no pensé casarse con él de ningain modo: “Ni siquiera pensé casarse conmigo en aquellos dias en que sus parientes fraguaron la conspi- racién de su matrimonio... resueltos a someterme por Ia fuerza” (p. 11). Pero mas importante todavia para nuestros 4, Jorge Isaacs, Maria (Buenos Aires: Losada, 1966), p. U1. ‘Todas las citas subsiguientes provienen de ia misma edicién. 5. José Eustasio Rivera, La vordgine (Buenes Aires: Losa- dda 1974), p. 11. Todas las cits subsiguientes provienen dela misma edicién. propésitos sera un andlisis del discurso mismo. Come punto de partida, examinemos unos versos poéticos que nos permitiran entender mejor el discurso y la motivacién de los dos narradores, Efrain y Arturo. En 1916, el poeta colombiano posmodernista, Baldomero Fernandez Moreno, versified, “Estoy solo en mi casa, / ya lo sabes, y triste como siempre. / Me canso de leer y deescri- bir / y necesito verte’. A continuacién el poeta traza laescena que vioel dia anterior, al imaginar tanto el por qué de lo que presencié (“Irias a com- prar aiguna cosa...”) como lo que hubiera querido hacer él, decirle él a ella. O sea, a pesar del tras- fondo supuestamente veridico, la escena fuera de su ventana descrita y colocada en una realidad extratextual, todo lo demas, que forma la mayor parte del poema, lo engendra su imaginacién ca- prichosa con el mismo gesto que veremos en las obras de Isaacs y Rivera. En la siguiente estrofa, Fernandez Moreno evoca lo que seria su vida con esta muchacha en ese futuro cuando tendria él su “cuartito” para [su] costumbre / inofensiva de hilvanar palabras...”. Como nota el poeta, necesi ta verla, pero, claroesta, la unica forma de “verla’ es por hilvanar palabras, por medio del discurso pogtico, Asi que tanto la mujer ideada como el futuro imaginado son consecuencias ineluctables de su soledad, tristeza, y cansanciode leer y escri- bir. A la vez, no obstante, estos dos, la mujer y el futuro fantaseada, son productos de estaescritura y su lectura subsiguiente. No cabe duda que tanto Maria como Alicia, personajes femeninos de Maria y La vordgine, son engendros de este cansancio (por parte res- pectivamente de Efrain y Arturo) de leer y escri- bir, creaciones destinadas a aliviar la tristeza y la soledad de los narradores poetas. Tengamos pre- sente que ambos narradores se autorretratan co- me lectores y escritores. Dentro de la ficcién cada uno eseribe el.texto que leemos y en efecto cada texto ineluye su propia escritura y lectura, Son estas lecturas y eserituras que producen la poeti- zacién de los indicados personajes femeninos. Ahora bien, empecemos con Maria, a quien see presenta como personaje literario hasta dentrode la ficeién. Es un personaje que surge de la nada, de la ausencia ocasionada por su muerte, en un libro que lleva su nombre como titulo y que termi- na con su propia iectura y escritura. En las alti. mas paginas Efrain visita la tumba de su queri- 8. Baldomero Fernandez Moreno, “Invitacién ai hogar”. 20 Literatura hispanoamericana, ed. Enrique Anderson Imbert Flori (New Yorks Holt, Rinehart and Winston 1960). ARTICULOS da; parado aili nota, “empecé a leer: ‘Maria... A aquel mondlogo terrible del alma ante la muer- te...” (p. 280). Aqui se nota que “aquel mondlogo”. que a fin de cuentas es la novela, es motivado, como el poema de Fernandez Moreno, por tres condiciones: la soledad, la ociosidad, y la ausenei de la mujer. En el presente de la narracién (osea después de la muerte de Maria) Efrain también tiene que empezar a “hilvanar” palabras, re- crear a Maria. escribir la novela. Pero fijémonos en el proceso de poetizacin que ocurre en este presente poco antes de que empiece a escribir la novela que acabamos de leer. Consta que el narrador empieza a relatar su visita a la tumba de su querida con un lenguaje descriptivo, bastante transparente, “quedé en- frente de un pedestal blanco y manchado por las luvias, sobre el cual se elevaba una eruz de hie~ rro. Acerquéme. En la plancha negra que las adormideras medio ocultaban ya, empecé a leer: “Maria...” (p. 280). No cabe duda queeste lengua- je descriptivo es también connotativo como se di- visa en el uso de las palabras blanco, Uuvia, cruz, rico. Sin embargo, a medida que Efrain se va emocionando con el momento. a medida que va “leyendo”, su lenguaje llega a no ser no slo mas evoeativo sino también mas lirico y se llena de tropos y figuras: “A aquel monélogo terrible del alma (metonimia y prosopopeya) ante ta muerte (prosopopeya y aliteracién)... que la interroga (metafora)... demasiado elocuente respuesta (me- téfora y/o paradoja) dio esta tumba fria (prosopo- peya y metonimia) y sorda prosopopeya y sineste- sia) que mis brazos oprimian (metonimia) y mis lagrimas bafaban (metaforay”. Hay que subra- yar que es en este estado de animo que Efrain vaa empezar la eseritura de Marta. No cabe duda tampoco que la novela nos va a decir mucho mas sobre Efrain, supuesto sujeto de la narracion, y de su estado de dnimo, que sobre Maria. Por ejemplo. et texto no empieza con una deseripeién de Maria como seria de esperar (puesto que se titula Maria) sino con una del na- rrador mismo, “Era yo nifio”, yen todo el primer capitulo hay sélo dos frases que se refieren expli- citamente aeila: "Maria esperd humildementesu turno, y baibuciendo su despedida, junté su meji- lla sonrosada a la mia, helada por la primera sensacién de dolor” (p. 11), y “Maria estaba bajo las enredaderas que adornaban las ventanas del aposento de mi madre” (p. 12). Vale la pena dar 7. P.6, Lo evocativo se nota en terrihie, muerte, tumba frig. sorda, tégrimas. énfasis aqui al hecho de que a pesar de que la primera de estas frases aparentementedescribea. la protagonista femenina toma una desviacién inesperada y vuelve a concentrarse en Efrain. Por le visto, las palabras “helada por la primera sensacién de dolor”, se refieren a la mejilla de Efrain y no a la de Maria*. De esta forma se puede sugerir que desde la primera descripcién del personaje femenino nos encontramos ante lo que ser la pauta de la novela. Por medio de la poetizacién, el lenguaje retérico que produce una desviacién, la “presentacién” de Mariasiemprese desliza hacia un autorretrato de Efrain. Por afiadidura, hay que notar que Efrain no s6lo es escritor sino también lector. Ha leido la mayor parte de las obras romanticas francesas y se dedica durante esta novela que leemos nosotros a leerles a Maria y a su hermana algunas de esas novelas. Consta que como consecuencia Efrain frecuentemente describe a Maria en términos de estas lecturas, y la percibe como reflejo de las protagonistas de éstas, lo cual hace de ella una ficcién basada en otra ficcién aun dentro de la novela. También nos parece significativo que Efrain use estas lecturas roménticas para provo- car cierto eratismoen Maria, En primer lugarlas lecciones que Efrain da a Maria y a su hermana sirven de pretexto para estar fisicamente cerca de ella y por lo tanto producen cierta sensualidad, naciente por cierto, pero sensualidad de todas formas. Nos dice Efrain que en algunas de las elecciones “se inclinaba Maria para ver mejor algo que estaba en mi libro o en las cartas, y su aliento, rozande mis cabelios, sus trenzas al rodar de sus hombres, turbaron mis explicaciones” (pp. 34-35). Durante otra leccién cuando los dejaron solos indica el narrador que “mi corazén palpita- ba fuertemente” (p. 35). Este erotismo naciente lo verernos en forma mas desarroliada en La vordgi- ne. ‘Asi nos parece patente que Maria es producto de un proceso de poetizacién por parte de Efrain, una poetizacién que efectiva pero paraddjicamen- te resulta enel distanciamientodel referente, Ma- ria, porque él la va cubriendo, sustituyendo, a la vez que su discurso se desvia hacia él mismo y el proceso creador. Las dos citas a continuacién re- flejan lo que es para mi el geste predominante de esta novela; “En una plancha negra que las ador- mideras medio ocultaban ya, empecé a leer: “Ma- 4. Ademas la ubicacion deestas palabras sugiere que califi- san las palabras “la mia". Ademas no habia modo de que Efrain pudiera saber la causa de estar helada una mejilla de Maria. ¥ si la mejilla de ésta estaba sonrosada a lo mejor estaria caliente y no helada, 10 ARTICULOS | ria’ ” y “Maria estaba bajo las enredaderas que adornaban las ventanas del aposento de mi ma- dre”. En los dos casos Maria, tanto laobracomo' el personaje, esté medio oculta, escondida, debajo de la flora silvestre, debajo de una planta que adormece, otra queenreday adorna, tal como est enredada, encubierta, adornada, y adormecida por el discurso poético del narrador. Sin embargo y a continuacién recalcamos que esta poetizacién que descubrimos de forma tan patente en Maria es, hasta cierto punto, lo que se espera encontrar en el llamado Romanticism. No nos debe sorprender. Lo que si nas debe ‘asombrar e3 que en La vorégine Cova inventa y poetiza a la mujer tanto como Efrain a pesar de que por lo general no clasificamos la novela de Rivera como Romanticismo. Sugerimos que ‘Cova percibe y describe ala mujeren términos poéticos con un gesto que no se diferencia mucho del de Efrain. Pero examinemos el texto mismo. Hacia el fin del texto, a semejanza de Efrain, Arturo nos ha- bla de su afan de escribir y legar al futuro la crénica de sus aventuras. Como especifiea él, “Va para seis semanas que. distraigo la ociosidad escribiendo las notas de mi odisea” (p. 224). Bn la misma pagina sefiala, “;Y me quedé solo!”. [gual ‘que enel caso de Efrain, unade las razones por las cuales él se encuentra solo y ocioso es que Alicia le abandoné y mas recientemente también le hade- jado solo ia madona. Como lamenta él mismo, “hoy no hallo qué hacer para reconquistarla” (p. 233). 0 sea, con el mismo gesto gue vimos en ‘Maria, Cova escribe porque la mujer no esta. Por aftadidura, él y Ramiro ya no tienen més que decirse. Asi porque carece de ambos, !a mujer ¥ un interlocutor, tiene que escribir, tiene que dis- traerse trazando signos, inventando, poblando su mundo de soledad con fantasmas femeninos. Hay que preguntarse tambien hasta qué punto no in- tentaré Cova reconquistar a la mujer, sea quien sea, por medio de la escritura, de modo que ella sea seducida por la eseritura misma o de modo que una figura femenina, imaginada por supues- to, surja de esta escritura. ‘El mismo expliea su situacién de esta forma: “Hoy, como nunea, siento nostalgia de la mujer ideal y pura, cuyos brazos brinden serenidad pa- ra la inquietud, freseura para el ardor, olvido para los vicios y las pasiones. Hoy, como nunca, afioro lo que perdi...” (p. 234). Si esto a que se refiere y que perdio es Alicia o la madona no importa porque de todas formas, como en los versos de Fernandez Moreno, es la auseneia dela mujer anhelada lo que motiva la escritura y las. subsiguientes fantasias novelescas. Fernandez Moreno imagina su vida con la muchacha; Arturo evoca “tantas doncellas ilusionadas, que me mira- ron con simpatia y que en el secreto de su pudor halagaron la idea de hacerme feliz” (p. 234). No importa el objeto sofiado, ni el tiempo verbal (fu- turo y pasado pueden ser igualmente. ‘inventados), el proceso de ereacién es igual. A la vez, esta mujer “ideal y pura” no puede ser sino una inven- cibn literaria, ideada por el hombre que|aanhela, como ya viene insinuado en el uso del subjuntivo, “euyos brazos brinden”. No hay nada en el texto que nos permita creer que “estas. doncellas ilusio- nadas” ni “este amor ideal” sean mas que otras jlusiones suyas, otras fieciones procedentes de la mente torcida de Cova, el Poeta segun su propio epiteto. Parece evidente que esta “mujer ideal y pura” es producto de lo que llamamos en inglés “wishful thinking”, mera creacién lirica, reflejo y/o proyeccién de sus propios deseos. De igual modo, el texto sugiere que el mero gesto de escribir podria emocionar, conquistar, a Ta mujer. Hablando de su actividad literaria, Co- va apunta “En presencia del casto Ramiro, la madona apoyé la mejilla en mi hombro, viendo correr la pluma sobre las paginas, ..admirada de mi destreza en trazar signos queella noentendia” (p. 223). Es evidente que él escribe en parte para impresionarla, convencerla de su maestria, de su superioridad en asuntos intelectuales ya que no la pudo conquistar con su destreza en otras activida- des. Poco después se va ella, y se queda solo, sin ella ni Ramiro. Como consecuencia tiene que se guir escribiendo para recrearia a ella y @ jas. otras. Verios aqui que otra vez, comoenel casode Fernandez Moreno, la escritura surge de 1a ocio- sidad, dela nada, y que uno de los productos de esa nada es el personaje femenino. ¥ si cupiera algu- na duda sobre la motivacion de Cova, basta apun- tar quela preocupacién del narrador por la mujer se hace patente desde la primera frase del texto, escrita en, se supone, este presente de la narra- cidn cuando tiene que encararse con la ausencia de la mujer: “Antes que me hubiera apasionade por mujer alguna...” (p. LL). En aparentecontradiceion alo que proponemos aqui, Cova afiade en el presente de la narracion. “No ambiciono otro fin que ei de emocionar Ramiro Estévanez con el breviariode mis aventu- ras, confesdudole por escritoel cursode mis pasio- nes y defectos, a ver si aprende aapreciar en milo que en él regated ei destino” (p. 225. emphasis added). Ademas de mostrarnos aqui una postura narrativa que veriamos afos después en La fami- fia de Pascual Duarte (una postura que logra dar ee ARTICULOS ode | Ee énfasis al hecho de que el narrador noes digno de nuestra confianza y “confiesa” para probar queel destino ha tratado mejor a los otros), esta cita nos hace sospechar que, si de verdad pretende emo- cionar al “cast” Ramiro, piensa lograrlo por me- dio de la ereacién femenina y quiere sacudir a Ramiro desu “castidad”, mediante la eseritura de dos maneras. En primer lugar su acto deeseribir provoca un gesto erético presenciado por Ramiro; la madona apoya su cabeza eréticamente en el hombro de Cova, y se supone que este erotismo debe excitar al amigo. En segundo lugar, la obra que escribe, que leemos, que hipotéticamente va dirigida a Ramiro, también est4 colmada de sen- sualidad, también producto literario sin lugar a dudas, pero de todas formas capaz de sacudir (leemos excitar?) a Ramiro: Sicupiera alguna duda todavia de quel perso- naje femenino de La vordgine fuera producto del proceso de poetizacién lingdistica de que hemos hablado, sélo habria que examinar el lirismo de las primeras paginas del texto las deseripeiones que se encuentran alli. Otra vez recalcamos el hecho de que éste es el texto con el cual Cova llena el vacio de sus horas ociosas y a solas y el que debe sacudir a Ramirodesu castidad. Fijémonos en los términos poéticos de la cuarta oracién del texto, “Ambicionaba el don divino(aliteracién y metafo- ra) del amor ideal (metafora y/o hipérbole y por afiadidura sinécdoque —busca a una mujer ideal que le ame), que me encendiera espiritualmente (otra metéfora y también aliteracion), para que mi alma (metonimia) destellara (metéfora)... co- mo la llama sobre el lefio (simil y sinéedoque) que la alimenta (metéfora dentro del simil)” (p. 11). se 11 No nos sorprendera que la frase siguiente que menciona a Alicia sea igualmente producto de tropes: “Cuando los ojos de Alicia (o sea su mira- da, metonimia) me trajeron (metafora) la desven- tura (sinéedoque), habia renunciado ya a la espe ranza de sentir un afecto puro (otra vez la idealizaci6n del amor). En vano mis brazos(meto- nimia) —tediosos de libertad (prosopopeya)— se tendieron (metafora) ante muchas mujeres (a lo mejor hipérbole) implorando (metafora, prosopo- peya) para ellos una cadena (metafora y/o meto- nimia)” (p. 11). Claro esté que estas frases tam- bién estan lienas de paradoja. E) narrador nos dice que busea un amor puro; sin embargo busea esta pureza en laesclavitud y con mujeres como la madona. Dos paginas mas adelante sigue con el misme leitmotiv al hablar de su “deseo intimo de que alguien (le] capturara y, librando [le] de Ali- cia, [le] devoiviera esa libertad del es} nunea se pierde en ja reclusién” (p. 13). Hay que recalcar que la libertad que ahora buscaes. para- déjicamente, la libertad de la carcel. Asi resalta el mismo proceso de desviacién y alejamiento que hemos apuntado en Maria. El supuesto enfoque narrativo en el personaje feme- nino se desliza y se concentra en el narrador mas- eulinoy en su actividad literaria. En Marta recal- amos que la flora silvestre que la adormecia, ocultaba, enredaba, y adornaba era el mismo dis- curso poético. De forma igual, en La voragine se hace evidente que la selva que “devoré” aCovaya Alicia es el mismo proceso de poetizacién y que éste resulta en Ja total desaparicién del referente bajo el discurso figurativo y retérico.

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